Está en la página 1de 46

UNA COMPARACIÓN ENTRE EL SUJETO ANTIMORAL SADIANO Y EL PERSONAJE

PABLO ESCOBAR DE LA SERIE PABLO ESCOBAR, EL PATRÓN DEL MAL

JUAN CARLOS FUENTES CUADRADO

UNIVERSIDAD DEL NORTE


DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y FILOSOFÍA
PROGRAMA DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
2019
UNA COMPARACIÓN ENTRE EL SUJETO ANTIMORAL SADIANO Y EL PERSONAJE
PABLO ESCOBAR DE LA SERIE PABLO ESCOBAR, EL PATRÓN DEL MAL

JUAN CARLOS FUENTES CUADRADO

Trabajo de grado presentado en cumplimiento de los requisitos para optar al título de filósofo y
humanista

TUTORA:

CARMEN ELISA ESCOBAR MARÍA

UNIVERSIDAD DEL NORTE


DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y FILOSOFÍA
PROGRAMA DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
2019

2
Índice

UNA COMPARACIÓN ENTRE EL SUJETO ANTIMORAL SADIANO Y EL PERSONAJE PABLO

ESCOBAR DE LA SERIE PABLO ESCOBAR, EL PATRÓN DEL MAL................................................... 1

Introducción ............................................................................................................................................ 4

1. La doctrina sadiana para el crimen como vía a la felicidad dentro de una sociedad corrupta ........ 10

1.1 La Francia de Sade ...................................................................................................................... 10

1.2 La naturaleza como principio materialista de la doctrina sadiana para el crimen ........................ 14

1.3 El crimen y la felicidad desde La filosofía en el tocador............................................................. 16

1.4 Las instrucciones de la doctrina para el crimen ........................................................................... 21

2. Comparación entre el sujeto antimoral sadiano y el y el personaje Pablo Escobar de la serie Pablo

Escobar, el patrón del mal ..................................................................................................................... 26

2.1 La Colombia de Escobar ............................................................................................................. 26

2.2 Un probable paradigma de felicidad para el contexto del patrón del mal .................................... 30

2.3 Conexiones entre el sujeto antimoral sadiano y el personaje Pablo Escobar ............................... 34

Conclusiones ......................................................................................................................................... 41

Referencias ........................................................................................................................................... 43

3
Introducción

Este trabajo está motivado por inquietudes que me rondan desde la infancia. Principalmente, en

la confusión que me causaba presenciar que mientras en las iglesias y escuelas de mi comunidad

enseñaban una moralidad que promovía el amor por las virtudes y el rechazo a los crímenes, en

espacios de diversión y esparcimiento, incluso familiares, predominaba un elogio a los “vivos” y

a su ética del “se vale todo”, que desaprobaban la ética de “los bobos”, aquellos que hacían lo

políticamente correcto. Más todavía: tenía lugar lo que podríamos llamar “culto al crimen”, en

tanto que algunos miembros de la comunidad se identificaban con delincuentes famosos que

presentaban los medios de comunicación. Por ejemplo, los niños daban un aspecto lúdico al

crimen mediante juegos como “los pistoleros” y casi todos querían ser los delincuentes más

famosos de la época. Pocos querían el rol de policías u otra clase de defensores del bien y la

virtud. Por su parte, varios adultos exaltaban la violencia en sus parrandas los fines de semana.

En medio de corridos y rancheras que narraban historias de guerrilleros, paramilitares o

narcotraficantes, los borrachos contaban crímenes propios o ajenos (principalmente los

cometidos durante la época de la bonanza marimbera), incluso algunos disparaban al cielo o al

suelo mientras retaban a sus enemigos del pasado, del presente y hasta del futuro, a quienes

demostrarían ser criminales tan feroces como los descritos en las canciones escuchadas. Tales

acontecimientos me desconcertaban, principalmente porque la vulnerabilidad de la comunidad

era tal que desde la infancia se presenciaban lamentos generados por crímenes como los

asesinatos y los robos. Frente a esto, yo solía dudar entre si el valor de las acciones radicaba en sí

mismas o era relativo, dependiente de las circunstancias. Pospuse mis reflexiones sobre el tema

al entrar a la Universidad, pero las retomé al aproximarme a los escritos del Marqués de Sade.

Llegué a ellos por curiosidad, pues oí comentarios de la doctora Carmen Elisa Escobar sobre el

4
autor que me parecieron interesantes. Leí textos del autor y ello me pareció valioso, no tanto por

el erotismo de su contenido como por sus ideas sobre la relatividad moral y la visión del crimen

que allí se exponen.

Donatien Alphonse François de Sade (París; 02 de junio de 1740 - Charenton-Saint-

Maurice; 02 de diciembre de 1814), más conocido como el Marqués de Sade, fue un escritor y

filósofo francés. Es reconocido principalmente por la asociación de su nombre con el sadismo,

tendencia sexual caracterizada por la obtención de placer al infringir dolor psíquico o físico a los

demás. Sus ideas relativas a los vicios y el libertinaje constituyen un gran porcentaje del

contenido conocido de sus obras literarias, las cuales, por cierto, fueron consideradas literatura

perversa por la mayoría de sus conciudadanos, situados en una sociedad francesa

considerablemente influenciada por la moral judeocristiana. El escándalo producido por obras

como Justine, ou les Malheurs de la vertu (1791), Histoire de Juliette, ou les Prospérités du vice

(1801) y La Philosophie dans le boudoir (1795), sumado a su extravagante modo de vida, le

valieron el encierro a Sade y a sus escritos. El autor pasó la mayor parte de su vida aislado y

recluido, por las autoridades francesas, en fortalezas y asilos para locos, mientras que muchos de

sus escritos fueron censurados, destruidos o temporalmente incluidos en el Index librorum

prohibitorum (índice de libros prohibidos) de la iglesia católica.

Aunque las ideas de Sade referentes a la sexualidad han sido y siguen siendo materia de

muchas investigaciones valiosas, este trabajo se enfocará en otros aspectos presentes en las obras

del filósofo francés más afines a mis inquietudes. De hecho, inicialmente quería hacer mi tesis

estableciendo una relación entre algunos personajes sadianos y mis vecinos, pero debido a las

dificultades de tal proyecto cambié de idea. Decidí hacer una relación entre la concepción del

crimen que tienen los personajes sadianos y el comportamiento de quien, quizá, es por

5
antonomasia la figura del criminal colombiano: el fallecido narcotraficante Pablo Escobar. Para

atenuar las dificultades de este objetivo, decidí integrar los principios, instrucciones y

aspiraciones alrededor de la visión sadiana del crimen, al cual llamé “doctrina sadiana para el

crimen”, cuyos practicantes adquieren la identidad de sujeto antimoral sadiano. Sumado a esto,

abordé a Escobar de forma indirecta, pues mi análisis se enfoca en su representación en la serie

Pablo Escobar, el patrón del mal (2012). La razón es que era este personaje y no el Escobar real

a quien los niños y adultos de mi comunidad exaltaban e imitaban en sus juegos y borracheras.

Concretamente, en mi tesis pretendo responder a la siguiente pregunta: ¿Puede entenderse el

personaje Pablo Escobar, de la serie Pablo Escobar, el patrón del mal, a partir de personajes

criminales de la obra de Sade? La hipótesis es que esto es posible, porque el personaje Pablo

Escobar en su rol de “patrón del mal” es muy similar a los criminales sadianos en cuanto a sus

motivaciones y métodos.

Se intenta desarrollar este objetivo a lo largo de dos capítulos. En el primero, llamado La

doctrina sadiana para el crimen como vía a la felicidad, se integra la concepción a favor del

crimen de algunos personajes sadianos en una doctrina con principios, instrucciones y

aspiraciones que, como ya se mencionó, he nombrado “doctrina sadiana para el crimen”. Para

dar forma a la doctrina se dividió el primer capítulo en 4 secciones. La primera, llamada La

Francia de Sade, es una introducción al contexto en que vivió el Marqués basada en el libro Un

retrato del Marqués de Sade, del escritor francés Raymond Jean. Tal información resulta valiosa

para entender las sociedades descritas en las obras del autor trabajadas en este proyecto, puesto

que estas retratan a la Francia comprendida entre el Antiguo Régimen y la época temprana de la

Revolución Francesa, caracterizada por los altos niveles de corrupción en la sociedad y en la que

se vincula la felicidad con el ejercicio de la libertad. Luego, en la sección El principio

6
materialista de la doctrina sadiana para el crimen se establece en la doctrina un principio

materialista que legitima el crimen, a partir de La filosofía en el tocador (1999), algunas ideas

sobre Justine (2016), Juliette (2009) y el artículo “Situando a Sade” (2013), del humanista Julio

Seoane Pinilla. Acompañado de tales escritos, presento el principio sadiano de vivir en la

naturaleza, según las leyes de esta y no de acuerdo a creencias en quimeras religiosas o sociales

porque en la naturaleza no tienen lugar los crímenes ni la moralidad. La siguiente sección de

titula El crimen y la felicidad desde La filosofía en el tocador. Allí, a partir de la novela

mencionada y principalmente con el discurso del libertino Dolmancé, se plantea el paradigma de

felicidad y la visión de crimen que adopta la doctrina. De forma breve, se toma a la felicidad

como la satisfacción de deseos y se considera el crimen como una vía regia para obtenerla, la

cual se legitima por las dinámicas de autorregulación de la naturaleza y por la lógica de las

sociedades corruptas que hacen que sean nocivas las virtudes y benignos los vicios para los

individuos. La cuarta sección del capítulo se titula Las instrucciones de la doctrina sadiana para

el crimen. En esta se extraen los consejos para el crimen que en La filosofía en el tocador los

instructores del vicio Dolmancé y Saint-Ange dan a la joven Eugenia. Entre estos se destaca ser

cruel, sinvergüenza, engañar, preferir la satisfacción propia sobre ajena, ser precavido ante las

leyes, etc.

El tema del segundo capítulo es bastante explícito en su título, a saber, Comparación entre el

sujeto antimoral sadiano y el personaje Pablo Escobar de la serie Pablo Escobar, el patrón del

mal. Consta de tres secciones en las cuales se intenta reducir el impacto negativo de comparar

dos categorías ambientadas en circunstancias espacio-temporales distintas, para luego efectuar la

comparación entre el sujeto antimoral sadiano y el personaje Pablo Escobar. Lo primero se

pretende lograr en dos apartados en los que se intenta dar sentido a la comparación mediante una

7
presentación de la lógica social y el paradigma de felicidad predominante en la sociedad habitada

por el patrón del mal. El primer apartado llamado La Colombia de Pablo Escobar se desarrolla

vinculando los episodios de la serie con artículos periodísticos y académicos sobre ella, con

registros históricos acerca de Pablo Escobar y su impacto en la historia de Colombia. Con base

en esos textos se expone que la serie está ambientada en la sociedad colombiana comprendida

entre los años 1959 y 1993, caracterizada por tener gobierno débil y estar sumergida en una crisis

social encabezada por la corrupción y las brechas sociales, condiciones que dificultaban el

ascenso social y la obtención de riquezas por vías legales, mientras que no solo permitían sino

que legitimaban, de cierta manera, el surgimiento y fortalecimiento de formas ilegales de

enriquecimiento como el contrabando o el narcotráfico. En el segundo apartado, llamado Un

probable paradigma de felicidad para el contexto del patrón del mal, se propone parcialmente el

paradigma de felicidad de la psicología positiva que Eva Illouz y Edgar Cabanas presentan y

critican en su libro Happycracia, puesto que la serie no tiene uno explícito. Para darle sentido a

esta propuesta se enlazan ideas sobre tal paradigma con la historia del personaje Escobar, pues se

considerará aquí que si bien sus actos no son los más comunes entre la mayoría de sus

conciudadanos, si lo son sus aspiraciones de lograr el ideal de una buena vida llena de riquezas y

una buena posición social. Finalmente, en el apartado Conexiones entre el sujeto antimoral

sadiano y el personaje Pablo Escobar se hace una comparación entre tales categorías para

mostrar las similitudes y diferencias entre sus formas de proceder criminalmente.

