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M. HERNÁNDEZ; I.

SOLANO
CIBERBULLYING, UN PROBLEMA DE ACOSO ESCOLAR

¿QUÉ ES EL ACOSO ESCOLAR?

A finales de los años 70, el noruego Olweus, se inició en el estudio de la violencia


entre escolares, mundialmente conocido con la expresión bullying. Esta expresión
anglosajona, de difícil traducción al castellano, ha dado lugar a una diversidad
de términos que son utilizados indistintamente para referirnos a esta realidad:
violencia escolar, agresión-victimización entre escolares, maltrato entre iguales,
indisciplina escolar, conductas antisociales en la escuela, conflictividad escolar, etc.
promoviendo errores conceptuales de gran envergadura. El bullying es un concepto
específico y claramente definido, que comparte características de la violencia escolar,
pero a la vez, presenta rasgos propios. Para Hernández Prados (2004) el bullying
o maltrato entre escolares es un tipo concreto de violencia escolar, siendo este
último término mucho más genérico y amplio, ya que incluye también: la violencia
física y psicológica que los maestros aplican a sus alumnos en forma de amenazas,
sanciones y castigos, todo ello con la finalidad de restablecer el orden en el aula; o
la violencia en forma de vandalismo que supone atentar contra la infraestructura
del centro (robo, pintadas, destrozos de material, etc.); a la violencia de los alumnos
hacia los profesores; violencia no premeditada entre escolares; etc. Ya no se habla de
violencia en la escuela, sino de violencia entre niños, culpabilizando y patologizando
a los alumnos por manifestar un comportamiento que deben prevenir y corregir
(Etxeberría; Esteve; Jordán, 2001).

El maltrato entre iguales es una conducta persecutoria de violencia física y


psíquica de un alumno o grupo de alumnos que atormenta, hostiga y/o molesta a
otra persona que se convierte en su víctima de forma repetida y durante un período
de tiempo más o menos largo: meses o incluso años (Olweus, 1998). Se trata de
un fenómeno mundial, ya que en todos los países que ha sido estudiado de forma
sistemática, se han registrado casos, aunque los índices de frecuencia varían,
sustanciosamente, de unos países a otros, incluso de unas comunidades a otras.
Algunos se atreven a afirmar que la violencia ha aumentado considerablemente en
los últimos años, y que aparece, cada vez, a edades más tempranas (Cerezo, 2001;
Ortega, 2000). Otros (Escámez et al, 2001) consideran que las escuelas son islotes de
paz en una sociedad plagada de violencia, y lo más novedoso, de violencia gratuita,
donde el énfasis se pone en el placer que produce al agresor o grupo de agresores
llevar a cabo la agresión.

A pesar de que en España, el número de conflictos, faltas de respeto e indisciplina,


es mucho más elevado que el de casos de auténtica violencia escolar (agresiones
entre alumnos o de alumnos a profesores), el punto de mira se centra en estos

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últimos (Defensor del Pueblo, 2000). Insultos, intimidaciones, apelativos crueles,


bromas pesadas, acusaciones injustas, rechazo, lanzar rumores, robos, amenazas,
convertir a alguien en objeto de burlas, ridiculizar y humillar, pegar… son algunas
de las formas comportamentales en las que los escolares manifiestan el bullying.
Respecto a los motivos que pueden impulsar a los escolares a agredir a otro, no
existe una única explicación, sino que por el contrario son múltiples las causas que
pueden estar incidiendo en la génesis del conflicto: factores sociales, escolares,
familiares, el grupo de amigos, los medios de comunicación, variables personales,
enfermedades psicológicas, etc. (Hernández Prados, 2005). Desconocemos el valor
que cada factor adquiere en la determinación de la conducta bullying, haciéndose
necesario un análisis pormenorizado de cada caso en cuestión. No obstante, suelen
estar implicados más de un factor.

