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ENTRE LA NÁUSEA Y EL COMPROMISO, ANÁLISIS DEL EXISTENCIALISMO


SARTREANO A LA LUZ DE LA NOVELA EL LECTOR DE BENHARD SCHLINK

OSCAR ARISMENDI PIEDRAHITA

TUTORA: MARÍA EUGENIA ORTIZ

UNIVERSIDAD DEL VALLE

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA DE CIENCIA DEL LENGUAJE

LICENCIATURA EN LENGUAS EXTRANJERAS

SANTIAGO DE CALI, COLOMBIA

2016.
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TABLA DE CONTENIDOS.

Pag.

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….3

1. JUSTIFICACIÓN………………………………………………………………..............7
2. OBJETIVOS…………………………………………………………………………….10
3. ANTECEDENTES………………………………………………………………...........11
4. METODOLOGÍA……………………………………………………………………....15
5. MARCO TEÓRICO…………………………………………………………………....19
6. ANÁLISIS DE LA OBRA
6.1 EL DESCUBRIMIENTO DEL ESPEJO…………………………..............................43
6.1.1 El imaginario Sartreano……………………………………………..................43
6.1.2 El Ser en-sí y Para-sí…………………………………………………..........…. 53
6.1.3 Mirar-nos…………………………………………………………………..........75
6.2 UN JUICIO DE MALA FE…………………………………………………………….92
6.2.1 Mala fe…………………………………………………………………………...93
6.2.2 Libertad…………………………………………………………………..........118
6.2.3 Compromiso…………………………………………………………………...162
6.3 LIBERTAD CONDICIONAL……………………………………..............................197
6.3.1 Psicoanálisis existencialista…………………………………………………...198
6.3.2 Literatura comprometida……………………………………………..............224
6.3.3 El existencialismo es más que un humanismo……………………….............247

CONCLUSIÓN………………………………………………………………………………..268

REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS………………………………………………………..272
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―El hombre nace libre, responsable y sin excusas”

J.P Sartre

INTRODUCCIÓN

Este trabajo es el reflejo de la búsqueda personal y académica que emprendimos al


descubrir el grandioso poder de las letras. Durante nuestra carrera universitaria esperábamos
encontrar alguna base, lo suficientemente fuerte, para enfrentar la inmensidad del universo
humano. Nunca estuvimos satisfechos con las respuestas que nos ofrecían el Estado, la Familia,
la Iglesia o la Escuela, encontrábamos absurdas sus verdades y, aún más absurdas, sus posiciones
frente a la búsqueda de verdades. Fue en el último nivel de literatura en francés donde tuvimos
nuestro encuentro religioso con el Ser: Llegó el Existencialismo es un Humanismo; un texto
aparentemente simple que le confiere al individuo el poder de elegir. Fue la primera vez que
sentimos una comunicación profunda con algo tan inerte como el papel. Llegó Jean Paul Sartre
con su idea de libertad; una idea que no encierra al Hombre en cuatro paredes sino que lo empuja
a la acción; encontramos una forma de reflexionar que no exige rendirse a otro mito o leyenda.
Desde entonces, empezamos una investigación sobre los postulados existencialistas y sus
respectivas obras; fascinados por el matrimonio explicito entre filosofía y literatura emprendimos
un viaje, por tan prolijos campos del pensar, que nos condujo a realizar este proyecto.

Pretendemos en este análisis literario explicar, a nuestros lectores, las principales ideas
que expresa el existencialismo Sartreano. Es una síntesis donde tratamos de hacer el puente entre
el pensamiento sartreano y nuestra realidad. La obra de J.P Sartre es muy extensa y, además,
bastante densa. Por esto queremos servir como un primer acercamiento entre ideas tan profundas
y nuestras conciencias tan cuadriculadas; actualmente, creemos, nuestro contexto es dominado
por tabúes y clichés, pareciese que nuestra realidad simula un oscurantismo medieval. Queremos
poder comunicar por qué el Existencialismo es un Humanismo; por qué existir es posible sin
esclavizarse a una mentira; por qué todo nos parece tan falto sentido; por qué el poder lo tiene el
individuo y no el objeto; por qué se puede pensar.

En un mundo donde la información y materialidad sólo nos hace sentir más pequeños,
dependientes y serviles, queremos poder conversar con nuestros compañeros como Sartre lo hizo
con nosotros. Queremos poder revitalizar al Otro como la literatura lo hizo con nuestro espíritu.
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Queremos poder compartir el Poder. Queremos al Hombre como único Ser responsable de los
significados que construya en y para su vida: ―… ¿Qué significa aquí que la existencia precede a
la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que
después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque
empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay
naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla.‖ (Sartre, 1946/2000).

Para la configuración de este trabajo se estudiaron, durante un año y medio, las obras
más relevantes de nuestro autor en cuestión, en paralelo con los autores trabajados durante los
cursos de literatura en francés. Acompañados de los estudiantes y la tutora de esta monografía,
durante 3 semestres, tratamos de buscar el texto que mejor se acomodara a la comunicación que
buscábamos. Pudimos haber utilizado alguna de las obras propias de Sartre, pero dado que el
trabajo está dirigido a nuestros compañeros de la Escuela de Lenguas, después de un arduo
trabajo de selección y análisis, decidimos que el relato que funciona como nexo y base es El
Lector de Bernhard Schlink, el cual se leyó en clase de literatura francesa para ilustrar la triada
fundamental: lectura-escritura-literatura, en la comprensión del mundo. Creemos que este libro, y
su versión cinematográfica, proporcionan una puesta en escena ideal para tener una conversación
con la crítica Sartreana. El dilema moral y la forma en que se trabaja la literatura están expuestas
de una forma idónea para las intenciones de este trabajo. Consideramos que para un lector de
nuestro marco referencial, estudiante de la Universidad del Valle, le será mucho más sencillo
seguir los golpes Sartreanos a través de la línea de El Lector y reflexiones de la voz de Michael
Berg. Utilizaremos a este personaje, y su travesía por el mundo de postguerra alemán, para
dialogar con el mismísimo Sartre lo más fluido posible.

Se utilizará como marco teórico los conceptos expresados por Sartre puntualmente en El
Ser y La Nada. Sin embargo, su complejidad es tal que utilizaremos apuntes de El
Existencialismo es un humanismo para no extraviarnos dentro las fórmulas filosóficas sartreanas.
Esta conferencia, expuesta el 29 de octubre de 1945 y publicada al año siguiente, busca hacer
accesible al gran público la filosofía existencialista; explica la trascendencia de una libertad
individual hacia la verdadera liberación del Ser a través de lo colectivo; dejar la vida como una
empresa autónoma encerrada en sí misma, es decir, asumir la vida como un proyecto en
constante reformulación.
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El análisis está dividido en tres partes, siguiendo la dinámica de El Lector que también
consta de tres partes:

Capítulo 1. El descubrimiento del espejo: en nuestro primer episodio explicaremos las


bases filosóficas, psicológicas y literarias que usa J.P Sartre para construir su discurso. Usaremos
el enamoramiento de Michael, personaje principal de El Lector, para estudiar las relaciones de lo
imaginario con lo real, cómo se capta el mundo, la fenomenología Sartreana, qué son los deseos,
qué es el pensamiento y el acto. Nos adentraremos en la mente humana, trataremos de evidenciar
cómo nos relacionamos con el mundo; un intento de entender cómo opera nuestra conciencia y
porqué se asegura que es libre.

Capítulo 2. Un juicio de Mala Fe: en el segundo episodio usaremos las herramientas de


la crítica Sartreana, que se estudiaron en el primer capítulo, para seguir los enfrentamientos
éticos y morales que tiene Michael. En el segundo capítulo de El Lector nos piden enjuiciar a una
mujer que representa la maldad en el mundo; junto a Sartre realizaremos esa operación.
Discutiremos sobre justicia, verdad, deber, responsabilidad y compromiso. Trataremos de
acercarnos a la compleja moral Sartreana y la pondremos a prueba; reflexionaremos sobre la
posibilidad de hacernos responsables de la justicia universal, sobre la posibilidad de criticar y
hacer parte de algo tan grande como una elección.

Capítulo 3. Libertad condicional: en el último episodio de nuestro trabajo,


apoyándonos en las experiencias y encuentros de Michael, buscaremos darle fin a nuestro propio
viaje. Así como nuestro personaje tendrá unos encuentros que le permiten, finalmente,
entenderse y asumirse, esperamos que el lector pueda finalizar su primer recorrido por la obra
Sartreana. Profundizaremos, lo que más se nos permita, la base fundamental del pensamiento
existencialista: Estamos condenados a Ser Libres. No importa si nos encerramos en una prisión o
si nos encerramos en el abstracto de un trabajo; aun así, no se puede escapar a la condena de
siempre Ser los únicos responsables de nuestros actos.

Este trabajo es un estudio introductorio a los postulados de Sartre en cuanto al


Existencialismo. No se puede enmarcar como un estudio crítico sobre el pensar del autor;
resultan evidentes las pocas bases que se manejan para un ejercicio de dicha magnitud. El
presente proyecto es un primer acercamiento académico riguroso a la obra del pensador francés,
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que será la base para un futuro acercamiento que pretendemos llevar a cabo sobre la literatura
francesa y sus exponentes.
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1. JUSTIFICACIÓN

La realización de una lectura analítico-critica como la que se pretende en este trabajo es


de suma importancia ya que permite acercarse, observar, visualizar aspectos y situaciones de un
contexto ajeno, pensamientos e ideologías predominantes de una época diferente, constructos
psíquicos y culturales del momento de Otro individuo pensante, todo esto, por medio de las
palabras y visión de un autor, de un escritor. Esta monografía resulta importante porque permite
generar un puente que atraviesa el tiempo y el espacio de los Hombres para conectarnos con
espíritus y realidades del pasado, del Otro, de lo externo, de lo diferente, de otras conciencias. Es
importante porque reafirma el valor de la libertad de los individuos al ponerlos como eje central
del análisis. Es importante porque invita al estudio de la filosofía a través de la literatura y,
viceversa, invita al estudio de la literatura a través de la filosofía. Básicamente, para un
estudiante de lenguas extranjeras la tarea de un análisis filosófico-literario contribuye
enormemente a su preparación y formación como licenciado, puesto que, ello le permite realizar
paralelos y nexos entre su preparación académico-técnica y su formación personal, difíciles de
lograr bajo otras metodologías de investigación. Por otra parte, se acerca a la lengua extranjera a
través de un estudio psicosocial, dícese ser un análisis cultural, y al mismo tiempo, se construye
una reflexión personal entre la filosofía y la literatura, dícese ser un análisis interpersonal. En
últimas, se estimulan simultáneamente la adquisición de la lengua extranjera y el análisis de los
fundamentos del Ser.

Ahora, aunque que la literatura francesa es de un carácter tan amplio, la necesidad de


estudiar, en específico, los preceptos existencialistas de Sartre se hace imperativa cuando se
miran los antecedentes o trabajos previos realizados en nuestra institución, para analizar y
acercarse al pensamiento de dicho autor. Existen sólo cinco trabajos de pregrado, oficialmente,
registrados en la base de datos de tesis de la Universidad del Valle, que tienen a Sartre como
objeto de estudio directo. Más sorprendente aun, sólo hay dos trabajos hechos en nuestra Escuela
de Ciencias del lenguaje sobre el mencionado autor. Esto no parece tan grave, sin embargo, al
poner estas cifras en contraste con las más de 10 tesis, que observé en las listas de datos de la
Escuela, realizadas sobre literatos franceses como Albert Camus o Simone de Beauvoir, ya se
genera una leve ―sospecha‖ del porqué este cuasi inexistente interés en tan renombrado
exponente de la lengua francesa. Sartre, quien justamente influenció de manera directa los
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pensamientos de los dos autores mencionados anteriormente, únicamente ha sido analizado en


dos ocasiones por nuestros antecesores. Si ya se han hecho tantos aportes y profundizaciones
sobre el existencialismo francés a través de Camus y Simone de Beauvoir, creemos que sería
prudente hacer énfasis en un autor de la misma talla, para no entrar en jerarquizaciones
innecesarias, como lo es Sartre.

Entonces, Hemos decidido realizar nuestro análisis literario acerca de la novela El Lector
porque plantea un fuerte dilema moral, ya que el tema es el Holocausto y la forma en la que han
de ser juzgados los culpables. Escrita por el profesor de leyes y juez alemán Bernhard Schlink,
fue publicada en Alemania en 1995 y fue traducida a treinta y nueve idiomas. Entonces, es El
Lector la columna vertebral que servirá para explicar la controversial relación que se genera
entre el Hombre y su elección. Además, creemos que el diálogo entre los futuros lectores y el
existencialismo sartreano se producirá de forma más nítida, concisa, y efectiva a través de la obra
de Bernhard Schlink gracias a su estilo y minimalismo lingüístico. Comprender que la
motivación de Sartre es la de sacar al hombre del auto-engaño y obligarlo a asumir su
responsabilidad, la responsabilidad de existir, que trata de escribir al mismo tiempo que se
compromete con la existencia y promete dejar un legado para los Hombres libres, será posible
siguiendo las aventuras de los protagonistas de El Lector, siguiendo sus elecciones y reflexiones,
siguiendo sus sueños y acciones.

De hecho, pretendemos en esta investigación dejar una base clave para los futuros
interesados en el análisis e investigación de la literatura y filosofía francesa. No sólo para los
estudiantes de la Escuela nuestra, sino para todo el conjunto Universitario, ya que, inclusive, en
el Departamento de Filosofía y La Escuela de Estudios Literarios se registran pocos aportes
sobre la vida y obra de J.P Sartre, por no decir nulos. Este desinterés por parte de la academia
local para con nuestro autor no se debe confundir con un desinterés general. Al contrario, de
entrada, en las búsquedas bibliográficas que se han realizado para este trabajo, se notó que en la
academia universal, tanto el autor, como sus preceptos y obras son utilizados con bastante auge,
desde referencias hasta trabajos de investigación completos y libros siguen siendo publicados.
Aunque en la actualidad la cantidad de información que fluye por los medios de difusión es
enorme; asimismo lo son los objetos de estudio literario, el tema del Existencialismo y J.P. Sartre
no han caído en el olvido y aún es eje central de estudio. No creemos que esto sea por
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arraigamiento o fosilización de temas investigativos, pensamos que Sartre es, todavía, de interés
por su invitación a la reflexión y critica. Comprendemos que cualquier obra o articulo invitan al
análisis, pero el autor en cuestión lo hace explícitamente, literalmente, metafóricamente,
analógicamente, activamente, etc. Por lo tanto, la riqueza de sus obras es innegable y
trascendental.

En conclusión, queremos proponer y motivar a la realización de investigaciones que se


sumerjan en el mundo de la literatura y la filosofía simultáneamente. Aunque, hay muchos
ejercicios que forman y fortalecen el ejercicio del pensar, encontramos, para nuestro contexto
como futuros pedagogos de lenguas extranjeras, una riqueza enorme en el hecho de adentrarse en
el análisis de obras que han trascendido el tiempo y el espacio. En lo personal y profesional, la
cantidad de herramientas y recursos que nos proveerá este trabajo serán inmensurables. Ahora,
pensando en nuestra comunidad científica más inmediata, no podríamos estar más convencidos
de su aporte e impacto. Es que, justamente, una lengua es mucho más que un simple compendio
de signos, resulta ser una compleja empresa de diálogos y más diálogos; resulta ser la operación
de conciencias libres, por eso, un estudio donde el investigador es el verdadero eje central ilustra
una dialéctica efectiva. Por ello, tal vez, uno de los factores que tanto imposibilitan la formación
de calidad en profesionales del francés es la poca práctica y espacios que se tienen a la hora de
un verdadero contacto para con el idioma. Es más, nuestra Escuela de lenguas promueve
estrategias que se basan en la comunicación significativa más que en la adquisición y uso de
estructuras, y aun así difícilmente se perciben las voces de los implicados. Es por todo esto que
una investigación literaria de la obra completa de J.P Sartre se justifica, además de hacerse
imperativa. Desde nuestra propia persona, como futuros pensadores del lenguaje, hasta el cuerpo
académico en general estamos urgidos de promover y realizar investigación crítica sobre la
literatura. Un futuro promotor del pensar no puede hacerlo si no sabe realmente reflexionar.
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2. OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

 Analizar los rasgos fundamentales del pensamiento de J.P Sartre en la obra El Lector de
Bernhard Schlink

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Identificar las personas, lugares, acontecimientos y principales líneas teóricas que


influyeron en el desarrollo del Existencialismo Sartreano.
 Explicar los rasgos y conceptos fundamentales expuestos en la filosofía de Sartre.
 Analizar la relación entre el Existencialismo Sartreano y la literatura.
 Realizar una lectura existencialista de la novela El lector.
 Exponer la filosofía existencialista sartreana a través de la novela El Lector.
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3. ANTECEDENTES

Haciendo una revisión detallada de las investigaciones precedentes sobre Sartre y sus
obras tanto en la Universidad del Valle, y más en concreto, en nuestra Escuela de Ciencias del
Lenguaje, encontramos muy pocos referentes o trabajos en los cuales basarnos. Aunque existe
una amplia cantidad de investigaciones que realizan exploraciones sobre el existencialismo y sus
preceptos, muy pocos toman a Sartre como problema central de dichos estudios. De hecho, existe
una buena cantidad de proyectos sobre análisis literarios que se enfocan en temas filosóficos,
autores y sus obras; claro ejemplo es la lista con más de 10 monografías en la Escuela de
Lenguas que toman a Camus o Simone de Beauvoir como base de análisis. Sin embargo,
logramos encontrarnos con dos monografías dentro de nuestra Universidad que tratan
directamente la ideología de J.P Sartre: Una concepción sobre la libertad en "Les Mouches" de
Sartre realizada por C.C Roldán (2009), y El problema de la libertad en Sartre realizada por D.
M. Becerra (1996).

El primero y más importante de los referentes a tomar como antecedente es Una


concepción sobre la libertad en "Les Mouches" de Sartre (2009) realizada por Roldán. La misma
autora, nos explica que el trabajo tiene por objeto mostrar que Les Mouches, obra literaria de
Jean Paul Sartre, funciona como herramienta de comprensión de una filosofía de la libertad. Esta
investigación se desarrolla en dos capítulos. El primero titulado "Filosofía de la libertad", dice
Roldan, que en esta primera parte se presenta la concepción de la libertad que profesa Sartre en
sus ensayos filosóficos L'etre et le neant y L'existentialisme est un humanisme. También nos
explica, que en este capítulo se descubre, en primer lugar, la base existencialista que define la
condición del hombre como un ser inevitablemente libre, lo que constituye los fundamentos
filosóficos de su idea de libertad. Posteriormente, siguiendo las palabras de Roldan, se revela la
importancia de la acción en la construcción del ser y en la ratificación de la libertad en situación;
después, se muestran los posibles límites de la libertad pero que Sartre señala más que como
límites, como una condición para que ésta se dé. Finalmente, Roldan expone las implicaciones
que representa para el hombre el hecho de ser libre. El segundo capítulo lleva por título "La
libertad en Les Mouches", en el cual, dice su autora, se exponen las razones que llevan a afirmar
que la teoría sobre la libertad que sustenta en su filosofía, se manifiesta en esta obra; se
identifican algunos personajes o símbolos que representan la libertad o falta de ella. También se
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encuentran varios aspectos que configuran la libertad absoluta de Orestes (el protagonista).
Asimismo, es evidente una presentación de la actitud correcta frente a este rasgo ineludible en el
hombre (libertad), que se expresa en la responsabilidad y el compromiso.

Este trabajo es fundamental por varias razones. En primer lugar, su primer capítulo es una
presentación sintética de la filosofía del autor que pretendemos analizar y, dicha síntesis, resulta
una base significativa, un punto de partida estable para introducirse en la comprensión de la
filosofía Sartreana. En segundo lugar, este trabajo es el más actualizado que ofrece la
Universidad del Valle donde el eje central es, justamente, la filosofía de J.P. Sartre; un trabajo
hecho por una estudiante de Lenguas, de hecho, es el único realizado en más de una década, por
lo dicho, resulta imprescindible para mi acercamiento al Existencialismo de Sartre el tomar como
apoyo la investigación hecha por una colega de la Escuela. En tercer lugar, su segundo capítulo,
aunque no tiene una metodología clara, ofrece una especie de análisis literario, dicho esto, y
teniendo en cuenta que nuestro trabajo sí es explícitamente un análisis de letras, los aportes que
pueden ofrecer este trabajo precedente son innegables, desde lo conceptual hasta lo estructural.

El segundo referente a tomar como antecedente es El problema de la libertad en Sartre


(1996) realizada por D. M. Becerra. Su autora nos explica que esta monografía está centrada en
el tema de la libertad, la cual dentro del Existencialismo de Sartre es eje fundamental del hombre
y, en especial, del hombre contemporáneo. El existencialismo como doctrina filosófica, nos dice
Becerra, aparece expresada claramente en toda la obra de Jean Paul Sartre. Considerado como
una de las personalidades francesas más polémicas de nuestro tiempo por sus planteamientos
filosóficos y su compromiso intelectual; Sartre en su filosofía concilia las propuestas
kierkegaardianas con el método fenomenológico de Husserl. Según Becerra, el problema de la
libertad implica además aproximarse a otros conceptos expuestos por Sartre tales como la
elección, la responsabilidad, la angustia, la mala fe, etc. Nos comenta, Becerra, que esta
investigación se organizó en tres capítulos y es presentada de la siguiente forma: el primer
capítulo en el que, después de hacer una introducción general a algunos aspectos del
existencialismo, se hace una breve presentación del existencialismo Sartreano a partir de la
lectura de la obra El existencialismo es un humanismo. Explica que el segundo capítulo consiste
en lograr un acercamiento a los principales planteamientos sobre la libertad, principalmente los
desarrollados en la obra filosófica más fundamental de Sartre, El ser y la nada, en especial, en la
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parte IV, capitulo I. Y, para finalizar, Becerra dice que en la tercera parte de su proyecto se busca
una concreción más práctica de lo propuesto por Sartre sobre la libertad, en su obra literaria El
diablo y Dios.

Este trabajo, curiosamente, tiene un diseño muy similar al que vimos en el primer
antecedente; ambos exponen la teoría de Sartre y luego la analizan usando una obra del autor en
cuestión. Por ende, su aporte más importante es el teórico. Sartre y la síntesis que hacen de sus
preceptos son los aportes claves que nos ofrecen estos trabajos. Sin embargo, no exponen
claramente un marco teórico o metodología, falencia que superaremos usando los antecedentes
que mencionaremos a continuación. Por ahora, lo anterior no le quita pertinencia a estos trabajos
dentro de nuestra investigación, por ejemplo, el trabajo de Becerra (1996), a pesar de lo des-
actualizado, es un trabajo realizado por una licenciada de Filosofía, entiéndase que su manejo de
la dialéctica filosófica ha de proveer cierta confianza terminológica que, posiblemente no
encontraríamos en el primer antecedente.

Ahora, como el tema a tratar en nuestra investigación no es la elucidación de un concepto


en particular como se evidencia en los dos primeros antecedentes, sino explorar el
Existencialismo en un marco más amplio, y a la ves profundo, encontramos oportuno tomar otras
dos monografías que tienen estrecha relación con nuestro objetivo; dichas investigaciones no
sólo nos sirven de base por su temática y autores a tratar, sino, especialmente, porque en ellas se
recoge, se evidencia, un arduo trabajo de síntesis que se ha realizado en La Escuela de Ciencias
del Lenguaje tratando de profundizar en autores franceses y su literatura. Por ejemplo, Camus y
Simone de Beauvoir son dos de los autores que más han sido analizados trabajados y
profundizados, año tras año, en la facultad a la que pertenezco. Efectivamente, es en dos
proyectos donde, en lo personal, encontramos la mejor síntesis que se puede recoger de tantas
investigaciones que se han hecho sobre estos autores: La philosophie de l'absurde dans le roman
la Chute d' Albert Camus, Jean Baptiste Clamence, le representant de son epoque, E. Valencia
(2007) y El concepto de feminidad en el libro Le Deuxième sexe de Simone de Beauvoir D. M.
García (2010). Concretamente, sus aportes más significativos a nuestro trabajo son el marco
teórico y metodologías. Justamente, son investigaciones con una estructura muy cuidada y
detallada, de las cuales hemos podido tomar referentes metodológicos y teóricos importantes.
Son el ejemplo preciso que seguimos en cuanto a forma y estilo para el desarrollo de nuestro
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texto y, además, que nos han dado una base bibliográfica significativa en cuanto métodos de
análisis literario. Finalmente, es de reconocer la profundidad a la que llegan dichos trabajos a la
hora de esbozar y esquematizar las teorías de sus autores a analizar-sintetizar, y por esto, también
nos aportan una base teórica en cuanto a Existencialismo se trata.

Como se dijo con anterioridad, este trabajo se encuentra en el dilema de ser un tema
tratado fuertemente dentro de la academia general, pero cuya investigación local para con el
mismo es de una carencia considerable. Este dilema se dificulta, aún más, teniendo en cuenta que
no tenemos un acceso directo a la bibliografía nacional o internacional. Es cierto que a través de
las bases de datos se tiene acceso a buenas revistas, lastimosamente no son muy competentes
para proveer libros o trabajos completos, al menos eso reveló nuestra búsqueda bibliográfica. No
tratamos de excusarnos, la búsqueda de referentes actualizados y pertinentes fue una de las
labores más rigurosas de este trabajo. Por todo lo dicho, para sobrellevar nuestro dilema,
utilizaremos dos trabajos críticos muy recomendados por la crítica académica para abordar el
tema de Sartre y sus conceptos:

El primero, Por los Caminos de Sartre de C.U. Merino (2005). Este libro es un viaje
cuidadoso sobre los diversos aspectos del trabajo del pensador francés, en especial su producción
literaria y activismo político. Este trabajo desarrollado por Merino, quien por cierto es
colombiana, lo encontramos como obra capital para alguien de nuestro contexto a la hora de
enfrentarse al pensar de Sartre. La autora de este trabajo ha dedicado su vida intelectual al
estudio de la filosofía Sartreana y nos comparte sus hallazgos en esta obra. Para los primeros
intentos de acercarme a los preceptos de Sartre este trabajo fue imprescindible, al no ser una
traducción y tener una imagen precisa de los principales núcleos del pensamiento Sartreano, nos
acompañó en la lectura de nuestro autor a analizar. El segundo trabajo, El Siglo de Sartre de
B.H. Lévy (2001) es sin duda alguna otra de las obras capitales a usar como antecedente. El autor
de esta obra goza de enorme reputación en la academia francesa, además de ser precursor de la
defensa y estudio de los preceptos filosóficos existencialistas. El trabajo de Lévy ofrece una
lectura específicamente crítica e interpretativa de Sartre y por las instancias de nuestra
investigación resultó uno de los apoyos más sustanciales al momento de confrontar la teoría
sartreana.
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4. METODOLOGÍA

La metodología de este trabajo tiene características muy especiales que lo diferencian


radicalmente de sus antecedentes y otros trabajos revisados. Usamos una combinación de
diferentes métodos de análisis literario, diferentes metodologías de escritura y discusión de
textos. La idea es utilizar las metodologías que se ajusten a la situación del lector en el instante
mismo de la lectura, no se reduce a una estrategia analítica única; no se encierra en una sola
hermenéutica. Esto quiere decir que no se limita únicamente a una investigación bibliográfica, a
un análisis literario, a un estudio comparativo de epistemologías filosóficas, a un estudio
sociológico del autor y su contexto, a un estudio psicoanalítico tanto de la obra como de los
autores, a una clasificación de categorías literarias y filosóficas, a una discusión con otros
investigadores sobre los temas en cuestión, a una lectura cooperativa entre varios compañeros, a
un estudio ontológico de conceptos filosóficos. No se limita a ninguna de estas formas de estudio
porque las usa todas; decimos que la metodología de este trabajo es uno de sus mejores aportes al
compendio académico inmediato, o por lo menos, es un intento de coordinar la literatura con la
praxis pedagógica, un intento de reflexión significativa. Al combinar la mayor cantidad de
herramientas analíticas, que se pueden fácilmente sincronizar en el ámbito de las letras, se
multiplica considerablemente el nivel de interiorización, análisis, categorización, etc., de la
lectura que se hace de una obra. Fue posible combinar diferentes estrategias debido a la cantidad
de tiempo que se invirtió al trabajo, el apoyo de una tutora muy capacitada y el avance de las
Tics.

En resumen, trabajamos durante cuatro semestres completos. Los dos primeros, los
usamos para la preparación, análisis y síntesis bibliográfica; para ello utilizamos los cursos de
literatura en francés a cargo de la tutora, las discusiones, textos y compañeros. Todo esto para
investigar detalladamente y en paralelo los textos sartreanos, para así realizar síntesis entre los
diferentes textos con una grado de sustancia mucho más elevado del que se consigue en una
lectura individual o clásica. El acompañamiento de estudiantes de niveles avanzados de francés,
los textos que estaban en concordancia para con los temas del existencialismo y la propia
metodología de la tutora, de insistir en sus clases en la reflexión activa y la participación de sus
estudiantes, potenció enormemente el grado de efectividad y productividad de la investigación.
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Lo que en principio sería el análisis de una novela de Sartre se convirtió en el estudio, casi que
completo, de toda su obra en cuestión, al mismo tiempo que se analizaron otros textos bajos
diferentes dinámicas.

El primer semestre se trabajó con el curso de Literatura en Francés IX. El tema estaba
relacionado con el conflicto armado en Colombia y la Justicia. Los textos que se trabajaron
comprendían autores como Camus, Balzac, Onfray, etc., los cuales se discutían siempre en
clases; de hecho muchos talleres consistían en debates organizados. Dicho lineamiento resultó
muy beneficioso para trabajar las obras de teatro de Sartre y sus novelas, la cuales se centran en
estudiar, precisamente, los temas de la justicia, la moral y la guerra. Al mismo tiempo que las
intervenciones de nuestro análisis alimentaban la clase, se retroalimentaba nuestro trabajo gracias
a la interacción con los compañeros y textos en cuestión.

El segundo semestre se trabajó con el curso de Literatura en Francés VIII. El tema estaba
relacionado con la literatura y sus implicaciones en la sociedad. Los textos que se trabajaron
comprendían autores como Beauvoir, Sartre, Poe, Víctor Hugo, etc., y los textos, que también
seguían los parámetros de ser analizados bajo talleres de debate y discusión, estaban muy
alineados con el tema de la crítica literaria; de hecho, en este periodo descubrimos El Lector, la
novela-foco que resultaría idónea para servirnos como apoyo ilustrativo del Hombre y lo que
implica su libertad en situación. En pocas palabras, la lectura de los textos de Sartre se hizo
relativamente fluida gracias a la conjugación de diferentes espacios de discusión e interacción.

Luego, trabajamos dos semestres más, pero este tiempo se destinó a un trabajo más
individual y privado bajo la orientación exclusiva de la tutora. En este espacio nos centraríamos
en la parte de escritura propiamente del trabajo. El tiempo que se le invirtió no resultó ser menor
que el que implicaba la agenda de asistir puntualmente a todos los cursos de literatura y asumir
los talleres; efectivamente, usar diferentes metodologías de análisis implica grandes cantidades
de tiempo. Las Tics apoyan y reducen mucho la carga laboral, aun así, usar diferentes marcos es
obligarse a la constante re-lectura, pero, al mismo tiempo, es garantizar una crítica mucho más
potente.

La idea del trabajo se explica fácilmente; exponer los conceptos de nuestro marco teórico,
el existencialismo sartreano, en un lenguaje más accesible, a través de metáforas y
comparaciones más cercanas a nuestro contexto y forma de lenguaje. Para ello, usamos una
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novela que resulta de fácil entendimiento, aun si la trabajamos en francés: El lector. Esta novela
es originalmente alemana, sin embargo, la narración maneja un estilo que facilita a cualquier
lector su conexión y seguimiento del relato. Toca temas muy complejos de una forma
relativamente sencilla y fácil de digerir en términos de la sofisticación lingüística. Entonces, una
vez analizada la mayor cantidad de obras posibles escritas por Sartre en paralelo con los textos
de los cursos de Literatura; una vez hecha la síntesis de nuestra bibliografía, pasamos a traducir
nuestra aventura a través de la historia del protagonista de la novela-foco. Usamos sus
reflexiones, pensamientos, ideas, experiencias y demás para ejemplificar lo que significa el
existencialismo; así como Sartre usa ejemplos simples y cotidianos en sus obras, la novela
resulta tener el grado ideal de condiciones para ejemplificar, con un texto no sartreano, lo que es
el existencialismo sartreano.

Para escribir el trabajo se analizó capítulo a capítulo de la novela-foco tratando de


sintetizar en cada uno las ideas que expone el existencialismo sartreano; cada semana
sosteníamos una reunión con la tutora donde se evaluaba dicho proceso. El trabajo escrito
consiste en tres grandes capítulos que tratan de exponer las ideas de Sartre, usando como
ilustración, como sustancia, como referencia, la narración de El lector. La metodología es
sencilla, en cada capítulo se esboza una de las temáticas principales de la teoría sartreana; el
primer capítulo explica la ontología y fenomenología de Sartre, el segundo expone propiamente
la idea de libertad sartreana y el tercer capítulo cierra con la exposición de la literatura y praxis
que propone Sartre. Se utiliza como base de análisis la elección que hacen los personajes para
evaluar su relación con la libertad de elección; para las explicaciones usamos las voces tanto de
Sartre como de sus lectores más actuales. Para la voz de Sartre utilizamos el francés, con la
intención de respetar y elogiar la obra de dicho autor, así como la voz de Michael, y el resto de
explicaciones son en español para facilitar la comprensión del lector. Las citas de los textos de
Sartre tendrán la fecha de primera edición para realzar más la significancia de su obra. El marco
teórico se escribió junto a la tutora para lograr expresar de la forma más clara y sencilla posible
las principales ideas sartreanas, se parafraseó para evitar la cita textual y ser lo más concisos con
el lector, los tres libros que usamos representaron una introducción esencial y resultan ser un
apoyo idóneo para las explicaciones directas.
18

Básicamente, al mismo tiempo que Sartre le explica al Lector lo que es el


existencialismo, el Lector le explica a Sartre lo que es la literatura. Nuestra metodología implica
la constante sinergia con el Otro, el constante diálogo e interacción; utilizamos el constante
contacto entre diferentes voces para animar la inercia de las palabras plasmadas en los libros. Los
trabajos que conciernen la literatura y la filosofía no deben ser tratados con viejas fórmulas de un
lector encerrado en sí mismo, por el contrario, cuando se habla de literatura y filosofía es
necesario tener una conciencia con quien compartir y analizar dicha interrogación humana.

Utilizamos, en últimas, una metodología en apariencia algo rigurosa, pero sólo motivados
por el afán de realizar un trabajo acorde a las exigencias de una empresa literaria y que apunta a
filosófica. Los análisis literarios, creemos, deberían ser un trabajo coordinado con los cursos de
lengua de niveles superiores; sería interesante convertir las clases de Literatura en verdaderos
espacios de análisis literario. Al final, no especificamos lo que se hizo semana por semana ya
que, como dijimos en un principio, dependiendo del momento en específico se escogía una
metodología apropiada. Podríamos variar desde perspectivas sociales hasta meramente
estructurales; en todo caso, el texto no se imponía al lector, al contrario es el lector quien elige
como asumir el texto. Esta fue una de las libertades claves que la tutora motiva a usar en sus
clases e implementamos en la construcción de este trabajo.
19

5. MARCO TEÓRICO

Al enunciar los objetivos de este análisis, de una manera bastante explícita, ya se estaba
enunciando el marco teórico del cual se serviría el trabajo: El Existencialismo Sartreano.
Efectivamente, el referente conceptual de donde partirá este análisis será la teoría Existencialista
sartreana, y quien mejor para exponer sus principios que el propio autor en cuestión; J.P. Sartre.
Ahora, la teoría de nuestro autor es tan extensa que condensarla en unas cuantas páginas
resultaría en una ―vulgarizaciñn‖; ejercicio realmente comprometedor. Foulquie (1973), nos
rectifica lo anterior diciendo, ―… su sistema está contenido en L’être et le Néant, voluminoso
libro de 724 páginas de un texto apretado. Esta obra se dirige a los especialistas quienes
confiesan no estar seguros de haberla comprendido bien.‖ (p. 81). Sin embargo, para la suerte de
nuestro trabajo, el mismo Sartre hace un trabajo de ―síntesis‖ en su ensayo El existencialismo es
un humanismo (1946), donde nos expone con precisión su pensar; utilizando un discurso breve,
de fácil acceso para el lector no especializado en la dialéctica filosófica. Por ende, las siguientes
páginas tienen como referente directo dicho ensayo. Aunque las citas son tomadas de la versión
en español hecha por M.C Llerena y V. Paci de Fernández (2000), utilizaremos otros trabajos
para complementar la información, especialmente el libro que tomamos por antecedente de C.U.
Merino, Por los Caminos de Sartre (2005). Pero, dejaremos que sean las palabras textuales del
mismo Sartre las que nos expongan sus ideas. Esto, con la intención de partir de un terreno
seguro y de fácil manejo tanto para el futuro lector como para la investigación.

Existencialismo: Término clave y eje central de todo nuestro trabajo. Para introducirnos
en el tema, nos explica Merino, en su libro Por los Caminos de Sartre (2005), que el movimiento
Existencialista como es caracterizado hoy y con el que se identifica principalmente a J.P Sartre,
comenzó alrededor de la Segunda Guerra Mundial en Francia. Dice, que es interpretado como un
signo profundo y expresión ineludible de una época que marca toda una generación. Nos explica,
que en el Existencialismo se fusionan los paradigmas de absurdo, vacío existencial, crisis de los
valores de la sociedad occidental, el uso de la violencia, el compromiso del intelectual, la
revolución y sus contradicciones. Merino utiliza la expresiñn: ―la esperanza de los
desesperados‖ para enmarcar el sentido de esta doctrina. También nos aclara que el E. aparece
como vía entre el Idealismo y el Materialismo dialéctico, y que por dicha característica, es
fuertemente criticado tanto por ideologías de izquierda o derecha. Merino nos ubica al E. en un
20

mundo que se debatía, y todavía lo hace, entre escoger un sistema americano o soviético, un
mundo donde el intelectual decide no aceptar inclinarse ante los desastres de la historia. La
doctora concluye que como consecuencia de la guerra, el Existencialismo se centra en la
búsqueda de un nuevo humanismo. Dice, que el E. se caracterizara por una función estética y
social la cual se expresará en el acercamiento entre la reflexión teórica y la creación literaria.
Finalmente, Merino nos dice que en el contexto ya descrito, Sartre se propuso crear una
ideología filosófica de la existencia por la cual el ser humano pudiera integrarse a la historia y
asumir sus violencias. (p.63).

Ahora, para centrarse mejor en el tema, el profesor Palmer, en su libro Sartre, para
principiantes (1997), expone las características esenciales que se pueden generalizar del
Existencialismo tanto en Sartre, como en los demás representantes. Para empezar, Palmer expone
que el existencialista tiene características tales como: introducir la vivencia personal en la
reflexión filosófica. Esto, frente a la tradición de que el filósofo debe establecer cierta distancia
entre él mismo como sujeto pensante y el objeto que considera. Prosigue Palmer, diciéndonos
que el Existencialista se sumerge apasionadamente en lo que contempla, hasta el punto de que su
filosofía puede llegar a ser una filosofía autobiográfica. El profesor dice que los temas sobre los
que reflexiona el Existencialismo se mueven alrededor del hombre y de la realidad humana.
También, nos explica que el hombre, para los existencialistas, no es un mero objeto, al contrario,
el hombre es un sujeto en el mundo y abierto al mundo. Según Palmer, para Sartre el hombre se
crea a sí mismo.

Palmer (1997) prosigue y explica que la Libertad es otro de los temas básicos para los
existencialistas. No se trata en ello, sin embargo, de la libertad académica, de la libertad como
presupuesto de nivel moral, sino de la libertad que hace posible la elección y, por lo tanto, la
realización del individuo. Siguiendo las palabras de Palmer, este nos dice que la muerte también
es objeto de atención para los existencialistas. Que el ser para la muerte es el verdadero destino y
objetivo de la existencia humana. Para terminar, Palmer nos aclara, que en el Existencialismo La
conciencia es siempre conciencia de algo, el dato primario del yo es la intencionalidad de la
conciencia y es del mundo pero no se halla en el mundo como las cosas. Finaliza diciendo, ―La
distancia entre el ser y la conciencia es llamada por Sartre "Nada".‖ (p.44).
21

Expondremos ahora los principales postulados del Existencialismo Sartreano como estos nos
son presentados literalmente en su ensayo El Existencialismo es un Humanismo, Sartre (1946).
Además, explicaremos dichos postulados en palabras del Profesor J. Echegoyen, sacadas de su
libro Filosofía Historia de la Filosofía. Volumen 3: Filosofía Contemporánea (1997).

1. Tesis fundamental:

El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que, si Dios no existe,
hay al menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de
poder ser definido por ningún concepto y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger,
la realidad humana. (Sartre, 1946/2000, p.16).

En palabras de Echegoyen (1997), el Existencialismo Sartreano, dice, es un ateísmo


consecuente; puesto que si Dios no existe, no existe la naturaleza humana; por ende el hombre no
tiene esencia o naturaleza, es lo que él mismo se ha hecho. Nos explica, que la desaparición de
Dios del mapa filosófico implica que hay, al menos, un ser cuya existencia no está definida de
antemano: ese ser es el hombre. El hombre está arrojado al mundo y se define por sus acciones.
En definitiva, dice Echegoyen, que esta es la tesis central de Sartre, la cual se expresa en el la
frase: La Existencia Precede a la Esencia. Justamente, para aclarar el significado del enunciado
anteriormente expuesto viene Sartre y nos dice:

¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre
primero existe, se encuentra, surge en el mundo, y que se define después. Si el hombre,
tal como lo concibe el existencialista, es indefinible, es porque comienza no siendo nada.
Sólo será más tarde y será tal como se haga a sí mismo. Así pues, no hay naturaleza
humana, puesto que no hay Dios para concebirla. (Sartre, 1946/2000, p.21).

Esto se resume, según Echegoyen (1997), en que la naturaleza humana equivale a una nada que
se hace progresivamente en el mundo. El hombre se define por sus decisiones y acciones; no por
una naturaleza previa.

2. El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente:

El hombre no sólo es tal como se concibe, sino tal como se quiere, y como se concibe
después de la existencia, como se quiere tras ese impulso hacia la existencia, el hombre no es
22

otra cosa que lo que él mismo se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es
también lo que se llama la subjetividad y lo que se nos reprocha con ese mismo nombre. Pero
¿qué queremos decir por esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o
que la mesa? Pues queremos decir que el hombre comienza por existir, es decir que el
hombre es en primer lugar algo que se lanza hacia un porvenir y algo que es consciente de
proyectarse en el porvenir. (Sartre, 1946/2000, p.22).

Echegoyen (1997), explica esta premisa diciendo que lo que mueve a las personas son sus
proyectos, su preocupación por la realización de su ser; pero estos proyectos y los ideales
involucrados en ellos, no existen previamente a su decisión de realizarlos, no están trazados
previamente por un destino, una naturaleza o una tabla de valores objetivos.

3. El hombre es responsable de sí mismo y de todos los hombres:

Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es y
hacer descansar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y, cuando decimos que el
hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su
estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. (Sartre, 1946/2000,
p.24).

Echegoyen nos dice, en relación a lo anterior, que somos responsables de nosotros mismos
porque lo que somos depende de lo que hemos querido ser, no de un destino divino, ni de una
circunstancia social, ni de una predisposición biológica o natural; pero somos también
responsables de los demás porque al elegir unos valores, elegimos una imagen del hombre tal y
como debe ser. (1997)

4. La libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y


desesperación:

Expone Echegoyen, que la Angustia se da ante el hecho de que es uno mismo el responsable de
sí mismo y de los demás; el desamparo porque la elección se hace en soledad, no existe una tabla
de valores en la que apoyarse, ni ningún signo que nos indique la conducta a seguir, es preciso
inventarse la moral; y que la desesperación porque no es posible un control completo de la
realidad en la realización del proyecto, porque siempre hay que contar con factores imprevistos,
con la posibilidad de que se truequen nuestras buenas intenciones en malos efectos. (1997)
23

5. Es una doctrina de la acción, contraria al quietismo:

El quietismo es la actitud de la gente que dice: Los demás pueden hacer lo que yo no puedo.
La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: Sólo
hay realidad en la acción. Y va más lejos todavía, porque agrega: El hombre no es nada más
que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más
que el conjunto de sus actos, nada más que su vida. (Sartre, 1946/2000, p.55).

Para el Existencialismo Sartreano, explica Echegoyen, sólo hay realidad en la acción, el


hombre existe en la medida en que se realiza, es el conjunto de sus actos y nada más. Este
pensamiento tiene dos caras, dice Echegoyen: por un lado es duro para aquellas personas
descontentas con lo que son, para los que no han triunfado en la vida; estas personas pueden
engañarse diciendo que en realidad el conjunto de sus actos no muestra su auténtica valía,
diciendo que hay en ellos capacidades, talentos o disposiciones desaprovechadas, que el mundo
les ha impedido dar de sí todo lo que realmente son. Pero, por otro lado, para el profesor, esta
doctrina es optimista pues declara que el destino de cada uno de nosotros está en nuestra mano y
nos predispone a la acción, a no vivir de sueños, de esperanzas, a dejar de lado nuestra miseria y
realizar nuestro proyecto: el héroe no nace héroe, se hace héroe; si se es cobarde es como
consecuencia de una decisión, no porque fisiológicamente o socialmente se esté predispuesto
para ello; el cobarde se hace cobarde, pero hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser
por más tiempo cobarde, como para el héroe la de dejar de ser héroe. (1997)

6. Es una doctrina que reivindica la intersubjetividad:

Esta teoría es la única que da una dignidad al hombre, la única que no lo convierte en un
objeto. Todo materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo,
como objetos, es decir, como un conjunto de reacciones determinadas, que en nada se
distingue del conjunto de cualidades y fenómenos que constituyen una mesa o una silla o una
piedra. Nosotros queremos constituir precisamente el reino humano como un conjunto de
valores distintos del reino material. (Sartre, 1946/2000, p.65).

Esto lo entendemos, cuando Echegoyen nos explica que Sartre, aunque parte del cogito como
la verdad indudable, no defiende el aislamiento de la subjetividad, pues considera que sólo en el
trato con el otro, en el reconocimiento que el otro hace de nuestro ser, en la presencia de su
24

mirada, sólo así nos hacemos conscientes de nuestro propio ser, de nuestra propia realidad.
(1997)

7. Frente a la noción de “naturaleza humana” defiende la existencia de la “condición


humana”:

Construyo lo universal eligiendo; lo construyo al comprender el proyecto de cualquier otro


hombre, sea de la época que sea. Este absoluto de la elección no suprime la relatividad de
cada época. Lo que el existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del carácter
absoluto del compromiso libre, por el cual cada hombre se realiza al realizar un tipo de
humanidad, compromiso siempre comprensible para cualquier época y por cualquier persona,
y la relatividad del conjunto cultural que puede resultar de tal elección. (Sartre, 1946/2000,
p.71).

Expone Echegoyen (1997), que aunque no existe una esencia común a todos los hombres,
Sartre cree que sí se puede hablar de ciertos rasgos formales y universales que permiten la
identificación de la humanidad como un todo y el reconocimiento y comprensión del proyecto de
cada individuo y de cada cultura; la libertad, la indigencia de la existencia, la sociabilidad son
estructuras antropológicas que develan la condición humana.

8. Es una doctrina que permite el compromiso moral y la crítica de la conducta


inauténtica:

El problema moral no ha cambiado desde el momento en que se podía elegir entre los
esclavistas y los no esclavistas, en el momento de la guerra de Sucesión, por ejemplo, hasta
el momento presente, en que se puede optar por el M.R.P. o los comunistas. Más sin
embargo, se puede juzgar, porque, como he dicho, se elige frente a los otros, y uno se elige a
sí frente a los otros. Ante todo se puede juzgar (y éste no es un juicio de valor, sino un juicio
lógico) que ciertas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad. Se puede juzgar
a un hombre diciendo que es de mala fe. Si hemos definido la situación del hombre como una
elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus
pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe. (Sartre,
1946/2000, p.80).
25

Según Echegoyen, aunque los valores se inventan en el pensar Existencialista de Sartre, no


todos tienen el mismo valor, pues algunas elecciones están fundadas en el error y otras en la
verdad; la conducta de mala fe, por ejemplo, se basa en el error, en el error de excusarse en las
pasiones, en el determinismo, en el destino, o el error de declarar ciertos valores como existentes
de modo objetivo e independiente de mi voluntad. Explica el profesor, que Sartre reconoce la
actitud auténtica es la de buena fe, la de aquél que asume la responsabilidad completa de su
acción y situación, la de aquél que tiene como lema moral la realización de la libertad propia y
ajena. (1997)

9. Para el existencialismo, el mundo, la vida, no tiene un sentido a priori:

… pero si he suprimido a Dios padre, es necesario que alguien invente los valores. Hay que
tomar las cosas como son. Y, además, decir que nosotros inventamos los valores no significa
más que esto: la vida, a priori, no tiene sentido. Antes de que ustedes vivan, la vida no es
nada; les corresponde a ustedes darle un sentido, y el valor no es otra cosa que este sentido
que ustedes eligen. Declara que Dios no existe, por lo que la vida misma carece de sentido;
sólo se puede hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.
(Sartre, 1946/2000, p.89).

10. El existencialismo es un humanismo:

No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta
unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre no en el sentido en que Dios es
trascendente, sino en el sentido de rebasamiento y de la subjetividad en el sentido de que el
hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo
que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos al hombre que no
hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y
porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un
fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará
precisamente como humano. (Sartre, 1946/2000, pp.93-94).

Echegoyen nos termina por explicar la conclusión del existencialismo Sartreano, diciéndonos
que esta doctrina no valora a la humanidad por la excelencia de alguno de sus miembros, ni por
la supuesta bondad de la humanidad en su conjunto. Dice el profesor, que el Existencialismo
26

Sartreano es un humanismo por declarar que no hay otro legislador que el hombre mismo, por
afirmar la libertad y la necesidad de trascender la situación, de superarse a sí mismo, por
reivindicar el ámbito de lo humano como el único ámbito al que el hombre pertenece (1997).

Para esta sección de nuestro marco teórico profundizaremos en términos más precisos.
Explicaremos los principales conceptos del pensar de Sartre. Para esto seguiremos con la
dinámica propuesta en la introducción de este apartado, pero la mayoría de las explicaciones se
la dejaremos a C. U. Merino, tomadas de su libro Por los Caminos de Sartre (2005).

Angustia:

… ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el
hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta
de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo
que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y
profunda responsabilidad… Todo ocurre como si, para todo hombre, toda la humanidad
tuviera los ojos fijos en lo que hace y se ajustara a lo que hace… No se trata aquí de una
angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se trata de una simple angustia, que
conocen todos los que han tenido responsabilidades… No se puede dejar de tener, en la
decisiñn que toma, cierta angustia…Todos los jefes conocen esta angustia. Esto no les
impide obrar: al contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que
enfrentan una pluralidad de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo
tiene valor porque ha sido la elegida. Y esta especie de angustia que es la que describe el
existencialismo, veremos que se explica además por una responsabilidad directa frente a
los otros hombres que compromete. (Sartre, 1946/2000, pp.28-30).

Merino (2005) explica, que la Angustia es el sentimiento más importante en la filosofía


que estamos estudiando, hasta el punto de que Sartre llega a declarar que el hombre es angustia.
La autora, nos distingue la angustia del mero miedo: el miedo aparece ante un peligro concreto y
se relaciona con el daño o supuesto daño que la realidad nos puede infligir; la angustia en Sartre
no es por ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de
nuestras decisiones, de las consecuencias de nuestras decisiones; es la emoción o sentimiento que
sobreviene con la conciencia de la libertad: al darnos cuenta de nuestra libertad nos damos
cuenta de que lo que somos y lo que vamos a ser depende de nosotros mismos, de que somos
27

responsables de nosotros mismos y no tenemos excusas; la angustia aparece al sentirnos


responsables radicales de nuestra propia existencia.

Es muy importante, según Merino (2005), recordar que para Sartre, esta conciencia de la
responsabilidad se incrementa al darnos cuenta de que nuestra elección no se refiere solo a la
esfera puramente individual: todo lo que hacemos tiene una dimensión social; cuando elegimos
un proyecto vital estamos eligiendo un modelo de humanidad, no se puede elegir una forma de
vida y creer que ésta vale sólo y exclusivamente para nosotros, no se puede desatender a la
pregunta ¿y si todo el mundo hiciera lo mismo? Al elegir, afirma Sartre, en palabras de Merino,
que nos convertimos en legisladores, por ello siempre nos deberíamos decir: ―dado que con mi
acciñn supongo que todo hombre debe actuar así, ¿tengo derecho a que todo hombre actúe así?‖.
Sartre, dice Merino, nos recuerda que el sentimiento de angustia lo conocen todas las personas
que tienen responsabilidades,

En últimas, aclara Merino (2005), que podría parecer que la angustia, como miedo ante la
elección de una posibilidad, lleva al quietismo o la inacción, pero, que señala Sartre, esto no es
así, al contrario: la angustia es expresión o condición de la acción misma pues si no tuviésemos
que elegir no nos sentiríamos responsables ni tendríamos angustia. Merino nos dice que la
angustia acompaña siempre al hombre, no sólo en los casos de decisiones extremas; sin embargo,
cuando examinamos nuestra conciencia observamos que muy pocas veces sentimos angustia.
Sartre explica esta circunstancia indicando que en estos casos lo que hacemos es huir de ella
adoptando conductas de mala fe, no creyéndonos responsables de nuestras acciones.

Desamparo:

El existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista,
porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya
no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y perfecta para
pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado,
que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente
hay hombres. Dostoievski escribe: Si Dios no existiera, todo estaría permitido. Este es el
punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en
consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una
posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia
28

precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana


dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es
libertad. (Sartre, 1946/2000, p.37).

Continuando con las explicaciones de Merino (2005), se nos dice que el Desamparo para
Sartre, es un sentimiento que es una consecuencia de la conciencia de la radical soledad en la que
nos encontramos cuando decidimos: el elegir es inevitable, personal e intransferible. No
podemos dejar de elegir (incluso cuando optamos por no elegir, elegimos no elegir, elegimos
dejarnos llevar por la circunstancia, la pasión o la legalidad); somos nosotros los que elegimos:
no vale excusarse indicando que estamos cumpliendo una orden de un superior o un mandato del
Estado, siempre podríamos no hacerlo; sólo si no aceptamos nuestra libertad, sólo si nos
consideramos como un eslabón más en la cadena causal de las cosas podemos creer que la
elección viene de fuera, pero esto es una trampa, es una conducta de mala fe. Se explica, que en
Sartre, no cabe refugiarse en la excusa de la fuerza de una pasión o de la presión de una
circunstancia o de la autoridad: somos libres, estamos condenados a ser libres, a elegir y lo que
hacemos depende de nosotros y sólo de nosotros. Según Merino, para el existencialismo
Sartreano nuestra decisión es intransferible y se hace en soledad también en otro sentido: los
valores que dirigen nuestra elección los elegimos nosotros, o mejor, los inventamos: no existe
una tabla de valores absoluta en la que podamos consultar lo correcto o incorrecto de nuestra
decisión, en la que podamos apoyar nuestro juicio moral. Dios no existe, y por no existir Dios,
no existen valores morales absolutos, independientes de nuestra subjetividad, a priori.

El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo


dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el
signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está
condenado a cada instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy
hermoso: el hombre es el porvenir del hombre. Es perfectamente exacto. Sólo que si se
entiende por esto que ese porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es
falso, pues ya no sería ni siquiera un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el
hombre que aparece, hay un porvenir por hacer, un porvenir virgen que lo espera,
entonces es exacto. En tal caso está uno desamparado. (Sartre, 1946/2000, p.38).
29

Desesperación:

En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un sentido extremadamente simple.


Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad, o con
el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción. Cuando se quiere alguna
cosa, hay siempre elementos probables… A partir del momento en que las posibilidades
que considero no están rigurosamente comprometidas por mi acción, debo
desinteresarme, porque ningún Dios, ningún designio puede adaptar el mundo y sus
posibles a mi voluntad… Pero no puedo contar con hombres que no conozco fundándome
en la bondad humana, o en el interés del hombre por el bien de la sociedad, dado que el
hombre es libre y que no hay ninguna naturaleza humana en que pueda yo fundarme.
(Sartre, 1946/2000, pp.49-50).

De acuerdo a Merino (2005) en la doctrina existencialista de Sartre debemos


comprometernos con un proyecto, debemos elegir nuestro ser, y esta elección no debe descansar
en la esperanza de su realización inevitable pues sólo podemos contar con lo que depende de
nuestra voluntad: el mundo no se acomoda necesariamente a nuestra voluntad, siempre hay
factores imprevistos, siempre es posible que se trueque nuestra intención en algo totalmente
distinto a lo previsto.

Cogito:

En el punto de partida no puede haber otra verdad que ésta: pienso, luego soy; ésta es la
verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma. Toda teoría que toma al hombre
fuera de ese momento en que se capta a sí mismo es ante todo una teoría que suprime la
verdad, pues, fuera de este cogito cartesiano, todos los objetos son solamente probables, y
una doctrina de probabilidades que no está suspendida de una verdad se hunde en la nada;
para definir lo probable hay que poseer lo verdadero. Luego para que haya una verdad
cualquiera se necesita una verdad absoluta; y ésta es simple, fácil de alcanzar, está a la
mano de todo el mundo; consiste en captarse sin intermediario… Pero la subjetividad que
alcanzamos a título de verdad no es una subjetividad rigurosamente individual porque
hemos demostrado que en el cogito uno no se descubría solamente a sí mismo, sino
también a los otros. Por el yo pienso… Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es
necesario que pase por otro. El otro es indispensable a mi existencia tanto como el
30

conocimiento que tengo de mí mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi


intimidad me descubre al mismo tiempo el otro, como una libertad colocada frente a mí,
que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Así descubrimos enseguida un mundo
que llamaremos la intersubjetividad, y en este mundo el hombre decide lo que es y lo que
son los otros. (Sartre, 1946/2000, pp.64-65)

Nos expresa Echegoyen (1997), que el Existencialismo de Sartre, siguiendo las huellas de
la filosofía cartesiana y de la fenomenología, tiene como punto de partida la subjetividad del
individuo. Dice, que la subjetividad se expresa en Sartre bajo esta premisa: ―pienso luego soy‖;
ésta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma, y a partir de ella se ha de
construir la filosofía. Según Echegoyen, Sartre considera que este punto de partida es, además,
indispensable si queremos darle dignidad al hombre y no convertirlo en objeto. El problema del
materialismo es que trata al hombre como un objeto, como una cosa más del mundo; pero el
existencialismo, según nos explican, quiere reivindicar para el hombre un conjunto de valores
distintos a los del reino material. Y esto es posible si nos captamos a nosotros mismos como
sujetos, y nos captamos como sujetos en el ámbito de la verdad, del conocimiento.

Sin embargo, hay una novedad fundamental en la idea sartriana del cogito, según
Echegoyen (1997), con respecto de la cartesiana: la subjetividad que se alcanza no es la
subjetividad individual, es la intersubjetividad; en el Cogito uno no se descubre solamente a sí
mismo sino también a los otros. En el Cogito de Sartre, aclara Echegoyen, nos captamos a
nosotros mismos, pero nos captamos a nosotros mismos frente al otro; dicho de otro modo, en
palabras del profesor: para la filosofía cartesiana lo indudable era la propia subjetividad, lo
dudable lo exterior a ella, incluidas las otras subjetividades; para Sartre lo indudable es tanto la
propia subjetividad como la ajena: el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos.

Condición Humana:

Además, si es imposible encontrar en cada hombre una esencia universal que constituya
la naturaleza humana, existe, sin embargo, una universalidad humana de condición. No es
un azar que los pensadores de hoy día hablen más fácilmente de la condición del hombre
que de su naturaleza. Por condición entienden, con más o menos claridad, el conjunto de
los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo. Las situaciones
históricas varían: el hombre puede nacer esclavo en una sociedad pagana, o señor feudal,
31

o proletario. Lo que no varía es la necesidad para él de estar en el mundo, de estar allí en


el trabajo, de estar allí en medio de los otros y de ser allí mortal. Los límites no son ni
subjetivos ni objetivos, o más bien tienen una faz objetiva y una faz subjetiva. Objetivos,
porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles; subjetivos, porque son vividos
y no son nada si el hombre no los vive, es decir, si no se determina libremente en su
existencia por relación a ellos. Y si bien los proyectos pueden ser diversos, por lo menos
ninguno puede permanecerme extraño, porque todos presentan en común una tentativa
para franquear esos límites o para ampliarlos o para negarlos o para acomodarse a ellos.
En consecuencia, todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal.
Todo proyecto, aun el del chino, el del hindú, o del negro, puede ser comprendido por un
europeo. (Sartre, 1946/2000, pp.67-68).

Merino (2005) explica que Sartre considera que no existe la naturaleza humana. Esto
quiere decir, dice la doctora, que en nosotros no encontramos unos rasgos fijos que determinen el
ámbito de posibles comportamientos o el de posibles características que podamos tener. Según
ella, para muchos autores esta afirmación es exagerada: por poner dos ejemplos muy distintos,
desde las teorías religiosas se defiende que el hombre, todo hombre, tiene un alma y que ésta es
precisamente su naturaleza; desde las teorías naturalistas, como la de la biología, se indica que
nuestra constitución genética y biológica se realiza en lo fundamental del mismo modo en todos
los hombres de todos los lugares y de todas las épocas. Sartre, para Merino, rechaza la existencia
de una naturaleza espiritual o física que pueda determinar nuestro ser, nuestro destino, nuestra
conducta. Merino se pregunta, dado que no existe una naturaleza común a todos los hombres,
¿por qué llamamos hombres a todos los hombres?, ¿en qué nos fijamos para reconocer en el otro
a un semejante?

Merino (2005) responde a lo anterior, explicando que Sartre, seguramente preocupado por
estas dificultades, resume un marco básico de la vida humana en los puntos siguientes:

1. Estar arrojado en el mundo.


2. Tener que trabajar.
3. Vivir en medio de los demás.
4. Ser mortal.
32

Dice Merino (2005) que todo individuo, toda sociedad, se ha tenido que enfrentar a estos
hechos inevitables y ha resuelto de distintos modos los problemas vitales a los que conducen.
Explica, que con estos cuatro puntos Sartre se refiere a la inevitable sociabilidad humana, a la
inevitable libertad en la que vive el hombre y a la inevitable indigencia material de nuestra
existencia, indigencia que obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social que
sobre el trabajo se levantan. Para la doctora, la existencia Sartreana de la ―condiciñn humana‖ es
lo que puede hacernos comprensibles los distintos momentos históricos y las vidas particulares;
aunque los proyectos humanos sean distintos no nos son extraños porque todos son formas de
enfrentarse a estos límites. En este sentido Existencialista, todo proyecto, dice Merino, por muy
individual que parezca, tiene un valor universal.

Mala Fe:

Ante todo se puede juzgar (y éste no es un juicio de valor, sino un juicio lógico) que
ciertas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad. Se puede juzgar a un
hombre diciendo que es de mala fe. Si hemos definido la situación del hombre como una
elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de
sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe. Se
podría objetar: pero ¿por qué no podría elegirse a sí mismo de mala fe? Respondo que no
tengo que juzgarlo moralmente, pero defino su mala fe como un error. Así, no se puede
escapar a un juicio de verdad. La mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula
la total libertad del compromiso. En el mismo plano, diré que hay también una mala fe si
elijo declarar que ciertos valores existen antes que yo; estoy en contradicción conmigo
mismo si, a la vez, los quiero y declaro que se me imponen. Si se me dice: ¿y si quiero ser
de mala fe?, responderé: no hay ninguna razón para que no lo sea, pero yo declaro que
usted lo es, y que la actitud de estricta coherencia es la actitud de buena fe. Y además
puedo formular un juicio moral. Cuando declaro que la libertad a través de cada
circunstancia concreta no puede tener otro fin que quererse a sí misma, si el hombre ha
reconocido que establece valores, en el desamparo no puede querer sino una cosa, la
libertad, como fundamento de todos los valores. Esto no significa que la quiera en
abstracto. Quiere decir simplemente que los actos de los hombres de buena fe tienen
33

como última significación la búsqueda de la libertad como tal. (Sartre, 1946/2000, pp.81-
82).

Según Merino (2005) La Mala Fe es una forma de mentira. Según ella, Sartre nos pide que
distingamos dos tipos de mentiras:

 La “mentira a secas”: es el engañar a los demás, es la mentira relativa al mundo de las


cosas; este tipo de mentira puede sernos útil en nuestro trato con las cosas;

 La Mala Fe: es la mentira inmanente, el autoengaño; en ella nos engañamos a nosotros


mismos.

Continua Merino (2005) explicándonos, que en Sartre, el ser radicalmente libres, el hecho de
que lo que hacemos y lo que somos, es siempre consecuencia de nuestra decisión. También
explica, que la conducta de Mala Fe es la conducta por la que nos tratamos como cosas: el rasgo
fundamental de las cosas es el de no ser sujetos, el de ser lo que son como consecuencia de algo
ajeno a ellas mismas, el no ser dueñas o autoras de sí mismas, y así precisamente nos tratamos
cuando vivimos en la Mala Fe. Cabe destacar, según Merino, dos importantes ámbitos de la
conducta de mala fe: el ámbito de la valoración de lo que somos y el ámbito de nuestras
elecciones. Para entender la presencia de la Mala Fe cuando valoramos lo que somos. Explica
Merino (2005), que hay que recordar la tesis esencial del existencialismo: lo que somos es una
consecuencia de nuestra decisión, hemos elegido ser como somos y tener lo que tenemos. Sartre,
en palabras de la autora citada, propone una filosofía de la acción: nuestro ser se agota en lo que
hacemos, no existe en nosotros potencialidad alguna, ni talentos ocultos que hayamos
desperdiciado porque las circunstancias han sido adversas. Este pensamiento puede ser muy
difícil de aceptar, particularmente cuando las cosas no nos salen como esperábamos. Continúa
explicándonos Merino, que para aliviar nuestra conciencia podemos hacer a los demás
responsables de lo que nos pasa, podemos creer que era inevitable –física, psicológica o
socialmente inevitable– ser como somos o tener lo que tenemos; al valorar nuestra existencia
podemos alegar que ha sido el destino, o nuestra circunstancia, o la propia sociedad la
responsable de lo que somos; cuando hacemos esto, cuando “nos buscamos excusas” para hacer
más llevadero nuestro presente, tenemos conducta de mala fe.
34

La Mala Fe también se muestra en la elección: cuando elegimos no elegir, palabras de


Sartre, que enuncia Merino (2005), para explicar que cuando renunciamos a tomar una decisión,
o nos excusamos indicando que no podemos hacer más de lo que hacemos, nuestra conducta es
de mala fe.

Contingencia:

Éramos un montón de existencias incómodas, embarazadas por nosotros mismos; no


teníamos la menor razón de estar allí, ni unos ni otros; cada uno de los existentes,
confuso, vagamente inquieto, se sentía de más con respecto a los otros. De más: fue la
única relación que pude establecer entre los árboles, las verjas, los guijarros....Y yo –
flojo, lánguido, obsceno, dirigiendo, removiendo melancólicos pensamientos–, también
yo estaba de más. Afortunadamente no lo sentía, más bien lo comprendía, pero estaba
incómodo porque me daba miedo sentirlo (todavía tengo miedo, miedo de que me atrape
por la nuca y me levante como una ola). Soñaba vagamente en suprimirme, para destruir
por lo menos una de esas existencias superfluas. Pero mi misma muerte habría estado de
más. De más mi cadáver, mi sangre en esos guijarros, entre esas plantas, en el fondo de
ese jardín sonriente. Y la carne carcomida hubiera estado de más en la tierra que la
recibiese; y mis huesos, al fin limpios, descortezados, aseados y netos como dientes,
todavía hubieran estado de más; yo estaba de más para toda la eternidad. Lo esencial es la
contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es
estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible
deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Solo que han intentado superar
esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario
puede explicar la existencia; la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede
disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese
jardín, esta ciudad, yo mismo. (Sartre, 1938/1999, pp.82-83).

