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Esta no es la primera globalización que emprende el mundo. En las últimas décadas del
siglo XIX, hasta la iniciación de la primera guerra mundial, se dieron grandes flujos
comerciales. El aumento en los flujos comerciales fue motivado por una reducción de los
aranceles y de las demás barreras al comercio. Lo más esencial, para entender el proceso
de globalización reciente, lo encontramos en la gran revolución tecnológica que se
manifiesta de forma sorprendente a partir de la segunda mitad del siglo XX, que ha hecho
posible el incremento en la productividad de la producción en el hemisferio.
Este fenómeno que llamamos Globalización se viene reflejando en Colombia desde 1990; y
es el resultado de la revolución informática en comunicaciones y en costos de transporte.
En la globalización nos encontramos involucrados el país, el estado, las empresas, los
consumidores, etc., a través del intercambio de bienes, servicios y capitales.
En Colombia y en la mayoría de países de América Latina nos habíamos aislado del mundo,
con el modelo de sustitución de importaciones y por los problemas de la deuda y los
desequilibrios macroeconómicos de los años 80s. Sin embargo, al finalizar esa década se
fue gestando la idea de que se debía iniciar una serie de reformas con el propósito de lograr
equilibrios macroeconómicos, liberalizar su comercio, darles mayor peso a los mecanismos
de mercado para asignar los recursos productivos y abrirse a la competencia internacional.
Para el Gobierno del Dr. Barco los mecanismos de protección de la economía Nacional con
respeto a la competencia externa, había dado lugar para que la producción del país se
aislara de la competencia internacional, limitando el crecimiento, acceso a tecnologías de
punta, exportaciones, el empleo y diversidad de productos a precios razonables.
Por otra parte, se concluía que, debido a los exagerados niveles de protección existentes,
los empresarios no creían conveniente la búsqueda de nuevas tecnológicas que mejoraran
la productividad y capacidad para obtener productos competitivos para el mercado del
mundo.
Después de analizar con detenimiento los cambios que se debían emprender, se determinó
la racionalización del comercio exterior con el fin de introducir una competencia gradual,
pero progresiva, a la producción nacional, además de continuar con la reducción de los
controles administrativos a las importaciones de bienes complementarios de dicha
producción.
A partir del 22 de febrero de 1990, en una primera etapa, que se estimó de dos años, se
comenzaría el proceso de exponer la producción doméstica a la competencia externa
mediante la disminución paulatina de las restricciones cuantitativas a las importaciones,
sustituyendo con protección arancelaria y tasa de cambio la protección que antes se
otorgaba a través del mecanismo de licencia previa.
Después, en una segunda etapa, a partir del arancel promedio superior al vigente para la
producción nacional, se profundizaría el grado de competencia externa, a través de una
disminución gradual y sostenida del arancel, hasta alcanzar, en un lapso de tres años, el
grado de protección necesario. El nivel arancelario comenzaría a disminuir, de forma
gradual, hasta alcanzar un nivel cercano al 25%, incluyendo la sobretasa arancelaria.
Con la iniciativa de racionalizar el comercio exterior, se determinó el traslado de 861
partidas, insumos, bienes de capital y bienes sin producción nacional registrada que se
encontraban en licencia previa, al de libre importación. Para el resto del universo arancelario
que permanecía en licencia previa se diseñaron tres mecanismos de flexibilización: "
encuestas arancelarias", "previa libre" y " previa con cupo", las cuales deberían ser
consideradas como mecanismos transitorios que posibilitaran ir trasladando paulatinamente
las partidas arancelarias sujetas a dichos mecanismos, al régimen de libre importación.
El programa establecía el interés de iniciar acciones de apoyo al proceso de racionalización
del comercio exterior, relacionadas con:
a) Medidas de control para evitar las prácticas ilegales de comercio como el contrabando,
la subfacturación o el dumping.
b) Mecanismos institucionales y financieros para la movilización de recursos hacia los
sectores productivos.
c) Un programa de modernización industrial e importación de tecnología.
d) El mejoramiento de la infraestructura de transporte, en lo relacionado con el sistema
portuario y el transporte marítimo, la red vial y el esquema de operación del transporte
férreo.
e) Cambios en la política de incentivos directos que reciben las exportaciones a través de
los mecanismos tradicionales de CERT, crédito de Proexpo y Plan Vallejo.
Con estas expectativas quedaron establecidas las bases para emprender el proceso de
apertura de la economía colombiana.1
1
CONPES, DNP. “Programa de Modernización de la Economía Colombiana 2465”
A principios de siglo por cada mil niños que nacían vivos se morían 186, la cifra bajó a 56,7
por mil entre 1975 y 1980 y a 14 por mil actualmente. En Norteamérica la tasa es de 4 por
mil.
Un estudio poscensal realizado por el Departamento Nacional de Estadística. DANE, dio como
resultado una población de 701.860 indígenas, es decir, el 1,75% de la población total del país. Los
pueblos indígenas tienen derechos territoriales reconocidos sobre 279.487 Kilómetros cuadrados,
24,5% del territorio nacional; los departamentos con el mayor número de grupos étnicos, superior a
10, son Amazonas, Vaupez, Putumayo y Guaviare.
Los postulados básicos de la constitución del 91 respeto de los grupos étnicos se refiere a
los siguientes aspectos centrales:
- Protección a la diversidad étnica y cultural.
- Apoyo a la autonomía de los grupos indígenas y a sus formas propias de gobierno.
- Protección a las tierras comunales y de las formas de propiedad solidaria y asociativa de
las comunidades indígenas.
- Protección a los recursos naturales, tema éste de estrecho nexo con la cuestión étnica.
Para muchos pueblos indígenas, el valor de la tierra tiene un profundo valor cultural. No es
simplemente un valor productivo, tampoco un bien inmueble comercializable. Para los
pueblos agricultores la tierra es considerada como la madre. Otros han desarrollado una
compleja relación con el medio natural circulante, incluyendo la tierra. Se habla entonces del
territorio ancestral, del territorio propio.
Los pueblos indígenas tienen diferencias según las características del medio en que viven
las comunidades, la naturaleza de la oferta y la demanda ambiental, el nivel y la forma de
vinculación a la economía de mercado.
Los indígenas de las selvas y sabanas naturales siembran huertos, chagras en la selva,
conucos en los llanos, que imitan la selva. Las chagras de roza y quema o roza y pudrición,
tienen una estratificación para aprovechar los diferentes niveles del suelo con plantas
arbóreas, arbustos y hierbas. Allí cultivan yuca amarga, piña, palma de chontaduro, palma
mil pesos, calabazas, etc.
Los indígenas de la región Andina, del Caribe y algunas comunidades del piedemonte
llanero y amazónico han asimilado los sistemas campesinos de producción combinando los
huertos de pan coger con la explotación de algunos productos destinados al mercado.
Los indígenas Wayuu de la Guajira se dedican al pastoreo especialmente de caprinos y
algunas comunidades, como las del pueblo Inga, han adoptado estrategias comerciales, en
especial la venta de productos medicinales naturales, para poder vivir.
Los sistemas de salud indígena combinan los siguientes elementos:
- Las propias creencias y valores sobre la salud y la enfermedad.
- Los sistemas curativos que involucran el poder de los chamanes. La enfermedad se
explica desde la tradición.
- Los sistemas curativos que incorporan el uso de medicamentos naturales, especialmente
plantas.
- El papel que juegan los agentes comunitarios de salud.
- La relación establecida con la medicina profesional y los sistemas curativos no
indígenas.
La morbilidad indígena tiene sus particularidades, propias de los medios en que viven las
comunidades y los procesos de enfermedad que genera la colonización y el contacto social.
Se observa un impacto severo de la enfermedad diarreica aguda, la infección respiratoria
aguda y el poliparasitismo intestinal. La desnutrición cobra especial importancia en
departamentos con comunidades que viven perdiendo o han perdido su patrimonio biológico
y territorial.
Asociada a la desnutrición se presenta la tuberculosis y también las enfermedades de la
piel.
Los pueblos indígenas tienen sus propias formas de transmitir los valores, conocimientos,
prácticas y habilidades entre generaciones. De la formación de los niños, de acuerdo con el
sexo, se encargan los adultos.
La educación indígena se orienta por la resolución 3454 de 1984 que estableció los
lineamientos generales de educación indígena. De otro lado las organizaciones indígenas
han emprendido programas de etnoeducación, que han sido reforzados por el avance de la
investigación etnolinguística en el país. En la actualidad nuevos programas se han abierto,
muchos maestros indígenas se han profesionalizado, pero continúan el reto de construir una
escuela adecuada a las necesidades y particularidades de los pueblos indígenas.
Con la ley 50 de 1991 y la ley 100 de 1993 se modificó el sistema de seguridad social y se
dio al desmonte del monopolio que tenía el ISS en el manejo de las pensiones.
La ley 50-reforma laboral- inicio un proceso de cambio. Con ella las cesantías, que eran
manejadas por las empresas donde laboraba el trabajador, pasaron a los fondos privados, la
licencia de maternidad pasó de ocho a doce semanas, se eliminó la pensión sanción y se
reglamentó el sistema de salarios integrales.
La ley 100, mucho más controvertida, permitió el surgimiento de los fondos de pensiones,
desmontando así el monopolio que tenía el instituto de los Seguros Sociales en la
administración de estos recursos.
Con la administración de las cesantías por parte de los fondos, no solo se estimulaba el
ahorro privado, sino que el trabajador devengaría los intereses propios del mercado, y no el
12% anual.
Con el desmonte de la retroactividad a las cesantías se buscaba la generación de empleo y
las empresas estarían dispuestas a pagar mejores salarios.
El plan contemplaba volver más pequeño el estado y menos interventor de las decisiones
económicas. Por otra parte, propugnaba por la autonomía de los individuos y del sector
privado y en este sentido estaba acorde con las corrientes mundiales que se trazaban en el
campo económico durante esta época.
El Plan estaba dividido en siete partes, donde se planteaban las bases conceptuales, los
diagnósticos, las metas de coberturas y los aspectos financieros, los programas de inversión
y los efectos económicos de las nuevas inversiones.