Otro de los rasgos definitorios del bullying es la asignación de roles, siendo


necesario como mínimo la figura de un agresor y de una víctima, aunque generalmente
las dinámicas pueden ser múltiples y mucho más complejas, englobando a un mayor
número de personas. Son varios los roles que pueden adquirir los protagonistas del
bullying: respecto al agresor, puede existir uno o varios agresores, que pueden actuar
de forma sectorial o al unísono; respecto a la víctima existe la víctima típica que sirve
de foco de humillaciones, acoso, hostigamiento, vejaciones y palizas del agresor/es;
la víctima provocadora es aquella que tiene dificultades para relacionarse con los
demás, es objeto de acoso por parte de sus compañeros, pero como solución a sus
problemas busca el enfrentamiento la provocación; la víctima agresora es aquella
que tiene a agresores que le intimidan y acosan, pero a su vez es agresor de otros
que considera más débiles o menores. Por último, los testigos no se encuentran
implicados directamente en la agresión-victimización, pero pueden contribuir a
prevenir, detener o paralizar la agresión; dar la espalda y no implicarse; o por el
contrario, animar a que se cometa la agresión.

Este tipo de dinámicas tienen consecuencias negativas tanto para el agresor


como para la víctima. En el primero de los casos, se produce una sobrevaloración de
la violencia como mecanismo para conseguir sus objetivos, distanciamiento de las
normas, abuso de poder, generalización a conductas pre-delictivas…Más numerosas
y devastadoras son, si cabe, las consecuencias o daños que se produce en la víctima,
entre las que nos gustaría citar: dificultades de aprendizaje, desinterés o incluso
fobia escolar, bajo rendimiento, gran absentismo, estrés, trastornos psicológicos,
depresión, angustia y rabia reprimida, ansiedad… El efecto más drástico es, sin lugar
a dudas, el suicidio.

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El resto de compañeros de aula o centro escolar que son testigos de este tipo de
situaciones de maltrato entre iguales, se sienten inseguros, atemorizados, indefensos,
impotentes, apenados,…en el caso de que denuncien este tipo de conductas,
si por el contrario, se trata de testigos, que en principio apoyan al agresor y que
posteriormente pueden alistarse en su banda, encuentran este tipo de situaciones
divertidas y atractivas, siendo muy probable que intervengan activamente en alguna
ocasión.

En la mayoría de estudios sobre violencia escolar, las TIC’s aparecen como factor
interviniente en el origen de las situaciones violentas (Berkowitz, 1996; Ortega,
2000; Cerezo, 2001; Hernández Prados, 2004; etc.), quedándonos en una visión
parcial de esta realidad, ya que éstas pueden ser, además, el medio, lugar o escenario
de las distintas formas de acoso u hostigamiento entre iguales. En este trabajo nos
centraremos en el Cyberbullying como una forma de acoso escolar emergente, pero
antes consideramos oportuno conocer la realidad social de los adolescentes como
población en la que tienen lugar este tipo de conductas.

NUEVAS FORMAS DE ACOSO ESCOLAR. CIBERBULLYING

La violencia no es algo nuevo, ha existido desde siempre, aunque las formas de


materialización de la misma han ido evolucionando con el tiempo, ideando nuevas
formas de llevarla a cabo y sirviéndose de las posibilidades o los mecanismos
que los avances tecnológicos les brinda. Además la violencia penetra en todos los
ámbitos sociales, tradicionales (escuela, familia, iglesia, política,…) y emergentes,
como es el caso de la sociedad virtual promovida por las TIC’s. “La violencia en la
red es extensión nada virtual del sentido violento que la vida ha impuesto, el
orden monetario y el altar crematístico en el que estamos siendo inmolados”
(Solarte Lindo, 2002). La virtualidad como utopía de una comunidad libre,
está empezando a verse sometida a control, supervisión o gestión, no tanto por
razones éticas sino económicas, promoviendo una nueva forma de violencia
simbólica en red. Una forma clara de violencia simbólica que ejercen las TIC’s
en las personas es la necesidad de tener que adaptarse continuamente y cada vez
más rápido a los cambios que ésta introduce en los estilos de vida. Vivimos en una
sociedad ultrarrápida, en la que los cambios acontecen vertiginosamente.

Por otra parte, actualmente percibimos Internet como ese espacio que recoge
cantidades innumerables de información y a la que podemos tener acceso desde
cualquier lugar y en cualquier momento tan sólo con un clic. Resulta fácil expresarlo
así, pero la realidad es que es necesario disponer de conocimientos para poder acceder

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a la información disponible en Internet, hasta tal punto que “para quien no los posee,
o no sabe cómo hacerse con ellos, o se niega a hacerlo, es un tremendo obstáculo que
puede incluso llegar a inhibir algunos comportamientos simples y el uso de ciertos
recursos” (Simone, 2000, p. 70). En el caso de los adultos que carecen de dominio
de las TIC’s, se encuentran en desventaja tecnológica y formativa respecto a sus
hijos, que generalmente son introducidos en las mismas formalmente, en el ámbito
escolar, e informalmente, en el grupo de amigos.

