Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LECTURA 3
«Para todo hace falta vocación» muy particular del término «profesión». La res-
puesta positiva a un determinado tipo de voca-
Para ser sacerdote o maestro, se dirá, «hace falta ción religiosa supone «profesar» en una orden o
vocación». ¿También para ser médico, político, congregación, mediante un acto solemne que se
militar? Desde luego nos resultaría extraño que denomina justamente «profesión». Y esa voca-
de alguien se nos dijera, sin cierta sorna, que tie- ción religiosa aparece referida, adviértase, no
ne «vocación de registrador de la propiedad». tanto a unas actividades, sino a un estado y esti -
Por otra parte, oímos decir que «para todo hace lo de vi da inmediatamente determinado por una
falta vocación». Sin duda, se quiere decir con es- opción fundamental ante la gran cuestión por el
to que para realizar con gusto, con entrega, sentido mismo de la existencia. El primero y más
cualquier actividad o trabajo, hace falta cierta in- alto plano en el que puede considerarse la voca-
clinación. Con la idea más generalizada de voca- ción es precisamente éste, transcendente, antro-
ción se vinculan las de aptitud-aptitudes, inclina- pológico-metafísico, religioso, moral, del desti-
ción, afición y gusto, por más que haya casos en no y sentido de la existencia. El destino último
los que el «llamado» no encuentre precisamente que atribuyo a mi existencia y que le confiere
grata la tarea para la que se le re-clama (cf. v.c. sentido es para mí exigencia y deber, llamada,
Jon 1, 3). Con tanta amplitud se usa el término vocación a la que he dar una respuesta: la de su
vocación que incluso de quien soporta una si- plena realización que es mi plena autorrealiza-
tuación indigna sin signos ni ánimo alguno de ción y mi felicidad Esa sería la que podemos lla-
rebeldía se dirá que tiene vocación para ellas. mar vocaci ón exi stenci al. La respuesta a esa vo-
Así, aunque con intención irónico-reprobatoria, cación radical, fundamental, existencial puede
se dirá de alguien, p.e., que «tiene vocación de revestir diversas formas de vida, puede concre-
esclavo». Son, pues, diversos los planos y senti- tarse en distintos proyectos de vi da. Y en un pro-
dos en que cabe hablar y se habla de vocación. yecto de vida se incluye el de la propia dedica-
ción profesional.
Por vocación, sin más, se entendía casi exclusiva- Si ha de decirse que la vocación fundamental es
mente vocación «religiosa» (llamada al estado la vocación de ser hombre, esto no impide, ob-
sacerdotal o religioso). Y a este sentido del tér- viamente, decir que también son objeto de vo-
mino «vocación» corresponde, por cierto, otro cación, de acuerdo con la acepción propia de es-
afición cabe un camino de doble dirección. Ad- fesionalidad vendría, pues, no ya a remediar la
virtamos que una misma actividad material (la de falta de vocaciones en determinados ámbitos, si-
jardinería) puede revestir la condición de «pro- no a hacer innecesaria la vocación… Y este mo-
fesional» (en el jardinero) y de ocio creativo pu- do de entender la profesionalidad, pensarán al-
ramente vocacional (en, p.e., un camionero). 3 gunos, sería una prueba más (resultado y
expresión) de la secularización.
Si la «vocación» originariamente remite a una
Profesionalidad: ¿vocación secularizada? cierta sacralización, habría de verse en la actual
demanda de profesionalización una muestra más
En nuestro mundo secularizado parece que no de secularización, de desacralización, sobre todo
es vocación, sino profesionalidad lo que se pide cuando esta demanda recae sobre profesiones
y espera de quienes realizan cualesquiera activi- que tradicionalmente se han visto aureoladas y
dades «profesionales» destinadas a ofrecer a los efectivamente casi «sacralizadas» como objeto
demás un bien, un servicio, incluidas aquellas en de una alta vocación (la de maestro, p.e.). ¿Es es-
las que hasta ahora se ha entendido que era pre- to realmente así? No conviene precipitarse en ta-
cisa la vocación como garantía de calidad en la les consideraciones. En la exigencia de profesio-
realización de los cometidos correspondientes. nalización y profesionalidad no sería acertado ni
H ay actividades o, más propiamente, servicios justo ver sin más el resultado y expresión de una
en los que la vocación se requiere de tal modo voluntad «laicizadora». H a de tenerse en cuenta
que sin ella no llegarían a realizarse o prestarse. que, en nuestro mundo laicizado, pero no por
La vocación sería en estos casos no ya requisito laicizado, sino por complejo y necesitado de me-
de una mayor entrega y, en gracia de ésta, de una jor organización y en aras, en último término,
mayor perfección, sino condición misma de po- del bien común público, hay actividades cuya
sibilidad de la realización de esas actividades y realización no puede quedar supeditada a que
servicios. En otros casos la vocación se conside- haya personas con «vocación» para dedicarse a
ra un factor o requisito de especiales aspectos de ellas, sino que ha de quedar asegurada mediante
la calidad para llevar a cabo actividades que, sin motivaciones socialmente controlables y garanti-
vocación, no sólo pueden también realizarse si- zables, distintas de la vocacionales y sin excluir
no realizarse con notable calidad técnica. éstas, obviamente, cuando las haya. H ay que ase-
De profesionalidad, y no de vocación, se ha- gurar la profesionalidad no porque no haya vo-
blará fundamentalmente en relación con aque- caciones, ni para que no las haya o sean innece-
llas actividades para las cuales se requiere una sarias, sino aun cuando haya y sean muchas las
preparación específica muy bien identificada en vocaciones…
sus componentes y cuya realización puede desa-
rrollarse mediante procedimientos técnicos y re-
glamentarios asimismo bien determinados. Esas ¿Q ué es profesionalidad?
son las actividades (necesarias o convenientes pa-
ra la sociedad y, en todo caso, objeto de efectiva Invocar la «profesionalidad» es apelar al rigor
demanda) que pueden y deben quedar asegura- técnico, a la observancia de las exigencias técni-
das mediante la profesi onali dad de los encarga- cas, jurídicas y deontológicas a las que debe ajus-
dos de llevarlas a cabo, con independencia de tarse la realización de la actividad correspon-
que éstos tengan, además, vocación o no. Si la diente. Notas constitutivas de la profesionalidad
vocación era, se entendía, la mejor garantía de son, en efecto, una rigurosa preparación cien-
calidad (derivada del amor y empeño que pone tífico-técnica para el desempeño de las activida-
en lo que hace quien por vocación actúa), la des de que se trate, la sujeción a las exigencias de
apuesta actual por la profesionalidad podría pa- orden jurídico y ético-deontológico que regulan la
recer que obedece al convencimiento de que la realización de esas actividades, así como, en el
calidad puede y debe quedar garantizada aunque anverso de esas mismas exigencias, la indepen-
no haya vocación. Incluso podría alguien consi- dencia respecto de cualesquiera otras, incluidas
derar que esa calidad queda mejor asegurada con la de los propios particulares intereses, móviles,
profesionalidad que con mera vocación. La pro- imperativos o criterios personales de quien las
lleva a cabo. En el caso de actividades que, en ra- énfasis cuanto más clara su ausencia y más graves