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\ HACHETTI

SÍNTESIS DE LA
HISTORIA CRÍTICA DE LA
ECONOMÍA ARGENTINA
ROGELIO FRIGERIO

Síntesis de la
Historia Crítica de la
Economía Argentina

(desde la conquista hasta


nuestros días)

HACHETTE
Diseño de tapa:
RUECO Y :MANFREDI

Ilustraciones interior:
HERMENEGILDO SABAT

ADVERTENCIA
Durante todo 1978 asumí diversos compromisos para dictar
charlas y conferencias sobre temas de historia económica argen-
tina. Disponía de fichas dispersas, elaboradas para actividades
I.S.B.N ~: 950-006-046-9 semejantes o para usar como base de estudios teóricos. Me pareció
conveniente completar y actualizar ese material y desarrollarlo
Segunda Edición: Febrero de 1983 en un apunte que me facilitara la preparación de las exposi-
ciones orales.
Así ·surgió el presente trabajo, como un simple apunte
no destinado a su publicación; como una cantera de la cual
podría extraer datos y reflexiones ya formulados. Ello explica
algunas su puestas arbitrariedades de redacción en cuanto a la
extensión y ordenamiento de determinadas cuestiones. Y ex-
plica (esto quiero dejarlo bien en claro) que la información
histórica haya sido tomada de la bibliografía corriente sobre
el tema; no pretendo originalidad en la investigación de he-
chos, documentación y datos.
Pienso, sí, que pueden tener esa pretensión la metodología
y la interpretación histórica que se incluyen en este apunte, y
que son fruto de una preocupación teórica largamente decan-
tada. Ello es lo rescatable, si es que este trabajo tiene algún
© by Librería Hachette, 1979 valor. Los elementos fácticos, ordenados conforme al hilo con-
ductor del pensamiento, pueden ser de interés adicional.
Fueron diversas las razones que me decidieron a modificar
mi criterio original y a publicar estos apuntes con apenas unas
pocas modificaciones. Algunas de las conferencias, como la
que pronuncié en el Colegio de Graduados_ de Ciencias Econó-
micas de Rosario, tuvie~on difusión periodística y motivaron
que recibiera muc;;hos pedidos del texto completo. No pude
satisfacerlos porque mi exposición no había sido grabada to·
Hecho el depósito que· marca la ley 11.723 talmente, pero sirvieron para confirmar un interés sobre el
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
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tema que yo ya intuía. Por lo demás, era evidente que si debí
tomarme el trabajo de preparar el apunte, fue porque ese
material no estaba disponible, ni para quienes compaiten nues-
tras ideas ni para quienes quieren conocerlas, estudiarlas y
aun criticarlas. No hay a mi juicio una síntesis de la historia
económica argentina elaborada con el criterio de servir como
herramienta teórica para el proceso de desarrollo y de cons-
trucción de la Nación.
De ese modo, llegué a la alternativa de publicar estas pá-
·ginas o elaborar un nuevo trabajo. En favor de lo primero
pensé que en la bibliografía existente puede encontrarse ma- INTRODUCCIÓN
terial fáctico· fiable. A los fines que me proponía resultaba
innecesaria una investigación directa en las fuentes. Quedaba
entonces la posibilidad de reelaborar ·el texto, pero ello no
habría agregado nada sustancial y, por el escaso tiempo de que
dispongo, la publicación se habría demorado demasiado. Mis úl-
timas dudas las venció la ·confianza en la benevolencia del lector.
A ella me someto.

R. F.

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El estudio de la historia económica argentina, y con-
secuentemente de las escuelas y corrientes ideológicas,
tiene un alto interés científico. Pero trasciende lo acadé-
mico, lo puramente teórico, para adquirir una gran im-
portancia práctica. En una circunstancia crucial de la
vida de la Nación, donde la crisis alcanza niveles dramá-
ticos y donde todos se interrogan sobre cómo superarla,
este análisis de nuestro pasado no sólo es conveniente
sino indispensable para encontrar respuestas; y lo es para
elaborar soluciones que afirmen nuestra condición na-
cional, para sortear los obstáculos que se oponen a nues-
tro desarrollo y para encontrar los caminos que conducen
a él.
Esa consideración ya está indicando qué tipo de la-
bor historiográfica debemos realizar y qué metodologías
son necesarias. Por cierto, no estamos ante una tarea limi-
tada a reseñar una serie de hechos sin conexiones ni sen-
tido; ni estamos ante una actividad intelectual meramen-
te especulativa, que divague con mayor o menor ingenio
sobre diversos acontecimientos y no extraiga conclusio-
nes útiles para la práctica de realizar plenament_e la Na-
ción. Nuestro propósito es hacer una historia crítica. Pe-
ro crítica no sólo en el sentido convencional de buscar
los hechos verdaderos ba;o los dichos o documentos que
los deforman, sino en el de encontrarles a esos hechos un
hilo conductor. Historia crítica en el sentido de tejer un
cañamazo con los acontecimientos fundamentales a fin

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de que luego sea fácil ubicar las hebras dando forma y Nación no se desarro11a? ¿Cuál es el rol del Estado?
color a nuestra realidad, haciéndola comprensible y viva, ¿Está encerrado en la opción de sustituir con desventaja
y haciéndola una base para elaborar nuevas respuestas la actividad privada o de ser neutral? ¿O puede estimu-
teóricas, cada vez más atinadas y cada vez más operantes lar la actividad privada sin dejar librado a su esponta-
para actuar sobre los nuevos hechos y las nuevas situa- neidad el proceso económico, es decir orientándolo
ciones. conscientemente conforme a las prioridades del desarro-
Nuestra preocupación por elaborar ese tipo de his- llo nacional?
toria no persigue una jactancia teórica. Sin un~m:ía El planteo de esos interrogantes y cuestiones no. es
na~iº11ªLvo hay lucha nacional, no .hay posibilidad de un ejercicio intelectual ocioso. Es la clave de la realiza-
disipar las confusiones y desarmar las trampas que tien- ción de las grandes metas nacionales. A ello debe ser-
de permanentemente el· factor contrario a la Nación. Sin vir la teoría económica y la historia económica como ele-
ella no hay posibilidad de plantear con claridad las cues- mentos interdependientes dentro de la ciencia, como
tiones fundamentales y darles solución. No es posible elementos ·que se nutren mutuamente y nutren fa lucha
interrogarnos sobre qué nos hace fuertes y qué nos de- nacional.
bilita. ¿Nos hace fuerte el librecambio o, como se dice Del sólo enunciado de los interrogantes y cuestiones
ahora, la apertura de la economía? ¿O nos hace débiles? se hace evidente lo complicado del problema, tanto por
¿El desarrollo debe encararse en función de consolidar sus dificultades intrínsecas como por la trama de inte-
el mercado interno o debemos acentuar la integración reses que lo oscurecen y perturban. Esa dificultad lejos
de nuestro aparato productivo a los mecanismos trasna- de alejarnos de la ciencia nos acerca, o debe acercamos.
cionales despreocupándonos de proteger a nuestros pro- Precisamente por esa interferencia de intereses humanos
ductores? ¿Podemos afirmar la Nación promoviendo las y sociales la ciencia económica se define como ciencia
exportaciones en condiciones de deterioro de la relación ;acial v se diferencia de las ciencias naturales. Estas úl-
de intercambio? ¿La producción agraria es suficiente pa- timas,' aunque no están libres del conflicto entre la /apa-
ra· satisfacer las necesidades de la comunidad? ¿Es posible riencia y la esencia de los fenómenos que es comun a
la expansión del agro sin la industrialización, sin el mar- toda ciencia, están exentas de ese factor perturbador. Pe-
co del desarrollo? ¿El problema del agro es la propiedad ro la economía asume su condición científica a partir
de la tierra, es remover formas jurídicas feudales o es de que puede abordarlo, como pueden abordarlo en ge-
extender el desarrollo a todo el universo de los sectores neral las ciencias sociales con un método que les es
productivos? ¿Es posible rechazar las inversiones extran- propw. . . · ..
jeras o hay que admitirlas? ¿En qué sectores productivos La ciencia económica debe comenzar por defimr su
las inversiones nacionales o extranjeras son conducentes objeto: 1; producción y la d~stri~i~ción de Jo: bienes. E/s
para el cambio de la estructura productiva? ¿Es priori- decir, debe orientarse en la dlieccwn que le dieron los 7la-
tario desarrollar las industrias básicas? ¿La integración sicos, de estudiar los fenómenos desde un punto de vista
nacional es previa a la integración regional? ¿Las regio- objetivo y despojarse de todo el subjetivismo que le in-
nes interiores, las provincias, pueden desarrollarse si la ficionaron escuelas posteriores con el resultado de es-
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)

tancarla y confundfrla. A partir del estudio de los pro-


sobrevivir a la competencia con las fábricas de Inglaterra,
cesos de producción y distribución podrá despojarse de país que ya había realizado la revolución industrial. Des-
de el momento en que nuestras clases dirigentes adopta-
todo el. psicologismo marginalista o keynesiano, podrá
ron el librecambio no existía voluntad humana que pu-
descu.bnr y formular leyes objetivas y podrá dar directi-
vas ciertas a la política económica como herramienta de diese evitar las consecuencias devastadoras y aletargadoras
para nuestra industria de la importación de bienes ela-
realización de los fines del Estado nacional.
borados en un país cuya estructura productiva permitía
El método para abordar esos procesos, partiendo de
la observación, consiste en aislar mediante la ·abstracción elevar la productividad del trabajo al máximo nivel de la
época. Pero a la vez el conocimiento de esas leyes permite
lo esencial. de lo a~cesorio; en determinar las regularida- concluir que era conveniente una política proteccionista,
des, conex10n~s e. mte~~ependencias de l~s fenómenos y como la adoptada por Estados U nidos que, partiendo de
co1? ese matenal identihcar las leyes economicas. La cau-
un~ situación semejante a la de nuestro país, en virtud de
s~lida.d en l~ cienc~a. económica, como en general en las
l~ mdustrialización se convirtió en la primera superpoten-
ciencias sociales, difiere de la que es propia de la física.
cia del mundo. Y el conocimiento de esas. leves también
En la econ~mfa n~ ~ay una ley como la de gravedad, que
hace posible advertir cuáles eran los límites ·del camino
n.o puede smo venhcarse en la totalidad de los casos par-
empr·e;ndido por la Argentina al especializarse en la pro-
ticulares. Pero en la economía, dentro del marco histo-
ducc10n de carne y granos: la fuente del valor de los bie-
rie.o que la condiciona (es también una ciencia histórica),
nes, o de la riqueza de las naciones, para decirlo con pala-
existen esas regularidades, .aun cuando de un modo es- bras de Adam Smith, es el trabajo humano; v en conse-
tadísti~o o ~endenciaI. Puede ocurrir que entre los em-
cuencia una economía que exporta productos con poco
presanos exista una rara avis que opere en función del
valor agre~ado y l~s importa con mucho valor agregado
goce estético que le suscita la producción o de otros
no puede smo termmar empobreciéndose. Así tuvimos cre-
motivos especiales; no obstante, la ley de maximización cientes riquezas mientras no alcanzamos los límites de la
de los. ~eneticios regi~á ineluctablemente el conjunto de
explotación agraria intensiva y mientras funcionaba acep-
la actividad empresana dentro del capitalismo. Y así co- tablemente el sistema clásico de la división internacional
mo las leyes económicas son tendenciales son también
del trabajo. P~ro el brill? ostentad~ con orgullo en tiempos
objetivas, esto es, se verifican en la realidad con indepen- 1
del Centena:w sena ehmero. Segun Alejandro Bunge, ya
?encia ?e la voluntad humana; voluntad que no puede
en 1908 habiamos alcanzado el cenit de nuestro progreso
mterfenr ante el hecho de que tal causa producirá tal
y la curva había comenzado su fase descendente.
efecto. Pero son leyes cuyo conocimiento es indispen-
Esos ejemplos nos llevan sin mucho esfuerzo a otro as-
sable para 9ue esa. volunta~ ni se frustre navegando con- pecto metodológico, que distingue cantidad de calidad·
tra .la comente. m qi~<;de merme, esto es, para que sea que distingue el significado de un crecimiento cuantitativ~
po.sible una onentac10n consciente del proceso econó-
mico.
dado conforme esté ubicado en esta o aquella estructura
productiva. Así,_ un crecimiento cuantitativamente impor-
El conocimiento de esas leyes permite comprender
.que la manufactura argentina del siglo pasado no podía tante, como el de la Argentina\ en las últimas décadas del

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siglo pasado y primera del actual, si se asienta en una es- Otra conclusión que importa extraer de ese razona-
tructura de base primaria tiene distintas perspectivas que miento se refiere al uso de las matemáticas v de la
otro de magnitud equivalente asentado sobre una estruc- estadística. A partir de que la economía es una· ciencia
tura integrada de base industrial, como la que fue mo- social, y de esa distinción entre cantidad y calidad, es
delando Estados Unidos mientras nosotros nos especia- fácil distinguirla de otras ciencias en cuanto al uso de
lizábamos en producir carnes y granos. las matemáticas. Importa decirlo porque el cuantitati-
Ello, además de su utilidad general pa·ra la historia y visrno y la difusión de los modelos matemáticos han .
la teoría económica, nos llevó, hace ya bastante tiempo, causado grandes confusiones. Hay quienes pretenden
a desechar la caracterización del subdesarrollo en tér- adoptar un aire Hcientífico" con el empleo de esos mode-
minos cuantitativos. A los economistas rutinarios, para los y no hacen sino alejarse de la realidad, del objeto de
los cuales un país es subdesarrollado ~i sus indicadores la ciencia. Las matemáticas son útiles pero a partir de una
cuantitativos (por ejemplo el ingreso por habitante) es- correcta conceptualización de los problemas. Podría abun-
tán debajo de un determinado nivel y ·no lo es si lo su- dar en ejemplos capaces de abarcar las cuestiones más
peran, les respondimos que ése no era el problema. Les generales y más particulares, pero es útil uno: ¿de qué
respondimos que el rasgo esencial del subdesarrollo es sirve construir un modelo en base a la proyección de los
la insuficiencia de su estructura productiva para generar datos que reflejan la actual estructura si el cambio de ésta,
un crecimiento autosostenido con los resultados del co- que es indispensable, va a invalidarlo completamente?
mercio exterior; es decir, que lo determinante no era la Esto vale para la teoría y para la historia económica;
cantidad sino la calidad. Les respondimos que, confor- fa correcta conceptualización es previa al análisis y a la
me al cuantitativismo, Kuwait era más desarrollado que verificaéión matemática v estadística de los fenómenos.
Estados Unidos y les respondimos que era anticientítico Estas consideracion~s metodológicas presentan no
decir que la Argentina era un país desarrollado o un país pocas dificultades en la práctica, tanto para su elabora-
intermedio o atípico, como muchos han sostenido sin ción como para el afinamiento en su aplicación al análisis
ningún respaldo teórico; que la insuficiencia estructural v la explicación de la realidad. El puente con la realidad
ubicaba a nuestro país en la misma categoría que Ban- es posible trazarlo a partir de los objetivos políticos más
gla Desh, pese a. la abismal diferencia de ingreso por ha- generales e incuestionables; ese puente ensambla con la
bitante. No lo hicimos ni por masoquismo nacional ni índole social de la ciencia económica, con el punto de
por. suficiencia intelectual; lo hicimos porque de esa con- partida (no, por cierto, neutral a la finalidad humana) des-
fusión surgía como consecuencia práctica la idea de que de el cual despliega su objetividad. A ese respecto puedo
la Argentina podía resolver su crisis nacional con meras narrar una experiencia propia en la tarea de configurar el
adiciones de producción dentro de los marcos estructu- método, despojarlo de todo subjetivismo y hacerlo ope-
rales existentes; lo cual conduce a una prolongación in- rante para obrar sobre la realidad argentina. Al elaborar la
definida de la crisis, pues lo que necesitamos es el cambio concepción desarrollista de los problemas argentinos nos
estructura!, cualitativo, o, para decirlo en otras palabras, proponíamos buscar un camino que nos consolidara co-
el pasaje del subdesarrollo al desarrollo. mo nación, y ello nos suscitaba no pocos interrogantes