Además de la violencia simbólica, otras formas de violencia tienen cabida en la


red: el acoso sexual, la intimidación, divulgación de actos violentos, la pornografía,
las sectas, son algunas de ellas. Según la Asociación Protégeles, el 28% de los menores
visionan páginas de pornografía. En lo que respecta a la pornografía infantil, ésta
constituye el 50%1 de los delitos que se cometen en Internet, utilizando este recurso
mayoritariamente como mecanismo para la difusión y venta de material, aunque
también como medio para que los pederastas, a través de falsas identidades en salas
de chat infantiles, contacten con menores indefensos que se conviertan en nuevas
víctimas de sus abusos. Por otra parte, el acoso sexual también encuentra en Internet
otras formas de expresión que acompañan al acoso presencial: envío continuado de
correos electrónicos amenazadores, diseño de una web simulando que una mujer
era una prostituta que ofrecía sus servicios y en la que se aportaban datos personales
(nombre, teléfono, e-mail, dirección, etc.).

Internet es un medio de comunicación crucial para los adolescentes, que no tienen


la necesidad impuesta de adaptarse a la red porque han crecido con la red como
algo cercano y cotidiano, como un ingrediente más en sus vidas. Entre esta nueva
generación con un alto dominio de las TIC’s, se encuentran también los alumnos
agresores, quienes han sabido aprovechar los recursos disponibles para abrir nuevos
cauces de violencia, dando lugar a un nuevo tipo de bullying: el Cyberbullying.
Al respecto, Alfonso Cano (2006), jefe de la Unidad de Delitos en Tecnologías de
la Información de los Mossos de Escuadra, ha señalado que aunque “los menores
son más víctimas que delincuentes”, dentro de la red se han detectado casos en los
que niños han utilizado Internet para acosar e insultar a compañeros de clase o a
conocidos (bullying).

¿Qué es el Cyberbullying?

Se trata de emplear cualquiera de las posibilidades de uso de las nuevas


tecnologías de la información y de la comunicación para hostigar con ensañamiento
a su víctima. En un análisis reciente realizado por Belsey sobre el fenómeno

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del Ciberbullying señala que se define como el uso de algunas Tecnologías de la


Información y la Comunicación como el correo electrónico, los mensajes del teléfono
móvil, la mensajería instantánea, los sitios personales vejatorios y el comportamiento
personal en línea difamatorio, de un individuo o un grupo, que deliberadamente, y
de forma repetitiva y hostil, pretende dañar otro (Belsey, 2005). Las herramientas
disponibles en Internet ayudan a la propagación de ese comportamiento en el que
las víctimas reciben malos tratos de sus iguales, sea a través de ridiculizaciones,
amenazas, chantajes, discriminaciones, todo ello de manera anónima, para que este
desconozca quien es el agresor.

Consideramos que existen dos modalidades de Cyberbullying: aquel que actúa


como reforzador de un bullying ya emprendido, y aquella forma de acoso entre iguales
a través de las TIC’s sin antecedentes. En la primera modalidad, consideramos al
cyberbullying como una forma de acoso más sofisticada desarrollada, generalmente,
cuando las formas de acoso tradicionales dejan de resultar atractivas o satisfactorias.
En este caso el agresor es fácilmente identificable, ya que coincide con el hostigador
presencial. Los efectos de este Cyberbullying son sumativos a los que ya padece la
víctima, pero también amplifican e incrementan los daños, dada la apertura mundial
y generalización del acoso a través de las páginas web.

En lo que respecta a la segunda modalidad, son formas de acoso entre iguales


que no presentan antecedentes, de modo que sin motivo aparente el niño empieza a
recibir formas de hostigamiento a través de las TIC’s. En ocasiones, después de un
tiempo de recibir este tipo de acoso, el cyberagresor decide completar su obra con
una experiencia presencial, dando la cara.

