Está en la página 1de 18

Lanzando la guerra contra el terrorismo

En la mañana del 11 de septiembre de 2001, el Presidente George W. Bush viajó a


la escuela primaria Emma Booker en Sarasota, Florida. Al llegar, le informaron que
un avión se había estrellado contra la Torre Norte del World Trade Center en la
ciudad de Nueva York. El Presidente y sus asistentes creyeron que se trataba de un
trágico accidente. Unos minutos después, mientras Bush le leía un cuento a un
grupo de alumnos de segundo año, Andrew Card, el Jefe de Personal del
Presidente, le dijo al oído: “Un segundo avión se acaba de estrellar contra la
segunda torre, Estados Unidos está siendo atacado”.1 Bush mantuvo la compostura
y terminó de leerles el cuento a los niños. Luego se retiró rápidamente del salón de
clase para conocer más sobre los acontecimientos que estaban sucediendo en
Nueva York. El Presidente recordó más tarde su reacción inicial a los sucesos
estremecedores de esa mañana: “Sabía que tenía que tener la mente clara, y
estaba ansioso por salir de la clase y obtener los hechos… yo tenía que saber lo
que significaba: “Estados Unidos estaba bajo ataque“2. Un poco después, cuando
Bush supo que aparentemente Nueva York había sido atacada por terroristas,
pensó: “Nos habían declarado la guerra y en ese mismo momento decidí que
íbamos a entrar en guerra.”3

Rabia y determinación

El Presidente entró a la sala de prensa de la escuela y anunció las alarmantes


noticias sobre un “aparente ataque terrorista” contra los Estados Unidos.4 Poco
después Bush abordó el avión Fuerza Aérea Uno de regreso a Washington, D.C.
Habló con el vicepresidente Dick Cheney y con la consejera de Seguridad Nacional,
Condoleezza Rice, quienes estaban en el Centro Presidencial de Operaciones de
Emergencia, en Washington; un centro subterráneo. Cheney propuso que los
militares debían, en caso necesario, disparar contra cualquier otro avión comercial
secuestrado por los terroristas. El Presidente estuvo de acuerdo. Cheney y Rice
también aconsejaron al Presidente posponer su regreso a Washington por razones
de seguridad. De mala gana, Bush les hizo caso y se dirigió a la Base Barksdale de
la Fuerza Aérea en Louisiana. En ese momento de tanta tensión, Bush le dijo al
Vicepresidente, “Vamos a averiguar quién hizo esto, y vamos a acabar con ellos”.

Mientras tanto, los asesores del Presidente comenzaron a preparar una declaración
para que la hiciera en Louisiana. Karen Hughes, asistente y persona de confianza
cercana al Presidente, objetó cuando el Secretario de Prensa, Ari Fleischer,
comenzó a leer del borrador inicial: “Esta mañana fuimos las víctimas de…” Ella lo
refutó fuertemente: “Un momento, no somos víctimas de nada. Puede ser que
hayamos sido el blanco, que nos hayan atacado, pero no somos víctimas”.6
Visiblemente emocionado Bush se dirigió a la nación poco después de la una de la
tarde, y no se refirió a los ciudadanos del país como víctimas.
Desde Louisiana, el Presidente voló a la Base Offutt de la Fuerza Aérea en
Nebraska, donde a las 3:30 p.m. tuvo una videoconferencia con los miembros del
Consejo de Seguridad Nacional. Bush le dijo a sus asesores que los terroristas
habían realizado “ataques contra la libertad, y así es como los vamos a definir”.7 El
director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, informó al grupo
que Osama Bin Laden y la red de al Qaeda parecían ser los responsables.8 Bush
terminó asegurando a sus asesores, “Vamos a encontrar a estas personas. Van a
pagar por lo que han hecho. No quiero que tengan dudas al respecto”.

A las 4:30 p.m. Bush abordó el avión de la Fuerza Aérea Uno de regreso a la capital
norteamericana.10 Le pidió a Hughes y al jefe de redacción de discursos, Michael
Gerson, que comenzaran a preparar un discurso breve que quería dar a la nación
esa misma noche. Gerson acuñó una frase fuerte en este discurso: “Éste no es sólo
un acto de terrorismo. Éste es un acto de guerra”. Bush estuvo de acuerdo con esta
caracterización pero decidió eliminar la frase del discurso. A Hughes le dijo que
“nuestra misión es dar confianza”. Bush recuerda lo que pensó entonces: “Quería
calmar los nervios … Yo sabía que (después) habría mucho tiempo para hacer
declaraciones de guerra”.

Aunque trató de tranquilizar a la nación, el Presidente también quiso asumir una


posición muy sobre la respuesta de su país al terrorismo. En el discurso Bush hizo
una pronunciamiento temerario: “No vamos a hacer ninguna distinción entre los
terroristas que cometieron estos actos y aquellos que los encubren”. Esto
comprometió a Estados Unidos a enfrentarse potencialmente con las naciones que
pudiesen haber estado involucradas en los ataques terroristas. Desde hace tiempo
el equipo de política exterior del Presidente había estado discutiendo qué hacer con
el terrorismo patrocinado por un estado. No obstante, Bush decidió declarar la
nueva política de su administración en el discurso de esa noche, sin solicitar la
contribución del vicepresidente Cheney o del secretario de Estado Colin Powell. Sí
consultó a Rice. Ellos conversaron sobre la redacción del pronunciamiento y se
preguntaron si era el momento apropiado para hacerlo. Cuando Bush le pidió su
opinión, ella recomendó incluirlo en el discurso. Bush estuvo de acuerdo.

Después de dirigirse a la nación desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, Bush


presidió la segunda reunión del día del Consejo de Seguridad Nacional. Mas tarde
declaró que el estado de ánimo era “increíblemente sombrío”.13 Esa misma noche,
más tarde, Bush convocó su primera reunión con el Gabinete de Guerra, integrado
por un grupo selecto de funcionarios del más alto nivel de la administración.

El Gabinete de Guerra de Bush

El Gabinete de Guerra estaba integrado por Bush, Cheney, Card, Powell, Rice,
Tenet y otros siete funcionarios de alto nivel: el Secretario de la Defensa Donald
Rumsfeld, el director del Buró Federal de Investigación (FBI) Robert Mueller, el
Procurador General John Ashcroft, el presidente del Estado Mayor Conjunto Henry
Shelton, el Secretario del Tesoro Paul O’Neill, el Secretario Adjunto de la Defensa
Paul Wolfowitz y el Secretario Adjunto de Estado Richard Armitage. Este grupo se
reunió en secreto casi todos los días a lo largo de las semanas siguientes. Muchos
de ellos tenían gran experiencia en política exterior y llevaban años trabajando
juntos. De hecho, cinco individuos (Cheney, Powell, Rice, Wolfowitz y Armitage)
habían desempeñado un papel importante durante la planeación y la ejecución de la
Guerra del Golfo Pérsico bajo la administración del padre de Bush.14 (El Anexo 1
contiene antecedentes de cada miembro del grupo).

