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Contextos Funerario de Sillustani
Contextos Funerario de Sillustani
CUSCO
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Contextos funerarios de sillustani
PRESENTACION
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Contextos funerarios de sillustani
INTRODUCCION
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Contextos funerarios de sillustani
SILLUSTANI
ETIMOLOGIA
Sillus (Uña)
Llustani (Resbaladero)
CAPITULO I
1.1.1. UBICACIÓN
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Sillustani está , en una península mística de la
laguna Umayo, a 34 km de Puno, un cementerio donde
se pueden ver una serie de impresionantes tumbas
pertenecientes a la cultura Kolla (1200 - 1450)
que se desarrolló en la parte norte de la laguna,
en la localidad conocida como Hatuncolla. La forma
particular de las tumbas, troncos de cono
invertidos, llamados chulpas, son construcciones
que, en menor número se encuentran también en
varios otros locales del altiplano, como Acora,
Ilave, etc.
ACCESO
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Altitud : 38 222 m.s.n.m.
Latitud sur: 15º 41’03”
Longitud oeste: 70º 08’ 40”
Superficie: 124.74 km²
CAPITULO II
2.1. HISTORIA
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Túpac Yupanqui (aprox. 1471-1493) en detrimento de
los Collas y, en menor medida, de los
Pacajes.Cieza precisa que el avance incaico sobre
los Collas se inició con una masacre en Ayaviri,
prosiguiendo con la ocupación del sector Uma-suyo
de los Colla. Tiempo después, cuando los Incas
pensaban que el Altiplano ya estaba sometido, se
produjo una rebelión de los Collas. Sólo después
de reprimida ésta es que el dominio incaico sobre
el Collao se consolidó.
DATOS ARQUEOLOGICOS
Fuentes HISTORICAS
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las ánimas de los difuntos que se juntaban en el
otro mundo, con la creencia de recompensa para
aquellos que habían llevado una vida digna y pura;
de castigo hambre y dolor para los malos. Por ello
pusieron “excesiva diligencia en conservar los
cuerpos y sustentarlos y honrarlos después de
muertos”.
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indican que, tras más de 40 años de iniciada la
invasión española a los Andes, los Collas sumaban
aún unas 84,200 personas (43% en el sector Urco-
suyo, 57% en el Uma-suyo), los Lupacas casi 75,000
y los Pacajes más de 88,700 (58% en Urco-suyo, 42%
en Uma-suyo).
La zona actual donde se ubica la ciudad de Puno
correspondía al extremo meridional del sector
Urco-suyo del reino Colla. Los visitadores
toledanos pasaron por el “repartimiento” de Puno
en 1573, e informaron que los indios allí “estaban
divididos en seis pueblos en distancia de tres
leguas [unos 15 kms.”, sumando 4,705 habitantes
(un 60% aimaras, con 4 caciques, y un 40% uros,
con 2 caciques).
Decidieron reagrupar o “reducir” a la población en
sólo dos pueblos: el de San Juan Bautista de Puno
y el de San Pedro de Icho.
En 1567, 35 años después de iniciada la invasión
española, los ‘mallkus’ Lupaca presentaron un
“quipu” (registro estadístico en cordeles con
nudos) con información sobre el número de
tributarios existentes en época de la dominación
incaica. Sumaban unos 20,000 hombres adultos
hábiles para trabajar. Se puede calcular envase a
éste número, y comparando con la información
recopilada en la década de 1570 durante la “Visita
General” del Virrey Toledo, que el número mínimo
de la población total del grupo étnico Lupaca
hacia el año 1530 habría sido de unas 85,000
personas. Extendiendo éstos cálculos, el grupo
étnico Colla habría tenido unos 95,000 habitantes,
mientras que el grupo étnico Pacaje habría pasado
de las 100,000 personas.
Según el cronista.
En la época del Virreinato, Puno fue el paso
obligado de los viajeros que se dirigían a Potosí.
