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Vocaci ón y reali zaci ón de la persona

LECTURA 3

Vocación, profesión y profesionalidad

Teófilo González Vila


Catedrático de Instituto

«Para todo hace falta vocación» muy particular del término «profesión». La res-
puesta positiva a un determinado tipo de voca-
Para ser sacerdote o maestro, se dirá, «hace falta ción religiosa supone «profesar» en una orden o
vocación». ¿También para ser médico, político, congregación, mediante un acto solemne que se
militar? Desde luego nos resultaría extraño que denomina justamente «profesión». Y esa voca-
de alguien se nos dijera, sin cierta sorna, que tie- ción religiosa aparece referida, adviértase, no
ne «vocación de registrador de la propiedad». tanto a unas actividades, sino a un estado y esti -
Por otra parte, oímos decir que «para todo hace lo de vi da inmediatamente determinado por una
falta vocación». Sin duda, se quiere decir con es- opción fundamental ante la gran cuestión por el
to que para realizar con gusto, con entrega, sentido mismo de la existencia. El primero y más
cualquier actividad o trabajo, hace falta cierta in- alto plano en el que puede considerarse la voca-
clinación. Con la idea más generalizada de voca- ción es precisamente éste, transcendente, antro-
ción se vinculan las de aptitud-aptitudes, inclina- pológico-metafísico, religioso, moral, del desti-
ción, afición y gusto, por más que haya casos en no y sentido de la existencia. El destino último
los que el «llamado» no encuentre precisamente que atribuyo a mi existencia y que le confiere
grata la tarea para la que se le re-clama (cf. v.c. sentido es para mí exigencia y deber, llamada,
Jon 1, 3). Con tanta amplitud se usa el término vocación a la que he dar una respuesta: la de su
vocación que incluso de quien soporta una si- plena realización que es mi plena autorrealiza-
tuación indigna sin signos ni ánimo alguno de ción y mi felicidad Esa sería la que podemos lla-
rebeldía se dirá que tiene vocación para ellas. mar vocaci ón exi stenci al. La respuesta a esa vo-
Así, aunque con intención irónico-reprobatoria, cación radical, fundamental, existencial puede
se dirá de alguien, p.e., que «tiene vocación de revestir diversas formas de vida, puede concre-
esclavo». Son, pues, diversos los planos y senti- tarse en distintos proyectos de vi da. Y en un pro-
dos en que cabe hablar y se habla de vocación. yecto de vida se incluye el de la propia dedica-
ción profesional.

D estino, vocación, proyecto de vida,


profesión D istingamos las voces de los ecos…

Por vocación, sin más, se entendía casi exclusiva- Si ha de decirse que la vocación fundamental es
mente vocación «religiosa» (llamada al estado la vocación de ser hombre, esto no impide, ob-
sacerdotal o religioso). Y a este sentido del tér- viamente, decir que también son objeto de vo-
mino «vocación» corresponde, por cierto, otro cación, de acuerdo con la acepción propia de es-