El presidente George W. Bush

Bush se graduó de la Harvard Business School en 1975 y varias décadas después,


se convirtió en la primera persona con una maestría en administración de negocios
en llegar a la Presidencia de los Estados Unidos. Bush prefería liderear
estableciendo las directrices generales y delegando responsabilidades a
subordinados de confianza. Una columna de un periódico publicada durante la
campaña electoral describió el estilo de liderazgo de Bush: “Bush es una persona
que delega y se apoya mucho en sus asesores de confianza … Él escoge
ayudantes que le son leales y les da mucho margen para actuar … Él esboza las
metas en gruesas pinceladas y deja los detalles a los demás”.

Antes de su elección Bush no tenía experiencia alguna en política exterior. Por


tanto, reunió a un equipo altamente calificado y se apoyó mucho en la asesoría y los
consejos de éste. Bush describió su filosofía de dirección: “No me da miedo
rodearme de gente fuerte y competente. Yo espero que los norteamericanos se den
cuenta que un buen Presidente es aquél que sabe elegir a las personas y delegar,
alinear la autoridad y la responsabilidad, hacer que la gente sepa que es
responsable de los resultados”.16 (El Anexo 2 contiene más reflexiones de Bush
sobre su estilo de liderazgo).

Bush prefería escuchar los puntos de vista de varios asesores antes de tomar una
decisión y proceder. Un funcionario describió su liderazgo después del 11 de
septiembre en estos términos: “Hay tantos asuntos sobre áreas tan amplias y
diversas que se trata de ‘tomar una decisión y pasar al tema siguiente’, no puedes
dudar. Yo creo que [su respuesta a los ataques] ha demostrado su estilo
administrativo, confía en sus asesores y toma decisiones y no entra en discusiones
interminables, como las de la Sociedad del Poeta Muerto”.17 Entre los miembros del
Gabinete de Guerra, Bush se apoyó mucho particularmente en los consejos de
Cheney, Powell, Rice y Rumsfeld.

El vicepresidente Dick Cheney

Bush nombró a Cheney Vicepresidente debido a su enorme experiencia como ex


Secretario de Defensa, congresista y Jefe de Asesores de la Casa Blanca. Bush
confiaba mucho en el criterio de Cheney. Antes de tomar decisiones difíciles, a
menudo le preguntaba a otros, “¿Qué piensa Cheney de esto?”18 Cheney rehuía la
luz pública, y prefería trabajar de manera discreta para influir en la política. Un ex
colega describió el estilo de Cheney: “Cuando fue Jefe de Asesores de la Casa
Blanca bajo Ford, su nombre en código del Servicio Secreto era Backseat (asiento
trasero). Él sería el primero en reconocer que no es el orador más vehemente. Pero
cuando tienes un avión que va en dirección a la Casa Blanca y tienes que escoger
una persona a quien pedirle consejos, esa persona sería Dick Cheney”.19 Según
varios funcionarios de la administración, Cheney con frecuencia le expresaba sus
ideas al Presidente en privado, en lugar de declararlas abiertamente durante las
discusiones de grupos más grandes. No obstante, Cheney sí hacía muchas
preguntas difíciles o incisivas en las reuniones de equipo con el Presidente y con los
demás asesores.

Cheney tenía una relación cercana de trabajo con Rumsfeld y con Powell, ya que
había trabajado con los dos durante años. Rumsfeld fue jefe de la Oficina de
Oportunidad Económica a principios de los años setenta, y contrató a Cheney en
esa época. Este fue el lanzamiento de la carrera política de Cheney.21 Powell fue
Presidente del Estado Mayor Conjunto durante la primera administración Bush, y
trabajó muy de cerca con Cheney durante la Guerra del Golfo Pérsico. Powell
describió su relación: “El vicepresidente Cheney y yo pasamos juntos por muchos
momentos duros cuando él era secretario de defensa y yo era el presidente del
Estado Mayor Conjunto. Nos llegamos a conocer muy bien y a veces una sonrisa o
un gesto del otro lado de la mesa es todo lo que necesitamos para comunicarnos
entre nosotros”

El secretario de Estado Colin Powell

Powell había estado en las anteriores cuatro administraciones como asesor,


dirigente militar y miembro del gabinete. Con frecuencia Bush habló de su profundo
respeto por Powell y lo describió como “una torre de integridad y sentido común”. 23
Varios observadores creyeron que era la primera elección de Bush para la
Vicepresidencia pero que su familia no quería verse obligada a soportar el escrutinio
que implicaba una campaña para un puesto en el gobierno federal. (Para ver más
sobre el estilo de liderazgo de Powell, consulte el Anexo 3).

Cuando Bush eligió a Powell como secretario de estado, elogió el buen juicio del ex
general sobre asuntos exteriores. No obstante, el 10 de septiembre de 2001, la
revista Time publicó un artículo bajo el título de “El que queda fuera,” cuestionando
la influencia de Powell dentro de la administración Bush. Los autores escribieron:

En el equipo de Bush, Powell se encuentra operando a través de una falla. Dicho


brevemente, se trata de la actitud. Las diferencias dentro del equipo de Bush no son
tanto sobre las metas sino sobre la manera de lograrlas. A Powell le gusta actuar
multilateralmente; otros asesores de Bush prefieren actuar unilateralmente. Él es
internacionalista; para los otros Estados Unidos es primero… A menudo se le
considera la fuerza de moderación de la Administración, el responsable de controlar
los entusiasmos más extremistas

Los autores contrastaron la función de Powell con la influencia ejercida por Rice:

Se dice que Bush admira y respeta a su secretario de estado. Pero cuando a Bush
le faltan conocimientos sobre algún tema, él se apoya en las relaciones personales
… Rice es la que ocupa ese dulce lugar ahora. Ella le enseño a Bush el ABC de las
relaciones exteriores antes de llegar a la presidencia… Rice ha cultivado un perfil
cada día más alto, que de acuerdo con la filosofía de suma cero de Washington
implica un perfil más bajo para Powell.

La consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice

Rice se crió en Alabama en los años cincuenta. Como afro-americana, de niña


estuvo en escuelas segregadas. Ya después obtuvo su doctorado en ciencias
políticas y fue profesora. Durante la primera administración Bush fue parte del
Consejo de Seguridad Nacional y luego se convirtió en la administradora de más
alto rango de la Universidad Stanford. Sus colegas describieron a Rice como “de
hablar suave” y, al mismo tiempo, “dura, decisiva, y sin miedo a ir en contra de lo
establecido”.26 No obstante, un ex rector de Stanford la describió como “una
buenísima jugadora de equipo”.27 Una persona comentó que “[Rice] tiene el don de
resumir las cosas hasta alcanzar su esencia y luego describir los asuntos clave de
manera clara y con sentido común”.28 El secretario del tesoro O’Neill comentó
sobre la función de Rice como la de una moderadora, alguien que facilita las cosas
en las reuniones entre los consejeros de Bush: “Ella sabe de antemano cuando no
vamos a estar de acuerdo. Ella dice, “afinemos la discusión, pongamos las cosas
por escrito y dejemos que el jefe decida”

Rice conoció a Bush cuando su padre gobernaba, y se mantuvo cerca de la familia


Bush a lo largo de los años noventa.30 Un funcionario de la administración describió
la relación de Rice con Bush: “Condi y el Presidente son muy cercanos. Son amigos.
El confía en ella, eso significa mucho”.31 De hecho, Rice visitó muy a menudo el
rancho de Bush en Midland, Texas y con frecuencia veía películas y deportes en la
televisión con la familia Bush en la Casa Blanca.32 Ellos sin duda compartían la
pasión por el deporte; mientras que Bush supuestamente hace años soñaba ser el
Comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Rice fantaseaba ser la Comisionada
de la Liga Nacional de Fútbol

Curiosamente Bush frecuentemente le pedía a Rice que no hablara durante las


reuniones del Gabinete de Guerra. El quería que ella fuese un árbitro silencioso de
la discusión, que no figurara … que no promoviera una posición, sino que actuara
como un par de ojos y oídos alterno, y que al sopesar las opciones, viera lo que
sentía y lo comparara con lo que el Presidente sentía”.34 Sin embargo, un ex colega
de Stanford observó que “una vez que termina una reunión ... ella siempre tiene la
última palabra. Siempre es la que sigue hablando con el Presidente”
El secretario de defensa Donald Rumsfeld

En enero del 2001 Rumsfeld asumió el puesto de Secretario de Defensa por


segunda vez en su vida, ya que durante la administración Ford en los años setenta
también ocupó dicho puesto. Al regresar al Departamento de Defensa, Rumsfeld
decidió transformar a la clase militar; como era de esperarse, se encontró con una
enorme resistencia. Rumsfeld creía que la nación enfrentaba toda una serie nueva
de amenazas, muy distintas de las que habían prevalecido durante la Guerra Fría.
Consecuentemente, creía que los militares necesitaban desarrollar nuevas
capacidades y obtener distintos tipos de armas.36 Después de los ataques, un
experto en la industria de defensa comentó sobre esta filosofía: “Rumsfeld tenía
razón. La amenaza realmente ha cambiado, y no estábamos preparados, y él
siempre lo ha dicho”.37 Rumsfeld también creía que los Estados Unidos titubeaban
mucho en emplear su poder militar. Poco después de asumir su puesto, compartió
su filosofía con el Presidente: “No le dejé la menor duda a Bush, de que en el
momento que algo sucediera, iría yo a verlo para que actuáramos, y fuésemos hacia
delante, no hacía atrás … y él me dijo, sin ambigüedad, que eso sería lo que
haríamos”.

Rumsfeld no sólo tenía una visión clara para el Departamento de Defensa, también
estaba a favor de una filosofía de dirección distinta. Como ejecutivo en los sectores
público y privado, fue desarrollando estos puntos de vista a lo largo de muchos
años. Formuló esta filosofía en una serie de reflexiones y citas que se conocen
como las “Reglas de Rumsfeld”. Publicó la primera edición en 1974 y sacó una
versión actualizada el 10 de septiembre del 2001. (Para ver algunas de las “Reglas
de Rumsfeld”, consulte el Anexo 4).

desarrollando estos puntos de vista a lo largo de muchos años. Formuló esta


filosofía en una serie de reflexiones y citas que se conocen como las “Reglas de
Rumsfeld”. Publicó la primera edición en 1974 y sacó una versión actualizada el 10
de septiembre del 2001. (Para ver algunas de las “Reglas de Rumsfeld”, consulte el
Anexo 4).

Los actos de guerra

El día después de los ataques, la administración comenzó a cambiar el tono de su


mensaje al pueblo norteamericano y a la comunidad mundial. El Presidente hizo
estos comentarios la mañana del miércoles: “Los ataques deliberados y mortales
que se llevaron a cabo el día de ayer contra nuestro país fueron más que actos de
terrorismo. Fueron actos de guerra… Ésta va a ser una lucha monumental entre el
bien y el mal. Pero el bien prevalecerá”.39 Powell usó un lenguaje muy similar las
cinco veces que apareció en los noticieros de televisión ese día.

El miércoles Bush y Powell comenzaron a formar una amplia coalición de líderes


mundiales que daría su apoyo a la campaña contra el terrorismo. Bush habló
personalmente con los líderes de Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y
Alemania.41 Consultó primero con el primer ministro británico Tony Blair, en quien el
Presidente confiaba para que le diera consejos sinceros. Blair preguntó sobre los
tiempos de la respuesta militar norteamericana, sabiendo que a muchos líderes
europeos les preocupaban las medidas de represalia precipitadas lanzadas por
Estados Unidos. Bush respondió que él no quería “atacar la arena con millones de
dólares en armas”.42 Él quería darse el tiempo para planear una respuesta efectiva.
Blair estuvo de acuerdo con este enfoque y le aconsejó a Bush que se moviera
rápidamente para conseguir el apoyo internacional para una campaña militar.

Después de hablar con Blair, el Presidente se reunió con el Consejo de Seguridad


Nacional, e instruyó al Consejo de Secretarios Adjuntos que establecieran las metas
de la administración en una guerra propuesta contra el terrorismo. El consejo estaba
integrado por los funcionarios adjuntos en unos cuantos departamentos y agencias
clave del gabinete. El Consejero Adjunto de Seguridad Nacional Stephen Hadley
presidió el grupo, el cual de inmediato se puso a trabajar.

El Gabinete de Guerra se reunió más tarde esa misma mañana. Rumsfeld inició la
discusión sobre el alcance de la guerra. Le preguntó al grupo, “¿Nos concentramos
en bin Laden o en algo más amplio?” Al discutir temas complejos de política exterior,
Rumsfeld con frecuencia citó al ex Presidente Eisenhower, quien una vez dijo, “Si un
problema no puede resolverse, amplíenlo”. En este caso, Rumsfeld sostuvo que la
administración no podía montar una defensa adecuada contra el terrorismo si
decidía concentrarse, de manera limitada, en la red de al Qaeda. Él creía que el
prevenir futuros actos de guerra “requeriría un esfuerzo sostenido y amplio … y que
no esté restringido a una sola entidad, estado o entidad no estatal”.