Fue el virrey Conde de Lemos quien en 1668
instituyó a San Juan Bautista de Puno como capital
de la provincia de Paucarcolla.
Posteriormente se la rebautizó como San Carlos de
Puno en homenaje al entonces reinante Carlos II de
España.
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Fig. 1: Panorama étnico del altiplano meridional para los
períodos de Desarrollos Regionales post-Tiwanaku e Inca.
(Dcha.): Chullpas de Sillustani, en el extremo
noroccidental del Titicaca, según grabado de mediados del
siglo XIX de Georges Squier. O Presencia de estructuras
chullparias.
Rostorowski (1970)
La presencia de los objetos de concha plantea la
existenciade relaciones con ayllus costeños,
conocidos históricamente cómo los mercaderes del
valle de Chincha, que realizaban el trueque de
Mullu o Spondylus por otros productos con los
grupos altiplánicos.
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Aseguraría que "aunque construidas en territorio
Aymara, el estilo del aparejo de piedras es Inka".
Todavía hoy algunos siguen discutiendo su relación
directa con el ‘estilo cuzqueño’, aunque el
labrado de la piedra en la región circum-lacustre
ya había alcanzado cotas de perfección semejantes
en época Tiwanaku (siglos VI-XI).
Murra, (1988)
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Fig. 2: Estructura chullparia en Sillustani (Puno, Perú),
en la cual es posible observar el trabajo de cantería y la
técnica de falsa bóveda.
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A partir de esta observación, D’Orbigny se
plantearía una asociación entre estos tipos de
unidad de deposición funeraria y modelos de
organización sociopolítica tardíos en el
altiplano, de manera que
ANTESEDENTES ARQUEOLOGICOS
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Hallazgos como estos se han producido
anteriormente en algunos lugares del
departamento de Puno, uno de ellos es referido
por:
CAPITULO III
ARQUEOLOGÍA SOCIAL DE LA MUERTE Y ESTRUCTURAS
CHULLPARIAS:
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Centrándose en criterios de tamaño, diseño y
localización, y sin perder en ningún momento de
vista su función funeraria, empezaría a
organizarse (de manera análoga a como estaba
sucediendo en el Viejo Mundo con el fenómeno
megalítico) un modelo de análisis que arranca de
la desigualdad social, la expropiación de trabajo
que supone la construcción del monumento y la
concentración de poder de convocatoria que pueda
llegar a requerir un determinado agente social de
cara a llevar a cabo dicha expropiación. Así,
desde una aproximación materialista cultural,
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una "Cultura Chullpa" y establecimiento de una
secuencia Tiwanaku-"Chullpa"-Inca para la región
altiplánica al sur-sureste del Titicaca. Hablaría
así de "cerámica chullpa" para referirse a toda
aquella asociada a los enterramientos chullparios.
Del mismo modo, a la hora de analizar el registro
arqueológico, asumiría una relación de
contemporaneidad entre la estructura
arquitectónica y la cerámica a ella asociada al
tiempo de su relevamiento, algo que, como veremos,
empaña las posibilidades de su definición
tipológica y sus aplicaciones para la datación
cronológica.
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Fig. 4: Los collas, pueblo constructor de
chullpas. como el titánico esfuerzo de unas gentes
entregadas por entero al servicio de sus reyes y
dioses.
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Seguidamente, una Fase Chucuito-Inca (ca.1450-
1550) en la que, como consecuencia de la
reorganización territorial del Tawantinsuyu, los
gobernantes Lupacas se trasladarían al nuevo
asentamiento de Chucuito, más cercano a la red
vial imperial, construyendo entonces un tipo de
chullpa de mayor monumentalidad que en el período
anterior (Hyslop, 1977a: 150, 1977b: 223-225).
