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Eduardo Neri Reynoso (13 de octubre de 1887, Zumpango del Río, Guerrero - 22 de

agosto de 1973, Ciudad de México, México D.F.) fue un jurista y político mexicano.
Su cargo más importante fue ser titular de la Procuraduría General de la República
de México.1

Índice
1 Juventud y educación
2 Gestión política
3 Revolución mexicana
4 Después de la revolución
5 Reconocimientos públicos
6 Referencias
Juventud y educación
2 Por haber sido procreado fuera de matrimonio, se le registró con los apellidos de
la madre, doña Reverina Neri Reynoso, hija del General Canuto A. Neri, distinguido
liberal y soldado, quien peleó y triunfó en Querétaro a las órdenes de Mariano
Escobedo militante en 1893 en la rebelión contra el gobierno de Francisco O. Arce.

Según él mismo relata, aprendió a leer en silabario con el maestro Miguel Aldama en
una escuela que se encontraba en la calle de Andrés Quintana Roo, en Chilpancingo.
La primaria la cursó en otra escuela erigida en el lugar donde hoy se levanta el
edificio del Poder Judicial del estado. Con la muerte de su abuelo el General
Canuto A. Neri empezaron sus penalidades, pues cesó la única ayuda que recibían él
y su señora madre; en consecuencia, tuvo que trabajar como peón en una finca
rústica, para no suspender sus estudios. En la misma escuela en que cursó la
primaria, terminó también la secundaria bajo la dirección, sucesivamente, de los
profesores Luis E. Puig, Lamberto Popoca y Arturo Sotomayor.

La preparatoria la cursó en la escuela que se encontraba en la esquina que forman


las calles de Benito Juárez y Galo Soberón, en la ciudad capital, y ahí mismo
inició la carrera de leyes hasta el segundo año. Los temblores derribaron la
escuela, la cual se trasladó al costado oriente de la iglesia del barrio de San
Mateo. En este lugar prosiguió sus estudios de abogado hasta el cuarto año, los
cuales no pudo concluir pues el gobernador porfirista Damián Flores clausuró la
escuela, pero en cambio otorgó una beca de $25.00 mensuales a los alumnos más
aprovechados, entre los que se encontraban, aparte de Eduardo Neri Reynoso, Rodolfo
Neri Lacunza y Ezequiel Padilla.

El joven Eduardo Neri se trasladó a México con el fin de terminar sus estudios; sin
embargo, no pudo inscribirse en la Escuela Nacional de Jurisprudencia debido a que
el plan de estudios era diferente al que se seguía en Chilpancingo. En México, se
enteró que la escuela de leyes de Xalapa, Veracruz, podía admitirlo y hacia allá se
dirigió en compañía de Rodolfo Neri Lacunza. Al fin, se graduó de Licenciado en
Derecho en la escuela de Jalapa el 28 de septiembre de 1910. Recién egresado, tuvo
oportunidad de conocer a Francisco I. Madero en la propia ciudad de Xalapa y de
inmediato simpatizó con sus ideales democráticos. Volvió a Chilpancingo, donde
abrió su bufete y entró en relación epistolar con Luis Cabrera, quien le encargó la
atención de varios casos judiciales que debían ventilarse en los tribunales
guerrerenses.

Por esa época, contrajo matrimonio en México con su novia de siempre, Amelia L.
Acevedo, oriunda de Chilpancingo, abnegada y fiel compañera con quien procreó a un
solo hijo de nombre Eduardo Neri Acevedo.

El 13 de junio de 1911, por encargo de Ambrosio Figueroa y del ayuntamiento de


Iguala, tuvo a su cargo el discurso de bienvenida a Madero, quien recorría el
estado de Guerrero en su gira como candidato a la Presidencia. Eduardo Neri, de
solo 24 años, pronunció una vigorosa pieza oratoria donde, con su característica
verticalidad y valentía, le dijo al Apóstol de la Democracia que, mientras siguiera
fiel a la causa de la libertad y la democracia, contaría con el apoyo de los
guerrerenses, pero si daba las espaldas al pueblo, las armas de los revolucionarios
del Sur defenderían contra él los firmes ideales que los inspiraban. Madero,
sinceramente emocionado, lo abrazó ante la multitud y prometió ser siempre fiel a
sus principios.

Gestión política
Amigos y paisanos le propusieron la candidatura a diputado federal, que declinó en
principio, pero enterado Luis Cabrera de esas simpatías, lo exhortó a aceptar. Luis
Cabrera fue el fundador del Bloque Renovador que reunió después a los diputados
federales que apoyaban a Madero. El licenciado Neri aceptó la postulación, a la que
rehuía para que no se dijera que pretendía cargos públicos, y la fórmula integrada
por él como propietario y el tixtleco Bonifacio Rodríguez como suplente, obtuvo el
triunfó en las elecciones. A pesar de haber sido electo, Neri no se presentó a la
instalación de la famosa XXVI Legislatura al Congreso de la Unión, el 16 de
septiembre de 1912. Era evidente que no le atraía la actividad política, y menos
quería ser diputado; por eso su suplente ocupó en principio la curul.

