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APOYO SOCIAL PERCIBIDO POR PERSONAS CON DEPRESIÓN Y SU

IMPLICACIÓN EN LA ADHERENCIA AL TRATAMIENTO

STEPHANY HOYOS MUÑOZ

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA - CALI


FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2017
APOYO SOCIAL PERCIBIDO POR PERSONAS CON DEPRESIÓN Y SU
IMPLICACIÓN EN LA ADHERENCIA AL TRATAMIENTO

STEPHANY HOYOS MUÑOZ

Trabajo de grado presentado como


requisito parcial para optar al título de Psicólogo.

Catalina Niño Cordero


Psicóloga Magister en familia
Directora

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA - CALI


FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2017
ARTICULO 23 de la resolución No. 13
del 6 de Julio de 1946, del reglamento
de la Pontificia Universidad Javeriana.
“La Universidad no se hace responsable
por los conceptos emitidos por sus
alumnos en sus trabajos de Tesis. Solo
velará porque no se publique nada
contrario al dogma moral y católico y
porque las Tesis no contengan ataques
o polémicas puramente personales;
antes bien, se vea en ellas el anhelo de
buscar la Verdad y la Justicia”
TABLA DE CONTENIDO

RESUMEN
INTRODUCCION 1
METODO 32

Tipo de Estudio 32
Participantes 33
Instrumentos 34
Procedimiento 38
Consideraciones Éticas 39

RESULTADOS 41
DISCUSIÓN 73
REFERENCIAS 95
ANEXOS
LISTA DE TABLAS

Tabla 1. Categorías de análisis para el instrumento 35

Tabla 2. Características sociodemográficas de los participantes 42

Tabla 3. Caracterización del diagnóstico y el tratamiento de los participantes 44


LISTA DE FIGURAS

Figura 1. Genograma de María 42

Figura 2. Genograma de Edison 43

Figura 3. Genograma de Valeria 43

Figura 4. Categoría de percepción del trastorno, el diagnóstico y tratamiento 45

Figura 5. Categorías de AS percibido 53

Figura 6. Categoría de adherencia al tratamiento 61


LISTA DE ANEXOS

Anexo 1. Consentimiento informado


Anexo 2. Protocolo de remisión
Anexo 3. Guía de la entrevista
Anexo 4. Formato de validación por Jueces
Anexo 5. Versión inicial y final de la entrevista
RESUMEN

Las personas con depresión se enfrentan a distintos desafíos propios del


trastorno, los cuales van desde los síntomas, las implicaciones familiares, sociales y
económicas, hasta las dificultades con el tratamiento. Dentro de este contexto el
apoyo social percibido por la persona con depresión puede contribuir con la
orientación médica, consejos, compañía y actividades de integración, entre otros,
fomentando las conductas adherentes al tratamiento. De acuerdo con esto, el
presente estudio tuvo como objetivo general, comprender las valoraciones frente al
apoyo social percibido por personas diagnosticadas con trastorno depresivo y su
implicación en la adherencia al tratamiento. La metodología consistió en el
desarrollo de una investigación cualitativa basada en una mirada fenomenológica. El
análisis de la información se desarrolló por medio de un análisis temático, utilizando
el software Atlas Ti 6.0. En los resultados se encontró que los consejos u
orientaciones contribuyen a los factores personales o asociados al paciente,
especialmente en el componente cognitivo y emocional/sensorial. Asimismo, se
evidenció que la Información médica tiene impacto en los factores personales y
sociales, especialmente si se involucra a la familia dentro del proceso de atención,
pues las explicaciones científicas por parte del profesional de la salud contribuyen a
la comprensión, aceptación y promoción del tratamiento. Por otra parte, la
realización de una tarea específica, como las palabras de aliento, la percepción de
compañía, aceptación y preocupación por el cuidado, se convierten en factores
protectores o amortiguadores para la adherencia. Como conclusión, las
valoraciones sobre diagnóstico, trastorno y tratamiento de la persona depresiva
cambian de forma sustancial si se involucran a sus familias y amigos dentro del
tratamiento como las principales fuentes de apoyo.

Palabras clave: Depresión, adherencia al tratamiento, apoyo social.


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INTRODUCCIÓN

La salud mental es un asunto que tiene en alerta a las distintas


organizaciones de la salud en el mundo. Esta área de la salud se ha convertido en
un tema álgido y preocupante debido al incremento de personas con probabilidad y
prevalencia de un trastorno de salud mental, las cuales presentan un índice elevado
de discapacidad y mortalidad. Sumado a esto, se encuentran las dificultades
alrededor de la falta de atención al usuario y de recursos tanto económicos, políticos
y de profesionales capacitados, lo que ha contribuido a ensanchar la brecha de la
necesidad del tratamiento provocando que la demanda de atención siga en
aumento. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004), en la
prevención de trastornos mentales se estima que aproximadamente 450 millones de
personas tienen diagnóstico de trastornos mentales y de conducta en el mundo. Lo
cual significa que una de cada cuatro personas tendrá uno a más trastornos a lo
largo de su vida.
De igual forma, se ha revelado que cinco de cada diez de las causas de
discapacidad y muerte prematura se atribuyen a condiciones psiquiátricas a nivel
mundial (OMS, 2004). Esta información fue corroborada por la misma Organización
Mundial de la Salud en el 2013, en el plan de acción sobre la salud mental, en
donde las personas con trastornos graves como depresión mayor y/o esquizofrenia
tienen una probabilidad de muerte prematura un 40% a 60% más que las personas
en general, ya que esto aumenta los problemas de salud física y constantemente
no son atendidos; se resalta la diferencia de atención según en el país o región en el
que se encuentre la persona, puesto que según la OMS (2013), el 85% de la
población no recibe tratamiento en los países de ingresos bajos y medios, y un 50%
en los países de ingresos elevados.
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Al referirse a la salud mental en América Latina y el Caribe se encuentra que,


si bien la brecha de atención para los trastornos mentales es grande, los países
industrializados están realizando acciones frente a la atención en salud mental
implementando planes para la detección de los problemas de atención y la creación
de programas de medicina. Por otra parte, se encuentra que se presenta una mayor
prevalencia en los trastornos depresivos mayor 8,7%, seguido de los trastornos de
ansiedad con un 5,5%, la psicosis no afectivas 1,4% y la esquizofrenia 1,6% (Kohn,
et, al. 2005). Indagando sobre la situación de salud mental en el país donde se
realiza la investigación, se encuentra que en Colombia un estudio realizado en el
2003 con 4.544 adultos entre los 18 a los 65 años de distintos estratos
socioeconómicos de los 25 departamentos del país, el 40% de la población afirmó
haber tenido alguna vez en su vida un trastorno mental. Al referirse al tipo de
trastorno que padecen, los que se presentan con mayor frecuencia fueron los de
ansiedad con un 19% y de estado de ánimo con un 15%. Así mismo, los trastornos
de ansiedad son los que más prevalecen y los de mayor cronicidad (Posada,
Aguilar, Magaña y Gómez, 2004).
Dentro de ese contexto, cabe señalar que, según la Encuesta Nacional de
Salud mental realizada a 15.351 personas en 2015, de los trastornos mentales en
general los que tienen mayor prevalencia e impacto en la salud pública son los de
depresión mayor, depresión menor, distimia, afectivos bipolares, de pánico, de
ansiedad generalizada y fobia social. Al indagar sobre la comorbilidad se observó
que el 19,9% de la población adulta tiene dos o más trastornos en toda su vida,
adicionalmente la frecuencia de comorbilidad es mayor en mujeres. También, se
encontró que los trastornos afectivos y de ansiedad fueron más frecuente en
mujeres y que en los últimos 12 meses la región con mayor prevalencia de cualquier
trastorno mental es la Pacifica con un 5,6%, los cuales superan el promedio
nacional (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015). Esta información permite
tener un panorama más claro y amplio frente a las dificultades alrededor de la salud
mental y como estas afectan al individuo que la padece y a su familia.
De los distintos tipos de trastornos mentales que han sido estudiados, el
trastorno depresivo es uno de los más significativos y urgentes a atender, puesto
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que es una de las principales causas de discapacidad en el mundo representando el


4,3% de la carga mundial de morbilidad. Sin dejar de lado la relación directa que
existe entre la depresión y el suicido, siendo esta la segunda causa más frecuente
de muertes en jóvenes (OMS, 2013). Así mismo, se ha encontrado que en EEUU en
el siglo XXI los trastornos más comunes son los depresivos, con un mayor nivel en
el trastorno depresivo mayor y la dependencia al alcohol, en los estudios de
Europa los trastornos que prevalecen son los del afecto; mientras que en países de
Latinoamérica como Chile la prevalencia es de fobia simple y social, y en Colombia
prevalece el trastorno de ansiedad y depresión (Campo y Cassiani, 2008).
Al ahondar en los estudios sobre depresión en Colombia, se encuentra que
según la Encuesta Nacional de Salud Mental realizada en el 2015 (Ministerio de
Salud y Protección Social, 2015), existe una prevalencia de los trastornos afectivos
y de ansiedad, en donde el trastorno depresivo mayor es el que se presenta con
mayor frecuencia en toda la población (1,6%), especialmente en personas entre los
18 y 44 años de edad. Adicionalmente, se encuentra que el 80,2% de los adultos
manifiesta de 1 a 3 síntomas de depresión; también se afirma que los adultos en
situación de pobreza como los que no están en situación de pobreza tienen la
misma prevalencia de los trastornos depresivos (5,4%). En otros estudios sobre
prevalencia y factores asociados a la depresión realizados por Gómez-Restrepo,
Bohórquez, Pinto, Gil, Rondón, y DíazGranados (2004), se encontró que en
Colombia un 50% o más de las personas encuestadas afirmaron tener depresión en
los últimos doce meses anteriores al estudio. De acuerdo con el sexo no se
encontraron diferencias significativas entre la gravedad de los episodios de
depresión moderada, puesto que las mujeres tuvieron manifestaciones de depresión
moderara 51,4%, y los hombres un 64,1%. Mientras que, en la depresión grave las
mujeres tuvieron un mayor número de casos 29,2%, frente a los hombres con un
19,6%. Otro hallazgo importante en la investigación es que las personas con
síntomas depresivos subclínicos iban aumentando según la edad 1,13% en el grupo
de 18 a 30 años, 1,38%en el grupo de 30-45 años, en el de 45 a 60 años el 1,66% y
de 2,07% en los mayores de 60 años.
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La información anterior muestra que la depresión tiene alto índice de


comorbilidad y de discapacidad, por lo tanto, es importante señalar los impactos que
pueda llegar a tener este trastorno en los múltiples aspectos de la vida de la
persona que lo padece. Se puede observar que la depresión afecta a la sociedad
de manera multidimensional, puesto que no es solo el individuo el que padece el
trastorno, sino también a su familia, su entorno social y laboral entre otros (Comas y
Álvarez 2004; Hoyos, Lemos, y Torres, 2012; Pinto et al, 2010).
Según Gradillas (1998), ninguna de las enfermedades de salud mental
implica tanta carga emocional para los familiares como los que tienen un pariente
con trastorno depresivo. Las personas con trastorno depresivo irradian sus
emociones a quienes los rodean, en ocasiones estas personas no expresan su
sufrimiento mientras que otras continuamente manifiestan sus lamentos y quejas.
Sin embargo, el deseo de recibir ayuda y la dependencia frecuente de sus
familiares, crea una carga adicional para las familias ya que el grado de
dependencia de las personas con depresión puede ir desde el deseo de compañía,
suplir algunas tareas o actividades, hasta reclamar que otro se haga cargo de sus
responsabilidades hasta de las necesidades más básicas.
Adicionalmente, los supuestos culturales predisponen a que las familias
sientan un alto grado de culpabilidad, puesto que los familiares suelen creer que han
influido en el inicio y la continuidad del trastorno, incluso la persona con depresión
puede llegar a insinuar directa o indirectamente que son ellos los artífices del
sufrimiento por el que éste se encuentra atravesando. Personas con este trastorno
tienen tendencia a la irritabilidad, en donde se pueden presentar cambios bruscos
del estado de ánimo lo que llega a aislar a esta persona de sus seres queridos, el
efecto de esta reacción en los familiares dependerá de cómo eran las relaciones
interpersonales antes de la enfermedad. El estrés que genera la persona con
depresión en la familia no se relaciona con la agudeza del síntoma, sino con la
persistencia de este, debido a que a los familiares les cuesta trabajo comprender los
síntomas como un efecto de la enfermedad, por el contrario consideran que la
mayoría de las veces la persona con depresión puede controlar los síntomas como
la falta de interés en la tarea, la dificultad en la relaciones interpersonales, las
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quejas permanentes, pues estiman que el sujeto podría poner más de su parte
haciendo del trastorno una situación más difícil de tolerar. Si se presentan recaídas
o reincidencias en el trastorno, el empeoramiento del mismo representa un golpe
para la familia y la persona que lo padece, pues se incremente el sentimiento de
desesperanza en la “curación” (Gradillas, 1998).
Un ejemplo de lo anterior se investigó en Brasil con 13 familias de São
Paulo, se evidenció que las familias presentan dificultad para reconocer que la
depresión es una enfermedad mental, y desestiman la búsqueda de tratamiento y
los recursos alternativos que ofrecen la comunidad o el sistema de salud. Por su
parte, las familias enfrentan esta situación como una “búsqueda de solución para el
sufrimiento”, en donde la preocupación de los familiares aumenta según el grado de
depresión de la persona, lo que genera tensión en el ambiente familiar; originando
una búsqueda de soluciones incluyendo opciones que van en contra de sus
creencias religiosas y personales, mientras que la búsqueda de ayuda a las
instituciones de salud habitualmente se da por voluntad propia o estimulados por
otros familiares. También, se encontró que cuando a la persona le diagnostican
depresión, ni él ni su familia logran asumir los síntomas como señal del trastorno, lo
que conlleva a un aplazamiento del tratamiento y finalmente cuando se inicia el
tratamiento farmacológico suele ser interrumpido debido al temor a que sus
familiares los llamen “drogados” por los efectos secundarios que producen los
antidepresivos. En consecuencia, la persona con el trastorno depresivo se siente
diferente y discriminada por los médicos, familiares, amigos y la sociedad (Pezo,
Costa, y Komura, 2004). Es importante recalcar que la familia podría llegar a ser un
factor protector o de riesgo en los trastornos depresivos y que el impacto en cada
familia puede ser diferente y estar relacionados con diferentes factores
psicosociales (Vargas, 2014).
Acerca de esos factores protectores o de riesgo que brinda la familia a la
persona con trastorno depresivo Riley, et al (2008), ha encontrado a través de
distintos estudios cuatro factores que aumentan el riesgo de problemas familiares y
tres factores protectores. Respecto a los factores de riesgo, el primero de ellos está
relacionado con la comprensión incorrecta del trastorno por parte de los integrantes
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de la familia, lo que conlleva a sentimientos de ira, frustración y tristeza por parte de


los demás integrantes de su núcleo familiar. El segundo, hace referencia a las
interacciones familiares y la comunicación, los autores consideran que existe un
riego significativo en cuanto a la calidez, claridad y eficacia de la comunicación, es
decir que el aislamiento físico y emocional de la persona con depresión limita el
intercambio de experiencias diarias entre los integrantes de la familia, de tal forma
que no logran identificar de manera conjunta las necesidades y problemas;
intensificando los sentimientos de culpa y/o resentimiento. En tercer lugar, exponen
que la alta tensión y el conflicto son habituales en las familias que tienen un
integrante con depresión; aludiendo a estresores económicos, relaciones maritales,
el cuidado de los hijos, entre otros. Finalmente, el poco apoyo social existente
dentro de la familia y las redes sociales extensas, origina que la familia se encuentre
cada vez más aislada y con menos habilidades de afrontamiento positivo.
En cuanto a los factores protectores, se encuentra la promoción de
actividades familiares, considerando que el fomento de interacciones positivas
dentro de la familia permite la cohesión y aumento de los recursos familiares. Por
otra parte, resaltan el apoyo social como factor protector el cual propende porque la
persona con depresión reconozca el aislamiento propio y de su familia, posibilitando
la recuperación de sus apoyos naturales, lo que contribuiría a la comprensión y
validación a través de los otros. Por último, la discusión y/o reflexión sobre la
depresión, es un factor protector en la medida que el reconocimiento de la fuente de
los problemas, reduzca temores y contribuya a la resiliencia. Se espera que cuando
la familia comprenda y/o reconozca la depresión como un trastorno, se reduzcan los
sentimientos de culpa, transformándose en consideración positiva; fomentando
estrategias de afrontamiento que les permita prevenir y actuar a las distintas
situaciones vitales estresantes (Riley, et al, 2008).
Sin embargo, cabe señalar que el familiar que generalmente suele ser el más
afectado es el cónyuge o la pareja de la persona con trastorno depresivo, puesto
que la persona con depresión presenta dificultades para pensar, concentrarse y
pierde el interés por charlar o interactuar con su pareja y es así como el conyugue
empieza a percibir que la comunicación es pobre, no solo en cualquier tema, sino
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también en su intimidad. Adicionalmente, la pareja ha de suplir las distintas


actividades que antes realizaba esta persona tanto en las tareas domésticas, a las
que no estaba acostumbrado a hacer o que no conocía, como en algunos casos
salir en la búsqueda de nuevos trabajos y oportunidades laborales que le permitan
cubrir las necesidades que eran cubiertas por su pareja. Las personas con
depresión también pierden las ganas de tener vida social y las reuniones con otras
parejas o visitas de amistades, las cuales se empiezan a limitar debido a que el
desánimo se extiende a todas las actividades de la vida cotidiana, puesto que se
pierde el placer que tenía su realización. Esto cobra importancia en la pareja cuando
se ahonda en la sexualidad, ya que no existe el deseo y en el futuro podría causar
malestar en la relación si se considera construir una familia. Lo anterior, permite
afirmar que el conyugue puede llegar a presentar un sentimiento de pérdida de su
pareja, puesto que ha desvanecido el sostenimiento afectivo que le brindaba su
esposo/a y adicionalmente realiza un gran esfuerzo por suplir tareas para los que no
se encontraba preparado (Gradillas,1998).
En cuanto a la relación con los hijos, Gradillas (1998) afirma que ellos
frecuentemente sufren por los cambios de roles que asumen los padres
dependiendo de quién sea el que padece la depresión y adicionalmente se
encuentran sometidos a mayores niveles de estrés por las nuevas tareas o roles
que debe asumir y la tensión en la relación entre sus padres y con la persona que
padece el trastorno. Adicionalmente, se ha encontrado que el impacto en los hijos
dependerá del orden entre los hermanos, la edad, el apego y la personalidad.
Investigaciones realizadas en Reino Unido con 74 personas que se
encontraban en tratamiento farmacológico por ansiedad o depresión, evidencia el
impacto negativo en la capacidad de los participantes para ejercer su trabajo. Los
síntomas que con mayor frecuencia identificaron las personas fueron, náuseas,
dolores de cabeza, mareos, temblores, falta de energía, adicionalmente
manifestaban cansancio, falta de concentración, cambios bruscos en sus
emociones, falta de motivación y confusión y dificultad para la toma de decisiones
(Haslam, Brown, Atkinson, & Haslam, 2004).
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Sumado a lo anterior se evidenció que los participantes tenían patrones de


sueño perturbados lo que conllevaba a un ciclo repetitivo en donde las personas se
encontraban cansadas en el trabajo, encontrado presiones y labores intolerables.
Incluso algunas de las personas refirieron utilizar el alcohol para aliviar el insomnio.
Todos estos efectos contribuyen a que las personas se les dificulte absorber
información, y probablemente a no ser capaz de completar satisfactoriamente su
trabajo (Haslam, et al., 2004).
Todas estas dimensiones producen efectos en el área económica en
distintas formas como, el ausentismo o presentismo laboral afectando sus ingresos
personales, familiares y del empleador, los costos de atención en salud primaria y/o
especializada, medicamentos, y en algunos casos gastos intrahospitalarios que
cubre el gobierno dependiendo del régimen de seguridad social al que pertenezcan
las personas (Berbesi y Segura, 2009).
Un ejemplo de esto se puede evidenciar en Europa en donde el costo de la
depresión se ha calculado en 118 billones de euros, la mayor parte distribuidos en
los costos indirectos como incapacidad por enfermedad y presentismo laboral 61%;
mientras que el excedente se distribuye en cuidados ambulatorios19%,
hospitalizaciones 9%, tratamientos farmacológicos 8% y mortalidad 3% (Valladares,
Dilla, y Sacristán, 2009). Por otro lado, estudios realizados en México, muestran que
el 99% de los costos destinados para la depresión pertenecen al gasto en fármacos,
y el 1% restante o menos es atribuido a los costos de algún programa o de
entrenamiento; también se encontró que la intervención con mayor valor fue de
$12,256 millones de pesos mexicanos (972 millones de dólares), mientras que la
menos costosa tuvo un valor de 4,523 millones de pesos (359 millones de dólares)
(Lara-Muñoz, Robles-García, Orozco, Real, Chisholm y Medina-Mora, 2010).Se
comprende entonces que son altos los costos que implican la depresión, sin
embargo, de los recursos que se asignan a programas de prevención, atención y
diagnóstico, no son proporcionales a la demanda de las personas que presentan el
trastorno, aumentando el número de pacientes que llegan a ser hospitalizados y que
se aumente el gasto en fármacos sin tener una mejoría del paciente.
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En Colombia también se han realizado estudios que permiten estimar el


costo de la depresión. Pinto, et, al (2010), encontró que, de ocho instituciones con
servicios de hospitalización y de consulta de psiquiatría en seis ciudades, el costo
promedio de un paciente con depresión en Colombia se encuentra alrededor de los
1,62 millones de pesos, en donde el valor más alto de tratamiento puede llegar a ser
de 2,6 millones de pesos y el más bajo de 769.000 mil pesos. Al revisar cómo se
distribuye el dinero del tratamiento, se encuentra que el mayor porcentaje del costo
de la atención fue en hospitalización con el 74%, luego los honorarios psiquiátricos
con 9,5%, seguido por los medicamentos 8,3%. Se calcula que alrededor de
456.000 personas presentan un diagnóstico de depresión mayor y unas 383.000
presentan depresión moderada o severa, de las cuales se estima que 26.000
personas serán hospitalizadas y de ellas un 10 o 30 % serán hospitalizadas
nuevamente. Lo anterior, conlleva a estimar que los costos directos de
hospitalización por depresión a nivel nacional serian del orden de 162.000 millones
de pesos y podrían ascender a 399.000 millones de pesos aproximadamente. Todo
esto parece confirmar la necesidad de revisar que estrategias se podrían utilizar
para la mejora del tratamiento y en la prevención del trastorno, con la intención de
reducir los gastos de hospitalización de las personas con depresión y por ende
mejorar su calidad de vida.
Además de los problemas que ya genera los costos del tratamiento de
depresión y la falta de efectividad en los mismos, se presentan dificultades en el
acercamiento de las personas con el servicio de salud, no solo desde los
inconvenientes para que les otorguen una cita y la falta de acceso a especialistas,
sino también en la relación médico - paciente (Berbesi y Segura, 2009; García y
Botella 2011; Moreno y Moriana, 2012). Lo anterior, conlleva a preguntarse acerca
de la efectividad, o las posibles mejoras de los síntomas de las personas que
reciben tratamiento ya que se recae en la hospitalización y a partir de la percepción
del paciente se podría avanzar en la optimalización de los tratamientos que existen.
En investigaciones realizadas en Europa, se observa que las personas con
trastorno de ansiedad o depresivo acuden a los médicos de familia como primer
contacto que tiene con el servicio de salud y solo en algunos casos se dirigen a
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psiquiatría, también se observa que las personas acuden a otros referentes médicos
o no médicos, principalmente a psicoterapia como tratamiento complementario. Por
otro lado, se halló que las personas encuestadas encuentran mayor cercanía en el
trato con los médicos de familias y les atribuyen mayor contacto físico y calidez
humana; mientras que con el psiquiatra aluden mayores conocimientos como
especialista y atribuye una mayor posibilidad de encontrar una solución a la
depresión (Calderón, Retolaza, Payo, Bacigalupe, Zallo y Mosquera 2012).
Sumado a lo anterior, se encuentra que personas con trastornos de ansiedad
atribuyen una relación significativa a la alianza terapéutica con el médico o
psicólogo y la mejoría en los síntomas que padecen, por el contrario las personas
con trastorno depresivo no atribuyeron la existencia de alguna mejoría a la alianza
terapéutica con su médico; lo anterior podría explicarse debido a que las personas
con síntomas depresivos tienen una mayor dificultad en establecer una relación
colaboradora y activa con otra persona, ya que la calidad del vínculo es menos
perceptible y más difícil de pronosticar (García y Botella, 2011). Esto permite validar
que la percepción o la atribución a una buena relación con el otro favorece la
adherencia al tratamiento y las dificultades que tiene un paciente con trastorno
depresivo para percibirlo, por lo cual se hace relevante continuar analizando las
estrategias utilizadas por los médicos o psiquiatras para generar relaciones
empáticas con sus pacientes.
Habría que recalcar que en los estudios realizados por Calderón, et al,
(2012) y García y Botella, (2011) coinciden en mencionar que la disponibilidad de
tiempo en relación con la duración y la frecuencia de las consultas, era un
requerimiento que las personas advertían como escaso; además los pacientes
refirieron no encontrar disponibilidad para tratar temas relacionados con su contexto
familiar, laboral y social, lo cual hace más difícil sobrellevar el tratamiento puesto
que ellos tienen dificultades para descentrarse de su trastorno y no tienen la
capacidad de encontrar soluciones a los problemas que se encuentran en su diario
vivir. Lo anterior permite evidenciar la importancia de involucrar la familia o personas
significativas para la persona con depresión en el tratamiento, que le ofrezca apoyo
11

emocional, social e informacional que fortalezca la motivación y mantenimiento de la


