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105el Desarrollo de Las Competencias Basicas
105el Desarrollo de Las Competencias Basicas
Editorial GRAÓ
Primera Edición:
junio 2008
Barcelona (España)
Este material se
utiliza con fines
exclusivamente
didácticos.
Índice
Presentación……………………………………………………………………………………………..9
Referencias bibliográficas………………………………………………………………………….171
Introducción
El desarrollo de competencias en los centros exigirá que consideremos una topología de
competencias apropiadas según el nivel de concreción curricular al que nos vayamos a referir
(de etapa y ciclo: segundo nivel; o de aula: tercer nivel).
Como explicamos en el capítulo 2, el estudio de los tipos de competencia se puede hacer
desde distintas proyecciones. Las que atienden a la dimensión naturaleza de sus propósitos y
sus contenidos, y la que atienda a su grado de generalidad-concreción. .
Concretar y contextualizar propuestas del enfoque competencial en centros y aulas va a
necesitar el empleo de ambas proyecciones. El primer tipo y sus perspectivas ya lo hemos
mostrado. Algunos de sus aspectos nos van a servir, como veremos, para delimitar el segundo.
Diferentes autores (Con y Pérez Gómez; Zabala y Amau) han reflexionado sobre el
problema de las competencias y su desarrollo. Responden a la preocupación sobre si las
competencias, que pretenden ser «multifuncionales» y han de dotar a las personas de
instrumentos para ser desarrolladas, pierden ese carácter al contextualizarse, al vestirse con
ropajes tan concretos.
¿Desvirtúa el carácter de la competencia su concreción? En línea con el análisis de los
autores citados, consideramos que no. A pesar de ello, conviene estar atentos a los peligros
que, en este terreno educativo, puede suponer una concreción lineal, rígida y guiada en
exceso. Recordaremos que la práctica, la aplicación, supone un paso más ana del
conocimiento y la comprensión. Debe, además, progresar hacia la evaluación de lo realizado,
de sus logros; pero también a la evaluación que compare lo propuesto con lo conseguido, con
la marcha y con las fases del proceso.
Esta forma de entender tal proceso implica relacionar el trabajo directo y concreto en el
desarrollo de cualquier competencia con aquellas que le sirven de guía (aprender a aprender y
autonomía e iniciativa personal).
Esto nos conduce a la posibilidad de innovar a través de las competencias, a indagar en
su empleo creativo para resolver distintos tipos de situaciones. Destacamos de nuevo (como ya
lo hicimos en el capítulo 2), que esta forma de actuar, además de atender a demandas
sociales, es exponente del desarrollo personal.
Este mismo grupo señala, además, la importancia de la acción tutorial, la acción de los
órganos de gobierno y de coordinación, los cauces de trabajo en equipo, etc. Vamos a trazar
algunos puntos concretos de análisis y propuestas en este terreno: el marco general que
orientará la actividad del centro, el plan de convivencia, el plan de atención a la diversidad,
planes de acción tutorial y concreciones de los currículos (que serán objeto de un tratamiento
específico).
Señalarán los objetivos, los órganos y sus responsabilidades, las medidas generales y
los procedimientos de actuación. Las normas de convivencia, organización y funcionamiento
del centro garantizarán el cumplimiento del plan de convivencia y estarán basadas en el
respeto a los derechos y en el cumplimiento de los deberes y obligaciones de todos los
componentes de la comunidad educativa.
En el plan deberán quedar delimitados, entre otros aspectos, principios y proyectos
concretos para fomentar la relación con los demás. Junto a ellos pueden quedar destacadas
competencias a cuyo desarrollo cooperaran. Por ejemplo:
PRINCIPIOS DEL PLAN (entre otros):
• Participar es colaborar, informarse, proponer, decidir, criticar, exigir, opinar, pensar y
trabajar.
• Solamente mediante el esfuerzo individual y colectivo podemos conseguir nuestros
objetivos.
• La tolerancia, la convivencia y la solidaridad pueden tener y deben fomentar distintos
cauces expresivos: la literatura, la música, el teatro, la expresión corporal, la ciencia,
la técnica, etc.
De este modo, apreciamos una vinculación con competencias básicas como la social y
ciudadana, aprender a aprender e iniciativa y autonomía personal, especialmente. Se
apoyarían en las restantes competencias como instrumento, de manera muy especial, cultural,
artística y lingüística.
En el plan pueden constar también algunos proyectos como:
• Jornadas y talleres para desarrollar ponencias, concursos, certámenes y
actividades (en el centro e intercentros) con sugerencias temáticas del siguiente
tipo:
-La semana de las artes plásticas (pintura, escultura y fotografía).
-La semana de las artes escénicas (dramatización y danza).
-La semana de la novela policíaca.
-La semana de la poesía.
-Las jornadas de puertas abiertas de la biblioteca.
-Concursos literarios.
-Campeonatos de estrategias de resolución de problemas.