Bonifacio Rodríguez fue asimilado rápidamente por los diputados reaccionarios, de


ahí que, en enero de 1913, Luis Cabrera le dirigió una carta a Neri en la que le
explicaba la situación y lo urgía a ocupar su puesto de titular en la Cámara de
Diputados. Por su parte, el gobernador de Guerrero y amigo cercano del licenciado
Neri, José Inocente Lugo, le informó de un movimiento subversivo en contra de
Madero y también le hizo ver la conveniencia de asumir sus funciones. Esto bastó
para que Neri enfilara a la capital de la República, se integró a la Legislatura y
formó parte del Bloque Renovador en marzo de 1913. A partir de agosto de ese
fatídico año y ya posesionado Huerta de la Presidencia, desató su furia homicida
contra los diputados que se atrevieron a censurarlo. Así fueron asesinados Serapio
Rendón, Adolfo C. Gurrión y hasta un diputado suplente, Eduardo Pastelín. El
senador por Chiapas doctor Belisario Domínguez, el 23 de septiembre del mismo año,
pretendió leer en tribuna un discurso contra Victoriano Huerta, pero el presidente
de la Cámara no aceptó la petición argumentando que las acusaciones contra el
Ejecutivo eran competencia de la Cámara de Diputados. De todas maneras, don
Belisario imprimió el discurso y lo hizo circular. Días después escribió otro
discurso aún más violento, pero otra vez, el presidente de la Cámara no permitió su
lectura por considerarlo subversivo.

Don Belisario procedió en la misma forma que en la anterior y, dos días después de
que los discursos fueron conocidos públicamente, se advirtió la desaparición del
valiente senador. Su hijo Ricardo enteró a los diputados chiapanecos de la
misteriosa desaparición de su señor padre, y la denuncia se presentó ante el pleno
de la Cámara el 9 de octubre de 1913. Los diputados chiapanecos pidieron que se
iniciara una sesión permanente con el fin de averiguar el paradero del senador
Domínguez. La Cámara aceptó la propuesta y nombró una comisión en la que figuró el
licenciado Neri, misma que se entrevistó de inmediato con el secretario de
Gobernación Manuel Garza Aldape, quien dijo desconocer el asunto, al que juzgó
competencia de la policía y, por tanto, manifestó que lo turnaría a las autoridades
correspondientes. Los diputados comisionados volvieron al recinto legislativo e
informaron al pleno del resultado de la entrevista. Fue entonces cuando el
licenciado Eduardo Neri, justamente indignado, pronunció un discurso que puede
calificarse como el principio del fin de Victoriano Huerta.

En esa valerosa arenga, entre otras cosas, el diputado Neri dijo que no parecían
hombres los que seguramente habían asesinado al senador Belisario Domínguez, sino
“chacales”, pues no contentos con quitarle la vida devoraron sus restos. De aquí
que, en adelante, se le llamó “chacal” al dictador Victoriano Huerta. Neri exhortó
a sus compañeros a defender la dignidad del Poder Legislativo y a preservar sus
propias vidas, y propuso que de inmediato se tomaran las decisiones apropiadas. La
Cámara obró en consecuencia; nombró una comisión de su propio seno para investigar
los hechos en que presumiblemente había perdido la vida el senador Belisario
Domínguez; se acordó dirigirse al Presidente de la República diciéndole que los
diputados ponían sus vidas bajo la salvaguarda del propio Ejecutivo y que, en caso
de ocurrir alguna otra agresión a los legisladores, la Cámara celebraría sus
sesiones en el lugar en que encontrase garantías.

Al tener conocimiento del acuerdo de los diputados, Huerta montó en cólera y ordenó
a Garza Aldape que al día siguiente, esto es, el 10 de octubre, se presentara en el
salón de sesiones de los diputados, exigiera de inmediato la revocación del acuerdo
y que, en caso de negarse, los diputados fueran aprehendidos e internados en la
penitenciaría. Como los diputados se mantuvieron firmes, Garza Aldape, quien antes
de la sesión había ordenado el despliegue del ejército alrededor del recinto
parlamentario e invadido el salón de sesiones, las galerías y el vestíbulo, ordenó
la aprehensión de los 83 diputados que se encontraban presentes, quienes fueron
remitidos a Lecumberri.