adherencia al tratamiento.
Estudios en Argentina, a 184 personas de distintas providencias, señalan
que se tiene una idea generalizada alrededor de los resultados de la psicoterapia,
en donde se afirma que según la confianza que la persona le otorga al psicólogo y a
las técnicas que emplea, así mismo se reflejaran los resultados (García y Fantin,
2010). Estos precedentes resaltan la necesidad de entablar una relación empática
con el paciente, facilitando la comprensión de su experiencia, puesto que este tipo
de relación podría llegar a contribuir con la mejora del estado de su salud. También
se observan aspectos que afectan o interfieren con la atención. Un ejemplo de ello
son las investigaciones realizadas en Chile, que muestran que la comprensión
clínica de las secuelas de traumas tempranos y de dificultades presentes del pasado
de personas que padecen depresión, además de ser un tratamiento eficaz, en la
mejora de los aspectos que afectan los síntomas y generalidades del tratamiento,
propinó un ahorro en el costo (Vitriol, Cancino, Florenzano, Ballesteros, y Schwartz,
2010).
Sin embargo, la alta demanda asistencial a la que los psicólogos deben
responder, el bajo presupuesto estatal y las malas condiciones en que trabajan, son
el origen de mecanismos de adaptación al contexto; estos especialistas utilizan el
“hacer trampita” (acomodar los criterios establecidos por el Servicio de Salud para
las prestaciones que el equipo de salud mental debe entregar como respuesta a la
demanda), como la principal estrategia de adaptación en esta población. “Hacer
trampita” se convirtió para estos profesionales en un modo de estar, persistir y
resistir a las altas exigencias laborales y a la precariedad de recursos con los cuales
llevan a cabo su labor, lo cual afecta directa e indirectamente al paciente, su familia
y demás contextos, puesto que pone en duda la eficacia de la atención y el
tratamiento (Andrade, 2015.) Se debe sensibilizar a las personas de servicios de
salud a modificar sus estrategias de adaptación al sistema de salud, velando en
primer lugar por la mejora de salud y buena atención al paciente (Andrade, 2015).
Un aspecto que han revisado las distintas investigaciones es, si las personas
que llegan a ser atendidas y tratadas en los distintos organismos de salud,
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continúan o no con el tratamiento asignado después del diagnóstico de depresión,


puesto que se presentan personas que abandonan estos tratamientos, ampliando
las probabilidades de una reincidencia e incluso de una hospitalización. En la
investigación realizada por Neira, Cova, Nazar, Parra, y Ortiz, (2012), en Chile, se
indagó sobre el abandono del tratamiento de depresión en mujeres, encontrado que,
estas mujeres decidieron no continuar con su tratamiento debido a la percepción
negativa del tratamiento farmacológico, insatisfacción con la atención psicológica,
disponibilidad de horas de atención del centro de salud, interrupción de la atención
en el centro de salud, entre otras.
El abandono o no de cualquier tratamiento, se explica en los textos desde el
término adherencia, distintas investigaciones han encontrado que, en los países
desarrollados, la adherencia en personas que padecen enfermedades crónicas
promedia solo 50%. Mientras que, en los países en desarrollo, dada la insuficiencia
en recursos sanitarios y las dificultades en el acceso a la atención de salud el
porcentaje de adherencia en menor (OMS, 2004). En cuanto a los pacientes con
depresión muestran que, en Barcelona, España un tercio de las personas en
tratamiento depresivo no cumple de forma adecuado con el tratamiento
farmacológico, esto se debe a las creencias que se tiene sobre los fármacos, los
efectos secundarios, entre otras (Oller-Canet, et al.,2011). De igual manera se
evidencia en otra investigación en Barcelona, España, que existe una falta de
adherencia al tratamiento antidepresivo tanto farmacológica como psicoterapéutico
en las personas con depresión, suponiendo un 30-60% de no-adherencia en
términos globales; sin embargo esta investigación muestra otros factores
adicionales a los mencionados anteriormente sobre la causas de la falta de
adherencia orientada más a las redes de apoyo social, y cómo la familia y amigos
contribuyen a la adherencia del tratamiento (Acosta, Rodríguez y Cabrera. 2013).
A través del tiempo se han realizado distintas investigaciones sobre los
factores que influyen en la no adherencia al tratamiento en personas con depresión
y las repercusiones en las distintas dimensiones de su vida. Las investigaciones
revisadas en este estudio sostienen la importancia de indagar también sobre cómo
el apoyo social principalmente de la familia y amigos genera efectos en la decisión
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de adherencia a no adherencia al tratamiento. A raíz de esto surge la importancia


del apoyo social, como un eje fundamental para amortiguar, mitigar y contribuir a
depresión del paciente, y por ende a la mejora de la calidad de vida (Gallardo-
Peralta, Sánchez-Moreno, Arias-Astray, y Barrón, 2015; Roca y Riccardi 2014;
Navarro, García, Ramírez y Casas, 2008; Neira, et al, 2012).
Se conoce que una de las causas que potencializa o no la adherencia al
tratamiento de las personas con depresión son las relaciones de apoyo de familia y
amigos, los autores Gracia y Herrero (2006), presentan en un mismo artículo, tres
estudios empíricos distintos. El primero de los estudios tuvo como finalidad,
examinar la relación del apoyo comunitario con distintos indicadores de ajuste y el
bienestar individual. En esta investigación participaron 708 participantes. Los
hallazgos de la investigación, dieron cuenta que el apoyo social comunitario se
relaciona de forma positiva con el bienestar psicológico, es decir con la autoestima,
pero de forma negativa con el distres psicológico, es decir con el estrés que
perciben las personas. De igual manera se encontró que, el apoyo comunitario y el
apoyo social son constructos independientes en las relaciones de confianza, sin
embargo, se encuentran fuertemente relacionados.
También se encontró en estudios realizados en la india a 60 pacientes con
trastorno de somatización, una correlación positiva entre el apoyo social percibido y
la satisfacción de la vida, enmarcando que las relaciones sociales intimas
contribuyen de manera general a una mayor eficacia del individuo y no son
necesariamente las relaciones familiares las que proveen este tipo de relación (Ali,
Deuri, Jahan, Singh, & Verma, 2010). Sin embargo, en otros estudios realizados en
Guayaquil, Ecuador con 20 personas, quienes consultan el servicio de psiquiatría
con manifestaciones de depresión, se observó que los participantes presentan un
grado de satisfacción son lo que cuentan con apoyo social recibido, especialmente
con relación a la presencia física del familiar acompañante, lo cual es distinto a lo
hallado en la investigación anterior. Sin embargo, se encuentra que las personas
tienen una mejoría en la evolución clínica relacionada con la funcionalidad de la
familia (Roca, y Riccardi, 2014) Lo diferente de los resultados de ambos estudios, se
podría explicar desde las diferencias culturales que existen, es decir, cada cultura
14

tiene una percepción distinta de demostrar y significar el apoyo social, lo cual


concuerda con los estudios realizados por Kim, Sherman & Taylor, (2008), en donde
enuncia que las diferencias culturales en las normas y expectativas según la
coordinación de las relaciones deben tener implicaciones en el modo en que las
personas utilizan, buscan y ofrecen apoyo social.
Los estudios realizados sobre el apoyo social y su relación en la adherencia
al tratamiento han sido más activos y minuciosos en otras enfermedades como la
hipertensión arterial, diabetes tipo II, VIH y enfermedades crónicas de las cuales se
ha encontrado correlaciones positivas y negativas que potencian o disminuyen el
bienestar de la persona enferma y las personas que lo rodean.
Las personas con hipertensión arterial muestran un mayor grado de apego al
tratamiento cuando reciben apoyo familiar, (Herrera, 2012; Marín-Reyes, Rodríguez-
Morán, 2001), sin embargo, estas personas usualmente presentan redes sociales
bajas contribuyendo a las probabilidades del aumento de presión arterial sistólica y
diastólica (Villalva, et al, 2003). Según Arreola y Gómez, (2009), la familia influencia
a la mayoría de miembros con la intensión de protegerlos de cambios que se
perciban como amenazantes, en el caso de las personas hipertensas un alto
porcentaje se encuentran casadas, lo que supone un apoyo emocional, económico y
del tratamiento.
Estudios en personas con diabetes tipo II, dan cuenta de la relación del
apoyo social con la adherencia al tratamiento, se afirma que la influencia de los
familiares o personas significativas ayudan a reforzar las indicaciones de salud
dadas a los pacientes promoviendo cambios en el autocuidado (Gomes-Villas, Foss,
Freitas, y Pace, 2012). El tratamiento para las personas con esta enfermedad no
solo incluye al personal de salud y al paciente, además involucra a la familia como el
principal “agente” motivador del papel activo del paciente durante en tratamiento
(Gonzáles-Castro, 2011) También se ha encontrado que el apoyo social, la
autoeficacia y el nivel de educación son factores que repercuten en la adherencia al
tratamiento de esta enfermedad debido a que a mayor apoyo social percibido hace
que la persona sienta una mayor estabilidad y control de sus procesos, favorece la
valoración positiva de su ambiente (Vergara, y Almagiá, 2014).
15

Otra enfermedad en la que se ha estudiado con mayor profundidad la


adherencia al tratamiento y la relación con el apoyo social, es en las personas que
padecen VIH. Se ha observado que es pobre y escaso el apoyo social que reciben
estas personas. Investigaciones han mostrado que las personas con VIH no tienen
una convicción anticipada de que tendrán el apoyo que necesitan para sobre llevar
la enfermedad, puesto que perciben que comunicar a su familia el diagnostico
impactara de manera significativa al grupo de apoyo más cercano e importante.
Adicionalmente, se ha encontrado que la percepción del apoyo recibido por los
profesionales de la salud es insuficiente, debido a la centralización de la atención
(Bautista-Samperio y García-Torres, 2011; Vilató, Martín, y Pérez, 2015). También
se encontró que la adherencia al tratamiento cambia con el paso del tiempo, es
decir, cuando el nivel de apoyo social disminuye en el trascurso del tratamiento, la
percepción de esta pérdida contribuye a que las personas disminuyan su adherencia
(Ladero, Orejudo, y Carrobles, 2010).
Por último, investigaciones en enfermedades crónicas han mostrado que las
persona que suelen percibir mayor ayuda por sus familiares, puesto que han
obtenido apoyo emocional, instrumental o informativo, son los que tienen mejor
adherencia al tratamiento. Sin embargo, las conductas no funcionales del apoyo son
perjudiciales para la adherencia, es decir, la influencia negativa de ciertos familiares
o personas significativas para el enfermo pueden llegar a contrarrestar los
comportamientos de apoyo que si contribuyen a la adherencia (Méndez, y Pozo,
2011). Por otra parte, se ha encontrado que los familiares de género femenino son
las principales fuentes de apoyo en el cuidado del enfermo crónico, sin embargo
estas mujeres frecuentemente no tienen las habilidades necesarias para atender al
enfermo, sin importar el apoyo de otros familiares, lo cual aumente la tensión y
malestar entre el cuidador, los integrantes de la familia y el paciente, lo que
contribuye a una desencadenar posibles enfermedades de salud a los demás
integrantes de la familia (Trujano, Ávila, Vega y Nava, 2012).
El marco teórico de este estudio está compuesto por cinco ejes temáticos los
cuales se han ido abordando anteriormente en el trabajo, sin embargo, se busca
profundizar y clarificar los siguientes temas: salud, trastorno depresivo, adherencia
16

al tratamiento, apoyo social y percepción de la enfermedad por el paciente. Los


cuales se desarrollarán a continuación.
Se iniciará indagando sobre el concepto de salud. La Organización Mundial
de la Salud, es la autoridad encargada de dirigir y coordinar la acción sanitaria en el
sistema de Naciones Unidas, siendo entonces un referente a nivel global. La OMS
considera que la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y
no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 1948, p. 1). Al
definir la salud, la OMS pretende difundir este concepto con el fin de delimitar y
homogenizar este constructo, logrando inscribirlo en la legislación de cada uno de los
países (Alcántara, 2008). No obstante, es necesario referirse a la enfermedad si se
está indagando sobre la salud, puesto que se encuentran directamente
relacionadas, es decir, que la salud y la enfermedad son procesos dinámicos y
variables, los cuales están en continuo riesgo de alteración.
Retomando la homogeneización del concepto de salud, la OMS, de igual
forma busca que el estudio de las enfermedades se extienda y llegue a todos los
países, lo cual se ve reflejado en la Clasificación Internacional de las Enfermedades
(CIE) en 1993. Esta clasificación es revisada y actualizada periódicamente y ha
llegado a su décima versión (Alcántara, 2008)
Dentro de este marco ha de considerarse según Alcántara (2008) que la
salud es un “fenómeno social que sólo puede ser explicado teniendo en cuenta que
se trata de una estructura de alto grado de complejidad como son los hechos
humanos donde entra en acción una elevada cantidad de variables con fuerte
interacción entre ellas” (p 17). Al ser la salud un fenómeno complejo, este debería
ser abordado por medio de la interdisciplinariedad, con el fin de comprender su
multidimensionalidad. Es decir que la salud es un tema que exige la coacción de
distintas ciencias, desde las naturales como las sociales. Es así como la salud deja
de ser objeto de estudio de la medicina, para ser objeto de estudio de cualquier
actor de la sociedad.
La salud como se menciona anteriormente, consta de tres tipos o
dimensiones como lo son el físico, la salud social y la salud mental, la cual supone
el equilibrio u homeóstasis psicológico de la persona. Esta última dimensión es la
17

de mayor interés para la presente investigación, por tanto, se abordará con más
profundidad a continuación. La salud mental ha sido abordada por distintas
disciplinas científicas, desde la ciencia médica hasta las ciencias sociales, es por
eso que el concepto abarca aspectos como, el bienestar subjetivo, la autonomía, la
dependencia, las capacidades intelectuales y emocionales, es decir que el concepto
de salud mental es tan amplio que resulta difícil encontrar una definición lo
suficientemente exhaustiva (Flórez y Gallego, 2011; OMS, 2001).
Sin embargo, en este caso se trae a colación la definición de la OMS, la cual
afirma que, la salud mental es “un estado de bienestar en el cual el individuo se da
cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida,
puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a
su comunidad” (2001a p.1). Otra definición, relevante es la de Flórez y Gallego
(2011), en la cual enuncia que la salud mental es un “estado de bienestar definido
de acuerdo con los estándares socioculturales, cuya tendencia es considerada en
términos positivos” (p121). De acuerdo con estas dos definiciones se puede
observar que estas convergen en cuanto al estado de bienestar del individuo, solo
que una se centra más en las características personales y la otra en las
características socioculturales que la determinan. Lo cual se relaciona con el
malestar que tiene las personas que padecen depresión y como las características
socioculturales determinan el tipo apoyo social que estas perciben en el momento
de recibir algún tratamiento.
Desde la psicología, el concepto de salud parte de un modelo biopsicosocial
que intenta ir más a fondo del proceso de salud-enfermedad. La rama de la
psicología de la salud, pretende perseverar en la explicación y evidencia que tienen
las creencias, estilos de vida y conductas en el tratamiento de la enfermedad. Así
mismo, los estilos de afrontamiento o adaptación y las dificultades psicosociales
influyen en la propensión de enfermarse (Hernández y Grau, 2005). Es por lo
anterior que la labor del psicólogo en el tratamiento de depresión implica el
acercamiento a los procesos de cambio de la persona con la intención de contribuir
a su bienestar desde la promoción, prevención y el mantenimiento de la salud desde
la comprensión etiológica de la enfermedad, las dificultares relacionadas, el análisis
18

y la mejora y formación del sistema de salud y sus políticas (Londoño-Pérez y


Florez-Alarcon, 2010).
Según la OMS en el 2001, el mundo había dado poca importancia a la salud
mental y a la física. Incluso, se podría afirmar que la salud mental era un tema
olvidado o escéptico. Sin embargo, la modificación de la constitución de la OMS en
el 2006, permitió incorporar diferentes elementos de la persona en el concepto de
salud, cambios en leyes y normas que anteriormente regían la atención en salud y
en consecuencia proponen un modelo de atención biopsicosocial que incluye la
prevención, promoción y asistencia.
A pesar de los esfuerzos de la OMS de garantizar la atención en salud a toda
la comunidad, en la actualidad se está presentando un aumento en el número de
personas con trastornos mentales, los cuales se caracterizan por la alteración de
procesos de pensamiento, de la conducta y de las emociones; y se encuentran
relacionadas con una angustia personal y cambios en el funcionamiento,
convirtiéndose en un fenómeno anormal o patológico. Otra característica importante
de los trastornos, es que estos son duraderos en el tiempo y además recurrentes. El
incremento de personas con trastornos mentales ha llevado a un colapso del
sistema de salud, generando como consecuencia que se tomen iniciativas para la
construcción de políticas en salud mental.
La clasificación y el diagnóstico de los trastornos mentales, se ha realizado
mediante síndromes o enfermedades, las personas pueden llegar a padecer uno o
más trastornos en uno o distintos momentos de la vida. La información acerca de los
trastornos mentales se encuentra explicada y detallada en la Clasificación de los
Trastornos Mentales y del Comportamiento (CIE-10) y de igual forma se encuentra
el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), el cual
incluye criterios que permiten el diagnostico (Asociación Americana de Psiquiatría.
2013; OMS, 2001). De todos los trastornos de salud mental que se encuentran, para
esta investigación se va a realizar énfasis en el trastorno depresivo, para esto, se
retoma la clasificación del CIE-10, y adicionalmente se revisarán algunos autores
pioneros en el tema (OMS, 1993).
19

El término Depresión, es un concepto ambiguo y confuso, puesto que


continuamente es utilizado para delinear estados de ánimo negativos, que suelen
ser “normales” y transitorios o por el contrario como un síndrome o trastorno.
Asimismo, las creencias populares y culturales han llevado a pensar que las
personas que padecen depresión, suelen ser sujetos débiles de carácter o
inmaduras. Sin embargo, es un conjunto de factores biológicos, psicológicos y
sociales los que favorecen la manifestación y prevalencia de los síntomas del
trastorno depresivo (Ezquiaga, García, Díaz de Neira, y García, 2011;
Zarragoitía,2011). Por tanto, se retoma la definición de depresión propuesta por
Zarragoitía (2011), en la cual afirma que es una variación del estado de ánimo, en la
cual se presenta un aplanamiento emocional correlacionado con los elementos
cognitivos y conductuales que afectan completamente la vida de la persona,
convirtiéndose en un trastorno medico mayor, con un alto nivel de morbilidad y
mortalidad. Por otra parte, según Polaino-Lorente (1985), la depresión es “un
concepto equívoco, cuyo polimorfismo semántico designa demasiadas y muy
distintas alteraciones” (p.18), para este autor la persona deprimida, tiene una
disminución de la activación, la cual se caracteriza por síntomas como la tristeza,
alteraciones de pensamiento, en cuanto a la inhibición y la lentificación, disminución
de impulsos sexuales, baja autoestima, trastornos de sueño y/o de alimentación.
Al referirse a las causas de la depresión, Calderón (1984) y Vargas-Navarro.
Latorre-López, Parra-Cárdenas (2011), coinciden en que estas se dividen en
genéticas, psicológicas, ecológicas y sociales. En cuanto a las causas genéticas, las
investigaciones dan cuenta de que son pocas las probabilidades de que se “herede”
genéticamente la depresión, sin embargo, si se ha avanzado en las investigaciones
de los farmaceutas, encontrando que los antidepresivos, contribuyen al
mejoramiento del individuo. Siguiendo con las causas psicológicas, el autor propone
dividirlas en causas determinantes, lo que implica que si alguna situación no
resuelta en la infancia, se relaciona con los conflictos y actitudes afectivas que
presenta la persona en la actualidad; y las causas desencadenantes, las cuales
implican la necesidad de reprimir, deformar o trasladar sentimientos de hostilidad o
20

impulsos sexuales, tales como, la pérdida de un pariente cercano, la situación


económica, pérdida de poder o perdida de salud.
Al enunciar las causas ecológicas, al autor considera relevante los cambios
que se han desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad. En la actualidad el
desarrollo científico y tecnológico logró un desarrollo inimaginable que le permitió al
hombre obtener un grado de bienestar, no obstante, este desarrollo, trajo consigo
unas consecuencias negativas que llevaron a un desequilibrio ambiental, social,
cultural y psicológico. Estas consecuencias fueron el aumento de la población
mundial, la explotación de recursos naturales, contaminación ambiental, solo por dar
algunos ejemplos, todo esto exponiendo a la persona a sensación de tensión,
angustia e inseguridad. De igual forma, con las causas sociales, se evidencia que
los lazos con familia, amigos o el cónyuge, son las que le da un sentido de vida a las
personas y cuando ocurre una pérdida dentro de este sistema afectivo se presentan
síntomas de depresión (Calderón, 1984 Vargas-Navarro, Latorre-López, Parra-
Cárdenas, 2011).
Entre tanto, el CIE-10 (Como se citó en la OMS, 1993), considera que, para
diagnosticar depresión, primero se debe presentar un episodio depresivo, los cuales
se clasifican en leves, moderados o graves. Estos episodios depresivos se
caracterizan por síntomas como, humor depresivo, pérdida de la capacidad de
interesarse y disfrutar de las cosas (anhedonia), disminución de la vitalidad, pérdida
de la confianza en sí mismo y sentimientos de inferioridad, sentimientos de culpa,
trastornos de sueño y del apetito y pensamientos o actos suicidas. No obstante,
para realizar el diagnóstico es necesaria una duración de dos semanas o más. El
inicio, la gravedad, la duración y la frecuencia del trastorno es cambiante, aun así,
se afirma que los acontecimientos vitales estresantes pueden llegar a originar
episodios de depresión.
Por otro lado, la Asociación Americana de Psiquiatría. (2013) según el DSM-
V, (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), modifica la anterior
clasificación pasando de “trastornos del estado de ánimo” dividiendo los en
“trastornos depresivos” y “trastornos bipolares”. En este manual se hace hincapié en
que para que sea un trastorno depresivo debe tener al menos un período de dos
21

semanas consecutivas en el que la persona manifiesta un mínimo de cinco síntomas


de los cuales uno tiene que ser estado de ánimo depresivo o disminución del interés
o placer en la realización de las actividades de la vida cotidiana.
De acuerdo con lo anteriormente mencionado se puede afirmar que, si bien
no es posible medir o comprobar la perturbación y el sufrimiento que causan los
trastornos mentales, si es posible hablar de la calidad de vida de estas personas,
según su tratamiento (OMS, 2001). En consecuencia, las distintas disciplinas y
áreas de la ciencia deberían de dar prioridad a los trastornos depresivos, puesto que
estos se inician desde temprana edad, tienen un importante índice de comorbilidad y
de discapacidad. Adicionalmente, según el Plan de Acción de Salud Mental de la
(OMS, 2013), en la actualidad, a nivel mundial se presenta una escasez de recursos
económicos y de profesionales, para atender a la cantidad eminente de personas
que día a día llegan a las entidades prestadoras de salud lo cual advierte problemas
frente al alcance de la atención y en consecuencia del tratamiento y de la calidad del
mismo. Adicionalmente, el trastorno depresivo, causa enormes repercusiones en la
vida de las personas que lo padecen y a sus familiares.
En este sentido es importante mencionar la adherencia al tratamiento como
un factor determinante en la mejoría del trastorno. Esta es una noción que se ha
investigado en distintas enfermedades, tanto trasmisibles como el VIH/sida, como
no trasmisibles, por ejemplo, la diabetes, hipertensión y los trastornos de salud
mental (Guerra, 2012; OMS, 2004; Troncoso, Delgado, y Rubilar, 2013; Varela,
Salazar y Correa, 2008). Conviene aclarar entonces la conceptualización de la
adherencia al tratamiento, puesto que, existe controversia entre las distintas
investigaciones tanto en el término que se utiliza, es decir, algunos lo llaman
adhesión, adherencia terapéutica, cumplimento terapéutico, alianza terapéutica,
entre otros, y en lo que incluye o abarca el concepto (Dilla, Valladares, Lizan y
Sacristan, 2009; Varela, Salazar y Correa, 2008; Villa y Vinaccia, 2006). Para esta
investigación se entenderá la adherencia al tratamiento como la participación activa
y voluntaria del paciente en el manejo de su enfermedad, según una serie de
comportamientos que la persona realiza en su vida diaria que le permite a realizar
22

cambios conforme a las recomendaciones discutidas y acordadas con los


profesionales de salud que lo atienden (Varela, Salazar y Correa, 2008; OMS 2004).
Las distintas investigaciones revisadas en este estudio han encontrado que
existen ciertos factores que determinan la adherencia al tratamiento, los cuales se
agrupan en factores personales o asociados al paciente, factores de la enfermedad
y el tratamiento, factores relacionados con el sistema de atención en salud y los
factores sociales.
El primero de ellos hace referencia a las características sociodemográficas
de la persona (Edad, nivel educativo, nivel socioeconómico, sexo, estado civil, entre
otros); la historia de los tratamientos (incluye tratamientos anteriores al diagnóstico
de depresión); el componente cognitivo (implica la capacidad de procesamiento de
la información, las creencias y/o percepciones sobre el tratamiento, conocimiento
claro y adecuado de la enfermedad y el tratamiento); el componente emocional y
sensorial, y el consumo de sustancias psicoactivas. En cuanto a los factores
relacionados con la enfermedad y el tratamiento, se puede decir que, implica los
efectos adversos de los medicamentos o de la terapia, duración del tratamiento, la
polifarmacia, los cambios y adaptaciones de la rutina diaria y estilo de vida,
gravedad y progresión de la enfermedad y la comorbilidad. (Arrivillaga, 2010; Dilla,
et al.,2009; Varela, Salazar y Correa, 2008; Silva, Galeano y Correa,2005; Villa y
Vinaccia, 2006), Incluso Silva, Galeano y Correa (2005), afirman que entre menor
sea la complejidad de estos factores mayor será la adherencia, puesto que
encuentran una correlación directa entre los factores como la edad, poseer más de
una enfermedad crónica y la prescripción de un gran número de medicamentos
como los factores con mayor influencia en la falta a la adherencia. Sin embargo,
sobre la afirmación anterior no hay una descripción detallada que permita reconocer
el análisis que llevó a los autores a realizar dicha conclusión.
Los factores relacionados con el sistema de atención en salud, dan cuenta
del acceso y las características del servicio, además de la continuidad o no del
cuidado del médico. Adicionalmente incluyen el tiempo de espera e intervalo entre
consultas, la duración de la consulta, el prestigio de la entidad prestadora del
servicio, las barreras tanto del sistema de salud como las geográficas y la afiliación
23

a la seguridad social. Finalmente, respecto a los factores sociales, se involucran las


características particulares de las relaciones que tiene el paciente con el entorno
familiar, social (amigos, vecinos, conocidos, personas en general) y profesionales de
la salud. Dentro de los factores que afectan la adherencia al tratamiento se
mencionan el apoyo social percibido, la percepción de la relación del médico
tratante y el paciente, el ocultar el diagnóstico y el estigma. Cabe resaltar la
interacción entre el médico y el paciente, en donde la calidad de la atención y la
clara comunicación de las instrucciones dadas por el médico son de vital
importancia para la adherencia al tratamiento. Así mismo, la percepción del apoyo
social, ha sido vinculada como facilitador de la adherencia si se cuenta con un buen
soporte social y la implicación de la familia y amigos en el control de la enfermedad
y la medicación; por tal razón se incluye y profundiza en el siguiente eje temático
(Arrivillaga, 2009; Dilla, et al., 2009; Varela, Salazar y Correa, 2008; Silva, Galeano
y Correa, 2005; Villa y Vinaccia, 2006).
Con lo que se ha expuesto hasta este punto, se continuará con la
exploración del eje temático Apoyo Social (AS), los primeros autores que acuñaron
este concepto, fueron, Cassel, Cobb y Caplan, reconociéndolo como un tema a
resaltar en la investigación en los años 70s. Cada uno de ellos realizó distintas
investigaciones que llevaron a que propusieran las siguientes hipótesis o
definiciones (Barrón, 1992; Gracia, 1997; Sarason, 1999).
Cassel (Como se citó en Gracia, 1997), afirmo que el apoyo social lo
proporcionan los grupos más cercanos e importantes para la persona, en donde se
cree que los procesos informativos que se presentan en estas relaciones protegen a
las personas de consecuencias negativas en los acontecimientos vitales estresante,
por ende, el deterioro de esos vínculos sociales, reduce la cantidad de información
que la persona recibe acerca de su situación, es decir que a la persona carecer de
retroalimentación aumentan sus niveles de incertidumbre, se incrementan los
niveles de estrés y posibilita los desórdenes físicos o emocionales. Así mismo, Cobb
(Como se citó en Sarason, 1999), se centró en la relevancia de las relaciones
íntimas, desde la información expresada por el receptor, es decir por quien recibe el
apoyo. Para este autor el AS estaba compuesto por tres clases de información, la
24