• Diseño y desarrollo de un periódico escolar para fomentar el diálogo y la
participación.
• Configuración negociada de protocolos de mediación y resolución positiva de los
conflictos con indicación de los responsables.
Como en el caso anterior, quedaría patente la relación con competencias como social y
ciudadana, aprender a aprender, iniciativa y autonomía, cultural y artística, lingüística,
tratamiento de la información y competencia digital.
Cada ciclo integrado en el centro deberá poseer uno, aunque todos tengan un tronco
común. Las líneas de la acción tutorial (que corresponden a los «pilares de la educación» de
Delors) pueden quedar relacionadas y vinculadas alas competencias básicas, por ejemplo:
• Enseñar-aprender a ser persona. Social y ciudadana e iniciativa y autonomía
personal.
• Enseñar-aprender a convivir. Lingüística, social y ciudadana e iniciativa y
autonomía personal.
• Enseñar-aprender a pensar y trabajar. Lingüística, matemática, conocimiento e
interacción con el mundo físico-natural, tratamiento de la información y
competencia digital, cultural y artística, aprender a aprender e iniciativa y
autonomía personal.
• Enseñar-aprender a tomar decisiones. Social y ciudadana, conocimiento e
interacción con el mundo físico-natural, aprender a aprender e iniciativa y
autonomía personal.
En los planes de acción tutorial deberán determinarse vías para la relación con las
familias. Pues bien, estos documentos podrían contener pautas para transmitir a los padres el
concepto, sentido y valor de las competencias, e incluso materiales y propuestas practicas para
que pudiesen cooperar activamente en el progreso de facetas vinculadas al desarrollo
competencial: lenguaje verbal, inquietud por plantearse interrogantes, sensibilidad artística,
discusión y trazado de normas de convivencia, deseo de delimitar criterios y principios
personales y fundamentados, etc.
Para ello y, en colaboración con los departamentos y unidades de orientación, los
centros, con las asociaciones correspondientes, podrían articular propuestas de escuelas de
padres. En ellas se podrían difundir y construir-reconstruir formulas abiertas para orientar
respecto al desarrollo de competencias en el entorno familiar. Materiales como los de De Bono
(2003), Brenifier (2007), Fisher (2004), Hernández y García (1997), Segura y Arcas (2004),
lbarrola (2003 y 2007) y Baques (2006 y 2007), entre otros muchos, pueden proporcionar
sugerencias en este terreno. El cuadro 13 muestra algunas alternativas (elaboradas a partir de
las sugerencias de Fisher) , en este caso, para estimular la competencia lingüística.
Cuadro 13. Principios y actuaciones para impulsar la competencia lingüística en el entorno familiar
Desde nuestra perspectiva, todos los ciclos deben desarrollar todas las competencias
básicas. De hecho, la Unión Europea las denomina competencias clave para el aprendizaje
permanente. Son referencias de valor esencial de los conocimientos que necesitan los alumnos
en la sociedad en la que van a vivir. Todas son necesarias, en todos los tramos, aunque
poseen diferentes connotaciones de valor:
• Algunas son más instrumentales (lingüística, matemática, tratamiento de la
información y competencia digital).
• Otras poseen un carácter de desarrollo interpersonal (social y ciudadana).
• Otras son de naturaleza más integradora, holística o sistémica (aprender a
aprender, iniciativa y autonomía personal).
La diferencia entre ciclos vendrá dada por el nivel de desarrollo del alumno: sus
capacidades (pensamiento concreto o abstracto, desarrollo social, afectivo y moral y, en
distintos grados, madurez lingüística, integración psicomotriz y percepción y estructuración
espacial y temporal) y sus conocimientos (conceptos, principios y procedimientos) que irán
determinando la forma en que se concreten las competencias básicas.
Para determinar la estrategia que permita integrar en las concreciones del currículo las
competencias básicas, armonizándolas con los otros elementos curriculares, tenemos que
arbitrar planes que identifiquen respuestas a dos tipos de interrogantes:
• ¿Quiénes son las responsables? Órganos encargados de proponer, diseñar,
aprobar y aplicar.
• ¿Cómo la llevan a efecto? Metodología, estructura y modalidad de incorporación
de las competencias. (Mas adelante, en el cuadro 18, identificamos propuestas
en este sentido.)
Metodología
Respecto a la primera, destacaremos la idoneidad de una línea mixta de carácter
inductivo-deductivo. Como hemos señalado anteriormente, el trabajo educativo desarrollado
por muchos profesores y grupos de profesores se ha mostrado abiertamente a favor de los
principios de aprendizaje significativo, destacando la funcionalidad de lo aprendido. De esta
manera, puede ser de gran valor reflexionar sobre la idoneidad de algunas prácticas de
probada eficacia en un determinado contexto, y darles una nueva proyección a la luz de su
relación con el desarrollo de una o varias competencias básicas.
