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F.

F BRUCE (1910 – 1990), ampliamente reconocido por su erudición, se


inició como profesor a los veinticinco años de edad y desde 1959 hasta su
jubilación, 1978, ocupo la famosa Catedra John Rylands de Critica y Exegesis
Bíblica en la Universidad de Machester, Inglaterra. A lo largo de su brillante
carrera académica escribió de cuarenta libros, incluyendo varios comentarios
sobre libros del Nuevo Testamente, entre los cuales se cuenta La Epístola a los
Hebreos.

Origen del Pentecostalismo


El pentecostalismo es un movimiento que ha transcendido en el tiempo y en
el espacio, porque surgió hace aproximadamente 2000 años, este movimiento
ha vivido momentos oscuros en la historia, porque fueron perseguidos,
encarcelados y muchos de ellos perdieron su vida. Pero todas estas vicisitudes
no apagaron este movimiento más bien creció de una manera extraordinaria de
tal manera que se extendió por todo los rincones del mundo. Inclusive en el
siglo XXI está más vigente que nunca y con un excelente crecimiento, este
movimiento ha llegado a todos los estratos sociales.

Siguiendo este orden de ideas es necesario conocer el origen de este


movimiento y para ello abordaremos al autor. F. F. Bruce de su libro Hechos de
los Apóstoles en su capítulo II que nos habla sobre el pentecostalismo, del
mismo extraeremos todo lo referente al pentecostalismo.

El autor inicia explicando porque se le dio el nombre de Pentecostés, se


llamaba así porque caía en el quincuagésimo día después de la presentación
de la primera gavilla de la cosecha de cebada, es decir, el quincuagésimo día
desde el primer domingo después de pascua (Pentekostos es la palabra griega
que significa “quincuagésimo”). Entre los judíos de habla hebrea y aramea se lo
conocía como “la fiesta de las semanas”4 (Ex. 34:22a; Dt. 16:10) y también
como “el día de las primicias” (Nm. 28:26; cf. Ex. 23:16a), porque ese día se
presentaban ante Dios “las primicias de la siega del trigo” (Ex. 34:22a). En
fecha posterior se la apreció como el aniversario de la entrega de la ley en
Sinaí (deducción razonable a partir de Ex. 19:1, de acuerdo con el cual los
israelitas llegaron “al desierto de Sinaí” en la tercera luna nueva después de su
partida de Egipto, es decir, el comienzo de Siván, unos cuarenta y cuatro días
después de la primera pascua).

Dentro de este contexto el autor expresa que este evento había sido
predicho hacía muchos años atrás y que el día de pentecostés era el
cumplimiento de esta profecía. Luego viene una afirmación de tremendo
significado: “Esto es lo que se dijo por medio del profeta Joel.” Joel, como otros
profetas del Antiguo Testamento, había hablado de lo que iba a suceder en los
“últimos días”. La cita que hace Pedro de su profecía significa que esos días,
los días del cumplimiento del propósito de Dios, habían llegado. En otro lugar
Pedro nos dice cómo los profetas que predijeron la manifestación venidera de
la gracia de Dios “inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta
salvación; averiguaron qué persona y tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que
estaba en ellos cuando predecía los sufrimientos de Cristo, y las glorias
subsiguientes” (1P. 1:10s.).

Con respectó a este punto el autor Horton (1983) expresa que Pedro declaró
que lo que ellos veían y oían (2:33) era el cumplimiento de Joel 2:28-32 (Joel
3:1-5 en la biblia hebrea). Como el contexto de Joel sigue hablando sobre el
juicio por venir y el final de los tiempos, algunos creen hoy que la profecía de
Joel no se cumplió en el día de Pentecostés. Un escritor llega a decir que
Pedro no quiso decir "Esto es lo dicho", sino más bien "Esto se parece a lo
dicho". En otras palabras, el derramamiento pentecostal sólo se parecía a lo
que sucederá cuando Israel sea restaurada al final de los tiempos.