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Desde este planteamiento, las estructuras
chullparias representarían entonces para Hyslop
(1977a: 151, 1977b: 225) los sepulcros
monumentales de los gobernantes Lupacas, pero lo
verdaderamente significativo de su análisis es la
integración por vez primera de las tres
dimensiones social, territorial e ideológica de
las estructuras chullparias. Por un lado, estaría
la posibilidad de que las chullpas hubieran
funcionado como marcadores territoriales, ya fuera
a nivel familiar o de ayllu, o dentro de la
política administrativa de los gobernantes Lupacas
(Hyslop 1977a: 151-152). En este punto, Hyslop
utiliza documentación inédita del Archivo General
de Indias (año 1564, ‘Charcas 137’), según la cual
los gobernantes Lupacas supervisarían las
demarcaciones territoriales usando las estructuras
chullparias como marcadores fronterizos.
Igualmente, cuando Garcí Díez de San Miguel
([1567] 1964) refiere las listas de los señores
Lupacas alude a Don Pedro Cutimbo, elemento éste
por el que Hyslop (1977a: 152 y nota 8) relaciona
toponimia y onomástica de cara a una posible
interpretación de visión cronológica del fenómeno
chullpario. la necrópolis chullparia de Cutimbo
como sepulcro de este curaca
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Del mismo modo, volviendo a su acepción
estrictamente funeraria, Hyslop (1977a: 153-154)
asociaría las estructuras chullparias a una
función ceremonial ligada a segundos funerales y a
ceremonias anuales en honor de los difuntos. Ahora
bien, directamente derivada de su caracterización
como enterramientos reales, su análisis pondría
mayor empeño en la caracterización de las
estructuras chullparias como indicadores de
status. En este sentido, la nobleza Lupaca estaría
sancionando a través de los monumentos funerarios
su posición dominante en la sociedad a partir del
ritual funerario, de ahí también la variabilidad
formal, correspondiendo las más grandiosas a la
realeza y las demás a los señores locales.
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Tschopik, 1946: 11). Desde este punto de vista, la
reunión de torres chullpas en un mismo sitio
arqueológico estaría indicando cierta tradición de
enterrarse en un mismo lugar por parte de las
elites locales, constituyendo algo así como
panteones familiares. No obstante, creemos que la
situación se complica cuando el número de
estructuras chullparias se multiplica
considerablemente como está ocurriendo, y
encontramos además algunas formas de reducida
majestuosidad (en comparación con las grandes
torres monumentales).
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mantenimiento de la unidad del ayllu y
garantizarán su éxito terrenal, en lo político-
territorial y lo económico (Isbell 1997: 138-139,
143 y 148-160).
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Consideremos así el marco de conflicto que
caracteriza al altiplano meridional posterior al
derrumbe de Tiwanaku, marcado por la
(re)construcción de las entidades político-
territoriales y las rutas y escenarios económicos
(y lo mismo sucedería algunos siglos más adelante
con la irrupción de los incas en la región) (v.gr.
Berberián y Raffino, 1991: cap. 5; Hidalgo, 1982;
Lumbreras, 1974; Murra, 1988). De este modo,
caracterizado el período de Desarrollos Regionales
post-Tiwanaku por la revitalización y
autoafirmación de las identidades étnicas y sus
entidades político-territoriales, la ideología
funeraria cobrará especial importancia en ese
reordenamiento del altiplano. Por consiguiente, en
tanto que expresión arquitectónica cargada de
simbolismo de cara a la producción y reproducción
de unas relaciones de poder en y desde el espacio
a partir de la ideología religiosa, las
estructuras chullparias estarían al mismo tiempo
participando de una acción social y una acción
simbólica. Por una lado, la movilización de gentes
y recursos económicos desde la interacción social
y el corporativismo; por otra parte, la posición
que expresan sus resultados dentro del paisaje
social construido.