primera es la creencia de la importancia para otros, la estima y el valor y la


pertenencia a una red de comunicación. Es decir que se consideraba apoyo social
solo la información que conducía a la persona a creer que era querida, cuidada,
estimada y valorada y que adicionalmente hiciera parte de una red de relaciones
que supusieran obligaciones mutuas, esta información serviría para incrementar los
sentimientos de la persona en cuanto a su valía personal y reducirá la ansiedad
frente al afrontamiento de situaciones vitales estresantes. Por su parte, para Caplan
(Como se citó en Gracia, 1997), el apoyo social implica un patrón de larga duración
en los vínculos sociales, los cuales contribuyen de manera significativa a sustentar
la integridad tanto física como psicológica de la persona, puesto que este apoyo,
proporciona al individuo, dominio emocional, orientación cognitiva además de
posibles recursos materiales.
Al revisar, los autores que fueron pioneros en este tema, se hace evidente
que este concepto se utiliza para abordar distintas dimensiones, elementos o
fenómenos, dejando en claro que dependiendo de estas se reflejan distintas
perspectivas o niveles de análisis para el AS. Para, efectos del trabajo de
investigación, se tomará la definición de apoyo social propuesta por Gracia, 1997, el
cual afirma que el apoyo social es un constructor de carácter multidimensional,
aceptado desde una perspectiva cuantitativa (estructural) y cualitativa (funcional).
Desde la perspectiva estructural, se le da importancia a las características de
las redes sociales y las condiciones objetivas que implica el AS, es decir que, se
centra en las situaciones o elementos observables de las relaciones sociales del
individuo tales como la frecuencia del contacto, la reciprocidad, el tamaño, entre
otras. Cabe aclarar, la diferencia entre los conceptos de red social, apoyo social y
red de apoyo. La red social, según Chadi (2000), son las características a nivel
estructural de las relaciones sociales, es decir que son tejido social que permite que
la persona fortalezca su identidad psicosocial, logrando así un desarrollo integral del
individuo y generando relaciones de apoyo mutua; el apoyo social entonces, son las
funciones que realiza esa red de apoyo y el impacto en el bienestar de la persona; y
la red de apoyo, es el subconjunto de las relaciones que desempeñan funciones de
25

apoyo, es una unidad de estructura social que da un mayor significado al término


comunidad (Gracia, 1997).
Por otra parte, desde la perspectiva cualitativa, se pretende analizar los
efectos que tienen las relaciones sociales al satisfacer distintas necesidades
(Gracia, 1997). Alrededor de los efectos del apoyo social, según Barrón (1999), se
ha hipotetizado, dos tipos de efectos, los directos e indirectos. El efecto directo
supone que el apoyo social fomenta la salud y el bienestar, es decir que a mayor
nivel de apoyo social menor malestar psicológico. Mientras que el efecto indirecto,
asegura que las personas que se exponen a estresores sociales, generaran efectos
negativos en la persona que no tiene buen nivel de apoyo social. No obstante, esta
hipótesis también plantea que, si no hay algún estresor social, el apoyo social no
tiene influencia alguna en el bienestar, limitando el papel del apoyo social a proteger
o amortiguar los efectos del estrés.
De igual forma, desde la perspectiva funcional, se distinguen dos tipos de
apoyo social, el percibido (cognitivo) y el recibido (conductual). El apoyo social
recibido, es el apoyo objetable, puede ser material o no, proporcionado por las
personas. El apoyo social percibido, define como un variable de diferencias
individuales y por tanto subjetivas que surge según la experiencia con el otro, se
refiere entonces a la percepción que el individuo tiene de que es amado y valorado
por los demás, así como los demás pueden contar con que esté disponible cuando
sea necesario, cabe señalar que el apoyo social percibido incluye tanto la
disponibilidad como la satisfacción de la persona (Collins y Feeney, 2004; Kitamura,
et al, 2005; Sarason, 1999).
Las investigaciones revisadas hasta ahora, han utilizado metodologías
cuantitativas o mixtas que permiten establecer los factores del apoyo social
percibido, algunas de ellas son Escala de apoyo social percibido de Vauxet al,
(1986), el cual afirma que el apoyo social es un meta-constructo que incluye otros
tres, estos son, el apoyo como una red de recursos de apoyo (el tamaño de red,
estructura y sub-agrupaciones de apoyo), segundo los actos de apoyo específico
(escuchar, reconfortar, préstamo de dinero, socialización, ayuda pertinente), y la
apreciación de apoyo (percepción o creencias de que uno es amado, cuidado,
26

respetado o auxiliado ante cualquier situación), en donde los actos y las relaciones
son relevantes en la percepción de apoyo social. De igual forma se encuentra
Escala Multidimensional de Apoyo Social Percibido (MSPSS) de Zimet compuesta
por 12 ítems que recogen información del apoyo social Percibido por los individuos
en tres áreas: familia, amigos y otros significativos (Vivaldi y Barra, 2012). El M.O.S
(Grupo de Estudio para analizar diferentes estilos de práctica médica de la atención
primaria), es uno de los instrumentos que los investigadores alrededor del mundo
han adaptado y utilizado para medir el AS, es un cuestionario breve y
multidimensional, que permite evaluar los aspectos cuantitativos (red social) y
cualitativos (dimensiones del apoyo social) (Revilla, Luna del Castillo, Bailón y
Medina, 2006). Estos instrumentos permiten dar cuenta de los distintos intentos por
comprender el apoyo social percibido por las personas en diferentes situaciones de
su vida. No obstante, debido a las dificultades de los individuos con trastorno
depresivo para percibir las relaciones de apoyo de las personas que tiene a su
alrededor, se espera que por medio del dialogo directo y la comprensión empática
que ofrece la entrevista se pueda estudiar el fenómeno con mayor profundidad.
Finalmente, en cuanto a los tipos de AS, se proponen el factor instrumental o
informacional, material, emocional y social, los cuales son factores beneficiosos del
apoyo social derivados de las relaciones con otros (amigos, familiares, vecinos),
estas relaciones se originan de la compañía mutua, la conversación y el ocio
compartido. El primer factor es la ayuda instrumental o informacional la cual hace
referencia a las orientaciones, concejos e información que le brindan a la persona
en el momento de necesitarlo, contribuyendo a la disminución de las tensiones o
estrés que se produce al recibir ayuda para solucionar situaciones estresantes o
problemáticas, puesto que la opinión de otros, sus experiencia y valoraciones le
permita al otro visibilizar distintas vías de acción. El segundo factor es el apoyo
material, el cual se implica ofrecer ayuda o asistencia de material directo, por
ejemplo, de dinero, alimentación, ropa, realización de una tarea en específico, entre
otros. Este tipo de ayuda fortalecer a la persona cuando se presentan sentimientos
de pérdida de la libertad. El tercer factor llamado apoyo emocional, habla de la
relación de los componentes afectivos que se manifiestan a través de las
27

expresiones de sentimientos y emociones, este factor permite que la persona sienta


alivio o mejoría frente al deterioro emocional, al entablar relaciones con amigos o
familiares, ganando así autoestima y manejando la ansiedad y depresión. Por
último, la integración social, implica realizar actividades recreativas que incluyan
compartir y cooperar, siendo aceptado en un grupo social, promoviendo la
eliminación de la soledad y el malestar, fortaleciendo los vínculos sociales
(Argyle,1992; Gracia, Ochoa y Olaizola, 2002),
En este sentido se hace relevante reconocer si los factores anteriormente
identificados pueden ser observados en pacientes con trastorno mentales y si los
médicos tratantes los tienen en cuenta como parte del tratamiento para disminuir la
problemática. Como se ha evidenciado en los párrafos anteriores el reconocimiento
de los factores en esta población se han observado desde una mirada cuantitativa,
dejando de lado la valoración subjetiva que le dan los sujetos a la situación por la
que se encuentran atravesando. Es por tal razón que la percepción de la
experiencia de la persona con trastorno depresivo cobra relevancia en este estudio,
puesto que permite conocer la situación a profundidad, enriqueciendo así la
comprensión e información del mismo. La percepción es un concepto que se ha
estudiado desde los procesos psicológicos de la persona a nivel cognitivo, el dónde
el individuo construye esquemas que le permiten interpretar la realidad en la que se
encuentra de forma eficiente, además de responder a los estímulos que se le
presentan en el ambiente (Moya, 1994).
La percepción tiene como una de sus principales funciones dirigir las
actividades que realizan los individuos diariamente. Estas percepciones no
necesariamente sean adecuadas a la realidad y/o correctas, puesto que existen
relaciones no lineales entre la descripción física y psicológica de las mismas cosas,
es decir que distintos individuos pueden percibir de forma diferente las mismas
cosas o situaciones, y que incluso la misma persona puede percibir una misma
situación o cosa de forma distinta en diferentes momentos (Guski,1992).
Distintos autores a través del tiempo, han estudiado específicamente la
percepción de la enfermedad por el paciente, algunos de ellos fueron Hochbaum,
Kegeles, Leventhal y Rosenstock, con la teoría racional de creencias, Becker con el
28

modelo de creencias en salud, el modelo de la autorregulación de la enfermedad de


Howard Leventhal, entre otros. Estos estudios se han centrado en la comprensión
de la experiencia del paciente desde que inicia su enfermedad (Quiceno y Vinaccia,
2010). Alrededor de este tema, Taylor (Citado en Quiceno y Vinaccia, 2010), afirma
que las personas construyen representaciones organizadas de la enfermedad
dependiendo de la noción de salud y enfermedad que hayan apropiado de las
experiencias vividas por el mismo paciente o sus familiares cercanos. Estas
representaciones tendrán efectos en las conductas y reacciones sobre los síntomas,
la adherencia al tratamiento y la esperanza de su mejoría. Weinman y Petrie
(1997), por su parte, considera que los pacientes desarrollan representaciones o
esquemas de sus enfermedades a partir de las creencias sobre la etiología, los
síntomas y la etiqueta, así como las dificultades propias de la enfermedad, por
ejemplo, el tiempo de duración y la probabilidad de control o cura.
Lo anterior permite estimar que comprender la percepción de la enfermedad,
permite evidenciar las distintas formas de afrontamiento y/o adaptación lo cual se
relaciona con la adherencia al tratamiento, puesto que contribuye al reconocimiento
o establecimiento de factores que dificultan la aceptación y adaptación al
tratamiento y enfermedad. Sin embargo, no se puede dejar de lado que las
representaciones, esquemas, creencias y clasificaciones sociales alrededor del
concepto salud-enfermedad se encuentran definidas por el contexto sociocultural y
el momento histórico de la persona (Quiceno y Vinaccia, 2010; Weinman y Petrie,
1997). Es por ello que se intentó comprender la realidad desde una mirada
fenomenología, lo cual implica afirmar que lo que se conoce es la apariencia del
fenómeno desde la co-construcción que se elabora entre el que observa y el que
vivencia la experiencia en un contexto particular como lo es el tratamiento. Cabe
señalar que la intención de esta mirada es de comprensión, y no la explicación del
fenómeno, es decir que se pretendió comprender la experiencia a través del
observador que ha vivenciado esta realidad por medio de la descripción detallada,
omitiendo juicios de valor o un análisis causal explicativo, aceptando que el qué y el
cómo anteceden el por qué (Sassenfeld y Moncada, 2006).
29

Basándose en las revisiones de los antecedentes y de las teorías se puede


decir que la relevancia social de este estudio se encuentra, primero por la carga de
morbilidad y discapacidad del trastorno depresivo y la frecuencia en la que esta
enfermedad se presenta en la población. Segundo, por las dificultades que existen
alrededor de la falta de atención al usuario y de recursos tanto económicos, políticos
y de profesionales capacitados, que ensanchan la brecha entre la necesidad de
tratamiento y el bienestar de la persona con depresión. Es decir, este estudio podría
aportar conocimientos sobre como la familia o la comunidad amortiguan o apoyan
los procesos de atención en salud, y cuáles son los focos en donde se debe
disminuir la brecha. Lo anterior, teniendo en cuenta que el Estado colombiano se
encuentra implementando el Modelo Integral de Atención en Salud (MIAS), el cual
busca contribuir a la mejora de calidad en el servicio de salud, con un énfasis en el
componente familiar y comunitario. Es decir, el modelo identifica que, para las
personas es más saludable participar en grupos organizados, con vínculos que
respondan de manera colectiva a las necesidades de salud, en esta medida para la
investigación es relevante indagar sobre la familia como grupo primario que gestiona
estas necesidades especialmente en la especialidad de psiquiatría, además de
revisar la efectividad de los tratamientos y aportar la mirada de los participantes
para mejorar el desarrollo profesional (Ministerio de salud y protección social, 2016)
Tercero, debido a que a los familiares no logran comprender los síntomas
como un efecto de la enfermedad, el trastorno se convierte una situación difícil de
sobrellevar, lo cual repercute en la valoración y percepción del apoyo que recibe de
sus familiares, terminan influyendo en la adherencia al tratamiento. Como se ha
mencionado anteriormente el apoyo social puede llegar a ser el medio por el cual se
impulsa una mejor adaptación del paciente a las demandas del trastorno, facilitando
las conductas o acciones protectores de la salud (Gallardo-Peralta, et al., 2015;
OMS, 2004a; Roca y Riccardi 2014)
Se puede observar entonces la importancia de revisar las estrategias que
utilizan las personas de atención en salud para la mejora del tratamiento y en la
prevención del trastorno. Para lo cual se considera pertinente profundizar en la
percepción y la valoración que le dan las personas diagnosticadas con depresión, a
30

la inclusión que realiza el médico o institución de salud al apoyo social dentro de su


tratamiento, y de qué manera repercute en la continuidad del mismo.
Se ha identificado en Colombia la escasa investigación desde la psicología
sobre el rol del médico y/o las instituciones de salud en la inclusión y promoción del
apoyo social dentro del tratamiento de las enfermedades de salud mental.
Específicamente en el tratamiento de personas con diagnóstico de trastorno
depresivo, se han realizado estudios cuantitativos o mixto que dan cuenta de
factores de riesgo o protección del apoyo social para la adherencia al tratamiento
desde las conductas objetivas como la administración de medicamentitos, el número
de consultas, el seguimiento del tratamiento entre otras, dejando de lado la
perspectiva y comprensión que tiene la persona con trastorno de depreciación
alrededor de aspectos sociales, emocionales, y contextuales de su tratamiento
(Revilla, Luna del Castillo, Bailón y Medina, 2006; Vivaldi y Barra, 2012).
Por otra parte, el área temática de esta investigación se encuentra inscrita en
la Psicología de la Salud puesto que se pretende abordar el problema desde una
mirada biopsicosocial, el cual, manifiesta que todos los factores (biológico,
psicológico y social) que la conforman son indispensables para la salud y la
enfermedad. La psicología de la salud se encarga de investigar, descifrar y resolver
problemas ligados con los aspectos subjetivos y comportamentales de la salud-
enfermedad (Amigo, 1998; Martin y Grau, 2004)
Cabe señalar entonces que las líneas de trabajo de la Psicología de la Salud,
son: a) la promoción y el mantenimiento de la salud, en este caso sería de la salud
mental de la personas diagnosticadas con trastorno depresivo; b) prevención y el
tratamiento de la enfermedad, la cual se pretende abordar desde la percepción del
apoyo social y su implicación en la adherencia; c) línea de sistema sanitario y la
formulación de una política de salud, puesto que la investigación pretende generar
un aporte en la comprensión de la realidad que viven las personas diagnosticadas
con depresión en su tratamiento, y realizar una reflexión que promueva la inclusión
del apoyo social por parte de los médicos y/o instituciones de salud, para mejorar la
adherencia al tratamiento (Amigo,1998; Londoño-Pérez y Florez-Alarcon, 2010).
31

Con este proyecto se pretendió indagar y comprender a través de una


mirada fenomenológica la perspectiva de la persona que padece depresión desde
su vivencia frente al tratamiento, además de su percepción del efecto del apoyo
social como posible potencializador de la adherencia; por consiguiente, surgió la
siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son las valoraciones frente al apoyo
social percibido por personas diagnosticadas con trastorno depresivo y su
implicación en la adherencia al tratamiento?
Por lo que este trabajo tuvo como objetivo general, comprender las
valoraciones frente al apoyo social percibido por personas diagnosticadas con
trastorno depresivo y su implicación en la adherencia al tratamiento. Para poder
alcanzar este objetivo y responder a la pregunta planteada, se propuso como
objetivos específicos. Primero, Describir las valoraciones de la experiencia del
trastorno, el diagnóstico y el tratamiento. Segundo, describir las valoraciones de los
tipos de apoyo social en el tratamiento y tercero, analizar los tipos del apoyo social
percibido, que contribuyen a la adherencia al tratamiento desde la perspectiva de las
personas tratadas.
32

MÉTODO

Tipo de estudio

La investigación desarrollada es de tipo cualitativa, la cual buscó profundizar


y ampliar los temas de investigación desde la comprensión de la realidad del sujeto.
Es decir, que la investigación buscó la comprensión del fenómeno a analizar como
un todo, dando sentido a la situación desde la percepción de los informantes,
resaltando su diversidad y la particularidad. Este tipo de estudio rescata la
valoración de lo subjetivo, puesto que cada fenómeno o persona a analizar se
encuentra atravesado por la cultura, la cual incluye valores, percepciones y
significados construidos por los participantes (Bonilla-Castro y Rodríguez, 1995a;
Galeano M. 2004; Hernández, Fernández, y Baptista, 2006). De igual forma, esta
investigación de tipo cualitativo tuvo una mirada holística, en donde ni los
participantes, ni el ambiente, ni los grupos pueden llegar a reducirse a variables. Lo
anterior permite afirmar que el investigador también hizo parte de las experiencias
individuales de los participantes y por tanto elabora el conocimiento, dándose
cuenta de que él es parte del fenómeno que estudia (Galeano M. 2004; Hernández,
et al, 2006).
Se comprende entonces que la investigación cualitativa es “un conjunto de
prácticas interpretativas que hacen al mundo visible, lo transforman y lo convierten
en una serie de representaciones en forma de observaciones, anotaciones,
grabaciones y documentos” (Hernández, et al,2006, p.9); además, se afirma que el
objetivo de estudio fue profundizar en el fenómeno desde una reflexión analítica, no
se limita a sistematizar resultados o a generalizar teorías. De acuerdo con este
método de investigación, se optó por el diseño fenomenológico para el desarrollo de
esta investigación, el cual se centró en el análisis descriptivo de experiencias inter-
subjetivas del individuo, las cuales se obtienen las señales o signos que permiten
33

interpretar la diversidad de símbolos creados en los procesos y estructuras sociales


y así lograr comprender el mundo como es experimentado desde la realidad de
cada persona (Gurdián-Fernández, 2007). El diseño fenomenológico, no llega a pre-
suponer ninguna teoría o hipótesis, solamente le interesa explorar lo dado y
manifiesto por el fenómeno a estudiar.
A nivel metodológico, la fenomenología se concentra en explorar
cuidadosamente sucesos adyacentes, describirlos y realizar una representación de
esas experiencias. Se debe destacar la importancia de elaborar una descripción sin
prejuicios y completa de la realidad del otro, puesto que se procura explicar los
significados de las vivencias de la vida cotidiana de las personas y no las relaciones
causales estadísticas desde un numero de variable. (Martínez, 2006; Rodríguez, Gil
y Garcia,1998)

Participantes

La presente investigación fue dirigida a personas que presentaron


diagnóstico de trastorno depresivo, que hayan estado en tratamiento en alguna
entidad de salud y que sean residentes de la ciudad de Cali. La población inicial fue
de siete personas entre los 18 y 52 años de edad, diagnosticados con depresión
leve o moderada, que hubiesen cumplido con seis meses de tratamiento y que
residieran en la ciudad de Cali. De acuerdo con el abordaje cualitativo de la
investigación, se considera que la muestra no se puede formar de manera aleatoria
o descontextualizada, por el contrario, prima lo sistémico, en donde se da relevancia
a la profundidad sobre la extensión reduciendo la muestra de acuerdo con los
criterios de inclusión o exclusión (Martínez, 2006). Basado en lo anterior, se
presentó un muestreo intencional selectivo, el cual permitió conseguir información
en el menor tiempo posible de manera oportuna y definida, sin dejar de lado las
condiciones sociales que rodean al investigador y al investigado, en el que se logre
conseguir una comprensión profunda de la realidad que se está explorando
(Quintana, 2006).
Se seleccionaron entonces tres personas, dos mujeres y un hombre las
cuales cumplieron con ciertos criterios de inclusión como que fueran personas
34

diagnosticadas con trastorno depresivo leve y/o subclínica, con un periodo de uno a
dos años de cronicidad, que hayan cumplido con al menos seis meses de
tratamiento, mayores de edad, que se encontraran residiendo en la ciudad de Cali,
asimismo los criterios de exclusión que se tuvieron en cuenta son, que la persona
hayan tenido un diagnostico adicional al de trastorno depresivo, que presentaran
una enfermedad degenerativa que impida su participación en la investigación. Se
resalta que los tres participantes coinciden en abandonar el tratamiento después de
determinado periodo de tiempo. Por último, cabe resaltar que el estado civil de los
participantes se tuvo en cuenta para el análisis de la información, mas no será un
criterio de selección o exclusión de la muestra (Quintana, 2006).
En cuanto a la distribución de la muestra se da por conveniencia, dado al tipo
y diseño de investigación, frente al tipo muestra se utilizó la técnica de bola de
nieve, en donde se identifican las personas potenciales y estas contactan a otras
hasta permitir la descripción básica del fenómeno a estudiar. La muestra constó de
tres personas diagnosticados con trastorno depresivo de las cuales uno es hombre y
dos son mujeres (Quintana, 2006).

Instrumentos

Para realizar la compilación de la información se eligió la técnica de la


entrevista. De acuerdo con Fontana y Frey (como se citó en Vargas, 2012), la
entrevista cualitativa tiene como función recopilar la información de manera
específica y minuciosa, puesto que el participante está narrando de forma oral al
investigador los acontecimientos que esta o estuvo atravesando en su vida.
Al revisar las múltiples definiciones de entrevista se tomó la propuesta de
Morgan (2012), quien afirma que la entrevista es un modo de interacción privado
que se establece entre al menos dos personas, los cuales tienen roles establecidos
por el entrevistador. Además, tiene un propósito específico con la intención de
obtener información relevante. Esta definición muestra como esta técnica puede
llegar a ser utilizada por cualquier profesión que tenga contacto con personas, no
obstante, sus características cambian conforme con el uso, el objetivo o el propósito
que le dé el profesional.
35

Desde el área de la psicología, se concibe la entrevista como una


herramienta o instrumento metodológico cualitativo, con el que cuenta el psicólogo
para “explorar, evaluar y operar en los distintos campos de aplicación” (Veccia,
2002, p.11) para la cual se debe tener en cuenta los objetivos, las etapas y los
pasos que existen entre los distintos tipos de entrevista.
Se retomará la entrevista en profundidad como técnica en la investigación
puesto que permite recolectar información mediante diálogos en los que se
proponen un modelo de conversación entre pares y no el intercambio formal de
preguntas y respuestas (Taylor y Bogdan,1992). Este tipo de entrevista tiene la
intención de indagar acerca de las percepciones, interpretaciones y significados de
la persona entrevistada, la cual se caracteriza por recoger información holística,
contextualizada y personalizada en la cual la persona entrevistada narra su
experiencia, convirtiéndose en la portadora de significados que esperan estudiarse,
por tanto, este tipo de conversación es poco directiva, aunque con un objetivo claro
(Casilimas, 1996; Ruiz, 2003)
Se decide trabajar con este tipo de entrevista para esta investigación puesto
que permite la realización de varias sesiones con una misma persona en donde se
inicia con preguntas abiertas y generarles en un primer momento, las cuales serán
de apoyo para la profundización posibilitando la interacción empática y la
clarificación de los conceptos o significados del entrevistado esperando encontrar
categorías emergentes y confirmar o no las hipótesis planteadas (Casilimas,1996).