En los planteamientos del Plan existían tres pilares fundamentales, de los cuales
encontraban en primer lugar las Reformas Estructurales, seguido de las Estrategias del Plan
y finalmente las Reformas Institucionales ordenadas en la constitución de 1991.
El propósito con las reformas Estructurales era incrementar los niveles de eficiencia de la
Administración Pública y mejorar la asignación de los recursos, y así poder lograr la
inserción de los mercados nacionales en la economía mundial.
Se establecieron cuatro estrategias a trabajar a largo plazo, las cuales buscaban promover
la eficiencia, la equidad y el crecimiento. La ampliación del capital humano, la construcción
de infraestructura física, el fortalecimiento de la capacidad científica y tecnológica y la
estrategia ambiental fueron la esencia del Plan.
Por lo tanto, en el campo educativo se buscaba incrementar el cubrimiento completo en
primaria y expandir la cobertura de la educación secundaria, de igual forma se pretendía
elevar la calidad de la educación en todos los niveles educativos. Lo anterior significaba que
entre 1991 y 1995 el 22% de los niños campesinos y el 2% de los niños pobres de las
ciudades que no asistían a escuelas se integraran y permanecieran en ellas por todo el ciclo
básico. También se planteaba dentro de las estrategias en materia educativa establecer
nuevos mecanismos de financiación para acceder a la educación y avanzar en la
descentralización y modernización del sector educativo.
En lo que respecta a la salud y nutrición, la Revolución Pacífica proponía elevar el nivel de
salud de la población más pobre a través de acciones que privilegiaban la promoción de la
salud y la prevención de la enfermedad. Lo anterior se presentaba dentro de un nuevo
sistema de atención basado en esquemas de seguridad social para la salud, subsidios a la
demanda y criterios de equidad y redistribución social. En acueductos se proponía elevar la
cobertura del 66% al 76% y en alcantarillados del 51% al 57%. También se contemplaba
dentro del Plan lograr 539.000 soluciones de vivienda en busca de disminuir el déficit en
dicha área.
En lo que respecta a la infraestructura física, el Plan pretendía mejorar y construir 8000
Kms. y terminar las troncales del Magdalena y optimizar transversales como Villavicencio -
Buenaventura y Mocoa – Tumaco. De igual forma se buscaba construir y poner en
funcionamiento el ferrocarril del Magdalena. Así mismo, se pretendía elevar la productividad
agrícola mediante la adecuación de más de 500.000 hectáreas de tal forma que se elevara
sustancialmente la producción de bienes del campo para los mercados domésticos y
externos.
El Gobierno estableció que la apertura de la economía sería ejecutada en el marco del plan
de desarrollo propuesto por la administración del presidente Gaviria.
El objetivo del plan sería el de atacar las principales limitaciones estructurales de la
sociedad colombiana: Su progresivo aislamiento del resto del mundo y el rezago de sus
instituciones ante un veloz proceso de cambio social. Las estrategias básicas del plan serían
la modernización económica e institucional y la internacionalización de la economía.
El Gobierno establecía que el cambio de rumbo en materia comercial, orientado a lograr la
reinserción en la economía mundial, era necesario por tres motivos:
En primer lugar, porque el progresivo cierre de la economía había hecho más lenta la
transformación estructural que el país requería para su modernización económica y social.
En segundo lugar, porque dicha lentitud había hecho perder valiosas oportunidades de
utilizar los recursos en forma productiva. Como resultado, la productividad global de la
economía se había estancado e incluso declinado en términos absolutos, retroalimentando
el enclaustramiento y haciendo más conflictivo el desarrollo social. Y, en tercer lugar, porque
el cierre progresivo y la lentitud de cambio estructural había demorado el progreso social
redistributivo.
La internacionalización de la economía era, según el Gobierno, una acción oportuna por dos
razones básicas: la primera, porque las condiciones externas, de revitalización del comercio
de los países en desarrollo mostraba un auge sin precedentes, acompañado por una
flexibilización de la política comercial en el mundo. Además, porque el país contaba con
oportunidades comerciales promisorias en la Comunidad Europea, los Estados Unidos,
América latina y el Pacto Andino, que eran la contrapartida necesaria para el proceso de
apertura.
Por otra parte, se contaba con condiciones cambiarias y financieras relativamente favorable,
especialmente con la banca multilateral que facilitaban el cambio propuesto.
La segunda razón que aseguraba las bondades del programa de internacionalización, la
constituían las condiciones macroeconómicas que lo sustentaban, las cuales preveían
decrecientes déficits fiscales y crecientes superávit comerciales.
El plan propone llevar a cabo inversiones públicas por $ 5.465.900 millones. También contempla el
plan la reducción del déficit fiscal y la utilización de recursos externos por US$ 2.994 millones.
El Plan de Desarrollo Económico, Social y ambiental “El Salto Social” buscaba, por tanto,
consolidar la profunda transformación que venía experimentando el país y así mismo
garantizar que su resultado final fuera una sociedad más pacífica y equitativa, basada en un
proceso de desarrollo económico dinámico y sostenible. Su propósito central " formar un
nuevo ciudadano colombiano: más productivo en lo económico; más solidario en lo social;
Más participativo y tolerante en lo político; Más respetuoso de los derechos humanos y por
tanto más pacífico en sus relaciones con sus semejantes; más consciente del valor de la
naturaleza y, por tanto menos depredador; más integrado en lo cultural y por tanto más
orgulloso de ser Colombiano."4
El análisis de Samper sobre los resultados de la apertura hasta 1994:
Samper consideraba en su plan de desarrollo que la apertura económica había comenzado
a transformar profundamente la orientación del desarrollo del país.
Para él los resultados de la apertura eran favorables en varios frentes. El más positivo era el
fuerte incremento que había experimentado la inversión privada que a partir de 1992, era del
17,5% y 23,8% del PIB, para 1994.
La motivación del sector privado se debía a que los bienes de capital se habían abaratado
con ocasión a la reducción de los aranceles y la revaluación real del peso, sumado a las
buenas expectativas de los empresarios.
Por otra parte, la apertura, la revaluación y las medidas monetarias restrictivas adoptadas en
1991 habían quebrado la tendencia que venía experimentando la inflación hasta fines de los
90.
En los últimos años se había hecho, además, un gran esfuerzo por modernizar diversas
entidades públicas para adecuarlas a la nueva fase de desarrollo del país.
El rápido crecimiento del sistema financiero.
Tendencia favorable del empleo urbano.
El crecimiento que experimentó la economía en el periodo 1991 1994 se debió, en lo esencial, a la
producción de bienes no comercializables internacionalmente (construcción y servicios). Por el
contrario, el ritmo de expansión de la producción de bienes comercializables internacionalmente
(agricultura, minería e industria) se había desacelerado en forma marcada.
Las exportaciones menores o no tradicionales fueron uno de los renglones más golpeados
en los últimos años. En 1985 crecían al ritmo del 20,3% y para 1993 al ritmo de 5,4%.
El ritmo de crecimiento de la productividad total de los factores en la economía sigue siendo
inferior al 1% anual, muy inferior al que experimentó la economía colombiana hasta
mediados de la década del sesenta (2,1% anual entre 1958 y 1974)
Por último, analizaba Samper que la tendencia que había experimentado el ahorro privado
era insatisfactoria. No obstante, el ahorro público se había mantenido en niveles altos e
incluso crecientes, la tasa de ahorro de la economía se había reducido en forma marcada
durante el proceso de apertura.
El modelo alternativo de desarrollo que propuso Samper:
Samper le proponía al país un modelo basado en cuatro conceptos básicos que servían de
sustento al Plan de desarrollo:
La equidad y la solidaridad son objetivos esenciales de la política económica y social y
fuentes básicas de la estabilidad social y de la paz.
El crecimiento económico depende tanto de la inversión de los distintos agentes individuales como de
la acumulación de capital social.
Para el eje cafetero el plan Pastrana, con ocasión al terremoto del 25 de enero de 1999 que
afectó a 25 municipios de los departamentos de Quindío, Risaralda, Valle y Tolima, que
como resultado de este fenómeno murieron cerca de mil personas y se vieron afectadas
más de 150 mil por destrucción parcial o total de sus viviendas, sitios de trabajo,
edificaciones públicas, centros educativos e infraestructura hospitalaria, contempla un plan
integral para desarrollarse en cuatro años, con el objetivo de recuperar social y
económicamente la región. Las medidas de acción cubren las áreas de infraestructura física
y atención social, las cuales se realizarán bajo un esquema institucional participativo y
eficiente que dé prioridad a la sociedad civil por medio de sus organizaciones comunitarias y
no gubernamentales.
El gobierno nacional estableció exenciones tributarias significativas y de carácter arancelario
para la importación de los bienes y equipos que se destinen a la zona del desastre como
incentivo para la generación de empresas en la zona afectada5.
Propuesta del plan Pastrana en relación al aparato productivo:
Los objetivos generales en relación a la producción:
Pastrana tenía como objetivo dirigir las acciones a integrar y modernizar el sector rural,
mediante una política que provea condiciones para un desarrollo competitivo, equitativo y
sostenible del campo, en su diversidad y complejidad.
Para Pastrana con la política agropecuaria se debe buscar reactivar la inversión rural en nuevos
proyectos productivos, muy especialmente en cultivos de ciclo corto o de tardío rendimiento en
condiciones de financiación que se adapten a sus respectivos flujos de ingresos.
Pastrana pretendía financiar los planes, programas y proyectos relacionados con el sector
agropecuario y rural, con recursos provenientes, no sólo del presupuesto de las entidades
públicas del sector, sino también con el Fondo de Inversiones para la Paz, FIP.
Sobre el medio ambiente el Plan Nacional de Desarrollo de Pastrana la construcción de un
modelo de desarrollo sostenible basado en el potencial social y ambiental de la nación y
enmarcado dentro de un proceso participativo que permita el respeto del patrimonio
ecológico y preserve el medio ambiente, como fuente de riqueza nacional y mundial para las
generaciones presentes y futuras.
En lo que se refiere a ciencia y tecnología el plan pretendía favorecer el avance de todas las
áreas del conocimiento y sus aplicaciones, dando prelación a las tecnologías dirigidas a la
satisfacción de las necesidades básicas de los ciudadanos y al logro de la competitividad
internacional del aparato productivo colombiano.