Los senadores, al tener conocimiento de los hechos, decidieron suspender sus


sesiones, de tal manera que el espurio régimen de Huerta se vio ante el dilema de
gobernar sin la presencia del Poder Legislativo. Querido Moheno, diputado huertista
y asesor jurídico del dictador, le aconsejó emitir un decreto ordenando la
disolución del Congreso y convocar a elecciones extraordinarias de presidente de la
República, de diputados y senadores, para el 26 de octubre del mismo año. Así se
hizo, pero con fecha retroactiva, esto es, del 10 de octubre, cuando los diputados
ya estaban presos y los senadores habían suspendido sus sesiones.

Era evidente que las elecciones extraordinarias no podían celebrarse en el corto


espacio de 16 días; sin embargo, se llevaron a cabo de manera fraudulenta con la
concurrencia de leales o supuestos huertistas. Naturalmente, el candidato a
presidente fue Victoriano Huerta.

El usurpador, en realidad, había incurrido en un golpe de Estado, lo que provocó no


solo el repudio de los mexicanos indecisos sino que endureció la posición de los
Estados Unidos. El presidente Wilson censuró la disolución del Congreso, al que
consideraba depositario de la soberanía nacional, reiteró su negativa a reconocer
el gobierno de Huerta, prohibió la venta de armas al Ejército federal y anticipó
que no reconocería a ningún Presidente mexicano electo de manera ilegal. Por
último, conminó a Huerta y a sus allegados a salir del país y les advirtió que, en
caso de no hacerlo, autorizaría la intervención. El presidente Wilson dijo: “ha de
hacerse la paz en México o nosotros la haremos”. Mientras tanto, pidió al Gobierno
francés que negara a Huerta la entrega de un préstamo de 20 millones de libras
esterlinas que le había autorizado y levantó la prohibición de vender armas a los
revolucionarios.

Todos estos hechos concatenados, obligaron a Huerta a salir del país el 15 de julio
de 1914. Como se advierte, su derrumbamiento se inició con el trepidante discurso
del diputado Eduardo Neri, cuya intervención no ha sido valorada a profundidad. A
resultas de su vibrante mensaje, los diputados tomaron las decisiones que ya se
señalan. Armando Z. Ostos, otro de los diputados de la célebre XXVI Legislatura,
pasados varios años de aquella tormentosa jornada legislativa, declaró públicamente
que la patética y temeraria exhortación de Neri fue la que lo impulsó a redactar
los acuerdos que, con ligeras modificaciones, aprobó la Cámara.

Revolución mexicana
Después de su trascendente desempeño como diputado y una vez que fue liberado de
prisión, Eduardo Neri se incorporó a las fuerzas carrancistas en Veracruz. El
Primer Jefe le expidió un nombramiento como subdirector de Patentes y Marcas y,
después, lo envió a colaborar con su hermano, el general Jesús Carranza, con el fin
de organizar el contingente revolucionario en el estado de Guerrero. Neri no pudo
comunicarse con Jesús Carranza porque este, en enero de 1915, fue arteramente
asesinado, junto con su hijo Abelardo Carranza, en una ranchería de Oaxaca. De
todas maneras, Neri formó parte de las fuerzas que comandaba Julián Blanco y
combatió a su lado a los zapatistas en el norte de Chilpancingo. Blanco, por
méritos en campaña, ascendió a Neri al grado de coronel.

Después de la revolución
Al día siguiente de proclamada la Constitución de 1917, el 6 de febrero, Carranza
expidió la convocatoria para elecciones de diputados y senadores al Congreso de la
Unión y para Presidente de la República. El licenciado Neri volvió a ser postulado
candidato a diputado federal y formó parte de la XXVII Legislatura. Por su parte,
Carranza fue elegido Presidente de la República y el 1 de mayo de 1917 tomó
posesión del cargo; sin embargo, las diferencias que tuvo con Villa y Zapata
perturbaron el curso normal de su gobierno y, para colmo, ante la inminente
sucesión presidencial de 1920, se inclinó por la candidatura de Ignacio Bonillas,
embajador de México en EU, impulsado por la idea de que, terminada la Revolución,
debía gobernar al país un civil. Para su desgracia, no tomó en cuenta que los
caudillos militares, sobre todo Obregón, a quien se debía el triunfo sobre Villa,
reclamarían, como en efecto sucedió, su acceso al poder.

Carranza, persistiendo en su propósito y advirtiendo que Obregón sería el candidato


a vencer, con motivo del levantamiento de Cejudo, ordenó que Obregón compareciera a
declarar en México, con el fin de involucrarlo en el referido levantamiento, en el
que no participó. Obregón compareció en Santiago Tlatelolco y no fue detenido
merced a una multitud de partidarios que lo vitoreaban fuera del edificio, pero
como la amenaza seguía vigente, se decidió a huir hacia Iguala, disfrazado de
garrotero, en el tren México–Balsas, del que era empleado Margarito Ramírez –quien
lo ayudó– y con la única compañía del licenciado Neri, quien se quedó en Buenavista
de Cuéllar, atendiendo las instrucciones de Obregón en el sentido de que se pusiera
en contacto con sus partidarios para que, en caso de que se aproximara otro tren
procedente de México con tropas carrancistas, se volaran las vías y de inmediato le
informara al respecto. Neri alcanzó en Iguala a Obregón y de ahí se dirigieron a
Chilpancingo, donde don Eduardo alojó a Obregón en la casa de su señora madre.