Explica Merino (2005), que posiblemente esta concepción de la gratuidad absoluta de la


realidad, de la ausencia de sentido, proyecto o necesidad en el mundo, es el elemento más
característico del Existencialismo Sartreano. De ahí que la experiencia filosófica más importante
sea la de la comprensión, no sólo intelectual sino también vital, del absurdo de la existencia.
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Según nuestra critica Merino, Sartre llama ―náusea‖ a esta experiencia originaria del ser, y la
desarrolla en diversos escritos, pero particularmente en su novela homónima.

Libertad:

Queremos la libertad por la libertad y a través de cada circunstancia particular. Y al


querer la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que
la libertad de los otros depende de la nuestra. Ciertamente la libertad, como definición del
hombre, no depende de los demás, pero en cuanto hay compromiso, estoy obligado a
querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi
libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin. En consecuencia,
cuando en el plano de la autenticidad total, he reconocido que el hombre es un ser en el
cual la esencia está precedida por la existencia, que es un ser libre que no puede, en
circunstancias diversas, sino querer su libertad, he reconocido al mismo tiempo que no
puedo menos de querer la libertad de los otros. Así, en nombre de esta voluntad de
libertad, implicada por la libertad misma, puedo formar juicios sobre los que tratan de
ocultar la total gratuidad de su existencia, y su total libertad. A los que se oculten su
libertad total por espíritu de seriedad o por excusas deterministas, los llamaré cobardes; a
los que traten de mostrar que su existencia era necesaria, cuando es la contingencia
misma de la aparición del hombre sobre la tierra, los llamaré inmundos. (Sartre,
1946/2000, p.82-83).

Para comprender lo dicho, Merino (2005) explica que la reivindicación sartriana de la


libertad es tan radical que le lleva a negar cualquier género de determinismo. Esta libertad No
cree en el determinismo teológico, ni biológico ni social: ni Dios nos ha dado un destino
irremediable, ni la Naturaleza ni la sociedad determinan absolutamente nuestras posibilidades,
nuestra conducta. Prosigue la doctora, diciendo que somos lo que hemos querido ser y siempre
podremos dejar de ser lo que somos. Los fines que perseguimos no nos vienen dados ni del
exterior ni del interior, de una supuesta naturaleza, es nuestra libertad la que los elige. Nos
aclaran, que para Sartre no se nace héroe o cobarde, al héroe siempre le es posible dejar de serlo,
como al cobarde superar su condición. Estamos condenados a ser libres: condenados porque no
nos hemos dado a nosotros mismos la libertad, no nos hemos creado, no somos libres de dejar de
ser libres. Siguiendo con la aclaración Merino, se enuncia que aunque todo hombre está en una
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situación, nunca ella le determina, antes bien, la libertad del Existencialismo se presenta como el
modo de enfrentarse a la situación (al entorno, el prójimo, el pasado). Ni siquiera los valores, la
ética, se presentan como un límite de la libertad, pues en realidad, dice Sartre, en palabras de
Merino, que los valores no existen antes de que nosotros los queramos, no existen los valores
como realidades independientes de nuestra voluntad, los valores morales los crea nuestra
determinación de hacer real tal o cual estado de cosas. Al escoger unos valores en vez de otros, la
voluntad les da realidad. En Sartre, concluye Merino que La libertad se refiere a los actos y
voliciones particulares, pero más aún a la elección del perfil básico de mí mismo, del proyecto
fundamental de mi existencia, proyecto que se realiza con las voliciones particulares.

Expone Merino (2005) que esta idea sartriana tiene dos importantes consecuencias:

 hace al hombre radicalmente responsable: no tenemos excusas, lo que somos es una


consecuencia de nuestra propia libertad de elección; somos responsables de nosotros
mismos, pero también del resto de la humanidad; lo que trae consigo el sentimiento de
angustia y, en los casos de huida de la responsabilidad, la conducta de mala fe;
 hace del existencialismo una filosofía de la acción: de forma un tanto paradójica, el
existencialismo se presenta como una filosofía optimista; paradójica, puesto que
parecería que al declarar el carácter absurdo de la vida, el ser el hombre ―una pasión
inútil‖, podría fomentar la pasividad, la quietud, pero dado que el hombre es lo que él
mismo se ha hecho, dado que se declara que cada hombre es la suma de sus actos y nada
más, nos incita a la acción, a ser más de lo que somos: no existe ningún ser que nos haya
creado y que dirija nuestra conducta de uno u otro modo.

Fenomenología: A continuación, explicaremos brevemente este concepto utilizando como


referente primario el libro de R. Jolivet, Las Doctrinas Existencialistas desde Kierkegaard a J.P.
Sartre (1970).

Según Jolivet (1970), la fenomenología es un movimiento filosófico del siglo XX


caracterizado por su pretensión de radical fidelidad a lo dado, a lo que realmente se ofrece a la
experiencia, para describir los rasgos esenciales, las esencias de las distintas regiones de la
realidad que en esta actitud se muestran.
37

La fenomenología, dice Jolivet (1970), aspira al conocimiento estricto de los fenómenos.


Esta última palabra puede inducir a error pues con frecuencia la utilizamos para referirnos a las
apariencias sensibles de las cosas, apariencias que no coinciden con la supuesta realidad que
debajo de ellas se encuentra. La fenomenología no entiende así los fenómenos, pues para esta
corriente filosófica los fenómenos son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como
se ofrecen a la conciencia.

El lema de este movimiento es el plegarse a las cosas mismas, continúa explicándonos


Jolivet (1970). Dice él, que el ser fiel a lo que realmente se experimenta, de ahí que propugne
la intuición como instrumento fundamental de conocimiento. La intuición es la experiencia
cognoscitiva en la cual el objeto conocido se nos hace presente, se nos muestra “en persona”,
experiencia opuesta al mentar o referirse a un objeto con el pensamiento meramente conceptual.
Jolivet expresa, que a diferencia de las corrientes empiristas, la fenomenología no limita la
intuición al mundo perceptual sino que acepta varias formas de darse las cosas, varias formas de
intuición: cada objetividad se muestra de distinto modo a la conciencia, en función de su propio
ser o esencia: las cosas físicas se hacen presentes a nuestra conciencia de otro modo que los
objetos matemáticos, las leyes lógicas, los valores estéticos, los valores éticos, o las propias
vivencias. La virtud del buen fenomenólogo, según nuestro referente, es su perfección en el
mirar, el saber disponer adecuadamente su espíritu para captar cada tipo de realidad en lo que
tiene de propia.

Junto con esta tesis, alega Jolivet (1970), es común al movimiento fenomenológico la idea
de que en el mundo hay hechos, pero también esencias. Los hechos son las realidades
contingentes, las esencias las realidades necesarias; la tarea de la fenomenología es descubrir y
describir las esencias y relaciones esenciales existentes en la realidad, y ello en cada uno de los
ámbitos de interés del filósofo (mundo ético, estético, religioso, lógico, antropológico,
psicológico...). Cuando el fenomenólogo describe lo que ve, según Jolivet, no se preocupa por el
aspecto concreto de lo que ve, intenta captar lo esencial; así, si se preocupa por estudiar la
voluntad, no intenta describir los aspectos concretos presentes en un acto voluntario real sino la
esencia de la voluntad y sus relaciones esenciales con otros aspectos de la subjetividad como el
conocimiento o la libertad. La fenomenología, en palabras de Jolivet, considera que además de la
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intuición empírica o percepción existe la intuición de las esencias o formas universales de las
cosas. La intuición en la que se hace presente lo universal recibe el nombre de intuición eidética.

Siguiendo las aclaraciones de Jolivet (1970), se nos dice que el tema de investigación más
característico de la fenomenología es la conciencia; se entiende por conciencia el ámbito en el
que se hace presente o se muestra la realidad; la realidad en la medida en que se muestra o
aparece a una conciencia recibe el nombre de fenómeno. La característica fundamental que la
fenomenología encuentra, según Jolivet, en la conciencia es la intencionalidad en el lenguaje
ordinario llamamos intencional a la conducta hecha mediante un acto de voluntad, a la conducta
deliberada; en fenomenología la intencionalidad es una propiedad más básica: se refiere al hecho
de que toda conciencia es conciencia de algo, todo acto de conciencia es siempre una relación
con otra cosa, un referirse a algo. La conciencia, en términos de Jolivet, no se limita al
conocimiento: puedo conocer un árbol, puedo percibirlo o pensar en él, pero también puedo
vincularme con él mediante otros modos de conciencia: puedo desear estar a su sombra, o
imaginarlo con más hojas que las que tiene, o temer que se pueda secar, y tal vez hasta lo puedo
amar u odiar. La percepción, el recuerdo, la imaginación, el pensamiento, el amor, el odio, el
deseo, el querer, son distintas formas de darse el vivir de la conciencia. Una importante tarea de
la fenomenología es la descripción de los tipos distintos de vivencias, de sus géneros y especies,
y de las relaciones esenciales que entre ellas se establecen.

Para terminar la síntesis de la fenomenología, Jolivet (1970) dice que no es un movimiento


homogéneo pues se han dado distintas interpretaciones, tanto en la caracterización del auténtico
método fenomenológico como en las tesis doctrinales en las que hay que concluir; las dos
variantes principales son la fenomenología realista para la que los fenómenos conocidos son
reales e independientes de nuestra mente, y la fenomenología trascendental, un nuevo idealismo
para el cual la realidad es una consecuencia de los distintos modos de actuación de la conciencia
pura o trascendental. Según nuestro referente, el fundador de este movimiento es Edmund
Husserl (1859-1938), y los representantes más importantes Alexander Pfänder (1870-1941), Max
Scheler (1874-1928), Dietrich von Hildebrand (1890-1978), Martin Heidegger (1889-
1976), Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Maurice Merleau-Ponty (1908-1961).
39

El Ser: Nos explica Merino (2005), que la ontología es la parte de la filosofía que aspira a
darnos una descripción del ser, nos cuenta en qué consiste el ser y cuál o cuáles son los seres
fundamentales. Dice la doctora, que Sartre desarrolla su teoría ontológica en su obra fundamental
El Ser y la Nada. En esta obra divide la realidad en dos regiones: el ser-en-sí y el ser-para sí (o
de forma abreviada, lo en-sí y lo para-sí). El ser-para-sí es el ser de las personas, es la persona en
tanto que subjetividad, en tanto que dotada de conciencia y libertad. El ser-en-sí es el ser de las
cosas, de los objetos, de las realidades no humanas.

Merino (2005) a continuación nos sintetiza esta idea de Ser en Sartre. Nos explica que el
filósofo existencialista hace una presentación abstracta del ser-en-sí, presentación que recuerda al
ser de Parménides: ―El ser es. El ser es en-sí. El ser es lo que es‖. Con la afirmaciñn ―el ser es‖,
según Merino, Sartre quiere señalar que el ser es positividad, realidad, actualidad; en el ser no
está presente la nada, ni la diferenciación, ni el movimiento, simplemente es. Por ser compacto,
denso, homogéneo, no incluye en su interior duplicidad alguna; Sartre, en palabras de Merino,
rechaza las nociones tradicionales de acto y potencia, apariencia y realidad; la nada no está
presente en el ser, es un atributo que nosotros introducimos en la realidad, como cuando decimos
que la semilla no es árbol pero puede serlo, o señalamos que un semicírculo es un círculo
incompleto; en el ser-en-sí no hay duplicidad de potencia y acto: sólo desde nuestra perspectiva
la semilla es árbol en potencia, puesto que nosotros esperamos que así sea, nos representamos el
futuro, ponemos la semilla en el futuro y la observamos como árbol; al representárnosla en el
futuro como árbol trasladamos esta forma de ser al presente e introducimos esa potencialidad en
la realidad actual de la semilla; del mismo modo, en el caso del semicírculo interpretado como
un círculo incompleto, es nuestra mente la que completa la figura y proyecta en lo real la
ausencia. Siguiendo la exposición de Merino sobre Sartre, se nos muestra como el ser-en-sí no es
consciente, pues la consciencia exige una especie de escisión, de hueco en el ser, y el ser-en-sí es
lleno. El ser en-sí es increado; la noción de creación de lo real le parece absurda a Sartre; pero
por otro lado el ser-en-sí no es causa de sí, simplemente es. Y por ser de este modo, sin
justificación, ni sentido alguno, sin poder ser explicado o deducido, está demás; es un puro
hecho, sin causa, sin razón, su existencia es absurda.

Dice Merino (2005) que en el hombre podemos distinguir dos niveles de ser distintos, el
propiamente humano y libre, y la parte común con los seres no humanos, la dimensión de cosa u
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objeto, la existencia ya hecha; a esta última la llama Sartre ―la facticidad del para-sí‖ y tiene
cuatro aspectos principales, descritos a continuación por Merino:

1. el hombre es cosa, en primer lugar, por su cuerpo; es un cuerpo entre los demás cuerpos;
2. el hombre es facticidad por su pasado: el pasado es la parte de nosotros que ya está hecha,
terminada, y, como tal, que no podemos modificar; en tanto que busco realizar una meta hago
mi propio ser, soy sujeto, pero en la medida en que tengo una historia, una biografía, ya soy,
tengo rasgos con los que debo contar, que me pueden definir, soy un objeto;
3. el hombre es cosa también por su situación, la circunstancia concreta que nos toca vivir
puede limitar nuestras posibilidades de escoger; precisamente la libertad aparece como un
enfrentamiento con la situación, como el afán de dejarla de lado, de superarla;
4. finalmente, y en el límite, la muerte nos convierte definitivamente en una cosa, en algo ya
fijo, establecido; y la muerte es algo gratuito pero inevitable, está fuera de mis posibilidades,
está más allá de mi subjetividad. Con ella culmina el absurdo de la existencia: ―Es absurdo
que hayamos nacido, es absurdo que muramos‖.

Dice Merino (2005), que para Sartre la parte de nosotros que va más allá de las cosas es la
subjetividad, la conciencia. Que seamos cogito implica en la filosofía de Sartre, en palabras de la
doctora, al menos lo siguiente:

 que nos relacionamos intencionalmente con las cosas: las queremos, detestamos,
conocemos, recordamos, deseamos, imaginamos...
 que somos conscientes de nosotros mismos: este ser conscientes al que se refiere Sartre
no es el conocimiento que de modo temático, explícito, podemos alcanzar de nosotros
mismos; en realidad, piensa Sartre, en esta forma de captarnos a nosotros mismos nos
captamos como objetos, no como sujetos; sin embargo, existe un conocimiento más
básico de nuestra subjetividad: antes de cualquier acto de reflexión o de conciencia
temática de sí mismo, la conciencia tiene cierta noticia de sí mismo (a esta consciencia la
denomina ―cogito pre-reflexivo‖ o ―conciencia no-tética de sí‖): miramos un paisaje, pasa
un tiempo y recordamos haberlo mirado; cuando vivimos en este recuerdo somos
conscientes de nosotros mismos de forma temática, nuestro tema, el objeto de nuestro
conocimiento, es nuestro haber contemplado el paisaje, como en la vivencia primera,
nuestro tema era el paisaje mismo; pero cuando en esta vivencia primera nuestra atención
41

estaba dirigida al paisaje, también, aunque de un modo indirecto, éramos conscientes de


estar mirando el paisaje; este ser conscientes de nosotros mismos cuando mirábamos el
paisaje es una forma de autoconciencia y es una dimensiñn fundamental del ―cogito pre-
reflexivo‖. Ya desde sus primeros escritos, desde la época de ―La Trascendencia del
Ego‖, Sartre considera que esta presencia de la conciencia a sí misma es un rasgo básico
del para-sí: ―el modo de existencia de la con­ciencia es ser consciente de sí misma‖.

Siguiendo con la interpretaciones de Merino (2005), en Sartre, el hecho de estar presente la


conciencia ante sí misma, es un signo de la existencia de una cierta dualidad o separación en el
interior de la conciencia, pues no parece posible el conocimiento de uno mismo sin una cierta
distancia. Explica Merino, que Sartre se pregunta por lo que en el interior de la conciencia separa
a ésta de sí misma y permite su presencia ante sí misma, su ser consciente de sí. Eso que separa
no puede ser ninguna cosa, es más bien un no-ser, es la nada. Mientras que el ser-en-sí es lo
lleno, continúa explicándonos, lo macizo, el ser pleno, el ser-para-sí, la conciencia, está hueca,
en ella hay un vacío, una escisión, una cierta nada. El hombre se convierte así en el ente por el
que la nada adviene al mundo. Esta nada presente en el interior del hombre es lo que le hace ser
libre, le permite estar abierto siempre al futuro y nunca identificarse completamente con su ser
actual.

A partir de las reflexiones anteriores, hechas por Merino (2005), entendemos que Sartre
concluye que otra dimensión fundamental del Para-sí es la libertad: dado que el para-sí no se
tiene que hacerse; así, por su libertad, el hombre es su propio fundamento. De aquí se deriva el
principio característico del existencialismo: ―la existencia precede a la esencia‖, ―no hay una
naturaleza humana‖: el hombre no tiene ser, por lo que sólo le cabe hacerse y ser aquello que ha
querido ser. La libertad absoluta del hombre, según Merino, da lugar a los sentimientos de
angustia, desamparo y desesperación, sentimientos que abren la puerta a la conducta de mala fe,
u ocultación de la propia responsabilidad y muestra de la tentación de ser una mera cosa.

Siguiendo a Merino (2005), dice que como para todos los filósofos existencialistas, la
temporalidad es también para Sartre una categoría fundamental en la comprensión de la realidad
humana; la vida humana se desenvuelve en las tres dimensiones de la temporalidad, pasado,
presente y futuro. Según ella, como doctrina de la acción, el Existencialismo señala la
importancia del presente, pues sólo en el acto encontramos realidad, pero como doctrina de la
42

libertad acaba otorgando al futuro la primacía en el mundo humano: es el futuro lo que nos
mueve, e incluso lo que hace inteligible mi presente, pues éste sólo es real y tiene un sentido para
mí en tanto que es un medio para alcanzar mis fines, en tanto que es una fase para la realización
de mi proyecto.

Finalmente, cierra Merino (2005) diciendo que en el interior del para-sí se encuentra la
tensión o disposición hacia el otro, se encuentra el para-otro. O, en términos más sencillos: la
sociabilidad humana, el necesitar de los otros hombres, es también uno de los rasgos
fundamentales del Para-sí.
43

6. ANÁLISIS DE LA OBRA

6.1. EL DESCUBRIMIENTO DEL ESPEJO.

Nuestro primer capítulo es una inmersión en las profundidades del sujeto Sartreano. Ya
que el sujeto, el individuo pensante, el cogito, es la columna vertebral del pensamiento al cual
pretendemos acercarnos, abordaremos los principios psicológicos y filosóficos que utiliza J.P
Sartre para configurar su teoría existencialista. Siendo más específicos, nos adentraremos en la
fenomenología y ontología existencialista. Sin embargo, debido al sentido que queremos darle a
nuestra investigación, no profundizaremos en los términos y extensas categorías que serían
necesarias para abordar tan amplios temas. Desde Husserl a Heidegger, se abren largas listas de
conceptos demasiado técnicos para entender a nuestro autor en particular. Para tal
profundización, se necesitan conocimientos especializados que escapan a nuestra formación. Este
pequeño análisis lo haremos con la ayuda de las confesiones que realiza Michael Berg, nuestro
protagonista ficticio, en la primera parte de la novela-foco El Lector. Dado que Michael asume el
papel de narrador y dicha primera parte es el recuento de su enamoramiento con la misteriosa
Hanna, sus impresiones, imaginario, puestas en escena, descripciones, registro, etc., son ideales
para reflexionar sobre los conceptos de imaginario, consciencia, realidad y mirada. Sartre, pienso
yo, desea entregar toda la vitalidad del universo al individuo y su consciencia; la forma en que
pretende argumentarlo es a través de una teoría donde el Yo es el plano cartesiano de todo cuanto
existe, siguiendo la tradición filosófica francesa moderna. Es una lucha contra los determinismos
del Ser, liberar a la imaginaciñn de toda cadena o muro posible. ―Sartre parte del postulado
fenomenológico de que toda actividad humana lleva en sí misma su propio sentido y que es
suficiente con describir lo más puntualmente lo que hacemos en el momento en que nos
imaginamos, o incluso contemplamos una imagen, para sacar a plena luz el sentido inmanente de
ese acto.‖ (Vauday, 2006). Básicamente tenemos un Sartre que desea encender la llama de
nuestra mente, recordarnos el poder infinito de re-invención propia y únicamente humano. Para
no extraviarnos dividiremos este capítulo en 3 apartados: El Imaginario Sartreano, El Ser-en-
si y Para-sí, y Mirar-nos.
44

6.1.1. El imaginario Sartreano:

En el capítulo 1 de la primera parte tenemos el encuentro entre Michael y Hanna. Este


encuentro está lejos de ser romántico o ideal. Nos encontramos en la Alemania de 1958 y
tenemos que tratar de plantearlo en dichas circunstancias. Michael, camino a casa después del
liceo, se siente mal al punto de vomitar. En su ayuda viene a socorrerlo Hanna. Como nos
describe Michael este encuentro es lo importante:

Elle se redressa et vit que je pleurais. -Garçon, dit-elle tout étonnée, garçon¡- Elle me
serra dans ses bras. J‘étais à peine plus grand qu‘elle, je sentis ses seins contre ma
poitrine, sentis ma mauvaise haleine et l‘odeur de sa sueur fraiche, et je ne sus que faire
de mes bras. Je cessai de pleurer. (p.13).

Michael es un niño, pues sólo que tiene 15 años, aunque su sociedad le exige ser ya un
hombre. Esto lo deja claro cuando expresa su sentir: ―J‘avais honte d‘etre aussi faible. J‘eus
encore plus honte de vomir.‖ Un ángel viene a socorrerlo, porque él no sabe cñmo lidiar con algo
que no entiende: la debilidad. De toda la experiencia lo que más nos describe es ese abrazo que
le da Hanna. Nos regala hasta sensaciones y olores. De hecho, durante toda la novela nuestro
personaje-narrador hará referencias a los olores de Hanna. La vida de Michael empieza
realmente en este encuentro. Difícil nos queda determinar nosotros el porqué, es él quien elige
que su historia empiece con ese abrazo, es el quien decide como contarnos sus descubrimientos.
Con ese abrazo Michael descubre su espejo, no un igual sino un reflejo de la humanidad donde él
pudo verse sin mascara; débil y necesitado. Preguntémonos por qué Michael nos describe
específicamente las sensaciones que experimentó en ese momento. Por qué su mente retuvo la
impresión de los senos o el olor. Por qué su consciencia retuvo dicho momento y no otro. Por
qué su consciencia decidió escribirlo de esa forma y no de otra.

Sartre, justamente, realiza una intensa investigación sobre la consciencia y la manera en


que captamos el mundo. En 1936 aparece La imaginación, cuyo primer capítulo está consagrado
a Husserl, en 1938, La trascendencia del ego, subtitulada. ―Esbozo de una descripciñn
fenomenolñgica‖, en 1939, Esbozo de una teoría fenomenológica de las emociones, en 1940, El
imaginario, subtitulado ―psicología fenomenolñgica de la imaginaciñn‖, finalmente, en 1943, El
ser y la nada, subtitulado ―Ensayo de ontología fenomenolñgica‖. Ya los títulos y subtítulos son
bastante expresivos frente a la tendencia teórica de Sartre. Podemos pensar que la imaginación
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en Sartre no es una simple facultad sino que es por lo menos ―la reina de las facultades‖. Él desea
comprenderse y en ese camino cree que comprenderá al mundo.

Dice Eduardo Álvarez Gonzales, en su artículo La cuestión del sujeto en la


fenomenología existencial de J.P Sartre:

Podemos afirmar que Sartre es en cierto modo el último de los grandes pensadores
modernos, pues su obra se sitúa en el terreno de la filosofía de la conciencia y en cierto
sentido hace de esta un absoluto. Sin embargo, la originalidad de su aportación filosófica
se presenta ya en un primer momento con su concepción no egológica de la consciencia:
el sujeto es consciencia pero no es un Yo. (2008, p.10).

Efectivamente, Sartre en su búsqueda distingue tres tipos de consciencias: Consciencia


perceptiva, consciencia reflexiva y la consciencia imaginante. Explica que la consciencia
perceptiva es el aparato sensorial que nos permite observar los objetos en el mundo ―real‖; es el
primer contacto, la primera aprehensión del mundo material y los objetos que lo componen.
Entiende Sartre que los objetos captados por nuestra consciencia perceptiva no son totalmente
revelados, es imposible ver la cosa desde todos los ángulos, nos toca elegir ciertos puntos de
vista. Hay una infinidad de relaciones entre los distintos objetos del mundo material; dicho de
otra manera, la cantidad de datos que podrían percibirse en el mundo material son inagotables.
Una cosa puede ser percibida desde diferentes perspectivas y a cada observación resultaría un
imaginario novedoso. Pensemos en el párrafo donde Michael describe su abrazo con Hanna;
dicha situación podía ser descrita de infinitas maneras, no es como si los ojos o los oídos de
Michael no funcionaran o como si nuestro protagonista tuviese más desarrollado ciertos sentidos.
Lo que leímos no es una realidad estricta que vivió Michael; es solo una perspectiva de las
muchas que se pudieron dar. La cosa siempre ofrece nuevas posibilidades de ser abordada y
comprendida. Sartre concluye que la consciencia perceptiva por si sola cumple un papel pasivo
ya que esta trata a los objetos con valores y formas específicas. Es en conjunción con la
consciencia reflexiva que se da el trabajo de ―elegir la forma en que ese objeto es tratado‖
(Sartre, 1940/2005, p.15).

¿Cuál es el acto, la fuerza, el atributo que le permite a Michael contar su historia de x y


no de y forma? Según nuestro teórico existencialista es la consciencia imaginante; es quien nos
da la posibilidad de imaginar. Es por ella que Michael puede elegir cómo contar y sentir su
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historia. Justamente, explica Sartre, que nuestra consciencia aplica a las imágenes un ―filtro
afectivo‖. El acto de re-crear, imaginar, está regido por ciertas ―reacciones afectivas‖. Dichas
reacciones son el reflejo de cómo percibimos el objeto en cuestión. Según esto, Michael sí tenía
unas limitaciones emocionales que pudieron condicionar su encuentro con Hanna. Por límites no
entendamos determinismos, una de las principales dificultades al abordar teorías en pro de la
libertad del individuo. Michael tenía un filtro emocional que de seguro influyó en su actuación,
un filtro único e imposible de re-crear. Fueron y son, únicamente, los sentimientos de Michael
quienes experimentaron su encuentro con el Otro. La imagen, como afirma Vauday (2006), es un
acto, una cierta forma que tiene la conciencia o el sujeto de relacionarse con el mundo y
aprehenderlo. Vauday también nos dice:

La imagen, y esto vale también para la imagen-objeto evocada precedentemente, no está


de ninguna manera dada como objeto, sino siempre a hacer y a ser constituida por el
sujeto. Es por eso que Sartre no habla de conciencia de imagen sino de conciencia
imaginativa, expresión que designa una manera global pero original para un sujeto de
tender hacia el mundo. (2006, p.63).

En el capítulo dos, de la misma primera parte, tenemos la descripción del edificio donde
Michael conociñ a Hanna; ―L’immeuble de la rue de la Gare‖ pero, más relevante es el sueðo
que el protagonista describe en relación con dicho edificio. Este objeto, el edificio, Michael lo
quiere representar como la decisión que se tomó y no tomó. Una duda sobre sí mismo. Siempre
ha tenido el mismo sueño, donde él trata de llegar al apartamento de Hanna pero siempre se
queda tomando la manivela de la puerta. Al ser un sueño, la descripción está llena de símbolos
que yo, personalmente, identifico como el abandono: ―On ne voit persone, on n‘entend rien,
même pas un moteur au loin, ni le vent, ni un oiseau. Le monde est mort.‖ (p.16) En este capítulo
la relación del imaginario y la afectividad pueden evidenciarse en casi todas sus líneas; es todo el
universo entero de Michael que se nos presenta. El sentido de este episodio o sueño lo
entenderemos mejor a medida que avancemos en la lectura y se nos explique mejor la relación
que tuvo nuestro protagonista con este edificio. Sin embargo, ya deja en claro una carga, una
molestia que golpea el alma de Michael: ―Je gravis les marches et j‘appuie sur la poignée. Mais
je n‘ouvre par la porte. Je me réveille et je sais seulement que j‘ai saisi la poignée et appuyé
dessus. » Nuestro protagonista siente que debió hacer algo diferente, siente una deuda, siente que
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algo le faltó, siente que no abrió la puerta, siente que le falta decisión y poder sobre su propia
existencia. El sentimiento de que desaprovechamos una oportunidad de realizarnos como Ser, me
atrevo a decirlo, está en el corazón del hombre contemporáneo. Este sentimiento de culpa se verá
reflejado mucho más fuerte hacia el final de la novela. Pero es fundamental su lugar al principio
de la misma, y la forma del sueño para enfatizar en ese fantasma que siempre nos persigue; la
angustia de Ser.

En el capítulo tres Michael decide ir a darle las gracias a Hanna por socorrerlo. Todo el
capítulo es meramente descriptivo; describe el apartamento y a Hanna, haciendo mucho énfasis
en los olores: ―Tout avait toujours la même propreté miteuse et exhalait toujours la même odeur
de produits de nettoyage, mêlée parfois à une odeur de choux ou de haricots, de friture ou de
lessive.‖ (p.18) Michael dice que no recuerda muy bien los diálogos o cómo sucedieron las cosas
en ese segundo encuentro, aparentemente tan incómodo, pero si recuerda muchos de los detalles
del apartamento, las sensaciones, cómo se sintió y especialmente cómo se veía Hanna.
Justamente en este capítulo tenemos un juego de imágenes descrito directamente: ―Quand je
veux l‘évoquer devant mes yeux telle qu‘elle était alors, elle apparait sans visage. Il faut que je le
reconstitue. » (p.20) Explica Sartre, que para formar una imagen, como la del rostro de Hanna, la
consciencia hurga en sus conocimientos previos, siempre utiliza sus experiencias previas en cada
momento que aborda el mundo real. La imagen es un acto progresivo donde el objeto es captado,
se ofrece a nuestra consciencia y somos nosotros quienes elegimos la información que será
utilizada por la consciencia imaginante. Estamos constantemente tomando fotos del mundo pero
no es nuestro ojo quien determina la imagen sino nuestra mente. La materia que utilizamos para
generar nuestras imágenes Sartre la llama ―Analogon; objeto material que sirve para la
manifestaciñn del objeto imagen.‖ (Sartre, 1940/2005, p.352) Entiéndase como la sustancia que
usamos para hacer la copia del objeto que se capta del mundo. Para no perdernos, pensemos en el
―Analogon‖ como una tela de pintura en blanco; papel fotográfico. Podríamos decir que no
somos fotógrafos pasivos sino pintores activos del mundo.

Sartre explica que la imagen, resultado de la consciencia imaginante, es un elemento


―producto de una actividad consciente (…) atravesada de punta a punta por una corriente de
voluntad creadora.‖ (1940/2005, p.37) Entendemos entonces que representarse una imagen es un
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trabajo de la intención. Somos quienes hacemos el trabajo de reconstruir o combinar los


conocimientos necesarios para que dicha imagen surja. Como nos confirma Henry Lévy:

Frente a todos los vitalismos, salidos o no del Bergsonismo, que hasta el último tramo
del siglo XX han incluido el Todo y el Yo, lo ontológico y lo psicológico, en un mismo
plano de inmanencia, Sartre mantiene la apuesta de Husserl por una consciencia, frágil
sin duda, casi vacía, pero con todo y eso integra, irreductible, soberana. (2001, p.134).

Sartre se resiste a las cosas, se opone a ellas, se niega a convertirse en ellas. Desea salvar
al hombre de la ilusión de inmanencia, la falsa creencia donde el objeto imagen se sitúa en la
imagen misma. (1940/2005, p.17) La imagen no es el objeto que representa; de hecho nunca
podrá serlo, ni acercarse a su esencia. La imagen es solo un reflejo del mundo y siempre
tendremos acceso a solo reflejos de este. Nuestra mente solo tiene acceso a un mundo de espejos.
Lo que Michael nos ofrece solo son reflejos de reflejos; una imagen de una imagen.

En el capítulo 4, de la primera parte de El lector, Michael continua la descripción de su


segundo encuentro con Hanna. Aquí se genera una escena, a mi parecer, hermosa donde Michael
observa desde el corredor cómo Hanna se desviste. Una vez más el protagonista hace una
descripción detallada de dicho momento. Lo que nos interesa, para seguir con nuestra inmersión
en el imaginario, es el por qué Michael no pudo dejar de mirarla; pregunta que se hace a él
mismo en repetidas ocasiones.

On avait plutôt le sentiment qu‘elle s‘était comme retirée à là intérieur de son corps,
l‘abandonnant a lui-même et a son propre rythme, que ne venait troubler nul ordre donné
par la tête, et qu‘elle avait oublié le monde extérieur. C‘est cet oubli du monde qu‘avaient
exprimé ses attitudes et ses gestes pour enfiler ses bas. Mais là, cet oubli n‘avait rien de
lourd, il était fluide, gracieux, séduisant – d‘une séduction qui n‘est par les seins, les
fesses, les jambes, mais l‘invitation à oublier le monde dans le corps. (p.25).

La belleza y sensibilidad de este párrafo, y de todo el capítulo, escapan a nuestro


ejercicio, nos concentraremos en el juego de evocación magistral que realiza el autor de la novela
a través de su protagonista Michael. Aquí vemos como Hanna recibe ciertos atributos que no
están en ella propiamente. Sus atributos físicos no tienen la fuerza que enamorarían a Michael; es
el aire que ella emana. La potencia de su ser no se encuentra en su simple figura o biología, la
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encontramos en la forma en cñmo se ―viste‖. Su belleza está en la idea de mujer y no en su


materialidad. Michael ve a una musa y no es como se la han planteado en los cuentos
románticos. Es golpeado por la belleza del mundo y esta se le ofrece en las circunstancias más
inesperadas; de hecho no es capaz de aguantar el flujo de emociones y tiene que huir del
momento. Recordemos que Hanna es una mujer 20 años mayor que Michael, además estamos en
plena Alemania de los años cincuenta. El moralismo al que ambos están ligados es demasiado
férreo para apenas acercarnos a entenderlo. En todo caso, aquí tenemos una maravillosa
demostración de la consciencia imaginante; ella se encargó de trasformar la experiencia estética
de Michael en una postura estética de nuestro relato. Nosotros no podemos estar seguros de que
Hanna mostraba realmente dicho aire de olvido, ni que las condiciones psicológicas de Michael
sean las causas de su acto de voyerismo. Solo podemos generar un dialogo con la obra y elegir
nuestras conclusiones. Es un imposible tratar de llegar a una verdad absoluta. Como podemos
observar, es Michael quien eligió cómo describir y que adjetivos usar. Como podemos observar,
es solo el testimonio de Michael al que podemos acceder. Por lo anterior, Sartre en su
entendimiento del imaginario y búsqueda de la verdad decidió separarse de la fenomenología
propuesta por Husserl y su ego-trascendental. Es por la paradoja que levanta el imaginario que
Sartre se apoya en un concepto bastante ambiguo para toda la tradición filosófica: la Nada. Esto
lo ilustra mejor Phillipe Cabestan en su artículo Sartre y la diferencia ontológica:

Cabe destacar que, si la intención de Sartre en su primer periodo es radicalizar la


intencionalidad fenomenológica, El ser y la nada va a significar una radicalización aun
mayor que se traduce en una ontología. En sus primeros escritos filosóficos, que
podríamos englobar en el proyecto sartreano de construir una psicología fenomenológica,
Sartre sostiene que la postulación del Yo trascendental implica una traición de Husserl a
la fenomenología, ya que, según el filñsofo francés, este haría de la conciencia ―una
cosa‖. Por el contrario, para Sartre, el ―Yo‖ no es sino un fenñmeno de exterioridad que
se da por medio de un acto reflexivo.‖ (Cabestan, 2002, p.89).

Sartre, según lo anterior, desea salvar a la conciencia de los determinismos del mundo. En
su época los avances científicos estaban relegando el acto del hombre a meras pasividades
impuestas por leyes universales. Sartre, el filósofo-literato, no podía aceptar la idea de un mundo
sin verdadera imaginación, re invención; un mundo de virtualismos matemáticos perfectamente
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ordenados, sin posibilidad de elección. El hombre es el gran misterio del escritor, Sartre tiene
una sensibilidad para con las letras innegable y por ello se niega a dejar caer la imaginación en
una estructura más, niega al hombre como ―cosa‖. Siempre, hasta el final de su obra-vida,
veremos a un Sartre que no duda en alejarse de todo conocimiento que trata de encerrar al
hombre en cuatro paredes. Nuestro personaje Michael no es un autómata, sus sensaciones y
descripciones no podían ser previstas. Nuestro personaje no es un robot que respondía a una
programación. Sus primeros cuatro capítulos lo dejan claro; nos regala sensaciones y emociones
humanas, solo eso. El trasmitir emociones es un acto donde la imaginación es esencial; Michael
es mediador de dicho proceso. Esta certeza de la humanidad de Michael, y también de Hanna, se
hará más fuerte conforme pasen las páginas. Sartre salva la humanidad, la conciencia, en la
Nada. Así como lo hace Michael. El acto nihilizador. Poner en letras una ―verdad‖ o una imagen
es llevar a la ―nada‖ ese ente. Sartre, en La trascendencia del ego dice: ―Todo, pues, es claro y
lúcido en la conciencia: el objeto es ante ella con su opacidad característica; pero ella es pura y
simple conciencia de ser conciencia de este objeto.‖ (Sartre, 1938/2003, p.40) Para Sartre la
conciencia, el hombre, es traslucidez y el objeto, la cosa, es opacidad. ―Así, pues, si introducimos
esta opacidad en la conciencia, destruimos con ello la definición tan fecunda que acabamos de
dar de ella; la congelamos; la oscurecemos, ya no es una espontaneidad; lleva en sí, incluso, algo
así como un germen de opacidad.‖ (Sartre, 1938/2003, p.40).

Para comprender mejor esta idea, Vauday (2006) explica que el imaginario en Sartre no
es un mundo opuesto al mundo tal cual es, tampoco es un mundo hecho a nuevo como el de la
utopía, sino la negación misma de la mundanidad y de los límites de realidad que esta conlleva.
Piensa Vauday, que por la introducción de la negatividad como el sentido inmanente de la
conciencia imaginante, Sartre se aparta, no sólo de la filosofía clásica, sino también, de la
fenomenología de Husserl.

―Huis jours plus tard, je me retrouvai devant sa porte.‖ (p.26). Así comienza el capítulo 5
de la primera parte de El lector. Recordemos el capítulo 2 y el sueño de Michael. Aquí tomó una
decisión. Se demoró 8 días pero volvió al lugar donde vio algo hermoso: un ser humano. Michael
eligió. Quería volver a ver esa musa. Esa belleza misteriosa. Ese descubrimiento de una flor de
loto en medio del pantano. Quería volver a ver a su espejo. Una creatura con la que por una
mirada destruyó su máscara por un breve instante. Cuando la mirada de Michael y Hanna se
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cruzan, en el capítulo anterior, ocurre un momento trascendental para el protagonista. Lo deja tan
marcado que sueña con Hanna toda la semana. Todo el peso de la moral de su tiempo no es
suficiente para callar la imaginación de Michael. Todas las barreras y muros fueron arrasados por
el deseo de un hombre; el adiestramiento por el que se pasa cuando se nace en un hogar burgués
en plena crisis de la identidad europea ha de ser bastante estricto. Aun así, ningún objeto del
mundo exterior puede congelar a la conciencia. Como lo describe el mismísimo Michael: ― Voilà
comment j‘ai raisonné à l‘époque, intégrant mon désir à un étrange calcul moral et faisant taire
ma mauvaise conscience.‖ (p.28).

Para reflexionar sobre cómo elegimos, Sartre llega a su teoría de la nihilizacion que,
etimológicamente, significa « reducir a la nada ». Según él, la conciencia es un vacío; se entiende
que el objeto no es un ―Ser‖ en el mundo, un Ser en-sí, una realidad exterior, sino un objeto
vaciado. La cosa es sacada de su realidad y absorbida en la conciencia. No confundamos el acto
de nihilizacion con el de aniquilación, ya que el acto de la conciencia no es destructivo; lo que
hace la conciencia es extirpar la cosa de la realidad transformándola en dicho proceso, pero sin
aniquilarla. El imaginario humano no está limitado por el espacio-tiempo del mundo material; el
mundo de la nada está en otro nivel de referencia frente al mundo real: ―La imagen no está en
ningún lugar.‖ (1940/2005, p.171) El objeto es abordado por la conciencia imaginante como una
falta de Ser, ausente o carente de sentido, (1940/2005, p. 351) Simplemente es un ser in-
existente; el objeto-imagen es para Sartre ―Vacío de Ser‖ (1940/2005, p.33) Se presenta a nuestra
conciencia como un ausente y tenemos el poder de darle la apariencia, esto sin siquiera tener el
fenómeno frente a nuestros sentidos. El imaginario Sartreano es paradójico, en los términos de la
lógica proposicional, el objeto está presente y al mismo tiempo ausente, intangible, intocable, y
aun así, motivado y dominado por una voluntad: la nuestra. Sartre llama a esa voluntad ―la
espontaneidad de la conciencia‖ (1940/2005, p.258). Vauday nos aclara que Sartre no ha cesado
de vaciar el sujeto cartesiano, de reenviarlo a una ―falta de ser‖ constitutiva. También nos dice
que al poner su ―objeto como nada‖, el imaginario Sartreano afirma ciertamente la existencia del
sujeto que se ―da‖ su objeto en detrimento de la realidad y, por allí, la ―supera‖. Ahora, continua
Vauday, el sujeto que supera la realidad dada, en el sentido de romper con el tiempo y el espacio,
no es un sujeto pleno de su propia sustancia, es tensión hacia el ser que le falta, carencia de ser,
deseo de ser lo que no es y rechazo de ser lo que es. Sintetiza Vauday: ―el sujeto Sartreano hay
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que imaginarlo como un corte en lo real, como una silueta en reserva de la imagen y, mejor aún,
como una sombra sin cualidades.‖ (2006, p.67).

Je pense, j‘arrive à une conclusion, je traduis cette conclusion en décision, et je


m‘aperçois que l‘acte est une chose à part, qui peut être conforme à la décision, mais pas
nécessairement. Plus d‘une fois, au cours de ma vie, j‘ai fait ce que je n‘avais pas décidé,
et ce que j‘avais décidé, je ne l‘ai pas fait. C‘est un je-ne-sais-quoi qui agit … Je ne veux
pas dire que pensée et décision sont sans influence sur les actes. Mais les actes
n‘exécutent pas simplement ce qui a été préalablement pense et décidé. Ils ont leur source
propre et sont les miens de façon tout aussi autonome que ma pensée est mas pensée, et
ma décision ma décision. (p.29).

Este párrafo resume la idea principal del capítulo 5: Cómo tomamos una decisión. Qué
pasa en nuestra mente cuando realizamos la tarea de elegir. Esta es el problema central de la
teoría Sartreana: la elección. ¿Quién es quien habla aquí Michael o su ego? Al respecto, explica
Eduardo Gonzales (2008), que el ego tiene sobre todo una función práctica, en tanto refleja una
unidad ideal, y que su papel esencial es el de ocultar a la conciencia su propia espontaneidad para
evitar así la angustia: ―La conciencia constituye al ego como una falsa representación de sí
misma para huir de la angustia derivada del carácter fatal de nuestra espontaneidad, pero al
mismo tiempo ella es la creaciñn continua que escapa sin tregua del Yo creado.‖ (Gonzales,
2008, p.15). Michael tomó una decisión en contra de todos los principios que se le habían dado
en su formación, justamente, como ser humano. Y está yendo en contra de dichos principios por
una elección. Michael privó de verdad a la cosa moral, al mundo y sus reglas, simplemente
usando un proceso del pensamiento. Es un yo-no-se-que que actúa, dice Michael. Adentrémonos
con Sartre un poco más en ese ―ser‖ que actúa tras bastidores. Se podría decir, según Vauday
(2006), que Sartre parte de la presencia pero no deja de retomarla en el vacío y en la nada, al
hacerla aparecer sobre el fondo de la nada. ―Si es necesario que primero lo real sea dado para
poder negarlo, lo es precisamente solo bajo la condición de poder ser negado; si falta eso, como
dice Sartre, uno es ―capturado‖ en lo real, se confunde con él.‖ (Vauday, 2006, p.66).
Básicamente la negación viene a ser la condición de la afirmación que se desea realizar. Como lo
explica Sara Vassallo, en su artículo Sartre y Lacan: ―Es la nada que introduce el objeto y la
presencia de este.‖ (2003, p.26). ¿Michael se quiere excusar en su supuesto ego o asume sus
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elecciones? Veremos como para Michael el presentarse de nuevo frente al espejo, encontrarse
con Hanna, es una de las decisiones más importantes de su vida. En el momento en que nuestro
protagonista se asume como conciencia y no como simple objeto es que puede ir a su encuentro
con la belleza.

6.1.2. El Ser en-sí y Para-sí.

En este apartado de nuestro análisis del sujeto sartreano continuaremos nuestro estudio de la
conciencia y su poder de re invención. Aquí veremos cómo Sartre evoluciona y radicaliza su
teoría del sujeto. Profundizaremos más en los conceptos en los que se apoya Sartre para justificar
una conciencia totalmente libre. Trataremos específicamente el En-sí y el Para-sí, Sartre también
propone el Para-otro, pero dicho concepto se estudiará en la sección 6.1.3 Mirar-nos. El En-sí y
el Para-sí son la base ontológica del ser en Sartre; por ende indispensables para comprender el
razonamiento de nuestro teórico existencialista. Realizaremos el estudio del En-sí y Para-sí
usando a nuestro protagonista Michael; nuestra voz; la conciencia narradora de El lector.
Abarcaremos desde el capítulo seis hasta el capítulo doce de la primera parte de la narración-
foco. Utilizaremos los pensamientos y el imaginario de Michael para reflexionar junto a Sartre
sobre las posibilidades y límite de nuestra conciencia.

En el capítulo 6 de la primera parte de nuestra historia, Michael nos describe uno de los
momentos más importantes de toda la novela, cuando tiene su primer encuentro sexual con
Hanna. Un encuentro que no sigue las reglas ni los protocolos establecidos; un encuentro donde
la vergüenza no tuvo lugar. Un encuentro prohibido y amoral frente a los ojos de cualquiera en el
contexto del relato. De hecho, para muchos de nuestros contemporáneos les puede resultar algo
perturbador. Una pasión que se desborda sin poder se contenida por las palabras.

Todo un juego de coquetería ―accidental‖; fuera de norma. Este encuentro, en principio,


no parece salir de la maquinación de ninguno de los dos personajes; Hanna llegaba de trabajar y
Michael quería disculparse, gesto que nace del consejo de su madre. Sin embargo, se nos dan
ciertos detalles para entender que ninguna de nuestras acciones está por fuera de nuestra
decisión. Recordemos todo el proceso mental del capítulo 5 donde Michael tomaba una decisión.
Como ejemplo inmediato tenemos a Hanna que siente la excitaciñn de Michael y le dice: ―C‘est
bien pour ça que tu es venu¡‖ (p.34). Michael no podía ni afirmar ni negar dicha sentencia.
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Estaba siguiendo un protocolo que en realidad había elegido; sólo estaba siendo Michael.
Centrémonos en lo que piensa Michael para continuar con la investigación del sujeto Sartreano:

J‘avais peur de la toucher, peur de l‘embrasser, peur de ne pas lui plaire et de ne pas être
à la hauteur. Mais quand nous nous fûmes tenus un moment ainsi, quand j‘eus respiré son
odeur et senti sa chaleur et sa force, tout alla de soi. L‘exploration de son corps, avec mes
mains et ma bouche, la rencontre de nous bouches, et enfin elle sur moi, yeux dans les
yeux, jusqu‘à ce que je sente que j‘allais jouir ; je fermai les yeux et tentai d‘abord de me
retenir, puis je poussai un tel cri qu‘elle l‘étouffa de sa main sur ma bouche. (pp.34-35).

Otra demostración más del poder de las palabras y la imaginación. Vemos todo el
despliegue de la conciencia de Michael liberándose de sus ataduras y nadando en un océano de
sensaciones. Michael tenía miedo de sentir y vivir, pero una vez que se encuentra con la belleza
de Hanna no puede resistir más a sus ganas de Ser. Hemos visto que cuando la conciencia puede
fluir con toda su potencia y no ser retenida por algo como un Ego, es que se dan estas
explosiones de colores. El personaje de Michael tendrá muchos encuentros sexuales y amantes a
lo largo de su vida, pero nunca nos brindara una descripción de dichos encuentros como la
presente. Nada más emocionante para la conciencia que escaparse al Ego. Esa es la línea de
nuestro teórico existencialista. Nada más emocionante que escaparse a uno mismo; a esas pobres
funciones nominales que llamamos ―Yo‖. No somos una simple categoría. Para Sartre la
conciencia no es un En-sí; el En-sí es solo un polo de nuestra conciencia, una parte. Pero
entonces ¿Qué es un ser En-si? Sartre responde (1943/2010): ―En fait, l‘être est opaque à lui-
même précisément parce qu‘il est rempli de lui-même. C‘est ce que nous exprimerons mieux en
disant que l’être est ce qu’il est». (p.32). En el artículo El silencio de la conciencia, Samuel
Cabanchik (2006), traduce esta idea del Ser:

(1) el fenómeno de ser es presencia de la conciencia al ser; (2) la conciencia es


necesariamente conciencia (de) sí misma a la vez que conciencia de ser (del esto) al que
se presenta; (3) la conciencia (de) sí sólo se establece a través del algo que cada vez
intenciona: no hay conciencia de nada; (4) ese objeto intencional de la conciencia no
puede reducirse al fenómeno sin que la conciencia misma se aniquile, por lo que la
descripción analítica del fenómeno nos remite a un ser del que ese fenómeno es siempre
una presentación parcial: el ser en sí. (p.214).
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Lo anterior, explica Cabanchick (2006), es la estructura irreductible del ser sartreano que,
siendo unitario, se genera en la lucha interna de dos polos; el de la conciencia y el del objeto.
Una cara del ser es la traslucidez de la conciencia, la otra la opacidad del objeto intencionado por
ella. Dicha confrontación entre ambos polos no rompe la unidad sino, todo lo contrario, la
constituye, posibilitando así el acceso al ser.

En Sartre, el ser en-sí podríamos interpretarlo como un hoyo negro cósmico. Tiene todo
su ser en su interior y no podemos elucidarlo por mucho que lo observemos. ―L‘être-en-soi n‘a
point de dedans qui s‘opposerait à un dehors et qui serait analogue à un jugement, a une loi, a
une conscience de soi‖ (1943/2010, p.32). Básicamente, todos los objetos externos a la
consciencia responden a esta definición; por mucho que se mire el cosmos solo nos encontramos
con más preguntas y dudas; solo se revela más profundidad e infinito. Aparentemente, los
objetos que se nos presentan no ponen en duda su existencia, no se interrogan a sí mismos, y
tampoco dependen de nosotros para existir; Solo son. ―L‘en-soi n‘a pas de secret: il est massif.‖
(p.32). Por mucho que busquemos la esencia de las cosas esta está por fuera de nuestra capacidad
de captación. El hombre está atrapado en el hombre y la cosa esta atrapada en la cosa. ― Il en
résulte évidemment que l‘être est isolé dans son être et qu‘il n‘entretien aucun rapport avec ce
qui n‘est pas lui.‖ (p.32).

Michael y Hanna vivieron en su acto de amor la misma lucha del ser, experimentaron la
misma paradoja que el Ser sartreano, aunque podríamos llamarla baile. Nuestros dos
protagonistas mostraron un hambre de negar el mundo como el descrito por nuestro autor. Todas
las concesiones ―humanas‖ les retenían, les imposibilitaba escapar. Aun así, se lanzaron a la
mirada del Otro: ―yeux dans les yeux.‖ (p.35). La única forma de poder negarnos es con otra
conciencia, esta intuición ya se evidencia desde que se categorizó en el En-sí y Sartre la
desarrollará a lo largo de su exposición filosófica. Todo el capítulo 6 resulta ser un excelente
ejemplo de cómo funciona el sujeto Sartreano; un sujeto que busca llenar su falta de sentido
quitándole el sentido al otro. Y el otro está en la misma dinámica. Somos una síntesis de polos;
No tenemos identidad. La conciencia en Sartre, explica Lévy (2001), no existe en estado puro y
para producirse necesita proyectarse, representarse a algo que le resulte radicalmente ajeno, una
especie de aventura por los caminos azarosos del mundo. (p.214). Es por esto que Michael
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experimenta su encuentro con Hanna como un descubrimiento de algo arrollador: ―… je fus


bouleversé par la présence de son corps nu. « comme tu es belle ¡» ‖ (p.34).

El ser En-si no tiene espejo, no tiene mirada ni conciencia. No hay bases, puntos de
referencia que estén disponibles en los objetos para el ser Para-sí. Para el hombre es imposible de
entender a otros seres que no sean los hombres. Básicamente, el ser En-si no tiene ni responde a
las variables humanas; está muy lejos del entendimiento y control del ser Para-sí. Al respecto del
ser En-sí aclara Sartre (1943/2010): ―Il est ce qu‘il est, cela signifie que, par lui-même, il ne
saurait même pas ne pas être ce qu‘il n‘est pas‖. (p.33). Sartre dirá que el Ser En-sí no conoce de
alteridad, es pura positividad: ―Il ne peut soutenir aucun rapport avec l‘autre. Il est lui-même
indéfiniment et il s‘épuise à l‘être.» (p.33).

Sartre en su construcción-búsqueda de un sujeto totalmente libre lo desprendió del mundo


material al que nunca podrá tener acceso directo. Dicho de otra manera, los objetos no tienen por
qué responder a la nominalización y categorías humanas; siempre podrían ser observados y
catalogados según diferentes puntos de vista, niveles y definiciones; infinitas de hecho. El autor
existencialista resguarda al hombre de la inmensidad del universo en un manto llamado el Para-
sí; un mundo que no escape al hombre. Como dijimos anteriormente, el ser En-sí es como un
hoyo negro; un universo entero; cada objeto es infinitas posibilidades de ser. Expresa Sartre:
―L‘être-en-soi n‘est jamais ni possible ni impossible, il est.» (p.33).

El arte se vive; eso hicieron Michael y Hanna. Al hacerse el amor, mutuamente, se sacan
el uno al otro y a ellos mismos de la oscuridad del ser; como dijimos anteriormente, un baile. En
la química cuando dos sustancias tienen reacción entre si entonces se da una trasformación; lo
mismo podríamos decir del sujeto Sartreano, solos nunca podríamos salir del abismo que
significa existir. Quien está sumergido en sí mismo, como el ser en-sí, no tiene posibilidad de ver
otra cosa que a sí mismo; como todos nosotros sumergidos en nuestros egos. El ser En-sí es un
ente solitario y sin posibilidades de comunicarse al/con el otro; es una cosa. El hombre encerrado
en sí mismo es una analogía justa del ser en-sí. En las religiones y mitos existe la tendencia de
hacer referencias a la unión entre dos seres como un acto de trascendencia. Permitámonos pensar
que el amor (Para-sí) fue lo que le concedió tanto a Hanna como a Michael transformarse; salir
de ellos mismos y trascender de su estado inerte. El hombre no es una cosa y se percata de esta
verdad cuando mira en otra dirección diferente de su falso yo. Nuestros personajes tuvieron un
57

baile que nunca les permitiría continuar con esa indiferencia frente al mundo; descubrieron la
belleza; un espejo donde poder ver su verdadero reflejo; en los ojos del Otro. Ambos,
descubrieron o, mejor dicho, sintieron que el hombre no puede ser reducido a una cosa; en Sartre
el hombre es acción. Como nos confirma Lévy (2001):

Si el propio ser del sujeto consiste en un existir y un pensar que sólo tienen sentido en la
medida en que están abiertos a la cosa y al mundo, entonces ya se acabó la imagen
convencional del sujeto esperando en el limbo a tener la ocasión de existir. Ser sujeto no
es un estado. Es un acto (…) El sujeto no nace, se hace. Hay un devenir incesante del
sujeto que no tiene final ni origen, y es lo propio de ser sujeto. (p.216).

En el capítulo 7, la primera frase es: ―C‘est la nuit suivante que je tombai amoureux
d‘elle‖. (p.36) ¿Elegimos enamorarnos o es un accidente? Si seguimos la línea de nuestro
razonamiento existencial, ya debemos de intuir que nada es accidental en el hombre; todo es una
acción; una decisión; un producto de nuestra imaginación. Observemos qué nos revela el propio
Michael frente al acto del amor:

Suis-je tombé amoureux d‘elle pour la payer d‘avoir couché avec moi? Aujourd‘hui
encore, après une nuit avec une femme, j‘ai le sentiment d‘avoir été gâté et d‘être en dette
–envers elle, que j‘essaie au moins d‘aimer, et aussi envers le monde, que j‘affronte.
(p.36).

El impacto de Hanna sobre Michael es tan grande que ella se convierte en su marco
referencial a la hora de enfrentar a las mujeres y el amor. Es más, se menciona una especie de
deuda; como si Michael sintiera que debe devolver algo muy bello que sólo le han prestado. El
momento en que otra conciencia te reconoce como conciencia es un regalo gigantesco; dicho
obsequio vino de la parte de Hanna. Como una madre, Hanna le dio a Michael el regalo del
amor; pero ella no era su madre, sino una persona que eligió dar amor. No estaba siguiendo un
rol o un mandato; fue un acto espontáneo. El impacto del espejo en Michael no demora en
revelarse: ―C‘est aussi parce que cette femme, dont j‘ignorais le prénom, m‘avait tellement gâté
cet après-midi-là que je retournai au lycée le lendemain.» (p.37).

Michael se ha trasformado. Al enterarse que no estaba solo en el universo, deja su actitud


de pasividad y toma su existencia entre sus manos. Ha experimentado su propio poder y desea
58

ejercerlo; elegir. En este capítulo se nos dibuja esta revolución cuando Michael rompe el cordón
umbilical que tiene para con su familia. Uno de los más difíciles para cualquier ser humano; la
piedra angular de los psicologismos contemporáneos: ―J‘avais l‘impression que c‘était la
dernière fois que nous étions assis ensemble autour de la table ronde.‖ (p.40). Dentro de nuestra
estructura social el referente para definirnos como Hombre han sido los padres. El poder
desprenderse de ese gran templo, que significa el hogar, es un gran paso en el descubrimiento de
quiénes somos. Sería mucho más sencillo dejar que nuestra madre y padre nos den todas las
verdades; de hecho eso es lo que pretenden. Michael comprendió que no es una pasividad; él no
es una esencia; no es un ser En-sí: ―…il avait remarqué que je m‘étais adressé à lui et non à ma
mère, et que je n‘avais pas dit non plus que je me demandais s‘il fallait retourner au lycée. »
(p.41). Michael comprendió que él no era un hijo; él es Michael, un sujeto pensante. En Sartre el
sujeto toma riesgos para ser auténtico, lo explica Lévy (2001):

Aparece el humilde esplendor de una subjetividad que se desprende del universo pensum,
se extrae de la opinión, de las palabras de los demás y de la cultura manida para que se
vean, por fin, verdaderos fogonazos de pensamiento, chispazos, destellos, una luz más
fuerte que la noche, una palabra errante y vagabunda, pero auténtica, arriesgada. (p.227).

En últimas, nos dice Maximiliano Blasidio Cladakis (2015), en su artículo Ontología


acción y verdad, que debemos comprender que para Sartre el mundo del ser En-sí es estática
pura:

El ser en-si, por lo tanto, se corresponde con la dimensión objetual del Ser. Se trata de
aquello que es revelado por la conciencia. En su ser más propio, el ser en-si se presenta
como pura positividad, como algo absolutamente macizo, opaco, sin grietas ni fisuras. La
naturaleza se correspondería con esta región del ser. (p.14).

En el capítulo 8 de El Lector, Michael empieza por describirnos todo el proceso de sus


bailes (rituales) de amor:

Je me laissais volontiers savonner par elle, et j‘aimais la savonner, et elle m‘apprit à ne


pas le faire avec pruderie, mais avec une application toute naturelle et possessive. Dans
l‘amour aussi, elle prenait tout naturellement possession de moi. (p.42).
59

La poesía, veremos, siempre se despliega en cada descripción que Michael hace de


Hanna, de sus olores, de sus « aires », de sus encuentros, de sus bailes. Sus sentidos captan el
mundo como nunca ocurre en su cotidianidad. Los objetos adquieren fuerza y vitalidad. Michael
le da sentido a la inercia del mundo o ¿es Hanna? Sentimos vida cuando nos damos al mundo;
Michael a través del amor de Hanna está entendiendo que es él la vitalidad de su realidad. Los
colores adquieren una verdad y las caricias tienen leyes en el interior de su conciencia. El ser-
humano no es pasividad; es actividad. Michael es libre de darle vida a la nada según sus
pasiones; ese es el sujeto Sartreano; un Para-sí. Un hombre se diferencia de los entes plenos,
rígidos y determinados por su capacidad de cuestionarse a sí mismo, es decir, que tiene
conciencia. Al respecto, explica Gonzales (2008): ―…lo que caracteriza esencialmente a la
conciencia es esa no-identidad que la constituye, en virtud de la cual está, por así decirlo,
separada de sí misma. Es pura interioridad y exclusión radical de toda objetividad.‖ (p.16). El
Para-sí en palabras propias de Sartre (1943/2010): ―…étant ce qu‘il n‘est pas et n‘étant pas ce
qu‘il est.‖ (p.32).

« Toi, tu t‘appelles comment? » (p.44) Esta es una cuestión clave que se presenta en el
capítulo 8; la identidad. Michael y Hanna llevan aproximadamente 8 días de encuentros en el que
hacen el amor pero aún no se habían presentado formalmente. Como vemos, no es el nombre lo
que te hace. No es una categoría la que te define; estos dos seres, a pesar de no conocerse, ya se
habían explorado intensamente. No somos nuestros nombres. El nombre es un En-sí; una
categoría opaca e irreductible; una estatua. No somos nuestras máscaras.

En este mismo capítulo se hace el primer énfasis de lo que significa, literalmente, no


poder leer. Cuando Michael suponía que Hanna ya debía de estar enterada de su nombre, por
estar escrito en sus libros, aquellos que él le llevaba y que él le leía en sus rituales de amor. Se
dan los primeros destellos de la tragedia del ser humano; el no tener la capacidad de
comunicarnos verdaderamente, de interrogarnos y recrear con las palabras aquello que uno ha
descubierto. Esta es una de las líneas críticas constantes de toda la novela. Nos propone pensar la
frustración de no poder comunicarse; de no lograr entendernos. Los espíritus de Michael y
Hanna lograron bailar sin restricciones, pero cuando llegó el momento de las palabras,
empezaron a levantarse ciertos muros o, mejor, a notarse. Toda la explosión del amor se ve
cuestionada por eso que llamamos, ingenuamente, un mal entendido.
60

Tenemos el reclamo de Hanna à Michael por su actitud frente a su futuro: ―Sors de mon
lit. et je ne veux plus te voir si tu ne fais pas ton travail. Abrutissant, ton travail ? Abrutissant ?
Tu sais ce que c‘est que de vendre des billets et de les poinçonner ? (p.45). Hanna presta su voz
para hacer la relación del saber con saberse. Muestra cómo el poder está directamente ligado con
el lenguaje. ¿Qué es un trabajo embrutecedor? Para Sartre-Hanna sería un trabajo que te obliga a
realizar acciones repetitivas y sin cuestionar el mundo; sería un trabajo que te reduzca a las
labores más mecánicas; un trabajo que te obligue a callar tu conciencia; a nunca usarla. A ese
tipo de existencia deberíamos de tenerle tremendo miedo. Deberíamos de temer a que nos
reduzcan a la categoría de cosa; de máquina, de simple herramienta. Deberíamos detestar, según
Sartre-Hanna, que nos pretendan limitar a convertirnos en una simple pala o escoba. Sartre-
Hanna nos vienen insinuando que el poder leer es uno de lo regocijos (privilegio) más grandes
para una conciencia ya que esto le permite leer el mundo y pensarlo. Eso es lo que hace la
conciencia, según vimos en nuestro estudio de la imaginación sartreana; siempre re-interpretar.
Si no sabemos leer no podríamos re-interpretar mucho de la realidad humana. Estaríamos
encerrados en nuestro cuerpo. Sin otra opción más que rebajarnos al estado de máquina
obediente. Poner al hombre al nivel de animal de carga. Es trágico ver a un hombre simulando
ser cosa cuando es infinita capacidad de re-crear. Hanna, que se acerca a los 40, ha
experimentado un trabajo embrutecedor y por ello la actitud de Michael le despierta tanta rabia.
Negarnos a las palabras es negar nuestra potencia creadora. Recordemos que en Sartre el ser no
es una cosa. No somos nuestro trabajo o nombre; nos inventamos nombres y trabajos. El poder
leer, podríamos interpretarlo, como tener poder de extender nuestra voluntad, o acercarnos más a
ejercerla con convicción. El negarse a leer es dejar tu destino en manos de otro, como veremos
más adelante. El carecer de una herramienta de comunicación es condenarse a una inopia. Hanna
no desea ver a su ―Garçon‖ en la oscuridad en la que ella se encuentra. Hanna, como el ángel que
es, quiere que su ―Garçon‖ vuele, sea libre y no esté atado a un mundo de máquinas. Para
acompaðar esta idea Lévy (2001) nos dice: ―No podemos transfñrmanos en hombres
petrificados, devenidos-flor, bicicleta.‖ (p.226).

Tenemos que radicalizar con Sartre nuestra idea de sujeto si no queremos ser devorados
por los objetos. El Para-sí es la apuesta sartreana:
61

La conscience n‘a rien de substantiel, c‘est une pure ―apparence‖, en ce sens qu‘elle
n‘existe que dans la mesure où elle s‘apparait. Mais c‘est précisément parce qu‘elle est
pure apparence, parce qu‘elle est un vide total (puisque le monde entier est en dehors
d‘elle), c‘est à cause de cette identité en elle de l‘apparence et de l‘existence qu‘elle peut
être considérée comme absolu. (1943/2010, p.23).

Lo anterior traduce, según Cladakis (2015), que aunque resulte contradictorio, el ser Para-
sí es la zona del ser que no es. El ser Para-sí es revelación de los existentes, pero también es
trascendencia de dichos existentes. Asimismo su trascendencia es también trascendencia con
respecto a si mismo. Explica Cladakis, que el ser para-si esta desprovisto de una identidad como
tal al ser trascendencia constante de sí mismo y demás existentes. (p.14). Al respecto insiste Sara
Vassallo (2006): ―…el Para-sí, el sujeto humano, dice Sartre, está enraizado originariamente en
una alteridad, en otro respecto de sí.‖ (p.46). Esto implica, que lo que le falta al Para-sí es el En-
sí. El Para-sí tiene como condición perpetua exigirse a sí mismo a no ser el En-sí; se funda a
partir del En-sí y contra él. El Para-sí es un trascender hacia aquello que carece en búsqueda de
una coincidencia consigo mismo que no se dará nunca. En las palabras de Gonzales (2008):

En cualquier caso, nunca podemos atrapar su ser en ninguna definición positiva y solo
podemos expresarlo de forma negativa (…) todo lo que puede ser fenñmeno para la
conciencia como en-sí, es decir como realidades positivas que tienen una identidad: son
lo que son. Sin embargo, no les pertenece a ellas no ser lo no que no son: el no-ser y, en
general, toda negación solo proviene de la conciencia. (p.16).