El turismo, Pastrana lo consideraba como un factor de desenvolvimiento para aquellas
regiones del país que gozan de vocación turística, en especial de los distritos turísticos de
Cartagena, Santa Marta y el Archipiélago de San Andrés y providencia.
El plan Pastrana en infraestructura y productividad regional.
El plan pretendía fortalecer la competitividad del sector transportes del país mediante el
desarrollo de proyectos estratégicos, con participación del sector privado, que tengan un
impacto positivo sobre el aparato productivo, las exportaciones y la generación de empleo.
Promover el desarrollo de proyectos de infraestructura que permitan integrar económica y
socialmente las actividades productivas de las regiones, mejorando la calidad de vida de la
población y desarticulando los factores socioeconómicos que refuerzan la violencia.
Culminar con el proceso de descentralización, teniendo en cuenta que los subsectores de
red vial secundaria y terciaria inciden directamente en la descentralización de funciones y
presupuesto.
El plan Pastrana pretende involucrar la participación del sector privado en infraestructura es
como algo fundamental. Es así como mientras a comienzos de la presente década dicha
participación era apenas el 7% de la inversión total, alcanzó niveles de 26% en 1994 y de
48% en 1998.
PROPUESTA DEL PLAN PASTRANA EN RELACIÓN CON EL ESTADO Y LA POLÍTICA
ECONÓMICA:
Plan Colombia una de las estrategias de pastrana:
Para la administración Pastrana lo más prioritario era la búsqueda de la paz a través de
negociación directa con los grupos alzados en armas.
Las acciones se adelantarán en el corto y mediano plazo, dirigidas a desarrollar el sector
5
Plan nacional de Desarrollo 1998-2002. “Cambio Para Construir la Paz”. DNP.
agropecuario, preservación del medio ambiente, fortalecimiento de la sociedad en las zonas
de conflicto, desarrollo de la infraestructura en las mismas zonas, reinstitucionalización de la
justicia, recuperación de la seguridad y agenda política de negociación con los grupos
armados.
Es una estrategia presidencial formulada con el objetivo de recuperar las responsabilidades
centrales del Estado en relación con: la promoción de la democracia, el monopolio en la
aplicación de la fuerza pública y la justicia; la integridad territorial, la generación de
condiciones para el empleo; el respecto por los derechos humanos, la preservación del
orden público y el fortalecimiento del estado de derecho. Estos objetivos se fundamentan en
las siguientes estrategias:
La ganadería tuvo un crecimiento acelerado durante la década del 90, mientras que la
mayoría de los cultivos permanentes presentaron un crecimiento moderado y la de los
cultivos transitorios cayó casi ininterrumpidamente.
El problema del sector agrícola lo debemos encontrar en el deterioro estructural de las viejas
instituciones, sin haber sido reformadas o reemplazadas por otras, en la órbita pública y
privada, capaces de orientar la reactivación y reconversión de la agricultura.
Finalizando el año 1999, los resultados eran los siguientes: 780.000 hectáreas, antes
cultivadas en cereales y oleaginosas de ciclo cortos, se encontraban sin sembrar; 180.000
familias campesinas, es decir 1.000.000 de personas, se encontraban engrosando las filas
de desempleados, fracaso de los programas de erradicación de cultivos ilícitos;
contrabando incontrolable e incuantificable, e importaciones legales de todo tipo de comida y
de materias primas de origen agropecuario; marchitamiento de la inversión en maquinaria y
equipo, en adopción de nuevas tecnologías; parálisis en materia de nuevos proyectos de
adecuación de tierras; aumento desaforado de la deforestación, avivada por el crecimiento
de la pobreza rural, sin mediar la acometida de proyectos importantes en reforestación;
sobreoferta de tierras al Incora y demanda insatisfecha por las mismas debido a la falta de
fondos, y, finalmente, alarmante descapitalización humana materializada en el abandono de
las más organizadas empresas agropecuarias por parte de sus empresarios y
administradores profesionales, y en profundo desgano de las nuevas generaciones frente a
las carreras universitarias relacionadas con el sector.
La agricultura tradicional, de los alimentos, está estancada, mientras que la moderna (de
materias primas y alimentos industrializables) aumenta en forma acelerada.
El sector agropecuario básico no resulta bien librado en el panorama económico de 1999.
Sus ventas presentaron una reducción de 4,2 % en el año 99, mientras que en el 98 ese
indicador representó un aumento de 14 %.
Durante la administración Gaviria trece meses de oscuridad:
El primero de marzo de 1992, las autoridades energéticas decidieron racionar energía tras
considerar que no existía la generación suficiente para atender la demanda. El apagón duró
13 meses. Durante ese período la economía dejó de producir entre 1.000 y 1.600 millones
de dólares.
Fenómenos climáticos y el desgreño del sector fueron los culpables. El apagón no solo
redujo el dinamismo económico, cambió hábitos y trastornó al país, sino que sirvió para
desmontar la creencia de que había mucha energía eléctrica.
El gobierno consideró principal culpable al fenómeno de "El Niño " que afectó el régimen
normal de lluvias y redujo sustancialmente el almacenamiento de agua en los embalses. Sin
embargo, el apagón fue producto de una combinación de factores: errores en las
proyecciones de demanda, mala administración del sector, imprevisiones, tramitología y
hasta ingenuidad de las autoridades, según el banco Mundial.
Como reflejo de las transformaciones que ha experimentado la economía internacional en
los últimos años, el sector energético ha venido a ocupar un papel cada vez más
protagónico en la vida colombiana.
En mayo de 1991 un documento del Departamento de Planeación Nacional (DNP),
presentado al Conpes explicaba: " la capacidad de generación eléctrica supera el consumo
de los habitantes e industrias conectadas por medio del sistema de distribución. Durante los
últimos años, ha existido una sobreinstalación del sistema de generación entre el 30 y el 40
% de la capacidad efectiva instalada, lo que equivale al doble de las reservas de seguridad
normales."
Bonanza petrolera en administración Gaviria:
Fue en 1991 cuando se tuvo la confirmación de un gran yacimiento, Cusiana, que podría
incorporar a las reservas petroleras unos 4.000 millones de barriles.
Los resultados con Cusiana y Cupiagua fueron favorables. Al finalizar el mandato de Gaviria
quedaron expectativas de lo que puedan significar tres pozos conocidos como Volcanera 1,
Liria 1, y Aysisí 1, ubicados en el mismo sector, pertenecientes a los contratos Recetor y
Araguaney.
Si bien es cierto que Cusiana fue un descubrimiento importante y que le permitiría al país
obtener 13.800 millones de dólares (en valor presente), durante su vida útil, Colombia está
muy lejos de ser un país petrolero.
Las reservas totales cifradas alrededor de 5.000 millones de barriles, son muy inferiores a
las de países como Venezuela (63.000 millones de barriles) y México (56.000 millones),
para no hablar de los miembros de la OPEP.
De todas maneras, se pensaba que la producción interna pasaría de un promedio de
460.000 barriles diarios a 1.000.000 a partir de 1997, cuando se llegue al tope máximo.
Y las exportaciones de crudo pasarían de 700.000 barriles por día, frente a 200.000
actuales.
Cusiana, grande e insuficiente, apareció cuando caño Limón declinaba.
Si bien las reservas encontradas en Casanare garantizan el autoabastecimiento hasta el
2010, Colombia está muy lejos de ser una nación petrolera.
La construcción en el cuatrienio de Gaviria:
La construcción fue el sector más dinámico del cuatrienio de Gaviria, mantuvo un ritmo de
crecimiento ascendente.
Se estima que durante la administración Gaviria el volumen construido fue equivalente a una
ciudad como Medellín, ya que edificaron más de 600 mil viviendas. En metros cuadrados se
pasó de construir 6,2 millones en 1990 a 11, 05 millones en 1993.
Condiciones positivas como el crédito, la reforma al sistema UPAC y la puesta en marcha
del sistema de subsidios, fortalecieron esta industria.
Otros hechos que proporcionaron el buen clima de inversión fueron la repatriación de capitales, las
negociaciones e indemnizaciones por despidos de trabajadores públicos y privados y la liquidez que
mantuvo la economía durante buena parte del período.
Lo que pasó con el consejo gremial fue irónico: luego de apoyar la candidatura de Samper
En marzo de 1995, el gobierno de E.U. le dio el primer golpe a Colombia: certificación condicionada.
En forma motivada los gremios respaldaron al presidente Samper, respecto a la actitud que asumiría
frente a E.U. Cuestionaron a Clinton y al Congreso de Estados Unidos, por mantener una posición
"injusta"
Pero la realidad es que ahí comenzó el quiebre, lo cual fue alimentado por las críticas a los
gremios por parte del entonces jefe de Planeación José Antonio Ocampo, asegurando que
la economía iba por buen camino. Los dirigentes gremiales del Valle del Cauca le sugirieron
al funcionario salir de su oficina por un momento y ocupar el puesto de cualquier
empresario del departamento. Y algunos lo llamaron loco.
Al cumplir el primer año de mandato, las cosas ya se habían enredado para el presidente
Samper: Medina ya había "destapado la olla" y había aparecido la foto con la "monita
retrechera". Aunque los 15 gremios del Consejo gremial pidieron que el país conociera "la
verdad por encima de todo", el ministro de Desarrollo, Rodrigo Marín, encerró a unos
sesenta empresarios y dirigentes gremiales en el Palacio y les sacó una declaración de
apoyo al presidente. Muchos se sintieron incómodos, pero firmaron. Tal fue el caso del
presidente de la Andi, Carlos Arturo Angel. De esa manera se aceleró el rompimiento entre
el gobierno y los gremios.
Días después se abrieron totalmente del gobierno: rechazaron un eventual aumento de
impuestos y le dijeron al ministro del interior, Horacio Serpa, que dejara de buscarle
camorra a E. U. Y que no hablara de "hipotéticas conspiraciones" y luego el rompimiento
total con Samper: le pidieron la renuncia. Samper pidió respeto.