Agradezco a la doctora Carmen Elisa Escobar María porque además de sembrar en mí una

curiosidad por Sade acepto ser mi tutora. Su amabilidad, atención y guía fueron factores

inmensamente valiosos para el desarrollo de esta investigación. Ella iluminó mis ideas con sus

sugerencias. Ante mis ideas oscuras fue paciente, atenta y comprensiva. La forma tan acertada

8
en que aclaró mis propios planteamientos y las soluciones que brindó a dificultades que en algún

momento me abrumaron, me llenaron muchas veces de sorpresa y admiración.

También, agradezco al profesor Javier Suarez por los esquemas, consejos, compromisos y

ritmos que sugirió seguir responsablemente en Proyecto de Grado II. Ello resultó muy eficaz

para el desarrollo de este trabajo.

Ante todo, agradezco a mi madre porque a pesar de las grandes dificultades de diversa índole

que enfrentó no dejó de procurar brindarme su apoyo emocional y económico tanto como le fue

posible. Su amor y sus anhelos de verme salir adelante me dieron en gran parte la fuerza y

motivación necesarias para esforzarme en la realización de esta tesis.

9
1. La doctrina sadiana para el crimen como vía a la felicidad dentro de una
sociedad corrupta

“Dice usted que mi manera de pensar no puede ser aprobada. ¡Bueno! ¿Y qué me importa? Bien loco

es aquel que aporta una manera de pensar para los demás” (Jean, 1990, p. 135).

En este capítulo se presenta la doctrina sadiana para el crimen, es decir, una integración

organizada de ideas referentes al crimen expresadas por personajes del Marqués de Sade 1. La

doctrina tiene por objetivo la felicidad y como vía de obtenerla al crimen, al cual concibe

permitido y legitimado por las leyes de la naturaleza más la lógica de las sociedades construidas

sobre la corrupción. Antes de presentar esta doctrina, se abordará el contexto del Marqués.

Luego, se expondrán los elementos de la doctrina: su principio materialista, sus nociones de

crimen y felicidad y, finalmente, sus instrucciones.

1.1 La Francia de Sade

A partir de Un retrato del Marqués de Sade (1990), del escritor francés Raymond Jean, se

considera aquí que Sade retrataba en sus obras a la sociedad en que vivía. Para empezar, Jean

(1990) expresa lo siguiente: “Ya estamos avisados: se trata de fábula, pero vista y perfeccionada

por la naturaleza. Se trata de ogros y de gigantes, pero sacados de la sociedad real. En suma, el

naturalismo de las costumbres puesto al servicio de la imaginación y de la ficción.” (p. 174).

Sade incluso iba más allá de su sociedad y su época, pues sus libertinos justificaban la presencia

del vicio en la humanidad desde un soporte histórico y geográfico2. En este sentido, coincido con

1
En novelas como Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio y La filosofía en el
tocador los personajes parecen hablar de ciertos principios e instrucciones que desde la naturaleza y las sociedades
legitiman lo que socialmente se conoce como el vicio, categoría que contiene aspectos como el crimen, el libertinaje
y los sacrilegios. Se podría extraer de Sade toda una doctrina sadiana para el vicio, pero para este trabajo interesa
abordar específicamente del crimen.
2
Por ejemplo, a lo largo de La filosofía en el tocador el Marqués menciona el despotismo de ciertos gobernantes,
tales como el emperador romano Nerón y Zingua, reina de Angola.

10
Jean (1990), quien menciona que Sade realiza desde “una perspectiva histórica o geográfica (…)

una verdadera Etnología” (p.178).

Tal etnología le sirvió al Marqués para hacer una acusación de primer grado contra su

sociedad. La sociedad francesa corresponde a la época comprendida entre el Antiguo Régimen

(L’Ancien Régime) y la etapa temprana de la Revolución Francesa, pues el autor vivió entre

1740 y 1814 (Jean, 1990). Aunque en la siguiente cita Jean (1990) se enfoca en la Francia

prerrevolucionaria, describe de modo muy pertinente a la Francia de Sade:

(…) [El Marqués realiza] una acusación de primer grado contra una sociedad decadente, corrompida,
inmoral y resquebrajada por todas partes – y esto es, en efecto, la sociedad prerrevolucionaria en las
amplias capas sociales de la aristocracia, de la nobleza y de la burguesía - hay que reconocer que Sade
trata sin consideraciones a una clase dominante de la que sistemáticamente extrae a los actores de su
teatro de la depravación. (p. 153)

(…) Sade establece de la manera más clara su sistema fundado en la observación real de una sociedad en
que todos los abusos están permitidos y en la que solo hay que moverse dentro de su propia lógica para
permitir todos los desenfrenos del opresor contra el oprimido, salvo suponiendo que esa sociedad se
mueva en el sentido contrario (y que se produzca entonces una revolución). (…) en un país [decadente,
corrompido, inmoral y resquebrajado] como la Francia de entonces (…) “el infortunio es una prueba
completa contra el acusado” (…). (P. 175).

El diagnóstico que Sade hace de su sociedad adquiere peso porque no se basa en la mera

observación, sino también en su actuación dentro de ella, pues ejerció los roles tanto de opresor

como de oprimido. Para empezar, nació en el seno de una familia noble, siendo hijo de Jean-

Baptiste François Joseph de Sade, conde de Sade, y de Marie Éléonore de Maillé, condesa de

Sade. Ello le permitió acceder al mundo de los poderosos (realeza, nobleza, aristocracia,

burguesía, etc.). Allí, en su condición de noble fue opresor, pues en varias ocasiones salió bien

librado tras humillar a mujeres, a expensas de los sobornos e influencias por parte de su familia a

11
sus víctimas y las autoridades francesas3. Sade observó que muchos otros poderosos

(principalmente los que gustaban del libertinaje) también se burlaban de las leyes y la moral que

tanto se promovían en la sociedad francesa, pues recurrían a crímenes, sacrilegios, libertinaje y

toda clase de vicios para satisfacer sus deseos, lo cuales a veces requerían víctimas que eran

usadas como herramientas para el placer. Bien podría haber dicho Sade de tales conciudadanos lo que

Saint-Ange dijo sobre Dolmancé en La filosofía en el tocador (1999): “(…) Dueño de la espada de

la ley, este depravado se sirvió a menudo de ella para satisfacer sus pasiones.” (Sade, 1999, P.

70). También, el tratamiento que las autoridades francesas dieron al Marqués por sus excesos

refleja cómo funcionaba la corrupción dentro de estas instituciones: durante el Antiguo Régimen

cuando un noble cometía algún acto públicamente escandaloso 4, era encarcelado para aparentar

justicia y apaciguar a las masas, pero tal reclusión era bastante cómoda, de modo que el noble

gozaba de grandes privilegios durante su encarcelamiento. Sin embargo, también ocurría que un

miembro de la elite francesa era tratado por la ley rigurosamente cuando otro más poderoso así lo

requería. De hecho, a ello se debe que Sade fuese un oprimido, una víctima, pues empezó a ser

encarcelado por largos periodos y en condiciones cada vez más austeras únicamente cuando así

lo quisieron algunos de sus parientes. Encabezados estos por la suegra del Marqués, Marie-

Madeleine Masson de Plissay, también conocida como la presidenta Montreuil, mantuvieron al

Marqués “(…) confinado en la cárcel luego de arreglar con poderosos jueces y magistrados que ninguna

apelación pudiera ser eficaz para liberarlo” (Veraza, 2011, p. 151). Pero aunque ocasionalmente un

noble fuera víctima de otro, generalmente se identificaba a los oprimidos con las gentes pobres,

3
Jean (1990) expone en los apartados 4, 5 y 7 de Un retrato del Marqués de Sade que la familia de este pagaba
sobornos a las mujeres que humillaba para que no lo denunciaran, así como contactaban a la realeza o la nobleza
para evitar que Sade fuese castigado severamente.
4
Según Raymond Jean (1990), debido a la exageración que acompañaba las narraciones en torno a los abusos de
Sade, el Marqués fue demonizado en muchos lugares de Francia.

12
quienes a falta de poder económico, político o militar eran más vulnerables. Según Jean (1990)

Sade concebía que las víctimas u oprimidos eran “ en primer término víctimas de una sociedad

inhumana en la que la ley del más fuerte y el más poderoso impera en todo momento.” (p.175). En

cuanto a los opresores o victimarios, solían ser quienes usaban la fuerza y el poder para dominar

a los otros en esa sociedad inhumana. Se considera aquí que los mejores ejemplos para revelar la

visión de Sade sobre opresores y oprimidos son sus personajes Juliette y Justine 5. Estas son

básicamente dos jóvenes hermanas que tras la muerte de sus padres deben aprender a sobrevivir

por su cuenta. Estas resuelven tomar distintos caminos porque Juliette, la hermana mayor, quería

transitar por el camino del vicio, mientras que la menor, Justine, prefería recorrer con firmeza el

sendero de la virtud. Los resultados son que Juliette avanzó en su camino cultivando grandes

riquezas y privilegios mediante formas de vicio como la hipocresía, el crimen y el libertinaje. De

hecho, al momento de su reencuentro con Justine, Juliette era la señora de Lonsarge, una mujer

distinguida que “(…) se aseguró ingresos de “treinta mil libras de renta, muy hermosas joyas,

dos o tres casas en la ciudad y en el campo y el corazón, la fortuna y la confianza del señor de

Corville” (…)”. (Jean, 1990, p.177). Por su parte, la hermana menor iba camino a ser ejecutada

injustamente, luego de padecer un largo historial de crueles abusos y humillaciones a mano de

diversos opresores. El escritor mexicano Jorge Veraza (2011) menciona que la historia de las

hermanas escenifica el problema de las relaciones entre los polos bien-mal, opresor-oprimido y

vicio-virtud, problema que si bien sitúa en la sociedad contemporánea, su descripción no está

lejos de retratar a la Francia de Sade, como puede verse en sus siguientes palabras:

De tal manera, Justine es la escenificación de un problema, de una contradicción cuyos polos se oponen,
se tensan, entrechocan, luchan: ora domina uno, ora el otro. La misma contradicción puede mostrarse

5
Sade relata ampliamente la historia de las dos hermanas en dos novelas con títulos bastante ilustrativos: Justine o
los infortunios de la virtud; y Juliette o las prosperidades del vicio. El subrayado es mío.

13
desde dos perspectivas diferentes: desde el polo sometido (Justine) o desde el polo dominante (Juliette).
Sólo las dos perspectivas sumadas presentan el problema en su conjunto: la relación del bien y del mal,
del vicio y de la virtud en la sociedad contemporánea en la que esta relación es mediada por el dinero, el
poder, la moral y la religión, la jerarquía social y la opresión clasista. (p. 152)

En ambas sociedades se determinan tales relaciones a partir de vínculos de dominación entre

un polo sometido y un polo dominante. Ahora bien, se considera aquí que a través de las dos

hermanas Sade parece proponer que en sociedades con tales características, el camino al poder,

éxito y felicidad es el vicio, mientras que de la virtud sólo se cosechan infortunios y debilidad.