Integrar gradualmente esas topologías de tareas, vinculando las con técnicas y con
distintos tipos de contenido, y poniéndolas al servicio de objetivos orientados al desarrollo de
competencias, permitirá seguir una trayectoria inductiva que podría ir siendo avalada por los
distintos órganos: profesor, equipo de aula, equipo de curso, ciclo o departamento, comisión de
coordinación pedagógica, claustro o consejo. Algunas propuestas, incluso podrían venir de la
mano de asociaciones o grupos de padres o de alumnos.
En otros casos (o paralelamente) se puede partir del desarrollo de iniciativas y
experiencias de formación, en el propio centro o fuera de el. Estarían relacionadas con los
conceptos, principios y alternativas en el desarrollo de competencias. El estudio de materiales
normativos y bibliográficos también es necesario. En ocasiones, serán de carácter más teórico
(exigirán deducir); otras veces, serán exponente y resultado de experiencias difundidas desde
otros centros y grupos de trabajo, y requerirán inducir.
En cualquier caso, apreciamos no sólo como compatibles, sino también como
complementarias las alternativas inducción desde la practica y deducción desde la norma y
principios. Configuraran estudios y propuestas de grupos de profesores y otros sectores de la
comunidad educativa que queden avaladas por el claustro y el consejo; podrán ser refrendadas
en documentos que deberían ser expresión de acuerdos para conducir y acompañar prácticas
abiertas.
Son criterios de evaluación que están relacionados con la competencia específica que hemos
mostrado en el apartado anterior.
Recordaremos que estas competencias esenciales, junto con las básicas o clave, son
exponentes de consenso internacional, europeo y estatal por perseguir elementos de desarrollo
común.
Las competencias básicas o claves han sido identificadas por las disposiciones legales
de carácter curricular (o por las recomendaciones del Parlamento y el Consejo Europeos). Son
marcos de referencia de carácter más analítico que las anteriores. Permiten establecer un
dialogo más próximo con las áreas y las materias. Por tanto, como las anteriores, no requieren
formulación; «sólo» estudio, aplicación y evaluación.
En el capítulo 2 puntualizamos que, en esta publicación, cuando nos referimos a ellas,
emplearemos indistintamente la caracterización básicas o claves, incluso cuando nos refiramos
alas recogidas en la normativa curricular aprobada en España; eso sí, sin identificar; en ningún
caso el concepto de competencia básica como referencia directa y circunscrita al marco de la
escolaridad obligatoria.
En el desarrollo de los proyectos educativos y de sus concreciones curriculares,
emplearemos los números, ya convencionales, que las identifican para, así, dejar patente que
las tenemos como referente a la hora de delimitar las competencias específicas, o algunos
aspectos de currículo o de actuaciones que se deseen priorizar (y, por ello, que se quieran
destacar de forma especial).
PROPUESTA
Lingüística, matemática, conocimiento e interacción con el mundo físico y natural, tratamiento
de la información y competencia digital, social y ciudadana, cultural y artística, aprender a
aprender, iniciativa y autonomía personal.
PROPUESTA
«Participar de debates sobre temas de actualidad de forma respetuosa y fundamentada»
Las competencias operativas son enunciados que identifican destrezas que alcanzar,
vinculadas a la acción (en contextos académicos, sociales, familiares y laborales muy
definidos) en plazos relativamente próximos yen situaciones de enseñanza-aprendizaje
concretas. Para su formulación consideraremos:
• Identificación de verbos relacionados con capacidades que, al vincularse a áreas
y materias y a parcelas de contenido muy delimitadas, forjaran destrezas
intelectuales, sociales o motrices (cuadros 16 y 17).
• Consulta de propuestas de taxonomización (cuadros 16 y 17) que nos permitan
graduar tales verbos con procesos mentales, sociales o, motrices, para poder
taller una guía que los delimite en términos de complejidad creciente.
• Relación con marcos de acción verbal, mental, social o motriz definidos, propios
de contextos diversos (académicos, sociales, familiares y laborales).
• Vinculación muy puntual a determinadas áreas y materias con las que se
relacionan de forma sustantiva, a las que aportan un nexo de
interdisciplinariedad, pero con márgenes muy estrechos por la delimitación
puntual de campos de contenido. Se trata, pues, de enunciados en los que se
“reconoce” el contenido del área o materia con más facilidad que en los casos
anteriores, aunque los campos de los procesos psicológicos que se desean
fomentar son comunes a varias de ellas (ver cuadros de propuestas de
contenidos de las áreas o materias en relación con las competencias del capítulo
3).
• Establecimiento de nexos con las competencias básicas, para dejar patente la
vocación de desarrollo de los elementos determinados por la normativa (por
ejemplo, mediante la relación numérica convencional).
PROPUESTA
Debatir, observando las normas de participación y respeto acordadas, sobre un tema
relacionado con las condiciones de acceso y disfrute del patrimonio histórico-artístico
(gratuidad para todos o gratuidad selectiva según grupos y situaciones de edad o nivel
socioeconómico), tomando partido por una de las posturas trazadas y exponiendo
ordenadamente argumentos fundamentados para su defensa (CB 4, 5, 6, 7 y 8).