A comienzos de 1996 habló Fernando Botero y a finales de febrero llegó la descertificación
plena de los E.U. EL Consejo Gremial hechó restos y endureció su posición: que se vaya
del Palacio, así sea temporalmente.
El alejamiento fue total cuando el industrial del Valle del Cauca, Germán Holguín Zamorano
propuso una alternativa drástica: la realización de un paro empresarial para forzar la
renuncia del presidente Samper. El industrial Hernán Echavarría lideró el distanciamiento
con el gobierno.
Poco antes de comenzar su tercer año de gobierno, Samper perdió la visa para ingresar a
los E.U. Hubo alarma nacional, pero él ni se inmutó.
El 23 de mayo de 1996, Samper, en plena cumbre social rural presentó el siguiente
anuncio: " voy a construir un canal interoceánico y para ello abriré una licitación en los
primeros meses de 1997, pues sé que exigen propuestas concretas que aseguran la
realización de la obra."
Este anuncio causó asombro en algunos, incredibilidad en otros e hilaridad en no pocos, El
propio ex presidente López, en una columna de El Tiempo, consideró desafortunado el
anuncio de Samper, pues en Europa el Canal quebró a más de uno.
Fue sin duda, una cortina de humo sublime, en medio de la crisis política, y el proyecto
quedó prácticamente descartado, aunque fue contratado con una firma internacional un
estudio de factibilidad, cuyas conclusiones definitivas hoy junio del 2001, todavía el país está
esperando.
En plena crisis política y con su visa cancelada a E.U., el presidente Samper sorprendió al
mundo cuando en la Asamblea de las Naciones Unidas, en Nueva York, y en presencia de
más de 170 jefes de Estado de todo el planeta, anuncio el hallazgo de un gigantesco campo
petrolero en el municipio de Medina, Cundinamarca, bautizado Coporo. Samper comparó
sus dimensiones con los de Cusiana. El fabuloso hallazgo anunciado por Samper resultó ser
otra fantasía.
La economía no solo se descuadernó, que era lo que más temía Samper, sino que se dejó
disparar el gasto público, incrementándose de manera peligrosa el déficit fiscal. Sin duda
otro de los propósitos que quedó en simple anunciado.
Los costos de transporte a los puertos se constituyen en barrera adicional para nuestros
productos en los mercados internacionales. Lo anterior se agrava si se tiene en cuenta que
la producción de la gran mayoría de nuestras industrias depende de las materias primas
importadas.
La ley 105 de 1993 al definir cuáles deben ser las carreteras retoma el concepto manejado
desde el siglo XX cuál era el de unir las capitales con los puertos y las fronteras.
Las carreteras reflejan el atraso frente a los estándares internacionales, a lo cual ha
contribuido los siempre limitados recursos para su construcción y mantenimiento.
6
Portafolio. “Balance de un cuatrienio, Julio 27, 1998.
La ventaja del transporte terrestre frente a otros modos la ha constituido el efecto red, es
decir, que, a diferencia del ferrocarril y los ríos, ofrece alternativas que han mejorado la
competitividad e incentivado la competencia entre los distintos centros urbanos y fabriles del
país.
A la altura del año 2000, las limitaciones y altos costos de intercambio con el exterior se
debe a las deficiencias de la infraestructura. La dependencia por mucho tiempo del río
Magdalena y los ferrocarriles, ambos con limitaciones, implicaron desventaja para el país; y
en las carreteras la topografía, la geología y el clima que inciden en la construcción,
mantenimiento y operación.
Sobre el transporte y movimiento de carga se observa el incremento del transporte férreo
privado debido al carbón y los ductos por el petróleo y sus derivados, pero, si descontamos
estos dos productos, 92% corresponde a las carreteras; un gran aumento en el movimiento
de carga por carretera a partir de 1990, es el reflejo de la apertura económica.
Es bueno recordar que las carreteras sirven para la expansión de la frontera agrícola y la
reducción de los costos de producción, la integración nacional, la competencia entre centros;
pero además su mejoramiento y modernización producen mejoras en la calidad de vida, la
seguridad nacional y el mejor conocimiento entre todos los colombianos.
El sistema vial continúa con rezago tecnológico y obsolescencia en las carreteras
colombianas, a lo cual, se añade el deterioro por deficiencias de mantenimiento y el
aumento del tráfico y las cargas, las contingencias derivadas de los problemas geológicos
acentuados por factores climáticos.
En las décadas 80 y 90 los programas de rehabilitación se han adelantado siguiendo una
política de mínimo costo, es decir, se hacen mejoras superficiales, manteniendo los
alineamientos y especificaciones de vías existentes que fueron diseñadas con los criterios y
para las condiciones de hace 30 o 40 años.
En el caso de los ferrocarriles es igualmente válido lo expuesto sobre la rehabilitación en las
carreteras.
El país cuenta con 60 aeropuertos menores y siete aeropuertos internacionales que en
principio representan buenas condiciones para el comercio exterior.
Para el transporte vial, el caso del río Magdalena se asemeja al de los ferrocarriles. No
tendría sentido, por ejemplo, restablecer la navegación en el alto Magdalena.
Narcotráfico y economía 1990-2002:
Desde los años 60 Colombia ha sido el principal exportador de cocaína del mundo.
En un principio el país importaba la materia prima, hoja de coca y base de coca, de Perú y
Bolivia, y los cultivos de coca permanecían por muchos años en bajos niveles, sin embargo,
al finalizar la década de los ochentas éstos comenzaron a incrementarse, hasta convertir al
país en el primer cultivador mundial de hoja de coca. La cocaína fue precedida por la
marihuana, la cual perdió importancia cuando la cocaína industrial alcanzó su máximo
apogeo a finales de los ochentas. Al mismo tiempo, la producción de
heroína comenzó a desarrollarse a partir de los cultivos locales de amapola.
La situación de Colombia frente al problema de las drogas es una de las más complejas del
mundo por múltiples factores: la pobreza y la falta de presencia del Estado en extensas
zonas rurales del país, una tradición de negociantes vinculados al contrabando, la larga
historia del conflicto armado, las condiciones climáticas y agrológicas favorables para el
cultivo de plantas destinadas a la producción de drogas ilícitas, una profunda crisis agrícola
y una frágil institucionalidad. Además de una ubicación estratégica, puerta de entrada a
Suramérica.
La crisis agropecuaria y la ausencia del Estado en las zonas de frontera agrícola,
favorecieron a los narcotraficantes en su tarea de convencer a los campesinos e indígenas
colombianos de producir coca o amapola y facilitaron el establecimiento de acuerdos con los
grupos insurgentes para la protección de los cultivos ilícitos.
Para 1998 ya existía en el país al menos 93.000 hectáreas cultivadas entre coca, marihuana
y amapola, lo que representaba el 3% de las extensiones dedicadas a la agricultura,
excluyendo la ganadería, en todo el país. Igualmente, para este año, los cultivos de hoja de
coca, amapola y marihuana produjeron 69.000 empleos, equivalente al 2% de los empleos
que generó la agricultura en el país.
Estas plantaciones han producido cambios significativos en las regiones cultivadas.
Inicialmente generaron mayores ingresos, lo que aumentó la inmigración de la población
trabajadora, causando al final serios desequilibrios en la economía local, en los precios, así
como violencia y un fuerte deterioro social.
Un aspecto característico de la economía ilegal colombiana, tiene que ver con las utilidades
que retornan al país y se contabilizan en el PIB. Si bien existen condiciones favorables para
la repatriación de capitales en la informalidad de la economía, también debe reconocerse
que existen restricciones para la absorción ilimitada de utilidades del narcotráfico. La
economía colombiana posee un tamaño modesto y un moderado grado de apertura
financiera, adicionalmente debe tenerse en cuenta que la propiedad industrial y financiera
está bastante concentrada.
Más tarde, entre 1986 y 1990, la participación de Colombia en el mercado mundial de
cocaína se elevó en un 75% desplazando a las organizaciones de otras nacionalidades y se
consolidó la estructuración de la industria en carteles. Las utilidades bordearon el 5% del
PIB, las más altas en los últimos 25 años. Durante este período los narcotraficantes
colombianos incursionaron en el tráfico de heroína, introduciendo cultivos de amapola en el
sur de los Andes de Colombia.
Durante el período comprendido entre 1991 y 1995, los ingresos repatriables por cocaína
cayeron en términos relativos y promediaron un 4.3% del PIB.
Durante este período se aceleró el proceso de sustitución de importaciones de base para
cocaína gracias al incremento de las áreas cultivadas en el país y al mejoramiento del
paquete tecnológico. La comercialización internacional se volvió más competitiva y se
incrementó la represión de las autoridades locales e internacionales en términos de
decomisos y acciones en contra del lavado de activos. Por su parte, los narcotraficantes
diversificaron y determinaron nuevas rutas y se concentraron en un reducido número de
carteles regionales. En este período la producción y tráfico de marihuana entró en fuerte
declive, debido fundamentalmente, a los bajos niveles de rentabilidad con respecto a otros
productos como la coca y la amapola, y a la proliferación de cultivos de marihuana en
invernadero en los Estados Unidos y Europa.
De 1996 a 1998, una mayor eficacia en el control de los corredores aéreos abiertos entre el
sur del país y los cultivos de Bolivia y Perú, ocasionó una disminución de las importaciones
de coca. La producción de base de coca colombiana para procesamiento de cocaína, que
no había sido representativa durante los últimos diez años, pasó a constituir dos tercios de
la producción mundial.
En Colombia, la desarticulación de los principales carteles regionales dio origen a su
fragmentación y a la pérdida del control de la comercialización a favor de los cárteles
mexicanos.
Durante el período comprendido entre 1982 y 1998, la repatriación sumó más de 23.000 mil
millones de dólares, lo cual equivale a un promedio anual del 3% del PIB y acerca de un
70% de las utilidades de los narcotraficantes colombianos. Los excedentes restantes fueron
invertidos en el exterior.
Sólo una parte reducida de la riqueza nacional ha podido ser adquirida por el narcotráfico.
La estructura de propiedad de los sectores manufacturero, financiero, de la construcción, del
comercio y de las comunicaciones, se encuentran altamente concentrada en por lo menos
una docena de conglomerados empresariales.