En síntesis, Sartre concibe todo lo que existe como un en-sí y todo tipo de ser distinto es
un no-ser; una nada. Esta nada es constitutiva de la conciencia. Visualicemos la nada como la fiel
acompañante del hombre; la cargamos como nuestra rigurosa verdad. La nada es la esencia de
nuestra forma de ser. Es nuestra arma de existencia y la que nos permite elevarnos por encima de
cualquier Ser. La nada es el elemento del Ser.

En el capítulo 9, Michael empieza con una reflexión, bastante profunda, sobre lo que es
un recuerdo y la felicidad: ―Pourquoi? Pourquoi ce qui était beau nous parait-il rétrospectivement
détérioré parce que cela dissimulait de vilaines vérités?» (p.48). Michael se pregunta, nos
pregunta el por qué el recuerdo de sus semanas de felicidad con Hanna no tiene ese valor de
alegría si, como dice Michael: ―…nous nous sommes aimés comme si rien d‘autre au monde ne
62

comptait.‖ (p.48). Sartre dirá que la conciencia al no ser sus recuerdos tiene la posibilidad de re-
interpretar su pasado. Cabe preguntarnos ¿qué descubre Michael en el futuro que le genera este
sin sabor de su pasado?

En este mismo capítulo se nos ofrece una descripcion de los atributos del personaje de
Hanna o, mejor dicho, una réflexion: ―Tout cela, elle en parlait comme si ce n‘était pas sa vie,
mais celle de quelqu‘un d‘autre qu‘elle ne connaissait pas et qui ne la concernait pas.‖ (p.50).
Recordemos que Hanna está cargada de misterio. Desde el principio ella es una sombra. Aun
después de que se nos cuenta su historia no se dijo mucho. Hanna siempre sumergida en sí
misma. Dice Michael: ―… elle, à vrai dire ne vivait pas d‘une promesse, mais de la situation et
d‘elle seule. » (p.50). Hanna es como una fortaleza, se protege del mundo encerrándose en sí
misma. Utiliza su cuerpo como un ser En-sí. No quiere ser vista por el otro. Se entrega a un
automatismo propio de la cosa. Entrega la carga de su existir a un personaje-cosa. Escondiéndose
del mundo en una Hanna-cosa. Pero Michael que ya había sentido el ser de Hanna, podía ver el
personaje-cosa y distinguirlo de la fuerza Hanna-Ser. La conciencia por ser conciencia, en Sartre,
entiende y reconoce la diferencia entre la cosa y el ser. Michael usa su conciencia para ver a
través de la máscara de Hanna. Despliega el poder de su imaginación para captar una verdad que
está escondida en el En-sí. Michael, en el fondo, siente que Hanna no se limita a las tres líneas de
su historia. Michael utiliza la Nada para salvar la humanidad de Hanna; para retener su
conciencia. La Nada como último bastión de la humanidad. De la Nada Sartre nos dice:

Le pour-soi doit-il être son propre néant. L‘être de la conscience, en tant que conscience,
c‘est d‘exister à distance de soi comme présence à soi et cette distance nulle que l‘être
porte dans son être, c‘est le Néant. (1943/2010, p.114).

Goetz, personaje de El diablo y el buen dios expresa maravillosamente nuestra


conciencia; el para-sí; la Nada:

Tous les enfants légitimes peuvent jouir de la terre sans payer, pas toi, pas moi. Depuis
mon enfance, je regarde le monde par un trou de la serrure: c‘est un beau petit œuf bien
plein ou chacun occupe la place qui lui est assignée, mais je peux t‘affirmer que nous ne
sommes pas dedans. (p.55).
63

Nos explica Gonzales (2008) que a pesar del papel central de la conciencia, ésta es
concebida en Sartre, como un ser degradado. Quiere decir, como algo que está en búsqueda de su
ser: ―sin alcanzarse a sí misma en él, separada de él, y por tanto, de sí misma: el Para-sí es esa
incisiñn del ser.‖ (p.18). Explica Gonzales que si Sartre recurre a todo tipo de metáforas cuando
aborda el sentido de la Nada, como algo que ahorca, ahueca o socava el ser, tenemos que
visualizar a la conciencia que nihiliza el ser en sí misma y ante sí misma. Dice Gonzales que la
negación solo existe en la conciencia; dicha conciencia puede definirse como una relación
negativa con el ser:

Desde el punto de vista antropológico, esta sombría tesis de El ser y la nada, por una
parte señala que el ser de la conciencia, contra lo que cree la tradición, no es la más alta
dignidad del ser, sino una forma degradada del mismo. Y por otro lado, promueve la idea
de lo que podríamos caracterizar como absoluta soledad de la conciencia, que no sólo está
separada -como veremos- de las otras conciencias, sino de todo ser en general e incluso
de sí misma, porque ella es esa separaciñn o ―ahuecamiento del ser‖. No hay ningún ser
donde la conciencia se reconcilie consigo misma, puesto que ella es el inconciliable poder
negativo que se sustrae a toda identidad. (pp.18-19).

Al final del capítulo 9 de nuestra aventura, Michael nos muestra cómo Hanna le pedía que
le leyera: ―Lecture, douche, faire l‘amour et rester encore un moment étendues ensemble, tel était
le rituel de nos rendez-vous.‖ (p.54). La lectura que Michael le hace a Hanna es una de las claves
de nuestra reflexión; descubrirnos a través de la lectura y escritura, a través de otra persona.
Michael y Hanna se unían para escapar a esa falta de ser. Uno de los momentos más íntimos de
toda la historia es este, cuando Michael se transforma en el Lector de Hanna. A través de
Michael, Hanna empieza a leer el mundo, a salir de ella misma; de su encierro. Hanna y Michael
son un par de niños que están absorbidos en sí mismos; es el amor que experimentan lo que les
da el valor de afrontar el mundo y salir de su prisión; el Yo. En el último párrafo de este capítulo
Michael resume su ensueño, su encuentro con unos ojos que le permitieron ver:

Lorsqu‘elle s‘était endormie sur moi, que la scie dans la cour s‘était tue, que le merle
chantait et que, dans la cuisine, il ne restait plus de la couleur des objets que des tons de
gris plus ou moins clairs ou sombres, j‘étais parfaitement heureux. (p.55).
64

¿Por qué Michael sólo habla de él cuando hay referencias a sentimientos o estados en la
mayoría de las ocasiones? Hasta el momento, de Hanna se nos ha dado información muy
superficial. Siempre han sido interpretaciones de Michael. En este último segmento Michael
dice: ¡Yo era enormemente feliz¡ Vemos un Michael tratando de ser lo más honesto para con
nosotros, no nos abruma con información diferente a la de su ver; que es la única certeza para él.
Michael siempre pensando, analizando, reflexionando; confesando. Por esto podemos
profundizar tanto en el sujeto sartreano, el cual se centra en el yo pienso. Es un supuesto ―yo‖
que relata; que se cuenta así mismo; una forma de reflexión; principio fundamental del ser en
Sartre. Vemos todo el relato desde los ojos, y solo lo ojos de Michael. Es hasta una especie de
diario; haciendo alusión a la novela más célebre de nuestro teórico existencialista: La Náusea.
Esto es lo que hace el ser en Sartre; pensarse. Michael está incomunicado de todo y eso ya lo
sentimos en este momento de la novela; un análogo de cómo sentimos la supuesta
incomunicación del ser sartreano. El análisis de Sartre, así como el de Michael, es tan honesto y
profundo que encamina a pensar en un abismo de la realidad. Veremos que esto es una mala
comprensión de toda la intención del existencialismo. Así como sería un error pensar que por ser
el testimonio de Michael no significa que lo que leemos no tenga un carácter de verdad; un valor;
una síntesis; algo que comunicar y decirnos, algo que nos ayude a trascender. Llegar hasta las
últimas consecuencias de la verdad; de decirse la verdad. Michael quiere entender y el Para-sí
también. Si no leemos a Michael el no tendrá vida y nosotros, si no leemos a Michael, no
tendremos cómo pensarnos; ese es el Para-sí: Una nada que permite la distinción entre el En-sí y
el Para-sí. Mientras el hombre tenga vida, tendrá la Nada; es toda su conciencia lo que le permite
tener certeza de su existir y no perderse en una esencia; de no perderse en un nombre:

Le néant est toujours un ailleurs. C‘est l‘obligation pour le pour-soi de n‘exister jamais
que sous la forme d‘un ailleurs par rapport à lui-même, d‘exister comme un être qui
s‘affecte perpétuellement d‘une inconsistance d‘être » (Sartre, 1943/2010, p.114).

El capítulo 10 de nuestro viaje con Michael, empieza con una escena de incomunicación
entre los amantes; Michael trata de sorprender a Hanna en su trabajo, el tranvía, y resulta que se
da una hermosa representación de dos amantes encerrados en sí-mismos; de dos Para-sí
encerrados en su Nada; tomándose por En-sí, prisioneros, cuando son, en realidad, conciencias
en movimiento:
65

Je comptais que nous y serions tranquilles, que nous pourrions nous embrasser. Mais
Hanna ne vint pas me rejoindre. Elle n‘avait pas pu ne pas me voir attendre à l‘arrêt et
monter. Mais elle resta avec le conducteur, à parler et à plaisanter avec lui. Je les voyais
faire. (p.56).

Estas escenas de incomunicación serán repetidas en el relato que seguimos. Justamente,


Michael tratará de reflexionar sobre los momentos y el porqué de no entenderse. Como se nos ha
dicho repetidamente ya, Michael estaba enamorado. Imaginemos lo que eso significa para el
personaje descrito ya implícitamente sentirse enamorado. Un chico de muchos hermanos en
plena post segunda guerra mundial alemana; un chico hijo de un padre adicto a su trabajo de
profesor y una madre adicta a su papel de ama de casa. Para él, el enamoramiento debía ser ya un
estado de máxima comunicación y unificación. Sin embargo, veremos cómo, precisamente, entre
los amantes es cuando más se siente la conciencia del otro y por ende una enorme distancia. Una
exigencia constante de re-interpretarse el uno al otro; un espejo con un nuevo significado a cada
mirada. El amor no es un estado de plenitud; es la máxima exigencia de reconocimiento. Por lo
cual exige una comunicación de mucha sofisticación. Somos universos que todo el tiempo se
exigen una re-nominalización. Si no se tienen las herramientas, más difícil es el baile. Michael y
Hanna bailaron casi que instintivamente en ese pequeño cuarto de aquel edificio de La Gare.
¿Pero cómo hacerlo en otros contextos y situaciones? En las que no se tiene el resguardo de la
privacidad, o los canales apropiados; la misma frecuencia por así decirlo. En palabras de
Michael:

J‘étais enfermé dans ce lent convoi… Mais je me sentais exclu, expulsé du monde normal
ou les gens habitent, travaillent et aiment. Comme si j‘étais condamné à un voyage sans
fin ni but dans ce wagon vide.» (p.57).

En palabras de Sartre-Roquentin, personaje principal de La nausée (1939):

C‘est moi, c’est moi qui me tire du néant auquel j‘aspire : la haine, le dégout d‘exister, ce
sont autant de manières de me faire exister, de m‘enfoncer dans l‘existence. Les pensées
naissent par-derrière moi comme un vertige, je les sens naitre derrière ma tête… si je
cède, elles vont venir la devant, entre mes yeux – et je cède toujours, la pensée, grossit et
la voilà, l‘immense, que me remplit tout entier et renouvelle mon existence. (p.145).
66

Ese sentimiento de incomunicación y vértigo que experimentan tanto Michael como


Roquentin es lo que Sartre entiende como el estado del para-sí; el peso de su existencia, en El ser
y la nada nos dice:

―Ainsi, le néant est ce trou d‘être, cette chute de l‘en-soi vers le soi par quoi se constitue
le pour-soi. Mais ce néant ne peut « être été » que si son existence d‘emprunt est
corrélative d‘un acte néantisant de l‘être (…) L‘être en soi étant isolé dans son être par la
totale positivité, aucun être ne peut produire de l‘être et rien ne peut arriver à l‘être par
l‘être si ce n‘est le néant. Le néant est la possibilité propre de l‘être et son unique
possibilité. (1943/2010, p.115)

Gonzales (2008) nos ilumina sobre lo anterior en el siguiente párrafo:

Sartre sostiene que la negación no está en el ser, sino que procede de la conciencia, tan
solo a través de la cual -como él dice- la nada adviene al mundo y llega a las cosas. Por
tanto, la conciencia dice lo que es y lo que no es –y dado que el ser como tal es ajeno a
ello- no hace sino situarse en el centro de la realidad con su poder negativo (…) solo hay
no-ser porque hay nada, porque existe la conciencia, la cual proyecta su no-ser (su nada)
sobre el ser-esto o aquello de todas las cosas, inyectando -por así decirlo- su nada en
ellas. (p.19).

Michael, en el capítulo 10, quiere entender por qué tuvo tan mal sueño en el mundo real.
Por qué se sintió de más y ajeno al mundo. Se sintió atrapado en ese vagón del tranvía y quería
entender por qué. Así que le pregunta a Hanna por qué lo ignoro y ella responde: ―-J‘ai fait
comme si je ne te connaissais pas?‖ Elle se retourna et me regarda froidement. « C‘est toi qui
m‘as ignorée. Qui es monté dans la seconde voiture, alors que tu voyais bien que j‘étais dans la
première. » (p.59).

No se comprendieron. No hablaron el mismo idioma. Ambos tenían un ideal de cómo


debían suceder las cosas y al no darse se sumergen en una profunda angustia. La angustia es un
término muy mal comprendido en la filosofía existencialista, la estudiaremos con más detalle en
el apartado Mirar-nos. No saben qué hacer si las cosas no se dan según el guion. Michael tiene
en su cabeza una idea de picardía propia de su edad y Hanna tiene otra manera de ver el mundo.
El uno no logra entender al otro, y no logra concebir no entender al otro, si este es con quien
67

hago el amor. Algo tan simple como un encuentro sorpresa terminó en una catástrofe para
ambos. Por este mal entendido tienen una discusión. Una pelea de pareja. No se entienden pero
se aman; no se conocen pero se aman. La paradoja del sujeto sartreano es bastante romántica
aunque se esconda detrás de sus largos monólogos grises del ser. Estamos condenados al amor.
A siempre amarnos y buscar ser amados. La pelea de Michael y Hanna termina con una
reconciliación en la bañera; su lugar de amor; donde sí se entienden; porque no son las palabras o
comedias humanas las que se necesitan para hablar en la bañera. Y aunque se hayan
reconciliado, Michael hace explicito la dificultad que tiene de comunicarse con Hanna por fuera
de sus rituales de amor. Quiere comprenderla mejor, entrar en su ser como lo hace cuando hacen
el amor. Michael intenta las letras; le escribe cartas. Pero nosotros sabemos que ella no puede
responder. Ella no puede comunicarse con Michael por muchas razones; la principal es que
Hanna no sabe leer. Esta situación es la que le impide a Michael llegar al fondo del corazón de
Hanna: ―Une ou deux fois, je lui écrivis de longues lettres. Mais elle ne réagit pas, et quand je
l‘interrogeai, elle riposta: ―Tu recommences? » (p.62).

En el capítulo 11 de nuestra historia de « amor », Michael nos cuenta su aventura con


Hanna por diferentes lugares de Alemania; unas vacaciones: « C‘est ainsi que nous partîmes à
bicyclette pendant la semaine de Pâques: quatre jours entre Wimpfen, Amorbach et
Miltenberg. » (p.63). En este capítulo la fuerza del amor de Michael se hace clara con un acto,
que para muchos, podría parecer algo banal; la venta de su colecciñn de estampillas: ―si je
voulais payer aussi pour Hanna, cela ne suffirait pas. Je décidai donc d‘aller vendre ma
collection de timbres…‖ (p.64). Michael, como hemos visto, sufre una revolución con su amor,
las cosas que le parecían importantes al niño Michael no tienen ya el mismo sentido para este
nuevo Michael. Está tomando decisiones por fuera de la norma, tomando riesgos y rompiendo
con el orden establecido. Podrán parecer revoluciones pequeñas, pero en la mente de nuestro
personaje son actos muy difíciles de realizar. Vender su colección debió ser algo muy complejo.
Más complicado aún que el hecho de dejarse ver en público con Hanna.

Un amor de primavera es lo que nos describe en las palabras de Michael; se siente las
flores, el campo, el sol, la brisa. Una estética de luz y suavidad inunda la voz del protagonista.
Viajaba entre las nubes acompañado de su amor y un panorama digno de una pintura
impresionista. Hanna y Michael en bicicleta acompañados de dulces caricias primaverales. Nos
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dibuja una postal, una credencial, una tarjeta con sus dos enamorados uno al lado del otro;
juntos; como si nunca pudiesen volver a separarse. Plenitud y regocijo. Nos dice Michael: ―Je
pris plaisir à la voir rouler devant moi‖ (p.66). Los sentidos de Michael parecen sólo funcionar
cuando tiene la presencia de Hanna. En lo que llevamos de la narración nuestro protagonista
siempre muestra sus dotes descriptivos y poéticos, sólo cuando Hanna está presente. Las demás
pocas situaciones las narra como si sus sentidos se apagaran; pierden brillo y aptitud. La vida de
Michael parece una historieta en blanco y negro donde solo las viñetas de Hanna tienen sabor. La
música, Michael la escucha únicamente si Hanna está presente; si Hanna no está presente sólo se
nos ofrece el silencio de una conciencia; la mirada de un voyerista.

En este mismo capítulo tenemos otra demostración de la gran distancia existente al


momento de comunicarnos. Michael nos ofrece otra reflexión sobre la Nada que lo separa del
resto de las cosas. A pesar del idilio que estaba viviendo con Hanna, Michael se enfrenta a otro
muro de hielo difícil de superar; no puede penetrar en la fortaleza de Hanna. Nos dan más
indicios del porqué de este muro; la imposibilidad de leer de Hanna:

Hanna ne me laissait pas seulement choisir les directions et les routes. C‘est moi qui
cherchais les hôtels où passer la nuit, qui remplissais (mère et fils) les fiches qu‘elle
n‘avait plus qu‘à signer, et qui choisissais les plats sur la carte non seulement pour moi
mais pour elle « J‘aime, pour une fois, ne me soucier de rien. » (p.66).

Hanna no puede comunicarse con el mundo al carecer de la posibilidad de negarlo; de


leerlo. Delega su responsabilidad de ser a Michael. Debe ser muy difícil no poder leer y estar tan
ajeno a las más simples re-interpretaciones. Inclusive el amor no puede ser suficiente para
entenderse. La prisión de Hanna es ella misma y no puede comunicárselo a nadie, ni siquiera al
propio Michael. Como ejemplo de este encierro de Hanna en si misma tenemos la disputa que
tiene con Michael en Amorbach. Michael pretendía darle una sorpresa romántica, desayuno en la
cama, pero se convirtió en una pelea intensa; Hanna golpea a Michael con su correa y luego
rompe en llanto. Veamos la distancia que existe entre Hanna y Michael; entre sus categorías y
verdades; entre su forma de ver el mundo y entender-se con el otro; tienen idiomas diferentes o
eso creen:
69

J‘aurais dû la prendre dans mes bras. Mais je ne pouvais pas. Je ne savais que faire. Chez
nous, on ne pleurait pas comme ça. On ne frappait pas, ni de la main ni encore moins
avec une courroie de cuir. On parlait. Mais que fallait-il que je dise? (p.67).

Hanna se sintió sola, desesperada cayó en esa angustia que implica estar abandonada a su
propio Yo. Al no saber leer no entendió que su amado sólo quería darle una sorpresa, como en
aquella ocasión del tranvía. El no saber leer le impidió ver la intención de amor y la convirtió en
una despedida. Sin poder leer, le tocó dejar a su imaginación tomar la verdad y encerrarla en ese
imaginario. Sólo Michael la ha salvado de ese frio lugar llamado interior. Tenemos, mejor dicho,
somos una Nada que cuando la descubrimos se vuelve muy pesada. Nuestra forma de poder
entrar en contacto con el mundo es a través de esa Nada; como la nota de papel que Michael le
dejó en la cama a Hanna explicándole la sorpresa del desayuno. La Nada le permite escribir y
leer al hombre; porque le permite ser. Hanna es una Nada sin el poder de negar; un En-sí
pretendiendo ser un Para-sí. El único atributo humano se le es negado en muchos aspectos. La
Nada en Sartre como poder de comunicación, como posibilidad de salir-sé de sí:

Nous nous Sommes aperçus qu‘on ne pouvait concevoir le néant en dehors de l‘être, ni
comme notion complémentaire et abstraite, ni comme milieu infini où l‘être serait en
suspens. Il faut que le néant soit donné au cœur de l‘être, pour que nous puissions saisir
ce type particulier de réalités que nous avons appelées de négatités. (Sartre, 1943/2010,
pp.56-57).

Según Sartre, la nada apunta a una negación original y es la subjetividad pura del cogito
instantáneo donde descubrimos el acto originario por el que el hombre es para sí mismo
su propia nada. Porque aunque la negación se formule en un juicio, su origen es
prejudicativo y, por eso, la encontramos ya, antes que cualquier juicio, en conductas y
situaciones humanas tales como la interrogación, la destrucción, la represión, la sorpresa,
la ausencia, el pesar, la repulsión, el distanciamiento, etc., que Sartre denomina
―negatidades‖ y que apuntan al no-ser como condición de la existencia humana, a la nada
original que la conciencia es. La nada no es sino la propia realidad humana –definida por
la conciencia- captándose a sí misma como excluida del ser y perpetuamente allende el
ser. (Gonzales, 2008, p.20).
70

Hanna se desesperó al visualizar la posibilidad de que Michael desapareciera. Según


nuestra línea teórica, Hanna se desesperó al sentir que le quitaban sus ojos. Con Michael, Hanna
ha vuelto a ver, a sentir, a leer y se le está despertando la necesidad de escribirse; entender-se.
Hanna descubrió que es una Nada a través de Michael; descubre la belleza del mundo en esa
Nada: ―Lis-moi quelque chose, garcon¡‖ (p.69). Michael es el Lector; Nosotros somos el Lector.
El lector es una Nada. Hanna como Michael quieren salir de su burbuja: ― Cette dispute a rendu
notre relation plus intense, Je l‘avais vue pleurer; Hanna qui pleurait m‘était plus proche qu‘une
Hanna qui n‘était que forte. » (p. 69). Michael se siente más cercano a Hanna al ver su
humanidad. La literatura los está uniendo. Juntos están destruyendo esos tumores que tienen en
su espíritu. Este movimiento literario descrito en palabras de Sartre: ―Ainsi la surrection de
l‘homme au milieu de l‘être qui ―l‘investit‖ fait que se découvre un monde. Mais le moment
essentiel et primordial de cette surrection, c‘est la négation. » (1943/2010, p.59).

Este movimiento literario descrito en las palabras del propio Michael (p.70):

Quand nous nous ouvrons

Toi à moi et moi à toi

quand nous plongeons

en moi toi et moi toi,

quand nous mourons

toi moi en moi toi en.

Alors

Je suis moi

Et tu es toi.

El hombre como una actividad constante; una acción; una búsqueda de sentido en todo
cuanto observa. Sartre y Michael no renuncian a la idea de un ser activo. No es que el ser se abra
para Michael o que él se encuentre en el claro del ser, sino que el poder nihilizador y activo de la
conciencia introduce la incisión en medio de lo real y permite la interrogación sobre el ser.
Entender al hombre es construir una paradoja que se sustente a sí misma; como el hombre. Dice
71

Cladakis (2015) que el Para-sí sartreano trata de alejar al En-si de su plenitud originaria
sufriendo, al mismo tiempo, un distanciamiento del ser; de sí mismo. Cladakis explica que el
fundamento de este poder nihilizador del para-si es la libertad; es por medio de la libertad que el
Para-sí puede tomar otro planos del ser, negándolo y negándose a sí mismo. (p.17). Dira Sartre:
―cette possibilité pour la réalité-humaine de secréter un néant qui l‘isole, Descartes, après les
Stoïciens, lui a donné un nom: c‘est la liberté.» (1943/2010, p.59).

Michael con su poema nos muestra que ha descubierto esa libertad. Dichas palabras son
una forma de tomar la realidad según su voluntad. Hasta ahora, un Michael encerrado no se
atrevía a tomar el mundo en sus manos. Al descubrirse con el calor de Hanna siente esa libertad
creadora que tiene y lo define. Al interrogar que es lo que siente, le da justamente el sentido a
dicho sentimiento. Michael no estaba pre-programado a ser un poeta. Nos estaba pre-programado
para sentir dichas palabras. Enamorarse es un acto y no un estado: ―La liberté humaine précède
l‘essence de l‘homme et la rend possible, l‘essence de l‘être humain est en suspens dans sa
liberté.‖ (1943/2010, pp.59-60). Para Cladakis (2015) la libertad sartreana es la condición
esencial del hombre bajo la cual pone en cuestión todo ser, incluyéndose; dicha interrogación
implica el poder de nihilización del ser para-sí. (p18). Lo dicho se interpreta fácilmente en las
palabras de Gonzales (2008):

… siendo el para-sí siempre una conciencia escindida, el alcance de esta escisión


progresa en su interior ensanchándose la distancia consigo mismo: me tengo presente con
ocasión de cualquier experiencia con los objetos; me busco más haya de mí mismo no
encontrándome nunca sino en la posibilidad de proyecto. Trato de conocerme como un
Yo, pero al tratar de atraparme me descubro como irreductible a objeto alguno; me
aparezco a mí mismo como el objeto del Otro, que me desplaza del centro en el que me
hallaba. (p.22).

Cerraremos entonces la sección de El ser En-sí y Para-sí con el análisis de la Nada


sartreana en relación al tiempo y el espacio; que son los determinismos por excelencia en el
lenguaje del siglo XX. Además de apoyarnos en el capítulo 12, como se ha hecho hasta ahora,
usando las reflexiones de Michael; un poeta que pone en interrogación su aventura, hasta ahora
amorosa, con Hanna. Michael ha descubierto la Nada en esta relación con alguien que poco o
nada conoce. Michael tiene confianza de que está enamorado pero, al mismo tiempo, nos
72

muestra situaciones donde se presenta una mujer que está totalmente alejada de su ideal; no la
conoce; es un misterio; una sombra. Se nos presenta otra conciencia; otra mirada; Hanna.
Michael ha descubierto ese poder nihilizador que le permitió, por instantes, comunicarse con otro
ser. Ya que si no negaba o interrogaba ciertas estatuas absolutas de su mundo, nunca hubiese
podido hacer los actos que, hasta ahora, ha realizado y que le han permitido realizar sus
elecciones de amor; Michael pensó; realiza el acto de reflexión. Estamos filosofando al mismo
tiempo que sentimos la obra; como Michael, rompemos el tiempo y el espacio. Gracias a la
Nada.

En el capítulo 12 Michael nos comparte dos momentos; su acto de robo para tener la casa
sola y la cena que tiene con Hanna. Una vez más Michael realiza actos en contra de sus
supuestos valores por una simple oportunidad de intimidad con Hanna. Es más, Michael no ha
contado mayor cosa sobre sus relaciones afectivas en el liceo; fundamentales en la construcción
psíquica de todo adolescente. Tampoco ha expresado mayor cosa sobre sus hermanos y sus
padres; a quienes sólo los mencionó para explicar un divorcio simbólico con su familia. De
Hanna, en las 72 páginas hasta ahora mencionadas en el análisis, se nos han regalado párrafos
enteros de poesía descriptiva; todos los sentidos trabajando al compás de un artista. ¿Por qué es
su relación con Hanna la que ha despertado en Michael esta evidencia de la Nada; poder de hacer
poesía; poder de narrar?:

je me languissais d‘elle chaque nuit, je voulais la sentir à côté de moi, me blottir contre
elle, sentir mon ventre contre ses fesses et ma poitrine contre son dos, mettre ma main sur
ses seins, étendre le bras et la trouver quand je me réveillais dans la nuit, passer une
jambe sur ses jambes et presser mon visage sur son épaule. Une semaine seule à la
maison, ce furent sept nuits avec Hanna. (p.73).

El poder de elevar a Hanna a pinturas surrealistas, a una película, es el poder de Michael;


el poder del hombre. El niega la existencia de todo para elevar a Hanna; desaparecen las casas,
las personas, las calles, los edificios, los colores, las montañas, el sol y la luna; solo hay Hanna.
Nos envuelve Hanna por todas partes. Michael le dio nombre a su pasado y a todo lo demás lo
redujo a un vacío. En palabras sartreanas:

Il faut donc que l‘être conscient se constitue lui-même par rapport à son passé comme
séparé de ce passé par un néant; il faut qu‘il soit conscience de cette coupure d‘être, mais
73

non comme phénomène qu‘il subit: comme une structure conscientielle qu‘il est. La
liberté c‘est l‘être humain mettant son passé hors de jeu en sécrétant son propre néant.
(1943/2010, p.63).

Sartre nos regala el tiempo, un sacrilegio dentro de la teoría filosófica tradicional. Como
lo aclara Lévy (2001):

La intuición tan sartreana, de que el destino de un hombre no se decide a partir de su


pasado, sino de su futuro (…) La idea, pues, de una ―realidad humana‖ que solo se
temporaliza a partir del ―delante‖, en la anticipaciñn de sí misma, ―proyectándose hacia
un posible‖ que será su proyecto. La idea, entre otras, de que el ser es el tiempo, de que
hay que volver a concebirlo a partir del tiempo, pero, en vez de ser el pasado, como en
Bergson, la dimensión de ese tiempo que da fuerza al futuro, que lo alimenta, lo futuriza
y le insufla su energía y sentido, se produce lo contrario: el futuro ayuda al pasado, lo
imanta, le da su sentido y, en el orden del ser, le precede. (p.145).

Darle sentido a Hanna ha sido la labor de Michael; porque darle sentido a Hanna es
entender el sentido de sus elecciones. El poeta es un ser buscando su ser. El escritor es muy
humano porque pone en la Nada su Nada; Sus cortes de realidad. El hombre, Michael, puede
escribir porque necesita entenderse; pero siempre hacia adelante. Nunca hacia atrás. Michael
rompiendo con los tiempos; jugando con ellos. En palabras más sofisticadas, dirá Gonzales
(2008):

La teoría de la temporalidad, elaborada extensamente en El ser y la nada, concibe los


diferentes momentos del tiempo estructurados en una síntesis original, al margen de la
cual pierden su sentido y se incurre en una paradoja insuperable: el pasado no es ya; el
futuro no es aun; y en cuanto al presente instantáneo parece desaparecer en el límite de
una división infinita, como el punto sin dimensión. La temporalidad, por tanto, solo se
puede pensar como una unidad sintética con un carácter dinámico en la que la totalidad
domina sobre sus estructuras secundarias (…) Por eso, en cuanto estructura interna del
Para-sí, la temporalidad designa el modo de ser que es sí-mismo fuera de sí. (pp.22-23).

Veamos entonces como Michael juega con el tiempo y la imagen de Hanna.


Precisamente, en este capítulo hay varias escenas donde Michael especifica guardar las imágenes
74

―preciadas‖ de Hanna: Una es cuando ella está inspeccionando la oficina de su padre y la otra es
cuando ella se pone a bailar en frente del espejo usando la chemise de nuit en soie que Michael
robó para ella: ―C‘est l‘une des images d‘Hanna qui me sont restées. Je les ai mises en mémoire
et je puis les projeter sur un écran intérieur et les y regarder, inchangées, intactes. » (p74).
Michael nos acaba de describir en sus palabras la fenomenología sartreana y al mismo tiempo
explicó cómo funciona la libertad de hacer poesía en una conciencia; libertad de creación. En
este capítulo quien lleve la lectura termina por enamorarse de Hanna si no lo había hecho en los
capítulos precedentes. Michael le otorga a Hanna una sensualidad que es imposible de obviar. En
las descripciones de Michael vemos una belleza muy difícil de poner en palabras; las ganas de
ser; las ganas de saber qué hay en las palabras. Pregunta Hanna: ―Ces livres, ton père les a juste
lus, ou bien il en a aussi écrit? » (p.75). Hanna en cada situación para con Michael se le abre el
mundo ; se le obliga à salir de sí misma; a preguntarse; a interrogarse. Y ella, como el espejo del
ser que es, le pregunta a Michael: ― Est-ce qu‘un jour tu écriras toi aussi des livres comme ça?‖
(p.75). una oda a la literatura en este capítulo. Al poder de leer y escribir. Sacar a las personas de
su inercia reflexiva o en la que pretenden resguardarse. Los libros como invitación a romper el
tiempo y el espacio.

Cerremos con un párrafo que sintetiza el progreso de nuestra pequeña investigación del
sujeto sartreano, en palabras explicitas de nuestro teórico en cuestión:

Nous avons vu que la réalité-humaine était un manque et qu‘elle manquait, en tant que
pour-soi, d‘une certaine coïncidence avec elle-même. Concrètement, chaque pour-soi
(Erlebnis) particulier manque d‘une certaine réalité particulière et concrète dont
l‘assimilation synthétique le transformerait en soi. Il manque de… pour… comme le
disque ébrèche de la lune manque de ce qu‘il faudrait pour le compléter et le transformer
en pleine lune. Ainsi le manquant surgit dans le processus de transcendance et se
détermine par un retour vers l‘existant à partir du manqué. Le manquant ainsi défini est
transcendant para rapport à l‘existant et complémentaire. Il est donc de même nature: ce
qui manque au croissant de la lune pour être lune, c‘est précisément un bout de lune; ce
qui manque à l‘angle obtus ABC, pour faire deux droits, c‘est l‘angle CBD. Ce qui
manque donc au pour-soi pour s‘intégrer au soi, c‘est du pour-soi. (1943/2010, p.132).
75

6.1.3. Mirar-nos.

Con este apartado terminamos nuestro estudio de la ontología del sujeto sartreano. Hemos
visto como el ser en Sartre empieza como un universo totalmente ensimismado, compacto, un
bloque; como un todo que se contiene enteramente justo antes del Big Bang; un ser En-sí.
Después, se nos presenta el Para-sí como posibilidad de posibilidades; un ser que descomprime
al En-sí. Se nos explicó que el ser sólo es posible gracias a la conciencia; a un sujeto que piensa;
no hay universo sin un hombre que lo invente. Ahora, aparece el Otro; la mirada; el juicio. El
sujeto sartreano tiene una relación compleja con quien lo mira. Michael estaba completamente
enamorado y aun así no lograba penetrar en la esencia de Hanna. Michael descubrió con Hanna
su poder nihilizador, que no es otra cosa más que la libertad creadora de la imaginación humana,
sin embargo, ese poder viene con una especie de contra-peso; un precio. Entiende que el Otro
también siente y piensa; el otro también ama y sufre; el otro también llora. Michael descubre que
con el despertar de su conciencia se evidencia la responsabilidad de sus acciones. La angustia y
la libertad son palabras que se asoman en el horizonte existencialista. La triada del Ser, Sartre la
completa con el ser Para-otro. Utilicemos entonces los últimos capítulos de la primera parte de El
lector para reflexionar sobre el Otro; para cerrar nuestra investigación del individuo en Sartre y
entender por qué Michael a través de Hanna descubre su espejo; su existencia.

El capítulo 13 empieza con Michael confesando: ―J‘ai toujours ressenti la rentrée scolaire
comme une coupure.‖ (p.77). Michael, cada momento en que su ser crece, que ha realizado una
acción, sufre un corte, una herida, una escisión. Es como la metáfora del pájaro que para nacer ha
de destruir el huevo que le protege. Michael desde el día en que tomó la decisión de ir a
―disculparse‖, desde su primera elección, con Hanna no ha parado de destruir esa pequeña
recámara que le contenía. De hecho, explicita cómo su nuevo poder afecta radicalmente la
identidad que asume frente a sus camaradas: ―Moi, je connaissais les femmes, je savais être
détendu, en camarade. Les filles aimaient ça. J‘allais bien m‘entendre avec elles, dans cette
nouvelle classe, et du coup je plairais aux garçons. » (p.78). Michael goza de una seguridad
construida a partir de sus experiencias ―reales‖ con otro ser; se ha comunicado con otra
conciencia diferente a la suya, lo que le permite fluir y mostrarse más ágil en el contacto para
con el otro. Ahora que no se siente encerrado en su propio huevo desea la atención, el elogio, el
76

reconocimiento de otras conciencias. Él mismo hace una reflexión sobre su deseo de ser el centro
de las miradas:

Est-ce que tout le monde est comme ça? Quand j‘étais jeune, je me sentais toujours trop
d‘assurance ou pas assez. Ou bien je me trouvais incapable de rien, terne et nul, ou bien
j‘avais le sentiment d‘être en somme assez réussi, et que tout allait forcément me réussir.
Lorsque je me sentais sur de moi, je venais à bout des pires difficultés. Mais le moindre
échec suffisait à me convaincre que je ne valais rien. Ce n‘est jamais le succès qui me
rendait mon assurance; quel qu‘il fût, il restait lamentablement loin derrière les prouesses
que j‘attendais de moi et l‘admiration que j‘espérais d‘autrui, et le sentiment de ce
lamentable écart, ou au contraire la fierté de mon succès, dépendait de la façon dont
j‘allais. (p.79).

Este párrafo podría pasar por una reflexión del propio Sartre, una verdadera demostración
de las paradojas que sufre la conciencia cuando entiende que puede pensar pero se percata que es
el pensar del otro el que le interesa de verdad. Como hemos estudiado, la capacidad de re-
inventar, en Sartre, está en la conciencia del hombre; el Para-sí. Esta tiene diferentes niveles de
relacionarse con el En-sí; siempre a través de la Nada que permite generar nuevas estructuras en
él. Cuando el Para-sí se nihiliza a sí-mismo en la mirada del otro se produce el ser Para-otro.
Dicho de otra forma, el Para-sí es Para-otro cuando alguien le observa, cuando otro Para-si le
mira; ojos con-contra ojos. Me trasformo en un Yo que otro domina, la mirada ajena me
sorprende, revela mi esencia, ya que ha conseguido tomar una imagen de mi ser y eso es
precisamente lo que yo no puedo hacer; capturarme. El Otro es el Para-si simulando no ser yo,
presentándose como aquel que me objetiva. Queremos decir, que el Para-otro permite tomar
distancia conmigo hasta poder categorizarme como objeto. Al respecto nos habla Gonzales:

El para-sí se encuentra ahora separado de sí mismo por el otro que irrumpe en su


experiencia y le desplaza del centro de su mundo. Pero nótese que el ser-para-otro es una
estructura del Para-sí y no una manera de calificar al prójimo. En efecto, lo que dice
Sartre es que la mera existencia del prójimo me revela como ser-para-otro, pero eso
significa que ese nuevo modo de ser que descubro en mí no reside en el otro, sino que
aparece en mí constituido por el otro. (2008, p.36).
77

En el momento en que estamos en nuestras cuatro paredes, sin nadie para observarnos,
siento que tengo control de mi mundo, de dichosas cuatro paredes, y lo organizo según mis
necesidades y gustos. Pero, cuando aparece una conciencia libre, Otro, mi mundo y yo pasamos a
su juicio visual, viéndonos amenazados de ser reducidos a simples ―cosas‖ de su mundo, a ser
simples objetos dentro de sus cuatro paredes. En las palabras del propio Sartre:

Cela signifie que j‘ai tout d‘un coup conscience de moi en tant que je m‘échappe, non pas
en tant que je suis le fondement de mon propre néant, mais en tant que j‘ai mon
fondement hors de moi. Je ne suis pour moi que comme pur renvoi à autrui. (1943/2010,
p.300).

No queremos ser reducidos a simples cosas y el único que puede hacer eso es el otro; es
el único quien tiene libertad de invención, por ende, de acción. Somos poetas; Michael lo ha
dejado claro. No queremos, no podemos, ser atrapados en un mundo inerte; no tenemos la talla
de un En-sí. Pero, al mismo tiempo es el otro quien puede hacer un juicio sobre el Yo. Es con el
otro que puedo aprender a leer, sin embargo, me pongo en riesgo de nunca aprender. En mi
intento por acercarme podría quedar atrapado en las cosas de un mundo ajeno. No puedo vivir
con o sin ti; esa es la paradoja de la relación con el otro. Es el ser Para- otro que resuelve este
dilema, aunque, para los malos lectores de Sartre esta es la principal falla de su filosofía. Los
sujetos al ser libres están en una relación de tensión entre ellos: el que me observa, el otro, quiere
convertirme en un ser para él; y yo, al nihilizarlo, lo quiero convertir en un En-si para mí. Sartre,
como el gran poeta que es, expresa esta paradoja con un juego de palabras bellísimo; es el pasaje
clásico de Huis clos donde Garcin-Sartre comprende finalmente su relación para con los otros:

Le bronze… (Il le caresse.) Eh bien, voici le moment, le bronze est là, je le contemple et
je comprends que je suis en enfer. Je vous dis que tout était prévu. Ils avaient prévu que je
me tiendrais devant cette cheminée, pressant ma main sur ce bronze, avec tous ces
regards sur moi. Tous ces regards qui me mangent… (Il se retourne brusquement) Ha¡
vous n‘êtes que deux ? Je vous croyais beaucoup plus nombreuses. (Il rit) Alors, c‘est ça
l‘enfer. Je n‘aurais jamais cru... Vous Vous rappelez: le soufre, le bucher, le gril… Ah¡
quelle plaisanterie. Pas besoin de gril: l‘enfer, c‘est les Autres. (p. 92).
78

Casi al final del capítulo 13 Michael dice: « Si Sophie s‘apercevait que je la regardais,
elle se tournait vers moi et me souriait » (p.80). Confirmando la sospecha Sartreana de una
necesidad de reconocimiento del otro innata a nuestro ser; necesaria. Cuando se ha probado el
goce de tener contacto con el otro, el miedo al rechazo es remplazado por la iniciativa. ―… ante
los ojos del prójimo, me descubro como objeto para él, pues él me hace ser objeto, me cosifica y
me asigna una identidad: solo ante su mirada coincido con mi ser, no ―para mí‖, sino ―para el
otro.‖ (Gonzales, 2008, p.37). A propósito Sartre nos ilumina:

J‘affirme une unité profonde des consciences, non pas cette harmonie des monades qu‘on
a pris parfois pour garantie d‘objectivité, mais une unité d‘être, puisque j‘accepte et je
veux que les autres me confèrent un être que je reconnais. (1943/2010, p.301).

El capítulo 14 comienza con una confesiñn de Michael algo perturbadora; ―Cet été-là fut
la descente en vol plané de notre amour. Ou plutôt de mon amour pour Hanna; de son amour
pour moi, je ne sais rien‖ (p.81). Ahora que Michael ha encontrado otras miradas, otros
referentes, ¿su dependencia ―amor‖ de Hanna ya no tiene la misma intensidad? :

―Elle savait qu‘en été ma vie ne tournait plus seulement autour d‘elle, du lycée et de mon
travail. De plus en plus souvent, quand j‘arrivais chez elle en fin d‘après-midi, je venais
de la piscine (…) C‘est là que se passait la vie sociale de la classe, et il était important
pour moi d‘y être et d‘y participer. (p.84).

El Otro se hace cada vez más presente en nuestra novela. Inclusive se nos ha presentado
un nuevo personaje distinto de Hanna; Sophie. Desde el principio de la historia Michael sólo
había tenido sus ojos disponibles para Hanna. En esta etapa de la narración el protagonista ya
pone su mirada en otros seres. En el capítulo 13, de hecho, describe a Sophie y a su salón de
clases; acto de mucho peso según el estilo que ha mostrado la novela. Hanna como ser de
trascendencia; ella se había llevado todos los elogios estéticos. Bajo la mirada existencialista
Michael está experimentando vivencias por fuera del mero conocimiento; la vivencia de que hay
Otro y este me hace ser.

Ahora, retomando nuestro primer apartado El imaginario sartreano, recordemos que la


conciencia no responde a filtros externos, sino a una estructura afectiva interiorizada por el Para-
sí. En nuestra relación y aprehensión del Otro, el orgullo y la vergüenza son las formas afectivas
79

con las que Sartre explica nuestra interacción con el ser Para-otro. ―la vergüenza, en particular,
es el sentimiento original de tener mi ser afuera, de ser un objeto o cuerpo en tanto que ser-para-
otro.‖ (Gonzales, 2008, p. 39). El Otro trastorna tanto mi existencia como mi universo; se adueña
de mi yo porque es él quien escoge mis atributos. Sartre, a través de Goetz, personaje principal
de la obra de teatro sartreana Le Diable et le bon Dieu, lo expresa muy bien:

Hilda, j‘ai besoin qu‘on me juge. Tous les jours, à toutes les heures, je me condamne,
mais je n‘arrive pas à me convaincre parce que je me connais trop pour me faire
confiance. Je ne vois plus mon âme parce que j‘ai le nez dessus: il faut que quelqu‘un me
prête ses yeux. (1951, p.220).

Sin el Otro no existo. Así como el objeto no existe sin el hombre y el hombre sin la cosa;
el hombre existe por y para el hombre. Hemos visto que el poder de la Nada, de separar,
irónicamente, es un poder de unificación, aunque el término más exacto seria síntesis. La Nada
es síntesis y total exigencia de ésta. Libertades exigiéndose ser mutuamente. En Sartre, el Otro se
me presenta como tensión porque somos el resultado de una tormenta; somos el torbellino que
contienen todos los polos: somos ese baile que realizamos con el otro. En palabras no tan
románticas de Inés en Huis clos:

Allons¡ allons¡ ne perd pas courage. Il doit t‘être facile de me persuader. Cherche des
arguments, fais un effort. (Garcin hausse les épaules.) Eh bien, eh bien ? Je t‘avais dit
que tu étais vulnérable. Ah¡ comme tu vas payer à présent. Tu es un lâche, Garcin, un
lâche parce que je le veux. Je le veux, tu entends, je le veux¡ Et pourtant, vois comme je
suis faible, un souffle; je ne suis rien que le regard qui te voit, que cette pensée incolore
qui te pense. (Il marche sur elle, les mains ouvertes) Ha¡ elles s‘ouvrent, ces grosses
mains d‘homme. Mais qu‘espères-tu? On n‘attrape pas les pensées avec les mains.
Allons, tu n‘as pas le choix : il faut me convaincre. Je te tiens. (1943, pp.89-90).

Somos con el Otro. Eso nos lo ha dejado claro ya Michael al poder re-inventarse el
mundo sólo cuando tiene la mirada de Hanna. Cómo nos juzga el Otro es fundamental para
darnos un ser. Por ejemplo, Michael juega a darse nombres con Hanna. Un ejercicio de cómo me
percibe el Otro. Es el Otro quien le da un sentido a mi personaje; podríamos hasta afirmar, que
en Sartre, el Otro es por quien jugamos a la comedia; por quien jugamos a la vida. Veamos que
concepto nos regala Michael de Hanna, al momento de ponerse nombres simbólicos y afectivos,
80

al momento de adueñarse de la esencia del Otro a través de la palabra; simplemente


nombrándolo:

Je pourrais te dire dada ou caballo ou bucéphalette. En disant cheval, je ne pense pas aux
dents ou à la tête, ou à je ne sais quoi qui te déplait, je pense à quelque chose de bon, de
chaud, de doux, de fort. Tu n‘es pas un petit lapin ou un petit chat ; et tigresse, ça a
quelque chose de méchant que tu n‘as pas. (p.84).

Esta forma de Michael para referirse a Hanna nos ejemplifica, y demuestra, el cómo la
mirada del Otro es tan importante; fundamental. Hanna le dice: ―Si, j‘aime bien que tu me dises
cheval… » (p.84). Con nuestra mirada cambiamos al Otro, le exigimos una síntesis y el hace lo
mismo para con nosotros. La fuerza del primer baile que Michael y Hanna realizaron, aunque
fuese sexual, estaba en la mirada; ojos contra ojos. Juntos es que podemos darnos sentido.
Perdidos en nuestra soledad estamos condenados a nuestros huevos; cuatro paredes. Michael y
Hanna se trasforman el uno al otro. Se trasforman a través de las caricias y las lecturas; de los
besos y las peleas. Viajar solo no es posible, necesitamos al Otro para que entendamos nuestro
punto de partida y tengamos un punto de llegada: « Je lui ai lu Guerre et Paix, avec tous les
développements de Tolstoï sur l‘histoire, les grands hommes, la Russie, l‘amour et le mariage
(…) Nous fimes ensemble ce voyage loitain.‖ (p.82).

Descubriendo el mundo de la mano del Otro ya que solos estaríamos encerrados y sin
cuartel frente a nuestra conciencia. Nuestros personajes llevaban el rol de sus vidas sin pensar-se.
Ahora que viven la poesía no pueden evitar transformarse; preguntarse, interrogar su relación
con el prójimo. En Hanna este proceso es, por ahora, implícito; los efectos de Michael en su
persona se revelarán capítulos más adelante. En Michael el cambio ha sido más explícito.
Nuestro protagonista ya no se siente como cuando empezó la novela y ya no actúa de la misma
forma. Hanna por ser un misterio hace más complejo el ver sus procesos. Pero las señales de su
morfosis ya están presentes: ― De nouveau Hanna a suivi le déroulement du livre avec un intérêt
passionné. Mais ce fut autrement que d‘habitude; elle gardait pour elle ses jugements… » (p.82).
Podemos pasar eternidades encerrados en nuestra imaginación, pero sólo es necesario un instante
de contacto con otra conciencia para que el mundo se abra en una nueva forma que
desconocíamos. Las cosas tratan de absorbernos y a veces lo logran, especialmente la cosa-yo,
pero no importa cuánto tiempo la conciencia lleve adormecida, sólo un pequeño contacto con
81

Otro; un verdadero sentir del otro, es todo lo que se necesita para una reacción en cadena que
revoluciona todo nuestra forma de mirar-nos. Para Sartre estamos condenados al Otro, pero no en
una forma pesimista como suena la palabra condena. El sentido es de ineludible; una condición
ontológica; necesaria al ser.

Tout se passe comme si j‘avais une dimension d‘être dont j‘étais séparé par un néant
radical; et ce néant, c‘est la liberté d‘autrui; autrui a à faire être mon être-pour-lui en tant
qu‘il a à être son être ; ainsi, chacune de mes libres conduites m‘engage dans un nouveau
milieu où la matière même de mon être est l‘imprévisible liberté d‘un autre. (Sartre,
1943/2010, p.301).

Sartre, en su fervor de salvar al individuo de toda cadena, salva a todos los sujetos; está
obligado. Conferirle una libertad al hombre es dársela a todos los hombres. La forma de co-
relacionar las libertades es haciéndolas intrínsecamente necesarias las unas a las otras. Quien no
haga una lectura detenida de Sartre cae en el cliché de tomarlo por un obsesionado del Cogito.
Sartre si está obsesionado con el Yo-pienso y es, justamente, esta obsesión la que lo remite
incesantemente al otro. ¿A quién podríamos preguntarle por mi existencia si no es al Otro?
Como lo dijo Goetz, estamos muy saturados de nosotros mismos como para creer en nuestros
pensamientos aislados. Sartre hace al Otro tan necesario como el Yo. Michael no sería el lector si
no tuviese a quien leerle. Michael para comprender-se tiene que interrogarnos, sino le prestamos
nuestra mirada él se perdería en su historia, como diría el filósofo existencialista; se extravía en
su inmanencia. Básicamente, nos confundiríamos con el En-sí de no ser por la aparición de un
Para-otro. Al respecto nos explica Cabanchik:

El hombre se sacrifica para realizar a Dios, síntesis En sí-para sí, pero no puede sino
fracasar al resultar imposible una tal síntesis, ya que implicaría concebir un ser que se
autoengendrara bajo la modalidad de la necesidad, pero tal ser debería presuponerse a sí
mismo, digamos ―preserse‖, una condiciñn fuera de alcance tanto del para-sí como del
en-sí. (2006, p.217).

Después de todo lo expresado hasta ahora, podemos afirmar que en Sartre el sujeto está
sujeto al sujeto, su ―condena‖ es esta forma de uniñn que se da, paradñjicamente, en una ruptura
del ser. Necesito que me vean, que me rompan, para Ser: ―Il suffit qu‘autrui me regarde pour que
je sois ce que je suis‖ (Sartre, 1943/2010, p.301).
82

Sartre analiza esta unión como desunión y lleva su análisis hasta las últimas
consecuencias. Trata de de-construir todos los templos mentales, aquellos que se han construido
para asegurar alguna clase de orden social pre-supuestado. Sartre no es un obsesivo de la
individualidad; es un defensor de la libertad. Para poder construir su sujeto libre con tres polos, y
no el típico dualismo, se vio obligado a reducir a su más mínimo sentido toda relación entre los
entes; quitarles sus esencias. La mirada Sartreana parece ser un elogio al poder del Yo, y en parte
toda idea sartreana lo es, pero lo que se pretende con romper todos los mitos de la relación con el
Otro es entender de verdad cual es mi relación con ese otro. Michael, por ejemplo, tenía un mito
gigantesco sobre la mujer que tuvo que romper para poder entrar en el cuerpo de una mujer real.
Su relación con el otro había quedado inerte en una falsa relación; era invisible y pasaba
desapercibido. El Otro no es un muñeco pre-fabricado; es una conciencia que inmediatamente, y
constantemente, se-nos trasforma.

S‘il y a un autre, quel qu‘il soit, où qu‘il soit, quels que soient ses rapports avec moi, sans
même qu‘il agisse autrement sur moi que par le surgissement de son être, j‘ai un dehors,
j‘ai une nature ; ma chute originelle c‘est l‘existence de l‘autre ; et la honte est – comme
la fierté – l‘appréhension de moi-même comme nature, encore que cette nature même
m‘échappe et soit inconnaissable comme telle. (Sartre, 1943/2010, p. 302).

El capítulo 15 empieza con una sentencia ideal para continuar profundizando sobre el
Para-otro sartreano: ―Alors j‘ai commencé à la trahir‖. Michael siente que su cambio de actitud
para con Hanna es una especie de traición. Aparece una categoría; un juicio del carácter. Nuestra
relación con el otro es tan significativa que tenemos el orgullo y la vergüenza para certificarnos
su importancia; los atributos base de toda sociedad humana. Michael no tiene una relación
estándar dentro de los parámetros morales convencionales, aun así, experimenta la vergüenza y
el orgullo sólo cuando el Otro lo mira. Su ser y como se siente dependen enormemente, por no
decir enteramente, del juicio ajeno. Esto lo explica Gianni Grodona Rodríguez en su artículo La
subjetividad y la mirada:

La mirada del otro me descubre quien soy y quien hace esto es la vergüenza; asimismo la
mirada me hace conocer, pero más esencial y peculiar aún es que me hace vivir la
experiencia (…) el fenñmeno que estoy presenciando, que no es más que un análisis
existencial y ontológico, produce en mi la experiencia viva de, valga la redundancia, vivir
83

el conocimiento de otro y reconocerme, descubrirme, es explicitar quien soy (…) no-


objetual, sino el conocimiento del ser del otro. (2012, p.7).

Cabe preguntarse por qué Michael siente vergüenza sólo para con ciertos referentes o
individuos. Siente que traiciona a Hanna al buscar otras relaciones afectivas. Cómo comprender
la vergüenza que siente Michael si, como hemos visto, es selectiva. Michael ha engañado a sus
padres para estar con Hanna. Michael ha robado para estar y darle regalos a Hanna. Traicionar a
Hanna es quitarle su puesto de juez máxima en el mundo de Michael. Veamos que dice Michael:

Au début, je me dis que nous n‘étions pas encore assez intimes pour que je leur parle
d‘Hanna. Ensuite, je ne trouvai pas la bonne occasion, le moment favorable, les mots
qu‘il fallait. Finalement, ce fut trop tard pour leur parler d‘Hanna, pour la mettre sur le
même plan que les autres secrets d‘adolescents. Je me dis qu‘en parler si tard ne pouvait
que donner l‘impression fausse que, si je m‘étais tu aussi longtemps, c‘était que nos
relations étaient louches et que j‘en avais honte. (p.87)

Podemos ver que la situación de la vergüenza y lo que piensa un tercero es una estructura
del lenguaje bastante compleja donde se envuelven demasiados factores. Aun así, no es difícil
enterarnos del peso que tienen para Michael, sus nuevos amigos. Nuevas miradas que le generan
vergüenza. Michael no puede estar orgulloso de su amor, de su compromiso, porque este se lo da
el Otro. En la oscuridad Hanna es puro amor pero a la luz de la mirada de un tercero su imagen
podría verse comprometida. El dulce caballo que representa Hanna podría adquirir nuevos
significantes. El Otro podría darle diferentes atributos y destruir el imaginario de Michael;
destruir su paraíso. Siguiendo a Sartre, sabemos que cada momento que sufrimos una mirada
nuestro mundo cambia. Michael no quería que su pequeño resguardo con bañera y amor se
filtrara hacia verdades más difíciles de asumir. Como la edad de Hanna o su vida de la que no
sabemos nada ¿Cómo es posible que Michael sienta vergüenza de la trascendencia que ha
experimentado con Hanna? ¿Cómo es posible que Michael no pueda comunicarles a sus nuevos
referentes de su primer gran baile?: ―Hanna, une maladie¡ J‘eus honte. Mais j‘étais encore plus
incapable de parler d‘Hanna.‖ (p.88). Michael siente vergüenza de su amor; siente una angustia
de su existir; responsabilizarse por sus actos con Hanna. Arriesgarse a la libertad de un prójimo;
a que su amor sea interrogado:
84

… en même temps que, par la honte ou la fierté, je reconnais le bien-fondé de ces


appréciations, je ne cesse pas de les prendre pour ce qu‘elles sont: un dépassement libre
du donné vers des possibilités. Un jugement est l‘acte transcendantal d‘un être libre.
Ainsi, être vu me constitue comme un être sans défense pour une liberté qui n‘est pas ma
liberté. (Sartre, 1943/2010, p.306).

Se nos hace cada vez más evidente que el mundo Sartreano no está encerrado en sí
mismo. Al contrario, exige de varios mundos para existir. Se muestra una especie de intermundo;
aquello que existe entre las cosas y fuera de ella. Un mundo común compartido que es de todos y
de ninguno; no puedo vivir contigo o sin ti. Sartre no destruye el mundo de los hombres; lo de-
construye:

En Sartre no se cumple esa doble reducción que retrotrae todo sentido a mi conciencia
como su fuente originaria, porque –según él- la irrupción del prójimo me arranca de mí
mismo irreparablemente, de modo que a partir de ahí no es superable la alteridad. De este
modo el lado existencialista de la filosofía sartreana altera el enfoque fenomenológico. La
pretensión de reducir la unidad inmanente del ego cogito todo cuanto se le hace presente
como trascendencia es un movimiento que en verdad se inicia en la conciencia, pero que
se quiebra con la aparición del prójimo. (Gonzales, 2008, p.41).

Necesitamos fundar una realidad objetiva del mundo exterior. Esta necesidad es la
necesidad de existir y existimos en una relación con el otro. Buscamos una garantía para nuestro
ser, una base o algo que nos sustente. Muchos, casi siempre, sean filósofos u obreros, recurren a
Dios. Dado el conflicto tan grande que implica una libertad frente a otra la dinámica más obvia
es la de un mito salvador. Nos remitimos a falsas relaciones con el Otro para que nuestro
universo no se perturbe por su mirada. Reducimos al Otro a cosa o le cargamos con toda la
responsabilidad de nuestra verdad. La existencia es un conflicto de todo con todo y esa carga es
demasiado pesada. Para Sartre, las garantías que ofrece Dios son insuficientes para describir
nuestra relación con el Otro; reemplaza a la objetividad-total por una pluralidad de conciencias
externas: ―… esta pluralidad, si bien es cierto que me muestra la existencia de un mundo común
y compartido, nunca alcanza a fundarlo como un mundo que tenga una unidad objetiva.‖
(Gonzales, 2008, p.41). El problema de fundamentar una objetividad no se debe, en Sartre, a las
limitaciones del conocimiento, y menos a las estructuras sociales, empieza por el estado de
85

conflicto del ser donde la pluralidad de conciencias es insuperable. En síntesis, dirá Rodríguez:
―… el arrancamiento al prñjimo hace aparecer mi subjetividad, mi calidad de sujeto y si no me
alienara, es decir, no saliera de la encarcelación del prójimo desaparecería toda la relación
recíproca.‖ (2012, p.7).

El capítulo 16, en su primer párrafo, nos da una pista importante de cómo se podría sentir
Michael frente a su espejo Hanna:

Je n‘ai jamais su ce que faisait Hanna lorsqu‘elle n‘était ni au travail ni avec moi. Si je
posais la question, elle m‘envoyait promener. Nous n‘avons pas de vie commune : elle
me concédait dans sa vie la place qu‘elle voulait bien. Je n‘avais qu‘à m‘en contenter.
(p.89).

Hanna y su misterio: ―Quand je lui demandais ce qui la tracassait, elle m‘envoyait


promener‖ (p.91). Hanna sufre de una vergüenza de sí misma. No desea que Michael la vea.
Hanna nunca se muestra, ella tiene miedo que su mundo sea transformado por Michael. Sus
pecados son de ella y mientras nadie más los vea son sólo de ella. El abrirnos al Otro implica un
conflicto; un proceso; un juicio. Hanna se quiso resguardar en el silencio de las cosas y de ella.
Hanna desea resguardarse en un Dios, en un templo, en un En-sí. Lastimosamente, su condición
no se lo permite: ―Sartre interpreta que la aprehensiñn de la cualidad es nuestra pasiñn por
escapar a nuestra condición fundiéndonos con el en-sí de cada caso.‖ (Cabanchik, 2006, p.217).
Se sigue asomando, intermitentemente, la angustia que implica existir en un mundo donde Dios
nos ha abandonado a la mirada del otro, como nos explica Mercè Rius en su libro De vuelta a
Sartre:

Aquí reviste su aspecto más temible, la idea de que cada individuo ha de ser a la vez un
sí-mismo y toda la especie humana. Esto significaría que resulta imposible apaciguarse
compartiendo desesperación y escandalo con el prójimo; antes bien, cada cual debe
asumir en su persona la íntegra responsabilidad por toda la especie. De ahí la angustia.
(2005, pp.59-60).

Hanna no puede esconderse. No hay refugio para ella. Michael tampoco puede
esconderse ni esconderla. Existir, hacer el amor o hacer poesía; es ponerse en vulnerabilidad,
porque los hombres no somos dioses; somos mortales. Y vivimos porque el Otro nos puede
86

matar; ya sea metafórica o literalmente. Siempre estamos a riesgo de ser esclavos, nunca del
Otro, siempre de sí mismo. Este peligro, que a muchos nos parece tan desesperante y agobiador,
es la estructura propia de mi relación para con el Otro:

Je suis esclave dans la mesure où je suis dépendant dans mon être au sein d‘une liberté
qui n‘est pas la mienne et qui est la condition même de mon être. En tant que je suis objet
des valeurs qui viennent me qualifier sans que je puisse agir sur cette qualification, ni
même la connaitre, je suis en esclavage. Du même coup, en tant que je suis l‘instrument
de possibilités qui ne sont pas mes possibilités, dont je ne fais qu‘entrevoir la pure
présence par delà mon être, et qui nient ma transcendance pour me constituer en moyen
vers des fins que j‘ignore, je suis en danger. Et ce danger n‘est pas un accident, mais la
structure permanente de mon être-pour-autrui. (Sartre, 1943/2010, p.307).

Somos conflicto sin perdernos en él. Sartre toma diferentes sistemas filosóficos para
construir un mundo de posibilidades sin que este mundo sea un límite para las mismas; sin
encarcelarnos. Como ocurre siempre que se genera un paradigma de orden divino o moral. Este
parece darnos una base de comunicación, pero al final termina convirtiéndose en un muro para el
pensar. El ser sartreano nunca se estanca, sólo las cosas. Los hombres tenemos miedo de afrontar
ese constante devenir. Hanna tiene miedo de lo que pueda ser. No quiere conflictos. Algo le ha
sucedido en su pasado que la dejó estática. Con Michael ha roto esa estatua en la que se había
convertido. Pero, no es fácil rompernos. Aun Hanna encuentra muy difícil poder confiar en el
otro, colocarse en una posición vulnerable. Estamos en peligro al tocar al otro porque este
también nos toca. No hay un paraíso terrenal donde podamos estar en un océano de tranquilidad.
De hecho, nuestro océano es de desesperación. Dicho esto en palabras de Vassallo:

El Para-sí quiere fundarse (…) volverse fundamento o causa de sí mismo. Recuperar su


unidad originaria, anular la separación (del ser), es decir, en una palabra, anular al Otro
(…) existir y ser a la vez, realizar la síntesis entre el para-sí, pura nada, y el en-sí, ser
factico que no necesita fundarse porque ya está allí (…) equivaldría a algo así como
petrificarse en una sola significación, en un solo objeto, creyendo así colmar la falta que
separa al sujeto de la realidad en que nació, desconociendo su verdadera naturaleza, que
tiene que ver con una ruptura. (2006, p.47).
87

Michael y Hanna se quieren fusionar en un solo ser. Pero esto nunca pasará. Justamente,
esa imposibilidad de perdernos en el otro es la condición de nuestra libertad. Si pudiéramos
encerrarnos en castillos de cristal y vivir felices para siempre no habría hombre; solo cuentos de
hadas. Todos los enamorados ya se habrían encerrado en sus guaridas y jamás saldrían. Nuestro
amor como condena a ser. Michael nos ilustra esta situación de la conciencia que se quiere fundir
con todo:

En faisant l‘amour, j‘eus le sentiment qu‘elle voulait m‘emmener vers des sensations
dépassant tout ce que nous avions connu, jusqu‘à ce que je n‘en puisse plus. Et elle se
donna aussi comme jamais (…) ce fut comme si elle voulait se noyer avec moi. (pp.91-
92).

Una de las mejores metáforas posibles que encontramos en El lector para describir el
sujeto Sartreano. Somos muy humanos porque estamos ligados a los hombres y sólo a éstos.
Cuando no estamos bajo la mirada del prójimo nos perdemos en lo viscoso del mundo. A
continuación dos ejemplos de cómo presenciamos esa ruptura, una es de Michael y la otra de
Sartre-Roquentin, veremos que en lo esencial ambos discursos siguen la misma línea; estamos
arrojados a un mundo sin tregua alguna:

À la piscine, les cris des enfants qui jouaient et faisaient gicler l‘eau parvenaient à mon
oreille comme de très loin. De toute façon, je me sentais dans le monde comme si lui et
moi n‘avions rien à voir ensemble. Je plongeai dans l‘eau laiteuse et javellisée sans
éprouver le besoin de remonter. Puis, allongé près des autres, je les écoutai et trouvai
leurs propos dérisoires et inconsistants. (p.92).

La conscience existe comme un arbre, comme un brin d‘herbe. Elle somnole, elle
s‘ennuie. De petites existences fugitives la peuplent comme des oiseaux dans les
branches. La peuplent et disparaissent. Conscience oubliée, délaissé entre murs, sous le
ciel gris. Et voici le sens de son existence: c‘est qu‘elle est conscience d‘être de trop. Elle
se dilue, elle s‘éparpille, elle cherche à se perdre sur le mur brun, le long du réverbère ou
là-bas dans la fumée du soir. Mais elle ne s‘oublie jamais; elle est conscience d‘être une
conscience qui s‘oublie. C‘est son lot. (Sartre, 1939/2011, p.239).
88

Después de todo lo expresado hasta este punto, podemos decir que Michael y Hanna han
sentido el conflicto que implica ser. Tensiones constantes que nos obligan a tomar posición. El
amor no resulta ser una película de rosas y perfumes, al menos no es sólo eso; resultó ser el
estado por excelencia del hombre donde reconoce una tensión para con el Otro. Tensión que le
permite, justamente, Ser: « Le regard d’autrui, comme condition nécessaire de mon objectivité,
est destruction de toute objectivité pour moi. Le regard d‘autrui m‘atteint à travers le monde et
n‘est pas seulement transformation de moi-même, mais métamorphose totale du monde. »
(Sartre, 1943/2010, p.308). A proposito explica Gonzales:

Para Sartre, no hay totalidad sintética posible (…) que pueda integrar la pluralidad de las
conciencias, porque no es producida ni por el otro, ni por mí, ni por intermediario alguno.
Se trataría más bien de una multiplicidad dada en una colección, o –como él dice – de una
―totalidad quebrada‖ o ―destotalizada‖, pues aunque entre las conciencias hay una
implicación y algo así como un proyecto de síntesis, esta se quiebra en tanto no hay nada
que funde su relación sino solo una doble negación sin resultado positivo: yo niego en mí
al otro y él me niega a mí. (2008, p.42).