Queremos hacer una puntualización respecto a este tipo de trabajos de desarrollo de
propuestas de distintos niveles de competencia: los grados o niveles de generalidad-concreción
son relativos. Aunque las competencias especificas sean propias de las programaciones de
área o materia, algunas veces las concretamos más para "forzar” su carácter orientador
respecto a las prácticas de aula, por ello podrán acercarse a competencias operativas o
destrezas más definidas.
Asimismo, queremos subrayar que la tecnología didáctica pretende ayudar a planificar,
pero con pautas flexibles; no es deseable ni posible encorsetar los criterios de ayuda que cada
centro y grupo de profesores pueda necesitar. Zabala y Arnau (2007), refiriéndose a la
enseñanza de competencias respecto al alumno, subrayan que uno de sus principios
fundamentales es el de enseñar a “leer”, situaciones cercanas a la realidad desde su
complejidad y, por lo tanto, aprender a saber interpretar en la complejidad. Ello implica, según
los autores, que la realidad objeto de estudio no sea simplificada y que, consecuentemente, se
presente con el mayor número de variables que potencien las capacidades del alumnado. Este
mismo principio es aplicable a la transmisión de orientaciones al profesorado, para definir
enunciados de guía para el desarrollo de competencias.
Así pues, las competencias (mas generales o más específicas) pueden estar en cualquier
elemento, de la misma manera que ya entendíamos que los objetivos presentaban contenidos.
Esto es lo que ocurre en los programas oficiales yen los desarrollos curriculares en los centros,
ciclos yen nuestras aulas. Las competencias, en sus distintos niveles de concreción, se
mostrarán de manera implícita o explícita. Constituyen un elemento singular y diferenciado,
pero en estrecha conexión con los otros elementos.
Así, la forma en que se relacionan con estos esta ya determinada par la didáctica. Las
competencias específicas y operativas que perfilaremos en las programaciones de los
proyectos curriculares de etapa yen las programaciones de aula son un tipo de objetivo; por
tanto no son, como se ha señalado a veces, contenidos de procedimiento ni sustituyen a los
contenidos de procedimiento. Los contenidos son medios más concretos de que se disponen
para lograr las competencias. De la misma forma, las actividades-tipo y las tareas de
orientación funcional para materializar los contenidos se encontrarían en el siguiente peldaño.
Por supuesto, la importancia que concedemos a la adquisición de las competencias lleva
aparejada la necesidad de su evaluación para asegurar su desarrollo. Los criterios de
evaluación deben garantizar la adquisición de las competencias específicas y operativas. Una
selección de aspectos consensuados en función de su relevancia, para alcanzar las prioridades
marcadas por diferentes áreas y materias, podrá resolver los indicadores de desempeño o de
logro que concretarían los criterios y apuntarían a la consecución de competencias.
Diferentes niveles y grados de desarrollo competencial siempre han formado parte de los
programas. Ahora los identificamos de manera más destacada y priorizamos actuaciones para
sistematizar su trabajo y ordenar los procesos de desarrollo orientados a su adquisición.
Como advertíamos en el primer capítulo, las competencias encierran en si mismas notas
características de un enorme valor y proyección. Estas deben ser para nosotros una guía,
debemos trazar propuestas curriculares que las respeten. Destacamos, entre ellas, la
sistematicidad y la creatividad, que debemos contemplarlas unidas.
En la propuesta de concreción que hemos mostrado (esencial, básica, general,
específica y operativa) muchos entenderán rigidez, pero nosotros sólo pretendemos trabajar de
forma sistemática. De alguna manera, las competencias esenciales y las básicas son «rótulos»,
de referencia para mantener nuestra «vigilia», también para compartir puntos de mira
consensuados a gran escala. Las competencias generales nos proporcionan ya perspectivas
más cercanas y reconocibles, referentes para empezar a dar respuesta a grandes factores de
diversidad: niveles y ciclos educativos y de desarrollo personal.
Las competencias específicas permiten graduar niveles de acceso y dan cobertura a la
capacidad (analizar y exponer) con diferentes elementos de contenido (textos literarios,
documentos técnicos, etc.) que sistematizan las actuaciones de enseñanza-aprendizaje. Con
las competencias operativas negaremos a un nivel aun mayor respecto a distintos
contenidos..., pondremos en juego diversas circunstancias (como analizar los elementos más
significativos de las instrucciones de uso de determinados aparatos) que permitirán dar el
«salto» gradual a nuevas situaciones personales, familiares, académicas y profesionales (por
ejemplo, trasmitir lo esencial de esas instrucciones de uso a un miembro de su familia, a un
grupo de compañeros, coloquialmente o académicamente).