Sin embargo, en el sector agrícola los narcotraficantes han encontrado una opción de
inversión en acumulación de tierras para lograr reconocimiento como terratenientes. En
términos generales, en el sector rural, especialmente en la ganadería, el narcotráfico ha
encontrado muchas oportunidades de inversión.
La escala de violencia en el país coincide con la incursión de colombianos en el narcotráfico
y el repunte en los delitos relacionados con esta práctica ha crecido junto con las tasas de
homicidios. La producción y distribución de drogas ha financiado la guerra en el país, al
apoyar el narcotráfico los grupos insurgentes tanto guerrilleros como paramilitares. Lo
mismo pasa con los niveles de corrupción.
La relación entre narcotráfico y la sociedad ha experimentado las siguientes etapas: 1º Fase
acomodaticia (1980-1985), el narcotráfico se insertó en unas instituciones débiles y efectuó
alianzas con algunos dirigentes rentistas del país. 2º Fase catalítica, (1986-1990), la cual,
mediante el soborno, la intimidación y el terrorismo, se intentó preservar las condiciones de
santuario, con el consecuente deterioro de la institucionalidad tradicional. 3º Fase de
confrontación, 1991- 1995), a través de reformas al régimen legal se logró desarticular las
dos principales organizaciones regionales: el cartel de Medellín y el cartel de Cali. Y, 4º.
Fase de mimetización (1996-2000), en el cual predominó la fragmentación de la industria en
pequeñas organizaciones criminales.
Al terminar el año 2000 se calcula que puede haber entre 120 y 150 organizaciones
exportadoras de drogas ilícitas; se amplían las rutas y los mercados haciendo que Colombia
entre en unos complicados mecanismos de asociación con otros países. El narcotráfico dejó
de ser un problema delictivo y se convirtió en un problema de Estado.
3.6 Balance del manejo del estado y de la política económica 1990- hoy
Las razones del Gobierno para introducir este cambio en el manejo de la apertura y las
decisiones para su implementación fueron las siguientes:
El Gobierno consideró que dos de los elementos fundamentales que habían justificado la
adopción de un esquema de apertura gradual, como eran las previsiones de un crecimiento
acelerado de las importaciones y la presencia de restricciones financieras externas, se había
alterado.
En primer lugar, respecto al comportamiento de las importaciones el Gobierno estimó que
pese a las medidas de reducción arancelaria y de la sobretasa, las importaciones no se
habían dinamizado. En 1990 se suponía que las exportaciones reaccionarían a los estímulos
en forma más lenta que las importaciones; sin embargo, al analizar la evolución de las
compras en el exterior se encontraba que antes que crecer con las medidas de apertura,
habían disminuido en un 11,2% en comparación con el mismo período del año anterior, es
decir, una reducción absoluta de más de US$ 300 millones.
El rezago en las importaciones se consideró asociado a dos causas:
1) El debilitamiento de la inversión privada.
2) Que los estímulos brindados para importación de bienes de consumo y de inversión no
habían sido suficientes.
Estos cambios, y la expectativa de hechos futuros en la misma dirección, en el sentir del
Gobierno, había inducido entre los importadores la actitud de espera y explicaban el por qué
las importaciones no habían aumentado al ritmo esperado.
Por otra parte, el Gobierno consideró que la incertidumbre derivada de un cronograma
insostenible de desgravación arancelaria, había terminado por tener el mismo efecto
cuantitativo que el peor de los períodos de control administrativo: Paralizar las importaciones
y con ello posponer la inversión privada, ocasionando paralelamente dificultades a la política
de estabilización.
En estas condiciones, el gobierno consideró que era necesario reexaminar el ritmo de
9
Documento DNP 2549. “Decisiones sobre programa de apertura II”, Bogotá, Agosto 26 de 1991.
apertura que se había previsto en 1991, a la luz de las nuevas circunstancias, ante el
comportamiento atípico que había mostrado la apertura de la economía colombiana.
El Gobierno consideró, entonces, que el programa de desgravación debía ser ejecutado en
forma inmediata a fin de anunciar la apertura como un hecho cumplido y eliminar de una vez
por todas la incertidumbre que pudiera existir sobre futuras reducciones del arancel.
Las modificaciones del programa de apertura:
Los criterios establecidos por el Conpes para el manejo del proceso de internacionalización
de la economía colombiana fueron los siguientes:
Adoptar la estructura definitiva de los aranceles, de forma que ésta permaneciera estable,
en un nivel sostenible, por lo menos durante el periodo de Gobierno del presidente Gaviria
sobre la base de los siguientes criterios: a) debería estar acorde con las decisiones
internacionales del país, especial mente aquellas relacionadas con el proceso de
consolidación de aranceles en el GATT y con los posibles convenios bilaterales, con el
Grupo de los Tres y con los Estados Unidos; b) que el régimen tarifario debería ser simple,
transparente y general; c) que debería situar la protección efectiva a la producción nacional
en niveles razonables, para inducir suficiente competencia, sin ponerla en peligro; d) que
debería evitar distorsiones en los niveles de arancel frente a los de los países vecinos y
socios comerciales, quienes ya habían reducido sus tarifas en forma sustancial y; e) que el
sistema debería ser creíble y sólido como guía de ágiles decisiones de importar. Además,
debería disminuir los incentivos a la corrupción que presentaba el sistema existente.
En este contexto el Conpes adoptó las siguientes decisiones:
Acelerar el cronograma de desgravación arancelaria, para lo cual se establecerían cuatro
niveles de gravámenes: un primer nivel de 0% para insumos, materias primas, bienes
intermedios, y de capital no producidos en el país y bienes susceptibles de contrabando
como tabaco y licores.
Un segundo nivel de 5% y un tercero de 10% ambos para insumos, materias primas, bienes
intermedios y de capital que registren producción nacional. Y un cuarto nivel de 15% para
bienes de consumo final.
Para que los importadores encontraran un incentivo adicional en sus actividades la sobre
tasa a las importaciones se reduciría del 10% al 8%.
El esquema de reducción de aranceles o adelanto de la desgravación y rebaja en la
sobretasa a las importaciones se extendería a todo el sector agropecuario, con excepción de
los productos que estaban bajo el régimen de franja de precios, cuyos aranceles se reducían
al ritmo previsto. Los productos sustitutos de los bienes agrícolas incluidos en el régimen de
franja tendrían un arancel equivalente al producto de referencia.
Las tarifas de los vehículos de uso particular también se exceptuaban y se mantendrían con
un arancel del 75%.
Las modificaciones arancelarias conducirían a reducir el arancel promedio no ponderado
(incluyendo la sobretasa) del 24,7% hasta el 14,8%. Entre tanto, el arancel ponderado, con
sobretasa, se reduciría del 20,2% al 12,6%. Además, la protección efectiva promedio
pasaría del 44,0% al 24,8%.
Adicionalmente, el Conpes consideró que para hacer que la apertura fuera sostenible en el
largo plazo se requería que fuera acompañada de un manejo coherente y coordinado con
las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. La sostenibilidad de la apertura debería apoyarse
en cinco elementos básicos:
Se debería reforzar el esfuerzo para mantener el equilibrio macroeconómico, buscando el
ajuste de los agregados fiscales, toda vez que el costo estimado de la aceleración de la
apertura sería del 0,2% del P.I.B en 1991, de 0,6% en 1992, del 0,4% en 1993, y de 1, 0%
en 1994.
Adicionalmente, el déficit fiscal previsto para 1992 que iba a ser del 1,2% del PIB, podría
alcanzar el 1,8%. En consecuencia, se hacía necesario que estos costos fueran
compensados por medio de la reducción del gasto y por mayores ingresos tributarios, pues
de no mantenerse el equilibrio macroeconómico, como lo indicaba la experiencia
internacional, la apertura no sería viable.
Se debería mantener y mejorar la competitividad de las exportaciones, eliminando las
expectativas de revaluación. Para lo cual se debería impulsar la diversificación y ampliación,
manteniendo, sin embargo, una política de racionalización de los subsidios que se les
otorgan a las exportaciones, acorde con los compromisos internacionales y la estabilidad
fiscal.
Se debería eliminar la incertidumbre frente a posibles reducciones arancelarias, para lo cual
se hacía necesario que el Gobierno se comprometiera a no cambiar o alterar aranceles,
pues el sistema tarifario recomendado les permitiría a las autoridades mantenerlo inalterado.
Se debería acelerar el proceso de modernización de los puertos, las aduanas y la
infraestructura ya que éstos eran elementos centrales para el proceso de modernización de
la economía y eran fundamentales para apoyar la reforma comercial.
Los instrumentos existentes de apoyo a la reconversión industrial y de la agricultura con
créditos, estímulos, asesorías y otros elementos semejantes, debería sincronizarse y
activarse colocándolos a disposición de los empresarios.
Consideraciones complementarias:
Solicitarles a los ministerios de Salud, agricultura, Desarrollo, Obras Públicas, Minas y
Energía, la eliminación de sus procedimientos administrativos que, sin justificación, podrían
colocar obstáculos al comercio internacional.
Solicitarle al Ministerio de Hacienda para que preparara una propuesta de reforma tributaria
y de ajustes al gasto público con el fin de eliminar el déficit previsto de más de $300 mil
millones para el presupuesto de 1992.
Se ordena acelerar las reformas institucionales de aduanas y puertos, a la vez que se le
solicita a los ministerios de Hacienda y Obras Públicas un cronograma de decisiones para
adelantar esos procesos.
Se establece que el Consejo Directivo de Comercio exterior debería presentar en forma
anticipada un estudio sobre los costos y beneficios de las negociaciones comerciales que
adelanta Colombia en otros países.
Como puede concluirse, en los dos años de apertura, la economía colombiana fue sometida
a uno de los procesos de liberación comercial y de reformas estructurales más rápidos y
profundos de nuestra historia económica. Así, al finalizar 1991, en la práctica, se había dado
cumplimiento al programa de liberación comercial para el cual se contemplaba en el diseño
original un periodo de ejecución de cinco años.
10
Presidencia de la República, Consejería para la Modernización del Estado " Hacia un Estado Moderno ".
Bogotá, febrero de 1993.