Powell respondió a los comentarios de Rumsfeld: “La meta es el terrorismo en su


sentido más amplio, concentrándose primero en la organización que actuó el día de
ayer”. Cheney agregó: “En la medida en que definamos nuestra tarea de manera
amplia, incluyendo a aquellos que apoyan el terrorismo, entonces incluiríamos a los
estados. Y es más fácil dar con ellos que con bin Laden”. Después de escuchar la
discusión durante un rato, el Presidente acotó: “Comiencen con bin Laden, eso es lo
que los norteamericanos esperan oír. Ya luego, si tenemos éxito, habremos dado un
gran golpe y podemos seguir adelante”. Sin embargo, a Bush le seguían
preocupando sus opciones militares. No creía que los militares estuvieran
preparados para pelear una guerra no convencional en contra de un tipo de
enemigo muy distinto. Bush retó a Rumsfeld y Shelton a que consideraran formas
innovadoras para conducir esta guerra.

El Consejo de Seguridad Nacional se reunió nuevamente ese mismo día. El Consejo


de Secretarios Adjuntos sostuvo que la guerra contra el terrorismo no debería
consistir exclusivamente de una acción militar. Abogó por una campaña de gran
extensión que incluiría esfuerzos diplomáticos, financieros, humanitarios y de
investigación. Los secretarios adjuntos propusieron que la meta de la campaña
debía ser “eliminar el terrorismo como una amenaza a nuestro modo de vida,
incluyendo a las organizaciones y redes terroristas, sus finanzas y su acceso a las
armas de destrucción masiva”.47 Los secretarios adjuntos subrayaron que el
objetivo no debía ser acabar con todo el terrorismo, puesto que esto sería
prácticamente imposible, sino más bien erradicar las amenazas directas a los
Estados Unidos. El Presidente estuvo de acuerdo con estos principios pero sostuvo
que Estados Unidos tiene la obligación también de defender a sus aliados.

Acto seguido, el grupo retomó el asunto sobre el alcance de la campaña. Bush


reiteró su inclinación por comenzar con al Qaeda, y Powell estuvo de acuerdo con
él. No obstante, Cheney indagó sobre la posibilidad de actuar en contra de estados
que apoyan al terrorismo, en particular el régimen talibán de Afganistán. Rumsfeld
mencionó a Irak y a su líder Saddam Hussein, de quien desde tiempo se rumoreaba
que patrocinaba actividades terroristas. El adjunto de Rumsfeld, Paul Wolfowitz, se
mostraba muy a favor de eliminar a Hussein como líder de Irak. Powell y Shelton se
opusieron fuertemente a cualquier acción en contra de Irak en ese momento, dada
la falta de evidencia directa que implicara a Hussein en los ataques del 11 de
septiembre. El Presidente escuchó atentamente todas las partes de la discusión
pero decidió por el momento posponer la discusión.

La diplomacia y el desacuerdo

El jueves Powell anunció públicamente que bin Laden era el principal sospechoso
en la investigación que los Estados Unidos estaba realizando. Subrayó que
presentarían pruebas sólidas que indicaban que Bin Laden había planeado los
ataques. También declaró que Estados Unidos actuaría de inmediato para exigir la
cooperación de Pakistán en un esfuerzo por desmantelar la red de al Qaeda en
Afganistán.Powell le había aconsejado a Bush actuara rápidamente para presionar a
Pakistán a que estuvise del lado de los Estados Unidos, pese al apoyo que esa
nación había dado anteriormente al régimen talibán. Bush aprobó este enfoque y le
dio a Powell un amplio margen para tratar con el gobierno de Pakistán. El jueves
Powell, Armitage y la embajadora Wendy Chamberlain presentaron a los líderes
pakistaníes una lista de siete demandas para la cooperación en la guerra anti-
terrorista. El líder pakistaní Misharraf estuvo de acuerdo en cumplir con todos los
puntos.

Mientras tanto, el Gabinete de Guerra se reunió nuevamente el jueves por la


mañana. El director de la CIA George Tenet presentó un plan para atacar la red
terrorista en Afganistán a través de actividades encubiertas y ataques militares.
Recomendó que la CIA y el ejército norteamericano unieran fuerzas con la Alianza
del Norte, una red informal integrada por las fuerzas de resistencia contra los
talibanes. Acto seguido Cofer Black, jefe del centro de contraterrorismo de la CIA,
hizo una presentación vehemente sobre cómo Estados Unidos podría desmantelar
la red de al Qaeda. En algún momento afirmó: “Usted nos asigna la misión y
nosotros acabamos con ellos. Todos van a tener moscas en los ojos”.54 Su
entusiasmo y aparente exceso de confianza causaron una gran impresión.
Después de la reunión, Bush condujo una conferencia telefónica con el alcalde de
Nueva York, Rudolph Giuliani, y con el gobernador de Nueva York, George Pataki.
Luego contestó unas cuantas preguntas de los reporteros. En algún momento, la
voz del Presidente se quebró y se le salieron las lágrimas. Al oír hablar sobre la
devastación en Nueva York, no pudo controlar sus emociones.

Esa tarde el secretario adjunto de defensa, Wolfowitz, dio un informe a la prensa.


Desató una polémica cuando dijo, “No se trata simplemente de capturar a las
personas y hacerlos responsables, sino de remover los sistemas de apoyo, acabar
con los estados que patrocinan el terrorismo”. Muchos interpretaron esto como un
apoyo de la administración a la acción militar contra países como Irak. Wolfowitz
criticó abiertamente la decisión de no quitar a Hussein del poder durante la Guerra
del Golfo, y siguió presionando para eliminar al dictador iraquí. Esto lo puso contra
Powell, quien ya en 1990 había titubeado sobre el uso de fuerza militar para
expulsar al ejército iraquí de Kuwait y después había abogado fuertemente por
contener la misión y que ésta no incluyera la erradicación de régimen de Hussein.57
Cuando se le inquirió sobre los comentarios de Wolfowitz, Powell dijo, “Acabar con
el terrorismo, dejémoslo ahí y dejen que el Sr. Wolfowitz hable por sí mismo”.58 La
frustración de Powell se había estado acumulando desde hacía tiempo. Cuando
Rumsfeld y su secretario adjunto habían mencionado a Irak durante una discusión
anterior del Gabinete de Guerra Powell le expresó su molestia en privado al General
Shelton: “ En qué demonios están pensando estos tipos? ¿No puedes regresar a
estos tipos a donde salieron?