Tabla 1
Categorías de análisis para la elaboración del instrumento.
Categoría Definición Subcategorías
Son las relaciones lineales Depresión: es una variación del estado de ánimo, en la
Percepción del y no lineales por medio de cual se presenta un aplanamiento emocional
trastorno, su las cueles el individuo correlacionado con los elementos cognitivos y
diagnóstico y construye esquemas que conductuales que afectan completamente la vida de la
el tratamiento le permiten interpretar la persona, convirtiéndose en un trastorno medico mayor,
realidad del trastorno con un alto nivel de morbilidad y mortalidad (Zarragoitía
depresivo y el tratamiento 2011). Adicionalmente incluye factores como:
que le permite de  Las implicaciones y/o consecuencias (sociales,
36

responder a los estímulos familiares, laborales, económicas).


que se le presentan en el
ambiente de manera Tratamiento: es un conjunto de medios y/ acciones,
eficaz. que tienen como finalidad la curación o alivio de
enfermedades o algunos síntomas.
 Farmacológico: Incluye todos los medicamentos o
sustancias que se usa para prevenir, diagnosticar,
tratar o aliviar los síntomas de una enfermedad o
un estado anormal.
 Tratamiento no farmacológico: son las medidas o
acciones que se encuentran dirigidas a cambios en
el estilo de vida, o terapias complementarias no
necesariamente médicas que contribuyan a la
prevención, diagnóstico y alivio o cura de una
enfermedad
Apoyo social Es un constructo de Ayuda instrumental o informacional: hace referencia a
percibido carácter multidimensional, las orientaciones, concejos e información que le
aceptado desde una brindan a la persona en el momento de necesitarlo,
perspectiva cuantitativa contribuyendo a la disminución de las tensiones o
(estructural) y cualitativa estrés que se produce al recibir ayuda para solucionar
(funcional) (Gracia, 1997). situaciones estresantes o problemáticas (Argyle,1992;
En esta investigación se Gracia, Ochoa y Olaizola, 2002).
hará énfasis en el apoyo
Apoyo material: implica ofrecer ayuda o asistencia de
social percibido entendido
material directo, por ejemplo, de dinero, alimentación,
como las diferencias
ropa, realización de una tarea en específico, entre otros
individuales y por tanto
(Argyle,1992; Gracia, Ochoa y Olaizola, 2002).
subjetivas que surgen
Apoyo emocional: la relación de los componentes
según la experiencia y
afectivos que se manifiestan a través de las
expectativa con el otro.
expresiones de sentimientos y emociones, este factor
Sarason, 1999).
permite que la persona sienta alivio o mejoría frente al
deterioro emocional, al entablar relaciones con amigos
o familiares, ganando así autoestima y manejando la
ansiedad y depresión (Argyle,1992; Gracia, Ochoa y
Olaizola, 2002).
37

Integración social: Implica realizar actividades


recreativas que incluyan compartir y cooperar, siendo
aceptado en un grupo social, promoviendo la
eliminación de la soledad y el malestar, fortaleciendo
los vínculos sociales (Argyle,1992; Gracia, Ochoa y
Olaizola, 2002).
Adherencia al Es la participación activa y Factores personales o asociados al paciente:
tratamiento voluntaria del paciente en Características sociodemográficas de la persona, la
el manejo de su historia de los tratamientos, el componente cognitivo, el
enfermedad, según una componente emocional y sensorial, y el consumo de
serie de comportamientos sustancias psicoactivas.
que la persona realiza en Factores de la enfermedad y el tratamiento: Incluye los
su vida diaria que le efectos adversos de los medicamentos o de la terapia,
permite a realizar cambios duración del tratamiento, la polifarmacia, los cambios y
conforme a las adaptaciones de la rutina diaria y estilo de vida,
recomendaciones gravedad y progresión de la enfermedad y la
discutidas y acordadas con comorbilidad.
los profesionales de salud Factores sociales: Incluye las relaciones que tiene el
que lo atienden (Varela, paciente con el entorno familiar, social (amigos,
Salazar y Correa, 2008; vecinos, conocidos, personas en general) y
OMS 2004). profesionales de la salud. Dentro de los factores que
afectan la adherencia al tratamiento se mencionan el
apoyo social percibido, la percepción de la relación del
médico tratante y el paciente, el ocultar el diagnóstico y
el estigma.
Factores relacionados con el sistema de atención en
salud: Implica las dificultades del acceso y las
características del servicio, la continuidad o no del
cuidado del médico. Adicionalmente incluyen el tiempo
de espera, intervalo y la duración de la consulta, el
prestigio de la entidad prestadora del servicio, las
barreras tanto del sistema de salud como las
geográficas y la afiliación a la seguridad social
38

Procedimiento

El desarrollo de la investigación propuesta, se llevó a cabo bajo las


siguientes fases o momentos de ejecución del trabajo de grado. La primera fase,
hace referencia al diseño del instrumento, es decir la guía de la entrevista a
profundidad que se realizará a los participantes el cual permitió examinar el
fenómeno. En un segundo momento, se envió el instrumento a tres jueces expertos
en el tema para la revisión y validación del instrumento, se realizaron las
correcciones pertinentes para la realización de la prueba piloto (ver anexo 4).
Posteriormente se realizó el pilotaje del instrumento a una persona quien fue
contactada por medio de un informante clave, la cual cumplía con los criterios de
inclusión, se realizó la socialización y firma del consentimiento informado, además
de la grabación del audio de la entrevista usando como guía las preguntas
establecidas para entrevista. Seguidamente, se retoman las sugerencias a partir de
esa persona para obtener el documento final (ver anexo 3) (Bonilla-Castro, y
Rodríguez,1995). Esta fase tomó un tiempo de tres a cuatro semanas
aproximadamente
La tercera fase conlleva al trabajo de campo, es decir a la ejecución y acción
de la recolección de los datos y la organización de la información. Para ello, se
estableció contacto con diferentes estudiantes de universidades de manera
personalizada, después se contactaron a las personas sugeridas por los informantes
y se elegirán según los criterios de inclusión del estudio. Lo anterior tomó un tiempo
aproximado de ocho semanas. En cuanto a la recolección de los datos, se realizó
aproximadamente dos sesiones de entrevista a profundidad con cada uno de los
participantes dependiendo del curso de la entrevista y del cumplimiento de los
objetivos propuestos en la investigación (Bonilla-Castro, y Rodríguez,1995).
Posteriormente en la cuarta fase de organización y sistematización de la
información, para la organización de los datos se realizó la trascripción de las
entrevistas y la codificación de las mismas por medio del programa Atlas ti 6.1
(Bonilla-Castro, y Rodríguez,1995). Se realizó un análisis temático de las
entrevistas el cual retoma la información acerca de las percepciones, sentimientos,
emociones, opiniones, conductas o actitudes, de las maneras de vivir de la persona.
39

El análisis temático constó de seis pasos, los cuales son: a) la familiarización con
los datos; b) generación de categorías o códigos iniciales; c) búsqueda de temas; d)
revisión de temas; e) definición y designación de temas; y f) elaboración del informe
final (Mieles, Tonon y Alvarado,2012). Esta fase tuvo una duración de cinco
semanas aproximadamente. Es relevante mencionar que para obtener los temas y
sub temas se realizó una discusión con la directora del trabajo de grado en la que se
habló acerca de porque se consideraba relevante cada uno de los temas y
subtemas y logrando sintetizar la información en las tablas presentadas en los
resultados de cada una de las categorías.
En la quinta fase de discusión, conclusiones y recomendaciones, realizó un
análisis e interpretación de la información contrastando los hallazgos de las
experiencias narradas por los participantes y la teoría expuesta en el marco teórico,
elaborando así un reporte final. Posterior al proceso realizado de análisis en la
investigación se pretende contactar a cada uno de los participantes con el fin de
realizar la devolución sobre los resultados obtenidos y terminar con el proceso de
triangulación (Bonilla-Castro, y Rodríguez,1995). Esta fase tuvo una duración
aproximada de ocho semanas.

Consideraciones éticas

El presente proyecto es una investigación que se ajustó a los principios


legales y éticos según la Resolución 8430 (Ministerio de Salud, 1993) y la Ley 1090
(Congreso de la República, 2006). De acuerdo con esto, se clasifica como una
INVESTIGACIÓN CON RIESGO MÍNIMO, debido a que sólo se llevará a cabo una
evaluación por medio de entrevistas semiestructuradas.
Para evitar el posible riesgo ético derivado de las entrevistas, se tomaron las
siguientes precauciones: (1) Las entrevistas se realizaran por una estudiante de
Psicología de noveno semestre para la clase de Trabajo de Grado I, para lo cual
habrá monitoreo constante y supervisión del proceso, (2) las entrevistas se llevaron
a cabo de manera individual, (3) durante todo el proceso de recolección, análisis de
datos, interpretación y presentación de resultados, se asegurara la confidencialidad
del participante, (4) los resultados obtenidos, se analizaran a partir de un
40

pseudónimo que identifica el participante, en el cual no está reflejado su nombre ni


su documento de identidad. Al participante se le explicara verbalmente en qué
consiste la investigación y se respondieran todas sus dudas e inquietudes. Una vez
el participante reporte haber comprendido la información en su totalidad y estar de
acuerdo, (5) se firmará el consentimiento informado. En el cual, se explicitó en qué
consistía la investigación, cuáles eran los objetivos, en qué consistía su
participación y cuáles serían los potenciales riesgos (ver consentimiento anexo 1).
Además, se le informó que tiene el derecho de retirarse o negarse a asistir si
así lo desea en cualquier momento de la investigación y que en caso de cualquier
dificultad o situación en la que se considere necesaria una remisión, se acudirá al
servicio de salud en la que la persona se encuentra afiliado, el centro de bienestar
universitario o a la docente de la asignatura como apoyo (ver protocolo de remisión
en anexo 2). Para garantizar el anonimato de las respuestas, el consentimiento
informado y las entrevistas sólo podrán ser consultados por los investigadores y su
asesor de trabajo de grado. De igual forma, el consentimiento y la base de datos
siempre estarán y se mantendrán en manos del estudiante encargado.

Reflexividad y posición del investigador

Con fines de validez de la información y en aras de evitar sesgar la


investigación por la experiencia previa y las ideas culturales del investigador se
presentará la posición o prejuicios que este tenga frente al tema. El tema de esta
investigación surge debido a la experiencia de la investigadora en las entidades de
salud que ofrecen servicios de salud mental, lo que le ha generado interés por
descubrir que acciones o experiencias contribuyen a mejorar la calidad de vida de
las personas con algún trastorno de salud mental. La investigadora piensa que, si se
involucrara a la familia como red de apoyo, o si las entidades ofrecieran espacios
como grupos de autoayuda, mejoraría la adherencia al tratamiento y por ende la
calidad de vida de las personas. Adicionalmente, considera que la familia debe
participar activamente del proceso de diagnóstico y tratamiento, con la convicción de
que esto ayudará a la comprensión del trastorno y podrá ser más llevadero tanto
para la familia como para el enfermo.
41

RESULTADOS

En el siguiente capítulo se expondrán los resultados obtenidos del análisis


temático derivado del discurso de los participantes, por medio de la realización de
entrevistas a profundidad a cada uno de ellos, con la finalidad de comprender las
valoraciones que personas con trastorno depresivo le otorgan a la inclusión del
apoyo social dentro del proceso de atención que realizan los profesionales de la
salud y su contribución en la adherencia al tratamiento
En primer lugar, se encontrará la caracterización de los datos
sociodemográficos de cada uno de los participantes, posteriormente, se presentarán
los datos familiares a través de un genograma por participante, seguido de la
caracterización del diagnóstico y el tratamiento que los entrevistados refirieron.
Finalmente, para exponer los resultados de las categorías de análisis, se realizaron
gráficos que presentan cómo está compuesta cada una de ellas, con la intención de
facilitar la comprensión se encontraran en el siguiente orden: iniciando por
percepción del trastorno y el tratamiento, continuando con el apoyo social percibido,
y finalmente adherencia al tratamiento, respaldando lo anterior por medio de
fragmentos de las entrevistas a cada participante.
La investigación se realizó con una muestra de tres participantes, dos
mujeres y un hombre, con diagnóstico de depresión leve y/o subclínica, con un
periodo de uno a dos años de cronicidad, que hayan cumplido con al menos seis
meses de tratamiento, con un intervalo de edad entre los 18 a 23 años, los cuales
en la actualidad no se encuentran dentro de ningún tratamiento. Cabe resaltar que
todos los participantes se encuentran afiliados a entidades prestadoras de salud de
régimen contributivo. El siguiente cuadro reúne las características más importantes
identificadas en la muestra:
42

Tabla 2
Características sociodemográficas de los participantes.
Participante M1 H1 M2
Seudónimo María Edison Valeria
Sexo Femenino Masculino Femenino
Edad 23 años 18 años 18 años
Estudios Universitarios Bachiller Bachiller
Ocupación Bióloga Estudiante Estudiante
Nivel socioeconómico Medio Medio Medio
Región de procedencia Valledupar Boyacá Cali
Localización de su familia Valledupar Santiago de chile Cali

A continuación, se realiza una descripción de más detallada de los


participantes por medio de un genograma en donde se podrán observar datos de las
relaciones familiares o de contextualización relevantes para la investigación.

Participante 1 -M1:

Ingeniero A ma de casa

Bióloga
24 23 21 15

Novio Maria

2 años

Figura 1. Genograma de María

María, es oriunda de Valledupar, Cesar. Trabaja en un instituto de


colecciones biológicas. Desde hace aproximadamente seis años se encuentra
radicada en la ciudad de Cali. La participante cuenta con una familia nuclear integra,
en donde las relaciones con su padre y hermano son distantes mientras que con su
madre son estrechas pero conflictivas. María, es la mayor de tres hermanos,
actualmente vive con su hermana con quien a pesar de tener una relación muy
43

estrecha en ocasiones puede ser conflictiva. Adicionalmente, se encuentra en una


relación de pareja hace aproximadamente dos años

Participante 2 -H1:

Militar retirado Chef

20 18 17

Edison

Figura 2. Genograma de Édison

Edison, procedente de Boyacá. Actualmente está cursando segundo


semestre de psicología. Se puede observar que Edison cuenta con una familia
nuclear integra, la cual está compuesta por sus padres y dos hermanos (hombres).
Se encuentra que Édison tiene relaciones distantes con sus hermanos y su padre,
mientras que con su madre tiene una relación muy estrecha. Cabe señalar que
Edison es el hermano del medio. Hace alrededor de ocho meses se encuentra
viviendo solo en la ciudad de Cali, ya que su núcleo familiar se encuentra en Chile.

Participante 3 -M2:

Pensionado Psicóloga

19 18 22 25

Valeria

Figura 3. Genograma de Valeria


44

Valeria, nacida en la ciudad de Cali, su núcleo familiar se encuentra


conformado por padre con quien tiene una relación estrecha pero conflictiva, su
madre, y una hermana con quien tiene una relación muy cercana. Adicionalmente
tiene dos medios hermanos por parte del papá con quien tiene una amistad cercana,
sin embargo, no viven dentro del núcleo familiar. Es la menor de cuatro hermanos y
actualmente se encuentra en segundo semestre de Comunicación social. Desde
hace aproximadamente dos meses no se encuentra en una relación de pareja.

La siguiente tabla muestra los datos relevantes acerca del trastorno,


diagnóstico y tratamiento que han tenido los participantes de la investigación.

Tabla 3
Caracterización del diagnóstico y el tratamiento de los participantes
Participante M1 H1 M2
Diagnóstico Depresión Depresión leve Depresión leve
subclínica
Tiempo de diagnóstico 3 años 2 años 3 años
Tiempo en el que 1 año 8 meses 2 años
estuvo en tratamiento aproximadamente aproximadamente aproximadamente
Adherencia actual No No No

Se observa entonces que dos de los participantes cuenta con el mismo


diagnóstico de depresión leve, mientras que una de ellos fue diagnosticada con
depresión subclínica, se resalta la diferencia entre los tiempos de diagnóstico, en
donde las mujeres fue establecido hace tres años y el hombre de dos años, así
como los tiempos de tratamiento en donde el hombre es quien menos tiempo de
adherencia tiene.

PERCEPCIÓN DEL TRASTORNO, EL DIAGNÓSTICO Y EL TRATAMIENTO

Los resultados expuestos comprenden los significados asociados al


trastorno, el diagnóstico y el tratamiento desde el concepto general y los diferentes
aspectos que esta incluye.
45

Percepción del trastorno, el


diagnónstico y el tratamiento

Trastorno Tratamiento
depresivo Diagnóstico

Figura 4. Categoría de análisis de percepción del trastorno, el diagnóstico y el tratamiento

Percepción del trastorno depresivo

En el discurso de los participantes se encuentra que ellos no tenían claridad


sobre los posibles síntomas asociados al trastorno, así como las distintas
definiciones que culturalmente y de manera informal le otorga la sociedad.

“Simplemente yo dije: -no, pues yo estoy en la pubertad, es un mal día -. Yo todos


los días me decía como: - es un mal día -, o sea yo me negaba a pensar de que yo todos los
días estaba triste porque no todo el día estaba triste. Obviamente había momenticos que
estaba bien y ya, - no, yo no estoy deprimida, yo simplemente he tenido un mal día-, eso
decía todos los días” (Valeria, 18 años)

“Yo asociaba como que la depresión era eso. Era estar triste todo el tiempo, quererse
suicidar y un mundo de tabús y de cosas que uno le pone a la palabra. Pero no, porque yo
realmente no me sentía así, yo no me sentía como describían la palabra, como lo que yo he
escuchado que la gente describía la palabra. Yo no me sentía así, porque la gente del
común no sabe qué es depresión como tal” (Edison, 18 años)
Síntomas

Respecto a los síntomas, se encontró que, con relación a la naturaleza


fisiológica del trastorno los tres participantes coinciden en presentar trastornos del
sueño y de alimentación lo cual se suma a episodios de ansiedad. Adicionalmente
dos de los participantes manifestaron tener síntomas como hiperventilación, temblor
en extremidades y sudoración excesiva.

Frente a los elementos cognitivos y conductuales se observó que, los tres


participantes tenían conductas o pensamientos repetitivos que afectaban su vida
46

diaria, como llanto constante, comer de manera desproporcionada, asilamiento de


su círculo social y familiar, así como apatía e inapetencia para realizar actividades
cotidianas como pararse de la cama, ir a estudiar y en general el no disfrute de
ningún tipo de actividad, y en dos de los participantes (M1 y M2,) manifestaron
ideación suicida. Asimismo, narraron que percibían su estado de ánimo como
cambiante, en donde podían estar tristes, con rabia, angustia o sentimientos de
incapacidad e infelicidad.

“Entonces todo inició con crisis de ansiedad, hiperventilación, empezaba a sudar


horrible. Entonces yo empecé con ganas de no hacer nada, realmente sentía mucha pereza
por así decirlo, entonces lloraba por todo, me estaba quejando por todo” (Edison, 18 años)

“Empezaba con un dolor de ojos y me ardían y me ardían y se resecaban, después


era una sensación como un malestar en el pecho como un vacío y se iba creciendo, me
llegaba como la garganta. Y ya después me daba mal genio, yo decía - no, solo es mal
genio-. Después me ponía muy callada y me empezaba alejar y lo primero que hacía era
encerrarme en mi cuarto, y en mi cuarto me acostaba y miraba el techo y empezaba a
pensar cosas malas y ahí si a me ponía a llorar” (Valeria, 18 años).

Factores desencadenantes

Adicionalmente se encontró que las tres personas entrevistadas consideran


los factores desencadenantes del trastorno como un hecho significativo, estos
factores hacen referencia a una situación o momento de su vida en donde ocurre un
hecho “difícil” o de crisis conexo a la aparición del trastorno. Dos de ellos (M1 y M2),
hicieron referencia a las conductas o estilos de vida que los participantes llevaban,
como por ejemplo no llevar una alimentación adecuada, no dormir, realizar las
tareas o compromisos en el último minuto lo que les provocaba altos niveles de
estrés, entre otras. Así mismo cada uno de los participantes refiere que estuvo
atravesando un momento “difícil”, M1 por su parte, alude a el cambio de ciudad,
estar viviendo en una pensión, la convivencia con su hermana y una ruptura
amorosa como hechos desencadenantes; H1, manifiesta que, el proceso de aclarar
su orientación sexual y comunicarles a sus familiares sus preferencias fue un
47

momento coyuntural; mientras que M2, narra una “mala” relación con su padre
debido a su sobrepeso, lo que estaba influyendo en su autoestima.

“Además que todo esto sucedió como en el momento en el que salí del closet. Entonces
llegó todo junto. entonces si fue todo como bastante fuerte … y yo en ese momento no
entendía lo que estaba pasando. Y entonces yo creo que ahí fue donde pasó todo, donde se
vino lo de la crisis” (Edison, 18 años)
Implicaciones y consecuencias

Por otra parte, se observó que la percepción del trastorno depresivo tiene
implicaciones y consecuencias en distintas áreas de la vida de los participantes. En
el ámbito familiar, se encontró que los tres entrevistados narraron la preocupación
por su madre, puesto que es percibida como su principal “cuidadora”, estas
preocupaciones las aluden al desgaste que implica socorrerlos y acompañarlos en
todo momento, y la carga en que se convierten para ella y para su familia. Dos
participantes coincidieron en que sus hermanos no se involucraron de forma activa y
que hubo un cambio sustancial en la relación, por ejemplo, la participante M1 narró
sentirse atosigada por la vigilancia de su hermana, y H1 los percibía como
indiferentes. Sin embargo, una de ellas (M2), narra que la relación mejoró después
de que su hermana fuese involucrada por parte de la psicóloga en el tratamiento.
Además, los tres entrevistados manifestaron sentirse culpables de generar angustia
y malestar en la dinámica familiar.

“Yo sentía que ya estaban cansados de lo mismo, pues yo también estaba cansado
de lo mismo, como de perturbarlos a ellos y como que ya lo habían normalizado tanto que se
habían ya cansado de lo que estaba sucediendo. Pues realmente si me asustaba eso, que
era una carga para ellos” (Edison, 18 años)

“Ya con mi familia, ya después como que se enteraron, fue complicado, porque
digamos que entraron en una fase de vigilancia y de atosigamiento” (María, 23 años)

Dos de las personas que participaron en la investigación fueron


diagnosticadas mientras se encontraban cursando la secundaria (M2 y H2),
mientras que la otra participante se encontraba en los primeros semestres de la
universidad, en esa medida, esto trajo consecuencias e implicaciones estudiantiles.
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Dos de los participantes concordaron en que el trastorno afectó negativamente su


rendimiento académico, lo que conllevó que uno de los participantes perdiera el año
y se cambiara de colegio (H1), y la otra participante estuvo a punto de perder su
beca universitaria (M1). Sin embargo, la participante restante no concordó con este
tipo de consecuencias negativas, pues por el contrario su rendimiento mejoró
significativamente (M2).

“Mejoré mucho en el colegio, como lo que te digo de la lectura, tenía más tiempo
para responder por las tareas…, en ese proceso mejoré mucho académicamente, siento que
haberme alejado de mis amigos y de la soledad me daba más tiempo para hacer mis tareas.
Entonces siempre era como la segunda del salón” (Valeria, 18 años)

“Fue difícil, incluso perdí un año del colegio, pero fue porque ni iba, no hacía nada”
(Edison, 18 años)

Frente a las implicaciones y consecuencias sociales, los tres participantes


coincidieron en que hubo un aislamiento de su parte y que poco a poco fueron
perdiendo contacto con sus amistades. En algunos casos (H1 y M2) los
entrevistados narraron que se quedaron sin amigos, aluden que las personas a su
alrededor no iban a entender que era tener un trastorno depresivo, y la segunda
razón era la apatía ante cualquier tipo de actividad.

“Yo deje de tener amigos. Digamos a mí, yo me aleje de todo el mundo, incluso mi
mamá me preguntaba por mis amigas y yo decía: -no mami yo no sé-, entonces ella me
regañaba me decía: -usted está perdiendo sus amigos-, yo empecé como a refugiarme
mucho en la lectura, me encerré mucho” (Valeria 18, años)

“También es complicado que la gente entienda cuando tú estás pasando por eso es
como un asunto: -no soy yo misma en este momento, por favor, si soy yo, pero no soy yo-.
Entonces es un poco complicado que la gente entienda eso” (María, 23 años)

En cuanto a la subcategoría de implicaciones y consecuencias personales,


dos participantes (M1 y M2) manifestaron que con el paso del tiempo empezaron ser
más conscientes de sus cambios en los estados de ánimo y las posibles razones de
estos, lo cual denominaron autoconocimiento, lo que según ellos les permitía
49

afrontar de manera distinta los síntomas, incluso aparentando hacia los demás que
se encontraban bien.

“Ya puedo decir: - hoy estoy ansiosa, en este momento estoy triste-. O sea que permite ser
más autoconsciente de tus emociones de cuáles son negativas, de cuáles son positivas y de
cómo tratarlas dentro de ti mismo” (María, 23 años)
Percepción del tratamiento

Paralelamente frente a la percepción del tratamiento, los entrevistados


convergen en afirmar que se sienten satisfechos con el resultado del tratamiento
porque consideran que al final fue bueno, o exitoso, sin embargo, los tres
participantes señalan distintas fallas que hubo dentro del proceso, y las posibles
consecuencias negativas por el mal manejo.

“Entonces todo fue de la mano, todo fue exitoso. Pues hasta el momento yo acá desde mi
punto como estoy actualmente lo veo como exitoso” (Edison, 18 años).

Farmacológico

Específicamente en el subtema del tratamiento farmacológico, los


participantes convergen en la dificultad de aceptación de este, no obstante,
presentaron temores o pensamientos diferentes ante el cumplimento del
tratamiento, por ejemplo, la preocupación de que, al ingerir los medicamentos, estos
les generaran dependencia o que fuesen muy fuertes, la percepción de no
necesidad de los medicamentos para controlar el trastorno, las ideas culturales
sobre los efectos secundarios de los medicamentos o a las expectativas de los
cambios que obtendrían del medicamento, por ejemplo, sentirse mejor de un día
para otro, enlentecimiento motor y cognitivo y no percepción del cambio.

“Fue como: - ¡así de mal!, en serio, no soy capaz de controlarlo que necesito
medicamentos-. Entonces me dio mucha rabia conmigo misma” (Valeria, 18 años)

“Porque yo al principio tenía unas expectativas de que, no sé, me iba a sonámbulo,


que iba a estar alegre, así como - ja, jajá-, todo el tiempo, pero no, realmente no era eso, es
era, es hasta complicado explicarte” (Edison, 18 años)
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“En el caso de los medicamentos para dormir, algo fuerte como la adicción, que ya
yo no pudiera sino como dormir con ellos, porque si muchos generan cierta dependencia.
Entonces eso era una de las más grandes preocupaciones, como una cierta adicción a algo
básico como dormir” (María, 23 años)

También es importante resaltar que solo una de los tres participantes (M1)
tuvo efectos adversos con los medicamentos, lo cual generó en ella una mayor
dificultad en el desarrollo de su tratamiento y en la percepción de mejoría del
trastorno. Otro hecho relevante, es que los entrevistados coincidieron en que la
pasta no es lo que ayudó a su mejoría, sino que solo les ayuda a mantenerse y a no
empeorar.

“La primera falla grande fue lo de recetar esa Fluoxetina, y más aún sin ningún tipo
de vigilancia. O sea, si yo me hubiera saltado la cita del psicólogo porque me sentía mal,
nadie se hubiese dado cuenta, … o sea, puede llevar por una senda muy, muy peligrosa,
porque yo ya al final de esa semana estaba teniendo ideación suicida, cosas así, entonces sí
pudo resultar muy mal” (María, 23 años)

“Yo creo que no es tanto la pasta, sino, en eso si yo siento que mi papá tenía un
poquito de razón. O sea, la pasta es una ayuda, pero la pasta no me iba solucionar el
problema. Entonces era como eso, en el momento que yo entendí que la pasta no me iba a
poner contenta, fue como yo empecé a ver los cambios” (Valeria, 18 años)

No farmacológicos

Continuando con el subtema de tratamiento no farmacológico, todos los


participantes reportan que estuvieron en tratamiento psicológico, en algunos casos
antes del diagnóstico (M1 y M2). Asimismo, tanto los médicos psiquiatras como los
psicólogos recomendaron cambios en la rutina diaria como hacer ejercicio, comer
saludable, entre otras. Para los entrevistados (H1 y M2) fue significativo el
acompañamiento conjunto de psiquiatría y psicología, considerando que son
complementarios. Adicionalmente, se encuentra que dos de los participantes (H1 y
M2) no se hallaban satisfechos con el tratamiento de psicología, H1, refería que no
hubo un buen vínculo con el psicólogo y lo asociaba a la diferencia de las edades
;por otro lado, M2, afirmaba que cada vez que iba a consulta ella salía “peor”,
51

narraba que ella esperaba que fuese la psicóloga quien se interesara en conocerla y
preguntar sobre su vida, lo cual no ocurría, puesto que la única pregunta que la
psicóloga la hacía en cada sesión era: “ ¿qué tienes para contarme el día de hoy?”,
M2 consideraba que la psicóloga no sabía cómo tratarla, adicionalmente, después
de un año la psicóloga le informa que no sabe más que hacer con ella y la remite a
psiquiatría, lo que le hace pensar que todo ese tiempo fue perdido. Sin embargo, los
participantes consideraban que este acompañamiento aportaba a sus cambios de
hábitos o estilo de vida. De igual forma, enunciaron que fue la decisión propia de
cambiar sus hábitos, su estilo de vida, y encargarse de las situaciones que les
genera malestar lo que contribuye a el mejoramiento del trastorno.