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Contextos funerarios de sillustani
el carácter y la calidad de su vida, su estilo
moral y estético- y su cosmovisión, el cuadro que
ese pueblo se forja de cómo son las cosas en
realidad, sus ideas abarcativas acerca del orden"
(Geertz, 1997: 89). En consecuencia, el orden
ideal de lo sagrado actuaría sobre la práctica
social y política del grupo de manera que la
prosperidad de la comunidad dependa del correcto
cuidado de sus muertos. El culto a los antepasados
constituye así una fuerza conservadora del orden
social y territorial que ata al individuo a una
comunidad y a una tierra protegidas por sus
ancestros, y para que quede claro ahí están los
monumentos.
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Contextos funerarios de sillustani
principio de ordenación desde la metáfora. En
estos términos, ante el aparente uso del no-Tiempo
que rige el culto a los antepasados, el Espacio se
cargará de valor desde su vinculación con lo
sagrado, constituyendo así un referente esencial
para la identidad del grupo (Hernando, 1999a,
1999b).
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caracterizar los monumentos funerarios en tanto
expresión de un poder simbólico al servicio de la
construcción del Tiempo y/en el Espacio, no
podremos sino considerar este argumento desde una
vaga ambigüedad.
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una carencia de sentido al esfuerzo que va
implícito en la construcción monumental, igual que
un templo se construye para introducir en su
interior un mínimo elemento que garantice la
presencia de la divinidad y sacralice ese espacio
a partir del cuál se pondrán en marcha otra serie
de actitudes sociales, políticas, económicas y
territoriales. Considerando así este punto,
nuestro comentario crítico al modelo ideológico-
arquitectónico de ‘sepulcros abiertos’ planteado
por William Isbell pasa por rebatir esta
posibilidad de ausencia de restos funerarios en el
interior de las estructuras chullparias. A partir
de la referencia de Duviols (1976: 89, vid supra),
consideraremos entonces el emplazamiento
chullpario como una pacarina en tanto que en él se
concentra el principio (re)generador del ayllu
encarnado en la figura de los antepasados. Por
tanto, estimaremos que, a partir de la sinecdoque
de los guauquis (Alonso, 1989, 1990) y la
litomórfosis de los antepasados (Duviols, 1978),
ciertamente no tendrá porqué ser necesaria la
presencia de bultos funerarios en el interior de
las estructuras chullparias, pero sí al menos un
referente a su presencia (v.gr. Álvarez, [1588,
cap. 202] 1998: 116).
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Contextos funerarios de sillustani
Si, en función de ese contexto de tensiones
múltiples anteriormente esbozado, las comunidades
altiplánicas estarían reivindicando su territorio
a partir de la marca consolidada en otros tiempos
(míticos o históricos) por su ancestro fundador,
entonces no resultará sino ser obligada la
presencia física y activa de éste en el paisaje,
algo que necesitaría tanto de un tipo concreto de
sepulcro como de un ritual funerario particular,
aspectos éstos que nos llevan a plantear nuestro
modelo de ‘chullpas-en-el-paisaje’.
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Contextos funerarios de sillustani
organización territorial se derive en un control
ideológico y/o militar que aspire a censurar
positivamente el territorio construido. Más allá
de ‘la política’ y ‘lo político’, resolveremos
entonces que lo fundamental a la hora de legitimar
cualquier acción social queda constituido a través
de la representación, simbolización y hasta
dramatización de las relaciones sociales (y) de
poder. En este punto, la visibilización monumental
constituirá entonces un eje fundamental del
discurso legitimador.
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Contextos funerarios de sillustani
(y mucho más importante) a partir de la
intencionalidad puestas en éstas por sus
constructores y por sus resultados sociales,
especialmente en términos de manipulación
ideológica del territorio y de visibilidad en el
paisaje.
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Contextos funerarios de sillustani
En consecuencia, las estructuras chullparias harán
que la mutabilidad del Tiempo se torne inmutable
en el Espacio desde el no-tiempo de la muerte,
naturalizando las situaciones de competencia
económica y de tensiones territoriales del
presente desde la dimensión ancestral. Es desde
este ángulo desde donde consideramos que el
trabajo de William Isbell (1997) supone un
interesante punto de inflexión en la
interpretación del fenómeno chullpario.