Para poder innovar, crear, negar al dominio de capacidades que permitan desarrollar
acciones en sentido muy amplio, es preciso aplicar conocimientos en situaciones diversas y
definidas. Pero la concreción debe siempre mirar hacia arriba; no podemos perder nunca el
horizonte que da sentido a nuestro trabajo: las competencias operativas son un medio respecto
a las específicas y estas lo son respecto a las generales… En definitiva, nuestra propuesta
desarrollo-concreción pretende sistematizar dejando camino a la recreación de situaciones
nuevas y distintas (pueden ser los propios alumnos los que sugieran prácticas en las que ellos
mismos señalen otras circunstancias en las que podrían aplicar esos aprendizajes, esos
logros). Entendemos que mediar y guiar significa favorecer y abrir, jamás cerrar, obstruir ni atar.
El cambio de papel que venimos delimitando, y que se exige que el profesor desempeñe,
requiere una preparación compleja y rigurosa. Nos estamos refiriendo a cooperar en la
construcción y el desarrollo de muy distintos tipos de capacidad y, además, hacerlo de forma
ajustada según las necesidades.
Aunque este tipo de referentes puede ser de gran interés para ayudar a perfilar canales
abiertos en los centros, es preciso recordar que la normativa establece un listado de funciones
comunes para los distintos ciclos de enseñanza. Entre estas funciones (obligaciones y
directrices para trazar competencias más específicas) encontramos:
• La tutoría de los alumnos, la dirección y la orientación de su aprendizaje y el
apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias.
• La orientación educativa, académica y profesional de los alumnos, en
colaboración, en su caso, con los servicios o departamentos especializados.
• La atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del
alumnado.
• La promoción, organización y participación en las actividades complementarias,
dentro o fuera del recinto educativo, programadas por los centros.
• La coordinación de las actividades docentes, de gestión y de dirección que les
sean encomendadas.
También señala la ley que los profesores realizarán estas funciones expresadas bajo el
principio de colaboración y trabajo en equipo.
Apreciamos así, que la identificación de las funciones del profesor ha cambiado
sustancialmente. De ser transmisor de conocimientos, pasa a ser una figura de mediación que
ha de determinar la planificación y gestión de los de recursos personales y metodológicos con
los que deben contar sus alumnos para desarrollar todo tipo de capacidades, entre ellas las de
orientación competencial.
Identificadas las destrezas específicas y las funciones que determina la ley, ya podemos
preguntamos que significa ser un profesor competente y si serlo es, de verdad, necesario.
Podemos argumentar, respecto a ello (como señalábamos en el capitulo 2) que las
competencias están caracterizadas por rasgos como complejidad, reflexión, idoneidad,
responsabilidad, evolución, integración, adaptación al contexto, creatividad e innovación. Así,
un profesor que desee formar a sus alumnos para el desarrollo de competencias tendrá que
haber reflexionado e integrado estas notas distintivas. Deberá mostrar unos rasgos
competenciales que propicien su adquisición por parte de los alumnos.
Gran numero de estudios y trabajos de autores destacados muestran un camino en esta
línea. Perrenoud (2004), tomando como guía el referencial de competencias adoptado en
Ginebra en 1996, identifica diez competencias:
1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje.
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes.
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación.
4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y en su trabajo.
5. Trabajar en equipo.
6. Participar en la gestión de la escuela.
7. Informar e implicar a los padres.
8. Utilizar las nuevas tecnologías.
9. Afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión.
10. Organizar la propia formación continua.
Este autor, en lo que denomina limite de las competencias, sitúa «la intuición, una forma
de reflexión en la acción que necesita después su contrapunto analítico. La razón y la intuición
deben armonizarse y apoyarse mutuamente para promover un cualificado desarrollo
profesional» (2007, p. 110).
Listados de competencias genéricas como el de Perrenoud y Marchesi pueden ser
concretados en habilidades y destrezas más operativas. Por tanto, en los centros, partiendo de
su propia reflexión, del estudio de la ley y de un listado como los de estos autores (tareas de
análisis y síntesis), pueden consensuar un referente competencial de base. La concreción de
destrezas puntuales nunca de be perder de vista el punto de referencia de la competencia
básica, si lo pierden, desvirtuaran su valor. El trabajo en competencias intenta desarrollar la
capacidad para saber hacer en distintos contextos. La concreción es un medio, no el fin.
Para ayudar a los centros y profesores en esta tarea, presentamos en el cuadro 19 un
bosquejo de algunas de estas competencias.
Estos listados han recibido críticas. Consideramos que pueden constituir una base, un
punto de referencia útil si están relacionados con las necesidades del contexto de trabajo que
tenemos que asumir. Deberán ser estudiados, negociados y, si es necesario, redefinidos.
Jamás deberán entenderse como dictados prescriptivos que encorseten los peculiares estilos
personales en los que pueden, y deben, materializarse las competencias profesionales. La
riqueza de matices en el desempeño de la profesión beneficiará a los modelos y las
experiencias con las que entrarán en contacto los alumnos.