Con tantos asuntos sin resolver, a Bush le preocupó que el Gabinete de Guerra no
había podido deliberar sin interrupciones en medio del caos de los últimos días. Por
consiguiente Bush invitó a sus asesores a Campo David, el retiro presidencial en
Maryland, a pasar el fin de semana. Dijo: “Todo [debe estar] sobre la mesa …
Necesito ver opciones en la mesa … Quiero decisiones rápidas”. Rumsfeld estuvo
de acuerdo pero añadió: “Le vamos a quedar a deber lo que pueda salir mal, las
cosas que pueden detenernos o hacer que nos movamos más lento”.

Un día nacional de recuerdo

El viernes marcó el Día Nacional de Recuerdo; el Presidente dio un discurso en la


Catedral Nacional de Washington. Temprano en la mañana, Bush tuvo su primera
reunión con el gabinete en pleno desde que se perpetraron los ataques. Se
emocionó cuando el grupo lo saludó con una ovación. A Powell le preocupó que
Bush pudiera perder la compostura nuevamente durante su discurso en la catedral.
Le pasó una nota que decía: “Querido Sr. Presidente, lo que yo hago cuando tengo
que dar un discurso como éste, es evitar pronunciar palabras que sé me van a hacer
llorar como un niño”.61 Todos se rieron cuando Bush les dijo a los demás, “Les voy
a contar lo que me acaba de decir el Secretario de Estado. ‘Querido Sr. Presidente,
no se desmorone!’” Bush reaseguró a Powell, “No te preocupes, ya me lo quité de
encima”.62 Acto seguido, Rumsfeld abrió la reunión con una oración en la que pidió
“paciencia para madurar nuestra ansia por la acción”

Después de la reunión del gabinete, Bush llamó nuevamente al Primer Ministro


Blair. Los dos hablaron sobre cómo tratar con el régimen talibán en Afganistán. Blair
sostuvo que el Presidente debería emitir un ultimátum a los talibanes, exigiendo que
el gobierno eliminara los campos de entrenamiento terrorista y entregara a bin
Laden y a otros líderes de al Qaeda. Los dos platicaron también sobre los desafíos
que implicaba el construir una coalición internacional efectiva en la campaña contra
el terrorismo

Durante el discurso de mediodía en la catedral, Bush se dirigió directamente a las


familias de las víctimas, y les dijo: “Les ofrecemos las más profundas condolencias
de la nación. Y les aseguro que ustedes no están solos”. El Presidente evocó
recuerdos sobre los anteriores esfuerzos de Estados Unidos para defender la
democracia: “En cada generación, el mundo ha producido enemigos de la libertad
humana. Ellos han atacado a Estados Unidos, porque nosotros somos la casa y el
defensor de la libertad. Y el compromiso de nuestros antepasados se ha vuelto
ahora el llamado de nuestros tiempos”. También expresó su confianza en que
Estados Unidos triunfaría cuando afirmó, “Este conflicto fue iniciado según los
tiempos y términos de otros. Terminará de la manera, y en la hora, que nosotros
escojamos”.

Después del discurso, el Congreso aprobó una resolución autorizando el uso de la


fuerza militar contra los terroristas que habían perpetrado los ataques y las naciones
que protegieron estos grupos. Mientras tanto, Powell procedió con sus esfuerzos por
formar una coalición, platicando con los líderes de Pakistán, Arabia Saudita, Israel,
Siria y de otras naciones.66 El Presidente visitó la Zona Cero, el sitio donde habían
estado las torres gemelas del World Trade Center. Recorrió el área en helicóptero
junto con el alcalde Giuliani, y habló con los trabajadores de rescate desde la parte
de arriba de una sección de los escombros. Bush les agradeció su dedicación y
perseverancia, y les prometió apoyo federal para la limpieza y la reconstrucción.
Durante su visita a Nueva York, también se reunió con las familias de varias
víctimas. Luego viajó a Campo David para una reunión de fin de semana con su
Gabinete de Guerra.

Campo David

Bush le pidió a sus asesores en Campo David que se reunieran sin él en una plática
informal la tarde del viernes. Los miembros del Gabinete de Guerra, sin el
Presidente, cenaron juntos y platicaron sobre varios de los temas más importantes
que enfrentaban. Entre otras cosas, hablaron sobre los aspectos únicos de la
inminente campaña, estableciendo varias diferencias entre esta guerra y el conflicto
convencional en el Golfo Pérsico de hace una década.68 Los asesores parecían
apreciar la oportunidad de tratar varios temas y preguntas complejos en un entorno
más cómodo e informal. Muchos asuntos permanecían sin resolverse, incluyendo
precisamente qué tipo de acción militar llevarían a cabo en Afganistán, cómo tratar
con los talibanes, y si debían extender o no la campaña confrontando a otros
estados que patrocinaban el terrorismo. Cuando Bush llegó más tarde, pensó sobre
cuáles eran sus objetivos. Para cuando terminara el fin de semana, él quería que su
equipo estuviese unido en apoyo a una clara estrategia de cómo proceder. Él
recuerda que pensó, “Si todos no estamos exactamente de acuerdo, entonces unos
se van a desconectar y a volver a cuestionarse las cosas, así el proceso de verdad
no va a desarrollarse como debiera”

Discutiendo el tema de Afganistán

La mañana del sábado, el Gabinete de Guerra se reunió en la sala de conferencias;


había mapas de Afganistán y de la región circundante colgados en la pared.70 En el
programa hubo varias presentaciones, con tiempo suficiente para discusiones
informales después de cada orador. Powell comenzó discutiendo los esfuerzos para
formar una coalición internacional, y el Secretario del Tesoro O’Neill habló sobre
cómo deshacer la capacidad de al Qaeda para financiar actividades terroristas. Acto
seguido el director de la CIA Tenet hizo una propuesta minuciosa sobre una serie
amplia de actividades encubiertas en Afganistán y en otros países. Le pidió al
Presidente que autorizara a la CIA a intensificar sus vínculos con agencias de
inteligencia en el extranjero, algunas de las cuales usaban tácticas brutales
realizadas por individuos de mala fama. Tenet propuso que los equipos
paramilitares de la CIA debían entrar a Afganistán y establecer relaciones con la
Alianza del Norte. Después, junto con las tropas de las Fuerzas Especiales, los
equipos de la CIA y la Alianza del Norte empezarían a quitarle el control a los
talibanes que tenían en las regiones del norte de Afganistán. Esto le quitaría a al
Qaeda su “refugio seguro” en esa área. Tenet también propuso llevar a cabo
operaciones encubiertas, simultáneas, en otros países. Al final, Bush manifestó su
satisfacción con la presentación detallada de Tenet. A Rumsfeld también le gustó
que Tenet hubiese recomendado el uso de tropas de tierra -- una opción militar que
él aprobaba.