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te término, formas y estados particulares de ser propia realización personal y sin duda está en
hombre / mujer y desde ahí, en dirección des- condiciones de ser más feliz que quien sólo ac-
cendente, hasta actividades las más modestas. túa por móviles «extrínsecos» a su quehacer mis-
La vocación como tal, como llamada, reviste mo.1
muy diversas formas, se manifiesta de muy di-
versos modos, suena con mayor o menor fuer-
za, se nos vocea o se nos susurra, se oye nítida Entre hacer lo que quiero y querer lo
o confusa, abierta o «cifrada». Si de ordinario que hago. Entre el «hobby» y la
esa llamada es, de uno u otro modo, una «voz rebeldía…
interior», es también vocación en su más literal
sentido la llamada externa que tiene lugar a ve- H ay actividades, dedicaciones, situaciones profe-
ces rodeada de signos extra-ordinarios (cf., v.c., sionales alejadas de la que se siente como voca-
H ech. 9, 3-6). Y no todas las llamadas, inclina- ción, sobre las que, no obstante, puede proyec-
ciones, incitaciones, que en cuanto tales son li- tarse un sentido que de alguna manera las
teralmente «vocaciones», son positivas, cons- «vocacionaliza» en sí mismas. Pero hay situacio-
tructivas; las hay destructivas. Y no todas nes «profesionales-laborales» que, por su propia
conciliables; las hay contradictorias. N ecesario naturaleza, por su intrínseca o circunstancial an-
es el espíritu de discernimiento que nos lleve a tihumanidad, inmoralidad, indignidad, no son
distinguir las voces de los ecos… vocacionalmente «redimibles». Esas situaciones
pueden, con todo, paradójicamente convertirse,
ellas mismas, en origen de una verdadera voca-
Vocación, amor, autorrealización, ción, situada en un plano meta-profesional, en
felicidad llamada justo a «salir fuera», «dar un salto» vo-
cacional a un plano superior, liberador y a, p.e.,
En su sentido más propio y elevado, marcado emprender la lucha contra la injusticia ante la
por sus originarias connotaciones religiosas y que sólo puede dejar de sentir rebeldía quien
morales, la vocación se entiende referida a activi- tenga «vocación de esclavo». En todo caso, es
dades de especial excelencia intrínseca y a moti- un hecho que, para un número muy elevado de
vaciones e intenciones moralmente elevadas, de- personas, entre vocación y profesión no sólo no
sinteresadas. En esas elevadas motivaciones e hay, en muchos casos, coincidencia sino que se
intenciones radicaría la fuerza que permite supe- produce una abismal distancia. El proyecto de
rar, mediante esfuerzos impagables, las dificulta- vida, en el que ha de concretarse nuestro perso-
des de que parecen acompañadas las actividades nal modo de realizar nuestra vocación existencial
para las que tradicionalmente se ha pensado que última, no es necesariamente, ni de hecho lo es
es necesaria una muy marcada vocación. Pero to- para los más, un diseño consciente y libremente
do lo dicho de la vocación en su sentido más ele- elaborado con carácter previo a su realización,
vado puede decirse, en mayor o menor medida, sino que, en gran medida y para los más, es el
de toda verdadera vocación aunque no esté mar- proyecto que se me da y ante el que mi decisión
cada por una relación directa con grandes «cau- será la de rechazarlo o aceptarlo, gozarlo, sopor-
sas» y fines «superiores». Así en aquel, cualquie- tarlo o sublimarlo, y hacer así de la necesidad vir-
ra sea, de quien pueda decirse que tiene tud o condena (cf., v.c., O s 1, 2).2 ¡Para cuántas
vocación encontraremos sin duda amor por lo personas, innúmeras, el trabajo es sólo el medio
que hace, cuidado en hacerlo del modo más ex- con que ganar tiempo para intentar «realizarse»
celente, disposición a ir, en tiempo, esfuerzo y en la que consideran su verdadera vocación!. En
esmero, más allá de lo reglamentariamente exigi- el amplio y variado campo del «hobby», junto a
ble. Las intenciones e intereses de quien lleva a actividades de puro «entretenimiento» (en últi-
cabo una actividad por vocación se identificarán mo término, de terapia a la presión de trabajo y
con los de la actividad misma y, en todo caso, al servicio, por lo mismo, de la propia actividad
nunca ésta se verá desatendida o perjudicada por laboral-profesional), se sitúan aquellas mediante
aquéllos. Q uien desempeña sus tareas con voca- las que «se da salida» de alguna manera a los ver-
ción encuentra en ellas el gozo superior de su daderos impulsos vocacionales. Entre vocación y