Aunque los servicios públicos quedaron para ser operados por el sector privado, pocos
casos se dieron. Para destacar, el ejemplo de Barranquilla que adoptó el esquema para los
servicios de acueducto, alcantarillado y aseo, con resultados positivos.
Con el decreto 1660 de 1991, se buscó reducir el tamaño del Estado, pero fue la nueva
constitución la que dio vía libre a la fusión, supresión y reestructuración de entidades
públicas.
La fórmula del decreto 1660 - retiro voluntario o forzoso- fue complementada con el artículo
20 transitorio de la constitución Nacional que facultó al gobierno para fusionar, suprimir y
reestructurar entidades del Estado.
Con estas dos medidas el gobierno se propuso como meta reducir en cuatro años la nómina
oficial en 25.000 personas, acabar trámites y agilizar decisiones por parte de las entidades
públicas.
Fue así como a finales de 1992, el gobierno expidió 62 decretos, con los cuales se
liquidaron entidades, se fusionaron o se reestructuraron.
Para llevar a cabo todo este proceso, el gobierno creó la Consejería para la Modernización
del Estado. Básicamente se buscaban tres objetivos: modernización, reestructuración, y
moralización.
Adicionalmente se creó el servicio de adaptación laboral (SAL), cuyo objetivo es prestar
asistencia a los trabajadores que resultaron afectados por la reducción de la nómina y
liquidación de entidades. Las cifras indican que del sector oficial salieron 15.000 empleados,
con un ahorro anual de 39 mil millones de pesos.
Algunas entidades ganaron en servicio al usuario y recorte de trámites. La obtención de la
cédula y el pasaporte son operaciones ágiles y los resultados electorales se conocen con
gran oportunidad.
El pago de impuestos nacionales también ganó en agilidad, más no se puede decir lo mismo
de los tributos municipales o de algunas tarifas o tasas en entidades públicas.
Pero no ocurre lo mismo cuando se trata de negocios de propiedades. La Superintendencia
de Notariado y Registro y sus notarías son un modo de ineficiencia: el trámite de venta de
una casa puede durar hasta dos meses y obtener un certificado de tradición no menos de
quince días.
Lo mismo ocurre con los trámites de vehículos: el cambio de placas no opera, - por lo menos
en la capital del país- los intermediarios y tramitadores acosan a los usuarios y el traslado de
una matrícula de una ciudad a otra puede alcanzar hasta seis meses. La Aduana lleva
varios años en proceso de modernización, pero las críticas son permanentes.
El comercio exterior del país se ha paralizado en varias oportunidades por escasez de
formularios.
Los usuarios se quejan permanentemente de la atención brindada en las empresas de
servicios públicos, los cuales todavía operan con instrumentos rudimentarios para envío de
facturas.
El modelo de desburocratización y modernización funciona en la letra.
El presidente de Fenalco, Sabas Pretelt de la Vega, refiriéndose a la modernización del
estado nos comenta: " El progreso era necesario. El estado no puede seguir estando donde
no debería estar y no estar donde debiera. La dualidad de funciones en varios organismos
del mismo orden impone la necesidad de racionalizar el ejercicio de la función pública, lo
cual a su vez debe redundar en una racionalización del gasto. Nos parece que no se ha
avanzado gran cosa en materia de eficiencia del sector público y en particular del gasto. El
problema del subdesarrollo no es tanto la insuficiencia de los recursos sino el adecuado uso
de los mismos. Todavía se advierte que la tramitonomía y el papeleo caracterizan a las
entidades públicas. Debe, por lo tanto, concedérsele especial revitalización a las iniciativas
tendientes a desregularizar el Estado y eliminar múltiples trámites de oficinas del Estado.
Aunque no cabe duda que se ha avanzado en la dirección correcta, este proceso se ha visto
frenado por la falta de una verdadera voluntad política. Además, se advierten actitudes
egoístas de parte de los supuestos perjudicados, que pueden estar entorpeciendo la
necesaria modernización del estado. En este proceso falta coordinación al interior del sector
público. Por ejemplo, se insiste en la necesidad de una política de cielos abiertos y en
materia de aviación comercial, se dieron pasos de avanzada pero no se correspondió esta
iniciativa con la ampliación de la capacidad de nuestros aeropuertos."
Dos reformas tributarias durante la administración Gaviria:
Pocas semanas después de posesionado el presidente Gaviria el país fue sorprendido con
el anuncio de una nueva reforma tributaria, que elevaría la tarifa del IVA del 10 al 12%.
Y también se propuso decretar, en una iniciativa alterna, una amnistía para los capitales
fugados a través del pago de un impuesto de saneamiento que oscilaba entre el tres y el
diez por ciento, dependiendo de la fecha en que se efectuara el pago.
Con la reforma tributaria, el gobierno pretendió reducir el déficit fiscal que en ese momento
se acercaba al 3% del PIB, simplificar el régimen impositivo y atraer recursos del exterior
para incorporarlos a los sectores productivos.
El aumento de los dos puntos del IVA ayudaría a compensar, en parte, el déficit que se
originaría por la reducción arancelaria prevista en el proceso de apertura y el desmonte
progresivo de la sobretasa a las importaciones, que pasó del 18% al 16%, 10% y 8% hasta
desaparecer.
En 1992 se volvió a elevar el IVA que pasó del 12% al 14% y se unificó la tarifa en esa tasa
(antes existía una dispersión grande), se aprobó una sobretasa del 25% en el impuesto de
renta, se prorrogó el impuesto de guerra para petróleo, carbón y níquel, se acordó la emisión
de bonos de desarrollo social y seguridad interna (BDSI) por 270.000 millones de pesos, que
posteriormente cayeron, y se estableció un régimen de deducciones para las inversiones en
acciones.
Así los contribuyentes colombianos sufrieron el impacto de dos reformas tributarias, la
segunda de las cuales tendría un efecto temporal.
En Madrid el Gobierno de Pastrana consiguió respaldo para el componente social del Plan
Colombia. Las primeras donaciones alcanzan 251 millones de dólares. La comunidad
internacional le dio un respaldo político al Plan Colombia y algunos, como España y
13
El Tiempo, julio 2, 2000.
14
Revista Semana, Julio 10, 2000
Noruega, llegaron más allá: confirmaron con recursos constantes y sonantes sus
declaraciones de apoyo. El gobierno colombiano también obtuvo compromisos de créditos
que se desembolsarán a lo largo de los próximos tres años para financiar la estrategia de
desarrollo social y fortalecimiento institucional del Plan Colombia. El logro no tiene
precedentes en la historia de este país. Lo ocurrido en Madrid demuestra que finalmente los
países consumidores han empezado a aceptar su responsabilidad en la búsqueda de
soluciones al problema. Hasta julio 10 del 2.000 los recursos que se encontraban
garantizados eran los siguientes:
España 100 millones de dólares, para desembolsar en seis meses, Noruega ofreció 20
millones y las Naciones Unidas 131 millones. De otra parte, Japón ofreció 70 millones de
dólares en créditos blandos y el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la
Corporación Andina de Fomento, dispusieron cada uno créditos por 100 millones de dólares.
Las palabras de Javier Solana, el alto representante de la Unión Europea (UE) para la
política exterior de seguridad común, fueron contundentes: " somos exportadores de
precursores químicos y consumidores del producto final" por lo que concluyó que " sin
nosotros el problema apenas existiría."
Compromiso con el fondo monetario internacional:
Entre 1990 y 1992 el país observó saldos positivos en la cuenta corriente y a partir de 1993
sus resultados fueron deficitarios. El superávit de los tres primeros años se debió al
superávit comercial, el cual a su vez se originó en el crecimiento de las exportaciones no
tradicionales, así como el bajo dinamismo de las importaciones a causa de las
incertidumbres generadas por el proceso de apertura. Las importaciones empezaron a
repuntar hacia finales de 1992 cuando registraron un crecimiento de 32.6%, y luego de
50.7% en 1993 y estuvieron concentradas básicamente en compras de bienes de consumo
y de capital.
El crecimiento de las exportaciones entre 1990 y 1997 fue de 64.99%, y el de las
importaciones fue del 182,01%. Generándose déficit en la cuenta corriente desde 1993,
llegando éste a US$ - 5.682.5.
La cuenta de servicios ha permanecido en déficits durante toda la década y no se ve, para el
corto plazo, posibilidad alguna para disminuirlo. El déficit se incrementó entre 1990 y 1997
en un 45.30%, que se explica por el incremento del endeudamiento externo, tanto del sector
público como del privado, como resultado del nuevo régimen cambiario que se adoptó a
partir de 1991.
La cuenta de transferencias, que en los primeros años de la década marcó por encima de
los 1.000 millones, que se explican por la entrada de flujos de capital, a partir de 1993 la
cuenta ha estado por debajo de los 1.000 millones de US$, es posible que esta cuenta
presente ligeros incrementos en los próximos años como consecuencia de la gran
emigración de colombianos para el exterior.
Comportamiento de la cuenta de capital balanza de pagos 1990-2000:
El crecimiento de las reservas internacionales en el período 1990-1992 no tuvo mucha
relación con la cuenta de capitales. De acuerdo con las cifras de balanza de pagos, la
cuenta de capital fue deficitaria en los años de 1990 y 1991 en US$ 1.3 millones y US$
773.3 millones, respectivamente
Esto significa que en estos años no se hayan presentado entradas de capitales a nuestra
economía. Como ya se mencionó, existe consenso acerca de la creciente magnitud de las
entradas de capitales especialmente a partir de 1991.El ingreso de dichos flujos no se
registró en la cuenta de capitales sino a través de la cuenta corriente.
En 1993 la situación se revirtió. Las transferencias cayeron a US$ 1.138 millones, la cuenta
de capitales presentó un superávit de US$ 2.221millones. El ingreso de flujos de capital a
través de la cuenta de capital reflejó el cambio en el destino de la entrada de capitales a la
economía. En principio, cuando se filtraron a través de la cuenta corriente los flujos de
capital financiaron la acumulación de reservas de los años 1991 y 1992; pero
posteriormente, desde mediados de 1992 los flujos de capital empezaron a financiar el
déficit de la cuenta corriente.