Por otro lado el autor McGhee, (2011) dice que Joel profetizo que la venida
del Espíritu Santo afectaría el habla de las personas, las cuales habrían de
profetizar acerca de las cosas que no entenderían. Pero Dios le encubrió algo a
Joel: El Señor tenía una sorpresa: Cuando llego el día de pentecostés, los que
fueron llenos del Espíritu Santo hablaron en lenguas desconocidas que nunca
habían aprendido: La multitud ese día estaba asombrada (Hch 2: 7), ¿Cómo
puede ser que haya personas capaces de hablar en idiomas que nunca han
aprendido? Ellos se preguntaban unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

De lo antes mencionado trata sobre las profecías del antiguo testamento que
se cumplieron en el día pentecostés, pero eso no queda allí porque el mismo
Jesús en (Hechos 1: 8) Profetizo que se cumpliría esta promesa, recibirían
poder después de que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos (habiendo
descendido el Espíritu Santo sobre ellos), y deberían ser sus testigos, diciendo
lo que habían visto, oído y experimentado (1 Juan 1:1). A partir de Jerusalén,
llevarían su testimonio a través de Judea y de Samaria, y hasta los confines de
la tierra.

De estas evidencias se desprende que el movimiento pentecostal tiene su


génesis en el día de pentecostés porque creen en ese acontecimiento y
aseguran que este hecho está vigente o a estado vigente desde el momento
que sucedió hasta este siglo XXI, y seguirá vigente hasta el día que Cristo
venga a buscar a su Iglesia.

Siguiendo con este orden de idea La Pentecostalidad, o principio


Pentecostal, es un concepto acuñado por Bernardo Campos (1997) y que se
refiere a que el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, se manifiesta en
la vida humana dando fuerza a los oprimidos, constituyendo una nación (el
pueblo de Dios) y también dando poder a los creyentes para comprender las
Escrituras y diversos hechos espirituales. Campos añade que
la pentecostalidad es una categoría religiosa que aparece, al menos, en toda
la historia del cristianismo, una experiencia espiritual inmediata y
transformadora; que encuentra una primera racionalización en la
predicación pública, en el discurso apologético o en la oración, esta última
como experiencia contemplativa (Campos 1992:126). Esta acción del
Espíritu Santo constituye el Principio Pentecostal y la base de la
Pentecostalidad. Entonces, la Praxis Pentecostal permite la manifestación
del Principio Pentecostal en la historia humana y la historia de las formas
religiosas con las que aparece o se manifiesta. Esta pentecostalidad,
siguiendo a Campos, sería un principio subyacente a diversas
manifestaciones históricas y posee entonces un importante poder como
ideología anti-hegemónica. El principio contrario al principio Pentecostal es
la institucionalización, la rutinización, la burocratización del carisma, lo que
finalmente tiene lugar precisamente dentro de las iglesias. La
Pentecostalidad es la unión del hombre con Dios por medio del Espíritu
Santo, lo que a su vez puede dar unidad a las iglesias cristianas y al género
humano.
La acción del Espíritu Santo, dando dignidad y poder al creyente, y
oponiéndose a toda forma de institucionalización, se expresa
fundamentalmente, en la creencia Pentecostal, según la cual la reunión de
los fieles es fundamental para el crecimiento cristiano. Y la Pentecostalidad,
como principio Pentecostal de unidad, adquiere su plenitud en la interacción
de los fieles. Una interacción en las actividades como comunidad que no
nace de la obligación sino del deseo, como lo explica Wagner: "Una de las
primeras cosas que observamos al asistir a un culto en una iglesia
Pentecostal latinoamericana es el gozo que demuestra la gente [...] Pero
puesto que para los pentecostales es un gozo y una alegría asistir a la
iglesia, no vacilan en llevar a otros" (1973:119, 120). Por ello no es de
extrañar que un componente esencial de la Pentecostalidad sea la
edificación y consagración de lugares materiales de culto. La necesidad de
vivir vinculados a la eternidad de Dios, pero habitando en la Tierra que El
creó, es indisociable con la idea de contar con un lugar donde todos los
creyentes puedan convocarse, y en esa congregación recibir todos el poder
del Espíritu Santo, que los une con Dios, por medio de Jesucristo. "El
espacio gana significado en la medida que en él se concretiza la experiencia
real del Espíritu en medio de la comunidad celebrante [...] el espacio
litúrgico se convierte en el espacio de encuentro de la comunidad creyente
con el Espíritu Santo" (Chiquete 2006:200, 201).