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afición cabe un camino de doble dirección. Ad- fesionalidad vendría, pues, no ya a remediar la
virtamos que una misma actividad material (la de falta de vocaciones en determinados ámbitos, si-
jardinería) puede revestir la condición de «pro- no a hacer innecesaria la vocación… Y este mo-
fesional» (en el jardinero) y de ocio creativo pu- do de entender la profesionalidad, pensarán al-
ramente vocacional (en, p.e., un camionero). 3 gunos, sería una prueba más (resultado y
expresión) de la secularización.
Si la «vocación» originariamente remite a una
Profesionalidad: ¿vocación secularizada? cierta sacralización, habría de verse en la actual
demanda de profesionalización una muestra más
En nuestro mundo secularizado parece que no de secularización, de desacralización, sobre todo
es vocación, sino profesionalidad lo que se pide cuando esta demanda recae sobre profesiones
y espera de quienes realizan cualesquiera activi- que tradicionalmente se han visto aureoladas y
dades «profesionales» destinadas a ofrecer a los efectivamente casi «sacralizadas» como objeto
demás un bien, un servicio, incluidas aquellas en de una alta vocación (la de maestro, p.e.). ¿Es es-
las que hasta ahora se ha entendido que era pre- to realmente así? No conviene precipitarse en ta-
cisa la vocación como garantía de calidad en la les consideraciones. En la exigencia de profesio-
realización de los cometidos correspondientes. nalización y profesionalidad no sería acertado ni
H ay actividades o, más propiamente, servicios justo ver sin más el resultado y expresión de una
en los que la vocación se requiere de tal modo voluntad «laicizadora». H a de tenerse en cuenta
que sin ella no llegarían a realizarse o prestarse. que, en nuestro mundo laicizado, pero no por
La vocación sería en estos casos no ya requisito laicizado, sino por complejo y necesitado de me-
de una mayor entrega y, en gracia de ésta, de una jor organización y en aras, en último término,
mayor perfección, sino condición misma de po- del bien común público, hay actividades cuya
sibilidad de la realización de esas actividades y realización no puede quedar supeditada a que
servicios. En otros casos la vocación se conside- haya personas con «vocación» para dedicarse a
ra un factor o requisito de especiales aspectos de ellas, sino que ha de quedar asegurada mediante
la calidad para llevar a cabo actividades que, sin motivaciones socialmente controlables y garanti-
vocación, no sólo pueden también realizarse si- zables, distintas de la vocacionales y sin excluir
no realizarse con notable calidad técnica. éstas, obviamente, cuando las haya. H ay que ase-
De profesionalidad, y no de vocación, se ha- gurar la profesionalidad no porque no haya vo-
blará fundamentalmente en relación con aque- caciones, ni para que no las haya o sean innece-
llas actividades para las cuales se requiere una sarias, sino aun cuando haya y sean muchas las
preparación específica muy bien identificada en vocaciones…
sus componentes y cuya realización puede desa-
rrollarse mediante procedimientos técnicos y re-
glamentarios asimismo bien determinados. Esas ¿Q ué es profesionalidad?
son las actividades (necesarias o convenientes pa-
ra la sociedad y, en todo caso, objeto de efectiva Invocar la «profesionalidad» es apelar al rigor
demanda) que pueden y deben quedar asegura- técnico, a la observancia de las exigencias técni-
das mediante la profesi onali dad de los encarga- cas, jurídicas y deontológicas a las que debe ajus-
dos de llevarlas a cabo, con independencia de tarse la realización de la actividad correspon-
que éstos tengan, además, vocación o no. Si la diente. Notas constitutivas de la profesionalidad
vocación era, se entendía, la mejor garantía de son, en efecto, una rigurosa preparación cien-
calidad (derivada del amor y empeño que pone tífico-técnica para el desempeño de las activida-
en lo que hace quien por vocación actúa), la des de que se trate, la sujeción a las exigencias de
apuesta actual por la profesionalidad podría pa- orden jurídico y ético-deontológico que regulan la
recer que obedece al convencimiento de que la realización de esas actividades, así como, en el
calidad puede y debe quedar garantizada aunque anverso de esas mismas exigencias, la indepen-
no haya vocación. Incluso podría alguien consi- dencia respecto de cualesquiera otras, incluidas
derar que esa calidad queda mejor asegurada con la de los propios particulares intereses, móviles,
profesionalidad que con mera vocación. La pro- imperativos o criterios personales de quien las

