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El discurso religioso ilustrado del jurista Manuel Lorenzo de Vidaurre

REDACCIÓN EL CUERPO

2. El discurso ilustrado religioso en España

Presentación
El primer punto por desarrollar en esta investigación busca conocer el discurso ilustrado

de la idea
religioso español, es decir qué ideas tenían los ilustrados españoles en torno a la Iglesia, y con ello

a la jerarquía, los sacerdotes y demás.

Las relaciones entre el Estado español y la Iglesia tuvieron un cambio vertiginoso, a raíz

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del advenimiento de la dinastía de los Borbones tras la coronación de Felipe V como rey de España.

Richard Herr, sostiene que los borbones orientaron sus objetivos eclesiásticos a lograr un acuerdo

con Roma. El ejemplo más claro lo constituye el Concordato de 1753, mediante el cual el rey se

reservaba el derecho de nombramiento de las autoridades eclesiásticas y las rentas que recibía

antes el Papa. Este último, además, renunciaba al privilegio que le eximia de contribución a las

tierras de la Iglesia. (1988, p. 11)

A partir de cita podemos ver que el cambio que promovió la dinastía de los Borbones

consiste en establecer vínculos estables con la Iglesia de Roma. Entre las principales decisiones

que se tomó para estabilizar la situación Estado – Iglesia, está dejar en manos del rey la elección

de las autoridades eclesiásticas, esto constituye el nombramiento de obispos, beneficios

eclesiásticos que dependía exclusivamente del monarca.

Es con Carlos III, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, que la política borbónica en
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materia eclesiástica experimentaría un nuevo ajuste al buscar subordinar la Iglesia al Estado. Las

diferentes medidas dictadas contra el clero secular y regular “tuvieron por finalidad otorgar al

estado un mayor campo de acción y poder de control sobre el cuerpo eclesiástico.” (Guibovich

1993, p. 2). Así, podemos resumir la política de Carlos III en cuatro objetivos principales: control
del Estado sobre la Iglesia, mejorar la disciplina de las órdenes, mejorar la calidad del Alto Clero

y depurar las manifestaciones externas de la religiosidad.

Junto a esta política real, un pequeño sector de la población empezó a reflexionar a la luz

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de las ideas procedentes de Francia, dando lugar a una serie de críticas respecto a la Iglesia como

institución, mas no al dogma católico. Como lo menciona Herr, ni la fe ni el dogma católico corrían

peligro; ya que los escritos irreligiosos de los filósofos franceses no llegaron a despertar interés

entre los españoles. Un ejemplo de esto lo constituye la obra de Voltaire, ya que, si bien en círculos

españoles se admiraba su poesía, no ocurría lo mismo con sus ataques a la religión y argumentos

respecto a las inconsistencias de los dogmas sagrados. Tales ideas ni gustaban ni interesaban a los

españoles (1988, p 70).

Es decir, el impacto del pensamiento francés sobre la Iglesia no había repercutido en la fe

de los españoles, pero sí se aceptaba la crítica que desde los francos se hacía sobre la institución

eclesial. Se juzgaba la actitud que toman las autoridades y el clero, no se consideraba en esta crítica

la fe católica.

Este pequeño grupo de ilustrados españoles eran también hombres creyentes y, en algunos
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casos, podían ser calificados de creyentes irreductibles. Ello lleva a autores como Sarrailh a

afirmar: "nosotros no creemos que en la España de la segunda mitad del siglo XVIII haya habido
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hombres que después de madura reflexión, negaran la existencia de Dios” (1957, p. 615).

Las críticas de este sector ilustrado iban dirigidas particularmente contra la riqueza de la

institución eclesiástica, en particular por la gran extensión de tierras baldías que poseían, la

opulenta decoración de las iglesias y la situación fiscal privilegiada que tenían, pues todo ello

generaba que los impuestos no estuviesen distribuidos equitativamente.


forma de comentario
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A la par, se criticaba que el número excesivo de religiosos alejaba del trabajo útil a los

jóvenes, constituyendo un peso para el Estado. Así Pedro de Campomanes 1 calificaba a los

religiosos como "raza parásita y dañosa" (Sarrailh 1957, p. 647).

Sin embargo, la aguda crítica ilustrada no se quedaba en lo económico, también se dirigía


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al nivel cultural del clero y a las consecuencias que esto traía. Al respecto Herr señala que “[...] se

acusaba a muchos hijos de labradores y de artesanos de engrosar las filas de la Iglesia con el mero

propósito de alcanzar el prestigio social de ser clérigo [...].” (Herr, 1988, p. 26).

Así, se entiende la razón de la poca instrucción que recibían los religiosos, esta estaba

limitada a la filosofía escolástica. Unido a esto, se puede ver como los ilustrados criticaban la falta

de vocación de muchos de los curas y frailes. Para los ilustrados el bajo nivel de instrucción de los

curas traía como consecuencia que la religión se nutriera de supersticiones; por ello, se criticaban

las procesiones y el culto a los santos (imágenes) y reliquias por convertirse en una suerte de piedad

tonta y grosera.

comentario + cita textual corta


Una última crítica contra los religiosos, aunque no tan común como las anteriores, era la

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cuestión del celibato. Bajo la idea de que el aumento de la población contribuiría a la prosperidad

de España (es importante recordar que se criticaba el número excesivo de religiosos que distraía

del trabajo a los jóvenes españoles) se cuestiona que muchos jóvenes dejasen de formar una familia

por abrazar el sacerdocio. Sarrailh afirma al respecto que “una manera de atacar el celibato

eclesiástico consistía en celebrar las alegrías y los encantos del matrimonio.” (1957, p. 647).

1
Pedro de Campomanes fue uno de los representantes del pensamiento ilustrado español. En 1760 fue nombrado
ministro de Hacienda de España. Respecto a la situación de la Iglesia, escribió Tratado de la regalía de la amortización
(1765), en donde señala lo perjuicios que causan a la economía española la propiedad inmobiliaria de la iglesia.
Como se ha podido observar las relaciones Estado – Iglesia fue muy complicada pues se

Síntesis del argumento


generaron duras críticas en torno a los vínculos políticos, a la posición del clero en relación con el

estado, a la moral de aquel y algunos puntos propios de las actitudes eclesiales, todo ello sin afectar

la fe católica. También, es importante señalar que, además de agudas críticas, los ilustrados

proponían una reforma que concordase con las ciencias modernas y la nueva filosofía. Se pedía un

retomo a la Iglesia Primitiva, teniendo como base una vuelta a la Biblia (Ley del Evangelio), donde

reinara la humildad, la caridad y la fraternidad.

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