Los acuerdos sobre competencias y la organización de los procesos
de enseñanza-aprendizaje. Problemas y alternativas
El acceso a puntos de convergencia sobre como desarrollar las competencias, que
competencias cabe priorizar y con que recursos contamos, exige dialogo, empatía, asertividad,
generosidad y practica de trabajo en equipo. El trabajo en los centros no ha favorecido siempre
el encuentro y el intercambio entre profesores. Más complicada aun es la comunicación entre
profesionales de distintas especialidades, requisito exigido en el enfoque competencial.
Tendremos que esforzarnos por intercambiar conocimientos e intentar ser más objetivos
respecto alas prioridades. Revisar esos contenidos, cuya relevancia se había considerado
inapelable, a la luz de los referentes que nos están aportando estudios sólidos, a veces
provenientes de organismos internacionales donde parece que si se han revisado y
reformulado los marcos de referencia. En enseñanza, tenemos una asignatura de resultados
manifiestamente mejorables, vamos a llamarla ahora, competencia profesional de carácter
sociorrelacional (especifica, relacionada con el trabajo en equipo). Preguntémonos, en línea
con algunas reflexiones ya apuntadas en el capítulo 2, si podemos ayudar a los alumnos a
desarrollar una competencia social y ciudadana, si nosotros mismos no somos capaces de
dialogar, negociar, ceder y acordar.
Nos encontramos en una situación en la que la enseñanza ha de afrontar nuevos retos
que exigen cooperación, dedicación, esfuerzo, voluntad e ilusión. Pero nos hallamos inmersos
en una situación difícil. Por un lado, entendemos que no disponemos de las competencias
necesarias, que no hemos recibido ni construido una capitación docente adecuada. Además,
tenemos que considerar otros aspectos señalados por Marchesi y otros autores y trabajos de
investigación: el clima de los centros, la cultura y las relaciones emocionales que se dan en
ellos y que serán determinantes en el momento de emprender innovaciones y cambios.
Garcia Gómez (2007) señala que distintos estudios revelan la inquietud de la opinión
publica ante las dificultades de relación y de colaboración que se dan en los centros; parece
existir un amplio acuerdo en que estas situaciones «necesitan mejorar» y se asume
habitualmente que quienes tienen la responsabilidad de corregirlas son los profesores.
Marchesi (2007, p. 33) indica que:
El aumento de las exigencias al profesorado se acompaña de una ruptura sobre el consenso social
de la educación, del incremento de las contradicciones en el seno de la docencia y del
mantenimiento de la organización de la enseñanza y de la distribución del tiempo de trabajo como
si no hubiera habido cambio alguno, lo que abruma y desasosiega a los profesores.
Persistentemente se exige a las escuelas y a sus profesionales el desarrollo de nuevas iniciativas
para hacer frente a todo un conjunto de situaciones desajustadas que se manifiestan en el contexto
escolar y que son a su vez prácticas sociales dominantes. Mientras tanto, el profesorado percibe la
falta de compromiso social con la educación.
Así pues, la exigencia respecto a los deberes del profesorado y la percepción, por parte
de este, de la falta apoyos y del escaso compromiso social con la educación contribuyen a
conformar un claro sentimiento de malestar en los profesionales de la enseñanza. Desde el
Proyecto Atlántida (AA.VV., 2007) se ha considerado necesario difundir un conjunto de
actuaciones específicas para reflexionar y trabajar sobre este problema. Cada vez nos
encontramos con un mayor numero y variedad de expresiones como «malestar docente»,
«crisis de identidad profesional" y «síndrome burnout», 'estar quemado' (en el trabajo), etc.
Desde esta perspectiva, y aun reconociendo la necesidad de determinar desde instancias
sociales, familiares, económicas, culturales y políticas su responsabilidad respecto a los
valores y practicas que están interfiriendo en educación, entendemos que debemos asumir
nuestra cuota de responsabilidad.
Cada uno de nosotros debe intentar responder alas nuevas exigencias que se están
determinando y reflexionar sobre las funciones y competencias que nos corresponden y la
necesidad de participación y cambio de los otros (familias, medios de comunicación social,
entidades culturales, administración y servicios educativos centrales, autonómicos y locales).
Actuaciones de estímulo y compromiso en el centro pueden materializarse, como
señalábamos anteriormente, en semanas y jornadas de literatura, de puertas abiertas en la
biblioteca, de cine, de deporte, de periodismo, de la igualdad de oportunidades, etc. que, con
propuestas institucionales, se prolonguen en diferentes tipos de tarea en el aula. Considerando
que las competencias se estimulan de forma gradual, integradora y corresponsable, ninguna de
estas propuestas pretende dar por resuelta la acción educativa en el ámbito en que se mueva.
Se trata de actuaciones que dinamizan relaciones de cooperación en el seno de la comunidad
educativa, dotando de «vida» al centro y que priorizan, alternativa y equilibradamente, el
conjunto de las competencias.
En este terreno, puede constituir una alternativa el llegar a un compromiso con el grupo
de profesores respecto al empleo, en distintos plazos temporales, de determinadas
herramientas para materializar competencias básicas (véase el cuadro 20).