El gobernador Francisco Figueroa Mata y los otros dos poderes del estado se
solidarizaron con Obregón, a quien Neri presentó al pueblo desde un balcón del
Palacio de Gobierno. Obregón pronunció un vigoroso discurso denunciando los afanes
imposicionistas de Carranza y el 20 de abril de 1920 firmó un manifiesto en franca
rebeldía contra el gobierno, que dio origen al Plan de Agua Prieta, el cual terminó
con la muerte de Carranza. Obregón fue elegido presidente para el periodo 1920–1924
y, una vez que tomó posesión, nombró al licenciado Eduardo Neri procurador general
de Justicia de la República, cargo en que duró un año y siete meses, pues en junio
de 1922 presentó su renuncia con motivo de los injustos ataques que miembros
destacados del equipo de Obregón lanzaron contra el Partido Liberal
Constitucionalista, del que fue miembro fundador y luego su presidente.

Posteriormente, fue elegido hasta dos veces senador de la República por el estado
de Guerrero y, por tanto, perteneció a las XXXI y XXXIV legislaturas al Congreso de
la Unión.

En 1940 apoyó la candidatura de Juan Andreu Almazán a la Presidencia de la


República, no obstante sus pésimos antecedentes, pues primero fue maderista y luego
cambió de bando, figuró en el zapatismo y fue miembro del gobierno de Huerta. Neri
y muchos otros revolucionarios e intelectuales distinguidos creyeron las promesas
de ese oscilante personaje de que defendería el triunfo con las armas y, en lugar
de hacerlo, al obtener una evidente mayoría, como asegura Neri que la obtuvo,
incumplió su palabra. Don Eduardo afirma que mayor desengaño recibieron los
partidarios de Almazán al darse cuenta de que solo había sido un simulador. La
señalada participación de Neri en la campaña de Almazán fue la última de su carrera
política. Desde entonces se dedicó al ejercicio de su profesión.

Reconocimientos públicos
Sus coterráneos y el país entero han reconocido varias veces el mérito del
licenciado Eduardo Neri, quien recibió en vida diversos homenajes. El 5 de octubre
de 1941 el Congreso del estado de Guerrero emitió un decreto que ordena exponer en
forma permanente, en el salón de sesiones de la Cámara, el discurso pronunciado por
el notable revolucionario el 9 de octubre de 1913. Hasta ahora no se ha cumplido
con ese mandato. Posteriormente, la Secretaría de la Defensa Nacional impuso al
licenciado Neri dos medallas, una como Veterano de la Revolución y otra como
Miembro de la Legión de Honor. En marzo de 1968 el Instituto Nacional de la
Juventud Mexicana rindió un cálido homenaje al licenciado Neri en el auditorio del
edificio central. La XLVII Legislatura al Congreso de la Unión creó la Medalla
Eduardo Neri. Honor al Mérito Cívico al Servicio de la Patria, y se impuso por vez
primera al notable personaje que lleva su nombre, el 29 de diciembre de 1969, en
solemne ceremonia a la que asistieron los tres poderes del estado de Guerrero. Al
año siguiente, en octubre de 1970, el profesor Caritino Maldonado Pérez, en aquel
entonces gobernador del estado, envió al Congreso local una iniciativa de decreto
en la que se concedía el título de “Héroe Civil Guerrerense” al licenciado Eduardo
Neri y propuso, asimismo, inscribir su nombre en el recinto del Poder Legislativo y
otorgarle una pensión vitalicia de cinco mil pesos mensuales. En el mismo mes de
octubre se aprobó por unanimidad el decreto y en sesión solemne del Congreso se le
dio lectura ante el propio licenciado Neri, con la asistencia de los miembros de
los poderes Ejecutivo y Judicial y un representante de la Legislatura federal.

José Francisco Ruiz Massieu, en septiembre de 1987, el mismo año en que tomó
posesión como gobernador del estado, envió al Congreso local una iniciativa de
decreto en la que se proponía el cambio de nombre al municipio de Zumpango del Río
por el de Eduardo Neri. El decreto fue aprobado por unanimidad y el 13 de octubre
del referido año, en la población de Zumpango del Río, el Congreso se constituyó en
sesión solemne con la asistencia de los miembros

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