Queda claro que la relación con el otro tiene un precio. Darle la vuelta al sujeto hasta
proveerle el control de las cosas implica una deuda constante para con todo. Una negación que
exige otra negación. La reciprocidad para con el prójimo no es un mito de amor pasivo y sin
dolor. El descubrimiento del otro me descubre el conflicto del ser: ―lo que El ser y la nada relata
(…) es el fracaso de esa aspiraciñn a colmar la falta de ser, el sujeto vuelve cada vez a la
exterioridad de donde surgió, a la alteridad. El sujeto, entonces, no puede reducir al Otro.‖
(Vassallo, 2006, p.47).

El capítulo 16 termina con la escena donde Hanna se encuentra en la piscina con Michael.
Aunque este encuentro en realidad nunca se dio ya que Michael dudo en ir a recibirla:

Elle était debout à vingt ou trente mètres, en short et chemisier ouvert noué à la taille, et
regardait dans ma direction. Je la regardai à mon tour. À cette distance, je ne pus pas
déchiffrer l‘expression de son visage. Je ne me levai pas d‘un bond pour courir vers elle.
Des questions me traversèrent l‘esprit: pourquoi est-elle à la piscine, est-ce qu‘elle veut
être vue de moi et avec moi, est-ce que j‘ai envie d‘être vu avec elle. (p.92).
89

Otro ejercicio mental donde se enuncia la fuerza de la mirada y el juicio. Lo más


importante para nuestro análisis es que Michael no actuó; se petrifico; sólo observó. Lo que le
quedó de Hanna fue sólo una imagen: ―Hanna en short et chemisier noué, le visage tourné vers
moi sans que je puisse le déchiffrer –c‘est aussi une image que j‘ai d‘elle‖ (p.93). Michael se
paralizó al momento de tener que reafirmar a Hanna fuera de su zona de confort. Le fue
imposible aceptar la mirada de los otros juzgando su pasión. Era un poeta total cuando estaba en
la bañera o lejos de los ojos. Pero, en el momento en que sus referentes (amigos) están presentes
Michael se pierde en la moral del común. El amor más apasionante, cuyas descripciones habían
ocupado una gran parte de la novela, se ve aniquilado por la simple mirada de los Otros. Michael
que había aceptado valientemente el conflicto que implicaba Hanna prefiere, en esta ocasión,
retirarse; resguardarse en sí mismo. No quiere que sus acciones sean puestas ante la mirada de
terceros. El único ser real en la piscina es Hanna, todos los demás son sólo ojos, Michael huye a
la angustia que le produce ser visto con Hanna por meras ilusiones. Michael no asume el riesgo
ni el peligro propio de la relación con el Otro, simplemente se redujo a un objeto; a una inercia;
se escondió; huyó; se fugó.

Cerraremos este apartado, Mirarnos-nos, con el análisis del último capítulo de la primera
parte de nuestra novela-foco. En donde se nos cuenta que Hanna ha desaparecido. Estudiaremos
la relación conflictiva con el otro. Daremos las ultimas explicaciones del Para-otro y haremos los
últimos apuntes necesarios para tener claro las bases ontológicas de la filosofía Sartreana. Así,
terminar el viaje por el sujeto sartreano. Veremos cómo Sartre propone un sujeto totalmente libre
de toda posible determinación retorciendo constantemente nuestras relaciones ontológicas.
Tendremos listo entonces una base conceptual firme para lanzarnos en el entendimiento de las
propuestas más complejas de la teoría existencialista. El sujeto que hemos venido estudiando ha
dado una vuelta por todos los entes y ha vuelto a sí mismo sólo para encontrarse con la necesidad
de dar una nueva vuelta.

El capítulo 17 es la lamentación de Michael por abandonar a Hanna. Ella se ha ido a


Hambourg sin dejar ningún rastro. Simplemente se esfumó. La mujer que en el capítulo
precedente se quería fusionar con Michael ya no está: ―Pendant des jours, je fus très mal (…)
Mon corps avait le désir d‘Hanna. Mais pire que le désir physique était le sentiment de faute…‖
(p.95). Recordemos el capítulo dos donde Michael tiene el sueño de estar a punto de entrar al
90

apartamento de Hanna. El sueño siempre termina cuando está a punto de abrir la puerta, en
realidad nunca se atreve. Y, recordemos ahora el capítulo uno donde Michael conoce a Hanna;
ella no dudó en socorrerlo, en ir a su encuentro. Hanna nunca fue pasiva e inerte; ella tomó la
iniciativa y lo sacó de ese mundo de miradas. Michael no fue capaz de ser el ángel que Hanna
necesitaba. Michael no es capaz de trascender los límites de esa piscina para ir por Hanna, quien
tuvo que tener mucho valor para ir a dicho lugar. Hanna se sintió rechazada por la única persona
que ella quería ver. Las miradas tuvieron más fuerza que una conciencia. Michael se esconde de
la luz entre muchas siluetas. Hanna le pidió amor a Michael, le pidió un poema más; un baile
más; una liberación más, pero esta vez su pareja la abandonó. Nuestro protagonista pudo romper
ciertas barreras en la privacidad de ese apartamento del edifico de La Gare. Sin embargo, no
pudo romper las verdaderas barreras que se le imponen al hombre contemporáneo: las miradas.
Esa es la exigencia del sujeto Sartreano; ser libre, aun frente a las miradas. De hecho, la
verdadera exigencia es ser libre con las miradas. Somos libres porque alguien siempre nos mira;
siempre tratará de limitarnos. Para Sartre somos pura pugna y eso es la existencia:

El conflicto es la inagotable acción de mí mismo y del otro-mismo de no ser objeto, es la


lucha por no caer en la conjetural objetividad del mundo de las cosas indeterminadas. La
lucha que comienza cuando me repongo de la mirada del otro, hubo de alternarse cuando
el prójimo me objetivó para luego yo convertirlo en objeto, sin embargo, esta alternancia
nunca decae, por el contrario, va creciendo. La lucha por no recaer en la oscuridad del
objeto sin importancia –sin mirada- no decaerá nunca, por eso el conflicto. Basta que el
otro me mire para que yo recaiga nuevamente. (Rodríguez, 2012, p.8).

Un espíritu totalizador en Sartre no es posible, por eso la dificultad de hablar de una inter-
subjetividad. La objetividad solo es concebible para Sartre como el resultado de un conflicto
permanente e insuperable entre las conciencias; ya que cada una desea absorber a la otra y así
convertir su proyecto en un homogéneo; una verdad; un Dios. Como consecuencia tenemos una
interacciñn entre conciencias que las empuja constantemente a un ―afuera‖, como vimos con
Michael en la piscina. Siempre es el Otro quien me evidencia el espesor y opacidad
característicos del Para-sí:
91

En la reflexión Sartreana, para bien o para mal, esencia y existencia siempre acaban
recubriéndose entre sí. No vale, pues, remitir la contingencia de lo existente a la
necesidad de lo esencial. La respuesta al problema del sentido, si la hubiese, se
encontraría más allá de ambas, en un espacio distinto al ocupado por sus mutuas
relaciones. (Rius, 2005, p.67).

Somos limitados y esa es nuestra forma de romper con los límites. Asumiendo mi límite
es cuando me reconozco. Es cuando hay una frontera que puedo realizar un acto de pasarla o
respetarla. Las relaciones recíprocas en Sartre tienen la intuición de la física contemporánea
donde el micro mundo y el macro mundo se sostienen por un baile que sólo podemos envidiar. El
Otro con su mirada me esclaviza, me avergüenza, me produce miedo y me aliena, sólo y
únicamente como petición de que yo le haga lo mismo. Sólo yo podría devolverle los límites que
trata de imponerme. Sólo Michael, y sólo él, podían decidir si ir o no al rescate de esa niña
preciosa que está parada en la piscina esperando ser recibida como lo que es: pura trascendencia.
Concluyamos con las palabras de Cabanchik:

Sartre restituye al ser sus densidades y profundidades, al invertir la perspectiva de la


filosofía moderna sobre las llamadas cualidades secundarias. En efecto, contra aquella,
que convertía colores, olores, superficies, sabores, texturas, etc., en resultados de
operaciones psicológicas sobre las cosas, afirmará que las cualidades son el ser íntegro
que se revela a la conciencia. Es la subjetividad la que se reduce ahora a no ser más que
movimiento negativo que permite manifestarse al ser en su integridad. La cualidad
envuelve a la conciencia en una proximidad absoluta, indicándole a la vez si vacío de ser,
su no ser más que la ínfima distancia, siempre ya franqueada y siempre nuevamente por
franquear, que huye de las cosas y de sí misma cuando éstas aparecen. (2006, p.217).
92

6.2. UN JUICIO DE MALA FE

Nuestro segundo capítulo es el análisis de un sujeto totalmente libre y sin excusas que
propone el existencialismo sartreano. Como se vio en el capítulo anterior, el sujeto sartreano está
totalmente (ontológicamente) capacitado para elegir sus actos independientemente de su relación
con el ente; ya sea una cosa, otra conciencia o el mundo. El cuerpo, los otros y la realidad se han
vuelto responsabilidad del sujeto que piensa. Dentro del sistema filosófico de Sartre no hay
espacio para las excusas o la pasividad. Se ha hecho a Dios a un lado para que el hombre pueda,
realmente, asumirse como libertad creadora. El problema del abandono de los templos sagrados
es que todo el universo viene a posarse sobre los hombros del minúsculo hombre, lo que le
genera una angustia existencial que resulta sobrecogedora para nuestra azotada libertad.
Entonces, investigaremos cómo reflexiona la conciencia frente a sus libertades y cómo las ejerce.
Utilizaremos la segunda parte de la novela-foco, El lector, en donde se narra el proceso judicial
de Hanna. Dicho narrador es nuestro personaje clave, Michael, quien durante este episodio
sostendrá diálogos muy intensos cuestionando la moral de su tiempo y el imaginario de lo
correcto. Con el acompañamiento-descripción que hará nuestro protagonista de dicho proceso,
nos disponemos a llevar a cabo el dialogo con la libertad total sartreana. Nos preguntaremos
junto a Michael y Sartre por lo justo, lo correcto, la moral y ética cuando somos nosotros quienes
damos el veredicto final. ¿Cómo poder declararse libre de pensamiento y acción en un mundo
donde la materialidad y lenguaje, según muchos, determinan totalmente cada paso del hombre?
¿Cómo no recurrir a las empresas auxiliadoras de sentido, como iglesias y partidos, cuando el
mundo parece ser tan basto y colosal? ¿Cómo luchar por un amor, una verdad, una libertad si
todos los conceptos, roles, paradigmas y demás vienen a aplastar a la humanidad? ¿Cómo poder
elegir si no sabemos ni leer ni escribir? Sartre no cree en las cadenas, nos ha dado el fuego de
Prometeo. Él no quiere vernos como él se vio alguna vez; asustado y acorralado, sin posibilidad
de actuar y gritar; de usar su voz. Atrapado en sí mismo, en los otros y hasta en el mundo; ese no
es el destino de los hombres. Para pensarnos nuestra libertad y cómo asumirla dentro del marco
existencialista dividiremos el capítulo en tres apartados: Mala fe, Libertad y Compromiso.
93

6.2.1. Mala fe

En este aparatado estudiaremos un concepto fundamental en la filosofía de J.P Sartre: la


Mala fe (Mauvaise foi). Esta es una de las actitudes a las que se está más tentado cuando se tiene
que ejercer la libertad de elección. La Mala fe trata de adormecer a la conciencia, ya que ésta
realmente nunca se puede callar. No podemos escapar a la libertad absoluta que nos ha
―entregado‖ este autor existencialista, sñlo podemos refugiarnos y tratar de ignorar dicha
responsabilidad, como por ejemplo drogarnos para no sentir el mundo. La libertad al ser la
condición primordial del hombre éste no la puede negar, solo tratar de esconderla; anestesiarla.
Utilizaremos los capítulos del uno al seis, en donde Michael se ha resguardado en su conciencia,
creyendo falsamente que no será alcanzado por sus elecciones; reflexiones ideales para estudiar
nuestra fuga, huida, refugio, nuestra retirada del mundo de las elecciones.

Toutefois, si l‘existence de la mauvaise foi est fort précaire, si elle appartient à ce genre
de structures psychiques qu‘on pourrait appeler ―métastables‖, elle n‘en présente pas
moins une forme automne et durable; elle peut même être l‘aspect normal de la vie pour
un très grand nombre de personnes. On peut vivre dans la mauvaise foi, ce qui ne veut pas
dire qu‘on n‘ait de brusques réveils de cynisme ou de bonne foi, mais ce qui implique un
style de vie constant et particulier. Notre embarras semble donc extrême puisque nous ne
pouvons ni rejeter ni comprendre la mauvaise foi. (Sartre, 1943/2010, p.84).

En el capítulo1, Michael nos introduce con su reflexión sobre la ―desesperaciñn‖ de


Hanna y cómo prosiguiñ su vida después de esta especie de ruptura: ―Non que j‘aie oublié
Hanna. Mais au bout d‘un certain temps, mon souvenir d‘elle cessa de m‘accompagner. Elle
resta en arrière comme une ville quand le train repart.» (pp.99-100). De entrada ya tenemos una
confesión de la típica actitud humana frente a las pérdida de sus amores o sueños; la resignación.
Los sentimientos y magia que Michael experimentó no fueron suficientes para motivarlo a la
acción. Recordemos las preguntas que surgieron en el momento en que Hanna se apareció en la
piscina; son una representación de la angustia que le produce a Michael la posibilidad de
elección. Siguiendo a Sartre, Michael no está determinado por el mundo o por Hanna, sino por sí
mismo. La urgencia de hacerse cargo de sí mismo y sus sentimientos de angustia no vienen del
exterior, pues son la condición propia del Ser. Michael no sólo abandonó a Hanna, también
abandonó su poder de elección, o eso intenta. Es decir, porque al final sí eligió; eligió no hacer
94

nada y eso es una elección dentro del pensamiento existencialista, como veremos más adelante.
Michael, después de mucho sentir la ausencia de Hanna se repliega en su interior. No puede con
la carga que siente; se siente un cobarde: ―Elle est là quelque part derrière vous, on pourrait s‘y
rendre et s‘assurer qu‘elle existe bien. Mais pourquoi ferait-on cela? (p.100). Una expresión
directa de Mala fe. Un ejemplo claro de cómo nuestra mente practica el juego del escondite; ser
al mismo tiempo embaucador y engañado. Michael se rinde y se deja caer en los roles,
aparentemente estables, que ofrecen los objetos, el mundo opaco del En-sí. Esa angustia del no-
ser, de no poder ser una idea eterna le pesa demasiado y prefiere ahogarse como todos los Otros,
en sí mismo. Colocar a Hanna en el fondo, para Michael, es encerrarse a sí mismo a no pensarla
y, por ende, pensarse. No me acepto como responsable y único juez de mis acciones; les entrego
mi cuerpo a ustedes, los imaginarios, ya que no soporto ser Nada. Esto nos lo explica Víctor
Alvarado en su artículo De la mala fe a la conciencia cínica:

La mauvaise foi es un fenómeno de conciencia, o más bien, la conciencia se afecta a si


misma de mauvaise foi. La mauvaise foi no es un estado o algo que viene desde afuera
para posarse en la conciencia. La mauvaise foi es un proyecto de ser de la conciencia, que
se elige como tal, de un modo pre-reflexivo. Si la mauvaise foi es un proyecto consciente,
debemos pensar que aquel que se elige de mauvaise foi, tiene conocimiento de la verdad
que desea ocultarse a sí mismo. (2005, p.158).

Aturdido por su cobardía, Michael emprende su vida con un proyecto de Mala fe. Vuelve
a la forma de vida que tenía antes de conocer a Hanna; pura inercia y falta de color; no hay ni
grandes personajes, ni emociones, ni descubrimientos, ni viajes, ni revoluciones; un mundo sin
literatura. La potencia de su ser le abruma y decide olvidar esa explosión poética que le causa el
conectarse con otra conciencia. Él no es un ingenuo o víctima de algo externo, es su elección
propia: ―J‘adoptai une attitude de supériorité et d‘assurance, je me donnai pour quelqu‘un que
rien ne touche, n‘ébranle ni ne trouble. Je ne m‘engageais d‘aucune façon.‖ (p.100). Michael
quiere huir de su poder. Quiere cancelar la conexión que descubrió para con el Otro. El peso del
sentir es tan grande que preferimos los abstractos sin verdaderas perturbaciones de nuestro Ser.
Porque, según Sartre, sentir es destruirse y volverse a formar; sentir es una completa re-vuelta
del alma. Nos hemos engañado al creer que la comodidad y el confort son los estados por
excelencia del hombre. Craso error, no somos corderos, vocifera el existencialista sartreano.
95

Queremos creer, bajo el manto somnífero de la Mala fe, que las granjas con sus rutinas y planes
estáticos responden a la crisis existencial: ―Je me souviens des dernières années de lycée et des
premières années d‘université comme d‘années heureuses‖ (p.100). Podemos leer que Michael
nunca produce poesía durante estos años, sin embargo se atreve a ponerlos en la categoría de
« felicidad ». En otras palabras, la facilidad no tiene nada que ver con la verdadera trascendencia
del ser; de hecho, la impide. Siguiendo a Sartre, somos inventores; esa es nuestra naturaleza, no
somos simples narradores y mucho menos espectadores; somos el actor principal.

Para Michael resultñ más sencillo dejarse llevar por la corriente: ―Elles furent faciles; le
bac et ensuite le droit, choisi par embarras, ne me pesèrent pas, pas plus que les amitiés, les
amourettes et les ruptures: rien ne me pesait. Je trouvais tout facile et léger, rien n‘avait de
poids. » (p.100). Como vemos, Michael simplemente flota en el tiempo y el espacio, como una
cosa. Los años más intensos en la construcción de la identidad, según los marcos de análisis
sociales o psicológicos clásicos, resultan para Michael ser un simple y plácido sueño; algo que
no pesa, ligero y fácil. No importa demasiado que es lo que ocurra en nuestros sueños pues sólo
son eso; un mundo efímero, sin verdaderas repercusiones sobre mi alma. La Nada que pretende
negarse a sí misma, según hemos expuesto, es la conciencia que pretende eliminar su
trascendencia; es un proyecto de evadirse de la realidad humana emprendido por el Cogito. El
Para-sí que quiere coincidir enteramente consigo mismo esquivando toda posibilidad. Al
respecto se expresa Rius:

Ocurre que el individuo reflexiona sobre sus posibilidades de cara a una acción y se
percata de que, al depender aquéllas exclusivamente de sí mismo, ninguna le motiva
necesariamente. No hay razones objetivas que valgan a menos que yo, desde mi libertad,
las decida ―sola, injustificable y sin excusa‖. De ahí la angustia que crea la libertad de
conciencia: porque nada de lo que ésta tome en consideración le resultará del todo ajeno,
todo se le vuelve pecado. (2005, p.97).

Básicamente, Sartre nos dice que la Mala fe es una conducta tranquilizadora; un juego de
permanentes excusas; una dosis de Heroína. Al vernos imposibilitados de asumir, fácilmente,
esencias y valores nos rendimos ante los determinismos que podrían darle a nuestro Ser la ilusión
de un Ente absoluto; un padre. Convertimos al hombre en un individuo cuyos actos ya no son su
responsabilidad; estos adquieren su razón de Ser de forma externa; se fundamentan en
96

voluntades ―más grandes‖ que la del pequeðo sujeto. Se regala lo único realmente humano; la
libertad, a cambio de una distracción fugaz. Sartre, a través de Goetz, protagonista de Le Diable
et le bon Dieu, nos ejemplifica prodigiosamente este juego de la conciencia:

Moi seul, curé, tu as raison. Moi seul. Je suppliais, je quémandais un signe, j‘envoyais au
Ciel des messages: pas de réponse. Le Ciel ignore jusqu‘à mon nom. Je me demandais à
chaque minute ce que je pouvais être aux yeux de Dieu. A présent je connais la réponse:
rien. Dieu ne me voit pas. Dieu ne m‘entend pas, Dieu ne me connaît pas. Tu vois ce vide
au-dessus de nos têtes? C‘est Dieu. Tu vois cette brèche dans la porte? C‘est Dieu. Tu
vois ce trou dans la terre ? C‘est Dieu encore. Le silence, c‘est Dieu. L‘absence, c‘est
Dieu. Dieu, c‘est la solitude des hommes. Il n‘y avait que moi: j‘ai décidé seul du Mal;
seul, j‘ai inventé le Bien. C‘est moi qui ai triché, moi qui ai fait des miracles, c‘est moi
qui m‘accuse aujourd‘hui, moi seul qui peux m‘absoudre; moi, l‘homme. Si Dieu existe,
l‘homme est néant; si l‘homme existe… Où cours-tu? (1951/1970, p.228).

Ni la mentira ni el inconsciente pueden resguardarnos de la responsabilidad que el


existencialismo nos ha planteado. Tener una conciencia implica un sinfín de posibilidades
excepto el poder huir a dichas posibilidades; es la única posibilidad que no se tiene; la
posibilidad de no conferirse posibilidades; no podemos no-existir. Lo anterior se comprende
fácilmente en las palabras de Eduardo Fernández Villar en su artículo Kierkegaard, Sartre y las
conductas de Mala fe:

La mentira puede entenderse, ciertamente, como una forma de defensa. Mentimos para
protegernos, para escapar de alguna ―verdad‖ que nos lastima, nos indigna o nos degrada.
Bien podríamos presentar la mala fe en estos términos. Dado que en ella el hombre
enmascara una realidad adversa, se ―huye‖ a sí mismo, (…) No obstante, conviene
recordar que Sartre se ocupa, muy especialmente, de dejar sentada la diferencia entre la
mera mendacidad y la mala fe. Puesto que la segunda implica una complejidad que no se
da en la primera, en la cual se supone que nosotros somos conscientes de aquello que
ocultamos a un tercero. Yo puedo huir de lo que soy, incluso jugar a aquello que no soy,
pero siempre estará la conciencia, como un espejo fatal, para devolverme mi verdadera
imagen. Si huyo, lo sabré; la conciencia lo testimoniará. (2006, p.2).
97

El capítulo 2 de nuestro episodio de análisis empieza con una revelación importantísima;


―J‘ai revu Hanna en cour d‘assises.‖ (p.102). Michael vuelve a ver a Hanna después de varios
años de comodidad existencial. De hecho, el protagonista no entrega información precisa sobre
sus experiencias a lo largo de estos años, sólo nos dijo que fue relativamente simple la vida de
universitario. Efectivamente, Michael se había abandonado a no pensar, ni a dejarse afectar por
el mundo. Así que, en realidad, no tiene nada que contar hasta este momento en que el mundo lo
alcanza. Trató de esconderse de la realidad, no obstante, ésta es imposible de negar por mucho
esfuerzo que hagamos; siempre, tarde que temprano, nos recuerda porqué somos libres.
Entonces, se le exige a Michael hacer un juicio sobre la verdad de su tiempo; tomar una posición.
Él será un futuro abogado y está ahora asistiendo a un proceso bastante delicado: ¿Cómo
condenar a una persona que participó activamente en los campos de concentración nazis?

Se nos abre un debate exquisito sobre la moral y la justicia, sin embargo, esta cuestión
siempre había sido invisible para Michael. Recordemos que él tomó la carrera de derecho por
mera ―casualidad‖. Inclusive, su ―re-encuentro‖ con Hanna, así como el primero, es meramente
accidental: ―C‘est par simple curiosité que je m‘étais inscrit à ce séminaire‖ (p.105). Michael
vive su vida sin realmente vivirla; simplemente morbosea su propia vida. A pesar de ser un
estudiante de derecho, no tiene el más mínimo compromiso con el mundo de la moral y las leyes.
No es su gran sueño, o meta, realizarse como abogado y defender los derechos del hombre. Es un
rol que le pareció cómodo; se le apareció. A Michael no le importa el mundo, únicamente su Yo
y que éste no sea alcanzado por el Otro. No quiere que le pidan acciones, ni quiere asumir
posiciones. No quiere tener que leer ni escribir. Sólo quiere ser uno en y con el mar.

Michael asiste a un proceso que implica la vida y la libertad de otras personas, sin
embargo, él sólo lo asume desde la distancia. Usa una máscara protectora, él mismo con traje de
Michael-cosa, para mediar entre él y estas otras conciencias; así, no ser perturbado en su
pequeño rincón. Puede y se atreve a enjuiciar al Otro, con poder jurídico inclusive, pero no se
atreve a mirar al Otro a los ojos. La verdad ya está clara para la cosa-hombre. Su rol ya dispone
de todo un abanico de respuestas para cada situación. Condenar a la generación nazi resultaba
hasta algo evidente:
98

Sur le banc des accusés, nous mettions la génération qui s‘était servie de ces gardiens et
de ces bourreaux, ou qui ne les avait pas empêchés d‘agir, ou qui ne les avait pas rejetés,
au moins, quand elle l‘aurait dû après 1945: c‘est elle que nos condamnions, par une
procédure d‘élucidation du passé, à la honte. (p.104).

Michael, aun en su papel de juez no puede ser humano; sólo es un juez. Un juez-cosa:
―Nous, les étudiants de ce séminaire, nous développâmes une forte conscience de groupe. Nous
« du séminaire sur les camps »: ce furent d‘abord les autres étudiants qui nous appelèrent ainsi,
puis nous-mêmes. » (p.105). Nuestro protagonista no tiene el más mínimo problema de
condenar, se le hace hasta natural; es lo que está escrito en su guion. Todos los crímenes para él
son un abstracto, él no se ha puesto en los zapatos de esos acusados y hecho el ejercicio de
comunicarse con ellos. Los enjuicia desde su asiento, desde la lejanía. Este es el arte de la Mala
fe; vivir en una contradicción que no genera dialogo alguno. En palabras del propio Sartre:

C‘est un certain art de former des concepts contradictoires, c‘est-à-dire qui unissent en
eux une idée et la négation de cette idée. Le concept de base qui est ainsi engendré utilise
la doble propriété de l‘être humain, d‘être une facticité et une transcendance (…) Mais la
mauvaise foi ne veut ni les coordonner ni les surmonter dans une synthèse. Il s‘agit pour
elle d‘affirmer leur identité tout en conservant leurs différences. Il faut affirmer la
facticité comme étant la transcendance et la transcendance comme étant la facticité, de
façon qu‘on puisse, dans l‘instant où on saisit l‘une, se trouver brusquement en face de
l‘autre. (1943/2010, p.91).

Michael se encuentra frente a un momento donde podría trascender muchas de sus


facticidades e incitar al Otro a este ejercicio. ―Quien actúa de mauvaise foi se ampara en la
facticidad o trascendencia del pour-soi, alegando que la conciencia no es sólo facticidad sino
también trascendencia en cuanto superaciñn de la posibilidad hacia la posibilidad‖ (Alvarado,
2005, p.159). Pero, Michael, tiene miedo del precio que tiene que pagar para esta ruptura del Ser.
Prefiere la falsa inercia; ―Nosotros‖, como cuando asume enteramente, sin dificultad, la
identidad de ser uno más del ―seminario de los campos‖. En el mismísimo palacio de justicia
Michael se da el lujo de negar-se su libertad y la de los demás. Michael usa la posibilidad de
imaginar, de re-crear, para fugarse constantemente en alguno de los polos de su Ser: ―El caso es,
pues, que esta duplicidad se hace manifiesta –de modo patético- en la mala fe, donde el hombre
99

utiliza su capacidad de ―develador de negatidades‖ para volverla contra sí y negarse, de este


modo, así mismo.‖ (Villar, 2006, p.3).

―Qu‘est-ce que la légalité?» (p.102). Esta pregunta se la hace Michael pensando en las
acusadas. No obstante, no responderá a ella en este capítulo, simplemente porque no puede. Las
posibles respuestas se las deja a su identidad de ―estudiante de derecho‖: ―Je me persuadai
d‘abord que je voulais seulement partager un zèle scientifique, ou bien politique et moral. Mais
je voulais davantage : je voulais partager le zèle collectif. » (p.105). En el capítulo dos, Michael
lo que muestra son los guiones de su época; los guiones de las distintas generaciones y actores
que participan en esa falsa búsqueda de verdades. Se observa como cada uno, cada actor, ya tiene
muy claro que juicio y forma de pensar se espera de ellos; cada quien sabe cuál es su papel. Se
necesitan buenos y malos para hacer la comedia. Los malvados ya estaban claros y los buenos
también; malos aquellos que perdieron la guerra y buenos aquellos que la ganaron. No se
construiría ninguna verdad; sólo se mantendrían los flujos históricos cíclicos y hasta rutinarios.
Para Sartre, en este capítulo no se nos describen conciencias, sólo discursos; hombres-máquinas.
No hay seres que piensen, sólo copian y reproducen exactamente lo que les entrega su meta-
relato. En teoría, quieren entender qué es lo legal, sin embargo, ya esto está definido desde antes
de que empezara el proceso. Es más, no hay nada más cercano a una comedia que un proceso
judicial humano; en cualquier época y en cualquier contexto resulta el mejor ejemplo. Es una
pantomima detestable donde las cosas enjuician a los hombres; nada más aberrante para el
pensamiento existencialista de Sartre. Para la libertad sartreana no somos robots que cumplen
con sus programaciones; no podemos dejarnos reducir a simples rituales y comportamientos
rutinarios. Pongamos un ejemplo de La nausée, donde los supuestos enamorados son dos
personas-cosas que, en realidad, sólo juegan al ritual del amor, pero sin ponerse en tela de juicio;
porque las cosas no pueden amar:

Je ne les écoute plus: ils m‘agacent. Ils vont coucher ensemble. Ils le savent. Chacun
d‘eux sait que l‘autre sait. Mais, comme ils sont jeunes, chastes et décents, comme
chacun veut conserver sa propre estime et celle de l‘autre, comme l‘amour est une grande
poétique qu‘il ne faut pas effaroucher, ils vont plusieurs fois à la semaine dans les bals et
dans les restaurants offrir le spectacle de leurs petites danses rituelles et mécaniques.
(1939/2011, p.160).
100

Nos engañamos a nosotros mismos, gustosos, al reducir al Otro a simples cualidades


objetivas, una imagen fija que nos facilite su existencia. Cualidades que no comprometan su
libertad, y de esta forma, nos coloque en juego la suerte de su Ser. Cuando transformamos en
cosas las actitudes del Otro, nos ocultamos a nosotros mismos, y de esta manera, nos
resguardamos de la angustia que genera la toma de decisiones frente a un futuro incierto.
Reducimos la trascendencia del Otro para eliminar el peligro que nos genera un sujeto pensante.
Nuestro prójimo ya no sería un escándalo, puesto que puede ser fácilmente medido; es una cosa
permanente y sabemos qué esperar de una cosa; un robot siempre hará lo mismo, siempre hará lo
que tiene programado y esa seguridad es llamativa para el Ser. Queremos ser Dios porque no
aguantamos la angustia de vivir sin él. Frente a la evidencia de su constante abandono, el Para-sí
busca el dominio total de la realidad a la que se enfrenta. Irónicamente, la manera que tiene de
escapar a su angustia es entregar su verdad a un objeto, mejor dicho, alienarnos; ―Je m‘enfuis, je
m‘échappe, je laisse ma guenille aux mains du sermonneur‖ (Sartre, 1943, p.92). Aparentemente,
resultó ser una carga el fuego de Prometeo. La mayoría de nosotros somos como Michael en este
capítulo; un simple rol. Cualquiera podría hacer lo que hace Michael: Nada. No somos nuestros
rituales y nunca los seremos, aunque nos parezca tan suculenta dicha idea:

―L‘égale dignité d‘être mon être pour autrui et de mon être pour moi-même permet une
synthèse perpétuellement désagrégative et un jeu d‘évasion perpétuelle du pour-soi au
pour-autrui et du pour-autrui au pour-soi. » (Sartre, 1943/2010, p.92).

Resumamos nuestro recorrido por la Mala fe sartreana con las palabras de Gustavo
Lambruschini expresadas en su conferencia La libertad en la cultura de la izquierda:

La mala fe, la inautenticidad es el ser de la conciencia como conciencia de ser. La clave


de la inautenticidad pasa por la autocosificación de la conciencia, de la autorreclusión en
una pura y exclusiva facticidad y esencia. Se ignora que el ser de la conciencia es
proyecto y posibilidad y más aún un abanico de posibilidades y proyectos, (…) En una
palabra el ser de la conciencia es elección, es propiamente libertad, no cosa, no esencia,
no imagen de sí mismo fijada por la mirada del Amo, no papel prefijado, decidido y
dictado por la voz del Amo opresor. (2006, p.197).
101

En el capítulo tres Michael nos describe cual era, exactamente, su rol en el proceso de
Hanna: ―Nous étions le quatrième groupe, qui devait assister aux interrogatoires d‘identité et
donc au véritable début du procès.‖ (p.107). Particular en este episodio es el cambio del
pronombre personal que Michael usa durante toda la descripción de su rol, se habla de
―nosotros‖ y no de un ―yo‖. Luego, viene una pequeða llamarada de Michael y su poesía.
Aquella que se había apagado durante tanto tiempo, vuelve a darnos un escenario palpable en las
palabras; logra ambientar muy bien el palacio de justicia, además de describir con una fuerza
sutil el momento en que reconoce a Hanna: ―Puis je reconnus aussi la silhouette, la tête
inhabituelle avec ces chevaux ramassés en chignon, le cou, les épaules larges et les bras robustes,
Elle se tenait droite.» (p.108).

Ahora, para el análisis de la libertad nos enfocaremos en la descripción del proceso. Aquí,
se nos ofrece un excelente ejemplo de Mala fe por parte del abogado y del juez. Se evidencia un
juego de ataque y defensa simplista; se lanzan insinuaciones de culpabilidad donde se hacen las
relaciones más arbitrarias y el defensor hace el trabajo de ―des-acreditar‖ dichos argumentos; una
comedia. Cada quien sigue muy bien su rol, a excepción de Hanna. Ella, en los diálogos,
demuestra una sinceridad que interrumpe con la armonía de la puesta en escena; exige una
respuesta más creativa, más justa a la del guion del gato y el ratón. Es decir, el juego era tan
evidente que Michael no tiene dificultad en descifrar ciertos ademanes y estrategias discursivas
de los fieles al teatro; repetían patrones y respondía siempre de la misma forma: ―Le président
manifesta de nouveau son irritation, et je commençai à comprendre que c‘était sa tactique.‖
(p.111). Esto se hará más evidente en los capítulos futuros.

Entonces, en este mismo capítulo la historia de Hanna empieza a revelarse; información


que resulta radical para la forma en cómo se puede enjuiciar a Hanna y sus acciones: ―Le
président se fit confirmer par Hanna, d‘un mot à chaque question, qu‘elle avait été affectée
jusqu‘au printemps 1944 à Auschwitz, puis jusque pendant l‘hiver 1944-1945 dans un petit camp
près de Cracovie.‖ (p.110).

Después de esta información el imaginario que tenemos del personaje de Hanna queda
puesto a prueba rigurosamente. El meta-relato de la mayoría de nuestra generación y posibles
lectores tiene como antagonista simbólico inmediato El Nazi. La cultura occidental del siglo 21
tiene como insignia del Mal la esvástica nazi. Existe una lista interminable de productos, desde
102

películas hasta juegos de video, donde el enemigo por excelencia es el soldado alemán nazi.
Entonces, resulta que el amor de la vida de nuestro personaje es, irónicamente, el antagonista por
excelencia de toda historia de ficción; Hanna es nazi. Lo controversial de todo el asunto nos
alargaría en muchas páginas, podemos resumir la contradicción en las palabras del mismo
Michael:

Je fus effrayé. Je m‘aperçus que je ressentais l‘incarcération d‘Hanna comme naturelle et


justifiée. Non pas à cause de la gravite de l‘accusation ou du poids des présomptions,
dont je ne savais encore rien de précis, mais parce que en cellule elle était ôtée de ma vie,
enlevée de mon univers. Je la voulais très loin de moi, suffisamment inaccessible pour
qu‘elle démure le simple souvenir qu‘elle était devenue et restée pour moi ces dernières
années. (p.111).

Este párrafo sintetiza, maravillosamente, lo que quiere decir Sartre por un acto de la
conciencia de Mala fe. Como podemos observar, el párrafo empieza con un temor, una angustia;
luego es la mirada del Otro lo que le preocupa a Michael, no la moral o la justicia, lo aclara al
decir que no sabe nada aun del caso y que menos tiene potestad formativa para sentirse con
autoridad, aun así, la condena. La quiere lejos; encerrada. Le quiere quitar su libertad; no quiere
que ella lo pueda juzgar a él. Esa es su comodidad; no ser observado, ser espectador. Michael se
ha enamorado de su resguardo, de esa tranquilidad del océano, de ser una Nada, de no tener
responsabilidad alguna. Al seguir un personaje nadie te mirara directamente a los ojos. Nuestro
protagonista no quiere que alguien lo mire cómo lo miró Hanna; quien vio lo que era; débil,
solitario y angustiado, y, aun así, le ayudó, le amó.

A pesar de todos los juicios, posibles puntos de vista y posibilidades, Michael sólo se
interesa en lo que él ve; sus juicios, sus posibilidades y puntos de vista; sólo lo que él pueda
pensar y sentir importa. El resto del mundo es absurdo y carece de bases o importancia para la
conciencia de Mala fe sartreana. Michael aprendió, se obligó, a amar su Ego; se cree estudiante
de derecho, se cree hijo de burgueses, se cree ciudadano liberal, y no quiere ser nada más. Le
pareció fácil, durante todos estos años, seguir unos roles bien lineales; algo totalmente opuesto a
la tormenta que vivió a través del amor de Hanna: de sus ojos. Un baile donde ambos se querían
devorar hasta no dejar rastro de sus nombres. Él prefiere la calma de no-ser. Michael se asustó de
volver a encontrarse con la única conciencia que él ha mirado y que lo ha mirado; quien le ha
103

dado el regalo del contacto con el Otro, el poder sentir la verdadera intersubjetividad. Hanna
como único momento por fuera de esa falsa comunicación entre máscaras que se da en el día a
día; todos siguiendo patrones, guiones; una comedia. En ultimas, a Michael le fascinó la
seguridad del escenario; un pequeño espacio cortado del mundo.

Tenemos todo un capítulo de pura y simple Mala fe. Pobre Hanna, pobre libertad,
atrapada en un mundo inerte en donde no puede, literalmente, leer. Ella, a la que quieren todos
arrinconar en el papel del diablo de esta historia, resulta ser la única con conciencia.
Lastimosamente ella se resguardó en no poder leer; se encerró en sí misma. El resto, los Otros,
Michael, la quieren condenar a la oscuridad; donde ella no los perturbe con su mirada y los
enjuicie. No obstante, sólo Hanna puede o no condenarse al olvido. Al final, se hará obvio el
poder de esta mujer, de esta libertad sartreana, pero desde ya se evidencia; Hanna es el único ser
libre de esta novela. Siempre es a ella a quien se la hará poesía, a quien se le describe con pasión
y se le rinden los espacios. Ella es a quien recordaremos. Michael quiere encerrarla, pero verá
que se enfrenta a la libertad de Sartre; una libertad total que se determina a sí misma. No existe
Mala fe que pueda contra un hombre libre. Asimismo, Hanna ya lo probó una vez cuando
revolucionó la Mala fe de Michael. Y él no quiere vivir otra revolución; le da pavor tener que
elegir una moral otra vez. Su personaje ya tiene una, pero la mirada de Hanna cambia todo. Su
personaje le sirve para esconderse de la realidad. Somos nuestra conciencia, cómo podríamos
escaparnos de ella si somos ella. Esta imposibilidad de escaparnos a la conciencia en palabras del
propio Sartre-Hugo, tomadas de la pieza de teatro Les mains sales:

Tirez sur moi, je vous dis. C‘est votre métier. Écoutez donc: un père de famille, c‘est
jamais un vrai père de famille. Un assassin c‘est jamais tout à fait un assassin. Ils jouent,
vous comprenez. Tandis qu‘un mort, c‘est un mort pour de vrai. Être ou ne pas être,
hein ? Vous voyez ce que je veux dire. Il n‘y a rien que je puisse être sinon un mort avec
six pieds de terre par-dessus la tête. Tout ça, je vous le dis, c‘est de la comédie. (Il
s’arrête brusquement.) Et ça aussi c‘est de la comédie. Tout ça¡ Tout ce que je vous dis
là. Vous croyez peut-être que je suis désespère? Pas du tout: je joue la comédie du
désespoir. Est-ce qu‘on peut en sortir? (1948/1972, p.159).
104

Y esto expresado en la hermosa prosa de El ser y la nada:

Toute sa conduite nous semble un jeu. Il s‘applique à enchainer ses mouvements comme
s‘ils étaient des mécanismes se commandant les uns les autres, sa mimique et sa voix
même semblent des mécanismes; il se donne la prestesse et la rapidité impitoyable des
choses. Il joue, il s‘amuse (…) Leur condition est toute de cérémonie, le public réclame
d‘eux qu‘ils la réalisent comme une cérémonie… (Sartre, 1943/2010, p.94).

Michael se divierte al jugar, a interpretar el papel de estudiante de derecho, chico de


universidad, chico que defiende los nuevos derechos humanos. Jugar a ser eso, de hecho, suena a
una buena fuga en su contexto. Pero, él ya tuvo contacto con un ser del mundo: Hanna. Bajo
otras circunstancias, dicho personaje sería el pretexto ideal para su existencia artificial, un
antagonista idóneo; los malos que yo el abogado no-nazi he de encarcelar. Lastimosamente para
Michael la situación no es enteramente artificial; él ha hecho el amor con el ―peor de los
criminales‖. Sintiñ el olor, delicioso olor y sabor, delicioso sabor de una criminal en su boca y en
sus manos; sintió el peor goce posible para su rol; sintió amor en una nazi; sintió en el
antagonista la más pura expresión de humanidad. Michael sintió horror al ver a un humano al
otro lado de su comedia y no el Espíritu del mal. La Mala fe que lo protegió, durante varios años,
ahora le crea dificultades. El ejercicio mental que tendrá que hacer para esconder a Hanna será
tremendo, es más; imposible. Cuando hay otra conciencia observándote no puedes esconderte;
Michael es Hanna, no puede negarse su conexión intrínseca con la libertad. Al respecto
escuchemos a nuestro autor existencialista:

Il est une ―représentation‖ pour les autres et pour moi-même, cela signifie que je ne puis
l‘être qu‘en représentation. Mais précisément si je me le représente, je ne le suis point,
j‘en suis séparé, comme l‘objet du sujet, séparé par rien, mais ce rien m‘isole de lui, je ne
puis l‘être, je ne puis que jouer à l’être, c‘est-à-dire m‘imaginer que je le suis. Et, par là
même, je l‘affecte de néant. (Sartre, 1943/2010, p. 95).

La angustia se apoderó de nuestro protagonista; de hecho, ella nunca nos desampara,


según Sartre. Ahora, Michael se encuentra en una posición que lo ha obligado a elegir;
encontrarse de nuevo con una evidencia de su libertad. No tiene forma de dar esa responsabilidad
a ningún otro personaje. Según sus descripciones, en la novela, está sólo; no hay nadie, no hay
otros personajes o conciencias, no hay grandes amigos o hermanos, no hay maestros ni guías.
105

Hanna es la única conciencia activa en el proceso y la quiere desaparecer. Definitivamente un


acto de Mala fe. Sin embargo, no hay lugar para resguardarse de lo importante que es el Otro
para el Para-sí; necesario. Recordemos que, para Sartre, una de las condenas a las que siempre se
enfrenta el Para-sí es su necesidad del Otro; de su reconocimiento. Nada ha definido, y por esto
queremos decir deconstruido, más a Michael que Hanna, y ahora que estaba creando esta nueva
identidad, ella lo definiría una vez más. Dicho de otra forma, le exigiría una posición; como en
aquella ocasión en la piscina. Hanna exigiendo una respuesta; una acción. Hanna es el mundo
pidiéndonos no ser simples cosas. Ser cosa es cómodo pero sólo si el Otro no mira; y el Otro
siempre mira, sin él no existo. Entonces, lo cosifico y así existo y no me mira:

Las personas se autocosifican desempeñando un papel, actuando la existencia,


interpretando el papel que pretendo ser, actuando como comediante una comedia,
jugando a ser lo que soy en el sentido de un papel prefijado, todo lo cual provoca náusea
(…) La mala fe es el refugio contra la angustia que supone el hecho que tengamos que
elegirnos constantemente; es la coartada por la que vuelo a reiterar la elección del que soy
con el intento consolador malicioso de que lo hago porque yo soy eso que en verdad elijo
ser. (Lambruschini, 2006, p 198).

El capítulo cuatro es una joya para nuestro análisis de la libertad y la Mala fe. En este,
Michael hace una serie de reflexiones muy interesantes sobre el proceso, los roles y actitudes de
los involucrados, especialmente la de Hanna y la suya. A diferencia del capítulo tres donde las
palabras del protagonista, en su mayoría, fueron descripciones. En esta oportunidad hay párrafos
que ilustran directamente el ejercicio mental de Michael; un diálogo interno donde pone en tela
de juicio al Otro y a sí mismo. Michael tiene una conciencia, siempre la ha tenido, y esta
empieza a funcionar de nuevo; aunque en contra de su rol. Michael ya no puede resguardarse
más en su Mala fe; al encontrarse con Hanna vuelve a generar una especie de empatía. No es un
diálogo completo, porque aún sigue temeroso de sus acciones y a lo que éstas conllevan; un
compromiso. Pero, ya se perciben destellos del pensamiento propio de la libertad sartreana; una
libertad destructora de mitos y leyendas. Esos aðos de ―felicidad‖ que Michael viviñ como
estudiante, protegido en su granja y en su cotidianidad, terminaron. Su conexión con Hanna le
impide ser un simple observador o un simple personaje. Su papel y las verdades del estudiante de
derecho de la post guerra Alemana no cubren, ni explican, el absurdo que está presenciando.
106

Parfois son chignon serré laissait échapper des mèches qui venaient boucler sur le cou et
flottaient dans un déplacement d‘air. Parfois Hanna portait une robe assez décolletée pour
qu‘on voie le grain de beauté qu‘elle avait en haut de l‘épaule gauche. Je me rappelais
alors que j‘avais soufflé sur cette épaule pour en écarter des chevaux, que j‘avais
embrassé ce cou et ce grain de beauté. Mais ce souvenir, je ne faisais que l‘enregistrer, je
ne ressentais rien. (p.114).

Aquí, vemos como la conciencia lucha contra su propia Mala fe. En los capítulos
anteriores, Michael ya había hecho énfasis en su supuesta incapacidad de sentir algo al ver a
Hanna. Sin embargo, toda la página 114 es una descripción muy detallada de Hanna, sus
movimientos, sus reacciones y sus auras: ―Tout au long des semaines que dura le procès, je ne
ressentis rien: ma sensibilité était comme anesthésiée‖ (p.114). La contradicciñn de su conciencia
se empieza a sentir, se empieza a leer; surge un choque. Tenemos la supuesta actitud de
―importaculismo‖ de Michael en contra del hecho de ser el único estudiante que no faltó a un
solo día del proceso; tenemos la supuesta apatía de Michael en contra del hecho de ser él quien
dedica páginas enteras a una sola condenada, a una sola persona, cuando, se supone, hay muchas
otras. Su importaculismo en contra de la necesidad urgente, desesperada, de anestesiarse:

Qui m‘avait fait cette piqûre? Moi-même, parce que sans anesthésie je n‘aurais pas tenu
le coup? Je n‘étais pas seulement anesthésié dans la salle d‘audience, au point d‘affronter
la vue de Hanna comme si c‘avait été un autre qui l‘avait aimée et désirée, quelqu‘un que
j‘aurais bien connu mais qui n‘était pas moi. Tout le reste du temps aussi, j‘étais debout à
côté de moi et je me regardais: à l‘université, en famille, avec mes amis, je fonctionnais
mais intérieurement je ne participais a rien. (p.115).

Hermoso párrafo introspectivo donde vemos todas las características ya mencionadas de


cómo funciona la Mala fe en el individuo sartreano ¿Qué clase de gimnasia mental tenemos que
realizar para escondernos de todo? Michael lo dijo; se vio como a un tercero, como a un extraño
tomando su lugar. No era precisamente él quien estaba con sus amigos o compartió con su
familia; era alguien más, una cosa que no era él. Necesita de su droga para no percibir dicha
realidad donde él es un agente extraño; un simple actor. Toda su vida ha actuado como se lo
pidieron sus diferentes referentes, pero nunca se ha comportado como Michael; excepto con
Hanna. La ―anestesia‖ que le ayudñ durante sus aðos de estudio se muestra insuficiente frente a
107

la mirada del Otro; cosa que no puede soportar. Necesita una droga más fuerte porque su silencio
se está rompiendo. Su tranquilidad se desmorona y aparecen las preguntas, los interrogantes; la
Nada. Michael nunca sintió nada cuando estaba con sus amigos o su familia, pero no puede
mentirse diciendo que no siente nada cuando se le presenta Hanna. Su mente frente a este intento
de cubrir el sol con un dedo se revoluciona ¿Por qué el Para-sí se engaña al fabricar una imagen
de sí que responda a los ideales de lo que debería ser? La respuesta en palabras de Alvarado:

Respuesta: La mirada del otro lo asecha, le carcome su tranquilidad, irrumpe su ser, viola
la imagen que tiene de sí mismo y que cuida y mima con tanto celo en la soledad de su
consciencia. La mirada del otro lo desnuda, lo pone al descubierto, lo mantiene en estado
de tensión; la mirada del otro lo acecha desde arriba. (2005, p.159).

¿Por qué Michael y todos los que asisten a la audiencia de Hanna no desean el verdadero
diálogo y sólo muestran deseos de reducir dicho juicio a una simple pantomima más? ¿Por qué
todos los personajes, más bien máscaras, que describe Michael sólo responden mecánicamente?
La mejor respuesta está en el Baudelaire de Sartre:

(…) no puede ni quiere vivir el ser o la existencia hasta el límite. Apenas se deja llevar a
una de las dos opciones, se refugia de inmediato en la otra. Si se siente objeto (…) a los
ojos de los jueces que se le han asignado, es para afirmar contra ellos, enseguida, su
libertad (…) Pero, entonces, si llega al terreno de la libertad, teme su gratuidad, se aferra
a un universo hecho, donde el Bien y el Mal están dados de antemano, y donde él ocupa
un lugar determinado. Escogió tener una conciencia perpetuamente desgarrada, una mala
conciencia (…) Porque quiso, a la vez, ser y existir, porque huye sin cesar de la existencia
en el ser y del ser en la existencia, él no es más que una herida abierta… (1968, p.75).

Básicamente, no tendríamos un juicio si Hanna no estuviese presente, ni siquiera novela;


todos hubiesen hecho su papel debidamente y no habrían interrogantes sobre la situación. Cada
uno lloraría y gritaría como se le pide; cada uno atacaría o defendería como se le pide, y después,
tendríamos una sentencia que mantendría el flujo de las cosas. Todo el juicio se resumiría en una
simple expresión como: Fueron años de estudio muy intensos con procesos muy complicados.
No se notaría la falta de sentido tan grande que hay en el palacio de justicia; sería un verdadero
palacio de justicia. Pero Michael ya no puede existir y ser al mismo tiempo, nunca lo pudo, pero
quiso creerlo:
108

En même temps, je me demande, et je commençais déjà à me demander à l‘époque ce


que devait, ce que doit faire en vérité ma génération, celle de gens vivant à une époque
ultérieure, des informations sur les atrocités de l‘extermination des Juifs. Nous ne devons
pas nous imaginer comprendre ce qui est inconcevable ; nous n‘avons pas le droit de
comparer ce qui échappe à toute comparaison. (p.118).

Como notamos, y siguiendo la teoría sartreana, Michael reflexiona de una forma que su
personaje no se lo hubiese permitido; ya que las cosas no piensan, sólo las conciencias portan el
poder del Cogito. La contradicción entre el Ser y su realidad siempre es una constante,
simplemente no la percibimos porque estamos adormecidos, porque nos obligamos a dormir. En
el juicio de Hanna nadie se hace la pregunta de Michael: ¿existe una verdadera justicia en este
ejercicio? No es una pregunta que resultase de una profunda reflexión, solo posible por mentes
muy entrenadas en la lógica y el derecho. No es como si pensar en la justicia sólo fuese posible
para los más brillantes. Pensar es buscar entender las complejas relaciones del Ser y el Existir.
Cualquiera podría poner en duda la relación de culpable e inocente, sin embargo, dicha duda
exige un diálogo entre hombres y no la paupérrima verborrea de objetos parlanchines.
Lastimosamente, nadie quiere otorgarle al supuesto culpable una categoría de hombre, de
conciencia. Dicho acto revelaría que soy tan culpable como él; por eso todos se asumen como
cosas. Entonces, se hace necesario el truco de la Mala fe donde nos reflejamos a nosotros
mismos, constantemente, y así no sentimos al Otro. Eventualmente, se regala la conciencia a
imaginarios ya sean individuales o colectivos. Se alega inclusive de sinceridad y honestidad;
pero es sólo un acto donde la conciencia se disfraza a sí misma, como nos lo aclara nuestro autor
existencialista:

Ainsi, trouvons-nous, au fond de la sincérité, un incessant jeu de miroir et de reflet, un


perpétuel passage de l‘être qui est ce qu‘il est à l‘être qui n‘est pas ce qu‘il est et,
inversement, de l‘être qui n‘est pas ce qu‘il est à l‘être qui est ce qu‘il est. Et quel est le
but de la mauvaise foi? Faire que je sois ce que je suis, sur le monde du « n‘être pas ce
qu‘on est » ou que je ne sois pas ce que je suis, sur le mode de « l‘être ce qu‘on est ».
Nous retrouvons ici le même jeu de glaces. (Sartre, 1943/2010, p.101).
109

Empezamos con un Michael adormecido, pero ahora ya no puede seguir en sus dulces
sueños; Hanna lo ha despertado una vez más. Mejor dicho, para seguir la línea de una conciencia
sartreana totalmente indeterminada, que Hanna es una exigencia al despertar. Para Sartre, el acto
propio de levantarse de su tumba únicamente puede ser realizado por el mismo Michael. Las
primeras reflexiones serias de Michael para con su mundo son la prueba de que, aun si la
exigencia es externa, sólo en el interior de nuestro Ser se dan las tomas de conciencia. Aun así,
preguntarse y reflexionar no es suficiente; sigue siendo un silencio. Veremos más adelante que la
filosofía sartreana es una filosofía de la acción, no solo del pensar. El existencialismo de Sartre
es pura actividad creadora. Por eso podemos afirmar que Michael sigue sometido a su Mala fe:
―La condition de possibilité de la mauvaise foi, c‘est que la réalité-humaine (…) soit ce qu‘elle
n‘est pas et ne soit pas ce qu‘elle est » (Sartre, 1943/2010, p.102). Supongamos que no es el
mismo nivel de autoengaño que sufre Michael en comparación a los otros, pero igual, él no toma
ninguna posición, no realiza ningún acto, se queda en silencio: «Mais enfin l‘on condamnait et
châtiait quelques rares individus, tandis que nous, la génération suivante, nous nous renfermions
dans le silence de l‘horreur, de la honte et de la culpabilité: et voilà, c‘était tout ?» (p.119).

El capítulo cinco es la descripción de los pecados capitales de Hanna: « La deuxième


semaine, on lut l‘acte d‘accusation. Sa lecture prit une journée et demie: une journée et demie de
phrases au conditionnel.‖ (p.120). Michael nos cuenta los detalles de las cinco acusadas y sus
relaciones con los campos de concentraciñn: ―Naturellement, les cinq accusées n‘étaient pas à la
tête du camp. Celui-ci avait un commandant.‖ (p.121). Tenemos a cinco mujeres como los
símbolos del Mal. Ellas están siendo juzgadas por los crímenes de una nación entera. Lo más
gracioso y ―natural‖, como dirá Michael, es que ninguna de ellas tenía un puesto de mando ni
ocupaba algún cargo de poder. Obviamente, esto no las hacía personas inocentes de sus
crímenes. Aun así, no era por sus crímenes que se les estaba procesando, esto sólo en apariencia.
En realidad, en los hombros de esas mujeres se pensaba depositar toda la vergüenza del país
entero. Ellas serían la forma de espiar a toda una nación de sus pecados. Las personas de Mala
fe, ―los roles de ciudadanos decentes‖, necesitan de un ritual de sacrifico donde se sigan los
protocolos de la limpieza del alma. Es gracias a este juicio y sus componentes, máscaras y
comediantes, que podemos ejemplificar tan fácilmente la Mala fe sartreana. Es más, hay un
término en Sartre para designar los personajes ilustres de nuestra sala de juicio: El Espíritu de
seriedad (l’esprit de sérieux).
110

Este Espíritu es una máscara de la Mala fe en su forma más petrificada, más sólida y
rígida. El Espíritu de seriedad sartreano es el personaje, el rol, en su máxima interiorización. Este
espíritu es posible gracias a la materialidad y cultura del individuo que sustentan la dureza de
dicha estatua. Es el baile entre la cosa y la cosa. Es el cura que piensa que su esencia es ser cura.
Es el abogado que piensa que su esencia es la de ser abogado. Es el policía que piensa que solo
es policía. El espíritu de seriedad, éste personaje-estatua, no sale de sí nunca, ni un instante,
siempre es policía, siempre es abogado, siempre es verdad. Este hombre-cosa sólo quiere cumplir
su rol, desea una sola cosa y es que cada quien siga su papel, porque él cree que no es actor; él de
verdad cree, y hasta con fe ciega, que es un hombre-cosa, un abogado-cosa, un policía-cosa, un
cura-cosa. Esto nos lo explica Juan Manuel Cuartas Restrepo en su artículo El “espíritu de
seriedad” señalado por Sartre:

Para tomar posición de su libertad, el hombre debe dimensionar ésta como un valor, pero
en lugar de que esto ocurra, sobreviene a su conciencia, sus actos y su lenguaje el
―espíritu de seriedad‖ que se concede a los objetos; seriedad que se impone con una carga
totémica que no da tregua a pensar que son sólo objetos. (2015, p.224).

Todos en el juicio están presentes por su Espíritu de seriedad. Pensemos si realmente


alguien está buscando justicia en la condena de esas cinco mujeres. A diferencia de Hanna, el
resto no son iletrados, pueden seguir una secuencia lógica, saben sumar y hasta restar; sin
embargo, ninguno usa su conciencia, si lo hiciese notaría lo absurdo de buscar justicia en esas
mujeres. No estamos diciendo que no deban de pasar por un proceso. No obstante, a un hombre
nunca lo podría enjuiciar una cosa. A las cinco mujeres acusadas se les trata como objetos antes
que como conciencias libres y, a la vez, se les enjuiciará como conciencias libres para castigarlas
por la libertad no asumida de toda una nación. Hanna y las demás, de hecho, no podían ser
juzgadas según sus leyes. Recordemos que ellas actuaron bajo las órdenes de superiores, bajo
una legalidad aceptada por el país entero. Se necesita ser, obligatoriamente, un ciego para estar
en ese juicio y no sentir repulsión de sí mismo. Se necesita la máxima expresión de Mala fe,
creerse muy digno, muy serio para condenar sin mirar. Toca tragarse entero su papel de verdugo
para reducir al Otro a simple perro de sacrificio. Toca asumirse como Dios para no mirar al
hombre. Sartre nos ilustra, con su prosa filosófica, mucho mejor lo anterior:
111

Car la mauvaise foi ne conserve pas les normes et les critères de la vérité, comme ils sont
acceptés par la pensée critique de bonne foi. Ce dont elle décide, en effet, d‘abord, c‘est
de la nature de la vérité. Avec la mauvaise foi apparait une vérité, une méthode de penser,
un type d‘être des objets; et ce monde de mauvaise foi, dont le sujet s‘entoure soudain, a
pour caractéristique ontologique que l‘être y est ce qu‘il n‘est pas et n‘y est pas ce qu‘il
est (…) La mauvaise foi saisit des évidences, mais elle est d‘avance résignée à en pas être
remplie par ces évidences. (1943/2010, p.103).

Podríamos suponer que Michael asistía a un momento importantísimo para la historia de


su país y del mundo en general. La discusión sería de una profundidad moral impresionante, un
dialogo filosófico sobre el bien y el mal propio del siglo veinte. Pero, nuestro personaje no vive
esa gran coyuntura ideológica, sólo asiste a una comedia. Las acusadas, ya todos saben que son
culpables de antemano, no hay un verdadero juicio, únicamente un ritual muy bien preparado
donde se aprovechan de la ingenuidad del que no sabe leer y escribir. En lo que nos ha descrito
hasta ahora Michael sólo hay la presencia de palabras, de cosas, de Espíritus serios; todos
negándose simultáneamente sus libertades, un gran coro al silencio. En su libro Sartre, de la
náusea al compromiso, Alfredo Gómez Muller hace grandes aportes a nuestra elucidación:

… hemos visto que Sartre asocia inicialmente la ―seriedad‖ con la guerra, lo pomposo, el
fastidio, lo sombrío, lo siniestro, lo glacial. Cinco meses más tarde, en marzo de 1940,
Sartre determina más precisa, profunda y sistemática esta expresiñn, ―espíritu de
seriedad‖, que llegará a ser, en su pensamiento, una verdadera nociñn filosñfica. ―Hay
seriedad cuando se parte del mundo y cuando se atribuye más realidad al mundo que a
sí‖. El ―mundo‖ designa aquí lo dado, natural o social, en tanto ser regido por la
―necesidad‖, es decir, por el determinismo de leyes externas que relacionan las ―causas‖ y
los ―efectos‖. La seriedad es el registro de inmanencia pura (―se es serio cuando no se
considera, ni siquiera, la posibilidad de salir del mundo‖), de la no-libertad (―el hombre
serio, siendo del mundo, no tiene la menor conciencia de su libertad, o, si tiene
conciencia, la entierra con terror en lo profundo de sí mismo, como una basura. Como el
peñasco, como el átomo, como la estrella, él está determinado) y del materialismo (―el
materialismo es serio‖; ―se es serio cuando se niega el espíritu. Esos incrédulos de los que
112

habla Platón en El Sofista y que no creen en nada distinto de lo que pueden tocar, he ahí
los ancestros del espíritu serio). (2008, pp.59-60).

Nuestro capítulo 5 termina con la descripción puntual y detallada de los dos pecados
capitales de Hanna; por los que se le crucifica. La primera acusación es la forma de selección en
los campos, que suponía una lotería de la muerte. La segunda era el centro del espectáculo, el
acto principal:

Les SS et les surveillantes avaient enfermé les déportées, plusieurs centaines des femmes,
dans l‘église d‘un village que la plupart de ses habitants avaient abandonné. Il ne tomba
que quelques bombes, (…) L‘une d‘elles tomba sur le presbytère où dormaient les SS et
les surveillantes. Une autre atteignit le clocher, qui prit feu, puis l‘incendie gagna le toit,
et la charpente s‘effondra en flammes dans la nef, où les stalles s‘embrasèrent à leur tour.
Les lourdes résistèrent. Les accusées auraient pu les ouvrir. Elles n‘en firent rien, et les
femmes enfermées dans l‘église périrent brûlées. (pp.122-123).

Con esta cruda información entendemos el silencio de Hanna durante la primera parte de
nuestra novela; el porqué estaba tan encerrada en sí misma. Hanna no abrió la puerta. Debe de
tener pesadillas como las de Michael donde no puede abrir una puerta y entrar. Igual, ella es una
persona analfabeta y estas reflexiones le son mucho más complejas, como se evidenciará durante
su proceso. De hecho, nos atrevemos a decir que sólo fue con Michael, y a través de la lectura
que éste le hacía, que Hanna se dio a la reflexión. Su conciencia estaba en un estado de Mala fe y
fue al ayudar a Michael, al amarlo, que salió de ella y entendió. Hanna cometió un terrible
crimen por estar convencida de su rol de guardiana. Se entregñ tanto al ―Espíritu de seriedad de
su tiempo‖ que terminñ por convertirse en un robot; una máquina que solo cumplía ñrdenes,
tenía un trabajo embrutecedor. Es por todo esto que ella siempre estaba callada frente a Michael
y es por todo esto que siempre mostró aversión a la posibilidad de abrirse frente a él. Su pasado
le recordaba el costo desmesurado de dejarse llevar por el Espíritu de seriedad. No se trata de
excusar a Hanna, ya que el existencialismo sartreano no deja lugar a las excusas, sólo de
comprender el peso de nuestras decisiones. Incluso, entregarse a una fe ciega no permite escapar
al juicio de uno mismo. Según Sartre, lo único que podemos hacer, cobardemente, es entrar en un
letargo, en un estado comatoso que nos reduce al símbolo de un ser vegetativo; el cual no debería
durar demasiado pero que puede atraparte toda la vida:
113

On se met de mauvaise foi comme on s‘endort et on est de mauvaise foi comme on rêve
(…) c‘est que la mauvaise foi est un type d‘être dans le monde, comme la veille ou le
rêve, qui tend par lui-même à se perpétuer, encore que sa structure soit du type
métastable. Mais la mauvaise foi est consciente de sa structure et elle a pris ses
précautions en décidant que la structure métastable était la structure de l‘être et que la
non-persuasion était la structure de toutes les convictions. (Sartre, 1943/2010, pp. 103-
104).

Definitivamente Hanna merece un juicio por sus actos; un diálogo con otros hombres que
la hagan entender el alcance de una acción humana, y así, poder responsabilizarse de sus actos.
Tristemente, Hanna será tratada como cosa porque en este palacio de justicia solamente hay
hombres-cosas, sólo hay Espíritus serios convencidos de ser portadores de verdades absolutas.
Su acto será elevado al crimen más atroz y usado como una diversión. Los cerdos no necesitan
que pongan su inocencia en interrogación para eso están los gusanos:

En tanto que complejo ideológico donde se articulan inmanentismo, determinismo y


materialismo, el espíritu de seriedad es la negaciñn de lo humano: ―el hombre es serio
cuando se olvida de su ser, cuando hace del sujeto un objeto, cuando se cree un destello
del mundo; ingenieros, médicos, físicos y biñlogos son serios‖. (Muller, 2008, p.60).

Para concluir nuestro apartado de la Mala fe sartreana cerraremos con el análisis del
capítulo seis; donde Hanna siente todo el peso de la historia; de sus acciones; de su elección. No
en el sentido de una justicia, sino como una mala broma; un juicio de Mala fe. Michael
continuará con la descripción del proceso y cómo Hanna afronta la comedia. Veremos cómo el
dejarse llevar por su rol sumerge a la conciencia en las situaciones más absurdas, tratando de
resguardarse de toda responsabilidad termina por asumir la de todo el mundo. La conciencia al
dejarse convertir en objeto también se permite convertir al Otro en cosa, esto le impedirá
relacionarse humanamente; ella misma se corta su humanidad. Hanna asumió el mundo sin la
Buena fe sartreana, ahora el mundo la asumirá a ella recíprocamente: con Mala fe. Ella se
entregó al Estado y desde entonces siempre le ha pertenecido; ella quiso ser una cosa y dejó su
voluntad en cuidado de un poder mayor. Hanna nunca ha ejercido su libertad y aquí se le hará
evidente. Ella es el sacrificio principal, su destino es el de salvar a la inocencia de todo un
114

pueblo; es el cordero que se le piensa entregar a Dios. Alemania la necesita una vez más¡ La
nación necesita su Espíritu de seriedad señorita Hanna; necesita su libertad:

… se trata de identificar cñmo la presencia de los objetos ingresa en la conciencia de los


individuos como una potencia significante que colisiona de frente con la libertad humana.
Dicho de los objetos, éstos se reconocen como poseídos por el ―espíritu de seriedad‖;
situación que los asimila a formas totémicas que el individuo debe interiorizar sin buscar
confrontar ni mucho menos cuestionar, no obstante la contrariedad que ello representa
para su libertad. Se trata, en otras palabras, de la transvaloraciñn del ―en-sí‖ que reclama
la existencia de cada individuo, en el para-sí que tributa a los objetos cuando éstos dejan
de ser algo exterior y comienzan a cobrar un lugar interior. Lo que en primer momento se
considera como algo sencillamente útil, en un segundo momento se apropia como algo
que desplaza la libertad. (Restrepo, 2015, p.224).