Otra de las creencias de La Pentecostalidad es sugiere que, cada vez que


dos o más creyentes se congregan en el nombre de Jesús, estando unánimes
y juntos, en un lugar separado, apartado, santificado para ese fin, Dios puede
permitir que la experiencia sobrenatural de su presencia a través del Espíritu
Santo, se repita (Hollenweger 1976:317-335). En consecuencia, el templo,
como lugar del culto durante el cual el evento extraordinario de la presencia de
Dios puede realizarse, es un edificio profano, común y corriente, que adquiere
el carácter de sagrado para el creyente, durante ese espacio de tiempo.
Trabajos citados
Amidon, D. (2009). Innovation strategy for the knowledge economy. Economy, 7 -10.
Campos, B. (1992). “Lo testimonial: un caso de teología oral y narrativa”. San José de
Costa Rica: In: C. Alvarez, (Ed.).
Campos, B. (1997). De la reforma protestante a la Pentecostalidad de la Iglesia.
Debate sobre el pentecostalismo en América Latina. Quito: Ediciones CLAI.
Chiquete, D. (2006). Silencio elocuente: Una interpretación teológica de la
arquitectura Pentecostal. San José/Costa Rica: Universidad Bíblica
Latinoamericana.
Hollenweger, W. (1976). El pentecostalismo: Historia y doctrinas. Buenos Aires:
Editorial La Aurora.
Horton, S. M. (1983). El libro delos hechos. Miami, Florida: Editorial Vida.
McGhee, Q. (2011). Panorama del Antiguo Testamento. Springfield, Missouri: Fe en
Accion.
¿Qué es el Pentecostalismo? ¿Qué creen
los Pentecostales? Por Roger E. Olson

Estas preguntas: “¿Qué es el pentecostalismo?” Y “¿Qué creen los


pentecostales acerca de …?” A menudo son consultadas a mí y otros. En
mi caso, es porque soy un teólogo evangélico protestante e historiador de
la iglesia con raíces pentecostales. Ya no me considero pentecostal; He
sido sin excusas bautista la mayor parte de mi vida. Sin embargo, cada
vez qué, me siento “cómodo cómo en mi propia piel”, por así decirlo, me
he abierto a mis alumnos y a otras personas sobre mis raíces
pentecostales y el hecho de que no me avergüenzo de ellas. Y, a pesar de
que abandoné el pentecostalismo hace muchos años, he mantenido un
animado interés en el pentecostalismo como movimiento y como ethos
teológico espiritual.

En resumen, el movimiento pentecostal moderno comenzó en la primera


década del siglo XX a pesar de que tenía raíces más antiguas. Sus raíces
han sido exploradas por muchos, por ejemplo, por el erudito wesleyano
Donald Dayton y miembros de la Sociedad de Estudios Pentecostales.
Podría recomendar numerosos libros sobre historia y teología
pentecostal, pero mencionaré aquí solo dos. Una enciclopedia virtual de
la historia y la teología pentecostal es El siglo del Espíritu Santo: 100
años de renuevo pentecostal y carismático del erudito pentecostal Vinson
Synan (Thomas Nelson, 2001).
Un libro fascinante e incluso apasionante sobre el pentecostalismo
mundial de un erudito no pentecostal es Fire from Heaven: The Rise of
Pentecostal Spirituality and the Reshaping of Religion in the Twenty-
first Century by Harvey Cox (Addison-Wesley, 1995).