Este tipo de acoso en red presenta unas características de similitud con otras
formas de acoso, como el hecho de ser una conducta violenta o de acoso altamente
premeditada e intencionada; que se encuentra fundamentada en una relación
asimétrica de control y poder sobre el otro…pero también con unas características
particulares que lo diferencian de otras formas de acoso presencial y directo:

• Exige el dominio y uso de las TIC’s.


• Se trata de una forma de acoso indirecto.
• Es un acto de violencia camuflada, en la que el agresor es un total desconocido,
a no ser que haya sido hostigador presencial de la víctima antes o que decida
serlo después del Cyberbullying.
• El desconocimiento del agresor magnifica el sentimiento de impotencia.
• Recoge diversos tipos o formas de manifestar el acoso a través de las TIC’s.

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• Desamparo legal de estas formas de acoso, ya que aunque se puede cerrar la


web, inmediatamente puede abrirse otra.
• El acoso invade ámbitos de privacidad y aparente seguridad como es el hogar
familiar, desarrollando el sentimiento de desprotección total.
• El acoso se hace público, se abre a más personas rápidamente.

A pesar de que los estudios al respecto son escasos, y que se desconocen


empíricamente los efectos derivados de esta forma de acoso tecnologizado, las
primeras tentativas al respecto, trasladan los efectos del bullying presencial al virtual.
Sin embargo, de las entrevistas de familiares y víctimas del Cyberbullying se deriva
que los daños causados son mayores al bullying, pues Internet garantiza el anonimato
del agresor, convirtiéndolo en un fantasma que esta destrozando, cruelmente, la vida
de otros adolescentes y dificultando, enormemente, los mecanismos de respuesta
o protección hacia este tipo de humillaciones. Nancy Knight (2005), la madre
de un adolescente víctima de Cyberbullying se refirió a este fenómeno como una
forma cobarde de acoso escolar, es como ser apuñalado por la espalda y no tener
ninguna manera de descubrir quiénes son o cómo defenderse de lo que dicen. El
Cyberbullying al tratarse de una forma de acoso indirecto y no presencial, el agresor
no tiene contacto con la víctima, no ve su cara, sus ojos, su dolor, su pena, con lo
cual difícilmente podrá llegar a empatizar o despertar su compasión por el otro.
El cyberagresor obtiene satisfacción en la elaboración del acto violento y en la
imaginación del daño ocasionado en el otro, ya que no puede vivirlo in situ.

Los auténticos protagonistas del Ciberbullying: adolescentes


familiarizados en las TIC’s

Acercarse al problema de la violencia escolar, más concretamente del


Ciberbullying, implica tratar de conocer, entre otras cosas, los rasgos que
caracterizan a los alumnos agresores. ¿Cómo pueden los profesores detectar a los
ciberagresores? ¿Qué los diferencia del resto de sus compañeros? ¿Qué rasgos
tienen mayor peso o determinan más directamente a estos alumnos? Asumiendo
el concepto de Cyberbullying como un maltrato que se produce entre los escolares
utilizando como instrumento las Tecnologías de la Información y la Comunicación,
delimitamos la población víctima de este tipo de acoso en los niños y jóvenes en
edades comprendidas entre los 10 y 20 años, aunque este espectro de edad puede
variar en función de lo precoces que sean los niños en adquirir teléfonos móviles o
de acceder a servicios de comunicación como el correo electrónico y la mensajería
instantánea, así como en función de la prolongación de la etapa infantil y adolescente
que algunos jóvenes experimentan actualmente.

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En trabajos anteriores hemos profundizado en el perfil que los jóvenes usuarios


de Internet poseen (Solano y López, 2005, Hernández; Solano, 2005a), por ello
consideramos oportuno centrarnos en este trabajo en aquellas características que
consideramos más relevantes para explicar el fenómeno del Cyberbullying. Una de
las características comunes que percibimos en estos jóvenes es que, no sólo viven
en una sociedad red, sino que hacen de su comportamiento la máxima expresión de
la misma. Se trata de usuarios que pertenecen a comunidades virtuales, crean sus
propios espacios personales en la red (weblogs, wikis, páginas web personales...),
utilizan servicios comunicativos sincrónicos como la videoconferencia, la voz por
IP, la mensajería instantánea, el chat…, garantizando con ello la comunicación
y la colaboración con distintos usuarios, distantes y coincidentes en el espacio
geográfico inmediato. Veen (2002 y 2003) considera que éstos sujetos pertenecen a
la e-Generación o generación del Homo sappiens, es decir, sujetos que actualmente
tienen entre 3 y 18 años y que utilizan de forma natural y espontánea para comunicarse
tecnologías como la televisión y el mando a distancia, el ordenador personal, el ratón,
y el teléfono móvil. Además, son jóvenes que poseen capacidades de exploración
integrada de la información, habilidades para realizar múltiples tareas de manera
simultánea, habilidades para procesar información discontinua, o simultánea en
palabras de Simone (2000), y por tanto, una forma no secuencial de aproximarse al
conocimiento.