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Fig. 8: Acepciones de las estructuras chullparias
desde su caracterización monumental..
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Contextos funerarios de sillustani
A partir de ellas, en definitiva, entendemos que
se estarían proporcionando unas ‘soluciones
chullparias’ a las tensiones territoriales que,
desde la monumentalidad exterior de la
construcción funeraria permiten alcanzar la
racionalidad que opera en la construcción del
paisaje como representación metafórica de la
realidad (Fig. 9).
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Así mismo, en función de ello, su monumentalidad
constituirá, ante todo, un recurso para determinar
la experiencia del observador y regular
culturalmente, de manera racional e ideologizada,
una práctica social que el tiempo constata y
perpetúa.
CAPITULO IV
PROCESOS de ENTERRAMIENTO
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Distintas escenas de culto a los difuntos y
posibles estructuras chullparias según grabados de
Felipe Guamán Poma de Ayala [1615].
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"En la baja bóveda de este sepulcro enterraban [a]
los nobles, y con ellos sus sacrificios. En partes
donde no alcanzaba la piedra, hacían estos
sepulcros de adobes, menos anchos que altos. En
algunas partes hacían el cimiento hueco, sin
puerta baja, a manera de pozuelo, y allí los
enterraban y arriba les ponían los sacrificios.
Otros, haciendo el cimiento macizo, en la bóveda
de arriba ponían todos los muertos –asentados los
curacas en sus sillas y los demás sin ellas-"
(Álvarez, [1588, caps. 162-163] 1998: 92-93)
DESARROLLO DE UN ENTERRAMIENTO
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PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS de estas
construcciones funerarias se destacan:
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Revestimiento exterior con bloques de piedras
labradas de grandes dimensiones, perfectamente
encajadas unas en otras sellando el exterior
sin necesidad de argamasa. Internamente, como
se puede observar en las fotos, los blokes de
piedra son apuntalados y apoyados por medio de
piedras más pequeñas. Lateralmente los bloques
de piedra del recubrimiento exterior presentan
hendiduras y protuberancias para permitir una
sierta flexibilidad de la estructura como un
todo frente a los sismos.
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Contextos funerarios de sillustani
gran precisión y exactitud; siendo no
necesario el uso de argamasa.
ASPECTOS FUNERARIOS
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Estos vestigios dejan entrever el arraigado culto
a los muertos de los Qolla, que explica la
construcción de las torres funerarias. Cieza de
León, primer cronista que atravesó el altiplano
puneño a mediados del siglo XVI, manifiesta:
“Admiraba en pensar como los vivos se daban poco
por tener sus casas grandes y galanas y con cuanto
cuidado adornaban las sepulturas donde se habían
de enterar como si toda su felicidad no
consistiera en otra cosa. Y así por las vegas
y los llanos cerca a los pueblos estaba las
sepulturas de estos indios echas como pequeñas
torres de cuatro esquinas, unas de piedras solas,
y otras de piedra y tierra algunas anchas y otras
angostas... llevaban a los campos, donde tenían
la sepultura, yendo (si era señor) acompañando el
cuerpo la gente del pueblo y junto a ella quemaban
hasta veinte ovejas más o menos, como quien era el
difunto y mataban las mujeres, niños y criados que
habían de enviar con el, para que le sirviesen
conforme a su vanidad [...] con algunas llamas
[...] metiendo algunas personas vivas”. (Cieza
1986:275)
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Contextos funerarios de sillustani
Estas primeras versiones sobre el uso de las
chullpas en los siglos XVI y XVII permiten
sostener que las chullpas son edificios
construidos ex profesamente para el rito
funerario: son mausoleos donde siempre se
encuentran los restos del complicado ritual
relacionado con el culto de los muertos. (Tello
1940:53)
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Contextos funerarios de sillustani
Objetos de plata
“Son tres y fueron encontrados en las terrazas
del lado este de la península. Dos cuentas de
collar se recogieron en la ladera al pie de la
Chullpa del Lagarto y la otra junto a la puerta de
ingreso de la escalinata principal, también
existen cuentas de las que una está fragmentada,
son similares a las cuentas de oro en todos sus
aspectos. La más completa mide 0,013 metros de
altura, 0,010 metros de ancho máximo con un
espesor de sus paredes de medio milímetro. La otra
cuenta solo conserva su extremo superior.