La mayoría de los eruditos del pentecostalismo datan su comienzo


moderno ya sea en 1901 o 1906. En 1901, un evangelista de santidad y
fundador del Instituto Bíblico en Kansas comenzó a enseñar y predicar
que todo los dones del Espíritu Santo mencionados en el Nuevo
Testamento, incluido el hablar en lenguas (“glosolalia”), son para los
cristianos de hoy. Charles Parham también enseñó que hablar en lenguas
es la “evidencia física inicial” de la “llenura del Espíritu Santo”, una
“segunda bendición” como fue ampliamente conocida y que se recibía
después de la conversión. En 1906, estalló un avivamiento en una misión
de santidad en la calle Azusa en Los Ángeles. El líder de ese
avivamiento fue el evangelista afroamericano William Seymour. Al
igual que Parham, Seymour enseñó la doctrina del don de hablar en
lenguas y otros dones sobrenaturales del Espíritu Santo como signos de
un “derramamiento del Espíritu Santo” de los “últimos tiempos”(“antes
del regreso de Cristo”).

Para abreviar, numerosas iglesias y ministerios de santidad ya existían en


todo el mundo y adoptaron el nuevo énfasis pentecostal sobre la
relevancia y  la importancia de los dones espirituales del Nuevo
Testamento, incluida la profecía y el hablar en lenguas. La mayoría de
estas iglesias (y algunas otras incluso algunos pietistas escandinavos) ya
creían y habían experimentado la llamada “segunda bendición” de la
llenura del Espíritu Santo y la sanidad divina.

Durante la primera mitad del siglo XX, el pentecostalismo siguió siendo


un submovimiento dentro del fundamentalismo y el resurgimiento
estadounidense, pero generó numerosas denominaciones nuevas, entre
las que se incluyen las Asambleas de Dios. (La Iglesia de Dios
predominantemente afroamericana en Cristo ya existía como una
denominación de santidad y adoptó el pentecostalismo, por lo que afirma
ser la más antigua de todas las denominaciones pentecostales). Hoy en
día, en 2016 (cuándo se escribe este artículo), hay cerca de veinticinco
principales denominaciones pentecostales en el Estados Unidos y
muchos más en todo el mundo. Algunos estudiosos afirman que es la
denominación del cristianismo de más rápido crecimiento, especialmente
en el “Globo Sur”, en Sudamérica, África y Asia. Algunas estimaciones
afirman que hay alrededor de 100 millones de pentecostales en el
mundo. Pero, por supuesto, mucho depende de cómo se defina el
“pentecostalismo”.

Hay dos enfoques principales para definir el “pentecostalismo”: amplio y


estrecho. La definición estrecha se centra en la doctrina distintiva del
pentecostalismo clásico derivada de la posición marcada por el hablar en
lenguas en la primera década del siglo XX. Según ese enfoque, el
“pentecostalismo” es la creencia de que hablar en lenguas es la evidencia
física inicial de la llenura del Espíritu Santo que es posterior a la
conversión . Casi todos los que creen esta postura resultan ser
conservadores, evangélicos, protestantes en la tradición pietista
revivalista.

El segundo enfoque principal para definir el “pentecostalismo”, el


amplio , incluye en esa categoría a todos los cristianos que creen y
practican los “dones de enunciación” sobrenaturales, como hablar en
lenguas y profecías, ya sea que se adhieran o no a la doctrina distintiva
de el pentecostalismo clásico sobre hablar en lenguas como la “evidencia
inicial” de la llenura del Espíritu Santo. Esto incluye a millones de los
llamados cristianos “neopentecostales” y “carismáticos”, un movimiento
de renovación espiritual muy amplio y diverso que comenzó en la
década de 1960 y que en un principio fue rechazado por los
pentecostales clásicos.