En resumidas cuentas, en el universo literario sadiano encontramos paisajes donde los vicios son

benignos y las virtudes son nocivas para los individuos. No obstante, sus personajes libertinos

enseñan que el camino del vicio lleva al éxito solo si se recorre de forma organizada, según

principios e instrucciones que conforman una especie de doctrina, y no caóticamente. He allí el

sentido de proponer una doctrina sadiana para el crimen (forma específica de vicio) que puede

extraerse de las obras de Sade.

1.2 La naturaleza como principio materialista de la doctrina sadiana para el crimen

Respeto los gustos, las fantasías por estrambóticas que sean, y todas me parecen respetables. Porque uno
no es dueño de ellas y porque la más singular y la más extraña de todas, bien analizada, se remonta
siempre a un principio de delicadeza. (Jean, 1990, p. 136)

En varias de sus obras Sade presenta un conocimiento acerca del vicio que puede enseñarse. Por

ejemplo, en La filosofía en el tocador (1999) los libertinos Saint-Ange y Dolmancé son

“instructores del vicio (vice instructeurs)” que educan a Eugenia bajo una enseñanza sobre el

vicio. Jean (1990) se refiere a tal enseñanza como pedagogía de la perversión. Por mi parte,

sumando lo referente al crimen en tal enseñanza con algunas ideas de Justine (2016) y Juliette

(2009), presento la doctrina sadiana para el crimen, la cual parte de un principio materialista que

se abordar a continuación.

14
El principio materialista consiste en entronizar a la naturaleza como determinadora de todo lo

existente y rechazar quimeras religiosas como Dios y la moral. Sade (1999) se refiere

principalmente al Dios y la moral del judeocristianismo, a quienes responsabiliza por los

problemas morales de su sociedad, como se puede apreciar a través de las siguientes palabras de

Dolmancé:

Dolmancé: (…) La fuente de todos nuestros errores morales es la ridícula aceptación de ese lazo de
fraternidad que inventaron los cristianos en una época de infortunio y de miseria. Obligados a mendigar la
piedad de los demás, no estuvieron desacertados al decir que todos eran hermanos. Ante tales argumentos
¿Cómo negarse a socorrer? Pero es imposible admitir esta doctrina. (p. 119)

El filósofo francés parece considerar (al menos mediante sus personajes) que tal lazo de
fraternidad se sostiene sobre unos sentimientos ridículos y frívolos, mientras que a la moral no
debe hacerse caso, porque las virtudes y los vicios son nociones relativas (Sade, 1999):

DOLMANCÉ: No lo dudéis, Eugenia, tanto el vicio como la virtud son términos que solo reflejan
conceptos muy relativos. . (…) lo que aquí es un delito, a menudo es considerado virtud unas cien leguas
más abajo, y las virtudes de otro hemisferio bien podrían ser, por el contrario, un delito para nosotros. No
hay horror que no haya sido divinizado; no hay virtud que no haya sido mancillada. De esas diferencias
puramente geográficas se deriva la poca atención que debe merecernos la estima o el desprecio de los
hombres, que son unos sentimientos ridículos y frívolos, siendo nuestro deber estar por encima de ellos,
hasta el extremo, incluso, de preferir sin temor alguno su desprecio, por muy poca que sea la
voluptuosidad que nos reporten algunas acciones. (p.46)

Sin deidades, fraternidad o moral solo queda para el individuo una soledad desde la que debe
entender la vida a partir de sí mismo, no desde la imagen del otro. En el artículo Situando a Sade,
el escritor español Julio Seoane (2013) expresa que la propuesta de Sade es “(…) vivir la vida a
la humana manera, [lo cual] no es exactamente lo mismo que vivirla según nuestra naturaleza
humana (…) [, sino] vivirla en la Naturaleza, y esta, desde luego, no es un remedo de Dios.” (p.
491).

Sade toma entonces como principio de lo que existe algo cuya influencia es palpable: la
naturaleza. La naturaleza no imita a Dios en tanto que ella no es una entidad caprichosa. En su
seno no hay trato especial para el ser humano, pues este es tratado del mismo modo que sus

15
demás creaciones: con cierta indiferencia. Esto lleva a un materialismo sadiano que Seoane
(2013) describe del siguiente modo:

(…) En definitiva, se puede interpretar a Sade desde el materialismo más grosero o desde su decidido
ateísmo, pero realmente, a la hora de leerle, creo que es indiferente qué camino se elija pues lo realmente
importante es considerar que (a) no hay más que lo que de hecho hay, (b) que eso que hay es simplemente
la Naturaleza que se auto-organiza sin parar mientes en nada más que ella misma, por lo cual (c) le resulta
indiferente el ser humano (y tal indiferencia se administra en la forma de que nuestras grandes ideas nada
dicen a la Naturaleza y que ni siquiera Dios mismo, que tan importante nos sería, tiene sentido para ella).
Es por ello que (d) somos pequeños y por supuesto en modo alguno divinos; nuestra razón así lo muestra:
no vale mucho y, por ello, casi mejor que nos sirva tan sólo para entender el mundo en el que estamos, el
de la Naturaleza y, siguiéndolo, vivir de la mejor manera posible. (pp. 491-492):

Lo anterior permite considerar que para Sade vivir en la naturaleza del mejor modo posible

consiste en satisfacer las pasiones que esta inspira. Pasiones que al ser naturales terminan siendo

antimorales, pues la moral es antinatural al establecer restricciones que obstaculizan a la ley

natural de permitir todo aquello que contribuya a la dinámica de auto-organización de la

naturaleza. Por ejemplo, desde una visión sadiana la moral es antinatural al prohibir formas de

destrucción como el asesinato o crímenes similares, pues entorpece la dinámica natural de crear

formas nuevas mediante la destrucción y transformación de formas viejas. Así pues, puede

decirse que a través de sus personajes libertinos el Marqués expresa que el crimen es permitido y

legitimado desde la naturaleza simplemente porque no existe dentro de ella. Además, envuelve

esa tesis de cierta ironía mencionando que el único crimen que podría existir en la naturaleza

sería resistirse a los deseos que ella inspira.

1.3 El crimen y la felicidad desde La filosofía en el tocador

“Imperioso, colérico, arrebatado, extremado en todo, de un desarreglo de imaginación sobre

las costumbres que no tuvo igual en la vida, en dos palabras: ése soy yo; y algo más aun,

matadme o aceptadme así, pues yo no cambiaré” (Jean, 1990, p.136).

16
Desde una perspectiva sadiana la moral no tiene cabida en la naturaleza, pero existe como

creación de las sociedades humanas y se conecta con otros productos sociales como las nociones

de felicidad y crimen. En la doctrina sadiana para el crimen se consideran vitales las nociones

mencionadas, por lo cual es menester profundizar en la visión que Sade retrataba sobre ellas en

sus obras.

Para empezar, en La filosofía en el tocador (1999), el “instructor” Dolmancé intenta

adoctrinar a su discípula Eugenia y al Caballero de Mirvel expresando que (a) todo lo que

concierne al crimen es determinado por unas concepciones variables de virtud o de vicio,

basadas en prejuicios sociales. Sustenta su opinión en que (b) son variables porque lo que es

virtud en la moral de una sociedad, puede ser vicio en la moral de otra y viceversa, por lo tanto,

no hay nada verdaderamente criminal o realmente virtuoso. Agrega que (c) los crímenes son

imposibles para el hombre porque la naturaleza inspira en él inclinaciones indiscriminadamente y

lo único criminal sería resistirse a ellas (Sade, 1999). Desde la visión sadiana se considera que el

crimen es algo favorable para la naturaleza, pues esta solo permite y promueve aquello que le es

benéfico, como bien ilustra Dolmancé (Sade, 1999):

Dolmancé: (…) Es imposible que el hombre cometa crímenes. La naturaleza, al inculcarle el irresistible
deseo de cometerlos, supo alejar con toda prudencia de ellos las acciones que podían alterar sus leyes.
Vamos, puedes estar seguro, amigo, que todo lo demás está absolutamente permitido y que ella no ha sido
tan absurda como para darnos el poder de turbarla u obstaculizar su marcha. Atentos a que somos ciegos
instrumentos de sus inspiraciones, y que ella nos ordenó expandirnos por el mundo, el único crimen sería
resistirse, y todos los depravados de la Tierra no son sino agentes de sus caprichos (…). (pp. 205-206)

Dolmancé también hace una reflexión sobre los crímenes más desaprobados por su sociedad,

tales como la sodomía, el asesinato, el adulterio y el incesto. Tras este concluye que los crímenes

son ilusiones sociales, pues son determinados por creencias morales que clasifican como bueno o

17
malo acciones que son todas permitidas e inspiradas desde la naturaleza. A esto reprocha

diciendo lo siguiente: “(…) no os corresponde entonces castigar un crimen que vosotros mismos

habéis provocado.” (Sade, 1999, p. 154). Con ello apunta a que la sociedad legitima el crimen

porque sus leyes, benéficas para la comunidad, son perjudiciales para el individuo: “ (…) las

leyes no están hechas para el individuo, y por lo general eso es lo que las pone en una

permanente contradicción con el interés, dando por sentado que el interés personal siempre

concuerda con el interés general. (…)” (Sade, 1999, p. 123). Otro argumento del libertino es que

no hay nada criminal, porque todas las acciones humanas persiguen un beneficio: “En este

mundo no hay nada criminal, querida niña, no importa de lo que se trate: la más monstruosa de

las acciones ¿no tiene acaso para nosotros una faceta que nos es propicia?” (Sade, 1999, p. 118).

En cuanto a la felicidad, desde la visión sadiana se le asocia con la dicha de satisfacer las

pasiones o inclinaciones inspiradas por la naturaleza. Sade (1999) se refiere a ello en el apartado

“A los libertinos” de La filosofía en el tocador:

(…) esas pasiones con las que fríos y anodinos moralistas os espantan, y que no son sino los medíos que
la naturaleza utiliza para que el hombre logre comprender los designios que ella ha trazado con respecto a
él. Obedeced solamente a esas deliciosas pasiones, cuyo órgano es el único os ha conducir a la felicidad.
(P. 9).

El Marqués parece referirse al órgano sexual, lo cual establece un vínculo necesario entre

felicidad y sexualidad. Los acontecimientos en la narración y los narratorios de esta refuerzan

esta tesis. Por ejemplo, Saint-Ange le dice a Eugenia que Dolmancé es el hombre más idóneo del

mundo para formarla y conducirla por el camino de la felicidad y de los placeres que ambas

desean recorrer juntas (Sade, 1999, p. 24). Ello es así porque Dolmancé es un libertino, como

aquellos a quienes Sade dedicó La filosofía en el Tocador (1999). Pero ¿Qué es ser libertino?,

según el diccionario María Moliner (1998) el adjetivo libertino se aplica “al que hace vida

18
irregular, cometiendo excesos en las diversiones y placeres, particularmente en los sexuales.” (p.

180). La definición de este diccionario es similar a la que el autor parecía manejar, que por sus

escritos y su contexto se asociaba con la idea de espíritu libre. En la obra de Sade se puede

encontrar una relación entre libertinaje, sexualidad y felicidad. Ello se ilustra cuando Dolmancé

menciona que “(…) ciertos hombres consiguen (…) derramar el delicioso bálsamo que hace feliz

a los libertinos.”(Sade, 1999, p.27). La felicidad libertina parece consistir en satisfacer deseos

sexuales que a menudo se consideran excesos. Estos brindan al libertino una dicha que no solo

obtiene del placer, sino también del dolor, como en el caso de la sodomía u otros tipos de

prácticas sexuales donde se inflige o se recibe daño. En el universo literario sadiano, el

libertinaje se presenta como una práctica muy realizada en privado por los poderosos y

opresores, los mismos que públicamente la condenan. Cabe resaltar que el libertinaje también

puede llegar a manifestar los roles de dominante y dominado, en tanto que la conducta

“excesiva” del libertino requiere que este se ponga por encima de la sociedad, anteponiendo su

satisfacción personal a cualquier costo, pues un poco de ella le resulta preferible a una inmensa

satisfacción ajena.