Sin embargo, junto a esta característica es frecuente encontrar conductas


violentas, de amenaza y acoso, de aislamiento social y dependencia de la tecnología,
de fomento de conductas delictivas, de incitación a comportamientos de desviación
social y psicológico ¡luces y sombras de una sociedad que participa, reclama y apoya
el desarrollo tecnológico!

El acceso de los hogares españoles a TIC va en aumento. El Instituto Nacional


de Estadística (INE, 2006) pone de manifiesto que, de los 15.534.910 viviendas
existentes en España, un 99,39% dispone de televisor, un 47,83% de ordenador de
sobremesa, un 13,49% de ordenador portátil, un 80,92% de teléfono móvil y casi un
63% de DVD. Asimismo, casi el 34% de las viviendas españolas disponen de conexión
a Internet, siendo quizás uno de los datos más significativos de la última encuesta de
Tecnologías de la Información en los hogares (INE, 2006) las medidas de seguridad
existentes para proteger a los menores de los contenidos nocivos, ya que un 42% de
los hogares españoles disponían, ya en el segundo semestre del 2005, de programas
de filtrado de contenidos. La misma entidad señala que 15.506.014 de personas han
accedido a Internet en (42,2%), de los cuáles más de 4 millones son usuarios con
edades comprendidas entre 15 y 24 años. También resulta relevante que 65,87% de

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los niños de 10 a 14 años (1.360.748) han accedido a Internet y un 54,33% de ellos


disponen de teléfono móvil.

Estos datos recientes ponen de manifiesto que las nuevas generaciones están
mucho más familiarizadas con las tecnologías que los niños de hace 10 o 15 años. No
están tecnológicamente obsesionados porque la tecnología forma parte de su mundo
natural, de tal modo que lo conciben como necesario y cotidiano. No entraremos
en el debate de qué perfil de jóvenes es mejor o peor porque no cabe duda que
ambos son radicalmente diferentes; lo que sí consideramos oportuno es precisar que
los niños y jóvenes de hoy disponen de competencias exigidas por las sociedades
occidentales actuales, sobre todo por lo que respecta al dominio de la Tecnologías
de la Información y la Comunicación, y por ello, previsiblemente podrán responder
exitosamente a las demandas realizas desde la misma. Así lo ponen de manifiesto
Grinter y Palen (2002) al señalar que los adolescentes son la mano de obra del
futuro, y los hábitos de la comunicación que desarrollan ahora pueden indicar lo que
podemos esperar de ellos como adultos.

En cualquier caso, coincidimos con Castells (1999) al considerar que los


comportamientos en Internet no son más que un reflejo de los comportamientos en
sociedad, ya que en palabras de este autor, Internet permite el desarrollo de nuevas
formas de relación social que no tienen su origen en Internet, sino que son fruto
de una serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin la red de
redes.

¿Cómo se produce el Cyberbullying?

Existen distintas vías o mecanismos de acosar en red a otro compañero. Este


sentido, Bill Belsey presidente de www.bullying.org y www.cyberbullying.ca,
contempla los siguientes tipos de cyberacoso: a través del correo electrónico; del
teléfono móvil con los mensajes de texto o mensajes multimedia; a través de la
mensajería instantánea; weblogs difamatorias; web personales. Según Fante (2005)
los jóvenes usan weblogs, redes sociales y sistemas de mensajería instantánea
para intimidar a sus compañeros, siendo la difusión de fotografías retocadas para
ridiculizar a las víctimas uno de los métodos más empleados. Estas son distribuidas
masivamente y a veces indicando la identidad de aquel que es sometido a la
humillación para acrecentar el impacto. En el caso de las comunidades virtuales,
muchas de ellas precisan de invitación para poder entrar a formar parte de un grupo,
el acoso escolar se basa en aislar a aquellos que son las víctimas de las humillaciones

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e intimidaciones. Allí se establecen conversaciones que luego son continuadas


en el centro escolar y quienes no pertenecen al grupo quedan descolgados de sus
compañeros.