Nadie sabe cuántos pentecostales de las categorías estrecho o amplia


viven en los Estados Unidos o en el mundo. Como dije antes, algunos
eruditos estiman que hay alrededor de 100 millones de “pentecostales”
en el mundo, pero pueden estar usando la definición amplia. Mi propia
estimación sobre los EE. UU. Es que puede haber entre cinco y diez
millones de pentecostales en la definición estrecha, pero ni siquiera me
atrevería a adivinar cuántos hay en la definición amplia . No hay forma
de contarlos porque incluyen a muchas personas que hablan en lenguas
en voz baja como su “lenguaje privado de oración” dentro de sus
llamadas iglesias “principales”.

Para que esto no se convierta en un libro, me gustaría centrarme ahora en


la única doctrina y práctica que la mayoría de las personas asocian con el
pentecostalismo: hablar en lenguas.
Primero, quiero dejar a los sociólogos la preocupación con respecto al
hablar en lenguas, “glosolalia” dentro del Cristianismo. Mi única
preocupación aquí es con lo que los pentecostales creen acerca de hablar
en lenguas.

Segundo, admito que los pentecostales son algo diversos en su teología,


así que trataré aquí con un “tipo ideal” que mi propia experiencia y
estudio me lleva a creer que es la creencia mayoritaria pentecostal sobre
hablar en lenguas, especialmente entre los pentecostales en el sentido
estrecho (a saber, el pentecostalismo clásico como las Asambleas de
Dios y la Iglesia de Dios en Cristo).

Tercero, absolutamente esencial para entender la creencia pentecostal


sobre hablar en lenguas es la distinción de los pentecostales entre dos
tipos de ella. El habla en otras lenguas es un lenguaje humano
desconocido para el hablante, pero que posiblemente alguien más pueda
entender. Esto es lo que se manifestó en Pentecostés y se informó en
Hechos 2. El lenguaje en otras lenguas es “lenguaje celestial”, “lenguas
de ángeles”, “gemidos que no pueden ser pronunciados”. Esto no es un
inteligible (para los humanos) discurso. Es el Espíritu Santo orando a
través de una persona a Dios. Algunos lo llaman “lenguaje de oración”.
Los pentecostales basan esta distinción en una armonización de Hechos
y 1 Corintios 12 y 14, así como de sus propias experiencias.

Cuarto, absolutamente esencial para entender la creencia pentecostal


sobre hablar en lenguas es otra distinción común entre los pentecostales.
Para algunos hablar en lenguas es para la edificación de la iglesia
reunida, ya sea en un servicio de adoración tradicional o en un grupo
pequeño . Este evento de hablar en lenguas siempre debe interpretarse en
el lenguaje común de las personas reunidas . Cuando sucede, los
pentecostales esperan que alguien con el don de interpretación de
lenguas brinde la interpretación (no la traducción) en el idioma de las
personas reunidas. Esto es apenas distinguible, en términos de propósito,
de la profecía (en la teología pentecostal). La profecía es lo mismo sin
hablar en lenguas, aunque también puede ocurrir un mensaje profético
entre individuos, uno que le da al otro un “mensaje del Señor”. Los
pentecostales clásicos siempre han enfatizado, en el mejor de los casos,
que estos mensajes deben ser sometidos para discernimiento para
comprobar si su contenido es verdaderamente de Dios.
Para algunos hablar en lenguas es simplemente para la edificación del
individuo y un don divino para la oración cuando el individuo no sabe
por qué orar. Esta clase de hablar en lenguas es un tipo de “lenguaje de
oración” y es otorgado por Dios en el momento de la experiencia de la
persona ya salvada cuando es lleno del Espíritu Santo, cuyo propósito es
una “investidura de poder” para una vida santa y servicio sobrenatural a
Dios. Es la “evidencia física inicial” de la llenura del Espíritu. Después
de eso, la persona llena del Espíritu puede hablar en lenguas con
frecuencia o solo ocasionalmente, pero tiene ese don. Sin embargo, él o
ella no puede tener el don de hablar en público en lenguas para la
edificación del pueblo de Dios reunido. Ese es un tipo diferente de
hablar en lenguas.