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sobre la situacíón concreta en que nos encontrábamos y nía el mismo sentido ser librecambista en 1810 que serlo
sobre su "reflejo ideológico". en 1880 cuando el "centro" era Inglaterra y el libre-
¿Qué nos hace más nación?, nos preguntábamos. ¿Sos- cambism'o nos llevaba a especializarnos en la producción
tener la bandera de YPF o extraer realmente el petróleo de carne v granos?
del subsuelo y alcanzar el autoabastecimiento? ¿Cerrar Y así podremos ir analizando la actuación de los pro-
las puertas al capital extranjero que puede venir a pro- ta aonistas v de las clases dirigentes. Roca, la estreila más
ducir en aquellos sectores que necesitamos desarrollar o brillante de las últimas décadas del siglo x1x y una
cerrar las puertas a la importación que viene a sustituir de las que más brillaron en toda la. centuria, afirma. la
nuestra propia actividad? Así fuimos avanzando en un nación cuando le da una base matenal con la Conqmsta
campo minado por la confusión ideológica, y las res- del Desierto; y la afirma cuando suscribe tratados inter-
puestas a esos interrogantes nos permitieron archivar nacionales que aún hoy tienen vigencia y dan sustento
toneladas de literatura "sagrada" que se venía reiteran- a nuestros derechos. ¿Cumple, en cambio, el mismo rol
do por décadas en el país. Así fuimos librando la lucha cuando d1ce que la industria es. "artificial:' y aplica el l~­
política y enfrentando las dificultades prácticas. Hoy, brecambio? ¿Cuál era el contexto mundial de esa dec~­
algunas de aquellas posiciones constituyen la parte ya sión de las clases dirigentes argentinas? ¿Estados Um-
no discutida de la doctrina nacional, pero nos interesa dos no aplicaba el proteccionismo? ¿No había ~ma es-
señalar el camino metodológico que es indispensable re- cuela proteccionista en Alemania y en N orteaménca des-
correr para llegar a un mismo destino y hablar todos un de comienzos del siglo? ¿Qué resultados arrojó el pro-
mismo idioma. teccionismo en Alemania y en Estados Unidos en el si-
El estudio de la historia requiere ese método pa- glo pasado y qué resultados arrojó el librecambio en la
ra arrojar el resultado indicado al principio. Ese mé- Argentina?
todo le permite identificar el hilo conductor de nuestro En torno de la actitud de los núcleos dirigentes con-
devenir en el sentido de la realización nacional y le per- vendría hacer una digresión o, con más exactitud, consi-
mite desechar todo lo adjetivo, todo lo que confunde. deraciones que no son inconducentes a los fines del aná-
Con ese método, es posible ir poniendo en blanco y ne- lisis. El librecambismo del siglo pasado fue un error,
gro los hechos históricos que obraron en favor de nues- sefiafado por un núcleo destacado de dirigentes protec-
tra consolidación como nación y los que obraron en con- cionistas contemporáneos (Lópcz, Pellegrini y Hernández
tra. A la inversa, el examen de la realidad histórica entre otros). No sé si podría usarse la figura que usan los
atina el empleo del método e ilumina la realidad ac- jmistas del error excusable, pero había por lo menos un
tual, lo retroalimenta. contexto menos claro que en el siglo xx y por lo demás
También nuestro pasado es susceptible de sugerir el clima de prosperidad no era propicio para la re~le~ión
preguntas claves. ¿El librecambio preconizado por Bel- crítica. En 1930 la situación era radicalmente distmta,
grano y Moren o en las vísperas de 181 O, cuando el mo- cuando se presentó una nueva opción; ya se había produ-
nopolio español bloqueaba el desarroilo de las fuerzas cido la quiebra del sistema de la división internacional
productivas, era favorable o no al proceso nacional? ¿Te- del trabajo y las advertencias de un Bunge o de un Co-
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lombo no tenían porqué caer en saco roto. Nada puede destinó gran parte de su capacidad de acumulación a los
excusar el camino que se siguió, ni siquiera la fidelidad sectores básicos de la economía. Los cientos de volúme-
a una escuela porque en el afán de conservar la vieja es- nes escritos por la izquierda y el pop~lismo en la ~r­
tructura se aplicaron todo tipo de heterodoxias estatis- gentina, así como la inac~bab~e .oratona parlamentana,
tas; la opción librecambista y el mantenimiento del apa- en razón de esa ceguera 1deolog1ca, pueden ser suplan-
rato agroimportador era ya claramente inexcusable. Y qué tados con provecho por las diez páginas escritas por el
decir de la actualidad, cuando se repiten las mismas he- general Savia en el mensaje .de elevación .al <:o~greso
terodoxias para mantener el mismo esquema básico y del. proyecto de ley aprobatona d~l Plan. S1derurg1co. Y
cuando se insiste en el librecambismo en un contexto la defensa que allí se hace de la mdustna pesada como
donde no sólo no hay excusas sino que no hay márgen factor de la grandeza nacional vale ~nás que ~odas las elu-
para el error. Ya no es necesario hacer comparaciones cubraciones de muchos economistas alc¡ados de la
con Estados Unidos, está Canadá. Este país, en 1930, te- realidad.
nía, igual que nosotros, una participación del 2,5 por En el tema de la izquierda, el estudio de la historia
ciento en el comercio mundial; ahora ellos están en el argentina es particularmente ilustrativo si se. lo .encara
5 por ciento y nosotros en el 0,5 por ciento. El contexto con la metodología que hemos expuesto. La 1zqmer~a y
mundial es muy rico en experiencia y la declinación su- algunos economistas formados en la CEPAL han comc~­
frida por el país, la profundidad de su crisis, no está co- dido en un diagnóstico erróneo para proponer la reforma
mo para repetir despreocupadamente viejas fórmulas y agraria (y para convertirse en el ala izqt~ierdista .y ~opu­
vieja literatura aun cuando se la adorne con terminolo- lista del conjunto de la dirigencia argentma que defiende
gía moderna. · la vieja estructura agroimportadora, aun cuando unos. y
En esta contumacia no sófo ha incurrido el establish- otros la remocen con el parche de promover las agrom-
ment liberal, sino también las distintas variantes de la dustrias o las "exportaciones no tradicionales"). _Y e.se
izquierda. y del populismo. Ellos no sólo rechazan las error de diagnóstico ha partido de un grue~o error ~i~tono­
inversiones extranjeras (los "liberales" las impiden de he- gráfico: han dicho que España traslado a i:-menca el
cho con la política recesionista), sino que coinciden con feudalismo v de allí han sacado falsas conclus10nes sobre
el resto del establishment en presentarnos la panacea nuestro pro.ceso económico. No ~s exacto que .en toda
de la "exportación no tradicional". En esta ignoran la América hava arraigado el feudalismo y, por cierto, n.o
teoría económica, para lo cual la producción (el empleo arraiaó en nlngún momento en la explotación agropecuana
de trabaio humano) crea riqueza y no el comercio, y para de lab pampa húmeda argentina. Ya las vaqu.erfas eran nna
la cual éste no puede generar acumulación cuando opera explotación capitalista, había en ellas med1~~ de pro~uc­
en condiciones de deterioro de la relación de intercam- ción de propiedad capitalista, y había traba¡o as~lanado
bio. Pero, además, ignoran la experiencia histórica; no. libre. Es un error confundir esa forma productiva con
sólo de Estados Unidos y de Cánadá, sino también de las encomiendas u otras formas de feudalismo "indiano"
la Unión Soviética, que accedió al nivel de segunda su- que se desenvolvieron en otros lugares de América y del
perpotencia en unas pocas décadas y que, para ello, territorio argentino. Y a partir de ese error no se propuso
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de izquierda que proponeu la división d~ las tierras y l.os
pr_ofundizar el desarrollo capitalista de nuestro agro in- teóricos de las multinacionales que sostienen las agrom-
centivando la. rentabilidad y la inversión; se propu;o la dustrias como la panacea; y, por cierto, unos y otros plan-.
reforma agrana para purgar un feudalismo que existía só-
tean que es positivo promover las "exportaciones no tradi-
lo en la cabeza de algunos intelectuales; de intelectuales cionales" sin preocuparse por las industrias básicas. Aqué-
con muchos o pocos libros, según los casos pero sin un llos creen que la promoción puede hacerse sólo con sub-
método científico. '
sidios del Estado v éstos le agregan la idea no confesada
. Y a propósito de nuestras clases dirigentes y nuestros de hacer descend~r el salario real para que seamos '' efi-
mtelectuales es oportuno señalar que el método del cual
habl.amos ~s ta~b~én el más indicado para el estudio de las cientes".
Por ello, conceptuamos todas esas posturas y sus com-
comentes ideolog1cas y las escuelas económicas; y también
binaciones e híbridos como falsas opciones, como dis-
pa~a esto es conducente comenzar con aquellas preguntas.
tintos caminos para eludir el cambio de la estructura
Asi podremos entrar en la maraña de ideologías y posicio-
productiva. Y por ello no vacilamos en trazar una línea
n~s que han frenado n?~stro desarrollo nacional, que han
demarcatoria entre todas esas posiciones, por un lado,
al!mentado ~uestras cnsis, y que desde la izquierda, en sus y la nuestra, por el otro. Ellas, aunque polemicen en-
diversas vanantes, hasta el liberalismo monetarista más
tre sí, aunque adopten una exterioridad diversa, tienen
re.accionario, pasando por puntos intermedios que incluyen
dive~sa~ formas ~~ Pºf!ulismo que llegaron a arraigar· en una identidad esencial.
Para nosotros el problema radica en la ubicación
movi~1i~ntos politicos importantes y mayoritarios, y diver-
de la Argentina en la división internacional del trabajo,
sos fobndo~ con.1r:uestos por las restantes posiciones. Así
y en la estructura que se ha conformado a partir de. ese
podremos identificar el rasgo común de todas ellas. Hav
hecho. De ello se deriva una permanente transferencia
q~ze comenzar por despojarlas de toda la literatura inesen-
de riqueza generada en el país hacia los "centros", sean
ci~l y de tod~ diferencia form~l, ver cuáles son sus 'diag-
las naciones imperiales en la época del colonialismo o
nosticas y cuales son sus soluc10nes; y a partir de allí pre- el imperialismo clásico o sean las grandes corporaciones
guntarse: ¿fortalece a la Nación o la debilita? ·es con-
ducente a la consecución de tal o cual meta naci~n~l? trasnacionales de nuestro tiempo.
Y para nosotros la solución está en el desarrollo.
Para l~ izquierd.a y el populismo el problema ha sido Está ·en una estructura productiva integrada vertical y
la tenencia de la tierra. Para el liberalismo monetarista
horizontalmente; esto es, en una estructura que incluya
r:or se~,.alar su supuesta antípoda, el problema radica en 1~
los sectores industriales básicos y se implante de ma-
mflac10n (que, en verdad, es un terrible flagelo, pero es un
nera armónica en toda la geografía nacional. Está en dar
efecto y no una causa) y en los desórdenes administrativos
prioridad al desarrollo y a la integración nacional por
p;~~ocados por los .gobiernos no pertenecientes a esa po-
sobre la integración regional y las diversas formas de
sic10n. ~stas dos circunstancias impedirían, por sí solas,
que la nq_ueza agropecuaria despliegue todas sus posibi-
lt
.apertura de 1a econonua.
'7 ,.
Ello supone rechazar el espontaneísmo y el gradua-
lidades e mduzca algunas industrias "naturales". Aunque Jismo. Supone cambio y supone ritmo. Supone el cono-
parezca extraño, hay un hilo de unión entre los activistas
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cimiento de las leves económicas v una actuación cons-
ciente del Estado ·nacional para piomover aceleradamen- v fas industrias de transformación ta1?bién se modifica-
te el desarrollo de las fuerzas productivas. En apoyo de ron sustancialmente bajo su influencia).
esa teoría nacional no sólo es posible invocar ei caso Insisto en el problema-del ritmo. Así colT!o Inglate~ra
de Estados Unidos, que inició su proceso de integración tardó casi dos siglos para alcanzar el cemt de. su m-
' económica en el siglo pasado y no sólo los de este !º
dustrialización, Estados Unidos. hizo. /e? la mitad d~
siglo, como el de Canadá v la ·Unión Soviética entre tiempo; y en este siglo la Umon Sov1ehca f Cana da,
.
otros, que hicieron aceleradamente '
el pasaje al desarrollo; para ceñirnos a los_ ejemplos ya dados,. neces1t~ron me-
es posible citar el propio caso de 1nglaterra, en el siglo nos de cuatro décadas. El desarrollo exige un ntmo ace-
xvm, que no fue un proceso espontáneo ni gradual, co- lerado para romper las acechanzas que pesan sobre !as
mo algunos suponen .. naciones que no lo han alcanzado, en un proceso bien
Inglaterra, en el siglo :xvm, como después haría .Ale- definido por Paulo VI ("Los países rico~ so~ cada v~~
mania, aplicó aranceles de protección para su agricul- más ricos y los países pobres cada vez m.as pobres ,
tura y para su industria (las telas de la India, que abas- decía en su encíclica Populorum Progres~10). Por su
tecían el mercado inglés, ya no pudieron entrar en 1700; parte, los cambios tecnológicos también imponen . ese
y la floreciente industria textil de ese país luego sería ritmo, para evitar el retraso, y a la vez lo hacen posible.
destruida e invadida por tejidos producidos en Manches- Desde que las naciones c?menza~?n a configurarse
ter). Levantó las barreras proteccionistas cuando accedió en Ja Europa del siglo xv1, la mtegra~i~~ de los aparatos
al puesto de primera nación industrial del mundo (en productivos nacionales fue una condicwn d~ /su sob~ra­
e~7 momento le convenía que el resto de los países tam- nía y su poderío, y lo será mientras la nacwn subsista
bien las levantara y por eso "exportó" la ideología libre- como categoría histórica. De allí que :1 desa:ro~lo nos
cambista). Por lo demás, ese proceso de acumulación fa- afirme co rn~o nación, tal como lo he senalado msist.ente-
vorecido por las clases dirigentes inglesas implicó un mente. y las posibilidades de concretarlo ab?ra existen,
cambio cualitativo al compás de la revolución tecno- pese a lo desalentador de nuestra crisis. Es c1ert? que lal
lógica. C~zando .Abraham Darby incorpora el- coque al estrategia de las multinacionales está en co.ntlicto con/
proceso s1derúrg1co, en 1750, la producción inglesa de las naciones, pero también lo es que éstas se af~rman como\
acero apenas alcanzaba las 20.000 toneladas anuales y en categoría histórica y ve~ facilft~do su despli~gue en. ,el¡
sólo cincuenta años se elevó a 156.000 toneladas anua- cuadro de la coexistencia pacifica, de la desmtegracw~ 1

les. El invento del alto horno Bessemer produce un de los bloques que existían. en la. posguer.ra y de lar desi-:
salto cualitativo y en 1856 la producción anual alcanza deologización de las re!aci?nes mternacwnales: 1\ ueva.,:,
las 3.800.000 toneladas v el precio baja a la mitad. mente, ser nación en termmos cabal~s es senci!l~mente;
Todo. ;eso ha sido bien denominado con la palabra re- materia de decisión de nuestras propias capas dmg~nte~~
voluc10n, porque realmente en ese tiempo se revolucio-- La conciencia nacional del conjunt~ de la soci.edad
nó toda la industria y los transportes (la aparición del argentina es incuestionable y no tolerana el escarmo d~
ferrocarril, en 1830, tiene que ver con la era del acero que en la década que se aproxima, o antes, vaya a Brasil
una misión con propósitos parecidos a los de la que fue
24
25
a Inglaterra a firmar el pacto Roca-Runciman . .Sería un
trágico sarcasmo. La Argentina tiene que buscar fórmu-
las de cooperación con sus vecinos y con todo e1 mundo,
pero sobre la base de afirmar su condición nacional.
No obstante, hay motivos para preocuparse. Desde
los comienzos del siglo, cuando la Liga de las Naciones
nos consideraba la quinta nación del mundo, no hemos CAP1TULO PRIMERO
hecho sino declinar -y en los últimos tiempos con una
celeridad dramática- hasta colocarnos no muy por en-
cima del puesto cuarenta en el ranking de países. Desde LA IMPLANT ACióN DE LA
las vísperas de la crisis de 19 3O a la fecha, la capacidad ECONOMfA CAPITALISTA
de compra de nuestras exportaciones ha descendido 30
por ciento. Esa es una tendencia demasiado clara, cuyo (Siglo XVI a XVII)
curso no se altera por las oscilaciones coyunturales que
suelen producirse. Para adquirir los mismos bienes, los
hijos de esta tierra tienen que realizar un esfuerzo mayor.
en casi una tercera parte, y seguimos perdiendo posicio-
nes. En el marco de la actual estructura esa tendencia no
se moditicará y las perspectivas, tanto para la estabilidad
social como para el conjunto de la condición nacional
argentina, no son, por cierto, alentadoras.
Se trata entonces de cambiar, y rápido. Para ello, el
estudio de la historia nacional asume el carácter de una
obligación. Las clases dirigentes argentinas han llega~o a
una. situación en la cual están obligadas a no volver a
eqmvocarse.

26
l. La Conquista y la Colonia. El Feudalismo y la
Corona. La Iglesia

Corresponde comenzar por esclarecer el hecho de


que nuestra explotación agraria, y en consecuencia lo
fundamental de la economía en todo el proceso de nues-
tra conformación como nación, fue desde un comienzo
una explotación capitalista pura. Aquí no arraigó el feu-
dalismo como en otros lugares de América latina: las
vaquerías, la estancia y el saladero fueron desde su apa-
rición formas de explotación capitalista, y desde que
nacieron, eL grueso de su producción estuvo destinado
a la exportación.
Y de allí también que corresponda desechar la ex-
plicación, también simplista, de que la Argentina no se
industrializó por .el origen feudal de su economía~ a di-
ferencia de lo ocurrido en las colonias inglesas del nor-
te que en el siglo xvn recibieron directamente el capi-
talismo a través de los pasajeros burgueses del Mayflow-
er y de quienes los sucedieron. La diferencia entre uno
y otro proceso nacional tiene otra explicación que co-
mienza, es cierto, con la diferente relación con la me-
trópoli, como veremos, pero que continúa con la obce-
cada aplicación del librecambismo en todo el siglo x1x y
aun en el siglo xx. Sin excluir nuestros días.
En la España del siglo xvr, especialmene con Car-
los V, la monarquía, como en -otros países, estaba en

29
conflicto con el feudalismo. Es cierto que la burguesía
española no se desarrolló como en Inglaterra y que Car-
los V no pudo apoyarse en ella en su lucha con el feu-
dalismo, sino que debió buscar asistencia entre banqueros
alemanes y flamencos para financiar su acción en Amé-
rica y recurrir a la producción de fuera de España para
abastecer sus vastos dominios. Pero él y los restantes
monarcas lucharon contra el feudalismo para centrali-
zar el poder y afianzar la "monarquía absoluta".
Y esa lucha la extendieron a las colonias. Por un
lado se manifestaba en la centralización administrativa
y por otra en los esfuerzos por aprovechar la acumula-
ción primitiva, reforzada con la introducción de escla-
vos, para extraer riquezas y destinarlas a la metrópoli,
proceso necesariamente destruétor de las formas feuda-
les. Las leyes de Indias, si bien muchas veces fueron letra
muerta, expresaban ese conflicto ("Los indios son libres
y no sujetos a servidumbres", decían); propiciaban incor-
porar a los nativos al proceso productivo de un modo que
favoreciera la acumulación de riqueza en favor de ]a me-
trópoli y no de feudos aislados que dispusieran de ellos
por derecho de servidumbre.
En esa legislación influyó de manera decisiva la Igle-
sia. Su propósito era humanizar y evangelizar a los indios
para convertirlos a la fe cristiana y a eso se debe no sólo
la letra de las Leyes de Indias sino acciones que desen-
volvieron los sacerdotes en el Nuevo Mundo. Felipe II
hizo que vinieran franciscanos (entre ellos San Francisco
Solano) y actuaron en los valles calchaquíes para facili-
tar la conquista, así como en diversos lugares para cante~
ner el autoritarismo de los encomenderos (desde otro
punto de vista para contener su acción tendiente a des·
centralizar el poder y la acumulación de riquezas). Tam-
bién vinieron los jesuitas. Unos y otros, además de su
acción pastoral (exitosa, como lo prueba el arraigo que
30
logró el catolicismo en América), crearon comunidades
agroartesanales en las que fue aprovechada la capacidad
laboral de tribus dispersas. En algunos casos las misio·
nes cobraron una magnitud a la que no es ajena el pos·
terior conflicto entre la Corona y los jesuitas. Pero de
todos modos esa acción de la Iglesia, en el plano eco·
nómico, concurría objetivamente a favorecer a las fuer·
zas sociales en ascenso; sea porque enfrentaba el au-
tonomismo feudal de los encomenderos o sea porque
apoyaba el desarrollo de las fuerzas productivas, en las
mencionadas comunidades, por los procedimientos prác·
ticos a los que sólo ella podía apelar. Esta actitud, co·
herente con la misión espiritual que debe cumplir, se
vería en el momento en que se invierte el rol de la me·
trópoli, es decir, cuando ésta pasa a constituirse en un
factor de bloqueo del desarrollo de la sociedad y cuando
las colonias rompen ese yugo. El caso de la Argentina es
particularmente claro, por la casi unanimidad con que el
clero apoyó la Revolución de Mayo.
Esta disgresión viene al caso. para subrayar que las
formas feudales estaban seriamente cuestionadas, por as·
pectas esenciales de la conquista y por el papel que ésta
jugaba en el proceso de centralización del poder en manos
del monarca. Pero hay algo más terminante aun: no toda
la economía de los dominios americanos de España fue
igual. En algunos lugares nunca hubo formas feudales.
Y no las hubo en un caso que nos interesa particular-
mente, en el del territorio sobre el cual se asentaría luego
la totalidad práctica de nuestra economía ganadera. Esa
economía, repetimos, desde su mismo nacimiento tuvo
formas puran;ente capitalistas.
Lárn. 1 - Carlos V
El error al que hemos aludido es, en gran parte, un
error de generalización. Hubo formas feudales en al-
gunos lugares y en otros no. El feudalismo arraigó más
nítidamente donde las comunidades indígenas estaban

31
En cambio, en el noroeste, Cuvo y las misiones, había
más avanzadas, fundiéndose con los modos ~e produc· una producción importante y ar{aigáron poblaciones, aun
·/ la organización social de esas comumdades. Es cuando la economía fue prácticamente de subsistencia
c10n y I d f •
sabido que los pueblos indígenas mas ?rgamza os ueron también hasta el siglo XVII en el que comienza a apare·
los más fácilmente dominados (especialmente lo.s ~zte· cer un excedente. En el noroeste, centro y Cuyo había
eas ) los Incas) y los que resistieron el sometimiento
·l,'
o • / I 0
producción agrícola e industrias, como las del azúcar,
fueron los más débiles en su orgamzac10n econom1ca y los vinos, los tejidos, harinas, aceites, etc.; y en las misio·
política. Es ~l caso ~e los. h~bita?tes de la z?~ª pam· nes, además, artículos de carpintería, zapatos, tabaco y
peana argentma. El imp~no mca1co ~e sometio y tr~s· yerba mate.
vasó su organización soc1~} y productiva. a l?s conqms· En Buenos Aires, como decíamos, era otra la situación.
tadores. Lo mismo ocumo con sus estnbac10n~s en el Uno de los primeros obispos, citado por Emilio Coni, a
Alto Perú y en lo que sería el. n?roeste. argentmo. Las principios del siglo xvn, se quejaba en carta al gobierno
tribus del sur, más atrasadas, res1stian bel~~osamen~e. y se español: "No existen tiendas. ni se pesa carne; si se ne·
dispersaban. Esto no escapó a la .observac10~ de Fehx de cesitan 4 libras de carne es preciso comprar una res en-
Azara quien escribió: "En poco tiempo dommaron los es· tera o morirse de hambre. . . Para hacerse unos zapatos
pañoles a todos los vasallos de.l Inca y Moctezu~1a~ pero, es menester comprar un cuero, buscar luego un zapatero,
queriendo extender sus conqmstas fuera d~ los 111111te~ d~ rogarle y rogarle. . . No hay médico ni droguista. No
estos dos imperios, encontraron otra.s nac10n~s tan d1m1· hay plata ... Las transacciones se hacen, a causa de esto,
nutas y silvestres como las que d~scnbo, a qme?,es no pu· por medio de cambio de productos,· dando vino por tri-
dieron dominar y no se ha podido hasta hoy . go, trigo por azúcar, azúcar por carne, carne por mate y
así sucesivamente ... ". El testimonio de Azara coincide
2. Evolución económica del Río de la Plata con esa descripción: "Allí las industrias son absolutamen-
te desconocidas y la mayor parte de los habitantes deben
Eso determinó que se demorara la conquista y colo· sus medios de subsistencia al ningún valor de la carne".
nización de la zona cercana al Río de la Plata y deter- Así como no había actividad económica significativa
minó distintas relaciones de producción. Así fue que las no había feudalismo y el impetuoso comienzo de la eco·
encomiendas, el "feudalismo indiano", dentro de lo que nomía ganadera se haría directamente, sin transición, bajo
es hoy el territorio argentino sólo arraigaron en lo que las formas capitalistas. Las condiciones de ese surgimiento
se denominaba el Tucumán, que abarcaba gran parte del estarían dadas por la feracidad del suelo, por la escasa ma·
noroeste argentino de hoy, hasta Santiago del Estero, en no de obra requerida por la ganadería y por la ventaja de ·
Cuvo y en las misiones jesuíticas del Paraguay. Más al emplazamiento del puerto de Buenos Aires respecto del de
sur' no hubo ni encomiendas ni feudalismo. Lima. Sobre esto cabe apuntar dos hechos: la primera ex·
portación de productos de Tucumán, por vía del puerto de
Y desde luego que todas esas zonas cerc~nas al Rí,o
Buenos Aires, hecha por el padre Vitoria en 1587, fue
de la Plata vegetaron, desde el punto de vista econo·
precursora. Y la creación de la Aduana seca de Córdoba,
mico, durante el siglo xv1 y los comienzos del siglo xvn.
33
que cuente con docenas de carretas, miles de caballos
a comienzos del siglo xvII, resultó de una imposición de d y
t en~a. ~orno pagar anticipa amente los víveres de la ex-
I • •