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lleva a cabo. En el caso de actividades que, en ra- énfasis cuanto más clara su ausencia y más graves

Miguel Á ngel Fernández


zón de su propio específico contenido, «consis- los obstáculos que puede haber para garantizar-
ten» de modo inmediato en relaciones humanas, la. Así, p.e., en el ámbito de la Administración
una actuación profesionalmente correcta depen- pública, en el que la profesionalidad encuentra
derá asimismo de determinadas cualidades perso- su mayor obstáculo y amenaza en la «politiza-
nales o, si se quiere, de determinadas «virtudes», ción». No deja de resultar paradójico que la pro-
entendido este término en sentido caracterológi- fesionalidad de la función pública aparezca de
co.4 Puede darse la capacitación técnica requeri- modo recurrente como promesa política, esto
da en el más alto grado y resultar deficiente la ac- es, de aquellos que más expuestos están a politi-
tuación correspondiente, por negligencia, o por zarla. Lo cual es buena prueba del universal re-
la incidencia de móviles ajenos o contrarios al fin conocimento de que la profesionalidad es una
intrínseco de aquélla. 5 Sin negar la legitimidad y exigencia objetiva fundamental que debe quedar
necesidad de la distinción entre bondad-maldad atendida en razón del mismo bien común públi-
técnica y bondad-maldad moral, desde nuestra co y el mejor índice de una sociedad con buena
perspectiva, hemos de considerar que la cor rec- salud ético-democrática.
ci ón deontológi ca en la práctica profesional
constituye un componente de la propi a bondad
técni ca de cualquier práctica «profesional-labo- Garantizar la profesionalidad y suscitar
ral».6 la vocación
En algunos ámbitos la profesionalidad apare-
ce ante todo como garantía de independencia y Entre vocación y profesionalidad —ha de
es invocada con tanta más frecuencia y tanto más afirmarse en primer lugar— no cabe de suyo