“Habían sesiones que me molestaba mucho y yo salía y yo decía - mami, esta


señora no me sirve, ella no sabe cómo tratarme a mí- “(Valeria, 18 años)

“Entonces ya con mi psicólogo me empezó a decir has ejercicio, empieza una vida
con hábitos saludables, cosas así como básicas, fue como sal, camina, sal a trotar, libérate
de todo eso (risas). Yo ya había empezado a hacer ejercicio, entonces pues lo tome como
un hábito, pero fue difícil” (Edison, 18 años)

Los entrevistados reconocen la diferencia en el tratamiento si se involucra su


círculo familiar. Ejemplo de ello, es que en dos de los casos (M1 y M2), los
psicólogos involucraron a las familias y se generó un cambio significativo, que
facilitó la comunicación y comprensión, aceptación del trastorno y tratamiento tanto
en la familia como en el entrevistado. El participante en el que no se involucró a la
familia (H1), reclama la necesidad de que su familia participe como un factor
determinante dentro de su tratamiento.

“Cambiaria que, como que hubiera un mayor apoyo en el trabajo psicológico y como
familiar, porque en ningún momento hubo un trabajo familiar, siempre fue como, he iba mi
mamá, y ya, o sea íbamos los dos, ella me acompañaba a todas las citas, mi papá se
encargaba de gestionarlas y a lo último terminamos yendo mi mamá y yo” (Edison, 18 años)

“Cambio muchísimo, mi papá me decía: - no, vos no tienes nada, todo está en la
mente-, pero no hacía nada. Ya cuando empecé con la medicación ya fue totalmente
diferente” (Edison, 18 años)
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Percepción del diagnóstico

Por último, en la percepción del diagnóstico se identificó que, al inicio los tres
entrevistados se negaron a aceptar el diagnóstico. También, se encontró que los
participantes refirieron sentir alivio al poder determinar medicamente lo que ellos
consideraban una enfermedad. La percepción del diagnóstico es una subcategoría
emergente que se originó en el discurso de los entrevistados, en donde se resalta
como un momento significativo, lo refieren como un antes y un después, en donde le
ponen un nombre o una etiqueta al conjunto de síntomas por los que se
encontraban atravesando, es un momento estaba acompañado de temor y alivio
tanto para ellos como para sus familiares. De igual forma, se observó que en el caso
de los participantes (H1 y M2), los padres (hombres) consideraron que sus hijos no
tenían ningún trastorno, a lo que los participantes manifestaban como la dificultad de
comprender y aceptar el diagnóstico de depresión, ante lo que ellos decían sentir
tensión y aumentaba la sensación de tristeza y soledad para la persona con el
diagnóstico. El proceso de aceptación del diagnóstico se fue logrando a través de la
explicación clara y propicia de los cambios biológicos de la depresión por parte de
los profesionales de la salud o de pares que hayan atravesado por una situación
similar. Además, la información acerca de los medicamentos y los cambios de
hábitos que debían realizar para mejorar su calidad de vida, lo que les permitió
“hacerse cargo” del manejo de los síntomas y ver la depresión como una
enfermedad que se puede tratar y/o curar y no como parte de su personalidad o de
su vida diaria. También, los participantes rescatan que el proceso de aceptación del
diagnóstico fue más llevadero cuando sus padres fueron informados de los cambios
o síntomas del trastorno depresivo por cualquiera de los profesionales de la salud,
es decir, por un experto, puesto que contribuía a la comprensión, aceptación y
cuidado por parte de los demás miembros de la familia.

“Pero a mi papá, a mi papá como que no le interesaba escuchar las charlas del
psiquiatra porque él decía que era mentira, que todo eso yo lo podía solucionar, que eso no
era nada, que simplemente estaba llamando la atención” (Valeria, 18 años)
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“Como también como incertidumbre, como que: -ah será que sí, será que entonces
toda mi vida he estado deprimida, porque muchos comportamientos vienen de antes o que-,
y después, bueno también fue una suerte que saliera algo, porque como que: -uff, no soy
Yo, es algo, la culpa no es mía, la culpa es de algo que está mal que se puede arreglar-,
entonces sí, sí cambia” (María, 23 años)

“Cambio muchísimo, mi papá me decía: - no, vos no tienes nada, todo está en la
mente-, pero no hacía nada, ya cuando empecé con la medicación ya fue totalmente
diferente” (Edison, 18 años)

APOYO SOCIAL PERCIBIDO

En la segunda categoría se exploraron las valoraciones sobre el apoyo social


percibido de las diferentes redes o círculos sociales a los que pertenecen los
entrevistados. A continuación, se presenta el cuadro con los tipos de apoyo social
percibido y los diferentes subtemas.

Apoyo Social Percibido

Ayuda Apoyo Apoyo Integración


instrumental material emocional social

Figura 5. Categoría de análisis AS percibido

Ayuda instrumental o informacional


Consejos u orientaciones

Dentro del subtema consejos u orientaciones, los tres entrevistados


consideran importante el criterio de los profesionales de salud, especialmente la de
su psicólogo. Por ejemplo, para dos de los participantes (M1 y M2), es la orientación
que brindan los profesionales de salud en cuanto a las dinámicas familiares, o los
estilos de vida lo que contribuye a la comunicación entre las familias convirtiéndose
en un factor tranquilizador.
Por otra parte, en uno de los participantes (M1), fue importante la opinión de
personas y/o amigos que anteriormente hubiesen pasado por un diagnostico similar
al suyo. Los consejos u orientaciones estaban dirigidas a cómo afrontar las
54

situaciones críticas que anteriormente habían referido como desencadenantes, o


indicaciones sobre qué medidas tomar para mejorar su salud.

“Me dio una recomendación de ir al nutricionista, como recomendación, no me envió


directamente con él” (Edison, 18 años)

“Tuve una amiga que también había lidiado con una depresión. Entonces ella, justo cuando
estaba en once grado del colegio. Entonces ella me contó un poco como su experiencia y
entonces eso me ayudo también” (María, 23 años)

“E: Consideras que al tu hermana haber hablado con la psicóloga, hubo algún
cambio en la relación entre ustedes
V: si, porque yo creo que ella tenía una idea de lo que yo tenía, pero una idea,
primero una idea errónea de lo que yo tenía, era como un: - no, Vale no-, después fue como
-no, ella esta como mal-. Y después de eso fue como: - no, ella me necesita-, y yo creo que
eso ha sido importante también” (Valeria, 18 años)
Información médica

Esta información fue en su mayoría suministrada por el personal de salud.


Se identificó que fueron los psicólogos quienes le explicaron a los entrevistados de
manera más detallada lo que es el trastorno y sus implicaciones, mientras que el
psiquiatra suministro la receta del fármaco y los posibles síntomas venideros al
implementar la medicación. También se encontró que una de las participantes (M1),
manifiesta haberse sentido inconforme con la información médica suministrada,
tanto del trastorno como del tratamiento, así que ella busco información adicional en
internet o con amigos que estudiaran medicina. Los otros participantes (M2 y H1)
convergen en afirmar que no tenían conocimiento y que no tuvieron la intención de
seguir indagando información médica por otras fuentes.

“Para una persona que no estuviera relacionada con el tema hubiera sido bien. Yo sé que él
me dijo eso y pues claro empecé a buscar en internet, a buscar cosas para entender.
Empecé a buscar cómo funcionaba el medicamento y eso puede ser algo contraproducente
porque digamos que al tener un grado medio de conocimiento la explicación que él me dio
no me basto. Fui a buscar mucha más información y como no tenía suficiente conocimiento
55

lo que hizo fue generarme muchas, muchas, muchas inquietudes. Entonces yo empecé
como a resolver esas inquietudes de diferentes formas” (María, 23 años)

“Por ejemplo lo de la depresión me lo explicó fue la psicóloga. La psicóloga me pasó


un papelito y me explico todo: - esto es lo que te pasa-, y el psiquiatra si fue que me médico
y listo” (Valeria,18 años)

Apoyo material

Ayuda económica

Específicamente en el ámbito económico era el padre quien pagaba los


gastos médicos y de tratamiento en los tres casos. En uno de los casos (H1), el
participante narró el obsequio de un bien material (una moto), que fue percibido
como un apoyo porque le permitía socializar más con otros. Asimismo, solo en el
caso de una de las participantes (M1) los amigos la ayudaban económicamente
prestándole dinero.

“Mis papás en cuanto a información, digamos que no estaban como muy enterados
tampoco entonces digamos, digamos en apoyo material eran donde se sentían que podían
hacer, entonces me mandaban para los medicamentos, para los psiquiatras, para todo”
(María, 23 años)

“Mi papá nos regaló a los tres una moto, pues no la turnábamos y pues ya empecé a
tener vida social” (Edison, 18 años)

Realización de tarea especifica

Al indagar sobre la realización de una tarea específica, los entrevistados


convergen en afirmar que la madre es quien realiza diversas actividades para su
bienestar, resaltando acciones como, contribuir con la ingesta de medicamentos y el
acompañar a los participantes a todas sus citas médicas. Por otra parte, en dos de
los casos (M2 y H1), se identificó que era el padre quien gestionaba las citas
médicas.

En este apartado también se resaltaron a los amigos, como ayuda en el


fomento de actividades cotidianas, como ayuda en la realización de trabajos, brindar
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trasporte, entre otros. En un caso particular se encontró que la participante (M1)


recibió ayuda por parte de su profesor, en donde el adaptó los horarios de su clase y
fue condescendiente con los tiempos de entregas.

“Mi mamá, mi mamá fue la que, si por mi hubiera sido yo hubiera desistido, pero mi
mama me decía: - vea, tome ce la pasta-, o: - vamos a tomarnos un juguito-, y me daba la
pasta ahí escondida. Si no hubiera sido por eso yo hubiera desistido, no fue tanto lo que yo
hice sino lo que ella hizo por mi” (Valeria, 18 años)

“Por ejemplo, mis amigos que tenían transporte particular me decían: - ah no te


preocupes yo paso por ti- o: - tal día tenemos clase juntos, yo paso por ti- entonces era
chévere, uno por la persona que me decía que arrimaba por mí, por el ánimo que me daba y
dos que me facilitaba eso” (María, 23 años)
Apoyo emocional

Compañía

En el discurso se encontró que para los participantes es relevante la


compañía, entendida como la acción de estar al pendiente o estar disponible,
sentirse escuchado por el otro, alguien con quien contar, aunque no necesariamente
se encuentre presente físicamente. En ese sentido se identificó que la mayoría de
las veces son los entrevistados (M1 y H1) quienes buscan el apoyo o la compañía.
Por otro lado, se observaron diferencias en cada uno de los participantes respecto a
la percepción de compañía de los integrantes de su familia. En cuanto a la
compañía por parte de la madre, dos de los integrantes (M2 y H1) manifestaron que
era la persona que constantemente estaba allí para ellos, pendientes de cómo se
sentían, de si se habían tomado los medicamentos, o con quienes podían hablar
después de una crisis. Adicionalmente se identificó los participantes acudían en
primer lugar a los amigos y a la madre.

“Mira que mi mamá siempre fue como la que estaba ahí, a la que recurría, entonces ella, ya
después de que me pasaran estos episodios como de llorar, como de sentir que realmente
me sentía mal, verla a ella y abrazarla me sentía muchísimo mejor” (Edison, 18 años)
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En los casos (M1 y H1), el padre no aparece en el discurso de los


entrevistados. La otra participante (M2) manifestó que con el paso del tiempo su
relación cambio, generando comodidad y tranquilidad por su compañía.

“Mi papá es como el motor, entonces digamos que por eso yo siento que todo lo que él me
decía me afectaba tanto. Entonces cuando él empezó a cambiar eso yo me sentía más
tranquila era como, ya no era muy incómodo estar al lado de él, por las cosas malas que me
va a decir. Cuando empezó a cambiar yo me sentía más tranquila, yo me sentía más a gusto
estando con ellos, yo creo que eso fue el cambio que hizo mi papá” (Valeria, 18 años)

Todos los participantes cuentan dentro de su núcleo familiar con hermanos,


pero solo una de las participantes (M2) coincidiera significativo este apoyo ya que su
hermana representa compañía, mientras que los otros dos participantes los
significan como poco cercanos (M1 y H1).

“Mis hermanos, realmente ellos nunca se involucraron en absolutamente nada. Incluso ellos
evitaban opinar al respecto… me gustaría que ellos se hubiesen involucrado más, ahora
como ya veo las consecuencias de que la relación es mala con ellos” (Edison,18 años)

Por otro lado, los amigos como fuente de compañía, son percibidos por parte
de dos de los entrevistados (M1 y H1) como un factor significativo, incluso ellos
manifestaron que cada vez que se sentían mal o tenían una recaída, a las primeras
personas que acudían eran a sus amigos, pues sabían que iban a estar disponibles
y ser incondicionales. Sus amigos representaban apoyo, distracción, aceptación y
pertenencia.
“Entonces era como: -May, May, me siento mal-, entonces ella me decía como: -
bueno ven para acá, ve a tal esquina yo te recojo-. Entonces yo estaba en esa esquina y
llegaba el carro, y ella era como: -hola mi amor, a como la hora y empezaba a molestarme
de esa manera-, y pues ya, me subía el ánimo un ciento por ciento” (Edison, 18 años)

“Hacer mis cosas, pero como al lado de ellos, y como que obviamente,
indirectamente como que hablaba como que: - hola-, hacer vida social, pero al lago de la
persona y a tertuliar, si me entiendes, como, si fuera un bote salvavidas, yo seguía nadando
igual, pero ya lo tenía ahí al lado como que me ayudaba” (María, 23 años)
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Otras fuentes de compañía para dos de los entrevistados (M1 y H1) fue el
personal de salud, pues ellos consideraban relevante sentir el apoyo e interés de
sus médicos o sus psicólogos. Para una de las participantes (M2) fueron
importantes sus abuelos y Dios, mientras que para otra (M1), fue significativo la
compañía de su pareja.

“Las personas que estuvieron ahí, pues obvio el médico general y el psiquiatra. Les
agradezco muchísimo, porque a ellos si se les notaba como el interés que tenían en
ayudarme” (Edison, 18 años)

“Me daba apoyo emocional, me decía: - mira tranquilízate-, si estaba ansiosa me decía: -
cálmate-. No sé, me traía un vasito con agua, me acompañaba, me ayudaba con mis cosas,
me preguntaba como estaba, hablábamos todos los días, normal” (María, 23 años)

“Yo para evitar estar sola hablaba mucho con Dios. Yo era, yo empecé como a tener
otra actitud, yo dije: -yo puedo-, … entonces digamos me sentía un poquito menos sola y le
decía: - Dios, yo sé que tú me vas a ayudar, yo sé que esta es una etapa, yo sé que voy a
salir de esto- “(Valeria, 18 años)
Expresiones verbales
Análogamente frente a las expresiones verbales se observó que, es la familia
la que con frecuencia realiza ese tipo de demostraciones de afecto, en general las
expresiones se relacionan con recordar los medicamentos, preguntar sus estados
de ánimo, también expresiones para levantar el ánimo o la autoestima, así como
preocupaciones sobre su día a día o sobre el trastorno y el tratamiento. Sin
embargo, se identificó que en ocasiones estas expresiones verbales podían ser
abrumadoras para los entrevistados (M1 y H1), pues se sentían permanentemente
vigilados por sus familiares. Por otra parte, se encontró que las expresiones
verbales por parte de los médicos son acerca de evolución de su tratamiento o de
ánimo.

“Con mis abuelitos me sentía como. Me encanta que ellos me dijeran: - mi negra
hermosa-. O no sé, nos echaba halagos piropos es como coqueto, me echaba piropos, nos
contaba sus historias. Entonces era como escucharlo y ver lo feliz que estaba. Porque él es

muy feliz como un niño me gustaba mucho, lo disfrutaba mucho” (Valeria, 18 años)
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“Era como una entrevista, como lo que estamos haciendo tú y yo charlar. O sea, entonces
era: - ¿cómo estás? -, y ya empezaba como con lo de rigor, como pesarme. Y entonces, me
miraba los ojos, le daba mucha risa y me decía: -usted está bien-, entonces me sentaba y se
ponía a charlar conmigo, y era muy amena la conversación, y pues me decía -no, toda va
muy bien, el tratamiento va muy bien, estas muy bien, te veo mejor-, hacía como un rol de
psicólogo” (Edison, 18 años)

“El apoyo emocional, ellos me llamaban y me decían “vea, si fue a la universidad, vea
levántese que ya le va a coger la tarde -, funcionaban como despertador, preguntaban cómo
estaba” (María, 23 años)

No percepción del apoyo

Dos de los participantes (M2 y H1), narraron no haberse sentido apoyados,


especialmente por sus padres (hombre) y por sus hermanos.

“E: y que pensabas acerca de que tu papá no se involucrara


V: me daba mucha rabia, lo que yo pensaba era - porque él no entiende que yo
estoy mal-, y él me veía llorando, bueno me escuchaba porque yo lloraba muy duro, y él me
escuchaba llorando y yo pensaba: - porque no entiende que yo realmente necesito su
apoyo- “(Valeria, 18años)

“D: no sentí el apoyo de mis hermanos, realmente ellos nunca se involucraron en


absolutamente nada. Incluso ellos evitaban opinar al respecto, … se mantuvieron al margen
de eso, me gustaría que ellos se hubiesen involucrado más…
E: esa tolerancia y respeto también lo sentiste como.
D: si, como apatía, yo lo sé, pero pues sí. Como una indiferencia Yo lo interpreto como que
no les importó para nada lo que sucedió” (Edison, 18 años)
Integración social

Continuando ahora con la subcategoría de integración social, se observó que


los tres entrevistados convergen en la necesidad de “tener la mente despejada”,
distraerse, ocuparse en algo. Para esta necesidad, surgen dos tipos de actividades,
primero, las actividades que implican ocio y segundo las actividades de integración
grupal.
60

Actividades de ocio

Frente a las actividades de ocio, los participantes evidenciaron una gran


participación por parte de sus padres y sus hermanos, puesto que eran ellos los que
constantemente los invitaban a realizar actividades como salidas a comer, ir al
gimnasio, actividades culturales, entre otras.

“Mi papá, otra cosa es que mi papá intento, creo que fue una acción de él, era que él
me sacaba mucho. O sea, él me regañaba, me decía: -usted no tiene nada, pero vamos ahí-,
cuando me veía tan triste me sacaba mucho” (Valeria, 18 años)

“Mis hermanos eran los que me llevaban al gimnasio. Para que, mis hermanos
siempre fueron como, mi hermano menor más que todo, cuando íbamos a trotar, salía a
trotar con él y después llegada el otro grandulón: - ¿vamos al gimnasio? ¿Ya fuiste?,
caminé, cámbiese de ropa y vamos-. Y yo le decía: -No que pereza no quiero ir, estoy
cansado-. Y él me decía: -No por el camino se le quita” (Edison, 18 años)

Actividades de integración o grupales

Por su parte las actividades de integración o grupales, según el discurso de


los participantes se realizaban con los amigos. Comprendían actividades como ir a
bailar, estudiar idiomas, tertuliar, pertenecer a un grupo con estilo de vida “fit”, entre
otros. Los tres entrevistados coincidieron en que el proceso de integración es lento y
difícil, puesto que les llevo tiempo conocer nuevos amigos o recuperar las amistades
que habían perdido.

“Entonces si hubo como una etapa de integración con ellos: - ha no vamos a hacer
tal cosa-, y todo, que fue dura porque al principio. Después de yo haberles como rechazado
como tantas invitaciones como que ellos ya no creían que yo iba a ir o como que no
contaban conmigo, pero ya al final si, como que me invitaban otra vez a sus parches y iba
entonces si también fue un proceso largo” (María, 23 años)

“Ella tenía carro entonces, era como salirnos a bailar el viernes, ..., entonces listo
trasnochábamos, ni ella ni yo tomábamos, íbamos solo a bailar, … entonces bailábamos,
llegábamos y el sábado nos íbamos para el río, los tres con él bebe, y era todo el tiempo así,
para el río en la mañana, para el parque en la tarde. Realmente yo me sentía muy útil con
ella y me distraía mucho” (Edison, 18 años)
61

Actividades de no integración

Es importante también, tener en cuenta que dentro del discurso de dos de


los participantes (M1 y M2) se encontró que en algún momento decidieron no
realizar actividades de integración, como quedarse en casa leyendo, o rechazar
invitaciones, seguido de un mayor aislamiento.

“Ya era normal que yo no fuera, entonces ellos como que si yo no iba pues: - vamos
a una parte-, sino que era normal para ellos” (María, 23 años)

ADHERENCIA AL TRATAMIENTO

Para este apartado es importante tener en cuenta que, en el momento de la


entrevista, ninguno de los participantes se encontraba realizando algún tipo de
tratamiento y que los tres por decisión propia han decidido abandonar el tratamiento,
sin ninguna supervisión por parte del personal de salud.

Adherencia al tratamiento

F. personales o F. de la F. relacionados con el


asociados al enfermedad o el F. sociales
sistema de salud
paciente tratamiento

Figura 6. Categoría de análisis de adherencia al tratamiento.

Factores personales o asociados al paciente

Características sociodemográficas

Este subtema fue relevante solo para uno de los participantes (M1), debido
que al llevar poco tiempo residiendo en la ciudad de Cali, no tenía conocimientos o
referentes sobre el personal de salud para atender su caso, ni familiares o
conocidos que la pudieran orientar. Asimismo, esta participante refería que para su
nivel de escolaridad y por la carrera universitaria que se encontraba cursando la
explicación de uno de los médicos psiquiatras no fue satisfactoria.
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“Empecé como a buscar entonces a qué psiquiatra asistir, porque entonces qué: - no
este es especialista en familia, es que este es para adolescentes-, pues como Yo no era de
aquí, y ni idea de algún familiar médico a quien preguntarle. Bueno pues entonces era: -
¿bueno y entonces a cuál voy? - “(María, 23 años)

Historia de los tratamientos


La participante (M1) manifiesta que una de las razones por las cuales no
continuó con el tratamiento fue porque sentía que la estaban medicando por su
historia y que este tratamiento era excesivo. En la participante M2, se encuentra que
después de llevar más de un año en terapia, la psicóloga le informa que no sabe
cómo tratarla y que la va a remitir a psiquiatría.
“Yo empecé a ir cada dos semanas, y no es porque ella me lo haya mandado, sino
que yo decía: -no mami, ya no-, y seguía mal la verdad yo seguía mal, y al final como
después de un año, me dijo: -Vale, yo no he podido tratarte, yo ya llevo un año contigo, o
año y medio y tú sigues igual, todas las sesiones que tenemos lloras, todas las sesiones que
tenemos tengo que llamar a tu mamá, yo ya no sé qué recetarte- “(Valeria, 18 años)

“El tratamiento ya me parecía excesivo, porque yo ya me sentía mejor, ya había


hecho un cambio de hábitos y realmente me sentía muchísimo mejor, yo ya me sentía mejor
en muchas cosas, ya sentía como que me estaban medicando por una historia que llevaba
atrás y no tanto por la realidad” (María, 23 años)

Componente cognitivo
Dentro de este subtema, los tres participantes coincidieron que en un
principio aceptaron tomar los medicamentos, pero que con el tiempo y el cambio
observado no los necesitaban más, considerando que ya estaban mejor al pensar
que ya no tenían síntomas o podían controlarlos, que ya estaban socializando más,
entre otros. Por otra parte, encuentra que en dos de los participantes (M1 y H1), se
presenta una constante preocupación por los efectos de los medicamentos,
haciendo énfasis en el temor a la dependencia. En uno de los participantes (M1),
esta preocupación la llevo a buscar información y a decidir su ingesta o no, según la
información que encontrara en internet. La participante M2, adicionalmente narra
que en un principio los medicamentos no tuvieron los efectos que el médico le había
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advertido, por el contrario, sentía que estaba empeorando. Sin embargo, se


presenta en los tres participantes que el temor a recaer era una de las razones por
las que no desistían del tratamiento.
“Entonces yo me puse a investigar sobre ese medicamento y no me gusta, la verdad
en este momento no recuerdo el nombre, pero era muy muy fuerte, entonces no sé si de
pronto de forma imprudente yo dije: -no, no voy a tomar eso, Yo no siento que yo los
necesite, que Yo esté tan mal-, o sea haciendo un análisis costo beneficio, Yo siento que no
vale la pena todos los efectos que tiene” (María, 23 años)

“El miedo a recaer y sentirme nuevamente mal emocional, entonces era como eso lo
que me motivó a seguir con el tratamiento, y la satisfacción de bienestar era ausente,
entonces como no me sentía bien emocionalmente” (Edison, 18 años)

Componente emocional y sensorial


En este componente se encuentra que los tres participantes manifiestan
sentirse mejor, consideran que el tratamiento no farmacológico origino una
sensación de mejoría. Además, manifestaron que cuando desistieron del tratamiento
farmacológico esperaron cambios en su estado de ánimo, lo cual según los
entrevistados (M1 y M2), no se presentó. Mientras que en el participante H1
manifiesta haberse sentido ansioso, aunque este síntoma no lo hizo que retomara el
tratamiento farmacológico

“Yo empecé a sentirme mejor, empecé a salir más. Yo empecé a cambiar de actitud, a
involucrar a mi familia, y entonces yo, yo me empecé a preguntar: - ¿Será que yo si necesito
esto? -. Y sin embargo lo seguía tomando, y yo le dije a mi mamá: - madre, yo siento que yo
ya no necesito la pasta-, y ella me dijo: - usted está segura-, y yo le dije: -si-, pero a mí me
daba miedo, entonces ella me dijo: - bueno paremos un mes a ver usted cómo se siente, y si
se siente muy mal seguimos con la pasta-. Y paramos un mes y no vi que la necesitara”
(Valeria, 18 años)

“Porque creí que en su momento podría reemplazarlo con lo otro que estaba haciendo.
Realmente yo me sentía muy bien emocionalmente, y por eso decidí como suspender, no
sé, suspenderlo un mes, al principio la idea original era suspenderlo por cortos periodos de
tiempo y seguir desarrollando mis actividades cotidianas” (Edison, 18 años)
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Factores de la enfermedad y el tratamiento

Medicamentos

Dentro de los entrevistados, solo una de las participantes (M1) manifiesta


haber presentado efectos adversos con los medicamentos, algunos de esos efectos
fueron, ansiedad, gastritis, somnolencia y cambios de humor.

