Está en la página 1de 200

1

çççççççççççççççççççççççra8M CE
Julio Fernández Pintos
1. INTRODUCCIÓN. (5).
2. PETROGLIFOS DE ESPIRALES EN GALICIA.
3. PETROGLIFOS Y PINTURAS CON ESPIRALES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (17).
4. ASPECTOS CRONOLÓGICOS Y CULTURALES DE LAS REPRESENTACIONES DE ESPIRALES EN
LA PENÍNSULA IBÉRICA.
3. INSERCIÓN CRONOCULTURAL DE LOS PETROGLIFOS DE ESPIRALES (29).
4. SOBRE EL ARTE RUPESTRE GALLEGO.
5. BIBLIOGRAFÍA.

Los petroglifos de espirales en Galicia

Diciembre 2018
2
3

Julio Fernández Pintos

Los petroglifos de espirales en Galicia

Esta obra se publica bajo licencia Creative Commons, Atribution-NoComercial-SinDerivar.


Texto, imágenes y contenidos quedan a la libre disposición pública, siempre y cuando se cite
expresamente su procedencia.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional

Diciembre 2018
4
5

Índice

1. INTRODUCCIÓN (7).
2. PETROGLFOS DE ESPIRALES EN GALICIA (11).
- Parte I: Catalogo (13).
- Parte II: Sistematización (100).
3. LA ESPIRAL EN LOS GRABADOS RUPESTRES PORTUGUESES Y EN EL ARTE ESQUEMÁTICO
PENINSULAR (105).
3.1. Petroglifos de espirales en Portugal (108).
3.2. Espirales en las pinturas rupestres de la Península Ibérica (127).
3.3. Petroglifos de espirales en la mitad oriental de la Península Ibérica (132).
4. ASPECTOS CRONOLÓGICOS Y CULTURALES DE LAS REPRESENTACIONES DE ESPIRALES EN
LA PENÍNSULA IBÉRICA (135).
4.1. Sobre la cronología de las espirales del Arte Esquemático (135).
4.2. Problemática de los petroglifos de espirales de la costa mediterránea (141).
4.3. Sobre las figuras espiraliformes de los petroglifos portugueses (142).
4.4. Aspectos crono-culturales de los petroglifos de espirales en el Arte Rupestre
Gallego (151).
4.4.1. Planteamiento previo (151).
4.4.2. Cronología (154).
5. SOBRE EL ARTE RUPESTRE GALLEGO: UN ENSAYO DE PRECISIÓN TERMINOLÓGICA (169).
6. ANEXO: EL LOMBO DO ROXÁS (179).
7. BIBLIOGRAFÍA (191).
6
7

1
Introducción

Los petroglifos de espirales definen una categoría rupestre que si consideramos el


conjunto de los grabados rupestres gallegos, constituyen una auténtica rareza. Ni siquiera en
Portugal, donde son más abundantes que en Galicia, suponen un ítem importante. Pero
además el territorio portugués no se puede tomar como una unidad geográfica, ni tampoco es
posible homogeneizarlo culturalmente durante la Prehistoria. Hay espirales en la región
minhota, pero también en las serranías centrales, en el dominio artístico del Vale do Tejo, en
los alrededores de Viseu y más al sur, a orillas del Guadiana. Respecto a Portugal, se trata por
lo tanto de un territorio más extenso, donde tal como nos revela la arqueología en épocas
prehistóricas fueron coetáneas culturas diferenciadas.
Para el dominio artístico galaico la proporción de espirales es ínfima si se considera su
proporción respecto de las combinaciones circulares; quedaría en torno al 1 % de los grabados
rupestres circulares, o incluso menos. Sin embargo, a pesar de esta exigua presencia no han
pasado desapercibidas para la investigación, aunque del mismo modo que ocurrió con las
combinaciones circulares, los estudios, que a mediados del siglo XX estaban relativamente bien
encaminados, se detuvieron a las puertas de la mera descripción formal. Que se sepa ni se
aisló este motivo y se analizó separadamente, ni siquiera mereció una producción monográfica
que profundizase más en el tema. No obstante, insistimos, tampoco pasó desapercibido; es
más inversamente a su cantidad, siempre se les dedicó alguna atención.
Si estudiamos la bibliografía producida en Galicia con respecto a las espirales veremos
que estos motivos son destacados ya desde los más antiguos estudios, pero sin muchas
consecuencias. Conforman el tipo XII de la clasificación tipológica de F. López Cuevillas,
separadamente de las combinaciones circulares y de los laberintos, los cuales curiosamente
ocupan ambos el grupo XI en la sistematización de este autor1. Posteriormente fueron
conjuntamente con los laberintos estudiados por R. Sobrino Lorenzo-Ruza, el cual desarrolla
una investigación que no tuvo continuidad, pero que aún contando con las limitaciones y
tópicos de la época, es de sumo interés2. A. de la Peña Santos y J. M. Vázquez Varela3,
obviamente hablan de ellas, tomándolas como una categoría distinta tanto de combinaciones
circulares como de labarintos, y también se dejan llevar, mencionando su relativa frecuencia
(sic). Por su parte, A. García Alén y A. de la Peña Santos nos ofrecen un mapa de dispersión de
las espirales, separadamente de las combinaciones circulares, donde además se muestra la
localización de laberintos4. Sin embargo esta diferenciación la podemos considerar a nivel
meramente formal, pues para estos autores todos los motivos rupestres prehistóricos son
coetáneos entre sí sean estos combinaciones circulares, coviñas, cuadrúpedos, armas o
espirales. En una apretada síntesis, J. M. Vázquez Varela se refiere a ellas con un comentario ya

1
López Cuevillas, F. (1951:76).
2
Sobrino Lorenzo-Ruza, R. (1953).
3
Peña Santos, A de la, y Vázquez Varela, J. M. (1979:26-32).
4
García Alén, A. y Peña Santos, A. de la (1980:128).
8

ensayado: que son un motivo frecuente, y usualmente están acompañadas por combinaciones
circulares. Incluso habla de posibles significaciones siguiendo el modelo mitológico de antiguas
culturas5. Otro autor que se ocupó de las espirales fue M. Santos Estévez, el cual las integró en
su Estilo Atlántico en la categoría de las abstracciones, pero las estudia conjuntamente en el
mismo grupo que laberintos y combinaciones circulares, aceptando que las tres formas
constituyen un modo distinto de representar la misma cosa, e incluso llega a suponer que por
un lado, el concepto gráfico da las combinaciones circulares mezclado con la idea de la espiral
está detrás de las formas pseudolaberínticas, así como llega a especular con la posibilidad de
que las espirales son una simplificación de los laberintos6.
También el que escribe estas líneas debió enfrentarse con su evidencia. Así, primero
las pusimos en relación con el mundo de las combinaciones circulares, pero en la categoría de
las formas laberínticas, lo cual implicaba una cierta afinidad morfológica y en cierto modo
tampoco es falso7. Con posterioridad, al estudiar la localización topográfica de los petroglifos
del monte de Santa Trega (A Guardia) decíamos explícitamente que considerábamos las
espirales como formas particulares de las combinaciones circulares características de esta
zona8. Y ya por último, esta última idea nos condujo a la confección de un mapa de dispersión
de las combinaciones circulares en el SO. de Galicia subrayando su distribución territorial
diferenciada de la de aquéllas empleando un símbolo de color distinto, aunque no se realiza
ninguna explicación adicional9. También se refirieron a ellas otros autores en la elaboración de
síntesis, pero siempre siguiendo los criterios antes enunciados.
Y hasta aquí, todo lo que sabemos de los petroglifos de espirales en Galicia. Espirales
hay también en el territorio minhoto del Arte Rupestre Gallego, pero como veremos, asimismo
en escasa cantidad, y en su publicación los investigadores lusos no nos han ofrecido tampoco
ninguna aportación apreciable.
Pero el estudio de las espirales, tal como le hemos concebido en este trabajo lleva
implícitas consecuencias insospechadas que a primera vista no se habrían detectado. Para
comenzar este estudio se concibió inicialmente como una investigación sobre las formas
laberínticas, al modo como ensayara hace casi setenta años R. Sobrino. Pero a medida que iba
avanzando, debido a ciertos problemas de índole cultural, juzgamos mejor dejar los laberintos
para otra ocasión, pues los puntos de contacto con las espirales necesitaba una clarificación
más sosegada. Avanzada la investigación apreciamos que si de este estudio marginábamos los
petroglifos localizados en territorio portugués sencillamente estaríamos sesgando nuestros
conocimientos, pues las representaciones de espirales siguen un continuo geográfico desde
Muros hasta el Valle del Tajo, o incluso más al sur, hasta el Guadiana. Es decir este motivo no
sólo se reproducía en el ámbito rupestre galaico, sino también en una serie de estaciones que
tradicionalmente nunca se consideraron pertenecientes a esta área artística. Habría en
consecuencia que arrojar luz sobre este tema. Y el trabajo quedaría incompleto si no se hacía
alusión al dominio esquemático peninsular, sobre todo las pinturas rupestres, pero también
petroglifos aparecidos en otras comarcas, aún más raros que en Galicia y Portugal, lo cual
exigía una mínima consideración.

5
Vázquez Varela, J. M. (1983).
6
Santos Estévez, M. (2007:39, 54 y 57).
7
Fernández Pintos, J. (1993:123; fig. 1).
8
Fernández Pintos, J. (2015a:212).
9
Fernández Pintos, J. (2015b:84.fig. 47).
9

Por lo tanto, dado que las espirales son un motivo escaso en Galicia, sería
improcedente no contar con las manifestaciones rupestres peninsulares. Sin embargo el
estudio lo hemos concebido de un modo tradicional, siguiendo criterios administrativos
separándolas en función de la frontera marcada por el Minho, y estudiando primero las
espirales gallegas. Esta actitud no nos debe extrañar, pues aún se utiliza, quizás
inconscientemente, pero de la que se han percatado ya algunos autores.
Con frecuencia los investigadores portugueses del arte rupestre disperso por la
comarca minhota, siguen esta norma, y hacen caso omiso, o pasan muy por alto la realidad
artística gallega. Sin lugar a dudas se trata de una división muchas veces involuntaria, motivada
por el desconocimiento bibliográfico y avances producidos al norte del Miño, pero en la
actualidad con el gran desarrollo de los medios de comunicación, Internet concretamente, tal
proceder no tiene justificación e incluso normalmente presenta tintes grotescos. Debemos de
tener en cuenta que esta división de grabados de espirales gallegas por un lado, y portuguesas
por otro, la realizamos conscientemente como una adaptación al contexto histórico de la
bibliografía e investigación actual donde la división administrativa pesa mucho en la tarea de
los investigadores de ambos lados de la frontera, por ejemplo en las respectivas tradiciones
epistemológicas. Esta separación territorial se observa incluso en algunos estudios
arqueológicos de áreas fronterizas, donde no se hace apenas alusión de sus paralelos al otro
lado de la raya. Obviamente este ensimismamiento “nacionalista”, voluntario o invluntario, no
puede ser coronado por el éxito, y forzosamente llevará a un nuevo callejón sin salida que a la
postre acabará por empantanar el progreso de los conocimientos, sino una comprensión
distorsiva como ya se comienza a apreciar en algunos autores portugueses. Esconderse tras la
fórmula del Arte Atlántico para no evitar hacer referencia al aplastante predominio de
petroglifos del mismo tipo en Galicia y loar su producción nacional, es una actitud que por
chocante merece un estudio sociológico.
Los petroglifos son tan abundantes en Galicia, y hasta hace pocos años tan escasos en
el norte de Portugal que sin lugar a dudas no despertaron un gran interés en los investigadores
lusos. Esta zona siempre se consideró marginal y periférica respecto del Arte Rupestre Gallego.
Más allá de su mención, tampoco preocuparon mucho a los arqueólogos gallegos. Durante
decenas de años, y hasta realmente hace poco, rara era la alusión a los petroglifos
portugueses, ni siquiera en el ámbito territorial. Las cosas no se han invertido, como quieren
hacernos pensar algunos estudiosos portugueses, pero sí es cierto que en los últimos años,
paralelamente al incremento del hallazgo de nuevas estaciones en Galicia, también se han
localizado muchas en el territorio minhoto, pero sin llegar a alcanzar ni por asomo los índices
gallegos. La superación de esta mutua exclusión tendrá en manos de algunos autores
consecuencias doctrinales de suma importancia que abordaremos en el Capítulo 5.
Sin embargo, los petroglifos del norte de Portugal han de ser tenidos en cuenta
necesariamente a la hora de elaborar síntesis sobre el Arte Rupestre Gallego. Por traer ahora
un ejemplo muy ilustrativo, es obligado considerar que por su localización geográfica están
muy cerca de otros dominios artísticos rupestres, lo cual no puede ser pasado por alto. Que
esta división entre petroglifos gallegos y minhotos es artificial ya ha quedado claro en un
anterior trabajo nuestro sobre los tableros de juego rupestres del SO. de Galicia10, cuando en
las consideraciones generales nos habíamos visto obligados a incluir no solamente los gallegos

10
Fernández Pintos, J. (2017).
10

que estaban alejados de este núcleo, sino también los conocidos en la ribera sur del río Miño,
así como el tramo NO. del litoral portugués. Está claro que este estudio tenía un marcado
carácter local, esperando que la aparición de nuevos ejemplos, sobre todo los muchos
mencionados para el área minhota, vengan a corroborar, matizar o debatir las conclusiones allí
obtenidas. Pero una cosa queda clara: ya no se puede seguir partiendo el Arte Rupestre
Gallego por un río, y a continuación, en función de una educación nacional (o nacionalista),
ignorar lo que hay al otro lado de una frontera creada hace ochocientos años. La
superabundancia de petroglifos localizados en Galicia, hasta cierto punto podría permitir tal
falta, pero desde la óptica portuguesa, y tal como lo están ya llevando a cabo algunos
investigadores, es un enorme dislate que no puede llevar a nada positivo, como lo están
demostrando los sesgados trabajos de ciertos escritores lusos.
Desde el punto de vista técnico hemos de señalar que se trató de estudiar
directamente todas las estaciones en que se sabía la existencia de espirales. Como veremos en
las descripciones del Capítulo 2 cada estación se presenta con un estudio integral, desde la
ubicación topográfica hasta la descripción de los grabados. Asimismo, dado que la
presentación de muchos de los paneles exigía o facultaba una explicación o referencia
complementaria que en principio no tenía que ver directamente con las figuraciones de
espirales, hemos añadido en el análisis de cada estación apartados en los que se comentan
diversos aspectos que se han abordado bibliográficamente en otros trabajos, y que merecen
ser comprobados en cada estudio. También se han utilizado estos comentarios para aportar
algunas nuevas ideas que serán desarrolladas más pormenorizadamente en trabajos futuros.
Asimismo, al ocuparnos de la estación de o Lombo do Roxás, dada su importancia,
pero a causa de la magnitud de la descripción, y porque se podría desvirtuar el carácter del
presente estudio, creímos más adecuado abrir un capítulo aparte a modo de Anexo fuera del
cuerpo del texto donde se trataría con mayor detenimiento el estudio de la estación. Lo mismo
podemos decir del petroglifo del Coto de Penalba en Campo Lameiro cuya referencia es
obligada por venirse arrastrado desde hace algunos años un estudio específico sobre algunos
tipos de líneas tenidos como figuraciones de ofidios.
Por último indicar que en la presentación gráfica de estos petroglifos, todos los planos
son originales, a menos que se indique lo contrario; que todas las estaciones fueron visitadas y
estudiadas, y que las coordenadas de localización se han obtenido manualmente sobre el visor
de IBERPIX una vez referenciadas correctamente en su emplazamiento11.

11
http://www.ign.es/iberpix2/visor/
11

2
Petroglifos de espirales en Galicia

De todos es sabido que los petroglifos de espirales son muy escasos en Galicia. Sin
embargo si hacemos caso a la bibliografía se encontrarán más casos de los que ahora vamos a
presentar en las páginas siguientes. En efecto en algunas ocasiones, en las interpretaciones
visuales, ciertos autores han confundido el trazado de algunas combinaciones circulares con
espirales. En realidad esta circunstancia no es difícil que ocurra, sobre todo si los grabados
están muy desgastados, dificultando su lectura. En este supuesto mejor sería pasar por alto su
inclusión como verdaderas espirales
El problema es que estos mismos autores, sobre todo, entre los investigadores más
antiguos, nos han aportado planos de otros petroglifos hoy en día desaparecidos donde
constan espirales, en ocasiones con planteamientos iconográficos raros, lo cual invita a que
cuando menos sean puestos en tela de juicio. Puede que sea ésta una postura injusta e
hipercrítica, pero no vemos otro modo de proceder, y además la cantidad de casos desechados
son unos pocos, y de ser ciertos, en nada iban a modificar las conclusiones emanadas del
estudio sistemático de estas figuras.
La lista de petroglifos que se pueden desestimar por no ser espirales, y publicados
como tales no es muy larga, pero merece atención, pues algunas de estas falsas espirales las
hemos encontrado citadas bibliográficamente, por lo que sin lugar a dudas, inducen a error. Se
han citado como figuras espirales combinaciones circulares en Marco do Castelo (Burgueira-
Loureza, Oia)12, Coto da Braña (Sacos, Cotobade), Pedra da Boullosa (Fragas, Campolameiro),
Portela das Rozas Vellas (Sacos, Cotobade), Outeiro do Carballiños, Cuadas dos Mouros y Pedra
da Moura (Coruxo, Vigo)13. En el caso del Coto do Corno 1 (Cedeira, Redondela), si bien
inicialmente se había identificado una espiral, una lectura más moderna puso en entredicho
esta posibilidad14, pero ahora, gracias al uso de la técnica fotogramétrica, podemos certificar
que se trata de una verdadera espiral. En efecto, el grado de erosión que afecta a este
petroglifo lo hacía muy difícil de estudiar eficazmente de otro modo.
El número de petroglifos donde se han identificado espirales, como se verá, no es muy
extenso e incluso tampoco es muy elevada la cantidad de figuras espiraliformes detectadas.
Como se puede observar en la figura 1, la mayor concentración se corresponde con el SO. de la
provincia de Pontevedra, siendo muy interesantes los conjuntos de Santa Trega y del entorno
de la Sierra de Torroso. A partir de aquí, el espaciamiento territorial es muy grande
acentuándose a medida que nos alejamos hacia el Norte o el E.

12
Costas Goberna, F. J. y Martínez do Tamuxe, X. Novoa Álvarez, P. (1999). Véase Fernández Pintos, J. (2017:137-
238 y fig. 149).
13
Sobrino Lorenzo-Ruza, R. (1953).
14
Costas Goberna, F. J.(1984:102-105 y 111).
12

Fig. 1.- Dispersión de las estaciones rupestres con espirales en Galicia: 1.- Santa Tegra; 2.- A Guardia; 3: Pico do
Facho 1.1.; 4.- Pico do Facho 3.1; 5.- A Campana; 6.- O Picouto; 7.- Presa dos Novellos; 8.- Laxe do Lapón; 9.- A
Portela; 10.- Lombo do Roxás; 11.- Regueira da Barreira; 12.- Os Pociños; 13.- Pedradas 1; 14.- A do Cándido; 15.-
Coto do Corno 1; 16.-Pinal do Caeiro; 17.- Champás 1; 18.- Laxe das Cruces; 19.- Área de Fentáns; 20.- Beira da
Costa; 21.- Laxe das Rodas.

La escasez de representaciones de este motivo nos ha conducido a plantear este


estudio a modo de catalogación, es decir examinando panel a panel lo más minuciosamente
que hemos podido, con presentaciones absolutas de las estaciones, es decir, localización y
13

descripción y estudio de los grabados como si de petroglifos inéditos se tratase, porque


ciertamente, por lo general, las publicaciones antiguas, al tener que ajustarse a las limitaciones
de las revistas especializadas, condujeron a pasar por alto informaciones que de tenerse en
cuenta ciertamente contribuirían a que el conocimiento de los petroglifos hubiesen
aumentado y consolidado hace tiempo.

Fig. 2.- Dispersión de los petroglifos de espirales en el Monte de Santa Trega (A Guardia) 1. Campo Redondo; 2.
Barrio Calvo; 3, 4, 5 y 6. Ladera E.; 7. O Ermitán. En amarillo los no estudiados directamente.

PARTE I
CATÁLOGO

1. SANTA TREGA (A GUARDIA).

El monte de Santa Trega (fig. 1-1; fig. 2) es célebre por el yacimiento galaico-romano
que desde comienzos del siglo XX se viene excavando en diferentes y espaciadas campañas y
que están dejando al descubierto un impresionante poblado por su magnitud; uno de los más
grandes del área galaica. Desde un punto de vista turístico es el más conocido por el gran
público, pues además de su interés arqueológico, su valor paisajístico es también considerable.
14

Pero asimismo, en diferentes puntos de este monte hay también petroglifos, que han
sido sacados a la luz en antiguas catalogaciones, fruto de minuciosas prospecciones.
Obviamente, y a excepción del “Mapa”, estas manifestaciones rupestres pierden su interés
ante la prevalencia arqueológica del extenso yacimiento castreño. En realidad el “Mapa” si es
conocido a nivel popular es por su ubicación dentro del mismo poblado, y por estar señalizado
y protegido, pues de lo contrario, dada la escasa relevancia técnica de sus grabados pasaría
desapercibido pues difícilmente se puede apreciar a simple vista.
Los petroglifos de Santa Trega han sido siempre estudiados en conjunto. La más
completa catalogación que conocemos es de F. J. Costas Goberna15. Más conocida sin embargo
es la publicada por E. Pereira García, F. J. Costas Goberna y J. M. Hidalgo Cuñarro16, que en
realidad trata el tema de los grabados rupestres en los castros para lo cual citan
pormenorizadamente todos los petroglifos existentes, tanto de los recintos castreños como en
sus proximidades, y para el caso de Santa Trega siguen al pie de la letra la catalogación de F. J.
Costas Goberna ya citada. Estos autores distribuyen los petroglifos en complejos y los numeran
correlativamente, desde el nº. 1 hasta el nº. 18, como si de una única estación se tratara. No
podemos respaldar este procedimiento, pues la separación topográfica de unos a otros
complejos es a veces muy dilatada (fig. 2), por lo que en realidad estamos hablando de
estaciones diferenciadas, de cuyas áreas de emplazamiento en ocasiones se conocen
topónimos distintos. Además la numeración de aquellos autores incluye incomprensiblemente
una losa móvil y perfectamente regularizada con un reticulado, lo cual no constituye un buen
método.
Un problema que nos hemos encontrado en el estudio de algunos de estos petroglifos
es su situación en medio de un impenetrable bosque de acacias, eucaliptos y matorrales que
impiden la circulación y el acceso a sus ubicaciones, a lo cual debemos añadir la existencia de
una potente capa de humus integrado por musgos, hojas y tierras provenientes de
escorrentías que cubren muchas de las rocas, áreas donde autores anteriores sitúan grabados
que en la actualidad no se ven. El problema se acrecienta porque en algunos de estas
estaciones no hay coincidencia en la interpretación visual de los grabados allí existentes, y por
otra parte, no se han facilitado coordenadas de localización, sino situaciones en mapas, todo lo
cual hace todo el trabajo muy complicado.
El Monte de Santa Trega es un domo campaniforme muy rocoso en su cumbre, cuya
cima se encuentra a 344 m. de altitud sobre el mar. Esta unidad serrana tan peculiar se yergue
en el triángulo que forman por el Este la desembocadura del Río Miño, por el Oeste el Océano
Atlántico, y por el norte la vega agrícola de A Guardia. Mide 1, 7 kms. de anchura por 3 kms. de
longitud, ocupando unas 332,6 has.
La historia del Monte de Santa Tegra no ha de ceñirse solamente al poblado galaico-
romano cuya existencia se extiende desde fines del siglo I AC hasta la segunda mitad del siglo I
AD17. Recientes excavaciones permiten retrotraer sus orígenes a un período anterior, por lo
menos al siglo IV AC18. No obstante de este yacimiento se asegura que proceden diversos
artefactos característicos del Bronce Final19. No obstante se ha propuesto también una posible
ocupación más tardía, de fines del siglo III o comienzos del IV AD, según se juzga por la
15
Costas Goberna, F. J. (s/f).
16
Pereira García, E., Costas Goberna, F. J. e Hidalgo Cuñarro, J. M. (1999).
17
Peña Santos, A. (1986a y 1987).
18
Rodríguez Martínez, R. M. (2018).
19
Carballo Arceo, X. L. (1999).
15

aparición de ciertos materiales vítreos20. Hasta aquí, lo que podemos encontrar en lo alto del
monte o serranía, pero en su base, ya en contacto con la vega agrícola se han localizado otros
emplazamientos castreños, como el castro de A Forca en su extremo N., que curiosamente se
data su ocupación entre los siglos IV y II AC21, y el castro de Camposancos por el E. Asimismo
en esta misma base del monte, por debajo del Castro de A Forca se ha identificado el
yacimiento de O Cancelón, de donde procede material lítico prehistórico, pero en contacto con
las tierras agrícolas se han localizado varios yacimientos relacionados con la romanización de la
zona, como el de Eira Vella, a los pies del citado castro de Camposancos, con prolongación en
el Medievo, extendido sobre unas 11 has., y cuya datación se extendería entre los siglos I y IV
AD. Romano es también el sitio de Bouzas ya en el casco urbano por debajo de A Forca.
Como ya hemos indicado más arriba, el número de petroglifos localizados en este
monte no es despreciable. Abundan los petroglifos de coviñas, con diversas presentaciones
formales, así como varios petroglifos con combinaciones circulares de mediano tamaño. Pero
lo que nos importa en estos momentos son aquellos paneles donde se han figurado espirales.
El barrio Calvo y su continuación, el barrio Mergelina se instalaron en pequeñas
terrazas de reducidas dimensiones, en ligero plano inclinado, en el contexto de una vertiente
muy empinada y características muy rocosas, en la ladera N. de la elevación, y a considerable
altura sobre el valle. En realidad en este sector se pueden identificar una serie de pequeñas
terrazas escalonadas en altura, en estos casos a 250 m. sobre el nivel del mar. Muchos
petroglifos fueron realizados en estas terrazas, pero algunos los encontraremos en rocas
enclavadas en la vertiente, e incluso uno de ellos ocupa la roca más alta de la cúspide de este
Monte, concretamente en el Pico de san Francisco22. En líneas generales se trata de un paraje
de difícil acceso a causa de la acusada pendiente.
Como ya indicamos algunos párrafos más arriba, en el estudio de estos petroglifos nos
encontramos con el impedimento de la vegetación a la hora de examinarlos, quedando los que
se vieren afectados por esta circunstancia sin analizar. En la figura nº. 2 recogemos un total de
cuatro estaciones, de los cuales solamente sabemos a partir del citado trabajo de F. J. Costas
Goberna. Alguna de estas estaciones no está referida en otro tipo de publicaciones, dando la
impresión de que solamente la vio este autor; mientras en otras las lecturas que nos ofrece
contradicen exámenes realizados por arqueólogos en el marco de catalogaciones
administrativas (fig. 2, nº. 3, 4, 6 y 7). De todos modos las vamos a recoger en el presente
estudio, pero con la salvedad de quedar pendientes de confirmación. Los planos y datos de
estas estaciones los tomamos directamente de las citadas publicaciones.

1.1. Campo Redondo.

Este espacio corresponde con el conocido barrio Calvo (fig. 3, puntos 2.1 y 2.2), pero la
existencia de los petroglifos que vamos a examinar ahora se conoce tras las excavaciones de A.
de la Peña Santos de los años ochenta del siglo pasado. Los petroglifos se encontraban en
superficies naturales, pero sobre las cuales se levantaron viviendas en época galaico-romana.
En total son dos paneles los que vamos a considerar, aunque no olvidemos que en esta área
hay aún más petroglifos entre los muros de las casas y murallas.

20
Caamaño, J. M., Carballo L. X. y Vázquez, M. A. (2007).
21
Carballo Arceo, X. L. (1987).
22
Fernández Pintos, J. (2015a: 254-257).
16

Fig. 3.- Situación de los petroglifos con espirales de Santa Tegra localizados durante las excavaciones en el interior del poblado castreño.
17

Fig. 4.- Panel nº. 2.1 del Campo Redondo (Santa Tegra, Camposancos, A Guarda).

Fig. 5.- Panel nº. 2.2 del campo Redondo (Santa Tegra, Camposancos, A Guarda)

1.1.1. Campo Redondo 2.1

Se encuentra en la esquina de un espacio exterior que deja la intersección de un muro


circular y otro rectilíneo pertenecientes a viviendas (coordenadas X=510.813,494; Y= 4.637.
918,96) (fig. 3-2.1).
En este espacio asoma el remate de una roca aplanada, de aspecto triangular, de
superficie superior lisa con una leve pendiente hacia el S., de 1,05 m. por 0,5 m. y 20 cms. de
18

altura máxima. En esta roca vemos una figura espiral levógira de dos vueltas, de 15 cms. de
diámetro y una sección de 35/4, así como una coviña alargada de 130/9 (fig. 5).

1.1.2. Campo Redondo 2.2

Este petroglifo se localiza en la proximidad de viviendas castreñas (fig. 3-2.2), pero en


una roca que no se vio afectada por las construcciones (coordenadas X=510.814,05;
Y=4.637.916,30). Mide en total 1,34 m. por 0,65 cms., de aspecto abombado, y superficie
superior ondulante con una pendiente de 13° hacia el S. En esta roca se han identificado una
combinación circular y una espiral, ambas de pequeño tamaño y muy erosionadas, casi
imperceptibles, manifestando un profundo desgaste principalmente a causa de un intenso
pisoteo (fig. 5). La combinación circular mide 16 cms. por 14 cms. de diámetro, posee surcos
de 35/2 y coviña central de 30/2, ocupando además un pequeño mamilo de unos 3 cms. de
altura. La figura espiral es levógira, de dos vueltas, de 13 cms. de diámetro , surcos de 30/2 y
coviña central de 30/1.

1.2. Barrio Mergelina.

Con este topónimo vamos a designar los petroglifos que se pusieron al descubierto
tras las excavaciones de C. Mergelina las cuales se centraron en una banda que va desde las
proximidades del tramo N. de la muralla hasta el lienzo S. En este dilatado espacio se localizan
también numerosos petroglifos de distintas tipologías, pero los que muestran espirales son
cinco paneles.

1.2.1. Barrio Mergelina 1 (O Pasillo).

Este petroglifo es uno de los más antiguos conocidos de Galicia, descubierto a raíz de
las excavaciones del citado investigador. Se sitúa en una roca ubicada en un pasillo de 1 m. de
anchura (fig. 6), que es el espacio dejado por un muro y la muralla de este sector del poblado
(coordenadas: X=510.876,50; Y=4.637.854, 25) (fig. 3-4). Ambas construcciones fueron
montadas sobre la roca, por lo que desconocemos sus dimensiones originales. En la actualidad
su medida máxima es de 1,72 m., ocupando los grabados una longitud de 1 m., observándose
que algunos motivos han sido fosilizados por la construcción de aquellos muros. La superficie
de la roca es de tendencia aplanada, con una vertiente hacia el E. de 17°, y una altura máxima
por esta zona de 45 cms. Constan al menos 10 motivos (fig. 7 y 8).
Hay cuatro espirales, dos combinaciones circulares y tres círculos sencillos. Las
espirales son todas dextrógiras, de cuatro vueltas (nº. 1 y 5), tres (nº 6) y dos (nº. 7). De todas
ellas cabe destacar la nº. 1, de 26 cms. de diámetro y secciones de surco de 25/2, y la número
5, de 22 cms. de diámetro, y surcos de 25/1-2. Esta última algunos investigadores la muestran
asociada a una especie de combinación circular, que por nuestra parte no hemos podido
identificar claramente. Las espirales nº. 7 y nº. 5 aparecen asociadas a líneas. Estos motivos
están muy erosionados a causa de que esta roca, como su nombre indica, era un lugar de paso,
por lo que experimentó un elevado desgaste. Son sobre todo los motivos centrales fueron los
más afectado por el pisoteo, que de todos modos, no debió de ser muy intenso, pues si fuera
un lugar de paso obligado, posiblemente hubieran desaparecido.
19

Fig. 6.- Plano general de los los “Grupos 4 (al Oeste) y 5” (los tres paneles del Este)) de Santa Trega, conocidos también como O Pasillo y O Mapa ó Laxe Sagrada.
En amarillo el supuesto trazado de la muralla.
20

Fig. 7.- Plano del petroglifo del Barrio Mergelina 1. Fig. 8.- Fotogrametría del petroglifo del Barrio Mergelina 1.
21

Fig. 9.- Plano del petroglifo del Barrio Mergelina 2 llamado también A Laxe Sagrada o O Mapa.
22

Fig. 10.- Perfiles de los petroglifos del Barrio Mergelina 1 y 2 Fig. 11.- Pormenor del panel Septentrional del Barrio Mergelina 2
23

1.2.2. Barrio Mergelina 2 (O Mapa o A Laxe Sagrada).

Más aún que el anterior, este petroglifo es uno de los más conocidos del monte de
Santa Trega (fig. 3-5). Se compone de tres sectores dispuestos consecutivamente separados
por dos profundas diaclasas que parten la roca en tres partes, y con orientación NE.-SO (fig. 6).
Es ésta una roca tipo laja que en total mide 11,5 m. por 6 m. de anchura, presenta superficie
superior lisa, y muestra una pendiente hacia el SE. de unos 18° (coordenadas: X=510.880,74;
Y=4.637.851,82). En líneas generales los grabados presentan una fuerte erosión y son apenas
perceptibles (figs. 9, 10 y 11).
En el primer sector vemos en su parte superior una combinación circular (nº. 1) de dos
anillos y coviña central, así como una espiral dextrógira, de tres vueltas, de 34 cms. de
diámetro, y cuya espira exterior se continúa mediante una corta línea que se bifurca en su
remate (nº. 2). Junto a este motivo consta también un sencillo círculo. Hay además en este
panel un nutrido grupo de coviñas.
En el panel central se aprecia en su parte superior una espiral dextrógira, de tres
vueltas, de 27 cms., y junto a ella una coviña. Los dos tercios inferiores del panel están
ocupados por un compacto haz de líneas que comienzan por la parte de arriba siendo dos
surcos paralelos, bifurcándose más abajo en varios ramales, diseñando en conjunto una figura
triangular. En el cuadrante NE. de este panel observamos cinco oquedades artificiales, que
deben de ser interpretadas como escotaduras realizadas para facilitar la ascensión por esta
pendiente.
El sector septentrional está integrado por un conjunto de figuras circulares y líneas que
se disponen longitudinalmente en el sentido NE.-SO. En la parte superior vemos una espiral
levógira de cuatro vueltas (nº. 6), de 33 cms., de la que parte una línea que la asocia con la nº.
7, otra espiral levógira, de cuatro volutas de 30 cms. de diámetro, y de la que parte un largo
surco de salida hacia el SE, y en cuyo inicio concluye la espira exterior. Más hacia abajo hay
otra espiral (nº. 8), levógira, de cuatro vueltas, de cuya espira exterior parte una larga línea
curva que la enlaza con la nº. 11. Esta dilatada línea en apariencia atraviesa una diaclasa, pero
la sección del surco de la mitad superior es de mayor relevancia que la sección de la mitad
inferior. Por debajo de aquélla hay dos combinaciones circulares, asociadas mediante líneas,
siendo la más importante la nº. 10, de tres anillos y coviña central, con una línea ondulante
asociada al anillo externo. La figura nº. 11 es una espiral dextrógira de 4 vueltas, y en ella
concluye la larga línea proveniente de la nº. 8, pero en este caso, atraviesa tres espiras no
alcanzando el centro del motivo; además esta espiral nº. 11 muestra un surco de salida largo,
que parte de la tercera espira. El extremo SE. de esta alineación de motivos lo ocupa la espiral
nº. 12, dextrógira, de tres vueltas, la cual posee un surco de salida que parte de la segunda
voluta. Otro surco largo y ondulante proveniente del NO., de una diaclasa, y alcanza su espira
exterior. La restante superficie de la roca permanece sin grabar.

1.3. Comentarios.

Como se sabe, estos paneles, sobre todo el sector septentrional de la Laxe Sagrada,
han sido muy importantes para la investigación del Arte Rupestre Gallego, dado que durante
mucho tiempo constituyó un indiscutible término ante quem al haberse realizado
construcciones de la Edad del Hierro sobre parte de los citados motivos, especialmente los nº.
24

6 a nº. 12. En efecto, sobre estos grabados se prolongaba un sector de la muralla. Pero
también la misma ubicación de los paneles, situados entre construcciones, revelan una clara
anterioridad. Otra cosa fue la de tomar la Cultura Castreña como un todo único y situarla más
tarde que los petroglifos gallegos, también tomados en conjunto, pero no adscritos claramente
a alguna cultura. Recordemos que estas construcciones pertenecen al horizonte galaico-
romano de la Edad del Hierro, con una ocupación establecida entre finales de los siglos I AC y
la segunda mitad AD. Pero este término cronológico es muy relativo. En primer lugar porque la
Cultura Castreña no integra un todo monolítico, pudiéndose articular en fases manifestando
sus primeros compases hacia el siglo X AC. No obstante, recientes estudios plantean la
pervivencia de las combinaciones circulares en momentos más tempranos, cercanos al cambio
de Era como lo demuestran superposiciones de estos y otros motivos sobre tableros de juego
reticulados23. Además, la cronología de los petroglifos de cuadrúpedos, es muy posible que
alcancen también momentos tardíos como parecen demostrarlo las abundantes escenas de
equitación que lo más probable es que estén relacionadas con el triunfo definitivo de las
jefaturas, de las cuales el caballo es su mejor distintivo24. El momento álgido de esta nueva
mentalidad se concretaría en la Segunda Edad del Hierro, pero también es cierto que se
detecta ya en el Bronce Final. El caso es que algunos cuadrúpedos están asociados a
combinaciones circulares, pudiéndose demostrar en ciertos petroglifos que éstas fueron
añadidas a aquéllos. En consecuencia, sino todos, parte de los cuadrúpedos habría que
integrarlos paralelamente a alguna de las etapas del mundo castreño, y con ellos, las
combinaciones circulares que se les asocian. Es posible que en las combinaciones circulares
haya que cuando menos distinguir una etapa antigua y otra más reciente con quizás distinta
significación ocultas bajo su simple iconografía. Próximos estudios tratarán de aclarar este
problema. Aunque en la Laxe Sagrada hay un gran conjunto de coviñas, el protagonismo de
estos petroglifos se los llevan la figuraciones de espirales y de líneas. Estas líneas se presentan
de dos modos: mediante largos surcos y asociadas a las figuras circulares. Al primer tipo
pertenece el haz nº. 5, tenido como una representación de la desembocadura del río Miño (de
ahí el nombre de O Mapa, con el que también se le conoce). Se trata de un motivo
significativamente autónomo, que no necesita de otros para expresarse. El segundo tipo, es
decir el relacionado con las figuras circulares, se desglosa en dos subtipos: uno que representa
lo que tradicionalmente se conoce como surcos de salida, y el otro, usado como elemento de
asociación entre motivos, sobre todo combinaciones circulares, y también coviñas.
La presencia de surcos de salida relacionados con espirales presenta ciertas
particularidades. En primer lugar hemos de indicar que espiral y surco de salida tal como los
conocemos en las combinaciones circulares, no encajan bien compositivamente. Podríamos
esperar una continuación de la espira exterior, como sucede en la figura nº. 2, pero hay
argumentos para discutirla en las demás espirales. El arranque desde una voluta intermedia tal
como aparece en las figuras nº. 6 y nº. 7, o también en el caso de la nº. 8, debemos reconocer
que no tienen una especial lógica. La sospecha es parcialmente confirmada por las espirales nº.
11 y nº. 12, cuyos surcos de salida penetran en el cuerpo de la figura, pero sin llegar al centro.
El mismo hecho de que la línea que une la espiral nº. 8 y nº. 11 posea diferente factura de una
mitad respecto de otra es también motivo de recelo. Pudiera tratarse en realidad de dos líneas
que casualmente coincidieron una frente a la otra.

23
Fernández Pintos, J. (2017:277).
24
Fernández Pintos, J. (2013:102-104).
25

Respecto al conjunto de líneas nº. 5 es necesario indicar que al menos el sentido de


este petroglifo es distinto al de las líneas tratadas hasta ahora. Se trata de surcos que no
asocian nada, que se presentan sin acompañar a otras figuras, y además en forma de apretado
haz sinuoso conformado por ramificaciones. Este diseño nos recuerda mucho al motivo nº. 22
de A Tomada Pequena (Coruxo, Vigo)25, aunque en este caso la relevancia de esta figura es
mucho menor, pues poco va más allá del desarrollo de dos líneas paralelas y sinuosas. Pero
asimismo líneas como las que asocian la espiral nº. 8 y nª 11, o la que penetra en la espiral nº.
12, aún asociándose a otros estos motivos, parecen mostrar una intención autónoma, pues no
era necesario tanto desarrollo longitudinal para vincular o vincularse a otras figuras. En estos
supuestos debemos mejor hablar de manipulación sintáctica de antiguos petroglifos en el
sentido que lo estudiamos en un trabajo anterior26.
En conclusión, creemos que las líneas acompañantes de las figuras nº. 6 a nº. 12 es
posible que constituyan una fase posterior y autónoma de las figuras circulares, tanto
combinaciones circulares como espirales, y su datación sería por lo tanto anterior a los muros
que los cubrieron en torno al cambio de Era.

1.3. Porta Sur 1.

1.3.1. Descripción.

Este petroglifo se encuentra en una laja situada dentro del lienzo del recinto
fortificado, y junto a viviendas castreñas, y por lo tanto, dentro de un barrio aún no excavado
en su totalidad (coordenadas X=510.854,63; Y=4.637.460,84)27; (fig. 2, nº. 5).

Fig. 13.- Plano, perfiles y detalle del panel nº. 1 de A Porta Sur (Santa Tega, A Guarda).

25
Fernández Pintos, J. (2015a:115 y ss.).
26
Fernández Pintos, J. (2015a:93-133).
27
Costas Goberna, F. J. (s/f:65) lo señala como nº. XI.
26

Los grabados fueron realizados en una laja a ras de suelo de aspecto abombado. En
total mide 2,74 m. por 1,4 m. En este panel se distinguen 11 figuras. Comenzando la
descripción por el Sur nos encontramos primero con una coviña de 50/14 dotada con un surco
de salida de 21 cms. y una sección de 40/6 (fig. 13,1). Junto a ésta vemos un círculo de 21 cms.
de diámetro, con coviña central de 100/24 y un anillo con secciones en U cerrada de 25/8 (fig.
13,2). En el área central del panel hay un círculo de 17 cms. de diámetro, con coviña central de
70/10 y anilla de sección 25-30/4 (fig. 13,3), así como junto a éste una figura espiral levógira de
3 vueltas, de 15 cms. de diámetro con secciones de hasta 15/1-2 (fig. 13,4). Al lado de estos
dos coviñas, una de 100,120/14 (fig. 13,5) y otra de 150/14 (fig. 13,6). En el sector E. destacan
tres diseños lineares, uno que parte de una coviña está realizado con instrumento metálico
(fig. 13,7); los otros dos se disponen paralelamente, de 29 cms. de longitud con una sección
40/4 (fig. 13,8) y el otro de 36 cms. de longitud con secciones semejantes a la anterior.

1.3.2. Comentarios.

En el estudio de F. J. Costas Goberna el motivo espiraliforme nº. 4 aparece en el plano


descrito a doble línea, convención gráfica que se emplea para hacer referencia a diseños de
época históricas, tenidos o no como realizados por instrumento metálico. Incluso se refiere a él
realizado con una técnica diferente a los demás, lo cual no es falso, pero cuando se resalta esta
circunstancia es que algo se quiso decir; lo más probable es que sospechase que fuera
realizado con instrumento metálico, tal como delata su plano. Pero en su detenido examen no
hemos observado ningún atisbo de haberse empleado en su confección un instrumento de
punta metálica, por lo que lo hemos incorporado a este catálogo como otro petroglifo. Es más,
por sospechar algo, serían mejor objeto de discusión los círculos, grabados con un surco
profundo.
En efecto, los anillos de los círculos ofrecen por lo general surcos con tendencia a ser
estrechos y profundos; incluso en algunos tramos no muestran especial erosión con bordes
abruptos. Sin embargo sus coviñas centrales aparecen perfectamente cóncavas y suaves al
tacto, con la patina que se espera de estos motivos. Por lo tanto proponemos que los dichos
anillos fuesen retocados en épocas posteriores a su factura, o incluso que se añadiesen a
coviñas antiguas. Sin embargo la técnica de grabación de la espiral se logró con un fino
piqueteado, muy irregular ciertamente, pero normal en un trabajo que realizado con la técnica
de percusión no desease ser más profundizado debido a sus escasas dimensiones y lo apretado
de su espira. Desde luego, no hemos podido constatar la presunta confección con empleo de
instrumento de punta metálica.
Este petroglifo, sean o no todos sus grabados prehistóricos nos presenta el problema
de su ubicación, en el borde de un camino que aún siendo de construcción reciente debe
corresponderse con algo parecido en la época castreña, pues incluso a varios metros hay
viviendas circulares con su entrada hacia este vial. Nos parece bastante difícil que dada este
emplazamiento, y su sencillez formal, estemos ante un petroglifo que haya pervivido desde la
prehistoria pasando por la etapa castreña. En efecto, su situación no es paralelizable ni con las
ya vistas de los barrios Calvo y Mergelina.
27

1.4. Porta Sur 3.

Este petroglifo es uno de los que no


han sido localizados a causa de la exuberante
vegetación que concurre en el lugar que señala
F. J. Costas Goberna28 (fig. 3-3). A él no hacen
referencia las catalogaciones administrativas,
pero sí se señala su existencia en el mapa del
tríptico turístico29. Fue realizado en una roca de
4 x 2 m. donde se observa una figura circular
cuyo desarrollo en espiral es muy simple,
aunque perfectamente posible.

1.5. Porta Sur 4.


Fig. 12.- Petroglifo de la Porta Sur 3 (según F. J.
Costas Goberna).
Este panel tal como lo
vemos en el plano adjuntado
solamente ha sido visto por F. J.
Costas Goberna, aunque creemos
que el triángulo del NE. ya había
sido publicado por X. Martínez do
Tamuxe (fig. 3-6). Según indica aquel
autor, en la actualidad estaría
cubierto por una capa perteneciente
a un concheiro allí existente. Hemos
visitado el lugar que nos indican en
su localización tanto F. J. Costas
Goberna y el tríptico turístico, pero
aparte de tratarse de un lugar
sumamente empinado y con algunas
rocas, no hemos podido comprobar
la existencia de este petroglifo.
Nada sabemos de las
características físicas de la roca en
que se grabó el panel; solamente
que parece estar integrado por dos
paneles dispuestos a diferente nivel.
En el superior hay únicamente
coviñas, y el inferior se trataría de Fig. 13 (plano según F. J. Costas Goberna).
una roca de 3 por 1,8 m. donde
fueron grabadas gran cantidad de coviñas así como una espiral dextrógira de 20 cms. de
diámetro de tres vueltas, aparentemente asociada a otros trazos curvos.

28
Costas Goberna, F. J. (s/f:66) lo señala como Grupo XIII; Martínez do Tamuxe, X. (1980).
29
Costas Goberna, F. J. (s/f:65) lo señala como Grupo VIII, Martínez do Tamuxe, X. (1980).
28

1.6. O Ermitán 4.

Según parece se trataría de un panel donde consta la representación de una espiral de


30 cms. de diámetro, junto a algunas cazoletas. Este petroglifo sería parte de una estación
donde se registraron cuatro paneles. No se ha publicado ningún plano del citado panel30 (fig. 3-
6).

2. A GUARDIA.

Este petroglifo se encuentra a unos 10 m. al Sur de la iglesia parroquial, en el mismo


atrio, y por lo tanto en pleno casco urbano (coordenadas: X=510.468,11; Y=4.638.891,82, y a
40 m. de altitud s.n.m.). Por lo que aún se ve el recinto de la iglesia era muy rocoso, con
numerosas lajas, pero actualmente está cubierto en casi toda su extensión por un empedrado
reciente. El petroglifo se encuentra en una oquedad de ese empedrado (fig. 15), en su posición
original, y sin protección alguna, por lo
que los vehículos aparcan en el lugar,
pasando con las ruedas sobre él, pues
incluso hemos podido observar que en el
pavimento se han trazado líneas para
ordenar el estacionamiento. Según
parece hace algunos años estaba
protegido por una lámina de vidrio que
ahora ya no existe31. Mide 22 x 27 cms. de
diámetro, y posee un surco de 35/2

3. PICO DO FACHO.

Los petroglifos que vamos a


examinar en los epígrafes 3 a 6 se
localizan todos en diversos puntos de la
Serra de Torroso, o relacionados de algún
modo con ella (fig. 16). Es ésta una
unidad serrana levantada junto al océano
en el triángulo SO. de la provincia de
Pontevedra, y que podríamos entender
como la continuación de la Serra da
Fig. 15.- Petroglifo del atrio de la iglesia parroquial de A Groba que se extiende por el Norte, al S.
G.uarda
del Cabo Silleiro y de la localidad de
Baiona. En realidad a diferencia del Monte de Santa Trega no existe entre ambas unidades una
solución de continuidad, claramente diferenciada, a no ser la penillanura de A Portela – Monte
de Valga entre Burgueira y Loureza (420-440 m. s. n. m.). Su principal cota la encontramos más
al sur hacia la mitad de la cordillera en O Couto (553 m. de altitud), y el Campo do Torroso, a
489 m. altitud. A sus pies en la llanura litoral se encuentra el petroglifo de A Laxe do Lapón (fig.