los comerciantes de Lima, preocupad()s por las ventajas


pe.dic10n y los salarios de numerosos peones durante los
que podrían obtener ·sus colegas de Buenos Aires con los
seis meses que con~? mínimo dura una vaquería".
productos de ultramar. Esa pro?ucc1on ganadera era por cierto primitiva,
ya que por dia se mataban centenares de animales de los
3. Del comerc10 y el contrabando a las vaquerías y que prácticamente se aprovechaba sólo el cuero. Pero no
la estancia hay en ello elementos de la explotación feudal sino los
que son propio.s del capitalismo: a) trabajo asalariado li-
Las primeras actividades económicas significativas de bre, Lb) propieda.d del capitalista de los medios de pro-
Buenos Aires fueron el comercio y el contrabando; y sólo ducc~?n. Era por ;1erto ~a ganadería la única forma de pro-
después las vaquerías. Acarette. du Biscay, un viajero que ducc10n que podia arraigar, tanto por las condiciones na-
estuvo en Buenos Aires a mediados del siglo xvII, decía: ~urale~ ~~mo por la falta de mano de obra a raíz de la
"Los traficantes en ganados están ricos, pero de todos los i~pos1bihdad de dominar a los indios y de las modalidades
negociantes los de más importancia son los que comer- non:ades del ga.ucho¡ ~s d~cir, era el tipo de explotación
cfan en mercaderías europeas". En el comercio no hay posible ante la msuficienc1a de mano de obra.
creación de riqueza, sólo traslación. Pero puede ser la base La evolu~ión de la vaquería fue la estancia. Las vaque-
de acumulación para transformar el dinero en capital. Y rais que ha?ian comen~ad? de lleno c~n el siglo XVII ago-
1

a p:¡:rt~r de esa base la primera actividad productiva de t~ron ~u ciclo en el sigmente, al extmguirse el ganado
importancia, aun cuando se hizo con un empleo limitado cm~~rron como consecuencia de las matanzas. La delimi-
de trabajo humano, fueron las vaquerías. tac10n del derecho de vaquería por tierras pasó a configu-
Las vaquerías consistían en la caza de ganado cima~ rar un derecho de propiedad y comenzó a hacerse cría de
rrón, conf_orme a un derecho que otorgaba el Cabildo a ganado que ya escase?ba y que era demandado para ex-
vecinos que por ese derecho recibían el nombre de accio~ portar cueros a Francia e Inglaterra por vía de la metró-
neros. Los accioneros de vaquerías, si bien no eran pro- poli,. desd~ luego, y para exportar ganado al Alto Perú.
pietarios de las tierras, tenían delimitado el espacio para La estancia, el núcleo básico de producción del Río de
el ejercicio del derecho a vaquear con exclusión de toda la Plata, f~e siempre capitalista. No pasó por formas feu-
otra persona (eran ''propietarios" de ese derecho) y eran dales previas, como vimos, y llegó a formas muy. definidas
acomp1~ñados, como se decía entonces, por "gentes que vi- ele explotación capitalista. Para comprobarlo basta con
ven áfrimadas a las casas";. es decir, por gauchos suscep- · leer las. Instrucciones para Mayordomos o Encargados de
tibles de comportarse como asalariados a diferencia de los Estancias, de Juan Manuel de Rosas; desde la forma mi-
restantes pobladores de la pampa que vivían una vida n~ciosa en que se ~ndi~aba el cuidado de enseres y herra-
nómade. Y además del derecho otorgado se requería la m1~ntas hasta ~a directiva para aprovechar al máximo los
propiedad de ciertos medios de producción, como des- ammales atestiguaban la existencia de una racional ex-
cribe Coni: "Una vaquería requiere un fuerte capitalista plotación de tipo capitalista.

34 35
4. El saladero en la explotación triguera da un valor de 15 34 pesos v
en la. ganadería de 5250 pesos y aconsejaba en- cons~­
Otro avance fue el saladero, que aparece a fines del cu~ncia. Y el comercio florecía rápidamente por· las ven-
siglo xvm. Implicó un cambio cualitativo, en cuanto ta1as del pu~rto. de Buenos Aires, por el comercio legal
agregó mayor valor al producto, pues requería una. i.~ten: con la· metropoh y por el contrabando ele ingleses y ho-
sidad mavor de mano de obra y en cuanto penmho un landeses. -
mavor apiovechamiento del ganado. Se podía ahora apro- El reclamo de liberar el comercio era una exigencia
ved1ar la carne, que era desechada en la anterior explota- de~ ~esarrollo ~~pitalista, .ahogado por el monopolio es-
ción interesada sólo en el cuero. pano] y la pres10n comercial ele Lima. Y asimismo estaba
No obstante, esta explotación tenía limitaciones. Era incentivado por los intentos ingleses de una vinculación
limitado en ·cuanto proceso "industrial", elaborador ele comercial orgfoica con el Río de la Plata. La creación
materia prima; y lo era tambiénen cuanto a sus posibili- del Virreinato del Río de la Plata en 1776 fue el resul-
-clades para el desenvolvimiento ele las exportaciones, pues tado de un~ comprensión del problema por parte de los
el tasajo no era aceptado en el mercado consumidor eu- Barbones, impulsores en España del capitalismo v el H~
ropeo y las colocaciones debían circunscribirse a Cuba y beralismo .. :end~a a conjurar la penetración port~guesa
Brasil donde, básicamente, eran destinadas al alimento pero tambien la mglesa. ·
de los esclavos. Pese a ello tendría importancia hasta la . El auto del virrey Cevallos, que dispuso el comercio
cuarta década del siglo x1x, cuando, como veremos, cum- hbre del puerto ele Buenos Aires con la península v con
plió su ciclo. las de~ás colonias respondió a exigencias de ese "desa-
rrollo . El mismo lo explicó en su informe de 1777: una
5. El conflicto entre el monopolio español y el desarrollo vara de paño introducida por Lima se vendía en Potosí
capitalista a 20 ó 25 pesos y la misma tela entrada por Buenos
Aires podía ser adquirida en aquella plaza- por 4 pe-
El surgimiento ele una burguesía capitalista en Buenos sos. Faltaba a los porteños acceder al comercio con los
Aires explica el conflicto con el monopolio comercial neutrales en· el conflicto España-Inglaterra, monopoli~
español y el desenvolvimiento económico de antes y z~do ~or los comerciantes de Cádiz, y también el comer-
después ele mayo cle)810. La base productiva fue gana- c10 abierto c.on. Inglaterra. Era un paso insoslayable pata
dera, como explicamos. La industria estuvo limitada por la el desenvolv1m1ento pleno de las fuerzas productivas blo-
ventaja comparativa ele la ganadería y por la insuficiencia . queadas por el monopolio español.
de mano de obra asalariada; la agricultura, por su parte, Eso desenvolvería tensiones durante las tres décadas
fue marginal, los ganaderos y los indios no les dejaban que. quedaban por delante para llegar al proceso revolucio-
espacio a los agricultores desprotegidos y sin alambrados. nano de Mayo. Por su lado, comerciantes y ganaderos vin-
Además, la demanda de cueros no dejaba dudas res- ,, culadas al mo~1opolio esp~ñol y, por otro, comerciantes y
pecto ele la rentabilidad de la explotación pecuaria. Aza- ganaderos ans10sos de abm otras perspectivas. El debate
ra en su informe calculaba que el trabajo de 11 hombres llega a su punto más alto en los prolegómenos de Mayo,
36 37
tiene un significado econom1co y polítíco muy fuerte
y alcanza un alto nivel en el plano de la teoría econó-
mica. Manuel Belgrano y Mariano Moreno en sus escritos
económicos y posteriormente en sus actos políticos expre-
saban los intereses de la burguesía progresista ahogada
por el monopolio español.
Este conflicto es clave para entender lo que ocurriría
después en la joven república y no puede ser examinado
con criterios sobre el debate proteccionismo-librecambis-
mo que sólo tendrían validez al promediar el siglo x1x,
una vez agotado el ciclo económico que estamos anali-
zando, que se liberó de trabas en 1810 y alcanzó su punto
más alto en la época de Rosas y también se agotó con él.
La confusión que suele engendrar este conflicto surge del
hecho de que e] factor dinámico era la implantación ple-
na de la burguesía capitalista en el Río de la Plata. Luego,
los comerciantes y ganaderos porteños jugarían un papel
retardatario, pero parte ele ellos no lo jugaron inicialmente.
Confunde también el hecho de que las artesanías del
interior no habían entrado en la fase capitalista o, más
exactamente, ineluctablemente tenían que sufrir ante la
dinámica interna del desarroJlo capitalista en el Plata cu-
yo obstáculo era el monopolio español. Distinta sería
la situación, bien entrado el siglo x1x, cuando confor-
mada la Nación el librecambismo porteño impediría el
desarrollo de esas artesanías y su pasaje a formas produc-
tivas superiores.
Así se explica que los comerciantes monopolistas por-
teños más retrógrados trataran ele aparecer como defen-
diendo las artesanías del interior y que revolucionarios
como Belgrano y 1Vloreno, representantes de las fuerzas
sociales en ascenso, abogaran por la libertad de comercio
con Inglaterra. Y así se conformaría un complejo juego
de alianzas.
A los partidarios del monopolio les resultaba po1íti-

38
camente inconveniente admitir que sus vínculos de inte~
reses estaban en Cádiz y en cambio era "popular" defen-
der las artesanías del interior del Virreinato y aun de
Lima. En la presentación de los comerciantes contra-
rios al comercio con los neutrales, en 1808, que llevaba la
firma del grupo español más progresista, entre los cuales
estaba Martín de Alzaga, se decía, al abogar por la prohi-
bición ele la entrada de productos extranjeros (no prove-
nientes de España, se entiende), que "los pueblos interio-
res forman un todo con la capital y su bien común debe
preferirse a las miras interesadas de algunos particulares de
ésta". Entre las ciudades del "interior" enumeradas por la
presentación estaba Lima, pues lejos se estaba de una
concepción nacional. Y por cierto que si las manufac-
turas del interior sufrían la competencia de los pro-
ductos que ellos in~roducían con sus asociados de Cá-
diz el criterio era distinto.
Los comerciantes y ganaderos a los cuales convenía
la apertura del comercio con Inglaterra tenían que bus-
car apoyo en los agricultores y en los estratos populares
inferiores. Y asimismo en los economistas y políticos
progresistas, conocedores de la ciencia económica e im-
buidos del propósito de transformar la sociedad. De allí
que Belgrano defendiera ardientemente la agricultura y
que Moreno incluyera en ·SU Representación a los labra-
dores. Era el choque de las fuerzas productivas que ne-
cesitaban expandirse frente al· monopolio que las. blo-
queaba.

Lám. II - Belgrano

39
CAPfTULO SEGUNDO

LA EXP ANSióN Y LOS CONFLICTOS


DE LA ECONOMÍA DE
BASE GANADERA
(Fines del siglo XVIII y primera parte del
siglo XIX)

Lám. 111 • Moreno


1. El pensamiento económico de la Revolución:
Belgrano y Moreno
Podría incluso razonarse que el librecambismo de Bel-
grano y Moreno era una tentativa para ponerse a tono
con la moda del pensamiento económico en Europa. Pe~
ro no es así; esos dos hombres lúcidos veían en la aper-
tura del comercio exterior un factor dinámico necesario
ante el hecho concreto de la política comercial española
y no una doctrina nacional que debía sacralizarse, como
creyeron erróneamente otros argentinos.
Moreno, en su famoso escrito, daba apoyo al planteo
jurídico y político, con fundamentos de teoría económi-
ca. El n{1cleo de su razonamiento era que abrirse a la en-
trada de ''efectos extranjeros" significaba la posibilidad de
exportar y decía: "con rapidez se fomentaría la agricultura,
si abiertas las puertas a todos los frutos exportables, con-
tase el labrador con la seguridad de una venta lucrativan.
La defensa de la introducción de bienes que el Virreinato
"no produce" (son palabras del prócer) era marginal
a sus propósitos. Y su conocimiento de la ciencia econó-
mica se hace evidente cuando refuta el argumento finan-
ciero del monopolio y dice: "La plata no es riqueza, pues
es compatible con los males y apuros de una extremada
miseria; ella no es más que un signo de convención". Un
aspecto de las relaciones entre la producción y la moneda
que aun muchos no han comprendido.

43
En Belgrano, que también abogó por la libertad de tos, trasla.dados del plano económico al plano político en
comercío en el Consulado y en el periodismo, así como el complicado proceso de conformación de la Nación.
abogó por la agricultura y la industria, por el hecho de Buenos Aires y el litoral se beneficiaron directamente con
que dejó mayor cantidad ele escritos específicamente eco- la ~evolució.n de Mar? y el interior tuvo que pagar el
Úómicos, se define con mayor precisión esa postura como prec10 de la implantacion de una fuerza económico-social
una necesidad cont~nge~1te de la expansión económica y más dinámica. ·
no corno una doctrma mmutable. Son innumerables sus
En 1812, ~~1 grupo de comerciantes ingleses escribió
trabajos en favor de la industria y de la educación técnica a Castlereagh: El consumo de manufacturas británicas ha
(tenía una concepción ele la educación distinta de la que aumentado ~n el último tiempo en gran medida ...
difundiría Sarmiento y de la que deberían abrevar mu- la abu~danc1a y, en consecuencia, el bajo precio de
chos de nuestros especialistas en el tema). En marzo de los articulas ha colocado al alcance de los habitantes
181 O escribía: (tNi la agricultura ni el comercio serían,
~erca.derías que por su baratura se sintieron primero
casi en ningún caso, suficientes para establecer la felici- mducidos a emplear y que luego, habiéndose acostum-
dad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa in-
brado a su uso,. ha cre~do nuevas necesidades" (docu-
dustria. . . si este ramo vivificador no entra a dar valor m_entos del Fore1gn ?Hice citados por Ferns). En 1822,
a las rudas producciones de la una y materia y pábulo ano en el cual es disponible la lista de la aduana las
a la perenne rotación del otro". Y su defensa del comercio importaciones de origen británico eran $ 5.730~ 952
con Inglaterra para romper e1 yugo colonial no le hizo fren~e a un .total de $ 11.267.622; es decir el 50, 9 %; le
tragar la píldora librecambista; a pesar de que transcribió segma Brasil con el 12, 5 %; Estados Unidos con el
una síntesis de la obra de Adam Smith en el número uno 12 % y todo el continente europeo con el 19 ,8 %. El
. del Correo de Comercio, escribiría después con su pluma:
85 % de las importaciones de procedencia inglesa eran
"La importación de las mercaderías extranjeras de puro t~xtiles, con lo cual se desplazaban las ele otras proceden-
lujo en cambio de dinero, cuando éste no es un fruto del cias y, naturalmente, las ele las artesanías locales.
país corno es el nuestro, es una verdadera pérdida para el
Pero ·1a importación tenía su contrapartida. Era la
Estado. La importación de las cosas de absoluta necesi-
ley de un capitalismo genuino en ascenso. De 5.652.768
dad no puede estimarse un mal, pero no deja de ser un
cueros importados por Inglaterra durante el período
motivo real del empobrecimiento de una nación".
1810/1815, pro~edían del Río de la Plata 4.089.694; es
d~cir, casi las tres cuartas partes. Asimismo, los comer-
2. La Revolución de Mayo y la expansión capitalista ciantes británicos adquirían cueros (además sebo cerda
huesos) y los colocaban en otras plazas comerci~les del
El triunfo de estas ideas, la apertura del comercio,
mundo; y adquirían otros productos como sal, yerba
afianzaría la expansión capitalista a través de la economía mate, tabaco. Las descripciones de los hermanos Robert-
de base ganadera complementada luego con el saladero son sobre las operaciones que realizaban son ilustrativas
del cual Rosas sería uno de sus empresarios más activos. respecto de esta relación, en la cual la aventura· se mez-
Expansión que naturalmente no estaría exenta de conflic- claba con la expansión económica. En la primera década
+t
de la Revolución el precio del ganado se triplicó, pasan-
do de 3,3 pesos por cabeza en 1809 a 9,6 en 1819. La eu-
foria de los ganaderos y comerciantes era muy grande,
pese a las complicaciones de la guerra y las luchas civiles.
Y el crecimiento de la población bonaerense expre-
sará ese dinamismo. En la época de la creación del Vi-
rreinato del Río de la Plata, la población de Buenos Aires
(ciudad y campaña) era de 37.130 habitantes; es decir,
inferior a la de Córdoba (40.203), y había poblaciones
importantes como Tucumán (20.104), Santiago del Es-
tero (15.456), Jujuy (13.619), Catamarca (13.315) y
Salta (11. 565). Ese cálculo es de l 7í9; en 1809 había
saltado a 92.000 habitantes y en 1829 los habitantes de la
ciudad y campaña bonaerense eran 15 3.000. Entre las dos
últimas fechas hubo un incremento del 76 %, mientras que
en las otras 13 provincias el aumento fue de sólo el 53 %.
Se formó así uno de los elementos de la economía capita-
lista y la expansión no fue mayor por el carácter de su base
ganadera. En la segunda década del siglo x1x había escasez
de mano de obra. En 1822 el gobierno bonaerense eximió
del servicio militar a obreros y peones provenientes de otras
provincias mientras durasen en sus empleos; y las fa-
mosas disposiciones que reprimían la vagancia fueron tam-
bién exigencia del desenvolvimiento capitalista, que ne-
cesitaba convertir al gaucho en asalariado.

3. La ocupación de tierras como factor dinámico


Posiciones de Rosas y Sarmiento
Otro factor de expansión de la ganadería fue la ocu-
pación de tierras, iniciada con la transformación de las
''acciones de vaquería" en las estancias. En la década
del 20 se destaca la ley de enfiteusis de Bernardino Riva-
davia. En la del 40, los enfiteutas se convirtieron en pro-
pietarios y con las tierras ganadas al indio por Rosas y en-
46
tregadas en propiedad se registró una apropiación privada
de 8.600.000 de hectáreas repartidas entre 293 propieta-
rios, lo que equivale a un promedio de 30.000 hectáreas
por propietario. Ese proceso necesario del desarrollo capi-
talista v de la integración geográfica de la Nación se des-
envolv~ría lentamente hasta llegar a su punto más alto con
la conquista del Desierto, la gran obra del general Julio
Argentino Roca.
Ese proceso, que en verdad cobró impulso con Juan
Manuel de Rosas, fue incomprendido ya por algunas ca-
bezas brillantes como Domingo F. ,Sarmiento. El san-
juanino criticaba al Restaurador y le parecía 'bárbaro"
el reparto de tierras entre los aliados y entre los jefes
militares que le servían. No comprendía que ésa era
una exigencia de la expansión capitalista, la cual no siem-
pre responde a determinadas pautas de "civilización";
y no comprendía que así Rosas iba sentando las ba-
ses materiales de la Nación. El sistema de Rivadavia, más
ordenado, no otorgaba los incentivos necesarios para
dar dinamismo al proceso. La confusión ha persistido
en un investigador minucioso como Jacinto Oddone,
admirador de Rivadavia, en la línea de Sarmiento y con-
vencido de que la expansión ganadera promovida por
Rosas fue negativa porque dio origen a la oligarquía
"vacuna". No comprendió la singularidad de las dis-
tintas fases del proceso y el rol diverso que en cada una .
jugaría la ganadería.
También cabe computar la incorporación de capi-
tal y técnicas. Se importan reproductores para mejorar
la calidad de la hacienda criolla. En 1813, el cónsul
norteamericano Halsey introduce ovejas merino y el ga-
Lám. IV - Rivadavia nado lanar alcanzaría gran importancia en la década
del 50. Las técnicas de explotación se racionalizan, co-
mo puede verse en las Instrucciones de Rosas. No hay
inversiones de infraestructura significativas, pero el

47
aporte del sector público estuvo dado por la lucha con-
tra el indio y la expansión de la frontera agropecuaria.
Un punto alto del avance tecnológico se alcanza en la
década del 50 con la introducción del alambrado.