Ahora bien, hay más que se podría decir sobre el pentecostalismo, por
supuesto, pero para explicarlo completamente uno tendría que escribir un
libro. Escribí esto principalmente para los estudiantes que me preguntan
sobre el pentecostalismo y especialmente sobre hablar en lenguas.

Como nota a pie de página aquí, permítanme explicar brevemente el tipo


de pentecostalismo en el que crecí y en el cual, creo, se encontraba la
“corriente principal”, el pentecostalismo clásico. (Más tarde, como un
adulto joven, también me involucré brevemente con el movimiento
carismático, neopentecostalismo, pero me quedé atrás cuando me
convertí en Bautista. Sin embargo, sigo siendo un “continuista”, lo que
significa que no soy cesacionista con respecto a los dones del Espíritu
Santo.)

En el pentecostalismo que experimenté como niño y joven, hablar en


lenguas no se permitía en la adoración pública de la iglesia amenos que
alguien simplemente fuera “vencido” con un mensaje y hablara en
lenguas, sin interrumpir (por lo que generalmente se permitía tiempo
para que suceda), en cuyo caso se esperaba que esa persona u otra
persona en la congregación entregara la interpretación. En reuniones de
oración sin embargo, todos podían hablar en lenguas al mismo tiempo,
ejercitando sus idiomas de oración a Dios. La mayoría de las veces, de
todos modos, no había lenguas hablando en los servicios de adoración
del domingo por la mañana. Hablar en lenguas era común en los
servicios del domingo por la noche, especialmente durante el “servicio
de altar” posterior a la adoración, donde las personas se congregaban en
el frente del santuario para orar juntas. También hubo siempre una “sala
de oración” en algún lugar del edificio de la iglesia donde la gente se
reunía antes del servicio del domingo por la tarde y, a menudo después
de él para orar. A menudo oraban por y con un compañero pentecostal
que estaba “esperando por la llenura del Espíritu Santo”. Nuestros
servicios de adoración del domingo por la mañana eran un poco
diferentes de cualquier servicio de adoración de domingo de tipo
santidad. No estaba exactamente escrito, pero el pastor tenía ciertos
himnos ya seleccionados y un sermón preparado. La adoración del
domingo por la noche estaba mucho menos guionizada e incluía “un
tiempo de testimonio” donde las personas podían hablar a la
congregación sobre lo que Dios estaba “haciendo en sus vidas” o dar una
breve “exhortación”. El miércoles por la noche era una reunión para
estudiar la Biblia y orar el pastor a menudo llamaba a las personas a orar
por “peticiones de oración” de la gente. Esto fue totalmente sin guión,
excepto que el estudio de la Biblia en sí mismo pudo haber sido algo
preparado.

También en el pentecostalismo que crecí, todos los pentecostales tenían


ocasiones (quizás dos veces al año) de “avivamientos prolongados” que
significaban culto todas las noches durante al menos una semana. Pero
los pentecostales no estaban solos en esta costumbre; nuestros primos
espirituales, los nazarenos, por ejemplo, también lo hacían y mi familia a
menudo los visitaba. La principal diferencia fue que los nazarenos no
hablaban en lenguas. Cuando era un niño (1950) y antes, sin embargo,
creían en la sanidad divina sobrenatural de los enfermos (no como
garantizada sino como una posibilidad mediante la oración) y una
adoración muy emotiva especialmente en reuniones de avivamiento que
a veces incluían “correr” (individuos sintiéndose especialmente
“bendecidos” corriendo por los pasillos de la iglesia o el “Tabernáculo”
al aire libre o en una carpa y algunas veces gritando “¡Alabado sea Dios!
¡Aleluya!” mientras corrían). sentíamos un verdadero parentesco con los
nazarenos entonces y siempre me pregunté por qué me decían que
realmente no podían ser “llenos del Espíritu” porque no hablaban en
lenguas. ¡Ciertamente me parecieron llenos del Espíritu!