Después, Mueller y Ashcroft hablaron sobre la investigación y el plan para formular


la nueva legislación para el cumplimiento de la ley. Por último habló el General
Shelton. Dijo que apreciaba el hecho de que el Presidente tomara en cuenta la
opinión del ejército y que no dependiera exclusivamente de la acción militar para
enfrentar la amenaza del terrorismo.72 Shelton había formulado estrategias militares
para atacar a Afganistán e Irak pero sólo había presentado alternativas para el
primero. Presentó tres opciones. Primero, Estados Unidos podría lanzar misiles
crucero sobre los campos de entrenamiento de al Qaeda. El Ejército podría
implementar este plan muy rápidamente. Segundo, los militares podían llevar a cabo
bombardeos aéreos piloteados y ataques con misiles crucero. Estas fuerzas irían
tras el ejército de los talibanes así como tras los campos de al Qaeda. Tercero,
Estados Unidos podría lanzar una campaña aérea e introducir tropas e tierra,
incluyendo a las Fuerzas Especiales y a las tropas regulares del ejército. Este plan
implicaba el mayor riesgo y tardaría más tiempo en ponerse en práctica.

Conforme pasó la mañana, el Presidente escuchó atentamente las ideas de todos


pero rara vez dio sus propias opiniones. El jefe de asesores Card comentó sobre el
papel de Bush durante las deliberaciones: “No tenía ninguna idea preconcebida que
le quisiera imponer a nadie. Él estaba ahí para reunir los datos, que se discutiera
sobre ellos, juntar estrategias y que también se discutieran, y ya luego ofrecer
dirección”.74 Cuando terminaron las presentaciones de la mañana, Bush le pidió a
sus consejeros que estudiaran los riesgos relacionados con estas propuestas y cuál
sería el peor escenario posible respecto a la acción militar en Afganistán.

Muchos individuos manifestaron su inquietud sobre una guerra prolongada en


Afganistán, especialmente debido a los problemas que encontraron los soviéticos
durante la invasión en los años ochenta. A Powell le preocupaba perder el apoyo
internacional si Estados Unidos extendía su campaña más allá de al Qaeda. Bush
contestó: “En algún momento, puede que seamos los únicos que queden [en la
guerra contra el terrorismo]. No tengo problema con eso. Nosotros somos los
Estados Unidos”. Powell no estuvo de acuerdo; el creía firmemente que Estados
Unidos no debería actuar unilateralmente. Sin embargo, Cheney estuvo de acuerdo
con el Presidente

Muchos consejeros manifestaron su inquietud de que la guerra pudiera provocar


disturbios y conflictos en Pakistán. Bush le preguntó a Powell si el gobierno de
Pakistán entendía el peligro que implicaba aprobar la acción de Estados Unidos en
Afganistán. Después de oír hablar a Powell sobre las conversaciones que había
tenido con los líderes de ese país, el presidente le pidió a sus asesores que
elaboraran un programa de ayuda a Pakistán. El grupo habló también sobre cómo
tratar a los talibanes. Bush le preguntó al equipo si la administración debería
establecer una fecha límite para que el régimen talibán cumpliera con una lista de
exigencias; un enfoque recomendado por Tony Blair durante sus pláticas con el
Presidente. El grupo parecía estar dividido sobre este punto. Bush dijo que él quería
dejar claro que habría consecuencias para los talibanes si no cooperaban en la
persecución de los terroristas de al Qaeda, pero no ofreció un punto de vista
definitivo sobre el asunto de la fecha límite.

La pregunta sobre Irak

En algún momento, Rice preguntó al grupo sobre los beneficios y riesgos que
implicaría el extender la guerra a otros países. Esto generó una nuevo debate sobre
Irak. Bush había hecho a un lado dicha discusión días antes, pero ahora dejó que
los participantes retomaran el tema. Rumsfeld inició la discusión, preguntando si
Estados Unidos debería actuar ahora para enfrentar la amenaza planteada por
Hussein, quien se creía estaba financiando el terrorismo y desarrollando armas de
destrucción masiva.77 El asunto les recordó a algunos las deliberaciones previas a
la Guerra del Golfo. En ese entonces, el presidente del Estado Mayor Conjunto,
Powell, había pugnado por imponer sanciones económicas en lugar de lanzar una
operación militar rápida. El secretario de defensa Cheney había estado a favor de
una extensa campaña militar para expulsar al ejército iraquí de Kuwait. Uno de sus
oficiales adjuntos, Wolfowitz, lo había apoyado fervientemente. El ex presidente
Bush estaba de acuerdo con Cheney y Wolfowitz. Sin embargo, después decidió
detener la guerra sin avanzar hacia Bagdad y expulsar a Hussein, una decisión que
Powell aprobó pero que no gustó a muchos otros ayudantes.

Ahora, en el 2001, Powell y Wolfowitz una vez más estaban en lados opuestos de la
discusión sobre Irak. En sus primeros comentarios, Rumsfeld parecía inclinarse por
apoyar una acción militar contra el régimen de Hussein. Powell expresó su
desacuerdo. Él creía que Estados Unidos debería actuar en contra de Irak sólo
después de haber obtenido un apoyo internacional sólido para dicha acción, tal y
como lo hizo el padre del Presidente durante la Guerra del Golfo. Powell no creía
que Estados Unidos pudiera conseguir ese apoyo internacional en ese momento,
especialmente sin pruebas claras sobre la participación de Irak en los ataques.
Wolfowitz respondió con el argumento de que Hussein representaba una amenaza
más seria que Bin Laden. La evidencia sugería que los iraquíes habían estado
desarrollando armas biológicas y químicas y que Hussein había tratado de adquirir
capacidad nuclear. El dictador iraquí también había expulsado a los inspectores
internacionales de armas. Estados Unidos no podía vincular a Hussein a estos
ataques terroristas, pero Wolfowitz señaló que la evidencia indicaba que Hussein
estaba detrás del bombardeo de 1993 del World Trade Center.

Wolfowitz presentó sus argumentos de manera decidida durante las discusiones. No


obstante a Card le pareció que se volvió repetitivo. Un incidente en particular
molestó a Card y a Bush. En un comentario que hizo Rumsfeld sobre el tema iraquí,
Wolfowitz interrumpió para reiterar uno de sus argumentos sobre por qué Estados
Unidos debía actuar en contra de Hussein. Los participantes no estaban seguros
sobre si Rumsfeld se había molestado por la interrupción de Wolfowitz. Más tarde
Card le dijo a Rumsfeld y a su principal adjunto: “El Presidente espera que sea una
sola persona quien hable en nombre del Departamento de Defensa”.

Bush no expresó una opinión sobre el asunto iraquí durante esta discusión tan
acalorada. Después recordó lo que pensaba: “Mi teoría es que tienes que hacer algo
y tienes que hacerlo bien … Si tratábamos de hacer demasiadas cosas.. entonces la
falta de enfoque hubiese sido un riesgo enorme”.81 A Bush también le preocupaba
que la participación de algunos en el proceso de toma de decisiones en la Guerra
del Golfo podría afectar su interpretación sobre la situación actual. El ha dicho: “Una
de las cosas que no iba yo a permitir era que su experiencia anterior en ese
escenario dictara la lógica para una nueva guerra”.