4. Rosas y la economía nacional. Conflicto y


conciliación
La economía de base ganadera, como se dijo, man-
tendría su dinamismo hasta fines de la década del 40 y
comienzos de la del 50. Una parte de las actividades
agrícolas o manufactureras del interior fue destruida en
este proceso, pero hubo algunas de ellas que si bien no
estaban en condiciones de competir en Buenos Aires, en
razón del costo del flete, pudieron subsistir abastecien-
do los mercados locales. A su vez, tuvieron un fugaz
aliento con la ley de aduanas de 18 35. Con todo, fueron
actividades marginales en el conjunto de la economía
del país; simplemente debieron ser la base para una in-
tegración económica en el ciclo posterior en el cual la
Argentina pudo emprender el camino proteccionista se-
guido desde fines del siglo xvm por Estados Unidos.
Cabe, sin embargo, apuntar algunos datos respecto de
esa actividad económica "sobreviviente". Según referen-
cias de Parish, citado por H. S. Ferns, en 1850 entraban
en Buenos Aires unas 1000 carretas anuales con productos
de Salta, Tucumán y Santiago del Estero y unas 2500
provenientes de Córdoba. Córdoba enviaba harina, cue-
ros curtidos, botas terminadas y algunos tejidos. SaJ?tiago
del Estero enviaba alg9 de tejidos de lana y algodón. Tu-
cumán mantenía sus explotaciones de caña de azúcar, ta-
baco, maíz, trigo y arroz. Y Mendoza mantenía sus pro-
ducciones de vino y aguardiente, así como las de harina
y frutas secas. Otra excepción fue la fabricación de arma-
mentos y equipos para el ejército que subsistió en Cuyo y

48
que constituye la raíz de la conciencia industrialista de
nuestros hombres de armas.
En general, la economía de las décadas siguientes a la
Independencia tuvo problemas financieros, como conse-
cuencia de las erogaciones de la guerra y las luchas civjles,
pero no se alteró esa tendencia ascendente. Rosas no in-
novó en esta materia. Su aporte, además de un manejo
ordenado de las finanzas pese a los problemas creados con
el bloqueo anglofrancés, fue el mantener el equilibrio en-
tre los intereses de los ganaderos de Buenos Aires y el lito-
ral con las diversas situaciones provinciales~ Su gran éxito
es haber logrado una unidad de hecho que constituiría la
pase de la Organización Nacional. La circunstancia de que
Rosas se convirtiera en la garantía de unidad nacional, a la
que aspiraban los caudillos federales, y de que mantu-
viera una actitud firme frente al bloqueo extranjero fueron
el soporte de esa delicada conciliación de intereses.
En esa conciliación Rosas a veces actuó por motivos
de coyuntura. En 1831 defendió el librecambismo frente a
las tesis proteccionistas de Ferré y en 1835 dictó la ley de
Aduanas que recogía en buena parte las proposiciones
proteccionistas, aunque dos años después la suspendiera
como consecuencia del bloqueo. Ese debate, la cuestión
del derecho de Buenos Aires, sobre los ingresos de la
aduana, el tema de la navegación de los ríos interiores,
el bloqueo y la derrota de Rosas en Caseros muestran
los síntomas de conflicto y de agotamiento del proceso
económico de base ganadera y saladeril.

5, El proteccionismo de Ferré. El litoral y el resto


del país
Lám. V - Rosas
La polémica entre el gobernador correntino Ferré y
Roxas y Patrón, representante de Buenos Aires (de Ro-
sas) en la negociación del tratado del Litoral de 18 31 es
49
\
sígnificativa de los conflictos e intereses en ju.ego. Roxa~
y Patrón defendieron el derecho de Buenos Aires a perc1·
bir las rentas de la aduana fundado en razones prácticas
(Buenos Aires "es la única que paga la deuda nacional"
originada en las guerras de la Independencia y del Brasil);
y se opuso a "que se impongan derechos a los efectos
extranjeros que se producen en la industria rural o fabril
de1 país", diciendo que las restricciones al comercio son
un obstáculo para "la industria natural de cada país" y
que perjudicaría el consumo, engendrando malestar en la
población. Ferré decía:: ''Los pocos artículos que produce
nuestro país no pueden soportar la competencia con la
industria extranjera. Sobreviene la languidez y perecen o
son insignificantes, el saldo que hay contra nosotros en la
balanza de comercio se aumenta, se destruyen los capitales
invertidos en estos ramos y se sigue la miseria . . . con
protección no se pondrán nuestros paisanos ponchos in·
gleses, no llevarán boleadoras y lazos hechos en Ingla·
terra, no vestiremos la ropa hecha en el extranjero y de-
más renglones que podemos proporcionar, pero en cam·
bio comenzará a ser menos desgraciada la condición de
pueblos enteros de los argentinos". Además, Ferré sos-
tenía el derecho de participación de las provincias en las
rentas de 1a aduana, libre comercio interior terrestre y
fluvial y habilitación del puerto de Santa Fe para el
comercio exterior.
Es decir, había reivindicaciones muy específicas del
litoral que es de donde vendrían las fuerzas destinadas a
derrocar a Rosas y donde había también una base gana·
dera que entraba en conflicto con la de Buenos Aires. Y
enfrente Rosas estaba obligado a obrar con prudencia en
un contexto conflictivo desde el punto de vista de la
unidad nacional. No es exacto que obrara así porque
"representaba" a los ganaderos, como puede decir el
simplismo clasista de la izquierda; representaba un pro-
. 50
ceso de conformar la Nación que incluía, por cierto, a
los ganaderos. La retórica librecambista de sus repre-
sentantes y voceros no lo ataba, como se vería a poco
de andar.

6. La Ley de Aduana
El resto del interior del país, donde tenía una gran in-
fluencia Facundo Quiroga, pese al atractivo del argumento
proteccionista, dio apoyo a Rosas. Las garantías que éste
ofrecía por la unidad nacional, fresco todavía el recuer-
do de la anarquía de la década del 20, fueron decisivas.
No obstante, después de ese debate y ese triunfo, Rosas
sanciona la Ley de Aduana en 18 35 de clara inspiración
proteccionista. Así iba estableciendo ese complejo equi-
librio. Incluso dictó luego nuevas disposiciones protec-
cionistas, que junto a la Ley de Aduana rompía la
tradición rivadaviana de la política bonaerense. En el
interior las medidas fueron muy apoyadas y en Buenos
Aires hubo un rápido, aunque fugaz, florecimiento de
la agricultura, destacado por Rosas en su mensaje a
la legislatura de 1837.
Durante el bloqueo francés en 1838 y 1839, ante el
desabastecimiento, Rosas se vio obligado a suspender
algunos aranceles de protección; en 1841, pese a que
no había bloqueo, se autorizaron importaciones al mar-
gen de la ley arancelaria de 18 35. La presión librecam-
bista de los ganaderos volvía a la carga. En 1845 se
replantea el conflicto con Francia y se restablece el
bloqueo al que se suma Gran Bretaña, y nuevamente
se plantearon los problemas de abastecimiento. Las pro-
Lám. VI - Ferré
vincias se sentían bien representadas por Rosas, frente
a las potencias europeas, y no se observaba ningún de-
bilitamiento del frente interno que fuese significativo.
Terminado el bloqueo se restableció la ley arancelaria

51
de 1835, aunque por el deterioro sufrido por la eco-
nomía en razón del bloqueo y de la pérdida de dina-
mismo de la base ganadera y saladeril esos niveles de
protección ya resultaban insuficientes.
El esquema económico básico se había mantenido
intacto. En base .a datos, dejados por el cónsul inglés
Parish se ha_ podido conocer el intercambio realizado
por el puerto de Buenos Aires. Del total de las expor-
tacíones realizadas en 1851 correspondieron: 64,9 % a
cueros; 4,4· % cerdas; 8, 1 % carnes; 0,6 % cuernos;
11,3 % sebo; 10,3 % lana; 0,4 % varios. Durante el
bloqueo el rubro "varios" aumentó su participación y
hubo algunas exportaciones agrícolas, pero luego no se
volvieron a repetir. Y ese esquema comenzó a hacer
crisis: regiones del interior padecían serios problemas
v también estratos sociales medios e inferiores de Bue-
~os Aires. El ocaso político de Rosas coincidió con esa
circunstancia económica.

52
CAPfTULO TERCERO

EL AUGE Y LA DECLINACióN DE LA
ECONOMÍA AGROIMPORTADORA
( 1860 - 1930)

Lám. VII - Quiroga


l. La Argentina y Estados Unidos. Librecambio
y proteccionismo
Así estaba la Argentina cuando se gestaba en el mun-
do la revolución industrial, tal como la describimos en la
Introducción. Un siglo atrás se había incorporado en
Inglaterra el coque como elemento para la producci?n
siderúrgica~ lo cual había hecho saltar la producción ae
20.000 toneladas en 1750 a más de· 150.000 al comenzar
el siglo XIX. Y más o menos en la época que analizába-
mos, Henry Bessemer. inventa el alto horno, y en 1856 la
producción inglesa de acero salta a 3.800.000 toneladas.
La era del acero transforma el transporte (un aspecto
crítico en la economía argentina) y en 1830 aparece el
ferrocarril. ·
Asumir la historia tal como es constituve una obli-
gación para la ciencia y la política. Las bu~nas y malas
decisiones concurrieron a conformar la nación que so-
mos; y proponer los cambios que conduzcan a afirmarla
está muy lejos de negarla. No obstante, interesa estu-
diar las actitudes que fueron asumidas entonces. Estos
cambios trascendentes que se registraron en el mundo de
entonces plantean interrogantes sobre la Argentina. ¿Por
qué no los incorporó? ¿Por qué se insertó, en el siglo XIX,
en la economía mundial como proveedora de carnes y
granos en el sistema de la división internacional del
trabajo? ¿Y por qué no emprendió, pese a poseer recur-
sos naturales e instituciones políticas semejantes, el ca-
55
mino proteccionista e industrialista emprendido por Es-
tados U nidos a fines del siglo xvm?
No es fácil dar una explicación unilateral. Puede, sí,
incluirse entre las causas de la diversidad de los caminos
seguidos por Estados U nidos y la Argentina el hecho
de que hayamos tenido distinto colonizador. Pero no
porque España trajera el feudalismo e Inglaterra el ca-
pitalismo. La diferencia está en la respuesta que las cla-
ses dirigentes de una y otra nación dieron al problema en
la misma época.
Para romper la opresión del monopolio español
Belgrano y Moreno propusieron el camino lógico que
implicaba vincularse. a Inglaterra; era el camino más di-
recto para la liberación de las fuerzas productivas y la
consolidación de la Nación. En el norte, esa opción no
existía y la ruptura de la opresión colonial implicaba el
abroquelamiento y la protección de las propias activida-
des económicas. Eso explica y justifica la implantación
aquí de una economía de base ganadera en la forma en
que se lo hizo, con todas las implicaciones que se deriva-
ron de ese proceso inicialmente necesario. Lo que no se
explica ni justifica es la actitud posterior de nuestros nú-
cleos dirigentes, que ahogaron las presiones por emerger
de las industrias del interior del país, y de la Capital
Federal, y que lo hicieron pese a que el debate librecam-
bismo-proteccionismo pudo plantearse, pese a que hubo
voceros del proteccionismo que advirtieron sobre los ries-
gos y pese a que la importancia alcanzada por la Argen-
tina en el siglo x1x le daba libertad y opciones para seguir
el camino industrialista.
Como se dijo, en 1850 se cierra una etapa impulsada
por la ganadería. En la década del 80, con la expansión
de la frontera agropecuaria (la gran obra del general
Julio Argentino Roca), con la expansión de las comu-
nicaciones, con el auge de la inmigración y con h plena

56
inserción de ia economía argentina en la división inter-
nacional del trabajo, se volvería a manifestar un nuevo
dínamismo que colocaría al país, en la época del Cen-
tenario, entre las primeras naciones del mundo. Ya vere-
mos los aspectos del 80, cómo por un lado se integra
la geografía nacional y se consolida el Estado nacional
y cómo por otro lado se conforma una estructura depen-
diente que nos ataría al subdesarrollo.
Y veremos los diferentes resultados con relación a
Estados Unidos, que siguió el camino proteccionista.
La Argentina alcanzaría un gran esplendor en el Cen-
tenario, pero sobre frágiles cimientos. Y de esa diferencia
surgiría en un caso el salto a la condición de superpo-
tencia y en el otro una progresiva declinación nacional.
En sólo ocho años ( 1907/14) Estados Unidos agregó
a su capacidad de fundición el equivalente del total
que por entonces poseía Inglaterra ( 1O millones de tone-
ladas), comenzó a explotar las minas de carbón con una
capacidad equivalente a la que tenía Alemania en 1913 y
construyó ferrocarriles (sólo en ese período), por una exten-
sión equivalente a la que posee la Argentina.

2. La etapa del lanar y el alambrado


Entre las décadas del 50 v el 80 la economía está
dominada por el auge lanar. Én 1840 nuestras exporta-
ciones de lana fueron de sólo 1609 toneladas; en 1850
pasaron a 7681; en 1855 a 12.454 y en 1865 estaban en
54. 907. A comienzos de la década del 50 la exportación
de productos ovinos era la cuarta parte de la correspon-
Lárn. VIII - Roca diente a la de vacunos, al comenzar la década del· 70;
el 60 3 de nuestras exportaciones eran de origen ovi-
no. Según puede leerse en los Anales de la Sociedad
Rural Argentina, en el decenio 1853/1863 el aumen-
57
to de los precios de los vacunos fue del 80 % en tanto
3. Los nuevos factores de expansión
que el de los ovinos fue ~el 709 (o. -..
Este cambio se explica, bas1camente, po.r modifica- Haremos luego un tratamiento específico de dos cues-
ciones de la demanda externa: transformac10nes de la tiones claves para una evaluación de esta época: la Con-
industria textil europea, que incrementan la demand~ quista del Desierto y el debate sobre el proteccionismo.
de lanas de fibra larga; compras de lana de Estados Um- No obstante, vale la pena hacer algunas referencias ge-
dos y declinación total de la venta de tasajo (en Europa nerales a los factores que le dieron dinamismo y consignar
se lo rechazaba y se incentivaba la cría de vacas en lugar algunos datos que muestran la tendencia que colocaría al
de ovejas y perdía importancia el mercado para consumo país, en tiempos del Centenario, entre los primeros del
de los esciavos en Cuba y Brasil) sin que se en.cu~ntre mundo. Es±a época tuvo crisis, como la del 90, y profun-
solución para el transporte de carne frese~. A~1m1smo, dos desajustes monetarios; pero la implantación de una
se produce un cambio importante en la estan~1a arge~­ economía agroimportadora cuando se afianzaba en el mun-
tina con la aparición del alambrado. Do~mgo Oh- do la división internacional del trabajo rendiría sus frutos.
.vera ex ministro de Rivadavia, utiliza cercos vivos y zan- Aunque ya veremos a qué precio cuando tratemos el te-
jas ~n su campo, en 1838, y Ricardo Ne¡vton i.ntrod.u~e ma del p1 oteccionismo y en los tramos siguientes de esta
el alambrado en 184 5. A partir de alh se d1fundma, exp9sición.
haciendo más racional la producción, ahorrando peones
y haciendo desaparecer al gaucho nómade y no sujeto La expansión de la frontera agropecuaria, e] ferrocarril,
a la producción. Esta innovación técnic~ convení~ a la la difusión del frigorífico, la inmigración y el ingreso de
ganadería lanar, que en ese estado requena mayor mten- capitales extranjeros de diversas formas darían impulso
sidad de mano de obra que la vacuna. a este ciclo, como también lo daría el brillo del núcleo di-
rigente liberal que actuó en torno de la influencia po-
También eso marcaba el fin del saladero. El tasajo lítica de Roca.
ya no tenía destino. El descubrimiento de Tellier (pro-
ducción de frío por eva~oración de amoníaco º, de éter
metílico) cambiaría las cosas, pero un poco mas tar¿e. 4. El frigorífico y la agricultura
En 188 3 se instaió el primer frigorífico y se comenzo a
enviar ·carnes congeladas a Europa. Comencemos por la influencia de la industria frigorí-
La aaricultura también se desenvolvió lentamente en fica, de la que ya algo hemos hablado Por de pronto,
el períod~ Las montoneras eran el principal obstáculo. A volvió a cambiar la producción ganadera. Así como la eco-
fines de l~ década del 50 se instalan colonias de agri- nomía lanar se sobrepuso a la vacuna por la limitación de
cultores en Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, con lo qu~ ésta en el aprovechamiento de la carne, tam,bién la lana
aparece una producción de cierta importancia: Per,a. la pri- tenía esa limitación. Y es la posibilidad de enviar carne
mera exportación, hecho reconocidamente s1mbohco, se congelada 1a que rompe esa barrera, a la que se comple-
realizará durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. menta con avances en la calidad de la carne por la incor-
Sólo el 80 nos hará "granero del mundo". poración de nuevas razas. Así, el vacuno experimenta un
avance relativo respecto del ovino, cambiando la tendencia
58
59
. del ciclo anterior. Hay datos .s,ignifica.tivos de la provincia 5, Los ferrocarriles
de Buenos Aires cuando rec1en comienza el pr?ceso: en
1881 había 4,7 millones de vacunos y 57,8 millones de La idea originaria respecto del trazado ele la red
lanares mientras que en 1888, 8,7 millones de vacunos y ferroviaria era hacer dos abanicos: con vértice en Rosario
51,6 mÍllones de lanares. Ese proceso fue acompañado .con uno y el otro en Buenos Aires. La primera ciudad era
el ya mencionado mejoramiento de las razas tanto bovmas considerada como sede del puerto agrícol;;t y la segunda
como ovinas. como sede del puerto ganadero. Ese esquema inicial se
La agricultura continuó el de~~e.~ue ya señalado. ~a modificó, como todos sabemos. Asimismo, el Estado
evolución puede verse en la composic1on de las exportacio- construyó ferrocarriles para intercomunicar las capitales
nes de productos agrícolas y ganaderos: de provincia y proliferaron las empresas provinciales, tam-
bién orientadas a esa intercomunicación desvinculada del
COMPOSICION PORCENTUAL DE LAS EXPORTACIONES
esquema económico agroimportador. Pero en 1886 el
Suma(% de Estado abandonó esa participación, y necesidades de la
Productos Productos la exportación
Años agrícolas ganaderos total
estructura agroimportadora determinaron el rumbo que
se siguió. Era lógico sostener que esas inversiones, en
1880/84 ........ .. 6,90 89,13 95,82 cuanto eran rentables, debía hacerlas el sector privJdo;
1885/89 ......... . 16,62 80,65 97,27
1890/94 ......... . 28,80 66,40 95,20 pero, como éste las haría por inducción ele la actividad
1895/99 ........ .. 31,06 64,25 95,31 productiva existente, se abandonaron los trazados de inter-
1900/04 ......... ' 46,69 48,63 95,32 comunicación v se formó el abanico con vértice en Buenos
Aires. La construcción del puerto de Buenos Aires com-
La Argentina iba adquiriendo así su perfil de expor- pletaría esa infraestructura de transportes.
tadora de carne y granos e importadora de manufacturas.
Y la agricultura no habría podido desarrollarse sin
el ferrocarril, y a su vez éste asumió la conformación q~e 6. La inmigración
le dictaba el esquema agroimportador. En 1880 tema- La expansión del capitalismo, aunque limitada por
mos 2516 km de vías férreas, que pasaron a ser 9397 en la estructura agroimportadora, necesitaba brazos. Es en
1890 y 16.500 en 1900. El ferrocarril, como la industria esta época, intensificándose después de 1880, cuando
frigorífica y otras actividades vinculadas al esquema des- se desenvuelve el proceso inmigratorio que alcanzaría
cripto determinaron un masivo ingreso de capitales ex- un pico más alto en la primera década del siglo xx. Las
tranjeros, fundamentalmente procedentes de Inglaterra. actividades agrícolas, un poco después el frigorífico, así
En la década del 80 las inversiones fueron masivas, y no como el comercio, los servicios y pequeñas manufactu-
sólo en los ferrocarriles; según Ferns, en 1889 se regis- ras vinculadas al esquema agroimportador ·necesitaban
tró un pico: entre el 40 y el 50 % de las inversiones de esa corriente poblacional. Y la conformaron. Hubo
realizadas por Gran Bretaña en el exterior fueron absor- un aumento importante de la población global y una
bidas por la Argentina. mayor concentración en Buenos Aires y el litoral.
60
61
culta~es frente a las ~~etensiones chilenas; sobre ese apoyo
DISTRIBUCION DE LA POBLACION
matenal del~ ocupacion, años más tarde, como presidente,
1869 % 1895 % ~?ca pudo ~irmar un tratado con Chile en el cual la posi-
c.1011 argentma estaba respaldada no sólo por el derecho
Este (Bs. As., Sta. Fe,
E. Ríos y Corrientes) 847.518 49,0 2.153.877 63,5
smo por los hechos que para el orden jurídico internacional
Centro (Córdoba, San
resultan decisivos.
Luis, S. del Estero) 396.700 23,1 594.175 15,2 Después de la campaña de Rosas era poco lo que se
Oeste (Mendoza, San hab~a r~alizado para extender el poder del Estado sobre el
Juan, La Rioja, Ca- terntono. Antes de 1852 la defensa de la "frontera" se ejer-
tamarca) .......... 254.440 14,8 360.051 9,1 citaba ~n base a "tratados" por los cuales el gobierno pa-
Norte (Tucumán, Salta, gaba tnbutos a los indios. Así, en forma inestable, avanza-
Jujuy) ............ 238.265 13,3 383.470 9,2
ron algunas poblaciones hasta cerca de Bahía Blanca. Más
Territorios Nacionales. 103.366 3,0
allá la Argentina no podía ejercitar su soberanía y en esos
Totales ............. 1.736.923 100;0 3.954.939 100,0 l~mi.tes lo hacía.p~ecaria~e?te. Después de CaserÓs el equi-
libno se complico y los md10s avanzaron en su ocupación y
La inmi~ración, entre 1857 y 1914, aportaría a la vez incentivaron los malones que penetraban a v~ces
3.300.000 habitantes. El 90 % de ellos se radicó en la profundamente. Hubo varios intentos fallidos de ponerles
zona pampeana y de éstos el 75 % en las zonas urbanas. coto. Uno de ellos de Bartolomé Mitre entonces coronel
El foco de atracción era la estructura agroimportadora. que propuso atacar las tolderías de Catriel '
v Cachul en Ta-'
palqué y a los tres días debió retornar a AzuÍ derrotado. Los
indios avanzaron después hasta una línea situada entre
7. La Conquista del Desierto Perga~ino y el mar. Los conflictos internos hacían que
~1 ~obierno. ~e desentendiera del problema, y a veces los
Un tema de esta época que merece ser destacado, md10s participaban de los conflictos, como en la batalla
como se dijo, es el de la Conquista del Desierto, sin de .Cepeda que aprovecharon para hacer, una vez con- .
duda uno de los hechos más trascendentes desde el punto clmdo el combate, una vasta correría.
de vista nacional Esa trascendente obra de Roca ade-
1!-}sina. hizo lue?~ intentos para resolver el problema.
más de que incorporó a la explotación agraria Ú.000
Envio vanas .expedic10nes y concibió el famoso provecto
leguas de tierra, implicó la ocupación efectiva del terri-
de cavar zan1as desde el sur de Córdoba hasta Tre.nque ·
torio nacional, afianzó nuestra soberanía en la Patagonia
~auquen, Puan y B~h~a Blanca. Era un concepto defen-
y creó condiciones de seguridad que antes no existían sivo, vulnerable y limitado. Su acción permitió ampliar
para las actividades productivas y para todo el desenvol-
un poco la, z?na de cría de ovinos pero no resolvía el
vimiento de la condición nacional. El tema de la sobera-
pr~blema bas1co de la ocupación del territorio argentino.
nía argentina en la Patagonia era decisivo cuando en esa
l\1as bien lo complicaba al congelar una frontera que no
época ~hile ter~inaba la guerra del Pacífico, y sin una era la nacional. · ·
ocupacion efectiva nuestro país habría tenido serias difi-
63
62
La campaña de 1879 dirigida por Roca fue decisiva. conflicto con Chile presenta una semejanza sugestiva y
Los medios de que se disponía no eran muchos ("No la ídea de internacionalizar los "espacios vacíos" que ron-
había dos soldados vestidos de igual manera", exagera- da· en algunos organismos y círculos internacionales parece
ría, aunque no tanto, el relato del teniente coronel Ma- de lejana concreción, pero no puede ser desestimada.
nuel Prado), pero lo decisivo era la concepción nacional Esa concepción nacional de Roca fue completada, en
de la empresa y la concentración de esfuerzos que la im- su larga vida política, con el afianzamiento de la Nación
portancia de ella justificaba. El propio general Roca lo en el interior del país desde un punto de vista político. Los
explicó en el manifiesto previo a la iniciación de .la cam- vínculos de Buenos Aires con las provincias anudados por
paña; después de criticar "el viejo método de las ocu- este provinciano que gobernó al país completaron un pro-
paciones sucesivas heredado de la conquista" y de expo- ceso sólo formalmente resuelto con el acuerdo entre Bue-
ner el suyo consistente en "ir a buscar al indio directa- nos Aires y la Confederación. Ese es el legado nacional
mente en su guarida" y ocupar toda la extensión del Río de este prócer, sobre el cual nunca será suficiente el reco·
Negro expresa: "La población podría extenderse sobre nocímiento de los argentinos.
vastas planicies y los criaderos multiplicarse considerable- Por cierto que la otra cara de la moneda de la política
mente bajo la protección eficaz de la Nación, que sólo en- roquista fue el libre cambio. Bajo su influencia, la política
tonces podrá llamarse verdadera dueña absoluta de las trazada por Mitre, Sarmiento y Avellaneda adquirió un
pampas argentinas. Y ªl!n quedarán al país, como capital . dinamismo que antes no tenía, pero el signo de su inser-
valioso, las 15 .000 leguas cuadradas que se ganarán para ción en el sistema de la división internacional del trabajo
la civilización y el trabajo productor ... no hay argentino fue el mismo. Roca era un hombre de pensamiento na-
que no comprenda, en estos momentos en que somos cional, sin embargo no comprendió cuál debía ser la
agredidos por las pretensiones chilenas, que debemos to- base económica de la Nación. Basta citar un párrafo de
mar posesión real y efectiva de la Patagonia, empezando su mensaje al Congreso en 1899: ''El país debe esforzarse
por llevar la población a Río Negro, que puede sustentar en mejorar en cantidad, calidad y precio la producción
/
en sus margenes a numerosos pue bl os. . . " . que tiene fácil acceso a los mercados extranjeros, abste-
niéndose de proteger industrias efímeras de irremediable
8. Balance de la política de Roca inferioridad, con menoscabo de nuestras grandes y verda·
deras industrias -la ganadería y la agricultura-, tan ~us­
Hay allí una concepción militar y política que concibe ceptibles todavía de adquirir un inmenso desenvolvimien-
el territorio como la apoyatura material de una nación; a to". De allí que el análisis de la generación del 80, en la
diferencia del criterio de la conquista, está la idea de la que Roca fu~ figura clave, no pueda simplificárselo como
nación como tutora del progreso y hay una ubicación co- suele hacerse; así como no puede considerarse como ho-
rrecta y nacional del problema de la Patagonia. Suma- mogéneo el pensamiento de los hombres de esa genera-
mente actual, pues esa ocupación de la Patagonia debe ción. De allí que merezca también un tratamiento espe·
ser completada promoviendo la explotación de sus riquezas cíal el debate librecambismo-proteccionismo.
e integrándola económicamente a la Nación. El actual Ya la Nación estaba afianzada en su territorio y en sus
64 65
instituciones políticas y ya no había que romper el mono~
polio de la metrópoli española. Había ya condiciones para
que arraigara una política proteccionista como la que ori-
ginó la impetuosa expansión de las ex colonias inglesas
de América del Norte. Hubo aquí quienes lo comprendie-
ron y quienes no.