Para el libertino, las normas sociales son obstáculos que debe superar para ser feliz, por lo

cual recurrir al crimen le resulta una necesidad porque le brinda poder para satisfacer sus

inclinaciones. Desde la lógica social es una buena herramienta para enfrentarse a los límites

establecidos por la sociedad, los cuales suelen ser determinados por leyes y prejuicios

construidos sobre paradigmas impuestos por instituciones sociales dominantes. Por ejemplo, en

la sociedad de Sade el paradigma de la felicidad era determinado en gran parte por la moral

judeocristiana, la cual promovía la virtud como el verdadero camino para ser feliz. Las

sociedades ilustradas por Sade siguen el mismo paradigma y sus personajes libertinos lo

19
detestan. Ellos repudian la virtud, pues consideran que solo es útil aparentarla para procurarse

una buena imagen, pero nada más, ya que a menudo solo da infortunio y debilidad a sus

portadores. La Francia de Sade predicaba la virtud a las masas, pero premiaba a quien las

aparentaba en público y transgredía en secreto, mientras que castigaba con ingratitud y dolor a

quienes realmente eran virtuosos. Sade lo ilustra con Justine (2016) y Juliette (2009). Los

paradigmas sociales al ser pensados para la comunidad a menudo plantean condiciones que

reducen las posibilidades de que el individuo satisfaga sus pasiones, el ejemplo por excelencia es

la moralidad, la cual demanda vivir según lo que establece como virtuoso, mientras sanciona lo

que considera vicioso. De modo que al implicar la renuncia a satisfacer pasiones consideradas

inmorales, para los libertinos, la virtud es nociva, una vía a la infelicidad. Sobre esto, en La

filosofía en el tocador Dolmancé expresa que la moralidad es una atadura injusta para el

individuo sincero y vulnerable que vive en una sociedad falsa (Sade, 1999):

Dolmancé: (…) ¿cómo no va a fracasar siempre el individuo que es sincero, si está inmerso en una
sociedad falsa? (…) ¿cómo queréis que aquel que no tenga la voluntad, ni el poder, ni tampoco el don de
ninguna virtud – lo que le ocurre a muchos – (…) no se vea obligado a fingir para obtener un poco de
esa porción de felicidad que sus competidores le arrebatan? (p. 77)

Además, Dolmancé condena la conducta políticamente correcta: “Vive muy engañada la

mujer a la que nudos tan absurdos como los del himeneo impiden entregarse a sus inclinaciones,

que (…) inmola vilmente a los más ridículos prejuicios tanto su felicidad como todas las delicias

de la vida. (Sade, 1999, p. 26). Desde la visión sadiana, mujeres como las descritas están

destinadas a ser víctimas, lo cual se cuida de ilustrar bien con la madre de Eugenia, la Señora de

Mistival, quien es fiel al paradigma de felicidad con que le educó la sociedad, ese que para los

libertinos es absurdo y quimérico. Dolmancé le reclama a la Señora de Mistival del siguiente

modo (Sade, 1999):

20
Dolmancé: (…) En cuanto a la educación, tiene que haber sido muy mala, porque aquí nos hemos visto
obligados a refundir todos los principios que le habéis inculcado; no hay uno solo encaminado a su
felicidad, ni uno que no sea absurdo o quimérico. ¡Le habéis hablado de Dios, como si existiera alguno;
de virtud, como si fuera necesaria; de religión, como si todos los cultos religiosos fuesen otra cosa que el
resultado de la impostura del más fuerte y de la imbecilidad del más débil; de Jesucristo, como si ese
tunante no fuera otra cosa que un trapacero y un malvado! Le habéis dicho que joder era un pecado,
mientras que joder es la acción más deliciosa de la vida; habéis querido darle buenas costumbres, como si
la felicidad de una joven no estuviera en el desenfreno y la inmoralidad, como si la más feliz de todas. (p.
104)

El libertino se queja ante todo de las limitaciones sexuales, lo cual tiene sentido al considerar

que en una de las orgías que tiene lugar en la novela expresa su visión de la felicidad, diciendo lo

siguiente: “¡Oh, amigos míos, corrámonos juntos: es la única felicidad de la vida!” (Sade, 1999,

p. 54).

Dolmancé también dice a Eugenia que la verdadera vía a la felicidad está en el vicio, en el

crimen, los sacrilegios y el libertinaje, pero que ello requiere seguir ciertos consejos, los cuales

además de inspirar el principio materialista de la doctrina sadiana para el crimen, serán la base

para sus instrucciones.

1.4 Las instrucciones de la doctrina para el crimen

En La filosofía en el tocador (1999) lo instructores del vicio, encabezados por Dolmancé, dan

a Eugenia consejos sobre cómo tener éxito en el camino del vicio. Tales consejos serán el punto

de partida para el conjunto de instrucciones de la doctrina sadiana para el crimen que debe seguir

todo sujeto antimoral sadiano. Pero antes de presentarlas, cabe resaltar que hay un aire de

doctrina alrededor de esta novela. Para empezar, en la sección “A los libertinos” el mismo

Marqués hace una invitación a seguir los principios y enseñanzas que expresa a través del cínico

Dolmancé (Sade, 1999):

21
Voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos, es sólo a vosotros a quienes va dedicado este libro:
nutríos de sus principios, que favorecen a vuestras pasiones; esas pasiones con las que fríos y anodinos
moralistas os espantan, y que no son sino los medios que la naturaleza utiliza para que el hombre logre
comprender los designios que ella ha trazado con respecto a él. Obedeced solamente a esas deliciosas
pasiones, cuyo órgano es el único que os ha de conducir a la felicidad. (…)

(…) Y vosotros, amables libertinos, que desde vuestra juventud no tenéis otros frenos que vuestros deseos
ni más leyes que vuestros caprichos, que el cínico Dolmancé os sirva de ejemplo; id tan lejos como él si
queréis recorrer todos los caminos de flores que la lascivia os tiene reservados. Convenceos, a la luz de
sus enseñanzas, de que sólo ampliando la esfera de sus gustos y de sus fantasías, y sacrificándolo todo a la
voluptuosidad, es como el desgraciado individuo que se denomina hombre, arrojado a este triste mundo a
pesar suyo, puede llegar a sembrar algunas rosas sobre las espinas de la vida. (pp. 9-10)

Además se da a la historia un contexto muy escolar (Sade, 1999):

DOLMANCÉ: (…) me encontré con vuestro señor hermano y él ha creído conveniente que estuviese
presente en las clases que debéis dar a la señorita; sabía que esta sería el aula en la que se impartiría el
curso. (…).

Saint-Ange: (…) Familiarízate entonces, mi querida, con el hombre más idóneo del mundo para
formarte y conducirte por el camino de la felicidad y de los placeres (…). (pp. 23-24)

Ahora bien, la primera instrucción es aceptar el principio materialista de la doctrina para el

crimen, algo similar al consejo que Dolmané da a Eugenia de entregar sus sentidos al placer y

aceptar a este como el único dios que gobierne su existencia (Sade, 1999, p.31). Desde Sade, tal

entrega al placer consiste en buscar y encontrar la satisfacción de los deseos que provienen de la

naturaleza.

La segunda instrucción complementa a la primera, pues consiste en rechazar la creencia en

falsas divinidades como Dios y la virtud. Ello porque tales creencias incluyen ideologías morales

que dificultan dejarse llevar por las fuerzas de la naturaleza. Es por eso que Dolmancé dice a

Eugenia lo siguiente (Sade, 1999):

DOLMANCÉ: ¡Ah, Eugenia! ¡Renuncia a las virtudes! ¿Acaso un solo sacrificio de los que se puede
hacer a esas falsas divinidades vale lo que un minuto de los placeres que se disfrutan ultrajándolas?

22
¡Vamos!, la virtud no es más que una quimera, cuyo culto se reduce a perpetuas inmolaciones e
incontables rebeliones contra los instintos, las inspiraciones del temperamento. ¿Pueden ser naturales tales
actitudes? ¿La naturaleza aconseja aquello que se ultraja? Que no os engañen, Eugenia, esas mujeres a las
que llaman virtuosas. (…) (p. 36)

La tercera instrucción es enfocar la sensibilidad en la satisfacción propia, lo cual se opone al

principio de solidaridad social sobre el que se basan la mayoría de las sociedades (Sade, 1999):

“No dividamos esa porción de sensibilidad que nos ha otorgado la naturaleza: si queremos extenderla,
solo habremos logrado aniquilarla. ¡Qué me importa a mí el mal de los otros! ¿No tengo ya bastante con
los míos, para preocuparme por los ajenos? ¡Que el fuego de esta sensibilidad solo alumbre nuestros
placeres! Seamos sensibles a todo lo que nos halague, y absolutamente inflexibles al resto. ” (p. 45)

Más adelante agrega que “(…) debemos, al precio que sea, preferir este ligero cosquilleo que

nos deleita a esa inmensa suma de males que afligen al prójimo, que no debería afectarnos.”

(Sade, 1999, p. 119).

La cuarta instrucción es aceptar el sentimiento de crueldad inherente a la condición humana y

desterrar el sentimiento de vergüenza. Partimos de que Dolmancé considera la vergüenza un

“cobarde sentimiento” que no tiene cabida en las acciones, ya que todas estas son inspiradas por

la naturaleza. Además opina que la crueldad “(…) lejos de ser un vicio, es el principal

sentimiento que nos inculca la naturaleza.” (Sade, 1999, p. 85). Agrega una apología a la

naturaleza diciendo que “(…) es preciso dejar de acusar a la naturaleza por habernos creado

buenos o por habernos hecho nacer perversos; ella ha actuado de acuerdo a sus intenciones, sus

planes y sus necesidades: sometámonos a ellos.” (Sade, 1999, p. 87). A este punto, tales

instrucciones permiten interpretar que como el sujeto antimoral sadiano únicamente dirige su

sensibilidad a sí mismo, las demás personas le resultan siempre medios para lograr la

satisfacción personal y nunca fines en sí mismos.

23
La relatividad moral, el desinterés por la satisfacción ajena y la búsqueda insaciable de la

propia facilita asimilar la quinta instrucción: ser antimoral. No obstante, tal antimoralidad debe

ejercerse con cuidado, pues aunque se rechace la sociedad, no se deja de estar inmerso en ella.

En este orden de ideas, se llega al sexto imperativo: tener precauciones ante la ley. Las

precauciones consisten en que se trate a la ley como a las serpientes y las víboras, las que, si bien

hieren o envenenan, algunas veces pueden ser útiles a la medicina (Sade, 1999). Una forma es

mostrarse públicamente respetuoso y obediente de las leyes, al tiempo que se transgreden

discretamente en privado, tal como sugiere Saint-Ange: “(…) Mientras las leyes sean como hasta

hoy, usemos algunos velos; la sociedad nos constriñe a ello. Pero resarzámonos en silencio (…).”

