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Atentado de Bolívar En Bogotá 1828:

La oposición a Bolívar había crecido entre los liberales neogranadinos


especialmente tras haber declarado éste la dictadura el 27 de agosto de 1828,
quienes se habían reunido en sociedades secretas que llamaron «SSP»
Sociedad Socrata Parlamentar, como las de la Revolución francesa. En su
mayoría estudiantes e intelectuales, se reunían a discutir temas políticos, en una
de esas reuniones Luis Vargas Tejada pronunció su famosa estrofa:

Si de Bolívar la letra con que empieza


y aquélla con la que acaba le quitamos,
«oliva» de la paz símbolo hallamos.
Esto quiere decir que la cabeza
al tirano y los pies cortar debemos
si es que una paz durable apetecemos.

De una de esas reuniones a principios de septiembre de ese año salió la


idea de matar a Bolívar. Para ello buscaron conseguir adeptos en las Fuerzas
Armadas, reclutando veteranos, reservistas y sargentos, pero también
expulsados o a punto de serlo por su mala conducta.

La medianoche del 25 de septiembre unos doce civiles y veinticinco


soldados comandados por Pedro Carujo forzaron la puerta del Palacio
Presidencial (Palacio de San Carlos) y asesinaron a los guardias, tras lo cual
buscaron el cuarto de Bolívar. Manuela Sáenz quien se encontraba esa noche
con Bolívar lo despertó. Al enterarse de lo que sucedía, Bolívar cogió su pistola y
su sable y trató de abrir la puerta pero Manuela lo convenció de que escapara
por la ventana.
Bolívar mandó a averiguar la situación en los cuarteles mientras él estuvo
toda la noche bajo un puente. Simón logró saltar y evadirse por la ventana
mientras Manuela entretenía y enfrentaba a los conspiradores. El resultado de
esta conspiración fue la muerte del coronel William Ferguson, un edecán inglés,
la herida del joven Andrés Ibarra y una contusión por un golpe en la frente que
recibió la salvadora del ilustre caraqueño. El esclavo liberto José Palacios llevó
al recién salvado de la muerte a un lugar seguro. El batallón de Vargas dirigido
por el coronel Whittle contribuyó al fracaso de la conspiración. Finalmente, le
correspondió al general Rafael Urdaneta poner fin al complot, controlar la
situación y llevar a prisión los comprometidos en este siniestro atentado.

Durante los días que siguieron fueron arrestados los supuestos culpables
y se les siguió "juicio" a muchos de ellos, así como a militares de alto rango
sobre los que se tuviera sospecha alguna de participación en el atentado, sea
planificando, colaborando con sus ejecutores o simplemente callando. Fue
acusado Santander, y el almirante Padilla a quien doce artilleros y un oficial
intentaron liberarlo de prisión en el cuartel de milicias de caballería para que
tomara partido, pero que "se rehusó, manifestándoles se hallaba preso y no
debía mezclarse en tal negocio; que consiguieron hacerlo bajar hasta la puerta
del cuartel, de donde a favor del bullicio militar pudo escapárseles y volvió a
subir a su alojamiento, en donde encontró al sargento y un soldado de la guardia
que le custodiaban y se habían refugiado en aquella pieza en unión de su
asistente; que luego que se retiró la tropa que había entrado a aquel cuartel,
reunió las armas de la guardia e hizo a su asistente cerrase la puerta del cuartel
con llave, receloso intentasen volver a entrar a obligarle a tomar las armas, como
lo habían intentado al principio, o matarle si a ello no accedía; que así
permaneció hasta que advirtió había cesado la bulla, en cuyo acto mandó a su
asistente a que diese aviso al general Urdaneta u otro jefe...", fue condenado por
el consejo y fusilado.
Otros atentados en su vida

 Intentos de Jamaica. Dos intentos previos de asesinato ocurren en


Jamaica, reseñados en el periódico “Royal Gazette”, hechos “por algunos
de los españoles de la más baja ralea”, según se escribe, por lo que el
Libertador resuelve viajar a Haití.
 El rincón de los toros. En dicho sitio del estado Guárico (Venezuela), en
la noche del 16 de abril de 1818, nueve realistas dirigidos por Tomás
Renovales equivocan al general Francisco de Paula Santander, irrumpen
esa madrugada en sitio exacto y disparan contra la hamaca donde dormía
Bolívar, perforándola en tres oportunidades. Bolívar se salva entonces
semidesnudo y corriendo a campo traviesa, en la oscuridad de la noche.
 El atentado septembrino y algunos menores. Según lo confiesa el
propio Santander, a causa de la nueva dictadura bolivariana suceden
varios episodios en los que va incluida la muerte del caraqueño Bolívar
por muchos aseveran que es el centro de los males de Colombia. Así, el
primero sucede el 7 de agosto de 1828, aniversario de la batalla de
Boyacá, a la salida del entonces Teatro Coliseo, se registra un ataque con
arma blanca pero frustrado por la rápida intervención de doña Manuela
Sáenz quien con una mascarada tragicómica que realiza en el lugar
impide tan vil asesinato. El segundo, previsto hacia la medianoche del 10
de agosto, en un formal baile de máscaras, por alguien disfrazado de
conquistador español, con puñal aleve y l2 comprometidos en la
intentona. El tercero, planeado en la casa del representante diplomático
mejicano, el 15 de septiembre, pero que queda apenas en proyecto. El
cuarto, según escribe el colombiano Gutiérrez, con ocasión de una fiesta
organizada en Bosa, cerca de Bogotá, está a punto de darse. El quinto,
proyectado cerca de Soacha el 20 de septiembre, en las afueras de la
capital, mediante cinco conjurados listos para emprender el atentado, se
detiene in extremis por orden de Santander, esperando una mejor
oportunidad. El sexto, ideado en el Teatro del Colegio San Bartolomé
bogotano por los llamados “Bartolinos”, queda en simple ensayo. Y el
séptimo, el más grave y consumado, que tuvo en vilo la vida de Bolívar,
acaecido en la noche del 25 de septiembre de 1828 con 38 partícipes
directos y 59 implicados, con 14 condenados a muerte, enorme complot
que lidera el general Santander, principal enemigo de Bolívar en
Colombia, y de lo que se salva Don Simón gracias a la valentía de
Manuela Sáenz.

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