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Reseña “Vida y muerte de la imagen, Historia de la mirada en occidente”

En el capítulo “Tres eras de la imagen”, de la obra del filósofo y escritor Régis Debray, “Vida y
muerte de la imagen, Historia de la mirada en occidente”, se cuestiona la estructura académica en
la que se divide y clasifica la historia del arte. Pues, Debray considera que la complejidad de  “la
historia del ojo” debe analizarse con una mayor profundidad. Es por esta razón, que decide poner
bajo sus propios términos las eras del arte. Dividiéndolas, en tres mediasferas, que básicamente
tratan sobre:  Lo sobrenatural, lo natural y lo virtual. Algo que es importante recalcar, es la
siguiente cita: “Cada una de estas eras dibuja un medio de vida y pensamiento, con estrechas
conexiones internas, un ecosistema de la visión y, por lo tanto, un horizonte de expectativa de la
mirada”. Ninguna de las mediasferas excluye a la otra, están entrelazadas entre sí. 

La primera mediasfera corresponde a la era de los ídolos, llamada la logosfera. Temporalmente


se encuentra entre la antigüedad y la cristianidad, va desde el inicio de la escritura hasta el de la
imprenta. Cuando Grecia descubre la escritura y la figuración, esta deja de ser una herramienta
de la lengua, deja de ser el único medio para comunicar. Anteriormente, las imágenes no se
contemplaban, se descifraban. En la era de los ídolos, la imagen se convierte en algo espiritual,
un ser sobrenatural, es la representación del santo, del salvador que protege. Es por esta razón
que la apreciación va dirigida a Dios, más que a la imagen como tal. El artesano cumple con
representar la divinidad según el mandato de la iglesia, de alguna religión o mitología, por lo que
trabaja de forma colectiva y poco autónoma. Fue una era muy conservadora, el idioma madre era
el Griego y las obras se daban a partir de medios duros, como la piedra o la madera. 

Luego le sigue la grafosfera, como el autor indica es la era del arte. Empieza en la imprenta y
termina en la televisión en color, se encuentra temporalmente, entre la cristianidad y la
modernidad. La imagen es una representación ilusoria, esta vez,  es vista y se contempla como
tal, es una representación de lo real (la naturaleza). Esta era se considera interna, pues el artista
finalmente es autónomo, “lo artístico empieza cuando la obra encuentra en sí misma su razón
de ser”. 
El artista, depende de una academía, sus medios son blandos (tela) y trabaja en su propio taller.
Esta es una era de revolución, el artista renueva, se libera de lo que lo ataba en la logosfera. Se
toma la iniciativa, se deja de ser parte de un colectivo para exponer su propia visión del mundo,
“ Nace la reunión de un lugar y un discurso” o en palabras de Debray “Al principio de la era 1
solo hay un artista, Dios. Al final de la era 2 solo hay un Dios, el Artista”. El artista pone su
firma, es el protagonista de su obra, exponiéndose a la vez a las críticas. Nacen las salas de
exposición, los museos, el arte se dirige a un público, a un espectador.

Por último, la videosfera, trata sobre la era de lo visual, en la que nos encontramos actualmente.
La imagen es una percepción, es captada a través de una máquina, esta era pasa de lo histórico a
lo técnico, entre lo moderno y posmoderno. La competencia económica se pone como base. A
diferencia de la logosfera lo visual es mundial y veloz. Se trabaja a partir de la red, se aprecia a
partir de lo inmaterial (la pantalla). En este caso, la imagen es su propio referente, por lo que la
gloria cae completamente en ella. 
Las eras, de alguna forma representan la clasificación, del lógico Pierce, entre el indicio, donde
el lenguaje es representación, un fragmento de un objeto o el mismo objeto, sin necesidad de
parecerse del todo al mismo, más bien como una metáfora. Mientras que, el ícono se parece al
objeto aunque no es el objeto, como por ejemplo, el dibujo de una cosa. El símbolo, en cambio,
tiene una relación convencional, sociológica en vez de analogica. Las tres imágenes son tipos de
apropiación de la mirada y según Debray se pueden convertir en “momentos'', aunque somos
contemporáneos a las tres y las llevamos en nuestra memoria genética. 
El autor nos guía a partir de la historia bajo estos nuevos términos. Explorando el matiz de cada
era y percepción de la imagen. Personalmente, pienso que una de las características más
importantes del arte es la deconstrucción de ciertas ideas, la liberación, la revolución, como se
puede ver en la grafosfera. Sin embargo, nunca ha existido total libertad, pues cada era es
influenciada por lo que le da valor, es regida por la institución o movimiento de “poder” del
momento. Tal vez el arte sería más libre si no fuera a petición de alguna iglesia, o si no se filtrara
a partir de criticos o empresas que escogen qué obra debe exponerse, si la economía no fuera la
base principal de la videosfera.
 Nos encontramos actualmente, en la era de lo visual, el arte de alguna forma se ha ampliado, la
facilidad de utilizar medios para crear imágenes, nos ha bombardeado de las mismas,
convirtiéndolas en algo tan natural que hasta podría pasar por desapercibido. Las imágenes
normalmente no se ven con la  misma trascendencia con la que se veían en la era del ídolo. El
arte deja de ser producto de algo místico, para convertirse en el producto de una máquina. Al
estar tan saturados de la videosfera, es posible que se esté acercando a una nueva revolución
artística, una nueva liberación que recaiga de forma cíclica en la logosfera, o tal vez en algo
anterior a esta, pero ¿Cuánto tiempo le tomará a la sociedad liberarse de videosfera, para volver a
un pasado más sensible? 

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