Después de horas de discusión, el presidente Bush levantó la sesión y le pidió a


todos que regresaran dentro de unas horas. Fue muy claro al decirles que esperaba
oír sus recomendaciones después del receso. A Rice no le gustó el flujo de la
discusión de esa mañana; le pareció rebuscado y desestructurado. Le inquietaba
que no se avanzara sobre ciertos asuntos clave. Rice compartió sus preocupación
con algunos otros, pero no con el Presidente. Les insistió que Bush esperaba ver un
plan de acción como resultado de las deliberaciones en Campo David.
Aproximadamente quince minutos antes de reiniciar las juntas del Gabinete de
Guerra, Rice se encontró con Bush quien regresaba de hacer ejercicio. Él le
propuso un formato para la junta de esa tarde en la que sistemáticamente le pediría
a cada asesor que presentara sus recomendaciones sobre lo que debían hacer. Le
pidió a Rice su opinión. Ella contestó: “Está bien. ¿Quieres que simplemente me
dedique a escuchar?” Bush le confirmó, “Sí, quiero que solamente escuches”.

Los argumentos finales

Al reiniciar las discusiones, el presidente Bush le pidió a Powell, Rumsfeld, Tenet,


Card y Cheney que dijeran cuáles eran sus recomendaciones para una acción
militar. Powell comenzó por argumentar que la comunidad internacional apoyaría
una acción enfocada en los individuos directamente responsables del ataque
terrorista. Otras naciones verían un ataque contra Irak como poco oportuno e
injustificado, pese a las preocupaciones que varios compartían sobre el apoyo de
Irak en el pasado a otros actos terroristas. Además, el ejército norteamericano sería
menos eficaz si intentaba pelear varias batallas simultáneamente. Powell abogó por
un enfoque exclusivo sobre al Qaeda, y recomendó plantearle un ultimátum al
régimen talibán. Si éste no cumplía, él abogó por atacar abrumadoramente a las
fuerzas armadas de Afganistán.

Rumsfeld presentó después de Powell e hizo hincapié en la paciencia. Quería


tiempo suficiente para planear una operación militar efectiva y agresiva en vez de
apresurarse a tomar represalias en los próximos días. Insistió sobre la necesidad de
actuar ahora sin perder de vista el impacto mundial que tendrían en el largo plazo.
Rumsfeld recomendó el uso de tropas de tierra, sobre todo de los integrantes de las
Fuerzas Especiales. Sin embargo, subrayó que esta guerra requeriría tácticas no
convencionales. Rumsfeld no mencionó el tema de Irak

Tenet recalcó la necesidad de concentrase en Afganistán en el corto plazo, pero


también sugirió el inicio inmediato de acciones encubiertas en otras naciones para
dañar la red de al Qaeda y otras células terroristas. Dijo que se requeriría un nivel
de colaboración nunca antes visto entre la CIA y el ejército de Estados Unidos en
Afganistán. Su plan requería establecer una cabeza de playa en el norte de
Afganistán, desde la cual Estados Unidos pudiera perseguir a al Qaeda y derrumbar
al régimen talibán en caso necesario.

Card hizo varias preguntas agudas antes de presentar sus recomendaciones.


Desató una discusión muy vigorosa al preguntar, “¿Cómo se define el éxito?”87
Después sostuvo que la acción militar estadounidense tenía que ser de alto impacto,
y no un intento limitado de tomar represalias a distancia, como por ejemplo usar
únicamente los misiles de crucero. Card también recomendó operaciones hostiles,
encubiertas, en otras partes del mundo y se opuso a atacar a Hussein en el corto
plazo.

Por último Cheney ofreció sus puntos de vista. Él recomendó una campaña
multifacética en contra de al Qaeda, que incluyera atacar sus activos financieros así
como sus campos de entrenamiento en Afganistán. Cheney creía que Estados
Unidos necesitaba actuar asimismo contra los talibanes y sugirió trabajar con la
Alianza del Norte, debido al conocimiento que tenían del lugar y de las líneas de
defensa de los talibanes. Cheney sostuvo que la administración necesitaba
prepararse para usar tropas terrestres y como resultado de esto, llegar a tener
víctimas. Insistió sobre la importancia de formar una coalición internacional sólida, y
por esa razón, no recomendó ninguna acción contra Irak en el corto plazo. Sin
embargo, Cheney dejó claro que le preocupaban los intentos de Hussein para
desarrollar armas de destrucción masiva. El grupo platicó sobre las
recomendaciones ofrecidas por Cheney y los otros. Todos estuvieron de acuerdo en
que esta campaña no sería de corta duración y que tenían que estar preparados
para una guerra prolongada.88 Finalmente, Bush anunció, “Voy a pensar sobre todo
esto, y les haré saber cuál es mi decisión”.89 El grupo se despidió; algunos
regresaron a la capital mientras que otros permanecieron esa noche en Campo
David.

Más tarde, los noticieros mencionaron las serias diferencias de opinión entre los
asesores de Bush, y los periodistas especularon particularmente sobre la relación
entre Rumsfeld y Powell. Se concentraron en el hecho de que Rumsfeld tendía a ser
más “halcón” mientras Powell abogaba por la cautela y la moderación. Los dos
reconocieron sus diferencias de opinión, pero sugirieron que siempre encontraban la
manera de trabajar juntos constructivamente. Powell dijo, “Discutimos, pero casi
siempre encontramos la respuesta. Tenemos puntos de vista políticos. A mí me
consideran un moderado. Pero todos saben cuál es la posición de los demás”.90
Rumsfeld comentó sobre la manera del Presidente para abordar los desacuerdos
entre sus asesores: “No todo tiene que estar absolutamente elaborado antes de
llegarle a él”.91 Cuando a Rice le preguntaron sobre las disputas entre los asesores
principales, ella no negó las diferencias de opinión. Pero subrayó que el Presidente
no quería que las discusiones se vieran reflejadas en la prensa. Ella describió las
opiniones de Bush sobre este asunto: “El Presidente no está dispuesto a tolerar
problemas que surgen por el ego de un individuo. Eso está claro”

El Presidente decide

La mañana del domingo el Presidente se reunió con Cheney y con Rice por
separado. Cheney y Bush conversaron sobre los temas que había discutido el
Gabinete de Guerra. Ni Bush ni Cheney han dicho nada sobre esta conversación
privada.93 Más tarde Bush le pidió a Rice que se reuniera con él en su cabaña de
Campo David. Le dijo a Rice que había considerado los puntos de vista aportados
por todos y llegado a una serie de conclusiones. Le dijo cómo quería proceder
durante la guerra. Rice y Bush también optaron por no hablar sobre el contenido de
esta conversación privada y no han comentado en qué medida Rice sugirió revisar o
agregar algo al plan de acción de Bush.