Los factores que motivaron estos ingresos de capital son los siguientes: la baja de las tasas
de interés en los Estados Unidos, las altas tasas de interés internas, la elevada devaluación
realizada en 1990, las expectativas de revaluación y los cambios en la regulación cambiaria
y de inversión extranjera que ocurrieron en 1991.
Al observar la evolución de los componentes de la cuenta de capital, observamos que
durante todo el período, su comportamiento estuvo dominado por los flujos de
endeudamiento privado y los de inversión extranjera. Mientras en 1991 estos rubros
representaban el 0.8% del P.I.B. (incluyendo errores y omisiones), en 1994 pasaron a
representar el 5.5% y en 1997 alcanzaron su valor más alto, con 7.8 % del P.I.B.
Endeudamiento externo del sector privado:
La deuda externa privada incrementó su participación en el endeudamiento externo global,
al pasar de 16.8% en 1990 a 47.0% en 1997. Este comportamiento fue el resultado del
incremento del gasto privado y la nueva normatividad que llevó al sector a obtener gran
cantidad de recursos externos. Este fue un período de grandes inversiones en
infraestructura, en las cuales el sector privado tuvo una participación bien importante, a lo
que se sumó el plan de privatizaciones de algunas entidades del estado.
Es así como las obligaciones financieras del sector privado con el exterior, pasaron de US$
3.027 millones en 1990 a US$ 15.379 millones en 1997. Estas financiaciones se han
dedicado a capital de trabajo, a la prefinanciación de exportaciones y a la financiación de
proyectos de infraestructura asociados a la política de privatizaciones adoptada por el
gobierno, a partir de 1994.
Es importante anotar que entre 1991 y 1997, los agentes privados efectuaron colocaciones
de bonos en el mercado internacional por US$1.356.000.
La inversión extranjera en la década de los noventa:
Las modificaciones legales, los descubrimientos de petróleo en el piedemonte llanero y el
proceso de privatización de algunas empresas estatales e instituciones financieras,
generaron un aumento de los flujos de inversión extranjera directa al país.
Para el período 1993 -1995 el flujo de inversión extranjera fue de US$ 4.849 millones, y
estuvo concentrado en el sector petrolero (US$ 2.112 millones), la industria manufacturera
(US$ 2.145millones), establecimientos financieros (US$ 455 millones), y comunicaciones
(US$ 378 millones, por la participación extranjera en telefonía celular).
Es importante mencionar que los recursos que recibió el sector manufacturero se destinaron
a la fabricación de alimentos, químicos y maquinaria; y que los recursos recibidos por el
sector financiero fueron el resultado del programa de privatizaciones de algunos de los
bancos Estatales.
Durante el período 1996 -1997, ingresaron al país US$ 9.247 millones, y los sectores más
favorecidos con estos recursos fueron: electricidad, gas y agua (US$ 3.411 millones, por
privatizaciones de hidroeléctricas), el sector petrolero (US$ 2.438millones), el sector
manufacturero (US$1.294 millones) y, el financiero (US$ 1.122 millones, especialmente por
la privatización de algunos bancos).
La inversión de portafolio en Colombia se fortaleció gracias a la definición de una regulación
más transparente que abrió las puertas a la inversión extranjera a través de las operaciones
en bolsa y a la posibilidad de crear fondos de capital extranjero. Por otro lado, también se
vio favorecida por el cambio en la política de endeudamiento externo del sector público.
La inversión extranjera en este campo se ha hecho principalmente en acciones y en recibos
depositarios ADR (American Depositary Receipts) y GDR (Global Depositary Receipts).
Mientras que en 1992 ingresaron al país US$ 61.1 millones por este concepto, en 1995
susaldo ascendió a US$ 859 millones y en 1997 alcanzó su valor más alto, US$ 1.743
millones.
El país comenzó a generar importantes déficits en cuenta corriente a partir de 1993,
producto no solamente de la plena liberalización cambiaria y del desarrollo de importantes
proyectos de infraestructura (como el proyecto Cusiana, el plan de masificación de gas, así
como las inversiones en comunicaciones) que en conjunto generaron un aumento
importante en la demanda por bienes importados, sino también en la inestabilidad en los
precios de nuestros productos básicos de exportación.
La cifra más alta de flujos de capital hacia la economía se registró en el año 1996, cuando
alcanzó el 8.2% del P.I.B. Es de resaltar el importante papel de los flujos de inversión directa
en el financiamiento del déficit durante dicho período. Ello daba un parte de tranquilidad y
estabilidad, a la hora de una amenaza de crisis cambiaria o de pérdida de confianza en la
economía, en razón a que, dentro de las diferentes posibilidades de financiamiento, los
recursos de capital de inversión directa pueden ser catalogados como los de naturaleza más
estable. Adicional a ello, los recursos de crédito externo de largo plazo también financiaron,
aunque en menor proporción, los faltantes de cuenta corriente
En cuanto a los recursos de corto plazo que contribuyeron a subsanar los déficits en cuenta
corriente, cabe destacar la inversión de los fondos de portafolio en el país, cuyo mayor
aporte (5%) se observó en el año 1997.
Es indudable que la presencia de flujos de capital de estas magnitudes, dificultaron el
manejo de la política macroeconómica durante los años de la apertura.
Uno de los motores de ese crecimiento fue el choque positivo de confianza en el país
generado por la política de lucha frontal contra las guerrillas -la "Seguridad Democrática",
como la bautizó el presidente Uribe-, la cual, junto con un ajuste macroeconómico que mejoró
las expectativas sobre la economía colombiana, dio lugar a un incremento de la inversión
medida con respecto al PIB. Otro motor fue el precio internacional del petróleo que se elevó
de un nivel inferior a USD$30 por barril en 2002 hasta alcanzar USD$100 por barril en 2008,
antes de caer a USD$60 en 2009 e iniciar otra vez su ascenso en 2010. La inversión total en la
economía se incrementó de 16,2% en 2001 a 22,6% en 2007-2008, impulsada por la inversión
privada y por la inversión extranjera directa, dirigidas principalmente al sector minero-
energético y al manufacturero. Los choques positivos se reflejaron en los resultados de los
sectores construcción y transporte -que crecieron por encima del 10% anual en promedio- y
en el dinamismo del consumo de los hogares -que alcanzó tasas de crecimiento anual de
7,3%-, lo que apuntaló el gran crecimiento económico del país en esos años.
A raíz del colapso de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, en el segundo semestre
de 2008 se desató una crisis económica internacional. La economía mundial redujo su
dinamismo, el precio de los productos básicos cayó, el comercio mundial se contrajo, los
flujos de inversión se frenaron y el desempleo aumentó. En Colombia, el crecimiento cayó a
3,3% anual en 2008 y a 0,5% en 2009, pero, pese al impacto de la crisis internacional, la
economía colombiana reanudó su ritmo de expansión en 2010. La reducción del ritmo de
crecimiento fue menor en Colombia que en otras economías emergentes porque el gobierno y
el Banco de la República tuvieron el espacio y la capacidad para aplicar medidas contra
cíclicas.
Al iniciarse el primer período de gobierno del presidente Santos, la economía había reanudado
su crecimiento después del impacto de la crisis internacional. La economía mundial entró en
una etapa lenta de recuperación y el precio del petróleo volvió a subir, alcanzando un
promedio en 2011 y 2012 de más de USD$110 por barril para la referencia Brent. Impulsado
por este hecho, el crecimiento de la economía colombiana registró en 2011 la tasa más alta de
los veinte años, con la demanda interna y la formación bruta de capital creciendo al 10% y al
21% respectivamente. La producción de petróleo también se incrementó y superó el millón de
barriles en 2013, cuando el precio promedio del petróleo Brent alcanzó los USD$108. El país
experimentó una verdadera bonanza petrolera entre 2010 y 2014, con un crecimiento anual
promedio de 5%, al cual contribuyeron de manera importante el dinamismo de la construcción
-con crecimientos de incluso 9,8% anual-, las altas tasas de crecimiento de las actividades
financieras y de seguros que promediaron 8,8% anual entre 2010 y 2014, y el comportamiento
del sector comunicaciones. El consumo privado, la formación bruta de capital y las
exportaciones crecieron a tasas cercanas al 5%, sumándose a un incremento del consumo
público del 6%. Además, el repunte del sector agropecuario, la minería y la manufactura,
consolidó la recuperación. Como resultado, el PIB en 2013 alcanzó una expansión de 4,6%.
En el segundo semestre de 2014 la economía recibió un choque negativo. El precio
internacional del petróleo se descolgó hasta USD$47 a principios de 2015, antes de volver a
caer a finales de 2015 e inicios de 2016, llegando a precios inferiores a USD$28 por barril en
enero de 2016, en contraste con los USD$99 que promedió en 2014. Como consecuencia del
fin de la bonanza petrolera de la primera mitad de la década, el ritmo de crecimiento de la
economía entre 2015 y 2018 cayó.
Si la primera Administración Santos había sido signada por la bonanza externa y fiscal, la
segunda habría de estarlo por el ajuste a las nuevas circunstancias, con su negativo impacto
sobre las finanzas del gobierno central. El crecimiento de la economía se redujo a partir de
2015, 'tocó fondo' en 2017 y experimentó una recuperación en 2018, facilitada, de nuevo, por
la elevación del precio del petróleo, que volvió a ubicarse en promedio cerca de los USD$66
por barril. Sin embargo, la actividad económica se mantuvo en un nivel bajo desde el inicio de
2015, por lo cual el cálculo del PIB potencial se rebajó a 3,5%. Ese lento crecimiento tuvo
implicaciones sociales negativas, especialmente en materia laboral y en la lucha contra la
pobreza.
En 2019 hubo un repunte del crecimiento en el que fueron determinantes el mayor consumo
de los hogares y la recuperación de la inversión en maquinaria y equipo. Los dos indicadores
registraron un crecimiento superior al del PIB. Al incremento del consumo contribuyeron el
gasto de los migrantes venezolanos (calculados en $1,8 millones al finalizar el 2019, de
acuerdo con Migración Colombia), el abundante crédito bancario y el alto monto de las
remesas enviadas por los colombianos que viven en el exterior, que alcanzó USD$6.744
millones, de acuerdo con el Banco de la República. La inversión extranjera directa creció 25%
y la mayor inversión privada respondió a los incentivos generados por la Ley de
Financiamiento de 2018, especialmente la proyectada rebaja en la tarifa del impuesto de renta
y la posibilidad de descontar parcialmente del impuesto de renta el IVA pagado en la
adquisición de bienes de capital. En esa trayectoria del ciclo económico colombiano el
comportamiento de la productividad ha sido crucial.
