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Un sistema termodinámico es una región del espacio definida. El estado del sistema estará
caracterizado por variables como la temperatura, presión, volumen, composición, etc. El entorno
es la parte exterior al sistema y el universo comprende tanto al sistema como al entorno. Los
sistemas termodinámicos se clasifican según el grado de aislamiento con su entorno en: abiertos,
mantienen un flujo de energía y materia con su entorno; cerrados, no intercambian materia con su
entorno; y aislados, no intercambian ni energía ni materia con su entorno. El sistema es
homogéneo si sus propiedades intensivas se mantienen constantes en todas las direcciones y es
heterogéneo si está constituido por porciones homogéneas separadas por interfases. Un sistema
pasa por un proceso o transformación termodinámica, si alguna de las variables macroscópicas
(temperatura, volumen, etc.) que establece su estado de equilibrio experimenta una
modificación. Los procesos pueden ser espontáneos o irreversibles, artificiales y reversibles. La
termodinámica se sustenta en sus leyes o principios que definen la forma en que la energía puede
ser intercambiada entre sistemas en forma de calor o trabajo.
La segunda ley de la termodinámica nos dice que es imposible que en un proceso cíclico el único
resultado sea la absorción de calor de un reservorio y su total conversión en trabajo entregado al
exterior del sistema. Es decir, es imposible transformar todo el calor en trabajo. Los cambios
espontáneos siempre resultan en un aumento de la entropía del universo y en la disipación de la
energía que se acumula en forma desordenada como energía térmica o de movimiento molecular.
En otras palabras, este principio explica la irreversibilidad de los fenómenos físicos, especialmente
durante el intercambio de calor e indica que la cantidad de entropía del universo tiende a
incrementarse.