A continuación, profundizaremos en algunos de estas formas de


cyberbullying.

Vejaciones por correo electrónico

Hoy en día, la mayoría de los alumnos disponen de una cuenta de correo


electrónico, incluso antes de tener ordenador en casa, ya sea porque se abrieron una
cuenta gratuita en algún servidor en el colegio, en casa de algún amigo, en un cibercafe,
o en la biblioteca. Este dato se multiplica cuando nos referimos a la adolescencia,
concretamente entre los 12 y los 15 años, edad en la que se registran el mayor número
de sucesos de bullying. Aunque el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2006) no
menciona el número de niños entre 10 y 15 años que poseen correo electrónico, sí
que se indica que de 4.142.516 usuarios de Internet con edades comprendidas entre
15 y 14 años, 3.306.835 utilizan el correo electrónico habitualmente.

El correo electrónico es una de las herramientas de comunicación cuyo uso


más se ha extendido, ya que obedece a los mismos esquemas de elaboración que
los mensajes de correo postal pero superando el proceso de transmisión al utilizar
redes de comunicación, en lugar de redes de transporte, para superar la distancia
física y temporal existente entre los interlocutores. Asimismo, su gran ventaja
radica en la posibilidad de enviar archivos de texto, imágenes, vídeo y audio, así
como de almacenar grandes cantidades de información. En este sentido, debido
a la proliferación de servidores que permiten crear cuentas de correo electrónico
gratuitamente y con una capacidad limitada, así como de aportar información no
necesariamente veraz, el número de direcciones de correo por usuario ha aumentado
considerablemente, y con ello la creación de identidades falsas y suplantación de
identidades.

Esta forma de cyberbullying, consiste en enviar repetidamente mensajes de


correos electrónicos ofensivos y hostigadores a la persona que han convertido en
víctima de sus vejaciones. A modo de ejemplo, hemos recuperado de la red un caso
de la cyberbullying a una muchacha de 14 años:

«hola zorra... hoy vacilaste a una amiga mía y mira, con ella no te metes!!! Ten
cuidadin entiendes!!! mira mocosa me imagino que habrás escuchado hablar de

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mi... yo voy con navajas y peña entendido?? así que espero que nadie me hable de
ti... porque como diga algo sobre ti te juro que te violo y te mato».

Generalmente, se puede averiguar la cuenta de e-mail desde donde se enviaron


los mensajes, siendo más fácilmente localizadas las cuentas locales o regionales,
que las grandes cuentas de e-mail como hotmail o yahoo, pero, en cualquier caso,
difícilmente se puede conocer quién utilizó realmente esa cuenta, desenmascarando
al verdadero cyberagresor. No obstante, la mayoría de los programas de e-mail
ofrecen la posibilidad de activar filtros que bloquean o suprimen automáticamente
mensajes de remitentes indeseables, aunque el grado de éxito es limitado.

El teléfono móvil para acosar

El acceso a la telefonía móvil en España ha experimentado un enorme crecimiento


en los últimos años y su uso se hace progresivamente a edades más tempranas. La
última encuesta de Tecnologías de la información en los hogares realizada por el
Instituto Nacional de Estadística sobre datos referidos al segundo semestre de 2005
(INE, 2006) señala que el 80,92% de las viviendas españolas disponen de teléfono
móvil, y que éste es usado por más de la mitad de los niños con edades comprendidas
entre 10 y 14 años (54,33%), y previsiblemente el porcentaje de niños con móvil irá
en aumento ya que en tan sólo dos años, el número de niños menores de 15 años con
móvil ha aumentado en un 21%. Algo está ocurriendo en esta sociedad, en la que
menores de entre 8 y 9 años ya han cambiado cuatro veces de teléfono móvil, afirmó
el Defensor del Menor, Pedro Núñez Morgádez ante los medios de comunicación en
el Foro de la Nueva Sociedad.