30
Costas Goberna, F. J. (s/f:70) lo denomina Grupo XIX-4; Martínez do Tamuxe, X. (1980).
31
Publicado en Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2015/12/petroglifo-da-rua-agustin-nandin-
lomba.html).
29

16, 6). En la ladera E. que cae sobre el valle del Rosal están las estaciones de O Picouto (fig. 16,
4) y Presa dos Novellos (fig. 16, 5). El tramo meridional de la serranía es de mucha menor
altitud, y se desarrolla tras un estrecho puerto (A Portela da Cruz, a 226 m. s. n.m.), donde
encontramos el petroglifo de A Campana (fig. 16, 3). En el extremo Sur se levanta el Pico do
Facho o Alto de Torroso de 369 m.de altitud, donde se localizan dos estaciones más (fig. 16, 1 y
2).
La importancia de esta serranía se deriva de mostrar la mayor concentración de
paneles con espirales que encontraremos en Galicia.

Fig. 16.- Situacion de petroglifos con espirales en la Sierra de Torroso. 1. Pico do Facho 1.1; 2. Pico do Facho 3,1; 3. A
Campana; 4. O Picouto; 5. Presa dos Novellos; 6. Laxe do Lapón.
30

Fig. 17.- Situacion de petroglifos con espirales en la Sierra de Torroso (vista desde el SO.). 1. Alto do Facho 1.1; 2. Alto do Facho 3.1; 3. A Campana; 4. O Picouto; 5. Presa dos Novellos; 6. Laxe
do Lapón
31

En el sector correspondiente al área del Pico do Facho hemos identificado dos paneles
donde constan espirales, uno en la vertiente meridional, y otro en la septentrional, ambos muy
cerca de la cumbre que como ya sabemos alcanza en este punto 369 m. sobre el nivel del mar.
Otros paneles existentes en esta área están compuestos por varios tipos de coviñas, líneas,
figuras geométricas de tendencia rectangular, e incluso un panel con dos cuadrúpedos, aparte
de tres estaciones con equipos de molienda rupestres. Estos petroglifos fueron publicados por
X. Martínez do Tamuxe32.

Fig. 18.- Situación de los petroglifos en las inmediaciones del Pico do Facho.

3.1. Pico do Facho 1.1.

Este petroglifo forma parte de un complejo de grabados integrado por paneles de


coviñas, figuras geométricas e incluso un equipo de molienda rupestre. El conjunto se sitúa en
la vertiente meridional del citado pico en la pendiente de un canchal de peñascos graníticos
que descienden por la ladera en una banda hacia el SO., encontrándose en una serie de rocas
que se disponen escalonadamente (coordenadas: X=510.564,99; Y=4.640.888,21).
Los grabados ocupan la cara superior de un gran peñasco (fig. 19). Se trata de una roca
de 3,3 m. de anchura por 1,7 m. de longitud, y 1,7 m. de altura a favor de la vertiente. Los
grabados fueron realizados sobre su superficie, superior suavemente ondulada la cual
presenta también una gran pila de escasa profundidad, además está dotada de una leve
inclinación.
32
Martínez do Tamuxe, X. (1980). Una colección de fotografías de estos dos paneles la encontramos en la página
web Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2017/12/petroglifos-de-pontevedra-ria-de-vigo-e.html).
32

Los motivos identificados en este panel son una gran figura de aspecto rectangular de
1,05 m. x 1,25 m. y con secciones en torno a 35-40/5; una figura en espiral, de 28 cms. de
diámetro, dextrógira, de 4 vueltas, con una sección de 30/2, a la que se asocia una línea recta
acabada en forma de báculo, de sección 40/5; consta además una figura circular-anular, y una
combinación circular simple de 28 x 30 cms. de diámetro y y sección 40/5, rellena de coviñas
del tipo 20-35/1-2, y de la que parten una serie de largas líneas, algunas de ellas curvas, así
como un círculo simple.

Fig. 19.- Plano, perfil y detalle del petroglifo de Pico do Facho 1.1. (Salcedo, A Guarda).
33

3.2. Pico do Facho 3.1.

3.2.1. Descripción.

El Pico do Facho 3.1 se localiza en una especie de terraza rocosa de la vertiente norte
de la elevación, al borde de una peligrosa ruptura de pendiente (coordenadas: X=510.617,99;
Y=4.641.364,80). De hecho por el Norte la roca tiene una caída vertical de unos 15 metros. Por
supuesto, desde este lugar hay una estupenda panorámica del litoral meridional de la costa
gallega. A escasos metros de este panel hay otro con coviñas, curiosamente todas grandes
pero de escasa profundidad.
Se compone de una roca de formas redondeadas de 3,5 m. por 2,5 m. con una cara
superior aplanada vertiendo ligeramente hacia el S. (fig. 2º). En esta superficie, en un sector
ligeramente deprimido, vemos una figura de 58 cms. por 33 cms. integrada por dos motivos
espirales, una a cada extremo, unidos por varios trazos. Las espirales miden la una 20 cms. de
diámetro y la otra 25 cms. de diámetro siendo las dos levógiras, y de tres vueltas. La ubicada al
SE. presenta la última espira prolongada hasta la espiral del NO. En un punto intermedio de su
trayectoria aparece una diminuta figura de tendencia espiral.

Fig. 20.- Plano y perfil del petroglifo de Pico do Facho 3.1 (O Rosal).
34

3.2.2. Comentarios.

En la figura 18 se recoge la situación de las manifestaciones rupestres de las


inmediaciones del Pico do Facho o Alto do Torroso, incluidos equipos de molienda rupestres,
aunque en estos últimos estos casos siempre se acompañan de algún motivo como coviñas o
líneas. Se aprecia una distribución de los paneles en línea recta siguiendo el vértice de la
dorsal de peñascos que caracterizan el lugar. Aunque hacia el N. de la cadena de petroglifos
hay una pequeña área llana, la inmensa mayoría de los petroglifos se localizan en lugares de
difícil acceso, en líneas generales en el vértice de las dos vertientes de la serranía. Obviamente
esta disposición no es casual, sino la consecuencia del aprovechamiento del lugar para
pastoreo y recolección probablemente de bellotas (para los equipos de molienda)33. Ambas
vertientes, están relativamente libres de roquedos, e incluso la que vierte hacia el mar es muy
fértil gracias a la humedad procedente de las brisas marítimas. Es en este sentido que no
debemos ver en la situación de los petroglifos de la cumbre del Pico do Facho ningún
simbolismo especial ni espacial, por muy estupendas vistas que posean, más allá de ser el
testimonio de la explotación económica de las inmediaciones. Sin lugar a dudas, el paralelismo
de localización geográfica de estos petroglifos con los precedentes de Santa Trega es
manifiesto, y como ellos responden al mismo estímulo.
En la espiral del Pico do Facho 1.1 observamos que a ella se asocia una línea en forma
de báculo. Esta línea no sólo presenta más relevancia que el trazado de la espiral, sino además
penetra en la figura hasta la penúltima vuelta, por lo cual, del mismo modo que ocurría en las
espirales del Barrio Mergelina 2 de Santa Trega, lo más verosímil es que constituyan un
añadido, con las implicaciones que allí se comentaron.
Asimismo en este panel contrasta la relevancia de la gran figura rectangular y el círculo
respecto de la espiral y la figura circular que hay a su lado. Aquella figura compuesta por líneas
rectas es atípica en el conjunto rupestre galaico, y todo apunta a que pudiera estar señalando
una insculturación distinta acaso más tardía.
En el Pico do Facho 3.1 el análisis morfológico de este panel nos revela que las
espirales poseen un surco más tenue y más difícil de leer que las líneas intermedias. De hecho
estas alcanzan los 40/5 de sección y se presentan bastante más relevantes. Pudiera ser por
ejemplo que la prolongación de la última vuelta de la espiral del SE. hasta alcanzar la otra
espiral sea posterior, pues en efecto, contrasta mucho la sección de este vínculo con la sección
de los surcos de la citada espiral; y lo mismo se puede decir de las otras líneas. Es por lo tanto
verosímil que en este pequeño panel quedaran registradas varias fases de insculturación.

4. A CAMPANA 1.1. (SANXIÁN, O ROSAL).

4.1. Descripción.

Esta estación se encuentra al Norte de las anteriores, en un tramo en el que la serranía


pierde altitud y se resuelve en forma de collado (Portela da Cruz), de donde se deduce que
antaño, y aún en la actualidad, es el único paso razonable para atravesarla en dirección E.- O.

33
Fernández Pintos, J. (2015a:39).
35

El petroglifo en cuestión se localiza en las proximidades de este espacio tan importante para
las comunicaciones locales (coordenadas: X=510.129,83; Y=4.643.313,76) (fig. 21)..

Fig. 21.- Situación topográfica de la estación de A Campana (San Xián, O Rosal).

La estación está compuesta por dos paneles34. El nº. 1 (fig. 22), que es el que nos ocupa
ahora muestra grabados rupestres (coviñas y figuras circulares) compartiendo panel con
equipos de molienda rupestres. El nº. 2, junto al anterior lo integran líneas. El panel nº. 1 fue
elaborado en una roca plana de 1,8 m. de anchura por 2,7 m. de longitud, por unos 60 cms. de
altura, levemente inclinada hacia el SO., rodeada por el arco que va desde el NE. hasta el O.
por un conjunto elevado de peñascos que se elevan hasta 1,8 m. de altura (a 1 m. sobre el
panel), y que lo protegen de las corrientes procedentes del mar. Visto el conjunto desde lejos,
parece un pequeño coto rocoso.
Los grabados identificados en esta superficie son los siguientes:
1.- Conjunto de coviñas de 17 x 15 cms., cuyo ejemplar más relevante es de 40/7;
2.- Equipo de molienda rupestre del tipo 4, de 23 x 67 cms. con una profundidad
máxima de 45 mm.). Muestra todos sus componentes unidos por pequeños surcos;
3 y 4.- Conjunto de equipos de molienda de 48 x 27 cms. que en origen eran por lo
menos 3 molinos, los cuales fueron unificados con posterioridad; alcanzan una
profundidad de 65 mm.; la cavidad nº. 4 presenta en su interior una coviña de 55/6 y
otra de 200/17, de la cual sale un surco que la comunica con el macrocomponente
del equipo nº. 2;

34
Martínez do Tamuxe, X. (1980).
36

5.- Grupo de coviñas de medianas dimensiones dos de las cuales están asociadas al
microcomponente inferior del equipo nº. 2 mediante cortos trazos;
6.- Figura espiral dextrógira de dos vueltas, de 23 cms. de diámetro, con coviña central
de 60/14 y una sección de surco de 40/5;
7.- Figura circular de 26 x 20 cms., con coviña central de 90/20 y anillo de 35/4;
8.- Equipo de molienda rupestre de 22 x 43 cms., en cuyo macrocomponente, apenas
excavado 230,340/14, con una coviña grabada en su interior de 100/10.
9.- Conjunto de coviñas de entre 55/5 hasta 100/17. Se aprecia que dos de las coviñas
fueron grabadas superpuestas en un borde del macrocomponente.

Fig. 22.- Plano y perfiles de la estación de A Campana (O Rosal).


37

4.2. Comentarios.

En esta estación asistimos a la coincidencia en una misma superficie de petroglifos y


equipos de molienda rupestres, circunstancia bastante rara, pero de la que se conocen algunos
casos. Aunque por norma general se suele integrar a estos molinos rupestres en las
catalogaciones de petroglifos, obviamente no los podemos considerar petroglifos, pues su
razón de ser es funcional y no simbólica35.
Aunque el número de paneles compartidos por ambos tipos rupestres es muy exiguo,
algunas veces se han podido identificar verdaderas asociaciones. El motivo que con mayor
frecuencia encontramos relacionado son las coviñas, que aquí vemos tanto vinculadas
mediante trazos, como excavadas en su interior o parcialmente sobre un borde. Está claro que
la coviña grabada dentro de los macrocomponentes los inutiliza para la función de molienda.
Pero de todos modos las asociaciones mediante trazos permiten pensar en una anterioridad
de los equipos de molienda respecto de los petroglifos de coviñas. Además al igual que ocurre
en otras estaciones, las figuras circulares que concurren suelen disponerse periféricamente a
los molinos, o incluso con sus anillos superpuestos. En la estación de A Campana vemos como
el conjunto de molinos nº. 2, 3 y 4 ocupan el centro del panel en su sector SO., mientras que la
espiral y la pequeña combinación circular, son de dimensiones modestas, adaptadas al espacio
que queda entre los molinos y el borde de la roca.
Otro tema que observamos en esta estación en lo referido a los equipos de molienda
rupestres es la asociación mediante pequeños trazos de sus unidades, y también con el
exterior de la roca, o con otros molinos. Dado que son cavidades de cierta profundidad es
posible que estos surcos evoquen o traten de facilitar simbólicamente la circulación del agua
de la lluvia retenida en su interior, tal como ya pusimos de relieve en la estación de Laxielas
(Coruxo, Vigo)36. El problema es que una vez admitida esta posibilidad la cuestión se plantea
en cómo habremos de interpretar la asociación de coviñas a las citadas cavidades. Como se
sabe en el estudio de los petroglifos de coviñas somos partidarios de considerarlas como
imitación simbólica de las pilas naturales37, es decir, forzando un poco más la interpretación,
relacionadas de algún modo con el fluir simbólico del agua. No obstante, el molino nº. 8 de
esta estación posee también en su interior una coviña, pero se trata de un macrocomponente
escasamente labrado, de tan sólo 14 mm. de profundidad, el cual fue abandonado antes de ser
utilizado. El aspecto acuático de este molino es en realidad muy escaso, por lo que
proponemos que algunas de estas coviñas, aún sin abandonar su simbología antes
mencionada, se agrupen dentro de la categoría de las coviñas ceremoniales. Este tipo de
coviñas no suelen ser de gran tamaño y generalmente las vemos solitarias superpuestas a los
anillos de las combinaciones circulares u otros motivos, y parecen relacionadas a modo de
reverencia gestual y simbólica con la identificación, reconocimiento, valoración positiva y
asimilación de un grabado antiguo38.

35
Fernández Pintos, J. (2015a:23-42).
36
Fernández Pintos, J. (1993).
37
Fernández Pintos, J. (1995).
38
Fernández Pintos, J. (2015a:171-175; 2017:167).
38

Fig. 23.- Petroglifos del área de los Monte de Torroso-Norte con figuraciones de espirales. Se señalan además otras estaciones cercanas.
39

5. O PICOUTO (MARZÁN, O ROSAL).

Este petroglifo39 se encuentra en un punto intermedio de la ladera de la Serranía de


Torroso (483 m., s.n.m.), en una pequeña terraza situada en plena vertiente a 380 m. de altitud
(coordenadas: 511.410,00 – 4.644.422,05) (fig. 23 y 24). Excepto en este sitio, el paisaje
circundante es el de una típica pedriza. Como todo petroglifo localizado en un punto alto de la
vertiente, desde aquí se puede disfrutar de una gran panorámica sobre el curso inferior del Río
Miño, con el valle del Rosal a los pies, y las sierras minhotas portuguesas al fondo.

Fig. 24.- Situación topográfica del petroglifo de O Picouto (O Rosal).

La roca grabada se localiza en el extremo meridional del dicho lugar, pero ya cuando
comienza a apreciarse la pendiente. Tal vez la ausencia de una roca más adecuada en el
entorno sea la razón de esta elección. Se presenta de forma subromboidal, de 1,2 m. por 1,4
m., de superficie bastante lisa, con una pendiente de 18° a ras de suelo, excepto por el O. que
se levanta 43 cms. y por el N. 22 cms. (fig. 25).
En el centro de esta superficie fue insculturada una figura espiral dextrógira de 6
vueltas, de 35 cms. de diámetro, con una coviña central de 35/4 y un surco de 30/1-3. La espira
fue confeccionada cuidadosamente ajustada, resultado una figura de aspecto correcto, con un
logrado resultado estético.

39
La existencia de esta estación la conocemos a partir de noticias publicadas en la web, como la alusión de M.
Martínez do Tamuxe (http://xoanmartineztamuxe.blogspot.com.es/2016/03/un-petroglifo-do-rosal-de-mais-de-
4000.html), o mejor en el catálogo Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com.es/2018/01/petroglifo-espiral-do-
picouto.html), donde además de unas excelentes fotografías se ofrece su ubicación. También hacen mención a este
petroglifo J. Costas Goberna (2004) y A. Vázquez Martinez (2016:47 y fig. 3).
40

Fig. 25.- Plano y fotogrametría del Petroglifo de O Picouto (O Rosal).

6. PRESA DOS NOVELLOS 1.2 (MARZÁN, O ROSAL).

Esta estación se sitúa en la misma vertiente que la anterior, pero a más bajo nivel (142
m. de altitud; coordenadas: X=511 854,61; Y= 4 643 886,79). Se encuentra por lo tanto más
cerca del valle del Rosal sobre el lugar de Parada. Hacia el NE. se halla el castro de Novás, en
una posición topográfica muy parecida (fig. 26).

Fig. 26.- Situación topográfica del petroglifo de la Presa dos Novellos 1.2.

Esta estación está formada por dos núcleos compuestos por un total de 6 paneles
principales, alejados unos 160 m. El que nos interesa ahora es el Complejo nº. 1 integrado por
dos paneles, uno caracterizado por la grabación una gran cantidad de cruciformes, y el 1.2 del
41

que nos ocuparemos a continuación. Los otros paneles que componen el Complejo nº 2, nos
muestran dos paneles con coviñas, uno grande con cruciformes y uno más con una
combinación circular, además de alguno que otro panel con una única coviña. Esta estación es
apenas conocida, aunque se le ha hecho referencia de pasada y sin mayor trascendencia en
alguna ocasión40.

Fig. 27.- Plano y perfil de la Presa dos Novellos 1.2 (O Rosal).

40
Es la página web Megaliticia la que nos ofrece una mayor información del carácter e importancia de estos paneles
gracias a su interesante trabajo fotográfico. Algunos de estos paneles también son mencionados por X. Martinez
Tamuxe, sobre todo los referentes a cruciformes.
42

6.1. Descripción.

El lugar se constituye como una pequeña terraza en la ladera de la serranía,


conformada por multitud de lajas y peñascos, y rodeada por pequeñas corrientes (fig. 26). El
petroglifo lo encontramos en la cara superior de una roca de 3 m. de anchura por 2,9 m. de
largo, de aspecto rectangular, a nivel del suelo por el N., pero alta (70 cms), por el Sur y los
otros lados. La superficie superior lleva una inclinación, primero de 17° pasando a 21° tras una
diaclasa que la divide en sentido O.- E. por la mitad. Otra diaclasa separa el sector NE. del SE.
La superficie es de tendencia lisa (fig. 27).
En el citado sector NE. vemos varias combinaciones circulares de pequeñas
dimensiones, de una de las cuales parte un surco de salida que concluye en la diaclasa referida.
Otra figura es un óvalo de dos anillos segmentado interiormente. En la parte alta de la mitad
inferior del panel hay una combinación circular de cinco anillos con coviña central, de 28 cms.
de diámetro y grabada con surcos casi imperceptibles. Esta unidad aparece con
superposiciones de algunas pequeñas coviñas, así como por el arranque de dos líneas. En el
ángulo SE. del panel hay una pequeña figura espiral de 19,5 cms. de diámetro, levógira, y de
tres vueltas, insculpida con surcos estrechos y profundos de hasta 35/4 estando además
centrada por una coviña de 25/2. Sobre la voluta exterior consta grabada una coviña de 40/8.
A pocos centímetros hay una combinación circular de tres anillos, con coviña central, con
surcos de 20/4. Ambos motivos ocupan una superficie de bastante mala calidad, muy
fragmentada por leves diaclasas y muy rugosa; de hecho la espiral fue grabada entre dos
protuberancias y sobre una escarificación. En el ángulo SO. hay un nutrido conjunto de
combinaciones circulares de diversas formas y medidas, de entre las cuales debemos destacar
una incipiente espiral de una sola vuelta. Por último, desde la parte alta del panel bajan un
conjunto de múltiples líneas, muchas veces paralelas, pero también ofreciendo convergencias
y ramificaciones con secciones que van desde 40/5 hasta 45/8. Dos de estas líneas comienzan
superponiéndose a los anillos de la combinación circular del cuadrante NE.

6.2. Comentarios.

Una vez más nos encontramos con un petroglifo donde los motivos lineares se
convierten en los protagonistas temáticos del panel. De todos modos, no debemos olvidar que
dos de estas líneas en su origen se figuran superpuestas a una combinación circular. Los
paralelos estéticos de estas líneas con las que vimos en el sector central del Barrio Mergelina 2
de Santa Trega es indiscutible. Al igual que sucedía en aquel sitio, en este panel las líneas
tienden a ser rectilíneas o con leves curvaturas; se disponen paralelamente, pero también
muestran convergencias.
En la topografía del panel estas líneas dominan sus sectores NE. y SO., en este caso,
fundamentalmente el área central. Las figuras circulares parecen situarse en áreas periféricas,
por lo que no deberíamos descartar una anterioridad de estos motivos filiformes respecto a
aquellas. Por ejemplo, ya hemos comentado más arriba que la espiral y la combinación circular
del sector SO. fueron grabadas en un lugar de mala calidad de la superficie de la roca.
43

7. LAXE DO LAPÓN (SANXIAN, O ROSAL)

Este petroglifo es ampliamente conocido en la bibliografía especializada, y sin


embargo, la documentación que de él tenemos es solamente gráfica, y únicamente de un
sector muy concreto donde tradicionalmente se han visto la representación de serpientes41.

Fig. 28.- Situación del petroglifo de A Laxe do Lapón (Sanxián, O Rosal).

Se localiza muy cerca de la línea de costa, a unos 140 m., en el sitio denominado
Portocelo (coordenadas X=509 646,36; Y=4 644 705,65, y a 17 m. de altitud), y junto a una cala
que fue usada tradicionalmente como puerto por las poblaciones del entorno, cuando el
estado del mar lo permitía (fig. 28). No muy lejos de allí, a unos 300 m. hacia el SE. consta un
asentamiento que tras su excavación fue datado en el Bronce Final42.
El lugar concreto de ubicación de la estación es una gran roca de granito de grano fino
dividida en tres partes por diaclasas más o menos amplias (fig. 29), formando parte de un
conjunto rocoso más amplio que se extiende hacia el N, donde además de peñascos abundan
las lajas. En este punto se produce una ruptura de pendiente que divide la zona en dos terrazas
dispuestas a diferente altura.

7.1. Descripción.

Los grabados fueron realizados en tres paneles contiguos desmembrados de una


misma roca, la cual en líneas generales y tomada en conjunto mide 4,4 m. de longitud por 2,52

41
Hidalgo Cuñarro, J. M. (1981); Costas Goberna, F. J., Martínez Tamuxe, X., Novoa Álvarez, P. y Peña Santos, A. de
la (1995:35 y 53).
42
Vázquez Varela, J. M. y Cano Pan, J. A. (1988); Currás Peleteiro, X. L. y Cano Pan, J. A. (1993); Cano Pan, J. (1997);
Fernández Pintos, J. (2015a:41 y 42).
44

m. de anchura, con forma en lomo de ballena, mostrando dos planos inclinados, uno hacia el E.
y otro que afecta a toda la mitad meridional, y una altura máxima entre 40 y 80 cms. sobre el
suelo actual. Está orientada en el sentido E. O. (fig. 30).

Fig. 29.- Plano y perfiles de la Laxe do Lapón (Sanxián, O Rosal).


45

Comenzando por el extremo O. encontramos una pequeña espiral levógira (fig. 29-1)
de 18 cms. de diámetro y dos vueltas apenas perceptible. Junto a ella, un pequeño óvalo (fig.
29-2) sobre el cual se superpone una coviña perteneciente a una composición lineal. Hacia el
N., ya en el borde de la roca vemos un conjunto de dos pilas naturales (fig. 29-3), una, la mayor
de 42 cms. por 35 cms. y 15 cms. de profundidad, y otra más pequeña de 21 cms. x 14 cms. y 7
cms. de profundidad. Rodeando a estas pilas, sobre todo a la más grande, se identifican un
conjunto de coviñas, donde debemos destacar dos, una de 50/12 y otra de 70/11 claramente
asociadas a la pila mayor. Además ésta presenta un exutorio claramente realizado por mano
humana de 6 cms. de longitud y una sección de 60/30, aprovechando la menor profundidad
por esta zona, aunque no sirve para desaguar la citada pila. Otro motivo que parece asociado a
esta pila es un diseño rectangular dividida en dos tramos con sus respectivas coviñas centrales.
Hacia la derecha de este conjunto se ve una figura compleja (fig. 29-4) integrada por un motivo
ovalado de dos anillos, a los que se asocia una combinación semicircular. La figura nº. 5 está
integrada por un pequeño círculo y un óvalo todo ello de 27 por 40 cms., y grabada con un
surco muy ancho y profundo, de hasta 70/20. A su izquierda consta una espiral levógira (fig.
29-6) de 35 cms. de diámetro con un surco de 40/5, centrada por una coviña de 110/15, y un
surco de salida que atraviesa todas las volutas y concluye en una coviña de 80/13. A la derecha
de ésta hay otra figura atípica (fig. 29-7) compuesta por un círculo y un amplio óvalo de 41 por
53 cms., llegando a alcanzar su sección 50/4. En su interior hay una coviña de 75/15. Este panel
se cierra por el S. con la presencia de un círculo simple de 17 cms. de diámetro y otro de 20
cms. de diámetro, con coviña central y un anillo de 45/6.
Pasando ahora al sector E. (fig. 31), encontramos en su parte más alta una
combinación circular de dos anillos (fig. 29-10), de 32 x 35 cms. de diámetro, con una coviña
central de 40/2 y una sección de 40/4. Junto a este vemos otra combinación circular de 24
cms. de diámetro (fig. 29-11), de dos anillos con coviña central, y de surcos muy erosionados,
casi imperceptibles. En el centro del sector hay una figura circular de varios anillos (fig. 29-12),
que no hemos podido definir si se trata de una espiral o una combinación circular, porque
sobre ella se grabó un ramal de un texto numeral (está confeccionada con instrumento
metálico) que estropeó una gran parte de su figura. Al lado de ésta hay un motivo ondulante
de 52 cms. (fig. 29-13) de longitud, que comienza en la parte superior por una coviña alargada
y poco profunda de 50,130/6, y continúa con una línea de 30/4 que concluye en la voluta
exterior de la espiral señalada con el nº. 14, sin sobrepasarla. Es ésta última una espiral de
orientación dextrógira, de 25 cms. de diámetro, y una sección de 25/2. La figura nº. 15 es una
línea 76 cms. de longitud, ramificada en su extremo inferior, que comienza en la parte superior
por una coviña ovalada de 80,120/30, mientras la sección del surco queda en 40/5. Se asocia
mediante un pequeño trazo a un motivo ovalado (fig. 29-16), cruzado por líneas, de 20 por 29
cms. con una sección de 50/5, el cual a su vez se asocia mediante otra línea con la espiral
marcada con el nº. 17. Es ésta dextrógira, y mide 31 cms. de diámetro, presentando una
fortísima erosión, si bien aún conserva secciones de 35/3. En este sector consta lo que parece
ser una combinación circular de varios anillos, apenas perceptible (fig. 29-18), y varias coviñas.
Por último, el sector S. de este petroglifo lo integra dos figuras circulares simples, con
coviña central y de pequeño tamaño, de uno de los cuales parte un largo surco de salida a
favor de la pendiente, mientras otro parece concluir en la diaclasa que separa este sector del
arriba descrito del E. Aún se podría mencionar otra coviña con un surco de salida que remata
en esta misma diaclasa. La coviñas de este sector alcanzan de sección 90/23.
46

Fig. 30.- Aspecto general de la Laxe do Lapón (Sanxián, O Rosal) vista desde el E.

Fig. 31.- Fotogrametría del sector E. de la Laxe do Lapón visto desde el E.


47

7.2. Comentarios

En primer lugar es de destacar la cercanía de este petroglifo del mar, e incluso en las
inmediaciones de lo que pudiera ser un embarcadero cuyo uso por lo menos se atestigua en
épocas recientes, e incluso es verosímil que también en el pasado más lejano. Sin embargo
esta información no es suficiente razón para poner en relación el emplazamiento de la
estación con posibles relaciones marítimas de largo alcance. La ubicación de petroglifos en la
línea de la costa o cerca del mar en otros ámbitos en Galicia nos faculta para pensar que la
ubicación en el paisaje de estas estaciones no es diferente a la que podamos identificar en las
serranías, o en sus vertientes. A nuestro juicio, dado que la localización de los petroglifos
guarda una íntima correspondencia con el pastoreo que se llevaba a cabo en sus
inmediaciones, creemos que es este el criterio que debemos seguir para explicar su
emplazamiento. De hecho actualmente se puede observar en las inmediaciones la existencia
de áreas que podrían ser aprovechadas para esta actividad.
Por otra parte, como ocurre en otras estaciones, todos los motivos que caracterizan a
este petroglifo fueron realizados en una misma roca, muy próximos los unos a los otros. Es
curioso que ninguna otra roca próxima presente el más mínimo grabado, siendo muchas muy
adecuadas, como por ejemplo las de tipo laja. Esta tendencia a la concentración de motivos en
un corto espacio, a la contigüidad física, despreciando otras superficies cercanas, a veces
incluso mejores ya la hemos estudiado en un trabajo anterior43.
En este petroglifo vemos motivos de muy diferente estilo que merecen algún tipo de
referencia. Junto a combinaciones circulares, espirales y coviñas, hay otros verdaderamente
atípicos (figs. nº. 5, 7 y 16), grabados en este caso con surcos anchos y profundos, cuya filiación
parece más reciente y relacionable con algunos petroglifos del Alto dos Lameiros en Baiona.
Consisten en figuras de clara tendencia ovalada, y trazados con surcos muy relevantes.
Tema aparte en este petroglifo son lo que algunos autores han identificado como
ofidios. Son estos los motivos nº. 13 y nº. 15. Los integra una coviña ovalada situada en la parte
más alta del panel, y un cuerpo ondulante deslizándose a favor del plano inclinado. No
obstante en la figura nº. 15 se ha pasado por alto la ramificación en su parte inferior, y su
asociación al motivo nº. 16. Al estudiar el petroglifo del Marco do Castelo44, no muy lejano de
aquí, ya nos habíamos encontrado con figuras serpentiformes que recordaban por su forma al
nº. 15 de la Laxe do Lapón. En ambos casos se parecen más que a serpientes a renacuajos
(permítasenos la ironía). Este tipo de motivos, es decir con coviña a modo de cabeza y
desarrollo ondulante, también los encontramos en petroglifos como el de A Coutada Pequena
(Coruxo, Vigo)45, concretamente su motivo nº. 22, compuesto por una doble línea y también
ramificado, o también en el conocido como Pedra da Serpe (Campo Lameiro)46. Estos grabados
merecen un estudio monográfico para aclarar esta cuestión, aunque con los datos que
manejamos a día de hoy de ningún modo son representaciones de serpientes. De hecho una
figura del mismo tipo como la nº. 6 de A Xesteira 4 (Meira, Moaña)47, o una de las figuras del
panel nº. 1 de A do Rial (Chandebrito, Nigrán)48 difícilmente pueden evocar un ofidio. De

43
Fernández Pintos, J. (2015a:90, 91 y 132).
44
Fernández Pintos, J. (2017:137-138 y 168; fig. 167).
45
Fernández Pintos, J. (2015a:115-123).
46
Fernández Pintos, J. (2016:35-36).
47
Fernández Pintos, J. (2016:26-28).
48
Fernández Pintos, J. (2015a:fig. 130).
48

momento sobre los petroglifos de líneas, mientras no se profundice más en el tema, nos
atendremos a lo adelantado en los estudios ya realizados, y de corte provisional49.

8. A PORTELA (BURGUEIRA, OIA).

Sobre este petroglifo ya hemos hecho referencia en un trabajo anterior50, si bien de lo


que se trataba entonces era el centrarnos en el análisis del tablero de juego y su situación en el
panel, apenas describiendo los restantes motivos. Aconsejamos por lo tanto la consulta previa
del estudio señalado donde se aportan datos importantes como las coordenadas de
localización, la situación en el paisaje, y las medidas de la roca.

Fig. 32.- Plano y perfil del petroglifo de A Portela 2.2 (Burgueira, Oia).

49
Fernández Pintos, J. (2015a:107-132; 2016:32-37).
50
Fernández Pintos, J. (2017; fig. 9 y pgns. 135 y 136).
49

Fig. 33.- Fotogrametría del petroglifo de A Portela nº. 2.2 visto desde el SO.

8.1. Descripción

En esta roca, la cual manifiesta una acusada inclinación hacia el S. (figs. 32 y 33),
observamos en primer lugar comenzando por el N. un motivo reticulado regular, una pequeña
combinación circular y una línea ondulante, los cuales fueron ejecutados en un leve plano
inclinado (fig. 32). A continuación, y tras un escalón apreciamos la existencia de un nutrido
grupo de coviñas de variados tamaños, donde las más significativas son una de 110/23 y otra
de 80/28. A continuación consta una combinación de coviñas conectadas por surcos (fig. 32-5),
siendo la mayor de 140/33, y las otras dos de 100/24 y 80/23. De esta última parte un trazo
que concluye en el anillo externo de la combinación circular señalada con el nº. 6. Mide ésta
40 cms. de diámetro, poseyendo una coviña central de 110/28, y una sección del anillo exterior
de hasta 70/20. Sobre su anillo externo, hacia el E. observamos una combinación de dos
coviñas (fig. 32-7), una de 70/23 y otra de 40/10, estando ésta claramente superpuesta.
De esta unidad circular parten dos líneas que concluyen en la voluta externa de una
espiral (fig. 32-8) de 28 por 32 cms. de diámetro con un surco externo que alcanza 60/14. De
aquella voluta externa se dirige hacia el SE. una línea de 40/7 de sección que concluye en una
diaclasa. En su arranque esta línea fue grabada sobre la misma espira.
Hacia el E. completa el panel una compleja línea ondulada y ramificada (fig. 32-9) con
una sección de 30/4, la cual presenta conexiones tanto con la combinación circular como con
la espiral, y que tras un largo recorrido remata en la diaclasa que posee el panel por el S.
50

8.2. Comentario

Se trata de un panel ciertamente complejo, donde coinciden varios estilos artísticos,


pero cuya prelación no siempre es posible establecer con total exactitud. Sin embargo, es
viable indicar que la disposición escalonada de los motivos, desde un punto alto de la roca no
es un criterio válido. En efecto, la parte más horizontal del panel ha sido ocupada por el
tablero de juego reticulado. Sobre éste se han grabado coviñas, pero también algunas de éstas,
en su forma de combinaciones, son posteriores a la combinación circular nº. 6, sobre cuyo
anillo, o bien se asocian con un trazo, o bien se superponen, aspectos ambos que aluden a una
indudable posterioridad. En consecuencia, la combinación circular, a pesar de su localización
es factible opinar que es anterior a las coviñas, las cuales incluso podrían ser mucho más
recientes de lo esperado, porque varias de sus análogas aparecen grabadas sobre la trama del
ajedrezado, que como sabemos poseen una cronología en torno a los siglos próximos al
cambio de Milenio51.
La línea ondulada, desplazada hacia el E. del panel y con conexiones con la espiral y la
combinación circular tal vez sea también posterior a aquella. Es curioso observar cómo ella al
igual que la espiral (mediante una línea en este caso) concluyen en una diaclasa. Respecto a
esta línea relativa a la espiral debemos señalar que fue grabada sobre el anillo externo,
además que no presenta analogía de sección con la espiral. Quizás se trate de un añadido
posterior.
Esta manipulación posterior a la grabación de ambos motivos circulares se aprecia en
el surco del E. y del N. de la voluta y el anillo que han sido enérgicamente grabados hasta
alcanzar secciones poco usuales en estos motivos, y que además contrastan con el trazado de
las líneas restantes de las citadas figuras, mucho más tenues. Esta grabación más contundente,
nos recuerda algunos de los motivos descritos en A Laxe do Lapón, estudiada más arriba, y que
como sabemos fueron confeccionadas con surcos anómalamente más relevantes, además de
su rareza tipológica.
Otro detalle que no podemos pasar por alto es su ubicación territorial. Habíamos
indicado ya con anterioridad su emplazamiento en una roca situada en la misma ruptura de la
pendiente, ocupando además un lugar manifiestamente poco relevante, pensando asimismo
que en las inmediaciones había rocas mucho mejores. Es curioso que esta roca atrajese a los
artistas de distintos ciclos rupestres que presumimos muy separados cronológicamente, si bien
tampoco ello es estrictamente raro como ya hemos estudiado en otras estaciones, y que se
manifiesta en una tendencia a la contigüidad física de los motivos más recientes respecto a los
más antiguos, gesto que como sabemos incluye un indudable comportamiento ritual.

9. SEQUEIROS (MOUGÁS, OIA).

Esta estación bibliográficamente es inédita, pero es conocida localmente, por lo menos


para los visitantes que se acerquen a ver el petroglifo de A Cabeciña y el castro situado en el
Coto Barcelos (coordenadas: X=509.591,89; Y=4.656.369,20) (fig. 34). Se emplaza a media
ladera de la serranía de A Groba a 116 m. de altitud sobre el nivel del mar, en una vertiente de
cuya cima alcanza los 400 m. Más o menos se sitúa en la misma curva de nivel que la citada

51
Fernández Pintos, J. (2017).
51

estación de A Cabeciña. El lugar donde se encuentra se resuelve a modo de pequeño espolón


rocoso, en medio de la ladera.

Fig. 34.- Situación topográfica del petroglifo de Sequeiros (Mougás, Oia). En azul, otros petroglifos de la zona.

9.1. Descripción.

El petroglifo (fig. 35) ocupa un peñasco de 5 m. de largo por 3 m. de anchura de formas


redondeadas y orientado en sentido E.-O. y cuya altura máxima alcanza aproximadamente 1
m. En su desarrollo longitudinal se encuentra dividido por una diaclasa en dos sectores
abombados con las respectivas suaves pendientes hacia cada lado. Además hacen acto de
presencia varias pilas naturales.
En el sector E. observamos la existencia de una gran combinación circular de seis
anillos, de 71 x74 cms., y junto a ésta otra más pequeña de 3 anillos de 47 cms. de diámetro,
con coviña central. Sobre la gran combinación circular apreciamos dos superposiciones de
coviñas. Una está integrada por una composición de cinco coviñas unidas por trazos cortos, en
la cual la mayor alcanza los 130/32, y otras 80/20 y 80/18. La otra superposición se verifica por
una única coviña sobre el anillo exterior de 70/7.
El sector O. está integrado por siete figuras circulares, donde debemos destacar una
espiral levógira de 4 vueltas, de 60 cms. de diámetro. Las demás son pequeñas combinaciones
circulares de uno o dos anillos.
52

9.2. Comentarios.

A diferencia de los petroglifos de Santa Trega y O Picouto, ambas estaciones de ladera,


pero realizados en pequeñas terrazas dominadas por el elemento rocoso, el petroglifo de
Sequeiros fue elaborado prácticamente en un punto intermedio de la vertiente. Son
emplazamientos que lejos de mostrar algún simbolismo, parecen relacionados con prácticas
pastoriles.

Fig. 35.- Plano y perfiles del petroglifo de Sequeiros (Mougás, Oia).

Sobre la gran combinación circular del sector E. volvemos a encontrar superposiciones


de coviñas. La una, solitaria, podemos relacionarlas con las coviñas ceremoniales. Sin embargo,
la otra superposición realizada por un complejo de coviñas pudiera no tener el mismo carácter
testimonial, y perseguir además del anterior otros fines. En este caso no se trata de una unidad
aislada, sino de un verdadero petroglifo de coviñas con su significación particular, denotando
una concepción estética característica, ajena al mundo de las combinaciones circulares. Este
tipo de petroglifos de coviñas fue el que nos llevó a suponer una relación significativa con las
pilas naturales, pues su forma, su situación muchas veces sobre peñascos elevados, y su
asociación a las mencionadas pilas naturales lo sugieren.
53

Fuere como fuese, en ambos casos estamos ante motivos posteriores a los círculos.

10. O LOMBO DO ROXÁS (PEITIEIROS, GONDOMAR).

Dada la gran complejidad


de esta estación, con multitud de
combinaciones circulares, y otros
motivos, así como ciertos rasgos
morfológicos de aquéllas de
enorme interés, hemos reservado
su análisis íntegro en el Anexo
(pgn. 181 y ss.), capítulo final del
presente trabajo. En este apartado
nos vamos a ceñir estrictamente al
estudio de los grabados del área
cercana a la única espiral que se
encuentra en el roquedo (cuadro
4/3-F, por lo que para el examen
de la localización geográfica y
composición de motivos remitimos
al referido anexo. De la gran
cantidad de figuraciones circulares
Fig. 36.- Plano del cuadro 4/3-F del Lombo do Roxás (Peitieiros,
que se pueden ver en esta
Gondomar). estación, solamente una es una
espiral (figs. 36 y 37).

Fig. 37.- Aspecto del cuadro 4/3-F del do Roxás visto desde el norte (Peitieiros, Gondomar).
54

Se localiza en el sector 4/3-F, el cual se resuelve en plano inclinado hacia el norte en torno a
los 14° ofreciendo una superficie bastante lisa. En la parte alta del panel se ve una gran
combinación circular de 58 cms. de diámetro, de tres anillos, con secciones muy anchas, de
hasta 60/3. Su centro se presenta muy borroso, pero es posible que contase con una coviña
central. A 40 cms. hacia el SO., en la esquina terminal del panel fue grabada una combinación
circular de dos anillos, de 32 cms. de diámetro, con una coviña central de 90/14 y sección de
los anillos de 30-35/2-3. Hacia el norte, separadas por unas grafías realizadas con instrumento
metálico y recientes se insculpió una figura espiral de 19 cms. de diámetro, dextrógira, de
cuatro vueltas dotada de un surco estrecho y poco profundo (20-25/1-2).
A continuación, siguiendo hacia el N. vemos dos figuras rectangulares, una dividida a la
mitad, de 35 x 25 cms. y con secciones de 35/3, de factura con instrumento lítico, pero no de
especial antigüedad. La otra figura rectangular comparte las mismas características. Hacia el O.
hay una pequeña figuración circular, confeccionada con surcos estrechos, muy erosionada, que
de todos modos no hemos podido asimilar a una espiral por falta de una mejor definición.

11. REGUEIRA DO BARREIRO (COUSO, GONDOMAR).

Este petroglifo fue publicado recientemente en la página web MEGALITICIA52. Se


emplaza en la vertiente E. de una unidad a modo de penillanura denominada Montes de Couso
o Gondomar, Portavedra, etc. elevada hasta 450 m. de altitud (fig. 38), y extendida hacia el O.
hasta enlazar con la sierra de la Groba (coordenadas: X=520.673,24; Y=4.657.079,57).

Fig. 38.- Ubicación geográfica de la estación de Regueira da Barreira (Couso, Gondomar).

52
http://megaliticia.blogspot.com/2017/12/petroglifos-de-pontevedra-ria-de-vigo-e.html
55

Fig. 39.- Emplazamiento topográfico de la estación de Regueira da Barreira (Couso, Gondomar).

En la vertiente, que en este lugar es muy empinada, la estación se sitúa en una


pequeña terraza (fig. 39), en cuyo extremo SE. hay un conglomerado de peñascos y lajas que
como mucho levantan del suelo 1,2 m. El panel se encuentra en una de estas lajas, hacia el SE.
en una roca sobre la ruptura de pendiente.

11.1. Descripción.

Los grabados fueron realizados en una laja con un apreciable buzamiento hacia el E, de
8° y 11°. y hacia el N. de 12°. En total mide 2,21 m. por 1,2 m. La superficie es bastante lisa,
pero está cruzada por varias diaclasas (fig. 40 y 41). Se han identificado 6 motivos:
1.- Cuadrúpedo, de carácter estático, de 32 x 18 cms. y de especie y sexo indefinidos,
apenas visible.
2.- Círculo simple de 38 cms. de diámetro, apenas perceptible, con secciones de 25/1.
3.- Pequeño cuadrúpedo de especie y sexo indefinidos, de estilo estático, y claramente
superpuesto al círculo nº. 2.
4. Cuadrúpedo de 44 x 26 cms., macho, con cola larga, también superpuesto al círculo
nº. 2, y enérgicamente grabado con secciones de 35/4-8.
5. Figura espiral levógira, de seis vueltas, con un diámetro de 24 cms. y grabada con un
trazo difícil de identificar.
6.- Figura reticulada regular de 37 x 41 cms. de 7 x 6 casillas de lado, y grabado con
surcos de 30-35/1-3.

11.2. Comentarios.

En este panel coinciden un reticulado regular, cuadrúpedos y figuras circulares. La


figura cuadriculada es asimilable a los tableros de juego de este tipo tan comunes en el SO. de
la provincia de Pontevedra53. En el panel este motivo se sitúa en el extremo O. en un área

53
Fernández Pintos, J. (2017).
56

caracterizada por la menor inclinación: si en general la pendiente es de 11°, en el lugar donde


se elaboró la caída se recorta hasta los 7°. Recuérdese que esta búsqueda de sectores lo más
planos posibles en las rocas elegidas es el principal rasgo para caracterizar estas figuras como
tableros de juego.

Fig. 40.- Plano y perfiles del petroglifo de A Regueira da Barrira. En el recuadro detalle de las superposiciones.

Vemos además dos cuadrúpedos superpuestos sobre un círculo. No es ninguna


novedad pues la posterioridad de los cuadrúpedos respecto a las combinaciones circulares ha
57

sido demostrada en numerosos paneles54, si bien asimismo es cierto que paralelamente al


desarrollo del ciclo de los cuadrúpedos, se grabaron también combinaciones circulares, pero
probablemente en menor cantidad, y de menor formato, tratándose tal vez mejor de una
etapa inercial.
Estos cuadrúpedos son estáticos, que es la norma más frecuente en la representación
de animales, a excepción de Campo Lameiro-Fentáns, donde la mayoría son de estilo dinámico.
Uno de estos animales está sexuado, y posee una cola larga. Al sur de esta área, por Baiona, A
Guarda y el N. de Portugal se extienden el tipo de cuadrúpedos de cola larga, que algunas
veces han sido identificados como équidos por estar algunos montados. Sin embargo, el tipo
más frecuente que nos vamos a encontrar es el esquemático, y no el volumétrico como es este
caso. Así de entrada no es fácil otorgar a este animal un carácter equino, aún a sabiendas de
que geográficamente forma parte de un conjunto donde abundan lo que parecen ser equinos.
El tema necesita un estudio aclaratorio de mayor entidad que las meras referencias
bibliográficas o las impresiones derivadas de reconocimientos oculares informales.

Fig. 41.- Fotogrametría del petroglifo del sector E. del petroglifo de A Regueira da Barreira (Couso Gondomar).

12. OS POCIÑOS 2.2 (TORTOREOS, AS NEVES).

12.1. Descripción.

La estación de Os Pociños 2 se compone de dos complejos situados a 60 metros de


distancia (fig. 42), en sendas rupturas de vertientes suaves, en el extremo de una amplia
terraza serrana. El presente panel integra un conjunto de tres, en dos de los cuales hay coviñas
(coordenadas: X=548.097,83; Y=4.660.360,58)55.

54
Fernández Pintos, J. (2015).
55
Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2018/05/petroglifos-dos-pocinos-1-2.html).
58

Fig. 42.- Situación geográfica de la estación de Os Pociños (Tortoreos, As Neves).

12. 1. Descripción.

El panel nº. 2.2 se encuentra en una laja a ras de suelo, de 5,43 x 2,6 m., con
buzamiento hacia el O. y SO. entre 20 y 24 grados (fig. 43). En la parte alta de la roca (fig. 44)
en un pequeño sector inclinado hacia el Oeste 13° vemos una combinación circular de dos
anillos, de 27 cms. de diámetro, con un surco de 30/2 y rellena de coviñas del tipo 35-40/4 y
una espiral de 27 cms. de diámetro y con una sección de 25/1. Por debajo de estos motivos,
en un pequeño sector casi plano (2°) encontramos un motivo tabuliforme reticulado de 27 x 25
cms. con una sección de 25/1 y una trama de 7 x 5 cuadrículas. Junto a éste vemos un conjunto
de coviñas. En la parte alta de la roca, cerca de la citada espiral hay una serie de coviñas, de las
cuales las mayores alcanzan 70/5 y 80/22, y algunas se asocian a trazos. Más abajo hacia el
centro del panel observamos otra combinación circular. Siguiendo panel abajo, junto a una
diaclasa se ha detectado la presencia de una figura cruciforme-antropomorfa de 17 x 21 cms.
con figuración de piernas ligeramente arqueadas, con una sección en el cuerpo de 30/4, una
cabeza de 20/4, un brazo terminado en un pequeño ensanche circular de 25/3 y en el otro
brazo una figura circular de 7 cms. de diámetro, con una sección de 20-30/1, y una coviña
central de 10/1. A continuación en un sector inclinado hacia el Oeste 20°, consta una figura
espiral de 29 cms. de diámetro, un surco de 25/3 y una coviña central de 30/4, y junto a ella
varias coviñas.
59

Fig. 43.- Plano y perfiles del petroglifo de Os Pociños 2.2 (Tortoreos, As Neves).
60

Fig. 44.- Fotogrametría del sector septentrional de Os Pociños 2.2 visto desde el SO.