9. El proteccionismo. López, Pellegrini, Hernández


y otros
En 185 5 la legislatura bonaerense recibió un petitorio
en favor de la protección aduanera, pero ni siquiera lo
trató. En 185 5 se fundó un Club de Artesanos, para sos-
tener el mismo pedido, pero sus dirigentes fueron perse-
guidos y en algunos casos· hasta golpeados para que de-
sistiesen de sus proyectos. La crisis ganadera de 1866
rompió algunos esquemas y hubo quienes comenzaron a
pensar en la industria. Así se fue formando un grupo in-
dustrialista que, si bien no logró imponerse, dejó su hue-
lla en esta etapa y dejó un testimonio del curso que
pudieron haber tomado los acontecimientos.
Vicente Fidel López fue uno de los principales diri-
gentes de ese grupo, sostuvo la tesis proteccionista en la
cátedra universitaria, en el periodismo y en 1a banca par-
lamentaria. En 1873 presentó un proyecto de ley y al
fundamentarlo expuso con bastante resonancia sus ideas.
Sería el prólogo del famoso debate sobre el proteccionis-
mo que tendría lugar en 1875. Acompañaban a López el
joven Carlos Pellegrini, Dardo Rocha y Miguel Cané. Lue-
go, Pellegrini sería el expositor más sistemático del pro-
teccionismo, aunque su paso por el gobierno, en medio de
la incontrastable influencia de Roca, no implicó un cambio
de la política básica del 80; y sería muv interesante la
prédica de los hermanos José y Rafael Hernández.
En 187 3 decía López: "Hasta ahora ha sido princi-

66
pio absoluto entre nosotros el de la libertad del comercio
exterior, sin que esa libertad absoluta haya producido
en la campaña o en las provincias apartadas ningún
género de ventajas, sino más bien una degeneración com-
pleta de nuestras fuerzas productivas y del adelanto so-
cial". Encomiaba el proteccionismo y advertía sobre el
propósito del librecambismo sostenido desde Inglaterra.
"El libre cambio -decía- no es más que una teoría pro-
pia de los países que producen materias elaboradas", y
explicaba que al promoverlo persigue que los países pro-
ductores de "materia prima" nunca "fabriquen o manu-
facturen" las que ellos producen. Defendía el papel de la
producción manufacturera diciendo: "estamos haciendo
en el mundo el papel de los pueblos bárbaros de la épo-
ca", y agregaba que son civilizados aquellos que a los
bienes "con la inteligencia y con los trabajos del espíritu
les dan el verdadero valor de cambio como objetos de la
industria". Criticaba la decadencia de nuestras produccio-
nes y recordaba una experiencia propia de 1840: "Residía
yo entonces en Córdoba y lleno de gusto al ver los tejidos
de lana que allí se hacían me he vestido perfectamente
bien y hasta con elegancia con las telas que mandaba
· hacer a mi gusto. . . Estoy informado que hoy ya no
se puede hacer esto". Y contraponía el caso norteame-
ricano relatando que "cuando Franklin se presentaba
en 1as. más lujosas cortes de Europa vestido de paño
burdo tenía el mayor orgullo en decir: 'es fabricado en
mi país y todos los americanos nos vestimos con él'."
En el debate de 1875 las ideas librecambistas son
defendidas por el ministro de Hacienda, Norberto de
la Riestra. A ellas se opone López y hace sus primeras
Lám. IX - Pellegrini armas Pellegrini. Los proteccionistas apoyados en esa
época por los representantes de la ganadería ovina y
el naciente Club Industrial (después daría origen a la
.Unión Industrial Argentina.) logran imponerse. Allí el

67
den por industrias naturales aquellas en las que el ele-
proyecto del Poder Ejecutivo sobre importación y ex- mento príncipal de la producción es la naturaleza y en
portación proponía un aumento del 5 % en las mer- las que el trabajo del hombre· es sólo factor secundario,
caderías importadas y una rebaja del 3 % en las de ex-
y comprenden, principalmente, la agricultura y la gana-
portación. Los proteccionistas obtienen un arancel ge-
dería. Son indudablemente, las dos industrias fundamen-
neral para la importación del 20 %, gue en algunos ru-
tales, las mamás que dan alimento a toda nación joven.
bros ascendía al 40 %. Sería la única v última victoria
Pero el período ele lactancia de una nación no puede
de ese grupo en esta época em bríagada · por el librecam-
bismo que exportaba Inglaterra. durar indefinidamente y la agricultura y la ganadería no
pueden bastar para el desarrollo económico de un pueblo
Interesa también destacar la posición sustentada que desea alcanzar una posición expectable". ·
por Pellegrini, tanto en ese debate como en documentos No es evidente que Pellegrini hubiese conocido a
políticos y en actuaciones parlamentarias posteriores. Pe- fondo la teoría económica en cuanto a que el valor de
llegrini conocía de cerca la experiencia norteamericana, los bienes está determinado por el trabajo humano que
porgue había visitado ese país, y expuso aquí sus ideas tienen incorporado, pero ese párrafo se hace eco de la
cuantas veces pudo. . teoría del valor, seguramente tomada de Adam Smith y
En el mismo debate de 1875 lanzó su crítica al tras- David Ricardo, y también la recoge otro de su interven- .
plante ideológico librecambista: "Los que han defendido ción en el debate de. 1875, más preciso que la alusión de
ciegamente teorías sostenidas en otras partes no se han López al "trabajo del espíritu"; allí Pellegrini decía: "Es
apercibido que apoyaban intereses contrarios a los pro- necesario economizar hasta donde nos sea posible el va-
pios. Cuando esta cuestión se debatía en el Parlamento lor en trabajo que hoy pagamos al extranjero, porque esa
inglés, uno de los más ilustrados defensores del libre- economía aumenta en otro tanto nuestra riqueza".
1
cambio decía que él quería, sosteniendo su doctrina, Esto no podía entenderlo el ' internacionalismo" de
'hacer de Inglaterra la fábrica del mundo y de la Amé- Juan B. Justo, como veremos más adelante. Justo, un de-
rica 1a granja de Inglaterra'; y decía una gran verdad, fensor ele los obreros, como también veremos, no vio la
que en parte se ha realizado, porgue en efect0 nosotros ventaja del proteccionismo para éstos. Pellegrini, observan-
somos y seremos por mucho tiempo, si no ponemos re- do la situación norteamericana en 1902, decía: "Las altas
medio al mal, la granja de las grandes naciones manu- tarifas son las que han permitido elevar los salarios del
factureras". obrero americano a un tipo superior al de todo otro obre-
Contestaba también, en 1902, en una carta, al argu- ro en el mundo".
mento libercambista de las industrias artificiales (efíme- Y para completar la visión nacional del planteo de
ras, había dicho Roca), que desafortunadamente ahora Pellegrini, vale la pena citar un párrafo en el cual rela-
en las últimas décadas del siglo xx volvemos a oír en ciona el agro con la industria. Es un criterio que convie-
la Argentina, y decía: "¿Cuáles son industrias artificia- ne recordar hoy cuando se defiende entre ·nosotros la
les y cuáles son industrias naturales? Se verían sin duda 'Óptica estrecha ·de las agroindustrias. Decía Pellegrini en
en un serio aprieto para determinarlas. Algunos entien- 1902: "No hay hoy ni puede haber gran nación si no
69
68
se es nación industrial, que sepa transformar la inteli- nufacturas que fabricarlas, se les decía. No se compren-
gencia y la actividad de su población en valores y rique- día que ése es el precio que deben p~gar los país~s que
zas por medio de las artes mecánicas". desean acceder a un nivel superior de mdependenc1a eco-
nómica, con un aparato producti.vo plenamente inte9rado.
En todos estos años, Pellegríni expuso esas ideas, aun Lo pagó en su hora Estados Umdos y luego Cana~~' q~e
cuando no las ü_npuso. En el ejercicio de la presidencia integraron sus economías al amp~ro de la ~rotecc10n m-
(completó el mandato de Miguel Juárez Celman) estaba dustrial. El precio que la Argentma se nego a pagar ~~­
condicionado por la influencia de Roca; y si bien elevó los
tonces lo ha pagado con creces más tarde ~n s~s . cns~s
aranceles al dejar el cargo, la reforma monetaria de 1899
que tienen como común denominador la msuf1c1enc1a
"b?rró" el avance proteccionista.
de la estructura productiva.
Hubo otros exponentes del pensamiento proteccio-
nista. Entre ellos Rafael Hernández, hermano del autor
del Martín Fierro, que libró ardientes combates en favor
10. Luces v sombras del Centenario
de la protección. Defendía la industria en la Tribuna Cabe ahora analizar el momento cumbre en la evo-
N aciana] y escribió en 188 5 un folleto titulado En barro lución del modelo agroimportador. Es posible ubicarlo
inglés diez millones. En él criticaba la importación de en la época del Centenario. La Argentina celebraba u~1
caños de barro cocido y decía: "Con el fino limo que siglo de vida independiente y a la vez un pre~ent~, bri-
se extrae del Riachuelo se pueden fabricar hermosas bal- llante. La cornucopia de ''los ganados y las mieses pa-
dosas coloradas, tan buenas como las de Marsella. El recía inagotable. En su mensaje al C~ngreso,, en" 1910,
empleo de nuestras cales, piedras, arenas, aguas, etc. co- el presidente José Figueroa Alcorta decia del p~1s: Labra
mo la mano de obra de nuestros jornaleros (tan capaces con vigor extraordinario y con resultados eqmvalente~ el
como los de Europa si se los somete al adiestramiento vasto campo de su poder económico"._ Y no se eqmvo-
adecuado) mejoraría notablemente el estado de nuestra ca ba al señalar: ''Su índice de prosperidad se halla a 1a
población. Los diez millones de pesos que se van a in- altura relativa del mavor coeficiente entre las naciones".
vertir en la compra de caños para desagües podrían em- Efectivamente, por aquella época se nos consideraba ~a
plearse en la fundación de cíen colonias en el desierto". quinta nación del mundo en cuanto a su importancia
No pedía construir altos hornos y acerías, sino fabricar económica.
caños y baldosas. Pero no tuvo éxito. Alejandro Bunge ubicaría en dos años an~es el, ')i-
Este grupo de hombres, con las armas teóricas de las co": "Después de 1908 la Argentina, es .~n pa1s ~st~hc~,
que disponía y frente a la marea librecambista, propuso desde el punto de vista de su ·orga111zac10n econom1ca .
la industrialización aun cuando no avanzara en defini- Era cierto que había llegado a un nivel muy alto, pero
ciones más complejas sobre la estructura productiva, so- lo era también la endeblez estructural de ese ascenso.
bre el papel de la industria pesada, etc. Se les opuso Se registraban cifras espectaculares en materia de co~
siempre el argumento de la antieconomicidad de la ins- mercio exterior, de inversiones (especialmente en cons~
talación de la industria. Es más barato importar las ma- trucciones) y de crecimiento poblacional.
71
70
En cuanto al índice de crecimiento, la OCEI con-
signa gue el Producto Bruto Interno entre 1900 y 1929
creció a una tasa anual promedio de 4,83 %. El período
incluye los años de la guerra y la pérdida de dinamismo
del crecimiento en la década de los años 20, por lo cual
tiene gue haber sido mayor en los primeros tres lustros.
Con todo, ese porcentaje está en el nivel de los países
más avanzados de la época.