Sin embargo, al igual que sucede con otras tecnologías, la nueva telecomunicación
móvil afecta a la vida de las personas promoviendo una serie de consecuencias
sociales. El estudio de Katz (2006) desvela que ésta tecnología proporciona muchas
ventajas al usuario, pero también identifica algunos usos y/o efectos negativos: uso
o abuso del teléfono móvil; utilizar el móvil para copiar en exámenes; interrupciones
de clases por parte de alumnos y del propio profesor que contesta a las llamadas.
Para otros (Edwards; Grinter, 2001), la utilización de móviles en menores constituye
un ejemplo del buen hacer de los padres, pues permiten fomentar dos valores:
autonomía o autocontrol en el manejo del dinero e independencia. Evidentemente,
la consecución de estos valores no está exenta de un proceso conflictivo, en el que los
niños, al menos al principio, no hacen un uso responsable del móvil, gastan pronto
su saldo, y surgen nuevas tensiones familiares.

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Un nuevo uso irresponsable del móvil lo constituye el hecho de que este se haya
convertido en un medio altamente utilizado por los alumnos para materializar el
acoso escolar. Esta modalidad de cyberbullying adopta diversas formas según
las posibilidades que permita el móvil. La forma más tradicional son las llamadas
y puede tener cabida no sólo desde la telefonía móvil sino desde cualquier fijo. El
acoso se puede llevar a cabo a través de múltiples llamadas silenciosas; llamadas a
horarios inadecuados; lanzado amenazas, insultando, gritando, enviando mensajes
aterrorizantes, realizando llamadas con alto contenido sexual; llamando y colgando
sucesivamente interrumpiendo de este modo de forma constante a la persona,
todo con el propósito de querer asustar a alguien. Otras formas de acoso a través
de la telefonía móvil son los mensajes de texto, mensajes hipertexto con imágenes,
grabaciones de video o mensajes de voz, que pueden dar lugar a diversas, creativas,
nuevas e insospechadas formas de agredir.

El móvil se ha convertido en un medio propicio para acosar, y la población joven o


infantil que lo utiliza son los usuarios idóneos para ser acosados; averiguar un número
de teléfono móvil es sencillo, así como ocultar el número del emisor de la llamada,
con lo cuál el anonimato del que hablábamos anteriormente queda plenamente
garantizado. En ocasiones utilizan los móviles o números de otras personas, para
evitar ser descubiertos, lo que demuestra no sólo la intencionalidad de los actos, sino
también la improcedencia o inadecuación ética de los mismos. Asimismo, se trata
de un medio que permite no sólo enviar mensajes orales, sino también textuales y
multimedia por tanto la intimidación y la amenaza está garantiza por cualquiera de
las vías por las que las hagamos llegar.

Mensajería instantánea

El uso que los adolescentes hacen de la mensajería instantánea ha sido vinculado


con el uso del teléfono, del e-mail, de las conversaciones cara a cara, centrándose
excesivamente en estas cuestiones y descuidando otras problemáticas de mayor
envergadura y relevancia (Grinter; Palen, 2002). La realidad desvela que esta
tecnología ha tenido una gran acogida entre los jóvenes, quienes a pesar de utilizar
otras formas de comunicación asincrónica, abogan por una interacción inmediata
con el otro, en el que sus preguntas obtienen respuesta al instante.

La mensajería instantánea es un tipo de servicio de Internet que garantiza la


comunicación en una situación de divergencia espacial y convergencia temporal.
Se trata por tanto de una herramienta sincrónica de comunicación que, además

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de permitir el envío de información textual, posibilita el envío de audio y vídeo en


tiempo real (videoconferencia y audioconferencia o voz por IP), así como el envío de
archivos de cualquier naturaleza (texto, imágenes, audio, vídeo…).

Hay varios sistemas de mensajería instantánea tales como ICQ, mensajero de


AOL, mensajería de messenger, mensajería de Yahoo, google talk, etc. Las funciones
o posibilidades de la mensajería instantánea son cada vez mayores, y la posibilidad
de enviar no sólo texto, sino mensajes de voz, video, iconos, agrupar a las personas
de la lista por categorías (familiares, amigos, compañeros de trabajo, amigos del
colegio), personalizar fondos, poner tu foto; ampliando a su vez las posibilidades de
acoso. No obstante, el estudio de Grinter; Palen (2002) concluye que el modo en que
la gente joven utiliza la mensajería instantánea correlaciona significativamente con
el nivel de autonomía de los estudiantes.

