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La obra de Naess, como el producto de una sociedad en crisis (decadente) que intenta
superar su precaria situación, se revela como una propuesta que “va más allá”. La
deconstrucción de valores y percepciones pasados que ya no nos benefician ni se muestran
capaces de posibilitar un ambiente de mayor reflexión en torno a las crisis ambientales es
tal vez de las propuestas más osadas, llamativas y bien logradas teóricamente. No es pensar
al “hombre como un alien en el planeta” (una propuesta misántropa) como lo expresó Al
Gore en su critica a la ecosofía, es reconocer el valor que le es propio a toda la diversidad y
diferentes manifestaciones de la Vida-en-el-Mundo.
¿Qué es la ecosofía?
La situación ambiental y social del
planeta no registra precedentes históricos.
Esta nos
permite ser conscientes de aquellos principios, valores o visión del mundo que
tenemos – y que no siempre sabemos que tenemos – y que nos sirven de base para la toma
de nuestras decisiones. Es básicamente un pensamiento culturalmente situado pero que se
perfila exclusivamente hacia las problemáticas medioambientales.
La ecosofía en el pensamiento de Martin Heidegger.
Dos autores se trabajaron en este caso: agustina salas y Ricardo Pablo Pobierzym, quienes
logran reconocer en el pensamiento de Heidegger no solo una evolución con tintes
disruptivos, sino también:
distinguir la ecosofía, no sólo desde el punto de vista
académico, sino también destacando la importancia de la misma en el trajinar
de la vida actual, como modo de accionar personal con el fin de tomarse una
pausa del mundo artificial, de la globalización creada, para intentar volver a
instaurar la conexión arraigada y perdida entre el espíritu humano y la esencia
de la naturaleza, olvidada hace tiempo.
En la obra de Heidegger, si bien es claro una preocupación o como mínimo interés por la
Naturaleza quedó en gran parte eclipsada (muchas veces consideradas como metáforas de
corte poético), sin embargo, en lo que se denomina el segundo Heidegger, debido a la gran
influencia de Holderlin es de gran dificultad negar esa preocupación de Heidegger:
Hölderlin, quien escribió que “allí donde crece el peligro crece también la salvación”, dijo
que no hay mayor deber para la cultura humana que reconciliarse con la naturaleza, afirmó
que nada necesitamos tanto como nombres sagrados que nos ayuden a celebrar y a
agradecer por los dones del mundo, pensó que el hombre es capaz de crear muchas cosas
pero que sólo se salvará si sabe proteger lo que ha recibido, aquello que no somos capaces
de hacer, sino que nos fue dado sin que sepamos cómo ni por quién: el amor, la amistad, el
agua, el aire, el milagro de la vida, la prodigalidad de la naturaleza, y es tal vez el poeta que
más enseñanzas tiene para nosotros en esta época alarmante y terrible.
Una de las preguntas indispensables de Heidegger es por el habitar del mundo. Existe una
suerte de “indigencia” entendida como la búsqueda de los mortales por la esencia del
habitar, es decir, es hacer consciente el habitar
Heidegger denomina al nombre como un Dasein, un “ser ahí”, más que ser sería siendo ahí.
Y es esa “espacialidad existencial” del Dasein un “fenómeno unitario que nos libera del
dualismo metafisico que considera que “el hombre es una cosa espiritual que luego queda
confinada a un espacio” considerar este mundo como de paso genera connotaciones
negativas: dice Heidegger: la desnaturalización fue llevada por dos poderes extraños: uno
de ellos es le cristianismo que reduce la naturaleza a lo creado
“La naturaleza queda descubierta por medio del útil. Cuando se prescinde del
modo de ser de “lo a la mano”, ella misma puede quedar descubierta y
determinada solamente en su puro “estar-ahí”.
En referencia a la manera
científica de concebirla, en este parágrafo Heidegger la define negativamente:
“Las plantas del botánico no son las flores de la ladera, el “nacimiento”
geográfico de un río no es la “fuente subterránea”.
A final de cuentas la propuesta de Heidegger termina siendo un detenerse y pensarnos,
pensar el mundo y las ópticas que de él tenemos. Nosotros vemos el mundo siempre
interpretado, hay que reinterpretarlo. No se agotan las condiciones de posibilidad de salvar
el mundo
La hipótesis de Gaia
James Lovelock, quien propuso la hipótesis Gaia, es un científico controvertido y drástico
en su visión sobre el futuro de la vida humana en la Tierra. Para Lovelock, la Tierra
parecía ser una anomalía extraña y hermosa, que no podía ser explicada solamente con la
lógica de compuestos químicos interactuando.
explica al planeta Tierra como un superorganismo vivo, una entidad compleja que
comprende el suelo (tierra, minerales), los ríos y océanos (agua), la atmósfera (aire) y la
biota terrestre (las plantas y animales vivos). De acuerdo con esta propuesta, todos los
organismos y su entorno inorgánico en la Tierra están estrechamente integrados, forman un
sistema complejo único y autorregulado que permite mantener condiciones para la vida
Si entendemos a la Tierra como un ente vivo, probablemente podamos establecer una
relación más respetuosa con ella
la Tierra es una construcción biológica en la que los sistemas vivos desempeñan un papel
central en la distribución y abundancia de diversos elementos dispersos en el mar y en la
atmósfera. Por ello la preocupación por la pérdida de biodiversidad documentada en el
Informe de la evaluación mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los
ecosistemas. Los principales mensajes de este informe recalcan la importancia de la
naturaleza y su diversidad para sostener la vida humana y la peligrosa tendencia de los
indicadores que muestran su rápido deterioro.