El capítulo seis empieza con la frase: ―Pour Hanna, le procès n‘aurait pas pu se passer
plus mal. » (p.124). Esto no puede ser una sorpresa, si durante los últimos capítulos Michael no
ha cesado de describir el juicio como una puesta en escena. Hanna es la única que no tiene claro
cuál es su rol; se supone que era un orgullo servir a su patria y ahora ésta le reclama por ser una
fiel máquina. Como lo expresa Michael:

Hanna voulait faire les choses comme il faut. Elle protestait lorsqu‘elle trouvait qu‘on
était injuste avec elle, et elle reconnaissait ce qu‘elle estimait être affirmé à juste titre ou
lui être justement reproché. Elle protestait avec obstination, et concédait avec bonne
volonté… (p.125).

Hanna no comprende todavía que ella es la nueva judía de esta historia. Los papeles se
han rotado y le toca a ella ser la víctima. En su proceso no se está investigando en búsqueda de
alguna verdad. La verdad ya toda se dijo y se sabe. Todos saben muy bien quién y cómo se
dieron las órdenes, porque todos participaron. Directa o indirectamente, todos en esa sala de
juicio le dieron la orden a Hanna de nunca dejar escapar a sus prisioneras. Esto no la excusa,
pero queda claro que ella siguió sus órdenes. No las de sus comandantes; las de toda Alemania
nazi. Al aceptar ser hombre-máquina, también aceptas que el mundo te trate como hombre-
máquina.
115

Il lui manquait la faculté de sentir ce contexte, de percevoir les règles du jeu, les formules
selon lesquelles ses déclarations et celles des autres étaient décomptées en termes de
culpabilité et d‘innocence, de condamnation et d‘acquittement. (p.126).

En el juego que acaba de describir Michael, y que profundiza ampliamente en el mismo


capítulo, se notan las dos formas de fe sartreana. Una Hanna que desnuda su conciencia en pro
de un juicio decente y todos los demás que alimentan su Mala fe aprovechándose de la
honestidad de Hanna. Por una parte tenemos una conciencia que busca salir de sí, de su encierro,
hacia el mundo y otra que busca encerrar el universo entero en su interior, al mismo tiempo que
niega este encierro. En palabras de nuestro teórico existencialista:

La bonne foi cherche à fuir la désagrégation intime de mon être vers l‘en soi qu‘elle
devrait être et n‘est point. La mauvaise foi cherche à fuir l‘en-soi dans la désagrégation
intime de mon être. Mais cette désagrégation même, elle la nie comme elle nie d‘elle-
même qu‘elle soit mauvaise foi. (Sartre, 1943/2010, pp.105-106).

En este capítulo hay un diálogo muy especial entre Hanna y el juez; donde se le interroga
a Hanna por la forma de selecciñn de las detenidas: ― Donc, pour faire de la place, vous avez dit:
toi, toi et toi, vous allez être renvoyées et mises à mort? » (p.127). Vemos una conciencia
totalmente absorta en su papel de juez; ya que en cada una de sus preguntas tiene una sentencia.
Sin embargo, lo bello de esta escena, es que Hanna logra desarmar la máscara del juez y, por
ende, toda la comedia en general cuando le hace la simple pregunta: ―J‘ai… Je veux dire…
Qu‘est-ce que vous auriez fait? (…) elle voulait donc savoir du président, qui semblait tout
savoir, ce que lui aurait fait. » (p.127). Inmediatamente se invita al diálogo y toda la pantomima
se cae, no resiste la interrogación. El tratar de elucidar un poco de justicia en ese escenario
implicaba una desnudez que nadie estaba dispuesto a experimentar:

Parler de ce que l‘on doit ou ne doit pas, et de ce que cela coûte, cela ne répondait pas au
sérieux de la question qu‘avait posée Hanna. Elle avait voulu savoir ce que, dans sa
situation, elle aurait dû faire, et non s‘entendre dire qu‘il y a des choses qu‘on ne fait pas.
La réponse du juge était désemparée et pitoyable. (p.128).
116

Inclusive un juez no escapa al ridículo de su disfraz una vez se le señala con claridad. Y
es que nadie en la audiencia podía responderle a Hanna. Todos, al ser meras ilusiones, carecen de
un espíritu que tome decisiones. Tanto el juez como a cualquier otro personaje del acto le sería
imposible responder a una pregunta que involucra una situación. Los performances no pueden
situarse, adaptarse o transformase; punto central de la libertad sartreana; ella existe y se ejerce
solamente en situación. Todo lo contrario a lo que pasaba en el juicio de Hanna, en donde todos
juzgaban y sentenciaban en el mero abstracto; desde la comodidad de una silla y con la seguridad
de su voz en un papel. Nadie le podía responder a Hanna qué hacer en su situación porque no
había conciencias que pudiesen escucharla. El juez no podía responderle por fuera de su rol, por
eso sus líneas son tan inertes; son una mera cita copiada de un viejo y abstracto juez. Tratar de
responderle a Hanna usando la conciencia libre exigía dejar el rol. Seguimos presenciando la
Mala fe en todo su esplendor: « Dans la mauvaise foi, il n‘y a pas mensonge cynique, ni
préparation savante de concept trompeurs. Mais l‘acte premier de mauvaise foi est pour fuir ce
qu‘on ne peut pas fuir, pour fuir ce qu‘on est. » (Sartre, 1943/2010, p.105).

El capítulo seis cierra con una pregunta muy interesante que Hanna se hace a sí misma y
nos ilustra la angustia que implica ser libre:

« Donc j‘aurais… Je n‘aurais pas… Je n‘aurais pas dû, chez Siemens, aller m‘engager? »
Ce n‘était pas une question adressée au juge. Elle parlait pour elle-même, se posait à elle-
même la question, en hésitant, parce qu‘elle ne se l‘était jamais posée, qu‘elle doutait que
ce fut la bonne question et qu‘elle en ignorait la réponse. (p.128).

Hanna, como podemos ver, sí está viviendo un proceso. A diferencia de todos en la


audiencia, Hanna no puede mantener su conciencia adormecida en su papel nacionalista y
moralista. No es la presión del juicio en si lo que la hace tener esta ruptura de su ser, sino el
ponerse en situación; el visualizar el poder de elección que tuvo en ese momento y que no
asumió. No eligió como Hanna, dejó que su nacionalidad y cultura eligieran por ella. No se
asumió y se abandonó a la suerte y guía de un imaginario. Ahora es la primera vez que Hanna
pone en interrogante real su elección; su Mala fe no la puede proteger más de su responsabilidad.
Pensó que el Ser estaba afuera y sólo tenía que tomarlo, entregársele enteramente, pero, el Ser,
siguiendo a Sartre, siempre ha estado dentro de ella, en lo más profundo; ella es el Ser; ella es su
117

propia libertad. Para el individuo sartreano la respuesta a la pregunta de Hanna está ya dada en el
momento de su elección. En verdad, la pregunta sobra; porque ella es su decisión:

La superaciñn de la mala fe y la inautenticidad (…) no se superan por la vía del


decisionismo fascista del Dasein (…), sino por vía de la libertad, de la conciencia y de la
responsabilidad de las elecciones (…) La contingencia demanda la autocreación y la
autofundamentación de la elección y la responsabilidad. (Lambruschini, 2006, p.198).
118

6.2.2. Libertad

Hemos visto cómo el Para-sí trata, a través de la Mala fe, de huir de la responsabilidad
que conlleva ser el Ser totalmente indeterminado. Entendimos que dicha empresa, deshacernos
de nuestro proyecto, es un absurdo, no podemos ocultarnos a nuestra propia conciencia. Ahora,
pasaremos a la defensa que esboza Sartre de esta indeterminación de la conciencia. En este
apartado nos centramos en el planteamiento explícito y radical que hace el existencialismo
sartreano de la libertad humana. Para Sartre, no existe lógica alguna bajo la cual podamos anular
la responsabilidad de nuestras acciones. Hanna ha descubierto esta verdad; se preguntó que debió
haber hecho y, entonces, se enfrenta a la revelación inédita de que siempre tuvo el control de sus
actos, así no supiese leer. Usaremos los capítulos del siete al 12, de la segunda parte de nuestra
novela-foco El lector, para apoyar nuestra reflexión y poder ver cómo se desarrolla el proceso de
Hanna, no judicialmente, sino existencialmente. Utilizaremos el enfrentamiento moral tan
agitado que se presenta en los capítulos mencionados para evidenciar la complejidad de vivir
para inventarse; de no poder justificarse más que en sí mismo. Nada externo puede determinar al
hombre sartreano y ese poder conlleva una gran responsabilidad.

En aucun cas et d‘aucune manière, le passe par lui-même ne peut produire un acte, c‘est-
à-dire la position d‘une fin qui se retourne sur lui pour l‘éclairer (…) dès lors qu‘on
attribue à la conscience ce pouvoir négatif vis-à-vis du monde et d‘elle-même, dès lors
que la néantisation fait partie intégrante de la position d‘une fin, il faut reconnaitre que la
condition indispensable et fondamentale de toute action c‘est la liberté de l‘être agissant.
(Sartre, 1943/2010, p.480).

El capítulo siete es un momento de mucha tensión en la historia de nuestra novela foco.


Michael nos describe cómo se está desarrollando el proceso judicial de Hanna. La complicación
se genera cuando Hanna, en su intento de honestidad y de aceptación de sus actos, cae presa de la
comedia del juicio. A diferencia de ella, en la audiencia nadie más está desnudando su
conciencia, siguen con sus máscaras puestas, hasta se fortalecen. Nadie quiere prestar su
conciencia al diálogo, sólo están repartiendo sus juicios automáticamente. Michael explica que si
se siguiera, inteligentemente, la línea de reflexión judicial del momento, algo ya pactado, la
defensa de Hanna hubiese podido resultar diferente: ―Si l‘obstination qu‘Hanna mettait à
119

protester irritait le président, la facilité avec laquelle elle reconnaissait les faits irritait les autres
accusées. Pour leur défense, mais aussi pour la sienne, c‘était désastreux. » (p.129).

Hanna se nos presenta como la única en dicho juicio que quiere reconocer sus actos. Es la
única que está buscando algún sentido real de justicia o moral. Es la única que está realmente
interesada en lo que tiene que decir su propia conciencia y en escuchar a las otras. No estamos
diciendo que sea un ser humano decente o bueno. Sólo estamos diciendo, siguiendo a Sartre, que
Hanna está construyendo su sentido y el sentido de sus acciones. Ha percibido que las
circunstancias no pueden excusar la verdad, únicamente uno mismo puede conferirle a tales
momentos su carácter de verdad. Hanna quiere salir de ese estado inerte en el que se encontró
durante tanto tiempo mientras servía a su nación. Lastimosamente, su nación quiere que siga en
la inercia; nadie prestará su conciencia para escucharla. Hanna será la única libertad que se
asume en esta parte de nuestra historia y estará sola en la empresa de asumirse: ―Lorsque les
défenseurs des autres accusées virent que de telles stratégies se heurtaient à la bonne volonté
qu‘Hanna mettait à reconnaitre les faits, ils adoptèrent une stratégie exploitant cette bonne
volonté pour charger Hanna et disculper les autres. » (p.130).

Todos estos abogados no son iletrados como Hanna y, aun así, solamente están pensando
en su rol, no en la responsabilidad que tienen frente a todo el mundo de construir un marco de
justicia. Todas las otras acusadas, estén o no en el nivel de educación de Hanna, muestran su
negación a aceptarse, a asumir sus acciones, a llevar la carga de sus elecciones. Están
desesperadas por entregarle ese saco lleno de pecados al mundo, a las cosas, al Otro. Todos en
esa sala necesitan un demonio al cual culpar de toda la desgracia producida por ellos mismos. La
honestidad de Hanna resulta entonces ser la hoguera ideal para lanzar todas las fallas de la
humanidad, como ejemplifica uno de los abogados: ―C‘est plus simple de dire nous, de dire nous
toutes, plutôt que de dire moi, moi seule, n‘est-ce pas? » (p.131).

La ironía de dicho enunciado es tal que todo el universo debería temblar. Para Sartre,
arriesgamos el todo, nuestra conciencia, en cada momento en que un hombre elige llevar su Mala
fe a niveles tan desmesurados. Podríamos hacer toda una tesis de lo ridículo que es ver a dicho
abogado exigiéndole a Hanna que asuma su responsabilidad. Esa pregunta está dirigida a todos, a
todos en esa sala de juicio; a todos nosotros. Nadie se quiere asumir y todos desean pasarse la
pelotita, como jugando al ―quemado‖; quien sea tan ingenuo de sostener por mucho tiempo el
120

trapo, se quema. Ser libre, junto a Sartre, como vemos, no es una tarea fácil ni mucho menos una
empresa alegre en el sentido de comodidad. Ser libre es entender que el sentido de los motivos y
móviles no vienen del exterior; se los da el proyecto-de-ser que somos. En el juicio de Hanna los
hombres-cosa no son capaces de asumir sus motivos y móviles. No quieren tener que pensar
sobre sus bases y acciones; esto causaría la inmediata evidencia del absurdo de sus posiciones, de
sus vidas y roles. Sus verdades son prestadas de papeles imaginarios que no soportan la
interrogación. Estas estatuas creen tener la verdad y ya Ser; ellos ya son; son el ser En-sí. El juez
o el abogado inerte, pasivo, escondido en el silencio, tiene tanta potestad de enjuiciar al Otro
equiparable a una salchicha; tienen la voz de una zanahoria o un tomate. La única forma para
estas conciencias de atacar a Hanna es la de encerrarse en ellas y fingir no tener relación con lo
que atacan. Ellos ya son ―buenos‖ y por eso pueden detectar a los ―malos‖. Sus culpas, sus
elecciones, se las quieren endilgar a Hanna; para ellos ella debe ser la culpable de la miseria
causada por Alemania durante la segunda guerra mundial. Lo trágico del asunto es que, para
Sartre, Hanna sí es la responsable de todo el horror en que ella se involucró. Y ella está dispuesta
a aceptarlo, a cambio de que las otras conciencias acepten también que eran libres. Si nadie era
más libre que Hanna ¿cómo podrían juzgarla o al menos existir? Esto lo explica Walter Biemel
en su libro Sartre:

Hablar de libertad en el ámbito del ser-en-sí es un absurdo, puesto que éste es la plenitud
pura. Sólo lo existente con posibilidad de nadificación y dominado por la negatividad
puede tender a algo que aún no es, ya que es capaz de relacionarse con lo no-existente
(…) por medio de la acciñn. Así pues, el primer requisito de la libertad humana es la
relación con el no-ser, el estar-gobernado por esa relación. (1985, p.115).

Sartre nos plantea una libertad absoluta donde las personas no se puedan, justamente al
momento de un juicio o revelación de una verdad, enmascarar su libertad en alguna
determinación o limitante del mundo. Para nuestro autor existencialista no hay esencia o razón
que encapsule desde afuera la posibilidad de elección. El juicio de Hanna se resolvería de una
forma autentica si sus participantes no tratasen de ocultarse en sus supuestas esencias; todos se
transformarían. Un hombre sartreano es aquel que asume su Nada, sin procedencia, sin esencia
que lo limite, debe ser capaz de cambiar su propia realidad, su condición, incluso, decidir sobre
su existencia. Es por esto que en Sartre la existencia precede la esencia; así previene la
121

conciencia de ser definida por una supuesta verdad a priori. Cualquier acto humano, cualquier
empresa, todo lo que vive es decisión suya. El hombre sartreano inventa su identidad a través de
sus acciones y elecciones; esta no le viene dada ni es una verdad inmutable. Esta idea se aclara
en palabras de Lourdes Gordillo Álvarez-Valdés de su artículo Sartre: la conciencia como
libertad infinita:

La libertad de Sartre supone trazar un camino para recuperar la libertad del hombre de las
manos de un ilegítimo creador inexistente, para conseguir que el hombre sea libertad, sin
referencias existenciales, ni culturales, sin orientación, sin sentido, en un mundo que no
tiene constitución propia, sino los obtiene cuando el hombre le otorga su significado y sus
valores. Recuperar la libertad del hombre supone también recuperar su origen. (2009,
p.11).

En el capítulo siete seguiremos presenciando ese juego de máscaras en contra de la buena


fe de Hanna; un recreo que se extiende a lo largo de todo el proceso. Ya que, siguiendo a Sartre,
entendemos que no hay conciencias activas en el juicio, solamente cosas que no reconocen su
libertad y la de los Otros; por ello nunca habrá diálogo alguno y sólo veremos conciencias
cobardes parasitando la búsqueda de sentido de Hanna. Este capítulo, casi al final, regala una
revelación impactante para Michael; se entera de la forma en que Hanna seleccionaba ciertas
chicas para que fuesen sus lectoras:

―Oui, elle avait ses protégées, toujours une des plus jeunes, faibles et fragiles; elle les
prenait sous sa protection (…) un jour l‘une d‘elles a tout de même parlé, et nous avons
appris que ces filles lui faisaient la lecture, soir après soir. C‘était mieux que si… Mieux
aussi que si elles s‘étaient crevées sur le chantier ; j‘ai dû penser que c‘était mieux, sinon
je n‘aurais pas pu oublier. Mais est-ce que c‘était mieux? » (p.132).

Durante este capítulo, para Sartre, los Otros intentan construir sobre Hanna el símbolo del
Mal. La quieren catalogar de monstruo; volverla una cosa-culpable. Las demás acusadas y
abogados realizan todo un juego de palabras para encubrir sus motivos y móviles. Por el
contrario, Hanna abre toda su conciencia para comprender sus motivos y móviles. Ella ha
entendido que no puede convertir a otro Ser en el responsable de sus actos. Hanna no juega a la
comedia del ocultamiento y la fuga; no busca en sus antiguas compañeras o en los altos mandos
de la época la razón de sus acciones. Ella comienza a entender que la razón de su ser no estaba ni
122

está determinada. Hanna no es una creatura donde el Mal se ha encarnado, ella comprende que es
una Nada en una situación y que tomó ciertas decisiones; ella sola. Ella sola fue quien eligió a
esas chicas y ella sola fue quien les pidió que le leyeran; ella sola las enviaba a Auschwitz. Había
todo un aparato detrás de Hanna ordenándole qué hacer, pero ella siente que, en el fondo, fue ella
sola quien asumió ser Hanna-cosa. ¿Qué era lo correcto o lo incorrecto de hacer, lo más humano,
lo más noble? Siguiendo a Sartre, nadie más que Hanna puede responder a esta pregunta. En su
juicio únicamente hay palabras vacías que repiten sentencias tan antiguas como el lenguaje
mismo. Sin embargo, en este juicio sí hay una conciencia que está presta para el diálogo. Es
distante y temerosa; trata de esconderse. Pero, está presente y creemos que es por ella que Hanna
puede realizar su trasformación; Michael: ―Hanna se retourna et me regarda. Son regard me
trouva tout de suite, et je me rendis compte qu‘elle avait tout le temps su que j‘étais là » (p.132-
133). Hanna quiere superar su pasado, no dejarse absorber por lo que era, lastimosamente todos
los Otros la quieren encerrar en dicho pasado; porque ellos mismos no lo han superado. Quieren
encerrar al universo entero si es posible en la inercia de un cuadro que no existe, un lugar
inmóvil donde la historia ya definió los valores y la moral. Sartre arremete contra esta actitud:

De même que le futur revient sur le présent et le passé pour l‘éclairer, de même c‘est
l‘ensemble de mes projets qui revient en arrière pour conférer au mobile sa structure de
mobile. C‘est seulement parce que j‘échappe à l‘en-soi en me néantisant vers mes
possibilités que cet en-soi peut prendre valeur de motif ou de mobile. Motif et mobiles
n‘ont de sens qu‘a l‘intérieur d‘un ensemble pro-jeté qui est justement un ensemble de
non-existants. Et cet ensemble, c‘est finalement moi-même comme transcendance, c‘est
moi en tant que j‘ai à être moi-même hors de moi. (1943/2010, p.481).

Sólo re-inventando al Ser es que somos; ésta es la premisa de Sartre. Para él, el lenguaje,
realidad-humana, ha alcanzado una dimensión que imposibilita resguardarse en los viejos
templos imaginarios. La verdad no puede construirse en un falso dinamismo de una simple
dualidad. Para darnos la posibilidad de elección y no reducirnos a máquinas, Sartre radicaliza su
visión del hombre libre al punto de convertirlo en Nada. Hanna no puede buscar su verdad en la
voz del juez o de sus víctimas. Necesita una trasformación extrema de quien ella creía ser para
reivindicar quien es; un ser libre. Hanna, a diferencia del resto de caricaturas de la novela, sabe
que si no acepta su pasado será presa de este. Su condena no sería un encierro en una cárcel o el
123

desprestigio de su imagen, sería su pasado que la determinó a siempre ser monstruo. Hanna si no
acepta que era libre en su pasado al momento de elegir, no podría sentirse libre nunca jamás.
Entregarse al juego de culpables e inocentes es entregar su propia humanidad:

De no existir esta nadificación, el hombre no tendría libertad. La libertad no es un


atributo más del hombre; su existencia sólo es posible como un continuo proyectarse
sobre sus posibilidades, y eso es la elección. Elegirse y existir es para el hombre lo
mismo. El hombre no se compone de una esencia misteriosa que es y luego se decide
ocasionalmente por cualquier cosa. Existir, para el hombre, significa estar condenado a la
libertad, y además a tener que elegirse. Pero cualquier elección supone siempre instaurar
algo nuevo, y por consiguiente admitir lo precedente como no determinante. Dicho en
otras palabras: la elección es desprenderse de sí mismo mientras se nadifica el propio
pasado. En esta negación o nadificación el Dasein actualiza o temporaliza su proyecto.
(Biemel, 1985, p.116).

El capítulo siete finaliza con unas palabras de Michael que ilumina la lucha de culpas,
motivos y mñviles de este episodio: ―Dis-le Hanna. Dis que tu voulais leur rendre supportable
leur dernier mois. Que c‘est pour ça que tu choisissais les fragiles et les faibles. Qu‘il n‘y avait
pas d‘autre raison, qu‘il ne pouvait pas y en avoir d‘autre. » (p.133). Hermoso cierre que
ejemplifica la pesadilla, la dificultad, el ahogo que sufrimos al asumir nuestros actos. Hanna, de
hecho, no dice nada. Frente a los ataques y testimonios que la quieren presentar como un
demonio, ella solamente calla. Sabe que nadie la escucha, tal vez, sólo Michael. Igual, Hanna ya
no busca el valor de sus acciones en su pasado, eso hizo durante el silencio que mostró en la
primera parte de la novela. Ya, en estas instancias de la narración, ella representa el valor de la
libertad sartreana; ella no se va a esconder en el fondo del escenario, como Michael, o en su falsa
identidad como el resto. Ella no entregará lo único que es propio al hombre y que le permitió
amar; el poder de elegir.

El capítulo ocho es el recuento de las atrocidades en las que participó Hanna y, por
añadidura, todo alemán nazi. Michael nos relata sus experiencias con el libro que escribió la
joven judía que sobrevivió al incendio de la iglesia. En este libro está toda la tragedia que dicha
joven sufrió en los campos de concentración alemán. Ella cuenta con detalles muchas escenas del
sufrimiento durante su aprisionamiento, en especial, el momento en que tienen que movilizarse
124

hacia el oeste y cuando se ven atrapadas en el incendio de la iglesia. Es de resaltar lo que dice
Michael al respecto de este libro: ―Des années plus tard, je l‘ai relu et j‘ai découvert que c‘était le
livre lui-même qui crée ce recul (…) Le livre respire cette anesthésie que j‘ai déjà tenté de
décrire.‖ (pp.134-135). Sartre estaría totalmente en desacuerdo con esto, recordemos que el para-
sí es libre de darle cualquier valor o sentido a la cosa, nunca el objeto tendría posibilidad de
determinar al Para-sí. Cada quien puede elegir el tipo de relación que va a generar con una obra.
No obstante, no ha de sorprendernos este tipo de enunciados de la parte de Michael. Él es un
hombre de Mala fe, eso nos ha evidenciado hasta el momento. Vemos cómo no se involucra con
el fenómeno, de la misma manera, cree poder darle un sentido desde el mismo fenómeno; una
contradicción. Si Michael siente anestesia frente a las cosas es porque es similar a Roquentin, eso
ya lo habíamos dicho. Michael viven en una náusea porque está desprendido del mundo, se
siente gratuito. Por ende, el libro le parece anestesiante, no puede ponerse en situación,
desprendido de todo; no es capaz de prestarle a la joven judía su conciencia para que ella exista y
entender su elección. Michael vive de gratis en su mundo como Roquentin, un mundo opaco y
sin relaciones, un espacio sideral; sólo cuando ve a Hanna es que accede a la luz. Es más, nos lo
confirma al escribir explícitamente lo siguiente: ―Hanna n‘est pas nommée dans le livre (…)
Parfois il me semblait la reconnaître.‖ (p.135). Michael sñlo ve una posible trascendencia cuando
Hanna está presente; es la única conexión que ha sostenido con otra conciencia; sino recordemos,
sñlo son aðos ―felices‖. Michael está atrapado en su rol como el resto, tiene explosiones de
libertad, eso no se lo hemos negado. Aunque sñlo un ―ciego‖ podría omitir la exigencia moral
detrás de exclamaciones de un ser humano. El libro de la joven judía Es la joven judía. No son
palabras vacías; es una conciencia hecha acto. Conciencia que él conoció, vivió, palpó; no es
sólo un libro, es el testimonio de alguien que él experimentó. El libro estaba escrito para Hanna,
eso es seguro, para Hanna y todas las acusadas y todos los no-acusados. Pero también estaba
dirigido para Michael; para nosotros, para todo aquel que quiera anestesiarse y desconectarse de
su realidad: ―Marche funèbre? - se demande la fille dans son livre, et elle répond: - Non, c‘était
un trou, un galop funèbre. - (…) Au but d‘une semaine, près de la moitié des femmes étaient
mortes.‖ (pp.136-137). Por tanto, para Sartre, solamente una absoluta libertad se podría hacer
cargo de los compromisos tan complejos del hombre contemporáneo:
125

La libertad como figura del espíritu tiene que ver con la elección y la responsabilidad
como conscientemente mías. ―Existir‖ y ―ser libre‖ supone recorrer un camino como un
propio, como un camino elegido libremente por mí mismo. El hombre está
paradñjicamente ―condenado‖ a elegirse y a responsabilizarse de sus elecciones: sobre
este faktum llama reiteradamente la atención Sartre. Libertad es asumir la elección,
asumir que elegimos y responsabilizarse. La vivencia de la libertad proviene de la
responsabilización de las propias elecciones. Responsabilizarse es devenir libre. De
nuevo: la responsabilización es la ratio cognoscendi de la libertad; la libertad es la ratio
essendi de la responsabilidad. Como es sabido, Sartre repite que somos responsables de
todo, ante todos. (Lambruschini, 2006, pp.198-199).

Siguiendo a Sartre, Hanna entiende que es responsable de todo lo que ha hecho, ante
todos. Ya no está al nivel de los Otros que no pueden comprender la relación entre existir y
elegir. El alma, el espíritu humano no siente, no existe en la inercia del En-sí, sólo cuando se
revoluciona es que puede escuchar la música. Por el contrario, si está sumergido en su facticidad,
en su rol, en su contingencia, en su personaje o Espíritu de seriedad los días pasan como en una
película muda. De hecho, hasta llega a perderse en una memoria serial: ―Dans la mesure où le
pour-soi veut se masquer son propre néant et s‘incorporer l‘en-soi comme son véritable mode
d‘être, il tente aussi de se masquer sa liberté. » (Sartre, 1943/2010, p.484). En el juicio de Hanna
todos tratan de huir a las elecciones de esa situación; se limitan a elecciones falsas, como en una
elección presidencial; pura pantomima. Elegir un gobierno implicaría una acción mucho más
radical, por lo cual el hombre de Mala fe no se inmuta a buscar un cambio, sólo con asistir al
ritual se siente cómodo. Buscamos ahogar la libertad en un mundo controlado donde no hay re-
invenciñn, como el pasado; pura memoria: ―Le sens profond du déterminisme, c‘est d‘établir en
nous une continuité sans faille d‘existence en soi‖ (Sartre, 1943/2010, p.484). Efectivamente, el
mundo exige unas trasformaciones y únicamente Hanna está dispuesta al cambio. Quedó
marcada por la revolución que vivió con Michael y no puede negar el amor profundo que siente
por el hombre, por la literatura, por la humanidad, por la libertad. Acepta su condena a la poesía:

L‘homme est libre. Du seul fait, en effet, que j‘ai conscience des motifs qui sollicitent
mon action, ces motifs sont déjà des objets transcendants pour ma conscience, ils sont
dehors; en vain chercherai-je à m‘y raccrocher: j‘y échappe par mon existence même. Je
126

suis condamné à exister pour toujours par delà mon essence, par delà les mobiles et les
motifs de mon acte: je suis condamné à être libre. Cela signifie qu‘on ne saurait trouver à
ma liberté d‘autres limites qu‘elle-même ou, si l‘on préfère, que nous ne sommes pas
libres de cesser d‘être libres. (Sartre, 1943/2010, p.484).

Hanna no desea continuar en el ensueño. Cuando era mujer-maquina dejó que su cuerpo
realizara los designios de Otros, los deseos de un supuesto Otro. Creyó que su cuerpo le
pertenecía al estado alemán y que este haría el mejor uso posible de su carne. Hanna no sabía
leer ni escribir, esta ausencia se la resolvería el estado. Una sabiduría tan enorme como la de
todo un pueblo sería suficiente resguardo para esa pequeña conciencia de Hanna. Que mejor que
su raza, su país, sus iguales, su cultura, su mundo para especificarle exactamente qué hacer con
su existencia; eso pensaba. Que tal vez no necesitaría leer y escribir; que no necesitaría tomar
decisiones. Que podría apagar su conciencia y vivir en un estado de plenitud. Una Hanna
siempre obediente nunca se enfrentaría a la necesidad de tener que asumirse. Pensó que podría
vivir en la seguridad de la infancia; tu padre te cuida y tú solo le obedeces. Prestó su cuerpo a la
voluntad absoluta del padre-estado para no sentir a nadie más. Entonces, en un abrir y cerrar de
ojos, la alcanzó la historia, su historia; sentía en su propio pecho el testimonio de aquella joven
judía que le contaba como casi muere quemada viva, de hambruna, de sobre esfuerzo, de frio.
Hanna sintió cómo otra conciencia era apagada por la obediencia intransigente de una Hanna-
cosa a la nación:

La mère et la fille survécurent parce que la mère, pour de mauvaises raisons, fit ce qu‘il
fallait. Lorsque les femmes furent prises de panique, elle ne supporta pas rester parmi
elles et monta se réfugier sur la galerie. Il lui était égal d‘y être plus près des flammes,
elle voulait seulement être seule, échapper aux femmes qui hurlaient et se bousculaient en
tous sens, les vêtements en feu. La galerie était étroite, si étroite qu‘elle fut à peine
touchée par les chutes de poutres enflammées. La mère et la fille, serrées contre le mur,
regardèrent et écoutèrent le feu faire rage. (pp.138-139).

Estos horrores descritos no son tan difíciles de asumir cuando están en el papel, en el
abstracto; cuando la realidad directa, según nuestro imaginario, no está ligada a lo que dice el
papel. Esa anestesia que Michael trata de descubrir en el juicio, en el libro, en su vida son la
anestesia única y exclusiva de su percepción. Sabemos que, según Sartre, esa anestesia no es
127

externa; de hecho no existe. Sino que es la forma de esconderse el compromiso directo que cada
uno tiene para con su realidad. Michael siente anestesia porque se le está exigiendo en cada día
de la audiencia, y obvio antes también, una acción de su parte; una toma de posición. Al igual
que él, todos en el juicio, y tal vez en la Alemania entera, necesitan anestesiarse, vivir el
momento en un estado de somnolencia, mantener la distancia necesaria para que mi ser no sea
trasformado en dicho proceso. La realidad alemana estaba exigiendo una trasformación radical:
la realidad-humana no era suficiente, nunca lo había sido y nunca lo será. Para Sartre, si ya
estuviesen dictaminados los principios y valores del mundo como irrevocables sencillamente el
hombre no sería libre:

C‘est parce que la réalité-humaine n’est pas assez qu‘elle est libre, c‘est parce qu‘elle est
perpétuellement arrachée à elle-même et que ce qu‘elle a été est séparé par un néant de ce
qu‘elle est et de ce qu‘elle sera. C‘est enfin, parce que son être présent lui-même est
néantisation sous la forme du « reflet-reflétant ». L‘homme est libre parce qu‘il n‘est pas
soi mais présence à soi. L‘être qui est ce qu‘il est ne saurait être libre. La liberté, c‘est
précisément le néant qui est été au cœur de l‘homme et qui contraint la réalité-humaine à
se faire, au lieu d’être. Nous l‘avons vu, pour la réalité-humaine, être c‘est se choisir: rien
ne lui vient du dehors, ni du dedans non plus, qu‘elle puisse recevoir ou accepter. Elle est
entièrement abandonnée, sans aucune aide d‘aucune sorte, à l‘insoutenable nécessité de
se faire être jusque dans le moindre détail. (Sartre, 1943/2010, p.485).

La libertad sartreana es un grito para romper con la pasividad en la que nos sumergimos
voluntariamente con tal de no tener que involucrarnos en una situación que nos saque de nuestra
―zona segura‖. La realidad, lejos de estar en un equilibrio o momento de realizaciñn, se
encuentra en un estado de absurdo. Dentro del pensamiento sartreano, las personas no deberían
ahogarse en esa pasividad frente a todos los fenómenos que ocurren en el mundo de los hombres;
eso es esclavizarse voluntariamente. Por ejemplo, nuestra situaciñn de ―ser colombiano‖. La
guerra siempre ha sido una realidad constante pero, absolutamente, nadie se inmutaba a realizar
un acto directo para enfrentar el problema de la guerra interna. Dejamos que el estado y demás
―grupos competentes‖ se encargaran del problema, al tiempo que todos los demás vivían sus
vidas tranquilas en sus pequeños mundos. Hoy, hay una supuesta discusión donde el colombiano
participa de las decisiones que se realizarán para con el proceso de paz. Nuestra situación y el
128

juicio de Hanna son idénticas; una burla al espíritu libre. Las personas solamente se involucran
porque se les ofrece una comodidad, dícese ser una falsa acción. El proceso de paz en Colombia,
como la mayoría de procesos políticos, es una empresa de unos pocos donde el resto se asumen
como hombres-cosas esperando a que les den sus órdenes; pidiendo que les digan cual es la
verdad, que partido elegir. La mayoría de colombianos que están hoy hablando del proceso de
paz, lo único que han hecho en su vida es simular, repetir y copiar discursos; no asumen su
autonomía. Como en el juicio de Hanna, donde sus participantes simulan una búsqueda de
justicia aunque todos, en su interior, son conscientes que dicho proceso es sólo una cortina de
humo para cubrir lo grotescos que son. Ya que ser esclavo, que sólo es posible para Sartre por
elección propia, es el acto más grotesco que el Ser pueda realizar. Hanna lo entendió, parece ser
la única: ― Si, en effet, nous admettions que les circonstances en décident pour moi (…) nous
supprimerons par là toute liberté… » (Sartre, 1943/2010, p.489). Hanna no quiere ser más ese
robot asesino e inerte, el goce de su libertad, que experimentó junto a Michael, le dio una lección
que la transformó: somos nuestras decisiones. Ella y nadie más que ella tiene el poder de decidir
si ser una cosa o un humano. Como lo explica Biemel:

Somos como nos hemos elegido, y dicha elección supone siempre una relación concreta
con la existencia, en formulaciñn sartreana (…) pero no se trata de una decisiñn
intencionalmente deseada primero y luego llevada a la práctica. Esa relación es el
hombre, y éste la realiza viviendo. Debido a que el hombre es elección, no tiene
conciencia analítica y detallada de aquélla, ya que es en su totalidad elección. Del
proyecto (…) de nosotros mismos depende al mismo tiempo la interpretaciñn o
manifestaciñn del mundo (…) el interés o el significado de lo existente para nosotros está
en función de nuestra elección. Independientemente de su significado o su importancia
para nosotros, las cosas del mundo son, pero en cuanto rebosan sentido y fundamenta una
relación, se originan al calor de nuestro entendimiento, que depende a su vez del propio
proyecto de sí mismo. (1985, p.122).

El hombre es el gran misterio del universo. Sartre parece comprenderlo y se muestra todo
un maestro al momento de ilustrar, con su literatura, la paradoja de Ser eligiendo; la misma en la
que se encuentra Hanna y todos nosotros. Tomemos un ejemplo de Les mains sales donde Sartre-
129

Hugo ilustra, con bella prosa francesa, nuestra complicada y al mismo tiempo excitante relación
con la elección:

Je me trouvais trop jeune; j‘ai voulu m‘attacher un crime au cou, comme une pierre. Et
j‘avais peur qu‘il ne soit lourd à supporter. Quelle erreur: il est léger, horriblement léger.
Il ne pèse pas. Regarde-moi: j‘ai vieilli, j‘ai passé deux ans en taule, je me suis séparé de
Jessica et je mènerai cette drôle de vie perplexe, jusqu‘à ce que les copains se chargent de
me libérer. Tout ça vient de mon crime, non? Et pourtant il ne pèse pas, je ne le sens pas.
Ni à mon cou, ni sur mes épaules, ni dans mon cœur. Il est devenu mon destin,
comprends-tu, il gouverne mas vie du dehors mais je ne peux ni le voir ni le toucher, il
n‘est pas moi, c‘est une maladie mortelle qui tue sans faire souffrir. Où est-il? Existe-t-il?
J‘ai tiré pourtant. La porte s‘est ouverte… J‘aimais Hoederer, Olga. Je l‘aimais plus que
je n‘ai aimé personne au monde. J‘aimais le voir et l‘entendre, j‘aimais ses mains et son
visage et, quand j‘étais avec lui, tous mes orages s‘apaisaient. Ce n‘est pas mon crime qui
me tue, c‘est sa mort. (Un temps.) Enfin voilà. Rien n‘est arrivé. Rien. J‘ai passé dix jours
à la campagne et deux ans en prison; je n‘ai pas changé ; je suis toujours aussi bavard.
Les assassins devraient porter un signe distinctif. Un coquelicot à la boutonnière. (Un
temps.) Bon. Alors? Conclusion? (1948, p. 236).

El capítulo nueve empieza con la fulminante pregunta: « Pourquoi n‘avez-vous pas


ouvert? » (p.140). Las respuestas de las otra acusadas, después de lo dicho de ellas, no puede
sorprendernos. De hecho, hemos visto que las descripciones de Michael sí hacen un gran
esfuerzo en explicitar las actitudes de Mala fe de los personajes-cosa: ―Elles répondirent l‘une
après l‘autre de la même façon.‖ (p.140). Cada una expuso una excusa según mejor le convenía
apoyándose en el imaginario que su rol le podía prestar. Michael hace una lista de todas estas
excusas y queda claro que son sñlo eso; fugas: ―À chacun de ces interrogatoires, le président
émit la même réserve: c‘est que la lecture du rapport suggérait autre chose.‖ (p.140). Michael
sigue haciendo énfasis en la falta de compromiso por parte de las acusadas para con sus actos. En
los capítulos anteriores ya se mencionó cómo las máscaras intentaron aprovecharse de la
honestidad de Hanna. Esta parte del juicio no sería la excepción. Siguiendo la línea sartreana se
nos hace fácil categorizar a estos personajes como simples siluetas. Personas-cosa que cualquiera
podría interpretar; un cualquiera. Son capaces de negar su libertad con tal de no ver afectada la
130

poca identidad que aún conservan, o que ingenuamente creen conservar. Han entregado su sentir
y su vivir a un Júpiter que les condena desde lo externo. La Mala fe no es un lugar plácido ni
mucho menos cómodo, como cree infantilmente el hombre-cosa, es un estado de aun más dolor y
angustia que la provocada por el acto de emancipación. Es una mirada que no existe;
constantemente observando pero sobre la cual el individuo no tiene posibilidad alguna. Los
personajes-cosa no se diferencian mucho de las cacatúas; simulan los actos; simulan el habla;
simulan ser. La cacatúa es la perfecta analogía para situarnos para con las acusadas y el resto de
los integrantes del juicio; son sólo cacatúas que repiten lo que han escuchado. No permiten a su
conciencia ponerse en los zapatos del otro, generar una empatía y conexión, y así crear una
dialéctica que transforme su mundo; que reivindique su absurdo. Las Otras acusadas no se
responsabilizan de sus acciones, únicamente se atreven repetir cosas que han escuchado. No
tienen el valor de ver a los ojos a sus víctimas. Ojos contra ojos es un acto que se posibilita a la
conciencia cuando se ama al Otro, no cuando se le odia, no cuando se tiene un espíritu de Mala
fe. Este espíritu es un odio por sí mismo que no puede ocultar y entonces llama a Júpiter para
que le libere de su pesadilla. No saben, o mejor no quieren saber, que el único que rompe
cadenas es el hombre; el único que libera es el Hombre. Las acusadas estaban encadenadas a un
pasado, a sus crímenes, y no los aceptaban:

Ce que suggérait la lecture du rapport, c‘est que les surveillantes restées sur place avaient
laissé l‘incendie faire rage et avaient tenu fermées les portes de l‘église. Ce que sa lecture
suggérait encore, c‘est que parmi les surveillantes restées sur place se trouvaient les
accusées. (p.141).

Para Sartre, justamente, esto es un ejemplo de una libertad no asumida. Una conciencia
que cree poder escapar a la verdad cuando ésta está en su interior. La única forma de cambiar la
naturaleza o marco de referencia de un acto pasado es por un acto presente; de hecho proyectado
hacia el futuro. Si la persona no acepta que fue ella la culpable de un acto que efectivamente sí
cometió, puede mentirle al resto o tratar, pero no puede ocultárselo a sí misma; ese es uno de los
atributos del Ser en Sartre; se puede ver a sí mismo y sólo verá Nada; o sea Todo. Si se trata de
engañar a la conciencia lo único que se consigue es la petrificación del Para-sí; su parálisis; su
seudo-muerte. Queda la conciencia congelada, a pesar de su infinita potencia, queda atrapada en
sí misma sin poder mirar al otro y trascender; el envejecimiento prematuro del espíritu. ―Non,
131

dirent les accusées l‘une après l‘autre, les choses ne s‘étaient pas passes ainsi. Ce rapport était
mensonger. » (p.141). Eligen ser mujeres-cosa; aceptan ser reducidas a vacas de granja. Todas
sus posibilidades reducidas a un falso cero. Sólo pueden repetir lo que les digamos si no quieren
que les odiemos. El perdonarse y perdonar, en Sartre, es un acto exclusivo de la conciencia libre.
Estas mujeres-cosa no quieren salir de la granja, re-inventarse; tener que asumir lo que hicieron y
re-crearse a partir de dichos actos. Es mejor, aparentemente más sencillo, que un Dios te
perdone, te expíe de tus pecados y si, por suerte, se encuentra un pecador que te ―obligñ‖ a pecar,
mucho mejor. La máquina llamada sociedad solamente necesita unos cuantos sacrificios, no toda
la camada; así es que funciona la agricultura y la ganadería. El hombre domesticado, el hombre
de Mala fe no quiere ir al mundo a inventarlo, en su granja todo ya está dado, sólo tiene que
obedecer. Quien nunca ha asumido su libertad obviamente un pavor terrible ha de experimentar
cuando ve que la cerca puede saltarse, que sus muros son imaginarios. Ser libre en Sartre es un
acto de hombres, no de cerdos:

Jusqu‘à ce que vienne le tour de la robuste accusée à la langue de vipère. Elle savait.
―Demandez-lui, à elle¡‖ Elle montrait Hanna du doigt. « C‘est elle qui a rédigé le rapport.
C‘est elle qui est responsable de tout, elle seule, et dans son rapport elle a voulu
dissimuler la vérité et nous mettre dedans¡ ». (p.142).

Esto nos recuerda el momento del abogado exigiéndole a Hanna hablar en singular. Un
momento del absurdo sartreano en su más amplia expresión. Aquí le piden a Hanna
responsabilizarse de todo; no puede ser más irrisoria la petición de la mujer-cerdo. Según Sartre,
apegándose a un estado de animal-doméstico, de esclavo, los cobardes quieren que el sistema de
culpabilidad, la moral, funcione en una descargar de responsabilidades según convenga. Se
limitan a ellos mismos y reducen a las demás personas a meros objetos con tal de no evidenciar
su total responsabilidad. Utilizamos el truco del infante, nos conducimos al estado de una mente
infantil, una que carezca de toda culpa o resentimiento por sí misma. La culpa es de todos, nos
grita Sartre; toda la nación debería responsabilizarse. Todos en el juicio deberían
responsabilizarse. Aceptar que no fue ni la propaganda ni las armas lo que los obligo a la
pasividad; sino que fue su elección. Ellos eligieron la quietud y debían asumir sus culpas. La
carga de tantos horrores no la podían descargar toda en unos cuantos pobres individuos
demasiado ingenuos o demasiado valientes. Hanna al querer afrontar su elección, todos
132

aprovechan para cargarla a ella con las responsabilidades de los Otros. Como si Hanna hubiese
elegido por todos el convertirlos en sólo cosas expectantes. Para Sartre, cada hombre es
responsable de sí mismo y de todos los demás, no al contrario; no es un hombre responsable de
todos y todos responsables de él:

Un existant qui, comme conscience, est nécessairement séparé de tous les autres, car ils
ne sont en liaison avec lui que dans la mesure où ils sont pour lui, qui décide de son passé
sous forme de tradition à la lumière de son futur, au lieu de le laisser purement et
simplement déterminer son présent, et qui se fait annoncer ce qu‘il est par autre chose
que lui, c‘est-à-dire par une fin qu‘il n‘est pas et qu‘il projette de l‘autre côté du monde,
voilà ce que nous nommons un existant libre. (Sartre/2010, 1943, pp.497-498).

Sartre no quiere abrirle espacio alguno en su conciencia a formas de escape, fuga, in-
autenticidad, determinantes o condiciones imposibles de franquear. Todo en el mundo está
determinado, es infinito, o ambas. Todo el universo aplasta constantemente al hombre y sus
posibilidades, Sartre quiere plantear un poder que no pueda ser negado por el vasto universo y le
permita a los hombres escoger por sí mismos. Si queremos un mundo contemporáneo, donde
cada voz pueda ser una voz real, el precio que propone Sartre es una libertad total del sujeto. Una
libertad donde el hombre asume ser su voz, no se separa de ésta sino que se hace uno con ella; el
hombre es su voz. En palabras más explicitas de J. L. Rodríguez García tomadas de su libro
Sartre, El hermoso orgullo de ser libre:

Realizar mi libertad como absoluto, tal es la máxima que propone Sartre en su tratado del
43. Entender la libertad de esta manera, como la inapelable necesidad del existente,
implica, en primer lugar, un notable agobio porque me veo en la necesidad
ininterrumpida de llevar a cabo acciones que justifiquen mi existencia, continuamente
aquejado por la exigencia de hacer –Sartre se refiere a la responsabilidad abrumadora que
cae sobre la conciencia que conoce su destino-, pero, en segundo lugar, debe asumir dicha
responsabilidad ―con la orgullosa conciencia de ser ella‖. (2015, p.74).

Siguiendo el capítulo nueve de nuestra novela-foco, Hanna usa su voz para describir su
acto en el momento del incendio. Son unas confesiones insólitas donde escuchamos a una Hanna
que justifica sus acciones en las órdenes que tenía; ella era la guardiana; su tarea era vigilar, no
dejar que nadie escape. Hanna no tiene problemas en explicar el porqué de su acto de ―maldad‖:
133

-Mais nous n‘aurions tout de même pas pu les laisser s‘enfuir comme ça. Nous étions
responsables d‘elles… je veux dire… Nous les avions surveillées tout ce temps-là, dans le
camp et pendant le convoi, on était là pour les garder et pour qu‘elles ne s‘enfuient pas.
C‘est pour ça que nous ne savions plus ce que nous devions faire. Nous ne savions pas
non plus combien de ces femmes survivraient aux journées suivantes. Il y en avait déjà
tant qui étaient mortes, et celles qui étaient vivantes étaient déjà si faibles… » (p.144).

Este párrafo sintetiza todo el problema de la novela y a la vez toda la teoría, o mejor
crítica, que hace Sartre de la forma en como asumimos nuestra libertad. Vemos como Hanna
explica lo que pasó por su mente en ese momento, cómo toda la situación fue asumida por su
sola conciencia. Tenía una programación a la que siempre se confió, las órdenes dadas, el trabajo
que tenía que realizar; una vez el mundo le exige una re-invención Hanna se bloquea. Podemos
ver que no es un acto de malicia o de maldad en términos románticos. Simplemente Hanna no
estaba preparada para asumir sus acciones como libres. No había un Dios, un Júpiter, un padre,
que le dijera qué hacer; se bloqueó. Su conciencia le cuesta aceptar que era ella quien había
elegido todos los actos de su vida; ella sola había elegido cada uno de sus pasos y la habían
llevado hasta ese momento. Ella sola tenía la responsabilidad de todas esas mujeres, pero no una
falsa responsabilidad dependiente de las órdenes, los deberes y leyes, su responsabilidad era
ontológica; comprometía todo su ser, sus actos siempre la perseguirían. No importa a que fe
ciega se entregara, ella estaba presente siempre para enjuiciarse; la conciencia. Hanna siempre
resguardada en su mundo cuadriculado de órdenes y cumplimiento no podía comprender que el
mundo era mucho más complejo que la geometría estática de los deberes. Hanna no podía dejar
de hacer lo que siempre había hecho; obedecer, al menos no sin romper el personaje de
―obediente‖ y entenderse como libre. Hanna-cosa no podía comprometerse porque solamente era
una máquina con una programación fija. Para nuestra teoría existencialista sólo los Hombres se
comprometen.

Sólo un Hombre, una libre conciencia, podía elegir una acción diferente en el momento
del incendio de la iglesia, pero en ese momento únicamente había personas-cosas; programadas
para seguir siempre un patrón y responder siempre al mismo paradigma. Una escena muy intensa
se ha de dibujar en la mente de Hanna al ver esa iglesia en llamas y entender que todo sí era su
culpa. Hanna al ver la iglesia arder entiende que el movimiento de las llamas es como el
134

movimiento del ser; constante; pura elección. Hanna, a un precio muy elevado, descubre el peso
de sus actos y que ellos son su verdad. Nadie la podía obligar a sólo mirar, a no hacer nada, a no
abrir la puerta de la iglesia. Nadie le estaba apuntando con un arma en la cabeza, al menos no
literalmente. El hombre libre siempre tiene opciones; por ello es que es libre. Para Sartre, todos
los hombres pueden negarse a ser grotescos, tienen el derecho de elegir-se:

Ainsi l‘acte fondamental de liberté est trouvé; et c‘est lui qui donne son sens à l‘action
particulière que je puis être amené à considérer: cet acte constamment renouvelé ne se
distingue pas de mon être; il est choix de moi-même dans le monde et du même coup
découverte du monde (…) il faut que ce choix fondamental soit choix conscient (…) Cette
conscience, on le sait, ne saurait être que non- positionnelle: elle est conscience-nous
puisqu‘elle ne se distingue pas de notre être. Et comme notre être est précisément notre
choix originel, la conscience (de) choix est identique à la conscience que nous avons (de)
nous. Il faut être conscient pour choisir et il faut choisir pour être conscient. Choix et
conscience sont une seule et même chose. (Sartre, 1943/2010, p.506).

Según Sartre, no podemos entregarle nuestras elecciones a otra conciencia; porque somos
nuestras elecciones. Para poder declararnos libres del mundo tenemos que hacernos cargo de
absolutamente todas las elecciones que hacemos. Cada instante vivido le pertenece en la
categoría moral exclusivamente al sujeto. Sus actos lo definen, no el mundo. Sartre une la
elección y la conciencia en un mismo instante: el Hombre libre. Hanna sintió el peso de su
libertad cuando ve arder la iglesia; sabe que su acto y ella son una misma entidad. Sus actos son
ella. Irónicamente, el intento de las acusadas de pasarle toda la responsabilidad le permite tener
un diálogo precioso que le confirma su responsabilidad, se quita la falsa venda de los ojos; se
vuelve una sola con su elección. Esto lo explica puntualmente Bolívar Echeverría en su artículo
El humanismo del existencialismo:

El ser humano y el mundo de lo humano trascienden la necesidad que los determina como
lo que deben ser en cada caso; el ser humano es libre y en su mundo se lee que es fruto de
la libertad. Ser libre significa ser capaz de fundar, a partir de la anulación de una necesidad
establecida, una ―necesidad‖ diferente, de otro orden; una ―necesidad‖ propia que es ella
misma ―innecesaria‖, gratuita, contingente, basada en la nada, sin encargo físico ni misión
metafísica alguna que cumplir. (2006, p.193).
135

El capítulo nueve cierra con el conflicto de Hanna por exponer su secreto más preciado
frente a todos; que no sabe leer y escribir. Entender el porqué de su miedo a mostrarse iletrada da
para muchas conjeturas. Nos limitaremos a decir, para seguir con la línea de reflexión sartreana,
que el no poder leer y escribir implicaba una imposibilidad para elegir ciertos caminos o tener
ciertas opciones. El no poder leer y escribir colocaba a Hanna en una posición de inferioridad
que, aparentemente, no podía soportar; el sentirse una esclava de la situación. Pero si seguimos
el existencialismo sartreano debemos recordar que el hombre en sus elecciones no puede ser
determinado; elegir es una acto que no depende de las cosas y la técnica. La materialidad es uno
de los argumentos más fuertes de las filosofías fascistas y Sartre lo entendió. Por esto la teoría
sartreana le entrega toda la libertad al hombre; así no supiera leer. Sartre diría ―Podía aprender‖.
Y entonces, lo inédito, al final Hanna hace un acto impresionante, prefiere aceptar el cargo
simbólico de haber escrito el documento al de aceptar que no podía escribir. ¿Sera este el primer
acto de Hanna asumiendo su libertad?: ―Inutile d‘aller chercher un expert. Je reconnais que c‘est
moi qui ai écrit le rapport.‖ (p.146). Hanna, siguiendo a Sartre, no podría asumir la
responsabilidad de las otras acusadas, pero si acepta íntegramente la culpa que ella tiene de su
elección, en este caso crimen. No poder escribir había sido también su elección; todo ha sido su
elección. Elegirse analfabeta es una elección personal también. Ser esclavo, para Sartre, es
elegirse esclavo. Aquí no hay acto justo, pero Hanna si recupera algo más importante que la
opinión del Otro; su libertad. Es una ironía, más bien una paradoja, como toda la teoría de Sartre;
aceptando la prisión y el desprecio Hanna se libera de su pasado. Ella, aunque pasará más tiempo
encarcelada que las otras acusadas al aceptar ser ella la principal ―responsable‖ de las
acusaciones, es la única que no actuó de Mala fe. Fue la única que aceptó su libertad. La única
que abrazó su humanidad. Como aquel día que decidió ayudar a un pobre chico que vomitaba
cerca de su edificio. Ella eligió:

L‘angoisse qui, lorsqu‘elle est dévoilée, manifeste à notre conscience notre liberté, est
témoin de cette modificabilité perpétuelle de notre projet initial. Dans l‘angoisse, nous ne
saisissons pas simplement le fait que les possibles que nous projetons sont perpétuellement
rongés par notre liberté à venir, nous appréhendons en outre notre choix, c‘est-à-dire nous-
même, comme injustifiable, c‘est-à-dire que nous saisissons notre choix comme ne dérivant
d‘aucune réalité antérieure et comme devant servir de fondement, au contraire, à
l‘ensemble des significations qui constituent la réalité. (Sartre, 1943/2010, p.509).
136

Para el Sartre existencialista únicamente cuando el hombre asume su angustia es que estaría
asumiendo su libertad. Esa angustia no es un fenómeno meramente emocional, es un estado
mucho más profundo, en lo más interno del Ser; es casi original. El hombre al abandonar a sus
dioses se tiene que regir por sí mismo. Si sentimos la angustia es que estamos en mares abiertos;
libres. Hanna en su proceso fue descubriendo esa angustia, la libertad de la que siempre había
dispuesto. La libertad no es una felicidad gratuita, todo lo contrario, para Sartre ser libre es estar
bajo una exigencia constante de sentido. El hombre libre es como una tormenta; como una
constante exigencia de rebeldía; de revolución:

Para nuestro autor, un individuo encadenado no es libre a pesar de sus cadenas, sino para
desatarlas; sin duda, este hincapié en la finalidad encaja perfectamente con la idea de que la
conciencia accede al mundo humano a través de su proyecto. Pero en vez de la solución, el
proyecto representa el auténtico problema. Porque quizá la liberación resulte viable con una
escasa o nula perspectiva de futuro. (Rius, 2005, p.122).

Esta relación tan particular que explica Sartre de una angustia ontológica, primaria y propia
de la libertad que se desprende del abandono de todo meta-relato protector del orden es expuesta
poéticamente por Orestes-Sartre en la obra Les mouches:

Crois-tu que je voudrais l‘empêcher? J‘ai fait mon acte, Electre, et cet acte était bon. Je le
porterai sur mes épaules comme un passeur d‘eau porte les voyageurs, je le ferai passer sur
l‘autre rive et j‘en rendrai compte. Et plus il sera lourd à porter, plus je me réjouirai, car ma
liberté, c‘est lui. Hier encore, je marchais au hasard sur la terre, et des milliers des chemins
fuyaient sous mes pas, car ils appartenaient à d‘autres. Je les ai tous empruntés, celui des
haleurs, qui court au long de la rivière, et le sentier du muletier et la route pavée des
conducteurs des chars; mais aucun n‘était à moi. Aujourd‘hui, il n‘y en a pas plus qu‘un, et
Dieu sait où il mené: mais c‘est mon chemin. Qu‘as-tu ? (1943, p. 210).

El capítulo 10, de la segunda parte de nuestra novela-foco, es la reflexión de Michael sobre


la elección de Hanna. Michael no comprendía por qué Hanna había decidido cargar con tanta
responsabilidad. Para una conciencia como la suya, incapaz de aceptar su libertad, el acto de
Hanna no tenía mucho sentido. ¿Por qué alguien cargaría con culpas ajenas solo por no poder
leer? Lo que se le dificultaba a Michael era percibir que Hanna ya operaba bajo otra modo de
lenguaje; el lenguaje de la libertad sartreana.
137

Je n‘ai aucun souvenir des séminaires du vendredi. Même quand je reconstitue le


déroulement du procès, je ne ne retrouve pas sur quoi portaient nous travaux scientifiques.
De quoi parlions-nous? Que voulions-nous savoir? Que nous faisait comprendre notre
professeur? (p.147).

Michael debería de recordar momentos de diálogos e investigaciones en las que participó


durante este seminario, se supone eran grandes debates intelectuales, sin embargo no tiene nada
que contarnos porque junto a él sólo había Espíritus serios; cada uno estaba listo a repetir lo que
le habían entrenado para decir. Esta es, justamente, una pista que se viene ofreciendo en toda la
novela; no hay personajes que sostengan su libertad y por ende puedan ser percibidos como
conciencias libres. Hasta ahora, los Otros son ilustrados exactamente como una silueta de fondo,
como un paisaje, como cosas; como esos personajes que no tienen rostro en los dibujos
animados; solamente son sombras, meros reflejos de hombres. No alcanzan a transformar
ninguna conciencia porque sencillamente se nos presentan como objetos inanimados. ―Mais je
me souviens des dimanches. De ces journées au palais de justice, je sortais avec une fringale
pour moi nouvelle de nature, des couleurs et des odeurs de la nature. » (p.147). Michael
únicamente puede sentir y crear poesía gracias a la luz que roba de la conciencia de Hanna. Él
toma prestada la fuerza de Hanna para tratar de comprender su mundo. La libertad de Hanna
estaba despertando y esto era lo que movía realmente a Michael; ya que él es un inerte.
Presenciar una conciencia que se estaba liberando de sus cadenas y, a pesar de no tener los
mejores recursos, estaba destruyendo los muros que la retienen. Ningún Espíritu serio podía
compararse al brillo de Hanna; una mujer real. Todos los personajes-cosa son aplastados por el
acto de libertad de Hanna. Ella es el primer hombre, es decir, quien abandona el paraíso para
vivir el mundo; una mujer se hace:

Adam ne se définit point par une essence, car l‘essence est, pour la réalité-humaine,
postérieure à l‘existence. Il se définit par le choix des ses fins, c‘est-à-dire par le
surgissement d‘une temporalisation ek-statique qui n‘a rien de commun avec l‘ordre
logique. Ainsi la contingence d‘Adam exprime le choix fini qu‘il a fait de lui-même. Mais
dès lors ce qui lui annonce sa personne est futur et non passé: il choisit de se faire
apprendre ce qu‘il est par les fins vers lesquelles il se projette. (Sartre, 1943/2010, p.513).
138

La libertad sartreana asusta porque es una revolución, e impresiona por la misma razón.
Suena como a una aventura muy temeraria el desprenderse de Dios y de la seguridad existencial
que este ofrece para lanzarse a un mundo desconocido. Suena como a aceptarse bastardo y
exiliarse del universo cómodo que ofrecen las totalidades dadoras de sentido; templos clásicos.
Decir que no es tu raza, tu nacionalidad, tu género lo que te define suena como a una tarea
demasiado pesada para el hombre acostumbrado a ser su raza, su nacionalidad, su género. Darle
la espalda al Creador y hacer tu propio camino es, en Sartre, la naturaleza propia del ser humano;
entender que tu papá o mamá estaban años luz de la verdad:

… el carácter absoluto de la libertad: es absoluto dentro del horizonte en el que me sitúo.


Esto quiere decir que la libertad es ejercicio en relación a dicho horizonte o, si se quiere,
búsqueda de un posible a partir de negación del mismo. Se es libre rebelándose contra la
identidad que somos hoy para instaurar la novedad de una identidad que se reclama,
orgullosa, como apertura de la conciencia a otro mundo que yo ―instauro‖. (García, 2015,
p.75).

A continuación veremos un párrafo, clave de la novela, donde Michael entiende la


importante relación entre leer-escribir-elegir. Aquí tenemos una de las mejores ilustraciones que
expresan el precio de no elegir. Ni el amor se vive a plenitud cuando se está encerrado en un No
Puedo; duele saber que nuestros silencios son en realidad: No Quiero.

Hanna ne savait ni lire ni écrire. Voilà pourquoi elle s‘était fait faire la lecture. Voilà
pourquoi, lors de notre randonnée à bicyclette, elle m‘avait laissé le soin de tout ce qui
exigeait d‘écrire et de lire, et pourquoi elle avait été hors d‘elle, le matin à l‘hôtel, lorsque,
trouvant mon mot, elle avait soupçonné que je m‘attendrais à ce qu‘elle en connaisse la
teneur et avait redouté la honte d‘être démasquée. Voilà pourquoi elle s‘était dérobée à sa
promotion dans les tramways; sa tare, qu‘elle pouvait dissimuler tant qu‘elle était
receveuse, serait apparue au grand jour lors d‘une formation de conductrice. Voilà
pourquoi elle était dérobée à sa promotion chez Siemens et était devenue surveillante.
Voilà pourquoi elle avait admis, afin d‘éviter la confrontation avec le graphologue, que
c‘était elle qui avait écrit le rapport (…) Mais la honte qu‘éprouvait Hanna de ne savoir ni
lire ni écrire expliquait-elle son comportement au procès et dans le camp ? (pp.149-150).
139

Michael trata de comprender a un ser tan lleno de magia y a la vez tan atropellado por el
mundo; el anti-héroe sartreano. Él quiere excusarla de sus actos en una incapacidad técnica, y
hasta podríamos hacerlo, pero bajo la premisa del hombre totalmente libre se imposibilita dicha
solución; el anti-héroe sartreano no se excusa en tecnicismos. Michael no puede comprender que
no existe determinación absoluta que pueda obligar a una conciencia libre a realizar un acto, sea
o no condenable frente a los demás. Michael cree haber encontrado la respuesta al porqué del
silencio de Hanna, sin embargo, para Sartre, no hay causa externa de nuestras decisiones.
Pueden, obviamente, influir, hasta radicalmente, pero nunca ser un factor totalmente
determinante. Este es el descubrimiento de Hanna, el colosal peso de sus acciones y que este sólo
le compete cargarlo a ella. No podía excusarse en que no sabía leer y escribir; pudo aprender.

En este capítulo vemos como el Michael de Mala fe no puede aceptar la libertad de Hanna;
todavía le cuesta aceptar que Hanna era y es libre. Dicha verdad le pondría de frente con otra
verdad más compleja para él de asumir: que él es libre. Por esto, todo el capítulo 10 es la
conciencia de Michael dando giros entorno a esa Hanna analfabeta; su conciencia una vez más
en esa pugna entre callarse o hablar. La quiere reducir a una secuencia lógica de causa y efecto.
Es porque Hanna no sabía leer y escribir que toda nuestra historia fue de esa forma: piensa
Michael; porque Hanna no sabía leer y escribir es que se asumió como criminal. Michael está
perplejo frente al rompimiento de cadenas de Hanna y sólo puede quedarse en el abstracto
tratando de no ser tocado por su trasformaciñn: ―Non, me suis-je dit, Hanna n‘a pas choisi le
crime.‖ (p.150). Michael no puede relacionar en la misma dimensión a la Hanna que él amó y a
la Hanna asesina que le quieren presentar. Le es imposible de romper con sus juicios e ideales
pre-establecidos, como podría si está encerrado en sí mismo; solamente observa y piensa. Ahora,
recordemos que Michael vivió a una Hanna real, por más que desee usar sus categorías para
aprisionarla, éstas no le bastan para hablar con una conciencia libre. Es después de hacer una
síntesis y tener un momento de lucidez que nuestro protagonista logra leer por un instante la
condena de Hanna:

Elle ignorait le calcul et la tactique. Elle acceptait qu‘on lui demandât des comptes,
seulement elle ne voulait pas en plus avoir honte. Elle ne poursuivait pas son intérêt, elle se
battait pour sa vérité, pour sa justice. Celles-ci, parce qu‘elle avait toujours dû dissimuler
un peu, qu‘elle n‘avait jamais pu être tout à fait franche, tout à fait elle-même, étaient une
140

vérité et une justice pitoyables, mais c‘étaient les siennes, et son combat pour elles était son
combat. (p.151).

Estas últimas palabras de Michael logran describir a la perfección una conciencia sartreana
y su travesía por desprenderse de sus fantasmas. Aunque Michael tiene un conflicto enorme por
las acciones de Hanna, realmente no las logra comprender, mínimamente se permite, por la
conexión que tiene con ella, sentir la potencia de las elecciones de Hanna. Logra palpar la
angustia que sufre una conciencia que se declara libre y sin determinaciones. Logra describir el
combate que Hanna está soportando. Las palabras de Michael son una muy buena analogía del
desgarre, la auto-mutilación, que se aplica a sí misma la conciencia sartreana por no dejarse
definir, simplificar, reducir, resumir, encerrar:

Pour ne pas être un donné, il faut que le pour-soi se constitue perpétuellement comme en
recul par rapport à soi, c‘est-à-dire se laisse derrière lui comme un datum qu‘il n‘est déjà
plus. Cette caractéristique du pour-soi implique qu‘il est l‘être qui ne trouve aucun secours,
aucun point d’appui en ce qu‘il était. Mais au contraire le pour-soi est libre et peut faire
qu‘il y ait un monde parce qu‘il est l’être qui a à être ce qu’il était à la lumière de ce qu’il
sera. La liberté du pour-soi apparait donc comme son être. Mais comme cette liberté n‘est
pas un donné, ni une propriété, elle ne peut être qu‘en se choisissant. La liberté du pour-soi
est toujours engagée; il n‘est pas question ici d‘une liberté qui serait pouvoir indéterminé et
qui préexisterait à son choix. Nous ne nous saisissons jamais que comme choix en train de
se faire. Mais la liberté est simplement le fait que ce choix est toujours inconditionné.
(Sartre, 1943/2010, p.524).