En la tarde Bush se reunió con su equipo de comunicación; le pidió que comenzara


a pensar cómo darle forma al mensaje de su administración sobre la guerra. Insistió
que no quería filtraciones a la prensa respecto a los planes militares. En ese
momento no explicó la estrategia militar detallada que pensaba seguir en
Afganistán.95 Después de la reunión Bush vio nuevamente a Rice en privado para
hablar sobre lo que le quería anunciar al Gabinete de Guerra al día siguiente. Rice
tomó muchos apuntes y luego redactó un memo de una página que describía los
aspectos clave de la estrategia del presidente.

Avanzando

El Gabinete de Guerra se reunió nuevamente el lunes en la mañana. Bush comenzó


por informar al grupo que había tomado una serie de decisiones después de haber
tenido en cuenta sus contribuciones y consejos durante el fin de semana. Mientras
resumía su plan, Bush delegó los distintos pasos de la implementación a cada uno
de sus asesores. Al equipo le dijo que quería una guerra multidimensional,
incluyendo acciones financieras, jurídicas, diplomáticas y encubiertas, así como el
uso de la fuerza militar. Bush le dijo a Powell que quería enviar un ultimátum
inmediato a los talibanes, exigiendo que cumplieran con una serie de demandas,
incluyendo la captura de bin Laden y sus asociados de más alto nivel. Quería que
Powell les hiciera ver claramente que las consecuencias de la falta de cumplimiento
incluirían un fuerte ataque militar, rápido, por las fuerzas del ejército norteamericano.

Bush explicó que emitiría una orden presidencial dándole a la CIA la capacidad de
iniciar una serie de operaciones encubiertas en todo el mundo. Quería que equipos
paramilitares de la CIA comenzaran a actuar dentro de pocos días para reunirse con
la Alianza del Norte ya en el terreno en Afganistán. En cuanto a la misión militar,
Bush eligió la tercera opción, presentada por el General Shelton. Ésta incluía una
gran campaña aérea, ataques con misiles de crucero y tropas de tierra. El
Presidente dijo que entendía los riesgos de usar tropas terrestres en Afganistán,
sobre todo debido al terreno montañoso, la presencia de jefes de guerra de varias
regiones rivales entre sí, y la historia de invasiones extranjeras fracasadas en ese
país. Sin embargo, él sentía que Estados Unidos tenía que actuar de manera
decisiva y no creía que podría desmantelar a al Qaeda y sacar del poder a los
talibanes exclusivamente con la fuerza aérea. Bush también dijo que quería que el
Pentágono buscara la participación de las fuerzas aliadas en sus planes de guerra,
particularmente de los ingleses. Por último, Bush le dijo al equipo que había
decidido no actuar contra Hussein en ese momento, aunque encargó al equipo que
siguiera desarrollando planes para derrocar al dictador de Irak.
Después de que Bush acabó de describir lo que había decidido hacer, se generó
cierta discusión. Particularmente Powell comentó que le gustaría tener un poco más
de tiempo para elaborar el ultimátum que se iba a emitir a los talibanes. Sugirió
esperarse hasta el día siguiente. El Presidente estuvo de acuerdo en esperar hasta
la mañana del martes si fuese necesario, aunque insistió que no quería más
demoras. El equipo también dedicó un buen rato a ver cómo debería proceder
Estados Unidos después de los primeros ataques, dependiendo de lo que sucediera
durante la primera fase del operativo militar.

Esa mañana, un poco más tarde, el presidente le dijo a su equipo de comunicación


que dentro de unos días quería dar un discurso sobre sus planes de guerra a una
sesión conjunta en el Congreso. Instruyó a los redactores de discursos que tuvieran
listo un primer borrador a las siete de la noche. Bush le dijo a Karen Hughes: “Este
es un momento definitorio. Tenemos que hacer bien las cosas”.100 Tres días
después, cuando Bush se dirigió a la nación, él y sus redactores habían revisado el
discurso 19 veces.

El martes Rice le dio al Presidente un borrador del ultimátum formulado por Powell y
otros consejeros. En ese momento, Bush decidió anunciar el ultimátum durante su
discurso, en vez de que Powell transmitiera el mensaje a través de los canales
diplomáticos.102 El miércoles se reunió con un grupo de redactores de discursos y
consejeros. Hadley, el consejero adjunto del Consejo de Seguridad Nacional, sugirió
un ligero cambio en la declaración de la así llamada Doctrina Bush: “No haremos
distinción alguna entre los terroristas que cometieron estos actos y los que los
protejen”. Él propuso agregar la palabra “continuar” para que la política dijera, “… y
aquellos que continúen protegiéndolos”. Creyó que la declaración original implicaba
la confrontación con muchas naciones. Quería darles a esos países la oportunidad
de apoyar el actual esfuerzo de los Estados Unidos pese a las transgresiones que
hubiesen cometido en el pasado.103 El Gabinete de Guerra se reunió más tarde
para platicar sobre el discurso. Rumsfeld propuso no mencionar el nombre de bin
Laden. Él quería referirse a la guerra en términos más amplios. Rice no estuvo de
acuerdo y finalmente, Bush decidió dejar en su discurso una referencia a bin Laden.
El grupo también debatió sobre la recomendación de Hadley. Rice y Powell
apoyaron mucho su propuesta y Bush optó por hacer caso a sus consejos.

El jueves 20 de septiembre, el Presidente Bush dio su discurso transmitido por


televisión en cadena nacional. (Para ver fragmentos de su discurso, consulte el
Anexo 5). Durante la tarde Bush le había puesto los toques finales al discurso.
Luego se había reunido con Blair, a quien había invitado al discurso como una
demostración de la solidaridad entre ambos países en la campaña contra el
terrorismo. Bush y Blair hablaron sobre la colaboración militar en Afganistán y sus
esfuerzos constantes por formar una coalición. Por último, a las nueve de la noche,
Bush se dirigió a la nación. Durante el discurso, Bush hizo una descripción sobre el
alcance de la guerra:
Los norteamericanos no deben esperar que haya una sola batalla, sino una
campaña prolongada y distinta a lo que hemos visto… A los terroristas les vamos a
quitar el financiamiento, vamos a enfrentar a unos contra otros, los expulsaremos de
un lugar tras otro, hasta que no tengan refugio ni descanso. Y perseguiremos a las
naciones que den ayuda o refugio al terrorismo… A partir de este día cualquier país
que siga encubriendo o apoyando al terrorismo será considerado por los Estados
Unidos como un régimen hostil.

También podría gustarte