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Arte Esquemático

Se denomina Arte Esquemático a una serie de representaciones prehistóricas (sobre


todo pintadas y casi siempre rupestres) que aparecen en la península ibérica asociadas a las
primeras culturas metalúrgicas (Calcolítico, Edad del Cobre, e incluso, con pervivencias
marginales en el inicio de la Edad del Hierro). La cronología es, aún, tema de debate, pero
podría abarcar desde el cuarto al primer milenio antes de Cristo, solapándose, en sus inicios,
con el Arte Levantino y perviviendo marginalmente en algunas zonas aisladas durante etapas
muy tardías.

Su principal característica, y la que le da nombre, es el esquematismo, es decir, un estilo


figurativo en el que solo se representan los fragmentos básicos de cada figura (eliminando
todos los demás); además, la representación es tan básica que los elementos gráficos se
convierten en meros esbozos, pero sin perder los rasgos mínimos de identificación. De hecho,
el fenómeno esquemático se considera algo muy poco preciso y problemático, y se integra en
un amplio movimiento que afecta a casi toda Europa y el Mediterráneo1

Podría decirse que el fenómeno esquemático tiene dimensiones globales, aunque cada región,
incluida la hispana, tenga aspectos propios y diferenciadores.

El Esquematismo en el arte es un concepto hermano de otros como el Realismo (una


representación figurativa más o menos fiel a la naturaleza, con detalles concretos que
permiten identificar fácilmente lo figurado2), la Estilización (también figurativo, pero
acentuando ciertos detalles considerados arbitrariamente importantes, repitiéndolos y
deformándolos hasta perder sus rasgos realistas),3 y la Abstracción (representaciones
completamente ajenas a la realidad, por tanto no figurativas, asociadas a una simbología
filosófica y que, aunque pueda recordar inconscientemente ciertos elementos reales, no es
posible comprobar tal relación).4

Incluso, si solo se tiene en cuenta el ámbito peninsular, el arte esquemático carece de


uniformidad: abarca una cronología considerablemente amplia y su geografía es demasiado
extensa, lo que dificulta enormemente su estudio y hace casi imposible establecer fases o
regiones culturales. En todo caso, y de un modo general, suele distinguirse una tendencia más
geométrica y de temática restringida, frente a otra más naturalista y variada en las que incluso
se aprecia cierta intención narrativa. A pesar de los intentos y de los debates, no ha sido
posible atribuir un contenido cronológico a esta separación en dos tendencias que, por otro
lado, casi todos consideran que, en el fondo es muy subjetiva y por tanto poco fiable.5 De
cualquier modo, las figuras carecen de orden compositivo, parecen repartidas aleatoriamente:
simplemente yuxtapuestas. Tampoco hay sensación de movimiento o, en todo caso, este es
sustituido por convencionalismos.

Toda la península ibérica posee yacimientos de arte rupestre esquemático. Aunque, para ser
más concretos, este predomine en zonas montañosas donde hay disponibilidad de abrigos
rocosos, los vacíos se pueden llenar gracias al arte mueble esquemático (ya que este también
aparece en yacimientos situados en valles, campiñas y llanuras), a lo que hay que añadir la
decoración de muchos megalitos. Aparte de eso, las mayores concentraciones de estaciones
esquemáticas están en las montañas de la costa levantina, en Sierra Morena y las serranías
circundantes,6 en la cuenca baja del Guadiana y del Guadalquivir (hasta llegar a la provincia de
Cádiz7), en el estuario del Tajo, en las sierras centrales de la Meseta Central, donde sobresale
la región de Las Batuecas (en la Sierra de Gata, entre Salamanca y Cáceres), con ramificaciones
en Ávila, en la cornisa cantábrica, con extensiones a las pinturas en las provincias
de Soria, León y un particular núcleo en Galicia, que, debido a su fuerte personalidad atlántica,
suele estudiarse aparte.

La realidad que va desvelando la investigación es que este estilo artístico ciertamente tiene
una base común, basada en el esquematismo, pero, sería un error considerarlo un fenómeno
único. Ni siquiera un horizonte que abarcase varias culturas. Más bien, debe hablarse de varios
horizontes y de muchas culturas, facies y fases de cada una. Incluso, dentro de una misma área
geográfica y en un mismo periodo pueden convivir diversas tradiciones de fondo esquemático,
aunque independientes.

Por ejemplo, en el Levante hispano nos encontramos con decoraciones esquemáticas lineales


(consideradas, como mínimo, precedentes epipaleolíticos del arte esquemático) ya desde
el horizonte cardial de la cueva de la Cocina (Valencia), pero también en estratos no cardiales
de la cueva de Nerja (Málaga), ambas de fines de quinto milenio. Otro ejemplo es el señalado
en Galicia, donde la decoración de los enterramientos en cista tiene motivos esquemáticos
geométricos angulosos de tradición megalítica, mientras que los petroglifos exteriores tienen
motivos radicalmente distintos (espirales, círculos, cérvidos). Los dos son coetáneos, rondando
el 3000 a. C., pero expresan tradiciones de base esquemática similar que se han separado al
progresar.8

En vista de ello, la mayoría de los investigadores coinciden en aceptar la existencia de regiones


estilísticas que coincidirían con tradiciones culturales diferentes. Sin embargo, en el estado
actual de la investigación no es posible diferenciarlas con precisión.5 A lo sumo se habla de
tres focos (el galaico-portugués, el sureño y el arco levantino), pero debe haber más y quedan
amplias lagunas por cubrir. De hecho se ha detectado que existe cierta permeabilidad
estilística entre las diferentes regiones, lo que, sin dejar de ser un acicate a la investigación, al
mismo tiempo pone las cosas más difíciles.

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