Diré esto sobre crecer en el pentecostalismo clásico: fue interesante. Mi


hermano y yo nunca nos resistimos a ir a la iglesia porque nunca
sabíamos lo que iba a suceder, especialmente los domingos por la noche
y durante las “reuniones de avivamiento”. Hablamos entre nosotros
sobre si “la hermana Jones” podría “danzar en el Espíritu” esa noche
durante la adoración. Sucedia a veces y nadie prestaba ninguna atención
especial. De hecho, mi bisabuela, que siempre fue muy pentecostal
danzaba (parecía más como una especie de “arrastrar los pies” extático)
cuando asistía a nuestra iglesia los domingos por la noche. Durante una
canción o durante un momento de “oración y alabanza” entre canciones
(por ejemplo), ella se paraba y bailaba un poco con sus brazos
levantados en el aire y su cara mirando hacia abajo y se notaba que
estaba en una especie de estado extático. Pero, en su mayor parte,
algunas personas lo notaron pero no interrumpieron nada ni le prestaron
especial atención (a excepción de mi hermano y yo, y tal vez algunos de
los otros niños y jóvenes). De hecho, eso pudo deberse a que la mayoría
de los feligreses tenían los ojos cerrados, la cara vuelta hacia el cielo,
levantaban las manos y cantaban y oraban. Eso era el domingo por la
tarde en nuestra iglesia pentecostal que también incluía mucho de la
música enérgica y la predicación siempre terminando con un “llamado al
altar” o en la sala de oración para orar por salvación, la sanidad o la
llenura del Espíritu Santo. Nuestros servicios de la tarde del domingo
fueron atendidos mejor que los servicios de los domingos por la mañana
y duraban más. Cuando era niño, siempre traía una almohada a la iglesia
el domingo por la noche y dormía en un banco de atrás ya que la oración
posterior al servicio continuaba hasta la medianoche. Más de una vez,
familias numerosas dejaban a uno de sus hijos en la iglesia cuando
regresaban a casa después del culto del domingo por la noche. El niño
siempre estaba durmiendo en un banco, como yo, y simplemente no se
daban cuenta de que no estaba en el automóvil. (Por lo general, estas
eran familias numerosas, nunca nos sucedió a mí ni a mi hermano, ya
que éramos los únicos hijos de nuestros padres y, por lo tanto, no es fácil
perderlo) Mi padre, el pastor de la iglesia, recibía una llamada en casa
aproximadamente una hora y tenía que regresar a la iglesia para abrir la
puerta a los angustiados padres y dejar que recuperarán a su niño que
todavía dormía.

El pentecostalismo ha cambiado mucho a lo largo de los años. Nosotros,


en la década de 1950 y antes, éramos lo que un erudito llamaba “los
desheredados”. Casi todos éramos pobres y carecíamos de educación
superior (excepto cierta educación universitaria bíblica para aquellos que
se convirtieron en pastores). Se consideraba (y predicaba que) el
“consumo conspicuo” (materialismo) era un pecado y que la renta
disponible siempre ha de ser “dado a las misiones.” Sabíamos que
algunas iglesias pentecostales se ajustaban al estereotipo de la emoción
excesiva que consideramos manipulada y artificial. Tales iglesias
pentecostales fueron etiquetadas (por nosotros) como “Reinado de los
Últimos”, un movimiento que surgió entre los pentecostales
norteamericanos en los años 1940 y 1950 y trajo consigo
“manifestaciones” como dientes podridos llenos de oro (en respuesta a la
oración de un evangelista) y creencias tales como “los hijos manifiestos
de Dios” que se creía eran apóstoles modernos con poderes
sobrenaturales (por ejemplo) transportados a través del tiempo y el
espacio por Dios. Los consideramos nuestros “primos locos”, como los
manipuladores de serpientes en los Montes Apalaches.