12.2. Comentarios.

Como vemos, en el sector septentrional de este panel en un sector delimitado por


diaclasas hay una combinación circular y una espiral (fig. 44). Por desgracia no podemos fijar
con seguridad la prelación de factura, pues ninguna de las dos figuras ocupa lo que se pudiera
llamar un lugar operativo preferente, apareciendo en sitios verdaderamente marginales, tanto
la una como la otra.
El motivo reticulado identificado es un tablero de juego reticulado, pues al igual que
sucede en otras muchas estaciones, fue grabado en el único sector plano o más plano que se
veía en la superficie de esta roca, y además, importante también, su figura se adapta
perfectamente al espacio predefinido naturalmente sin rebasarlo, rasgo asimismo
característico de estos tableros de juego rupestres.
Se ha localizado en este petroglifo un cruciforme de claro aspecto antropomorfo, que
porta una figura circular en una de sus manos. El paralelo más cercano es el conocido
petroglifo de A Pedra das Ferraduras, con la diferencia de que en este caso el círculo que lleva
tiene una coviña central.
61

Fig. 45.- Situación geográfica de los petroglifos de Pedradas 1 y A do Cándido. En Arbo. En amarillo otros petroglifos
localizados en la zona.

13. PEDRADAS 1.1 (ARBO).

13.1. Descripción

La estación de As Pedradas se emplaza en la ladera SE. de una unidad serrana que se


levanta hasta los 320 m. de altitud sobre la vega de la parroquia de Cequeliños (Arbo), a cuyos
pies corre el Río Miño (fig. 45). Este complejo se encuentra en una pequeña terraza rocosa
(coordenadas: X=5559.971,33; Y=4.665.034,69) situada a 240 m. de altitud y a unos 90 m. de
altura del citado valle (figs, 45 y 46). Se trata por lo tanto de una estación ubicada a media
ladera de la serranía en el centro de una empinada pendiente. En ese descanso del terreno y
en las inmediaciones del petroglifo que vamos a comentar se encuentran aún otros dos
paneles56.
Este panel fue grabado en una roca a ras de suelo, ligeramente abombada y
prominente de aspecto triangular de 2,4 m. de anchura por 3,4 m. de longitud (fig. 47). Esta
roca está dividida por una profunda diaclasa, separando los grabados en dos sectores.

56
Pérez Paredes, C. M. y Santos Estévez, M. (1987:59 y ss. y fig. VII-4).
62

Fig. 46.- Situación topográfica de la estación de As Pedradas 3 (Cequeliños, Arbo).

El sector meridional presenta en el centro una ligera depresión de 64 x 40 cms. y unos


5 cms. de profundidad, donde se sitúan una buena parte de los diseños de esta zona,
existiendo inmediatamente hacia el E. un suave combamiento de la superficie, que no
obstante, prácticamente quedó exento de grabados. Ese sector está integrado por un conjunto
de círculos monoanulares con coviña central. Estos círculos son de pequeño formato, de entre
15 y 21 cms. de diámetro con una sección de 30-45/2-4. Sus coviñas centrales son más bien
rebajes circulares, pues hemos documentados casos de 80/10, 100/7, 100/8, 105/5, etc. Se
cuentan además algunas coviñas y rebajes circulares del mismo tipo. El sector septentrional se
configura como una superficie de carácter triangular ligeramente inclinada hacia el N. El único
motivo que hemos identificado en esta zona es una figura espiral, dextrógira de cuatro espiras,
de 28 por 23,5 cms. de diámetro con surcos de 20/1-3. Esta figura se encuentra seccionada por
una línea a modo de surco de salida yendo desde el centro hasta la última espira.

3.2. Comentarios

Nos volvemos a encontrar con una estación emplazada a media ladera de una serranía
pero sin terreno llano asociado y en medio de una pendiente muy acusada y en principio de no
fácil acceso, siguiendo un emplazamiento del tipo ya examinado en Santa Trega, Pico do Facho
1.1, O Picouto, Presa dos Novellos o Sequeiros, más atrás estudiados.
Respecto a los grabados documentados es importante señalar la aparente mutua
exclusión entre la espiral y los círculos. Podemos argumentar que estos círculos
probablemente sean el resultado de sucesivas adiciones, pero la espiral supone una sola
grabación. Aunque es una obviedad, debemos comprender que los artífices de los círculos
simples renunciaron al diseño de las más normales combinaciones circulares, lo cual es un
rasgo que puede estar implicando una correspondencia cronológica tardía si aplicamos
63

ampliamente las consecuencias estilísticas implícitas en la admisión de la teoría de la


gradación jerárquica57. Sin embargo aunque la prelación de ambos estilos artísticos es difícil
de establecer, lo más seguro es que la espiral sea el motivo más reciente, precisamente si
aceptamos que la insculturación de los círculos conllevó una serie de grabaciones sucesivas.
Aunque no imposible, sería raro que ante la existencia de una figura antigua como pudiera ser
la espiral no atrajese en alguna ocasión el añadido de alguno de los nuevos motivos. Sin
embargo, por el contrario, el aislamiento de la espiral respecto de los otros motivos es como
venimos viendo una circunstancia bastante documentada.

Fig. 47.- Petroglifo de As Pedradas 1.1 (Arbo).

57
Fernández Pintos, J. (2015a).
64

Fig. 48.- Situación topográfica de la estación de A do Cándido (Arbo, Pontevedra).

14. A DO CÁNDIDO (ARBO).

La estación de A do Cándido se localiza en la vertiente meridional de un ramal serrano


de orientación NE.-SO conocido genéricamente como Monte da Pedreira, cuya mayor cota es
de 319 m., en un contexto de serranías separadas por vegas agrarias de reducidas
dimensiones, las cuales están limitadas por el Sur por el Río Miño (figs. 45), cuya corriente en
esta zona discurre muy encajada en el territorio (coordenadas: X=559.677,64 –
Y=4.663.885,98)58.
La estación está en la parte baja de aquella ladera (fig. 48), la cual desciende sobre el
Miño de forma abrupta, hasta el mismo cauce, donde en efecto presenta peligrosos
acantilados que pueden alcanzar una altura de 70 m. en algunos puntos, o incluso más del lado
de Portugal. La estación se sitúa en la cota de los 90 m. de altitud, aunque sobre el río se
levanta unos 70 m. La zona donde se enclava es sumamente pedregosa, con cierta presencia
de afloramientos en forma de lajas o de peñascos como es el caso que nos ocupa. Actualmente
está dejado a monte, pero la existencia de tomadas (parcelas de monte cerradas con muros de
piedras) nos permite pensar en una explotación económica donde tal vez el pastoreo fuera la
principal actividad. Desde luego, los campos de cultivo tradicionales están bastante alejados de
este sitio.
Este complejo rupestre se presenta de modo aislado, sin embargo, curso abajo del río y
no muy alejados están los petroglifos de O Cabrón59 y A Baixada á Barca60, ambos también

58
Un buen reportaje fotográfico de esta estación se encuentra en el blog Megaliticia
(http://megaliticia.blogspot.com/2015/12/petroglifos-do-candido.html).
59
Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2015/12/petroglifos-do-cabron.html).
60
Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2015/12/petroglifo-da-baixada-da-barca.html)
65

emplazados sobre el Miño, a poca distancia, si bien en este último ejemplo, tal como lo sugiere
su apelativo, estaba en un paso natural por donde se podía cruzar el mencionado río.

14.1. Descripción.

Esta estación se compone de varios paneles, de los cuales nos interesa el nº. 1 (figs. 49,
50 y 51). Fue grabado éste en una gran roca de 4,5 m. de anchura por 2,5 m. de largo,
sobresaliente sobre el terreno actual entre 1,3 m. por el SO. y 1 m. por el NO., y poseyendo
una forma prominente y abombada, y continuada hacia el NE. por rocas más bajas donde se
encuentran otros dos paneles. La superficie superior, donde están los grabados se compone de
un área con ligeros combamientos y tendencia a la horizontalidad que se extiende al cuarto
NO. de la roca, para a partir de aquí, verter en dirección SE. (20°) y NE. (14° primero, donde se
sitúa la espiral nº. 6, y 34° a continuación).
En la esquina NO. de la roca sobre un abombamiento se aprecia la existencia de dos
círculos sencillos adosados, muy borrosos (fig. 49, 1). Inmediatamente hacia el NE. (fig. 49, 2)
destaca una pila natural endorreica de 49 x 37 cms. y 15-20 cms. de profundidad por
encontrarse entre dos abombamientos más altos, aunque su profundidad no es superior a los
10 cms. Esta pila posee un trazo a modo de exutorio (en todo caso simbólico pues no es
operativo), de 28 cms. de longitud y una sección de 55/19. En el abombamiento del NO. fue
grabada una coviña de 80/21 de la cual parte un trazo de sección 35/4 que remata en el borde
mismo de la pila. Por el N. vemos grabada dentro de la misma pila una pequeña combinación
circular de 16 cms. de diámetro y surcos muy relevantes de 35/4, conteniendo tres pequeñas
coviñas en su interior, y con un corto trazo a modo de surco de salida que se dirige hacia el
fondo de la pila. Al este de esta pila, en otro abombamiento constan varios grabados de
combinaciones circulares y composiciones de coviñas (fig. 49, 3). De entre las combinaciones
circulares destaca la más grande de 26 cms. de diámetro, con anillos de 40/2, así como una
especie de incipiente espiral de 18 cms. de diámetro, con surcos de 30/3 y coviña central de
80/12. Cercanas a estas figuras encontramos hacia el SE. dos círculos simples (fig. 49, 4). A
continuación, en la esquina SO. de la roca constan dos grandes coviñas grabadas en el borde
junto al fondo de una incipiente pila longitudinal, amplia y completamente exorreica, de
150/25 y 90/15 (fig. 49, 5).
En la pendiente que consta hacia el NE. y SE. vemos dos grandes espirales y una
combinación circular. La primera (fig. 49, 8) es una espiral de 62 x 59 cms. con surcos de hasta
40/5 de sección. La zona central de esta unidad está muy erosionada. Se observa además que
por la zona E. aparece lo que parece ser un anillo inacabado. La otra espiral (fig. 49, 6) mide 83
x 77 cms., estando trazada con surcos de hasta 40/4 y coviña central de 60/12. Esta figura fue
grabada aprovechando un mamilo que en conjunto no se proyectaba más allá de los 4 cms. de
altura. Junto a esta espiral vemos una combinación circular de tres anillos (fig. 49, 7) de 34
cms. de diámetro, con surcos de 35/2 y coviña central de 35/1, que aparece adosado a la
espiral anterior, si bien parece seguro decir que al menos las dos espiras exteriores de la
precitada figura nº. 6 en su trayectoria parecen inhibirse ante la presencia de los anillos de la
pequeña combinación circular. Junto a la espiral nº. 8, vemos una serie de diseños muy
borrosos (fig. 49, 9), pero donde parece poderse documentar dos círculos y un rectángulo
sementado. La figura 49-10 es una combinación circular con coviña central y cuatro anillos,
pero que integraría el panel 2 de esta estación.
66

Fig. 49.- Plano del petroglifo de A do Cándido (Arbo).


67

Fig. 50.- Perfiles del panel nº 1. de A do Cándido (Arbo). Véase también figura 49.
68

Fig. 51.- Detalle de las espirales del panel nº. 2 de A do Cándido (Arbo).
69

14.2. Comentarios.

En el sector NO. de este panel vemos una serie de grabados asociados a una pila
natural, la cual además fue dotada de un exutorio realizado por mano humana, pero de
carácter simbólico, pues no es operativo. En su interior hay un pequeño círculo con tres
coviñas dentro, así como una coviña asociada a ésta mediante un trazo. No sería este el primer
petroglifo donde encontramos círculos asociados a pilas naturales. Sobre este tema, que
necesita un estudio más profundo, ya hemos hablado en trabajos anteriores61. Un caso
reciente es el del panel nº. 1 de Outeiro da Chan 2.162. Sobre las asociaciones de coviñas con
pilas hemos hecho una amplia referencia que a fin de cuentas nos llevó a sospechar que estas
representaciones no dejaban de ser figuraciones de pilas naturales63. Hoy en día sin embargo,
sin discutir abiertamente esta hipótesis, creemos que la realidad puede ser algo más
complicada. Se necesitaría asimismo la realización de un estudio más profundo. Lo que sí es
una novedad es la referencia explícita a la existencia exutorios artificiales relacionados con
pilas naturales, los cuales son ciertamente simbólicos, pues no permiten el desalojo del agua
retenida en las dichas pilas. Hemos visto este tipo de motivos en equipos de molienda
rupestres64, pero no en pilas naturales, sin embargo, conocemos muchos petroglifos de este
tipo que no están publicados.
Respecto a las espirales debemos indicar que más adelante en los capítulos dedicados
a las conclusiones se hará un estudio más exhaustivo sobre su configuración, asociación y
prelación.

Fig. 52.- Localización geográfica de la estación de O Coto do Corno (Cedeira, Redondela).

61
Fernández Pintos, J. (1993a), Fernández Pintos, J. (2015a:31 y ss.).
62
Fernández Pintos, J. (2017:47-48).
63
Fernández Pintos, J. (1993b).
64
Fernández Pintos, J. (2015a:34-35).
70

15. COTO DO CORNO (CEDEIRA, TRASMAÑÓ).

Se trata de una estación compuesta por cinco paneles de petroglifos y dos equipos de
molienda rupestres65. En cuatro de ellos se grabaron combinaciones circulares y dos espirales,
y en otro un cérvido macho adulto de pequeño tamaño. Es posible que las tareas de cantería
que se llevaron a cabo en este sitio hayan destruido algunos paneles más. En efecto, en la
publicación que sacaba a la luz estos grabados rupestres se aportan planos de paneles que no
se ven en la actualidad, ni en este lugar ni en las inmediaciones.
La estación se localiza en una terraza de modestas dimensiones en la ladera NE. del
Monte Penide (figs. 52 y 53), elevación que cierra por el NE. el valle litoral del Fragoso (Vigo), y
cuya mayor altitud es el Pico de San Vicenzo, de 448 m. de altitud. Los petroglifos se
encuentran a 340 m. de altura66.

Fig. 53.- Ubicación topográfica de la estación de O Coto do Corno (Cedeira, Redondela).

15.1. Descripción.

El panel que nos ocupa fue insculpido en una roca de tipo laja, apenas sobresaliente
del suelo y de superficie abombada (fig. 54). Mide aproximadamente 1,6 m. de anchura por 1,8
m. de longitud. En la esquina NE. vemos un gran círculo de 50 cms. de diámetro grabado
circundando la parte superior de la leve convexidad de la superficie (fig. 54,1). Junto a esta
pero aprovechando una ligera concavidad de la superficie hay una figura espiraliforme de 70
cms. de diámetro, dextrógira, de seis vueltas (figs. 54,2 y 55), mostrando además un surco de
salida. El centro del motivo aparece muy desfigurado a causa de la superposición de un grupo
de coviñas de pequeñas dimensiones, varias de las cuales describen un anillo incompleto
rodeando una coviña central de mayor tamaño, así como otras coviñas dispersas grabadas
sobre las volutas del motivo. A esta figura se asocian otros motivos, algunas líneas, y otros

65
Costas Goberna, F. J. (1980).
66
López Cuevillas, F. (1929); Bouza Brey, F. (1934); Costas Goberna, F. J. (1985:102-103 y 111).
71

pequeños círculos diseñados unos junto a los otros. Cerca de esta figura encontramos otra
espiral de 35 cms. de diámetro, de dos vueltas, dextrógira, de aspecto ovalado la cual en su
desarrollo rodea una pequeña agrupación de pequeñas coviñas (fig. 53,3). A este diseño se
asocia un pequeño círculo. Junto a éste vemos un círculo simple relleno de pequeñas coviñas.
(fig. 54,5). Por último, es de destacar la coviña nº. 6, de 75/85, es decir muy profunda.

Fig. 54.- Plano y perfiles del Coto do Corno 1 (Cedeira, Redondela).


72

Fig. 55.- Fotogrametría de detalle de la espiral nº. 2 del Coto do Corno 1 (Cedeira, Redondela).

15.2. Comentarios.

Tal como hemos señalado ya en la introducción de este capítulo, en este panel se


describió por sus descubridores una figura espiral. Sin embargo, en la catalogación de F. J.
Costas Goberna se toma como una combinación circular de múltiples anillos. Debemos
entender que este grabado se encuentra desfigurado por la superposición de coviñas en el
centro del motivo. Tampoco ayuda la factura sobre una diaclasa de la última espira. Sin
embargo, la fotogrametría (fig. 55) nos muestra claramente que se trata de una espiral.
Por lo que se ve esta figura espiral fue muy afectada por la grabación del conjunto de
coviñas central. Parece que se quiso convertir este diseño en una combinación circular,
dotándola de un anillo de coviñas, una coviña central grande y un surco de salida. Por lo tanto
en este caso no se trataría de la superposición de un petroglifo de coviñas tal como hemos
visto en la estación de Sequeiros, más atrás estudiada. Además una serie de figuras pequeñas
se asocian a ella, siguiendo el criterio de la jerarquización gráfica de motivos. De hecho todos
los motivos situados tras las figuras 1 y 2 son de pequeño formato entre los cuales se
encuentra una espiral parecida a la del petroglifo de Porta Sur 3 de Santa Trega.
73

Por último el emplazamiento en una terraza en medio de una empinada pendiente


sigue los mismos criterios de ocupación topográfica que ya hemos visto en Santa Trega y O
Picouto, y que por lo que se ve afecta a numerosas estaciones.

Fig. 56.- Mapa con la localización de las estaciones de arte rupestre de Pinal do Caeiro y Champás 1 en el área de
Marín y Sur de Pontevedra..

Fig. 57.- Situación topográfica de la estación de Pinal do Caeiro (Marín).


74

16. PINAL DO CAEIRO (SANXIÁN, MARÍN).

16.1. Descripción.

Se localiza esta estación en la ladera O. de una serranía cuyo mayor altitud alcanza los
419 m. El petroglifo en cuestión se sitúa a 189 m. de altitud sobre el nivel del mar, y a unos 140
m. de altura sobre la vega agrícola de San Xulián. Se localiza por lo tanto en un área de media
ladera, cuya principal característica es el de constituir una vertiente continua, sin descansos, y
de carácter bastante pedregoso67 (coordenadas X=52 399,33; Y= 4 692 531,33) (figs. 56 y 57).
El petroglifo fue grabado en una cara aplanada de un afloramiento de aspecto
triangular, de 2,84 m. por 75 cms. orientado en el sentido N. – S., con forma de escalón de 74
cms. de altura por el O. La superficie grabada es bastante aplanada, aunque con un cierto
desnivel de 4° hacia el E. y 2° hacia el S. (figs. 58 y 59).
En esta superficie se han documentado tres figuras circulares principales, y otras
secundarias constituidas por coviñas y líneas de asociación. Junto al borde O. de la roca se
grabaron dos combinaciones circulares. La situada más al S. (fig. 58-1) es una combinación
circular de dos anillos de 29 cms. de diámetro, con anillos de 35-40/2 y coviña central de
180,90/16. El anillo exterior de esta unidad parece incompleto, pero en realidad esta
circunstancia se debe a estar esta zona muy afectada por raspaduras y superposiciones
antiguas e incisiones recientes. De esta combinación circular parte con dirección E. un trazo
largo de 29 cms., con sección de 40/3 y que concluye en una coviña de 100/9. A esta línea se
asocia una coviña 40/5 mediante un breve trazo. Otro surco de salida lo vemos partir hacia el
NE. concluyendo en una coviña de 80/18.
Junto a la anterior vemos otra combinación circular (fig. 58-2) de dos anillos y coviña
central de 60/3, de 26 cms. de diámetro, y con secciones de 25/1-4. Hacia el E. vemos un surco
de salida desde la coviña central, con una sección de 30/2 la cual corta abruptamente todos los
anillos. Concluye en la citada gran coviña de 80/18. Otro surco de salida de sección 30/2,
saliendo de la coviña central remata sobre las volutas del motivo nº. 3.
Hacia el NE. comprobamos la existencia de una espiral (fig. 58-3) de 25 cms. de
diámetro, dextrógira de 3 vueltas, de sección 30/2, y con una coviña central de 35/6. La voluta
externa en su trayectoria se aleja, para a continuación describir una brusca curva regresando a
la coviña central. Como habíamos indicado, mediante una línea se conecta esta espiral con el
motivo nº. 2, la cual ha sido enérgicamente grabada sobre las espiras.
De la coviña nº. 4 parte una línea en dirección N. con una sección 25/2 que se dirige a
al espiral, pero al estar próxima describe una desviación. Sobre esta línea hay grabada una
coviña de 35/3 donde remata otra línea que provenía de la coviña nº. 5, y cuya sección es de
20/1.

16.2. Comentarios

El emplazamiento topográfico de este petroglifo ya lo habíamos estudiado hace


algunos años por lo didáctico que supone su existencia. En efecto, lo vemos emplazado en una
ladera de serranía, bastante empinada, sin existir en absoluto ninguna terraza, y desde el cual

67
García Alén, A. y Peña Santos, A. de la. (1980: fig. 74); Fernández Pintos, J. (2015a: fig. 123).
75

se observa una amplia panorámica sobre el valle de Marín. Que sepamos no está relacionado
con un camino natural de tránsito, ni lo vemos posible. Se trata por lo tanto de un
emplazamiento paradigmático que junto con otros permitió argumentar la relación de las
manifestaciones rupestres gallegas con áreas de pastoreo, pues esta ubicación es por
completo ajena tanto a un hábitat permanente como a actividades agrícolas.

Fig. 58.- Plano y perfiles del petroglifo del Pinal do Caeiro (San Xulián, Marín).

Los motivos de este petroglifos, las combinaciones circulares y la espiral están todos asociados
entre sí, y con coviñas por una serie de trazos. Sin embargo un estudio detenido de los
grabados permite sospechar que quizás estas líneas constituyan añadidos posteriores, tal
como lo delatan las bruscas superposiciones y distintas calidades en las secciones de las líneas.
Otro tema de interés, aún a pesar de su escasa relevancia gráfica es la pequeña coviña
que se asocia mediante un trazo a una línea en el sector SO. del petroglifo. En principio no es
76

nada nuevo, sin embargo, reflexionando sobre este tipo de asociaciones, se nos ocurre penasr
en por qué tomaron a la línea referida, o qué representa esta línea. En principio esta línea
asocia una combinación circular [2] con una coviña [4], pero al surgir la asociación de esta
coviña, quizás debamos pensar que la línea en cuestión no es un mero nexo sintáctico, sino
algo concreto, o una idea concreta, materializable u objetivable, y por lo tanto con capacidad
para recibir elementos ajenos que se le asocien.

Fig. 59.- Ftogrametría del petroglifo del Pinal do Caeiro 1 visto desde el NO.

17. CHAMPÁS (SAN XULIÁN, MARÍN).

La estación de Champás se compone de tres complejos emplazados en la ladera NO.


del Coto Redondo (coordenadas: X=526.876,02; Y=4.691.104,14). El conjunto que ahora nos
interesa es el denominado de A Silla (fig. 56). Esta estación está integrada por cinco paneles,
de los cuales los nº. 1,2 y 3 son los más conocidos68. Estos paneles se caracterizan por un
desarrollo predominante de las combinaciones circulares, pero en dos de ellos se ha
constatado la existencia de espirales que describimos más abajo.
Este complejo rupestre aún situado a media vertiente de la serranía está asociado a un
área no muy extensa bastante aplanada a modo de terraza, libre de roquedos, situándose los
petroglifos en su extremo NO., en un conjunto rocoso que como mucho sobresale 1,5 m.
constituido por peñascos, algunos bajos a modo de lajas (fig. 60).

68
García Alén, A. y Peña Santos, A. de la (1980).
77

Fig. 60.- Mapa topográfico con la situación de la estación de Champás 1.

17.1. Champás 1.4.

Este petroglifo se sitúa en un peñasco alargado y de 5,1 m. de longitud por 2,6 m. de


anchura y 90 cms. de altura en forma de lomo de ballena (fig. 61). Los grabados realizados en
ese panel se encuentran en el punto más alto del abombamiento y son los siguientes:
1.- En una leve depresión la superficie de la roca fue confeccionada una figura espiral
de 31 cms. de diámetro que se origina a partir de un pequeño círculo dotado con una
coviña central de 50/6 y una sección de surco de 30/1. Hacia el N, donde concluye la
espira, ésta es prolongada por una pequeña línea a modo de surco de salida de unos
18 cms. de longitud y una sección de 30/2 rematada en un ensanche que no llega a
adquirir la forma de una coviña. Es posible que esta línea sea un añadido, pues hemos
apreciado que en el remate de la voluta se aprecian varios contrastes en la técnica de
ejecución del surco.
2.- Junto a esta vemos una combinación circular de 28 cms. de diámetro, de 3 anillos
con secciones de 30/2 y con una coviña central de 35/1.
78

Fig. 61.- Plano y perfiles del petroglifo de Champás 1.4.


79

Fig. 62.- Plano y perfiles del panel nº. 5 d Champás 1.


80

Fig. 63.- Fotogrametría del panel 1.5 de Champás (Marín), visto desde el SO.
81

17.2. Champás 1.5.

Este panel se encuentra grabado sobre un gran peñasco de 4,7 m. de anchura por 2,5
m. en forma de lomo de ballena, con una altura máxima de 45 cms. por el S., y de 1 m. por el
O. donde presenta un corte rectilíneo de haberse extraído piedra. En consecuencia es posible
que este petroglifo está mutilado (figs. 62 y 63). Como ya dijimos tiene forma abombada con
una pendiente hacia el O. de 11°, de 10° hacia el N. y 25° hacia el S.
Los grabados se encuentran dispersos sobre esta superficie ocupándola por completo,
aunque de un modo laxo. Llama la atención que en la factura de las insculturas se hayan
preferido los planos inclinados en detrimento del centro del panel, donde se sitúa la figura nº.
4, pero es posible que este óvalo sea el motivo más antiguo del panel.
En el extremo NE. se encuentran tres combinaciones circulares de múltiples anillos y
coviña central (fig. 62, 1, 2 y 3). La nº. 1 mide 40 cms. de diámetro, una coviña central de
70/14, y una sección del anillo de 30/2. La nº. 2 es semejante a ésta, y la nº. 3 es la más
pequeña, midiendo 23 cms. de diámetro, poseyendo una coviña central de 25/2 y una sección
de 40/4. En este sector consta también una coviña. Entre las combinaciones circulares se ven
líneas que las unen, y en su desarrollo las ligan con los motivos que se encuentran más
alejados.
En el centro del panel vemos una gran figura ovalada (fig. 62, 4) labrada en una zona
de tendencia aplanada, trazada con un surco apenas perceptible, y de la que salen varias líneas
con diversas orientaciones que la asocian con otros motivos periféricos. Tal como vemos en el
plano, es posible que este diseño fuese más complejo, pero sus grabados de haberlos tenido se
perdieron. En su interior, sobre un mamilo de unos 25 cms. de diámetro y una altura máxima
de 5 cms. por el E. se grabó una coviña de 135/34, y hacia el NE. fuera de la figura elipsoidal
vemos una composición de dos coviñas de 90/19 y 90/17 vinculadas por un surco, mientras
hacia el NO. se ve otra coviña de 100/14.
Hacia el NO. de aquel óvalo vemos una combinación circular de 45 cms. de diámetro
(fig. 62, 5), con surco de salida, con un anillo exterior incompleto, y vinculada a otros motivos
mediante una larga línea.
En el sector SE. de este panel destaca una figura circular compuesta por una
combinación de 3 anillos de 42 cms. de diámetro, con coviña central de 45/5, y una sección de
45/8, de excelente factura, rodeada externamente por varios arcos cerrados que tal no sean
tal, sino líneas arqueadas (fig. 62, 6). Se produce así una figura de 67 cms. de diámetro, con
una sección de 45/4, y también de 60/4, y por lo tanto resultando surcos de aspecto más
diluidos que los observables en la combinación circular interior. Este motivo está además
dotado de un surco de salida de 66 cms. de longitud, con algunas ondulaciones, el cual parte
desde la coviña central. Otro surco largo, con sección 50/2 relaciona este motivo con la fig. 9
en el sector SO. del panel. Junto a este diseño, a su derecha vemos una espiral de 23 cms. de
diámetro, muy erosionada, con surco de 20-25/1-2 (fig. 62, 8). También en sus proximidades
hay un pequeño círculo con coviña central (fig. 62, 7).
En el sector SO., en donde confluyen las dos líneas que parten de las figuras 8 y 4 y 5 se
encuentra una combinación circular de 40 cms. de diámetro, con secciones de 45/4 y coviña
central de 45/5. La figura nº. 10 es un pequeño círculo situado sobre una de las líneas. Junto a
la combinación circular anterior vemos una espiral de 25 cms. de diámetro, con coviña central
de 40/5 y una sección de 35/1.
82

Fig. 64.- Situación de los petroglifos de Tourón (Pontecaldelas).

18. A LAXE DAS CRUCES (TOURÓN, PONTECALDELAS).

18. 1. Descripción.

A Laxa das Cruces es uno de los complejos en los que podemos subdividir las
manifestaciones rupestres de la vertiente meridional de la Serra Castrelada (fig. 64) cordal que
se levanta sobre la parroquia de Tourón (Pontecaldelas), alcanzando en algún pico los 624 m.
de altitud, s. n. m. El grueso de los petroglifos se localizan en un área de inflexión del
buzamiento que se presenta hacia el N. muy empinado (Laxe das Cruces, Coto da Siribela,
Outeiro do Pío), y a partir de aquí, desciende más suavemente, en cuyo remate meridional
volvemos a encontrar otros complejos (Coto das Sombriñas). En general esta zona se
denomina Monte Pé da Múa69 (fig. 64).
Los petroglifos aquí inventariados están integrados sobre todo por cuadrúpedos,
antropomorfos y combinaciones circulares. De los petroglifos de animales destaca el de Noval
do Martiño, siendo asimismo el localizado a más altitud, y el de las combinaciones circulares la
Laxe das Cruces 2 (fig. 65), de la que pasamos a ocuparnos inmediatamente (coordenadas
X=539.027,72; Y= 4 695.134,10, 361 m. de altitud).
Con el topónimo Laxe das Cruces se conocen varios petroglifos cercanos del cual nos
interesa ahora el nº. 2 (fig. 65)70. Este complejo está compuesto por una serie de paneles
extendidos por una enorme lastra de 20 m. de anchura por 8 m. de longitud, muy diaclasada,
de superficie regular, bastante lisa e inclinada hacia el E. entre 18° y 21°. En esta ocasión
vamos a estudiar los paneles nº. 2 y la mitad E. del nº 3 que es donde se encuentran las
representaciones de espirales.

69
Santos Estévez. M. (1987).
70
Peña Santos, A. de la (1986b).
83

Fig. 65.- Plano general del complejo nº. 2 de A Laxe das Cruces (Tourón, Pontecaldelas).
84

Figs. 66 y 67.- Fotografía directa y fotogrametría del área SE. del Sector 2.3.
85

Fig. 68.- Plano del panel nº 2 de la Laxe das Cruces 1 (Tourón, Pontecaldelas)

Fig. 69.- Aspecto general del panel nº. 2.2 de A Laxe das Cruces (Tourón, Pontecaldelas).
86

Fig. 70.- Plano del sector central y SE. del panel 3 de la Laxe das Cruces 1 (Tourón, Pontecaldelas)

El panel nº. 2 fue grabado en una superficie aplanada inclinada hacia el E. 18°, y está
integrado por una figura central de trazado espiraliforme de 46 cms. de diámetro, dextrógira,
(figs. 68 y 69) de cuyo centro o bien del anillo exterior parten una serie de surcos que
concluyen en un rosario de círculos y combinaciones circulares de pequeño formato, de entre
13 y 23 cms. rodeando la espiral. El conjunto mide 1,33 m. por 1,10 m. Es de destacar que por
la parte inferior fueron grabados dos círculos, uno conteniendo una especie de trisquel muy
mal realizado, y el otro una esvástica. El primero se asocia a la última espira, mientras el
segundo lo hace a una de las líneas que asocian la espiral con una combinación circular.
Completa el panel una figura circular de 29 x 26 cms. de diámetro rellena con coviñas de hasta
40/5. Todos estos grabados poseen surcos con secciones de 40/6, de tallado muy regular, por
lo que los diseños se pueden apreciar a cualquier hora del día. La figura espiral es de trazado
87

raro, como interrumpido por dos líneas divergentes que describen una especie de V alargada y
transversal que a excepción de un caso, no es sobrepasada por el desarrollo de la figura.
El panel nº. 3 (figs. 70, 66 y 67) se asienta también en plano inclinado hacia el E. 18°.
Constan en él una gran multitud de combinaciones circulares, varios cuadrúpedos y dos
espirales (figs. 66 y 67). Al igual que el panel anterior estos grabados en su inmensa mayoría
son visibles a cualquier hora del día. En el remate E. vemos un conjunto de 1,24 m. de anchura
por 1,57 m. de longitud formado por un motivo espiral central, de cuya espira externa parten
en todas direcciones líneas que concluyen en una corona de pequeños círculos (el menor mide
9 cms. de diámetro), combinaciones circulares y una espiral. La espiral central mide 36 cms. de
diámetro y es levógira de cuatro vueltas, mientras la del extremo inferior es también levógira,
pero de dos vueltas.

18.2. Comentarios.

Entre los recursos sintácticos de estos petroglifos de a Laxe das Cruces destaca
claramente como característica principal el modo de asociación a base de largas líneas que
vinculan una figura central grande con un conjunto de unidades circulares periféricas de
menor tamaño dispuestas en círculo alrededor, aunque de todos modos en el mismo
petroglifo existen conjuntos análogos pero de menor desarrollo (fig. 70). El modo de
asociación de combinaciones circulares mediante líneas es un modo muy común, pero lo que
ya no tiene paralelo en otras estaciones es el resultado estético de esas asociaciones,
planteadas a modo esteliforme, tal como se logra en A Laxe das Cruces. No sólo se sigue este
esquema con las espirales, sino también con combinaciones circulares comunes. Se trata pues
de un estilo propio privativo de esta estación. Sin embargo, a nuestro modo de ver, no deja de
constituir la plasmación del tema de la jerarquización gráfica que se aprecia en otros muchos
paneles con múltiples combinaciones circulares, y que como sabemos, se caracterizan por la
existencia en su centro, bien del panel, bien de un sector de este panel de una combinación
circular más grande y una periferia de unidades circulares de menor tamaño. Esta disposición
no es intencionada, sino el fruto de una evolución en el tiempo de la grabación de petroglifos.
En este petroglifo vemos también la concurrencia de gran cantidad de cuadrúpedos,
de los cuales son muy significativos la figuración de algunos cérvidos macho adultos.
Estilísticamente estos animales responden a varias concepciones artísticas. Los vemos desde
los realizados con vaciado del cuerpo, hasta los confeccionados con una o dos líneas, de
pequeño formato, y sin atributos que permitan esclarecer cuál es su especie y sexo. Además
estos últimos son los más difíciles de identificar a causa de mostrar surcos apenas perceptibles.
Pero si hacemos caso a los modos de figuración de las cuernas de los ciervos, veremos también
distintos estilos. Todos estos datos nos llevan a postular, que del mismo modo que debió
ocurrir con las combinaciones circulares, los zoomorfos son también el resultado de sucesivas
adiciones y no de un planteamiento previo. Asimismo observamos que las mejores
figuraciones zoomórficas se localizan en un extremo del panel, concretamente en el remate E.,
rodeando en arco las representaciones circulares, arco que podemos prolongar por el N.
donde fueron grabados un conjunto de pequeños cuadrúpedos. Los animales que fueron
realizados entre los círculos son de pequeño tamaño, y en su plasmación se ve una clara
intencionalidad de asociarlos a las combinaciones circulares ya preexistentes, de las cuales se
diferencian claramente en el modo de ejecución (grabado profundo para los círculos, y muy
88

somero para los zoomorfos). No obstante, el estilo de todos estos motivos es el estático, e
insistimos, respondiendo a multitud de cánones. Es de destacar que en este mismo panel, en el
extremo O., en la parte superior de la roca consta una escena de equitación (fig. 65). Cerrando
el panel por el E., vemos un pequeño animal sujeto mediante dos trazos por una
representación humana. Es difícil determinar que narra esta escena, pero probablemente se
trate de un tema relacionado con la conducción o domesticación de algún animal. Por último,
es también interesante el tema de los dos cérvidos afrontados que vemos en el borde E. del
citado panel, grabados en una superficie muy inclinada.

Fig. 71.- Ubicación de los petroglifos de Fentáns (Sacos, Cotobade).

19. FENTÁNS (SACOS, COTOBADE).

Fentáns es una aldea de la parroquia de San Xurxo de Sacos, perteneciente al


municipio de Cotobade que se encuentra en la margen derecha del Río Leres, precisamente en
un tramo cuya principal característica es su desplazamiento por un encajado cañón muy
profundo. Este lugar, con su vega agrícola y el monte comunal por encima no deja de ser la
89

continuación natural de Campolameiro, por lo que generalmente su estudio se emprende


desde la óptica territorial y no administrativa.
Este monte comunal es donde se sitúan los petroglifos que vamos a analizar a
continuación. Como se aprecia (fig. 71) en este lugar se han descubierto una gran cantidad de
petroglifos dispersos en una corta superficie, cuya inmensa mayoría se relaciona con una
amplia superficie aplanada denominada Chan do Rapadouro, muchos de los cuales han sido
grabados en las laderas y cimas de pequeños cotos rocosos. Se individualizan no obstante
hacia el O. la estación de O Coto da Braña, y hacia el E. los de A Costa da Quenlle. Los
petroglifos de esta área fueron publicados conjuntamente por A. Álvarez, si bien aún en años
sucesivos se encontraron algunos más. Uno de ellos precisamente es el denominado del
Monte das Ferraduras que estudiaremos a continuación. Solamente recordar que en esta área
se encuentran los célebres petroglifos de A Laxe dos Cebros y La Pedra das Ferraduras.

19.1. Monte das Ferraduras.

Este petroglifo ha sido recientemente publicado71, sin embargo no lo hemos podido


estudiar directamente a causa de encontrarse el lugar ocupado por una densa vegetación de
tojos, helechos y otro tipo de matorrales, todo ello bajo un monte de pinos y eucaliptos, por lo
cual probablemente esté soterrado bajo una capa de materia orgánica (fig. 72). En la
descripción por lo tanto seguiremos el plano y los datos de los autores de la publicación.
Según parece los grabados fueron realizados en dos afloramientos contiguos y bajos,
de tipo laja, cuyo conjunto mide 2,5 m. de longitud por 1,7 m. de anchura, situada en la
ruptura de pendiente, y a unos de 100 m. hacia el SE. de la Pedra das Ferraduras. Se compone,
por lo tanto de dos paneles.
El panel situado más al oeste está integrado por una figura cruciforme compuesta por
cuatro pequeñas combinaciones circulares con coviña central de las cuales parten
perpendicularmente los respectivos surcos de salida cruzándose. En el panel E. esta imagen
cruciforme vuelve a repetirse otras dos veces más, si bien con esquemas gráficos ligeramente
distintos. Así la nº. 2 la componen cuatro pequeñas combinaciones circulares de dos anillos y
con coviña central, unidos por los anillos externos que permanecen incompletos. En la otra
figura vemos que aquí son pequeños círculos cerrados, con coviña central, unidos por sus
respectivos surcos de salida, que en este caso parten de los anillos. Observamos además que a
uno de los círculos se le pensaba añadir un anillo externo, el cual, por lo que se ve, quedó
incompleto, pues incluso la profundidad del surco es menor. Volviendo a la figura nº. 2
comprobamos que un a esta figura se asocia un pequeño círculo no cerrado, de cuya coviña
central parte un surco de salida, que es el que realiza la citada vinculación. Junto a estas
figuras encontramos una pequeña espiral doble, una de dos vueltas, y la otra de sólo una, las
cuales a su vez se asocian con el anterior círculo. A la derecha de esta imagen vemos lo que
parecen ser los restos de una combinación circular, de la que se conserva el anillo interno,
parte del externo, la coviña central y un largo surco de salida. Por último, constan en este
panel las figuras de dos cuadrúpedos diseñados con un surco de sección muy débil, y cuya
adscripción (especie, sexo) no se puede precisar por faltarle elementos definitorios como cola,
u orejas y/o cornamenta.

71
Quintas González, F. y Espejo Guardiola, T. (2008).
90

Fig. 72.- Plano del petroglifo del Monte das Ferraduras según F. Quintas y T. Espejo

19.2. Outeiro da Mó.

Según parece la roca donde estaba grabado este panel fue utilizada hace ya muchos
años como cantera, quedando como registro de su existencia un plano realizado por R. Sobrino
para su Corpus (fig. 73)72.

Fig. 73.- Plano del petroglifo del Outeiro da Mó según R. Sobrino Buhigas.

72
Sobrino Buhigas, R. (1935:lam. XXIV, fig. 50); Álvarez Núñez, A. 1986:112).
91

Siguiendo el citado dibujo este panel, cuyas medidas desconocemos, estaba


compuesto por una variada gama de motivos. Vemos así dos unidades cruciformes formadas
ambas por cuatro círculos tangentes de distinta tipología, semejantes a algunos de los diseños
vistos en el panel anterior. Se destaca también una hilera de improntas de cuadrúpedo, más
bien bóvidos, que parece relacionada con un pequeño círculo de un anillo y coviña central.
Vemos también un motivo de doble roleo; dos combinaciones circulares de tres anillos, una de
ellas con surco de salida; y dos figuras espirales grandes, la una dextrógira junto y parece que
asociada a una de las combinaciones circulares, y la otra levógira. Por último debemos señalar
la asociación de un pequeño cuadrúpedo a una de las espirales, superponiéndose los surcos de
alguna de estas figuras, lo cual no aclaran los planos existentes.

19.3. A Portela das Rozas Vellas.

19.3.1. Descripción.

Este petroglifo se localiza en el punto más septentrional del paraje, precisamente


donde se cierra la citada Chan da Balboa, a los pies de una vertiente73. Lo encontramos en una
superficie rocosa compuesta por una gran laja continuada hacia el Sur., por una forma
redondeada y sobresaliente que desde el S., es decir desde la citada chan sobresale del suelo
unos 2 m. En esta roca los grabados se distribuyen en tres sectores. En la laja encontramos el
panel principal que describiremos a continuación más abajo. A unos 2 m. hacia el S. hay un
panel en una superficie inclinada donde constan cruciformes de diseño especial y
cuadrúpedos, y después, sobre la protuberancia, dos grandes combinaciones circulares.

Fig. 74.- Plano y perfil del sector septentrional de la estación de A Portela das Rozas Vellas.

73
Sobrino Buhigas, R. (1935: lam. 24); Álvarez Núñez, A. (1986:104).
92

La laja del sector Norte en lo que está descubierto a día de hoy (fig. 74) mide 4,4 m. de
anchura por 2,7 m., es de superficie plana, muy regular, y está levemente inclina 10,5° hacia el
S. y SE. aparece fisurada por multitud de diaclasas, la más importante, una vertical y central
que divide en dos partes la superficie visible. Para comprobar si en esta roca habría más
grabados, deberíamos de proceder a una limpieza en área que pusiera al descubierto las zonas
adyacentes.
Está integrado este petroglifo por motivos prehistóricos y otros que por su elaboración
con instrumento metálico son obviamente más recientes, aunque en estos casos, habría que
pensar en distintas etapas. No debemos tampoco descartar la posibilidad de que algunos de
los diseños que son tenidos por modernos, sean el resultado de un repaso de figuras más
antiguas, concretamente círculos u óvalos dotados con coviña central y surco de salida.
Excluyendo estos motivos, vemos dos figuras espirales, ambas dextrógiras, de tres
vueltas, con un desarrollo de la espira muy abierto, la nº. 3 de 41 cms. de diámetro, con un
surco de sección inferior a 35/3 y una coviña central de 45/5, y la nº. 4, de parecidas
dimensiones. Acompañan a estas figuras cuatro diseños de cuadrúpedos, todos de estilo
dinámico, y de pequeñas a medianas dimensiones. El nº. 1 mide 43 x 36 cms., y muestra surcos
de 25/3, mientras el nº. 6 mide 44 x 32 cms. y sus surcos son de 25/2. Este cuadrúpedo está
acompañado por un pequeño círculo con coviña central cuyo surco de salida invade
claramente el cuerpo del animal, superponiéndose al trazo que diseña su lomo.

Figs. 75 y 76.- Dos probables distintas versiones de la Portela das Rozas Vellas en el Corpus de R. Sobrino Buhigas.

19.3.2. Comentarios.

En esta misma zona de Fentáns se cita un petroglifo ya desaparecido conocido como


Coto da Casa da Vella, del cual se adjunta como ilustración un plano calcado del dibujo de R.
Sobrino Buhigas mostrado en las figuras 75 y 7674. Sin embargo si lo comparamos con el plano
que ahora aportamos (fig. 74), se ve fácilmente que se trata del mismo petroglifo. En este
sentido, creemos que el plano de la fig. 75, también autoría de R. Sobrino, se trata en realidad
de un apunte un tanto descuidado de este mismo panel, pues los parecidos son muchos.
Respecto al pequeño círculo cuyo surco de salida se superpone al cuadrúpedo nº. 6, no
viene sino a confirmar el hecho de que durante el Ciclo de los Cuadrúpedos del Arte Rupestre
Gallego se siguieron grabando petroglifos de combinaciones circulares, si bien ahora son
motivos de menor entidad, y además, la época de apogeo de los círculos había quedado ya
muy atrás75.

74
Álvarez Núñez, a. (1986:112; fig. 4).
75
Fernández Pintos, J. (1993:119).
93

76
Fig. 77.- Distribución de los petroglifos en el área de Caamaño (Porto do Son) .

20. BEIRA DA COSTA (CAAMAÑO, PORTO DO SON).

Este petroglifo se localiza en una ladera de la serranía que se levanta sobre la vega
agrícola de Caamaño (Porto do Son), en un contexto muy rico en grabados rupestres
(coordenadas: X=498.909,42; Y= 4.772.483,51)77. La zona se caracteriza por su naturaleza
eminentemente granítica, con numerosos afloramientos y muchas piedras de pequeño
tamaño sueltas semienterradas y dispersas por todo el paraje.
El panel lo encontramos en un conjunto rocoso de 4,9 m. por 6,1 m. compuesto por
tres rocas de tipo laja. Los grabados ocupan una superficie de por 3,7 m. de anchura por 4 m.
de longitud, la cual está levemente abombada, presentando una inclinación de 22°,
levantándose por lo tanto 1,3 m. respecto del suelo de la zona más baja.
En esta roca fueron grabadas 6 espirales (fig. 78, 3, 4, 7, 8, 9 y 11; fig. 79), cuatro
levógiras y dos dextrógira, de entre 3 y 4 vueltas. La nº. 8 es la más grande, de 34 cms. de
diámetro, con coviña central de 30/7, y un surco de 30/5, estando por lo tanto profundamente
grabada y siendo perceptible fácilmente a simple vista. La espiral nº. 3 es la más pequeña, de
19 cms. de diámetro con coviña central de 30/4 , y sección de 25/4, también visible sin mucho
esfuerzo. Esta espiral está en el interior de una figura casi cuadrada de 45 x 52 cms. (fig. 78Q,
2), con surcos de 40/4, dividida horizontalmente a la mitad mediante una línea. La última
vuelta de la pequeña espiral se superpone sobre esta línea intermedia del cuadrado. Destacan
asimismo las figuraciones de tres cuadrúpedos (fig. 78, 6, 12 y 13) todos ellos de categoría
estilizada, uno de estilo dinámico. En el centro del panel acompañando a la espiral nº 7 se

76
Este mapa es de valor orientativo. Ha sido confeccionado siguiendo los datos aportados por Fábregas Valcarce, R.;
Rodríguez Rellán, C. y Rodríguez Álvarez, E. (2008:194).
77
Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2015/12/petroglifos-beira-da-costa.html).
94

observa una acumulación de motivos donde constan pequeñas combinaciones circulares,


muchas coviñas de reducido tamaño, así como cruciformes y diseños atípicos. Los cruciformes
poseen un surco en U erosionado, pero de tendencia a ser profundo y de mayor reciedumbre.
Además dos de estas cruciformes están superpuestas a la espiral nº. 7 y al cuadrúpedo nº. 6.

Fig. 78.- Plano y perfil del petroglifo de Beira da Costa (Caamaño, Porto do Son).
95

Fig. 79.- Las espirales del petroglifo de Beira da Costa (Caamaño, Porto do Son) .

21. LAXE DAS RODAS (LOURO, MUROS).

Esta estación, la más septentrional de las gallegas con espirales, se encuentra en las
estribaciones de la serranía que por el N. cierra la vega de la parroquia de Louro (coordenadas:
493 604,63 – 4 735 138, 53), encontrándose por lo tanto muy cerca del mar y a 120 m. de
altitud (fig. 80). En realidad el lugar constituye una primera plataforma elevada que hacia el
interior da paso a alturas más elevadas (fig. 81). En las inmediaciones del petroglifo abundan
las rocas tipo laja, algunas a no más de 30 m. de distancia, de amplias dimensiones, pero que
sin embargo no fueron usadas para la confección de petroglifos.

Fig. 80.- Situación geográfica de la estación Laxe das Rodas (Louro, Muros).