La mensajería instantánea no constituye, exclusivamente, una herramienta de


ocio y comunicación informal, sino que además, es utilizada en algunos contextos
laborales como herramienta de coordinación entre equipos. Generalmente, son
sistemas que favorecen la comunicación entre los miembros de una lista que de
forma personalizada se han ido agregando uno a uno. Sin embargo, también hay
veces que se agregan personas desconocidas que aparentemente muestran un trato
cordial para ganarse la confianza, como es el caso de los pederastas, pero esconden
intenciones inadecuadas, teniendo que darle de baja de la cuenta, pero no eliminando
la posibilidad de que envié mensajes vejatorios.

Otra forma de acoso escolar en la mensajería instantánea, consiste en la


usurpación de identidad, de manera que alguien adopta tu identidad con un nick
similar al tuyo y empieza a desprestigiar tu imagen, acosando a otros, diciendo
mentiras, siendo grosero. Esto mismo puede suceder en los chat. En ocasiones,
los ciberabusadores engañan a sus víctimas haciéndose pasar por amigos, por una
persona del sexo contrario, y conciertan una cita para llevar a cabo una agresión.

La solución más radical es la eliminación de la cuenta y la apertura de una nueva.


También ha habido personas que han denunciado al servidor este tipo de conductas
para que localicen al agresor virtual. Por otra parte, el cambio de cuenta no nos libera
de que el agresor pueda apropiarse de nuestra identidad en mensajería instantánea y
continúe el acoso aunque sea indirecto. Además, muchos usuarios consideran molesto
tener que andar explicando a todos sus contactos, que suponen listas cuantiosas, los
motivos que impulsaron el cambio de cuenta y solicitar que vuelvan a darle de alta
con la nueva dirección.

AIESAD I.S.S.N.: 1138-2783 RIED v. 10: 1, 2007, pp 17-36 31


M. HERNÁNDEZ; I. SOLANO
CIBERBULLYING, UN PROBLEMA DE ACOSO ESCOLAR

Grabación de la violencia

Algunas bandas de bullies graban sus intimidaciones, acoso, palizas, a sus


víctimas a través de sus móviles, cámaras de video digital y después lo divulgan por
Internet. Ya no sólo disfrutan acosando, sino que además quieren inmortalizar el
acto, y lo que resulta más grave, obtener reconocimiento y respeto con ello. No existe
el mínimo pudor por las acciones cometidas, sino que más bien se enorgullecen de su
conducta violenta con otros, convirtiendo la agresión en objeto de burla y diversión.
Los videos pueden colgarse en una web para ser visionados por todo el que entre,
pueden ser enviados por medio de teléfonos móviles o bien, pueden descargarse a
través de programas como emule, bitorrent. Además el contenido de los mismos
puede ser muy variado, desde insultos, amenazas, palizas, acoso sexual, grabación
en los vestuarios cuando se cambian de ropa, bromas pesadas…

Las cámaras digitales también pueden ser empleadas por los cyberdelincuentes
para grabar persecuciones o seguimientos que realizan de su víctima y después
enviarlos a través del correo electrónico, cuenta de mensajería instantánea, o dejarlos
en su mesa de clase, con la intención de generar miedo en la víctima.

Desprestigio en la Web

Requiere un dominio de las TIC’s mayor que las formas anteriores, pues a pesar
de que los editores facilitan el diseño de web personales, es necesario saber colgarla
en Internet y suplantar una IP de otro ordenador, para garantizar el anonimato y
la posterior localización del agresor, quedando el mismo impune de su conducta.
En ocasiones, sobre todo al principio, la mayoría de los alumnos que componen
la clase conoce la web en la que están burlándose de un compañero, e incluso, la
víctima la desconoce, aunque la finalidad es que más tarde o más temprano ésta ha
de enterarse. En la web también se pueden incluir sistemas de votación para elegir al
más feo, al más tonto, al más débil, contribuyendo una forma más de estigmatizar y
humillar a los compañeros.

A pesar de existir páginas web en las que denunciar estos sitios, no existen
garantías de que no surja una nueva página en breve y hasta que vuelve a ser localizada,
va generando graves efectos psicológicos y sociales antes de que la persona se haya
repuesto de los anteriores.

32 RIED v. 10: 1, 2007, pp 17-36 I.S.S.N.: 1138-2783 AIESAD

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