Relación con sus elementos Todos los objetos de conocimiento pueden ser enseñados: si son
sencillos, a través de propuestas y recursos sencillos; si son complejos, pero necesarios, como
las competencias básicas y su desarrollo, a partir de propuestas muy estructuradas que
sistematicen qué es lo que perseguimos, cuándo vamos a organizar los procesos, cómo y con
qué medios vamos a intentar alcanzarlos: contenidos, recursos personales, ambientales y
metodológicos y experiencias de enseñanza-aprendizaje.
El profesor actuara como mediador en los procesos. En primer lugar, planificando los
elementos curriculares; después, determinando los medios concretos con los que va a contar y
disponiendo las estrategias expositivas e indagatorias que integraran técnicas para determinar
el nivel concreto del que parten los alumnos, técnicas para favorecer la selección de
información significativa, la comprensión y la aplicación de lo aprendido y, finalmente, técnicas
para estimular la evaluación de lo aplicado. Serán los alumnos los que construyan sus
conocimientos con la mediación del profesor.
Por supuesto, la evaluación deberá adaptarse a la complejidad del proceso. Por lo que a
ella respecta, perseguir el desarrollo de competencias exige determinar:
• Qué vamos a evaluar: criterios concretados en indicadores de desempeño.
• Cómo evaluar y recoger los datos: técnicas e instrumentos de registro.
• Cuándo vamos a evaluar sus desarrollos.
«Explicar oralmente, de forma clara y ordenada, las normas de seguridad que hay que seguir para usar
determinados electrodomésticos. (CCBB 1, 3, 7 y 8)»
«Identificar distintos factores que han podido intervenir en el desarrollo de un conflicto en el centro,
delimitando su importancia y mostrando alternativas fundamentadas para su solución. (CCBB 5, 7, 8)»
De esta manera, si el profesor entiende los objetivos como criterios, ya tiene identificada
la relación con las competencias básicas en los términos definidos anteriormente (relación
numérica). En el caso de que el profesor baya decidido formular criterios en sus unidades
didácticas, puede como en los objetivos, expresar el compromiso con las competencias
mediante la relación numérica convencional.
En cualquier caso, si será preciso articular un instrumento que defina indicadores de
desempeño o de logro, tal y como mostraremos en el siguiente apartado.
El instrumento que concreta su seguimiento serán las escalas de estimación. Entre las
alternativas para relacionarlo con las vías de planificación a las que nos hemos estado
refiriendo encontraríamos:
• En la programación del aula, entre cuatro y siete indicadores de desempeño por
competencia. Dado que la normativa no se pronuncia en este terreno, el modelo
será acordado en su base por equipos y departamentos. El cierre del numero
corresponderá finalmente al profesor, y dependerá también del grado de
vinculación sustantiva que se de entre la competencia básica y el área o materia
que se este programando; el numero será mayor cuanto mayor sea tal
vinculación.
• En Las unidades didácticas. Se pueden destacar en cada unidad un número
delimitado de competencias (entre una y tres) como especialmente reseñables e
incluir alrededor de tres o cuatro indicadores para priorizar. El resto del
seguimiento se efectuaría con el instrumento anterior, que quedaría perfilado
para todo el curso.
RUEDAS LÓGICAS
• Identificar
• Comparar.
• Establecer y relacionar causa-efecto
• Argumentar y valorar.
Procedencia
Tomada del Programa NOTICE (Normas integradoras para un trabajo integrado en el
currículo escolar). Autores: Hernández y García (1997).
Valor
• Instructivo para el alumno: sistematiza contenidos en cualquier campo disciplinario.
• Formativo para el alumno: es un medio eficaz para ordenar el pensamiento y los
conocimientos puntuales. Impulsa los rasgos propios del pensamiento formal a través
de la identificación-conceptualización; determinación de factores causales (causalidad
múltiple) y el ejercicio del pensamiento hipotético-deductivo (efectos).
• Formativo para los profesores: desarrollarla una estrategia de enseñanza eficaz y
cooperativa. Permite estimular procesos mentales relacionados con el análisis y
contraste, la conceptualización, la explicación multicausal, la identificación de
consecuencias y la argumentación.
• Favorece un trabajo interdisciplinario e intercompetencial. Integra acciones para
favorecer la convergencia en los planteamientos didácticos.
• Articulando este tipo de trabajos que pueden ser aplicados en tutoría yen distintas
materias se favorece la coherencia vertical y horizontal.
C y R (CONSECUENCIAS y RESULTADOS)
• Definir el problema o la situación.
• Determinar un proyecto o alternativa de solución.
• Establecer las consecuencias (positivas o negativas) de la misma a corto, medio y
largo plazo; para si mismo y para otros.
Procedencia
Esta técnica procede del programa de De Bono Enseña a tu hijo a pensar (2002).