(Sade, 1999, p. 49). Los instructores del vicio también hacen énfasis en usar la imaginación, la

sensatez y la prudencia, para que los crímenes no sean expuestos ante la sociedad, puesto que

“(…) El único escollo que hay que vencer en el primero de esos caminos [(el camino del vicio)]

es la opinión de los hombres (…).” (Sade, 1999, p. 23). D

En forma de una serie de consejos, Dolmancé da ejemplos a Eugenia sobre cómo debería

proceder para evitar ser expuesta, a continuación los presentaremos como las siguientes

instrucciones. (Séptima) conservar los secretos y procurar actuar de forma solitaria, (octava)

desconfiar siempre de los que parecen sernos más cercanos, (novena) evitar tanto como se pueda

tener cómplices, (décima) si se tiene cómplices, deshacerse de ellos una vez nos hayan servido,

(undécima) usar “todas las artimañas, todas las imposturas” (Sade, 1999, p.76) que pueda sugerir

el espíritu para acercarse más que nunca a la víctima antes de inmolarla.

La instrucción número doce es ser engañosos. Dolmancé resalta particularmente la falsedad,

expresando no conocer “otra cosa que sea tan necesaria para la vida” (Sade, 1999, p.76).

Argumenta que un individuo sincero fracasará siempre en medio de una sociedad falsa, dentro de

24
la cual recurrir a la falsedad y el engaño, es casi siempre un modo seguro de triunfar, a diferencia

de la virtud, que solo resulta útil cuando se aparenta en público, lo cual no deja de ser un triunfo

de la falsedad. El libertino añade que formas de engaño como el disimulo y la hipocresías son

necesidades impuestas para triunfar en la sociedad, incluso se usa como ejemplo, mencionando

que aunque probablemente es el ser más corrompido del mundo, la mayoría de sus

conciudadanos lo conciben como un hombre honrado gracias a sus engaños. Su experiencia le

basta para considerar que el engaño permite acceder a todas las formas de satisfacción, al tiempo

que conservar una imagen pública impecable. Puede resumirse su instrucción sobre la falsedad

en sus siguientes palabras (Sade, 1999):

Dolmancé: (…) Entreguémonos siempre pues, sin remordimientos a la más insigne falsedad;
considerémosla como la llave de todas las gracias, de todos los favores, de todas las reputaciones, de
todas las riquezas, y ahoguemos tranquilamente la penilla de haber engañado para alcanzar el excitante
placer de ser un bribón. (pp. 77-78)

La treceava y última instrucción es respetar y conservar a los amigos mientras “sean útiles

(…) [y] nos sirvan (…) [y olvidarse] de ellos en cuanto no saquemos nada.” (Sade, 1999, p.122).

Esto porque a las personas solo hay que amarlas por uno mismo y sería un engaño amarlas por

ellas mismas, porque la naturaleza solamente inspira egoísmo en los individuos.

Tales son las instrucciones que debe seguir todo sujeto antimoral sadiano para superar los

obstáculos en su camino a satisfacer todos los impulsos que la naturaleza le inspira, es decir, a la

felicidad sadiana.

En conclusión, hay en la obra de Sade elementos que pueden extraerse e integrarse para

conformar la doctrina sadiana para el crimen que practican los sujetos antimorales sadianos.

Doctrina que propone el crimen organizado con principios e instrucciones como camino a la

felicidad dentro de sociedades corruptas. Su principio materialista consiste en vivir en la

25
naturaleza, según las influencias de esta y sin ilusiones religiosas o morales. Su paradigma de

felicidad es la satisfacción de deseos o inclinaciones que la naturaleza inspira. Justifica el crimen

argumentando que es permitido, promovido y legitimado por la naturaleza, la relatividad moral y

la corrupción social. Finalmente, sistematiza el crimen mediante las trece instrucciones

presentadas.

2. Comparación entre el sujeto antimoral sadiano y el y el personaje Pablo


Escobar de la serie Pablo Escobar, el patrón del mal

En este capítulo se hará una comparación entre el sujeto antimoral sadiano y el personaje Pablo

Escobar de la serie Pablo Escobar, el patrón del mal. La denominación patrón del mal parece

referirse a quien destaca por practicar el mal de modo voluntario, consciente y sistematizado,

rasgo compartido con el sujeto antimoral sadiano, al menos en cuanto al crimen, el cual es una

forma específica del mal. Por lo tanto, la comparación entre estos no carece de sentido, pues a

pesar de los distintos contextos que inspiran tales denominaciones, se pueden relacionar hallando

similitudes y diferencias entre sus modos de proceder criminalmente. No obstante, para llevar a

cabo tal relación resulta pertinente, sino necesario, presentar antes la sociedad y el paradigma de

felicidad alrededor del patrón del mal. Ello permitirá observar una historia entre mediados y

finales del siglo XX bajo la óptica de un conjunto de ideas ambientadas casi siglo y medio antes.

2.1 La Colombia de Escobar

“En Colombia la gente con poder y plata hace lo que le da la gana” (Uribe, Moreno & Mora,

2012).

Pablo Escobar, el patrón del mal es una serie producida por Caracol Televisión entre mayo y

noviembre de 2012. Cuenta con 74 episodios y está ambientada en Colombia, entre los años

1959 y 1993. Según sus productores (Uribe, Moreno & Mora, 2012), el propósito de la serie es

26
presentar al público la verdad de las víctimas y dar testimonio de la valentía del gobierno de

Colombia en su lucha contra la encarnación del Mal en el narcotraficante más famoso del mundo

(Rincón, 2015, p. 94)6. La serie se compone de ficción e historia, basándose en material7 sobre

acontecimientos históricos del país en la época ambientada. Por lo tanto, es válido señalar desde

la historia que la época representada fue “(…) una época de terrorismo (…) [y] de muerte (…).”

(Portafolio, 2018)8. Una Colombia impregnada por problemas como la corrupción y la

desigualdad social que permitieron el florecimiento del crimen y la violencia.

Toda la trama de la serie gira entorno a la historia del personaje Escobar, por tanto, la

descripción de la sociedad ambientada se presentará en relación con la vida de este. De lo

anterior, no sorprende tanto que el primer episodio inicie presentado los crímenes violentos más

famosos orquestados por Pablo Escobar, algunos de los cuales son los asesinatos de Luis Carlos

Galán, Guillermo Cano, Rodrigo Lara Bonilla y los bombazos al DAS y El Espectador. La serie

muestra unos altos niveles de crimen y violencia cuya piedra angular es el patrón del mal. Ello se

introduce desde la infancia de Escobar, a quien muestran siendo un niño de diez años residente

en el Valle de Aburrá, cuando actuaba como un mini patrón del mal que robaba exámenes por

dinero a sus maestros o mentía a su padre para evitar castigos, sin importarle que por ello su

hermano, Alberto Escobar (alias el peluche), fuera golpeado injustamente. Tales crímenes y

violencia del niño, que podrían parecer leves y hasta graciosos, son el punto de partida de una

inmoralidad que persiste y se fortalece en el hombre, en el patrón del mal, cuyas acciones dan

lugar a grandes tragedias en todo el país. Pero entre ambas etapas hay una intermedia, en la que

6
El artículo se titula “Amamos a Pablo, odiamos a los políticos: Las repercusiones de Escobar| el patrón del mal”.
7
La serie se basa principalmente en el libro La parábola de Pablo, de Alonso Salazar, registros periodísticos y
testimonios de víctimas y victimarios.
8
El artículo se titula “La cepa del mal: Lo que corresponde es superar la página de Pablo Escobar y, en cambio,
como honra a sus víctimas, redoblar la lucha contra el flagelo”.

27
un Escobar de aproximadamente 20 años comienza a ascender desde ser un criminal vulgar hasta

ser un casi patrón. Ello gracias a que se vuelve subalterno del famoso contrabandista Alfredo

Gutiérrez (alias el Alguacil), primero como su guardaespaldas y luego como su socio. En esa

etapa, Escobar refuerza su método criminal aprendiendo a manejar armas y a sobornar. De

hecho, poco después de usar armas por primera vez y de su debut como contrabandista inician

las escenas de sicarito y de corrupción de las autoridades nacionales. Luego, la intensidad del

crimen y la violencia se incrementa junto con el aumento de las riquezas y el poder de Escobar,

sobre todo cuando se vuelve narcotraficante, merito que parece merecerle el título de patrón

(Uribe, Moreno & Mora, 2012). El narcotráfico le permitió lograr sus pretensiones de forma

relativamente sencilla, pues casi siempre podía satisfacer sus deseos mediante el uso de la

riqueza o el crimen. Pero también corría grandes riesgos, pues se veía envuelto en alianzas o

rivalidades con actores poseedores de un poder similar al suyo. Precisamente, los choques entre

dichos actores llevaron a una violencia que superó por mucho a la causada por el contrabando. El

gobierno colombiano fue uno de ellos, en tanto participante y causa de los conflictos, pues por un

lado, la desigualdad social dio lugar a que muchos ciudadanos intentaran ascender social y

económicamente a como diera lugar, por otro, la corrupción en el país permitió que los

narcotraficantes se fortalecieran. Sobre esto, cabe mencionar que el periodista colombiano Omar

Rincón (2015, pp. 100-101) se refiere a Colombia como una sociedad que legitimó y continúa

legitimando “modos paralegales” de ascender social y económicamente (Rincón, 2015, p. 101):

Somos sociedades de la exclusión y la inequidad donde «el ascender» legítimo, vía educación y trabajo,
no es posible, ya que solo una pequeña parte logra ir a la universidad y habitar la sociedad del trabajo bien
remunerado; y en estas sociedades donde «hay que salir adelante a las que sea» (es decir, conseguir dinero
para participar de la sociedad del mercado), las opciones están reducidas al deporte, la prostitución, la
corrupción, el crimen y el narco: todas vías «legitimadas» desde la moral y la razón popular. Por eso
habitamos, todos, como sociedad, la mente narco y la cultura narco, esa del todo vale para triunfar.

28
La periodista colombiana Rosa María Cárdenas (2012) aborda de forma más concreta la

relación entre Pablo Escobar y su contexto del siguiente modo:

(…) se muestra todo el contexto que hizo posible el surgimiento de este personaje, a las nuevas
generaciones (millones de colombianos que hoy ven la serie no habían nacido o no tenían uso de razón
cuando Escobar cometió sus sangrientas fechorías), se les ilustra sobre la laxitud con que la sociedad vio
al comienzo el surgimiento del narcotráfico; la soledad en que dejó al brillante e impetuoso ministro de
Justicia Rodrigo Lara Bonilla; la manera como la clase política facilitó su vergonzosa llegada al
Congreso; quiénes fueron sus aliados; de qué manera muchos empresarios 'ilustres' hicieron negocios con
él; por qué las autoridades militares y de policía no lo capturaron a tiempo; quiénes fueron sus cómplices
al interior de la Fuerza Pública; por qué el Estado le diseñó una legislación a su gusto para que se
entregara; por qué ese mismo Estado le construyó una cárcel en sus terrenos y cuidado por sus propios
compinches; cómo pudo darse el bochornoso espectáculo de la 'Catedral' y la fuga del capo, y por qué
finalmente la Constituyente abolió la extradición.

