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NÚCLEO MONAGAS
ESCUELA DE CIENCIAS SOLIALES Y ADMINISTRATIVA
CONTADURÌA PÚBLICA
MATURÍN ESTADO MONAGAS
Bachiller:
Criscelis Pacedo
C.I: 26.650.806
TRIBUTO III
Por lo general casi nunca se piensa en la muerte (sus razones hay) ni en los
efectos económicos que implicaran a los que nos sucedan. Como es sabido
cuando una persona fallece deja un conjunto de bienes, derechos y obligaciones
que no se extinguen, sino que pasan a una u otras personas. Por ello; a través del
tiempo se han creado normas destinadas a regular este tipo de situación y a
determinar los efectos que produce la muerte de un titular.
Según el Código Civil (1982), nos indica en su artículo 19, que una persona
jurídica “son aquellos capaces de obligaciones y derechos, los cuales pueden ser
la Nación y entidades que la conforman, las iglesias, las universidades, todo ser o
cuerpos morales de carácter público; las asociaciones, corporaciones y
fundaciones lícitas”. En efecto, este artículo hace una enumeración limitativa de
las personas morales sin incluir en ella las sucesiones. Por lo tanto, formalmente
la sucesión no tiene personalidad jurídica, ya que la misma no cumple con estas
características expresadas en la ley.
En resumen, las sucesiones no son personas jurídicas, la sucesión es una
institución legal que tiene como finalidad la liquidación del patrimonio de una
persona que fallece, por ello no pueden contratar ni obligarse, es decir que en
este caso los derechos y obligaciones los poseen son los herederos y legatarios,
resultaría impropio e inconveniente decir que la sucesión, compra, vende o se
obliga.
Cabe destacar que, el testamento se rige por normas que están en el Código
Civil. Y además, la materia de otorgamiento de testamento, es competencia de los
registradores o notarios. Por ende, es importante que los testamentos sean
elaborados de acuerdo a las leyes.
Cabe mencionar que, los testamento especiales caducan, según el Codito Civil
(1982) en su artículo 866 señala que “estos testamentos caducarán tres meses
después que la epidemia haya dejado de reinar en el lugar donde se encuentre el
testador, o tres meses después que éste se haya trasladado a un lugar no
dominado por la epidemia”. No obstante, lo que vivimos hoy en día no se trata de
una epidemia, sino de una pandemia; por ello sería de gran utilidad que el código
civil se actualice o establezca nuevas normas considerando la situación
pandemia, para poder tratar bien el tema.
Así pues, ciertamente el testamento es un documento que debe cumplir con
varias formalidades o procedimientos para que sea válido, ya que el mismo va a
ocasionar el llamado a la sucesión.
Ahora bien, en cuanto a las sucesiones; existe un tema importante que son “los
Impuestos”. Según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999) en su articulo133 señala que, es un deber colaborar con los gastos
públicos a través del impuesto, tasa y contribuciones establecidas en la ley.
Aunado a lo anterior, la Ley de Impuesto Sobre Sucesiones Donaciones y Demás
Ramos Conexos (1999) en su artículo 2 establece que “quedan obligados al pago
del impuesto establecido en la presente ley los beneficiarios de herencias y
legados que comprendan bienes muebles o inmuebles, derechos o acciones
situados en el territorio nacional” en este sentido, las personas recibidoras de
herencias o legados están sujetas al pago de impuesto sobre Sucesiones.
A través del tiempo han existido varias clases de declaraciones del impuesto
sobre sucesiones, pero en la actualidad se utiliza el sistema de declaración en
línea a través del portal fiscal (SENIAT). Esta declaración debe contener todos los
activos a nombre del fallecido o causante, a la apertura de su sucesión; y las
cargas bajo titularidad a la credencia de la apertura.
Dentro del marco legal podemos encontrar que existen dos formas de sucesión:
la testamentaria y la intestada. Básicamente en una el testador dispone
voluntariamente de los bienes, y en la otra se transmiten por parentesco según las
leyes vigentes.
Sin duda, para poder cumplir con las normas o reglamentos y poder entender
todo lo que involucra el tema de impuesto sobre sucesiones y donaciones, es
necesario conocer las disposiciones del código Civil y de cualquier otra ley que la
regule.
En los años 1970 surge lo que hoy conocemos como la Gerencia Tributaria
General y, posteriormente en 1983 entra en vigencia el Código Orgánico Tributario
y la aparición de procedimiento de autoliquidación y determinación por parte de un
sujeto pasivo, generando una nueva modalidad al tributo, pues cada contribuyente
podía llenar unos formatos y formularios, para poder presentar las declaraciones,
tributarias, pero aun subsistía el mismo procedimiento de liquidación conocido en
aquel entonces.
En el año 1994 y 1995 “es cuando entra el SENIAT como la institución que
desplaza a lo que era la antigua Dirección Sucesoral de renta del Ministerio de
Hacienda, entonces se crean las divisiones de recaudación, que son las
encargadas de llevar a cabo el procedimiento de liquidación de las declaraciones
de sucesiones y donaciones” (Zorrilla, 2020). Otro cambio significativo fue la
adaptación a la unidad tributaria, el cual fue un gran cambio positivo en materia
tributaria. Posterior a esto, ya han pasado 26 años, en los cuales; la ley no ha
sufrido ningún cambio sustancial, más si adjetiva, porque “en el año 2013 la
Providencia Administrativa 0050 cambia el mecanismo declarativo de formularios
para pasar hacer mixtos”. (Zorrilla, 2020). Es decir se podrán hacer de forma
manual y electrónicas.