En los últimos veinte años se ha modificado la contribución de los factores de crecimiento de
la economía colombiana. Aunque el factor trabajo era el que más aportaba al crecimiento en
los inicios del siglo XXI, esa contribución se ha hecho menor en parte porque la pirámide
poblacional del país se estrechó (cayó la tasa de natalidad y se ha envejecido la población). De
acuerdo con Gómez e Higuera (2018), mientras en el periodo 2000-2004 el factor trabajo
contribuyó con un 67% del crecimiento de la economía, entre 2012 y 2016 dicha contribución
descendió al 30%, y en ambos casos fue negativa la Productividad Total de los Factores, PTF.
El capital, en contraste, pasó de aportar el 33% al 70%, "debido a un incremento significativo
de la inversión en el país, en particular en el sector minero-energético, que fue cobrando
relevancia y adquiriendo un rol cada vez más importante como motor del crecimiento,
superando progresivamente las contribuciones al crecimiento del factor trabajo" (Gómez e
Higuera, 2018). En consecuencia, la PTF contribuyó en negativamente entre 2000 y 2016.
Mientras en promedio la economía se expandió a tasas cercanas al 4%, la PTF tuvo un valor
promedio de -0,2%, cifra que desmejoró en los últimos años del período. El aumento de la
productividad es un requisito indispensable para el crecimiento futuro de la economía de
América Latina y de la colombiana.
La información comparativa internacional señala que "la productividad laboral en Estados
Unidos es un poco más del doble de la de Corea, que es la más alta en varios países
examinados por la OCDE, y esta es más o menos el doble de las de Malasia y Costa Rica y el
triple de las de Brasil, Colombia y Perú. América Latina tiene un problema de productividad,
y en Colombia este problema es más crítico" (Hommes, 2019). La situación es tan
preocupante que, de acuerdo con Lora (2019), "la productividad cae anualmente en promedio
un punto porcentual cuando el siglo pasado aportó cerca de 2,7 puntos porcentuales al
crecimiento anual". De esta manera, "si la productividad hubiera seguido creciendo al ritmo
del pasado, el ingreso per cápita se habría multiplicado por 7 entre 1980 y 2017, pero apenas
se duplicó" (Lora, 2019).
F. Deuda pública
En materia de deuda pública, el desafío es gigantesco. Antes de que se extendiera la
epidemia de coronavirus por el mundo y llegara a Colombia, la relación deuda-PIB en el
país se elevó aceleradamente. El Gobierno del presidente Duque financió algunos gastos
corrientes a través de la emisión de deuda, inició el reconocimiento de pasivos no
contabilizados con anterioridad (la deuda de las sentencias judiciales contra la Nación, los
bonos pensionales y las deudas acumuladas del Estado con los aseguradores y prestadores
del sector salud) y decidió financiarlas a través de TES a largo plazo con tasas de interés
inferiores a las de mora. La deuda bruta del Gobierno Nacional Central cerró 2019 en
50,3% del PIB y, aunque un avance en la dirección correcta había sido la reducción de
emisiones de deuda en 2019 y la nueva disminución que preveía el Plan Financiero del
Ministerio de Hacienda para 2020, por cuenta del choque internacional ocasionado por el
coronavirus la estrategia cambió. Se espera que la deuda pública se incremente a niveles
entre el 65% y el 70% del PIB al finalizar el año, de manera que, una vez superada la
crisis, será muy importante la necesidad de ajustar la deuda pública. El Gobierno y el
Banco de la República tienen ante sí la adopción de decisiones muy complejas
relacionadas con el endeudamiento externo. La alternativa que se estaría implantando es la
de asegurar el financiamiento con la banca multilateral y con la banca internacional. El
hecho de contar con la Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional, cuyo
desembolso fue aprobado por la entidad en la reunión de su directorio el primero de mayo,
envía una señal de confianza en Colombia a la banca internacional. Adicionalmente,
Colombia mantiene el grado de inversión otorgado por las agencias calificadoras de
riesgo. Mientras el crédito esté abierto para Colombia y no se cierre abruptamente como
en la crisis de los ochenta y de los noventa del siglo XX, el país podría obtener sin
dificultades los recursos que necesita en el exterior. Sin embargo, con el fin de evitar
posibles conflictos en la asignación de recursos públicos a nivel nacional y un debate
político alrededor del comportamiento del país como deudor internacional, en los
próximos años Colombia deberá monitorear permanente su posición. Debe evitar el riesgo
de un sobreendeudamiento que obligue a dedicar una porción significativa del presupuesto
nacional al pago de intereses y capital.
En el mediano plazo, el gobierno, los líderes políticos, los banqueros nacionales e
internacionales y los economistas deberían vislumbrar los escenarios futuros alrededor del
problema del sobreendeudamiento -no solamente de Colombia sino de los países de América
Latina y, en general, de los países emergentes-, recabando en la experiencia de los años
ochenta cuando, bajo la coordinación del Fondo Monetario Internacional, se acordó una
estrategia de manejo ordenado de la deuda para salir de la crisis. Colombia, por su historia y
credencial de buen deudor podría promover una estrategia de relaciones financieras exteriores
como la esbozada28. El asunto de fondo es que el sobreendeudamiento será un problema de
muchos países y que, como tal, requerirá una solución de carácter multilateral y evitar
medidas unilaterales, que tendrían consecuencias futuras muy negativas.
G. Mercado laboral:
Desempleo e informalidad Lo sucedido en materia de desempleo en los últimos veinte años
arroja luces y sombras. De un lado, la baja de la tasa de desempleo abierta a un digito fue un
logro importante de la política pública. Se mostró que los costos altos implícitos en la
contratación laboral, por la existencia de las cargas sobre las nóminas, actuaban en contra de
la generación de empleo y de la formalidad. Por otro, a pesar de los resultados aceptables en
empleo y reducción de la informalidad, todo indica que se requieren nuevos esfuerzos,
especialmente con el impacto de los nuevos choques externos sobre la economía y la
dificultad de elevar de manera apreciable el ritmo de crecimiento en los próximos años. En los
próximos años, será necesario en el país continuar los esfuerzos para promover el empleo, y,
sobre todo, evitar las medidas populistas como puede ser encarecer de nuevo la contratación
formal de empleo estableciendo nuevas primas o cargas sobre la nómina o decretar fuertes
incrementos reales del salario mínimo. La convocatoria de una nueva Misión de Empleo,
anunciada a principios de 2020 es una buena noticia por la necesidad que se tiene de analizar
las causas que explican el incremento del desempleo en condiciones 'normales', por
fenómenos novedosos como la migración venezolana, la reducción en el costo del capital
-planteada en las últimas disposiciones tributarias-, y los cambios tecnológicos en el aparato
productivo. El choque económico por cuenta del coronavirus y los empleos que se pierdan de
manera rápida seguramente se reestablecerán lentamente. La crisis ha puesto de presente la
necesidad de establecer en Colombia un seguro de desempleo más efectivo que las cesantías,
dedicando recursos fiscales para ello. Sería de interés, además, combinar el diseño de ese
seguro con las medidas para reducir la informalidad en el mercado laboral, que adquieren
prioridad a raíz de las consecuencias sobre los trabajadores informales de la extensión del
coronavirus.
H. Desigualdad y pobreza
Los avances en la disminución de la pobreza y la desigualdad durante las dos décadas fueron
importantes, pero no enteramente satisfactorios. Colombia continúa siendo uno de los países
más desiguales de América Latina, una región del mundo que no se caracteriza precisamente
por sus avances hacia la igualdad social. Además, las cifras de los últimos años no son
favorables. Desde 2015 la pobreza monetaria no está decreciendo, e incluso, los números
correspondientes al año 2018 muestran que la pobreza monetaria, la pobreza
multidimensional y la desigualdad aumentaron, siendo probable que los indicadores de 2019
también sean negativos. Los resultados señalan que más que la cantidad del gasto público
social son importantes la claridad en las prioridades, la focalización, el buen desempeño
institucional y la coordinación entre las diferentes entidades. Es interesante resaltar que, aún
en coyunturas de ajuste fiscal, la reducción de la pobreza se mantuvo y mejoró el Índice GINI.
Este será un enorme desafío a la hora de enfrentar la magnitud del choque del Covid-19 que
claramente aumentará la pobreza y la desigualdad muy fuertemente29. En los años que vienen
puede haber impactos positivos para reducir la desigualdad con la compensación del IVA que
está adelantando el Gobierno Nacional. Esta medida beneficiará al 20% más pobre del país,
llegando a más de 2,8 millones de hogares que recibirán una suma fija. Es una medida
prometedora pues, de acuerdo con el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, sólo por esta
política, la desigualdad en el país se reduciría a una velocidad mucho mayor de lo que se
había venido reduciendo en las últimas décadas. Abre la posibilidad, además, de introducir en
el futuro el IVA a la totalidad de los productos, devolviéndolo a los grupos pobres y
vulnerables, con lo cual se avanzaría en hacer más progresivo este tributo. Aunque medidas
como las mencionadas constituyen un avance, el país no puede caer en complacencias. En
Colombia, el sistema tributario no es progresivo y el gasto público no logra el objetivo de
reducir la desigualdad, pues, de hecho, en ocasiones la empeora, como en el caso del sistema
pensional. El gran desafío es evitar el deterioro de la situación social y lograr que las personas
que salieron de la pobreza no vuelvan a caer en ella. Es de esperar que la crisis del
'coronavirus' no solo impacte el empleo sino agudice las situaciones de pobreza y desigualdad
por lo cual revertir estos efectos y generar una senda de mejora hacia el futuro se convierten
en una prioridad inescapable de la agenda política nacional.
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Universidad Nacional de Colombia, facultad de Ciencias Económicas, 2001.
2. Debes debatir los aspectos negativos que haya explicado alguno de tus
compañeros.