Los grabados se asientan en una plataforma baja y horizontal (fig. 83) perteneciente a
un gran peñasco que visto por el O. tal como se accede al sitio presenta una altura de unos 6
m., siendo imponente su presencia al estar subiendo por la cuesta de acceso (fig. 82). Este
peñasco se levanta unos 2,5 m. por el E. sobre el panel donde están los grabados. En la
cumbre, el dicho peñasco muestra una fortísima erosión manifestándose en la acentuación de
96

las diaclasas, hasta separar una antigua y gran roca, actualmente en un conjunto de peñascos
coronados todos por grandes pilas naturales. Este peñascal se encuentra en la ruptura de
pendiente, al final de la cuesta, dominando los dos accesos naturales al sitio. Este lugar
además de rocoso, se caracteriza por la existencia de buenas áreas para pastizales, tal como lo
demuestra la existencia de fincas cerradas por tapias de piedras bajas.

Fig. 81.- Situación topográfica de la estación de A Laxe das Rodas (Louro, Muros).

Fig. 82.- Aspecto del peñasco visto por el E. al subir por la cuesta de acceso
97

Fig. 83.- Fotogrametría general de la Laxe das Rodas (Louro, Muros) visto desde el NO.

El panel ocupa una superficie subhorinzontal de forma romboidal de 3,8 m. de anchura


por 4,5 m. de longitud, formando parte del peñasco que se levanta por el S. La superficie
insculturada es bastante irregular por sus numerosas ondulaciones, muy fragmentada por
numerosas diaclasas que la recorren en todos los sentidos. De todos modos se puede observar
una tendencia a la inclinación hacia el NO. de14° (figs. 83 y 84).
En el extremo O., en un plano inclinado, fue grabada una figura de 87 cms. de anchura
por 1,2 m. de largo (figs. 85 y 86), compuesto por dos espirales, una, la mayor, de 77 x 70 cms.,
con coviña central de 40/6 y surcos con una sección de 35/4, de excelente factura, dextrógira,
de seis vueltas, con un surco de salida que corta todas las vueltas, y que tiene su continuidad
en la espiral situada por debajo de ésta. Esta espiral es más pequeña, de 43 x 38 cms., con
surcos de 30/3, levógira, de cinco vueltas, la cual también posee un surco de salida que corta
todas las espiras, y que concluye en una diaclasa. En el triángulo que conforma la unión de las
dos espirales, a la derecha vemos un apretado grupo de coviñas del tipo 25-35/3-4, delimitado
exteriormente por un trazo curvo de sección 40/2. Contorneando toda esta figura vemos una
línea continua de pequeñas coviñas de 35-40/4-6. Junto a esta composición se grabó un
pequeño conjunto de coviñas la mayor de las cuales de de 110/20, y al otro lado de la diaclasa
consta otra agrupación, siendo la más grande de 100/19.
A 70 cms. hacia el N. vemos un círculo de 28 cms. de diámetro con un único anillo de
sección de 30/2 y con una coviña central de 200/39.
En el sector N. del panel, en una zona de tendencia aplanada vemos una combinación
circular de 82 cms. de diámetro, de 4 anillos, con una coviña central de 220/52 y sección anular
que alcanzan los 60/9, poseyendo además un surco de salida grabado aprovechando una
diaclasa, y rematando en otra. El anillo exterior de esta figura está compuesta por una línea
ininterrumpida de coviñas del tipo 35/3-4. Junto a esta combinación circular vemos otra
98

mucho más pequeña, de 33 cms. de diámetro, de tres anillos con coviña central de 40/4, y
surcos de 35/2, de cuyo centro parte un surco de salida con dirección SE. que remata en una
pequeña pila de 25 x 40 x 3 cms., endorreica. Al lado de la combinación circular más grande
consta una agrupación de coviñas.

Fig. 84.- Plano y perfiles del petroglifo de A Laxe das Rodas (Louro, Muros).
99

Figs. 85 y 86.- Detalles (fotografía directa y fotogrametría) de la composición de espirales de la Laxe das Rodas (Louro, Muros).
100

En el sector NE. hay una combinación circular de 48 cms. de diámetro, con coviña
central de 230/58, y dos anillos de los cuales el externo más ancho (70/8), contando además
con un surco de salida que concluye en una diaclasa.
En el sector SE. hay una combinación circular de 41 cms. de diámetro, grabada sobre
un mamilo con adaptación absoluta, y junto a ésta una coviña cuadrada. En el centro del panel,
aún habremos de señalar la existencia de otras dos combinaciones circulares, una de 30 cms. y
otra de 20 cms. de diámetro respectivamente, ambas también manifestando ocupación
mamilar, absoluta en el primer caso. Y por último mencionar que en el conjunto del peñasco
constan aún varias coviñas más dispersas.

PARTE II
SISTEMATIZACIÓN

Como ha quedado patente el número de figuras de espirales en Galicia es muy bajo. En


total son 60 figuras repartidas en 38 paneles e incluidas en 26 estaciones. En consecuencia
salen a 1,6 figuras por panel, y a 2,3 por estación. De hecho son 19 los paneles donde consta
una sola espiral (50%). En el conjunto del Arte Rupestre Gallego, especialmente en
comparación con las representaciones de combinaciones circulares su proporción es ínfima,
probablemente en torno al 1 %. De estas proporciones se pueden extraer dos conclusiones:
a) La escasa incidencia en el Arte Rupestre Gallego de las espirales, muy por debajo
tanto de combinaciones circulares, zoomorfos e incluso armas, y no digamos coviñas.
b) El reducido impacto cultural en su difusión, pues como vemos, a diferencia de la
inmensa mayoría de los paneles donde hay círculos, las espirales apenas en algunos
casos se repiten en el mismo panel varias veces.
Podemos decir que son un motivo marginal, más raro aún que los petroglifos de
armas, y por lo tanto no caracterizan, ni al ciclo de las combinaciones circulares, ni siquiera son
representativos del Arte Rupestre Gallego tomado en su generalidad.
Desde un punto de vista morfológico podemos distinguir dos tipos de presentación: el
uno es una espiral simple, y la otra la configura un doble roleo, motivo excepcional que vemos
en tan sólo dos estaciones ubicadas en Fentáns.
Asimismo la inmensa mayoría de las espirales son motivos de dimensiones muy
limitadas. El espectro general se extiende entre los 15 cms. de diámetro mínimo, hasta los 83
cms. de medidas máximas. Sin embargo, el conjunto que mide entre 40 y 83 cms. de diámetro
está compuesto solamente por 7 unidades (14 %). El grupo que engloba los motivos entre 20 y
30 cms., es el mayoritario (46 %), y por último las menores de 20 cms. suponen el 10 % del
total.
Son por lo tanto motivos acusadamente de tendencia reducida. Ignoramos cuál es la
media de diámetros de las combinaciones circulares, pero sin lugar a dudas, si consultamos
catalogaciones, a simple vista podemos determinar que los motivos de más de 40 cms.
alcanzan una elevada proporción. Véase por ejemplo el caso de Champás 1.5 donde la inmensa
mayoría de las combinaciones circulares tienen diámetros superiores a los 40 cms., mientras
las dos únicas espirales que aquí constan no alcanzan esas dimensiones.
La diferencia con la técnica de ejecución de su trazado también presenta
particularidades. En líneas generales podemos decir que son de cuidada ejecución, con su
101

espira desenvolviéndose apretadamente, resultando figuras bastante regulares. Se salen de


esta presentación las dos espirales de A Portela das Rozas Vellas, con su espira muy abierta, y
de factura grosera. En su realización usualmente presentan un surco con secciones muy
someras, con frecuencia entre 20-30/1-3, lo cual contrasta con las secciones que ofrecen los
anillos de las combinaciones circulares, los cuales fácilmente ofrecen secciones superiores a los
40/4. Esta divergencia quizás sea causa del mismo desarrollo del motivo, el cual una vez
trazado con una línea o un picoteado previo impedía la elaboración de una espira de mayor
relevancia por la proximidad de sus vueltas, que de ampliarlas con percutores con una punta
ancha acabarían por juntarse e indiferenciarse. Hay no obstante casos de grabaciones
semejantes a las de las combinaciones circulares, como por ejemplo en A do Cándido, donde
alcanzan los 40-45/4-5, o en A Laxe das Cruces con secciones de 40/6 y 35-40/4. No son más
relevantes los surcos de las espirales de A Laxe das Rodas (35/4).
Hemos visto tanto espirales dextrógiras como levógiras. Unas comienzan con una
coviña central, a veces, en realidad un leve ensanche del surco, y suelen concluir de un modo
abierto, es decir, abandonando la ejecución de la espira en algún punto. Es posible que en
muchos casos la coviña central no sea sino un añadido posterior, principalmente cuando dicha
coviña es de grandes dimensiones. No obstante en varios casos, como por ejemplo en la Beira
da Costa el/los artista/s procedieron a cerrar la voluta sobre sí misma, con lo cual se obtenía
una figura cerrada parecida a las combinaciones circulares. Son muy raras las prolongaciones
de la última vuelta. Es también rara la participación de las combinaciones circulares en la
forma del trazado. Solamente en Champás 1.4 vemos una espiral desarrollarse a partir de un
pequeño círculo central. En El Pico do Facho 3.1 y Presa dos Novellos 1.2 constan además
diminutas espirales de una única vuelta. Por último cabe referir que los dobles roleos de los
petroglifos de Fentáns son de pequeño tamaño.
Las asociaciones de espirales entre sí o con otros diseños son asimismo una
circunstancia extremadamente infrecuente, e incluso, cuando se produce, sujeta a debate. En
el desarrollo de este tema debemos evitar las figuras en doble roleo, que en realidad parecen
ser un único motivo.
En Barrio Mergelina 2 de Santa Trega veíamos espirales asociadas a otras con uso de
un surco de salida, pero ya allí hemos discutido la naturaleza de estas líneas, las cuales muy
posiblemente son añadidos posteriores, tal como revela el detallado análisis artístico y técnico
de la relación de estas líneas con las espirales. A una conclusión parecida llegamos al estudiar
los casos de Pico do Facho 1.3 y las especiales asociaciones de A Laxe das Cruces. Hay sin
embargo asociaciones que merecen un comentario aparte.
En primer lugar es notable la gran figura de la Laxe das Rodas compuesta por una gran
espiral dextrógira asociada a una levógira más pequeña. Tal como las encontramos hoy en día,
es difícil decantarse por la posibilidad de que una sea añadida a la otra, o desde un primer
momento se diseñaran intencionadamente asociadas. Sin embargo el hecho de que las dos
espirales sean de diferente orientación, además de que entre ellas no haya un nexo claro,
como suele ser común en la asociación de espirales más allá de su tangencia, apuntan a dos
momentos de grabación. Pero una vez realizados estos dos diseños, en el espacio triangular
derecho entre las dos espirales se añadió un pequeño conjunto de coviñas delimitado por una
línea corta y curva. Este tipo de añadidos son muy comunes en petroglifos de combinaciones
circulares, mostrándose como un conjunto compacto de pequeñas coviñas situadas en algún
espacio triangular, por ejemplo el determinado por un surco de salida que parte
102

perpendicularmente respecto del último anillo, con frecuencia delimitado por un arco, como
en A Laxe das Rodas. Además el conjunto de espirales de esta estación se encuentra
circundado por una línea cerrada de pequeñas coviñas a modo de anillo general que engloba
tanto a las dos figuras espirales como al referido sector de coviñas. Es por lo tanto una adición
aún más tardía. Además vemos que la otra gran combinación circular de este panel también
está rodeada por un anillo de coviñas. Los anillos de coviñas no son muy comunes en el Arte
Rupestre Gallego, pero constan algunos casos. Respecto a los surcos de salida que atraviesan
estas figuras, seguimos inclinándonos por pensar que generalmente son realizados con
posterioridad. Si observamos con detenimiento el correspondiente a la espiral menor,
veremos que incluso fue grabado sobre una de las coviñas del anillo cupular externo.
En consecuencia en la composición de espirales de este panel de A Laxe das Rodas
apreciamos la existencia de múltiples fases de grabación, donde las influencias artísticas de las
combinaciones circulares se demuestra claramente, con la asociación de ambas espirales, pero
también con los añadidos, como el cuadrante de coviñas, el anillo cupular exterior y la labra de
surcos de salida.
De especial interés encontramos el petroglifo de A do Cándido. Primero hemos de
recordar que la espiral nº. 6 fue grabada a partir de un pequeño mamilo, rasgo típico en la
insculturación de las combinaciones circulares. Pero además, a él se asocia una combinación
circular. El estudio de los puntos de contacto entre ambos motivos ha revelado una
complicada ejecución. En primer lugar está muy claro que la última vuelta de la espiral es
posterior a la pequeña combinación circular, pues no vemos otra explicación para el amplio
arqueamiento planteado ante su presencia, por la última y la penúltima voluta. Pero además, a
la combinación circular se le intentó añadir un nuevo anillo, el cual quedó inconcluso, que tal
como se une con la espira es posterior a ésta. En consecuencia es posible que cuando se grabó
la pequeña combinación circular existiese ya una gran espiral en ese panel, pero de menor
tamaño. A continuación se prolongaría el trazado de la espira que al encontrase con el círculo
describiría una inhibición morfológica en su trayectoria. Por último, ya realizados ambos
motivos, se pretendió añadir un anillo más a la combinación circular, pero cuyo diseño no se
completó. En este sentido, tampoco debemos olvidar que la otra espiral, la nº. 8, por su zona
E. muestra un arco externo paralelo a la espira exterior, que llevaba intención de convertirse
en un anillo si se hubiese rematado.
Este modo procesual, donde se puede apreciar que una misma combinación circular,
tal como hoy la vemos, es el resultado de varias pulsaciones ya lo habíamos encontrado al
estudiar el petroglifo del Alargo dos Lobos (Amoedo, Pazos de Borbén)78, y por lo que vemos
no era una conducta excepcional. Es decir, los petroglifos no solamente son el resultado de la
adición sucesiva e inconexa de combinaciones circulares y otros motivos, o sujeto de
manipulaciones sintácticas añadiéndole líneas que ligan diseños79, o los completan, sino
también se podía producir la adición de elementos sintácticos a motivos anteriores, como
anillos, surcos de salida y coviñas, e incluso tampoco debemos excluir repicados posteriores a
su ejecución.
Un caso de considerable importancia y también muy curioso son las asociaciones que
nos ofrecen las espirales identificadas en la Laxe das Cruces de Tourón (Pontecaldelas).
Comprobamos en esta estación un tipo de vinculación genuina basada en la disposición

78
Fernández Pintos, J. (2013:44).
79
Fernández Pintos, J. (2015a:93 ss.).
103

periférica de una serie de pequeños círculos, generalmente de un solo anillo y coviña central
asociados mediante largas líneas con motivos circulares centrales, bien combinaciones
circulares, bien espirales. A nuestro entender este esquema imita los criterios de la
jerarquización gráfica observada en otros muchos petroglifos si bien siguiendo un indudable
programa estético muy particular, aunque también es cierto, muy parecido al que
encontramos en la combinación circular central del Outeiro dos Cabeiros 2 (Gargamala,
Mondariz) donde una serie de pequeños círculos se asocian por contacto a una gran
combinación circular central80. En los casos de la Laxe das Cruces de Tourón aunque no hay
diferencias técnicas entre las figuras centrales y las periféricas, posiblemente se trate también
de un tipo de asociación concretada obedeciendo a los criterios de la jerarquización gráfica y
también a los de concurrencia y emulación estilística.
Por último cabe señalar el caso de la gran espiral del Coto do Corno 1, donde vemos
una serie de figuras circulares de poca calidad estética asociadas a su espira externa. Estos
grabados contrastan con la gran relevancia visual de la dicha espira, y sin lugar a dudas se
realizaron siguiendo la norma de la jerarquización gráfica. Son por lo tanto un añadido
posterior.
En suma, si por una parte las espirales se diferencian iconográficamente de las
combinaciones circulares, en otro sentido comparten algunos de sus rasgos típicos, aunque
debemos admitirlo, de modo limitado. Coinciden con las combinaciones circulares en varios
paneles, pero su asociación solamente se concreta en no más de dos estaciones. Lo normal es
que aparezcan en el mismo panel apartadamente, o bien integren panel por sí mismas.
Iconográficamente en su representación la espira queda abierta, pero en algunos ejemplos hay
una intención clara de cerrarla. En numerosos casos fueron dotadas con surcos de salida, pero
da la impresión de que estos elementos sintácticos fueron añadidos con posterioridad, del
mismo modo que se realizó en otras combinaciones circulares. El surco de salida es un rasgo
típico de las combinaciones circulares, si bien, como se ha visto en algunos casos, hay
razonables dudas para creer que siempre fueran planificados conjuntamente. De hecho con
frecuencia se confunden con los petroglifos de líneas, añadidos con posterioridad, en
ocasiones con objeto de asociarlas a otros motivos, generalmente otras combinaciones
circulares. No obstante, este tipo de elementos no encajan bien con el diseño de las espirales,
pues el desarrollo de la espira hace difícil buscarle un acomodo gráfico lógico a los surcos de
salida. Podría estimarse que el punto desde donde debieran ser trazados los surcos de salida
fuese en el remate mismo de la última vuelta, pero la realidad nos muestra que su diseño se
origina con frecuencia desde cualquier punto, lo cual parece muy artificioso y nos remite a
aquellos surcos de salida de círculos en los que parece que su confección se realizó más tarde
pues contrastan técnicamente con el estilo de grabado de los anillos. Son además pocas las
espirales dotadas con este motivo.
En consecuencia hay razones de suficiente peso basadas en el análisis iconográfico que
apuntan a que las espirales, al margen de como llegaran a Galicia, parecen ser paralelas en el
tiempo a la insculturación de las combinaciones circulares. Sin embargo, su éxito fue muy
limitado, bien porque iconográficamente no respondían con exactitud a los requerimientos
simbólicos de las combinaciones circulares, o porque su desarrollo fue tardío, o simplemente
porque eran diseños culturalmente ajenos, llegados de lejos.

80
Fernández Pintos, J. (2016:fig. 28).
104

Hemos intentado aplicar criterios de estratigrafía horizontal para tratar de situar


relativamente en el tiempo a las espirales respecto de otros motivos, pero no hemos
encontrado ningún petroglifo en el que la aplicación de esta técnica fuese indiscutiblemente
válida. Solamente en uno de los paneles de Chã da Sobreira vemos una disposición periférica
de estos motivos respecto de un pseudolaberinto. También en Champás 1.5 da la impresión de
cierta perificidad en la disposición de las figuras espirales. La frecuente no asociación a
combinaciones circulares no es un criterio suficiente para establecer ningún tipo de
prevalencia cronológica.
Hay sin embargo un hecho que debe de ser analizado con sumo cuidado, y es éste su
distribución geográfica. En efecto observamos que es en el SO. de la provincia de Pontevedra,
por los municipios de Oia y A Guardia donde encontramos más ejemplos (fig. 120),
precisamente en un área donde escasean los petroglifos de combinaciones circulares. Fuera de
esta área las espirales no tuvieron especial fortuna en el restante territorio. Como veremos
más adelante el litoral de Oia es una de las zonas periféricas del Arte Rupestre Gallego. Sin
embargo, aún siendo ciertas estas reflexiones no acertamos a elucidar si implican algo
concreto en materia cultural y cronológica.
105

3
La espiral en los grabados rupestres portugueses y
en el Arte Esquemático peninsular.

En el capítulo precedente hemos examinado detalladamente las estaciones donde


constan figuras de espirales en Galicia. Ahora es necesario sistematizar el tema para alcanzar
una visión global teórica sobre el asunto. En el apartado anterior hemos expuesto todo lo que
pudimos extraer del estudio morfológico de estos motivos. Los pocos casos documentados no
nos han permitido extraer mejores conclusiones. Por su escasa cantidad y exiguo rendimiento,
no es raro que mentalmente comencemos por buscar explicaciones de mayor calado en áreas
geográficas cercanas. Y contamos con ellas, tanto a lo largo de Portugal, como en la Península
en el Arte Esquemático. Al correlacionar los petroglifos de espirales gallegos con los
portugueses hemos podido observar que en realidad integran una red territorial continua
desde el N. de Galicia hasta el Guadiana. Ante este panorama, ¿geográficamente dónde
habríamos de situar los límites del estudio?; ¿sería lícito hablar de dos dominios artísticos en
función del tipo de soporte utilizado, granitos o rocas metamórficas? Al proceder al estudio
detenido de los grabados rupestres del Occidente Peninsular apreciamos que en realidad las
figuraciones de espirales forman un continuo territorial siendo escasas en todas partes, y en su
planteamiento plástico no hay diferencias tangibles entre las gallegas y las del Vale do Tejo, a
no ser el menor tamaño de éstas, y el aspecto final al ser insculpidas en distintos tipos de
rocas. Los autores portugueses se refieren a ellas como de influencia atlántica, llegadas
conjuntamente con las pocas combinaciones circulares que constan por el centro y sur de
Portugal, pero insistimos, en Galicia también son raras, y ya veremos que también lo son en las
Islas Británicas. En consecuencia el estudio de los petroglifos de espirales portugueses no se
puede deslindar de los gallegos, al menos ya de entrada.
Respecto a la pintura rupestre, las representaciones de espirales son todavía más
raras, y también se tratan de explicar por la influencia atlántica, pero curiosamente en su
presentación constan rasgos estéticos que permiten hablar de dataciones más precisas. Y por
último, obviamente no podemos pasar por alto los varios petroglifos con espirales que se han
documentado en el área mediterránea peninsular, y que poseen su propia problemática.
En suma, el objetivo en estos momentos es presentar los homólogos peninsulares,
tanto en forma de grabados rupestres como de pinturas parietales pertenecientes al Arte
Esquemático Peninsular. Creemos que éste es por ahora el mejor método que podemos seguir,
pues sería irreal hablar de las espirales gallegas sin hacer referencia a las de Portugal, pues tal
como acabamos de referenciar, no dejan de ser una continuación de los grabados rupestres
hacia el sur por la fachada atlántica peninsular, o viceversa, hacia el norte. Una vez
comprendida esta obvia necesidad se presenta asimismo imprescindible un estudio aunque
sea mínimo de los casos conocidos aparecidos en el ámbito del Arte Esquemático pues incluso
se manejan para muchos de estos motivos cronologías semejantes a las de los petroglifos.
106

Fig. 87.- Dispersión de los petroglifos con espirales en Portugal.

.
107

Fig. 88.- Plano de Chã da Sobreda (Podame, Monção). Reconstrucción aproximada a partir de los datos ofrecidos por A. Maia Marques.
108

1. PETROGLIFOS DE ESPIRALES EN PORTUGAL.

Comenzando por el norte por la margen derecha del río Miño, los primeros petroglifos
con espirales conocidos hasta la fecha se localizan en el área de Monção, concretamente en el
paraje conocido de Chã da Sobreira (fig. 88), área de serranía que se levanta sobre la feligresía
de Podame. Esta estación está integrada por varios paneles, en dos de los cuales se localizaron
espirales. De entre ellos destaca el panel 1.1, donde a una figura laberintiforme muy compleja
la rodean varias pequeñas espirales81. Más recientemente se localizó en las proximidades de
éste otro panel donde consta una única espiral (Chã da Sobreira 5.1)82.

Fig. 89.- Plano y perfiles de São Tomé 3

81
Maia Marques, A. (1986).
82
Información señalada en el CVARN.
109

En el arranque de la ladera nororiental que configura el Monte Faro (Valença) se


encuentra la estación de São Tomé, en cuyo panel 3 se detectó la existencia de figuras
espiraliformes (fig. 89). Se sitúa en una roca baja tipo laja, inclinada 6° hacia el S. En total mide
1,95 m. de anchura por 3,1 m. de longitud. Sobre su superficie se insculpieron tres o cuatro
figuras en forma de espiral de doble desarrollo. En realidad, la más situada al norte está muy
erosionada y no podemos precisar si en realidad se trata de este tipo o corresponde a otra
clase de motivo circular. Para L. Bacelar, sí se trata de un diseño semejante a los otros. No son
figuras muy grandes (entre 20 y 27 cms. de diámetro), y presentan surcos del tipo 20-25/2. En
el centro del panel se aprecia la existencia de una agrupación informe de líneas, acompañadas
por cuatro coviñas, siendo la más pequeña de 50/8 y la mayor de 60,100/10. Sobre la más
situada al norte fue grabada un motivo cruciforme de 11 por 21 cms. con una sección de 25/4,
antigua, pero aparentemente realizada con un instrumento de punta metálica83; en realidad
no conocemos paralelos, y solamente una de las figuras de Pozo Ventura (Poio, Pontevedra)84,
sería equiparable, aunque le separan notables diferencias.

Fig. 90.- La Laje das Fogaças con señalización de las espirales identificadas en ese panel.

83
Bacelar Alves, A. (2017:62 y fig. 15.2).
84
Sartal Lorenzo, M. A. (1999).
110

Siguiendo el curso izquierdo del Miño, antes de su desembocadura encontramos la


estación de Lanhelas (Caminha) donde destaca la Laje das Fogaças85 (fig. 90). Según algunos
autores en este panel hay tres espirales, aunque nosotros solamente hemos identificado
claramente dos, siendo otra figura circular muy dudosa. La Laje das Fogaças es un enorme
peñasco de 11,80 m. de anchura por 14 m. de longitud con una vertiente de entre 10° (en la
parte superior y 24° en su remate inferior, orientada hacia el SO., cuyo terreno es continuado
por una vaguada con lo cual por este lado ofrece un aspecto espectacular, mientras por el N.
se sitúa a ras de suelo. En este panel consta una gran cantidad de motivos, si bien predominan
los círculos segmentados en cuadrantes. Destacan en la parte superior del panel un gran
cuadrúpedo de 92 x 87 cms. al cual se superpone una líneas ondulante de 4,5 m. de longitud.
En la parte inferior del panel consta una figura ovalada dividida en multitud de celdas. En el
centro del panel vemos dos figuras espirales, la mayor, y la más clara levógira de cuatro
vueltas.
Hacia el interior del territorio, en Ponte da Barca, en la feligresía de Britelo, en una
plataforma de una pequeña serranía al sur del río Lima se localiza la estación de Chã da
Rapada86 (fig. 91), constituida por 12 rocas grabadas, en una de las cuales se diseñó una espiral
levógira inserta en un círculo cerrado, de 28 cms. de diámetro, al que se asocia mediante un
trazo una figura subrectangular segmentada. La principal característica iconográfica de esta
estación es que esta espiral es el único motivo que podemos considerar prehistórico, pues los
restantes, fundamentalmente cuadrados segmentados y cruciformes, difícilmente pueden
escapar a la cronología medieval o incluso moderna.

Fig. 91.- Plano y detalle del petroglifo de Chã da Rapada (según A.Martíns).

Volviendo al litoral y siguiendo la costa atlántica en dirección a Viana do Castelo


encontramos la Laje da Churra (Paçô, Carreço, Viana do Castelo), impresionante panel con
cientos de figuras grabadas, donde apenas se ha distinguido una combinación circular, se

85
Información señalada en el CVARN
86
Martíns, A. (2006).
111

localizaron tres espirales de trazado muy sencillo (fig. 92)87. En líneas generales los diseños
representados en esta estación aparte de las espirales referidas, son motivos que en Galicia
están siendo datados tardíamente, esto es, coviñas88, círculos segmentados, cuadrúpedos89 y
tableros de juego reticulados90. En ocasiones como en el caso de los reticulados y las coviñas
con cronologías enclavadas durante época castreña y muy probablemente en momentos
posteriores al Cambio de Era. Un estudio de la posición de estas espirales en el panel nos
revela estar en un caso rodeadas de círculos segmentados, y en otro caso aparece junto a
composiciones de coviñas y líneas, y en otro caso junto a diseños no bien especificados. Pero
por lo que se ve ninguna de estas espirales se asocian fehacientemente con otros motivos.

Fig. 92.- Aspecto parcial de la Laje da Churra, destacando dos de las esprales.

La estación de Breia91 se localiza a unos 5 kms. hacia el NE. de Viana do Castelo, en un


punto bajo (40 m. de altitud) de la ladera del Monte de San Silvestre (282 m. s. n. m.), y sobre
el apretado cauce del río Nogueira. En líneas generales geográficamente se localiza sobre un
valle fluvial interior separado de la costa atlántica por una serranía de baja cota. En esta zona
se localizaron varios paneles, de los cuales el que más nos interesa es el nº 1 (fig. 93).

87
Castanheira Santos, F. (2014).
88
Fernández Pintos, J. (2015a: 155-175; 2017:163-168 y 200-205).
89
Fernández Pintos, J. (2015a:262-273).
90
Fernández Pintos, J. (2017).
91
Bettencourt, A.M.S. (2013).
112

Fig. 93.- Estación de Breia 1 según A. M. S. Bettencourt. En el recuadro la figuración de la espiral (según A.M.S. Bettencourt).
113

Consiste éste en un conjunto dividido en varios paneles donde hemos contado hasta
45 combinaciones circulares, algunas de ellas asociadas bien mediante líneas, bien por
detrimento superficial. También consta una combinación circular asociada a un reticulado
irregular que nos recuerda mucho a las composiciones Carreira92. En la periferia de algunos de
los conjuntos de combinaciones circulares, se han identificado cuadrúpedos de estilo
esquemático, algunos de ellos montados y otros con larga cola, de donde se deduce que son
caballos. De este modo se confirma la posterioridad cronológica de este tipo de cuadrúpedos,
tal como ya habíamos señalado hace ya tiempo para los “bidimensionales” propios de Galicia.

93
Fig. 94.- Plano de la Laje dos Sinais .

92
Fernández Pintos, J. (2015a:41-47).
93
Plano tomado de Aluai Sampaio, H. y Bettencourt, A.M.S. (2017) y ligeramente modificado.
114

Pero lo que nos interesa ahora es la presencia de algunas espirales, según se señala
bibliográficamente y se ve en algunas fotografías, pero a juzgar por el plano que se viene
manejando, solamente hemos identificado una, de cinco vueltas y dirección levógira, con
coviña central, en la proximidad de otras combinaciones circulares, pero a las que no parece
asociarse.
En la cuenca del Río Cávado a unos 6 kms. al sur de Barcelos se sitúa la Laje dos Sinais
(fig. 94) 94, petroglifo conocido desde hace ya tiempo95, pero con novedades publicadas
recientemente, pues gracias a una limpieza de la superficie se ha exhumado un nuevo panel
(panel nº. 4)96, muy interesante para nuestros propósitos. Se encuentra a 150 m. de altitud, en
un punto bajo de la ladera septentrional de una serranía (Monte de Fralães) cuya máxima cota
se eleva a los 307 m., y adyacente a una gran vega agrícola extendida hacia los 115 m. de
altura sobre el nivel del mar. Los grabados se extienden por una superficie aplanada que
apenas sobre sale del suelo actual, de3 6,5 m. por 5,7 m., partida por la mitad por una
profunda y amplia diaclasa. Está integrado por medio centenar de combinaciones circulares y
una figura espiral. En este conjunto de grabados es de destacar la repetición de hasta tres
veces de una composición en la que intervienen cinco combinaciones circulares, en la que en
torno a una unidad circular más grande, se disponen asociadas y en rigurosa formación
cruciforme otras cuatro combinaciones circulares asociadas con detrimento de superficie.
Consta además una esvástica inscrita en un círculo. En el panel nº. 4 vemos una figura espiral
de 3 vueltas y orientación levógira, cuyo tramo final de la espira concluye en una corta línea
que se asocia a un círculo con gran coviña central.

97
Fig. 95.- Fotografía del panel São Romão 5 .

94
Aluai Sampaio, H. y Bettencourt, A.M.S. (2017).
95
Cardozo, M. (1951).
96
Coimbra, F. A. (2001 y 2004).
97
Fotografía tomada de http://www.obiut.org/cvarn/imagens/i_363_02.jpg
115

Al Este de Braga y NE. de Guimarães, entre el río Cávado al Norte y el Ave al Sur, se
levanta una serranía cuya máxima altitud ronda los 560 m., dirigida hacia el NE. hacia la Serra
da Cabreira donde se llegan a alcanzar los 1.261 m. La célebre Citânia de Briteiros, o mejor el
Monte de São Romão, donde se han localizado grabados rupestres, integra una plataforma
que se dirige hacia el sur a 336 m. de altitud dominando la amplia vega de Briteiros situada
ésta a unos 130 m. de altura. Los petroglifos se encuentran dentro del recinto de la célebre
Citânia (fig. 95), y otro, el más sur de (Penedo dos Sinais), más importante, extramuros del
poblado en la ladera que cae sobre el valle (fig. 96).

Fig. 96.- Plano de la Pedra dos Sinais 2, destacando la presencia de la espiral (según D. D. F. Cardoso).
116

En el interior del recinto castreño, se han localizado una serie de petroglifos, la


inmensa mayoría de escasa entidad, donde se ha detectado la presencia de espirales. En total
se han identificado 11 paneles, de los cuales, en uno aparece una sencilla espiral (São Romão
2) y en el otro dos espirales asociadas geométricamente en forma de “S” (São Romão 5; fig.
95), integrando una única figura (un roleo). Se trata de una roca baja, tipo laja, de superficie
superior aplanada de 90 x 65 cms., donde se ve una doble espiral de 23 x 11 cms. hallándose el
grabado en muy buenas condiciones98. Lo curioso de esta figura es que fue grabada delante de
la entrada de una vivienda a escasos metros, en una laja natural de las allí existentes.
La otra estación presente en este monte es la conocida como Penedo dos Sinais (fig.
99
96) , que como hemos adelantado está en la parte superior de la vertiente serrana, casi bajo
los muros del castro. Se compone de dos grandes paneles, donde se aprecia la existencia de
numerosas combinaciones circulares, en total 34 unidades, de la cuales una es una figura
espiraliforme. Hay también una figura rectangular segmentada. Se encuentra aquélla en el
panel nº. 2, de 1,40 m por 1,35 m., de tendencia general aplanado. Constan aquí dispersas por
su superficie 7 combinaciones circulares de distinto tamaño, entre las cuales destaca una
cuyos anillos exteriores se resuelven gráficamente en forma de espiral, concluyendo en el
centro con un pequeño círculo con su coviña central. Este diseño ocupa una posición central
en el panel, y de hecho, por la parte superior vemos que se grabaron varias combinaciones
circulares que se conectan con ella a través de surcos de salida. También desde la coviña
central de la espiral parte un largo surco de salida, describiendo algunas ondulaciones, y
concluyendo en otra combinación circular.

100
Fig. 97.- Petroglifo con figuración de espiral en Castroeiro 2 (Mondim de Basto) .

98
Cardoso, D. D. F. (2014), citado no CVARN.
99
Valdez Tullet, J. y Oliveira, L. (2005).
100
Plano tomado de CVARN; Ficha Castroeiro 15.
117

En el municipio montañoso de Mondim de Basto, en la serranía prelitoral se encuentra


la estación de Castroeiro cuyos paneles coinciden con un emplazamiento castreño. En su panel
nº. 2 (fig. 97) observamos una gran espiral junto a otros círculos menores, todo ello rodeado
por una línea que describe un gran óvalo de tendencia cerrada, y que parece bordear la forma
protuberante que conforma la superficie superior del peñasco. En las descripciones
bibliográficas de esta estación se menciona la existencia una espiral que debe ser la que se ve
en el plano adjuntado101. Es obligado añadir que en esta estación se localizaron múltiples
paneles con coviñas y combinaciones circulares102.

Fig. 98.- Plano y detalle de la Roca nº. 3 de la Bouça da Cova da Moura (según A. M. S. Bettencourt et alii, 2012).

101
Pereira Dinis, A. y Bettencourt, A. M. S. (2009).
102
Véanse fichas de Castroeiro en CVARN (http://www.obiut.org/cvarn/catalogo.html).
118

Cerca de Porto, en el lugar de Ardegães, de la parroquia de Águas Santas, municipio de


Maia, se ha documentado la existencia de una espiral en la Roca nº. 3 en la estación de A
Bouça da Cova da Moura103. Como sabemos de esta estación proviene la célebre Pedra
Partida de Ardegães. Este petroglifo consiste en una tupida retícula irregular, muchas de cuyas
cuadrículas muestran una coviña central, englobando además en su desarrollo varias
combinaciones circulares. Se localizaron aún otros varios paneles con figuras circulares
segmentadas, así como diseños cuadrados parecidos a tableros de alquerque de nueve. El
petroglifo que ahora nos interesa es sin embargo la denominada roca nº. 3 (fig. 98) que
consiste en una figura reticular semejante a la anterior pero mucho más estrecha y de
desarrollo longitudinal. En uno de los extremos vemos una figura espiral, que sin embargo no
se asocia claramente al citado cuadriculado.

104
Fig. 99.- Plano del panel nº. 1 de Monte Eiró 1 .

A escasos kilómetros al E. de la anterior, pero ya en la ladera de la Sierra de


Montedeiras la cual cierra la cuenca del rio Duero por el Norte se sitúa la importante estación
de Monte Eiró (Penhalonga, Marco de Canaveses)105. Este conjunto rupestre está integrado
por 18 paneles articulados en 5 complejos dispersos por un pequeño espolón de la ladera de la
serranía ya referida. La roca base es el granito de dos micas. Encontramos aquí motivos
reticulados regulares, parecidos a los estudiados en el SO. de Galicia y la región minhota, y que
como sabemos son tableros de juego106. Incluso se menciona un pseudolaberinto. Pero los
motivos dominantes son las espirales y las líneas ondulantes. Ambos diseños pueden aparecer
por separado, pero es su combinación lo que caracteriza a esta estación. En efecto, el remate
exterior de la espira se resuelve en una larga línea muy sinuosa describiendo una trayectoria
interna que va y vuelve, una y otra vez, con curvas, bruscas ondulaciones y quiebros angulares,
que normalmente cubren una superficie corta próxima a la espiral de la que ha partido, o bien

103
Bettencourt, A. M. S., Bacelar Alves, L., Ribeiro, A. T. y Menezes, R. T. (2012).
104
Plano segundo Vitorino, P. publicado por Sousa, L. (2015:12).
105
Sousa, L. (2015).
106
Fernández Pintos, J. (2017).
119

un área de presentación longitudinal (fig. 99). No se puede hablar de horror vacui porque
amplias áreas de la roca quedan sin grabar, e incluso la trama descrita por la prolongación
caprichosa se ve bien que no tiene tal vocación.
Al Este de Aveiro se extiende un área de carácter montañoso compartimentado. En
una de estas serranías, la Serra de Arada (con cotas superiores a los 1.000 m. de altitud), en su
vertiente SE. dominando el valle de Carvalhais (San Pedro do Sul) se encuentra la estación de
Castro de Cárcoda. Tal como su nombre lo indica, se trata de un emplazamiento de la Edad
del Hierro, en cuyo recinto se han encontrado varios paneles con grabados rupestres,
dieciocho en el interior y cinco en el exterior. Según las informaciones de que disponemos,
compositivamente dominan los petroglifos de coviñas, pero en varias de estas rocas
aparecieron además de algunas combinaciones circulares varias espirales107.

Fig. 100.- Plano del petroglifo según L. B. Alves (2003).

Al S. de Porto y del Douro y al norte de la cuenca de Viseu se levanta a escasa distancia


del mar una amplia zona de serranías, localizándose en el extremo septentrional la Serra de
Montemuro (1.382 m.) delimitada por el sur por el río Paiva, a continuación la Serra de Arestal
(1.077 m.), contorneada por el sur por el río Vouga, y por último hacia el S. la Serra do
Caramulo (1.071 m.) que es separada por el Mondego de la Serra da Estrela. En esta área se
han localizado los siguientes dos petroglifos.

107
CVARN.
120

Uno de los más importantes es el Forno dos Mouros (Silva Escura, Sever de Vouga,
Aveiro) (fig. 100 y 101). Se encuentra este petroglifo en un gran peñasco sobresaliente,
aplanado, de 5 m. por 2 m., que además cubre un pequeño abrigo, en la ladera occidental de la
Serra dos Salgueiros, brazo de la Serra do Arestal a unos 720 m. de altitud. El petroglifo se
compone de combinaciones circulares, varias espirales, líneas, coviñas, y lo que parece ser un
reticulado semejante a los tableros de juego tan abundantes en el SO. de Galicia y N. de
Portugal, pero por lo que vemos en el material arqueológico publicado respecto de este
petroglifo, su regularidad se ceñiría solamente a su forma cuadrada, mientras las retículas no
presentarían un orden bien definido. También hay algunas aisladas. Constan unas 16
combinaciones circulares de variadas formas, desde las más sencillas, hasta las de varios
anillos, pasando por los círculos con coviña central.

F
108
Fig. 101.- El Forno dos Mouros (Silva Escura, Sever de Vouga, Aveiro) .

Además en este petroglifo se cuentan 8 espirales de distinto tamaño y orientación, en


varias ocasiones asociadas entre sí, mediante cortos trazos o por contacto. Destaca asimismo
una larga y profunda línea que recorre longitudinalmente el panel, y por lo que vemos, en su
recorrido se superpone a una espiral y concluye en otra. De todos modos, tanto de espirales
como de círculos salen trazos que asocian estos motivos con la dicha línea, y también entre sí.
Un estudio pormenorizado del panel nos revela que según parece, y desde un punto de vista
teórico, los reticulados semejan ser de los motivos más antiguos, pues sobre ellos se
superponen una espiral y varios círculos, así como la línea central. Las figuras de espirales
parecen concentrarse mayoritariamente en un mismo sector, entre las cuales, y en su periferia
hay pequeñas combinaciones circulares. De hecho las figuras más grandes de este panel son
las espirales.

108
Fotografía tomada del Corpus Virtual de Arte Rupestre (CVARN)
121

En el Vale de Cambra
se conocen dos petrogifos con
figuraciones espiraliformes. El
del Outeiro dos Riscos 2
(Cepelos, Vale de Cambra) (fig.
102)109 presenta una sencilla
factura a base de una espiral
de dos vueltas rodeando una
coviña central. Mediante dos
líneas se asocia a una especie
de reticulado irregular de
grandes cuadrículas del cual
parte a su vez otra línea que
concluye en una diaclasa. La
diferencia de factura de las
líneas del reticulado así como
Fig. 102.- Petroglifo del Outeiro dos Riscos 2. el modo de vinculación a la
espiral permiten pensar en una
anterioridad cronológica de ésta última.

110
Fig. 103.- La Pedra dos Pratos (Castro Daire, Viseu) .

109
CVARN.
110
Plano tomado de Tomás Santos, A. (2000).
122

Las siguientes tres estaciones se encuentran en las estribaciones serranas que cierran
por el norte la cuenca Viseu. En Castro Daire, en las cercanías de Viseu se encuentra la Pedra
dos Pratos (fig. 103)111. Integra este petroglifo una gran cantidad de espirales: sobre 16
unidades. Por el momento es el panel con mayor cantidad de figuraciones de espirales que
conocemos. Éstas son en líneas generales de pequeño tamaño, dispuestas apretadamente en
el campo insculpido, algunas incluso conectadas mediante trazos. Se aprecia no obstante una
cierta jerarquización gráfica, pues hacia el sur, en una posición completamente periférica se
encuentran varias espirales de menor tamaño, y de peor elaboración.
En la estación de Santa Bárbara se ha documentado la existencia de tres rocas donde
en cada una de ellas se grabó una espiral de pequeño formato, una de las cuales tiene la espira
prolongada112. Otra muy conocida estación del área de Viseu es la Pedra da Cobra Moira, en
uno de cuyos paneles se observa una espiral cuya última vuelta se resuelve a modo de
laberinto (fig. 104). En esta misma estación se han descrito otras dos rocas con un motivo
semejante al anterior y dos espirales. Una de estas figuras tiene asociado una figura reticulada
cuadrangular y regular, la cual parece infrapuesta113.

114
Fig. 104.- Pedra da Cobra Moira (Lufinha)

Aún en esta comarca los varios autores que se ocuparon de los grabados rupestres de
la Beira Alta señalan petroglifos con espirales en la Sierra de Arada y en Nª. Sª da Guía115.

111
Santos, A. T. (2000).
112
Tavares da Silva, C., Inês Vaz, J. L y Pedro, I. (1997).
113
Tomás Santos, A. (2009).
114
Fotografía tomada de https://reydekish.com/2015/07/27/laberintos-ancestrales/
115
Tomás Santos, A. T. (2009).
123

Dejamos ahora nuestro viaje hacia el Sur para dirigir nuestra mirada hacia el E. de
Tras-os-Montes, al planalto de Miranda do Douro, muy cerca de la Meseta, y donde se
encuentra la estación de As Fragas da Lapa116. Se trata de un abrigo rupestre abierto en
pizarras donde se han identificado un conjunto de cinco paneles con petroglifos.
Esencialmente dominan las líneas meandriformes retorcidas que en dos ocasiones rodean una
figura central cuadrada segmentada a modo de tablero de juego del tipo alquerque de tres o
tres en raya. En uno de estos paneles se observa una figura espiral de pequeñas dimensiones
de tan sólo dos vueltas con prolongación de la última espira convirtiéndose en una forma
circular, a modo de roleo. En este abrigo se han realizado excavaciones de donde ha resultado
el hallazgo de una pequeña plataforma artificial situada a su puerta, y donde se recuperó
material arqueológico (equipos de molienda, artefactos líticos, y algunos restos cerámicos),
pero también lo que parecen ser restos de combustión. A partir de estos datos M. J. Sanches
propugna un uso ritual de este lugar.
Retomando ahora nuestro viaje hacia el sur de Portugal debemos detenernos en la
Serra do Açor, unidad insertada en el ramal luso de la Cordillera Central de la Península Ibérica
que en esta área adopta una orientación NE.-SO. separando la Beira Alta al Norte de la Beira
Baixa al Sur. En esta vasta región montañosa encontramos al norte la Serra da Estrela con
altitudes que superan los 1.900 m., a continuación la Serra do Açor con picos de gran elevación
pero más moderados, alcanzando los 1.200-1.400 m.de altitud en su mitad SO. y a
continuación la Serra de Lousã, que como mucho apenas sobrepasa en algunos lugares los
1.200 m. de altitud. Las corrientes fluviales de esta comarca (Mondego, Alva y Zézere) recorren
profundos valles separando los cordales serranos.

Fig. 105.- Plano del panel nº. 2 de la Encosta da Pedra Negra (según A. T. Santos y M. Baptista, 2011)

En el extremo NE.de esta cordillera, donde el territorio da paso a la Serra da Estrela se


ha localizado un nutrido grupo de petroglifos, realizados sobre pizarras y localizados a notable
altitud, la inmensa mayoría por encima de la cota de los 1.200 m. Los paneles presentan
además de cruciformes antropomorfos, podomorfos, conjuntos de círculos simples y también

116
Sanches, M. J. (1986).
124

figuras espiraliformes en varias rocas de las estaciones de A Encosta da Pedra Negra, Fraga do
Colado y Lajeira do Freixeiro117. Curiosamente de los 10 conjuntos documentados, las
espirales solamente constan en estas tres estaciones, que además están muy próximas una a la
otra. En la iconografía de las espirales se observa una cierta tendencia a complementarse con
líneas ondulantes. Este tipo de líneas pueden aparecer solas, sin asociarse a otros motivos,
pero cuando las vemos vinculadas a las espirales se presentan como una continuación de la
última espira. Pueden entonces adoptar tres tipos de trazado ondulado: en unos casos la línea
sinuosa envuelve a la misma espiral, pues en su evolución tiende a rodearla a corta distancia
(fig. 105); en otros casos, la línea estira su ondulamiento en una única dirección alejándose de
la espiral (fig. 106), y por último, vemos también que en un caso el ondulamiento aunque es
lineal, es de amplio y apretado diseño (fig. 107). Constan también espirales sencillas sin
asociación a otros motivos.

Fig. 106.- Roca nº. 4 de Fraga do Colado (según A. T. Santos y M. Baptista, 2011).

Fig. 107.- Petroglifo de A Lajeira do Freixeiro (según a. T. Santos y M. Baptista, 2011).

117
Santos, A. T y Baptista, M. (2011).
125

Al sur de la Serra de Lousã y separadas por el curso del río Zézere, se encuentran una
serie de unidades serranas mucho más bajas, siendo la más occidental la Serra de Alvelos
(1.084 m. de altitud). En el área perteneciente al municipio de Sertã se ha identificado la
estación de A Lajeira, a 900 m. de altitud, y a unos 600 m. hacia el E. de la aldea de Relvas (770
m. s. n. m.) en la ladera NE. de la citada serranía, y por lo tanto muy cerca de la línea de
cumbres. La mencionada estación la compone una gran losa de pizarra ligeramente inclinada,
donde además de otros motivos se localizaron combinaciones circulares y algunas espirales.
Por lo que se ve, estos diseños se presentan sobre la roca sin que medie entre ellos ningún tipo
de vínculo gráfico (fig. 108).

