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Podría decirse que el fenómeno esquemático tiene dimensiones globales, aunque cada región,
incluida la hispana, tenga aspectos propios y diferenciadores.
Toda la península ibérica posee yacimientos de arte rupestre esquemático. Aunque, para ser
más concretos, este predomine en zonas montañosas donde hay disponibilidad de abrigos
rocosos, los vacíos se pueden llenar gracias al arte mueble esquemático (ya que este también
aparece en yacimientos situados en valles, campiñas y llanuras), a lo que hay que añadir la
decoración de muchos megalitos. Aparte de eso, las mayores concentraciones de estaciones
esquemáticas están en las montañas de la costa levantina, en Sierra Morena y las serranías
circundantes,6 en la cuenca baja del Guadiana y del Guadalquivir (hasta llegar a la provincia de
Cádiz7), en el estuario del Tajo, en las sierras centrales de la Meseta Central, donde sobresale
la región de Las Batuecas (en la Sierra de Gata, entre Salamanca y Cáceres), con ramificaciones
en Ávila, en la cornisa cantábrica, con extensiones a las pinturas en las provincias
de Soria, León y un particular núcleo en Galicia, que, debido a su fuerte personalidad atlántica,
suele estudiarse aparte.
La realidad que va desvelando la investigación es que este estilo artístico ciertamente tiene
una base común, basada en el esquematismo, pero, sería un error considerarlo un fenómeno
único. Ni siquiera un horizonte que abarcase varias culturas. Más bien, debe hablarse de varios
horizontes y de muchas culturas, facies y fases de cada una. Incluso, dentro de una misma área
geográfica y en un mismo periodo pueden convivir diversas tradiciones de fondo esquemático,
aunque independientes.