Valor
• Instructivo para el alumno: sistematiza contenidos en cualquier campo disciplinario.
• Formativo para el alumno: es un medio eficaz para ordenar el pensamiento y los
conocimientos puntuales. En los primeros tramos del desarrollo permite y exige prever
consecuencias concretas de sus acciones, a corto plazo y respecto a si mismo.
Gradualmente se puede emplear para determinar consecuencias en otras referentes
temporales yen los demás. Más adelante, impulsa el desarrollo del pensamiento formal
a través del ejercicio del pensamiento hipotético-deductivo. Fomenta la empatía al
valorar las consecuencias que nuestras actas tienen para las demás. Desarrolla la
autonomía personal.
• Práctico-funcional: posee una gran significación para aplicarla a la toma de decisiones
de distinto tipo y proyección. El propio autor, De Bono, la presenta como la más
importante de todas las herramientas de pensamiento para la vida real. Explica que si
el pensamiento está orientado hacia cualquier clase de acción (iniciativas, planes,
elecciones, etc.) esta acción tendrá lugar en el futuro. Por ella, es fundamental
aprender a pensar sobre las consecuencias de las acciones. Explica que el sentido de
esta herramienta también posee un vínculo con el impulso al cambia en nuevas
actitudes: las niñas y los adolescentes no suelen pensar en el futuro, piensan que de
eso han de encargarse otros.
• Formativo para los profesores: desarrollaría una estrategia de enseñanza eficaz y
cooperativa. Favorece un trabajo interdisciplinario e intercompetencial. Integra acciones
para favorecer la convergencia en los planteamientos didácticas. Articulando este tipo
de trabajas, que pueden ser aplicadas en tutoría yen distintas materias, se favorece la
coherencia vertical y horizontal.
LIBRO FORUM
• Libro/cuento común para toda la clase.
• Libro/cuento elegido entre una propuesta de dos o tres títulos.
Guía de análisis
1. Argumento:
• Qué o quiénes intervienen.
• Qué hacían y dónde estaban.
• Qué les ocurrió y cómo actuaron.
• Qué pasó finalmente.
2. Personajes:
• Protagonistas:
-Cómo son (rasgos físicos y personalidad).
-Qué dicen y por qué.
-Qué opinamos de ellos.
• Secundarios.
3. Autor:
• Quién es. Elementos biográficos.
• Cuándo y cómo lo escribió.
• Características de la obra (género, tema, valores, etc.).
• Cuándo y cómo lo escribió.
4. Ilustraciones y presentación:
• Colores, ambientes, detalles de los personajes, atractivo, papel.
5. Audio:
• Voces: altura, claridad y entonación apropiada.
• Música: instrumentos y voz.
• Sonidos ambientales, claridad, identificación.
C Y R (De Bono)
• Qué pasaría si el protagonista hubiera actuado de otra manera.
• Qué habría hecho.
• Qué consecuencias tendría:
-Para él, a corto plazo.
-Para otros, a largo plazo.
En síntesis
Los centros y los profesores tienen, en estos momentos, el deber de desarrollar las
competencias y el derecho a desarrollarlas en función del entorno en el que se enclavan, los
recursos de los que disponen y las necesidades de los alumnos.
Tal desarrollo dependerá de su peculiar forma de interpretar el principio de autonomía
pedagógica, didáctica, organizativa y de gestión. Será conveniente:
• Impulsar una filosofía y practicas de estudio, análisis, colaboración y evaluación
entre el profesorado de cada curso, ciclo, y entre las distintas etapas para llegar
a grados de consenso imprescindibles respecto alas prioridades.
• Estimular formulas y actuaciones de difusión y trabajo con junto con las familias
para que conozcan la necesidad de implicarse en este terreno. Si las
competencias pretenden llevar el conocimiento a la vida, hemos de saber que se
debe aplicar allí, habrá que constatarlo y estimularlo. también deberemos
recordar que el conocimiento, desde una orientación en educación permanente,
ha de construirse, también, en el entorno social y familiar.
• Determinar la responsabilidad de los órganos encargados del trazado de pautas
y proyectos, de su dinamización y difusión, de su aplicación y de su evaluación.
Identificar también formulas organizativas que puedan integrar la cooperación de
profesores, familias, alumnos y otros miembros de la comunidad escolar o social.
• Arbitrar, junto con la variedad de recursos organizativos personales, algunas
medidas para flexibilizar y rentabilizar el empleo y distribución de recursos
organizativos temporales, espaciales y ambientales (bibliotecas de centro y de
aula, talleres, pistas deportivas, salas de usos múltiples, eventos culturales y
deportivos, etc.).
• Disponer medidas para abrir los recursos del centro a la comunidad y para
favorecer el uso continuado desde el centro de los medios y servicios
comunitarios (bibliotecas, mediáticas, espacios naturales, museos y entornos
laborales). De esta manera se advierte la relación de continuidad en
conocimiento y aplicación, entre teorización y funcionalización de recursos
escolares y ambientales.