118
Fig. 108.- Petroglifo de A Lajeira (Sertã). En el recuadro, una de las espirales .

Una importante área de concentración de grabados rupestres lo constituye el Vale do


Tejo a su paso por el S. de la Beira Alta, de la cual señala su límite administrativo meridional, y
siempre en territorio portugués. Dada la importancia de este núcleo para el tema que estamos
desarrollando, vamos a detenernos en su descripción.
El conjunto principal de rocas decoradas que caracterizan el Arte Rupestre del Vale do
Tejo se localiza en un segmento de 34 kms. Desde la desembocadura del Ocresa hasta el
embalse de Cedillo. Sin embargo en este conjunto se incluyen 4 estaciones más en Herrera de
Alcántara, a 13 kms. río arriba, e incluso más lejos, a orilla del Erjes, que desemboca a 30 kms.
más arriba, y siguiendo este río hacia el norte a 17 kms. más en la confluencia del Río Lobo.
También se han señalado algunas estaciones más en el Río Sever, que desemboca en el citado
embalse de Cedillo, en la confluencia con el Alburrel a 20 kms. hacia el S. Pero incluso se han
incluido en este estilo los petroglifos localizados a unos 50 kms. hacia el NO., a orillas del
118
Fotografías tomadas de http://www.patrimoniocultural.gov.pt/pt/patrimonio/patrimonio-imovel/pesquisa-do-
patrimonio/classificado-ou-em-vias-de-classificacao/geral/view/155889
126

Zézere. No obstante el núcleo principal tampoco lo encontramos concentrado. Por ejemplo


entre Fratel y Cachão do Algarve hay 13 kms. de distancia, e internamente, en cada una de
estas zonas o estaciones, los paneles se extienden en varios conjuntos menores estirados
durante varios kilómetros y separados apreciadamente entre sí.
En el territorio principal, desde Fratel hasta el embalse de Cedillo el Tajo discurre al sur
del remate de la Cadena Central Ibérica, concretamente al sur de un conjunto serrano
integrado por la Serra de Alvelos, la Serra do Muradal y la Serra da Gardunha , con altitudes
máximas cercanas a los 1.000 m., y al norte separadas por el Zézere de la Serra da Estrela
(1.340-1.991 m. de altitud). Al sur del Tajo hacia el SO. encontramos la Serra de San Mamede
con una cima superior a los 1.000 m. Estas unidades serranas distan cerca de 30 kms. del Tajo,
pero los pie de montes que se extienden hasta la corriente se sitúan aproximadamente entre
los 180 y los 240 m. de altitud, mientras el Tajo, encajonado en un estrecho cañón fluye entre
los 77 m. y 90. m. de altitud.
En consecuencia estamos ante un área sumamente montañosa, donde incluso
modernamente la población es escasa, y por añadidura las estaciones de arte rupestre se
localizan en el fondo del cañón del río, en las rocas de la ribera, literalmente bañadas por sus
aguas, lugar por lo demás en líneas generales de no muy fácil acceso. Sin embargo la cartas
arqueológicas de esta región nos muestran una gran densidad de hallazgos arqueológicos,
tanto funerarios, como asentamientos, y por supuesto, petroglifos. Está claro que en el
surgimiento y desarrollo de este arte, dada la ubicación de los paneles, tiene mucho que ver el
Tajo. Se ha argumentado que el río es navegable por esta zona, sobre todo para
embarcaciones de pequeño calado, lo cual motivaría el modo preferido de comunicación de la
comarca con el exterior. De hecho, la dispersión de algunas estaciones por los cursos de los
afluentes, y la misma distribución fluvial del núcleo principal, respaldan esta hipótesis. Lo que
no se ha respondido es cómo influyó este viable modo de comunicación en la distribución de
los petroglifos y su rol social, y significados. Las respuestas a estas preguntas quizás se vean
complicadas por la larga diacronía que se le atribuyen.
Para su estudio, bibliográficamente todas estas rocas se han articulado en estaciones
que en algunos casos, como en Fratel, se extienden a lo largo de varios kilómetros lineales.
Desde luego estas estaciones, dado el alejamiento de unos núcleos de otros, podrían ser
subdivididas en más estaciones o complejos.
El examen de la multitud de planos publicados119 nos permite argumentar que el
motivo más significativo de esta gran área geográfica son los círculos, subcírculos u óvalos,
simples y de pequeño formato, además de una amplia gama de antropomorfos de varios
estilos y cuadrúpedos, prioritariamente cérvidos y cápridos. Pero por encima de todos estos
motivos, la inmensa mayoría de las rocas decoradas muestran puntuaciones dispersas, es decir
huellas de meros impactos, que se extienden por todo el panel incluso sobre las otras
figuraciones. En ocasiones estas puntuaciones están más concentradas, definiendo nubes, y no
pocas veces están tan concentradas que forman manchas. Respecto a las combinaciones
circulares de múltiples anillos, podemos decir que aún siendo raras, se dejan ver en muchos
paneles, a veces incluso con coviña central
En las síntesis generales se ha insistido en la presencia de espirales, como un motivo
“frecuente”, sin embargo, como veremos más abajo, se trata de una afirmación subjetiva. Las

119
Varela Gomes, M. (2010).
127

hay de pequeñas dimensiones, de 3 centímetros de diámetro, alcanzando las más grandes los
37 cms. Respecto a la espira, se extienden desde 1,5 hasta las 6 vueltas. En total se han
identificado 75 espirales.

Fig. 109.- Ejemplos de petroglifos de espirales en el valle del Tajo.

Aunque en la bibliografía se ha puesto de relieve posibles asociaciones de figuras de


espirales con antropomorfos y animales, en realidad, del mismo modo que sucede en la
inmensa mayoría de los petroglifos que hemos tratado, la tendencia artística de estos motivos
es la de no asociarse a nada en su presentación. Hay eso sí, algunas superposiciones, siendo las
más significativas las que fosilizan grabados naturalistas de cuadrúpedos.
En la ribera del Guadiana, a la altura de las localidades extremeñas de Olivenza y
Cheles por el E., y de la Sierras da Nevada, da Sina y de Motrino por el O., se han localizado las
representaciones espiraliformes rupestres más meridionales. Se trata de un conjunto de
petroglifos estructurados en numerosas estaciones, localizados en la cuenca del mismo río, en
el fondo, junto a la corriente, que por esta zona discurre muy encajado por un profundo
cañón, cuyas paredes se levantan hasta 50 m. sobre el nivel del río, que además hace de
divisoria política entre España y Portugal. Abundan las figuras circulares cerradas pequeñas y
simples, los espacios circulares y ovalados picoteados, las figuras antropomorfas, y tampoco
faltan meandriformes. En este contexto inscultórico fueron catalogadas solamente cinco
figuras espirales distribuidas en tres paneles. Las de Mocissos son motivos muy elementales,
descuidadamente elaborados, y además, tema muy importante para debatir, facturadas por
incisión con la técnica propia de los petroglifos filiformes. Las otras dos estaciones son A
Moinhola (roca 48 y 67), así como la roca 4 de Roncanito. Éstas últimas han sido elaboradas
mediante el típico picoteo de la superficie. En esta zona se han descubierto centenares de
motivos, por lo que las espirales poseen una ínfima presencia.

2. ESPIRALES EN LAS PINTURAS RUPESTRES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.

La figura espiral no es privativa del mundo de los grabados rupestres del occidente
peninsular. Consta también pintada en paneles pertenecientes al llamado Arte Esquemático.
Las estaciones donde se han documentado son las siguientes (fig. 110):
1. Cuerda del Torilejo (Valonsadero, Soria)120.
2. El Mirador (Valonsadero, Soria)121.
3. Covachón del Puntal (Valonsadero, Soria)122

120
Ortego y Frías, T. (1954).
121
Jimeno Martínez, A. y Gómez-Barrera, J. A. (1983).
122
Jimeno Martínez, A. y Gómez-Barrera, J. A. (1983).
128

4. Abrigo de Carlos Álvarez (Miño de Medinaceli, Soria)123.


5. Los Chaparros (Albalate del Obispo, Teruel)124.
6. Tollo de la Morera (Obón, Teruel)125.
7. Castell de Vilafamés (Castellón)126.
8. Barranco del Diablo (Sagunto, Valencia)127.
9. Cornisa de la Calderita (La Zarza, Badajoz)128.
10. Abrigo de las Viñas (Alange, Badajoz)129.
11. Los Castellones 2 (Jaén)130.
12. Cueva de las Palomas 2 (Tarifa, Cádiz)131.

Fig. 110.- Dispersión en la Península Ibérica de los petroglifos y pinturas rupestres con figuraciones de espirales.

Aunque se ha señalado la existencia de otras figuras espirales en un panel de la Posada


de los Buitres (Peñalsordo Badajoz), así como en Palla Rubia (Pereña de la Ribera, Salamanca),
en realidad se trata de combinaciones circulares. Debemos tener en cuenta que la anterior
lista posiblemente no sea absoluta, pues hemos comprobado que a estos diseños no se les
presta una mayor atención más allá de su alusión.

123
Gómez-Barrera, J. A., Rojo Guerra, M. y García Díez, M. (2005).
124
http://www.panibericana.com/2017/01/19/naturaleza-pinturas-rupestres-chaparros-teruel/
125
Royo Guillén, J. I. (2005:65).
126
Guillem Clatayud, P.M. y Martínez Valle, R. (2013).
127
Ripollés Adelantado, E. (1990).
128
García Arranz, J. J.; Collado Giraldo, H.; Da Silva Nobre, L. F.; Domínguez García, I. M.; Rivera Rubio, E.; Rosina, P.;
Gomes, H. y Capilla Nicolás, J. E. (2014).
129
González Pizarro, A. y Sánchez Iglesias, C. J. (2017).
130
Ripollés Adelantado, E. (1990).
131
https://www.prehistoriadelsur.com/2013/12/cueva-de-las-palomas-3.html
129

Precisamente este tipo de


motivos, es decir combinaciones
circulares y espirales constituyen
lo que los estudiosos de este arte
esquemático denominan como
petroglifoides. La anterior lista de
yacimientos, alusiva a tan sólo
doce estaciones, que además está
integrada por no más de una
docena de diseños de tipo espiral,
nos revela que tampoco en el
ámbito del Arte Esquemático los
motivos espirales tuvieron una
Fig. 111.- Espiral pintada en el abrigo de las Viñas (Alange, Badajoz). gran incidencia; todo lo contrario,
Fotografía tomada de http://henribreuil.blogspot.com/ son aún más escasas que en la
fachada occidental de la Península
Ibérica, en los distintos dominios rupestres.

132
Fig. 112.- Sector izquierdo del panel de El Mirador en el conjunto de Valonsadero

Las estaciones en que se han localizado estos paneles morfológicamente no difieren


del resto de los lugares donde hay Arte Esquemático: se trata siempre de abrigos o covachas
donde entra la luz solar. Debemos hacer excepción ahora a las espirales localizadas en la Cueva
del Comte, de las que nos ocuparemos en el siguiente capítulo. Incluso, con frecuencia
aparecen compartiendo panel con otros motivos. En estas estaciones los paneles están en
ocasiones dominados iconográficamente por motivos pictóricos propios del Arte Esquemático

132
Fotografía tomada de https://elige.soria.es/interpretacion-de-las-pinturas-rupestres-de-valonsadero/
130

como barras y puntos, antropomorfos o cuadrúpedos. Pero también hay casos en la que la
espiral es la figura dominante, centrando la atención del panel.

Fig. 113.- Covachón del Puntal. (según A. Jimeno Martínez y J. A. Gómez-Barrera).

Las figuraciones se obtienen generalmente mediante el trazado de una línea que


puede ser fina o gruesa, excepto en la Cuerda del Torilejo donde se compone de una sucesión
de pequeñas puntuaciones. Tipológicamente se presentan bajo tres formas: 1) la espiral
simple; 2) el doble roleo, y 3) formas complejas, denominados trisceles (figs. 113). Lo más
normal es el tipo 1, es decir, planteadas solitariamente y con sencillez, sin vínculos claros con
otros motivos. En la Cuerda del Torilejo nos encontramos el único caso de espiral duplicada.
Con frecuencia comparten panel con tipos de figuras muy distintas, reputadas como anteriores
cronológicamente. El doble roleo, de pequeñas dimensiones solamente lo hemos identificado
en El Mirador y en el Barranc del Diablo.

Fig. 114.- Parte izquierda del Grupo 3, del Abrigo II de los Castellones.

Respecto del motivo pintado en el Covachón del Puntal (fig. 113), ya P. Acosta lo
consideró como trísquel y lo tuvo como influencia del arte de la Segunda Edad del Hierro,
131

sobre todo de la cerámica ibérica del valle del Ebro. También A. Jimeno y J. A. Gómez-Barrera
lo datan en un momento tardío, tomando como referencia que aún considerando la indudable
antigüedad del motivo espiral, en realidad su generalización en Europa está muy clara durante
la Edad del Bronce como elementos decorativos, sobre todo en una época avanzada, por lo
que proponen una cronología mínima del Bronce Final133.
Parte de los motivos en espiral del Barranc del
Diablo (fig. 115 y 116) siguen un esquema parecido a la del
Covachón del Puntal; las otras figuras espirales fueron
diseñadas con un solo trazo. Estas últimas describen dobles
roleos y espirales con remates tortuosos, aunque menos
complicados que los que hemos visto en el Monte Eiró.
También E. Ripollés está de acuerdo con la cronología de P.
Acosta para el primer tipo de espirales ahora citado. Sin
embargo, la otra categoría de espirales, las de trazo fino,
son identificadas dentro del grupo de los petroglifoides,
semejantes a las combinaciones circulares del Arte Rupestre
Gallego. La explicación de la aparición de estos motivos
circulares dispersos en una serie de yacimientos
peninsulares muy alejados de Galicia lo explica en base a los
Fig. 115.- Barranc del Diablo (según E.
Ripollés Adelantado). contactos e intercambios que la arqueología ha
suficientemente demostrado entre el Mediterráneo y el
Atlántico, a lo largo de la Edad del Bronce, sin preferir
una datación concreta134. Sin embargo, si admitimos
esta hipótesis, hemos de explicar también que esas
relaciones se producen con una gran fluidez durante
el Bronce Final, en su formulación atlántica, es decir, a
partir de c. 1250 AC.
De ello se sigue que en apariencia en todo
caso serían préstamos foráneos, sin embargo como
veremos más abajo hay otras explicaciones. En
Fig. 116.- Barranc del Diablo (según E. Ripollés realidad las espirales identificadas en este dominio
Adelantado).
artístico podrían ser incluidas dentro de la categoría
que lo especialistas han convenido en denominar petroglifoides, donde cabría citar algunos
casos de combinaciones circulares, por lo demás tampoco muchos. Podríamos conjeturar que
tal vez reflejasen una influencia del arte rupestre grabado, propio de las tierras atlánticas del
occidente peninsular, tal como lo sugieren algunos autores respecto de los citados
petroglifoides, tomados en conjunto. Sin embargo, tan reducida presencia, y tan dispersa
distribución en un territorio tan grande, con estaciones casi todas muy alejadas las unas de las
otras (fig. 110) y respectivamente de los focos y dispersión del arte rupestre grabado, nos
inclina a considerar la posibilidad de que estas muestras pictóricas surgieran espontáneamente
en un marco cultural idóneo, bien estimuladas por la presencia de antiguas pinturas, bien en
un contexto pictórico predefinido, pero en un marco cultural debidamente acotado.

133
Martínez Jimeno, A. y Gómez-Barrera, J. A. (1983:202).
134
Ripollés Adelantado, E. (1990:105 y ss.).
132

135
Fig. 117.- Figura espiral pintada en el fondo de una covacha (Cueva de las Palomas 2, Tarifa, Cádiz)

3. PETROGLIFOS DE ESPIRALES EN LA MITAD ORIENTAL DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.

En pleno territorio del dominio artístico esquemático, sobre todo en el área levantina,
y a lo largo del litoral mediterráneo, se han venido catalogando una serie de petroglifos, que
en conjunto son una minoría respecto de las pinturas. De entre su conjunto se han identificado
petroglifos con figuraciones espirales, tanto al aire libre como en abrigos y cuevas (fig. 110).
M. Mas y J. Pallarès señalan el hallazgo en el área catalana de grabados rupestres con
forma espiral, pero no aportan más datos136. El más septentrional que conocemos es el
petroglifo de la Roc de l’Amorriador, en los Pirineos Orientales, cerca de Perpiñán, y por lo
tanto ya en territorio francés (fig. 110-A). Se trata de una gran losa grabada con multitud de
figuras, donde incluso hay cruciformes, numerales, una flor y un pájaro, así como una
combinación circular de tres anillos y una espiral de cuatro vueltas137. Un interesante
petroglifo, hoy desaparecido era el procedente de Sant Vicenç dels Horts, en el Bajo Llobregat
donde en una losa, quizás proveniente de un sepulcro megalítico, se grabaran dos de estas
figuras, así como varias coviñas. (figs. 118 y 110-B)138. Cerca del anterior en la sierra de
Montpedrós (Santa Coloma de Cervelló) se ha localizado un conjunto rupestre donde vemos
grabadas varias espirales, así como algún soliforme (fig. 110-C)139. Otro ejemplo se documentó
en la estación de Fondo de l’Aigamoll (L’Abi, Les Garrigues, Lérida; fig. 110-D). Constan además
otras alusiones a algunas estaciones de las que no hemos obtenido suficiente material
bibliográfico para poder contrastar estas informaciones como por ejemplo Els Roques de les

135
Fotografía tomada de http://www.rutasyfotos.com/2013/09/cueva-de-las-palomas-2.html
136
Mas i Cornellà, M. y Pallarès-Personat, J. (1989:176).
137
http://www.jpdugene.com/fiches_rando/amorriador.htm
138
Farrell i Garrigós, D. (1999:9 y fig. 2).
139
https://jaumemestres.files.wordpress.com/2013/03/montpedrc3b3s-fb-018.jpg
133

Ferradures en Prades donde según parece


la figura espiral está acompañada de otros
motivos como cruciformes, podomorfos,
etc. (fig. 110-E)140.
En el norte del País Valenciano se
ha descrito una pequeña espiral en la
estación de la Serradeta (Vistabella del Alt
Mestrat, Castellón; fig. 110-F)141, y más
hacia el interior encontramos en tierras
aragonesas varias espirales grabadas en
uno de los paneles de la estación de
Barranco Cardoso en Pozondón, Teruel
(fig. 110-G)142. Pasando ahora a la
provincia de Soria, ya desde hace años es
conocida la estación del Abrigo III del
Barranco de la Mata (Sotillos de Caracena,
Soria; fig. 110-H)143.
De especial interés son las
espirales grabadas (y una pintada) de la
Fig. 118.- Losa con espirales de San Vicenç dels Horts. Cova del Comte (Pedreguer, Alicante; fig.
110-I y fig. 119)144. Se encuentran éstas
realizadas en un lugar muy profundo de la caverna donde no entra la luz, en una pared
vertical, haciendo uso de la incisión en su factura, y compuestas por un apretado haz de líneas
enrollado. En esta misma cueva se han documentado otros muchos paneles con pinturas y
grabados rupestres, tanto naturalistas como abstractos.

Fig. 119.- Diseños en espiral de la Cova del Comte (según J. Casabó y otros).

Y para acabar con este recorrido, en tierras andaluzas se cita la Cueva del Encaje
(Quesada, Jaén; fig. 110-J)145 abrigo rupestre donde además de pinturas esquemáticas, y al
parecer también de tipo levantino, consta el grabado de una espiral de tres vueltas.

140
García Díez, M., Marín i Uixan, J. y Zaragoza Solé, J. (2003).
141
Mesado Oliver, N. y Viciano Agramunt, J. L. (1994:193-194 y fig. 3,2).
142
Royo Guillén, J. I. (2015:105, 114 y fig. 16).
143
Gómez-Barrera, J. A. (1992:fig. 11).
144
Casabó, J., Dios Boronat, j. de, Costa, P. Esquembre, M. A. y Bolufer, J. (2014).
145
https://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen.do?id=i5171
134
135

4
Aspectos cronológicos y culturales de las
representaciones de espirales en la Península
Ibérica.

1. SOBRE LA CRONOLOGÍA DE LAS ESPIRALES DEL ARTE ESQUEMÁTICO.

Los autores que han estudiado estas manifestaciones artísticas coinciden en opinar
que los laberintoides146 son préstamos del Occidente Peninsular, llegados durante la Edad del
Bronce en el curso del II Milenio AC. Algo nos dice que estos investigadores se han dejado
llevar por las cronologías que antaño se manejaban para los petroglifos gallegos, que son las
que mantenemos ahora nosotros, pero que aquellos estudiosos ahora les otorgan cronologías
más altas, incluso del Neolítico Final. Sin embargo la realidad cronológica quizás sea más
complicada, pues tampoco faltan autores que prefieren encuadrarlos en una etapa más
moderna147.
Sin embargo, en los más recientes estudios sobre la cronología del Arte Esquemático,
se cuestiona la unidad cultural del fenómeno esquemático, y por lo tanto se discute sobre su
temporalidad. En efecto, quizás sea un error tratar de entender estas pinturas (y a veces
también petroglifos) conjuntamente, sin distinciones regionales, tal como se había venido
practicado tradicionalmente, tratando de proponer una datación válida para toda la Península.
Modernamente a la hora de alcanzar conclusiones con un mínimo de fiabilidad se tiende a
evitar en la medida de lo posible la realización de referencias generales. Se prefiere la
intensificación de los estudios en conjuntos locales y síntesis regionales.
Siguiendo estos criterios observamos como para los autores contemporáneos bajo la
denominación de Arte Esquemático se esconden variedades técnicas (petroglifos y pinturas),
estilos locales y diversidades cronológicas y culturales que hacen difícil que se pueda hablar
monolíticamente del citado Arte Esquemático. Piénsese que en trabajos antiguos los
petroglifos gallegos integraban una facies del Arte Esquemático Peninsular. Son raros en estos
momentos los estudios que traten de englobar todas las manifestaciones rupestres y pictóricas
postpaleolíticas en un mismo episodio cronológico y cultural. En estos momentos predominan
las síntesis regionales, sin tampoco perder de vista lo que ocurre en otras zonas peninsulares.
El método de datación de este Arque Esquemático se ha abordado desde distintos
puntos de vista. Desde la asimilación cronológica de las manifestaciones parietales en función
del episodio cultural que revela la excavación del abrigo, covacha o cueva, hasta la
comparación estilística de los motivos con aplicaciones artísticas realizadas en artefactos, así

146
Véase por ejemplo Acosta, P. (1983), Hernández Pérez, M. S. (XXXX), Gómez Barrera, J. A. (1991 y
2005); Martínez Perelló, M. I. (1993 y 1999).
147
Royo Guillén, J. I. (2004:99).
136

como con estudios territoriales de poblamiento, pasando por una asignación fruto de un
razonamiento teórico.
En los trabajos antiguos se concedía mucha importancia a los datos ofrecidos por
excavaciones realizadas en los suelos de los abrigos. No es raro por lo tanto que en estos
estudios abunden las alusiones al Calcolítico, la Edad del Bronce, e incluso la Edad del Hierro.
Pero en realidad las excavaciones realizadas en cuevas o a los pies de los abrigos no han dado
resultados concretos. Siempre quedará la duda de la correspondencia entre los materiales
recuperados y las pinturas de esos lugares.
Por ejemplo las excavaciones realizadas en la cueva de la Vaquera (Segovia)148 puso al
descubierto dos niveles datados en el 2866-2473 AC y 2460 – 2043 AC, es decir, pertenecientes
a dos momentos del Calcolítico que los excavadores pusieron rápidamente en relación con las
pinturas y grabados rupestres que allí se encuentran, justificando esta asimilación al tomar la
gruta como un conjunto cerrado, donde el sentido funerario del lugar estaba completado por
los motivos artísticos. Esta asimilación también se aplicó a los resultados de la excavación de la
gruta de Solacueva de Lakozmonde (Jocano-Álava) la cual arrojó una diacronía extendida
desde los comienzos del II Milenio AC. hasta momentos más recientes, pasando por la
Romanización149. Con un planteamiento parecido encontramos la propuesta de G. Delibes y M.
Rojo en la publicación del antropomorfo pintado en el ortostato frontal de la cámara del
dolmen de corredor de El Moreco (Huidobro, Burgos)150, (4061-3786 AC), cuya originalidad dan
por buena el mero hecho de que coincide con el eje longitudinal marcado por el corredor.
Obsérvese que la datación de A. Llanos es totalmente distinta de la de G. Delibes y M.
Rojo, pero no serán las únicas ensayadas basadas en excavaciones y estudios arqueológicos.
Otra forma de datación que vendría a confirmar estos datos151
Para A. Llanos esta cronología es válida para la datación de las pinturas que allí se
encuentran, aún constando figuras humanas esquemáticas, basándose del mismo modo que
en la Cueva de la Vaquera en que antro, pinturas y presencia humana constituyen un conjunto,
tomando la cueva como un santuario, y los materiales arqueológicos encontrados como
deposiciones rituales.
Estas cronologías encajaban muy bien con las dataciones calcolíticas que se manejaban
por entonces, al identificar el Arte Esquemático como el reflejo de un cambio de mentalidades
influida por la llegada de prospectores orientales.
Sin embargo los más recientes estudios llevan los orígenes del arte esquemático del
área levantina en un Neolítico Antiguo de la segunda mitad del VI Milenio AC. Esta asimilación
cronológica está basada en la comparación de ciertas aplicaciones decorativas de algunos
artefactos con tipos pictóricos. Siguiendo este método a esta época pertenecen las
esquematizaciones de antropomorfos, sobre todo los de estética orante, en Y y doble Y o X, los
soliformes, zig-zags, cuadrúpedos pectiniformes y ramiformes. Este grupo constituiría lo que se
ha llamado Esquematismo Antiguo.
No obstante la citada comparación con los diseños aparecidos en cerámicas, ha llevado
a prolongar estos tipos desde el Neolítico Cardial hasta el Calcolítico del III Milenio AC, e
incluso hasta las vísperas de la Edad del Bronce, donde vemos aparecer en la cerámica

148
Municio González, L. J. y Zamora Canellada, A. (1989).
149
Llanos Ortiz de Landaluze, A. (1991).
150
Delibes de Castro, G. y Rojo Guerra, M. (1989).
151
Molina Hernández, F. J., Inés Sutil, P. de (2014).
137

campaniforme, oculados, animales esquemáticos y soliformes152. Siguiendo el mismo método


algunos autores dan por válida esta cronología para las manifestaciones pictóricas
andaluzas153, aragonesas154, y extremeñas.
En otras regiones peninsulares se ha llegado a la misma conclusión estudiando el tipo
de poblamiento prehistórico de una zona concreta intensamente investigada. Se ha observado
que en las serranías del N. de Madrid155, y también en Zamora y Salamanca156 en la misma zona
donde se concentran las estaciones con arte esquemático, son las más densamente ocupadas
durante el Neolítico, desplazándose las poblaciones a partir del Calcolítico a otras zonas, y por
lo tanto descendiendo drásticamente la cantidad de pinturas, marcando por lo tanto esta
época el momento en que se da por liquidada la vigencia del Arte Esquemático.
Hay por lo tanto un consenso generalizado en establecer el origen de las
manifestaciones pictóricas parietales en el Neolítico Antiguo, como fruto de las nuevas
formulaciones simbólico-religiosas que implicaba la introducción de la economía productiva en
el seno de sociedades de cazadores recolectores epipaleolíticos. En este ambiente se
diversificaron las manifestaciones artísticas: por una parte los cazadores recolectores
desarrollaron un arte naturalista (Arte Levantino) cuyo origen podría ser anterior a los
comienzos de la influencia neolítica, pero perviviendo, e incluso manifestándose
paralelamente con los artes Macroesquemático y Esquemático157.
Para algunos autores, los orígenes de este arte esquemático proviene de tiempos
anteriores, posiblemente desde el Paleolítico, en cuyas últimas fases se aprecia una deriva
abstraccionista que sería continuada en el epipaleolítico. Esta teoría se basa en el argumento
de que difícilmente se podría pasar de un arte completamente naturalista (Arte Levantino) a
uno abstracto de repente158. No obstante también se ha sugerido, que dada la introducción
foránea de la cultura de producción de alimentos, con todos los cambios sociológicos y
simbólicos que ello implica, también el esquematismo formase parte de esa aportación
foránea, con su origen en el Oriente, y con abundante presencia por la ribera septentrional del
Mediterráneo, señalando las rutas de la corriente difusora159. Otros autores, sin entrar en
tantas sutilezas se limitan a hablar simplemente de un origen Neolítico para el Arte
Macroesquemático, y Esquemático, los cuales se desarrollarían simultáneamente con el
Levantino, tal vez coincidiendo con las últimas etapas de este último.
Pero esta cronología neolítica solamente se explica a partir de los referentes cerámicos
y otros artefactos muebles, así como supuestas asociaciones al Arte Macroesquemático, y
coincidencias en el mismo panel de unos y otros motivos, todo lo cual verdaderamente si
aplicamos una postura rigurosamente crítica no puede precisamente producir plena
satisfacción. No vamos a entrar ahora en detalles, pero nos preguntamos si el paralelo
cerámico será tan concluyente como argumentan los numerosos autores que se han agarrado
a este argumento.

152
Torregrosa Giménez, P. y Galiana Botella, M.-F. (2001); Carrasco Rus, J., Navarrete Enciso, M. S. y Panchón
Romero, J. A. (2006).
153
Carrasco Rus, J., Navarrete Enciso, M. S. y Panchón Romero, J. A. (2006).
154
Utrilla, P. y Martínez-Bea, M. (2009).
155
Jiménez Guijarro, J. (2008).
156
Collado Giraldo, H. y García Arranz, J. J. (2010).
157
Hernández Pérez, M. S. (208, 2009 y 2016).
158
Mateo Saura, M. A. (2001 y 2008).
159
Torregrosa Giménez, P. y Galiana Botella, M.-F. (2001:169).
138

Esta postura dubitativa que mantenemos ahora se ejemplariza al ver como


participando en algunos de estos paneles encontramos motivos que dudosamente podemos
considerar neolíticos, como por ejemplo las representación de caballos, naturalistas en algún
caso, incluso de estilo levantino se diría, pero uno de los cuales es tirado por un antropomorfo
esquemático (por ejemplo el del Villar del Humo), escena que podemos considerar de
domesticación, mientras otros aparecen montados (especialmente interesante es el de La
Gasulla), y todos los cuales difícilmente pueden ser anteriores al Bronce Final. Incluso en La
Fenellosa, cuadrúpedos esquemáticos están montados por figuras antropomorfas. Es también
indudable una cronología muy tardía para Peña Mingubela (Ávila)160, en cuyos paneles
dominan ampliamente los antropomorfos semiesquemáticos, muchos de los cuales ostentan
espadas largas y escudos pequeños y circulares. El amplio protagonismo de la figura humana,
pero concretamente del guerrero nos permite pensar con cierta seguridad en una datación
relacionada con la Edad del Hierro. Tampoco no nos podemos olvidar de las embarcaciones
pintadas en el abrigo de la Laja Alta161, cuya cronología, sea cual fuere, no es anterior a la
segunda mitad del II Milenio AC.
Por lo tanto es indudable una pervivencia de este arte en su formulación pictórica
durante épocas más recientes, como mínimo aún a partir del Bronce Final. El problema es que
estos motivos a los que hemos hecho referencia son minoritarios y en cierto modo de carácter
narrativo, dominados por lo figurativo, y no conceptuales como sucede con los del Arte
Esquemático. Pero posiblemente estuviesen dotados de una cierta entidad simbólica.
Ciertamente se podría pensar que se trata de casos excepcionales que no comprometen la
cronología antigua del Arte Esquemático, pero no estaría de más no olvidar que en aquellos
casos el esquematismo manifiesto de los antropomorfos y algunos zoomorfos es
incuestionable.
Con estos antecedentes, establecer la cronología de las pinturas de espirales no es
tarea sencilla, sobre todo, porque si damos por válida la hipótesis difusionista de época
neolítica antes comentada, estas imágenes están ampliamente representadas en cerámicas
que como mínimo en los Balcanes y zonas aledañas se elevan hasta el VI Milenio AC. Pero
incluso, aduciendo una transmisión abstraccionista desde el Paleolítico Inferior como opina M.
A. Mateo Saura, podrían también remontarse a tiempos más antiguos, como lo podrían estar
indicando las espirales grabadas en la Cueva del Comte.
En los estudios de síntesis muy poco se habla de los petroglifoides, es decir,
combinaciones circulares y espirales. Son estos, motivos rarísimos, que dada la enorme
dispersión que presenta su existencia se han explicado como influencias atlánticas. Por otra
parte los motivos dados por Neolíticos con prolongación hasta las vísperas de la llegada de la
Edad del Bronce se refieren a los citados antropomorfos orantes esquemáticos, soliformes,
zigzags, pectiniformes, ramiformes y oculados. Tal vez esta subdivisión no sea tan estricta
como deseásemos, sobre todo en lo que atañe a estas últimas formas.
Puesto en duda con frecuencia el paralelo arqueológico como modo de datar por
excavaciones a los pies de los abrigos, las pinturas allí realizadas, el modo más usado para
establecer la cronología de los motivos pictóricos es sencillamente la comparación con otros
procedentes de cerámicas y cantos rodados. En el arco mediterráneo se propone la segunda
mitad del VI Milenio AC para la manifestación paralela del Arte Levantino, el Arte
160
González-Tablas Sastre, J. (1979).
161
Barroso Ruiz, C. (1979).
139

Macroesquemático y el Arte Esquemático Antiguo. Serían tres estilos artísticos simultáneos


pero independientes. Lo que no se explica es cómo en un mismo estrato cultural matizado por
la introducción de la ganadería y la agricultura pueden sobrevivir tres modos de expresión
artística tan diferentes. Zoomorfos estilizados, ramiformes, figuras en Y o doble Y, líneas
quebradas y soliformes, serían los motivos que integrarían estos primeros compases del Arte
Esquemático. La validez de esta hipótesis quedaría corroborada por la aparición de esas figuras
decorando vasijas cerámicas. Pero una vez dicho esto, se admite también una perduración
milenaria de algunos de estos motivos. Desde luego, la cronología calcolítica de mediados del
III Milenio AC es indudable al aparecer en Andalucía y otros lugares con pinturas con motivos
oculados.
Estos orígenes cronológicos del Arte Esquemático en el arco mediteráneo se han
creído identificar también en Aragón y Extremadura, echando mano de diseños rupestres y
artefactos particulares de estas áreas. En Extremadura se ha creído ver un arte pre-
esquemático manifestado en algunos zoomorfos subnaturalistas, sobre los cuales se han
superpuesto figuras antropomórficas. Dicen H. Collado y J. J. García que estos últimos motivos
delatan la aparición de unas condiciones socioeconómicas diferentes de la que facultaron las
figuras anteriores más realistas. Éstas serían entonces epipaleolíticas, y las esquemáticas
neolíticas162. “Orantes”, motivos en zigzag, ramiformes y soliformes se originarían en el
Neolítico Antiguo, pero seguirían vigentes en épocas posteriores, durante el Calcolítico y la
Edad del Bronce.
Si bien estos autores dan como demostrado el origen de algunos motivos en el
Neolítico, como fruto de un cambio cultural drástico, no aclaran sin embargo por qué esos
mismos motivos perduran durante tanto tiempo, superando todos los cambios culturales que
se van a a producir en los milenios siguientes. En realidad los argumentos que manejan para
hacer arrancar el Arte Esquemático desde el Neolítico Antiguo adolecen de muchos defectos.
Por ejemplo, en Extremadura, directamente no presentan aquellos autores citados ninguna
prueba regional positiva que respalde tan antigua cronología, a no ser la comparación con
paralelos procedentes del área levantina y de Andalucía, cuando ya se ha advertido que en el
llamado Arte Esquemático la asimilación interregional es muy problemática.
La cronología tardía para algunos tipos de espiraliformes rupestres parece segura si
comparamos los motivos “onduliformes” del Covachón del Puntal y del Barranc del Diablo, con
la decoración de las cerámicas ibéricas, donde además la espiral, la doble espiral y formas
complejas basadas en esta figura, sin olvidar tampoco las combinaciones circulares, es fácil de
comprobar.
En resumidas cuentas, se reputa como más antiguos los motivos como las barras y los
puntos, las figuraciones de zoomorfos, o los característicos antropomorfos, para los cuales se
ha estimado una larga pervivencia que cabría remontar a época neolítica, según parece en
algunos casos desde el Neolítico Antiguo. Nos preguntamos si la confección de los
petroglifoides no se realizarían en el contexto de una etapa final del Arte Esquemático cuya
finalización no está nada clara, pues parece no poderse descartar una larguísima pervivencia
que englobaría cuando menos el Bronce Final y/o la Edad del Hierro (escenas de equitación,
personajes con espadas largas, figuraciones de estelas del SO.), e incluso la Edad Media. En
una época tan avanzada como puede ser la Segunda Edad del Hierro se realizarían las figuras

162
Collado Guiraldo, H. y García Arranz, J. J. (2010).
140

como las del Covachón del Puntal, y sus paralelos, e incluso tal vez el doble roleo del Mirador
de Valonsadero, pero de las demás figuraciones no tenemos otras argumentaciones que
consideraciones generales. La relación con las figuraciones portuguesas y gallegas es una
posibilidad, pero verdaderamente de difícil argumentación. Sin embargo no queda nada claro
que la limitada existencia de los petroglifoides señalen conexiones peninsulares de largo
alcance. No podemos olvidar tampoco el marco geográfico donde se encuentran, pues
podríamos plantear las cosas de otro modo, por ejemplo volviendo los ojos hacia el
Mediterráneo Occidental, donde la espiral es un motivo de amplio uso con cronologías más
antiguas, del III o IV Milenio AC, como por ejemplo en las llamadas domus de janas sardas
pertenecientes al horizonte de Ozieri, en el cual, es bueno saberlo, no se descartan influjos
orientales, concretamente del Egeo. Sin embargo, dentro de la categoría de los petroglifoides
entran también combinaciones circulares, y en este caso el paralelo atlántico gana peso.

163
Fig. 120.- Espirales pintadas en la domus de jana de Sa Pala Larga (Cerdeña) .

Ante semejante panorama tan incierto, queda claro que la cronología de las espirales
pintadas en el territorio pictórico esquemático, por su volubilidad, no nos es de utilidad. A la
hora de señalar el origen de estas influencias los arqueólogos del Arte Esquemático han vuelto
sus ojos hacia el occidente peninsular, donde por lo menos se puede decir que son
abundantes. Sin embargo, como estamos viendo, son muchas las dudas que surgen relacionar
cronológicamente todas estas manifestaciones. Un buen comienzo para buscar puntos de
encuentro entre pinturas y grabados es saber lo que significan, y con qué cronologías se
manifestaron, para a continuación compararlos.

163
Procedencia de la foto: https://www.sardegnainblog.it/1042/allarme-sa-pala-larga/
141

2. PROBLEMÁTICA DE LOS PETROGLIFOS DE ESPIRALES DE LA COSTA MEDITERRÁNEA.

Como hemos visto en su descripción, el número de petroglifos con espirales


localizados en la mitad oriental de la Península es muy reducido, concretamente, siete
estaciones (fig.110). A pesar de este escaso número, la problemática cronológica que encierran
es bastante densa y difícil de explicitar por completo. Hay, eso sí, un acuerdo general para
hacer derivar estas manifestaciones, así como el resto de los petroglifoides, del influjo
atlántico, concretamente de Galicia. Pero no todos los autores ven las cosas del mismo modo.
Las espirales de la Cova del Comte son datadas en el Paleolítico por sus descubridores.
Las razones que se aducen para excluir a estos motivos tanto del arte esquemático, como de
los grabados rupestres locales se basa en su localización en la sala interior de una profunda
caverna, donde no hay otros motivos que se puedan relacionar con ciclos artísticos
posteriores. Dos espirales (quizás tres, una de ellas pintada) están gravadas por medio de
incisión lineal, técnica semejante que comparten con las figuras zoomórficas de la misma
cueva, y las cuales son de clara adscripción pre-magdaleniense. Algunas de éstas fueron
superpuestas por signos pintados. De hecho una de las espirales lo es también pintada.
Además si nos fijamos en la composición estética de los diseños, observamos que la forma
espiral se obtiene realizando un haz de varias líneas paralelas, modo de ejecución que semeja
parecerse a la técnica empleada en la realización de las plaquetas de la cercana cueva del
Parpalló, en algunas de las cuales se han encontrado también algunas figuraciones
espiraliformes164. Sin embargo esta hipótesis podría no ser acertada, pues como veremos más
abajo, los motivos rupestres plasmados en forma de haces de líneas aparecen en otros
contextos peninsulares, incluso los localizados en la profundidad de cuevas, usualmente no se
datan con tanta antigüedad.
Sobre la cronología de la espiral de Fondo de l’Aigua, las cosas están más claras. El
hecho de que previamente a su facturación, se acondicionase la roca base con uso de
instrumento metálico, nos remite cuando menos a la Edad del Hierro, si no a épocas
plenamente históricas.
Un buen conocedor del arte rupestre del litoral mediterráneo como M. S.
Hernández165, en un reciente artículo sobre el final del arte esquemático incluye a los
petroglifos localizados en esa área en general, si bien explícitamente no se refiere a las
espirales. Sin embargo, no vemos que este autor se decante por una cronología precisa,
mencionando como única datación válida extraída de un estrato que se había depositado
sobre una losa con coviñas, y que databa del 1936-1503 AC del poblado del Cerro del Cuchillo
en Almansa. Obviamente no obraban a su favor, ni los pocos estudios que se realizaron sobre
este tema, ni tampoco la variada e irreconciliable gama de cronologías manejadas por los
distintos autores que se ocuparon de ello, extendidas desde el Neolítico hasta épocas
plenamente históricas, e incluso en algunos casos se ha podido probar que no se remontaban
más allá del siglo XX.
Con más decisión toma su estudio J. I. Royo166, para el cual estas manifestaciones
grabadas al aire libre del valle del Ebro, en líneas generales forman parte de un acervo

164
Villaverde Bonilla, V. (1994:237 y ss, y 248).
165
Hernández Pérez, M. S. (2015:66 y ss).
166
Royo Guilén, J. L. (2015).
142

rupestre más amplio donde se integra una larga tipología de motivos, que por su naturaleza se
pueden relacionar con la época ibérica. Concretamente las figuraciones de espirales las incluye
en su Etapa I, o formativa, extendida entre 1000/900-700/600 a.C. Su aparición junto con
motivos reputados como más recientes (cruciformes, herraduras, etc.) facilitaría esta
asimilación. En la configuración artística de este período confluirían tendencias autóctonas con
otras provenientes de la Meseta, y todo ello en el marco de la expansión de los Campos de
Urnas, pero también posteriormente por la influencia ejercida por los contactos procedentes
del mediterráneo visibles en los intercambios generados por la acción de comerciantes griegos
y fenicios. Sin lugar a dudas se trata de una exposición razonable, pero no debemos olvidar
que es una construcción teórica, sin correlato en argumentos propiamente arqueológicos
positivos. Es desde luego admisible para ciertos motivos como escenas de equitación o
escutiformes, pero tenemos dudas respecto a otra clase de diseños, como por ejemplo las
espirales.
En suma, las razones que arguyen unos y otros investigadores para la datación para las
figuraciones de espirales parecen relativamente bien fundamentadas, por lo que quizás
debamos concebir el grabado de la espiral, al igual que ocurría en el caso de la pintura
rupestre como un motivo atemporal de larga cronología, cuyas primeros ejemplos se
documentan en el Paleolítico Superior, implicando que su plasmación plástica se pudo
producir bajo distintos contextos culturales dispersos cronológicamente, y como fruto de
iniciativas personales, sin necesidad de recurrir al contacto con el Atlántico para explicar su
presencia ocasional. Desde luego como vemos en algún petroglifo como el del Fondo de
l’Aigua, su cronología de tiempos más recientes es indudable.

3. SOBRE LAS FIGURAS ESPIRALIFORMES EN LOS PETROGLIFOS PORTUGUESES.

Antes de empezar a desarrollar este tema, es obligado indicar que en el actual


territorio portugués se han documentado manifestaciones rupestres ubicadas
escalonadamente en el tiempo, desde el Paleolítico Superior, hasta centurias próximas a la
actualidad. En este epígrafe no haremos alusión a tipologías rupestres como las del valle del
Côa, las incisas, las figuraciones de podomorfos, ni los grabados más modernos medievales, si
bien en alguno de estos casos se deja ver la conformación de territorios concretos, por lo que
probablemente debieron suponer una difusión cronológica precisa.
En Portugal los petroglifos con espirales se extienden a lo largo del país de norte a sur
En este vasto espacio es posible señalar dos tradiciones artísticas bien definidas en cuyo seno
se desarrollan aquellos motivos. Al NO. en las tierras más arrimadas al Océano Atlántico se
extiende la periferia meridional del Ciclo de las Combinaciones Circulares que conforman la
parte geométrica del llamado Arte Rupestre Gallego, y más al sur en el centro de Portugal,
pero en una comarca continental encontramos el heterogéneo Arte Rupestre do Vale do Tejo.
Se trata de dos dominios artísticos bien delimitados, y muy diferentes. Entre ambos núcleos
aparecen salpicando el territorio espaciadamente paneles cuya adscripción a veces no es fácil,
pero que tampoco, dada su escasa representatividad, constituyen enclaves de personalidad
propia. Estudiemos ahora más detalladamente su implantación territorial.
En referencia a los petroglifos del valle del Tajo es obligado advertir que la distribución
de espirales en el seno de sus innumerables estaciones es muy relativa. Debemos tener en
cuenta además, que tal como hemos indicado más arriba, las estaciones en que se articula el
Arte Rupestre del Tajo en la bibliografía en uso son sectores muy prolongados de la ribera del
143

río. La cantidad de motivos espiraliformes y la cantidad de motivos por estación lo recogemos


en la siguiente tabla.