Se representa entonces a un Estado colombiano cuya debilidad y corrupción fue la raíz de

todos los males, el punto de partida para violentos conflictos entre narcotraficantes, guerrillas, el

gobierno colombiano, grupos paramilitares e incluso el gobierno estadounidense. Conflictos que

devastaron al país y lo invistieron de terror, dolor e incertidumbre. En la serie esto es

ejemplificado mediante los conflictos entre el grupo paramilitar MAS (Muerte A Secuestradores)

y la guerrilla MR20, o entre los extraditables y el Gobierno. Estos se llevaron a cabo con armas

de gran potencial destructivo (bombas, bazucas, ametralladoras, etc.) que dejaron una gran

cantidad de víctimas. Un ejemplo de los gobiernos considerados débiles en la época fue el

encabezado por el presidente Alfonso López Michelsen (1974-1978), al cual se acusa de

negociar con los narcotraficantes, quienes ofrecieron pagar la deuda externa del país para que los

dejaran vivir en paz. Ante el fracaso de esa estrategia, los narcotraficantes - encabezados por

Pablo Escobar - recurrieron desmesuradamente a la violencia como forma de persuasión que les

permitiera evitar castigos severos, como señala el siguiente artículo del diario portafolio (2018):

29
[Escobar tenía una] “(…) mente brutalmente criminal, apoyada en una fortuna sin límites, en una
inteligencia diabólica y una total falta de escrúpulos (…)”, le dijo a este diario el expresidente César
Gaviria -quien como mandatario lo padeció y lo combatió- (…) Este hombre, tan malvado como
ambicioso (…) para defenderse de la extradición y escudado en el ‘preferimos una tumba en Colombia
que una cárcel en Estados Unidos’, (…) desató un infierno con más de un centenar de atentados con
bombas que programaba donde más dolor causaran. En centros comerciales el día de la madre (…) se le
ocurrió al malvado. O hacer explotar un avión de Avianca en vuelo (…). O lanzar un bus sin frenos, (…)
lleno de explosivos contra la sede del DAS, donde murieron 66 personas y dejó centenares de heridos. En
esa demencia pagaron con sus vidas o con la pérdida de libertades personas valerosas y valiosas. (…) Una
lista interminable de miembros de la justicia, el Ejército, el periodismo, miles de gentes del común, así
como centenares de policías, cuyas vidas en la libreta del infame personaje costaban entre uno y dos
millones de pesos cada una.

Así pues, se tiene que el contexto ambientado en la serie Pablo Escobar, el patrón del mal

representa a una sociedad colombiana mal gobernada entre los años 1959 y 1993. Impregnada de

una crisis social que legitimaba una ética de “todo se vale para triunfar”, lo cual tuvo como

consecuencia el nacimiento y fortalecimiento del narcotráfico, más las tragedias que este

fenómeno trajo consigo.

2.2 Un probable paradigma de felicidad para el contexto del patrón del mal

“El pensar como pobre, te deja siendo pobre” (Uribe, Moreno & Mora, 2012).

Este apartado intenta exponer el paradigma de felicidad predominante en la serie, lo cual resulta

arriesgado, puesto que en la serie poco se habla de buscar la felicidad. Sin embargo, en este

trabajo se asume el riesgo de asociar la búsqueda de “la buena vida” que realiza Escobar con la

búsqueda de la felicidad. El riesgo es aún mayor al proponer que este personaje representa las

aspiraciones de la mayoría de sus conciudadanos, sobre todo de los pobres. Para empezar, cabe

aproximar la felicidad libertina de la doctrina sadiana para el crimen con el ideal de “buena vida”

que perseguía el patrón: ambas apuntan a la satisfacción de las pasiones. Pero se necesita ir más

allá de esto para proponer un paradigma de felicidad que envolviera al patrón, pues surgen

30
cuestiones como (1) ¿Qué deseos predominan en tal sociedad? Y (2) ¿Qué factores son

determinantes para satisfacerlos? Sobre lo primero, si para los libertinos la mayor satisfacción

era correrse, para Escobar y sus conciudadanos (sobre todo sus socios y empleados) la

satisfacción se orienta menos a la sexualidad y más a la acumulación de bienes materiales e

inmateriales: riqueza, poder, prestigio, mansiones, aviones, etc. Podría decirse que ese ideal de

buena vida es el más difundido porque encierra aquello de lo que carecen las masas colombianas,

en su mayoría compuesta por personas de baja clase social inmersas en la pobreza que se

esfuerzan por “vivir bien” en medio de una sociedad en crisis 9, lo cual ejemplifica el mismo

Escobar. Teniendo esto en cuenta, un paradigma que encajaría parcialmente para el contexto del

patrón del mal es el que la socióloga marroquí Eva Illouz y el psicólogo español Edgar Cabanas

describen y critican en su libro Happycracia (2019).

Para empezar, en Happycracia los autores critican lo que consideran el paradigma de felicidad

soportado por la psicología positivista. Según Illouz y Cabanas (2019) tal soporte en realidad es

débil y engañoso, porque la ciencia detrás de tal paradigma “parecía comportarse más como el

brazo académico de la ideología neoliberal y del capitalismo de consumo que como la ciencia

neutral y objetiva sobre el bienestar humano que afirmaba ser.” (p. 11). El paradigma está

diseñado para la lógica social de sociedades neoliberales y consumistas, lo que facilita vincularlo

con la serie, pues si bien el neoliberalismo adquirió fuerza en Colombia a finales del siglo XX,

fue precedido durante un largo tiempo por el bipartidismo entre los partidos liberal y

conservador, lo cual da cuenta de que la ideología liberal fue fundamental para la lógica social

colombiana de la época ambientada. Ahora bien ¿Cuáles son las características de un paradigma

de felicidad orientado al neoliberalismo y al capitalismo de consumo? Los autores mencionan

9
En el apartado anterior se presentaron las características de la mencionada crisis social.

31
que la principal es establecer la felicidad como objetivo obligatorio para todo ser humano, un

imperativo universal, pero cambiante, difuso y sin un fin claro, lo que hace de la felicidad una

meta insaciable e incierta. En adicción, las condiciones de la felicidad no dependen de lo externo

al sujeto (por ejemplo: el destino, la sociedad o la suerte), sino de su interioridad, dependiendo

principalmente de su perfil psicológico (Illouz y Cabanas, 2019):

Ahora la felicidad se considera como un conjunto de estados psicológicos que pueden gestionarse
mediante la voluntad; como el resultado de controlar nuestra fuerza interior y nuestro auténtico yo; como
el único objetivo que hace que la vida sea digna de ser vivida; como el baremo con el que debemos medir
el valor de nuestra biografía, nuestros éxitos y fracasos, la magnitud de nuestro desarrollo psíquico y
emocional. (p. 8)

Así, este paradigma presiona a sus seguidores a seguir unas reglas para alcanzar una felicidad

indefinida. Plantea que la felicidad requiere: [ser] individualista, sincero consigo mismo,

determinado, resiliente, automotivado, optimista y muy inteligente emocionalmente (Illouz y

Cabanas, 2019, p. 10). Los autores agregan que para el paradigma tal perfil psicológico garantiza

al individuo ser feliz, pues sus cualidades le permiten conseguir una “buena vida” por él mismo,

independientemente de cualquier consideración social, económica o circunstancial, porque el

individuo es el único responsable de sus éxitos y fracasos en un mundo donde “cada cual obtiene

lo que se merece” (Illouz y Cabanas, 2019, p. 9).

¿Pero qué se entiende como “buena vida” en una sociedad liberal o neoliberal? Básicamente,

la vida de excesiva riqueza, consumo y acumulación. Esto se refleja en la serie mediante las

aspiraciones de “progreso” de Escobar, quien ya de niño roba para conseguir dinero, ambición

que se intensifica con el tiempo. Por ejemplo, en su juventud, cuando apenas era un profanador

de tumbas, admira y envidia al Alguacil por su buena vida, la cual se expresa en su nave

(automóvil), su mamota (dama de compañía) y su escolta. Luego, Escobar empieza a trabajar

32
para el Alguacil movido por el deseo de tener una vida igual o más buena que la de este. Tal

deseo es tan intenso, que incluso promete suicidarse si no consigue su primer millón de pesos –

suma considerablemente grande en la época - en un plazo de 5 años, como si considerara que

vivir sin ser rico no valiera la pena. De hecho, eso es totalmente coherente en un contexto donde

pues la calidad de vida se mide por la acumulación y el consumo, pues a mayor riqueza, mayores

posibilidades de vivir mejor. Escobar desde niño se esfuerza por lograr su vida llena riquezas y

buena posición social. Por ello no sorprende que en un contexto donde lo externo le condenaba a

ser pobre, decidiera no abandonar su conducta inmoral, sino reforzarla hasta convertirse en un

patrón del mal que impusiera su voluntad, mediante su ética del todo vale y los modos

paralegales para el progreso que menciona Omar Rincón (2015). A fin de cuentas, si concebimos

que el paradigma de la felicidad que siguió Escobar es similar al de psicología positivista, se

entiende que él solo intentó obtener lo que creía que merecía, a cualquier costo, pues aunque su

contexto era corrupto y socialmente desigual, sus fracasos o triunfos eran enteramente su propia

responsabilidad. Por eso persigue a como dé lugar su buena vida soñada, asegurándose siempre

la victoria, aunque por ello deba hacer trampa. De ese modo también rinde homenaje al

mandamiento para los vivos que su mama le enseño: “lo importante no es competir, sino ganar”

(Uribe, Moreno & Mora, 2012).

Es cierto que el paradigma de felicidad de la psicología positiva expone un perfil psicológico

que no abarca tan bien la complejidad del patrón del mal como lo haría la descripción del

paranoico que realiza el psicoanalista italiano Luigi Zoja 10. No obstante, se aproxima en tanto

10
En su libro Paranoia: la locura que hace la historia (2013), el psicoanalista italiano Luigi Zoja menciona varias
características de los paranoicos que podrían describir muy bien el perfil psicológico de Escobar, entre estás están
las siguientes: (1) son inteligentes, críticos (excepto consigo mismos) e irónicos, (2) creen poder convencer al
interlocutor con su discurso, porque se presentan poseedores de la verdad, (3) tienen defectos que no cuestionan,
sino que proyectan en los demás (megalomanía, envidia, codicia, etc. ), (4) se preocupan por conocer infinitos
detalles (5) sus sospechas y desconfianza son excesivas y distorsionadas, porque ven enemigos por todas partes y

33
que se refiere a un individuo perseverante, determinado, auto motivado, optimista y hasta cierto

punto poseedor de inteligencia emocional que se esfuerce por satisfacer su deseo de vivir bien

(ser feliz). Sumado a esto, Escobar también se obsesiona con obtener y consumir sin descanso

una gran cantidad de bienes materiales e inmateriales, lo cual demuestra que a pesar de satisfacer

muchos de sus deseos, no alcanza su vida soñada. Esta parece ser tan indefinida y difusa como la

felicidad en el paradigma de la psicología positiva, por lo que no sorprende que Escobar nunca

deje de sentirse insatisfecho, pues “a menudo la ciencia de la felicidad [, de forma similar al ideal

de la buena vida,] no solo no da lo que promete, sino que además genera resultados paradójicos e

incluso indeseables.” (Illouz y Cabanas, 2019, p. 12).

2.3 Conexiones entre el sujeto antimoral sadiano y el personaje Pablo Escobar

“Hay tres formas de hacer las cosas: como usted cree, como ellos creen y como yo digo”

(Uribe, Moreno & Mora, 2012).

