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La 

certeza es la conciencia de saber que conocemos la verdad. En este


sentido, como certeza denominamos el conocimiento seguro y claro que se
tiene de algo y que no deja lugar a dudas. 
La certeza, en este sentido, no se limita a la idea de que sabemos la verdad,
sino que se refiere al estado de conocimiento según el cual estamos
conscientes de que poseemos la verdad.

De allí que tener certeza de algo es saberlo con convicción, con


seguridad e, incluso, con evidencia de que lo que se sabe es, efectivamente,
verdadero. Así, la certeza también se asocia a la confianza que se tiene en
la información que se maneja.

Existen varias categorías o tipos de certeza:

1. La certeza metafísica o absoluta. Es la firme aceptación del juicio elaborado por nuestra
inteligencia basado en las esencias o naturaleza de las cosas. Es absoluta porque excluye lo
contrario como imposible. El motivo o razón del asentimiento viene determinado por la propia
esencia del objeto según es aprehendida por el intelecto. Ejemplos de certezas
fundamentales, por lo tanto, son creencias como que se debe evitar la
crueldad, que podemos llegar a conocer como son por lo menos algunas
cosas, que las cosas cambian, etc. Dentro de estas, podemos identificar tres
grandes tipos: Normas: Hay que evitar la crueldad, no hay que desperdiciar
recursos limitados, etc. Confianzas: Sé quien soy, el mundo externo existe,
etc. Necesidades: Nada es completamente rojo y azul en su superficie, todo
es idéntico a sí mismo, etc.

¿Cuáles son nuestras certezas absolutas?


Ejemplos: «Los perros son animales que ladran», «las plantas tienen vida»,
«las estrellas son astros con luz propia», «la televisión es un aparato que
sirve para ver programas». Contamos, finalmente, con los juicios inmediatos
de la experiencia: la enunciación de lo que se experimenta actualmente:
«Está lloviendo», «estoy feliz», «este libro es interesante»,
«escribimos», «este salón tiene muchas sillas».

2. - Certeza física  es la fundamentada en el conocimiento de las leyes naturales, que deben


cumplirse necesariamente. Y como el conocimiento de las leyes naturales es en cierto grado
hipotético, este tipo de certeza ya no es absolutamente evidente. Mi intelecto podría equivocarse,
por más que esta probabilidad pueda ser remota. Eso no ocurre en la certeza metafísica en la que
mi intelecto no puede equivocarse. Mientras que en las certezas metafísicas nunca
se equivoca mi intelecto (siempre sé lo que es, por ejemplo, un papel y la
naturaleza del mismo es invariable), en las físicas mi intelecto podría
equivocarse, aunque sea ésta una posibilidad muy remota. Ejemplo: sé que
el papel, siendo ligero, cae con cierta lentitud al suelo, debido a la fuerza de
la gravedad. Ahora bien, podría resultar que en una ocasión cayera más
rápidamente o se mantuviera por un tiempo en el aire, porque intervienen
factores imprevistos o caóticos. Mi predicción, en tal caso, fallaría.
3. 3.- Certeza moral es la basada en el conocimiento de las leyes morales por las que se regula
el comportamiento humano. Dado que se está fundamentando el asentimiento sobre la actuación
de personas libres, lo opuesto a nuestro juicio o asentimiento no queda excluido. Son
convicciones basadas en el conocimiento experimental de las leyes por las que se rige el
comportamiento ordinario del ser humano. Estas certezas morales nos permiten la convivencia
social.
Las leyes morales sobre el comportamiento humano no deben confundirse
con las leyes morales naturales, que se refieren al actuar ético. Estas últimas
(por ejemplo: «matar a un inocente es siempre un mal»), son invariables, y
resultan, por tanto, absolutamente ciertas para la conciencia.
Estas certezas morales hacen vivible nuestra vida: me fío de que el policía de
enfrente no es un farsante vestido como tal, me fío de que la coca-cola del
supermercado es coca-cola y no una estafa o un producto mortal, me fío de
lo que me cuentan mis amigos, me fío de los relatos o historias de los
periódicos, etc.
Asimismo la certeza se divide en certeza natural (llamada también directa, o
espontánea) y certeza filosófica.

La certeza natural es aquella que pertenece al ”sentido común”, o acción


espontánea del juicio. Esta certeza pertenece principalmente a la verdad evidente
por sí misma y a las verdades necesarias para la conducta de vida, por ejemplo
la existencia de otros seres además de nosotros, los deberes que existen entre
esposo y esposa, padres e hijos. A estas y otras verdades la mente viene con
certeza, sin ningún tipo de educación especial, en el curso ordinario de la vida en
la sociedad humana.

Certeza filosófica (o científica) es la que resulta de un proceso de reflexión, tras


un análisis de la evidencia a favor y en contra de nuestras convicciones, una
percepción de las razones que las apoyan y de las objeciones que se pueden
presentar contra ellas, junto con un examen de los poderes y los límites de
la inteligencia humana.