Nuestro autor existencialista, como hemos visto, propone una filosofía muy difícil de
asumir para el viejo hombre moderno e, inclusive más, para el hombre contemporáneo. Parece
ser, según la antropología clásica, que tendemos a definirnos por lo externo, por las verdades
artificiales de nuestra cultura o grupo social. Por esto, según Sartre, generar un concepto de
libertad que le permita al hombre levantarse de su pasividad, de ser un animal corriente definido
estrictamente por sus factores ambientales, implica llevar la voluntad humana de libertad al nivel
de absoluto. Hanna se asume enteramente, no quiere caer en el embrujo, una vez más, de las
estructuras externas de verdades frágiles; no se permite escudarse, una vez más, en sus supuestos
―defectos‖. Hanna se había resguardo toda su vida en su incapacidad de leer y escribir; eso, por
141

propia decisión, le impidió vivir su vida a plenitud. Estaba en el fondo observando como todo
trascurría; su existencia pasaba como una película de la que ella no hacía parte. Entonces Hanna
deja caer su Mala fe y acepta su destino; caminar por el desierto del absurdo. Hanna no quiere
esconderse más, no quiere seguir viviendo en vergüenza consigo misma, en el fondo del
escenario, sin rostro. Ese es el peor de los males para una conciencia libre; su verdadera pesadilla
es sentirse ajena a sus propias decisiones; ser una esclava de la Nada; ser esclava de lo único que
puede esclavizar al Ser; la imaginación. Por todo esto es que Sartre le propone una salida
paradójica al encierro del Ser:

El ser humano sólo existe en la medida en que se inventa a sí mismo. Al adoptar con sus
decisiones una consistencia tal o cual, cada quien se asume ante todo como reivindicador
o como represor de lo humano, como libre o como autómata; al elegir entre distintas
posibilidades, está ―condenado‖ a elegirse primero como una realización de la libertad o
como una renuncia a ella. Hay una ―voluntad de libertad‖, dice Sartre, ―que está implícita
en la libertad misma‖ (…) El ser traidor implica una claudicaciñn o destrucciñn ―previa‖
de la libertad; para ―elegirse‖ como traidor es necesario, ante todo, despojarse de la
libertad, suicidarse, dejarse ser el autómata-animal, para el que nada puede ser más
valioso que lo que manda el instinto de supervivencia, ejecutar el ―designio superior‖,
divino o humano, de anular la libertad propia del compromiso o del juramente con el acto
mismo de romperlo. (Echeverría, 2006, p.193).

Durante mucho tiempo Hanna ha sido un autómata, un animal muy obediente. En sus
contactos, conectándose, con otras conciencias le ha quedado claro de que ella no es un robot. A
pesar de la insistencia tan abrumadora del mundo externo por conversarla de lo contrario. Hanna
no desea estar más al nivel de aquellas otras acusadas que solo apuntan a otras personas, hacia
afuera, buscando culpables; buscando al Diablo. Hanna toda su vida había dejado que lo
divinamente humano le especificara qué hacer con su existencia. Ahora ya no quiere darle más
su cuerpo al Otro. Hanna quiere recorrer su propio camino con sus fallas, falencias, tropiezos,
con sus crímenes y su propia penitencia. En Hanna se levanta la libertad sartreana y esta alcanza
a Michael, quien se ve comprometido; siente la angustia: ―Je restais donc coupable. Et si je
n‘étais pas coupable, parce que trahir une criminelle ne saurait être une faute, j‘étais coupable
parce que j‘avais aimé une criminelle. » (p.152). Así cierra el capítulo 10 y las reflexiones de
142

Michael sobre el acto de emancipación tan contradictorio de Hanna. Al estar presente frente al
despliegue de responsabilidad de Hanna, Michael solo puede ser invadido por el sentimiento de
la angustia; verse como libre y saber que es él quien le da sentido a lo vivido. Con estas últimas
palabras se nos da una muestra de la lucha que vive una conciencia de Mala fe enfrentada al
intimidante poderío de una conciencia que se acepta como lo que es: pura libertad. Parece ser
que la paradoja del ser libre abruma a Michael, quien no puede, no quiere, decidir si amó a una
criminal o a un ser humano. Tomar una decisión es justamente lo que no puede hacer.
Responsabilizarse de su amor inmediatamente le demandaría una acción. Responsabilizarse de su
amor lo obligarían a abandonar la seguridad del paraíso que se construyó en lo últimos años,
recordemos; ―aðos felices‖. Entonces Sartre-Orestes exclama orgulloso:

Etranger à moi-même, je sais. Hors nature, contre nature, sans excuse, sans autre recours
qu‘en moi. Mais je ne reviendrai pas sous ta loi je suis condamné à n‘avoir d‘autre loi que
la mienne. Je reviendrais pas à ta nature: milles chemins y sont tracés qui conduisent vers
toi, mais je ne peux suivre que mon chemin. Car je suis homme, Jupiter, et chaque
homme doit inventer son chemin. La nature a horreur de l‘homme, et toi, toi souverain
des Dieux toi aussi tu as les hommes en horreur. (1943, p.237).

El capítulo 11 es una délicatesse para nuestra intención de analizar la propuesta de la


libertad sartreana. Para la búsqueda del Ser, propone Sartre, un hombre que se acepta como
mármol y como escultor al mismo tiempo. Entonces tenemos esta parte de la historia donde
Michael, buscando entender la elección que ha hecho Hanna, llega a unos diálogos internos muy
interesantes sobre las relaciones entre la verdad, la elección, la libertad, lo justo y lo correcto.
Todo el capítulo es una reflexión del hombre moderno tratando de alcanzar al hombre
contemporáneo o al menos entenderlo. Michael busca un diálogo que le permita entender a
Hanna, pero en realidad busca un diálogo que le permita entenderse a él mismo. El punzante
conflicto interno de esencias y existencias, máscaras contra conciencias desnudas; la angustia de
Michael se intensifica en este punto de la narración porque su compromiso es ineludible.

Une fois qu‘Hanna eut déclaré avoir rédigé le rapport, les autres accusées eurent beau jeu
de prétendre que, si elle n‘avait pas agi seule, elle les avait poussées, menacées, forcées.
Que c‘était elle qui avait pris l‘initiative des opérations, monopolisé la parole comme
l‘écrit, décidé de tout. (p.153).
143

¿Qué más se puede esperar de personas de Mala fe, en una situación de muchos Otros?
La cobardía es una categoría fácil de endilgársela a las personas de Mala fe, de hecho Sartre lo
hace. El hombre domesticado es capaz de muchas atrocidades, como ya hemos observado, pero
le es una tarea impensable el dejar su corral, quitarse la máscara y asumir sus actos.
Acostumbrados a un Dios que castiga y perdona, una forma de cinismo ―divino‖, no podrían
soportar ver toda su vida reducida a una fe ciega que se sostenía en misterios de la imaginación.
El acto que realiza Hanna es bastante descomunal, ya que dentro del pensamiento sartreano,
sabemos que el sujeto se tiene que destruir si quiere transformarse. Aceptar las culpas de los
actos pasados representaba para esas otras acusadas aceptarse como vacas; entender que sus
acciones eran las de completas autómatas. Aceptar su adicción a la gran mentira, la obsesión que
tenían a una idea de superioridad humana, era aceptarse como verdugos idiotizados. Aceptar que
toda su vida había sido una mentira entregada a otra mentira es un acto que requiere de enorme
valentía. Hay que reconocer que no sería una tarea nada sencilla. Tenemos que reconocer que el
sujeto sartreano es un individuo bastante radical, en todo el sentido de la palabra. Toda posible
situación de angustia es para Sartre signo de una gran tensión y por ende petición de
transformación:

Par la négation-interne, en effet le pour-soi éclaire les existants dans leurs rapports
mutuels par la fin qu‘il pose, et projette cette fin à partir des déterminations qu‘il saisit en
l‘existant (…) En sorte que les résistances que la liberté dévoile dans l‘existant, loin
d‘être un danger pour la liberté, ne font que lui permettre de surgir comme liberté. Il ne
peut y avoir de pour-soi libre que comme engagé dans un monde résistant. En dehors de
cet engagement, les notions de liberté, de déterminisme, de nécessité perdent jusqu‘à leur
sens. (Sartre, 1943/2010, p.528).

Siguiendo la línea teórica de Sartre es fácil hacer una diferenciación entre el personaje de
Hanna del resto. Una persona que se asume se separa del resto abstracto. Tiene su propia luz.
Tiene una voz que es única y se puede separar de la voz-masa. Los hombres-cosa siempre hacen
lo mismo de la misma forma; sólo los hombres libres toman nuevos caminos frente a las
adversidades. Sólo una conciencia libre asume sus pecados para redimirlos. El sujeto sartreano es
un anti-héroe, un ser que no cae en las idealizaciones y comprende que el mundo es de
situaciones; o sea que hay que elegir. Muchas veces nuestras elecciones irán en el detrimento del
144

Otro; siempre hay que asumirlo. Ocultarlo genera un cáncer en la conciencia que reproduce
autómatas; Espíritus de seriedad. El mundo no era tan simple como la historia clásica o una
novela romántica, las situaciones tan complicadas del nuevo siglo no podían ser asumidas con la
ingenuidad de un infante; con la pasividad de una cosa. Esto lo explica concretamente J. M.
Bermudo en su artículo Sartre o el humanismo impensable:

…el hombre no es autor o proyectista del mundo o de la historia, siempre es arrojado a


ella en marcha; pero el trayecto no está cerrado, está abierto a la acción humana. Es lo
que Sartre recoge en la idea del hombre como ser ―situado y libre‖: situado, en tanto que
no elige el origen de sus actos, arrojado en el ser que no depende de él, entre los otros, en
una historia que nunca será obra suya, sin por tanto nunca poder devenir Dios; libre, o
con capacidad de trascendencia, pues el sentido del mundo o de la historia no está
cerrado. (2004, p.134).

Hanna con su elección demuestra querer trascender su condición de esclava, según Sartre.
Y según Sartre la trascendencia implica la aceptación de su total libertad, es decir el aceptar
todas sus acciones como de su entera voluntad. No puede quitarle peso o importancia a ninguna
de sus elecciones, al contrario, ha de elevar con orgullo, como Orestes, su posibilidad de
rehabilitar el mundo. El verdadero protagonista de la novela: Hanna, no desea quedarse en el rol
de mujer iletrada que se esconde en su analfabetismo para ocultar su angustia:

Hanna continuait à se battre. Elle reconnaissait ce qui était exact et contestait ce qui ne
l‘était pas. Elle contestait avec une véhémence de plus en plus désespérée. Elle n‘élevait
pas la voix. Mais l‘énergie avec laquelle elle s‘exprimait suffisait à indisposer la cour.
(p.154).

Nuestro narrador, Michael, nos confirma la batalla tan enérgica de Hanna. Nos describe
una lucha de Egos contra la conciencia. Un intento desesperado por mantenernos engañados. La
presencia y discurso de Hanna no son el de una mártir cliché, ella perturba el balance del juicio,
no por ser una persona gratuitamente bondadosa o buena; ella es molesta porque refleja una
verdad que todos quieren ignorar: Todos son unos cínicos y necesitan un pajazo metal para poder
seguir con sus cínicas vidas. Hanna pretendía construir justicia en un show de payasos, no era el
mejor lugar para buscar ejercer su libertad, aun así asumió su situación y actuó sin apegarse a
ningún símbolo ni idealismo barato. Tenemos a una Hanna eligiendo como Hanna, parece una
145

condena, pero al contrario es pura libertad. El sujeto Sartreano es un anti-héroe, como Hanna, un
sujeto en situaciones que no son dualismos lineales. La tragedia, la propia realidad humana, no es
final de la libertad como en los cuentos clásicos, todo lo opuesto, es el comienzo de la existencia
y de la posibilidad de encontrar una verdad. Cuando el hombre se compromete es cuando acepta
su existencia:

Nous disions que la liberté n‘est pas libre de ne pas être libre et qu‘elle n‘est pas libre de
ne pas exister. C‘est qu‘en effet le fait de ne pas pouvoir ne pas être libre est la facticité
de la liberté, et le fait de ne pas pouvoir ne pas exister est sa contingence. Contingence et
facticité ne font qu‘un : il y a un être que la liberté a à être sous forme du n’être pas
(c‘est-à-dire de la néantisation). Exister comme le fait de la liberté ou avoir à être un être
au milieu du monde, c‘est une seule et même chose et cela signifie que la liberté est
originellement rapport au donné. (Sartre, 1943/2010, pp.531-532).

Suena un poco brusco decir que tu situación es la que te hace libre, especialmente si
pensamos en las personas en situaciones supremamente adversas, pero únicamente cuando hay
tensión es que puede haber fractura; liberación. Entendamos que Sartre denuncia un mundo
absurdo no con la intención de ahogar las posibilidades del sujeto, sino para que se le dé un
sentido a dicho absurdo. En otra palabras, que se le den verdaderas soluciones al mundo. Todos
se limitan a observar y si la situación es demasiada cercana intenta huirla en la abstracta
legitimidad de algún rol, aunque nunca asumimos la situación. Las guerras e injusticias pasan en
las narices de las personas y estas voltean su mirada; se hacen los ignorantes. El mundo es
absurdo porque nadie lo asume, se da por inercia de sus componentes, nadie le invierte la
potencia de su libertad; al menos muy pocos se atreven. Sartre igual no le da tregua a ningún
individuo, para él, todas las conciencias son conscientes de su situación:

La conciencia es libertad. El para-sí se arranca del ser para transformarse en proyecto,


rompe con todas las determinaciones que harían de él un objeto entre objetos, un ser en-sí
que reduce el mundo y el ser en intencionales para la conciencia. El surgir del para-sí es
libre porque supera la determinación procedente del mundo, ya que toda significación del
mundo debe tener su fundamento en la conciencia, conciencia del mundo, conciencia de
situación. (Valdés, 2009, p.24).
146

Para Sartre, no podemos escapar a nuestra situación, ya se ha mencionado, sólo podemos


asumirla con Buena o Mala fe. El hombre es hombre porque está sumergido en una situación que
exige de él una acción de hombre. El proceso de Hanna ya estaba terminando y nunca nadie dijo
nada; así literal, se dieron sólo silencios. Palabras vacías de personas vacías. Sin embargo, nadie
escapa a su situación, lo repetimos, como Sartre; nadie puede escapar de sí mismo. El tormento
únicamente para cuando se asume, mientras se evada, de hecho, sólo adquiere más fuerza, más
misticismo; crece el fantasma. Y es en éste capítulo de la historia que Michael lo entiende:

Pour moi, le procès n‘était pas en train de s‘achever, il commençait. J‘avais été
spectateur, et j‘étais soudain devenue partie prenante, dans le jeu et dans la décision. Je
n‘avais ni cherché ni choisi ce nouveau rôle, mais je l‘avais – que je le veuille ou non,
que je fasse quelque chose ou que je reste passif. (p.155).

En este último párrafo de Michael se nos expone, de una forma muy ilustrativa, todo lo
que conlleva en sí el conflicto de la libertad sartreana. Situaciones que se muestran absurdas ya
que no hay un aparente final feliz. El asumir con los ojos bien abiertos el nuevo siglo despierta,
según Sartre, los sentimientos de: angustia, desamparo y desesperación. Michael siente una
confusión bastante grande frente a la situación en la que está sumergido. Sostener su libertad al
mismo tiempo que se ve atrapado por la contingencia y facticidad de la misma. Entendió que era
un espectador y que esa era la estrategia para mantenerse al margen, como el resto; pero después
siente que hace parte fundamental del proceso. Comprende que ese era también su proceso.
Cualquiera que fuese su posición, sería una elección propia de él, que tendría que asumir; no
podría delegarle su elección al Otro, no después de presenciar la batalla de Hanna. Tuvo como
ejemplo tácito de pasividad y de falsa actividad la vida y obra de la mujer que amó, o ama, y al
mismo tiempo es ella quien le muestra un ejemplo de pura actividad y libertad. En las palabras
de Michael volvemos a ver esa lucha mental por tomar una decisión, como cuando Michael
decidía si ir o no a ―disculparse‖ donde Hanna. Así pues, siguiendo a Sartre, se evidencia lo
fundamental de la elección para la conciencia; ella es su elección y vice-versa. No hay nada ni
nadie que te puedan decir qué hacer; eso es muy agobiante, pero también muy excitante. Aplica
utilizar la metáfora: Entre la espada y la pared me encuentro:
147

Situation et motivation ne font qu‘un. Le pour-soi se découvre comme engagé dans l‘être,
investi par l‘être, menacé par l‘être; il découvre l‘état de choses qui l‘entoure comme
motif pour une réaction de défense ou d‘attaque (…) la situation, produit commun de la
contingence de l‘en-soi et de la liberté, est un phénomène ambigu dans lequel il est
impossible au pour-soi de discerner l‘apport de la liberté et de l‘existant brut. (Sartre,
1943/2010, p.533).

Para el existencialista sartreano las relaciones tan complejas entre el mundo y el hombre
no son un motivo de resignación, pasividad o letargo, al contrario, es por estar en dicha
complejidad que existe la elección. Es por las vicisitudes de la vida que el hombre surge como
conciencia mutable, maleable, siempre cambiante. No hay seguridad en ninguna parte del
universo del hombre, ni sustentos ni bases firmes; todo es líquido y hasta gaseoso. Esto se
expresa en las palabras de Michael cuando mira las opciones y posibilidades que tiene frente a su
situación, cuando está midiendo el alcance de su proyecto y cómo podría éste terminar. El caos
de las probabilidades lo asaltan; hace toda una lista de posibles y aun así no se convence de lo
que debe hacer; estudia con su lógica un posible futuro y este no se sostiene en su abstracto. Las
páginas 155 y 156 son todo el proceso mental que tiene Michael decidiendo cuál será su acción.
Entre más reflexiona, sobre sus posibilidades y las consecuencias de éstas, más se abren nuevas
opciones y nuevos posibles resultados. Michael está experimentado lo que no había sentido en
sus aðos de ―felicidad‖; su libertad. Este sentir que genera la libertad sartreana nos lo explica, de
manera concisa, César Augusto Ramírez Giraldo en su artículo De la condena a la libertad en
Sartre a la esperanza creíble en Kierkegaard:

La libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y


desesperación. Angustia ante el hecho de que es uno mismo el responsable de sí mismo y
de los demás; desamparo porque la elección se hace en soledad, no existe una tabla de
valores en donde apoyarse, ni ningún signo que nos indique la conducta a seguir; y
desesperación porque no es posible un control completo de la realidad en la realización
del proyecto, siempre hay que contar con factores imprevistos, con la posibilidad de que
se truequen nuestras buenas intenciones en malos efectos. (2010, pp.191-192).

Michael ha sido contagiado por la libertad de Hanna; la llama se prendió. Aún está lejos
de comprender la decisión tan significativa de esta mujer, pero él ya no es sólo un simple
148

espectador. En sus palabras notamos la distancia que todavía toma, sin embargo ahora quiere
comprender y por ende elegir. El acto tan valiente de Hanna pasó desapercibido para el público
presente, ya que sólo eran público y no conciencias activas, en cambio Michael, que trató de
resguardarse en su Mala fe, no puede seguir simplemente observando. Él tiene a Hanna por todo
su cuerpo. Con todo, Michael siente la carga de la libertad y no puede entenderla, su lógica de
autómata no es suficiente para abrazar dicha potencia; tiene miedo de quemarse, como ya le pasó
una vez. ¿Vale la pena reducirse a cenizas para alcanzar la libertad?

Mais les valait-elle vraiment? Que lui rapportait cette image mensongère qui la ligotait, la
paralysait, l‘empêchait de s‘épanouir? Avec l‘énergie qu‘elle mettait à maintenir ce
mensonge de toute une vie, elle aurait pu apprendre depuis longtemps à lire et à écrire.
(p.156).

Michael se pregunta si vale la pena ser libre. Él, todavía, carece de ciertas categorías que
le permitan poner en palabras claras su conflicto. La interrogación de Michael es una pregunta
para él mismo, para El lector; para cada ser libre. Esa pregunta es una interrogación a la Mala fe;
¿vale la pena poner tanta energía a una máscara estúpida? No. No lo vale y Hanna ya lo había
entendido. Era Michael el sordo. No puede comprender que el problema de Hanna no era
precisamente el no saber escribir o leer. Su cabeza insiste en buscar en lo externo la causa de
nuestras acciones. Ella también, durante muchos años, se resguardó en esa idea de Mala fe donde
el no saber leer y escribir la obligaban a entregarse a mitos y leyendas. Para Hanna, su excusa
máxima era no saber leer y escribir; todas sus elecciones se las regaló a esa supuesta
incapacidad; Hanna no aprendió a leer y escribir por pura voluntad propia. Se engañaba a sí
misma al decirse que eran las circunstancias o el destino quienes la obligaban a la pasividad, que
no la dejaban aprender. En las palabras de Michael está la clave para entender la fuga de Hanna;
si ella tenía tanta energía para ocultarse una verdad debería de poder usar dicha energía para
cambiar su realidad. Justamente, este fue el gran descubrimiento de Hanna durante su juicio; ella
entendió que tenía todo el poder de cambiar su realidad; ella tenía todo el poder de desobedecer;
fue su elección convertirse en analfabeta literal y metafóricamente. El titiritero a quien Hanna le
servía no era el estado nazi, ni Dios, ni siquiera su ignorancia; era ella. Hanna era su propia
marioneta. La resistencia del mundo no la quería limitar, a pesar de la posible contradicción; es
149

la resistencia del mundo lo que le exigía un acto de libertad; es el mundo lo que permite al
hombre actuar como lastre o como libre:

Le donné en soi comme résistance ou comme aide ne se révèle qu‘a la lumière de la


liberté pro-jetante (…) C‘est donc seulement dans et par le libre surgissement d‘une
liberté que le monde développe et révèle les résistances qui peuvent rendre la fin projetée
irréalisable. L‘homme ne rencontre d‘obstacle que dans le champ de sa liberté (…) Ainsi
commençons-nous à entrevoir le paradoxe de la liberté: il n‘y a de la liberté qu‘en
situation et il n‘y a de situation que par la liberté. La réalité-humaine rencontre partout
des résistances et des obstacles qu‘elle n‘a pas créés; mais ces résistances et ces obstacles
n‘ont de sens que dans et par le libre choix que la réalité-humaine est. (Sartre, 1943/2010,
pp.533-534).

Podríamos afirmar, siguiendo a Sartre, que Michael es ese ―típico‖ hombre moderno
atrapado en unas categorías del viejo mundo; constreñido por unos principios y valores que no
logran adaptarse al flujo tan acelerado del mundo contemporáneo. Por otra parte, tenemos a
Hanna que representa ese acto de fisura para con el mundo; una liberación. Acepta la potencia
creadora que ella es y rompe con los esquemas que siempre le habían establecido. Recibe su
libertad con todo lo que esta trae consigo; angustia, desamparo y desesperación. Michael
encerrado en sus abstractas ideas de lo justo y lo moral no puede acercarse a la in-categorizable
actitud de Hanna; pura potencia. Hanna quiere construir su propio camino con los escombros que
ella misma ha dejado en el proceso. El hombre libre en Sartre no nace; se hace. Dicho en
palabras de Wilfer A. Yepes Muños de su artículo Integración de la libertad: perspectiva
ontológica de la libertad a partir de El ser y la nada de Sartre:

Podemos afirmar con respecto a Sartre que todo hombre es un hombre por hacer, una
historia comenzada, una libertad tensada y una nada que sustenta esa tensión. La nada
palpita siempre en nuestra búsqueda del ser. Cuando más nos sentimos cerca de este, nos
aleja su ser agujero: toda obra es un paso y una puerta. Pero no terminamos de abrir y
cerrar puertas sucesivas y, al parecer, interminables. Esto explica por qué la ausencia del
para-si subyace a la nada y al ser: es el indeterminado, la conciencia de nada y la
conciencia de ser, conciencia de negación y conciencia de necesidad. Esta dialéctica
pretende una síntesis definitiva, nunca lograda. (2015, p.255).
150

El capítulo 12 empieza con un párrafo magnifico para la línea analítica que llevamos en
este trabajo; resume, no sólo este apartado, sino también toda la discusión que llevamos sobre el
sujeto sartreano hasta el momento. Es una situación que muchos seres humanos han
experimentado en la época contemporánea; la relación contradictoria que se sostiene con el
padre. Michael, en un párrafo, nos sintetiza la relación tan ambigua que se produce cuando
convivimos entre máscaras, entre misterios, entre sombras, entre ilusiones y paradigmas fijos.
Nos explica cómo podemos pasarnos la vida en un embrujo que te impide tener una conexión,
inclusive, con tus propios hijos. Michael solamente había mencionado sus padres en la novela
para describir el momento en que se les ―emancipñ‖. En esta ocasiñn se acerca al filñsofo y no a
su padre; su padre es sólo una estatua con un rol establecido fijo e inamovible. Michael en sus
palabras describe las consecuencias de vivir y crecer entre conciencias muertas, o que se hacen
las inertes, que es más trágico aun:

Je décidai de parler à mon père. Non que nous ayons été tellement proches l‘un de l‘autre.
Mon père était renfermé, incapable d‘exprimer ses sentiments devant ses enfants et ne
sachant que faire des sentiments que nous lui manifestions. Longtemps, j‘ai supposé que
cette attitude taciturne cachait des trésors. Mais par la suite je me suis demandé si elle
cachait quoi que ce fût. Peut-être que comme adolescent et comme jeune homme il avait
été plein de sentiment et qu‘au fil des années, faute de les exprimer, il les avait laissés
dépérir et se dessécher. (p.158).

Podemos ver que la relación de la Mala fe no tiene nada que ver con lo externo. No
importa las condiciones materiales o las situaciones, es la conciencia quien elige si callar o no. El
padre de Michael ha adoptado el silencio frente a la situación que vivía, mil razones tendrá para
justificarse, de cualquier modo ante la mirada de Sartre no tiene excusa valida alguna. Desde el
más ilustrado hasta el más analfabeta, todos tratarán siempre de excusarse; es uno de los peligros
de tener una conciencia tan basta. Aunque, habría ciertas condiciones, analizadas
―objetivamente‖, más complejas que otras; toda situaciñn es situaciñn por el hombre libre y el
hombre es libre por asumir su situación. Sartre no da cuartel a los intentos de escape de la
conciencia; a sus intentos de silencio. El silencio también es una elección de la conciencia; es
una de las premisas sartreanas. Durante toda la narración no habíamos tenido una mejor
descripción de un Espirito serio; en el padre de Michael se condensa todo lo que desprecia y
151

ataca el sujeto sartreano. El padre de Michael como una conciencia cobarde que se esconde en un
silencio; excusándose cínicamente en su situación. Por el contrario, el hombre libre, con voz y
capaz de transformar el absurdo que se le presenta, justamente, tiene voz, es libre y es capaz de
re-inventar la realidad por el absurdo que se le presenta; su situación no es su excusa sino su
motivo y móvil:

C‘est par rapport à ce que je projette de faire – par rapport avec le monde en totalité et,
donc, avec tout mon être-dans-le-monde, que ma place m‘apparait comme un auxiliaire
ou un empêchement. Etre en place c‘est être d‘abord loin de… ou près de… - c‘est-à-dire
que la place est pourvue d‘un sens par rapport à un certain être non encore existant que
l‘on veut atteindre. C‘est l‘accessibilité ou l‘inaccessibilité de cette fin qui définit la
place. C‘est donc à la lumière du non-être et du futur que ma position peut être
actuellement comprise… (Sartre, 1943/2010, p.538).

Tenemos una estatua de un padre que no genera trascendencia alguna en su hijo, eso es lo
que se lee en las palabras de Michael. Dado que el padre de Michael es un busto de hombre no
podía generar diálogo alguno con su hijo; sólo proyectaba un personaje con unos principios ya
establecidos y, aparentemente, irrompibles. Era un ser opaco que se tragaba toda la luz y no
devolvía nada, sólo silencio; como la noche, un eco que se perdía en el horizonte. En el hogar de
Michael no había una conciencia activa que iluminara las cabezas de los presentes, según
leemos, sñlo estatuas que demandaban silencio; lo imponían: ―Lorsque nous, les enfants, nous
voulions parler à notre père, il nous fixait des rendez-vous, comme à ses étudiants.‖ (p.159). Para
Sartre, ejemplo claro y preciso de un Espíritu serio; de un hombre de Mala fe, resguardado
siempre en su rol de profesor, en su trabajo, en un artificio que lo separe de todas las otras
conciencias; una pared imaginaria que calla todas las demás voces y el absurdo acosador. El
padre de Michael es un modelo típico de las denuncias de Sartre; ataque a esos hombres-cosa
que se resguardan en sus trabajos y en su materialidad; se hacen los de la vista gorda. Ahogan su
libertad y tratan de hacerlo con la de los demás, no importa el rol, así sea el de profesor, o padre,
un Espíritu serio trata de congelar todo el universo con su mirada petrificadora; una mirada seria
que ya tiene el mundo definido; determinado. Vivir en la casa de Michael podría ser comparable
a crecer en un museo; miles de obras estáticas que ya tienen sus verdades definidas. Silencios
absolutos; las obras están muertas y no escuchan. Una libertad se ahogaría entre tanta roca y
152

agua. Por todo lo dicho, el hombre sartreano tiene una situación que lo obliga a romper con esas
estatuas y con esas piedras. La libertad sartreana es una de las apuestas más complejas para el
hombre; asumir su voz y las consecuencias de ésta; asumir que las palabras son acciones y
asumirlas como tales. El hombre libre que propone Sartre es un hombre que si fuese padre, no
desaparecía en la historia de su hijo; no sería una simple copia de copia; no sería una obra de
museo:

Podríamos decir que la filosofía de Sartre lleva a sus últimas consecuencias la apuesta
moderna por la subjetividad, aunque para ello –una nueva paradoja- tenga que romper
con ella, revisando radicalmente la filosofía del cogito cartesiana, del sujeto individual,
pensante, autotransparente, dotado de autoconciencia y voluntad, capaz de conocer su ser
(su naturaleza) y su deber ser (su esencia), y presuntamente dotado del poder de,
superando los obstáculos, tener éxito en esa tarea de autodeterminación.
Fundamentalmente Sartre quiere romper con el individualismo intrínseco al humanismo
moderno y materializado en el individuo burgués, encerrado en el horizonte de su vida
privada; quiere romper con unas filosofías que reducen el hombre a individuo; pero,
quiere salvar lo individual en el hombre, es decir, quiere salvar también al hombre de su
reducción a una esencia universal. (Bermudo, 2004, p.135).

Según vemos, Sartre quiere es el diálogo; crear nuevas historias; hacer literatura juntos,
no que le repitan verdades pasadas. Las personas se congelan ante las situaciones por no asumir
su libertad; la de pensar y por ende actuar. Michael, temeroso, también quiere el diálogo, por eso
va a buscar al filñsofo y no a su padre; va en busca de un diálogo y no de un consejo; ―Je voulais
parler au philosophe auteur d‘ouvrages sur Kant et sur Hegel, qui, je le savais, s‘étaient occupés
de questions morales.‖ (p.158). El padre de Michael no tuvo nunca relevancia en su historia,
según como nos la contó, de más, realmente nunca la tiene. El padre de Michael no existió en
esta novela, nunca como personaje activo en todo caso; nunca como una conciencia apropiada de
su libertad. El diálogo que sostiene Michael es con el filósofo y no con su padre. Es con el
filósofo que se genera una bella dialéctica que le permitió a Michael asumir cierta posición. Es
con el filósofo que Michael tiene un momento trascendental. Al contrario, con su padre el único
momento en que sirve de apoyo al Ser de Michael es para ser rebasado, superado, anulado.
153

Entonces, es con el filósofo con quien Michael reflexionará en este capítulo. Su padre será sólo
un personaje de fondo, un paisaje que sirve de apoyo; como una bella obra de museo:

J‘ai connu deux bureaux de mon père (…) Dans les deux cas, les fenêtres ouvraient moins
la pièce sur le monde extérieur qu‘elles ne faisaient entrer celui-ci à l‘intérieur, comme
des sortes de tableaux. Le bureau de mon père était un habitacle ou les livres, les papiers,
les idées, la fumée de pipe et de cigare avaient créé des conditions climatiques
particulières, distinctes du monde extérieur. Elles m‘étaient à la fois familières et
étrangères. (pp.159-160).

Nuestro capítulo 12 muestra a un padre misterioso, sin rostro, no tenía identidad. Luego,
Michael nos regala una descripción de su padre. Justo ahora aparece el rostro de otro ser
humano. Esto es porque esa figura tiene conciencia y tiene conciencia sólo como filósofo.
Aunque Michael describa la figura de su padre, ciertamente está dándole sentido es a las palabras
del filósofo; adquiere rostro porque tiene voz. El diálogo entre Michael y el filósofo es un debate
sobre la libertad y la dignidad, un dialogo real: ―Lorsqu‘il parla, il remonta très loin. Il me fit un
exposé sur la personne, la liberté et la dignité, sur l‘être humain comme sujet et sur le fait qu‘on
n‘avait pas le droit de le traiter en objet. » (p.160). En estas palabras de su Padre-filosofo está
concentrado el problema que trata esencialmente el existencialismo de Sartre. La búsqueda de
una forma de pensar que no reduzca las personas a simple cosas, a máquinas, a esclavos; esa es
la principal empresa filosófica de nuestro autor existencialista; su proyecto. El sujeto sartreano
desea ser libre y desea ser digno; esta búsqueda no la puede hacer en el pasado, ni en las cosas, ni
en los otros. Además, dicha búsqueda nunca acabará porque para Sartre el hombre es su
búsqueda; es su propia lucha por no dejarse convertir en cosa. Como nos explica la propia
Simone de Beauvoir en su libro L’existencialisme et la sagesse des nations:

Dans l‘existentialisme, au contraire, le moi n‘est pas; j‘existe comme sujet authentique,
dans un jaillissement sans cesse renouvelé qui s‘oppose à la réalité figée des choses; je
me jette sans secours, sans guide, dans un monde où je ne suis pas d ‗avance installé à
m‘attendre: je suis libre, mes projets ne sont pas définis par des intérêts préexistant; ils
posent eux-mêmes leurs fin. (1948, p.34).
154

Sartre, como vemos, tiene un sistema antropocéntrico radical. Su búsqueda moral lo llevó
de vuelta al hombre. No se encontró con alguna cosa lo suficientemente digna como para rendirle
pleitesía. No hay cosas en el universo que ameriten arrodillarse ante ellas. El hombre en su
búsqueda de un Dios termina en cada giro encontrándose con él mismo. No hay Dios que pueda
proteger al hombre del hombre. Por eso todos los sistemas morales se ven absurdos frente a las
situaciones que tienen que afrontar las conciencias libres. Sartre quiere salvar la elección de
Hanna, elogiarla, elevarla por encima de todas las demás elecciones de Mala fe; demostrar cómo
el mundo se re-inventa en conciencias como la de Hanna:

El humanismo de Sartre realza al ser humano entre los demás por tres razones (…) lo que
importa en un ser humano es el hecho de que ejerce la libertad a la que ―está
condenando‖, de que asume o da sentido a las determinaciones que condicionan su vida,
y no lo que esas condiciones hacen de él antes o después de ese ejercicio-, Sartre insiste
en una segunda razñn: el ser humano es ―trascedente‖, es un ser volcado sobre el mundo
para transfñrmalo, está ―condenado‖ a la actividad, es responsable de que las cosas
marchen por una vía o por otra, de que los objetos del mundo, de la vida, sigan en el
estado en el que están o pasen a un estado diferente. La tercera razón del carácter especial
del ser humano entre los demás seres consiste, para Sartre, en su estar ―condenados‖ al
engagement (compromiso), en el hecho de que su presencia entre los otros los altera tan
esencialmente como la presencia de ellos lo altera a él, de que su actividad despierta
siempre reciprocidades y responde con otras más, y de que, por tanto, es responsable, no
sólo de sí mismo, sino también de los otros. (Echeverría, 2006, p.195).

¿Respetar o no las elecciones del otro? Esto es lo que le pregunta Michael a su Padre-
filósofo. La cuestión está en determinar qué hace de un acto digno y libre o lo contrario, cobarde
y determinado. Michael siente que debe actuar, ya no puede quedarse pasivo; y su acto conlleva
a darle legitimidad, o no, a las elecciones de Hanna. Entonces, busca a alguien, o algo, que le
apoye en su decisión; que le ayude a tomar una. Para él es muy complicado de entender la moral
a la que se adhiere Hanna; una moral que nace y termina en el hombre; no hay bases más que la
conciencia misma. Esta cuestión la retrata muy bien las palabras de su Padre-filñsofo: ―Mais
s‘agissant d‘adultes, je ne vois absolument qui justifie qu‘on mette ce qu‘un autre estime bon
pour eux au-dessus de ce qu‘eux-mêmes estiment être bon pour eux (…) Nous ne parlons pas de
155

bonheur, nous parlons de dignité et de liberté. » (p.161). Las palabras del Padre-filosofo en
sincronía directa con la línea del pensamiento de Sartre; no hay nada más valioso para un hombre
que su elección; esta es la que lo define y sólo él debe y puede tomarla. Que el hombre pueda
asumir valores y responsabilidades es lo que le permite acceder a una dignidad existencial.
Según Sartre, Soy lo que elijo ser y no hay poder o conciencia que pueda contradecir dicho
principio. Ni siquiera se puede ser determinado por marcos como el pasado, el otro o las cosas;
estamos comprometidos a definirnos y a definir el sentido de todo lo demás:

C‘est précisément cet engagement qui donne sons sens à ma place contingente et qui est
ma liberté. Certes, en naissant, je prends place, mais je suis responsable de la place que je
prends. On voit plus clairement ici le lien inextricable de liberté et de facticité dans la
situation, puisque sans la facticité la liberté n‘existerait pas – comme pouvoir de
néantisation et de choix – et que, sans la liberté, la facticité ne serait pas découverte et
n‘aurait même aucun sens. (Sartre, 1943/2010, p.541).

Devolverle la dignidad a las elecciones de los hombres, de todos los hombres en todas sus
circunstancias posibles; esa es la intención del existencialismo sartreano y también, la de
Michael. Para Sartre, lo humano no son las cosas que permiten ser tratadas según las voluntades
de los hombres. El negarse a la elección sólo conduce a seguir la voluntad de un tercero; que en
última instancia, sería uno mismo disfrazado de tercero. La última palabra siempre la tiene la
propia conciencia y es bajo esa cláusula que Sartre acomoda toda su teoría; soy yo quien tiene el
último voto y el más decisivo; soy yo el capitán y único responsable de esta embarcación
llamada existencia; soy Caín quien hace su propia lanza:

El existente nunca está donde tiene que estar. Es siempre un aventurero, un navegante, un
errante, un viajero, un hombre. Y un hombre, en nuestra lectura de El ser y la nada, es
aquel que ha salido de la isla de la razón Kantiana, es un hombre moderno que ha
destruido y ha visto desmoronarse sus ideales personales y los de su patria común, la
humanidad. Ha decidido que la isla es tan solo parte del hombre y tiene que arrojarse a la
incertidumbre de sus posibilidades, a la angustia de saber que debe construir y viajar,
siempre a distancia. (Muños, 2015, pp.257-258).

Según lo dicho, Hanna se lanzó en su aventura de libertad, de mujer libre, y Michael no lo


puede concebir. Hasta piensa que Hanna ha elegido la prisión por alguna clase de vanidad o
156

vergüenza. Atribuye el supuesto disparate de su acción a una actividad mental infantil o


incapacitada de visualizar las cosas ―importantes‖ del mundo. Michael cree, todavía piensa que
ser libre tiene algo que ver con estar o no encerrado en una cárcel estatal. Su Mala fe le dice que
Hanna necesita ser salvada, rescatada, auxiliada, como una damisela en peligro o algo similar.
Como si necesitara retornar a la isla Kantiana donde está la verdad y la razón; el océano de la
incertidumbre es un lugar inhóspito. Básicamente, e irónicamente, Michael se siente como el
padre de Hanna; quien debería de ayudar al pobre infante, que no tiene idea de lo que hace.
Frente a esta actitud se alza la voz del existencialismo, a través de las palabras del Padre-
filosofo:

―Non, ton problème n‘a pas de solution agréable. On doit naturellement agir si la situation
que tu as évoquée comporte une responsabilité qui vous est échue ou qu‘on a choisi
d‘assumer. Si l‘on sait ce qui est bon pour l‘autre et qu‘il refuse de le voir, on doit essayer
de lui ouvrir les yeux. On doit lui laisser le dernier mot, mais on doit lui parler, à lui, et
non parler à quelqu‘un d‘autre derrière son dos… » (p.162).

Parece como si fuese Sartre quien le estuviese hablando a Michael. En estas líneas se nos
ilustra el respeto tan grande que tiene el existencialista por la libertad del hombre. Pretenderse
libre es aceptar la libertad del otro; incondicionada; sin restricciones ni excepciones. Todos libres
o todos esclavos; ningún hombre será privilegiado por encima del resto. Michael está hablando a
las espaldas de Hanna porque aún se niega a reconocerle su acto de libre conciencia. Cree que
Hanna sigue atrapada en su silencio, en ser mujer-cosa. No entiende, aún, que únicamente una
conciencia libre podría ser tan valiente. Sólo los hombres pueden realizar actos de valentía o de
cobardía, y es su libertad la que elige, no sus atributos o contexto. Michael piensa que es el
crimen de Hanna, su pasado, sus defectos, lo que la obliga a elegirse como culpable; para Sartre
no hay falacia más grande o excusa más inapropiada:

Mais la force de contrainte de mon passé étant empruntée à mon choix libre et
réfléchissant et à la puissance même que s‘est donnée ce choix, il est impossible de
déterminer a priori le pouvoir contraignant d‘un passé. Ce n‘est pas seulement de son
contenue et de l‘ordre de ce contenue que mon choix libre décide, c‘est aussi de
l‘adhérence de mon passé à mon actualité (…) Ainsi, comme l‘emplacement, le passé
s‘intègre à la situation lorsque le pour-soi, par son choix du futur, confère à sa facticité
157

passée une valeur, un ordre hiérarchique et une urgence à partir desquels elle motive ses
actes et ses conduites. (Sartre, 1943/2010, pp.548-549).

Podemos ver cómo nuestro autor existencialista insiste en que la libertad humana es
absoluta. Frente a cada posible tensión que pudiese negar nuestra libertad, Sartre trasforma dicha
resistencia en una condición misma de ser libre. Hanna lo ha comprendido, en cambio Michael
apenas lo vislumbra. El Espíritu de seriedad en el que se intenta resguardar hace que Michael no
asimile un universo donde sus acciones no están condicionadas por ese mismo universo. El
protagonista de El lector lo que desea es condicionar la elección de Hanna. No le quiere entregar
a ella su libertad; sería muy doloroso para él, le tocaría entregar su zona de confort y aceptar que
nunca tuvo años felices, excepto cuando amó, con loca pasión, a una nazi. Para Sartre, Michael
no quiere aceptar su humanidad, su libertad; no quiere comprender que su felicidad y tristeza
dependen enteramente de sus fuerzas:

Lo dado, las circunstancias, no condicionan nuestra elección. La valentía o la cobardía no


dependen nunca de las circunstancias, sino de nosotros mismos; también la felicidad o
infelicidad dependen de nuestro proyecto. La libertad misma no es algo dado, sino en
constante formaciñn, algo que surge o nace de la ejecuciñn (…) la elecciñn original de mi
ser abre todo un abanico de posibilidades. Mi libertad, por tanto, se manifiesta en que
puedo cuestionar o reafirmar siempre mi proyecto fundamental. (Biemel, 1985, p.124).

―Parler à Hanna? Que lui dire? » (p.162). Michael se hace estas preguntas mostrándonos
lo difícil que es la trascendencia; hablar con Hanna sería mirarse al espejo, hace muchos años
que no lo hace; su espejo era Hanna. Michael en su conversación con el filósofo logra trascender,
desde la perspectiva sartreana, su estado para visualizar nuevas posibilidades. Sale de sí, se
rompe por un momento, y logra ver que la necesidad elemental de la construcción de toda verdad
es el diálogo. Justo como el que sostiene con su Padre-filósofo. Discutir la libertad, la elección y
el compromiso de otro hombre (mujer) sin hablarle directamente es un absurdo. Michael
presenció durante todo el proceso de Hanna, y en su vida familiar, lo ridículo que se ven los
hombres tratando de guardar silencio o hablando a solas. No percibe que hace lo mismo al hablar
con otra conciencia lo que debería hablar con Hanna. Es más, cae en la misma inmanencia de su
padre; trata de solucionar-salvar la vida del Otro negándole sus elecciones; su posibilidad de
actuar. Michael, aparentemente, entiende que debe hablar es con la conciencia directamente
158

involucrada y es entonces cuando los sentimientos existenciales lo absorben por completo.


Hanna lo ha visto desnudo en toda la expresión de la palabra y viceversa; ambos se han tocado el
alma; superado esa barrera que el mismo Sartre dice que es irrompible: la Nada. La conexión que
Michael y Hanna experimentaron es algo que supera todo marco teórico; hasta el del
existencialismo, pero no profundizaremos en esa reflexión. El punto es que los protagonistas de
nuestra novela se han visto ojos contra ojos. El juicio, la mirada del Otro es fundamental en
como ellos se sienten y se asumen. Cada uno se exige y se pone en situación. Es la máxima
tensión y donde se produce la más nítida dialéctica: La mirada de los amantes.

« Je ne savais pas comment je pourrais me présenter devant elle et lui dire quoi que ce
soit. Je ne savais tout simplement pas comment je pourrais me présenter devant elle. » (p.163).
Tomar una posición frente a un asesinato en masa pero bajo órdenes oficiales; demasiado
complejo lo tenemos que admitir, la situación de Michael no es nada fácil. Su compromiso
resulta de una exigencia elevada para un espíritu cualquiera. Su situación es la de una Europa de
post-guerra y los humanos con los que se amara y odiara son hijos o padres de dicha época,
dicho contexto. Michael tenía que asumir con toda su libertad su tiempo y espacio. No sabía que
hacer frente a tal tarea, ya presenció las consecuencias de entregarse al automatismo, pero el
camino de la libertad tampoco lo libera de la angustia; al contrario, lo obliga a abrazarla en toda
su magnitud. La pregunta lo dice todo: ¿cómo podría yo presentarme ante ella? Michael sabe
que la situación de Hanna exige un hombre, no un infante, no una cosa pequeña sin poder. Él no
tiene esa libertad asumida, se le esconde a la libertad, habla a sus espaldas; no quiere que lo mire.
Michael es un hombre-cosa y ahora Hanna es pura libertad, su mirada lo quemaría entero; lo
pulverizaría; destruiría esa mascara de años felices, situaciones simples y cotidianas, un mundo
opaco sin sabor ni color. Hanna se ha apuntado al sistema sartreano y ha hecho de toda su
materialidad una forma de existencia. Hanna quería ser aplastada por el mundo, por Dios, y ella
se eleva de esa falsa condena; se vuelve una con su libertad. Hanna ahora es proyecto y Michael
se limita a ser mera resistencia:

Ainsi, le projet même d‘une liberté en général est un choix qui implique la prévision et
l‘acceptation de résistances par ailleurs quelconques. Non seulement c‘est la liberté qui
constitue le cadre où des en-soi par ailleurs indifférents se révèleront comme des
résistances, mais encore son projet même, en général, est project de faire dans un monde
159

résistant, par victoire sur ses résistances. Tout projet libre prévoit, en se pro-jetant, la
marge d‘imprévisibilité due à l‘indépendance des choses, précisément parce que cette
indépendance est ce à partir de quoi une liberté se constitue. (Sartre, 1943/2010, p.552).

La filosofía existencialista le exige a Michael una sola cosa y él está temeroso de hacerlo,
no quiere dialogar. Michael no es un hombre de acciones; su aventura más grande, hasta ahora,
había sido tener un romance con una mujer mayor. Su nueva situación parece ser mucho más
compleja y delicada. No se puede ser niño para siempre, se arriesga a quedar atrapado en alguna
caja de arena bastante absurda. Era el momento de decidir para Michael, salir de la isla de Kant;
emprender su viaje hacia la nada, comenzar su propia novela; volver a vivir la literatura como en
sus días de primavera al lado de Hanna:

El ser es para el hombre la exigencia de su vida, su falta más elemental, su deseo


angustiado y su reflexión sobre las elecciones, las posibilidades y la libertad. Todo
existencialismo es una novelación de la nada o de las nadas; nos entrega un hombre de
carne y hueso, un boceto de hombre, encomendado en él la obra de arte de sus
elecciones. (Muños, 2015, p.264).

Michael había empezado un proceso dentro del marco existencialista sartreano desde la
página uno de su historia; sólo que teme al dolor de pensarse, como el de Hanna, él mismo lo
dijo. Ya sentía ese peso que llega con el compromiso; el peso de todo el mundo. Podía responder
con la aptitud de sus padres, compañeros y demás, o con l’engagement de Hanna: ―Il me regarda
d‘un air de doute, et je sus moi-même que ma question tombait à plat. Il n‘était plus temps de
moraliser. Il ne me restait qu‘à me décider. » (p.163). Nuestro protagonista está de frente con una
situación que le exige comprometerse, él sabe que ya está comprometido; su vacilación sólo
puede ser producto de su espíritu de Mala fe; tratando de esconderse de la mirada de su propia
libertad. Al no poder escapar de esta dicotomía, a Sartre no le quedó más remedio que llamarla
una condena; la ironía es que, en sí, nadie ha pedido ser libre, pero estamos obligados a serlo; es
la gran paradoja del existencialismo sartreano. Una de sus más brillantes y complejas respuestas.
Sartre, a los intentos de sometimiento de la libertad humana; él se adelanta y los encarcela
primero; los encierra a ser total y completamente libres. En cierta forma podemos pensar en
Sartre como lucifer en su forma de serpiente convenciendo a Eva de cometer el pecado original.
160

Sartre dador de una libertad maldita; pero al fin de cuentas una libertad humana. La elección, una
posibilidad exclusiva de los hombres:

C‘est parce que la liberté est condamné à être libre, c‘est-à-dire on peut se choisir comme
liberté, qu‘il y a des choses, c‘est-à-dire une plénitude de contingence au sein de laquelle
elle est elle-même contingence; c‘est par l‘assomption de cette contingence et par son
dépassement qu‘il peut y avoir à la fois un choix et une organisation de choses en
situation; et c‘est la contingence de la liberté et la contingence de l‘en-soi qui s‘expriment
en situation par l‘imprévisibilité et l‘adversité des entours. Ainsi suis-je absolument libre
et responsable de ma situation. Mais aussi ne suis-je jamais libre qu’en situation. (Sartre,
1943/2010, p.554).

El capítulo 12 cierra con un pequeño monólogo de parte del padre de Michael. Es un


momento de lucidez hermoso en el que se quita la máscara de filósofo y le habla como padre,
aprovecha la situación para hacer algo que no hizo nunca; ser un papá:

―Je n‘ai pas été capable de t‘aider. (…) Je ne peux pas dire que je sois désolé de ne pas
pouvoir t‘aider. En tant que philosophe, je veux dire; et c‘est le philosophe que tu venais
consulter. En tant que père, être incapable d‘aider à ses enfants est une expérience quasi
intolérable.» (p.163).

De ese discurso tan triste y a la vez tan lleno de cobardía nos pretende salvar el
existencialismo sartreano. Una vida donde no tienes conexión con tu familia ni experimentas la
trascendencia con la misma resulta el claro ejemplo, según Sartre, de una vida ensimismada en
su Mala fe; un mundo inmanente. El padre de Michael nunca aceptó la Nada, se apegó a un rol y
viviñ por siempre aðos ―felices‖. No podía aceptar, como su hijo, que es Nada, que es la simple
ausencia de Ser; que no es ni filósofo, ni profesor, ni padre, ni esposo; él es sólo Nada. Nunca
pudo quitarse la máscara y sólo ahora puede en el momento en que se le presentó la oportunidad.
El padre de Michael no aceptó el reto de la existencia; no quiso ser hombre. Se limitó a ser
profesor. En cambio, el hombre, para Sartre, es la gran aventura. El hombre libre no-es para
poder ser:
161

Il n‘est rien, d‘abord; il lui appartient de se faire bon ou mauvais selon qu‘il assume sa
liberté ou qu‘il la renie; bien et mal n‘apparaissent que par-delà la nature, par-delà tout
donné; c‘est pourquoi on peut décrire la réalité en toute impartialité; il n‘y a jamais lieu
de s‘en affliger, elle n‘est ni triste ni gaie, les faits sont les faits, rien de plus; ce qui
importe, c‘est la manière dont l‘homme dépasse sa situation (…) les existentialistes sont
si loin de nier l‘amour, l‘amitié, la fraternité, qu‘à leurs yeux c‘est seulement dans ces
relations humaines que chaque individu peut trouver le fondement et l‘accomplissement
de son être ; mais ils ne considèrent pas ces sentiment comme des données d‘abord, il faut
les conquérir. (Beauvoir, 1948, p.35).
162

6.2.3. Compromiso

Hasta el momento, nuestro análisis ha demostrado cómo la libertad propuesta por la


filosofía sartreana es una libertad absoluta, comprometida y en situación. Para Sartre, somos
nuestras elecciones; no las categorías externas que nosotros mismos nos inventamos. Somos
nuestras acciones; con ellas mantenemos nuestra relación con el mundo humano y con ellas
superamos las determinaciones estáticas de la configuración de dicho mundo. La libertad
sartreana no se permite ser controlada por ningún ―motivo‖ o ―mñvil‖, por ninguna ―pasiñn‖,
pues ella es quien controla el sentido de todas las ―determinaciones‖ que podrían llegarle del
exterior o del pasado. Somos libres por ser un proyecto constante hacia el futuro libremente
elegido, donde descubrimos apoyos y obstáculos cuyos valores como tales no proceden sino de
esa elección. Sartre convierte a la voluntad de elección en una facultad omnipotente del espíritu
humano, en un poder incondicionado de decisión. Entonces, en este apartado continuaremos el
estudio de esa libertad incondicional que propone el existencialismo sartreano. Concluiremos
nuestro estudio, usando los últimos 5 capítulos de la segunda parte de nuestra novela-foco El
lector, de la relación intrínseca entre la situación y la elección. Veremos cómo el existir es estar
comprometido siempre con la existencia. Como sabemos, nuestro protagonista Michael estaba
tratando de huir a la elección, resguardándose exclusivamente en el polo de lo externo o de lo
interno, buscaba romper la conexión entre acción y elección. Sin embargo, su viaje literario lo ha
llevado ante el descubrimiento del poder de su conciencia y entiende que debe actuar, debe
elegir; está comprometido. Hanna se liberó de sí misma y actuó; se asumió, es el turno de El
lector de asumirse, sentir cómo cada acto lo define; entender cómo todo el universo del hombre
estaba bajo su responsabilidad, interiorizar que no hay granja lo suficientemente amplia para
cuidar de la inmensidad de la trascendencia del ser humano. Así lo grita Sartre en Vérité et
Existance:

Le fondement du savoir, c‘est la liberté. La limite du savoir, c‘est aussi la liberté. La


liberté ne crée pas la finitude, c‘est au contraire par la finitude qu‘il y a liberté: je ne suis
comme liberté qu‘en tant que point de vue contingent qui n‘est pas le fondement de son
être et qui est en danger dans le monde. Et il n‘y a de vérité que par rapport à ce point de
vue qui fait qu‘un monde existe et se dévoile dans la succession (…) La liberté est
163

intériorisation de la finitude. L‘homme est a lui-même sa propre détermination, c‘est-à-


dire sa propre limitation, c‘est-à-dire sa propre négation. (Sartre, 1948/2008, p.109).

Empezamos con el capítulo 13 y la reflexión que realiza Michael sobre las dos imágenes
que tiene de Hanna, las cuales no logra sintetizarlas en una sola idea. Nos evoca el tormento que
sufre al vivir una contradicción, dentro de su marco referencial, entre un amor y un deber; entre
ser libre o esclavo. Michael, durante los 15 días que el proceso es llevado a Israel pensaba hacer
sus deberes y lo único que logra es estudiarse a sí mismo: « Je ne parvenais pas à me concentrer
sur mon travail, ni sur les professeurs ni sur les livres. Sans cesse mon esprit vagabondait et se
perdait parmi les images. » (p.165). Claramente se observa que para la conciencia de Michael su
mundo ha perdido todo sentido, o nunca lo tuvo. Frente a su libertad, su Hanna, la mente de
Michael no puede enfocarse, perderse en lo efímero de su ensueño. Michael, hasta el momento,
no nos ha descrito una trascendencia que él haya experimentado con otra conciencia aparte de la
que sostuvo con Hanna o el filósofo-Padre. Su mundo de ilusiones carece de sustancia frente a la
responsabilidad de una elección. Michael nunca tenía que elegir, o se vendaba los ojos para no
hacerlo; no se quería responsabilizar de nada. Sus acciones en la academia y vida profesional, en
sus propias palabras, fueron una situación ajena a su ser. Él sentía sus compromisos como la
responsabilidad de un tercero; de un Michael estudiante, un Michael hijo, un Michael abogado
cualquiera, pero nunca sintió sus compromisos como la responsabilidad de Michael-Michael; del
Michael-Soy. Ahora, en esta etapa de la narración, Michael ya no puede esconderse más, aun así
lo sigue haciendo, su conciencia no encuentra un equilibrio entre las acciones y el lenguaje. Él
está educado bajo principios burgueses y estos no posibilitan el diálogo necesario de una
situación tan compleja. Las verdades pre-establecidas con las que se casó Michael chocan
estrepitosamente frente a la libertad sartreana expresada por Hanna. Una libertad que no se deja
limitar por las mentiras pre-establecidas donde el hombre ya viene configurado y listo para ser
juzgado:

Le pour-soi n‘est pas homme d‘abord pour être soi-même ensuite et il ne se constitue pas
comme soi-même à partir d‘une essence d‘homme donnée a priori; mais, tout au
contraire, c‘est dans son effort pour se choisir comme soi personnel que le pour-soi
soutient à l‘existence certaines caractéristiques sociales et abstraites qui font de lui un
homme; et les liaisons nécessaires qui suivent les éléments de l‘essence d‘homme ne
164

paraissent que sur le fondement d‘un libre choix ; en ce sens, chaque pour-soi est
responsable dans son être de l‘existence d‘une espèce humaine. (Sartre, 1943/2010,
p.564).

Michael no quiere hacerse responsable de sí mismo, y por consiguiente, ni de los demás;


para eso siempre estaban sus padres, o la escuela, o la universidad, o las leyes, o la religión, o la
filosofía, pero nunca él, esa no era su tarea; su tarea era sencilla, asumir un rol. Ahora, la libertad
sartreana le preguntaba por la esencia misma de la humanidad, sobre el amor y la justicia; él no
quería responder a esos interrogantes, se destruiría en el proceso, se volvería una Nada. Tener
que construir la razón de la humanidad ha sido una labor de dioses y Michael sólo quiere ser
cosa. No obstante, Michael amó y el amor no puede ser experimentado por las cosas; el amor es
un acto de hombres libres. Entre tanto, vemos como Michael se debate entre aceptar que puede
amar, al costo de su tranquilidad existencial, o aceptar que el mundo tiene razón y Hanna es sólo
una criminal que lo usó, lo engañó, lo utilizó y le secuestró. Michael se debate contra la
propuesta sartreana, lucha contra esa conciencia que nunca ha sido una cosa del mundo.
Simplemente, para Sartre es imposible que nuestra conciencia sea reducida a objeto. El mundo,
su realidad, le ha puesto una resistencia a Michael, le pregunta si amó o fue esclavo, si eligió o
sólo ha imitado ser un animal rastrero. Estas preguntas no son para encerrarlo, según Sartre, sino
para que se entienda como libre; para que comprenda que sólo Michael puede definir qué es el
amor:

La forma de aparición de las cosas, su relación mutua, su consideración o no como


estorbo, sólo pueden patentizarse a la luz de nuestro proyecto libremente elegido. El
proyecto es, pues, requisito indispensable para la patentizaciñn de las cosas (…) La
trasformación de lo existente es condición indispensable para la puesta en práctica de la
meta que me he fijado. Cuando se establece esa armonía entre lo dado y mi proyecto, nos
damos cuenta de que la libertad humana para realizarse como libertad, no sólo excluye lo
dado, sino que lo necesita (…) la resistencia de lo dado no impide la libertad de acción,
sino que constituye el requisito ineludible para la realización de la libertad. (Biemel,
1985, pp.126-127).

Michael se siente atrapado por Hanna cuando en realidad, a la luz existencialista, es


Hanna la única conciencia que le pregunta a Michael en donde está su Ser. Todo el universo de
165

Michael se había preocupado por imponerle a él quien era; sólo Hanna le ha preguntado, sólo
Hanna se interesó en su esencia de hombre libre. Esa misma mujer que le dio la oportunidad de
vivir poesía era la misma mujer que aceptó asesinar a muchas personas. Michael no puede
concebir cómo una asesina podría ser la persona más humana y libre que él haya conocido y
amado; no son sus padres o profesores las grandes figuras de humanismo, es Hanna quien le
demuestra lo que significa ser Humano:

Je voyais Hanna parcourir des allés de camps (…) Hanna est là au milieu d‘elles et crie
des ordres, le visage déformé en une grimace affreuse (…) À côte de ces images, je
voyais les autres. Hanna enfilant ses bas à la cuisine, Hanna débout devant la baignoire et
tendant le drap de bain, Hanna pédalant jupe au vent, Hanna débout dans le bureau de
mon père, Hanna dansant devant la glace, Hanna à la piscine me regardant de loin, Hanna
en train de m‘écouter, de me parler, de me sourire, de m‘aimer. (pp.166-167).

Hermoso pasaje que nos ilustra cómo se da el conflicto entre la libertad sartreana y el
mito dentro de la cabeza de Michael. Lo han programado para relacionar lo bueno con un estilo
de vida burgués y lo malo con cualquier acto que atente contra los principios burgueses ya
establecidos. Para Michael su madre debería ser el referente ideal de mujer buena, una mujer que
se casa, tiene hijos y vive para su esposo. En cambio, ese es el imaginario que no puede soportar
una mujer libre, que acepta sus culpas y busca el sentido de su vida el cual no está pre-destinado.
Michael amó y fue amado por alguien que rompe con todos los paradigmas que él tenía fijados
en su Ser. Dicha ruptura es la que Michael no puede asumir, quiere amar pero sin arriesgar la
seguridad del cordón umbilical. Quiere ser libre como cuando amó a Hanna pero sin destruir la
seguridad que le ofrecen sus compatriotas. Michael creyó tener claro ya quién era y ahora se
enfrenta a la revelación más angustiante; todo su ser es un ser falso que no se sostiene sino en
acciones. Para Sartre, la realidad humana no es un mundo donde la verdad ya Es, sino una
pregunta a ese mundo por su falta de verdad. El universo sartreano nunca será un lugar agradable
donde la conciencia se pueda reposar en una pasividad, al contrario, es una tormenta que exige al
navegante estar siempre remando, siempre nadando, a punto de ahogarse y con la
responsabilidad de no hacerlo:

C‘est dans ce monde-là et dans nul autre que sa liberté est en jeu; c‘est à propos de son
existence dans ce monde-là qu‘il se met en question. Car être libre n‘est pas choisir le
166

monde historique où l‘on surgit – ce qui n‘aurait point de sens - mais se choisir dans le
monde, quel qu‘il soit. (Sartre, 1943/2010, p.566).

Siguiendo a Sartre, Michael es libre, precisamente, por verse atrapado entre ideales y
acciones vividas. Creció con un imaginario de monstruos y diablos a los que no debía acercarse,
debía amedrentar y señalar, nunca imitar. Sin embargo, su realidad le muestra qué tan alejado
está el mundo de representar con fidelidad ese imaginario de dualismos; la realidad se muestra
mucho más compleja que la simple división en blanco y negro. Michael sostiene en su corazón
una batalla entre hombres y dioses. Hay dos Hannas en su interior luchando a muerte para
erradicar una de las dos posibilidades. Por esto, para Sartre, al instante en que el hombre percibe
esa ambigüedad es cuando está encaminado en su proyecto existencial. El existencialismo
sartreano reconoce la libertad del hombre como esa lucha que tiene el Ser por no ahogarse en el
mundo. Michael existe porque puede elegir entre la Hanna asesina y la Hanna amante, de no
presentarse esta posibilidad no habría elección y por consiguiente no habría Michael:

En otras palabras, el sí mismo del Para-sí es su carencia de ser, su pura posibilidad, la


nada o pura libertad posible que permite que la conciencia sea dinámica y tenga que salir
fuera de sí misma para eliminar esa carencia de ser. De tal modo, que el sí mismo de la
conciencia, mostrándose como conciencia vacía y pura posibilidad, debe llenarse o
alcanzar su completud es ese proceso de constitución del para-sí. Así el vacío y la
autoconciencia pueden coexistir, ya que tanto la conciencia precognitiva como la
reflexiva forman parte del mismo proceso y una es la condición de la otra. No podríamos
hablar de libertad si no consideramos la existencia de esa conciencia como pura
posibilidad, pura carencia, que hace posible la existencia de una libertad concreta,
comprometida con el mundo. (Valdés, 2009, p.26).

Según lo dicho, Michael existe sólo porque se pregunta por la razón de su Ser. Para
Sartre, en el momento en que se delega esta pregunta a una cosa, el mundo o los Otros, nos
alejamos de una existencia comprometida auténticamente. Michael se preguntó por su Ser
cuando se encontró con Hanna por primera vez y es sólo cuando se la vuelve a encontrar que
vuelve a sentir que su Ser se le escapa. Es peculiar que ninguna de las evidencias de su mundo lo
perturbaran de su vida anestesiada, únicamente cuando vislumbra sus acciones para
transformarlo es que se entera de la levedad de su Ser; su universo no es la historia de Alemania
167

sino la historia de su vida. El mito del hombre bueno no encuentra bases en las preguntas de
Michael; analizando las experiencias de nuestro protagonista, este mito se derrumba frente a las
acciones de los hombres libres, quienes pueden elegir siempre cómo Ser, cómo Existir. El mito
de una sociedad utópica dadora de sentido al hombre se destruye al momento de colisionar
contra un verdadero ser humano; un hombre de carne y hueso; un ser cuya única perfección
reside en nunca ser lo que es y buscar ser lo que no es:

Ce qui était terrible, c‘est quand les images se mélangeaient. Hanna en train de m‘aimer,
les yeux froids et lèvres serrées; en train d‘écouter ma lecture sans un mot et, à la fin,
frappant de la main contre la cloison; en train de me parler et, à la fin, le visage
grimaçant. Mais le pire, c‘étaient les rêves, où une Hanna dure, autoritaire et cruelle
m‘excitait sexuellement, et d‘où j‘émergeais plein de désir, honteux et révolté. Et me
demandant avec angoisse qui j‘étais finalement. (p.167).

Michael nos comparte los sentimientos encontrados que le acontecen al pensar en su Ser;
buscando entender la libertad sartreana de Hanna está realizando su propia búsqueda del Ser. Se
supone que la programación que le han prestado debería de protegerlo de estas angustias, que su
Ser ya está definido y debería sentir repulsión inmediata cuando se enfrenta al Mal. Está
entrenado para contraatacar a la mínima demostración de inmoralidad; él está entrenado para ser
un agente del sistema. Michael al ver que sus sentimientos no coordinan con las verdades de su
sistema entra en un torbellino donde se mezclan el Ser y el Estar. Michael se pregunta quién es,
desea entender esa contradicción que habita en su ser, siente vergüenza y angustia al buscar el
sentido de sus acciones y de sus elecciones. Michael experimenta su libertad al momento de
buscarla; sólo cuando la busca es que la vive. Michael, como Sartre, descubre el proyecto de su
existencia como una búsqueda de sentido a algo que carece del mismo. Michael adora creer que
nació en un mundo donde las cosas ya eran y a él le tocaba el papel de vivirlas, en cambio, la
existencia sartreana es nacer en un mundo por crearse, en espera, un mundo sin forma que está
listo para convertirse según los caminos de libertad que nos hagamos; que recorramos:

La nada actúa para acrecentar su posibilidad de integración y piensa que está bien seguir
buscando. En el hombre el ser es la base y la construcción. Lo que corresponde ahora es
tratar de integrarlas. Es claro que para nosotros la integración no es integración de
identidad, sino de contracción. La existencia se contrapone a la esencia en tanto goza y
168

sufre a la vez de la contradicción. Tal vez no logra esa esencia en la que coinciden el ser
con la justificación. Toda ella está justificada e injustificada a la vez. Quizás la
encontremos como una decisión de la ausencia, pero no podemos cerrar su río. El hombre
tiene que fluir mientras viva. No puede vivir únicamente en la esencia. Tiene que vivir
integrando sus aspiraciones incumplidas con sus logros medianos (…) La integraciñn no
excluye el sinsabor de necesitar más y más para ser. Pero es también una impotencia
radical. (Muñoz, 2015, p.267).