“La otra pieza, tiene forma de media luna con un
apéndice central fracturado; mide 0,038 metros por
0,023 metros con un espesor de ¼ de milímetro, la
cual formaba parte de un objeto mayor”. (Ruiz
Estrada 1971:163-165) Ciertamente los reseñados
objetos fueron encontrados en Sillustani; sin
embargo, no corresponden a la unidad de excavación
ni al contexto en el que fueron hallados los
mismos, por lo que no son objetos asociados, sino
objetos similares de otros contextos del mismo
sitio de estudio.
Objetos de cobre
“Estas son dos piezas encontrados con el oro, son
redondas o discoidales a manera de pequeños
discos, los cuales llevan dos agujeros, en uno de
sus lados uno de ellos fragmentado, las medidas de
uno son de 18 milímetros en su diámetro mayor y 16
milímetros en el menor, el peso de las dos piezas
alcanza 0,67 gramos”.(Ruiz Estrada 1971)
En este caso estos sí son objetos asociados,
probablemente al igual que los discos
colgantes de oro, que más adelante serán
descritos. Sobre estas piezas de cobre por los
agujeros que presentan, se colige que estuvieron
sujetas a manera de discos colgantes mediante
hilos a prendas textiles, como parte de un ajuar.
Estas se encontraron junto con el oro, pero es
probable que fuesen menos apreciadas por el
material de que estaban hechos, por eso es que
solo se hallaron dos ejemplares.
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Contextos funerarios de sillustani
Cuentas de conchas
“La cantidad es de 643 ejemplares, de los que 641
se hallaron junto a los objetos de oro. Las otras
proceden de chullpas diferentes, estas son
pequeñas y su tamaño no excede de 0,018 metros,
todas son de conchas Spondylus, trabajadas por
frotamiento y perforación.
“Las cuentas halladas juntas a los adornos de oro
tienen las siguientes particularidades:
610 son de formas más o menos cuadrangulares con
las esquinas curvas, aplanadas y llevan una
perforación circular central; la más grande mide
0,031 metros de diámetro con un espesor de 0,0085
metros; la más pequeña tiene un diámetro de 0,003
metros. Con un espesor de 0,0015 metros: hay
cuentas que alcanzan hasta 0,012 metros.”
“Cabe mencionar que entre estos objetos hay dos
cuentas que ofrecen una interesante
particularidad consistente en la combinación de
conchas de colores roja y blanca, para lo cual se
hizo un rebajamiento en la superficie de la cuenta
y luego se ensambló otro pedazo de distinto color
mediante remaches con clavitos del mismo
material.”
“Las otras cuentas que llegan a 31, tienen formas
alargadas prismáticas con una perforación que las
atraviesa de un extremo a otro. La más grande mide
0,046 metros de largo y 0,007 metros de espesor
con 0,011 metros de ancho. La más pequeña tiene
0,012 metros de altura, 0,009 de ancho y 0,005
metros de espesor”.
En este caso del total de 643 ejemplares, 641 son
objetos asociados y dos de ellos no corresponden
al contexto, lo que implica que al efectuarse su
descripción no hubo la objetividad de reconocer
los objetos asociados de un solo contexto, lo que
dificulta su interpretación y/o descripción del
material de estudio.