En esta sección, finalmente se comparan los procedimientos criminales del patrón del mal y del

sujeto antimoral sadiano. Para ello se buscaron relaciones entre las acciones del método criminal

del primero – erigido por Escobar sobre los consejos de su madre, el Alguacil y Doña Graciela -

y las trece instrucciones de la doctrina sadiana para el crimen que sigue el segundo.

sienten un síndrome de acorralamiento, el cual lleva a que si alguien les ofende responden con una ofensa
exageradamente mayor, pues creen que la ofensa sufrida es solo el principio de una persecución (7) sus ideas son
como verdades religiosas, cuya modificación es herejía, (8) se obsesionan por explorar minuciosamente las formas
de derrotar a sus enemigos, (9) intentan adelantarse a las intenciones de sus enemigos destruyéndolos primero, (10)
pueden ver lejos en el futuro y esperar con paciencia su ataque, pero una vez este inicia se da de forma impaciente y
exagerada (prisa paranoica), como si cobrara su espera, (11) saben a dónde quieren llegar, recorren un sendero
inclinado, al principio lentamente, pero en cierto punto no pueden detenerse y se precipitan hacia abajo
descontroladamente, , (12) su razonamiento tiene elementos de verdad, pero niega al adversario su humanidad, su
calidad de hombre y lo reduce a culpabilidad

34
Para empezar, (1) ambos actúan sobre un principio materialista que se reduce a obtener placer

de satisfacer los deseos, ya sea desde una antimoralidad sustentada en la naturaleza (sujeto

antimoral sadiano) o una ética inmoral del “todo vale” (Escobar). (2) a raíz de eso,

necesariamente rechazan voluntaria o involuntariamente la religión y la moral, puesto que el

sujeto antimoral sadiano es ateo y aunque Escobar se considera seguidor de la religión católica –

se encomendaba a Dios, la virgen y el divino niño de Atocha-, desde muy temprana edad no

vacila en transgredir los mandamientos de tal religión. Incluso en la adultez, cuando fornica,

miente, roba o asesina no muestra duda o arrepentimiento, por el contrario, parece experimentar

un auténtico goce de la trasgresión11. Es más, muestra cierto desprecio por la virtud cuando no

logra corromperla. Esto se observa en sus deseos de destruir a enemigos como Luis Carlos

Galán, Guillermo Cano y El coronel Jiménez, a quienes se refiere como personas que valen la

pena y por eso mismo deben ser asesinados. El patrón, amante del dinero, considera que la virtud

no da beneficios. Por ello no sorprende que pregunte a su cuñado, Fabio Urrea, si quiere estudiar

una carrera universitaria o hacer plata y, además, mencione a su hermano que el dinero está en

las cosas arriesgadas, como el narcotráfico. Escobar también lleva sus ataques a la virtud en el

aspecto sexual, pues gusta de someter sexualmente - y a veces de forma muy humillante -a

mujeres vírgenes a cambio de dinero. Su complacencia por el triunfo del crimen y la derrota de la

virtud es tal, que realiza grandes fiestas para celebrar sus transgresiones, ya sean directas

11
En La ética del psicoanálisis, seminario dictado por Jacques Lacan, el autor dedicó una conferencia llamada El
goce de la transgresión. De ella inferimos que el Yo formado con la imagen del otro sigue una cierta ley de igualdad
formulada en la noción de voluntad general. Tal ley le hace retroceder ante la idea de hacer daño al otro y constituye
una barrera para el goce, el cual se da solo en la sublimación individual que tiene lugar cuando el hombre se rebela,
dejando de amar al prójimo como a sí mismo y convirtiéndose en un hombre que persigue con placer, en vez de
culpa, su satisfacción propia sobre la ajena. Un hombre así, no siente culpa al descargar su impulso de agresividad
sobre el prójimo, pues puede ser una forma de hallar placer o al menos evitar el displacer de dirigir tal pulsión sobre
sí mismo. Consideramos que el patrón del mal es esta clase de individuo, pues su megalomanía hace que en lugar de
reflejarse en los demás, los considere inferiores y procure someterlos a su voluntad, pues él, como segundo hombre
más importante del mundo después del Papa, tiene el derecho de aplicar despóticamente su ley de “plata o plomo”.

35
(ejecutadas por sí mismo) o indirectas (ordenadas por él y ejecutadas por sus subalternos). Por lo

anterior, Escobar difícilmente puede considerarse un fiel del catolicismo, y aunque lo fuera, sería

uno que conoce y acepta un sufrimiento eterno en el infierno a cambio del placer terrenal, pues

prioriza imponer su voluntad y lograr su satisfacción personal a todo costo, llegando a rebasar sin

pudor alguno los límites más condenados por los hombres y por la misma divinidad a la que

rinde culto.

(3) Mientras que el sujeto antimoral sadiano solo dirige su sensibilidad a sí mismo, Escobar

parece orientar parte de esta hacia su familia, pues festeja o sufre las cosas buenas o malas que

ocurren con ella. No obstante, a menudo se le muestra lejos de su esposa, sus hijos y su madre, a

quienes profesa la mayor parte de su amor. Las ocasiones en que está con ellos les miente y

ofende de forma desvergonzada. A esto se suma su actitud autoritaria para con ellos, pues casi

siempre intenta someterlos a su voluntad, lo cual hace que su amor por sus seres queridos sea

cuestionable, pues recurre a la inmoralidad y, en todo caso, está por debajo de su amor propio.

(4) Sus procedimientos criminales también comparten el rechazo a la vergüenza y el apego a

la crueldad, pues al igual que el sujeto antimoral sadiano, el patrón no vacila en ser cruel con

quienes se oponen a sus objetivos. Por ejemplo, cuando Don Aldemar (vecino que lo conocía

desde niño) lo denuncia por robar un banco, el patrón ordena asesinarlo para vengarse y

conseguir salir de prisión pronto. A esto se suma que dispara a sangre fría a un mecánico peruano

que lo delataba con la policía peruana y asesina por asfixia con una bolsa a un agente del DAI, el

cual le había capturado por tráfico de drogas. Su crueldad también se manifiesta en una frase que

más parece una ley, la cual impone a sus víctimas, esta es: “plata o plomo”. Ella encierra también

un desafío de voluntades que casi siempre ganó Escobar, condenando a la muerte o la corrupción

36
a una gran cantidad de policías, políticos, jueces, magistrados, abogados, periodistas, candidatos,

campesinos, etc.

(5) Como Escobar llega a ser tan transgresor de leyes como lo es el sujeto antimoral sadiano,

su “ética del todo vale” también es una forma de antimoralidad. (6) ahora bien, otro rasgo

compartido es la precaución ante las leyes. El patrón demuestra conocerlas bien y no solo se

cuida de ellas sobornando o amenazando a los defensores de esta (políticos, policías, abogados,

etc.), sino que también busca formas de usarlas en su favor, tales como volverse congresista para

modificar las leyes y legalizar el narcotráfico. Tras fallar en el intento y ser expuesto

públicamente como un criminal, Escobar presiona al gobierno para que se prohíba la extradición

de colombianos (sobre todo EE.UU.), desde la constitución política. También, se sirve de las

leyes en varias ocasiones para aligerar las condenas penales de algunos miembros del Cartel de

Medellín12, tales como Pedro Motoa, su hermano Alberto Escobar, algunos de sus sicarios y las

suyas propias.

(7) A diferencia del sujeto antimoral sadiano, el patrón del mal procura no actuar solo sino

tener un ejército de subalternos que ejecuten sus órdenes, por ejemplo, se procura una red de

espías en la policía, el ejército y el gobierno que le mantienen informado sobre las acciones en su

contra, además, establece un ejército de aproximadamente 2.000 sicarios que ejecutan sus

órdenes de realizar extorsiones, secuestros, asesinatos, robos, amenazas, etc. No obstante, a

menudo ordena que las cosas se hagan únicamente según su voluntad, aun cuando su madre, su

esposa y sus socios estén en contra de esta, lo cual no sorprende puesto que el patrón se

considera el segundo hombre más importante del mundo después del Papa, lo cual da sentido a

12
En la serie, el Cartel de Medellín es liderado por Escobar de principio a fin, de los otros miembros que llegó a
tener la organización, los más importantes fueron “Los extraditables”, compuestos por el Mariachi, Marcos Herbert,
los hermanos Motoa, Doña Graciela, Gonzalo Gaviria, Alberto Escobar y Fabio Urrea.

37
que perciba su criterio como algo casi sagrado. Ejemplos de esto son su incursión en la política,

sus alianzas con el MR20 y algunos de sus atentados, pues siempre intenta convencer a sus

cómplices de que su decisión es la mejor y aunque no lo consiga de igual modo procede, así sea a

las espaldas de estos. Ello, sumado a la negación de sus crímenes a quienes no fueran cómplices

bajo su voluntad y que no le representarán una amenaza, demuestra que si bien Escobar no es tan

inflexible como el sujeto antimoral sadiano para conservar sus secretos, no deja de ser riguroso

en tal aspecto.

(8) El hecho de que a menudo Escobar se aleje de su familia y además la engañe

frecuentemente, sirve como un indicio de que se asemeja al sujeto antimoral sadiano al

desconfiar hasta de los más cercanos, lo cual también se observa en las relaciones con sus socios,

pues desconfía de estos, sobre todo cuando se oponen a su voluntad, porque considera que

posiblemente conspiran en su contra.

(9) Ya se ha mencionado que Escobar tiene muchos cómplices, pero (10) cuando estos se

rebelan y en lugar de ser útiles pueden exponer sus secretos, el patrón hace todo lo posible por

deshacerse de ellos, tal como procede el sujeto antimoral sadiano. Por ejemplo, para evitar que

sus secretos, crímenes y debilidades sean expuestos y usados en su contra, ordena los asesinatos

del ex coronel Pedraza, alias Yuca, Jorge, el piloto Harry Bill y de los asesinos de Galán,

mientras que hace amenazar a Crisanto Pérez e incluso invadir una prisión con un helicóptero

para liberar a dos de sus sicarios más leales.

(11) Tanto Escobar como el sujeto antimoral sadiano usan todas las artimañas e imposturas

que pueda sugerir su espíritu para acercarse más que nunca a su víctima antes de inmolarla. En

esas situaciones, Escobar se muestra más afectuoso de lo normal: da obsequios, abrazos o besos

a sus víctimas; les expresa cariño, comprensión y bondad, justo antes de amenazarlas u ordenar

38
asesinarlas. (12) Lo anterior es una de las formas en que Escobar es engañoso, asemejándose al

sujeto antimoral sadiano. A esto se suma las mentiras que dice a su familia, sus socios, la

sociedad, pues a menudo recurre a la falsedad, hipocresía y riquezas para procurar que los demás

lo vean como quiere ser visto. Por ejemplo, ofrece mucho dinero a quienes él mismo identifica

como personas “pobres y necesitadas”, con la finalidad de contratar a trabajadores responsables,

honrados y con ganas de progresar para que laboren en su empresa autosostenible (el Cartel de

Medellín). Sumado a esto, regala dinero y hasta casas a la gente que pide su ayuda, razón por la

que mucha gente lo considera un héroe, al punto de que le llaman “el Robín Hood criollo”.

Además, a pesar de que no tiene reparos para considerarse un “bandido” entre sus cómplices, se

muestra ante la sociedad como una persona virtuosa, honesta y honrada. Incluso fue escogido y

resaltado por el pueblo como honorable congresista de la república. Imagen que trata de proteger

todo lo que pudo, incluso cuando es expuesto como un criminal y considerado como tal por la

mayoría de los colombianos.

(13) Escobar también se asemeja al sujeto antimoral sadiano en cuanto respetan y conservan a

los amigos mientras les son útiles y los hacen a un lado cuanto no lo son. Para el patrón del mal

sus amigos son aquellos que le reportan satisfacciones y se someten a su voluntad. Cuando deja

de ser así, los irrespeta y siente tal desconfianza por ellos, que los amenaza e incluso ordena sus

asesinatos. Por ejemplo, cuando se siente amenazado por el Alguacil, su “amigo” y promotor en

el crimen, no duda en amenazar con hacer daño a la familia de este. Además, tras tener una

fuerte discusión con su socio Marcos Herbert - a quién llamaba “amigo “y “miembro de su

“familia” - , finge reconciliarse con él: lo abraza, le besa en la mejilla y le expresa su cariño.