Años Importación Exportación Saldos

1900/04 .......... 1.450,0 2.250,0 800,0


1905/09 .......... 3.038,0 3.806,0 768,0
1910/14 .......... 4.569,1 4.898,5 239,4
1915/19 .......... 5.018,9 8.040,4 3.021,5
1920/24 . ., ........ 9.252,9 9.483,6 233,4
1925/29 .......... 9.670,1 10.631,l 961,0

En el último guinguenio, ese comercio significaba


una participación del 2,5 % del total del comercio mun-
dial. Cifra importante y significativa, si se tiene en
cuenta gue actualmente ha descendido al O, 5 3.
La relación entre la inversión bruta fija y el PBI en
el guinguenio 1905/1909 era exactamene el doble de la
actual; fue el 48,2 %, correspondiendo 10,2 l/c a maqui-
naria y equipo y 38,0 3 a construcción.
El crecimiento poblacional registró una tasa de 4,5 3
por ciento en 1910 (2,06 % fue el crecimiento vegeta-
tivo) y fue importante, aunque en descenso, hasta 1929
en gue la tasa fue del 2,5 %. Entre el censo de 1895 y
el de 1914 se registró una tasa promedio de crecimiento
de la población total del 3,5 %. El año record fue 1912,
con un 5,1 %. Solamente la tasa de crecimiento vegeta-
tivo apuntada supera la tasa actual del 1,5 5 %, según el
censo de 1970.
El ingreso de extranjeros fue importante: eran el
' 72
12,l % de 1a población en 1895y1legaron a ser el 30,3 %
. en 1914. A partir de esa fecha comenzó el descenso de
esa participación. El 25,2 % de la población, en 1914,
estaba radicada en el Gran Buenos Aires, continuándose
el proceso de concentración poblacional. La participa-
ción de la población urbana ascendió desde el 37 % a
comienzos de siglo al 53 % en 1914.
En cuanto a los rasgos del proceso productivo, se
observa, en este período, un nuevo cambio en favor de
la ganadería. Entre 1900 y los comi~nzos de 1a guerra
ésta desplaza a la agricultura y el ímpetu ganadero se
mantendría hasta 1930 (32,3 millones de cabezas de
vacunos) El factor dinámico es el frigorífico. En 1908
se inicia el proceso de enfriado, con el cual las carnes
argentinas no tendrían competidoras en los mercados de
ultramar (chilled beef) . En la época, en el sector fri-
gorífico, se registra la guerra de las carnes: la disputa por
el control de los embarques entre las firmas norteameri-
canas e inglesas, las cuales llegan a sucesivos acuerdos
de distribución en 1911 (norteamericanas 41,35 %; in-
glesas: 40,15 %·; argentinas: 18,50 %); en 1915 (58,5;
29,64 y 11,86) y en 1927 (60,90; 29,10 y 10). El despre-
cio que las clases dirigentes argentinas sintieron por la
industrialización ya_ surtía efectos en una industria que
no podía ser calificada de "artificial".
Estábamos en la época del máximo esplendor del
crecimiento cuantitativo de la Argentina, pero a la vez
del máximo de las posibilidades del esquema implantado
en el siglo pasado. Para constatar la debilidad de ese cre-
cimiento basta con recordar los datos consignados en la
Lám. X - Figueroa Aleona página 53 de este trabajo sobre la expansión de los sec-
tores clave de la economía norteamericana durante esos
mismos años. El contraste es elocuente. Si Figueroa Al-
corta hubiese distinguido cantidad de calidad, no habría
73
hablado en los términos en que lo hizo en su mensaje del
año del Centenario. 12. El movimiento obrero
Paralelamente a estos desenvolvimientos, e influido
11. La industria por el componente inmigratorio de la población o~re~a,
se desenvolvía el movimiento obrero. Los ferrov1anos
No obstante esta aplastante diferencia, hubo en la tenían un sindicato desde el comienzo de la instalación de
Argentina un cierto desenvolvimiento industrial que co- kls ferrocarriles desde mediados del siglo x1x. No obstante,
rresponde tener en cuenta, para completar el cuadro tra- el movimiento ~brero cobra una organización de cierta im-
zado y para analizar el comportamiento de los núcleos portancia en la última década del siglo pasado. En 1~90,
dirigentes de la Argentina, tanto los tradicionales como por primtra vez se festeja .el 1.9 de ~ayo en la Argentina.
los que aparecieron en representación del incipiente movi- Concurren diversas orgamzac10nes mtegradas por ~~reros
miento obrero. · extranjeros. De esa movilización surge la Federac10n de
Si se toman los datos de los censos, puede verse lo si- Trabajadores de la Región Argentina; de efímera vida,
guiente: en 1914 había 48.800 establecimientos indus- vuelve a crearse y recrearse en 1894 y en 1896. En ese año
triales, 50 % más que en 1908 y 100 % que en 1895; el se funda el Part"ido Socialista. Hubo otras centrales obre-
personal ocupado era 410.000, 25 % más que en 1908 y ras, pero la primera que obtuvo cierta durabilidad fue la
140 % más que en 1895. Se puede decir que en esta etapa Federación Obrera Argentina, más tarde F.O.R.A .. Los
se completa el pasaje de la manufactura a la fábrica; en primeros tiempos serían de polémica entre el anarqmsmo
el censo de 1914 aparecen establecimientos con 400, 800 v el socialismo, una versión local del debate s??re el
v 1500 obreros. papel de las reivindicaciones económicas y la pohtica en
· Los sectores industriales eran: alimentación, textiles, la lucha del movimiento obrero.
construcción y metalúrgico. Hay excepciones: entre 1906 Con el siglo comienzan los conf~ictos obreros; e~
y 1912 Ernesto \Voods fabricaba motores de combus- 1902 hay una huelga general y se sanc10na la l.ey de resi-
tión interna de 4) y 10 HP para las quintas suburbanas, dencia (4.144). Luego se multiplican los confhct?s-. 1919
que eran de buena calidad y según su autor pasaban por es un año "pico": hav 154 huelgas en establec1m1entos
ser de fabricación inglesa. Y hubo algunos establecimien- de hasta 50 obreros; 163 en establecimientos de 51 a 500
tos que los hicieron. obreros, v 50 en establecimientos de más de 500 obreros.
Durante la guerra, si bien no se dispone de datos 1919. también es significativo porque fue un año de
censales, el proceso se acentuó por la necesidad de sus- prueba para el yrigoyenismo. Fu.e ~~ año ~e la S~mana
tituir importaciones. Éstas cayeron entre 1913 y 1915 un Trágica cuando en enero se reprmuo sangrientamente la
40 %. Y según Bunge, de 1914 a 1918 el número de es- huelgade los talleres Vasena, que había com~nzado en
tablecimientos creció entre un 14 y un 19 %. diciembre del año anterior. El reclamo era la 1ornada de
8 horas aumento de jornales y gratificaciones por horas
de trab~jo extraordinario. Según una crónica, los .obreros
lucharon con la policía y hubo 700 muertos, 4000 he-
74
75
ridos v millares de presos (Mario Boratto, ex delegado
de los~ talleres Vaseña en un folleto de 1919). También
fue reprimida la huelga de la Patagonia y la de La Fores-
tal, en el norte santafesino.
El gobierno de Hipólito Yrigoyen fue producto del cre-
cimiento de la clase media y su ascenso político, y fue
expresión de un movimiento nacional y popular. Fue un
momento del movimiento nacional. Pero, con indepen-
dencia de sus méritos, y en el aspecto que estamos anali-
zando, se hacen evidentes dos limitaciones, ya que su po-
lítica económica continuó con la línea trazada, y no
comprendió tampoco el significado de las luchas sociales.
El movimiento obrero estaba enfermo de internacionalis-
mo y anarquismo, pero Yrigoyen nada hizo para "nacio-
nalizarlo".

13. Los socialistas y el librecambio. Lallemant y Justo


La vinculación entre el tema de la industrialización y
el problema social es pertinente, a fin de caracterizar la
falta de concepción nacional de los dirigentes tradicio-
nales y de los nuevos. Puede verse en el debate que tuvo
lugar en el seno del socialismo.
La posibilidad de insertar los intereses de la clase obre-
ra en el conjunto de los intereses nacionales, en el desarro-
llo nacional, tuvo un exponente en Germán Avé Lalle-
mant. Fue director de El Obrero, órgano de la primera
Federación para la "región" argentina, en 1890, poco des-
pués de la celebración del 19 de mayo. De origen alemán,
fue un ingeniero y un científico destacado. Estuvo rela-
cionado con los orígenes de la minería argentina. Vivió
mucho tiempo en el interior del país, en San Luis. Fue
director del Colegio Nacional y realizó un estudio sobre
·la flora puntana. En materia económica y política, ade-
más de sus· artículos durante la fugaz aparición de El
76
O~~ero, dejó escritos muchos otros artículos, algunos para
publicaciones europeas, donde describía la situación ar-
gentina.
En El Obrero desarrolló conceptos que lo diferencia-
rían del socialismo luego predominante, liderado por Juan
B. Justo. Pélra Lallemant la Argentina tenía que industria-
lizarse. En ese periódico, escrito en la época del cre-
cimiento convulsivo de nuestra burguesía, y de encruci-
jada respecto de afirmar el esquema agroimportador o
seguir otro camino, Lallemant decía: "Esta era del ré-
gimen burgués puro importa sí un gran progreso". Veía
en la industrialización las posibilidades de desenvolvi-
miento del movimiento obrero y el camino hacia formas
sociales superiores y proponía que el movimiento obrero
se insertara en la política nacional: "La lucha de la clase
proletaria por el mejoramiento de su situación económi-
ca es inseparable de la participación enérgica que como
clase tiene que tomar en la política del país". Allí había
una crítica al reivindicacionismo de los anarquistas y
había una crítica a la incomprensión de Justo respecto
del papel de la industrialzación. Frente al naciente par-
tido radical, había una diferencia: Lallemant veía en él
posibilidades de desarrollo político de la burguesía; Jus-
to no distinguía entre los partidos de' la despectivamente
llamada "política criolla".
La diferencia con ese planteo y el socialismo de Justo
se vería en el Congreso Socialista realizado en enero de
1921. Allí se aprobó un programa redactado por Justo
en el cual se criticaba a Jean Jaurés por su defensa del
proteccionismo y se proponía: "La abolición gradual y
progresiva de los derechos de aduana como obligación
de los .legisladores v gobernantes socialistas, y 1a libertad
Lám. XI - Justo
de importar v exr)ortar". Justo era librecambista para
que los obreros argentinos pudieran consumir productos
mejores y más baratos y para no perjudicar las fuentes
77
de trabajo de obreros de otro.s países, como lo e~plicó en ques, que valdrán cada vez más. Conviene, indudable.
infinidad de discursos y escritos. No comprend~a el pr~­ mente, explotar las maderas del país que no puedan ser
blema nacional, ni qm~ I~ clase obrer~ acen.tu~n~ su mi- sustituidas por otras de menor costo, pero no vamos a
seria con el empobrec1m1ento del pa1s. Comc1dia en su pretender excluir maderas como el pino americano y del
librecambismo con la "oligarquía vacuna" y con las diver- Brasil, que sirven para aplicaciones más generales y prác-
sas manifestaciones de la "política criolla". ticas, con las maderas pesadas, duras, difíciles de trabajar
El librecambismo de Justo tiene una página antoló- y caras del norte de la república. Sería un error gra-
gica en el discurso que pronunció en 1920 ant~ la Unión vísimo y una idea antieconómica".
Económica y Social, un organismo de indus~nales y ~o­
merciantes. Allí defendió ardorosamente el hbrecamb10.
Ejemplificó con tres industrias: la molinera, la maderera 14. Algunas posiciones proteccionistas
y la metal~rgica. Se oponía a que e? el país se trans~or­
mara el trigo en harina y propoma exportar el tngo, En ese cuadro contradictorio, en el cual volvió a
imponerse el librecambismo, la guerra produjo algunas
diciendo que "la harina se conser~~ mejor dentro d~l g~a-
110 que en bolsas". Y agregaba: No hay, pues, nmgun ondas de conciencia entre los industriales y los intelec-
motivo económico ni político para empeñarse en garan- tuales que los representaban. De esa época son los pri-
tizar ganancias extra a los señores molineros de nuestro meros trabajos de Alejandro Bunge, de· quien nos ocupa-
país en perjuicio evidente de los consumidores de pan ~ remos más adelante; y Eusebio García, en 1920, en un
de los obreros molineros de otros países, y de los agri- seminario de la Facultad de Ciencias Económicas ana-
cultores argentinos, clase productora incuestionabliemen- lizaba lo ocurrido y decía que las industrias argentinas
estaban trabadas por el "desamparo en que se encon-
te más digna de consideración". . .
traron por la competencia del producto extranjero". Hu-
Luego criticaba, en su discurso, a ~?s mdustnal.e,s que
querían trabar la salida de metales ( la exportac10n d~ bo también algunas manifestaciones de la Unión Indus..
hierro viejo sufre desde hace tiempo un gravamen consi- trial Argentina en favor de que se hiciera algo para no
derable, de cinco pesos oro la tonelada"). Y agregaba: perder los avances logrados durante la guerra.
"Es un error, pues hace que esté esparcido, estorbando
en todas partes, una cantidad de piez~s ~e metal... . Se
inhibe o paraliza el desarrollo de la mmena arg~nb~a. de
esos metales, para satisfacer el. apetit~ de gan~nc~as ,!ac1les
de algunos empresarios de la mdustna metalurg1ca .
Y finalmente criticaba a quienes estaban "apurados
por destruir cuanto antes los bosques argentinos, que no
otra cosa es explotarlos _sin elementos técnicos adecuados
ni favorables condiciones económicas ... "; proponía im-
portar, así "conservamos al mismo tiempo nuestros bos-
78
79
CAPÍTULO CUARTO

LA CRISIS DE LA ESTRUCTURA
PRODUCTIVA
(1930- )
l. La crisis mundial y la Argentina
Llegamos así a· la "gran crisis" de 1929/1930. El co-
mercio mundial entre 1929 y 1932 cayó un 60 %. La
Argentina no pudo, naturalmente, quedar al margen de
la crisis. Con esa· crisis se produce la quiebra de la es-
tructura agroimportadora en un nivel del cual ya no
podría recuperarse. Pudo subsistir, no fue cambiada co-
mo aconsejaban las circunstancias históricas y la ciencia
económica, pero al precio de un progresivo empobreci-
miento del país y de una acelerada pérdida de la posición
en el mundo que había alcanzado en_ el Centenario. Las
exportaciones argentinas cayeron de 2.397 millones de
pesos en 1928 a 1.126 millones en 1933. Pero ade~ás
ele esa caída del 50 % hay que considerar la que ocurrió
en los precios.

NIVEL DE PRECIOS MAYORISTAS


,. 1926 == 100

Año Agropecuarios· No agropecuarios

1928 ................. . 108,5 94,3


1930 ................. . 85,9 94,0
19:32 ................. . 59,1 97,5
1934 ................. . 70,7 105,7

Mientras en 1932 el valor de la producción agrope-


cuaria argentina se cotizaba un 40 % menos que en
83
1928 debíamos pagar prácticamente los mismos precios de crisis en crisis v sufriremos un progresivo debilita·
por l~s productos manufacturados de. importación. miento de nuestra cÓndición nacional.
La debilidad de la estructura agrounportadora se ma-
nifestaba en toda su dimensión. Con el deterioro de la
relación de intercambio nos iríamos alejando de la prós- 2. El upacto Roca-Runciman"
pera situación que en un momento habíamos alcanzado. La crisis es inequívoca, conforme a ese cuadro. Pero
Y es un camino sin regreso mientras no haya un cam- también lo era en 1930, como lo hemos visto antes. No
bio a fondo en la estructura productiva, un cambio que obstante, nuestras clases dirigentes prefirieron emparchar
no se intentó en la década del 30 y un cambio que tam- a cualquier precio el aparato productivo en lugar de cam-
poco se concretaría con la sustitución de impo:taciones biarlo; en lugau de seguir el camino que emprendería
que tuvo lugar durante la segunda guerra mundial. Canadá con los resultados que ya señalamos. En lugar de
La economía argentina siguió así en un plano incli- asumir la realidad v encarar el cambio que ella indicaba,
nado. El cuadro estadístico que sigue, elaborado por la prefirieron descarg~r la cirisis en los secto:es populares y
CEPAL, muestra a las claras la impotencia del esquema dejar que prosiguiera el deterioro del con1unto de la co-
económico tradicional. Pocos países pierden en menos munidad nacional. Un símbolo de la falta de una respues-
de medio siglo una tercera parte de su capacidad de ta nacional a la crisis fue el "pacto Roca-Runciman".
compra en el exterior. El mismo cuadro fue elaborado
Además de la crisis, alteró los ánimos de ganaderos
para todos los países latinoamericanos y la situación de
y exportadores la perspec~iva de cambi~s en la política
la Argentina es una de las más difícil~s, pues en muc~os
inglesa, tal como lo sugena la conferen~1~ ~e Ottawa .de
casos si bien se ha deteriorado la relación de intercambio,
1932 y la creación de la Comunidad Bntamca de Nac10-
no ha existido una caída tan dramática del poder de
nes. El 90 % de las carnes argentinas se exportaban a In-
compra de las exportaciones en razón de que el deterioro
de la relación de precios fue compensado por un aumento glaterra y ahora esas expo~taciones ~s~aban am~n~zadas. P?,r
el proteccionismo impenal (o el librecambio impen~I ,
en la cuantía de los envíos al exterior.
como diría Federico Pinedo, aclarando que no lo conside-
El período es suficientemente largo para no dejar raba muy practicable), según el cual las carnes argentinas
lugar a dudas. Algunas oscilaciones alcistas, como la d; recibirían un trato discriminatorio respecto a las de Austra-
los años 1972/73, fueron motivadas por coyunturas efi- lia y Nueva Zelandia. Eso era hipotético, como veremos,
meras del mercado de materias primas. En esos años pero de todos modos no era el fondo del asunto; el fo~do
algunos economistas se encandilaron con la apariencia . del asunto era la dependencia estructural de la Argentma.
y creyeron que la ley del deterioro de los términ?s .del La solución no era restaurar su ubicación en la división
intercambio había desaparecido. Sólo un desconocimien- internacional del trabajo; la solución era salir de ella.
to de la ciencia económica pudo hacer confundir una
De esos temores y de esa falsa respuesta surgió la p~­
inflexión de la curva con un cambio en la tendencia. Ésta Htica de la *'década infame", según la difundida denomi-
seguirá operando para nosotros hasta tanto no cambie-
nación de José Luis Torres, y uno de sus instrumentos: ,el
mos la estructura productiva que la determina. Iremos
convenio ostensiolemente lesivo para nuestra soberama.
84
85
ARGENTINA: RELACIONES DE
PRECIOS DE INTERCAMBIO
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Fuente: PIDE, con datos de la CEPAL
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ARGENTINA: RELACIONES DE
PRECIOS DE INTERCAMBIO
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* Cifras provisorias Fuente: FIDE, con datos de la CEPAL
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protocolo adicional, a cambio de que Inglaterra no opu-
Nuestras clases dirigentes lo admitieron y admitieron el siera trabas al comercio, la Argentina asumía severos
clima de claudicación que rodeó a su firma. El vicepresi- compromisos: ninguna traba proteccionista a l~s .mercan-
dente Julio A. Roca (h) encabezó la mísión que fue a cías que se importfoan de Inglaterra, mantemm1ento de
negociar a Londres y allí dijo en un banquete: "La Ar- la limitada participación de los frigoríficos n~cional~s en
gentina es, por su interdependencia rec~proca, desde el el comercio de exportación, control de cambios (la ideo-
punto de vista económico, una parte integrante del Rei-
logía liberal es flexible cuando se tr~ta de .mant.e~~r la
no Unido". Y Guillermo Leguizamón, que junto a Raúl
estructura productiva) para dar garanba de dispomb1hdad
Prebisch integraba la misión, expresó: "La Argentina
de divisas para los pagos argentinos a Gran Bretaña Y
es una de las joyas más preciadas de la corona de Su
Graciosa Majestad". tratamiento preferente para las inversiones inglesas.
Pero- lo decisivo fue la mentalidad dominante, 1ibre- El nacionalismo formal ha criticado el "pacto Roca-
cambista y cerrada a ver otra perspectiva para el país que Runciman" con algunos argumentos válidos y con otros
no fuese su inserción en el esquema agroimportador con que no lo son. Por ejemplo, no es malo por la ape:tur~
Inglaterra como centro; y, se hubiera suscripto o no el a las inversiones extranjeras, sino porque no las onento
convenio, los principios básicos de la política decidida hacia el cambio de estructuras; y es malo porque en gene-
para zanjar la crisis no habrían variado: descargar el peso ral buscó superar la crisis sin cambiar la estructura pro·
de la recuperación en los sectores de menores ingresos. ductiva, haciéndola pagar a los pequeños productores y
Así, como en el plano mundial la crisis se transfería del a los asalariados que vivieron años de miseria memorable.
centro a la periferia, también se la trasladaba dentro de Y no cabe analizar sólo el "pacto Roca-Runciman", sino
la pirámide social de la Argentina. Ni se planteó siquiera toda la política inaugurada con la dé~ada del 30.
la posibilidad de buscar un camino alternativo, aun cuan-
do estaban escritas las advertencias de los voceros del pro- 3. El traslado de la crisis a Jos asalariados y a 1os
teccionismo del siglo pasado y del presente y aun cuando productores. Estatismo y librecambismo. Pineda
había algunos contemporáneos como Alejandro Bunge o
como el presidente de la Unión Industrial Argentina, Luis · Federico Pineda, el principal ideólogo y ejecutor de
Colombo, que insistían en la alternativa industrialista. Y esa política (sucedió a Alberto Hueyo, ?ajo cu~a gestión se
aun cuando la claudicación fue denunciada por Lisandro hizo el convenio Roca-Runciman), ha sido particularmente
de la Torre, quien tal vez no tuviera claridad respecto franco al explicarla en su obra En tiempos de la República.
de las soluciones de fondo, pero supo ser un verdadero Allí dice: "Negar que hubo intereses af~ctados, mud
fiscal de la dignidad nacional. chas de ellos perfectamente legítimos, sena una nece-
Las posibilidades de que Inglaterra prescindiera de dad; pero no es una necedad menor el empeño que al-
las compras de carne en la Argentina en favor de las de guien ha puesto en negar que las medidas a?optadas
Australia eran bastante hipotéticas, dado el grado en que tuvieron la repercusión inmediata que se busco, al ele-
se encontraba la tecnología de los transportes y del frío. varse instantáneamente en e] mercado interno los pre-
Pero igual se trazó esa política. En el convenio y en su
89
88
cios rurales en la medida del encarecimiento de las mo-
nedas extranjeras".
La elevación del tipo de cambio, mediante un férreo
manejo del control de cambios, en condiciones de rebaja
total de la protección aduanera favorecería la actividad
tradicional, no alentaba la industria y hacía caer sobre
los asalariados el peso de la crisis. También es en esta
época cuando aparece el estatismo propiciado por un go-
bierno liberal (según la CE PAL el gasto público saltó
del 11 % en 1914 al 19,5 % del PBI en 1942, v lo ocu-
rrido en el período tuvo mucho que ver). Ese difuso key-
nesianismo hizo obras de infraestructura pensadas para
el mantenimiento de la estructura. Así, la política de en-
deudamiento público y de impuestos (por primera vez
los impuestos a las ganancias y a las ventas desplazan
las rentas de aduana) sirve .a esa redistribución de in-
gresos. La política monetaria, que implicó un moder-
nismo técnico, coadyuvó ·a ese fin. El Banco Central
permitió un manejo más afinado del crédito y el Instituto
l\1ovilizador de Inversiones absorbió quebrantos de los
sectores tradicionales. Las Juntas Reguladoras también
favorecieron un proceso de concentración artificial y per-
judicaron a los productores, especialmente de los cultivos
industriales, y a los criadores. La CARBAP criticaba
entonces a la Junta Nacional de Carnes de dictar medidas
favorables a los invemadores, vendedores directos de no-
villos a los frigoríficos, "que ha perjudicado a la gran
masa de criadores".
Pero, tal vez, más que los detalles de ejecución, con-
venga volver a analizar la concepción dominante en esa
política. Nada mejor que estudiar el pensamiento de Pi-
neda. Pineda era, por sobre todo, un librecambista. Esa
concepción estaba presente en su origen político socia-
lista. En 1928 habló en representación del entonces S~-
90
1
?
cialismo Independiente en e1 homenaje parlamentario a
Justo de quien dijo: ''Fue por muchos años nuestro maes-
tro y nuestro guía". Ya alejado del Partido Socialista,
en 1931, seguía en el librecambismo y elogiaba los es-
critos de Justo sobre la moneda. En un trabajo -defen-
diendo la "moneda sana" cita a Marx (dice que sus
libros "nunca se leerán bastante"). Casualmente, Justo
había sido traductor de El Capital y Pineda lo citaba
de esa traducción.
El librecambismo es la constante en el pensamiento
ele Pineda, está en infinidad de artículos y discursos par-
lamentarios. Podrían encontrarse muchas citas represen-
tativas, pero hay una sumamente gráfica. En la sesión
del 30 de septiembre de 1939, después de hablar de
"los diputados que constituimos la mayoría librecambis-
ta" de la Comisión de Presupuesto y Hacienda y de de-
fender esa tesis, dijo: "La política comercial del país
está trazada por el dedo de Dios. No hay país que más
forzosamente deba encaminarse hacia el libre cambio que
la República Argentina" .
. 4. La burguesía nacional. Bunge y Colombo
Mientras se desarrollaba esa política y ese pensamiento
había expresiones opuestas, provenientes de la todavía
débil burguesía industrial y de sus representantes acadé-
micos. Vale la pena citar los casos de Alejandro Bunge,
un economista surgido de las capas más altas de la so-
ciedad porteña que abrazó la tesis industrialista; y de Luis
Colombo, un industrial "self made man", quien con un
planteo más práctico en su carácter de presidente de la
Lám. XII - Pinedo Unión Industrial Argentina, también expondría una po-
sición favorable a la protección industrial.
Bunge venía desenvolviendo su actividad académica
y exponiendo sus posiciones desde la segunda década del
siglo, y a él se debe, entre otras cosas, el primer impulso