Estación Nº. de espirales Nº. de motivos


São Simón 12 1.239
Alagadouro 1 203
Lomba da Barca -- 201
Cachão do Algarve 12 1.194
Ficalho 1 111
Fratel 43 2.184
Foz da Ribeira de Nisa 2 100
Chão da Velha Jusante -- 38
Gardete 1 796
Ocresa -- 32
TOTAL 71 6.098

Como vemos la proporción de espirales es realmente muy poco representativa (1,16


%), porcentaje parecido al que hemos imputado para el área galaica. Aunque con frecuencia se
ponen muy de relieve en los estudios, obviamente no son motivos comunes; simplemente en
una tradición artística caracterizada por su escasa variedad temática llama la atención su
presencia, nada más. La misma actitud ya la hemos señalado para la investigación tradicional
gallega. No obstante puede que haya alguna razón en la acreditación de la abundancia de
espirales si tenemos en cuenta que del mismo modo que propiamente no existe un Arte
Rupestre Gallego de valor cronológico homogéneo, tampoco se pueden tomar los petroglifos
del Tajo como un todo cultural único. En efecto los distintos investigadores que se ha ocupado
de este dominio artístico lo han estructurado en capas cronológicas. Por lo tanto, al igual que
sucede con los petroglifos gallegos, la cantidad de espirales han de ser valoradas en su
contexto cronológico y cultural preciso. Es en este punto donde comienzan los problemas más
serios.
En la valoración cronológica de los grabados de diseño circular del Tajo,
tradicionalmente los investigadores portugueses los han asimilado a una probable influencia
del Arte Atlántico. No obstante el número de combinaciones circulares de varios anillos con
coviña central es ínfima. Dado que fueron realizados sobre pizarra no se han verificado
adaptaciones morfológicas a las irregularidades de las superficies, mamilos sobre todo.
Tampoco en esas figuras se ven surcos de salida, rasgo típico de los petroglifos gallegos y
también de los de las islas británicas. Pero además lo más importante es considerar que el tipo
de diseño circular dominante del valle del Tajo se compone de pequeños círculos sencillos, los
cuales a veces integran paneles con múltiples ejemplos. Este tipo de figuras son
completamente ajenos al arte atlántico, o por lo menos en estos dominios no presentan la
caracterización que se ve en el Tajo. Si queremos buscar paralelos habremos de ir a la cercana
Serra do Açor y al Guadiana. Dado que tanto al sur como al norte del valle del Tajo solamente
se han documentado la presencia de estos círculos monoanulares en las dos zonas
mencionadas, la relación de aquéllos con los grabados homólogos del Tajo es inevitable,
pudiéndose incluso ir más lejos, e indicar que las estaciones tanto de la Serra de Açor como en
el Guadiana son los puntos más lejanos de influencia de este tipo de grabados del Tajo.
144

Respecto a las escasas combinaciones circulares complejas, sin negar una posible influencia
desde el NO. peninsular, tampoco es imposible que no dejen de ser una lógica consecuencia
local.
Para hablar de las espirales localizadas en el Vale do Tejo hemos de tocar el tema
cronológico y su concreción en fases del conjunto de las manifestaciones rupestres de esta
área. Como ya hemos adelantado la espiral es un motivo muy minoritario; su presencia podrá
ser muy especial, pero en el cómputo global apenas son representativas. Sin embargo,
aparentemente es el núcleo peninsular donde se manifiestan más figuras de espirales. Ahora
bien, si nos fijamos detenidamente en la extensión geográfica de este dominio artístico,
observamos que engloba petroglifos extendidos a lo largo de 60 kilómetros por la ribera del
río. En Galicia desde la desembocadura del Miño hasta el promontorio del Louro hay 106 kms.
de distancia. Si en el valle del Tajo se han contado 71 figuras espiraliformes, en Galicia son 61
las que se han podido describir en este estudio, incluyendo las tres estaciones ribereñas del sur
del Miño en territorio portugués. De todos modos hemos de advertir que más al norte de
Campo Lameiro solamente se han encontrado dos estaciones (Beira da Costa y Laxe das
Rodas), por lo que desde Santa Trega hasta este punto interior hay 76,5 kms., constando
entonces 54 figuraciones de espirales. Por lo tanto hablar de difusión o incluso de relación
cultural rupestre de uno a otro dominio artístico, aunque posible, presenta un dudoso aspecto
pues el desarrollo en ambas áreas de las representaciones de espirales es muy semejante.
Pero incluso a mayor escala la procedencia y difusión atlántica de las espirales es asimismo
insegura pues estos motivos se dispersan por una larga línea litoral por las costas
septentrionales de Irlanda y de Escocia a través de unos 1.200 kms. de costa, y donde fin de
cuentas solamente se han computado 70 casos en petroglifos al aire libre167. Esta distribución
no es por lo tanto en absoluto semejante ni a Galicia ni al Tajo. Es más si realizamos una
comparación, midiendo la fachada atlántica occidental de la Península Ibérica en
aproximadamente 1.000 kms. podemos contar más de 150 figuraciones. Esta distinta
incidencia iconográfica en los respectivos dominios artísticos necesita un detenido análisis.
Son por lo tanto motivos raros allá donde vayamos, a excepción de lo que ocurre en la
isla de la Palma, donde son de lo más representado, pero además de por otras razones,
iconográficamente las diferencias son muy acusadas como para alegremente establecer
paralelos con este otro dominio artístico canario. En todo caso el tema habría de ser estudiado
con más calma.
En Portugal la cronología de estos motivos espiraliformes se solucionó asimilándolos al
Arte Atlántico, concepto muy usado por los investigadores lusos, y también más recientemente
por algunos gallegos, pero completamente vacío de contenido pues trata de asimilar a un
mismo fenómeno los petroglifos del NO. peninsular con los de las Islas Británicas, sin entrar en
valoraciones cronológicas, o mejor datando las manifestaciones gallegas en función de las
atribuciones dadas por los estudiosos de aquellas regiones. En el uso de esta homogenización
morfológica se corre el riesgo de dar un paso más allá y hablar de un círculo cultural definido
que albergaría a los finisterres atlánticos, al modo como hicieron los escritores pioneros del
galleguismo con los celtas. En realidad, aunque no es una actitud generalizada, algunos
autores ya han apostado por esta línea con todas sus implicaciones. No es raro ya ver en
algunos trabajos proposiciones cronológicas para combinaciones circulares y espirales en la

167
Van Hoek, M. (1993).
145

primera mitad del III Milenio AC, e incluso del IV Milenio AC, sencillamente porque en Irlanda y
Escocia se manejan desde hace tiempo dataciones muy elevadas, sin poner ni un solo
argumento positivo, a no ser grotescas invenciones. Al desarrollo de este tema está dedicado
el Capítulo 5, pero por ahora conviene dejar establecido que un detenido estudio bibliográfico
de trabajos británicos pone de relieve que los argumentos para fijar esta cronología son muy
controvertidos y escasamente fiables. No son pocos los estudios que comienzan este tema
indicando la dificultad para establecer cronologías firmes, que no obstante podrían remontar
sus orígenes al IV Milenio AC, pero asimismo proponen prolongar su existencia hasta mediados
del II Milenio AC.
En Portugal, en líneas generales los diversos autores formularon la adscripción de las
espirales y combinaciones circulares con al Arte Atlántico con una cronología tradicionalmente
establecida en el II Milenio AC, en función de las conclusiones emanadas del estudio de los
ciclos del Arte Rupestre Gallego, término que, no sabemos por qué (o sí lo sabemos), no
veremos usado en los trabajos de los investigadores portugueses. En definitiva, de los estudios
de los petroglifos localizados en Portugal, particularmente los teganos, a excepción de los del
NO. del país incluidos en la periferia meridional del Arte Rupestre Gallego, no se han
propuesto cronologías basadas en datos positivos derivados del estudio de los mismos
grabados rupestres.
En el valle del Tajo, los distintos motivos que componen sus petroglifos han sido
estratificados cronológica y culturalmente en fases ya desde el inicio de la investigación. La
influencia de E. Anati en la concepción teórica de estas etapas y su datación cronológica es
muy evidente y es algo que tampoco ocultan dichos estudiosos. Aun considerando otras
propuestas cronológicas168 creemos que la más representativa y la más aceptable es la de M.
Varela Gomes que articula el dominio artístico tegano en siete períodos169, completando un
trabajo anterior y ahora detalladamente desarrollado170. Al Paleolítico Superior (Período 0,
estilo arcaico), correspondería entre otros el équido de Ocresa; el Período I engloba las
manifestaciones subnaturalistas de cuadrúpedos con una cronología epipaleolítica del VIII y VII
Milenio AC; de éste derivaría el estilo estilizado estático, también con figuraciones de
cuadrúpedos, situándose éstos en la transición entre el epipaleolítico y el neolítico, es decir, en
torno al VI Milenio AC.; el Período III con motivos zoomorfos estilizado-dinámicos remite al
Neolítico Pleno del V y IV Milenios; el Período IV, donde se verificaría una síntesis figurativa
con influencia meridional se adscribe al Neolítico Final y Calcolítico del III Milenio AC; el
Período V o Atlántico, relacionado con la emergencia de las sociedades metalúrgicas se
extendería a lo largo de la Edad del Bronce Antiguo y Medio durante el II Milenio AC; el
Período VI donde se grabarían círculos y líneas, al parecer abarcaría el Bronce Final y la Edad
del Hierro, y el Período VII comprendería todos aquellos motivos de los que se presupone una
cronología de tiempos históricos.
La cronología relativa de los grabados de este área se ha realizado siguiendo criterios
de estratigrafía vertical (superposiciones), estratigrafía horizontal (relación centro – periferia
dentro del panel), así como el grado de erosión manifestado por los motivos de un mismo
panel, operación que se ve beneficiada por tratarse de soportes de esquisto, y asimismo se

168
Serrão, E da Cunha, Lemos, F. S., Monteiro, J. P., Querol, M. de los A., Lopes, S. R. e Jorge, V. O. (1972); Anati, E.
(1975); Baptista, A. M., Martíns, M. M. y Cunha Serrão, E. (1978); Martinho Baptista, A. (1981).
169
Varela Gomes, M. (2007 y 2010).
170
Pinho Monteiro, J. y Varela Gomes, M. (1981).
146

usaron consideraciones geográficas locales. Cada uno de estos estilos se relacionaron con los
distintos lapsos cronológicos en que se divide la Prehistoria, lo cual parece muy lógico, pues a
cada nuevo estrato cultural debiera corresponder un repertorio figurativo distinto donde
quedarían reflejados todos los cambios culturales que caracterizarían cada período. Esta línea
teórica quedaría teóricamente corroborada en función de la evolución de algunos dominios
artísticos de zonas muy alejadas, y por lo tanto sin influencias mutuas, así como en
información etnográfica, admitiendo de este modo periodizaciones válidas para cualquier
dominio artístico, como si de rellenar un formulario se tratase. La base teórica de este
planteamiento tiene su principal sustento en la idea de E. Anati de que la convergencia y
analogía estilística entre las manifestaciones artísticas de dos regiones apartadas no necesita
ser explicada por el concurso forzoso de mutuas influencias externas, sino todo lo contrario, es
decir, se explicaría como causa de la llegada de las distintas sociedades a cierto estadio de
progreso tecnológico, cultural e ideológico171.
Obviamente no es este el mejor modo de datar estos grabados, pues entre otras
razones se parte de un planteamiento teórico de supuesta validez general que no funciona
siempre, por otorgarle el beneficio de la duda. Recordemos que estas mismas ideas las
aplicaron a los petroglifos gallegos tanto E. Anati172 como C. G. Borgna173, propugnando
cronologías y evoluciones estilísticas que no se sostienen. Así por ejemplo, en Galicia de poco
vale que los cuadrúpedos se hayan datado desde el Epipaleolítico, cuando constan suficientes
testimonios de disposiciones periféricas de estos respecto de combinaciones circulares, y
además pueden aparecer grabados sobre laberintos y acompañados de escenas de monta de
caballos, lo cual nos da una cronología que como muy temprano no se podría llevar más allá de
momentos recientes de la Edad del Bronce Final o incluso la Edad del Hierro. La perspectiva de
una fase inicial compuesta por animales de gran tamaño y de corte naturalista tan antigua no
ha funcionado en Galicia, porque entre otras cosas, el supuesto naturalismo no tiene nada que
ver con las dimensiones del grabado. Por poner un ejemplo, no apreciamos diferencias
morfológicas notables entre el gran ciervo de la Laxe dos Carballos174 y los más pequeños de la
Laxe dos Cebros175.
Volviendo al Vale do Tejo, no dudamos de que el petroglifo de Ocresa pertenezca al
Paleolítico Superior, pero sí merece un comentario la seriación cronológica de los
cuadrúpedos, mayoritariamente ciervos. La cronología epipaleolítica de algunos de estos
motivos se basa en su naturalismo y se pone en relación en paralelo con el Arte Levantino de la
fachada oriental de la Península, lo cual no deja de ser controvertido a no ser que apliquemos
la fórmula teórica de E. Anati más atrás citada. Además la cronología epipaleolítica del Arte
Levantino no es admitida sin disputa por todos los autores. En el Tajo se han establecido
tipologías y estas se han seriado cronológicamente basadas en rasgos como el tamaño, la
fidelidad realista, y el dinamismo de las figuras. La ordenación cronológica resultante es
bastante lógica, pero también habría que tener en cuenta que se podría estar confundiendo
estilos generales con pericias personales de los artistas. Es curioso, pero en el Vale do Tejo no
encontraremos zoomorfos esquemáticos como los frecuentes en las pinturas y los
meridionales del dominio rupestre gallego.
171
Anati, E. (1974:72.).
172
Anati, E. (1968).
173
Borgna, C. G. (1981).
174
Fernández Pintos, J. (2015a: 268).
175
Fernández Pintos, J. (2015a:270).
147

Otro tema de compleja definición es la asimilación de las figuras antropomórficas con


el fenómeno esquemático que como sabemos se extiende por la mayor parte de la Península.
Si realizamos una comparativa veremos indudables coincidencias. Sin embargo, el Arte
Esquemático Peninsular alude mejor a pinturas, de las cuales hay algunos ejemplos en
Portugal. Además estas pinturas se han venido identificando en covachos y abrigos rupestres, y
no en rocas en la ribera de un río, en el fondo de un cañón. La cronología neolítica que se
otorgan a estos motivos se basa en los estudios realizados sobre la citada pintura esquemática,
pero no debemos olvidar que los investigadores del esquematismo distinguen una fase antigua
integrada por antropomorfos orantes y otra posterior materializada en la difusión del
esquematismo por otras regiones peninsulares. Esta segunda etapa se presume de origen
neolítico, pero no se puede descartar una larga pervivencia durante el III y el II Milenio,
alcanzando incluso épocas más tardías.
En consecuencia, en medio de este tan confuso panorama cronológico hablar de
cronologías precisas para las espirales de los grabados rupestres portugueses no
pertenecientes al dominio artístico galaico, no deja de ser una verdadera aventura. De todos
modos se debe intentar. Como vimos se datan durante el Bronce Antiguo y Medio. El problema
es que no se especifica qué debemos entender por Bronce Antiguo, pues en la actualidad lo
más normal, aunque probablemente incorrecto, sea hacer comenzar este período hacia el
2300 AC. Además la cronología para las espirales no se ha obtenido a partir de una información
arqueológica precisa, sino de un planteamiento teórico. De todos modos es muy cierto que
una figura espiral, con su simbolismo implícito mantiene muy pocos puntos de contacto con
cuadrúpedos y antropomorfos. Cada uno de estos tipos iconográficos parecen aludir a distintas
concepciones culturales, y también a desiguales preocupaciones trascendentes. Por lo tanto, si
durante el Neolítico y el Calcolítico progresaron las insculturas de antropomorfos, es de
esperar que las figuras circulares sean posteriores, paralelizables con el desarrollo del Ciclo de
las Combinaciones Circulares del Arte Rupestre Gallego, datadas éstas previamente en la Edad
del Bronce, que nosotros hacemos comenzar c. 2000 AC176. Sin embargo habría excepciones,
como por ejemplo la coincidencia en un mismo panel de un antropomorfo y una espiral, en el
cual si observamos bien la distribución de las figuras, da la impresión de que el diseño
geométrico es anterior.
Hacia el norte el dominio artístico del Vale do Tejo pierde fuerza y hasta llegar al sur de
Galicia no encontraremos una concentración tan grande de petroglifos con espirales. Entre
ambos núcleos se extienden sus teóricas periferias, que respecto a los petroglifos gallegos
alcanzarían las proximidades del Río Duero como lo demuestra el panel de la Cova da Moura,
mientras que los teganos como mucho abarcarían por el norte la Serrado Açor y por el Sur el
curso medio del Guadiana. Sin embargo hacia el E., por la Meseta, y aun considerando su
proximidad, solamente se vislumbran influencias, que pueden ser de doble dirección, en
relación con los antropomorfos.
Estas corrientes difusoras se observan también entre las estaciones de Monte Eiró y
algunas de la citada Sierra de Açor (A Encosta da Pedra Negra, Fraga do Colado y Lajeira do
Freixeiro) entre las cuales se aprecian indudables parecidos morfológicos en lo que a las
espirales se refiere. Como ya se ha expuesto estos motivos aparecen acompañados de líneas
meandriformes que en la prolongación de la última espira o bien se disponen rodeándola

176
Fernández Pintos, J. (2015a:294-298).
148

retorcidamente, o bien prolongan la ondulación de forma rectilínea alejándose; o incluso


pueden aparecer ambas posibilidades. En toda la Península no conocemos paralelos
semejantes; habríamos de irnos hasta la isla de la Palma en las Islas Canarias, para ver algo
parecido, o a la Isla de los Muertos en el Lago Nicaragua en América.
Sin embargo, del mismo modo que en la Sierra de Açor las líneas meandriformes
acompañan a algunas espirales, también es posible encontrarlas solas, tema que de un modo
muy limitado encontramos en el Val do Tejo, y más al Sur en el Guadiana. Pero la mejor
muestra de figuras meandriformes dispuestas retorcidamente las encontraremos en el abrigo
de Fragas da Lapa (Atenor, Miranda do Douro) en el extremo E. de la región de Tras-os-
Montes177. En esta estación las líneas meandriformes pueden rodear o acompañar a figuras
cuadradas segmentadas interiormente a modo de tableros de tres en raya, pero también es
posible verlas evolucionando sin concurso de motivos adicionales, y en su desarrollo describir
espirales. En la estación de Monte Eiró los grabados fueron realizados sobre rocas graníticas,
mientras la geología dominante de la Sierra de Açor y de las Fragas de A Lapa es la constituida
por pizarras, de donde se sigue que el soporte pétreo era lo que menos importaba. En este
pequeño grupo habremos de introducir también algunos paneles de la Pedra da Cobra Moura
en Viseu, donde dos espirales se resuelven en su espira final de un modo laberíntico o sinuoso
retorcido, y que recuerdan ampliamente a las precitadas. En apariencia estas cuatro estaciones
aún no siendo idénticas desde un punto de vista iconográfico sugieren cierta relación,
reflejando quizás el desplazamiento de alguna comunidad, se podría sugerir.
En una reciente monografía sobre los petroglifos del Monte Eiró, no se duda de
atribuirles una pertenencia al Arte Atlántico, si bien como acabamos de ver, los mejores
paralelos están en pleno interior de Portugal, a menos que también los petroglifos de las Islas
Canarias los incluyamos en este estilo atlántico. Sin embargo, una vez analizada
detenidamente la morfología de aquellas cuatro estaciones se ve que si bien la influencia del
NO. gallego o del Vale do Tejo podría aplicarse a la figuraciones de espirales, no sin embargo a
los meandriformes retorcidos, pues no se han de confundir estos con las líneas sinuosas
serpentiformes, que también las hay en el dominio galaico rupestre. Sin embargo los
meandriformes no constituyen de por sí un estilo concreto, ni un dominio artístico, pues
solamente, que sepamos, los encontramos claramente en esas mencionadas estaciones, las
cuales están relativamente muy alejadas entre sí. Determinar si entre estas estaciones hay
mutuas influencias no es nada fácil, pero tampoco es descabellado pensar en que fueren fruto
de algún tipo de desplazamiento. Lo mismo se podría decir de los petroglifos del Vale do Tejo y
su periferia. Pero a diferencia de este dominio artístico rupestre, los meandriformes retorcidos
no tienen por así decirlo un núcleo claro de invención, donde se repitieran en un corto
territorio en multitud de paneles semejantes, y si unas pocas estaciones dispersas, a diferencia
de lo que ocurre en el Vale do Tejo o en el Arte Rupestre Gallego, dotados con sus núcleos y
sus periferias.
Si nos dejamos llevar por esta concepción difusora estaríamos tentados a negar una
invención local y sí mejor a buscar centros difusores. Pero es aquí donde aparece el segundo
problema, pues vemos que si bien el tema de los meandros retorcidos y sus derivados, junto
con espirales los vemos en abundancia en la canaria isla de La Palma, tampoco hemos de
olvidar que en la Isla del Muerto en Nicaragua178 se encuentran imágenes parecidas

177
Sanches, M. J. (1986).
178
Navarro Genie, R. (2007:12).
149

perfectamente definidas. No por más cercana y por su posición atlántica la isla de La Palma es
un mejor candidato, pues entre otras cosas el poblamiento de esta isla no se puede demostrar
con anterioridad a momentos muy tardíos, como máximo a partir del Milenio I AC, o incluso
mejor, cercanos al Cambio de Era179; en segundo lugar queda sin explicar qué ofrecía esta isla
para poder hablar de intercambios, y en tercer lugar habría que considerar el porqué sus
motivos solamente se desarrollaron en el interior de Portugal y no en el área costera atlántica
peninsular. Además al citar la nicaragüense Isla del Muerto rápidamente se nos viene a la
mente la dificultad de realizar asimilaciones morfológicas sin considerar los elementos
culturales que facultaron la aparición de estos motivos morfológicamente muy similares, y en
esto si estamos parcialmente de acuerdo con las ideas de E. Anati mencionadas más arriba.
Muy posiblemente los grabados de La Palma son endogámicos tanto en su formulación original
como en su desarrollo posterior. Como mucho podríamos hablar de una remota influencia
africana, pero tampoco es seguro.
Para aquellos petroglifos portugueses con espirales asociadas a líneas meandriformes
retorcidas queda por lo tanto examinar la posibilidad de una invención local contextualizada
en un marco general proclive a lo rupestre, donde se plasmarían simbologías quizás comunes,
pero abiertas a un mínimo libre albedrío del artista en la elección de los temas para ser
figurados, y en el modo de representarlos. Por ejemplo, a lo largo de este estudio hemos
observado como las manifestaciones rupestres de espirales suelen prodigarse poco allí donde
las encontremos, sin embargo en la Pedra dos Pratos aparece un panel con 18 motivos, lo cual
supone un caso particularmente notable, con lo cual parece que estamos ante una decisión
artística excepcional y muy localizada, y que fuese realizada por un mismo individuo o varios, o
dilatada en el tiempo, y en consecuencia siguiendo criterios de emulación de la tradición. Pero
esta tendencia no la volveremos a encontrar en otra estación con la misma magnitud.
Tengamos en cuenta que en lo que respecta al arte prehistórico, los investigadores
solamente disponemos de referencias arqueológicas conservadas por haberse usado en su
momento materiales imperecederos, pero no podemos excluir la existencia de un arte
corporal, y también un arte sobre soportes desaparecidos, donde se podrían desarrollar
iconografías similares. Asimismo también las imágenes simbólicas elaboradas para facilitar la
comprensión de la naturaleza de las cosas o de las creencias trascendentes citadas de un modo
oral o realizadas coreográficamente, podría todo ello representar una amplia gama de
imágenes de las cuales, aún siguiendo una tradición general, siempre quedara abierta la puerta
para interpretaciones artísticas de elaboración local, y por lo tanto sin correlato tanto en
lugares próximos como alejados.
Cuando presentamos los petroglifos de espirales localizados en Portugal hemos hecho
hincapié en el caso del panel de Mocissos, donde estas figuras aparecen grabadas siguiendo la
técnica de la incisión produciendo grabados caracterizados precisamente por estar delineados
con surcos muy estrechos. A estos grabados se les suele denominar filiformes, aunque en
realidad tal categoría solo debiera comprender los propiamente lineales, y dejar a un lado los
figurativos. En efecto con la técnica filiforme vemos petroglifos con una rica gama de haces de
líneas de muy diversa tipología, pero también verdaderas figuraciones. Tratar de englobar
todas estas manifestaciones en un ciclo cultural y cronológico no es posible, pues con este
modo de grabado se conocen desde diseños de cuadrúpedos de clara raigambre paleolítica,

179
Farrujía de la Rosa, A. J. y Bravín, A. (2010).
150

hasta escenas de combate con guerreros montados a caballo y exhibiendo espadas y lanzas,
los cuales obviamente no son anteriores a la Edad del Hierro. De hecho en el Vale do Côa las
figuraciones paleolíticas realizadas por incisión son mayoría180. En medio de estos extremos
nos encontramos con el mundo propiamente filiforme, cuya cronología, si no se quiere
asimilar a uno u otro extremo quedaría en el aire. Creemos que es bueno diferenciar entre
petroglifos filiformes, de carácter mayoritariamente abstracto, caracterizados por la
presentación en forma caótica de haces de trazos cortos, de los otros petroglifos de corte
naturalista o subnaturalista realizados por incisión corrida.
Los grabados rupestres filiformes integran un conjunto artístico muy abundante en
Portugal, pero también consta en otros lugares de la Península, así como en algunas regiones
de Europa. Además de las figuraciones de animales mediante la técnica de la incisión en el
Paleolítico existen en el arte mueble representaciones de haces de líneas cuyo sentido aún no
ha sido aclarado, pero integrando verdaderos paneles filiformes. Más arriba hemos tenido la
oportunidad de examinar las espirales de la Cova del Comte, las cuales han sido realizadas por
un apretado conjunto de líneas siguiendo una orientación espiraliforme. Es por ello que M.
Varela Gomes en su periodización del Arte Rupestre del Vale do Tejo, incluye en el Período 0
además del équido de Ocresa, algunas manifestaciones filiformes, basándose en el paralelo
mobiliario181.
Pero los petroglifos filiformes no solamente abarcan haces de líneas y figuraciones
naturalistas, sino también veremos una larga tipología de motivos de corte simbólico como
cruciformes, escaleriformes, pentagramas, líneas quebradas, figuras cuadrangulares,
reticulados, arboriformes, etc., , que generalmente están acompañados de los citados haces de
líneas. Tampoco debemos olvidar que en algunos lugares se han encontrado incluso
inscripciones latinas con empleo de esta técnica.
Los especialistas que han estudiado este tipo de arte se mueven todavía en un mundo
poco explorado. Pero el hecho de que alguna figura naturalista haya aparecido insculturada
por picoteo sobre un haz de líneas en el Río Ocresa permite para algunos autores otorgarles
una notable antigüedad, remontándolas como mínimo al Neolítico. Asimismo en algunos
petroglifos se han identificado figuras triangulares asimiladas con puñales e incluso alguna
alabarda. No obstante como hipótesis de trabajo se viene manejando una datación larga que
se extendería desde el Neolítico Final/Calcolítico hasta la Segunda Edad del Hierro, dada la
documentación de recursos iconográficos propios de este momento, pero con una mayor
presencia a partir de mediados del II Milenio AC182. Esta larga diacronía la pretende demostrar
F. A. Coimbra echando mano de paralelos localizados por toda Europa, método que presenta
mucho riesgo, e incluso las correspondencias más cercanas procedentes de estaciones
calcolíticas portuguesas distan mucho de ser concomitantes183. Por lo que vemos se ha
prestado más atención a la iconografía tardía, según parece de la Segunda Edad del Hierro, por
la riqueza de información para ilustrar esta época184.
Este arte inciso ya ha sido objeto de estudio por investigadores españoles los cuales lo
aislaron en una provincia artística o na etapa artística denominada Ciclo de Solacueva-Galería
del Sílex caracterizada por la realización de este tipo de grabados en las profundidades de las
180
Luís, L. (2008a).
181
Varela Gomes, M. (207:85).
182
Coimbra, F. A. (2013).
183
Coimbra, F. A. (2016).
184
Luis, L. (2008b).
151

cuevas y cuya distribución territorial se extendía por la zona oriental de la Meseta Norte con
prolongaciones hacia el País Vasco y Navarra. A pesar de este tipo de emplazamiento, la
cronología de estos motivos no se ha llevado al Paleolítico, como si fue practicado por los
descubridores de los grabados de espirales de la Cova del Comte. J. A. Gómez-Barrera y otros
investigadores prefieren fecharlos en la Edad del Bronce en base a una serie de hallazgos
arqueológicos de relativa solidez surgidos en las excavaciones que se realizaron en algunas de
estas cuevas185. Con posterioridad siguieron apareciendo paneles con esta categoría de
grabados en cuevas, pero no se ha avanzado en su fijación cronológica.
Personalmente creemos que los petroglifos realizados por técnica incisa están
integrados por varios conjuntos temáticos que quizás estén refiriendo varias fases culturales.
Así hemos de distinguir los propiamente abstractos filiformes compuestos por más o menos
nutridos haces de líneas rectas cortas, a veces integrando complicadas marañas, de los diseños
naturalistas de animales de raigambre paleolítica, y un arte subnaturalista propio de la Edad
del Hierro, así como un grupo de motivos simbólicos fácilmente reconocibles, entre los cuales
se encontrarían las espirales de Mocissos.
La datación de este conjunto integrado por figuras de carácter simbólica,
probablemente no tenga nada que ver ni con los filiformes típicos ni con los diseños
paleolíticos, y quizás mejor parece remitir a tiempos tardíos, probablemente pertenecientes a
la Edad del Hierro. Queda sin embargo sin explicar las espirales de la Cova del Comte, de la que
recordemos una es pintada, y cuya asimilación al citado Ciclo de Solacueva presenta algunas
dificultades, pues dejando aparte de su emplazamiento en la profundidad de una cueva,
supone una iconografía muy distinta a las del citado Ciclo.

4. ASPECTOS CRONO-CULTURALES DE LOS PETROGLIFOS DE ESPIRALES EN EL ARTE RUPESTRE


GALLEGO.

4.1. Planteamiento previo.

Antes de entrar en materia cronológica no está de más valorar la presencia de los


motivos espirales en el conjunto del Arte Rupestre Gallego, pues su estudio podría aclararnos
algunos aspectos. Advertimos que para la elaboración de las siguientes conclusiones vamos a
considerar ya las manifestaciones rupestres del Norte de Portugal, pues en realidad se sitúan
en la periferia del Arte Rupestre Gallego.
En primer lugar debemos señalar que las figuras espiraliformes, aún a pesar de su
forma circular obviamente no son combinaciones circulares. La descripción, valga la
redundancia, en espiral del motivo contrasta con la disposición en anillos cerrados de las
composiciones de círculos. Mientras el círculo acota un área circular más o menos grande, la
espiral describe un movimiento dinámico desde el interior hacia el exterior y viceversa, lo cual,
al menos desde un punto de vista iconográfico, nada tiene que ver con las combinaciones
circulares, de contenido artístico estático. Es mucho lo que ignoramos aún de éstas, pero al
menos sabemos que con frecuencia lo delimitado por su diseño son protuberancias de la
superficie de las rocas (mamilos), que no tienen porque ser muy evidentes. Esas mismas
turgencias circundadas, y también los círculos grabados en superficies planas, en muchos casos
disponen de un surco de salida que concluye en el extremo de la roca o en una diaclasa, de
185
Gómez-Barrera, J. A. (1992:243 y ss).
152

donde se deduce, sea lo que sea el surco de salida, una evidente intención de asociar estos
motivos, incluso los mamilos, con el exterior de la roca, buscando una simbología en la cual la
combinación circular se convierte en un ente relacionado con el medio natural que envuelve a
la roca. Podemos ir un poco más lejos y añadir que cuando lo acotado es una turgencia, es
decir un señalado accidente morfológico de la superficie de las rocas, lo que se liga es en
realidad una composición de corte escultórica integrada por el mamilo más sus anillos
grabados sobre él. Hay por lo tanto un obvio propósito de establecer una relación dialéctica
entre la roca, o sus turgencias decoradas, con el ente o poder que en ella habita o que ello
representa.186
En su realización plástica estas ideas posiblemente llevaban implícito una determinada
gestualidad adecuadamente codificada, pues se trataba de realizar un diseño relacionado con
lo sagrado. Y es aquí donde la diferencia con la espiral se presenta más determinante, pues
diseñar un roleo más o menos complejo que iconográficamente se deja inacabado, y puede ser
prolongado extendiendo la voluta exterior, es muy distinto al trabajo requerido para lograr
una combinación circular compuesta de anillos cerrados.
La existencia de los raros casos de espirales en el Arte Rupestre Gallego, pone de
manifiesto que este motivo pudiera haberse planteado como alternativa a las combinaciones
circulares, pero no tuvo éxito. Su escasa presencia, e incluso su mayor concentración en el SO.
de Galicia en las costas de Oia y A Guardia, y en la región minhota portuguesa, podrían ser
explicadas por una menor incidencia en esta zona de una consolidada tradición de
combinaciones circulares, y por lo tanto ser testimonios de influencias externas e incluso
constituir una etapa avanzada, ya inercial del mundo de las figuras circulares. Esta última
hipótesis podría ser apoyada por la generalizada tendencia de las figuras espirales en su
factura de pequeño tamaño, por debajo de lo más común en las combinaciones circulares, en
cuya evolución de éstas, no olvidemos se produce una progresiva degeneración morfológica
que se verifica en la disposición periférica de pequeños círculos alrededor de núcleos
integrados por grandes combinaciones circulares.
Pero la influencia externa es difícil de establecer. La mayor concentración de espirales
en la Península Ibérica se produce en el Valle del Tajo, pero pocas más hay que en Galicia.
Además en la iconografía propia de este dominio artístico, las distintas fases en que se articula
ofrecen diseños muy diferentes a los gallegos, tal vez de cronologías más antiguas. Si ahora
volvemos la vista hacia el N. a las Islas Británicas veremos que son todavía más raras, pues
hace algunos años se documentaron no más de 70 espirales estiradas en un litoral de más de
1.200 kms.187 Evidentemente la Isla de La Palma donde son muy abundantes no sirve de
paralelo por la cronología que se maneja para el poblamiento inicial del archipiélago canario.
En conclusión, veamos para donde veamos, la espiral es un motivo raro en todas partes; no
parece disponer de un hogar donde se prodigara y de aquí se difundiese. Esta circunstancia
abre la puerta a suponer un fundamento autóctono y una iniciativa particular de algunos
artistas.
La existencia de unas pocas espirales grandes (Castroeiro 2, Pedra dos Sinais 2,
Sequeiros, A do Cándido, Coto do Corno y Laxe das Rodas), en algún caso realizadas sobre un
mamilo, parece apuntar a un momento temprano del desarrollo del Arte Rupestre Gallego.
Son motivos relativamente notables y equiparables con muchas combinaciones circulares.

186
Fernández Pintos, J. (2015a;82 y ss).
187
Van Hoek, M. A. M. (1993).
153

Manejamos como hipótesis de trabajo la circunstancia de que fueran realizados en la misma


época de apogeo de las combinaciones circulares.
El hecho de que reciban añadidos e iconográficamente respondan en algún caso al
tema de la jerarquización gráfica parece respaldar esta idea. Más difícil es establecer si se trata
de un experimento que no tuvo buenos resultados, planteando una forma simbólica que se
podía manifestar socialmente en una danza ritual, en una pintura corporal, o en otros soportes
perecederos. También debemos barajar la posibilidad de tomarlas por una muestra de
creatividad haciendo evolucionar una combinación circular hacia una espiral, decisión que no
tuvo consecuencias, porque ritualmente su trazado era incompatible. Dada la lejanía física
entre los seis petroglifos más arriba mencionados, nos inclinamos por explicarlas como la
consecuencia de iniciativas particulares que no tuvieron éxito. Más difícil es establecer si
debemos ver en ellos una influencia externa, pues como ya hemos visto más arriba, son
motivos raros en todas partes.
Sin embargo hemos observado que en el caso de las espirales de menor tamaño, las
más abundantes, sí existen paneles como Barrio Mergelina 1 y 2, A Laxe do Lapón o Beira da
Costa, Chã da Sobreda o São Tomé donde
el mismo motivo se repite varias veces en
el panel. No aparecen asociados
físicamente, sino dispersos por la roca.
Esto nos sugiere una particularidad local
que puede estar manifestando una
diferente mentalidad, quizás porque
comenzamos a entrar en una época
avanzada. Pero explicar estos petroglifos
como el testimonio de la llegada de una
influencia externa, bien a modo de
intercambio, bien con la ocupación física
del territorio, no es de sencilla admisión,
por el mismo motivo apuntado en el
párrafo anterior. Además en la Beira da
Costa recordemos que las espirales
aparecen cerradas, como si de una
combinación circular se tratara.
Está además el tema de su
dispersión territorial, que si lo ponemos
en relación con la dispersión de las
combinaciones circulares, observamos
que la espiral es más frecuente fuera del
núcleo rupestre de la Rías Baixas,
apareciendo sin embargo, en su periferia,
hacia el N., y sobre todo hacia el sur de
Fig. 120.- Distribución de los principales paneles con Galicia y Norte de Portugal. Si nos
combinaciones circulares y espirales en el SO. de la centramos en el estudio de las
Provincia de Pontevedra (Explicación en el texto).
manifestaciones rupestres circulares del
SO. de Galicia (fig. 120) podemos destacar que las combinaciones circulares (fig. 120: círculos
154

azules grandes), muestran mayor presencia en torno al litoral de la Ría de Vigo, mientras que
hacia el S., solamente las diversas estaciones de Santa Trega ofrecen una concentración de
paneles circulares con múltiples representaciones. Al sur de Baiona este tipo de paneles, sin
desaparecer totalmente, reducen drásticamente su cantidad), y desaparecen por completo al
Sur de Oia, apareciendo por aquí, petroglifos con una o varias combinaciones circulares
generalmente de pequeño tamaño (fig. 120: círculos azules pequeños). Pero este tipo de
petroglifos son muy abundantes al norte de Baiona, si bien no los hemos recogido en este
mapa porque creemos que la mera representación de las principales estaciones era ya
suficiente para darse una idea del significado territorial que diferencia la zona nuclear del Arte
Rupestre Gallego de su área periférica.
No deja de ser curioso que sea a partir del S. de Oia donde más abunden las estaciones
con figuraciones de espirales. Estas representaciones parecen por lo tanto muy ajenas a la
tradición rupestre de las Rías Baixas, surgiendo con mayor intensidad donde se debilita ésta.
Podría ser éste otro argumento para datar en un momento tardío al grupo de las espirales más
pequeñas.

4.2. Cronología.

Dada la especificidad simbólica de la espiral, sería posible abordar este tema desde la
comparación y la disquisición teórica. No vamos a renunciar al menos al ensayo de esta
posibilidad, pero a nuestro juicio es más interesante primero ponerlas en relación con los otros
motivos rupestres galaicos, especialmente con las abundantes combinaciones circulares,
porque en efecto antes de ensayar cualquier planteamiento teórico es preciso analizar los
datos ofrecidos por la misma presencia de los grabados.
Tratar de fijar una época en la cual la espiral aparezca como motivo más frecuente
sería un auténtico error, además de técnicamente impracticable. Sabemos que las primeras
muestras de figuras espiraliformes las encontramos en el Paleolítico Superior. Después las
veremos con mayor abundancia a partir del Neolítico Medio de los Balkanes como motivo
decorativo de las cerámicas. En el IV Milenio aparecen también en la cerámica egipcia
predinástica, siendo continuada en Nubia en tiempos posteriores. En esta misma época servirá
de decoración en monumentos megalíticos de las Islas Británicas, así como en las domus de
janas sardas y en los templos de la isla de Malta. Más tarde, hacia mediados del II Milenio AC
se desarrollará abundantemente durante la época minoica y micénica, e incluso en la segunda
mitad del II Milenio A se desarrollará como motivo decorativo en artefactos escandinavos. Por
último no debemos olvidar que durante la Edad del Hierro del Egeo no se perdió su uso,
decorativo, y aparecen como ítem plástico de la cerámica ibérica.
Este esquema cronológico sirve para el Viejo Continente, pero no ya para América
donde numerosas culturas aborígenes realizaron petroglifos donde la espiral es un motivo muy
repetido, y obviamente estas culturas no tuvieron contacto con las europeas y próximo-
orientales. Tanta expansión territorial y cronológica, en estratos culturales tan diferentes
provoca que los planteamientos teóricos generales puramente rupestres no sirvan de mucho.
Como nos avisa K. Kerényi188 la espiral fue un símbolo universal común a numerosas
culturas con distintas cronologías e implantaciones territoriales muy variadas, extendidas por

188
Kerényi, K. (1950).
155

todo el mundo. Su manifestación plástica no solamente se debe referir a adornos,


decoraciones o petroglifos, sino que también han de ser tenidas en cuenta danzas, diseños de
telas, pinturas corporales, adornos culinarios, etc. Cuando surge la espiral como motivo
decorativo de cerámicas, probablemente ya se llevaba tiempo realizando movimientos
rítmicos rituales desenvueltos siguiendo su forma y como expresión de una profunda filosofía
sobre la esencia de la vida y la muerte. Ya entonces la espiral se había convertido en un
símbolo con un significado concreto.
Pero esta conclusión y significado es más bien materia de la historia comparada de las
religiones, y en el fondo no nos ayuda para fijar la cronología de las espirales rupestres
gallegas.

4.2.1. El supuesto contexto: la cronología de las combinaciones circulares.

En función de las conclusiones emanadas de los análisis precedentes, tal vez debamos
hablar de dos tradiciones, quizás muy separadas en el tiempo. La primera, antigua, tal vez de la
época del apogeo de las combinaciones circulares, que estaría representada por unas pocas
espirales de mayor tamaño. Con posterioridad, y posiblemente ya en plena decadencia del
ciclo de las combinaciones circulares, surgirían las espirales de tamaño más pequeño.
Pero llegados a este punto surge el problema de la cronología de las combinaciones
circulares. El origen de este fenómeno lo suponemos arrancar con el comienzo de la Edad del
Bronce, c. 2000 AC, cuando la arqueología detecta los inicios de un drástico cambio en el
paisaje, con la desaparición de las espesas formaciones arbóreas por mano humana, y la
aparición de una vegetación propia de un paisaje deforestado en favor del pastoreo. Además
hacia la misma fecha surge el horizonte de los enterramientos en cistas, cuya desaparición
puede fijarse hacia mediados del II Milenio AC. La Edad del Bronce no solamente supone la
expansión de la economía pastoril, sino también la explotación más decidida de las cuencas de
deposición, por donde suelen circular manantiales, y que se caracterizan por integrar terrenos
fértiles para la práctica agrícola. De hecho, no solamente se han detectado asentamientos de
esta época en las inmediaciones de estos terrenos, sino que además, los petroglifos de
combinaciones circulares aparecen inmediatamente por encima, es decir en las laderas de las
serranías. Esta disposición topográfica señala una indudable dependencia de las prácticas
agrícolas, y lo que parece ser una explotación muy limitada de la cabaña ganadera189.

4.2.1.1. Las asociaciones con cuadrúpedos.

Un dato cronológico lo definen la asociación de combinaciones circulares y


cuadrúpedos, muchas veces cérvidos. En algunos petroglifos como Lombo da Costa o Laxe das
Coutadas, los animales se disponen en la periferia de paneles cuyo núcleo central está
integrado por combinaciones circulares. Muchas veces se ve claramente que la asociación se
realiza con posterioridad a la insculturación de aquéllas. Sin embargo en algunos petroglifos
algunos de sus círculos son manifiestamente posteriores a las figuraciones de cuadrúpedos,
como en A Laxe dos Cebros u Os Carballos190. De este dato se desprende que durante la fase
de los cuadrúpedos también se grabaron círculos, aunque por el momento no dispongamos de

189
Fernández Pintos, J. (2015a:257 y ss.).
190
Fernández Pintos, J. (2015a:268 y 270).
156

un criterio mínimamente válido para identificarlos y señalarlos separadamente de los antiguos.


Además de los datos ahora aportados, hay que recordar que en muchos paneles de
combinaciones circulares consta una jerarquía gráfica mediante la cual se observa como el
centro del panel está ocupado por combinaciones circulares, mientras pequeños círculos se
disponen periféricamente o en lugares de relleno. Tal vez estos círculos sean los que ahora
consideramos tardíos. Pero la cronología de las figuraciones de cuadrúpedos aún hay que
establecerla con precisión. En efecto, para los animales de Campo Lameiro manejamos una
cronología de al menos el Bronce Final, ignorando si se prolongan o incluso deban darse todos
en una época más reciente. De hecho M. Santos Estévez los sitúa en plena Edad del Hierro191.
No estamos tan seguros de esta información, pero sí podemos decir que quizás las figuraciones
esquemáticas que se encuentran en el Sur de Galicia y el territorio minhoto portugués puedan
llevarse a esta época, pues además de frecuentes escenas de equitación el caballo es el animal
más representado, todo lo cual nos está conduciendo a la admisión de una fecha avanzada
como mínimo, al Bronce Final, y quizás mejor, a partir del Bronce Atlántico192.

4.2.1.2. Los tableros de juego reticulados.

Recientemente al estudiar los tableros de juego reticulados del SO. de Galicia y la


región minhota, nos encontramos con petroglifos en los que sobre este tipo de motivos se
habían grabado combinaciones circulares en varios casos así como algunos ejemplos donde no
se podía descartar una estratigrafía horizontal que balizaba los tableros de juego como
anteriores. Como sabemos estos tableros fueron datados de un modo amplio entre el siglo V
AC y el V AD, pero a lo mejor es más conveniente cifrar su cronología entre el siglo I AC y ¡
AD193. En consecuencia, los círculos superpuestos deben ser llevados a la misma cronología.
También el petroglifo de O Campado consistente en un entrelazo de evidente estética castreña
nos avisa de que aún se realizan grabados en esta época194.

4.2.1.3. Las ‘rosa camuna’, esvásticas y formas afines.


.
En el presente trabajo al describir los petroglifos del Monte das Ferraduras y Coto da
Mó nos encontramos con unas figuras de planteamiento cruciforme, con escasos paralelos en
Galicia y que F. Quintás y T. Espejo relacionan con las famosas rosas camunas195. Se basan para
establecer la comparación en la configuración cruciforme que ostentan. Un ejemplo más se
localiza en la cercana estación de A Chan da Lagoa 1 (San Isidro de Montes, Campo Lameiro)
(fig. 121: A7). Otras formas cruciformes semejantes a la citada rosa camuna se encuentran en
los petroglifos de Real Seco (Tebra, Tomiño) (fig. 121: A12) y en la Laxe Escrita (Carnota) (fig.
121: A8, A9, A10, A11 y A12). En rigor solamente el motivo del Real Seco presenta las típicas
nueve coviñas que definen a las rosas de Valcamónica. Sin embargo es indudable que los
ejemplos detectados en la Laxe Escrita presentan analogías con éstas, aún sin contar con las
preceptivas nueve coviñas. En el mismo sentido, es interesante considerar otro motivo

191
Santos Estévez, M. (2012).
192
Fernández Pintos, J. (2013:102-104).
193
Fernández Pintos, J. (2017).
194
Fernández Pintos, J. (2017:206).
195
Quintas González, F. y Espejo Guardiola, T. (2008).
157

cruciforme en el ya mencionado petroglifo de Chan da Lagoa 1 (fig. 121: A7). El motivo


decorativo de la pedra formosa del Castro de Eiras (Famalicão) (fig. 121, B1)196 en cierto modo
podría incluirse también en la misma órbita, con la consecuencia de que los ejemplos del
Monte das Ferraduras y Coto da Mó, por analogía con el citado motivo ornamental, deban
asimismo ser integradas en el mismo conjunto, así como el otro caso procedente de Chan da
Lagoa 1 (fig. 121: A7).

Fig. 121.- Ejemplos de rosas camunas en petroglifos galaicos [A] labras castreñas [B] Valcamónica [C].

196
Reimão Queiroga, F. y Pereira Dinis, A. (2009).
158

Surge así una familia de motivos con un planteamiento estético muy peculiar, de
escaso peso en el conjunto rupestre galaico y con ecos en otros ámbitos artísticos. La rosa
camuna es un motivo raro, incluso en el lugar de nombre procede su denominación. Hace ya
años P. Farina había encontrado en Valcamónica 84 rosas (censos más recientes mencionan 97
casos197) de las que 16 de éstas correspondían a esvásticas normales (fig. 121; C1), otras 12
eran esvásticas irregulares (fig. 121; C2), y por último el tipo cuadrilobulado era el más
representado con 56 casos (fig. 121; C3 y 4). Esta autora propugna una evolución del motivo
desde la forma esvástica (siglos VII y VI AC) a la más sencilla cruciforme o caudrilobulada, a
partir de fines del siglo VI AC, desapareciendo hacia el siglo I AC., basándose en dataciones de
motivos decorativos de ciertos artefactos198. Sin embargo, los únicos ejemplos no rupestres
que se pueden citar en tierras peninsulares los encontramos en la pedra Formosa del Castro de
Eiras (Famalicao) (fig. 121, B1) y en una labra proveniente del castro de Guifões (Matosinhos,
Portugal) (fig. 121, B2)199, los cuales no parecen concordar con la cronología vilanoviana de P.
Farina. La cronología del Castro de Eiras se centra en los siglos I a III AD, en época histórica. La
del castro de Guifões es más complicada pues hay indicios de ocupación en el Bronce Final, y
después conoce un importante apogeo entre los siglos I AC y I AD para a continuación
experimentar en los siglos IV-V AD una importante transformación urbanística. Recordemos
que la piedra con la esvástica de este castro fue localizada en el muro de una construcción, y
por tanto reutilizada.
Lo curioso de este motivo es que fuera de la región camuna se pueden señalar casos
aislados en el Sur de Suecia (Hovenäs), en Inglaterra (Ilkiey Moor, Yorkshire)200, los referidos a
Galicia, uno en Portugal (fig. 121; B2), e incluso en ¡Issamaden (Mali)!201. Este caso
subsahariano representa no pocos problemas de interpretación, pues sigue exactamente el
esquema de las esvásticas ya vistas en el Castro de Guifões (fig. 121; B2), o de Valcamónica
(fig. 121; C1), es decir la forma esvástica, incluidos los ensanches redondeados de los
extremos, y por supuesto la misma distribución de las coviñas.
Tanto para Ch. Depuy como para J.-L. Le Quellec202 esta extraña dispersión geográfica
no puede ser sin embargo casual y apuntan que se debe entender en el marco de
interacciones de larga distancia. No obstante J.-L. Le Quellec por otra parte tampoco parece
del todo convencido con esta explicación. En efecto, ya L. Encinas comentando petroglifos del
norte de Méjico relacionados con el proceso de conquista y colonización203 publica la
existencia de una típica rosa camuna en Coahuila que sin embargo este autor denomina como
“cruz vasca” o lauburu, pues la explica como un motivo introducido por misioneros, que según
parece en un primer momento procedían en efecto de Euskadi. El origen señalado del motivo
lo justifica en aparecer acompañada de la representación de la fachada de un santuario y dos
palomas, símbolo del Espíritu Santo. En este caso en vez de coviñas hay circulillos, pero en las
cruces vascas de las estelas discoidales no se representan las coviñas.

197
Dupuy, G. (2010:124).
198
Farina, P. (1997a, 1997b y 1998).
199
Cleto, J. y Varela, J. M. (1999).
200
Gyrus (1998).
201
Dupuy, Ch. (2010).
202
Le Quellec, J.-L. (2017:56).
203
Encinas, L. (2014).
159

Este y otros hallazgos mejicanos que cita M. Van Hoek204 son sin lugar a dudas una
llamada a la prudencia, y la circunstancia de que un motivo se repita en varias localidades
alejadas, sobre todo de un modo aislado, no es garantía de difusión. Estos motivos raros
pueden ser producto de la iniciativa particular de algún individuo plasmando un símbolo
utilizado en decoraciones de elementos perecederos y que no han llegado a nuestros días. El
caso del lazo de O Campado (Gargamala, Mondariz) citado más arriba es un unicum en el Arte
Rupestre Gallego, pero sin embargo es un motivo muy extendido en decoraciones
inmobiliarias de la Edad del Hierro205.
No obstante la asimilación a la rosa camuna de los motivos identificados en los
petroglifos gallegos (fig. 121: A), en realidad son asimismo susceptibles de emparentarlos con
las llamadas cruces contorneadas206, de larga trayectoria cronológica pues se encuentran ya en
sellos minoicos. Motivos de este tipo los vemos en algunos petroglifos marroquís,
señaladamente en Idomaun207, pero también en Australia y muy especialmente a lo largo del
continente americano208. Obviamente para explicar la enorme difusión de estos símbolos el
referente cristiano no es lo más acertado.
Este problema terminológico podemos verlo claramente en los ejemplos rupestres
gallegos. La única verdadera rosa camuna se encuentra en el petroglifo de Real Seco (fig. 121;
A11). Vemos además formas parecidas, pero no iguales (fig. 121; A6, A8, A9 y A10), y por
último otras formas que solamente concuerdan con la rosa camuna en su disposición en
cruciforme (fig. 121; A1, A2, A3, A4, Y A5). De momento no conocemos ningún caso de
esvástica que refleje el modelo italiano. Estos tres tipos gallegos son gráficamente parecidos,
pero responden a distintas convenciones estéticas, por lo que deben estar reflejando cada uno
por su lado la incidencia de un influjo cultural, no probablemente ajeno, sino muy
posiblemente ligado a la tradición rupestre que los por entonces antiguos petroglifos veían
abundantemente grabados en las rocas. En el seno de estas raras iniciativas rupestres hemos
también de incluir el entrelazo de O Campado 3 (Gargamala, Mondariz)209, también inspirado
en la plástica castreña, y sin paralelos conocidos en nuestra área.
Los casos reconocidos en los petroglifos del Monte das Ferraduras (fig. 121; A1; A2 y
A3), Outeiro da Mó (fig. 121; A4 y A5) y Chan da Lagoa 1 (fig. 121; A7), tienen un paralelo
indudable en la citada pedra formosa del Alto do Castro de Famalicão, por lo que la cronología
de estos motivos debiera corresponder a época castreña, a la cual pertenece también el citado
entrelazo de Gargamala. Precisar más la datación es ya muy difícil. En el estudio de los motivos
de la Laxe Escrita pudimos observar que la técnica de confección de estos círculos resaltaba
claramente respecto de las demás combinaciones circulares, pues a la vista sugerían una
menor erosión, aparte de que en un caso existe superposición.
A nuestro modo de ver los casos rupestres gallegos ahora estudiados, sean rosas
camunas, cruces contorneadas u otro tipo, en realidad integran un grupo muy exiguo de
figuras cruciformes o en aspa muy semejantes y cuya cronología debe recaer en la Edad del
Hierro.