El capítulo 14 es un momento clave de nuestro análisis. Aquí, Michael parte en búsqueda


de una verdad; la suya propia. Se vio inundando por una incertidumbre agobiante al sentir bajo
sus pies unas bases endebles, unas verdades a medias; todo era imaginario para él, nunca había
experimentado con su cuerpo dichas situaciones y los diálogos con el Otro eran demasiado
abstractos. Por ello, no se contenta con los clichés e invenciones que siempre le habían
dominado, así como vio a Hanna en carne y hueso, quiere comprender de primera mano qué
significa el crimen de participar en un campo de concentración nazi. Michael sabe que está
comprometido con su situación y actúa. No son actos que demuestren el más auténtico de los
compromisos sartreanos, pero es una certera explosión de buena fe. Es cuando, nuestro
protagonista decide partir hacia uno de los campos de concentración, debido al acceso restringido
de los mismos, le toca elegir uno diferente al de Auschwitz: ―Struthof, en Alsace. C‘était le camp
de concentration le plus proche. Je n‘en avais encore jamais vu aucun. Je voulais exorciser les
clichés par la réalité. » (.p169). Y es así como Michael continúa su búsqueda del Ser; tiene que
moverse ya que en el juicio y en su hogar no ha encontrado mucho con que dialogar. No hay
muchas conciencias con quienes construir una verdad, según la novela, todos están mucho más
―anestesiados‖ que el propio Michael.

Aun así, vemos cómo la libertad sigue empeñada en manifestarse en Michael; pequeños
momentos de pura poesía y trascendencia. Emprende un camino, acepta salir de su comodidad
para enfrentarse a una realidad; la suya, que resulta no ser cómoda ni puede ser vivida a la
distancia. Michael afronta su alienación y, por esta vez, no se deja amedrentar por ella; es él
quien le debe dar un sentido a esa alienación. Son estos momentos de libertad sartreana los que
aparecen siempre tan bien ilustrados y detallados en la novela; son, de hecho, los que han
alimentado la trama hasta el momento. No es coincidencia que Michael describa los olores y
169

colores del mundo cuando está en una búsqueda del Ser. Siguiendo a Sartre, sabemos que la
revolución del Para-sí es el sentido por excelencia de la cualidad imaginativa, de la re-creación,
re-invención; el Para-si sólo existe para la creación; para la acción. Michael puede describirnos
ciertos momentos no por su memoria, sino por su elección. Estos momentos él los elige como
trascendentes en relación a su proyecto, a su búsqueda, en relación a un futuro que anhela. La
búsqueda del Ser es la propia libertad, Sartre lo dice; es cuando el Ser baila con el mundo que se
puede escuchar la música. La poesía, la evocación sólo se producen en la novela cuando Michael
está rompiendo su huevo, saliendo del cascaron, de la prisión. No han sido sus padres, o el
colegio, o los momentos y personajes de su cotidianidad que han despertado en Michael la magia
de la literatura; siempre han sido lo momentos de liberación, de búsqueda, de revolución, cuando
se asume, cuando se siente hombre; la magia de lo humano es trascender.

Si revisamos toda la narración, hasta la última página citada, veremos que todos los
párrafos descriptivos, todos los juegos de palabras, metáforas y demás, son usados por Michael
para describir momentos y situaciones con Hanna o momentos en que toma una verdadera
decisión. Son esos momentos en que tiene que romper el hombre-cosa para dejar salir al Ser
donde Michael se siente comprometido con Michael y asume ser Michael. Es en situaciones
donde se compromete que puede distinguirse del paisaje, de las cosas y de los Otros; sentirse
vivo. Sólo cuando, a pesar de todos los posibles limitantes, se asume como libre es que Michael
reconoce el poder que tienen los seres humanos; el poder de elegir; el poder de vivir. No son los
amores pre-fabricados o los conflictos artificiales los que marcan el mundo del lenguaje, para
Sartre, lo que queda inmortalizado en las palabras y trasciende su tiempo son los momentos de
libertad; cuando el hombre parece no poder responder de otra manera a la establecida, a la
esperada, y aun así es que justamente lo hace; son esos momentos que marcan el nacimiento de
un poeta, de un hombre libre, trascendente.

Liberándome libero a los demás; ese es otro principio fundamental del discurso sartreano.
Las sentencias que me trata de imponer el mundo son la oportunidad de demostrar, justamente,
mi libertad. Quererme libre implica pedirle al Otro que sea libre, reconocer que también elige, y
ese baile es el que ilumina el alma. Michael, siguiendo a Sartre, no huye en esta parte de la
novela, no se fuga, acepta el compromiso que viene junto con su alienación y va directo a una
cita con el Ser; quiere confirmar que él existe. Su alienación se transforma en este capítulo en el
170

sustento de su acción. Su miedo, su vergüenza, su incertidumbre son trasformados en motivos y


móviles. Su contradicción, su cárcel, su prisión, se vuelven su camino, un fin; es cuando entiende
que las fuerzas universales, que aparentan todas estar en conflicto y tratando de destruirse, se
tensionan en armonía para que la luz pueda brillar; si no hubiese oscuridad no habría nada que
iluminar:

… l‘aliénation n‘est ni une modification interne ni un changement partiel de la situation;


elle n‘apparait pas au cours de la temporalisation; je ne la rencontre jamais dans la
situation et elle n‘est, par conséquent, jamais livrée à mon intuition. Mais, par principe,
elle m‘échappe, elle est l‘extériorité même de la situation, c‘est-à-dire son être-dehors-
pour-l‘autre (…) Cette caractéristique ne se manifeste pas par une résistance interne mais,
au contraire, elle s‘éprouve dans et par son insaisissabilité même. C‘est donc, finalement,
non un obstacle de front que rencontre la liberté, mais une sorte de force centrifuge dans
sa nature même (…) Une liberté qui se voudrait liberté ne pourrait que vouloir du même
coup ce caractère (…) Si se vouloir libre, c‘est choisir d‘être dans ce monde-ci en face
des autres, celui qui se veut tel voudra aussi la passion de sa liberté. (Sartre, 1943/2010,
pp.570-571).

Nos explica Sartre cómo en su estructura lógica el hombre es una lucha y no un estado de
placer y alegría. Para él, El hombre nunca ha conocido un paraíso y tal vez nunca lo haga; al
menos no en el sentido típico y simplista de un mundo feliz. El Para-sí no podría existir sino en
una constante lucha de destrucción y creación, se diluiría inmediatamente en cualquiera de sus
polos si decidiera dejar de luchar; se ahoga en su infinita fuerza si no se encuentra con otras
potencias que lo balanceen, un Black-hole que se traga sí mismo. Somos correlación del Todo
con la Nada, demasiado grandes para ser comprimidos en las cosas y demasiados pequeños para
existir sin ellas. Estamos condenados a la vida. Somos estrellas llenas de potencia pero
necesitadas de otras fuerzas para no quemarnos y para no desaparecer. En palabras, menos
metafóricas y más precisas, de Francis Jeanson tomadas de su libro EL problema moral y el
pensamiento de Sartre:

El para-sí no es libre sino en situación, es decir, en la relación de su libertad con su


condición. Y ésta procede de diversos factores, tales como el lugar que él ocupa, su
pasado, las potencialidades de las cosas alrededor de él (…) Sartre muestra que ninguno
171

de esos factores podría limitar desde afuera la libertad. ―los únicos límites que una
libertad encuentra, ella los halla en su libertad‖, esto es, en ella misma o en la alienaciñn
de su situación, en el hecho mismo de la existencia de esta situación para otro, que le
impone un ―fuera‖. Pero es claro que se trata siempre, en último análisis de limites
elegidos por mi libertad; pues experimentar esta alienación es reconocer al otro como
libertad, es, en consecuencia, asumir libremente el ser que yo soy para él, algo que sigo
siendo completamente libre de no hacer si yo elijo… (1968, p.241).

Siguiendo con nuestro capítulo, Michael tiene que hacer auto-stop para llegar a su
destino; es cuando se encuentra con un personaje clave, le llamaremos el Conductor para efectos
de esta exposición. Sabemos ya que Michael describe exclusivamente los personajes que son
relevantes para su búsqueda o que le han generado trascendencia; el Conductor es uno de ellos.
Este encuentro, a pesar de ser fortuito, tiene la fuerza de una dialéctica muy intensa. Es más,
podríamos asumir que el dialogo que buscaba Michael en los campos sufre una espléndida
introducciñn gracias al Conductor: ―Ah, vous voulez comprendre comment des gens peuvent
faire des choses aussi terribles.‖ (p.170).

Efectivamente, Michael quería comprender cómo los seres humanos podían entregar su
libertad en nombre de una comodidad; él quería entender-se, comprender como podía ser tan
cobarde y valiente al mismo tiempo, tan sabio y tan estúpido, perverso y glorioso. Michael busca
en su Ser el porqué los hombres pueden ser libres y esclavos al mismo tiempo y dentro de un
mismo cuerpo: ―Qu‘est-ce que vous voulez comprendre, en somme? Qu‘on tue par passion, par
amour ou par haine, ou pour l‘honneur ou pour se venger, vous le comprenez? » (p.170). Pero
esta no es en sí la búsqueda de Michael, tiene esa forma literal de aparecer pero en su fondo las
cuestiones son otras. Para el existencialismo sartreano, la cuestión es cómo un Ser se esconde de
sus elecciones en esas palabras, en esos falsos motivos y móviles. Michael, como Sartre, busca
revelar esos escondites que él mismo ha usado para reusarse a darle el lugar al Otro de libertad
absoluta, de ser vivo. Queremos entender cómo la alienación no es excusa para la inercia sino
motivo de acción:

Le fait qu‘il y ait un au-delà de la vie, en tant qu‘il ne prend son sens que par et dans ma
vie et que pourtant il demeure pour moi irréalisable; le fait qu‘il y ait une liberté au-delà
de ma liberté, une situation par-delà ma situation et pour laquelle ce que je vis comme
172

situation est donné comme forme objective au milieu du monde: voilà deux types des
situation-limite qui ont le caractère paradoxal de limiter ma liberté de toute part et
cependant de n‘avoir d‘autre sens que celui que leur confère ma liberté. (Sartre,
1943/2010, p.575).

Para nuestro autor existencialista todos somos libres, absolutamente todos y cada uno sin
excepciones. Toda excepción sería un atentado contra la libertad. Tratar de limitar una libertad
ajena es tratar de limitar nuestras propias posibilidades. Encerrar al Otro a un paradigma es
encerrarnos a nosotros mismos en dicha cárcel abstracta. Limitar las acciones de algunos
hombres es limitar las acciones de todos los hombres, incluyéndonos. El Otro no me determina y
yo no determino al Otro; nos invitamos mutuamente a liberarnos para reafirmar las elecciones
que hemos hecho como sujetos libres. Para Sartre, no hay ni ángeles ni demonios; sólo hombres
libres que cometen actos libres contra otros hombres libres; la aureola o los cuernos se los
ponemos nosotros, no con nuestra mera imaginación, sino con nuestra elección. Según Sartre,
para poder declararnos libres en un mundo lleno de monstruos, de gusanos, estamos en la
obligación, comprometidos, de reivindicar nuestro universo de horrores aceptándolos como actos
libres de hombres y no conductas determinadas de demonios:

… pensar un humanismo sin esencia humana, coherente con su concepciñn del


existencialismo como la doctrina según la cual ―la existencia precede la esencia‖ y en la
que toda acción, elección o proyección del hombre es contextual (existencial). El
proyecto filosófico sartreano quedaba así formulado: pensar una subjetividad sin
determinación exterior ni interior, pura indeterminación, enfrentada a un mundo (natural,
social) refractario y sin sentido, y en ese escenario sin esencias edificar una
representaciñn que pudiera llamarse ―humanismo‖ al poner al hombre como
autoconstrucción. (Bermudo, 2004, p.136).

Ya lo hemos visto, Sartre busca encontrar las respuesta a su Ser en su existencia, no en la


falsa vida de esencias y experiencias muertas. La verdad sobre la guerra o el amor no se
encuentran en viejas guerras y viejos amores; se encuentra en las guerras y amores del futuro.
Para Sartre, la justicia o lo bello no se encuentran protegidos en los templos del pasado, sino en
las búsquedas futuras; en los proyectos de los hombres vivos. El existencialismo quiere sacar al
hombre de las entrañas de la cosa; donde éste se ha enterrado entre las vísceras que llamamos
173

órdenes, obediencia, lealtad, amor, odio, venganza, etc. El existencialismo reconoce, y exige que
se reconozca que el Hombre es sólo un hombre, como tal, es tan capaz del Bien como del Mal.
Esto lo explica el propio Conductor de nuestro episodio en un párrafo arrollador para El lector:

―Vous avez raison, il n‘y avait pas de guerre et pas de motif de haine. Mais le bourreau ne
hait pas non plus celui qu‘il exécute, et pourtant il l‘exécute. Parce qu‘il en a reçu l‘ordre?
Vous pensez qu‘il fait ça parce qu‘il en a reçu l‘ordre? Et vous pensez que je vais parler
d‘ordres reçus et d‘obéissance, et du fait que les gardiens des camps avaient des ordres et
devaient obéir? » Il eut un rire méprisant. « Non, je ne parle pas d‘ordres reçus et
obéissance. Le bourreau n‘obéit pas à des ordres. Il fait son travail, il ne hait pas ceux
qu‘il exécute, il ne se venge pas sur eux, il ne les supprime pas parce qu‘ils le gênent ou
le menacent ou l‘agressent. Ils lui sont complètement indifférents. Ils lui sont tellement
indifférents qu‘il peut tout aussi bien les tuer que ne pas les tuer. » (p.171).

Una respuesta fulminante para Michael de parte del Conductor, de parte del
existencialismo sartreano. Aplica utilizar una frase coloquial de nuestra región; Bájate de esa
nube Michael, estas soñando chico. Justamente, así le llamaba Hanna; Garçon. En un solo
párrafo le destruyen a Michael, reiteradas veces, sus dos excusas más importantes; el Espíritu de
seriedad y la Mala fe, que para el existencialismo son lo mismo; enmascaramiento del poder de
elección de la conciencia. No es una la maldad a priori, tampoco las cualidades meta-humanas o
pronto-humanas y mucho menos las situaciones externas quienes pueden quitarle al hombre su
poder de elección: Le bourreau n’obéit pas à des ordres. Los hombres por más que se quieran
rebajar a la condición de cosa nunca perderán su capacidad de reflexionar sobre sus acciones y
elecciones. Michael-cosa prefiere ―amar‖ a una persona supuestamente inocente en términos
judiciales, pero idiota, a una persona libre aunque asesina. Nuestro protagonista quería creer, lo
hemos visto, que Hanna era estúpida, que tenía una falencia en el alma, que su incapacidad de
leer y escribir la convirtieron en una autómata sin conciencia que seguía órdenes obedientemente
como un perro faldero. Michael, hasta cierto punto, podía tolerar mucho mejor la imagen de una
Hanna perro a una Hanna libre; la Hanna perro se excusaba en su condición de creatura de menor
rango que el hombre. Por el contrario, La Hanna libre estaría al mismo rango que cualquier
hombre libre y eso la haría una asesina sin excusas, incluso ante la moral cuadriculada y
retrograda de Michael.
174

El lector, se encuentra desesperado por una libertad que lo agobia, una verdad que le
indica las falencias y debilidades de los hombres, es más, que somos nuestras falencias y
debilidades; que en suma somos la forma en como las asumimos. No son mis incapacidades las
que me pueden limitar sino la conciencia; ella es la única capaz de poner barreras a mis
proyectos, todo lo demás es circunstancial. El Conductor le da un golpe directo a la Mala fe de
Michael, le saca de su meta-relato. No se puede determinar el Ser en categorías tan reducidas
como las órdenes o el credo; el Ser, para Sartre, es mucho más grande que las cosas que usa para
ser. Las decisiones, por simples o contradictorias que nos parezcan, definen a las personas que
las toman y asumen; son ellos definiéndose a sí mismos y aceptando con ello la existencia de un
mundo de libertades en coordinación. Este Ser sartreano, obviamente, no ha de tener ninguna
naturaleza previa que lo hubiese podido definir; hasta la forma de la relación entre las
conciencias queda a su entera voluntad, puede ser una relación de odio o una relación de amor,
únicamente el hombre puede elegir este tipo de conductas frente a la vida de él y los Otros.

El amor y odio son categorías humanas que definen a los hombres exclusivamente por las
acciones que las enmarcan, nunca por el contenido de la palabra; las palabras por sí solas son
vacías. Hanna ha elegido ser un ángel para unos y un demonio para otros; esto nunca lo ha hecho
determinada por el amor o por el odio, tampoco por las órdenes o su rol; todas las acciones de su
vida han sido enteramente su elección y voluntad. Así como las de Michael; una dura verdad que
asumir, el compromiso vuelve a palparse fuertemente entre las líneas de este episodio. Sentimos
la responsabilidad gigantesca del hombre libre; una elección que habla por él y todos los
hombres. Un libertad sartreana donde las excusas del viejo mundo ortodoxo se terminaron; la
guerra y el genocidio no son culpa de un hombre-diablo, simplemente son hombres matando a
otros hombres porque así lo eligieron, punto. No son los nazis, o los romanos, o los violadores, o
los Rusos, o los mongoles, o los soldados, o los verdugos, etc., aquellos que cometen los horrores
de la historia; son hombres libres que atacan otros hombres igual de libres; cada cual, por difícil
que suene, es responsable del papel que asume y cómo lo asume.

Michael se ve perdido sin sus referentes; sin la obediencia y la lealtad ésta perdido, sin
valores como una justicia previamente definida o un marco de bondad no ve forma de
categorizar su existencia. Es que, siguiendo a Sartre, su vida ha sido efímera y sin muchas
acciones auténticas, las únicas explosiones de libertad han sido para con un Ser que es aborrecido
175

y despreciado más que cualquier otra cosa en su mundo, literal. El único momento de libertad de
Michael fue para elegir amar a una asesina; ¿Cómo podría concebir nuestro protagonista una tal
verdad? ¿Cómo podría El Lector aceptar que toda su vida ha sido una fuga, una cobardía, un
escape, una huida, una evasión de lo único humano; su conciencia? ¿Cómo podríamos aceptarlo,
cómo? ¿Cómo podemos aceptar que los únicos limites que nuestra libertad ha encontrado a lo
largo de nuestra vida, son nuestras propias elecciones? ¿Puede El lector aceptar que quien se ha
limitado siempre ha sido el mismo?

Mais ces limites externes de la liberté, précisément parce qu‘elles sont externes et
qu‘elles ne s‘intériorisent que comme irréalisables, ne seront jamais un obstacle réel pour
elle, ni une limite subie. La liberté est totale et infinie, ce qui ne veut pas dire qu‘elle n’ait
pas de limites mais qu‘elle ne les rencontre jamais. Les seules limites que la liberté
heurte à chaque instant, ce sont celles qu‘elle s‘impose à elle-même et dont nous avons
parlé, à propos du passé, des entours et des techniques. (Sartre, 1943/2010, p.576).

Según se lee, el existencialismo sartreano acepta al hombre, al ser humano entero y


completamente humano, sin ningún rastro de divinidades ni mecanicismos fijos. La libertad de la
humanidad sólo en condición de humanos puede hacerse y re-inventarse; si está en condición de
cosa o de Dios ya es y no necesita ser, por ende, es cualquier cosa menos una libertad.
Asimismo, es a través de la contingencia y la facticidad del hombre que se pueden realizar
acciones de hombres; acciones auténticas que trasforman la realidad misma. Nuestra realidad,
para Sartre, está lejos de haberse completado y es la búsqueda de esta falta la que le da sentido a
sus acciones, pues, el hombre es un proyecto hacia el futuro, por eso es que podemos hablar de
libertad, de cambio:

Ser es Actuar (…) para él la libertad se predicará de nuestro actos -y jamás de nuestro ser.
En efecto, la libertad pertenece al ser de la conciencia de sí; pero cada conciencia ―es lo
que no es y no es lo que es‖ (…) Si se la define por si intenciñn operatoria, o sea, por
estar orientada a la trasformación de la realidad, ya no suena a rareza que se la tache de
―gusano‖ a causa de su familiaridad con el no-ser (…) Actuar consiste en prestar
existencia a lo que antes no era. La conciencia lo vislumbra al proyectarse hacia el futuro
(…) Así pues, constituyéndose la libertad como la forma de existir de la conciencia, no
176

somos libres, sino que existimos libremente: sumidos en la contingencia y la finitud.


(Rius, 2005, p.129).

Construirse constantemente, esa es una premisa sartreana. Sin embargo, hemos de tener
cuidado y no caer en las malas lecturas del existencialismo, una de las ingenuas; catalogar al
existencialismo de subjetividad extremista. Si Sartre otorga libertad total a la conciencia no es
para que esta huya en el otro sentido posible hacia la Mala fe; el nihilismo-cosa. Todos los
intentos de fuga son posibles para una conciencia de Mala fe, ya lo hemos visto, hasta el mismo
principio de libertad de elección puede ser un argumento de Mala fe. No es una actitud de unos
pocos, la vemos con cierta regularidad; el falso importaculismo; hombres que creen que su
subjetividad no está relacionada ni es responsable de ninguna otra conciencia. De la misma
forma como el Conductor de nuestro capítulo usó las palabras de Sartre para derrumbar el
castillo de arena de Michael, veremos cómo trata de usar el existencialismo para mantener en pie
su castillo de paja:

Il me regarda: « Pas de mais? Allez-y, dites qu‘il n‘est pas permis qu‘un homme soit à ce
point indiffèrent à un autre. On ne vous a pas appris ça? La solidarité avec tout ce qui a
visage humain? La dignité humaine? Le respect de la vie? » (p.171).

Michael no puede responderle porque él no sabe nada de libertad y dignidad. Nunca la ha


experimentado o elegido en condiciones significativas, excepto por Hanna. Todo lo que Michael
sabe sobre los valores humanos lo ha aprendido en el pobre abstracto de la granja humana; nunca
eligió realmente la dignidad, siempre le decían qué era lo digno. Sin embargo, el existencialismo
no pretende extraviarnos dentro de los planteamientos de una conciencia que se entiende relativa
a la percepción. El Conductor pretende estar desligado de toda relación con el hombre, asumir
una vida sin consecuencias ni responsabilidades, sólo otra forma de ocultarse el compromiso;
nada tiene sentido y por eso no le vamos a dar sentido. El Otro, para el existencialista sartreano
no es una cosa indiferente; al contrario, esa es una de las falacias máximas para la ontología
fenomenológica que propone Sartre. El Otro es tan fundamental como el Para-sí para la
constitución de verdades. Yo no existo sin la mirada del Otro, recordemos.

Entonces, el argumento del conductor se extra-limita; vemos que quiere cubrir algo,
también está ocultando algo en su actitud y discurso desafiante. Su supuesta rebeldía de los
constructos del pasado son falsos; un pobre escape. Descubrimos la Mala fe del Conductor
177

cuando este cuenta una historia para justificar su explicaciñn moral. Narra como un ―oficial‖ en
una escena se dispone a dar la orden de fusilamiento de un grupo de judíos: ―Il ne hait pas les
juifs. Il n‘est pas… » (p.172). Y luego Michael lo coloca en situación con una pregunta a quema
ropa: ―- C‘était vous? Vous qui étiez assis sur la corniche et qui…‖ (p.172). El conductor se
enfurece y baja Michael al instante de su vehículo; huye, se fuga, no quiere estar en situación.
Piensa que en un nihilismo mal leído puede ocultarse de la mirada de su conciencia. Aunque los
valores pre-establecidos no puedan juzgar a los hombres, recordemos que para Sartre, los
hombres sí pueden y deben enjuiciar a todos los Otros hombres. Para el existencialista es una
contradicción de toda lógica contemporánea insistir en un individualismo cobarde o una
subjetividad irresponsable para negar la relación necesaria y fundamental con el Otro. Para Sartre
no podemos alegar de una indiferencia hacia el Otro por ser una Nada, al contrario por ser una
Nada estamos en situación; imposibilitados de ser indiferentes frente al Otro:

… toda obra humana se moraliza, todo es un valor: el otro, la distancia de si, la distancia
de ser y la necesaria distancia que caracteriza una ontología, porque esa ontología está
imbuida en el juego de la diferencia ontológica. Consideramos que Sartre (2008) sostiene
su ontología en el obrar: ―Así, el ser de la realidad no es originariamente una sustancia
sino relaciñn vivida‖ (p.776). Si bien no estudia esa realidad en terminología ética, el
hecho de integrar la existencia a un proyecto ambicioso de recuperación del ser en la
tensión ser-nada lo hace apelar a la moral; aquella moral que se hace impulsa y camina,
que recrea y tienta, que llora, sueña, trabaja, descansa, y se elige. (Muñoz, 2015, pp.269-
270).

Ahora, en el capítulo 15 Michael nos comparte, ya en concreto, sus experiencias vividas


durante las visitas que ha realizado de los campos de concentración. En éste, Michael muestra y
agrega mayores detalles al conflicto de su libertad. Nos ofrece unas reflexiones precisas y
puntuales sobre la relación significante de los campos y Hanna. Es un momento muy íntimo de
Michael para con su mundo; tocándolo con sus propias manos y mirándolo con sus propios ojos.
Este capítulo está lleno de descripciones ―sensoriales‖ sobre los caminos, el sol, los árboles, el
cielo, etc., en unos cuantos párrafos se ilustra una aventura existencial completa; una búsqueda
del Ser y el Sentido. Michael en este episodio se presenta buscando activamente un sentido de su
Ser; lastimosamente lo busca en las cosas y ya sabemos, siguiendo al existencialismo sartreano,
178

que el sentido del Ser no está en los objetos sino en las acciones. Michael, para desagrado suyo,
descubrirá dicho principio de su libertad, verá cómo la cosa puede tener un símbolo muy
diferente para cada sujeto independientemente de la historia o de su función:

―Camp de Concentration de Struthof-Natzweiler » (…) C‘aurait pu être une colonie de


vacances où les enfants viennent faire de la luge, et où l‘on allait les appeler dans ces
chalets aux sympathiques fenêtres à petits carreaux pour prendre un chocolat chaud avec
des gâteaux. (p.173).

Nuestro protagonista nos describe su sensación al encontrarse con los « campos de la


muerte »; resulta bastante impresionante el símbolo que adquiere este lugar, tan satanizado por la
sociedad, frente a los ojos de Michael. Al principio del proceso, recordemos, Michael estaba en
la misma sintonía que los Otros de enjuiciar radicalmente a la generación de la guerra, todo lo
nazi era obra del propio hombre sin corazón ni alma. Ahora, su conciencia no sabe qué pensar
frente a lo que está experimentando; por fuera de su rol, dice Sartre, no hay normas o leyes que
indiquen el camino correcto, sólo la conciencia libre puede decidir por ellas:

Je me rappelais ma vaine tentative, à l‘époque, pour me représenter concrètement le camp


plein de monde, les détenus, les gardiens, la souffrance (…) Mais tout cela ne servait à
rien, et j‘eus le sentiment d‘un échec lamentable et honteux. (p.174).

Como podemos observar, Michael no logra sincronizar la materia que se le presenta con
el entrenamiento y programación al que se le ha sometido durante su vida; la fraternidad para con
el Otro. Se le formó para sentir aberración y desprecio inmediato frente a los ataques que
dañasen otro hombre, pero, a pesar de su formación, no puede ni siquiera ponerse en los zapatos
de un prisionero, el abstracto es un ridículo para ese ejercicio; sencillamente no se puede simular
la empatía humana. Cuando trata de poner su conciencia y no se protege en un rol, Michael no
siente realmente mucho, por no decir nada. Comprende, según Sartre, que era su personaje quien
le daba las verdades y le pedía los simulacros de indignación o desprecio. Su conciencia en
esencia es una Nada y ella no tiene una conexión a priori con una situación que no haya
asumido. No se puede sentir una verdadera aberración por una historia contada en papeles; el
holocausto nazi nunca ha sido una realidad para nuestro protagonista; Michael era un chico que
creció en la seguridad de su casa y academia, alejado del mundo real y sin poder de acción. Un
179

hombre que no se asume no tiene verdaderas relaciones con el mundo; él no siente, no podría
porque las cosas no sienten y él se asume como tal; como objeto. Él es un espectador.

Un buen ejemplo de El espectador sería nuestro propio contexto: la gran mayoría de los
colombianos en la actualidad que juegan a la guerra desde el computador y la comodidad de sus
hogares. Nosotros no tenemos la más mínima idea de las implicaciones y sufrimiento que causan
la guerra, sólo repetimos lo que nuestro referente primario nos invita a repetir. Los últimos
fenómenos políticos de la nación colombiana demuestran la facilidad de manipular a las masas;
todos somos espectadores y sin verdadera intervención, nos quedamos en imaginarios y sueños.
La guerra abstracta, así como cualquier situación que se pretenda ocultar en imaginarios la
limitamos a un acto especulativo y dicho acto no es una verdadera acción, no una auténtica para
el existencialista sartreano: ―Cette pudeur n‘était pas due à une authentique émotion, plutôt à mes
réflexions sur la façon dont on devrait se sentir après la visite d‘un camp de concentration.‖
(p.175). Michael esperaba encontrar la razón obvia al desprecio que se siente por los crímenes de
lesa humanidad en el lugar de los hechos y sólo encontró un edificio que podría servir para
vacacionar o como prisión; su relación con el mundo dependía enteramente de él y no de las
imposturas divinas, como lo viene exponiendo nuestro existencialismo sartreano:

Je suis un existant au milieu d‘autres existants (…) Ma position au milieu du monde,


définie par le rapport d‘ustensilité ou d‘adversité des réalités qui m‘entourent à ma propre
facticité, c‘est-à-dire la découverte des dangers que je cours dans le monde, des obstacles
que je peux y rencontrer, des aides qui peuvent m‘être offertes, à la lueur d‘une
néantisation radicale de moi-même et d‘une négation radicale et interne de l‘en-soi,
opérées du point du vue d‘une fin librement posée, voilà ce que nous nommons la
situation. (Sartre, 1943/2010, p.593).

La situación de Michael nunca había estado cerca de la justicia o la guerra, siempre


encerrado en su burbuja no podía percatarse de la realidad humana. La situación de Michael eran
su hogar o la academia, nunca el enfrentamiento a la muerte o la esclavitud. Para nuestro
protagonista el peligro y los obstáculos se los encontraba en una cotidianidad inerte ¿qué podía
saber Michael de justicia y moral? si su situación siempre había sido ir de su casa al colegio y del
colegio a su casa, sin poner en duda o cuestionar este ciclo constante en el que aceptó vivir, sin
180

existir. Michael no siente nada en los campos porque él nunca estuvo en una situación que
asumiera como propia; no acepta su proyecto existencial:

Libertad significa autodeterminación a partir de mi propio proyecto (elección). El hombre


necesita elegirse para ser; esto es un hecho irrevocable sobre el que el hombre no puede
influir porque no depende de su libertad; tiene que aceptarlo como hecho (…) La
inclusión de lo dado en el proyecto determina una función conjunta de ambos factores
que origina una situación muy concreta: la situación sólo existe para aquel ser que goza
de la capacidad de proyectarse hacia sus posibilidades. (Biemel, 1985, pp.128-129).

Michael no encuentra lo que busca en los campos porque su Mala fe sigue presente, en
una forma menos evidente, pero ella palpita entre las palabras de nuestro protagonista; siempre
lo hace. Michael todavía no asimila que su búsqueda no es por una verdad del mundo En-sí, al
contrario, es una búsqueda del Para-sí; una búsqueda de su propia verdad. Sin embargo, él aún
cree que lo que busca es la verdad de las cosas, como si el mundo humano estuviese en la cosa;
Michael cree poder encontrar afuera la razón por la cual todos enjuician a Hanna como un
demonio. Busca en lo externo lo que sabemos, siguiendo a Sartre, se encuentra (se-construye) en
su interior. Michael insiste en negarse su búsqueda auténtica y comprometida del Ser bajo el
embrujo autoimpuesto de una búsqueda ilusoria de verdades absolutas o justicias totales; de
Dios:

À ma première visite, j‘avais parcouru le camp en tous sens jusqu‘à l‘heure de la


fermeture. Ensuite, je m‘étais assis au pied du monument érigé au-dessus du camp, que
j‘étais resté à contempler ainsi d‘en haut. Je sentais en moi un grand vide, comme si après
le contact concret j‘avais cherché non pas à l‘extérieur, mais en moi-même, et avais dû
constater que je ne pouvais rien y trouver. (p.175).

Hermoso párrafo introspectivo, parece un clásico discurso existencial sartreano. Aquí


podemos leer, y sentir, en las palabras de Michael, una buena ilustración de la radicalidad propia
de una conciencia sartreana; somos un Void. Michael siente el vacío de su Ser al no tener
relaciones directas con el mundo, ni para con su situación; la conciencia se pierde en si misma
cuando no está comprometida con el Otro. Nuestro protagonista, siempre sumergido en un
personaje, no tenía forma de conectarse, en concreto, con lo externo; al intentarlo se ve arrollado
por lo solo que se encuentra en dicho proceso. Todos sus valores, son valores inventados y
181

totalmente abstractos; no son más que escenarios ficticios diseñados para darle sustento a su
vida. Michael, en sus propias palabras, es como la estatua que contempla, una cosa que le ha
dado su sentido el mundo ajeno; ésta no puede moverse ni pensar porque son los Otros quienes le
dan su situación; quienes la hicieron y le dan un propósito. Michael petrificado por lo vacío de su
corazón, por su cuerpo de paja y silenciosa voz, no comprende que, siguiendo a Sartre, el alma
de un hombre existe sólo cuando actúa; cuando se agita; cuando se revoluciona. El hombre
solamente existe cuando actúa porque él es su situación; somos los pincelazos, toques, huellas,
brochazos que le imprimimos a la inercia del mundo:

La situation n‘existe qu‘en corrélation avec le dépassement du donné vers une fin (…) La
situation, c‘est le sujet tout entier (il n‘est rien d‘autre que sa situation) et c‘est aussi la
« chose » tout entière (il n’y a jamais rien de plus que les choses). C‘est le sujet éclairant
les choses par dépassement même… (Sartre, 1943/2010, pp.593-594).

Para nuestro autor existencialista sólo existimos en relaciones concretas con las cosas; un
artista no existe sin su obra y vice-versa. Las personas sienten un vacío en su interior no por la
Nada que es el propio Para-sí, como se podría mal interpretar, sino por la simple falta de
acciones concretas en sus vidas; por la lejanía tan aberrante que perciben entre sus ―acciones‖ y
lo que piensan de las mismas; se sienten ajenas a sus elecciones. Las personas, para Sartre, ya
son libres y esa no es la cuestión de la búsqueda existencial, lo que preocupa al Ser es asumirse
como libre. Nos sentimos vacíos o distantes porque nunca, o muy pocas veces, activamos
conscientemente nuestro poder de elección. El vacío pesa es, justamente, por lo libres que somos,
que Michael no siente nada en los campos porque a él, de verdad, no le importan en lo más
mínimo los judíos o su país, o la guerra, o cualquier otro ser humano en el mundo. No está
realmente comprometido con su situación, y por ende con nadie en particular. Él quiere creer que
ésta, su situación, lo rebasa, que es más grande que él y así mantenerse en la resignación; la
inercia. Somos lo que elegimos y frente a esta evidencia Michael se percata que nunca ha elegido
conscientemente sus acciones; es otra cosa la que vive en su lugar. Somos, para el existencialista
sartreano, lo que elegimos Ser:

Sartre no habla de la simple posibilidad de una libertad real, sino de la realidad de ese
posible que privilegia sin cesar la libertad. Y por eso no hay lugar, parece, para hablar de
una libertad ―que no debe realizarse porque es adquirida‖; precisamente ella no es
182

adquirida, ella es, simplemente, y le es necesario realizarse, conquistarse; ella está


comprometida en sí misma; debe comprometerse por sí misma; es elección, y le es
necesario elegirse. (Jeanson, 1968, p.248).

Esa necesidad de elegirse y no permitirle al mundo realizar las elecciones por el Yo es lo


que mortifica a Michael. El En-sí no es la guerra o la justicia, no son los crímenes de lesa
humanidad o la política, no es el En-sí lo que está tratando de comprender Michael, lo que busca
es entender sus elecciones, el Para-sí. Todo el resto de objetos del mundo no es que sean poco
importantes, simplemente tienen el valor que se les da. Michael está angustiado porque las
verdades del mundo no están en el En-sí; al mirar con su conciencia, sin la protección del rol, las
cosas se mostraron opacas, sin sustancia propia en ellas. Atrapado entre el sujeto y el objeto
Michael se desespera al sentir que no puede superar la encrucijada existencial de su situación;
responsabilizarse de sus acciones lo determina y no hacerlo igual. Su futuro no está escrito ni
sellado y él ya lo tenía pactado, un futuro ―asegurado‖; por inercia claro está. En realidad ya se lo
tenían pronosticado:

Mais c‘est intérieurement que j‘étais de plus en plus agité, jusqu‘à me mettre à trembler
de tout mon corps. J‘étais angoissé, mais non comme quand on s‘attend à un évènement
fâcheux, c‘était un état physique (…) et ne sachant pas comment je pourrais me lever le
lendemain matin, refaire le trajet en auto-stop, me remettre à mes études et avoir un jour
un métier, une femme et des enfants. (p.177).

Otra confesión de Michael que ilustra las verdades de la conciencia libre. Una
demostración honesta de las preocupaciones reales al Ser. La responsabilidad de nuestras
acciones es el centro de nuestras preocupaciones. No existen referentes absolutos que sirvan a la
comparación de situaciones diferentes, toda conciencia, siguiendo a Sartre, no vive sino una
única situación: la suya propia. Michael se engaña buscando términos medios a su búsqueda,
utiliza fugas y las cosas para aliviar la angustia de la elección que sólo le compete a él; quien
Ser:

Si le pour-soi n‘est rien d‘autre que sa situation, il suit de là que l‘être-en-situation définit
la réalité-humaine, en rendant compte à la fois de son être-là et de son être-par-delà. La
réalité-humaine est, en effet, l‘être qui est toujours par delà son être-là. Et la situation est
la totalité organisée de l‘être-là interprétée et vécue dans et par l‘être-par-delà (…)
183

L‘esclave dans les chaînes est libre pour les briser; cela signifie que le sens même de ses
chaînes lui apparaîtra à la lumière de la fin qu‘il aura choisie: rester esclave ou risquer le
pis pour s‘affranchir de la servitude. (Sartre, 1943/2010, p.594).

En las palabras de Sartre se encuentra toda la angustia de Michael; un dilema entre


elegirse como esclavo del sistema o como un ser libre sin apoyos. Nuestro protagonista no siente
ninguna conexión con esas verdades pre-fabricadas que le ofrece el mundo pero al mismo
tiempo, siente un vértigo extremo a la aventura de recorrer y construir su propia verdad. La
contradicción del Ser se intensifica al descubrir una libertad que te hace totalmente responsable
de ella y de todas las demás libertades. Michael se siente tratando de mirar en dos direcciones
opuestas en el mismo instante; su lógica se rompe frente a esta exigencia, se asfixia en su propia
libertad:

La filosofía sartreana, al establecer que el individuo se hace tal entre los hombres y que,
precisamente porque todo el mundo fracasa en el intento de una manera u otra,
desaparecen las fronteras entre lo normal y lo anómalo. A la postre, el concepto de
elección alberga el límite en sí mismo. Si lo pudiéramos ser todo a una, o sea el Absoluto,
no tendríamos que elegir, entre ser así o asá, esto o aquello; además, eligiendo A
desechamos B o C, que nunca volverán a estar en nuestro alcance en idénticas
condiciones, porque el tiempo no pasa en balde (…) En consecuencia, elegirme
íntegramente implica no despreciar nada de lo que me constituye. De ningún modo
equivale a aceptarme sumisa ―tal como soy‖; al contrario, mi auténtico handicap estriba
en no ser lo que soy y ser lo que no soy. (Rius, 2005, p. 136-137).

Michael quiere ser como el Absoluto, una plenitud eterna y perfecta. No puede concebir
que su elección es una elección entre posibles, que ella no puede contener toda la verdad del
mundo, que es imperfecta; él no puede concebir ser la flaqueza de la carne, desea ser como esa
estatua en medio del campo de concentración, inmóvil, estático, eterno. Michael, siguiendo
nuestro análisis existencialista, quiere Ser y Estar a la vez; quiere ser eso y aquello; quiere ser A,
B y C, todo al mismo instante. No acepta que sólo puede elegir una entre infinitas opciones y que
dicha elección es la que lo define; No acepta un universo y un Yo que se le escapen
constantemente. Michael duda entre elegir la supuesta plenitud de sus aðos ―felices‖ o la
tormenta pasional desgarradora que sufrió con Hanna:
184

Je voulais à la fois comprendre et condamner le crime d‘Hanna. Mais il était trop horrible
pour cela. Lorsque je tentais de le comprendre, j‘avais le sentiment de ne plus le
condamner comme il méritait effectivement de l‘être. Lorsque je le condamnais comme il
le méritait, il n‘y avait plus de place pour la compréhension. Mais en même temps je
voulais comprendre Hanna; ne pas la comprendre signifiait la trahir une fois de plus. Je
ne m‘en suis pas sorti. Je voulais assumer les deux, la compréhension et la condamnation.
Mais les deux ensembles, cela n‘allait pas. (p.177).

Este es uno de los párrafos más bellos en cuanto a honestidad y, a la vez, Mala fe que
presenta el protagonista de la novela; el enigma de la humanidad condensado en las palabras de
Michael. Un constante predicamento, querer ser todo y sin responsabilidad alguna es la esencia
de la pugna del Para-sí. Ahora, como lo hemos venido repitiendo, romper con toda posibilidad de
fuga es la esencia de la pugna sartreana, demostrar que ningún predicamento es un muro
infranqueable para la conciencia libre, por el contrario, es una especie de rampa para el alma, su
puente hacia otra forma de existencia, una autentica. Dualismo y extremos son las respuestas
simplistas que ofrecen el mundo o el individuo cobarde, ninguna puede satisfacer a la mente-
lenguaje del nuevo siglo. Frente a un futuro tan potente, Michael se siente, o se quiere hacer
sentir, oprimido por sus deseos y por su situación; alega que son contradictorios entre sí y no
pueden convivir dentro de un mismo enunciado. Por esto, bajo nuestro marco teórico, las
palabras de Michael son una honestidad a medias; sigue sin elegir, insiste en negarse, en
pensarse o creerse atrapado por su realidad, insiste es su Mala fe. Él no comprende que toda
situación, justamente, existe para darle sentido al sujeto que la experimenta y vice-versa; el
Hombre hace la situación:

La situation, étant éclairée par des fins qui ne sont elles-mêmes pro-jetées qu‘à partir de
l‘être-là qu‘elles éclairent, se présente comme éminemment concrète. Certes, elle
contient et soutient des structures abstraites et universelles, mais elle doit se comprendre
comme le visage singulier que le monde tourne vers nous, comme notre chance unique et
personnelle (…) Chacun se fait sa propre porte (…) C‘est qu‘en effet la fin n‘éclaire le
donné que parce qu‘elle est choisie comme dépassement de ce donné. Le pour-soi ne
surgit pas avec une fin toute donnée. Mais en « faisant » la situation, il « se fait », et
inversement. (Sartre, 1943/2010, pp.595-596).
185

Como vemos, es la mano de Michael la única que pueda abrir o cerrar sus puertas. Cada
vez el sueño del capítulo 2 de la primera parte toma más significado; es el Hombre quien puede
decidir. A medida que avanzamos en la narración más se descubre el verdadero arrepentimiento
de Michael; la inercia, el automatismo, ser espectador, ser ajeno, distante; casi pasa por la
esterilidad de objeto. El ya reconoció que fue un cobarde con Hanna y se siente terrible al
visualizar cómo, poco a poco, su camino, su propia elección, lo conduce a una segunda traición.
Esa angustia, desde la perspectiva sartreana, es la libertad de Michael tratando de ahorcarse a sí
misma, aceptar a Hanna implica abandonar la ilusoria perfección del ser políticamente correcto.
Nuestro protagonista insiste en no verse al espejo, no quiere verse libre:

… el hecho de que en nuestra existencia entren en juego elementos facticos no contradice


la tesis de la libertad del hombre, puesto que sin ella jamás accederíamos a nuestra propia
facticidad. La libertad con respecto al propio proyecto no sólo consiste en proyectarse
hacia sus posibilidades (…) La libertad, a la hora de realizarse es también limitaciñn; la
elección es seleccionar algo concreto y despreciar lo demás. Por lo tanto, en lugar de
excluirse, libertad y facticidad se complementan. (Biemel, 1985, p.132).

Según leemos, Sartre propone una Nada que se complemente con el Ser; responde a la
paradoja haciéndola necesaria a su sentido y significado. El existencialismo sartreano es una
invitación a nunca parar de remar, suena agotador pero el precio de parar es hundirse en su
propio peso. El hombre es carcelero y prisionero, no por la determinación del mundo o del Otro,
sino por una elección absoluta del sujeto pensante, y por ende actuante. Para el existencialista
sartreano, el Ser siempre se está adaptando, siempre está en búsqueda de la verdad, del momento
romántico. El hombre es ese absurdo que existe a pesar de todas las contradicciones que eso
implica para el universo estático, perfecto y sin errores. Somos la unión de dos imposibles: lo
eterno y el instante; reinvención y adaptación. Somos, como en la física cuántica, principio de
incertidumbre; si se mide la localización de una partícula no se puede medir su velocidad y si se
mide su velocidad no se puede medir su localización; eso somos, pura incertidumbre obligada a
elegir:

… el existencialismo es una apuesta por dar al hombre dignidad, al sacarlo de la


determinación trascendente (teológica, natural, cultural o esencial) y ponerlo en situación
de decidir su ser y su destino. No pretende liberar al hombre de todo deber, pero si de
186

cualquier prescripciñn de deberes, aunque sea el autor de la misma (…) no puede decirse
que persigue la impunidad, sino la máxima responsabilidad, la que se deriva, de nuevo
paradójicamente, de declarar al hombre autor libre de sus acciones. La absoluta libertad
del ser humano, la ausencia de cualquier criterio de evaluación de sus decisiones, es
precisamente la que le convierte en sujeto de una culpa universal. (Bermudo, 2004, p.
141).

En el capítulo 16, La búsqueda existencial de Michael se agudiza a un punto crítico.


Después de tratar de buscar respuestas en las cosas y verse totalmente vacío, nuestro protagonista
intenta otro acercamiento; se va en busca del juez: ―Je suis tout de même allé voir le président du
tribunal. Aller voir Hanna, je n‘en trouvai pas la forcé. Mais ne rien faire, je ne le supportais pas
non plus. » (p179). Presenciamos los giros tan alocados que encuentra la mente de Michael para
explicarse a sí misma la angustia que experimenta. Las contradicciones, que en un primer
momento podríamos atribuir al mundo externo y sus abstracciones, se vuelven una
responsabilidad íntegra de la conciencia una vez nos intentamos cuestionar sobre nuestras
acciones. A cada pregunta sobre el orden y las causas del Ser, llevando el análisis siempre a un
nivel más intenso, se arroja la certeza de nuestra soledad; la conciencia absolutamente dueña de
esa causa y de ese orden. Desesperado por encontrarse siempre a sí mismo a cada tirón que le
hace a su Ser, Michael acude al diálogo. Cabe preguntarse ¿es este acto de Michael un acto de
Buena o Mala fe?

Pourquoi ne trouvai-je pas la forcé d‘aller parler à Hanna? Elle m‘avait quitté, m‘avait
menti, elle n‘avait pas été celle que j‘avais vue en elle, ou imaginée à sa place. Et qui
avais-je été pour elle? Le petit liseur qu‘elle avait utilisé, le petit amant qui lui avait
donné du plaisir? Est-ce que moi aussi elle m‘aurait envoyé à la chambre à gaz si elle
n‘avait pas pu me quitter tout voulant se débarrasser de moi? Pourquoi je ne supportais
pas de ne rien faire ? (…) ce n‘était pas vraiment la justice qui m‘importait. Je ne pouvais
pas me détacher d‘Hanna, telle qu‘elle était ou voulait être. Il fallait que je m‘occupe
d‘elle d‘une façon ou d‘une autre, que j‘aie quelque influence ou quelque effet sur elle,
sinon directement, du moins alors indirectement. (pp.179-180).

En las palabras de nuestro protagonista tenemos la síntesis de nuestro problema


existencial. Ya hemos visto otros momentos donde su mente se enfrenta a la angustia de la
187

elección y aquí tenemos uno de los más ilustrativos de toda la novela. Todo un drama en la
cabeza de Michael, se confiesa que no es una búsqueda moral o ética, tampoco una búsqueda de
justicia o humanismo; es la burda preocupación egocéntrica de la representación del Yo. Michael
sólo se preocupa por él mismo. Después de los diálogos trascendentales que sostuvo con el
Padre-filosofo o el Conductor, se le caen sus máscaras. Ya no puede disfrazarse de justiciero ni
de salvador; eran imaginarios que no se conectaban con la realidad de sus acciones. Al analizar
sus elecciones frente a lo que realmente pasaba en el juicio, no le fue difícil comprender que sus
intereses son meramente personales y egoístas; no está pensando en absolutamente ninguna otra
persona, no se interesa por otras conciencias. Simplemente anhela una tranquilidad donde
trabajar y tener hijos sea la gran empresa.

Michael, en los momentos en que tuvo conversaciones y diálogos reales se vio


totalmente desarmado y sin posibilidades de contrariar. No podía transformar realidad alguna
porque no quiere elegir; no quiere tener responsabilidad de lo que ocurra en el mundo, el puesto
de espectador resultó ser bastante cómodo para la conciencia de Michael que cada vez se muestra
como lo que es; cobarde, de Mala fe. Lo que él quiere es negar su libertad; todas las últimas
líneas son una evidencia de su desesperación y a la vez cobardía. Está aterrado de lo que le
generó la mirada de Hanna y no quiere enfrentarla directamente, no se atreve a dejarse ver; no
quiere elegir y se esconde en todo un discurso de odio y de supuestos. Parecen las palabras de
una persona orgullosa herida en su rol. Michael no sintió nada en los campos porque no eligió
hacerlo, ahora elige huir de la mirada de Hanna. Incluso, a pesar de que la filosofía le pidió
respetar las decisiones de los Otros, Michael prefiere actuar a espaldas de Hanna para
transformarla, según él, a distancia; típico acto de Mala fe. El Ego en su máxima expresión,
totalmente desbordado. Todas las palabras de Michael suenan idéntico al ego-maniaco que
explota de impotencia frente a las preguntas sobre sus actos; se rompe, se quiebra. Michael se
asustó al ver la elección de Hanna, se sintió pequeño frente a tanto despliegue de libertad; él
quiere vivir sin esa carga del existencialismo sartreano. En suma, Michael se ve acorralado y
abrumado por el peso del mundo que se le aparece, su realidad no es jugar a la casita feliz; su
realidad es el enfrentamiento de un mundo conformado por millones de libertades en tensión,
como lo explica nuestro autor existencialista:
188

La responsabilité du pour-soi est accablante, puisqu‘il est celui par qui il se fait qu‘il y ait
un monde; et, puisqu‘il est aussi celui qui se fait être, quelle que soit donc la situation où
il se trouve, le pour-soi doit assumer entièrement cette situation avec son coefficient
d‘adversité propre, fût-il insoutenable; il doit l‘assumer avec la conscience orgueilleuse
d‘en être l‘auteur, car les pires inconvénients ou les pires menaces qui risquent d‘atteindre
ma personne n‘ont de sens que par mon projet; et c‘est sur le fond de l‘engagement que je
suis qu‘ils paraissent. Il est donc insensé de songer à se plaindre, puisque rien d‘étranger
n‘a décidé de ce que nous ressentons, de ce que nous vivons ou de ce que nous sommes.
(Sartre, 1943/2010, p.598).

Como vemos, no tendría sentido rehusar-se el peso del mundo; inútil de reducirnos a
víctimas o espectadores, para Sartre, hacerse el de la vista gorda es de los actos más grotescos,
porque somos siempre conscientes de nuestros actos, sabemos perfectamente lo que estamos
haciendo. Sin embargo, nos esforzamos en hacernos los ciegos, ya hemos visto, observado y
experimentado, nos conectamos y nos comprometimos, y aun así logramos hacernos, sentirnos
los ajenos o los presos, nos llevamos al extremo de la gimnasia mental para no aceptar que
hacemos parte activa, que nuestros actos podrían hacer la diferencia. Nada puede salvar a
Michael de sus actos y él es incapaz de entenderlo, se quiere refugiar en la ―anestesia‖ de la Mala
fe; él solo quiere ver la película de su vida. Para Sartre, esconderse resulta el acto más
desesperado; somos libres y este hecho es el origen del Ser; somos libres y es eso lo que nos hace
ser; tratar de despreciar la libertad es como tratar de mutilarse así mismo:

El para-sí es el origen de la libertad y es la libertad en sí misma. La pura incondicionada


libertad de conciencia es asumida para ser la base de la libertad humana. El hombre se
hace responsable de sus elecciones, decisiones y acciones. El ser de las cosas aparece en
relación a la existencia de la conciencia, al modo en que las cosas son entendidas,
interpretadas, valoradas, etc., relativas al proyecto intencional de la conciencia dinámica
del hombre o ―humana realidad‖. El significado de las cosas sñlo puede ser aprehendido
por la conciencia. El en-sí es independiente de la conciencia. (Valdés, 2009, p.28).

El hombre puede elegir gracias a su conciencia; el hombre es su acción. Siguiendo a


Sartre, se hace bastante evidente la diferencia entre el espíritu de Hanna y el espíritu de Michael;
Hanna es la pura libertad sartreana y Michael es de los casos más criticados y citados por Sartre
189

de Mala fe; Michael quiere ser un Espíritu de seriedad. Anhela la falsa serenidad de la nada
imperturbable. Cree que los aðos ―felices‖, que se comprimieron en un pequeðo párrafo, pueden
ser más valiosos para su Ser que las 180 páginas de poesía, recorridas hasta ahora, producto de
su encuentro con Hanna; no cree que Hanna es libertad. Es a ella, a la Hanna-libre, a quien le
tiene tanto pavor, se sobre entiende en sus palabras, él le huye a la elección; convierte a Hanna
en el avatar de sus decisiones, en el verdadero espejo, en una obligación a trascender. El capítulo
16 termina con la descripción que Michael nos brinda sobre su reunión con el presidente de la
corte. Interesante es que no hay diálogo, no se muestra un intercambio de argumentos como en
episodios pasados. La reunión con el presidente es descrita de tal forma que nunca se especifica
lo que hablaron. Básicamente porque no se dijeron nada:

Je répondis à toutes ses questions. Puis je l‘écoutai me raconter ses études et son examen.
Il avait tout fait comme il faut (…) Il était heureux d‘être juriste et d‘être juge, et s‘il avait
dû recommencer ce qu‘il avait fait, il aurait refait pareil. (p.181).

Todos los días estos Espíritus de seriedad se miran al espejo y se dicen a sí mismos que
son felices, que toda su existencia tiene lógica y sentido, que todo el mundo está en orden bajo
las condiciones de su rol, que el mundo está progresando y vamos en el rumbo correcto, que las
cosas que están sucediendo suceden por un orden apropiado a las acciones de fuerzas por encima
del sujeto; todas la mañanas el sujeto acomodado en su pequeño paraíso artificial de dos metros
cuadrados se lleva al extremo de la autoflagelación y deja pudrir su libertad en un rincón de su
chiquero.

En las últimas páginas del capítulo 16 no hay diálogo, sólo silencio. Es una escena de un
niño asustado escuchando a un cerdo hablar de imaginarios e ilusiones; es la escena del cordero
que visita la misa. Sólo tenemos las palabras de Michael describiendo lo que pasaba, un
presidente que no deja de hablar de sí mismo y de sí mismo; todo su discurso gira entorno a su
personaje y las cualidades que lo conforman. Entregado totalmente al papel ya no hay hombre
que hable en ese cuarto, se escucha un parloteo vacío y desagradable, típico de las caricaturas del
poder. En las últimas páginas de nuestro capitulo tenemos un infante que no quiere ser dueño de
su mundo, no acepta la situación como suya; tiene asco de sí mismo y va en búsqueda del
sacerdote que lo guie. Para Michael-cosa, lo que representa el amante apasionado y libre le
190

repugna y lo desprecia; aborrece no representar para el mundo un amor pre-fabricado; Michael-


cosa no quiere ser Michael:

Ce qui m‘arrive m‘arrive par moi et je ne saurais ni m‘en affecter ni me révolter ni m‘y
résigner. D‘ailleurs, tout ce qui m‘arrive est mien; il faut entendre par là, tout d‘abord,
que je suis toujours à la hauteur de ce qui m‘arrive, en tant qu‘homme, car ce qui arrive à
un homme par d‘autres hommes et par lui-même ne saurait être qu‘humain (…) la
situation est mienne en outre parce qu‘elle est l‘image de mon libre choix de moi-même
et tout ce qu‘elle me présente est mien en ce que cela me représente et me symbolise.
(Sartre, 1943/2010, pp.598-599).

Lo que nos viene diciendo nuestro autor es bastante literal y fácil de entender; somos
nuestros actos y responsables enteramente de ellos. Ahora, dicha responsabilidad no resulta tan
sencilla de llevar a la práctica o si quiera integrarla en las acciones más cotidianas. Sartre
propone una teoría muy radical para el espíritu que goza de la comodidad material o intelectual y
tanto más para el espíritu en situaciones complejas o de circunstancias adversas. Quiere llevar a
los hombres a la acción, incitarlos al movimiento, con más agitación si se trata de cadenas muy
pesadas; el hombre libre, para Sartre, es aquel que vuela entre la tormenta, no quien pretende
navegar en aguas mansas. El futuro está lejos de ser alcanzado y los hombres-cosas demasiado
cómodos en la porquería corpulenta que acumulan: Ego. El existencialismo sartreano sacrifica lo
impropio del hombre, la cosa, para revitalizar lo fundamental del mismo: ser Hombre, ser
Humano:

En nombre del ser hemos negado un ser. Lo hicimos para magnificarlo y prolongar esa
ausencia que integra y se integra sin arrancar su necesidad. Es más, esta biografía del
hombre inesencial es también el río de Heráclito, donde las fuerzas se contraponen; un
río donde a veces la nostalgia obnubila la mirada, el abandono, la impotencia y la
responsabilidad de haber sido arrojados a la existencia. Hemos sido arrojados para buscar
el camino de regreso. Nuestra mitad de ser obrados es tan importante como nuestra
mitad-suelo. La nada moraliza porque trata de no evadir. La nada es auténtica porque
sabe de su responsabilidad con ella y con la humanidad. Carga con el peso del ser como
siempre posibles de las intenciones. Construye mundo ensayando a ser, construye mundo
para no olvidar que es también el artífice de lo inacabado. (Muñoz, 2015, p.270).
191

El capítulo 16 cierra con una sentencia que combina los sentimientos más opuestos.
Michael se abandona a la anestesia de la Mala fe. Nuestro protagonista, como muchos de
nosotros, se deja llevar por la corriente de la masa. Prefiere desaparecer entre los paradigmas
seguros del hombre-cosa que asumir cada relámpago que produce el latir de su corazón. Michael
entrega su cuerpo a la sociedad a cambio de una tranquilidad ilusoria; con carro, casa y beca,
lejos de la revolución del Ser. Michael prefiere quedarse en el huevo, tal vez abrir una pequeña
fisura y mirar por el pequeño roto:

Je sentais que l‘anesthésie sous laquelle j‘étais en suivant les atrocités du procès se portait
sur mes sentiments et mes idées de dernières semaines. Je ne dirais pas que j‘en étais
heureux, ce serait beaucoup dire. Mais je sentais que c‘était ce qu‘il fallait. Que cela me
permettrait de réintégrer ma vie quotidienne et d‘y continuer à vivre. (p.182).

Terminamos el apartado de Compromiso con el análisis del capítulo 17 donde se da el


veredicto definitivo al proceso de Hanna; finalmente termina este juicio de Mala fe.
Concluiremos la exposición de las ideas sartreanas sobre la relación entre la libertad y la
responsabilidad; explicaremos cómo la libertad no tiene nada que ver con un estado judicial o
social, el existencialista sartreano no es un cordero de Dios, al contrario, es un orgulloso Ser con
un verdadero libre albedrío.

Nuestro capítulo 17 son sólo dos páginas, un resumen de todo la segunda parte de nuestra
novela El lector; en estas dos páginas se sintetiza todo el proceso de Mala fe que vivimos con
Hanna. El veredicto ya estaba definido desde el primer día del juicio; las actitudes y discursos de
los diferentes participantes ya tenían un guion fuertemente interiorizado, los sentimientos y
emociones ya estaban programados. En dos páginas Michael nos repite lo que viene describiendo
desde el inicio de este proceso, todo era un montaje, una escenificación, una comedia, una
pantomima. El pequeño párrafo que ilustra el día final del juicio dibuja la típica escena cliché de
película americana sobre abogados; la supuesta indignación de las masas, los murmullos de los
presentes, las miradas acusadoras, los ataques a los acusados, el orden relacionado con los
jueces, etc., ya tenemos hasta un esquema mental al cual acudir para imaginarnos el momento de
Hanna, así nunca en nuestras vidas hayamos tocado un palacio de justicia. Sin embargo, ya
hemos analizado suficiente las puestas en escenas que realizan los payasos, entonces nos
preocuparemos por analizar la elección de Hanna, cuando sacrifica su libertad material para
192

aceptar su humanidad: ―C‘est en juin que le verdict fut prononcé. Hanna fut condamnée à la
détention à perpétuité. Les autres à diverses peines d‘emprisonnement. » (p.183). Tenemos una
Hanna que acepta sus pecados y los hace suyos, no los esconde ni los trata de opacar, no más;
desea Ser y no darle su elección a un Dios falso, independientemente de la forma en que se
presente y el poder que aparente, ninguna cosa es suficiente para quitarle al Hombre su
humanidad:

Totalement libre, indiscernable de la période dont j‘ai choisi d‘être le sens, aussi
profondément responsable de la guerre que si je l‘avais moi-même déclarée, ne pouvait
rien vivre sans l‘intégrer à ma situation, m‘y engager tout entier et la marquer de mon
sceau, je dois être sans remords ni regrets comme je suis sans excuse, car, dès l‘instant de
mon surgissement à l‘être, je porte le poids du monde à moi tout seul, sans que rien ni
personne ne puisse l‘alléger. (Sartre, 1943/2010, p.600).

Efectivamente, como lo expresa Sartre, Hanna aceptó, al aceptar su libertad, el peso de la


guerra y todas sus atrocidades como suyo. A diferencia de todos los Otros personajes que se
presentaron, hasta el momento en la novela, Hanna decide parar su fuga, dejar de huirle a sus
responsabilidades; vivir toda la vida ―anestesiada‖ es la verdadera condena. Ser un hombre-cosa
es la verdadera cárcel del Ser; la gran pesadilla de la libertad no es el supuesto encierro material
sino la negación autoimpuesta de elegir. El verdadero martirio de un hombre es ver el odio que
siente por sí mismo. El infierno no es un lugar de fuego y ácido, es el mundo cotidiano y distante
al que los hombres-cosa se esclavizan por su propia voluntad, bajo su propia y única elección. El
existencialista no se abandona a este infierno o trata de negarlo, a la inversa, lo conquista, se
lanza a la batalla y comprende que él Es su batalla. El existencialista descubre que no hay nada
ganado de antemano en la historia de las ideas; somos Sísifo obligados a re-pensar
constantemente nuestro mundo; no hay cabida para nociones de progreso, la sabiduría no es
acumulativa, ningún filósofo fue mejor que Platón porque se dio el lujo de filosofar sobre sus
hombros:

A pesar de la confusión que permanece en esa decisión del ser uno mismo, a pesar de la
oscuridad de la reconstrucción sartreana de la subjetividad, es difícil no reconocer la
grandeza del hombre sartreano, liberado de toda esencia a realizar pero asumiendo el
carácter inevitable y ejemplar de su compromiso, de su toma de posición; es decir,
193

eludiendo la tentación de impunidad oculta tras el sujeto liberal y asumiendo la


corresponsabilidad del mal del mundo (…) Hay algo sublime en su idea de que el
hombre, precisamente por ser libre, por haber sido arrojado a la existencia sin deber que
cumplir, precisamente por eso es ontológicamente responsable de la humanidad en todas
sus acciones (…) Sartre parece decir: tú decides entre darte un proyecto, un ser, o
permitir que otros te lo impongan. Lo único cierto es que no puedes ser neutral, que no
puedes ser inocente. (Bermudo, 2004, pp.146-147).

Todos en el juicio de Hanna querían ocultarse la verdad; todos eran tan o más culpables
que Hanna por los horrores de su sociedad. Pero nadie quería aceptarse libre, es preferible recibir
el proyecto impuesto que asumir uno propio, la carga de asumirse aparenta ser muy pesada.
Todos en el juicio son como Michael, piensan, se emocionan, sueñan y contemplan, y eso es
todo; no hay acciones, luego viene la anestesia a cumplir su papel, llega la hora de comer y
dormir y se acaban las crisis. Cuando tratan de elegir se destruye el performance, se ven
desnudos, una vergüenza intensa se apodera de ellos y quedan anulados en su miedo. Todos se
transforman en una Hanna pasiva contemplando el horror de su inercia; todos son como esa
Hanna en frente de una iglesia en llamas, metidos en lo más profundo de sí mismos para no verse
al espejo. Que ironía, ahora es Hanna quien está encerrada en un edificio en llamas y todos la
contemplan quemarse, de hecho, hacen una fiesta; es el símbolo de la justicia divina que
balancea el karma del mundo. Pero Hanna sintió el llamado de su libertad, ella experimentó el
extremo del automatismo y la inmensa pasión del amor; entonces ella hace su elección. Se elige
como mujer que puede amar y odiar, por ella y a través de ella:

Elle portait un tailleur noir et un corsage blanc, et la coupe de tailleur et la cravate sur le
corsage faisaient qu‘elle avait l‘air d‘être en uniforme. Je n‘ai jamais vu l‘uniforme des
femmes qui travaillaient pour les SS, mais j‘eus l‘impression, et tout le public avec moi,
d‘avoir devant les yeux cet uniforme, et la femme qui avait travaillé pour les SS et fait
tout ce dont Hanna était accusée. (p.184).