“Bueno la Fluoxetina, lo que te digo de la ansiedad, pero fue una semana, pero yo creo que
fue una de las peores semanas del mundo. La Paroxetina pues los cambios de humor, // la
Trazodona me daba más como gástricos, como de problemas, claro cómo me la tomaba
antes de acostarme a dormir, pero se me dificultaba mucho tomar las clases, o sea, las
clases de 7:30, … porque estaba llegando tarde todos los días, no podía llegar, no
alcanzaba, …y de la Lamotrigina no me acuerdo, ninguno. Creo que de la Lamotrigina no me
dio, pues si dejaba de tomarla algún día porque lo que me pasó fue que se me acabó la caja,
… entonces me daba como cambio de humor, pero pues porque eso era efecto secundario,
pero de resto no me acuerdo que me haya dado nada” (María, 23 años)

Duración del tratamiento

Frente a este subtema, se identificó que uno de los entrevistados (H1), se


reconoce satisfecho, refiriéndolo como efectivo y rápido. Mientras que otra de las
participantes (M1), se encontraba insatisfecha por la cantidad de tratamientos y la
dificultad de hacer seguimiento con el psiquiatra. La entrevistada M2 por su parte,
no hace referencia a este tema.

“También porque el proceso que tuve fue muy efectivo y muy rápido que atacó en su
momento lo que me estaba sucediendo entonces creo que lo superé bastante rápido,
especialmente porque se trató en su momento y se trató como bien” (Edison, 18 años)

“Por la cantidad de tratamientos, porque sí, porque eso era, eso era como muy complicado,
tú vas a un doctor: - que pasa, que necesitas, te manda un medicamento, te mandan un
seguimiento y venga si se siente mal-, aquí era como que saque la cita, espere a ver un
hueco que le quede al psiquiatra y le coincida a uno, no, no hay, es mucho más complicado
que cualquier otro especialista, acceder a los servicios psiquiátricos” (María, 23 años)
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Polifarmacia
Se halló que solo una de las entrevistadas (M1), este factor fue relevante
debido a que cada vez que iba donde el médico le cambiaban la formula médica,
añadiendo un mayor número de medicamentos

“Entonces llegué donde el psicólogo y él me mandó de urgencias a la Valle del Lili y me


atendieron por urgencia psiquiátrica y me cambiaron la formula, … me atendió una doctora,
me hizo otro ajuste a la fórmula porque, pues si bien ya no tenía ansiedad, ni nada así. El
otro doctor me mando Paroxetina y como se llamaba el otro //, y otro para arreglar el ciclo
circadiano, una pastilla para dormir, pero no me acuerdo en este momento…. ya después de
esa doctora, fui donde otro doctor y ese añadió otro medicamento ahí como un
antipsicótico… pero cuando yo ya estaba saturada de medicamentos, que yo me estaba
tomando tres pastillas varias al día, y me iban a poner otro medicamento y ya me di cuenta
de que era mucho más fuerte, yo me di cuenta como que: - marica, o sea, yo no soy un
pastillero- “(María, 23 años)
Cambios en la rutina y estilo de vida

Dentro del discurso de los tres entrevistados, se señala la importancia del


cambio de hábitos y la implementación de nuevas actividades dentro de su rutina
diaria. Coincidiendo los tres participantes en que una alimentación más saludable y
respetar los horarios de la comida son de gran ayuda. Asimismo, se encuentra que
dos de ellos (M2 y H1), manifestaron que ir al gimnasio o hacer ejercicio como algo
relevante dentro de su tratamiento. Otro de los cambios referidos por los
participantes (M1 y h1), fue el mejoramiento del sueño; la participante M1 expresó
que este cambio se propino debido a los medicamentos y posteriormente se fue
regulando.

“El gimnasio que lo estaba haciendo con Dani y me apoyaba mucho, entonces yo lo
hacía por ella, al principio yo creo. Entonces una empieza, uno empieza a ver los cambios
después de tres meses realmente, pero yo sí siento que yo los vi antes. Entonces es una
cosa como que si están cambiando las cosas y empieza uno como a verle el ladito bueno a
las cosas. Yo creo que fue eso, ver en pequeñas partes del proceso cambiecitos. Otra cosa
también, como en las comidas, de que yo ya estaba metida en el cuento, entonces yo comía
mejor” (Valeria, 18 años)
66

“La verdad tenía que organizar mi vida, entonces como que acabe un poco, como
parar ese comportamiento, como dormir, cambiar la alimentación, como con que más, la
verdad es que no me acuerdo de más, digamos que eso fueron los más significativos”
(María, 23 años)

Gravedad y progresión de la enfermedad

Se encuentra que cada uno de los entrevistados tiene una experiencia


distinta frente a este subtema. En el caso de M1, manifiesta que con el primer
medicamento su condición se agravó elevando su estado ansioso, y adicionalmente
narra que cada vez le iban añadiendo o cambiando medicamentos más fuertes,
mientras que ella percibía que se encontraba mejor y que no los consideraba
necesarios. La entrevistada M2, por su parte narra, que en un primer contacto con el
psiquiatra no se le recetó medicamentos, pero en el siguiente control si le formuló un
antidepresivo. En tanto que el participante H1 dentro de su discurso, no narra si
hubo o no gravedad o progresión del trastorno.

“Yo fui al psiquiatra, y el problema es que yo fui y me dijo: -no Vale, tú no tienes nada-,
entonces como bueno. Como en un tiempo yo dejé de ir como seis meses al psicólogo, y
seguí con psiquiatra y cuando volví al control, el psiquiatra me mando Fluoxetina, una pasta
todos los días, y me las mando y yo empecé a adelgazar” (Valeria, 18 años)

Comorbilidad

Para este subtema se identifica que los tres participantes manifestaron tener
episodios de ansiedad, trastornos de alimentación y del sueño. Adicionalmente, una
de las entrevistadas (M1), menciona que el trastorno y el tratamiento que le habían
suministrado, le estaba causando otras implicaciones adicionales en la salud, tales
como, cambios drásticos de humor con posibles síntomas de bipolaridad.

“Entonces pues a uno le dice: - no, pues tómate esto, que es un antidepresivo y esta te va a
ayudar a dormir-. Y entonces luego llegan y te dicen: - no, pero es que esta otra cómo te
produce sueño, entonces tomate esta-, y luego: - es que esta otra que te produce tantas
otras cosas, entonces tomate está-. Entonces esto es un ciclo sin fin de pastillas para tratar
efectos secundarios de las primeras pastillas” (María, 23 años)
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Factores sociales

Percepción de la relación con profesionales de la salud

Frente a la relación con el médico psiquiatra se encuentra que dos de los


entrevistados (M1 y M2), no se encontraban satisfechas con el trato dado.
Adicionalmente se observa que estas dos mismas participantes tuvieron cita con
distintos psiquiatras y con ninguno de ellos sintieron afinidad.

“A mí me atendieron dos psiquiatras, el primero fue como con un pesar como yo te


entiendo pero no te entiendo, entonces era como que si tú vas a salir de esto, no se era
como raro, era como un té entiendo falso, como que no pueden entender, cómo se siente la
persona, ese fue con el primero, y el segundo sí fue como una cachetada, llego y me mostró
el celular, porque cuando yo fui al segundo yo le conté lo de la depresión por el peso, nunca
le conté lo de mi papá, me mostró el celular y me dijo: -este era yo-, y era como una bola
gordísimo, entonces si fue como que el trataba de entenderme, pero me decía: -usted no
tiene nada, usted todo lo puede, yo no tengo porque medicarla-“ (Valeria, 18 años)

La participante M1, narró experiencia negativa que tuvo con el médico


general y los tres médicos psiquiatras que la atendieron, puesto que fue
determinante para la continuidad del tratamiento. La participante alude que estos
médicos fueron informales, puesto que consideró que la explicación no era
suficiente o ajustada a sus conocimientos. trastorno

“Fue más que todo eso y pues la actitud del ultimo médico, digamos que yo ya venía
con eso en la cabeza entonces yo dije: - no pues vayamos al médico, porque uno le tiene
que hacer seguimiento a esas cosas, uno tiene que ser juicioso-, y llegó este médico y como
que o sea vamos de guatemala para guatepeor, dejemos así, ya ese último contacto con el
psiquiatra fue lo que rebosó el vaso” (María, 23 años)

Por otra parte, el participante H1, narra haber tenido una mejor relación con
su médico psiquiatra que con su psicólogo y lo alude a diferencias de edad y la
continuidad con la que se veían.

“Bien, pues con él solo me veía una vez al mes, entonces era como: -hola, ¿cómo
estás? -, umm, era una relación más fácil con el psiquiatra que con el psicólogo, creería yo
68

que por tiempo y además por edades, el psiquiatra relativamente era muy joven, mientras
que el psicólogo era como mayorcito” (Edison, 18 años)

Respecto a la relación con los psicólogos, se identifica la entrevistada (M2),


refiere sentirse insatisfecha por el tratamiento e indicaciones por parte de la
psicóloga. Percibía las sesiones como tensas, y de poca ayuda, consideraba que la
psicóloga debía implementar otro tipo de tratamiento.

“Yo empecé normal, pero las sesiones con ellas eran muy tensas, y yo lloraba cada
sesión, y yo salía mal, … habían sesiones que me molestaba mucho y yo salía y yo
decía: - mami, esta señora no me sirve, ella no sabe cómo tratarme a mí-, …, entonces
eso a veces me frustraba por no saber qué decirle, si no me preguntan yo no sé qué
responder, como ella, entonces yo: -mami esa señora no es buena ella es mala
psicóloga- “(Valeria, 18 años)

Percepción de la relación familiar

Dentro de este subtema se encontró que los participantes M1 y H1 convergen en


narrar que dentro de su núcleo familiar no se hablaba acerca del trastorno,
asimismo, se evitó comunicar el diagnostico a familiares cercanos o allegados.

“Pues claro como que todavía había mucho tabú, como de que no quería decirle a la
gente, entonces los medicamentos, abiertamente no se hablaba como del tema, ni delante
de mi familia, ni de los amigos, ni nada, todo era como que: - no, todo está -, o sea tampoco
era como que todo está bien y negarlo, pero no se hablaba abiertamente del tema, era como
que: -shhhh (de silencio)-” (María, 23 años)

Por otra parte, dos de los participantes M2 y H1, narraron sentirse como una
carga para la familia, especialmente para la madre.

“Pero a mí me pareció algo como, pues yo me sentí como que quería hacer sentir a mi
mamá como la que fuera del problema porque si llama a mi mamá es porque ella es la del
problema, pero yo tampoco quería que ella tuviera esa carga” (Valeria, 18 años)

“Porque hasta incluso ya me sentía mal, como cargando de problemas a mi familia, tener
esa carga de que: - en que momento, a qué horas este hombre se va a poner a llorar
“(Edison, 18 años)
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Respecto a la relación con los hermanos, se encontró que los tres


participantes narraron un cambio en el vínculo. En la entrevistada M1, se observó un
distanciamiento, en un primer lugar porque no le había comunicado el diagnóstico y
posteriormente por la vigilancia, desde su perspectiva innecesaria que su hermana
estaba teniendo. En la participante M2, se encontró que después de que la
psicóloga tuviera una sesión con su hermana, su relación mejoró. Mientras que el
participante H1, narro que sus hermanos no se involucraron, que respetaron y
toleraron todos sus comportamientos cuando se encontraba deprimido, pero que
ese respeto el entrevistado lo percibió como apatía.

“E: Que pensaste cuando la psicóloga involucro a tu hermana en la sesión


V: Me dio risa, porque pues mi hermana es de las que piensa que los psicólogos son para
los locos, entonces pues ella era loca porque tenía que ir. Y entonces era chévere porque
era como otra conexión para hablar con ella” (Valeria, 18 años)

“E: Su relación cambió a raíz de que ella supo


N: Si, ella al principio se sentía como que tenía que hacerse cargo de mí, ya luego fue
calmándose un poco y mejoro, pero si” (María, 23 años)

Otros hechos para resaltar en este subtema fueron, en el caso de M1, el


ocultamiento del diagnóstico a su familia, y posteriormente la conmoción por el
diagnóstico, lo que provoco una vigilancia, percibida como excesiva por parte de
ellos después de enterarse, sin embargo, debido a que el psicólogo involucro a su
familia, su relación cambio, comunicándose más entre ellos y disminuyendo la
vigilancia. Por otra parte, en el caso de M2, se resalta el cambio de relación con su
padre después del diagnóstico, así como la preocupación de su madre en cuanto al
consumo de medicamentos.

“Como que en ese momento en donde no me sentía tan bien tal atosigamiento y
vigilancia, … fue algo chocante, y era lo que yo no quería, pero conforme fue pasando el
tiempo ya eso fue bajando y de hecho creo que mejoro mucho la relación, Yo antes de la
depresión, con ellos era un poco, como actriz: - no, aquí todo está bien, no hay ningún
problema-, y ahora Yo soy un poco más sincera con ellos, si eso es” (María, 23 años)
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“Entonces después de cómo un año y medio que estuve en tratamiento con la psicóloga me
mandaron al psiquiatra, y entonces mi papá como que algo cambio en el, el cambio mucho,
el ahora mide mucho sus palabras, él ahora es una persona más tranquila, él ahora es más
sentimental, digamos el antes no creía en nada de la psicología, nada de humanidades y
ahora es como, y ahora sí entiende que esas cosas si afectan a las personas si está triste es
por algo, y que hay cosas que uno intenta mejorar y no puede” (Valeria, 18 años)

Percepción de la relación social

Se encontró que, en este subtema, la relación con los amigos fue


significantes para los tres participantes, sin embargo, M2 y H1, decidieron no
contarle a sus compañeros o amigos cercanos, puesto que les preocupaban los
prejuicios o les daba vergüenza.

“Pues ellos nunca supieron del problema, y siempre como que me aceptaban como
yo era, entonces para mí eso era muy importante, … ellos eran súper, recochábamos, pero a
mí me pareció chévere porque estar con las personas que juzgan y juzgan, es como que uno
piensa: - cómo me juzgarán a mí-, fue como una esperanza, como yo ya había perdido todos
mis amigos, pero ellos me hicieron volver a decir -yo puedo volver a tener amigos-, entonces
para mí era como una fuerza “(Valeria, 18 años)

“Pues creería que bien, ellos nunca conocieron el diagnóstico, solo una amiga lo
conoció, porque me daba pena, comentarlo, tener depresión en ese momento, no era como
una buena carta de presentación” (Edison, 18 años)

Mientras que M1, narro que no se les contó u ocultó el trastorno a sus
amigos, puesto que ellos observaron los cambios y el proceso por el que la
entrevistada se encontraba atravesando.

“Pues digamos que nunca fue que: - hola, les voy a contar que tengo depresión-,
porque ellos vivieron todo el proceso. Entonces fue algo como que se fueron enterando, fue
como que: - hay no, es que mira que decidí ir al psicólogo, hay no mire que me mandaron
esto-, fue algo, o sea, fue algo como que, no fue como si hubiera salido del closet, no, fue
algo que ellos se fueron enterando al lado mío, que ellos vieron” (María, 23 años)
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Factores relacionados con el sistema de salud

Acceso y características del servicio

En este subtema, uno de los participantes (H1), narró haber tenido un


acceso rápido a los servicios médico. Mientras que la participante M1, narro las
dificultades al poder coincidir o con algún espacio para la atención del médico
psiquiatra. También esta participante manifestó la inconformidad al no tener
información sobre las especialidades de cada médico psiquiatra, cosa que si ocurre
con otras especialidades de medicina.

“Pues como la desinformación, yo estaba perdida a la hora de buscar un psiquiatra o


sea ni idea, no era como con un gastroenterólogo, uno puede preguntar, uno puede leer es
especialista en esto, en esto, en esto, uno entiende que, si le duele el codo un especialista
de codo, pero en psiquiatría en cambio uno no conoce” (María, 23 años)

Tiempo de espera

Frente a los tiempos de espera solo la participante M2 refirió inconformidad,


ella enuncio que en algunas ocasiones debía esperar bastante tiempo a la
psicóloga, lo cual la impacientaba y secundaba el incumplimiento del tratamiento no
farmacológico.

“Digamos a veces la psicóloga se demoraba años en atenderme y a mí eso me daba


mucho malgenio, porque yo soy muy impaciente, entonces yo -mami, vámonos ya, mami ya
estoy cansada de esperar-” (Valeria)
Continuidad o no del cuidado medico

Frente al subtema se mostró que, en dos de los entrevistados (M2 y


H1) hubo continuidad por parte del médico psiquiatra y del psicólogo. Mientras que,
en el caso de la participante M1, no tuvo continuidad con ninguno de los médicos, el
primero que la atendió fue el médico general de la universidad, luego el médico de
urgencias, posteriormente pide una cita al azar con el médico que más rápido la
pueda atender y que adicionalmente le coincida con sus horarios y por ultimo asiste
a un psiquiatra recomendado por amistades, con el cual no continua en
seguimiento.
72

“Yo entiendo que en urgencias digamos atienden médicos que están de turno, pero yo
pienso que es importante poderle dar a un paciente con síntomas psiquiátricos cierta
estabilidad y poder decir - no es que el médico que la atendió no te atiende, tiene que buscar
otro médico-, es muy grave, uno sabe de primera mano el médico que te atendió, pero ya no
sabe más, … pero si hubiera habido una continuidad, no hubiera sido como tan caótico y
crítico ante todo” (María, 23 años)

Intervalo y duración de consulta


Referente a la duración de consulta no se obtuvo información por parte de
los entrevistados, sin embargo, se encontró que M1 estaba insatisfecha con el
intervalo entre consultas pues era de aproximadamente tres meses. Mientras que,
H1 narró que se encontraba con el psicólogo y el psiquiatra dos veces al mes.
“Los tiempos de espera con los psiquiatras es como: -Hola mira me siento muy mal
me quiero suicidar-, -ha bueno la atiendo por allá en tres meses-. Entonces como que: - Hola
si me suicido acá queda en tu conciencia- “(María, 23 años)

Afiliación a la seguridad social


Frente a este subtema, se identificó que el participante H1 se encuentra
afiliado al régimen de salud militar y se encuentra satisfecho con su atención.
Mientras que M1, afirma tener una buena EPS, sin embargo, no está conforme con
el servicio que se prestó para acceder a los médicos psiquiatras.

“Y ya de ahí me atendió ese doctor y cuando quise ir a los seguimientos, no pude,


busqué sacar una cita o algo, y me di cuenta que ese doctor que me atendió no trabajaba
por mi EPS, y que las citas costaban un cojonón de plata con él” (María, 23 años)
73

DISCUSIÓN

En el siguiente capítulo se presentará el análisis de los resultados obtenidos,


a partir de los discursos de las entrevistas realizadas a las personas diagnosticadas
con depresión, contrastándolas con la teoría y antecedentes expuestos
anteriormente, con el fin de responder al objetivo de la investigación, el cual fue
comprender las valoraciones frente al apoyo social percibido por personas
diagnosticadas con trastorno depresivo y su implicación en la adherencia al
tratamiento, específicamente describiendo las valoraciones acerca de la experiencia
del trastorno, su diagnóstico y el tratamiento, así como, describiendo las
valoraciones que tienen acerca de los tipos de apoyo social en el tratamiento y
finalmente, analizar los tipos del apoyo social percibido que contribuyen a la
adherencia al tratamiento desde la perspectiva de las personas tratadas.
En aras de responder a los objetivos propuestos en la investigación, es
necesario en primer lugar aclarar que se esperaba que los participantes narraran
sus experiencias acerca de la inclusión del apoyo social dentro del proceso de
atención que realizaban los profesionales de salud, sin embargo, en su discurso se
encuentra que no hacen una amplia referencia de ese aspecto, no aparece muy
presente en sus recuerdo y parece ser más significativa la experiencia antes del
diagnóstico y el momento del diagnóstico que el proceso de atención. Es decir, a
pesar de los esfuerzos por parte del entrevistador por indagar las valoraciones del
trastorno y el tratamiento, los participantes traen a colación sus vivencias hasta el
día que el profesional de la salud les informa el nombre o rotulo del conjunto de
síntomas que estaban presentando y como este diagnóstico provoca cambios en su
vida diaria. Se encontró que a los participantes se les dificultaba traer recuerdos o
valoraciones acerca de las consultas de seguimiento y/o control que asignaban los
distintos profesionales de la salud.
74

Al indagar sobre el primer objetivo de esta investigación, el cual pretendió


describir las valoraciones acerca del trastorno, el diagnóstico y el tratamiento. Se
logra evidenciar que los participantes comparten estigmas o construcciones
culturales frente al trastorno depresivo; encontrándose que los participantes
indicaban definiciones como, por ejemplo, que las personas constantemente
pensaban en suicido, que todo el tiempo estaban tristes, entre otras. Es decir, que
las enfermedades de salud mental siguen siendo desconocidas en cuanto a la
naturaleza y variaciones de la sintomatología de la depresión para una gran parte de
la población, o por el contrario en el caso de los participantes de esta investigación,
la palabra depresión habitualmente se utiliza en personas que están tristes,
amargadas, que son perezosas, entre otras, por lo cual no le otorgan la importancia
o desconocen la severidad. Lo anterior se relaciona con lo enunciado por Taylor
(Citado en Quiceno y Vinaccia, 2010), ya que como él lo afirma, los participantes
han construido sus representaciones según la noción de salud y enfermedad que
hayan apropiado de las experiencias vividas por el mismo paciente o sus familiares
cercanos y solo uno de los participantes narra tener amigos que pasaron por
experiencias similares.
Sin embargo, a pesar de que los participantes no tenían claridad sobre lo
que abarca el trastorno depresivo, si significaron como preocupantes algunos
síntomas, por los cuales acudieron a los profesionales de la salud, por ejemplo, los
trastornos de sueño y alimentación, puesto que estos era los que causaban un
mayor efecto en su vida diaria; adicionalmente, en menor medida les llamaba la
atención la anhedonia, el llanto constante y en dos de los casos la ideación suicida.
De igual forma los participantes percibían cambios bruscos en su estado de ánimo y
estos les generaban sentimientos de incapacidad e infelicidad. De lo anterior se
puede decir que las personas suelen percibir los síntomas con mayores efectos
negativos en su vida diaria, dejando de lado otros síntomas o implicaciones que
constituyen el trastorno. Lo anterior se relaciona con lo enunciado por Haslam
(2004), al referir que los síntomas con mayor frecuencia y que tienen un
considerable impacto negativo en la vida de las personas eran la falta de energía,
los cambios bruscos de las emociones y alteraciones en los patrones de sueño.
75

Sumado a lo anterior, se identifica que las personas rescatan los factores


desencadenantes del trastorno como un hecho significativo, estos factores hacen
referencia a un momento de crisis, o cambios en conductas y estilos de vida. Los
momentos a los que aludieron los participantes fueron: relación problemática con su
padre y autoestima (M2), identificación de orientación sexual (H1) y cambio de
ciudad y ruptura amorosa (M1). Lo anterior coincide con el CIE-10, (como se citó en
la OMS, 1993), en donde se afirma que los episodios vitales estresantes pueden a
llegar a originar episodios de depresión. De igual manera, Calderón (1984) y
Vargas-Navarro et al (2011), quienes indican que las causas de la depresión pueden
ser genéticas, ecológicas, psicológicas y sociales, a las cuales atribuyen
implicaciones no resueltas en la infancia, represión de sentimientos de hostilidad,
impulsos sexuales y perdida de alguna persona dentro del sistema afectivo; las
cuales determinan la aparición del trastorno, es decir, que podría considerarse como
las causas psicológicas o sociales que perciben los participantes. Alrededor de esto
se puede decir que uno de los factores desencadenantes más relevantes que tienen
los jóvenes para explicar el trastorno depresivo tiene que ver con los otros y el
apoyo social; coincidiendo con lo propuesto por Cobb (Como se citó en Sarason,
1999).
Más allá de las valoraciones sobre el trastorno, los participantes traen a
colación que las implicaciones y consecuencias más significativas fueron los
cambios negativos en el ámbito familiar, seguido por las implicaciones personales,
sociales y por ultimo educativas. Esto se relaciona con lo que dice Gradillas (1998),
quien plantea que el trastorno depresivo es la enfermedad de salud mental con
mayor carga para la familia, se considera que las implicaciones personales son las
más significativas puesto que estas afectan directamente a todas las demás en
mayor medida. De igual forma, Riley, et al (2008) lo alude a las implicaciones y
consecuencias en el ámbito familiar, al aislamiento físico y/o emocional de la
persona con depresión, lo cual dificulta el intercambio de experiencias diarias dentro
de la dinámica familiar, además de las altas tenciones o conflictos que
habitualmente se presentan por la incomprensión de la situación.
76