Éramos muy conscientes de que otros cristianos evangélicos (y


ciertamente nos consideramos evangélicos en el sentido histórico-
teológico [en oposición al sentido político contemporáneo]) fueron
“salvos”. Cuando murieran irían al cielo. Pero pensábamos que “tenían
una forma de piedad pero carecían de poder”.

Me preguntarán por qué dejé el pentecostalismo. Bueno, finalmente me


tocó asistir a un seminario baptista pietista, evangélico (pero no
fundamentalista) y darme cuenta de que muchos de ellos eran
definitivamente llenos del Espíritu aunque no hablaban en lenguas.
Empecé a preguntarme sobre eso incluso como un niño con respecto a
nuestros amigos nazarenos. Llegué a no creer en la doctrina pentecostal
clásica de hablar en lenguas como la necesaria “Evidencia física inicial”
de la llenura del Espíritu Santo. Fui el primer “muchacho pentecostal” en
mi medio pentecostal para ir al seminario. Eso, según me dijeron mis
mentores espirituales, era una pérdida de tiempo. Después de Bible
College, se suponía que debía ir directamente al ministerio. El seminario
era llamado “cementerio” por mis mentores pentecostales. era donde el
verdadero cristianismo moría. Luego, cuando dejé saber que ya no creía
que una persona tuviera que Hablar en lenguas para ser llenos del
Espíritu Santo Fui “invitado” a abandonar mi denominación pentecostal
y cuando me acerqué a otros para su posible admisión, sus puertas se
cerraron firmemente en mi cara (en, las Asambleas de Dios). También
estaba mi conciencia de que el antiintelectualismo era parte del ADN del
pentecostalismo. Los eruditos pentecostales a quienes admiraba casi
todos abandonaron sus confesiones pentecostales porque se sentían
marginados por la sospecha de que su erudición fue un “viaje de
cabecera” que hizo que sus corazones se enfriaran.

Hoy ha cambiado mucho entre algunos Pentecostales, especialmente


dentro de denominaciones clásicas como la Iglesia de Dios (Cleveland,
Tennessee) y las Asambleas de Dios. La denominación en la que crecí
cambió su Declaración de Fe hace unos años, por lo que ya no dice que
hablar en lenguas es necesario para estar lleno del Espíritu. Hay muchos
maravillosos eruditos pentecostales de estudios bíblicos y teología
incrustados dentro del pentecostalismo, pero los cambios llegaron
demasiado tarde para mí. Me encanta ser un bautista evangélico,
moderado (no fundamentalista). Lo único que extraño del
Pentecostalismo (lo que llamábamos “Evangelio Completo”), es la
enseñanza energética, el entusiasmo, la pasión especialmente en el canto.
En mi experiencia, los bautistas simplemente no saben cómo hacerlo
(con la posible excepción de los bautistas afroamericanos). También
extraño escuchar a mis queridos hermanos cristianos (ahora en su
mayoría bautistas en mi contexto) decir cosas como “Sabes, estuve
orando el otro día y Dios me habló y me dijo …”. No he escuchado eso
desde que dejé el pentecostalismo. Creo que Dios todavía habla a las
personas hoy en día, no con nuevas doctrinas o cualquier cosa que
contradiga las Escrituras, pero con palabras claras de aliento, convicción,
guía y consuelo. Encuentro que los Bautistas con los que me asocio
creen eso pero rara vez, si alguna vez, se habla de ello . No sé por qué.
Existe entre nosotros un miedo profundo al “fanatismo” que nos aleja de
cualquier tipo de “entusiasmo” religioso. Lamento eso.

Roger E. Olson (nacido en 1952) Doctorado en Estudios Religioso


es profesor de Teología en George W. Truett Theological Seminary,
Baylor University, Waco, Texas, Estados Unidos

Fuente: http://www.patheos.com/blogs/rogereolson/2016/10/what-is-
pentecostalism-what-do-pentecostals-believe/
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