204
Van Hoek, M. (2018).
205
Fernández Pintos, J. (2017:206).
206
Van Hoek, M. (2018).
207
Rodrigue, A. (2011).
208
Van Hoek, M. (2018).
209
Fernández Pintos, J. (2017:206; fig. 189).
160

Relacionado con este tema, es obligado citar las esvásticas grabadas en el panel nº. 1
de Laxe das Cruces. Una es un trísquel confeccionado torpemente, mientras la otra es una
esvástica. Ambas están encerradas en un círculo simple y asociadas mediante un trazo la una a
la voluta exterior de la gran espiral, y la otra al surco de salida que de la citada espiral parte
hacia una de las pequeñas combinaciones circulares que rodean al motivo central.
Estos motivos esteliformes en su forma propiamente esvástica, trisquel o hexasquel
son figuras muy raras en el Arte Rupestre Gallego. Sólo además de las citadas de la Laxe das
Cruces 2 cabe mencionar otros cuatro petroglifos: la Laxe dos Sinais (Barcelos), donde hay una
esvástica contorneada por un círculo, otra en Os Covelos (Coruxo, Vigo)210, rodeada por
coviñas, otras dos en a Portela da Laxe (Viascón, Cotobade)211; un hexasquel en el Outeiro dos
Lameiros (Baiona)212, y varias más recientemente localizadas en la región minhota
portuguesa213 junto a lo que parecen ser équidos, pero en principio no asociado a ningún otro
de los motivos, y por último un grabado localizado en el Monte de Santa Tegra que representa
un grabado de un entrelazo parecido al de O Campado 3, pero en forma de esvástica214. Se
ignora el paradero de este petroglifo, pues nadie lo volvió ver desde que fue publicado en
1927.
No es fácil fijar la cronología exacta de estas esteliformes de la Laxe das Cruces 2, pero
lo más probable es que haya que encajarlas también durante la Edad del Hierro galaica. Tanto
éstas como las rosas Real Seco (fig. 121; A12) y Laxa Escrita (fig. 121; A8, A9 y A11) son motivos
extremadamente raros e iconográficamente varios están incluidas en el interior de un círculo.
No es necesario insistir en la gran cantidad de labras de esteliformes procedentes de
yacimientos castreños, donde además de estar circunscritas en una superficie circular, a veces
además, fueron esculpidas dentro de un anillo grabado. Es suficiente observar la gran cantidad
de estos elementos procedentes de los castros de Santa Trega y de Armeá para establecer
paralelos viables. Por otra parte debemos contar con que esta circunstancia tampoco a lo
mejor es casual, sino inspirada en la tradición rupestre que estaba a su disposición, y si acaso,
aún de algún modo continuaban, como parecen reflejar aquellas combinaciones circulares que
en el SO. de Galicia se superponen sobre tableros de juego, a los que hemos hecho alusión más
arriba.
Aprovechamos la ocasión para llamar la atención sobre la configuración estética de las
asociaciones que se materializan en los paneles 2 y 3 de La Laxe das Cruces, y que se basan en
la asociación de pequeños círculos a una combinación circular central grande (o espirales)
mediante largos surcos, y los cuales están dispuestos de un modo radial, como si de una figura
esteliforme se tratase. Este mismo tipo de distribución radial, ya hemos tenido la oportunidad
de examinarla en el sector NE. de un panel del complejo de Pé da Múa215. Donde una serie de
seis pequeños círculos distribuidos radialmente se asocian a otro pequeño círculo central,
también mediante trazos. Con estas dos últimas menciones solamente pretendemos poner de
relieve la existencia de esquemas que recuerdan morfológicamente muy de cerca a algunos
tipos galaicos de rosas camunas (fig. 121; A1, A3,y A7).

210
Costas Goberna, F. J. (1980:XX).
211
García Alén, A. y Peña Santos, A. de la (1980:59-60).
212
Vilar Pedreira, X. L. y Quintas Méndez, E. (s/f:48).
213
Cardoso, D., Bettencourt, A.M.S., Ribeiro, J.P. y Brito, M. (2018).
214
Martínez do Tamuxe, X. (1987).
215
Fernández Pintos, J. (2015a:fig. 146).
161

4.2.1.4. Las figuras laberínticas.

Los más antiguos testimonios que podemos citar con cierta fiabilidad cronológica son
las representaciones de laberintos cretenses y formas inspiradas en ellos (pseudolaberintos),
cuya más antigua figuración está en la famosa tablilla procedente de Pylos y datada a la par
que la destrucción del palacio, a fines del siglo XIII AC. Sin embargo, esta figura está
morfológicamente acabada, lo cual denota su procedencia de tiempos anteriores. Además en
el ámbito del mediterráneo oriental hay suficientes precedentes gráficos para suponer que su
origen tal como lo conocemos hoy en día, se fraguase en la primera mitad del II Milenio AC.
Autores clásicos del Arte Rupestre Gallego como F. Cuevillas y R. Sobrino señalaron las
espirales y los laberintos como figuras de algún modo relacionadas. Esta es también la postura
de teóricos como K. Kerényi, si bien este investigador proponía que la espiral es gráficamente
más antigua que el laberinto, de la cual deriva éste, pero que no obstante perviviría en el
tiempo. Perviviría en el tiempo, pero más bien convertida en elemento decorativo, y con una
significación difusa que ignoraba sus orígenes. Se podrían señalar petroglifos de espirales que
recuerdan estrechamente el diseño laberintiforme. En Galicia tenemos el caso muy claro en el
sector central de A Pedra Grande de Montecelo, en Poio.
R. Sobrino va más allá, y habla de una difusión desde el Próximo Oriente de la espiral,
siguiendo la costa africana, en cuyo remate occidental se encuentran las Islas Canarias, con la
Isla de la Palma, y de esta zona hacia Galicia, y después al norte, a las Islas Británicas. Hoy en
día, ni los planteamientos teóricos ni las informaciones arqueológicas permiten un trazado
semejante.

4.2.1.5. El problema del término ante quem castreño.

En primer lugar, tal como viene indicando la bibliografía especializada ya desde los
pioneros, algunas de las espirales del petroglifo del Barrio Mergelina de Santa Tegra quedaron
fosilizadas por las modificaciones urbanísticas realizadas para acondicionar el terreno a un
asentamiento castreño. La roca donde se había grabado el petroglifo llamado “El Pasillo”
quedó reducida a un estrecho pasaje, cubriendo los muros parcialmente algunos grabados.
Además el centro de esta roca presenta un cierto trasiego que provocó el desgaste de algunos
motivos. En El Mapa sería un tramo de la muralla la que fosilizó varias espirales y una
combinación circular. Pero además el ámbito constructivo que envuelve a la gran roca,
encajada entre muros, hace viable pensar que todo este petroglifo es anterior a la
urbanización del lugar.
El uso de rocas con petroglifos de combinaciones circulares y espirales como material
de construcción usado por las gentes castreñas permitió a la investigación tradicional
establecer un evidente término ante quem, interpretando que ya en la Edad del Hierro se
había perdido el conocimiento y la consideración acerca de los petroglifos, pues no se
respetaba su existencia al ser reducidos a una condición vulgar. Sin embargo, ya hemos tenido
la oportunidad de examinar en el anterior epígrafe que aún en la época castreña se hacían
petroglifos, en los que los diseños circulares, incluso en forma de combinación de círculos con
su coviña central seguían teniendo vigencia. Además según las recientes excavaciones esta
urbanización del castro de Santa Trega, por lo menos en el Barrio Calvo no puede ser llevada
más allá de mediados del siglo I AC. Es por lo tanto una cronología muy tardía, que no obstante
162

aún no invalida la tesis tradicional, pues de ésta de hecho indicaba que era la cultura castreña
en su conjunto, y no un castro determinado el que establecía el término ante quem.
En aquellos momentos se establecía el comienzo de la Edad del Hierro en torno al siglo
V a. C., esto es sin calibrar, y además se desconocía que los comienzos de esta forma cultural
hundía sus raíces en los momentos terminales del Bronce Final, en torno al siglo X AC. También
se ignoraba que la cultura castreña no era monolítica, sino que experimentó pulsaciones en
respuesta a estímulos externos. De hecho el castro de Santa Trega es ya un poblado
profundamente romanizado, y pertenece además a un período en que se produce una
sinestesia aún no bien explicada en torno a grandes recintos.
Si ahora admitimos que aún en época castreña se grababan combinaciones circulares,
la pregunta es qué valor cultural contenían si coetáneamente podían ser sepultadas bajo la
cimentación de construcciones o como material de construcción.
Responder a esta cuestión es todavía prematuro. Por ejemplo ignoramos mucho de los
petroglifos históricos, donde además de cruces, herraduras, reticulados, etc. tampoco faltan
algunas figuras circulares. En realidad este tipo de petroglifos todavía no han sido
sistematizados, y aunque se consideran realizados en tiempos históricos, aún no se ha afinado
su posición cronológica. Por otra parte, la circunstancia de que se realicen combinaciones
circulares en época castreña no nos debe parecer raro: lo raro sería que no intentasen
manipularlos. Los petroglifos de la Edad del Bronce estaban ahí en toda su plenitud, con una
abundancia que no nos podemos imaginar en la actualidad, pues han transcurrido más de dos
mil años de uso de la piedra como material constructivo corriente, con las destrucciones que
ello conlleva. Del mismo modo que en A Laxe da Forneiriña y Outeiro dos Cogoludos unos
ciervos fueron perfilados con instrumento metálico siguiendo el surco original, y en O
Preguntadouro 1.2 se realizó una verdadera combinación circular de varios anillos y coviña
central también con instrumento metálico216, nos preguntamos si la presencia de aquellos
petroglifos ancestrales cuyas formas se debían distinguir mejor que en la actualidad, no habría
sido también motivo de inspiración en épocas pasadas, fijándose en ellos, interpretándolos a
su modo, repasando sus surcos, y por qué no, realizando nuevas grabaciones bien con motivos
semejantes, bien con aplicación de los nuevos símbolos (esvásticas, trísqules), o incluso
espirales.
El caso del petroglifo de la Porta Sur 1 de Santa Trega podría ser muy explícito en este
sentido. Allí una espiral pequeña, levemente picoteada ocupa un lugar muy marginal, pero
junto a un círculo que según parece fue retocado. Esta espiral podría estar apuntando hacia
fechas tardías, quizás contemporáneas a la ocupación del asentamiento.

4.2.1.6. Conclusión: aspectos cronológicos de las combinacines circulares.

Resumiendo, la grabación de combinaciones circulares abarca un gran período de


tiempo. Tal vez se originen en un momento temprano de la primera mitad del II Milenio AC,
pero su tradición debe también remontarse a tiempos posteriores de mediados del citado II
Milenio, de cuando deben datar los laberintiformes, como mínimo, alcanzado incluso el Bronce
Final y la Edad del Hierro, pues en ocasiones aparecen asociadas a cuadrúpedos, y quizás con

216
Fernández Pintos, J. (2017:52).
163

el paso del tiempo convertidas en pequeñas figuras, marco en el cual se desarrollan otros
grabados recientes como son las rosas camunas, las cruces contorneadas y las esteliformes.

4.2.2. Aproximación a la cronología de las formas espirales en el Arte Rupestre Gallego.

En el epígrafe precedente hemos desarrollado el conocimiento actual sobre la


cronología de las combinaciones circulares. Reconocemos que son más disquisiciones o
deducciones que hechos completamente probados, pero a nuestro juicio, dado que siguen un
planteamiento coherente, y no habiendo nada mejor por el momento, creemos que su uso es
provisionalmente viable.
El discurso abarca dos milenios, desde el Bronce Antiguo hasta e inclusive la Edad del
Hierro. Este es el marco general en el que debemos movernos para datar las figuraciones de
espirales, pues tal como hemos analizado más arriba todo apunta a que en cierto modo son
motivos relacionados cronológicamente con las combinaciones circulares. Particularmente
presentan unas características que deben de ser tenidas en cuenta, pues pueden poseer
implicaciones cronológicas.
En el litoral de Oia y A Guarda, la insculturación de motivos espirales parece constituir
una verdadera etapa cultural, dada su relativa concentración en un reducido territorio. Su
desarrollo en un área periférica del Arte Rupestre Gallego es susceptible de ser explicado en
función de una cronología diferente, en este caso tal vez más tardía.
M. Santos Estévez es partidario de tomar las espirales como una simplificación de los
laberintos, pues según apunta siguiendo criterios estrictamente morfológicos, ambos diseños
con su desarrollo gráfico enrollado son el mejor medio de describir la ruta más larga en un
espacio circular determinado. Incluso llega a barajar la posibilidad de que los pseudolaberintos
se confeccionaran como muestra de una hibridación de las espirales y los círculos
concéntricos217. No podemos ahora pararnos en consideraciones sobre laberintos y
pseudolaberintos. En este sentido remitimos a un trabajo anterior218, y además estamos
realizando un nuevo estudio sobre este tema que verá la luz en el espacio de algunos meses.
No obstante la hipótesis de M. Santos la encontramos muy dudosa pues sería raro que se
produjese una hibridación entre un motivo tan escaso como la espiral; e incluso tanto
laberintos como pseudolaberintos son también más raros aún que las espirales.
Lo que sí podemos ya debatir es la posibilidad de si con la figuración de una espiral se
esté realmente trazando una ruta, y no una figura con una significación especial. K. Kerényi nos
enseñó que el dinamismo recogido por el diseño de una espiral, aunque se estaría inspirando
en movimientos descritos en el curso de danzas, en realidad no está propiamente informando
sobre un determinado itinerario físico, sino simbólico, como una puerta por donde se accede y
se sale del mundo de los muertos, y también sobre la eterna regeneración de la vida.
No está claro por lo tanto que las espirales en el Arte Rupestre Gallego sean
estrictamente el reflejo de una concepción dinámica, y no un mero símbolo. El problema
radica en que por una parte no podemos establecer correctamente su cronología, pero
tampoco conocemos mucho de las ideas religiosas que se practicaban durante los Milenios II y
I AC. De todos modos, siguiendo las finas conclusiones de K. Kerényi es verosímil pensar que
los petroglifos de espirales son simples símbolos, tal vez sustitutos de las combinaciones

217
Santos Estévez, M. (2007:57).
218
Fernández Pintos, J. (1989).
164

circulares, que aún significando diferentes cosas se relacionan mediante su plasmación


rupestre con una ritualidad en la que se perseguía la fertilidad de tierra y animales, tal como se
está comprobando subyace bajo la realización de las combinaciones circulares. Sin embargo, si
los comparamos con lo que sabemos de las combinaciones circulares, en materia de
significaciones, el simple uso de una distinta iconografía para expresar la misma idea parece un
recurso de distinta raíz, no sólo iconográfica, sino también cultural.
A nuestro modo de ver, para hablar de la cronología de las espirales habría que
referirse a varias épocas. La primera sería temprana, en plena expansión de los motivos
circulares. Se trataría de la realización de motivos de gran tamaño, pero el experimento no
tendría apenas consecuencias. Después, pero antes del Cambio de Era, de cuando datan las
construcciones de Santa Trega, se desarrollaría una nueva fase en la figuración de espirales,
que se concretaría sobre todo en el SO. de Galicia, caracterizada por la proliferación de
pequeños motivos.

219
Fig. 122.- Fragmento de dintel de una vivienda procedente del poblado de Briteiros .

220
Fig. 123.- Espiral grabada en un pavimento en el castro de Briteiros .

219
Fotografia tomada de http://photos1.blogger.com/blogger/7695/1886/1600/EpigrafiaEscultura003.jpg
165

En principio no debemos descartar la insculturación de algunas de estas espirales


durante la época castreña. Concretamente estamos pensando en los paralelos ofrecidos por
los hallazgos procedentes del poblado de Briteiros. En un fragmento de dintel vemos una
espiral acompañada de otros motivos decorativo-simbólicos (fig. 122). Quizás de mayor interés
sea el reciente descubrimiento de una espiral grabada en una losa de un pavimento situado al
lado de una vivienda (fig. 123).
Como sabemos, en este yacimiento hay también grabado un doble roleo en una roca
natural, semejante a los de los petroglifos de Fentáns. Este motivo se parece gráficamente
mucho al petroglifo de O Campado 3 (Gargamala, Mondariz)221, con su correlato en la
decoración castreña y en la trasmontana Pedra da Póvoa222. Sin embargo un detenido estudio
de la plástica castreña nos permite apreciar, que si bien la espiral está presente no lo está
tanto como se pudiera pensar, apareciendo más bien como parte de una decoración más
compleja enriquecedora de otros motivos, como en trísqueles, esvásticas o bien en series
indefinidas en la orfebrería (fig. 124).

Fig. 124.- Labras castreñas.

Es decir, aunque hay ejemplos de espirales, la espiral propiamente dicha, como


símbolo en pie de igualdad con una esvástica o una roseta, es una forma muy minoritaria. En
las labras castreñas de forma circular, a modo de discos o de troncos para la colocación en las
paredes de las viviendas no parece que contemplasen la espiral pura como una forma de
representación. Ahora sirve para complementar los remates de formas como las esvásticas,
trísqueles o sucesiones lineales. La labra castreña que acoge estas formas ha sustituido el
simbolismo del dinamismo eterno hacia y desde un centro, que implica la espiral, por otro
también de corte infinito pero de aspecto circular, que es el que ofrecen trísqueles, esvásticas,
hexásqueles, lazos y rosetas. De todos modos, toda esta ideología religiosa sucumbe cundo se
construyen los grandes poblados como Santa Trega, en torno al Cambio de Era, dado que en
las viviendas levantadas y reconstruidas en esta época se utilizan como meros materiales de
construcción piezas con símbolos de aquel tipo, lo cual permite pensar que su significación
habría ya sido superada. Es precisamente en este momento cuando se amortizan también las
rocas con grabados rupestres.
Aún a pesar de los testimonios aportados por el poblado de Briteiros, todo apunta
pues a pensar que los grabados rupestres de espirales pudieran ser en líneas generales
anteriores a esta plástica castreña, que según parece manifestó su apogeo entre fines del siglo
II AC y fines del siglo I AD223, pero de todos modos no excluye completamente una posible
realización en un momento más temprano de la Edad del Hierro. Si volvemos la vista a los
220
Fotografía tomada de https://reflexodigital.com/celebrar-dia-da-arqueologia-numa-jornada-passado/
221
Fernández Pintos, J. (2017:206).
222
Fonte, J., Santos Estévez, M. Bacelar Alves, L. y López Noia, R. (2009).
223
González Ruibal, A. (2006:389).
166

grabados rupestres vemos algunos casos de manifestaciones enclavadas claramente en esta


época. La esvástica y el trísquel de a Laxe das Cruces insertos en sus respectivos círculos, así
como el lazo de O Campado 3, el hexásquel del Outeiro dos Lameiros224, las figuraciones de
esvásticas225, y los motivos con influencia o relacionados con la rosa camuna de Fentáns, son
otros tantos testimonios de que durante la Edad del Hierro se siguieron tallando petroglifos,
pero con una nueva simbología y probablemente en un menor número. No podemos tampoco
olvidar las combinaciones circulares de algunos petroglifos del SO. de la provincia de
Pontevedra grabadas sobre tableros de juego reticulados, cuya cronología no debiera ir más
allá como muy temprano del siglo V AC, aunque probablemente haya que situarlos hacia el
Cambio de Era226.
En consecuencia, tal vez en líneas generales las figuraciones de espirales de menor
tamaño pertenezcan a una época anterior a la Segunda Edad del Hierro, mientras la simbología
de la espiral no hubiera derivado masivamente hacia la esvástica y formas afines pero
indicando una ruptura con la tradición rupestre anterior integrada por combinaciones
circulares, tal vez extendiéndose en un momento ya de declive del Ciclo de las Combinaciones
Circulares. El hecho de que la inmensa mayoría de las espirales se presenten solitarias, sin que
hubieran conocido asociaciones, tema muy común en el Arte Rupestre Gallego, nos faculta
para especular en este sentido. No obstante, con posterioridad a su insculturación muchas de
estas espirales fueron dotadas de surcos de salida, y se las asoció mediante trazos, rasgos que
comparten con las combinaciones circulares. Pero como ya hemos indicado en varios lugares
de este trabajo, estos motivos de manipulación sintáctica de diseños más antiguos también lo
experimentaron muchas combinaciones circulares. Se necesitaría un estudio más detenido de
los petroglifos de líneas, de líneas asociadas a círculos y de los surcos de salida para
profundizar más en este tema; pero posiblemente esta modificación sintáctica de motivos
antiguos que implica la adición de líneas pudiera ser bastante frecuente durante mucho
tiempo.
En los párrafos anteriores hemos hablado de dos cambios culturales. Uno se produjo
hacia el Cambio de Era, cuando en la construcción de las viviendas castreñas no se respeta los
antiguos símbolos, los cuales en sus manifestaciones plásticas tienen su apogeo hacia los siglos
II y I AC, pero que parecen típicos de la Segunda Edad del Hierro. Estos motivos (esvásticas y
rosetas) representan una evolución plástica de las espirales, las cuales a su vez, al aparecer
reflejadas en el Arte Rupestre Gallego, suponen una ruptura con la tradición rupestre
autóctona. También una ruptura acaeció cuando se comenzaron a grabar cuadrúpedos,
pasando de un arte abstracto a uno figurativo, aunque también sabemos que durante su
vigencia se siguieron realizando combinaciones circulares. Esta cesura marcada por la
aparición de los cuadrúpedos tiene su reflejo en Campo Lameiro en la Laxe dos Carballos227,
donde un gran ciervo fue datado como mínimo en el Bronce Final228. En consecuencia, quizás
la mejor cronología para hablar de la grabación de espirales sea precisamente a partir de esta
época de fines del II Milenio, con la expansión del Bronce Atlántico, con el desarrollo de
intensos contactos marítimos entre el Atlántico y el Mediterráneo, y su corolario la aparición

224
Vilar Pedreira, X. L. y Méndez Quintas, E. (2009).
225
Cardoso, D., Bettencourt, A.M.S., Ribeiro, J.P. y Brito, M. (2018).
226
Fernández Pintos, J. (2017:170-175;274-277).
227
Fernández Pintos, J. (2013:268).
228
Fernández Pintos, J. (2013:72 y ss).
167

de los primeros poblados fortificados hacia el siglo XI - IX AC.229, y con ellos el comienzo de la
Edad del Hierro y una nueva mentalidad social donde la organización social y política en torno
a jefaturas guerreras tendrá su mejor expresión.
En materia rupestre no somos especialmente partidarios de ver en las espirales una
influencia externa, pues cabría preguntarse de dónde procedería, dado que se trata de un
motivo raro en todas partes. Se supone que en el contexto de intercambios y de difusión de
ideas rupestres se difundiría lo más conocido y no lo más raro. Obviamente ello no excluye el
influjo que pudieran ejercer las aplicaciones decorativas de algunos artefactos. Preferimos
pensar mejor en un marco general histórico favorable para la insculturación rupestre en el cual
incidiese una nueva concepción relacionada con el simbolismo de la espiral ampliamente
admitida, y sin la necesidad de recurrir a procesos difusionistas, y que en líneas generales las
manifestaciones de espiraliformes respondiesen a inquietudes ocasionales de algunos
individuos.
Pero el ejemplo de los laberintos debe de ser también tenido en cuenta. En efecto, en
el Arte Rupestre Gallego, los laberintos son todavía más raros que las espirales, y para ellos,
dada la complejidad del trazado de la figura hemos dado preferencia a la idea de una
influencia externa, llegada del Mediterráneo230. Aunque la arqueología ha demostrado que el
tema del laberinto en su conformación definitiva es abundante en épocas avanzadas de la
Antigüedad, al menos desde el siglo V AC, donde abunda en las monedas cretenses, tiene sus
precedentes mucho antes, en el siglo XIII AC, en una tablilla de Pylos. La imagen de este
laberinto, las condiciones e implicaciones de su grabado, refleja que esta representación
gráfica estaba consolidada para entonces. Ignoramos cuándo comenzaron a introducirse los
laberintos en los petroglifos gallegos, pero el hecho de que en A Chan de Lagoa 2 (Montes,
Campo Lameiro)231 , el asta de un ciervo se hubiera insculpido sobre su trazado nos da una idea
de su arcaica cronología. El hecho de que la insculturación de los laberintos responden a
iniciativas particulares lo demuestra el graffiti del Castro de Formigueiros, en este caso de fácil
datación por haber sido hecho en la losa del pavimento de una plazuela de un poblado cuya
ocupación se cifra entre los siglos III-II AC y mediados del siglo I AD232.
La comparación de las espirales con sus otros dos motivos afines, laberintos y
pseudolaberintos podría ser factible, y quizás pudieran responder todos ellos al mismo
estímulo o influencia. Respecto de los laberintos, ello implicaría para las espirales por lo tanto
cronologías teóricamente más avanzadas, lo cual tal como estamos viendo, es una
circunstancia viable. Del mismo modo que llegado un momento se desarrollaron los laberintos,
sin precedentes conocidos, sin lugar a dudas llegados desde muy lejos, probablemente del
Mediterráneo, al menos en última instancia, nos preguntamos si no estaremos ante la misma
corriente bajo la cual se produjo la aparición de las espirales y los pseudolaberintos. Ello
explicaría la rareza de todos estos motivos, y su plasmación rupestre como meros símbolos,
pues como nos indica K. Kerényi, la espiral es un motivo muy extendido en la Edad del Bronce
del Egeo, pero para entonces se había convertido en un elemento decorativo desprovisto de la
profunda significación de milenios atrás.

229
González Ruibal, a. (2006:71 y ss.).
230
Fernández Pintos, J. (2013:74).
231
Fernández Pintos, J. (2013:292-293).
232
Meijide Cameselle, G.; Vilaseco Vázquez, X. I. y Blaszcyk, J. (2009). En esta publicación los autores confunden el
laberinto con una combinación circular (véase http://culturagalega.gal/noticia.php?id=17893).
168

Pero volvamos a la dispersión territorial de las espirales, sobre todo a los petroglifos de
la fachada atlántica del occidente peninsular, cuyas estaciones se extienden desde la Ría de
Muros por el Norte hasta el Guadalquivir por el Sur. En tan extenso territorio se manifiestan
varios dominios artísticos, por ejemplo el Arte Rupestre Gallego al norte y el del Vale do Tejo
en el centro de Portugal (véanse figuras 1, 110 y 120). Las estaciones con representaciones de
espirales del Arte Rupestre Gallego se estiran en un continuo geográfico interrumpido al llegar
a la cuenca de Viseu. Desde aquí hasta el Vale do Tejo las figuraciones espiraliformes se hacen
raras. En ese continuo por el litoral atlántico gallego y portugués la densidad de estaciones, en
conjunto y en líneas generales es similar: al sur del Minho se han distinguido 18 estaciones, en
una franja de 131 kms. de longitud, mientras el tramo gallego es de 95 kms., donde hay 21
estaciones.
Los investigadores portugueses han acotado geográficamente su arte atlántico al norte
de Porto, en una franja litoral excluyendo la provincia de Tras-os-Montes. Pero las estaciones
de las proximidades de Viseu están más al sur, y entre ellas y las situadas en la región del bajo
Duero no hay una distancia tan exorbitante como para ser excluidas. Sin embargo, en esta
zona se produce un cambio litológico de suma importancia: acaban los granitos, el soporte por
antonomasia del Arte Rupestre Gallego, y comienza el dominio de las pizarras.
Sin embargo, tampoco observamos una clara diferencia temática entre estos dos
ámbitos. Por ejemplo los motivos más complejos de Monte Eiró, son semejantes a los que
vemos en la Pedra da Cobra da Moura en Viseu, y más al sur, en varios petroglifos de la Serra
do Açor, e incluso pudieran estar emparentados con estos los trasmóntanos de Fraga das
Lapas. Interpretar estos datos en clave cultural no deja de ser muy complicado, pero quizás
tengamos que pensar en que hay motivos que se resisten a la división en comarcas artísticas
de fronteras definidas. A la vista de estos ejemplos es difícil determinar a qué dominio artístico
pertenecerían petroglifos como A Pedra dos Pratos o los de Santa Bárbara. Y si tenemos dudas
con estos petroglifos, ¿dónde poner las fronteras?
De ser así, las espirales no serían un motivo englobable únicamente en el Arte
Rupestre Gallego, ni en otro dominio artístico definido como el del Valle del Tajo. Su rareza,
allá donde vayamos, pero su gran incidencia geográfica, así como las semejanzas iconográficas,
es posible que nos estén haciendo ver que no son sino el fruto de un ambiente cultural
determinado extendido sin la consideración de culturas locales, y da la impresión de estar
indicándonos que mejor nos estamos moviendo en el seno de un cambio cultural generalizado,
tal vez en el marco más general de una antigua tradición rupestre.
En consecuencia, se podría enunciar un Ciclo de las Espirales, ajeno a las tradiciones
locales, y de plasmación territorial difusa, cuya asimilación tanto al Arte Rupestre Gallego o al
dominio del Vale do Tejo solamente se puede materializar en las manos de los investigadores
necesitados de asideros tangibles para entender los hechos culturales.
169

5
SOBRE EL ARTE RUPESTRE GALLEGO. UN ENSAYO
DE PRECISIÓN TERMINOLÓGICA.

El Arte Rupestre Gallego, así enunciado, (o también grupo galaico) se ha venido


tomando como un dominio artístico propio de Galicia, en el NO. de la Península Ibérica. Esta
denominación sirve para hacer mención al acervo cultural en materia rupestre existente en
esta región bien delimitada administrativa y políticamente. Sin embargo, tras tal enunciado se
esconden dos modos diferentes de entender este fenómeno. Por una parte están los
investigadores que presentan estas manifestaciones como resultado de una etapa cultural
concreta, y otros investigadores que, como el que escribe, prefieren hablar de etapas
cronológicas distintas, escalonadas en el tiempo, y de distinta concreción territorial. Sería, en
consecuencia, un término equivalente por ejemplo al de Arte Rupestre do Vale do Tejo, Arte
Esquemático Peninsular o Arte Paleolítico Franco-Cantábrico. Es decir, con su empleo se hace
alusión a un área definida territorialmente donde constan multitud de manifestaciones
artísticas afines, aunque en todos los casos se han distinguido etapas culturales que han
influido en la temática simbólica usada.
El término “Arte Rupestre Gallego”, o su equivalente “petroglifos gallegos”, se usa
únicamente en Galicia, y no por todos los investigadores. Nunca se negó que las escasas
manifestaciones rupestres que iban apareciendo en el Norte de Portugal, eran sin lugar a
dudas, por lo menos en lo que se refiere a los motivos prehistóricos, de clara raigambre
septentrional, pero los investigadores lusos no fueron nunca proclives a referirse a estas
manifestaciones rupestres con el apelativo de “gallego” o vocablos semejantes. Antaño han
preferido usar conceptos como arte rupestre do NO. de Portugal, haciendo grotescamente
caso omiso a lo que sucedía al norte del Miño, o también del NO. Peninsular, término
aparentemente neutro, pero que en realidad ocultaba una realidad material de menor
importancia al ser comparada con Galicia.
Desde el otro lado de la frontera, encontramos también denominaciones como arte
rupestre gallego-portugués o también el citado arte del NO. Peninsular, y también “petroglifos
gallegos”. A excepción de Galicia, el componente “gallego” en la denominación de este arte
rupestre no aparece con la frecuencia que merece. Sin embargo las menciones a un arte
rupestre propiamente gallego, al margen de su posible contenido atlántico, es relativamente
frecuente en las alusiones de los investigadores españoles
Actualmente, los investigadores portugueses han encontrado una definición que diluye
la realidad geográfica, y parecería presentar matices de objetividad: el Arte Atlántico. El Arte
Atlántico, en el imaginario de estos autores hace referencia a un dominio artístico que
englobaría las manifestaciones rupestres del NO. de Portugal, Galicia, y las Islas Británicas. La
referencia a las Islas Canarias y al N. de África no se ha tampoco ahorrado en algunos casos
aislados. En realidad la referencia atlántica al arte galaico ya aparece en R. Sobrino Lorenzo-
170

Ruza en 1953 cuando habla de un Arte Gallego-Atlántico, solución léxica muy original pero
que obviamente tendría poco éxito, debido en otras causas a que el empleo de tal término
implica una prevalencia cronológica y una difusión territorial, que podrían no ser ciertas, y
aunque así fuese, difícilmente sería esto aceptado por investigadores de otras nacionalidades,
sobre todo portugueses.
R. Sobrino Lorenzo-Ruza no era original en su planteamiento: seguía las reflexiones de
E. Mac White, el cual en 1946 al hablar del arte prehistórico en Irlanda menciona un arte
megalítico y la existencia de un galician group en paneles al aire libre. Esta idea fue asimilada
rápidamente por R. Sobrino Lorenzo-Ruza, pero bautizándolos como petroglifos gallego-
atlánticos233, consecuencia lógica de los conocimientos que en su época había sobre el arte
rupestre europeo, y que certificaba la denominación de E. Mac White. Sin embargo con
anterioridad a esta formulación de R. Sobrino ya bibliográficamente se venía indicando que
entre los finisterres atlánticos habría habido mutuas influencias. La idea de una esencia
atlántica, de una koiné, flotaba en el ambiente, y se manifestaba en la cuestión del celtismo.
Por la misma época publica F. López Cuevillas su trabajo sobre la tipología de lo que
bautiza como arte rupestre del noroeste hispánico234, porque en su estudio además de Galicia
incluye el área oriental fronteriza de Asturias y León y por el sur las provincias portuguesas de
Minho y Tras-os-Montes. D. Florentino no ignoraba que en aquellos tiempos todas las áreas
periféricas mencionadas eran muy precarias en hallazgos rupestres en comparación con
Galicia, pero sus convicciones ideológicas le llevaron a delimitar un territorio único,
supuestamente solar de una cultura uniforme tal como parecía haberse repetido varias veces
históricamente. En su hipótesis inclusiva procede de un modo que hoy en día difícilmente
podríamos aceptar, pues cuenta con las pinturas rupestres de Tras-os-Montes e incluye
tipologías litográficas que el mismo reconoce que pertenecen a distintas épocas. Sabe
perfectamente que Galicia es mucho más fértil en manifestaciones rupestres que las otras
áreas adyacentes, pero trata de no hacer repercutir esa primacía gallega en la denominación,
en favor de una idea geográfica supra regional e incluso supra nacional que dificulta buscar
una designación que fuese aceptada por todos.
La reciente aparición de gran cantidad de estaciones rupestres en el NO. de Portugal
ha llevado en manos de algunos especialistas lusos a una curiosa euforia, pues según estos
autores, esta región se alzaría como un importante foco del Arte Atlántico, tan importante que
no es difícil ver trabajos en los que las referencias al N. galaico son las mínimas, como si de un
mundo ajeno se tratase. Se magnifican los hallazgos, se publican mapas de dispersión plagados
de localizaciones, pero una vez que se aumenta la escala y vemos de que trata cada uno de
esos puntos puestos en los mapas, observamos que en no pocos casos se refiere a alguna que
otra coviña, cruciformes, incluso realizados con instrumento metálico, pequeños círculos, etc.
Constan también grandes paneles, pero estos no son tantos como nos quieren hacer creer. En
manos de estos investigadores pareciere como si al norte del Minho se abriese un mundo
ignoto, y sin embargo, antes de la eclosión de los hallazgos del NO. de Portugal, los petroglifos
localizados en Galicia eran una abrumadora mayoría sobre los cuales existía una abundante
bibliografía fácilmente asequible.

233
Sobrino Lorenzo-Ruza, R. (1951 y 1953).
234
López Cuevillas, F. (1951).
171

Pero incluso en estos momentos,


aunque en ese NO. de Portugal se hayan
encontrado numerosos paneles con
grabados rupestres, en Galicia los
hallazgos tampoco se han detenido,
logrando que se hayan multiplicado
exponencialmente alcanzado cifras
inabarcables. No solamente la bibliografía
tradicional, sino también las nuevas
formas de publicación, como es Internet,
están dando prueba fehaciente de estos
hechos, de los cuales podemos además
asegurar que no han concluido todavía,
pues periódicamente se publican nuevos
hallazgos, generalmente de cierta
importancia. Sin embargo, no tenemos en
el NO. de Portugal una actividad semejante
a ésta, ni a nivel oficial, ni en otro tipo de
publicaciones, como la ya citada Internet.
Para aclarar gráficamente el dislate
que representa esta postura de muchos
investigadores lusos hemos confeccionado
el mapa de la figura 125, realizado a partir
de los datos suministrados por recientes
estudios territoriales para Galicia y para el
Fig. 125.- Dispersión de estaciones de grabados rupestres en NO. de Portugal. En realidad en este mapa
Galicia y el NO. de Portugal. recogemos todas las manifestaciones
rupestres catalogadas, hasta el 2018 en
235 236
Galicia y hasta el 2017 en el NO. de Portugal . No es necesario ningún análisis concreto
para destacar la sobrada supremacía del territorio gallego y la menor importancia que afecta al
norte luso en esta materia. Yendo un paso más lejos, a la vista del mapa podríamos indicar
además que existe una indudable concentración rupestre en torno a las Rías Baixas, y algunos
núcleos más hacia el interior. El Norte de la Provincia de A Coruña, la provincia de Lugo, la
provincia de Ourense, el Sur de Pontevedra y el NO. de Portugal son espacios de difusión
periférica de este Arte Rupestre Gallego cuyo principal territorio de concentración se produce
en torno a las citadas Rías Baixas. Nos gustaría poder presentar un mapa comparativo de las
combinaciones circulares, que sí disponemos para Galicia, pero por lo que sabemos, las cosas
no iban a diferenciarse mucho. Lamentablemente para el NO. de Portugal, área de la cual
todavía conocemos mal su fecundidad rupestre, pues no se ha publicado aún un corpus
general, mínimamente explícito, al modo como se ha hecho en Galicia en años pasados, ni se
ha incidido en la divulgación de estos nuevos petroglifos, pues tampoco no hay, a diferencia de
lo que sucede en Galicia, páginas web en las que los aficionados publicasen fotos y hallazgos.

235
Rodríguez Rellán, C. Vázquez Martínez, A. y Fábregas Valcarce, R. (2018).
236
Bettencourt, A. M. S.; Sampaio, H. A.; Cardoso, D.; Sá, s.; Rodrígues, A. (2017).
172

Existe eso sí, una página en línea dedicada a la recopilación de todos estos hallazgos237, con
expresión de coordenadas para ser localizados, pero las descripciones adjuntas no son todo lo
extensas que el estudioso de los petroglifos desease, y además parece que en los últimos años
no ha experimentado ninguna nueva adición. También en Portugal se ha producido una gran
avalancha de publicaciones de estaciones rupestres, pero muchas de ellas son estudios
preliminares, sin continuidad, a veces sobre estaciones carentes de interés, y tampoco reflejan
la magnitud del tema, que no obstante se entrevé al mentar la totalidad de las alusiones
bibliográficas. Según parece, en conjunto, en Galicia considerando todos los petroglifos, al
margen de su tipología, se han inventariado oficialmente de momento, que no localizado,
3.374 rocas decoradas. Por los mapas que se han publicado del Norte de Portugal no vemos
que la cifra se acerque ni al 10 % de esta magnitud. De hecho el citado CVARN menciona para
2015 una cifra inferior de petroglifos que los publicados por R. Sobrino Buhigas en 1935.
En vista de este mapa es sorprendente la actitud de los investigadores portugueses,
cuya razón de su proceder, dado que no puede tratarse del desconocimiento de lo que sucede
al Norte del Miño, sólo puede explicarse en función de un rancio nacionalismo, o de intereses
particulares. Si tradicionalmente los investigadores gallegos no hemos considerado los
petroglifos portugueses de un modo adecuado, sencillamente se debe a que los por entonces
publicados eran muy pocos y no aportaban nada nuevo. Se aprecia bien que el concepto de
Arte Rupestre Atlántico Peninsular en manos de algunos autores portugueses tiene un
inapropiado contenido político fácilmente perceptible e inadmisible científicamente. La
constatación de la circunstancia de que durante decenios se tuvo el norte de Portugal como un
área periférica de influencia de un estilo artístico cuya principal expresión estaba al norte de la
“frontera”, por lo que estamos viendo ahora, parece que para algunos autores portugueses era
una circunstancia de complicada digestión. Este hecho queda bien explicitado en un reciente
trabajo de L. Bacelar Alves y M. Reis cuando dicen que uno de los objetivos de un proyecto de
investigación era precisamente “contribuir para la alteración del retrato vigente del Arte
Atlántico en Portugal”238. Había por lo tanto una intención previa en una situación científica
donde estos autores se sentían incómodos por motivos políticos, diríamos incluso
nacionalistas. Uno de sus puntos de apoyo es el incremento sustancial de los hallazgos que
recientemente se produjeron en el NO. De Portugal, y que llevaron a más de un centenar de
rocas inventariadas. Pero muchas de estas rocas son en realidad pequeños petroglifos en
alguna ocasión de una única coviña o de cruciformes y otros motivos modernos, que en Galicia
se cuentan por miles, y que raramente se publican.
Pero volvamos al tema del Arte Atlántico que tanto furor está haciendo en la
investigación portuguesa actual. Que sepamos, el primer investigador que ha empleado tal
término sistemáticamente para referirse a los petroglifos gallegos ha sido M. Santos Estévez,
pero bajo otra forma. Sin embargo, en la copiosa producción bibliográfica de este autor esta
especificación terminológica se documenta más recientemente. En un estudio del 2005 sobre
la cronología de los petroglifos gallegos menciona expresamente el Arte Rupestre Gallego de
Estilo Atlántico239. Esta división no es caprichosa, pues según indica este investigador, se realiza
para diferenciar los petroglifos prehistóricos de los realizados en tiempos históricos. En su
trabajo más extenso publicado en el 2007 el término petroglifos gallegos aparece

237
CVARNP (http://www.obiut.org/cvarn/catalogo.html).
238
Bacelar Alves, L. y Reis, M. (2017).
239
Santos Estévez, M. (2005).
173

abundantemente, pero asimismo se le concede una gran importancia a la noción de un Estilo


Atlántico en que se inscribirían esos petroglifos gallegos240. No es ahora nuestro propósito
realizar una minuciosa investigación de la evolución del pensamiento de este autor, pero sí es
necesario indicar que este Estilo Atlántico, pocos años después, en el 2012 se transforma en
Arte Atlántico241. Como era de esperar aquel Arte Rupestre Gallego de Estilo Atlántico, se
convierte en una provincia artística de una supuesta koiné atlántica.
Este total cambio de rumbo fue acogido muy bien por los investigadores portugueses,
precisamente en un momento en que coetáneamente se estaban produciendo gran cantidad
de hallazgos en territorio luso. Son muchísimos los artículos publicados desde entonces que
llevan el término Arte Atlántico ya en su título. De este modo el hecho incontestable de la
escasez de manifestaciones del NO. portugués frente a lo que era abundante en Galicia se
disimulaba con el empleo de un concepto que como veremos más abajo es vago y sin
contenido, con más excepciones que casos probados. Ha habido autores que incluso en un
verdadero ejercicio épico llegaron a sobrevalorar el hecho rupestre portugués.

242
Fig. 126.- Petroglifo de Kealduff Upper (Kerry, Irlanda) .

La aceptación de una provincia artística que englobaba el NO. peninsular (para algunos
estudiosos portugueses habría aún que distinguir una zona portuguesa de otra gallega), no
solamente implicaba la existencia de una comunidad cultural, sino también de una obvia
identidad cronológica. Se habla entonces de fenómeno unitario y uniforme que afectaría a la
Europa Atlántica. La semejanza formal entre los petroglifos de combinaciones circulares
gallegos, escoceses e irlandeses facilita que se pueda recurrir a ideas manejadas por los

240
Santos Estévez, M. (2007).
241
Santos Estévez, M. (2012).
242
https://ar.pinterest.com/pin/101331060341838340/
174

investigadores británicos en servicio de cronologías y significaciones culturales, para que sean


aplicables en Galicia. No se aclara cómo se produjo esta difusión trasatlántica, entre núcleos
tan verdaderamente alejados; solamente se resalta que del parecido formal que se veía entre
todas estas manifestaciones rupestres debía derivarse una corriente de influencia mutua entre
las comunidades ribereñas del Atlántico.