De la misma forma como se construyen los esquemas o definiciones sociales


sobre el trastorno, se encuentran creencias en su mayoría negativas acerca de los
tratamientos para las enfermedades de salud mental, sean farmacológicos o no. Las
personas encuentran que acudir donde un psicólogo o tomar medicamentos
psiquiátricos son medidas que se deben tomar en situaciones donde la persona
presente un alto nivel de deterioro, dejando de lado los actos de prevención y
cuidado que deben tener ante cualquier enfermedad. En el caso de los participantes
de esta investigación, se encontró que hubo dificultad para la aceptación e
implementación del tratamiento farmacológico debido a los miedos, temores o ideas
culturales en cuanto a la dependencia de los medicamentos, los efectos
secundarios, la no necesidad de medicamentos y el enlentecimiento motor y
cognitivo por medicamentos muy fuertes, entre otros. Por otra parte, se resalta las
diferencias del tiempo en el que cada uno de los participantes estuvo en tratamiento,
en donde las mujeres fueron las que más tiempo estuvieron adherentes. Lo anterior
se relaciona con los procesos de atención en salud, pues en el caso de las dos
mujeres, acudieron en primer lugar al psicólogo y después de un tiempo es el
psicólogo quien las remite a psiquiatría, y es el médico quien realiza el diagnóstico y
determina un tratamiento. Mientras que el hombre es atendido por un médico
general, quien convoca una reunión interdisciplinar con el médico psiquiatra y el
psicólogo, y en conjunto elijen el tratamiento a seguir. Algunos de ellos refirieron no
abandonar el tratamiento por los miedos asociados a la posibilidad de recaer o de
empeorar la condición del trastorno.
Por otro lado, frente al tratamiento no farmacológico, se resaltan las
valoraciones asociadas a la terapia psicológica y los cambios de hábitos como hacer
ejercicio y alimentación saludable significados como complementarios e
indispensables para la mejoría. Sin embargo, dos de los participantes no se
sintieron satisfechos por la atención brindada por parte de los psicólogos, los
percibían como distantes o poco interesados en su situación. Los entrevistados
afirman que los medicamentos psiquiátricos no fueron lo que le ayudaron a su
mejoría, éstos sólo les permitía mantener su estado de ánimo estable y no
empeorar; también sostienen que fue la decisión de cambiar sus hábitos, su estilo
77

de vida y encargarse de las situaciones que les genera malestar lo que contribuyó al
mejoramiento del trastorno.
Como se mencionó anteriormente la percepción del diagnóstico fue una
subcategoría emergente dentro de la investigación, se encontró que fue el momento
más importante y significativo dentro del proceso de atención por parte de los
participantes. En un principio los participantes manifestaron rechazar el dictamen
médico, seguido, de una sensación de alivio al poder ponerle nombre a lo que
estaban pasando en ese momento y finalmente los participantes refirieron presentar
angustia por el prejuicio o estigma. También, se identifica que los participantes
perciben el momento del diagnóstico como un antes y un después para las familias,
ya que se observó que los padres consideraron que sus hijos no tenían ningún
trastorno y los señalaban de vagos, flojos o que estaban llamando la atención y que
no necesitaban ningún tipo de ayuda.
Lo anterior permite identificar la importancia de la explicación clara, la actitud
empática y el acompañamiento oportuno por parte de los profesionales de la salud
en el momento de realizar el diagnóstico, puesto que dependiendo de la percepción
de quien sufre el trastorno se valorará el desarrollo del tratamiento. De igual forma
se destaca la necesidad de involucrar a la familia en este momento puesto que
permite a los padres tomar conciencia de la gravedad de la situación, la acepten y
se comprometan a contribuir a la mejora del trastorno y al cumplimiento del
tratamiento. Autores como Gradillas (1998), y Pezo, Costa, Komura (2004),
reconocen la dificultad de las familias para aceptar el diagnóstico, los autores
encuentran que ni la persona con depresión, ni su familia asumen los síntomas
como manifestación del trastorno, por el contrario, los familiares creen que la
persona con el trastorno pude manejar los síntomas y que esta persona debería de
poner más de su parte, lo que hace más difícil las relaciones en intrafamiliares. Por
otra parte, Riley, et al (2008), reconoce que las actividades familiares que
promueven interacciones positivas, el apoyo social y la discusión y/o reflexión sobre
la depresión con el núcleo familiar, reduce los temores, los sentimientos de culpa,
fomenta la compresión del trastorno y aumenta los recursos familiares para tomar
78

una actitud de resiliencia que les permita prevenir y actuar en las distintas
situaciones estresantes que se puedan presentar.
Lo anterior es relevante para poder contestar al segundo objetivo de
investigación, el cual consiste en describir las valoraciones que tienen los tipos de
apoyo social en el tratamiento las personas con trastorno depresivo, puesto que se
espera que sea la familia los principales proveedores de apoyo mientras las
personas se encuentran en tratamiento. A lo largo de la entrevista los participantes
reconocen la diferencia en el tratamiento si se involucra su círculo familiar, en los
casos en donde se involucró a las familias, se generó un cambio significativo que
facilitó la comunicación, comprensión, aceptación del trastorno y tratamiento tanto
en la familia como en el entrevistado. Mientras que el participante que no tuvo este
involucramiento reivindica la necesidad de la participación de su familia como un
factor determinante.
Al indagar sobre los tipos de apoyo social dentro del tratamiento, se observa
que los participantes consideran como más significativos a la ayuda informacional o
instrumental y al apoyo emocional. Esto se justifica según Cobb (Como se citó en
Sarason, 1999), al afirmar que la información que conduce a la persona a sentirse
cuidada, valorada y estimada reduce la ansiedad frente a situaciones vitales
estresantes. Así mismo, Cassel (Como se citó en Gracia, 1997) asegura que los
procesos informativos protegen a las personas reduciendo los niveles de
incertidumbre y estrés. Adicionalmente, se identifica que estos dos tipos de apoyo
son los más importantes para los participantes puesto que son los percibidos como
los que presentan mayores cambios o ajustes.
Una de las posibles razones por las que los participantes no reconocen como
significativo el apoyo material es porque en los tres casos sus padres respondían
por su alimentación, estudio, servicios, entre otros, y para ellos esta ayuda hace
parte de su cotidianidad. Mientras que la reducida percepción del apoyo de
integración social, se alude a la falta de motivación de realizar actividades que
involucre socializar con otro. Lo anterior se encuentra reflejado en los estudios de
Gracia y Herrero (2006), quienes enuncia que el apoyo social se relaciona de
manera positiva con el bienestar psicológico (percibido desde el apoyo emocional e
79

informacional), pero de forma negativa con el distres psicológico, en este caso el


que podría generar el realizar actividades de integración
En este punto se destaca el reconocimiento de las valoraciones del apoyo
social en el tratamiento por parte de los participantes. Frente a los tipos de apoyo
social percibido, se encuentra que en la ayuda instrumental o informacional dentro
del tratamiento, los participantes de este estudio consideran como significativo que
los profesionales de la salud (experto), brinden tanto a ellos como a su familia,
información médica de forma clara y detallada. Así como los consejo u
orientaciones, especialmente por parte de los psicólogos, en temas relacionados
con la dinámica familiar puesto que los valoran como un agente tranquilizador que
contribuye a una mejoría en las relaciones familiares. Sin embargo, se encontró que
algunos médicos psiquiatras realizaban el diagnóstico y recetaban el tratamiento,
pero no daban las explicaciones con un lenguaje adecuado según la escolaridad de
la persona o grupo familiar lo cual dificultaba el proceso de aceptación del
diagnóstico y aumentaba los temores frente a los fármacos; afectando el
cumplimiento del tratamiento. Incluso una de las entrevistadas (M1), al no tener
información suficiente decide buscar en internet las propiedades del medicamento y
sus efectos secundarios, y elige abandonar el tratamiento. Por lo anterior es un
hecho que cualquier persona con acceso a internet puede realizar y tomar la
decisión de no continuar con el tratamiento, lo cual solo se puede disminuir en la
medida en que los profesionales de la salud, den una información clara, en un
lenguaje acorde a la persona que están atendiendo y tengan una actitud empática.
En distintos estudios se ha demostrado lo costoso que es un tratamiento de
depresión, la falta de efectividad, las dificultades de acceso a especialistas y que
existe una gran dificultad en la relación médico-paciente lo que conlleva a que la
persona con depresión y su familia, presenten una mayor dificultar para reconocer la
depresión como un trastorno mental y desestimen la búsqueda de tratamiento o de
los recursos alternativos que ofrece el sistema de salud (Berbesi y Segura, 2009;
García y Botella 2011; Moreno y Moriana, 2012; Pezo, Costa, y Komura, 2004).
Por otra parte, se encontró que en una de las participantes la opinión y/o
experiencia de amigos que hubiesen atravesado por un diagnostico similar o que
80

anteriormente tuviesen experiencia con medicamentos psiquiátricos fue relevante


para la aceptación del tratamiento y la adherencia del mismo. Lo anterior confirma
que este tipo de apoyo atenúa las tensiones o angustia que les produce a las
personas con depresión solucionar situaciones estresantes, y que la opinión del otro
permite valorar su experiencia desde otras miradas y vías de acción (Argyle, 1992;
Gracia, Ochoa y Olaizola, 2002). Adicionalmente, se ratifica que para los
participantes es importante este tipo de apoyo, puesto que normalmente tienen
dificultades para descentrarse de su trastorno y el momento no cuentan con la
capacidad de hallar soluciones o tomar decisiones frente a los obstáculos que se
aparecen en su vida diaria (Calderón et al, 2012; García y Botella, 2011). No
obstante, se resalta la falta de participación de la familia dentro de este tipo de
apoyo, lo cual se encuentra relacionado con el desconocimiento sobre las
enfermedades de salud mental y la no aceptación del diagnóstico.
Alrededor del apoyo material, se observó que frente a la ayuda económica
los participantes no percibían que este fuese tan significativo, por lo tanto, para los
entrevistados el pago de la EPS, los médicos, medicamentos o tratamiento no
farmacológico no era considerada como una ayuda. No obstante, frente a la
percepción de la realización de una tarea específica, los participantes consideran
como más significativas las acciones relacionadas con la ingesta de medicamentos
y el acompañamiento a citas médicas. Por otra parte, se encontró que los padres
eran los encargados de gestionar las citas médicas, sin embargo, los participantes
no consideraban esta tarea como un apoyo relevante, ni que procurara su bienestar.
Adicionalmente, los amigos aparecen en el discurso de los participantes,
donde su colaboración más significativa ocurre en la realización de actividades
cotidianas como la realización de trabajos, brindar trasporte, préstamo de dinero,
entre otros; valorándolos como personas incondicionales y determinantes para su
mejora. En un caso particular, uno de los entrevistados, tuvo ayuda de su profesor,
el cual significó como vital para el mantenimiento de su beca, puesto que por los
efectos secundarios de los medicamentos su rendimiento académico se estaba
viendo afectado; demostrando que otros agentes que no tienen una relación íntima
81

con la persona pueden influir de manera positiva, generando una percepción de


apoyo.
Basándose en lo anterior, se puede decir que en el caso de los participantes
al presentar un diagnóstico de depresión leve o en uno de los casos subclínica su
grado de dependencia a la familia o sus allegados es menor, por tanto la realización
de tareas o ayuda económica fue percibida como poco significativa; concordando
así con los propuesto por Gradillas (1998), quien afirma que dependiendo del grado
de dependencia que tenga la persona, así mismo será la carga para la familia, la
cual pude ir desde suplir algunas tareas, hasta que la persona reclame que otro se
hagan cargo de sus obligaciones básicas. Sin embargo, se resalta la valoración
otorgada a la madre, como la persona que ayuda, provee y refuerza las indicaciones
del médico frente a los medicamentos, entre otros; favoreciendo el autocuidado y
procurando el bienestar de los entrevistados (Gomes-Villas et al 2012)
Pasando al apoyo emocional, se encuentran diferencias en las valoraciones
respecto a la percepción de compañía o expresiones verbales por parte de sus
familiares, las cuales se encuentran directamente vinculadas a las relaciones
familiares que anteriormente tenían con sus integrantes, es decir, si su relación
antes del diagnóstico era distante, así mismo era la percepción del apoyo
emocional. Solo en algunos casos la percepción de este tipo de apoyo cambia
cuando se involucra al familiar dentro del tratamiento.
En primer lugar, resaltan a la madre como la persona quien continuamente
estaba para ellos, lo cual coincide con la relación familiar, en donde la madre es
percibida como cercana, aunque en algunas ocasiones tengan conflictos con ella.
Frente al padre, en la mayoría de los casos los participantes, no lo percibían como
un apoyo y en la mayoría de los casos su relación era distante aunque uno de ellos
expone que la relación tuvo un cambio con el paso del tiempo. En cuanto a los
hermanos, en general fueron percibidos como lejanos e indiferentes. Lo anterior
coincide con lo propuesto por Gradillas (1998), quien afirma que debido a los
cambios bruscos de estado de ánimo que presentan las personas con depresión,
puede llegar a cambiar las relaciones familiares, donde el impacto de la reacción de
la familia dependerá de cómo eran estas antes de la enfermedad.
82

Por otra parte, se identificó que en ocasiones los participantes perciben las
expresiones verbales y/o compañía como abrumadoras, puesto que afirmaban que
sus familiares exageraban con cierto tipo de conductas como constante vigilancia,
llamadas permanentes, preocupación excesiva, entre otros. Contrastando lo
anterior, se confirma lo propuesto por Méndez y Pozo (2011), quien afirma que,
aunque las personas suelen percibir mayor ayuda de sus familiares, las conductas
no funcionales del apoyo pueden llegar a ser perjudiciales. Asimismo, se evidencia
que los constantes cambios del estado de ánimo, pueden llegar a aislar a los
familiares de su ser querido, sin embargo, los efectos o cambios en la relación
dependerá de cómo eran estas antes de la enfermedad (Acosta, Rodríguez y
Cabrera, 2013; Gradillas, 1998).
Los amigos son percibidos como fuente de compañía, los participantes
manifestaron que, si se llegaban a sentir mal, constantemente acudían a sus
amigos, pues sabían que iban a estar disponibles para escucharlos y ofrecerles
apoyo. Los participantes perciben a sus amigos como fuente de apoyo, distracción,
aceptación y pertenencia. Adicionalmente, se encuentra que los entrevistados
normalmente acudían en primer lugar a los amigos y refieren ser ellos quienes
buscan el apoyo o la compañía, dependiendo de su estado de ánimo o necesidad.
Esto se relaciona con lo encontrado por Ali et al (2010), quien afirma que existe una
correlación positiva entre el apoyo social y la calidad de vida, según las relaciones
sociales intimas de la persona, puesto que estas permiten una mayor eficacia del
individuo, sin embargo, esas relaciones sociales intimas no necesariamente suele
ser las relaciones familiares. Lo cual permite confirmar que las relaciones sociales
intimas tanto con familiares como con amigos son complementarias para la
percepción de bienestar de quien sufre trastorno depresivo.
Al mismo tiempo se observa que los profesionales de salud, fueron
percibidos como apoyo, puesto que los participantes valoraron como importante
notar el interés en escucharlos, a pesar de no satisfacer sus expectativas frente a
“curar” su malestar. Por otra parte, se encontró otras fuentes de apoyo como
abuelos, Dios y la pareja. Se resalta el apoyo de la pareja, puesto que contrario a lo
que propone Gradillas (1998), este no fue el familiar con mayor afectación, en este
83

caso, la pareja no suplió ninguna actividad, ni tuvo sentimientos de perdida, así


como malestar en la relación; por el contrario, la participante lo valoró como la
ayuda más importante y la persona por la que más se sentía comprendida.
Finalmente, en cuanto a la no percepción del apoyo, algunos participantes,
valoraron que sus padres y sus hermanos no los apoyaron como ellos lo hubiesen
deseado, es decir, ellos reclamaban la compañía y el consuelo de estos integrantes
de la familia como factor determinante para su mejoría. Lo anterior puede estar
asociado a lo que Gracia y Botella (2011), han indicado sobre la dificultad de las
personas con depresión de percibir el vínculo como un apoyo positivo, debido a su
mismo estado de ánimo y a otros factores cognitivos, como por ejemplo las
expectativas que tienen frente al otro.
Respecto al tipo de apoyo de integración social, los participantes valoran
como positivo realizar actividades de ocio o actividades de integración, tales como:
salir a comer, hacer ejercicio, bailar, estudiar algún idioma o arte, asistir a actos
culturales entro otros, puesto que les permite distraerse, mantenerse ocupados,
sentirse aceptados, útiles y tener la sensación de pertenencia a un grupo.
Actividades que fueron importantes porque involucraban a los integrantes de su
familia y amigos más cercanos y les brindaban la posibilidad de conocer nuevas
personas. Sin embargo, los participantes refieren que la realización de este tipo de
actividades fue difícil y además lenta, puesto que llevó tiempo conocer nuevos
amigos o recuperar las amistades que habían perdido. Esto concuerda con lo
planeado por Argyle (1992) y Gracia, Ochoa y Olaizola (2002), quienes afirman que
estas actividades contribuyen a suprimir la soledad y el malestar, puesto que se
fortalecen los vínculos sociales.
También se encontró que al inicio los participantes elegían actividades de no
integración, como quedarse en casa leyendo, descartar invitaciones; generando un
mayor aislamiento. Esto se explica desde la sintomatología propia del trastorno
depresivo, correspondiente a la pérdida de interés de tener vida social, la anhedonia
a cualquier actividad, dificultad de tomar decisiones, entre otras (Gradillas, 1998;
Haslam et al., 2004). Lo cual permite identificar que durante los síntomas las
personas con trastorno depresivo no encuentran a su grupo familiar o de amigos
84

como una fuente de bienestar, desestimando el apoyo social como un factor


determinante en su tratamiento.
Después de reconocer las valoraciones sobre el trastorno, el diagnóstico, el
tratamiento y los tipos de apoyo, se puede dar paso al último objetivo, el cual tiene
como fin analizar los tipos del apoyo social percibido que contribuyen a la
adherencia al tratamiento desde la perspectiva de las personas tratadas. A
continuación se analizarán las implicaciones de cada uno de ellos.
Los elementos de la ayuda informacional o instrumental, como el consejo u
orientaciones de los familiares, amigos y psicólogos contribuyen a los factores
personales o asociados al paciente, especialmente en el componente cognitivo y el
componente emocional y sensorial, puesto que los puntos de vista o
retroalimentación de los otros les permite a las personas con depresión resolver
inquietudes, disminuir angustia o estrés frente al tratamiento. Cassel (Como se citó
en Gracia, 1997), ratifica que los vínculos sociales que proveen información
protegen a las personas de consecuencias negativas en los acontecimientos vitales
estresantes, reduciendo las posibilidades de padecer desórdenes físicos o
emocionales. En cuanto a la Información médica, se encuentra que tiene impacto en
los factores personales, puesto que, dependiendo del grado de escolaridad, la edad
y el conocimiento de la enfermedad se diversifica la interpretación de las
indicaciones médicas. Se destaca el rol del psicólogo como quien contribuye al
bienestar de la persona desde la promoción y prevención de la salud mental desde
la comprensión etiológica de la enfermedad, así como el análisis de las dificultadas
relacionadas al trastorno (Londoño-Pérez y Florez-Alarcón, 2010)
Asimismo, este apoyo cobra relevancia en los factores sociales, si la familia
es involucrada dentro del proceso de diagnóstico y tratamiento, pues las
explicaciones científicas por parte del profesional de la salud contribuyen a la
comprensión, aceptación y promoción del tratamiento, reduciendo los estigmas
culturales asociados al trastorno y generando otros tipos de apoyo social. Sin
embargo, si la relación médico-paciente no es empática y de confianza, se
desvanece la disposición de aceptación del diagnóstico y el tratamiento. Al respecto
se encuentra que las personas perciben de forma diferente las mismas situaciones y
85

que comúnmente cuando se le notifica el diagnóstico, éstas no adjudican los


síntomas como signo del trastorno; aplazando la implementación tratamiento
(Argyle, 1992; Gracia, Ochoa y Olaizola, 2002; Guski, 1992; Pezo, Costa y Kumura,
2014).
Por otra parte, en cuanto al apoyo material, especialmente en la ayuda
económica, se encuentra relacionado con los factores relacionados con el sistema,
puesto que según el régimen de salud al cual se encuentre afiliado o al poder
adquisitivo de la persona, así mismo se verá afectado el acceso al servicio, los
tiempos de espera, la continuidad del cuidado médico, la compra de medicamentos,
entre otros; produciendo efectos directos en la sensación de mejoría, percepción
positiva de la atención y servicio, y efectividad del tratamiento. Esto se confirma, por
Berbesi y Segura (2009) y Moreno y Moriana (2012), quienes resaltan las
dificultades de acceso o acercamiento a los servicios de salud, dependiendo de las
características socioeconómicas del país donde se encuentre, haciendo énfasis en
los inconvenientes para otorgar una cita, la falta de especialistas y según García y
Botella (2011), la corta duración de las consultas y los intervalos de tiempo. Se
puede afirmar entonces que, si Colombia es un país subdesarrollado, se esperarían
encontrar mayores dificultades o fallas en el sistema de atención en salud.
Respecto a la realización de una tarea específica, se encuentra que tiene
efectos significativos en los factores sociales, en cuanto a la percepción de las
relaciones familiares y sociales. Las acciones que realizan los integrantes de la
familia, al ser la primera y más cercana red de apoyo, son determinantes para el
mantenimiento o no de las conductas adherentes, es decir, son los familiares
quienes pueden promover y/o contribuir al reforzamiento o no, de las conductas
indicadas por los profesionales de la salud. Sin embargo, estas relaciones se verán
afectas según el nivel de dependencia o gravedad del trastorno y el vínculo
establecido antes del diagnóstico. Esto es reconocido por Arrivillaga (2009) y Dilla et
al (2009), quienes coinciden en afirmar que al vincular a la familia y amigos como
facilitadores o supervisores de la enfermedad y la medicación se potencializa la
adherencia al tratamiento. Por otro lado, se resaltan las tareas específicas en las
relaciones sociales de personas que generen apoyo académico, si la persona lo
86

llegase a necesitar. En la investigación se observó que el rendimiento académico de


dos de los participantes disminuyo a raíz de las implicaciones del trastorno y el
tratamiento, uno de ellos tuvo ayuda por parte de su profesor quien modifico sus
horarios de clase lo que le permitió salvar su beca, mientras que la persona que no
recibió ayuda, perdió el año escolar.
El apoyo emocional se asocia con los factores sociales, especialmente con la
familia y los amigos, donde las palabras de aliento, la percepción de compañía,
aceptación y preocupación por el cuidado, se convierten en factores protectores o
amortiguadores para la adherencia. Así lo evidenciaron Roca y Riccardi (2014),
quienes observaron que las personas con depresión presentan un mayor grado de
satisfacción cuanto cuentan con la presencia física de un familiar que los acompañe,
aludiendo a la importancia de la funcionalidad de cada red de apoyo. Asimismo,
Vergara y Amalga (2014), afirma que, a mayor apoyo emocional, la personas
sienten mayor estabilidad y control de sus procesos, lo que favorece la valoración
positiva de su ambiente. Se resalta entonces la importancia de involucrar a todos los
integrantes de la familia como los proveedores de este apoyo, puesto que es la
madre la que constantemente brinda este apoyo, donde los demás miembros
también puedan amortiguar la carga de cuidado de la madre y al mismo tiempo
contribuir a la estabilidad emocional de la persona con el trastorno. Lo anterior se
encuentra ligado al estigma de la madre como cuidadora, un rol que se le ha
otorgado a la mujer en la cultura occidental.
Finalmente, el apoyo de integración social, se vincula con el factor de la
enfermedad y el tratamiento, a partir de la importancia de las actividades con los
otros, como los promotores de los cambios y adaptaciones de la rutina diaria y estilo
de vida. y adicionalmente a los factores sociales, específicamente con la percepción
de la relación social y familiar, donde se encontró que una valoración positiva por
parte del otro, disminuye la preocupación por el estigma o la discriminación,
confirmando entonces que estas actividades fortalecen los vínculos sociales;
incrementando sus niveles de autoestima y eliminando la soledad (Gonzales-Castro,
2011)
87

A partir de los resultados, se observa la congruencia entre algunos


supuestos planteados al inicio de la investigación, en tanto, la inclusión del apoyo
social dentro del proceso de atención por parte de los profesionales de la salud,
contribuye a la aceptación y comprensión del trastorno, fomentando la adherencia al
tratamiento de personas con depresión.
Uno de los supuestos aludía que el trastorno depresivo afecta a la sociedad
de manera multidimensional, puesto que no es solo el individuo quien padece el
trastorno, sino también su familia, su entorno social y laboral entre otros (Comas y
Álvarez 2004; Hoyos, Lemos, y Torres, 2012; Pinto et al, 2010). En los resultados de
esta investigación, se encontró que el trastorno depresivo afecta a todas las
personas que rodean al paciente, principalmente a su familia y en menor medida su
entorno social y académico; por tal razón, el apoyo social se convierte en un eje
coyuntural que amortigua las situaciones vitales estresantes por las que atraviesa la
persona con depresión, de tal manera que se preserven las indicaciones acordadas
con los profesionales de salud, lo que aporta al mejoramiento de la calidad de vida
de la persona enferma y su familia.
Asimismo, se reflejó la afirmación de Gradillas (1998), quien sostenía que
habitualmente los familiares tienen dificultades para comprender los síntomas como
un efecto de la enfermedad, por el contrario los familiares consideraban que la
persona con depresión podía controlar los síntomas, pues estiman que el sujeto
podría poner más de su parte. Lo anterior se evidenció con mayor relevancia en los
padres (hombres) de los entrevistados, pues eran quienes constantemente
cuestionaban sus conductas o estados de ánimo, aludiendo a la falta de interés o
disposición por parte de su hijo para resolver o salir del trastorno.
Los supuestos enlazados a la relación médico-paciente fueron diversos
según la experiencia de los participantes, un ejemplo de ello fue que dos de las
participantes consideraron su relación como “poco profesional” o no se sintieron
satisfechas, dificultando la aceptación y adherencia al tratamiento. Lo anterior podría
relacionarse con los supuestos de García y Botella, (2011), quienes afirman que las
persona con depresión presentan dificultades para establecer una relación
colaboradora y activa con otra persona, ya que la calidad del vínculo es menos
88

perceptible y más difícil de pronosticar. Sin embargo, uno de los participantes refirió
sentirse escuchado y valorado por el personal de atención en salud.
Por otra parte, frente a los supuestos relacionados con el abandono de
tratamiento, se encontraron coincidencias por parte de los entrevistados y los
estudios realizados por Neira, et al., (2012) y Oller-Canet, et, al. (2011), los
participantes de la investigación aludieron dificultades en la adherencia debido a la
percepción negativa del tratamiento farmacológico, la insatisfacción de la atención
psicológica o del médico psiquiatra y en uno de los casos la interrupción de la
atención en el centro de salud.
En cuanto a la relación entre el apoyo social y la adherencia al tratamiento,
autores como Gomes-Villas, et al, (2012), Gonzáles-Castro, (2011) y Riley, et al,
(2008), quienes consideran a la familia como el principal agente motivador o
protector de la persona con depresión, se observó que los entrevistados perciben a
la familia como la principal fuente de ayuda, especialmente en la realización de
tareas específicas que promueven el autocuidado, la compañía, las actividades de
integración, entre otros.
Uno de los supuestos que no se observaron en la investigación, fue el
propuesto por Gradillas (1998), quien asegura que la familia habitualmente presenta
un alto grado de culpabilidad, al considerar que ellos son los causantes y/o artífices
del sufrimiento por el que se encuentra atravesando la persona con depresión. En
el discurso de los entrevistados, no se logra evidenciar esta afirmación, por el
contrario se encuentra que son ellos (los entrevistados), quienes presentan
sentimientos de culpa, o expresan sentirse una carga para su familia.
Finalmente, la investigadora propone dos supuestos. En el primero de ellos
afirma que si se involucra a la familia como red de apoyo, o si las entidades ofrecen
espacios como grupos de autoayuda, mejoraría la adherencia al tratamiento y por
ende la calidad de vida de las personas. Frente a esto se logra observar factores
protectores de la adherencia al tratamiento si se involucra a la familia, tales como, la
recuperación de apoyos naturales, la comprensión y validación a través de otros, la
discusión y/o reflexión sobre depresión, los cuales reducen los temores,
sentimientos de culpa, el estigma; aumenta la comunicación clara y empática,
89

fomenta las actividades familiares y enriquece los recursos o estrategias de


afrontamiento familiar. Sin embargo, no se evidenció en el discurso de los
participantes la necesidad de pertenecer a un grupo de autoayuda o de apoyo.
Adicionalmente, la investigadora supone que la familia debe participar
activamente del proceso de diagnóstico y tratamiento, con la convicción de que esto
ayudará a la comprensión del trastorno y podrá ser más llevadero tanto para la
familia como para el enfermo. Lo cual se ve reflejado en distintos momentos de la
investigación, los participantes resaltan la importancia de que la familia sea
involucrada en el proceso de diagnóstico, puesto que les permitió la comprensión y
aceptación del trastorno tanto a ellos como a los integrantes de su familia, lo que
fortaleció las relaciones y dinámicas familiares.
90