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Contextos funerarios de sillustani
Cuentas de hueso
Ruiz Estrada dice: “...suman dos artefactos de
forma rectangular, aplanados, con tres
perforaciones en su superficie. El largo que
tienen es de 23 milímetros, el ancho de 5,5
milímetros y espesor de 3,5 milímetros. Las
perforaciones tienen un diámetro de 2,5
milímetros”, pero al revisar su tesis de doctorado
en el capitulo X sobre metalistería
y otras piezas de adorno se encuentra sólo la
siguiente cita: “hay también asociada una cuenta
de hueso pequeña”. Respecto a lo reseñado, la
información en torno a cuentas de hueso no es
evidente, por lo que es necesario obviarla de
cualquier interpretación que se haga en torno al
oro.
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Contextos funerarios de sillustani
metros de largo y 0,009 metros a 0,005 metros de
espesor. Existen dos cuentas pequeñas que
probablemente representan auquénidos (¿alpaca?).
Una de ellas mide 0,0016 metros de largo y 0,012
metros de altura y 0,004 metros de espesor. La
otra pieza es casi de la misma dimensión la cual
mide 0,016 metros, por 0,011 metros y 0,004 metros
de espesor. También figuran dos cuentas de formas
irregulares. Hay también asociada una cuenta de
hueso pequeña. Todas las turquesas se encontraron
con los objetos de oro”. (Ruiz Estrada 1971)
Estos objetos provienen de la segunda capa, al
igual que el oro, o sea de un contexto; aunque no
indica cuál fue la disposición de los restos en
esta capa: si fue un hacinamiento, amontonamiento
o estaban distribuidas con algún orden especial.
Parece relevante la existencia de dos cuentas
pequeñas que parecen ser de hueso de
camélido, pero el señalamiento no es preciso,
situación que permite manifestar que este ajuar
fue ofrecido como una ofrenda en un segundo
entierro, que es la posibilidad
más cercana.
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Contextos funerarios de sillustani
Cerámica
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Contextos funerarios de sillustani
En 1994 durante mi estancia en La Paz, realicé
una visita al Museo de Metales Preciosos, ocasión
donde fue posible apreciar piezas muy similares al
oro de Sillustani que son de manufactura Tiwanaku,
hecho que me impide por el momento una aseveración
categórica sobre la filiación cultural de este
material, que bien podría tratarse de elementos
materiales del Tiwanaku expansivo. Estudios de
mayor profundidad sobre las técnicas empleadas en
su fabricación determinarán fehacientemente su
origen.
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Contextos funerarios de sillustani
del sexo masculino), o sea que su uso era de
estricto orden ceremonial en el cuerpo del hombre,
y su función de representar y sintetizar lo ya
mencionado, aunque a su vez conformaba un ajuar
que luego era ofrecido conjuntamente en un
entierro de algún personaje de estirpe noble.
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Contextos funerarios de sillustani
c) Los Tupus o alfileres de punta roma,
manufacturados en una sola pieza, son las
únicas que no presentan perforaciones, así que no
se le puede confundir con miradores o espejos,
pero igual los extremos eran fijados mediante
hilos al tejido. Pudieron haber tenido diferentes
usos; por su posición, entre los pectorales y la
diadema del plexo, o sea en los extremos del
pecho, o como eran utilizados generalmente por las
mujeres, como prendedores; y, por sus
características funcionales, eran utilizados como
ofrendas a manera de prendedores para sujetar el
tejido que envolvía los restos de algún personaje
momificado;
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Contextos funerarios de sillustani
501 piezas, 54 son discos colgantes y 391 son
placas rectangulares.
En su mayoría cubrían todo el tejido, distribuidas
geométricamente y colgadas, aunque cumplían
también la función de cuentas. En el caso de los
discos, casi no hay roblemas en su uso y función,
pero en las placas rectangulares se encuentran 35
piezas que tienen uno de los extremos ovalados,
siendo una especie de seña, cuando estaban
distribuidas en los tejidos. Todas estas piezas
son adornos que complementaban el ajuar funerario.