91
para la contabilídad pública en la Argentina. En 1940 el de Europa, no puede ni debe seguir siendo un paí:,
aparece su libro Una Nueva Argentina, que condensa tra- exclusivamente exportador de carnes, lanas, cueros y ce-
bajos anteriores y su pensamiento sobre los problemas reales; puede y debe producir y aun exportar en un por-
económico-sociales del país. Su planteo económico par- venir no muy lejano, manteca y queso, calzado, petró-
.tía desde el interés de los industriales, por los cuales leo, algodón y. otras fibras textiles, arroz, yerba, etc. Pue-
abogaba. Pero, a partir de ese interés, elaboró una de y debe también aspirar a exportar sus productos con
posición nacional, denunció consecuentemente el retro- mayor elaboración que hasta hoy".
ceso que experimentaba el país y propuso un cambio que No puede decirse que había· un programa de desarro-
consolidara la situación de la Argentina. · . llo integrado, tal como se haría indispensable para supe-
Buena parte de sus estudios se refieren a la pobla- rar luego las limitaciones del proceso de sustitución de
ción y veía en la pérdida de dinamismo poblacional un importaciones de la industria liviana. Pero en el contexto
problema para el desarrollo industrial. El suyo era un en el que actuaba su planteo era de mucha trascendencia.
planteo "patronal", pero al comprender el papél del mer- Asimismo, advirtió otro.s problemas básicos para una po-
cado interno lo hacía compatible con la expansión gene- lítica nacional, que luego se agudizaría. "Argentina país
ral del país. No se jactaba, como Pineda, del remedio abanico", decía un subtítulo de su libro, y señalaba que
que se había dado a la crisis. Al contrario. "El .remedio en 1924 "un tercio del territorio de la República Argen-
aplicado a la construcción económica fue, alrededor de tina, abarcado dentro de un arco de círculo de 780
1933, como hemos visto, la reducción interna de los kilómetros de radio con centro en la Capital, comprendía
consumos, de fas inversiones y del personal obrero y co- 8 décimos de la población y 9 décimos de la capacidad
mercial empleado. Y esas economías .agravaron fa con- económica", y luego exponía estudios posteriores confir-
tracción arrastrando al país al círculo vicioso que origi- matorios de esa comprobación.
naba la desocupación, agotando la capacidad de resistencia La denuncia de Bunge se hace más dramática si se
y desvaneciendo las esperanzas de reacción por los medios tiene en cuenta que fue formulada en un tiempo en el
legales y nonnales. Pero hay una economía que· no se hizo: que la situación de la Argentina era incomparablemente
la supresión de aquellas importaciones a que nos obliga un mejor, en el contexto de América latina. Basta ver su
cuadro de equivalencia económica, que elaboró en base
bloqueo que ha sido el impulso inicial de ese proceso de
a diversos índices (comercio exterior, transportes, teléfo-
estrangulación progresiva", decía en ese libro.
nos, correos, consumo de petróleo, deuda externa, super~
Su visión, a diferencia de otros miembros de su clase ficie y población).
social, era nacional: "Todos los países civilizados tienen Si lo alarmaba entonces ese retroceso, si viviera ahora
su política económica y social propia que se opone a la para reelaborar sus cálculos, seguramente no podría so-
influencia del exterior. En el nuestro, en cambio, existe brevivir a la constatación del salto hacia atrás. Un salto
la política económica y social interna que el exterior nos hacia atrás y en el vacío que al parecer no ha perturbado
impone". Se quejaba de la declinación del país "des- a muchos de nuestros dirigentes, que aun hoy continúan
de 1908", y decía: "La Argentina, por su bien y por aferrados a aquella política. .
92 93
EQUIVALENCIA ECONOMICA y 1a tarifa de avalúos, anacrónico librejo que vive desde
Promedio de 8 índices hace 40 años a fuerza de remiendos v tafetanes, no ha
% sobre el total de América del Sur
obedecido ni obedece sino a un principio puramente
Países
1922-23 1937-38 fiscal. La aduana en nuestro país ha sido y sigue siendo
un factor de renta; jamás ha sido la piedra angular de· una
Argentina .................. . 51,8 45,3
Otros 9 países .............. . 48,2
sabia orientación económica".
54,7
Brasil ..................... . 26,3 30,3 Luego, en ·un artículo aparecido en la revista de la
Chile ...................... . 8,3 7,2 Unión Industrial Argentina incluyó un párrafo en el que
Colombia .................. . 1,5 3,7 exponía el papel de la industrialización y del mercado
Venezuela ................. . 1,5 4,4
Uruguay ................... . 4,8
interno en la conciliación de .intereses de los ·diversos sec-
3,6
Perú ...................... . 3,4 3,2 tores nacionales: "Mientras nuestro país mantenga de-
Bolivia .................... . 1,2 1,2 rechos aduaneros que representan la mitad de los dere-
Ecuador .................... . 0,8 0,6 . chos extranjeros, no habrá industria nacional en el sen-
Paraguay .................. . 0,4 0,5 tido real que ello importa, nuestros obreros no podrán
mejorar su sistema de vida porque no puede la situación
Para medir este ulterior retroceso relativo pueden actual permitir mayores salarios; y nuestros productores
usarse indicadores más convencionales y la comprobación de cereales y ganados seguirán esclavizados a los mer-
es igualmente dramática. ''Mientras la Argentina en 1945 cados extranjeros porque sólo una industria próspera y
ocupaba el primer lugar en América latina, concentrando múltiple atrae inmigración que implica aumento de] con-
el 26, 3 % del producto regional, en 1976, con una sumo interno y disminución del excedente exportable. La
participación que se reduce al 15,2 %, ocupa el tercer independencia económica se obtendrá del aprovecha-
· lugar luego de Brasil y México", expresa el boletín N<? 1 miento de nuestras materias primas para exportar mate-
del FIDE. Y esa fuente señala que la tasa de crecimien- rial elaborado a los países que carecen de el1as, invirtiendo
to anual promedio del Producto Bruto de América latina los términos a que está sometido hoy el intercambio
para el período 1945-1976 es del 5,4 %; la de Brasil, comercial argentino. Así nos lo enseñan los países más
6,9 %; la de Venezuela, 6,8 %; la de Méjico, 6,1 %, y la poderosos, así lo dice el gran país del Norte, cuya 'mu-
de la Argentina, apenas del 3,5 %. ralla china' deberíamos repetir en el nuestro para que,
Paralelameite a los estudios de Bunge, la posición en poco tiempo, fuera una patriótica realidad la gran-
proteccionista fue expuesta por Colombo desde el cargo deza soñada por nuestros próceres".
de presidente de la Unión Industrial Argentina. Su po-
sición merece ser destacada porque planteaba la defensa 5. La Segunda Guerra Mundial y la industria liviana.
de la industria desde una perspectiva nacional. En 1929, El peronismo.
en su libro Levántate y anda, Colombo sostenía: "Nues-
tro país sigue siendo en realidad ganadero-agrícola por La segunda guerra mundial, como la primera, daría
falta. de protección aduanera para desarrollar industrias; impulso a la industrialización. Otra vez la imposición
94 95
de los hechos suplía la conciencia política respecto del
papel de la industria en el proceso nacional. Y natural-
mente no la sustituía correctamente, pues el proceso de
industrialización de la década del cuarenta tendría la
limitación de no contemplar el problema de las indus-
trias básicas. La novedad, con el acceso al poder de
Juan Domingo Perón, no estaría en el ya muy necesario
cambio de la estructura productiva, sino en el aspecto
social y laboral.
La guerra vuelve a manifestarse en el comercio ex-
terior. Según cifras de la OECEI, las importaciones
(sobre una base 100 para el primer quinquenio del siglo)
llegaron a 200 en el quinquenio 1930/34) y descendie-
ron a 105,3 en el quinquenio 1940/44. Ese descenso
durante el conflicto mundial impulsó la sustitución de
importaciones. Asimismo determinó que el país hiciera
una importante acumulación de reservas de oro y divisas.
En 1939, ya superada (o soslayada) la crisis de comien-
zos de la década, y con un nivel normal de reservas, había
447,5 millones de dólares; en 1945 se habían acumulado
1.639) millones. Ni la necesidad de sustituir importa-
ciones ni la disponibilidad de recursos financieros fue uti-
lizada para el cambio de la estructura productiva; la crea-
ción de una industria liviana dependiente de la importa-
ción de insumos básicos y combustibles y el "distribucio-
nismo" frustraron esa posibilidad.
Hay datos que expresan el auge industrial, tomando
dos censos. En 1935 había 40.606 establecimientos in-
dustriales (cifra que estaba estancada desde la guerra
mundial) y en 1942 había 61.766 (un aumento de]
52,l %). El 58 % de los establecimientos del último de
los censos mencionados estaba en la Capital Federal y la
_provincia de Buenos Aires.
Otras cifras: Durante el quinquenio 1939/41 la can-
tidad de obreros ocupados en la industria creció 17,7 %
96
y el volumen de la producción industrial 13,9 %.; y én el
quinquenio 1941/46 el incremento fue de 40 %· para la
ocupación y 34,5 % para la producción. Se evidenciaba
el impulso de la sustitución de importaciones, que co-
menzaría a estancarse v declinar en la década del 50,
cuando empiezan a m~nifestarse estrangulamientos por
los problemas de abastecimiento externo de bienes inter-
medios y de petróleo. También puede verse la debilidad
de este proceso en el hecho de que la producción de bie-
nes de consumo entre 1946 y 1955 aumentó 127 %,
mientras que la de bienes de capital sólo lo hizo en un
45 e··/c.
Cabe hacer una acotación respecto del petróleo, por
la importancia del debate que suscitaría y la soluciói:i
que se dio en 1958. Entre comienzos de la década del 30
· y 1955 el consumo de petróleo había aumentado cerca
del 400 %, y mientras los volúmenes fueron bajos, la pro-
ducción más o menos pudo acompañar los aumentos de
consumos aun cuando siempre estuvo lejos del autoabas . .
tecimiento. Entre 1934 y 1943 ese acompañamiento to-
davía podía hacerse: la producción de YPF creció a un
promedio anual de 13, 9 % y la proporción del abasteci-
miento nacional del consumo, incluyendo la porción de
producción privada, pasó del 62 % al 77 %. Entre 1944
y 1956 el ritmo de producción se redujo a un promedio
anual del 5 % y la proporción del abastecimiento nacio-
nal descendió del 77 % hasta el 40 %. Se importaba el
60 %.
La debilidad de la concepción industrialista en base
a 1a cual se orientó este proceso puede verse en un análisis
de los planes quinquenales del peronismo, y también en
Lám. XIII - Perón la confrontación con el pensamiento del general Manuel
Savia; quien por esa época bregaba por la industria pe-
sada. Antes de pasar a ese examen cabe señalar el aspecto
positivo que se registró en el plano social y laboral. ·

97
Hemos visto de qué manera se descargó la crisis de] na la denomínación del primero; y podría hablarse del
30 en la clase o~rera y e1~ lo~ demás sectores de bajos in- arado de aplicabilidad y de aplicación real que tuvieron,
gresos. rueron anos de ~11Sena que llegaron a manifestarse ~sí como del carácter propagandístico y voluntarista, es-
e~1 las o1Ias populares y que provocaron graves distor- pecialmente del segundo, pero en este ex~men interesa
s10nes en el plano social. La: proliferación de Ja mendici- analizar la concepción de la industria nacional en base
?ad ("crotos" y "linyeras") y la difusión de algunas en- a la cual fueron elaborados. Es evidente que no existía
termedades como la tuberculosis contrastaban con el brillo cl~ridad respecto del papel ele las industrias básicas,, pes~
del ~ent~nario. Por otro lado, el movimiento obrero a las consideraciones formales que de ellas se hacia, 111
l~ngmdecia ante la falta de rumbo político por las falen- respecto del cambio de la estructura productiva a partir
cias .del .social~smo de Juan B. Justo y p~r la falta de de una integración plena del sector industrial.
conciencia nac1?na] de 1.os diri.gentes sindicales (muchos
de ellos extran1.e~os y sm aptitudes teóricas como para
El primero de los planes trataba de la economía en
el tomo tercero. Los primeros capítulos de est~ volumen
adaptar s~s ~os1c10nes a l~ re~lidad nacional). La FORA
versaban sobre "población", "obra social", "energía",
estaba practicamente ex tmgmda en tiempos del acceso
1 "trabajos públicos y transporte" y el tema industrial es-
de Peron / a la Secretana de Trabajo y Previsión y la
taba abordado en el capítulo V "Producción". En la ex-
CGT ten.1~ apenas 200.000 afiliados y ningún poder de
movihzac10n y convocatoria. . posición general se hacían consideraciones sin ahondar en
los aspectos estructurales del problema. De. la indust~ia
Do~ circunstancias cambiaron ese panorama. el he- se decía: "En primer lugar deberán cons?hdars.e las m-
cho i;n1smo del proceso .de industrialización, por el .cual
dustrias va instaladas que elaboran matenas pnmas na-
traba1adores rurales o dispersos en disímiles actividades
cionales ·para satisfacer necesidades de consumo, tanto
en el interior del país se transformaron en obreros fabri-
les, Y e.I 1 ~torgamiento de mejoras sociales así como el
las derivadas de la aaricultura y la ganadería como las
que provienen de la p~oducción forestal y n~inera: Lu~go
f?rtal~c1m.1~n~,° de las orga?izaciones sindicales y su "na- se aludía a ''la industria que elabora matena pnma im-
c~o.~ahzac1_on en el sentido de que adquirieron una portada pero que produce artículos imprescindibles, tan-
v1s!on nac10na! de los problemas de su clase social v del
pa1s en su con1unto. " to del consumo privado como de la defensa (caucho
v ·metalurgia en general)". Tampoco había prioridades
~·n la lev de fomento industrial que se aprobó con el
6. Los planes quinquenales plan. Er{ su artículo 29 decía: "~1 Poder Eje~utivo desa-
rrollará la producción estatal mixta de las mmas de car-
Durante el gobierno de Juan Domingo Perón se ela- bón, hierro, cobre y principalmente minerales metal~feros
b?raron dos planes quinquenales. El primer Plan de Go- mientras su costo de explotación no exceda el 25 % del
b1e~no abarcaba el período 1947-1951 y el Segundo Plan producto similar extranjero puesto libre en plaza y hasta
Qumquenal estaba previsto para el período 1953-1958. tanto la producción nacional no alcance el 50 % de las
Ambos .no eran planes ~/conómicos sino que comprendían necesidades de consumo". El artículo 49 decía que el
la totalidad de la acc10n de gobierno, tal como desig- Poder Ejecutivo "cuidará de organizar y controlar la pri-
98
99
mera fase de producción industrial" de esos minerales. _El
artículo 59 constaba de varios incisos v enumeraba las ridades industriales (no estaban jerarquizadas respecto de
materias primas y semielaborados incluidos en el régimen otras actividades económicas) la siderurgia tenía el nú-
de la ley; el 1hi~rro, entre las materias primas, y los pro- mero 1. Ahora bien, como dijimos, veamos la consistencia
duc~os s1derurg1cos, entre los semielaborados, aparecían de esos enunciados.
al fmal de una larga lista que incluía trigo, lanas, cue- Los aspectos del plan relacionados con los instrumen-
ros, o harinas, aceites, tejidos y maderas. tos de política económica, como los capítulos ~e polí-
y que este relegamiento no era sólo formal queda tica crediticia y política fiscal, estaban muy teñidos de
confirmado en el capítulo VII, "Finanzas", que incluye la concepción distribucionista y no aparecían como con-
un resumen ele la asignación ele recursos para "la orga- secuentes con los objetivos de producción. Pero hay más.
nización de servicios y financiar las inversiones repro- Es en la asignación ele recursos donde se evidencia de
ductivas". Veamos algunos ítems: Obras Sanitarias te- manera total la endeblez de esa "prioridad". Es nece-
nía asignado 600 millones moneda nacional para "inver- sario recordar que el Plan Siderúrgico (incluido en este
siones reproductivas", mientras que el rubro "Fonwnto 29 Plan Ouinquenal) dependía de la inversión estatal, ya
de la Industria" (téngase en cuenta que el plan hablaba que estaba basado en la Sociedad Mixta Siderurgia ~:­
de participación estatal) tenía asignado 1O millones, mu- aentina (SOMISA) creada en 1946 y donde la parhc1-
cho menos que "Parques y Turismo" que tenía asignados
65 millones. ~ación estatal era del 90 % del capital. Corresponde ver
entonces el Capítulo XXX, "Inversiones ?el. Estado". E~
El 29 Plan Quinquenal estaba concebido en un to- las prioridades de inversión estatal la ~nondad _de la. ;1-
no más retórico, en todos sus aspectos. En el Plan In- dermgia aparece ya difusa y en la plamlla de as~gnac10.n
dustrial se le asignaba primera prioridad a la industria de recursos financieros todo queda claro. Para la mdustna
sidenírgica, en favor de ello no dejaba de influir la opi- siderúrgica y metalúrgica (las dos, sin discri?1inar) ~ay
nión del Ejército, como se verá. Pero veamos la con- asignados 980 millones de pesos moneda nacional, mien-
sistencia real de esa proposición. El capítulo 1 trataba
de "Acc:_ión social" y el capítulo II de "Acción Econó-
tras que para las obras ele p~ovisió~ ele a~ua potab!e ?ªY
asignada exactamente la misma cifra (s1 a este ultimo
mica". Este tenía diversos apartados: "Acción agraria", rubro se le suman los complementarios, para desagüe,
"acción forestal", "minería", ~'combustibles'', "hidráu- la siderurgia queda muy detrás del agua pues ésta al-
1
lica", "energía eléctrica". "régimen de empresas'', e "in- canza los 1280 millones).
dustria". Aquí venía incluido el Plan Industrial en cuva
enunciación de objetivos decía: "establecimiento y co~­
solidación de la industria pesada: siderúrgica metalúraica 7. El general Savia y la siderurgia
1 1 '
V qmm1ca , y uego e consabido de las industrias que
I • " b
En el Ejército ha existido siempre preocupación por
"posibiliten el aprovechamiento de los recursos natu-
el potencial económico y ,,~~1 relación .~on la. defe1:sa na-
rales y la producción primaria, en condiciones de efi-
cional. Por entonces, en 1946, aparec10 un libro titulado
ciencia técnica y económica". Y en el diagrama de prio-
Nuestro potencial económico indústrial y la· ?efensa. na-
100 cional, del teniente coronel Julio Sangumeth. Ese hbro
101
recogía, entre otros, los datos y preocupaciones de Bunge citado decía: "Consideramos desde el primer momento
desde una óptica militar. De allí el eco que encontró esa que esta iniciativa debía tener la paternidad dei Estado;
publicación. pero ~stimamos i~11prescindible la participación del capi-
Entre los militares que tenían preocupac10n por el tal pnvado para liberar esa acción ele toda influencia bu-
problema y se destacaron por su acción para res'olverlo fi- rocrática". En 1947, en el discurso que pronunció du-
gura el general Manuel Savio. Siendo coronel; en· 1937, rante el aniversario de Fabricaciones Militares, insistía
fue designado directof de Material ele Ejército y allí en que la sociedad mixta era la "solución· adecuada al
comenzó a desenvolver sus inquietudes. En 1941, fue de-
momento" y en que "el Estado no debe ser industrial sino
signado director de Fabricaciones Militares, creada por
excepcionalmente" y auspiciaba "la transferencia gradual
su iniciativa. Y desde allí bregó por la industria siderúrgica
)~ oportuna de las acciones del Estado al dominio pri-
a la que asignaba un papel decisivo en el proceso nacio- vado11, ·
nal. En 1946 sería el autor del Plan Siderúrgico y de la
creación ele SOMISA. Respecto de la objeción del costo de los productos
Al elevar al Ministerio de Guerra el Plan Siderúrgico, siderúrgicos nacionales frente a los importados, en un
en 1946, Savio decía: "La industria comúnmente llamada discurso de 1949 decía: "No nos dejemos engañar; ha-
'pesada' es primordial para desarrollar las de carácter ma- gamos la propia experiencia. Ensayemos algunos años y
nufacturero" ( ... ) "si el país renuncia a contar con ella, esperemos los resultados; de la nuestra en verdad v no
perderá la oportunidad de ocupar, próximamente, en el ele la de otros países. . . Aguardemos a producir en. ma-
concierto universal el nivel que le corresponde por su po- yor cantidad y a elaborar con mayor experiencia para
tencial moral y material". La inclusión de ese texto de obtener costos menores".
diez páginas en el diario de sesiones del Congreso vale más
que decenas de tomos con la retórica parlamentaria ha- 8. Agotamiento del ciclo de posguerra. El Plan Prebiscb
bitual. En un discurso del año siguiente, Savio pondría
énfasis en la importancia de la siderurgia y la soberanía: El agotamiento del impulso dado al país por el pro-
"La industria del acero es la primera de las industrias; y ceso de sustitución de importaciones gravitó en el dete-
constituye el puntal de nuestra industrialización. Sin el1a rioro de la situación social y política. Con el advenimien-
siempre seremos vasallos. La Argentina d~be producir to de la Revolución Libertadora había no pocas com-
acero para gravitar en el concierto de las naciones". plicaciones económico-financieras, y para conjurarlas se
Veamos la opinión de Savia en dos cuestiones polé- aplicó una política económica distinta. En ella influyó
micas del tema siderúrgico: la· participación del Estado y mucho Raul Prebisch y las recomendaciones que formuló,
la "economicidad". y a las que se denominaron Plan Prebisch. Lo designó
Ya en 1942, en una conferencia, decía: "Directamente el general Eduardo Lonardi e, inmediatamente después
la Nación debe intervenir en este tipo de producción lo de asumir, el general Pedro E. Aramburu lo confirmó en
. menos posible" ( ... ) "Su participación debe conside- el cargo de asesor presidencial. Para colaborar con él,
rarse transitoria". Y en la elevación del Plan Siderúrgico se nombró una comisión que integraba un economista