¿Qué es el conocimiento? El conocimiento es un conjunto de


representaciones abstractas que se almacenan mediante la
experiencia, la adquisición de conocimientos o a través de la
observación. La definición de conocimiento se refiere a la posesión
de datos sobre algún tema en específico o en general, o dicho de
otra forma, es el conjunto de nociones que se tengan sobre
algún tópico. Esto implica saber o conocer hechos específicos o
información sobre el tema, mediante varios recursos: la experiencia,
la data ya existente al respecto, la comprensión teórica y práctica, la
educación, entre otros.

Conocimiento científico: Representa el cúmulo de


sapiencias obtenidas gracias al análisis, observación y
experimentación de fenómenos o hechos, para lo cual se
ampara de estrictos procedimientos que arrojan la información
y las conclusiones llenas de validez y objetividad. Puede
decirse por ello que este tipo de conocimiento está íntimamente
relacionado a la verdad en sí misma.
Conocimiento empírico: El conocimiento
empírico toma como base la experiencia o vivencias propias de
hechos determinados del entorno del individuo que lo está
adquiriendo.

En este proceso el individuo tiene relación directa o por medio de


alguna herramienta con el objeto del conocimiento, pero su vivencia
será directa, en el que recopilará información obtenida por
exposiciones del medio donde se desenvuelve, a modo de
manifestaciones tangibles.

Debe aclararse que el conocimiento empírico está sujeto al hecho


que el ser humano no está solo, sino que se rige bajo una
comunidad, y que las creencias colectivas también influyen en la
forma en la que el individuo percibe y experimenta lo nuevo que se
está aprendiendo.

Conocimiento filosófico: El conocimiento filosófico


establece que la fuente de conocimiento se obtiene mediante la
documentación, el razonamiento ordenado y metódico sobre la
condición humana. El conocimiento en este tipo se alcanza
mediante el razonamiento de carácter filosófico, con métodos de
reflexión, crítico y deductivos, propios de la filosofía, que estudia
planteamientos existenciales y cognitivos.

Conocimiento intuitivo: El tipo de conocimiento


intuitivo se refiere a la obtención de conocimiento mediante
procesos que involucran a la razón y la consciencia,
exceptuando al análisis previo. La intuición es la herramienta
primordial en el conocimiento intuitivo, que es el conocimiento
inconsciente de una persona.

Conocimiento lógico: El conocimiento lógico tiene


su fundamento en el entendimiento de las ideas con coherencia,
que se unen entre sí para generar un análisis concluyente, y
como su nombre lo indica, la lógica, deducción y comparación
son elementos claves para el mismo.

 La lógica establece que si para que la situación B sea real, es


necesario que se cumpla la condición A; quiere decir que si A
sucede, entonces B también lo hará.
Criterios de la verdad:

El criterio de correspondencia o de adecuación afirma que una


proposición es verdadera si se corresponde con los hechos o se
adecúa a ellos. Así, la proposición "Llueve" será verdadera si,
efectivamente, llueve en el momento en que se profiere; la
proposición "Dios existe" será verdadera si Dios existe, etc. El
criterio de correspondencia presenta graves limitaciones, ya que sólo
puede aplicarse a proposiciones que traten sobre hechos, y los
hechos son del modo como se describen en las proposiciones
verdaderas. Por lógica, no puede hablarse de los hechos sin utilizar
enunciados verdaderos, y no puede construirse un enunciado
verdadero sin establecer cómo son los hechos.

El criterio de coherencia afirma que una proposición es verdadera


si es coherente con el resto de las proposiciones del sistema del que
forma parte. Así, la proposición " 3 + 5 = 8 " es verdadera en la
medida que es coherente con las reglas de la matemática elemental.
Sin embargo, este criterio no permite establecer la verdad de las
reglas del sistema y, por tanto, sólo puede aplicarse a los elementos
de un sistema de reglas previamente establecido. 

El criterio de evidencia afirma que una proposición es verdadera si


es evidente, es decir, si se presenta con tanta claridad y distinción a
nuestras mentes que éstas no pueden por menos que aceptarla. Por
ejemplo, la proposición "Ahora estoy leyendo" es verdadera ya que,
para cualquier lector de la frase, la proposición es evidente. Como es
obvio, ciertas ideas son evidentes para determinadas personas
(depende de sus creencias y de sus conocimientos). Así, "Dios existe" es
evidente para muchos creyentes, o "Los humanos pertenecen a la misma
especie" es evidente para todo aquél que sabe algo sobre los seres humanos
y la noción de especie. 

El criterio de utilidad establece que una proposición es verdadera si resulta


útil o funciona en la práctica. Así, la proposición "En verano hace calor" es
verdadera si constituye una buena guía para la acción, esto es, si resulta útil
para cualquier persona que la considere verdadera. Hay que entender el
criterio de utilidad como una apelación a comprobar en la práctica la verdad
de las proposiciones. Si sucede tal y como la proposición indica, entonces es
verdadera. Así pues, según la teoría de la utilidad, sólo podremos establecer
la verdad de una proposición cuando la comprobamos en la práctica. La
comprobación de una proposición está sujeta a ciertas limitaciones: primero
ha de ser verificable.

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