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Contextos funerarios de sillustani
Por otro lado, es importante hacer notar que la
tradición de manufacturación de metales abarca
lapsos mucho más amplios en comparación a la
cerámica, que sí se renueva en períodos mucho más
cortos.
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Contextos funerarios de sillustani
Reconstrucción de las piezas halladas en las
chullpas
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PROBLEMA
HIPOTESIS
CONCLUSIONES
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Se supone que esta explotación viene desde
periodos muy tempranos, los cualesinicialmente han
sido explorados y ubicados por los mineros
prehispánicos, con tecnologías inicialmente
rudimentarias, que con el paso del tiempo fueron
perfeccionando.
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Por el estrato y el contexto asociado en el cual
han sido encontrados estos objetos de oro, y la
cerámica característica asociada al material de
estudio, no cabe duda que sea Qolla. Se sostiene
que este material corresponde a estos orfebres,
pero es necesario manifestar que los espacios
característicos y tradicionales o estilos en la
metalurgia son más largos respecto a la cerámica,
que es corto; de allí es que se afirma que estos
objetos son de factura Qolla.
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Contextos funerarios de sillustani
importante de un ajuar, el que posteriormente era
ofrecido como ofrenda, hecho que posiblemente se
generalizó en tiempo de la invasión Inca, de ahí
que al encontrarlas estuvieran sólo a 70
centímetros de la superficie.
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la vez como deformadores del cráneo. Existe otra
lámina rectangular ancha, que se colocaba por
delante de la cintura, la misma que se fijaba al
textil mediante hilos. Los brazaletes que
inicialmente se usaban como protectores de brazos
eran de materiales simples, pero como artefacto
ornamental en los brazos o adornos fueron hechos
de metal; se encuentran nueve de estos objetos.
Según el seguimiento efectuado al tubo repujado y
soldado en frío, que se fijaba en un mechón de
cabellos para quedar suspendido, es probable que
sea
el antecesor de los lauraques. Las laminillas
rectangulares alargadas eran usadas como adornos
distribuidos geométricamente en el tejido,
formando algún detalle artístico o figura. El
grupo de 22 regatones o remates se usó como
colgandijos en collares, o a su vez como
pendientes en ciertas prendas textiles; aunque su
uso es diversificado, su función es eminentemente
ceremonial.
Las ocho laminillas cóncavo-convexas imitan las
placas cuadradas que eran
fabricadas de concha (Spondylus), éstas iban
distribuidas geométricamente
en el tejido, formando algún detalle y a su vez
utilizados como cuentas. Por
último los discos colgantes y las placas
rectangulares colgantes, son las que
más frecuencia tiene en este hallazgo, y cubrían
todo el tejido distribuidos
geométricamente, a la vez que funcionaban como
cuentas.
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SUGERENCIAS
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En consecuencia, nos gustaría insistir una vez más
en que no es que neguemos rotundamente la
hipótesis de ‘tumbas reales’, sino que
consideramos que su interpretación del fenómeno
chullpario resulta muy sesgada y, al mismo tiempo,
ignora una serie de realidades cuantitativas y
caulitativas que, como hemos tratado de presentar,
desmontan parte de su modelo. Ciertamente, algunas
de las estructuras chullparias que hoy conocemos
habrían estado funcionando como sepulcros de
elite, especialmente dentro del período reacomodo
subsecuente a la irrupción de los incas en la
región. Sin embargo, la arqueología aún tiene
INTERPRETACION
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vivos queda estrechamente ligada a la comunidad de
los muertos hasta el punto de constituir un punto
de referencia social único sobre la base del
parentesco y aquella que dimos en llamar
"ideología de la unidad". En cualquier caso, desde
su naturaleza monumentalizadora de la muerte, en
el fenómeno chullpario coinciden tres dimensiones:
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
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I).-Vista panoramica del complejo arqueologico de
sillustani y la isla del lagarto
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II).-Tipos de estructuras chullparias
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