Inmediatamente después Escobar se dedica a deshacerse de Herbert, primero mediante el

asesinato, pero ante los riesgos que ello le representa, resuelve entregarlo al gobierno, lo cual

39
también le da la satisfacción de aligerar los ataques que este hace en su contra. Luego, ocultó su

artimaña contra Herbert a la mayoría de los otros miembros del Cartel de Medellín. Algo similar

ocurre con sus socios Hernán Valencia y Pablo Correa, quienes tenían problemas con el Cartel de

Cali: cuando Gildardo Rodríguez, líder de este, pide a Escobar que se encargue de Valencia y

Correa a cambio de algunos millones de dólares, Escobar lo usa de excusa para ordenar el

secuestro de sus socios, a quienes asesina tras robar todas sus propiedades y dinero. Esto también

lo mantuvo en secreto tanto como pudo. En adicción, asesina a dos de sus socios y amigos más

leales: Arellano y Ramada. Ello porque Ramada reclama que su dinero fue robado por uno de los

sicarios del patrón. Este último ordena regresar el dinero a Ramada a cambio de que se le pague

impuestos. Cómo Ramada considera injusta la petición de Escobar y se niega a obedecer, este se

ofende y ordena matarlo junto con Arellano, quien defiende pasivamente a Ramada. Luego

ordena hacer un asado con sus cadáveres para darlos de comer a diversas personas en La

Catedral. En adicción, cuando una anciana lo salva de morir por una enfermedad adquirida en la

selva, Escobar la llama su mejor amiga y le da dinero, abrazos y besos, justo antes de ordenar

asesinarla para evitar que hablara de él con las autoridades. Ejemplos menos violentos, pero no

menos descarados son estos: (a) llama amigo al senador Santorini cuando este satisface sus

pretensiones, mientras que cuando no lo hace, le considera corrupto y lo hace a un lado; (b)

cuando Alberto Villamizar hace de intermediario para lograr que Escobar – Quien intentó

asesinarlo, secuestró a su esposa y asesinó a su cuñado Luis Carlos Galán- llegue a un acuerdo

con el gobierno del presidente Gaviria, el patrón lo considera su mejor amigo, a pesar de que

Villamizar le expresa no aceptar tal vinculo. También, cuando Regina Parejo rechaza seguir

siendo su amiga y amante, Escobar amenaza con hacerle daño si decide estar con alguien más.

40
En conclusión, a pesar de la diferencia entre las épocas y las sociedades en que se inspiran la

doctrina sadiana para el crimen y la serie Pablo Escobar, el patrón del mal, el método criminal

que ejecuta el patrón del mal para lograr sus objetivos, es parecido de un modo u otro al del

sujeto antimoral sadiano. Tales objetivos se orientan a conseguir la felicidad, ya sea esta

entendida como la satisfacción de deseos principalmente ligados al libertinaje o la acumulación

de poder que permita tener una buena vida. Además de que ambos persiguen sus objetivos a

través del crimen, también convergen al interiorizar la crueldad, la desconfianza, la falta de

vergüenza, imponer la satisfacción propia sobre la ajena, etc.

Conclusiones
A lo largo de los dos capítulos se desarrolló la doctrina sadiana para el crimen y luego se

comparó el desenvolvimiento criminal de quien la práctica, es decir, el sujeto antimoral sadiano,

con la figura del patrón del mal de la serie. De lo primero se obtuvo una doctrina que, siguiendo

ideas sadianas, se construye sobre un principio materialista y una sistematización del crimen

cuya finalidad es la felicidad. El principio consiste en vivir en la naturaleza desde el ateísmo y la

antimoralidad, mientras que la felicidad se asocia con la satisfacción de deseos y el crimen es

organizado por instrucciones entre las que se destaca ser cruel, sinvergüenza, hipócrita,

hedonista, y anteponer siempre la satisfacción propia a la ajena. En cuanto al segundo objetivo,

se encuentra que las acciones criminales del personaje Pablo Escobar son compatibles de muchas

maneras con los principios e instrucciones que sigue el sujeto antimoral sadiano. A esto se

agrega que ambos recurren al crimen para satisfacer sus deseos como vía a obtener ya sea el

ideal de la felicidad o de la buena vida en medio de sociedades corruptas.

Mencioné en la introducción que inicialmente quería hacer mi tesis estableciendo una relación

entre algunos personajes sadianos y mis vecinos, pero debido a las dificultades de tal proyecto

41
opte por abordar la siguiente pregunta: ¿Puede entenderse el personaje Pablo Escobar, de la serie

Pablo Escobar, el patrón del mal, a partir de personajes criminales de la obra de Sade? Los

resultados de tal labor no calman del todo las inquietudes que tengo desde mi infancia, pero

considero que es un ejercicio valioso abordar la representación de un colombiano que practicó el

crimen como un modo de “progresar” y relacionarla con la actitud de personajes sadianos

elaborados por el Marqués hace más de dos siglos. Conectar representaciones distantes y

recientes en el tiempo sobre un asunto tan impactante para la sociedad colombiana como lo es el

crimen, tan presente intensamente en la historia del país desde mucho antes de Escobar hasta

nuestros días, aporta herramientas valiosas para pensarlo.

A propósito de la reflexión sobre la persistencia del crimen en el tiempo, resalto que la serie

repite al inicio de todos sus episodios la frase “quien no conoce su historia está condenado a

repetirla”. Me parece que ella encierra mucha ironía y humor negro, pues recuerdo a los niños de

mi comunidad jugando a recrear la serie con los roles de patrones y sicarios. Roles que algunos

quizá interiorizaron de más, pues se convirtieron en criminales. En adición, varios de los adultos

que mencioné antes siguen repitiendo su culto al crimen en sus parrandas. Pensar en tales

recreaciones, repeticiones y exaltación del crimen me llevan a imaginar la posibilidad de que el

Escobar histórico leyera las obras de Sade y rindiera culto a sus personajes. De ser así, considero

que tendría cierto sentido pensar que lo que condenó a Escobar a repetir el crimen, no fue su

ignorancia, sino su conocimiento, el conocimiento sadiano de que el camino criminal es una ruta

de prosperidad dentro de sociedades decadentes, inmorales y corrompidas.

Finalmente, tras este trabajo espero llevar a cabo futuras investigaciones sobre el impacto que

tiene el conocimiento del crimen en comunidades que padecen pobreza, corrupción y

desigualdad social. Creo que ahondar en fenómenos de culto al crimen que se pueden dar en

42
ellas, como “narcoculturas” y “narcofilosofías”, resulta importante para explorar las condiciones

que promueven la repetición del crimen, lo cual podría arrojar modos más efectivos para su no-

repetición que el mero conocimiento de la historia.

Referencias

Sade, M. d. (1999). La filosofía en el tocador (traducción de Beatriz Vitar). Madrid, España:

EDIMAT LIBROS.

Moreno, C. et al. Y Uribe, J. et al. (2012). Pablo Escobar, el patrón del mal. [Serie de

televisión]. Colombia: Caracol Televisión.

Jean, R. (1990). Un retrato del Marques de Sade (traducción de Alberto L. Bixio). Barcelona,

España: Gedisa Editorial.

Sade, M. d. (2016). Justine o las desgracias de la virtud (traducción de José Ramón Monreal).

Barcelona, España: Narvona Editorial.

Sade, M. d. (2009). Juliette o las prosperidades del vicio (traducción de Pilar Calvo). Barcelona,

España: Tusquets Editores.

Cabanas, E., & Illouz, E. (2019). Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad

controlan nuestras vidas. Editorial Planeta.

Pinilla, J. S. (2013). Situando a Sade. Anales del seminario de historia de la filosofía, 481-504.

Recuperado de: https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/44057/41656

Rincón, O. (2015). Amamos a pablo, odiamos a los políticos: Las repercusiones de escobar| el

patrón del mal. Nueva Sociedad, (255), 94-105. Recuperado de:

https://ezproxy.uninorte.edu.co:2167/docview/1661372358?accountid=41515

43
Urtuzuástegui, J. V. (2011). Justine o la crítica política, ética y psicosocial de la sádica

actualidad. Polis, 7(1), 141-173. Recuperado de: file:///E:/Audacity/help/v7n1a6.pdf

Escobar: La macabra página que Colombia quiere superar. (2018). Portafolio. Recuperado

de: https://search.proquest.com/docview/2140501725?accountid=41515

Rosa María Cárdenas Lesmes. (2012). 'El patrón del mal' y la historia. Portafolio. Recuperado

de: https://search.proquest.com/docview/1018000797?accountid=41515

Moliner, M. (1998). DICCIONARIO DE USO DEL ESPAÑOL [I-Z]. Editorial Gredos.

Lacan, J. (1988). LA ETICA DEL PSICOANALISIS (traducción de Diana S. Rabinovich). (pp.

231-248). Barcelona, España: Ediciones Paidós.

Zoja, L. (2013). Paranoia (traducción de María Julia De Ruschi). (pp. 1-41) Buenos Aires,

Argentina: Fondo de Cultura Económica.

La cepa del mal: Lo que corresponde es superar la página de pablo escobar y, en cambio, como

honra a sus víctimas, redoblar la lucha contra el flagelo. (2018). Portafolio. Recuperado

de: https://search.proquest.com/docview/2140866982?accountid=41515

Omar. (2016). Por fin triunfan los malos: La ilegalidad cool de las series de televisión. Nueva

Sociedad, (263), 150-159. Recuperado de:

https://search.proquest.com/docview/1809932033?accountid=41515

Conde Soto, F. (2017). El “Kant con Sade” de Jacques Lacan: renuncia al deseo y sadismo en el

imperativo categórico kantiano. Anales Del Seminario De Historia De La Filosofía, 34(2), 469-

485. Recuperado de: https://doi.org/10.5209/ASHF.56111.

44
Sauval, M. (2012). La estructura del deseo sádico. Acheronta (27), 72-88. Recuperado de:

https://www.acheronta.org/pdf/acheronta27.pdf

Medina, A. (15 de Noviembre de 2015). Sade o el lado oscuro del deseo. El Espectador.

Recuperado de: https://www.elespectador.com/opinion/opinion/sade-o-el-lado-oscuro-del-deseo-

columna-599456

Seifert, M. (2012). Lazos de familia en la Revolución. Tensiones y cruces entre lo público y lo

privado en Filosofía en el tocador del Marqués de Sade y en Noventa y tres de Víctor Hugo.

Hápax, 11-27. Recuperado de: http://www.revistahapax.es/V/Hpx5_Art1.pdf

Gacharná, J. (2011). Sade y Kant: infortunios de la virtud e imperativos del vicio. Bajo palabra,

253-260.

ALBERT CAMUS' CALIGULA AND THE PHILOSOPHY OF THE MARQUIS DE SADE.

(2013). Philosophy and Literature, 37(2), 360-373. Recuperado

de: https://search.proquest.com/docview/1464752745?accountid=41515

Guerrero, V. y Amaya, S. (2017). El imaginario de la guerra a través del lenguaje de la televisión

y las elecciones presidenciales de 2014 en Colombia. Papel Político, 22(2), 253-278. Recuperado

de: https:// doi.org/10.11144/Javeriana.papo22-2.iglt

Zapata, G. B. (2017). Aproximación a la narcocultura como referente de la construcción

identitaria de jóvenes en México. Cotidiano - Revista de La Realidad Mexicana, 33(206), 59–67.

Recuperado de:

http://ezproxy.uninorte.edu.co:2141/login.aspx?direct=true&db=a9h&AN=127750183&lang=es

&site=ehost-live

45
Le Brun, A. (2008). SADE (traducción de Silvio Mattoni). Buenos Aires, Argentina: Ediciones

Literales.

46

También podría gustarte