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sino aun dentro del mismo plano (el profesional) según
contradicción ni aun oposición alguna. La pro- las circunstancias. La pluralidad de vocaciones supone
fesionalidad es exigible; la vocación, no. Puede sin duda unas ricas aptitudes e intereses variados y habrá
darse profesionalidad sin vocación, y vocación, al quien a lo largo de su vida, sucesiva e incluso simultá-
menos inicial, sin profesionalidad. Pero no habrá neamente, realice más de una vocación. Y habrá casos en
verdadera vocación si de ella no surge la exigen- que esa pluralidad vocacional potencial no dé paso a nin-
guna «obra». Si la realización de una posibilidad, en es-
cia de la profesionalidad. La vocación no dispen-
te caso, de una vocación, pasa por la renuncia a otras, la
sa de las exigencias de la profesionalidad. Por lo pretensión de mantener todas las posibilidades puede
mismo, y p.e., el carácter «voluntario» o «voca- llevar a no realizar ninguna y retenernos toda la vida en
cional» con que se desempeña una tarea no jus- la inmadurez personal… Nada grande se hace sin pasión
tifica la «chapuza». La diferencia entre profesio- y nada en absoluto sin renuncia.
nalidad y voluntariado no pude ponerse en la 3. A veces el éxito obtenido en la actividad vocacional ex-
traprofesionalmente realizada, en el «tiempo (profesio-
distinta exigencia de calidad de la actividad que nalmente) libre» le permitirá a algunos abandonar la ac-
se realiza, sino en las distintas motivaciones y es- tividad laboral-profesional originaria y dedicarse
tatuto socio-laboral y jurídico. La vocación por exclusivamente a la vocacional, que pasaría a ser ahora,
sí sola no asegura la profesionalidad, pero lleva además, la profesional (El funcionario que escribe nove-
consigo la exigencia ética de adquirirla al nivel las fuera de sus horas de trabajo y termina por ser «es-
critor» de profesión).
máximo y, supuesta la profesionalidad, la poten-
4. Podría, en un ajuste conceptual más fino, distinguirse
cia en cuanto constituye un plus motivacional a entre componentes de la profesionalidad (que serían, con
la hora, p.e., de superar dificultades frente a las toda seguridad, el saber hacer, capacitación científico-
cuales pueden resultar insuficientes o ineficaces técnica, y el recto proceder, sujeción a las normas que re-
las motivaciones exclusivamente profesionales. gulan la práctica de que se trate) y requisitos de la profe-
En otra dirección, la profesionalidad, a su vez, sionalidad (aquellas virtudes y cualidades sin las cuales
los componentes de la profesionalidad se verían desvir-
puede favorecer el surgimiento de actitudes vo- tuados y la actuación correspondiente quedaría profesio-
cacionales en cuanto no pocas veces el manteni- nalmente frustrada). H ay, no obstante, razones para
miento de la profesionalidad parece reclamar co- considerar que el respeto a las normas deontológicas (no
mo sostén ese plus de motivación que caracteriza sólo a las jurídicas) e incluso algunas dotes personales,
a lo vocacional y que no proporciona el mero aunque elementos de contornos menos precisos y de
más difícil objetivación y garantía, son componentes y
sentido «a lo kantiano» del deber ni el mero
exigencias de la profesionalidad misma
pundonor en busca del prestigio «profesional»… 5. Exigencia ética elemental a la que ha de atender todo
La profesionalidad constituye un bien en sí y una profesional es justo la de su propia preparación técnica y,
exigencia moral. No contrapongamos profesio- supuesta ésta, la de la obra (técnicamente) bien hecha,
nalidad y vocación. Exijamos, exijámonos profe- esto es la de actuar con diligencia y proponerse alcanzar
sionalidad, e inyectemos, a la vez, sentido voca- tanta calidad como está capacitado para lograr. Convie-
ne, por demás, en este orden de consideraciones, la dis-
cional en nuestras tareas, desde motivaciones tinción entre códico deontológico y código ético. Como
alimentadas por el amor. expone Agustín Domingo Moratalla, el código deontoló-
gico presenta «un marcado carácter profesional» y arti-
N otas cula fundamentalmente los deberes de los profesionales
1. H abría que recordar aquí la distinción clásica entre el de que se trate, en cuanto tales, en tanto el código ético
finis operis (bien-fin de la obra = bienes internos) y el ha de entenderse referido a las prácticas que realizan
finis operantis (= el fin-bien del que obra = bienes exter- dentro de una misma organización los más diversos co-
nos). Se produce cor rupci ón cuando la realización de laboradores, cualquiera sea el puesto que ocupen, sean
una actividad se somete no a la consecución de los bie- permanentes o esporádicos, «asalariados» o «volunta-
nes-fines intrínsecos, sino al logro de bienes extrínsecos, rios»; y no se limita a regular deberes, sino que expresa
ajenos a la obra misma, y esto de tal modo que el logro los ideales, valores y aspiraciones que todos ellos com-
de aquéllos se ve impedido en absoluto o dificultado y parten (D O MINGO M O RATALLA, Agustín: Ética y volun-
deteriorado por la búsqueda de éstos (cf. M ACINTYRE , tariado. Una solidaridad sin fronteras. Madrid, PPC,
A.: Tras la virtud. Crítica, Barcelona, 1987, pp. 233 ss.; 1997, p. 162)
C O RTINA, A.: Ética civil y religión. PPC, Madrid, 1995, 6. No faltarían quienes invocaran la posibilidad de separar
pp. 24ss.) … bondad técnica y bondad moral, de modo que un traba-
2. Si bien una vocación en su sentido más exigente parece jo técnicamente bueno no dejaría de ser, sin más y
absorber toda posible dedicación, es posible en un mis- definitivamente, una obra bien hecha por más que en su
mo sujeto una pluralidad de vocaciones, de posible rea- realización o efectos o cualquier otra circunstancia en-
lización sucesiva o aun simultánea y no ya porque perte- trañara la violación de principios éticos. Tradicional dis-
nezcan a distintos planos (el existencial, el profesional), cusión, ésta, especialmente respecto de las obras de arte.

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