243
Fig. 127.- Petroglifo de Cairnbaan (Kilmartin Valley, Argyll, Escocia) .

Pero estos parecidos no dejan de ser eso: simples parecidos morfológicos, nada más, e
incluso si ponemos la lupa aún podremos apreciar notorias diferencias que no son de
despreciar. Por ejemplo, en los casos irlandeses y escoceses (figs. 126 y 127), no se observa el
uso de mamilos para grabar las combinaciones circulares, ni tampoco se ven formas complejas
como las que se vienen descubriendo en Galicia, por ejemplo los ideogramas Carreira y
Xesteira o los intrincados conjuntos de múltiples asociaciones. En las islas británicas, las
presentaciones son más sencillas. Es cierto no obstante que las semejanzas nos han de hacer
reflexionar, no solamente por el uso de combinaciones circulares con coviña central sino
también por la existencia de surcos de salida ante cuya presencia se interrumpen los anillos.
Hay también otro problema que diferencia notablemente ambas áreas. Lo constituyen
las figuraciones de cuadrúpedos y armas, ausentes por completo en los petroglifos británicos.
Esto se solucionó fácilmente hablando de un momento antiguo de difusión y otro u otros más
moderno en los que los petroglifos fueron evolucionando hacia formas diferentes en función
de las particularidades de cada comunidad. Como ya hemos tenido oportunidad de exponer
más atrás, ya desde hace tiempo los cuadrúpedos se vienen fechando en un momento más

243
http://www.alamy.com/stock-photo-prehistoric-cup-and-ring-mark-carved-stone-rock-art-outcrop-at-cairnbaan-
32990216.html
175

reciente, como mínimo a partir del Bronce Final, o incluso durante la Edad del Hierro. Los
autores que hemos aceptado esta estratificación, sabemos también que durante la época de
insculturación se siguieron grabando combinaciones circulares pero de relativa menor entidad,
tal como hemos referido en el capítulo anterior. Cuando este hecho cronológico se documenta
en el Arte Rupestre Gallego, hacía ya por lo menos quinientos o mil años que no se hacían
petroglifos ni en Irlanda ni en Escocia. No vemos por lo tanto por qué habremos de definir
como atlánticos o de estilo atlántico, en su acepción cultural, una etapa artística que
solamente se produce en Galicia y el NO. de Portugal.
M. Santos utiliza en algún caso el paralelo británico como argumento para envejecer la
cronología de los petroglifos gallegos. Sin embargo, no encontramos tanta claridad en las
síntesis realizadas por los arqueólogos de aquellas regiones en las que se supone que se basa
el investigador gallego. Más bien es la disparidad de opiniones lo que primero percibe el
interesado por este tema. El problema que se manifiesta en las islas británicas orbita
principalmente en torno al establecimiento o no de una posible relación entre el arte
megalítico y el rupestre, problema que no tenemos en la fachada oriental de la Península
Ibérica, excepto para algunos autores. En función de este planteamiento encontraremos una
amplia gama de arqueólogos que valoran una posible anterioridad de los grabados rupestres al
aire libre244, pasando por los que prefieren mencionar cierta posterioridad de aquellos
situándolos hacia la segunda mitad del III Milenio AC245, hasta los que sugieren cierta
contemporaneidad entre ambos estilos, haciéndolos por lo tanto remontar hacia comienzos
del IV Milenio AC. No es raro que en algunas obras de divulgación solucionen el conflicto
señalando una cronología extendida entre los comienzos del IV Milenio AC hasta mediados del
II Milenio AC, lo cual realmente vale de muy poco. Una síntesis, publicada ya hace algunos
años por R. Fábregas y R. Bradley ilustra diáfanamente toda la problemática, e incluso llegan
estos autores a sugerir cierta evolución independiente de estas provincias del arte atlántico246.
No hay por lo tanto unanimidad, ni mucho menos, en la valoración cronológica del arte
rupestre al aire libre en las Islas Británicas. En consecuencia, utilizar el término Arte Atlántico
con propiedad en el estado actual de conocimientos, tal como lo hemos expuesto en el párrafo
anterior, es toda una aventura montada sobre un suelo resbaladizo, y que por lo tanto a
nuestro juicio carece de valor, por estar vacío de contenido, al menos en estos momentos. A
día de hoy, exagerando un poco, el uso del paralelo británico, sería equivalente a comparar los
petroglifos gallegos con los americanos, subsaharianos u oceánicos o allí donde hubiera
combinaciones circulares. Que aquellos norte europeos estén geográficamente más cerca no
modifica para nada el planteamiento. Por ejemplo queda claro que para la determinación de la
cronología de las figuras antropomorfas de los petroglifos del Vale do Tejo carece de valor su
comparación con los cruciformes del arte rupestre gallego, y sin embargo son de mayor
importancia los de la pintura esquemática peninsular; o por lo menos permiten iniciar un
debate con un mínimo de rigor.
En resumen, el paralelo británico para establecer cronologías en el Arte Rupestre
Gallego, aunque se le bautice como de Estilo Atlántico, no es por el momento operativo. No
obstante este estado de cosas no impidió que M. Santos utilizase tal supuesta relación para

244
Waddington, C. (2007).
245
Fábregas Valcarce, R., Bradley, R. (1999).
246
Fábregas Valcarce, R., Bradley, R. (1999).
176

ensayar su última distribución de cronologías247, escogiendo correspondencias con


monumentos de los que ya en su momento hemos expresado nuestra dudas248, pero que a
aquel investigador le sirvió para iniciar el periplo rupestre a comienzos del III Milenio AC., e
incluso no descartaba que pudieran remontarse a tiempos anteriores249. Pero advierte
también que durante la fase tardía del arte rupestre gallego de los cuadrúpedos, aún se
realizaban combinaciones circulares, que por entonces databa en el I Milenio AC. Pero ya
antes L. Bacelar señalara la posibilidad de un arte megalítico y un arte atlántico paralelos en el
tiempo, durante la primera mitad del IV Milenio AC250, en base a una serie concatenada de
suposiciones cuya veracidad dista mucho de quedar acreditadas.
El problema radica en que ese estilo atlántico para tener contenido válido ha de
reflejar una comunidad de ideas entre regiones distantes, ideas que a su vez poseen un origen
que como hemos examinado más arriba en manos de algunos autores británicos se
remontarían a un momento temprano del IV Milenio AC. Por lo tanto, siguiendo esa lógica nos
encontramos con autores portugueses que datan ya sin consideración alguna cualquier
combinación circular en pleno Neolítico. Todo esto es pura especulación, eso sí, desbordante
de fantasía.
El llamado Arte Rupestre Gallego o de Galicia o abreviadamente petroglifos gallegos
han sido las denominaciones que hemos elegido en nuestros trabajos para aludir al hecho
rupestre en Galicia. En esta denominación, recogida de la tradición bibliográfica gallega,
compartida además por la inmensa mayoría de los demás investigadores españoles, no
solamente es completamente válida aún en la actualidad, sino que además no contemplamos
otra diferente que en su titulación no resalte la naturaleza gallega de estas manifestaciones
rupestres. Es asimismo razonable denominaciones semejantes como por ejemplo la que
emplean A. de la Penha Santos y J. M. Rey García en 2001, cuando hacen alusión
conscientemente a los grabados rupestres galaicos251. En este trabajo se presenta ya un mapa
de dispersión que engloba Galicia y el N. de Portugal. Para entonces, las estaciones
identificados allende el Miño eran muy escasas, concretamente nueve, pero se toma
conciencia de su existencia.
Sin embargo no soluciona el problema terminológico otra de las denominaciones que
se ven en algunos trabajos, como es la de Arte Rupestre del NO. peninsular, si bien en este
caso se pretende eludir la mención a la demarcación territorial moderna, proponiendo una
denominación geográfica a priori más objetiva. Sin embargo, tanta neutralidad acaba por
ocultar el hecho de que en Galicia probablemente existan infinitas más estaciones que en el
NE. de Portugal.
En efecto la noción de Arte Rupestre Gallego referido a las combinaciones circulares
implica una prevalencia cuantitativa de estas manifestaciones que abarca toda Galicia y el NO.
de Portugal, donde habremos de distinguir un foco nuclear en torno a las Rías Baixas,
probablemente donde se originó el fenómeno, y unas áreas periféricas de difusión que
abarcarían el N., el E. y al S. el restante territorio gallego prolongándose por el NO. de Portugal.
Si ahora tomásemos el Ciclo de los Cuadrúpedos del Arte Rupestre Gallego habremos
de entrada que distinguir en primer lugar una expansión territorial más bien atlántica por
247
Santos Estévez, M. (2012).
248
Fernández Pintos, J. (2015a:287-288).
249
Santos Estévez, M. (2012:222-223).
250
Bacelar Alves, L. (2008:407).
251
Peña Santos, A. de la y Rey Garcia, J. M. (2001).
177

Galicia y el NO. de Portugal, donde se aprecia la existencia de dos provincias: al norte por toda
Galicia y la ribera meridional del río Miño es la zona de expansión de los motivos
bidimensionales, con un núcleo bien definido en Campo Lameiro, donde además son de estilo
dinámico, así como una provincia meridional minhota caracterizada por la plasmación de
motivos esquemáticos que se desarrolla fundamentalmente por el NO. de Portugal alcanzando
el sur de Galicia hasta la villa pontevedresa de Gondomar.
Sin embargo las espirales, no solamente son raras, sino que como hemos visto
escasean en todas partes, y constituyen un continuo geográfico por toda la fachada atlántica
de la Península Ibérica de donde se sigue que no caracterizan ni son propias plenamente de
ningún dominio artístico definido. En teoría, siguiendo las premisas que hemos formulado en
los párrafos anteriores no pertenecerían al Arte Rupestre Gallego, y sólo muy limitadamente
podríamos incluir algunas, si tal como hemos indicado, compusiesen una sustitución
experimental de las combinaciones circulares, o bien representasen una etapa final del Ciclo
de las Combinaciones Circulares. Pero aún así, en este último supuesto, habría mucho que
discutir, pues no olvidemos que el influjo que faculta su aparición y desarrollo es de corte
cultural y generalizado a un territorio muy amplio, o cual no admite compartimentaciones
locales o regionales.
178
179

6
Apéndice
O Lombo do Roxás (Peitieiros, Gondomar).

Este interesantísimo petroglifo lo conocemos gracias a la publicación en distintas


páginas de Internet, de referencias, reportajes geográficos, y alguna tentativa de estudio. Sin
embargo a pesar de estas aportaciones la estación distaba mucho de estar estudiada. La
inclusión de la representación de una espiral entre sus motivos, nos llevó a interesarnos por él
y a preparar este análisis, pues dado que era inédita necesitaba una mínima atención. Como ya
hemos indicado en su lugar, a causa de la magnitud del petroglifo, y para no desvirtuar el
relato concebido en este trabajo, hemos preferido estudiarlo más detenidamente en un
apartado especial, como es éste.
Este petroglifo apareció en el 2015, cuando se identifica en el curso de una
repoblación forestal emprendida por los comuneros de la parroquia de Peitieiros (Gondomar).
Pero al dominio público no saltará hasta mediados del 2017, en una primera aproximación
elaborada por E. Martínez252. Aparece entonces denominada desde su inicial presentación
como Laxe da Presiña, y así quedara recogida en las páginas de Internet Megliticia253 y
Patrimonio Galego254. Sin embargo, pronto se hará también alusión a ella como Lombo do
Roxás tras al parecer la realización de una recopilación toponímica255.

Fig. 128.- Localización del Lombo do Roxás (*) y contexto rupestre (●) en el entorno de Gondomar.

252
https://proxectoequus.wordpress.com/2017/08/18/presentacion-do-petroglifo-da-laxe-da-presina-en-peitieiros/
253
Megaliticia (http://megaliticia.blogspot.com/2018/01/laxe-da-presina.html).)
254
http://patrimoniogalego.net/index.php/98934/2018/04/petroglifo-da-laxe-da-presina/
255
https://telemarinas.com/charla-e-visita-ao-petroglifo-do-lombo-do-roxas-na-v-semana-cultural-peitieiros/
180

1. LOCALIZACIÓN.

Tal como se aprecia en la figura 128, el petroglifo del Lombo do Roxás se emplaza en
un entorno con escasa presencia de manifestaciones rupestres. Hacia el NO. de su ubicación se
observa la concentración de petroglifos del Monte Maúxo256, y hacia el O. el núcleo de
Baiona257. El valle Miñor ofrece su mayor concentración en la ladera del Monte Galiñeiro258, y
en las zonas de Chaín259 y Xián (Vincios), área esta última caracterizada por una gran cantidad
de petroglifos de coviñas. Pero al Sur del Miñor, aún a pesar de la potencialidad lítica las
representaciones son muy escasas. Podemos decir que comenzamos a entrar en la periferia
del Arte Rupestre Gallego, tal como lo hemos definido páginas atrás.

Fig. 129.- Situación topográfica del Lombo do Roxás (Peitierios, Gondomar).

La estación se emplaza en la ladera NO. de una serranía (fig. 129) cuyo principal pico
en esa zona alcanza los 596 m. En este sentido el petroglifo está emplazado a 212 m. de altitud
sobre el nivel del mar, y a unos 50 m. de altura sobre el valle agrícola de Peitieiros en esta zona
(coordenadas X=522.547,05; Y=4.659.741,29). Ignoramos si se han llevado a cabo
prospecciones por esta zona, pero a juzgar por los datos de que disponemos en la actualidad,
vemos que el petroglifo aparece completamente aislado en el territorio.
Este emplazamiento, en la ladera de un cordal serrano, y relativamente cerca de los
valles agrícolas actuales (fig. 130) es una constante en la ubicación de los petroglifos lo cual
nos ha evado a realizar un amplio estudio para tratar de comprender su contexto
socioeconómico lo cual llevó a propugnar una relación directa con las actividades pastoriles en
l seno de comunidades que estaban explotando económicamente también los fondos de los
valles260.

256
Costas Goberna, B. y Groba González, X. (1997); Fernández Pintos, J. (2015a:13-44).
257
Costas Goberna, F. J. (1984:13-39).
258
Costas Goberna, F. J. (1984:48-57
259
Costas Goberna, F. J. (1984:45-48).
260
Fernández Pintos, J. (2015aa:239-258 ;2015b:55-82).
181

Fig. 130.- Situación del Lombo do Roxás en el paisaje de Peitiieros (Gondomar). Fuente: Google Earth.
182

Fig. 131.- Aspecto del Lombo do Roxás visto desde el E.


183

2. DESCRIPCIÓN.

El Lombo do Roxás es una descomunal roca emplazada en un terreno en pendiente,


en general de aspecto rectangular pero de formas redondeadas amplias, de 11,2 m. de
anchura por 12,7 m. de longitud, medida que se estira hasta los 14 m. en la representación
plana de la roca (fig. 131). Por el S. levanta hasta los 4,5 m. de altura sobre el terreno, mientras
por el N., se encuentra a ras de suelo (fig. 133). A pesar de estas dimensiones, el peñasco
podría pasar desapercibido o no ser tan relevante paisajísticamente si nos alejamos de él en
algunas direcciones. Como motivo decorativo natural es obligado indicar la existencia de una
banda estrecha de cuarzo blanco que recorre el peñasco a media altura por el S., y que le da
un curioso aspecto. Pero la gran magnitud del peñasco se comprende estando junto o encima
de él, perdiendo mucha prestancia si nos alejamos de él en el arco E.-N.-O., por razones de
configuración topográfica del terreno circundante.
En su perfil se aprecia en líneas generales una articulación en diferentes planos:
comenzando por el N. vemos un área superior de leve inclinación (9°), un corto lomo, y a
continuación una acusada pendiente que puede alcanzar en algunos tramos los 41° (sección A-
B), aunque su irregularidad hace que hacia el SE. las vertientes se resuelvan en diferentes
sectores que van desde los 12°, los 27° y los 36° (sección C-D). Como observamos en la sección
E-F, la parte superior de la roca se resuelve en una amplia zona plana con una ligera pendiente
hacia el N. y NE. de 9°. Como ya hemos adelantado, la superficie de este peñasco es muy
accidentada. Además de las vertientes, hemos de contar con una subdivisión de su área por un
sinfín de diaclasas, desde muy finas, hasta las anchas y profundas, las cuales delimitan a veces
abombamientos y caras irregulares. Constan también amplias escarificaciones de forma
circular, y de constitución antigua, pues sobre algunas de ellas se han realizado grabados, sí
como algunos escalones o planos adyacentes a diferentes alturas. Debemos indicar que por el
O. en esta roca se realizaron trabajos de cantería que por fortuna no tuvieron continuidad.
En este peñasco hemos identificado la realización de 37 figuras circulares, una de ellas
espiral, y las restantes combinaciones circulares de distintos tamaños y formas, varias
formaciones ordenadas de coviñas, algunas figuras rectangulares y una elevada cantidad de
alfabetiformes (fig. 132) realizadas con instrumento metálico en 5-C/D y 4-I
Los alfabetiformes se emplazan en varios puntos del panel (fig. 132, marcados en azul),
pero sobre todo en lo que podemos denominar el sector N., que como sabemos es el área más
plana de la roca. En esta zona fueron grabados una elevada cantidad de signos latinos, para los
cuales se emplearon instrumentos metálicos, abundando las secciones estrechas y muy poco
profundas, con lo cual muchas veces no es fácil identificar plenamente la entidad de los signos.
Parece que se realizaron con un instrumento de punta fina y ancha, un cincel de los llamados
de lima, esto es, delgados y de filo ancho, parecidos a las típicas limas. La inmensa mayoría de
estos grabados ocupan plenamente el espacio comprendido desde 3/4-F hasta 3/5-J, donde
además de nombres de pila, también se grabaron iniciales y letras sueltas, así como figuras sin
una tipología comprensible. Se observan eso sí unos diseños rectangulares segmentadas. Otros
alfabetiformes fueron grabados probablemente con instrumento lítico, como por ejemplo los
situados en varias líneas en el cuadro 3-D, en las proximidades de una combinación circular. El
elevado grado de erosión, así como la escasa profundidad de los surcos no han permitido su
lectura.
184
185
186

Fig. 133.- Perfiles del Lombo do Roxás.

Fig. 134.- Fotogrametría del cuadro 5/6-G visto desde el O.


187

En 3-F/G vemos figuras rectangulares, las cuales son tipológicamente iguales a las
anteriores, sin embargo su factura es diferente, pues en estas no consta siempre el empleo de
instrumento metálico, y si parecen haber sido ejecutadas con uso de instrumentos líticos. De
todos modos, no presentan mucha erosión, por lo que no pueden ser muy antiguos.
Se aprecia en el plano que el grueso de la representación de combinaciones circulares
se halla en una banda más o menos central que va en forma curvada desde 3/5-D hasta 7/5-J,
es decir, el área curva del perfil de la roca. De todos modos algunas de las combinaciones
circulares se hallan en plena vertiente con pendientes de hasta 28° (5-D y 9-G), y las que están
en 5/7-E/F.
En el centro de
la roca se encuentra la
combinación circular
tipológicamente más
interesante (fig. 134;
cuadro 6-G). En realidad
se trata de una
composición de varios
semicírculos, pues fue
realizada al borde en un
ligero escalón, y al
parecer no se planteó su
continuación. Se asienta
en una superficie plana.
Mide 71 cms. de
diámetro y está
compuesta por 8 anillos,
Fig. 135.- Fotogrametría del motivo del cuadro 9-F/G visto desde el S,
tres de los cuales son
una sucesión de coviñas. La coviña central es repicada y la sección de los anillos alcanza los
40/4. De él parten dos largos surcos ondulantes, uno con dirección N. por debajo del escalón,
(6-G/H), y otro hacia el O. (6-G/H).
Otras figuras circulares de interés son las localizadas en el cuadro 5-D de 48 cms. de
diámetro, grabada entre protuberancias irregulares, y en un panel con inclinación de 28° y la 9-
F/G (fig. 135), que es también un diseño de aspecto semicircular realizado a partir de una
corta diaclasa, en una superficie en pendiente de 14° que constituye un descanso en la
vertiente que por encima es de 29° y por debajo de 26°, y la cual mide 38,5 x 35,5 cms. con una
sección de anillos de 30/6.
De interés son también las combinaciones circulares de los cuadros 4-F (fig. 136) y 5-G
(fig. 134). Estos motivos fueron grabados en ligeras protuberancias cuya principal característica
es su forma en ángulo, definido por un escalón natural. En estos casos, en la esquina misma
del sector se realiza una coviña, y a continuación una serie de arcos que no traspasan el área
elevada triangular.
Respecto a la espiral y las figuras inmediatas localizadas en el cuadro 3/4-F ya han sido
estudiadas con anterioridad (pgns. 54-55).
188

Fig. 136.- Fotogrametría del cuadro 4/3-F visto desde el NO.

Fig. 137.- Fotogrametría del cuadro 5-E, visto desde el E.


189

No son muchas las asociaciones que vemos en este panel. Destacamos las del cuadro
5-G/H entre dos círculos de distinto tamaño, la del cuadro 5/6-F entre dos combinaciones
circulares semejantes, por aproximación de anillos, en ambos casos, la del cuadro 5-F (fig. 137)
donde vemos una combinación circular de dos anillos asociada a un círculo relleno de coviñas,
realizado parcialmente aprovechando una diaclasa, y el cual se ve perfectamente que es un
añadido, así como el diseño cercano al anterior (fig. 137) compuesto por líneas y coviñas,
realizados a partir de una combinación circular de dos anillos y coviña central, los cuales
parecen definir pequeños sectores, pero que no podemos precisar mejor a causa de la gran
erosión de este punto.
De gran interés en este petroglifo son también las formaciones geométricas de
coviñas. Las vemos en los cuadros 5/6-G (fig. 134) y 4/5-G/F (fig. 138). En algunas ocasiones
son alineaciones de varias filas de coviñas, de distintas longitudes, pero también vemos
agrupaciones más compactas donde las coviñas se ordenan en relación con diaclasas y surcos,
los cuales constituyen delimitaciones.

Fig. 138.- Fotogrametría del sector 4/5-G/F visto desde el E.

3. OBSERVACIONES. LAS COMBINACIONES CIRCULARES.

Explotar teóricamente la información que nos suministra este petroglifo daría para
realizar un trabajo bastante completo. Sin embargo tal pretensión escapa al espíritu del
capítulo de esta obra, cuya intención es solamente la contextualización artística de la espiral.
190

Por lo tanto no entraremos en disquisiciones cronológicas o discusiones sobre simbolismos.


Simplemente vamos a incidir sobre el tema de las combinaciones circulares para dejar
apuntadas varias ideas que habrán de ser trabajadas en futuros estudios.
Lo primero que destaca al estudiar este petroglifo es la naturaleza de la roca: un
peñasco único y solitario que caracteriza con su presencia este lugar, tanto como el de servir
de referencia toponímica. Esta estación es muy semejante a las de A Cruz do Penide
(Redondela), A Pedra dos Mouros (Mogor, Marín) y A Pedra da Moura en Fragoselo (Coruxo,
Vigo), y otras muchas más. Son rocas singulares las cuales no necesariamente destacan en el
paisaje, y en muchos casos comprobamos su magnitud solamente cuando nos acercamos a
ellas. Son soporte de paneles que ofrecen grandes posibilidades de insculturación, y de hecho
muestran gran cantidad de motivos261.
Otra interesante característica del Lombo do Roxás lo constituye la distribución de los
motivos. La mejor área para la insculturación, por ser completamente plana, ligeramente
inclinada, y muy amplia precisamente es la que alberga los motivos recientes. Los círculos se
sitúan en la banda que marca el lomo de la roca, e incluso se grabaron en la pendiente
meridional, en sus cotas más altas. No es fácil precisar las razones de este desprecio de la
mejor zona para el trabajo, a no ser que este sector N. estuviese tapado bajo una capa de
sedimentos, lo cual es muy lógico tratándose de una vertiente. De ser cierta esta hipótesis, es
también obligado determinar por qué causa sería despojada la roca de ese supuesto depósito.
La única explicación viable que vemos para resolver esta incógnita es que la retirada de tierra
se realizase como una tarea previa a los trabajos de cantería que comenzaron a realizarse en el
lugar, pero que por suerte no tuvieron continuidad.
Pasando ya al universo gráfico hemos de destacar la existencia de varias
combinaciones circulares trazadas intencionadamente incompletas. Destacamos primero las
semicirculares, una grabada a partir de la línea que marca un escalón natural de la roca, y la
otra a partir de una diaclasa. Es muy difícil sustraerse a comparar estos motivos con los que se
ven en A Cabeciña (Mougás, Oia)262. En este panel encontramos realizadas a partir de una
diaclasa, de un escalón o de la vertical de un peñasco tres figuras semicirculares plurianulares
muy semejantes a las vistas en O Lombo do Roxás, por lo que en consecuencia no son un
capricho de los artistas, sino un diseño bien pensado con un contenido simbólico definido.
Proponemos para este tipo de representaciones la denominación de ideograma Cabeciña.
Pero asimismo hemos visto también dos combinaciones circulares grabadas en
sectores en ángulo agudo elevados, determinados por escalones naturales. Tampoco pueden
ser casuales, sobre todo porque hemos visto paralelos en otros petroglifos263. Para ellos
reservamos la denominación ideograma Monte Pequeno.

261
Fernández Pintos, J. (2015a:247 y ss.).
262
Fernández Pintos, J. (2016:62-70; sobre todo fig. 43-3, 5 y 7).
263
Fernández Pintos, J. (2016:71-75).
191

7
Bibliografía

Acosta Martínez, P. (1983): “Técnicas, estilo, temática y tipología en la pintura rupestre


esquemática hispana”. Zephyrus, 36.
Aluai Sampaio, H. y Bettencourt, A.M.S. (2017): “Novos sítios de arte rupestre na bacia do rio
Cávado, Noroeste de Portugal”. Techne 3 (1).
Álvarez Núñez, A. (1986): “Los petroglifos de Fentáns (Cotobade-Pntevedra)”. Pontevedra
Arqueológica, II.
Anati, E.
- (1968): “Arte rupestre nelli regioni occidentali della Penisola Ibérica”. Archivi di Arte
Prehistorica, 2.
- (1975): “Incisioni rupestri nell’alto valle del Fiume Tago, Portogallo”. Bollettino del
Centro Camuno di Studi Preistoirici, 12.
Bacelar Alves, L. (2009): “O sentido dos signos. Reflexões e perspectivas para o estudo da arte
rupestre do pós-glaciar no norte de Portugal”. Arte Prehistórico al aire libre en el Sur de
Europa.
Bacelar Alves, L. y Reis, M. (2017): “As gravuras rupestres do Monte Faro (Valença, Viana do
Castelo). Um exemplo maior da Arte Atlântica Peninsular”. Portugalia, Nova Serie, vol. 38.
Barroso Ruiz, C. (1979): “Nuevas pinturas rupestres en Jimena de la Frontera (Cádiz): Abrigo de
Laja Alta”. Zephyrus, 30.
Bettencourt, A. M. S. (2013): ”The rock engravings of Breia, Cardielos, Viana do Castelo/As
gravuras rupestres da Breia, Cardielos, Viana do Castelo”. The Prehistory of the Northwestern
Portugal, Territórios da Pré-história em Portugal, vol. 2, Braga/Tomar.
Bettencourt, A. M. S., Bacelar Alves, L., Ribeiro, A. T. y Menezes, R. T. (2012): “Gravuras
rupestres da Bouça da Cova da Moura (Ardegães, Maia, Norte de Portugal), no contexto da
Pré-historia Recente da bacia do Leça”. Gallaecia, 31.
Bettencourt, A. M. S.; Sampaio, H. A.; Cardoso, D.; Sá, S.; Rodrígues, A. (2017): ”Rota da Arte
Rupestre do Noroeste Português. Um projeto para o desenvolvimento de uma prática turística
sustentável”. Holos, 33 (1).
Borgna, C. G. (1981): “La Pedra das Ferraduras (Fentáns, Galicia, España)”. El Museo de
Pontevedra, 35.
Bouza Brey, F. (1934): “Los petroglifos del Monte Penide y los estudios del Arte Rupestre
Gallego”. Homenaje a Mélida. Anuario del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos,
II.
Caamaño, J. M., Carballo L. X. y Vázquez, M. A. (2007): “Aproximación arqueológica al
poblado galaico-romano de Santa Trega (A Garda, Pontevedra) a travésdel estudio del material
vítreo”. Gallaecia, nº. 26.
Carballo Arceo, X. L.
- (1987): “Castro da Forca. Campaña de 1984”. Arqueoloxía/Memorias, nº. 8.
192

- (1999): Catálogo dos materiais arqueolóxicos do museu do Castro de Santa Trega:


Idade do Ferro. Publicación da Excma. Deputación de Pontevedra.
Cardoso, D. D. F. (2014): “Arte Atlântica do Monte de S. Romão (Guimarães) no Contexto da
Arte Rupestre Pós-Paleolítica da Bacia do Ave – Noroeste Português”. Vila Real: Universidade
de Trás-os-Montes e Alto Douro (Tese de doutoramento - policopiada).
Cardoso, D., Bettencourt, A.M.S., Ribeiro, J.P. y Brito, M. (2018): “Suásticas gravadas no Norte
de Portugal. Reflexões sobre a arte rupestre da Idade do Ferro”. Férvedes, nº. 9.
Cardozo, M. (1951): “Monumentos Arqueológicos da Sociedade Martins Sarmento”. Revista de
Guimarães, 5-28.
Castanheira Santos, F. (2014): “A Laje da Churra (Paçô, Carreço, Viana do Castelo). Estudo
monográfico de um lugar gravado” Universidade do Minho.
Cleto, J. y Varela, J. M. (1999): “O Castro de Guifões (Matosinhos) dos estudos de Martins
Sarmento âs investigações da actualidade”. Revista de Guimarães, vol. Especial II.
Coimbra, F. A.
- (2001): “Laje dos Sinais (Barcelos)”. Revista de Guimarães.
- (2004): “Arte rupestre do concello de Barcelos (Portugal)”. Anuario Brigantino, nº.
27.
- (2013): “Arte Rupestre incisa entre o Tejo e o Zézere”. Arkeos, 34.
- (2016): “Arte rupestre inciso Pós-Paleolítico do territorio portugués em contexto
Europeu: Tipología, cronología e inteerpretação". Seminario. Arte Rupestre em
Portugal. Do Paleolítico ao final da Idade do Ferro.
Collado Giraldo, H. y García Arranz, J. J. (2010) “Reflexiones sobre la fase inicial del Arte
Rupestre Esquemático en Extremadura a raíz de las recientes investigaciones”. Actas del II
Congreso de Arte Rupestre Esquemática en la Península Ibérica.
Carrasco Rus, J., Navarrete Enciso, M. S. y Panchón Romero, J. A. (2006): “El esquematismo
en Andalucía centro-oriental: soporte rupestre y soportes muebles. Actualización del registro
mueble y estado de la cuestión”. Revista del Centro de Estudios Históricos de Grananda y su
Reino, 18.
Corchón, S., Lucs, R., González Tablas, J. y Becarés, J. (1989): “El arte rupestre prehistórico en
la región cstellano-leonesa (España)”. Zepyrus, vol. 41.
Costas Goberna, F.J.
- (1985): Petroglifos del Litoral Sur de la ría de Vigo (Valles Fragoso y Miñor).
Publicaciones del Museo Municipal “Quiñones de León” (Castrelos) Vigo, nº. 8.
- (s/f): “Petroglifos del Monte Santa Tecla”. Pontevedra Arqueológica III.
Costas Goberna, F. J., Martínez do Tamuxe, X. Novoa Álvarez, P. (1999): “Petroglifos de las
tierras altas de Oia (desde Torroña hasta Santa Comba)”. Castrelos nª 12.
Costas Goberna, F. J., Martínez Tamuxe, X., Novoa Álvarez, P. y Peña Santos, A. de la (1995 ):
“Las representaciones de figura humana y fauna en los grabados rupestres galaicos del baixo
Miño y costa sur de Galicia”. Castrelos nª. 7-8.
Costas Goberna, J. B. y Groba González, X. (1994): “Os petroglifos do Maúxo (Vigo e Nigrán)”.
El Museo de Pontevedra XLVIII.
C.V.A.R.N. (http://www.obiut.org/cvarn/catalogo.html).
193

Delibes de Castro, G. y Rojo Guerra, M. (1989): “Pintura esquemática en el sepulcro de


corredor burgalés de ‘El Moreco’, Huidobro”. Arqueología, nª. 20.
Dupuy, Ch. (2010): “Une gravure rupestre dans l’Adrar des Iforas (Mali) idéntique aux ‘roses
camunes’ du Val Camonica (Italie).”Les Cahierss de l’AARS.
Encinas, L (2014): “Las manifestaciones gáfico-rupestres del encuentro de dos mundos en el
norte de México”. Publicación on line: Rupestreweb.
Fábregas Valcarce, R. y Bradley, R. (1999): “Las relaciones entre los petroglifos gallegos y los
de las Islas Británicas”. International Congress of European Rock. Vigo.
Fábregas Valcarce, R.; Rodríguez Rellán, C. y Rodríguez Álvarez, E. (2008): “Naturaleza y
distribución espacial de los grabados rupestres del norte de la Península do Barbanza (A
Coruña)”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Nueva Época. Prehistoria y Arqueología, t. I.
Farina, P.
- (1997a): “The “Camunian Rose” in Valcamonica rosk art”. TRACCE, nº. 9. Publicación
en línea: (http://www.rupestre.net/tracce/?p=2369).
- (1997b): “The “Camunian Rose”, Valcamónica Rock Art”. TRACCE, nº. 7. Publicación
en línea: (http://www.rupestre.net/tracce/?p=1366).
- (1998): “The motif of “Camunian Rose”. TRACCE nº. 10. Publicación en línea:
(http://www.rupestre.net/tracce/?p=1782).
Farrell i Garrigós, D. (1999): “Les inscultures prehistòriques de la cova dels Tres Cercles del
Montcabrer (Cabrera de Mar, El Maresme)”. Sessió d’Etudis Mataronins, nº. 16.
Farrujía de la Rosa, A. J. y Bravín, A. (2010): “El contexto iconográfico de los grabados canarios
y marroquíes del ámbito líbico-bereber. El poblamiento amazigh de Canarias”. VII Congreso de
Patrimonio Histórico. Inscripciones rupestres y poblamiento del Archipiélago canario. Arrecife
2010.
Fernández Pintos, J.
- (1989): “Las representaciones de carácter laberíntico del Arte Rupestre Gallego”.
Arqueologia, nº. 19. Porto.
- (1993a): “asociaciones de combinaciones circulares a equipos de molienda rupestres
en el NO. peninsular”. Actas del VI Coloquio Portuense de Arqueologia (Porto, 1987).
Lucerna, Segunda Série, vol. III. Porto.
- (1993b): “Una nueva visión para el Arte Rupestre Gallego”. Actas del XXII Congreso
Nacinal de Arqueología. Vigo.
- (2013): Los petroglifos de O Alargo dos Lobos (Amoedo, Pazos de Borbén). Publicación
en línea:
(https://www.academia.edu/3085529/Petroglifo_de_O_Alargo_dos_Lobos_Amoedo_
Pazos_de_Borb%C3%A9n_).
- (2015a): Concurrencia, Emulación y Tradición. La dinámica artística de los grabados
rupestres gallegos. Publicación en línea
(https://www.academia.edu/11533134/Petroglifos_de_Galicia_01).
- (2015b): Estación de Arte Rupestre de A Carreira (Pías, Ponteareas). Publicación en
linea (https://www.academia.edu/19818848/Petroglifos_en_Ponteareas).
- (2016): Estación Rupestre de A Xesteira 4 (Meira, Moaña). Publicación en línea:
(http://independent.academia.edu/Fern%C3%A1ndezJulio).
- (2017): Tableros de juego rupestres en el SO. de Galicia. Publicación en línea:
(https://www.academia.edu/35534627/Tableros_de_Juego_Rupestres_en_el_SO._de_
Galicia).
194

Fonte, J., Santos Estévez, M., Bacelar Alves, L. y López Noia, R. (2009): “La Pedra da Póvoa
(Tras-os-Montes, Portugal). Una pieza escultórica de la Edad del Hierro”. Trabajos de
Prehistoria, vol. 66, nº. 2.
García Alén A. y Peña Santos, A. de la (1980): Grabados Rupestres de la Provincia de
Pontevedra.
García Arranz, J. J.; Collado Giraldo, H.; Da Silva Nobre, L. F.; Domínguez García, I. M.; Rivera
Rubio, E.; Rosina, P.; Gomes, H. y Capilla Nicolás, J. E. (2014) “La estación rupestre de la
Cornisa de La Cornisa de la Calderita (La Zarza, Badajoz): Últimas intervenciones y recients
aportaciones sobre sus conjuntos de pinturas esquemáticas”. Sobre rocaas y huesos: las
sociedades prehistóricas y sus manifestaciones plásticas.
García Díez, M., Marín i Uixan, J. y Zaragoza Solé, J. (2003): “La representación espiraliforme
del Fondo del Aiguamoll (l’Abi, Les Garrigues, Lleida): grafismo rupestre y simbología”. Revista
d’Arqueologia de Ponent, nº. 13.
Gómez Barrera, J. A.
- (1991): “Contribución al estudio de los grabados rupestres postpaleolíticos de la
Península Ibérica: las manifestaciones del Alto Duero”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie
I, Prehistoria y Arqueología, t. IV.
- (1992): “Manifestaciones de la facies esquemática en el centro y norte de la
Península Ibérica”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I. Prehistoria y Arquelogía, t. V.
- (2005): “La pintura rupestre esquemática en el centro y norte de la Península
Ibérica”. Cuadernos de Arte Rupestre, nº. 2.
Gómez-Barrera, J. A., Rojo Guerra, M. y García Díez, M. (2005): “Las pinturas rupestres del
Abrigo de Carlos Álvarez o Abrigo de la Dehesa (Miño de Medinaceli, Soria).” Zephyrus, 58.
González Pizarro, A. y Sánchez Iglesias, C. J. (2017): Blog 100 años de Henri Breuil en
Extremadura. (http://henribreuil.blogspot.com).
González Ruibal, A. (2006): Galaicos. Poder y comunidad en el Noroeste de la Península Ibérica
(1200 a.C. – 50 d.C.
González-Tablas Sastre, J. (1979): “Las pinturas rupestres de Peña Mingubela (Ávila)”.
Zéphyrus, vol. 30.
Guillem Clatayud, P.M. y Martínez Valle, R. (2013): “Arte esquemático en el Abric del Castell
de Vilafamés (Cstellón).” Actas del II Congreso de Arte Esquemático en la Península Ibérica.
Gyrus (1998): “The Swastika Stone near Ilkley in West Yorkshire (England).” TRACCE nº. 10
(http://www.rupestre.net/tracce/?p=1777).
Hernández Pérez, M. S.
- (2009): “Acerca del origen del Arte Esquemático”. Tabona, 17.
- (2015): “El final del arte rupestre prehistórico en el arco mediterráneo peninsular”.
Quaderns de Prehistòria i Arqueología de Castelló, nº. 33.
- (2016): “Arte Macroesquemático vs. Arte Esquemático. Reflexiones entorno a una
relación intuida”. Del neolitic a l’edadt del Bronze en el Mediterrani Occidental.
Hidalgo Cuñarro, J. M. (1980): “El tema de la serpiente en el NO. peninsular”. El Museo de
Pontevedra. Nº. 35.
Jiménez Guijarro, J. (2008): “Aproximación cronológíca del Arte Esquemático en las
estribaciones del Sistema Central.” Actas del IV Congreso del Neolítico Peninsular (tomo II).
195

Jimeno Martínez, A. y J. A. Gómez-Barrera (1983): “En torno al ‘trisceles’ del ‘Covachón del
Puntal’ (Valonsadero, Soria) y la cronología de la pintura esquemática del Alto Duero”.
Zephyrus XXXVI.
Kerényi, K. (1950): En el laberinto. Ed. Siruela, edición de 2006.
Le Quellec, J.-L. (2017): “Arts rupestres sahariens: ëtat des lieux depuis 2010 et perspectives”.
Abgadiyat, nª. 12.
López Cuevillas, F.
- (1929): “As insculturas do Coto do Corno”.Nos 15-IV.
- (1951): “La clasificación tipológica del arte rupestre del noroeste hispánico y una
hipótesis sobre la cronología de alguno de esos tipos”. Zephyrus, vol. 2.
Llanos Ortiz de Landaluze, A. (1991): “Excavaciones en la cavidad de Solacueva de Lakozmonte
(Jocano-Álava). Campñas de 1980-1981”. Eusko Ikaskuntza. Cuadernos de Sección. Prehistoria-
Arqueología, 4.
Luís, L.
- (2008a): A arte e os artistas do Vale do Côa. Publicación del Parque Arqueológico do
Vale do Côa.
- (2008b): “Em busca dos cavaleiros com cabeça de pássaro. Perspectivas de
investigação da proto-historia no Vale do Côa. Arte Prehistórico al aire libre en el Sur de
Europa.
Maia Marques, J. A. (1986): “As gravuras da Chã da Sobreira e a arte rupestre no concelo de
Monção”. Revista de Ciéncias Históricas. Universidade Portucalense. Vol. 1.
Martínez do Tamuxe, X. (1986): “Aportación al estudio de la típica esvástica del Alto Miño
Luso-Galaico”. Tuy, Museo y Archivo Diocesano, nº. 4.
Martínez Perelló, I.
- (1992): “El Valle del Zújar: un importante enclave para el arte rupestre esquemático
en Badajoz”. Espacio, Tiempoo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología, t. 12.
- (1993): “La pintura rupestre esquemática en la zona oriental de la provincia de
Badajoz: Estado de la cuestión”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie I, prehistoria y
Arqueología, t. 6.
Martinho Baptista, A. (1981): A Rocha F-155 e a Origem da Arte do Vale do Tejo, Porto, Grupo
de Estudos Arqueológicos do Porto.
Martinho Baptista, A. M., Martíns, M. M. y Cunha Serrão, E. (1978): “Felskunst im Tejo – Tal“.
Madrider Mitteilungen 19.
Martins, A. (2006): “Gravuras rupesres do Noroeste peninsular: a Chã da Rapada”. Revista
Portuguesa de Arqueologia, v. 9, nº. 1.m
Mas i Cornellà, M. y Pallarès-Personat, J. (1989): “Els gravats rupestres de Catalunya. Una
aproximació al seu estudi”. Espacio, Tiempo y Forma, S. I. Prehistoria y Arqueología, t. 2.
Mateo Saura, M. A.
- (2001): “Arte Levantino adversus pintura esquemática. Puntos de encuentro y
divergencias entre dos horizontes culturales de la prehistoria peninsular. Quaderns de
Prehistória i Arqueología de Castelló, nº. 22.
- (2008): “La cronología neolítica del arte levantino ¿realidad o deseo?. Quaderns de
prehistòria i Arqueologia de Castelló, nº. 26.
196

Megaliticia. Página web en construcción permanente


(http://megaliticia.blogspot.com.es/).
Meijide Cameselle, G.; Vilaseco Vázquez, X. I. y Blaszcyk, J. (2009): “Lousas decoradas con
círculos, cabalos e peixes do Castro de Formigueiros (Samos, Lugo)”. Gallaecia, nº. 28.
Mesado Oliver, N. y Viciano Agramunt, J. L. (1994): ”Petroglifos en el septentrión del País
Valenciano”. Archivo de Prehistoria Levantina, vol. XXI.
Molina Hernández, F. J., Inés Sutil, P. de (2014): “El Arte Rupestre Esquemático y el
poblamiento durante la Prehistoria Reciente en Zamora y Salamanca”. Investigaciones
Arqueológicas en el valle del Duero, del Paleolítico a la Antigüedad Tardía: actas de las III
Hornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero, Salamanca, 20, 21 y 22 de noviembre
de 2013.
Municio González, L. J. y Zamora Canellada, A. (1989): “Notas sobre grabados y pinturas
asociados a necrópolis colectivas calcolíticas: los conjuntos de las cuevas de los Enebralejos y
de la Vaquera (Segovia)”. Trabajos de Prehistoria, 46.
Navarro Genie, R. (2007): Informe sobre visita a dos sitios arqueológicos del Parque Nacional
Archipiélago Zapatera. Publicación web.
Ortego y Frías, T. (1954): "Nuevos hallazgos de arte rupestre en el Alto Duero". Zephyrus V.
Pedreira Vilar, X. L. y Quintas Méndez, E. (2009): A Estación da Arte Rupestre do Outeiro dos
Lameiros. Sabarís-Baiona. Publicación en línea
(https://www.academia.edu/447557/A_estaci%C3%B3n_de_arte_rupestres_de_Outeiro_dos_
Lameiros).
Peña Santos, A. de la
- (1986a): “Yacimiento galaico-romano de Santa Trega. Campaña 1983”.
Arqueoloxía/Memorias 5.
- (1986b): “Cuatro conjuntos de grabados rupestres en la feligresía de Tourón
(Pontevedra)”. Cuadernos de Estudios Gallegos, 36 (102).
- (1987): “Tres años de excavaciones arqueológicas en el yacimiento galaico-romano de
Santa Trega (A Guarda-Pontevedra)”. Pontevedra Arqueológica II.
Peña Santos, A. de la y Rey Garcia, J. M. (2001): “Ideología y sociedad en los grabados
rupestres galaicos”. Quaderns de Prehistòria i Arqueologia de Castelló, nº. 22.
Peña Santos A. de la y Vázquez Varela, J. M. (1979): “Los petroglifos gallegos”.
Pereira Dinis, A. y Bettencourt, A. M. S. (2009): “A Arte Atlântica do Castroeiro”. Gallaecia, nº.
28.
Pinho Monteiro, J. y Varela Gomes, M. (1980): “Arte Rupestre do Vale do Tejo - evolução
estilística cronológica e cultural”. Resumos do IV Congresso Nacional de Arqueologia, Volume I.
Pereira García, E., Costas Goberna, F. J. e Hidalgo Cuñarro, J. M. (1999): “Petroglifos en los
castros gallegos”. Revista de Guimarães, Volumen Especial II.
Pérez Paredes, C. M. y Santos Estévez, M. (1987): “Gravados Rupestres no Concello de Arbo”.
Castrelos.
Quintas González, F. y Espejo Guardiola, T. (2008): “O Monte das Ferraduras (Fentáns,
Cotobade): novos achadegos de arte rupestre. Descripción e interpretación”. Cuadernos de
Estudios Gallegos LV, Nº. 127.
197

Reimão Queiroga, F. y Pereira Dinis, A. (2009): “O balneario castrejo do castro das Eiras”.
PORTVGALIA Nova Série, vol. XXIX-XXX.
Ripollés Adelantado, E. (1990): “Nuevos hallazgos de arte rupestre en las estribaciones de la
Sierra Calderona”. SAGVNTUM, 23.
Rodrigue, A. (2011): “Note sur le signe cruciforme dans l’art rupestre du Maroc”, Les Cahiers
de l’AARS nº. 15.
Rodrigues, A. (2011): Gravuras Rupestres de Trebilhadouro. Publicación de la Câmara
Municipal de Vale da Cambra.
Rodríguez Martínez, R. M. (2018): “Re-excavando Santa Tegra (A Guardia, Pontevedra).
Nuevos datos y conclusiones del Barrio Mergelina”. Férvedes, nº 9.
Rodríguez Rellán, C. Vázquez Martínez, A. y Fábregas Valcarce, R. (2018): “Cifras e imágenes:
una aproximación cuantitativa a los petroglifos gallegos”. Trabajos de Prehistoria, 75, nº. 1.
Royo Guillén, J. I.
- (2004): Arte rupestre de época ibérica. Grabados con representaciones ecuestres.
Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón.
- (2005): “El abrigo con pinturas esquemáticas del Tollo de la Morera (Obón, Teruel)”.
KALATHOS 22-23.
- (2015): “Arte rupestre protohistórico en la cuenca media del Ebro: un símbolo gráfic
de las élites emergentes de la Edad del Hierro”. Quad. Peh. Arq. Cast.. 33.
Royo Guillén, J. I. y Gómez Lecumberri, F. (1996): Los grabados rupestres esquemáticos de los
‘Pozos Boyetes’ en Peñarroyas, Montalbán Teruel. Ayuntamiento de Montalbán.
Santos Estévez, M. (1987): “Los espacios del arte: eldiseño del panel y la articulación del
paisaje en el Arte Rupestre Gallego”. Trabajos de Prehistoria, nº. 55-2.
Sartal Lorenzo, M. A. (1999): “O petroglifo Pozo Ventura (Poio, Pontevedra)”. Gallaecia, nº. 18.
Sanches, M. J. (1986): “O abrigo com gravuras esquemáticas das Fragas da Lapa (Atenor,
Miranda do Douro”. REVISTA PORTVGALIA NOVA SÉRIE vol. VI/VII.
Santos, A. T.
- (2000): “A Pedra dos Pratos (Covelo de Paiva, Moledo, Castro Daire, Viseu). Breve
estudo interpretativo”. EST. PRE-HISTÓRICOS. Vol. III.
- (2009): “The Post-Paleolithic Rock Art in Beira Alta (Center of Portugal”. Rock
Carvings of the European and African Atlantic Façade.
Santos, A. T. y Baptista, A. M. (2011): “Rock art in the Iberian Central Chain: The cases of
Piadão (Arganial and Vide (Seia). From the Origins: The Prehistory of the Inner Tagus Region”.
Santos Estévez, M.
- (2005): “Sobre la cronología del Arte Rupestre Atlántico en Galicia”. Arqueoweb.
- (2007): Petroglifos y paisaje social en la prehistoria reciente del noroeste de la
península ibérica. Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio (TAPA), nº. 38.
- (2012): “Unha visión diacrónica da arte atlántica dentro dun novo marco
cronolóxico”. Da “Arte Atlántica” no contexto europeu: conceitos, problemáticas e
perspectivas. 1ª Mesa Redonda: Artes Rupestres da pré-história e da proto-historia:
paradigmas e metodoloxías de registo.
Serrão, E da Cunha, Lemos, F. S., Monteiro, J. P., Querol, M. de los A., Lopes, S. R. e Jorge, V.
O. (1972): “O Complexo de Arte Rupestre do Vale do Tejo (Vila Vella de Rodão): Noticia
Preliminar”. Arqueologia e História, 9ª Série, vol. IV.
198

Sobrino Buhigas, R. (1935): Corpus Petroglyphorum Gallaeciae. Santiago de Compostela.


Sobrino Lorenzo-Ruza, R.
- (1951): “Términos ante-quem de los petroglifos del grupo galego-atlántico”. El
Museo de Pontevdra, vol VI.
- (1952): “Orígenes de los Petroglifos gallego-atlánticos”. Zephyrus, III, nº. 2.
- (1953): “Los motivos de laberintos y su influencia en los petroglifos gallego-
atlánticos”. Revista de Guimarães, vol. 63.
Sousa, L. (2015): "A arte atlântica de Monte Eiró (Penhalonga, Marco de Canaveses). Novos
datos para a sua contextualização". Oppidum VIII.
Tavares da Silva, C., Inês Vaz, J. L. y Pedro, I. (1997): “”As gravuras rupestres de Santa Bárbara,
Viseu”. MÁTHESIS, 6.
Torregrosa Giménez, P. y Galiana Botella, M.-F. (2001): “El Arte Esquemático del Levante
Peninsular: una aproximación a su dimensión temporal”. Milars: espai i hitoria, vol. 24.
Utrilla, P. y Martínez-Bea, M. (2009): “Acerca del arte esquemático en Aragón. Terminología,
superposiciones y algnos paralelos mobiliares”. Estudios de Prehistoria y Arqueología en
homenaje a Pilar Acosta Martínez.
Valdez Tullet, J. y Oliveira, L. (2005): “A arte rupestre da Citânia de Briteiros. O Penedo dos
Sinais, um caso atlántico.” Revista de Guimarães, vol. 115-116.
Van Hoek, M.
- (1993): “The Spiral in British and Irish Neolthic Rock Art”. Glasgow Archaeological
Journal, vol 18.
- (2018): “Possible indications for long distance diffusion in the rock art of the
Americas”. TRACCE. Online Rock Art Bulletin.
Varela Gomes, M.
- (2007): “Os períodos iniciais da arte do Vale do Tejo (Paleolítico e Epipaleolítico”
Cuadernos de Arte Rupestre, nº. 4.
- (2010): Arte Rupestre do Vale do Tejo. Un ciclo artístico-cultural Pré e Proto-histórico.
Tesis Doctoral publicada por la Faculdade de Ciéncias Sociais e Humanas da
Universidade Nova de Lisboa.

Vázquez Martínez, A. (2016): “Redescubrindo a arte rupestre ao aire libre do Rosal


(Pontevedra, Galicia)”. Estudo de Arqueoloxía, Prehistoria e Historia Antiga: achega dos novos
investigadores.
Vázquez Varela, J. M. (1983): “Los petroglifos gallegos”. Zephyrus, nº. 36.
Vilar Pedreira, X. L. y Méndez Quintas, E. (2009): A Estación de Arte Rupestre do Outeiro dos
Lameiros. Publicación en línea:
https://www.researchgate.net/publication/264082289_A_estacion_de_arte_rupestres_de_Ou
teiro_dos_Lameiros
Villaverde Bonilla, V. (1994): Arte paleolítico de la Cova del Parpalló: estudio de la colección de
plaquetas y cantos grabados y pintados. Diputación de Valencia.
Waddington, C. (2007): “Cup and rings and passage grave art: insular and imported traditions”.
Beyond Stonehenge. Essays on the Bronze Age in honour of Clin Burgess.
199
200

También podría gustarte