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

De acuerdo con las relaciones establecidas entre los hallazgos encontrados


en la investigación, se puede mencionar que la percepción de la inclusión del apoyo
social dentro del proceso de atención en salud, tiene efectos significativos en la
adherencia al tratamiento para los participantes de este estudio. Alrededor de ello se
encuentra que las valoraciones sobre diagnóstico, trastorno y tratamiento cambian
de forma sustancial si los profesionales de la salud involucran a sus familias y
amigos dentro del tratamiento como las principales fuentes de apoyo. No, obstante,
es necesario recalcar, que el profesional de la salud debe procurar enunciar la
información médica de tal forma clara y detallada, según la características
sociodemográficas de la familia o amigos, con la intención de que comprendan lo
que ocurre con su ser querido, haciendo énfasis en su apoyo como amortiguador y/o
protector para la persona, disminuyendo las construcciones sociales o ideas
asociadas al trastorno depresivo y su tratamiento, Lo anterior se respalda con lo
propuesto por Gonzales-Castro, (2011), quienes afirman que la familia debe
involucrarse como el principal agente motivador del papel activo de la persona en el
tratamiento. La intención de los profesionales de la salud al involucrar a las familias
en el tratamiento debe estar encaminada a evitar la influencia negativa de algunos
familiares o allegados, que, con conductas no funcionales, contrarresten
comportamientos favorables para la adherencia (Méndez y Pozo, 2011)
También se encontró que, en la percepción de la relación médico- paciente,
es de real importancia establecer un acuerdo de confidencialidad claro y preciso
para garantizar la alianza terapéutica como determinante para la aceptación del
involucramiento familiar en el tratamiento. Asimismo, se observó la relevancia de las
valoraciones del rol del psicólogo dentro del proceso de diagnóstico y tratamiento,
su labor cobra sentido para las personas, en el momento en el que el psicólogo
91

brinda el espacio para tratar temas relacionados con el contexto familiar, laboral y
social, puesto que acerca a la persona a realizar procesos de cambios, con la
intensión de contribuir a su bienestar (Calderón et al, 2012; Londoño-Pérez y Flores-
Alarcón 2010; Gracia y Botella, 2011)
Por otro lado, se encontró que las fuentes de apoyo con mayor percepción
positiva se dan en primer lugar por parte de la madre, seguido de los amigos
cercanos, luego los hermanos en algunos de los casos, y finalmente una menor
percepción de apoyo por parte del padre. Frente al apoyo social que percibían de
los profesionales de la salud, se resalta el rol de los psicólogos, puesto que, los
participantes afirman que éstos son complementarios y necesarios para comprender
y afrontar el trastorno y tratamiento de la depresión.
Sin embargo, se aprecia que las personas con el trastorno se perciben como
una carga para sus padres y hermanos, lo que afectaba las relaciones familiares de
forma significativa, por la constante preocupación tanto del paciente como del
familiar cuidador. Esta valoración cobra importancia en los supuestos culturales que
predisponen las familias y la persona con el trastorno, en donde el alto grado de
culpabilidad por la aparición y el mantenimiento del trastorno, influye en la
adherencia al tratamiento, puesto que la familia no se relaciona con la agudeza del
síntoma, sino con la persistencia del trastorno (Gradillas, 1998)
A pesar de que los entrevistados no perciben a todos los integrantes de su
familia como apoyo, si se encuentra que es la familia la principal proveedora de
apoyo. Cada uno de sus integrantes genera algún tipo de ayuda según el rol cultural
que se le otorga o las relaciones familiares anteriormente establecidas. Por ejemplo,
la madre es proveedora del apoyo emocional, en cuanto a las expresiones de afecto
y compañía, así como de apoyo material en la realización de tareas específicas que
impliquen el cuidado. Por su parte el padre brinda apoyo material, siendo el que
económicamente cubre todos los gastos del tratamiento y finalmente los hermanos
brindan un apoyo de integración social.
Por otro lado, se encuentra que las personas suelen abandonar el
tratamiento por la percepción negativa de los fármacos, la dificultad en el acceso a
los especialistas, el prejuicio o estigma asociado al trastorno y la percepción de
92

sentir mejoría. Adicionalmente, se evidencia que con el paso del tiempo el apoyo
social va disminuyendo, lo cual podría asociarse con que los participantes no hayan
continuado con el tratamiento, sin embargo, se requeriría otros estudios para
ampliar la comprensión de esta posible relación de factores. Esa disminución del
apoyo puede estar relacionada con el deterioro de las relaciones familiares y/o
sociales, la no solicitud de ayuda al percibirse mejor, la normalización del trastorno y
el tratamiento, entre otras.
Se recomienda para futuras investigaciones, ampliar la muestra del
participante de la investigación, de tal forma que puedan enriquecer los hallazgos
del estudio. También se podría realizar una investigación de modalidad mixta, en
donde se puedan aplicar instrumentos de medición del apoyo social como el Apgar,
o el MOS, el IPQ-B para la percepción de enfermedad, el EAT para la adherencia,
entre otros, que permitan contrastar la información encontrada. De igual manera, se
podría realizar un mapeo de redes para observar el apoyo social recibido real frente
al que ellos perciben.
Por otro lado, se sugiere contrastar los datos según el régimen de salud a
los que se encuentren afiliadas las personas con trastorno depresivo, pues eso da
cuenta del acceso, tiempos de espera, intervalos de consulta y la calidad del
servicio, cambiando las experiencias y valoraciones del mismo. Asimismo, se invita
a indagar sobre la perspectiva de los profesionales de la salud, para complementar
la mirada del fenómeno. Al igualmente se encuentra relevante, explorar las
valoraciones de la experiencia del trastorno según el rango etario de las personas
con el fin de analizar los distintos acontecimientos vitales estresantes según la edad
que pueden llegar a desencadenar el trastorno. Así como es importante la
diferenciación entre el rango etario, seria significativo diferenciar las valoraciones de
los tipos de apoyo según el sexo de los participantes. De igual manera, se
recomienda indagar las diferencias de percepción del apoyo si la persona cuenta
con conyugue o hijos, puesto que el estado civil trae otras implicaciones del apoyo
social.
Una de las limitaciones de esta investigación, se relaciona con la no
realización de entrevistas a las familias y a los profesionales de la salud puesto que
93

esta información hubiese complementado los hallazgos encontrados en la


percepción de las relaciones de cada uno de ellos, lo que permitirá ver la diferencia
entre en apoyo social que las personas con trastorno perciben y el apoyo real que
estas recibe.
Otra limitación presentada en este estudio, se vinculan al número de
participantes y entrevistas, puesto que, debido al tiempo y el acceso, no fue posible
profundizar en sus historias de vida, lo que no permitió detallar si con el paso del
tiempo, el apoyo social percibido iba disminuyendo y sus efectos en la adherencia.
Tal y como lo presenta Ladero, Orejudo y Carrobles, (2010), quienes afirman que
existe una relación directa entre la disminución del apoyo social y la disminución en
la adherencia al tratamiento con el trascurso del tiempo. De igual formar, esa
limitación afectó la profundización sobre las acciones de los profesionales para
involucrar el apoyo social dentro de la atención, es decir, aunque se indagó este
punto, los entrevistados se centraron en el momento del diagnóstico y se dio
prioridad a lo que estaban narrando como significativo. Por último, se consideró
como una limitación no poder triangular el diagnostico narrado por los participantes
con la historia clínica o entidad prestadora de salud.
En cuanto a las futuras líneas de trabajo, se encuentran desde la psicología
de la Salud, es necesario continuar investigando sobre la prevención y promoción
de los trastornos de salud mental, en este caso de depresión. Se resalta que el
desconocimiento de los síntomas, conductas o factores desencadenantes de
depresión, así como la naturalización o estigma de la misma, ha llevado a que las
personas acudan a los servicios de salud cuando ya se encuentran en un nivel
grave de depresión. Asimismo, se espera abrir una línea de trabajo en la
humanización de los médicos psiquiatras, en donde se inculque el interés de
comprender el campo fenomenológico de cada paciente, garantizando una relación
empática entre el médico-paciente. También, se podría indagar acerca de las
estrategias que utilizan las personas de atención en salud para la mejora del
tratamiento y en la prevención del trastorno. Por otra parte, se espera prevenir que
los y las cuidadoras que apoyan a las personas con trastornos de salud mental en el
futuro no desarrollen algún tipo de enfermedad.
94

Adicionalmente, se resaltan futuras líneas de investigación relacionadas con


el género y las posibles diferencias en cuanto a la percepción de apoyo social; la
revelación o no del diagnóstico debido al estigma y/o discriminación. Otras como la
percepción holística del trastorno con un abordaje de la medicina familiar y el
autocuidado, por medio de los grupos de apoyo o autoayuda y redes de ayuda
mutua, antes, durante y después del diagnóstico.
Los aportes sociales de este estudio se encuentran enmarcadas en el área
temática de la Psicología de la Salud puesto que se abordó el fenómeno desde una
mirada biopsicosocial, donde se resalta la importancia de las redes de apoyo social
como constructores, amortiguadores y potencializadores de los procesos de
atención en salud. Se espera señalar la importancia de fomentar y fortalecer el
trabajo con grupos interdisciplinares de médicos psiquiatras, psicólogos,
nutricionistas, el enfermo y la comunidad, donde se promueva un trabajo con y
desde la persona que padece el trastorno, no solo desde la mirada biológica del
médico o psicológica del terapeuta sino desde las necesidades y la experiencia de
la comunidad.
Finalmente se recomienda desarrollar estudios de trastorno depresivo y
apoyo social haciendo énfasis en personas jóvenes, puesto que se encuentra que si
buen estos cuentan con el distintas redes de apoyo, las cuales provee el bienestar,
la realidad de la población varia, puesto que se encuentran en una etapa del
desarrollo en donde las estrategias de afrontamiento a situaciones vitales
estresantes pueden ser poco adaptativas para la mejora del trastorno, postergando
el proceso de atención y tratamiento.
95

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105

Zarragoitía, I. (2011). Depresión: Generalidades y particularidades. En I. Zarragoitía


(Ed.), Capitulo 1: Depresión, características principales. (pp. 5-35). La
Habana: Editorial Ciencias Medica
106

Anexo 1: Consentimiento informado

Declaración del consentimiento Informado

Teniendo en cuenta la Ley 1090 de 2006 que rige el quehacer del psicólogo.

La estudiante de la carrera de Psicología, se encuentran realizando una


investigación sobre depresión, apoyo social y adherencia al tratamiento con fines
académicos para la materia de Trabajo de Grado I, con el objetivo de afianzar el
fortalecimiento de competencias profesionales que den cuenta de la capacidad
reflexiva y de confrontación personal de los y las estudiantes, y el análisis teórico y
clínico de los temas que se aborden; y de Incrementar las habilidades diagnósticas
(observación, entrevista, organización del trabajo, escritos, pruebas) de la
estudiante, en la intervención clínica. Este estudio tiene como propósito comprender
de qué manera se incluye el apoyo social en el tratamiento de personas
diagnosticadas con depresión y como esto contribuye en su adherencia del
tratamiento según la percepción del paciente

Si usted acepta participar en la realización de esta intervención, se le


realizarán tres entrevistas que se llevará a cabo de manera individual con un
promedio de una hora por sesión. Además, se realizará la grabación del audio de
cada una de las sesiones y se eliminará inmediatamente se presente el estudio de
caso en la asignatura. La información que se obtenga se guardará bajo estricta
confidencialidad y anonimato, asegurando que no se incluya su nombre o cualquier
indicativo que revele su confidencialidad.

Se informa también que en caso de cualquier dificultad o situación que se


considere necesaria, se acudirá al centro de bienestar universitario o a la docente
de la asignatura como apoyo.
107

Su participación será voluntaria y usted podrá terminar la entrevista en


cualquier momento, solicitar el retiro de sus datos o abstenerse de contestar alguna
pregunta sin dar explicación alguna, y sin que esto genere algún tipo de
inconvenientes para usted. Participar en este estudio no tiene costo alguno ni
representará beneficios económicos.

Con su firma usted certifica que ha leído o alguien le ha leído el presente


formato de consentimiento informado, que le han sido resueltas todas sus preguntas
satisfactoriamente.

Nombre: ____________________________________ Cédula: _________________

Firma del participante: Firma del testigo:


___________________________ ___________________________
C.c C.c

Firma del Investigador: Firma de Directora del trabajo


___________________________ ____________________________
C.c C.c

Firmado en la Ciudad de Cali, el día ____ del mes de __________________de 2016


108

Anexo 2. Protocolo de remisión

A continuación, se presenta un plan de apoyo para la intervención en crisis y


remisión a soporte profesional que debe ser desarrollado por la entrevistadora en
caso de que alguno de los participantes del estudio presente una crisis durante el
desarrollo de las entrevistas y/o requiera acompañamiento psicológico. Se resalta,
que la estrategia desarrollada contará con el apoyo de la red de servicios
disponibles en cada entorno universitario (centros de bienestar) o el servicio de
salud personal de cada participante; las investigadoras actuarán como un canal
facilitador para el acceso a estos servicios.

Plan de apoyo:
Antes de iniciar las entrevistas, la investigadora conocerá los centros de bienestar
de las instituciones en las que se desarrollara el proyecto y se informará al personal
de cada centro de bienestar acerca del trabajo de grado desarrollado por las
mismas y la posibilidad de que algunas de las participantes sean remitidas allí en
caso de ser necesario. Lo anterior, se realiza con el propósito de que el personal
esté preparado para alguna emergencia.

Durante el desarrollo de las entrevistas, la entrevistadora estará atenta a las


manifestaciones que puedan presentar las participantes y en el caso de observar
que la persona requiera atención profesional, seguirá los siguientes pasos:

1. Apagar la grabación de audio


2. Determinar la necesidad prioritaria del participante (observando los signos físicos
y psicológicos que requieran atención).
3. Realizar una contención emocional, teniendo en cuenta la necesidad
evidenciada
4. Comunicarse con la directora del trabajo grado para analizar el caso y
determinar si la participante requiere acompañamiento psicológico y si puede o
no continuar con el desarrollo de las entrevistas.
5. En caso de requerir acompañamiento psicológico, se remite la participante a
psicología en el centro de bienestar o se contacta con la entidad de salud de la
misma para que le ofrezca ese servicio
6. Realizar un seguimiento personal o telefónico del proceso.
7. En caso de que la participante manifieste su disposición de continuar en el
estudio, y al considerarse pertinente por el equipo, se convendrá una nueva cita
para reanudar con la entrevista individual. De lo contrario, la participante puede
abandonar el proceso sin que por ello haya repercusiones en su contra.
109

Anexo 3. Guía final de la entrevista

Preguntas para Datos Sociodemográficos:


 ¿Cuál es su nombre y sus apellidos?
 ¿Qué edad tiene usted?
 ¿Cuénteme usted a que se dedica?
 ¿Nárreme acerca de su familia, con quien vive usted?
 ¿Cuénteme como son las relaciones con los integrantes de su familia?
 ¿Usted en este momento se encuentra dentro de alguna relación de pareja?

Preguntas para los objetivos de la investigación:

1 ¿Cuénteme cómo ha sido su experiencia de vivir con el diagnóstico de depresión?


2. ¿Cuénteme cómo ha sido el proceso de diagnóstico y de atención hasta ahora?
3. ¿Cuénteme cuando recibió el diagnóstico que le indicó el médico que debía
hacer? (Tratamiento farmacológico y no farmacológico)
4. ¿Qué pensó usted respecto al diagnóstico y tratamiento? (imaginarios, temores,
recursos, creencias)
5. ¿Considera que ha tenido algún cambio en su salud desde el inicio del
tratamiento hasta ahora?
6. ¿Se encuentra usted satisfecho con el tratamiento?
7. ¿Qué hace usted cuando tiene una recaída o no se siente bien?
8. ¿Quiénes lo han ayudado o apoyado durante el tiempo en el que usted ha estado
en tratamiento?
9. ¿Sabe usted que es el apoyo social?
10.Cómo ha sido el apoyo que usted ha recibido durante el tratamiento por parte de
su familia, personal de salud, amigos, entre otros? ¿Qué ha significado para usted
esta ayuda?
11. ¿Qué cree usted que le ha ayudado en el tiempo que ha estado en tratamiento
para tener una mejor salud?
12. ¿En algún momento el personal de salud que lo atendió, involucro a su familia o
amigos a ser parte del tratamiento? ¿Cómo lo involucró? ¿Qué pensó usted frente a
eso?
13. ¿Alguna vez usted ha desistido de realizar el tratamiento acordado?
14. ¿Qué ha realizado usted para no desistir del tratamiento en el que se
encuentra?
15. ¿Qué ha influido en que usted continúe o no con el tratamiento?
16. ¿De todas las situaciones por las que ha pasado, cual ha sido el momento en el
que usted identifico que ha logrado una mejoría?
17. ¿Hubiese usted cambiado algo de su tratamiento hasta ahora?
110

ANEXO 4. Formato de validación por Jueces


Pontificia Universidad Javeriana Cali
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Departamento de Ciencias Sociales
Psicología
Coordinación de Trabajos de Grado
VALIDACIÓN DE CONTENIDO PARA INSTRUMENTOS UTILIZADOS EN
TRABAJOS DE PREGRADO

Santiago de Cali, mayo 31 de 2016

Buen día, profesor/a

Cordial saludo,

Mi nombre es XXXXXX, estudiante del Programa Académico de Psicología.


Actualmente estoy construyendo un instrumento de medición para la clase de
Trabajo de Grado I a cargo de la asesora XXXXX. El objetivo de esta revisión, es
que un experto en el tema verifique si el instrumento tiene las siguientes
especificaciones:

1. Coherencia (CH): es la relación entre la pregunta y lo que se va a medir,


en este caso sería cada una de los objetivos específicos.
2. Pertinencia (PE): es la importancia relativa de la pregunta y el tema
3. Redacción (RE):de los enunciados de las preguntas de la entrevista
4. Suficiencia: las preguntas que se hacen son suficientes para recolectar la
información necesaria para responder a ese objetivo.

Dada su reconocida idoneidad en el tema, solicito de la manera más atenta


que revise las preguntas que se han construido, para que de acuerdo con sus
recomendaciones, proceder a la aplicación en los participantes.

Gracias por su atención y su tiempo,


111

Pontificia Universidad Javeriana Cali


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Departamento de Ciencias Sociales
Psicología

REJILLA DE EVALUACIÓN DEL INSTRUMENTO

La investigación que me encuentro realizando, espera indagar y comprender


a través de una mirada fenomenológica la perspectiva de la persona según su
vivencia frente al tratamiento antidepresivo, además las del impacto que podría
llegar a tener la inclusión del apoyo social dentro del tratamiento como posible
potencializador a la adherencia. Para lo anterior he diseñado una entrevista
semiestructurada que me permita medir de manera cualitativa las distintas
categorías de análisis.
La realización de la entrevista semiestructurada dirigida a personas
diagnosticadas con depresión tiene como pregunta de investigación ¿Cómo la
percepción de la inclusión del apoyo social en el tratamiento de personas
diagnosticadas con depresión contribuye en su adherencia al tratamiento?
De acuerdo con la pregunta de investigación expuesta, se propone como
objetivo general, comprender de qué manera se incluye el apoyo social en el
tratamiento de cinco personas diagnosticadas con depresión y como esto contribuye
en su adherencia del tratamiento según la percepción del paciente. De igual
manera, se plantean como objetivos específicos, a) describir la percepción que
tienen los pacientes con depresión sobre el tratamiento recibido; b) identificar como
se incluye el apoyo social dentro del tratamiento, de las personas con trastorno
depresivo; y c) identificar según la percepción de los pacientes con depresión que
elementos del apoyo social contribuyen a la adherencia.

Gracias por su atención y su tiempo


112

Anexo 5: Versión inicial y final de la entrevista


Objetivos específicos Preguntas # Cambios en las preguntas Preguntas corregidas desde la Cambios en Preguntas corregidas y finales
validación de los jueces las preguntas desde la retroalimentación de la
prueba piloto

identificar las 1. ¿Cuénteme acerca Cambios en redacción y 1 ¿Cuénteme cómo ha sido su No realiza 1 ¿Cuénteme cómo ha sido su
características y tipos como fue el proceso énfasis en la experiencia experiencia de vivir con el cambios a experiencia de vivir con el
de apoyo social hasta que le del individuo, diagnóstico de depresión? estas diagnóstico de depresión?
percibido dentro del diagnosticaron adicionalmente surge una preguntas
tratamiento de personas depresión? segunda pregunta 1.1 ¿Cuénteme cómo ha sido el 2. ¿Cuénteme cómo ha sido el
diagnosticadas con proceso de diagnóstico y de proceso de diagnóstico y de
trastorno depresivo atención hasta ahora? atención hasta ahora?
2. ¿En el momento en Cambios en redacción y 2. ¿Cuénteme cuando recibió el No realiza 3. ¿Cuénteme cuando recibió el
el que le dan el énfasis en la experiencia diagnóstico que le indico el cambios a diagnóstico que le indico el
diagnóstico que del individuo, además de médico que debía hacer? estas médico que debía hacer?
tratamiento le informa hacer énfasis en el (Tratamiento farmacológico y no preguntas (Tratamiento farmacológico y no
el médico que debe tratamiento farmacológico farmacológico) farmacológico)
seguir? y no farmacológico
3. ¿Qué pensó usted Se incluyó la percepción 3. ¿Qué pensó usted respecto al No realiza 4. ¿Qué pensó usted respecto
respecto al tratamiento de diagnostico diagnóstico y tratamiento? cambios a al diagnóstico y tratamiento?
que le propone el (imaginarios, temores, recursos, estas (imaginarios, temores, recursos,
médico? creencias) preguntas creencias)
4. ¿Hubiese usted No aplica para este
cambiado algo de su objetivo
tratamiento hasta Sino para el tercer
ahora? objetivo, se deja como la
última pregunta
5. ¿Considera que ha Se mantiene la pregunta, 5. ¿Considera que ha tenido 5. ¿Considera que ha tenido
tenido algún cambio pero surge otra referida a algún cambio en su salud desde algún cambio en su salud desde
en su salud desde el la satisfacción el inicio del tratamiento hasta el inicio del tratamiento hasta
inicio del tratamiento ahora? ahora?
hasta ahora?
5.1 ¿Se encuentra usted 6. ¿Se encuentra usted
satisfecho con el tratamiento? satisfecho con el tratamiento?
6. ¿Durante el tiempo Se cambió el orden, 6. ¿Qué hace usted cuando 7. ¿Qué hace usted cuando
en el que usted ha primero 9, luego la 8,6,7 y tiene una recaída o no se siente tiene una recaída o no se siente
estado en tratamiento, algunos aspectos de bien? bien?
ha recibido algún tipo redacción
de ayuda o apoyo, de
113

su familia, del personal


de salud, amigos,
entre otros?
7. ¿Qué cree usted Se cambió el orden, 7. ¿Quiénes lo han ayudado o 8. ¿Quiénes lo han ayudado o
que le ha ayudado en primero 9, luego la 8,6,7 y apoyado durante el tiempo en el apoyado durante el tiempo en el
el tiempo que usted ha algunos aspectos de que usted ha estado en que usted ha estado en
estado en tratamiento redacción tratamiento? tratamiento?
para tener una mejor
salud?
Reconocer las 8. ¿Quiénes lo han Se cambió el orden, 8.Cómo ha sido el apoyo que El sujeto del 9. ¿Sabe usted que es el apoyo
valoraciones del apoyo ayudado o apoyado primero 9, luego la 8,6,7 y usted ha recibido durante el piloto sugiere social?
social en el tratamiento durante el tiempo en el algunos aspectos de tratamiento por parte de su preguntarle a
de personas con que usted ha estado redacción familia, personal de salud, la persona si 10.Cómo ha sido el apoyo que
depresión en tratamiento? amigos, entre otros? ¿Qué ha tiene usted ha recibido durante el
significado para usted esta conocimiento tratamiento por parte de su
ayuda? sobre el familia, personal de salud,
concepto de amigos, entre otros? ¿Qué ha
apoyo social, significado para usted esta
para que así ayuda?
pueda
contestar
mejor las
preguntas.
9. ¿Cuándo usted no Se cambió el orden, 9. ¿Qué cree usted que le ha 11. ¿Qué cree usted que le ha
se siente bien a quien primero 9, luego la 8,6,7 y ayudado en el tiempo que ha ayudado en el tiempo que ha
acude? ¿Porque? algunos aspectos de estado en tratamiento para tener estado en tratamiento para
redacción una mejor salud? tener una mejor salud?
10. ¿Considera usted No tomar en cuenta pues 10. ¿En algún momento el 12. ¿En algún momento el
que su familia ha sido es reiterativa con personal de salud que lo personal de salud que lo
una fuente de apoyo preguntas anteriores atendió, involucro a su familia o atendió, involucro a su familia o
durante tu amigos a ser parte del amigos a ser parte del
tratamiento? tratamiento? ¿Cómo lo tratamiento? ¿Cómo lo
involucro? ¿Qué pensó usted involucro? ¿Qué pensó usted
frente a eso? frente a eso?
Analizar los elementos 11. ¿Alguna vez usted 11. ¿Alguna vez usted ha 13. ¿Alguna vez usted ha
del apoyo social que ha desistido de desistido de realizar el desistido de realizar el
contribuyen a la realizar el tratamiento tratamiento acordado? tratamiento acordado?
adherencia al acordado?
114

tratamiento desde la 12. ¿Que ha realizado 12. ¿Qué ha realizado usted 14. ¿Que ha realizado usted
perspectiva de las usted para no desistir para no desistir del tratamiento para no desistir del tratamiento
personas tratadas del tratamiento en el en el que se encuentra? en el que se encuentra?
que se encuentra?
13. ¿Que ha influido 13. ¿Que ha influido en que 15. ¿Que ha influido en que
en que usted continúe usted continúe o no con el usted continúe o no con el
o no con el tratamiento? tratamiento?
tratamiento?
14. ¿De todas las 14. ¿De todas las situaciones 16. ¿De todas las situaciones
situaciones por las por las que ha pasado, cual ha por las que ha pasado, ¿cuál ha
que ha pasado, cual sido el momento en el que usted sido el momento en el que
ha sido el momento en identifico que ha logrado una usted identifico que ha logrado
el que usted identifico mejoría? una mejoría?
que ha logrado una
mejoría?
15. ¿De acuerdo con 15. ¿De acuerdo con su Se decide 17. ¿Hubiese usted cambiado
su experiencia que ha experiencia que ha sido lo más eliminar esta algo de su tratamiento hasta
sido lo más impórtate impórtate para continuar con pregunta ahora?
para continuar con una vida saludable?
una vida saludable?

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