102 103
muy elogiado por el entonces titular de la CEPAL: Adal- No hubo ni expansión ni mejoramiento del nivel de
bert Krieger Vasena. • •
vida, sino todo lo contrario. Y cuando se ablandó la po-
Prebisch presento un Informe pre11m1~ar acerca .de la
1

lítica salarial, la inflación, artificialmente contenida, re-


situación económica; más tarde un traba10 denommado cobró su ritmo. En 195 5 fue del 12, 3 %; del 13,4 % en
Moneda sana o inflación incontenible, y por último el 1956 y pasó al 24,7 % en 1957. El gasto público se tri-
Plan de restablecimiento económico. Se repetía la re- plicó entre 195 5 y 1957 y sólo el 54 % se financiaba con
ceta del 30: contracción del salario real y contención ingresos impositivos. El déficit del intercambio había
de la inflación mediante contracciones de la demanda. El sido de 1000 millones de dólares y la deuda externa de
esquema monetarista que luego se repetiría u:ia y otra corto plazo era de 1100 millones, frente a una tenencia
vez. El vago industrialismo cepaliano se emmciaba en el de divisas de 300 millones. Eran muchos los problemas
Plan, pero quedaba relegado para una segunda eta~a coyunturales que se agravaban, en un cuadro de quiebra
después de lograda la estabilidad monetaria. Es decir, de la estructura productiva, en vísperas de la experiencia
quedaba relegado para siempre. desarrollista.
Las semejanzas con lo que se hizo en 1930 fueron va-
rias. Se practicó una fuerte devaluación aconsejada por
Prebisch y la semejanza de "clima" queda patente en una 9. El interregno desarrollista
declaración del subsecretario de Finanzas, Roberto Ve- Por cierto que esas dificultades coyunturales, acen-
rrier, quien luego sería ministro, cuando al regresar. de tuadas por medidas adoptadas a último momento por el
una misión en París dijo: "Los representantes de siete grupo "continuista", creaban serios problemas al nuevo
naciones de Europa occidental están dispuestos a otor~ar gobierno, presidido por el doctor Arturo Frondizi. Pero
créditos de 50 millones de libras esterlinas a la Argentma corresponde ubi~ar su acción en un marco más vasto, que
a condición de que abandone la industrialización promo- incluya las cuestiones de fondo planteadas: la constata-
vida por el régimen dictatorial y retorne a la agricultura ción de 1a gravedad de la crisis, la necesidad de concien-
como base de su economía". Volvió la rebaja de la pro- tizar el hecho de que la superación de esa crisis suponía
tección a la industria, especialmente manifestada con el una política de cambio de estructura no practicada nun-
régimen de libre importación al sur del paralelo 42. ca antes y la ubicación del problema argentino en un
La heterodoxia de liberales intervencionistas estuvo cambiante contexto mundial.
presente en el decreto ley 2740/56 de control de precios, El país había caído verticalmente desde los bellos
que firmó, entre otros, el ingeniero Alvaro Alsogaray. Se tiempos del Centenario. Su participación en el comercio
basaba en una heterodoxia del trabajo de Prebisch sobre mundial había descendido a la mitad de lo que era en 1a
la "moneda sana". Allí decía que los aumentos de sala- década del 30. La incorporación de la industria liviana
rios no deben trasladarse a los precios, "deben hacerse a no había modificado lo básico del esquema agroimpor-
expensas del beneficio del empresario y mediante el incre- tador y las importaciones de acero (la práctica totalidad
mento de la productividad'. En la primera parte de la del consumo) y de petróleo (el 60 %) patetizaban la
frase estaba la ·contradicción con la ley económica. nueva dependencia. En un mundo que avanzaba vertigi-
104
105
nosamente no teníamos industrias básicas, prácticamente
no teníamos industria automotriz v la infraestructura de
servicios era obsoleta y adecuada ~ la estructura agroim-
portadora, pero no al desarrollo que el país reclamaba.
Algunos argentinos habían hecho ya la constatación
de esa crisis, tal como se lo ha señalado en este trabajo.
A esa constatación (importante y punto de partida para
la elaboración de las soluciones), no siempre acompaña-
da de una propuesta orgánica de solución, faltaba una
concientización de los condicionamientos externos pa-
ra nuestro desenvolvimiento (dependencia objetiva a tra-
vés del deterioro de la relación de intercambio, acción ele
las corporaciones multinacionales) y ele los factores sobre
los cuales era necesario encarar el proceso nacional (la
coexistencia pacífica). A partir de ello podría elaborarse
una doctrina orgánica que contemplara los cambios con-
cretos a operar en la estructura productiva y los articulara
a la situación social, política e internacional: la política
de desarrollo nacional.
Fue elaborada en el cuadro de las tres contradiccio-
nes fundamentales ele nuestro tiempo: la contradicción
entre países desarrollados y subdesarrollados; la contra-
dicción entre el campo capitalista y el campo socialista
y la contradicción entre obreros y empresarios en la so-
ciedad· nacional. Tiene bastante relación con todo ello el
hecho ele que las primeras elaboraciones de la doctrina
desarrollista, en el grupo de redacción ele la revista Qué~
en 1945, tuvieran lugar poco después de los encuentros
ele Teherán (1943) y Yalta (1945). En ellos, los líderes
de Estados Unidos, la Unión Soviética e Inglaterra sem-
braron el germen de lo que sería la coexistencia pacífica.
Y esa coexistencia, la posibilidad de que ambos sistemas
sociales compitieran en paz, era una hipótesis básica del
grupo ele Qué para la elaboración ele los problemas na-
cionales. En su primera época y en su reaparición, cuando

106
tuvo lugar la campaña electoral en favor de la candidatura
del doctor Arturo Frondizí. Y también es significativo
que el tiempo del acceso del desarrollismo al gobierno,
y la mayor configuración de su doétrina, coincidiera con
la maduración de la coexistencia v hechos trascendentes:
el discurso de despedida de Eise1{hower, el encuentro de
Kennedy y Kruschev en Viena, el comienzo del papado
de Ju~n XXIII y los primeros pasos de la conquista del
espac10.
La coexistencia pacífica, impuesta por el empate nu-
clear y por las mismas necesidades del desarrollo de los
países capitalistas y socialistas, disgrega los bloques de la
posguerra y hace más viables los procesos nacionales. Asi-
mismo, desideologiza la relación entre el mundo desarro-
llado y el subdesarrollado. Y al plantear el fortalecimiento
de la categoría nacional da directivas respecto de la alian-
za de clases y sectores como base para los procesos de desa-
rrollo independiente de los países y de ruptura de· los
vínculos de dependencia con los "centros", abre perspec-
tivas favorables para la Nación en su conflicto con el
proceso de concentración y centralización económica en-
carnado por las corporaciones trasnacionales.
Ello explica el programa desarrollista como algo más
que un mero catálogo de realizaciones económicas y aun
explica su propuesta política del movimiento nacional
(expresión política de la alianza de clases y sectores so-
ciales) como una necesidad del proceso económico-
social.
Encuadrado en esos marcos debía actuar el gobierno.
Y el equipo que lo integraba había elaborado esos mar-
cos en base a un método científico, por lo cual las me-
didas de política económica deberían estar también orien-
Lám. XIV - Frondizi
tadas por la ciencia económica. El dejar operar a fas leyes
objeti,·as de la economía, trabadas por los diverso.s es-
fuerzos que se habían hecho para soslayar el cambio de la
107
estructura productíva, fue el primer paso. En conse- ro se triplicó y de 29.000 toneladas de arrabio en 1958
cuencia, había que liberar precios y salarios (luego de b la Argentina pasó a producir 397.000 toneladas en 1961.
legalización de aumentos ya concedidos), terminar con la En este rubro, el presidente Frondizi hubo de adoptar de-
vieja práctica de las tarifas y precios políticos para el
1 cisiones dramáticas entre las que no fue la menos espec-
sector público y restablecer condiciones favorables para tacular la separación de un ministro de economía por
el proceso ele formación de capital. oponerse teórica y prácticamente al desarrollo de dicho
A partir de allí debían aplicarse los instrumentos de sector. Fue en esa oportunidad que el presidente Frondizi
política económica en favor de las prioridades que trazó e] sostuvo que "el problema del acero argentino no es un
gobierno de Arturo Frondizi para el desarrollo nacional, problema de costos".
que incluían el petróleo y las industrias básicas por su Petroquímica: Prácticamente la industria era inexis-
carácter liberador. La elección del petróleo tiene su ex- tente y se la creó durante el gobierno desarrollista. Se
plicación en que se consideró su gravitación en la balan- aprobé!-ron radicaciones por 140 millones de dólares. La
za ele pagos y la posibilidad de operar con rapidez (el producción de caucho sintético se quintuplicó.
ritmo es otra condición del desarrollo en las condiciones Industria automotriz: Prácticamente se creó y se llegó
del mund_o contemporáneo). a producir 137.000 unidades; lo cual implicó dar empleo
Para abreviar, se soslaya una mayor explicación de los a más de 150.000 personas y dejar de importar en 1961,
a~pectos doctrinarios y se trazan a continuación algunas ahorrando 2 50 millones de dólares, que sería un ahorro
de las realizaciones más importantes que tuvieron lugar neto al completarse el proceso de integración del sector
en medio de complicaciones político-militares sin nin- que marchaba aceleradamente.
gún parangón y de la más absoluta incomprensión por
parte de los grupos dirigentes tradicionales que, como no Energía eléctrica: Se solucionaron viejos pleitos con
habían advertido la real situación nacional, no compren- compañías extranjeras. De ese modo se restablecieron_ las
dieron las propuestas y las medidas del desarrollismo. inversiones en el sector; se amplió ]a usina de Dock Sur,
poniéndose fin al racionamiento que sufrían en 1a Ca-
Petróleo: Se triplicó la producción y se logró el auto-
pital Federal y el Gran Buenos Aires, y a la vez se traba-
. abastecimiento (en 1963 se importaba una ínfima canti-
jaba en un plan ambicioso de realizaciones. La expansión
dad por razones técnicas), pese a que en 1957 se impor-
taba el 60 % del consumo. En 1957, entre petróleo y industrial hizo que la tasa de incremento del consumo
equivalente en gas se producían 5,6 millones de metros eléctrico, para 1961, fuera el record de 17 % (el doble
cúbicos y en 1963 se saltó a 18,6 millones. Y se ahorraron del promedio de incremento anual actual).
los 207 -millones de dólares que costó la importación en Caminos: Se trazó un plan importante por su mag-
1958. nitud y su concepción, que quedó inconcluso pero que
Siderurgia: Se pone en marcha el primer alto horno dejó 10.000 nuevos kilómetros dé carreteras pavimen-
de SOMISA, en San Nicolás, después de resolver el ar- tadas.
duo problema del financiamiento. La producción de ace- Ferrocarriles: Se comenzó a redimensionar la red y el
108 109
plantel del personal que s.e red.ujo en 75.000 agentes; y se 1O. La rotaci6n liberalismo-populismo
hicieron importantes eqmpamientos. .
No hay exageración al decir que en estos 16 año~
Agro: El s~c~or tuvo un? de los p~cos ü~t.er;egnos d~ el país ha estado estancado o que su crecimiento cuali-
avance en las ultimas tres decadas. Se mtensifico la tecm-
cuan titativo ha sido despreciable. El promedio de creci-
. ficación, electrificación y mecanización (la producción de
111.iento anual per cápita en los últimos 10 años no llega
tractores era de 6856 unidades en 1957 y pasó a 20.229 en
al 1 %, . Además, hay un dato que contrasta el empuje
1961). Se repusieron las existencias ganaderas, y en el caso
del gobierno desarrollista y el inmovilismo posterior. En
de los vacunos aumentaron en 2 millones de cabezas.
los 4 años de gestión desarrollista la inversión en equipos
Sect~r público: Se ejecutó un importante plan de ra- creció un 90 %, como se dijo, mientras que en toda la
cionalización, pese a la oposición in~luso de alguno~ fun- última década el aumento fue aproximadamente el 70 %.
cionarios que transitoriamente estuvieron en el gobierno. Lo ocurrido es historia y es presente, pero de todos
En 1962 se había logrado disminuir en 250.000 plazas modos está lo bastante fresco en el recuerdo de todos.
el plantel de agentes estatales sin que se causara desocu- Interesa, sí, al análisis histórico la tendencia que ha se-
pación, dado el nivel de actividad alcanzado por el sec- guido. Ella muestra esfuerzos, a veces conscientes a ve-
tor privado. El déficit presupuestario equivalía al 7,7 % ces no, de los grupos dirigentes por conservar una estruc-
del PBI en 1959 y bajó al 1.7 % en 1961, pese a que en tura productiva que es cada vez más insolvente para
ese año solamente la inversión en obras viales se quintu- atender las necesidades de 25 millones de argentinos.
plicó. Hubo un real saneamiento financiero del aparato
Esta etapa comienza con el plan Pinedo-Alsogaray,
estatal.
inmediatamente posterior a la caída del gobierno del doc-
Inversiones: La inversión bruta fija se duplicó entre tor Frondizi. En pocos días y con unos pocos decre.t?s
1958 v 1961 y la inversión en equipos aumentó un 90 ~/{;i Pineda repitió su experiencia de 193 3. Su devaluac1?n
en los 4 años de gobierno. Se llegó a invertir una cifra esta vez operó como una san~ión par~ los. emp.resa~1os
equivalente al 50 % de las importaciones y las inversio- que habían confiado en el yais y hab1~n mverhd~ 1~1:
nes extranjeras alcanzaron los 1000 millones de dólares. portando equipos y endeudandose en dolares. Le s1gu~o
La experiencia desarrollista del gobierno de Frondizi, luego el populismo radical, para el cual, como se decia
breve pero intensa, no es asimilable a ninguna de las an- en el siglo pasado, ''el mejor ministro es una buena
teriores que se han analizado. En razón de que los avan- lluvia", con estatismo, incremento del déficit fiscal, es ..
ces fueron no sólo cuantitativos, por el hecho de la tírnulo artificial de la demanda con aumentos nominales
calidad de las inversiones y obras al haber estado cons- y congelamiento ele precios; todo lo contra.ria a lo q~e
cientemente orientadas al cambio de la estructura pro- requería el cambio de la estructura pr~ducbva. ~es~ues
ductiva y por el hecho de que al margen de los logros se aplicó el Plan Krieger Vasena, q~1e hizo una. red1stnbu-
obtenidos marcó un camino cuyo conocimiento le aho- ción inversa de los ingresos pero sm que hubiera expan-
rrará conflictos y problemas al país cuando se disponga sión e inversión, como no podía haberla sin un cambio
a transitarlo.
en la estructura productiva.
110 111
El Plan Celbard es el nuevo turno populista y el Plan
Martínez de Hoz el nuevo turno liberal-monetarista. Pe-
ro ambos tipos de política económica tienen en común ·
que distribuyen y redistribuyen ingresos soslayando el
cambio de estructura, y que tratan los principales proble-
mas coyunturales con los mismos procedimientos: au-
mentan impuestos, restringen el crédito, bajan la pro-
tección arancelaria, congelan salarios, congelan o tratan
BIBLIOGRAFíA
de alinear indirectamente los precios y promueven el
gasto público o eluden ir a fondo para reducirlo. El re-
sultado es siempre la desinversión y la rccurrencia ele la
crisis de inflación con receso.
Eso ha 11evado al país a situaciones que lo colocan
al borde de la disgregación y en un grado ele debilidad
de su condición nacional que se acentúa día a día. La
cima que se había alcanzado en el Centenario está ca-
da vez más distante en este descenso y es preciso reac-
cionar sin demoras para evitar riesgos imprevisibles.

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Advertencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . i
Introducción .·. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo I: La implantación de la economía capitalista (si-
glos XVI a XVII) . . . . . . . . • • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Capítulo II: La expansión y los conflictos de la eéonomía
de base ganadera (fines del siglo xvn y primera del si-
glo XIX) ............·............................ 41
Capítulo III: El auge y la declinación de la economía agro-
importadora (1860-1930) .. . . . . .. . . . .. . .. .. .. .. . . . . 53
Capítulc IV: La crisis de la estructura productiva ( 1930- ) 81
Bibliografí!a 113
Este libro se terminó de imprimir en
Artes Gráficas COLOR EFE
Belgrano 4569 - Villa Domínico
en el mes de febrero de 1983

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