Como vemos, Hanna no deja que sus remordimientos sean una excusa, se apropia de su
pasado para reivindicarlo y a todos los hombres al mismo tiempo. El amor que experimentó con
Michael le imposibilita ponerse al nivel de perro faldero, de gusano rastrero. Acepta toda su
humanidad, toda, sin renegar ni rechazar nada de ella. Ella es lo opuesto a Michael, demuestra la
194

gran diferencia entre una acción auténtica y una acción cobarde; ella muestra su cara. Es Hanna
quien siempre produce la poesía en nuestra historia, es quien logra incitar a Michael a su
búsqueda existencial, sin Hanna, Michael no se hubiese aventurado a tratar de trascender su rol
de joven estudiante con futura familia nuclear y trabajo respetado por su comunidad. Hanna es la
libertad sartreana, ella es nuestro avatar sartreano, un ser, en este caso mujer, que se asume
entera y al mismo tiempo asume toda la humanidad. Hanna es el verdadero ejemplo de Ser
humano, siguiendo a Sartre, Hanna es quien rompió sus cadenas, su esclavitud no eran definidas
por una reja o un muro, ella era víctima de sí misma; Hanna destruye a Hanna-cosa para ser
Hanna-libre; acepta su uniforme y su antiguo trabajo para destruir dicha ilusoria esencia. Todos
en el juicio creen que están salvando su conciencia al participar del ritual; para su agonía, era
todo lo contrario, estaban reforzando su infierno; sólo Hanna encontró la salvación, contrariando
el supuesto sentido común, Hanna es la única que se salva de la inexistencia:

Celui qui réalise dans l‘angoisse sa condition d‘être jeté dans une responsabilité qui se
retourne jusque sur son délaissement n‘a plus ni remords, ni regret, ni excuse; il n‘est plus
qu‘une liberté qui se découvre parfaitement elle-même et dont l‘être réside en cette
découverte même. (Sartre, 1943/2010, p.601).

Como se lee en nuestro autor, podemos afirmar que Hanna se dio a la experiencia
auténtica de su libertad adueñándose de sus remordimientos, angustia y excusas. Hanna acepta su
Ser como lo último, la síntesis, el aplazamiento, esa idea de un Dios que el existencialismo
sartreano recoge con el único fin de elevar el proyecto humano a la esfera de síntesis. A Sartre-
Hanna no le interesa la inútil pasión del hombre sino la trascendencia de sus pasiones inútiles. Lo
importante para Hanna-Sartre es lanzarse en medio de la noche, sola, comprometida, responsable
y ausente. Hanna-Sartre nos demuestra que el hombre o boceto de hombre jamás podrá
adueñarse del Ser, nos demuestra que somos la aventura del Ser debatiendo y debatiendo para ser
libre y seguirlo siendo. Sólo un ser libre por esencia puede intentar liberarse. El existencialista
sartreano tiene el reto de des-hacerse, des-crearse para re-hacerse, re-crearse; inventarse:

La ambigüedad de la realidad humana tiene necesidad de ser definida en su esencia antes


de ser descrita en sus manifestaciones; es lo que hace necesario el pasaje por la ontología.
Sin esta última, se arriesga, en efecto, a concebir esa ambigüedad sólo como coexistencia
en el hombre de cierta sujeción a las motivaciones del mundo y de una libertad que se
195

refuerza en sobrepasar esas motivaciones. Pero entonces las motivaciones se tornan


causas, y la libertad deviene inoperante. Comprender la situación no es nada si ello no
significa estar en condiciones de hacerla aparecer diferente, esto es, restituirla al origen
de lo que ella es. Y es claro que ese poder no podría estar en continuidad con un
compromiso sufrido. Vivir no es sufrir su situación; es aceptar sufrirla. (Jeanson, 1968,
p.251).

Entendemos después de todo lo dicho y bajo el marco teórico de la teoría sartreana por
qué el título de nuestro capítulo 2: Un juicio de Mala fe. Sólo Hanna dio ejemplo de una libertad
comprometida, mostró la anti-tesis ideal de la fuga, la cobardía, el infantilismo, del egoísmo,
propios de una libertad incapaz de asumirse como responsable de sí y los demás. Hanna se
mostró como la contraparte de Michael, vimos a nuestro protagonista escondido siempre, en las
sombras, esquivando la mirada de la Otra conciencia, atraído por Espíritus serios y asustado por
los diálogos trascendentales; vimos perfectos ejemplos de los paradigmas que constituyen el Ser
y el falso Ser.

Hanna entiende que nunca existió el Edén, en cambio, Michael se prostituye a la promesa
de un lugar ―seguro‖. Él sñlo estaba interesado en recuperar su falso paraíso donde nada le
interrogaba sus acciones, al contrario, se las reafirmaban, celebraban, enaltecían. Michael sintió
pánico al tener que hacerse a sí mismo proyectándose sobre sí; el no creaba lo dado pero le
confería sentido, no con su imaginación, sino con su acción, con su proyecto; y eso le aterró.
Todo lo que le había dicho cómo existir resultaban ser preguntas y no respuestas; y eso le aterró.
Ni los datos objetivos, ni la facticidad contenida en el pasado, ni la existencia de los Otros
anulaban la libertad de Michael; y eso le aterró. Michael era responsable del mundo en el que
vivía y de su propia existencia; y eso le aterró. Dependía de Michael y de su actitud con respecto
a las cosas como se le aparecían y como le afectaban; y eso lo aterró. Él quería vivir en la
pasividad, ser un conformista, pero su enfrentamiento a Otra conciencia lo llevó a posicionarse
frente a las cosas y evidenciar que los acontecimientos dependían de su libre proyecto; y eso le
aterró. Después de buscar alivio en los grandes Espíritus de seriedad y verse solo, vacío,
abandonado, comprometido; eso le aterró. Incluso el juicio de Hanna sólo tenía sentido en la
historia por sus acciones; y eso lo mortificó. Al final de nuestro capitulo tenemos a un morboso
que se hace pasar por Michael, idéntico a todos los Otros de la audiencia; hombres-cosa que no
196

pueden tener empatía alguna con otra forma de conciencia, encerrados en la cárcel más poderosa
de todo el universo humano; ellos mismos:

La lecture dura plusieurs heures. Lorsque l‘audience fut levée et qu‘on emmena les
accusées, j‘attendis de voir si Hanna me regarderait. J‘étais à la place que j‘avais toujours
occupée. Mais elle regarda droit devant elle sans rien voir. Un regard hautain, blessé,
perdu et infiniment las. Un regard qui ne veut rien voir ni personne. (p.184).

Así termina el segundo episodio de nuestra novela-foco, con un perfecto ejemplo de la


elevación del espíritu sartreano por encima de las estatuas inertes sujetas al lodo. Los individuos
que serán el ejemplo del mañana se alzan como el fénix, desde sus cenizas, para mostrar la
potencia de la elección de los hombres; son los rompe-cadenas, son los hombres dignos. Hanna
deja la isla materna y estéril para el nivel de su conciencia y libertad; se lanza en la azarosa
aventura de darse un nombre, o en mejores términos, darle un sentido propio a su nombre. En
suma, somos individuos universales. Donde hay verdades se comparte un tiempo y un espacio
universal. Hanna-libertad depende de ese pequeño movimiento que transformó su Ser totalmente
condicionado en una conciencia que puede elegir qué tantas letras seguir. Hanna demuestra que
lo universal no es una entidad abstracta que posee los cuerpos de los hombres, sino el resultado
renovado de sus acciones libremente elegidas. Hanna es lo que posibilita el a priori de su propia
libertad; Hanna es quien precede a la esencia. Hanna se entrega a una libertad prorrogada
apoyándose en su facticidad y sin rehuir lo que le vienen dado; esa es su libertad y no da para
muchas alegrías pero sí para grandes aventuras: Para Sartre existimos en libertad condicional.

En la historia de la filosofía no hay tantos monstruos. Y éste, al menos, tiene la


particularidad de ser el más radical de los pensadores de la libertad, tiene el mérito de
haber producido el pensamiento contemporáneo que ha llevado más lejos, hasta el
vértigo, hasta lo absurdo, la hipótesis de la libertad. Los otros antihumanistas. Los que
vendrán después de él y pretenderán superarlo, tropezarán con esta hipótesis como su
impensado necesario. Si él hace una filosofía de la libertad es porque no es humanista,
porque he refutado la idea misma de esencia del hombre. Eso es lo que, en el fondo, me
parece más valioso de Sartre. (Lévy, 2001, p.271).
197

6.3. LIBERTAD CONDICIONAL

Nuestro tercer capítulo comprende el análisis de una posible praxis que sustenta el sistema
filosófico de nuestro autor existencialista Jean Paul Sartre. En el primer capítulo estudiamos las
principales categorías de la teoría en cuestión y en el segundo capítulo aprendimos cómo el
existencialismo argumenta la libertad absoluta de elección propia del Hombre; ahora,
investigaremos cómo poner en práctica el compromiso sartreano. Mostrar que la realidad
humana está constantemente comprometida en el impulso de un proyecto libre y fundamental no
basta; nos es necesario aún determinar qué tipo de relaciones están disponibles para una
conciencia que se compromete con un fin elegido. Al final de nuestro segundo capítulo, llegamos
a la conclusión de que Hanna representaba el espíritu sartreano totalmente comprometido con su
libertad y Michael representaba la Mala fe. Ahora, trataremos de reforzar dicha conclusión
examinando la vida de la mujer que eligió expresar su libertad en la cárcel y del hombre que se
esconde, que se fugó, que no se siente libre, a pesar de estar en las ―calles‖. Entonces, usaremos
la tercera parte de nuestra novela-foco El lector, dividida en 12 capítulos; donde Michael tendrá
su último encuentro con la literatura, con la libertad; una oportunidad de compromiso. En esta
última parte de la novela, Michael nos relata los acontecimientos posteriores al juicio de Hanna;
el cómo vivir un proyecto de hombre-cotidiano no fue suficiente para esconderlo de sus
responsabilidades; el cómo el artificio al que se entregó no pudo protegerlo del fuego de la
libertad que Hanna le mostró, le compartió. Nuestro protagonista no siente, ni experimenta,
trascendencia alguna en su familia, profesión o momento histórico, sólo cuando vuelve a leer
para Hanna es que vuelve a vivir, nos vuelve a escribir. El hombre sartreano es su obra, es su
elección; no somos el resultado de complejos o de un inconsciente, no estamos encadenados a
fuerzas oscuras; somos lucidez, trasparencia, indomables, trasformación y evolución. Pero ahora
¿Cómo identificar con precisión la cualidad de la relación que se da entre el hombre y su obra,
entre su acción y su elección? Para responder a esto dividiremos nuestro capítulo en tres
apartados: Psicoanálisis existencialista, Literatura comprometida y El existencialismo es
más que un humanismo.
198

6.3.1. Psicoanálisis existencialista

En este apartado examinaremos la metodología psicoanalítica propuesta por Sartre,


específicamente, al final de su libro El ser y la nada: El psicoanálisis existencialista. Esta especie
de hermenéutica ofrece al hombre una herramienta que le permite salir de su inmanencia para
estudiarse a sí mismo y a los Otros, sin encerrarlo en ninguna esencia o fundamentalismo. Para
Sartre, es a partir del proyecto original que se podría explicar cada uno de los comportamientos
del hombre y a partir del cual se podría organizar un marco teórico humanista; la elección es
fundamental e irreductible, en ella está la exigencia de construir un sentido. Por esto, lo que
propone Sartre es un análisis constructivo y no un análisis determinista; propone un enfoque que
insiste en lo individual, lo consiente y lo total del ser humano al fundamentarse en el postulado
de un Ser absolutamente libre. Entonces, utilizaremos los primeros cuatro capítulos de la tercera
parte de nuestra novela-foco, donde Michael describe su desesperación frente a una cotidianidad
que no es capaz de anestesiarlo como él quisiera; para estudiar propiamente los objetivos,
principios y metodología del psicoanálisis existencialista sartreano.

El capítulo uno es la reflexión que sostiene Michael frente a sus últimos años de universidad
vividos. Esta reflexión es particular ya que no habla de grandes aventuras o encuentros
trascendentales, sino de la lejanía que Michael experimenta para con su mundo, sus acciones y
contactos humanos:

L‘été qui suivit le procès, je le passai dans la salle de lecture de la bibliothèque de


l‘université (…) Je travaillais de façon si obsessionnelle et si exclusive que les sentiments
et les idées que le procès avait anesthésiés le restaient. Je fuyais les contacts. Je quittai la
maison et pris une chambre. (p.187).

Podemos observar que la anestesia no es suficiente para que Michael disfrute a plenitud
de su aventura académica y profesional. Ser cosa ya no basta, a diferencia de los Otros, como
aquellos que participaron en el juicio de Hanna, él había descubierto su libertad en un contacto
directo con el espejo sartreano: Hanna. A diferencia del ―resto‖, Michael había experimentado un
amor intenso que lo llevó a traspasar fuertes limitantes culturales y del lenguaje, propios de su
contexto; se hizo cargo de su pasión y asumió su situación. Michael ya había sentido la potencia
creadora del hombre, con sus manos había robado y con su boca había mentido por un amor.
Mostró, demostró, que no estaba limitado por las esencias o programación psicorígida a la que
199

había sido sometido. Él ya sabía, ya había sentido, lo que era Ser; lo que significaba ser libre. Sin
embargo, continúa con su intento de fuga, de esconderse, de seguir dopándose. Entonces,
Michael vive arrastrado en un limbo; no puede conectarse con nada ni con nadie, aunque lo
desea intensamente, porque con quien se conectó íntegramente, él ha decidido rechazarle su
libertad y, por ende, su capacidad de amar, de Ser. Michael se amputó la empatía para con los
Otros al enterrar, o tratar, su elección de Hanna. Esta elección es justamente la que interesa tanto
a Michael como a Sartre: la elección original. Entender la verdad de nuestros fines ilumina la
naturaleza que hemos construido a nuestras causas. Para el existencialismo sartreano, no hay
lugares ocultos de la conciencia para la conciencia; somos los dueños de nuestro destino, no hay
grandes fuerzas detrás del telón moviendo el guion de nuestra historia, cada palabra es nuestra
elección, cada acto es nuestra elección; no somos nuestros fantasmas, los hacemos:

Gardons-nous donc de considérer les désirs comme de petites entités psychiques habitant
la conscience: ils sont la conscience elle-même dans sa structure originelle pro-jective et
transcendante, en tant qu‘elle est par principe conscience de quelque chose. (Sartre,
1943/2010, p.602).

Como vemos, nuestro autor existencialista tratará de esbozar una metodología que sea
afín con su radical forma de proponer una conciencia sin restricciones. Inclusive, tratará de ir en
contra de uno de los principios más fuertes de la psicología de su tiempo, y tal vez todavía del
nuestro: el inconsciente de Freud; una forma de esencia o escape que Sartre no se puede permitir.
Todo nuestro primer capítulo de análisis fue demostrar cómo la imaginación del hombre estaba
totalmente bajo su dominio y control; hasta sus ensueños o momentos de poca lucidez son
también elecciones conscientes. Sartre propone un análisis digno de las exigencias de su época;
un método que sin basarse en esencias pueda generar un juicio de Verdad. Así lo explica Mónica
Marcela Jaramillo-Mahut en su artículo Psicoanálisis existencial de los “sujetos de alquitrán”:

… el psicoanálisis existencial es un psicoanálisis de las cualidades; de la negaciñn de su


pretendida naturaleza y de su carácter de propiedad, de sustancia o de atributo. No es,
pues, una arqueología psicológica de los elementos, ni una fenomenología de la
imaginación creadora (…) no analiza las cualidades alimentarias de lo crudo y de lo
cocido para descifrar el significado de los mitos, sino, por el contrario, para desmitificar
200

(o, más bien, desideologizar) sus representaciones, imaginarios y valoraciones subjetivas.


(2009, p.548).

Efectivamente, es esto lo que nos permite y se permite Michael a través de nosotros en


sinergia con su obra, con su libro, con sus reflexiones. Necesitamos del Otro para la
trascendencia, para el diálogo; para poder analizarnos como lo haría Otro necesitamos, por
principio, del Otro. Para esto bailamos con el Otro, para eso hacemos literatura; desde un diario
hasta la novela, estas obras son procesos donde se rompen los límites del tiempo y el espacio
como se entienden en la modernidad; se habla con el Yo del futuro y este habla con el Yo del
pasado; nunca somos el mismo, aun así podemos tener una conexión entre todas nuestras facetas.
Eso es estar comprometido, no pretender vivir en un éxtasis, por el contrario, vivir siempre
orgulloso para con nuestras elecciones; vivir conscientes de que estas fueron tomadas por nuestra
mano que escribe y no otra.

Michael perdido en su limbo, está envuelto en su propio cuento de hadas del cual no
quiere salir, ver más allá de su nariz; no puede, ni desea, preocuparse por el Otro. Ello, porque no
tiene cómo comunicarse; se encuentra mudo, sordo y ciego. Grandes eventos sociales tienen
lugar en el mundo de Michael, por ejemplo, se está dando el Movimiento estudiantil del 68,
momento que podríamos pensar resultaría importante para su formación como persona,
lastimosamente parece no importarle nada; todo parece ser efímero y sin consistencia, una simple
película. Michael trata de mantener a toda costa su estado catatónico, sin embargo, este se le
escurre entre los dedos; se le evidencia su conexión con el mundo cuando trata de escaparle, lo
alcanza hasta en las mismas montañas:

Je planais. J‘eus ensuite une très forte fièvre et je fus hospitalisé. Lorsque je ressortis de
l‘hôpital, l‘anesthésie avait disparu. Toutes les questions, les angoisses, les accusations et
les reproches, toute l‘horreur et toute la douleur qui s‘étaient déclarés pendant le procès et
avaient aussitôt été anesthésiés étaient de nouveau là, et restèrent là. J‘ignore quel
diagnostic posent les médecins quand quelqu‘un n‘a pas froid alors qu‘il devrait. Mon
diagnostic à moi, c‘est qu‘il fallait que l‘anesthésie s‘emparât physiquement de moi avant
de me lâcher, avant que je puisse m‘en débarrasser. (p.188).

Aquí, en las palabras de Michael, podemos visualizar una confesión, bastante ilustrativa,
de la conciencia de Mala fe sartreana expresando, con honestidad, cómo funciona la droga de la
201

fuga existencial. Nos muestra un hombre de carne y hueso que no puede esconder su elección en
la falsa fuerza de las cosas. El tratar de ocultar a quienes amamos u odiamos es un intento
desesperado de fugarnos de/a quienes somos. Siguiendo a Sartre, podemos decir que Michael se
siente, se convierte en un fantasma al negarse su único momento de libertad; al fugarse de sus
elecciones. La verdadera cobardía, para Sartre, es la que se expresa al negarnos la elección hecha
con nuestro puño. Sentiremos una inconsistencia en nuestro proyecto si no somos capaces de
aceptarnos libres en todos nuestros momentos; o somos humanos siempre o nunca lo somos. Para
el existencialismo sartreano los hombres no se constituyen de momentos dispares entre un
inconsciente cualquiera y explosiones de libertad súper-humanas; somos elección, comprometida
de manera cínica o autentica, pero siempre somos una elección. Por esto, el psicoanálisis
existencialista estudia las elecciones hechas de forma individual, las que se asumen por el propio
sujeto y no se dejan reposar en falsos abstractos o determinismos:

Il s‘agit au contraire de retrouver, sous des aspects partiels et incomplets du sujet, la


véritable concrétion qui ne peut être que la totalité de son élan vers l‘être, son rapport
originel à soi, au monde et à l‘autre, dans l‘unité de relations internes et d‘un projet
fondamental. Cet élan ne saurait être que purement individuel et unique; loin de nous
éloigner de la personne (…) au contraire, repoussant également la théorie de la glaise
docile et celle du faisceau de tendances, nous découvrirons la personne dans le projet
initial qui la constitue. C‘est pour cette raison que se dévoilera avec évidence
l‘irréductibilité du résultat atteint: non parce qu‘il est le plus pauvre et le plus abstrait,
mais parce qu‘il est le plus riche; l‘intuition ici sera saisie d‘une plénitude individuelle.
(Sartre, 1943/2010, p.608).

Según leemos, Michael, y toda conciencia buscando el sentido de sus acciones, debe
aceptar toda la responsabilidad de su individualidad al momento de cada una de sus elecciones si
desea comprender el alcance de su libertad. No se puede conferir poder a las esencia y tendencias
del momento, ni a las cosas y personas, al hacerlo se confisca la propia libertad y no habrá
lucidez o lógica en la elección; sería una contradicción, un hombre que no tiene poder de
elección no tiene poder alguno. Irónicamente, Michael al darle su responsabilidad a los Otros se
desconecta de los mismos, entre él y los demás se levanta un muro que los separa
202

permanentemente; se interrumpe el baile y la poesía propios de las conexiones entre seres


conscientes:

Être dans le bain ne voulait pas dire être dans le coup: l‘université et sa réforme m‘étaient
en somme tout aussi indifférentes que le Viêt-Cong et les Américains. Quant au troisième
et véritable thème du mouvement étudiant, la confrontation avec le passé nazi, je me
sentais tellement loin des autres étudiants que je ne voulais pas faire de l‘agitation ni
manifester avec eux. (p.189).

Como vemos, Michael no puede conectarse con las empresas de su tiempo ni con los
proyectos de los Otros; se siente ajeno y distanciado del mundo, una constante en toda la novela
hasta el momento. Él no tiene propósito que se sincronice con su realidad, su vida gira en torno a
una responsabilidad que no acepta; así que no tiene proyecto propio, sin hacerse responsable de
su amor u odio cómo podría hacerse responsable de cualquier otra elección; si no podemos
asumir nuestro corazón como nuestro, cualquier otra cualidad del mundo pierde su consistencia,
su textura, su sentido. Por esto, es que el psicoanálisis existencialista se enfoca en los momentos
de trascendencia de los hombres y no en sus momentos de vigilia. Para el que piensa la
existencia desde el marco de la libertad sólo encontrará sentido en los momentos donde el Ser se
asume, intentar capturar otro momento sería perderse en infinitas posibilidades; sabemos que el
En-sí es un ente que tiene todo su Ser contenido en sí mismo, abierto a infinitas interpretaciones
sin nunca revelar su verdadera esencia. Para Sartre, analizar al Hombre sería posible, casi que
exclusivamente, bajo la mirada de un Hombre, tratarlo como cosa o dejar que otra cosa lo defina
es el verdadero absurdo:

En cuanto estructura abstracta de la existencia humana, la libertad es accesible a una


fenomenología ontológica; en el otro extremo, la nomenclatura de los deseos empíricos
debe convertirse en el objeto de investigaciones propiamente psicológicas; pero entre
esos dos dominios se ubica el de los deseos fundamentales según los cuales la libertad
manifiesta existencialmente su estructura abstracta; en este nivel se encuentra la persona,
y tal es el terreno de investigación del psicoanálisis existencial. (Jeanson, 1968, p.256).

Se entiende entonces que lo que le interesa a Sartre-Michael en esta reflexión de su


propia existencia, que tratamos de seguir en la novela, no es entender la justicia o la moral de la
humanidad, sino la propia suya. El mundo ya es perfecto y esa revelación es evidente en cada
203

fenómeno de la naturaleza, lo que buscan los hombres sartreanos es entender el mundo de los
propios y mismos Hombres. Este entendimiento, sin embargo, puede darse únicamente en el
diálogo entre conciencias responsables. Cuando son los Espíritus de seriedad quienes toman la
palabra esta pierde su carácter de verdad; las palabras reproducidas por los objetos sólo son
símbolos re-trasmitidos y esconden causas o significantes entre sus líneas. Cuando no realizamos
un análisis profundo de lo que nos mueve y dejamos que nuestro proyecto sea decidido por el
Otro caemos en los artilugios del lenguaje; nos rendimos ante las promesas divinas, caemos ante
los partidos y banderas, ante las promesas utópicas y luchas dualistas:

Mais d‘où venait cette superbe assurance avec laquelle je les voyais si souvent juger?
Comment peut-on éprouver honte et culpabilité, et en même temps juger avec cette
superbe assurance? Ces distances prises par rapport aux parents, n‘était-ce qu‘une
rhétorique, un bruit, un brouillage, cherchant à dissimuler que l‘amour pour les parents
avait irrémédiablement entraîné une complicité dans leurs crimes? (p.191).

Según nos cuenta Michael, su generación estaba comprometida en una lucha de culpas y
penas para con la generación nazi. Ahora, esta lucha, tal cual la describe Michael, no representa
un conflicto tan profundo como lo aparenta el lenguaje y categorías en juego; el honor, la
libertad, lo justo. Para nuestro protagonista, la lucha de su generación escondía la vergüenza de
amores no correspondidos o imposibles de aceptarse. Los individuos entregan sus proyectos
existenciales a los flujos culturales para así no hacerse responsables de sus acciones y de las de
Otros. Buscar santos y pecadores es una de las respuestas que mejor ejemplifican la fuga de
nuestros compromisos con el Ser. Los jóvenes alemanes, en la novela, son como Michael;
enfrentados a una colosal tarea de re-construcción y tenaces diálogos, huyen despavoridos
porque amaron y fueron criados por ―bestias salvajes‖. Prefieren encerrar a sus viejos amores en
falsos odios que permitirse crear, juntos, nuevas pasiones. Michael, y su generación, se encierran
junto a los crimines del pasado para así no tener que construir ninguna reivindicación futura; se
niegan a la comprensión del Otro para así no tener que re-inventarse mutuamente; al negar la
libertad al Otro, al negar el amor que siento por el Otro, niego toda posibilidad de trascendencia.
Los hombres del tiempo de Michael necesitaban trascender la típica reducción de su Ser a causas
obvias y razones determinadas:
204

… si nous admettons que la personne est une totalité, nous ne pouvons espérer la
recomposer par une addition ou une organisation des diverses tendances que nous avons
empiriquement découvertes en elle. Mais, au contraire, en chaque inclination, en chaque
tendance, elle s‘exprime tout entière, quoique sous un angle différent, un peu comme la
substance spinoziste s‘exprime tout entière dans chacun de ses attributs. S‘il en est ainsi,
nous devons découvrir en chaque tendance, en chaque conduite du sujet, une signification
qui la transcende. (Sartre, 1943/2010, pp.608-609).

Según lo anterior, para el existencialista sartreano el Hombre no es una colección de


causas y consecuencias, no es un Ser lineal, no puede ser medido en la operación básica de una
suma o una multiplicación. Cada elección, cada acción, puede re-inventar todo el Ser del
Hombre por completo, por esto, no se le puede enjuiciar o analizar bajo una cartilla de
lineamientos fijos e inmutables. El Hombre puede elegir ser tanto bestia como santo, depende
enteramente de él. Sin embargo, el aceptar esa cualidad en todos los Otros implica aceptar dicha
cualidad en el Yo; una verdad que para una generación aterrorizada con las consecuencias de la
guerra representa un gran reto moral:

Je ne pouvais montrer personne du doigt (…) J‘aurais dû en fait montrer Hanna du doigt.
Mais ce doigt m‘aurait visé aussi. Je l‘avais aimée. Je ne l‘avais pas seulement aimée, je
l‘avais choisie. J‘ai essayé de me dire que, lorsque j‘avais choisi Hanna, je ne savais rien
de ce qu‘elle avait fait. J‘ai tenté par-là de me persuader que j‘étais dans l‘état
d‘innocence qui est celui des enfants aimant leurs parents. Mais l‘amour qu‘on porte à ses
parents est le seul amour dont on ne soit pas responsable. Et peut-être est-on responsable
même de l‘amour qu‘on porte à ses parents. (Pp.190-191).

En este párrafo, tan revelador e introspectivo de Michael, está contenida toda la tensión y
búsqueda existencial del capítulo en cuestión, pero también de toda la novela; se percibe la
pugna tanto del mismo protagonista como la del existencialista sartreano. Aquí, se podría
sintetizar toda la búsqueda, la complicación y contradicción que compromete el analizar nuestras
acciones en relación a un proyecto original. Aquí, se comprende, definitivamente, toda la
querella de Michael; todas sus dudas y preocupaciones estaban relacionadas con la elección que
hizo de Hanna y no con grandes monumentos, ideales o movimientos. Todo el sentido de su
existir reside en su libertad y en cómo esta ópera. Michael quería y no quería poder entregarse de
205

lleno a las tendencias culturales de su momento: ―Et pourtant, cela m‘aurait fait du bien, à
l‘époque, si j‘avais pu me sentir lié à ma génération. » (p.192). Nuestro protagonista siempre
desconectado de su realidad porque se la negó al condenar, ingenuamente, su elección de amor.
Michael, al negar la libertad de Hanna, a quien amó, se niega toda posibilidad de conexión con
otro Ser; se cerró la puerta hacia lo externo, está encerrado en sí mismo. Siguiendo a Sartre, el
mundo, en apariencia gigantesco, se reduce a las interpretaciones personales de cada individuo y
a las elecciones que estos hagan del mismo. El mundo de Michael no está pre-determinado por la
guerra, o los movimientos sociales, o la vida familiar, o su cultura, sólo está limitado por sus
particulares elecciones personales. En el mundo de Michael, su generación tiene la misma
condena que la suya; elegirse como iguales y aceptar las responsabilidades que dicha elección
conlleva o separar a los hombres en categorías y disfrutar de un álibi a su angustia. Entonces,
para comprender quién toma las decisiones y se compromete en cada momento de nuestra carrera
existencial, Michael-Sartre analiza los momentos de ruptura, los momentos de apertura, los
momentos donde se trasciende la propia programación; una búsqueda por el proyecto original,
una aventura por descubrir la fuerza de ese poema primaveral:

El psicoanálisis existencial de Sartre propone justamente no ceder sobre la falla inaugural


que nos arranca al ser, no cubrir la falla con la comunión de los santos u otra cosa, ni
siquiera, pienso, con la visión utópica de un mundo reconciliado: cuando haya moral, dijo
una vez, ya no habrá más historia (…) Sartre es un escritor y no un clínico; atraviesa el
fantasma escribiendo (…) La moral se juega para Sartre en este mantener abierta la falla,
y las glosas humanistas sobre la perspectiva conciliadora de un mundo donde se supere
esa falla van en contra del pensamiento profundo de Sartre, que no es un pensamiento de
la conciliación, es un pensamiento de la ruptura, de la imposibilidad de ponerle parches o
remiendos a la fractura inicial. (Vassallo, 2006, p.56).

El capítulo dos, de la tercera parte de la novela-foco, resulta muy interesante para esta
faceta de nuestro análisis, donde Michael reflexiona y describe su vida amorosa y familiar; otra
aventura que resulta ser una simple diligencia. Nos cuenta cómo y dónde conoció a su primera
esposa Gertrude, con quien tiene una hija llamada Julia. Sin embargo, Toda la ―grandiosa‖
aventura del amor y la paternidad Michael la ilustra en cuatro páginas; las reduce, resume,
simplifica a unos cuantos párrafos. Literalmente, sintetiza el gran ―logro‖ de su vida a unas
206

pobres letras, su esposa e hija se pierden en el espesor de la novela; pasan casi que
desapercibidas. La experiencia de Michael para con la familia nuclear resulta ser la gran
caricatura de nuestra narración. En sólo dos páginas se nos cuenta cómo empezó y cómo terminó
la ―maravillosa‖ experiencia del matrimonio y vida en pareja, las otras dos páginas del capítulo,
de hecho, son la reflexión de Michael sobre sus demás encuentros sexuales. El proyecto original
de los hombres no viene pre-determinado; el amor no viene empaquetado en esposas e hijas, ni
en amantes o seguidores.

Je me suis marié quand j‘étais encore stagiaire. Gertrude (…) Elle était aussi juriste; nous
avons fait nos études ensemble, passé l‘examen de fin d‘études ensemble, et nous
sommes devenus stagiaires ensemble. Nous nous sommes mariés quand Gertrude
attendait un enfant. Je ne lui ai rien dit d‘Hanna. (p.193).

Michael hace un excelente trabajo al describir la sustancia y poesía que experimentó con
Gertrude; ínfima, minúscula, insignificante. Según Sartre, Michael se convirtió en un animal de
ocho patas junto al Otro. Michael y Gertrude se funcionan en un autómata de ocho extremidades
pero sin ninguna conciencia; ambos responden a la programación que se les implantó y tratan de
seguirla al pie de la letra, sin compartirse su verdadera humanidad. No hay la más mínima
muestra de trascendencia o superación personal; ninguno logra transformar al Otro o a sí mismo.
Como vemos, lo que Michael nos describe es una empresa mecánica, un proyecto materialista,
una vida pre-fabricada. Michael no tiene comunicación real para con su esposa, es incapaz de
salir de su rol de esposo y abogado; siente vergüenza del niño enamorado que realmente es. Al
no poder hablar de su proyecto original, al no poder hablar de Hanna, Michael nunca puede
conectarse con la madre de su hija; lo único que consiguen es trabajar juntos:

Gertrude était intelligente, travailleuse et droite, et si notre vie avait consisté à gérer une
ferme, avec beaucoup de valets et de servantes, beaucoup d‘enfants, beaucoup de travail
et sans aucun temps à consacrer l‘un à l‘autre, cette vie aurait pu être pleine et heureuse.
Mais notre vie, c‘était un trois-pièces dans un immeuble neuf de banlieue, c‘était notre
fille Julia et notre travail de stagiaires à Gertrude et à moi. (Pp.193-194).

A esto se limitaba la vida de Michael, a la típica propaganda de artículos para el hogar


donde vemos al padre, la madre e hijos en casa de suburbio simulando ser felices. La vida de
nuestro protagonista se reducía al automatismo de sus roles; se simplificaba en patrones de
207

comportamientos rutinarios y lineales. No hay aventura, magia o poesía en este estilo de vida,
sñlo horarios, citas y cotidianidad. Michael no produce literatura en sus aðos ―felices‖ justamente
porque no representan una verdadera felicidad; son fáciles y ligeros, se generan, casi que, por
inercia; simplemente nos dejamos llevar por la corriente y así no nos percatamos del tiempo o el
espacio. Michael se ancla a otros proyectos fundamentales que no son el suyo, desesperado por
no asumir el propio. Sin embargo, el autor-Michael, al preguntarse y escribir sobre su existencia
busca cuál es su proyecto original; busca entender por qué permite dejarse arrastrar, comprender
el por qué se siente como peso muerto, busca al Michael oculto entre la maleza de sus roles y
máscaras. Lo que el Michael existencialista realiza en la novela, junto a Sartre y nosotros, es la
búsqueda del niño que le huye al amor, la pasión y sus deseos:

Ce projet fondamental ne doit renvoyer, en effet, à aucun autre et doit être conçu par soi.
Il ne saurait donc concerner ni la mort, ni la vie, ni aucun caractère particulier de la
condition humaine: le projet originel d‘un pour-soi ne peut viser que son être; le projet
d‘être ou désir d‘être ou tendance à être ne provient pas en effet d‘une différenciation
physiologique ou d‘une contingence empirique; il ne se distingue pas, en effet, de l‘être
du pour-soi. Le pour-soi, en effet, est un être dont l‘être est en question dans son être sous
forme de projet d‘être. (Sartre, 1943/2010, p.610).

Para Sartre, somos nuestro deseo de Ser y como llevemos a cabo dicho deseo. Cuando
queremos comprender al Hombre no podemos limitarnos a la inmutabilidad de las cosas; el Ser
está en constante cambio, mutación, trasformación, no podemos tratar de apresarlo en un
momento de la existencia para analizarlo esquemáticamente. En cada instante surge un nuevo
Ser, un Ser que nace y se hace. Estudiar al Hombre compromete una carrera contra la cosa;
buscar el Ser es nunca dejarse atrapar por el objeto. Michael, Sartre y cualquiera de nosotros
estaría perdido si buscase el significado de sus elecciones en el pasado, en el mundo o los Otros.
Si somos libres hemos de comprendernos, estudiarnos y analizarnos como tal; como seres que
aportan luz a la opacidad del mundo. Somos, para el existencialismo sartreano, quienes otorgan
el color a los motivos y móviles, quienes regalamos verdad o falsedad a las reflexiones y
acciones, quienes le brindamos a la voluntad su posible libertad, quienes escriben y leen. Esto lo
explica puntualmente Iris Murdoch en su libro Sartre, Un racionalista romántico:
208

La distinción que hay que hacer al analizar la elección es más bien entre el motif (una
forma reflexiva y explícita de percibir el mundo según la cual este tiende hacia cierta
finalidad) y su corolario, el móvil, es decir mi conciencia irreflexiva de la situación vista
bajo cierta luz. Es el móvil, la conciencia prereflexiva de cómo comprendemos las
situaciones, lo que confundimos a menudo con un factor causal. La motivación no es una
causalidad racional (Kant) ni una casualidad psíquica (Freud). Tiene la calidad mágica de
autoencatamiento que Sartre ha analizado en el Ensayo sobre las emociones. ―El acto de
voluntad‖, de reflexiñn moral, está previamente enmarcado en mi concepción irreflexiva
y autorregeneradora de cómo son las cosas. La libertad se encuentra a mayor profundidad
que la voluntad. Soy yo quien confiere valor tanto a los motifs como a los móviles; no soy
un observador racional independiente que evalúa con objetividad una situación dada de la
cual no soy responsable. La reflexión moral no es más que la decisión de elegir un modo
de acción voluntario antes que un modo irreflexivo. (2007, pp.143-144).

Como nos explica Murdoch, para Sartre el único con potestad y legitimidad para
cuestionar las acciones y elecciones de una conciencia es otra conciencia correlativa; otra voz
que le permita generar un diálogo y construir verdades. No es posible pretender convertirse a sí
mismo en un robot que respondiese objetivamente a las causas de las acciones de los hombres.
No existe sistema En-sí que pueda asegurarnos la moral, la justicia y la virtud. El lector no
encontrará una deidad que finalice la búsqueda del sentido, Michael puede siempre re-inventarse,
re-interpretarse; siempre y cuando localice, o en mejores palabras, acepte que él es quien decide
sobre su destino. No son el destino, los traumas o situación histórica quienes definen la esencia
del Hombre; sólo un hombre puede hablar con Otro hombre. El rol que asumimos es mudo, no
tiene conciencia si no se la prestamos; Michael y su esposa estaban en silencio porque se
limitaron a interpretar su papel. Ellos nunca hicieron el amor porque sus proyectos originales no
tenían nada que ver con bailar juntos:

Jamais je n‘ai pu cesser de comparer mon intimité avec Gertrude à mon intimité avec
Hanna, et sans cesse, quand nous étions dans les bras l‘un de l‘autre, j‘avais l‘impression
que quelque chose clochait, qu‘il y avait erreur sur la personne: que le contact et le
toucher, l‘odeur et le goût n‘étaient pas les bons. Je pensais que ça passerait. Je l‘espérais.
209

Je voulais me libérer d‘Hanna. Mais l‘impression que quelque chose clochait n‘est jamais
passée. Lorsque Julia eut cinq ans, nous avons divorcée. (p.194).

Irónico, si recordamos bien, en la segunda parte de la novela Michael pensaba que su


proyecto era el de tener una esposa, una profesión e hijos. Ahora, confirmamos que ésta siempre
fue una búsqueda falsa, una imposición de su contexto y de su cultura; nunca una auténtica
elección. Él no puede dejar de pensar en Hanna porque ella representa su libertad, se siente
atrapado en el rol de padre y esposo porque, en el fondo, él no lo eligió, le dio esta elección a su
rol. Vemos que Michael esperaba encontrar la anestesia en su nueva familia, quería liberarse de
la angustia que acompaña la imagen de Hanna. Para Sartre, Michael no puede comunicarse con
el Otro, no genera relaciones humanas, porque no se asume como hombre y, por ende, no
humaniza a ese Otro. No encuentra palabras significantes en su rol ni en el de los demás, no hay
amor en ese esposo o en ese padre porque su elección, su proyecto-de-ser no tenía nada que ver
con esos roles:

Je me suis efforcé d‘aborder et d‘engager mieux mes amours ultérieures. Je me suis


avoué que, pour que l‘intimité avec une femme ne cloche pas, il fallait que je retrouve
avec elle un peu du contact et du toucher, un peu de l‘odeur et du goût d‘Hanna. Et j‘ai
parlé d‘Hanna. J‘ai aussi raconté aux autres femmes plus de choses sur moi que je n‘en
avais raconté à Gertrude; il fallait qu‘elles puissent savoir à quoi rimait ce qui pouvait
leur paraître étrange dans mon comportement et mes états d‘âme. Mais les femmes ne
tenaient pas à m‘écouter longtemps. (p.195).

Vemos, como Michael representa esa búsqueda desesperada por la conexión con el Otro.
Michael vivió la poesía y la trascendencia, la libertad, con una mujer y busca revivir dicha
conexión. Está en una exploración de la magia de lo humano. No experimentó la literatura junto
a Gertrude y su hija, tampoco la encuentra en sus aventuras amorosas; aun cuando trata de
comunicarse o de ser más abierto, está perdido en relaciones inertes. La clave de hacer música no
está, para el existencialista sartreano, en copiar el mundo externo, sino, al contrario, en la
destrucción de ese mundo ilusorio. Michael se engaña a sí mismo al creer que la mujer por ser
mujer se comportara como humano; sabemos que mujer es sólo otra categoría, Michael se
encuentra con mujeres-cosa porque él sigue siendo un hombre-cosa: ―Je renonçai donc à
raconter. Si la vérité de ce qu‘on dit, c‘est ce qu‘on fait, on peut aussi bien renoncer à parler.‖
210

(p.196). El proyecto original de un Hombre no es copular con una mujer, tampoco es amar a otra
mujer; el proyecto de Michael-lector es inventarse su propio proyecto:

L‘homme est fondamentalement désir d’être et l‘existence de ce désir ne doit pas être
établie par une induction empirique; elle ressort d‘une description a priori de l‘être du
pour-soi, puisque le désir est manque et que le pour-soi est l‘être qui est à soi-même son
propre manque d‘être. Le projet originel qui s‘exprime dans chacune de nos tendances
empiriquement observables est donc le projet d’être; ou, si l‘on préfère, chaque tendance
empirique est avec le projet originel d‘être dans un rapport d‘expression et
d‘assouvissement symbolique, comme les tendances conscientes, chez Freud, par rapport
aux complexes et à la libido originelle. (Sartre, 1943/2010, pp.610-611).

Sartre, según observamos, presta los esquemas que le son favorables de la teoría
psicoanalítica y al mismo tiempo los usa para proteger la libertad. Sartre no quiere dejarse
atrapar por el mundo y sus ideas utópicas y tampoco desea dejarse capturar en el individuo y sus
nihilismos fatalistas. El hombre contemporáneo sartreano no esconde ni se esconde su deseo
primordial de ser Dios, de contener todas las realidades, causas y consecuencias; esa es su
potencia infinita, capacidad de crear y re-crear sin fin el mundo, las cosas y los hombres. Somos
un mundo, no de humanos incompletos, sino de dioses a medias; cuando nos unimos a Otro
semidiós es cuando podemos mover el cosmos, crear galaxias y establecer la naturaleza. Michael
no puede hablar con ninguna otra mujer porque todas y él están encerrados en falsos templos,
falsas verdades, mundos a medias. Sin nuestro poder de elección estamos tratando de reducirnos
a la Nada cuando, en realidad, somos Todo: juntos somos El ser y la nada:

…si l‘homme possède une compréhension préontologique de l‘être de Dieu, ce ne sont ni


les grands spectacles de la nature, ni la puissance de la société qui la lui ont conférée:
mais Dieu, valeur et but suprême de la transcendance, représente la limite permanente à
partir de laquelle l‘homme se fait annoncer ce qu‘il est. Être homme, c‘est tendre à être
Dieu; ou, si l‘on préfère, l‘homme est fondamentalement désir d‘être Dieu. (Sartre,
1943/2010, p. 612).

Podemos evidenciar que para el existencialismo sartreano somos pura potencia de Ser;
capacidad inagotable de música y poesía, una historia sin fin. Para Sartre, esta forma de Ser y
Existir, la conexión con el Otro usando el lenguaje y la literatura, sólo es posible entre hombres;
211

si se trata de generar una relación con un objeto, cada palabra, cada caricia, cada beso, cada
abrazo, cada llamado, se pierde en el vacío de su existencia; los objetos no pueden responder de
una forma diferente a cómo su esencia les indica, por ende, nunca podremos generar un nexo que
nos lleve a la trascendencia con objeto algún. Como ejemplo, tenemos el psicoanalista que trata a
sus pacientes siguiendo recetas puestas en el papel; según Sartre, este no podría generar mayor
impacto en sus pacientes; el psicoanalista no está tratando con la roca o el palo, cuando se trata
de hombres no hay recetas pre-establecidas que puedan rescatarlo de la inmanencia, del
quietismo, de la inercia. Para Sartre, comprendernos entre semidioses, Hombres totalmente
libres, es urgente un método que pueda contener y reproducir el ritmo de la música humana:

Sartre rechaza el análisis de la acción que hace Freud, entre otros motivos, porque parece
hacer del significado del acto algo que es, en principio, determinable por un observador
externo independientemente de la conciencia del que actúa, y también porque Freud
refiere el significado del acto al pasado. Sartre quiere referirlo al futuro, pero al hacerlo
intenta evitar la oposiciñn (…) entre causas opacas y razones transparentes (…) Hay que
buscar en el nivel del projet fondamental, que es el nivel de reflexión purificante, como
distinta de la reflexión cómplice que acompaða la deliberaciñn voluntaria (…) Sartre dice:
―Para pensar, debo conocer mi pensamiento, pero ¿cñmo voy a fijar mi pensamiento sino
con palabras? Ese carácter circular es recurrente en toda realidad humana‖. Lo que existe
está determinado por lo que no existe aún, y viceversa. (Murdoch, 2007, pp.143-145).

Continuando con nuestro análisis de la psicología existencial sartreana y del proyecto


original de Michael, nos encontramos con el capítulo tres, donde nuestro protagonista nos ilustra
un momento curioso de la narración; la muerte del profesor que organizó el seminario de los
campos de concentración. Decimos curioso porque Michael no demuestra una conexión lo
suficientemente importante con ningún individuo como para que relate su funeral. Sin embargo,
la búsqueda del proyecto fundamental lleva su conciencia al funeral del mencionado profesor.
Ahora, la respuesta del por qué Michael tiene que viajar a ese momento, precisamente, se nos
hace evidente en esta etapa del análisis: Hanna. Siempre es Hanna quien motiva la pluma de
Michael; Hanna como libertad, una Hanna que angustia, desespera y desampara, una Hanna que
exige respuestas y acción:
212

L‘enterrement avait lieu au Bergfriedhof, dans les collines. Est-ce que je ne voulais pas y
aller ? Je ne voulais pas (…) je n‘avais pas envie qu‘on me rappelle le procès. Mais il
était déjà trop tard. Le souvenir était réveillé et, en sortant de l‘épreuve du jeudi matin,
j‘eus l‘impression d‘avoir avec le passé un rendez-vous que je n‘avais pas le droit de
rater. (p.197).

Advertimos, cómo Michael se siente perturbado por su pasado, por su elección, ésta ha
sido una constante en la novela; la lucha por fugarse del Ser. No es el profesor la verdadera razón
por la que Michael decide ir al entierro, es por Hanna, es por su libertad. Michael no tiene
conexiones con su mundo. Las personas, para él, son personajes de caricatura que no aportan
mayor sustancia a la realidad ya definida, cualquiera podría asumir el rol del personaje en
cuestión; su profesor y respectiva muerte no es verdaderamente relevante, únicamente sirve
como medio para la búsqueda existencial de Michael. En las palabras de nuestro protagonista, a
lo largo de la novela, encontramos constantemente este tipo de confesiones; motivos ocultos, una
búsqueda camuflada, una falsa negación de su amor, una desesperación por esconder a Hanna.
Curioso, porque es ella, su libertad, el amor experimentado, lo que le ha permitido vivir la
poesía; dícese ser, es Hanna quien siempre le regala colores y sabores al Lector:

Je montai dans une rame sans receveur et roulai vers le cimetière. C‘était un jour
d‘automne froid, avec un ciel sans nuages mais brumeux et un de ces soleils jaunes qui ne
chauffent plus et qu‘on peut regarder sans que cela fasse mal aux yeux (…) Je marchais
sous de grands arbres nus, entre de vieilles pierres tombales (…) Il n‘y avait aucun bruit,
et j‘entendis de loin le cantique chanté sur la tombe du professeur. (pp.198-199).

Michael, siguiendo a Sartre, usa la poesía para comprender la poesía vivida; usa la
literatura para dialogar con sus viejas y nuevas aventuras. Michael no describe su vida, tratando
de simular alguna objetividad absurda, en un estilo Naturalista o Romántico; lo hace haciéndose
preguntas y eligiendo él mismo las tonadas y pinceladas de su obra. Michael no se (nos) cuenta
su propia historia como un ejercicio de escribir sus memorias, lo que hace es una búsqueda, una
investigación, un análisis de cómo ejerció su libertad. La poesía sartreana, la búsqueda del Ser,
no tiene nada que ver con estilos y estética literaria, ella es movimiento y revolución; las
palabras adquieren significancia porque construyen caminos entre las conciencias. Para Sartre,
sólo cuando surge la libertad es que nace la existencia. Es por esto, que Michael se enfoca en los
213

momentos que el elige significativos, su búsqueda es la que define que tiene y que no tiene
sentido:

La pure et simple description empirique ne peut nous donner que des nomenclatures et
nous mettre en présence de pseudoirréductibles (désir d‘écrire, de nager, gout du risque,
jalousie, etc.). Il ne convient pas seulement, en effet, de dresser la liste des conduites, des
tendances et des inclinations, il faut encore les déchiffrer, c‘est-à-dire il faut savoir les
interroger. Cette enquête ne peut être menée que selon les règles d‘une méthode
spécifique. C‘est cette méthode que nous appelons la psychanalyse existentielle. (Sartre,
1943/2010, p.614).

Sartre le propone a Michael, al Lector, una metodología que purifique su análisis de todo
estorbo, de toda fuga y escape. Ya que, inclusive, nuestras búsquedas existenciales o intentos de
crear arte se ven constantemente en riesgo de ser encarcelados en los laberintos de la Mala fe. El
gran peligro para la libertad del hombre y el entendimiento de la misma es ella misma; su propia
libertad. Para Sartre, es el sujeto quien siempre tiene la última palabra; la conciencia puede hacer
análisis auténticos o engañarse en reflexiones cómplices:

El papel de la reflexión purificante no es el de instalarnos en el rechazo de todo; nadie


puede encerrarse en una libertad de indiferencia; la libertad es acto y el acto negador debe
tener algo que negar (…) El psicoanálisis existencial tiene precisamente por objeto
revelar el sentido ético de los diferentes proyectos humanos y evitar que la libertad
espontáneamente puesta en juego no se vuelva contra ella misma. Ella prepara así la
moralización de las conductas al separar de su fondo de generalidad la elección singular
de sí misma que todo hombre vive, pero que cada uno también es ―llamado‖ a efectuar
retomándola por su cuenta. (Jeanson, 1968, p.262).

Según leemos, Sartre propone una forma de pensarnos y pensar al Otro que exige la
máxima honestidad, la aceptación de nuestro egoísmo y nuestra tendencia a experimentarnos
como centro del universo. Que nuestra condición no sea una cárcel o excusa, por el contrario,
que sea el vehículo para la verdadera trascendencia. Por ejemplo, al leer a Michael podríamos
sufrir cierta apatía frente a un personaje tan egocéntrico, ensimismado, indiferente y cobarde;
pero, esos sentimientos serían nuestros, somos nosotros quienes nos sentimos egocéntricos,
ensimismados, indiferentes y cobardes. Leerse a sí mismo, ser El lector, hacer el ejercicio
214

psicoanalítico sartreano, implica mirarse al espejo, mirar-se a los ojos, ir en búsqueda de Hanna,
reconocer nuestra libertad. Psicoanalizarse junto a Sartre es encontrarse en cada parada consigo
mismo como único director de nuestra película. Esto se resume idóneamente cuando Michael
describe el entierro de su profesor:

Je me tins à l‘écart et observai le petit groupe qui participait à la cérémonie. Certaines


personnes étaient manifestement des originaux et des marginaux. Les discours sur la vie
et l‘œuvre du professeur laissaient entendre qu‘il s‘était lui-même soustrait aux
contraintes de la société et avait fini par perdre le contact avec elle, restant du même coup
indépendant et devenant marginal. (p.199).

No es la sociedad, no son los Otros ni las cosas quienes te pueden obligar a alejarte o
conectarte. Michael, siguiendo a Sartre, vislumbra la elección de su profesor como hecha
íntegramente por él mismo. Entre las líneas de Michael se entiende que no fue la raza, esa
imaginación colectiva impuesta por una voluntad extranjera, ni la lengua, esa simbología que
adquiere su significado sólo cuando una conciencia se lo otorga, ni el lugar de origen, esa
contingencia que parece definir al Ser, lo que determinó las elecciones de su profesor.

El capítulo tres, de la tercera parte de nuestra novela-foco, cierra con un diálogo muy
interesante entre Michael y un viejo compañero suyo del seminario. Cuando sale del cementerio
se encuentra con este amigo del pasado quien no duda en lanzarle su inquietud: ¿Por qué mostró
tanto compromiso con el proceso? Esta conversación no tiene mayor grado de complejidad o
confrontación de argumentos, como en diálogos pasados, en este se enfatiza en un
encubrimiento; el de Hanna:

- Le procès t‘intéressait beaucoup? ‖ Il rit encore. « Le procès, ou l‘accusée que tu ne


quittais pas des yeux ? Celle qui n‘était pas mal du tout? On se demandait tous ce
qu‘il y avait entre vous, mais personne n‘osait te poser la question. On était
terriblement discrets et gentils, à l‘époque. Tu te souviens… » (pp.199-200).

Aquí, en este párrafo, se vuele a sintetizar toda la trama, todo el drama, toda la esencia
que despierta poemas, rimas, canciones, versos y escenas pintorescas en la novela El lector; la
novela misma contenida en la pregunta, una pregunta problema, el meollo del asunto de Michael:
¿por qué se enamoró de una mujer como Hanna? Su gran búsqueda, su gran aventura es
215

responder a esa pregunta. A él no le interesa la justicia, tampoco la moral, ni su familia, ni la


guerra, y mucho menos la reforma estudiantil más grande del siglo XX; a él sólo le interesa
poder amar. Él quiere entender la diferencia entre Ser y Estar que Hanna entendió; cómo ser
verdaderamente libre. Su novela es la recopilación de todos los momentos en que escapó al
amor, a entenderlo, a esa búsqueda existencial; su análisis psicoanalítico sartreano es el
entendimiento de su proyecto original: amar. Al escapar al encuentro con Hanna, la
confrontación de la situación, se mutiló la libertad, destruyó, o quiso destruir, el único momento
de verdad que había construido. Quedó atrapado entre dos dimensiones. Michael, en cierta
forma, sí representa a muchos hombres de la modernidad; hombres-cosa, sujetos que toda su vida
se mantienen de espectadores o simulan ser doctores. Representa todos esos momentos en que
nos pasmamos ante las adversidades o situaciones complejas, mal acostumbrados a la comodidad
de una cotidianidad, enfermamente cuadrada, aborrecemos la confrontación y la lucha, la
responsabilidad y el compromiso. Somos muchos como Michael; observadores, eso escribe en
todo su relato; siempre mirando desde el estrado, con toda la pasión de la libertad ardiendo en su
pecho, exigiendo un compromiso y él sólo podía mirar, contemplar, observar. Michael,
recopilando sus fracasos y momentos de cobardía, analizando cada momento que se dejó llevar
por la Mala fe, busca las elecciones que lo llevaron a ser igual al imaginario de mujer que tanto
condeno; un Ser-cosa. Es eso lo que Michael no se atrevió a responder, durante todos sus
intentos de drogarse, anestesiarse, doparse, hacerse la vida amable, siempre escapando a las
elecciones importantes, las que obligan a la trascendencia y a la acción, las que revolucionan el
mundo absurdo al que nos esclavizamos. Michael esquivando el momento de cortar su cordón
umbilical, adorador de la maternidad y la infancia, esquiva mirar a los ojos al Hombre que
alguna vez fue; la vergüenza lo arrolla, lo aplasta, lo quema. Michael, por todo lo anterior,
necesita darle sentido a su elección y escribe. Utiliza el método sartreano y empieza el diálogo
con el Michael infante de cada momento en que pudo convertirse en verdadero Hombre. Un
Michael existencialista después de todo, que busca responder a esa pregunta que esquivó en el
cementerio y gran parte de su vida. Sartre-Michael, El lector, utilizando el psicoanálisis
existencial para encontrar la respuesta, un método con un plano cartesiano definido; recolectar
las elecciones y dialogar con ellas, abrazar todo lo que eso implica; aceptar que fuimos cada uno
de los cobardes del pasado:
216

Le principe de cette psychanalyse est que l‘homme est une totalité et non une collection;
qu‘en conséquence, il s‘exprime tout entier dans la plus insignifiante et la plus
superficielle de ses conduites – autrement dit, qu‘il n‘est pas un goût, un tic, un acte
humain qui ne soit révélateur. Le but de la psychanalyse est de déchiffrer les
comportements empiriques de l‘homme, c‘est-à-dire de mettre en pleine lumière les
révélations que chacun d‘eux contient et de les fixer conceptuellement. Son point de
départ est l’expérience; son point d’appui est la compréhension préontologique et
fondamentale que l‘homme a de la personne humaine. (Sartre, 1943/2010, p.614).

Como vemos, Sartre es explícito en el norte y sur de su metodología. Este plano siempre
tiene la capacidad de adaptarse a la libertad del sujeto analizado y no genera una limitación al
entendimiento de nuestras elecciones. Buscando el proyecto original logramos mantener el ritmo
del caos de un mundo tan superfluo como el del Hombre; entre tantas conciencias libres
interactuando y tantas fuerzas externas ejerciendo presión se está bajo el riesgo de caer en falsos
análisis:

Sa méthode est comparative: puisque, en effet, chaque conduite humaine symbolise à sa


manière le choix fondamental qu‘il faut mettre au jour, et puisque, en même temps,
chacun d‘elles masque ce choix sous ses caractères occasionnels et son opportunité
historique, c‘est par la comparaison de ces conduites que nous ferons jaillir la révélation
unique qu‘elles expriment toutes de manière différente. (Sartre, 1943, p.614).

Para el existencialismo sartreano, Michael y El Lector estamos generando nuestro diálogo


personal para con las elecciones que hemos puesto en análisis. Somos y servimos de espejo para
una dialéctica verdadera; una posibilidad de renovar la dureza de los símbolos que usamos para
comunicarnos. Buscar respuestas en las cosas es una condena difícil de superar, artificial y
abstracta, mucha más dañina para el espíritu humano que cualquier otra forma de fuga o escape
existencial. Michael y El lector no deseamos caer en la inercia o cobardía de días pasados; por
eso leemos y escribimos, para comprendernos tenemos que bailar juntos:

La verdadera elección, según Sartre, consiste en un intento a más largo plazo de asumir
nuestro propio ser por medio de una reflexión purificante. La libertad no es solamente la
―iluminaciñn‖ de nuestra propia contingencia, es su comprensiñn e interiorizaciñn. La
libertad, como la cura del neurótico, reside en la total comprensión; en cuanto a esta
217

comprensión (creo que Sartre estaría de acuerdo con esto) no tenemos ninguna garantía
de alcanzarla, ni criterio completamente fiable para reconocerla, aunque sepamos muy
bien en qué dirección buscarla. Parece, después de todo, ser similar a la voluntad racional
de Kant, magnética y misteriosa. (Murdoch, 2007, p.146).

Concluimos, entonces, nuestra exploración del psicoanálisis existencial con el análisis del
capítulo cuatro, de la tercera parte de nuestra novela-foco El lector. Este capítulo resulta de
mucha sustancia para nuestra discusión debido a la naturaleza de este episodio; Michael no
describe situaciones puntualmente, sino que nos regala una reflexión profunda sobre la fuga, el
rol y la justicia. En esta parte de la narración, Michael delibera sobre sus elecciones frente a la
vida profesional, sobre la relación entre la responsabilidad y la angustia, sobre la historia del
derecho penal y su relación con la idea de progreso; temas cardinales para la reflexión sartreana.
Michael busca comprender su fuga, su huida, su cobardía; escribe para revelar quién estaba (está)
detrás de cada uno de sus movimientos, de sus elecciones. Busca el titiritero de su existencia:

Il fallait que je me décide pour une profession (…) Elle était plus que difficile. Je ne me
voyais dans aucun des rôles que j‘avais vu les juristes jouer au procès d‘Hanna.
L‘accusation m‘apparaissait comme une simplification tout aussi grotesque que la
défense, et le rôle de juge était encore la plus grotesque des simplifications. Je ne me
voyais pas davantage en administratif; j‘avais fait une partie de mon stage au Conseil
général, et j‘avais trouvé ces bureaux, ces couloirs, cette odeur et ces employés d‘une
grisaille stérile et déprimante. (p.201).

Un párrafo revelador y de mucho contenido, Michael, en sus propias palabras, describe


con precisión los Espíritus de seriedad que participaron en la pantomima del proceso de Hanna y
que componen, en general, el sistema llamado Justicia. Durante el episodio del proceso, Michael
detectaba las cualidades de los Espíritus serios, pero no podía precisar exactamente dichas
cualidades. Ahora, nuestro protagonista sintetiza puntualmente lo artificial y estéril del aparato
judicial; una cosa que se hace pasar por hombre y pretende poder dialogar con el Ser, una
máquina que se disfraza de hombre para procesar a los verdaderos Hombres haciéndolos pasar
por cosas. Michael ilustra, en unas cuantas líneas, el Leviatán que devora hombres y cosas por
igual, un En-sí que se hace pasar por Para-sí, un templo que dictamina el destino desde la inercia
del pasado, la cosa y el abstracto, el Júpiter que tiene potestad a priori sobre el destino de los
218

mortales. Michael estaba condenado a trabajar, a ser parte constitutiva de aquel monstruo que
devoró por completo a la mujer que amó. Michael no deseaba ser hombre-cosa y era el único
puesto que la sociedad le ofrecía, sin embargo, tampoco deseaba ser libre y ese era el único
puesto que la humanidad le ofrecía:

… je ne sais pas ce que j‘aurais fait si un professeur d‘histoire du droit ne m‘avait pas
offert de travailler avec lui. Gertrude déclara que c‘était une fuite, une fuite devant le défi
et la responsabilité de la vie, et elle avait raison. Je pris la fuite, et je fus soulagé de
pouvoir le faire. Je lui dis et me dis que ce n‘était pas pour toujours, que j‘étais assez
jeune, après quelques années dans l‘histoire du droit, pour embrasser encore n‘importe
quelle profession juridique bien réelle. Mais ce fut pour toujours; cette première fuite fut
suivie d‘une seconde, lorsque je passai de l‘université à un institut de recherche, où je me
cherchai et trouvai une niche où satisfaire mes intérêts d‘historien du droit sans avoir
besoin de personne ni déranger personne. (Pp.201-202).

Hermosa confesión, hermosa honestidad, hermosa revelación. A estas verdades pretende


traernos la metodología de análisis sartreana, al momento de mirarse realmente al espejo, al
momento de mirarnos a los ojos. Michael no tenía una conciencia activa en la época cuando
tomó esas fugas, es a través de la escritura que puede hablar con el Michael del pasado, mirarlo
directamente a los ojos y preguntarle: ¿Quién eras, quién soy? Nuestro protagonista recopila sus
momentos de fuga para cuestionarlos, interrogarlos, comprenderlos; no sintió a un Hombre
detrás de sus elecciones, lo que vio fue a un niño llorar asustado en una esquina llamando,
aterrado y en gritos desesperados, a una madre que nunca viene a socorrerlo, vio a una rata salir
despavorida ante la mínima perturbación de su basurero, vio una cucaracha que se asoma sólo
cuando las luces están apagadas. La honestidad radical es el llamado del existencialismo
sartreano, no pretende protegerse en una honestidad cínica, sino, por el contrario, apropiarse de
una valentía sin iguales donde el compromiso con lo Humano trasciende toda impostura del
Leviatán. El psicoanálisis existencial no persigue una simple confrontación con nuestras
elecciones, nos invita a asimilar toda la humanidad, tocarla, olerla, abrazarla, besarla, acariciarla,
sentirla y tratar, con todas nuestras fuerzas, de hacernos uno con ella:

Le fait que le terme ultime de cette enquête existentielle doit être un choix différencie
mieux encore la psychanalyse dont nous esquissons la méthode et les traits principaux:
219

elle renonce par là même à supposer une action mécanique du milieu sur le sujet
considéré. Le milieu ne saurait agir sur le sujet que dans la mesure exacte où il le
comprend, c‘est-à-dire où il le transforme en situation (…) En renonçant à toutes les
causations mécaniques, nous renonçons du même coup à toutes les interprétations
générales du symbolisme envisagé. Comme notre but ne saurait être d‘établir des lois
empiriques de succession, nous ne saurions constituer une symbolique universelle. Mais
le psychanalyste devra à chaque coup réinventer une symbolique en fonction du cas
particulier qu‘il envisage. (Sartre, 1943/2010, p.618).

Según vemos, la metodología sartreana denuncia los peligros de la egología y la


personología. El anhelo de Sartre es una metodología que no se deje usar por el falso leviatán,
una metodología que le permita al hombre Ser el leviatán; ser el devorador de mundos. Sartre
quiere borrar la marea negra del ocultismo, invertir las fuerzas del mundo opresor para hacerlas
propias, liquidar al Espíritu de seriedad, la Mala fe, alimentarse de todos los residuos de
mecanicismos, biologismos, sustancialismos; anhela romper las ataduras decimónicas:

El psicoanalista existencial deberá interpretar el sentido de cada biografía individual


averiguando cuál es el ―gusto‖ que selecciona lo asumible o no dentro del todo
proyectado. En otros términos, la labor hermenéutica apunta a descubrir de qué forma
intenta colmar el individuo su deseo de apropiarse el ser. En cuanto a la eventual
satisfacción de las leyes psicológicas, lo relevante acerca de ellas es la singular forma de
existencia que les presta cada conciencia. Ésta, como intención operatoria, tiene
experiencia de su proyecto en tanto que lo realiza existiendo, pero no lo conoce; a
adquirir tal conocimiento le ayudara al psicoanálisis. Entonces, la conciencia de sí
aprehenderá, junto con su propia idiosincrasia, las implicaciones humanas –es decir, la
verdad- de su proyecto en el mundo (…) El conocimiento de lo que somos puede
contribuir al proceso de reflexión mediante el cual habremos de superar la impostura de la
conciencia, que no procede de nada inconsciente de sino sí misma. (Rius, 2005, pp.149-
150).

De lo dicho hasta el momento, podríamos afirmar que El lector le hace un psicoanálisis


existencialista a Michael. Lanza puentes, construye caminos, genera conexiones entre el pasado
y el futuro, nada entre las distintas corrientes y se muestra activo en los diferentes polos y
220

movimientos del flujo del Ser; le presta su vitalidad al En-sí para generar la revolución del Para-
sí. Michael comprende al conversar con El lector que es él quien se asumió como pasivo, como
fantasma, como objeto; es su propia resignación la que lo transformó en un ser inerme, vencido y
dormido:

Seulement voilà: fuir n‘est pas seulement partir, c‘est aussi arriver quelque part (…) Faire
de l‘histoire consiste à lancer des passerelles entre le passé et le présent, à observer les
deux rives et à être actif de part et d‘autre. L‘un de mes domaines de recherche se trouva
bientôt être le droit sous le Troisième Reich, et là il est particulièrement manifeste que
passé et présent confluent en une seule et même réalité vivante. En la matière, la fuite ne
consiste pas à s‘occuper du passé, mais à se concentrer résolument sur le présent et
l‘avenir en étant aveugle à l‘héritage dont nous sommes marqués et avec lequel nous
devons vivre. (Pp.202-203).

Una síntesis exquisita sobre las cualidades de la conciencia sartreana; toda mente es
siempre activa y totalmente dueña de la forma en como asume la realidad. Para llegar a estos
puntos de tensión es necesario entregarse a la literatura; al psicoanálisis existencialista sartreano.
Michael logra encontrar en cada momento de su existencia los puntos exactos donde era evidente
su poder de elección, donde su humanidad palpitaba por demostrar su libertad, gracias a un
método de análisis humano, transparente y honesto. Michael muestra, ingeniosamente, cómo
funciona la Mala fe; acto posible únicamente mirándose al espejo. Desnuda su niño una vez
más, pero, aquí especifica el nivel de adaptación que posee la Mala fe sartreana para con todos
los campos humanos; hasta los más académicos o científicos no escapan a los hombres-cosa, de
hecho, abundan en esas áreas. Los Espíritus de seriedad son prodigios en la construcción de
círculos viciosos: ―Cela dit, je ne dissimulerai pas la satisfaction éprouvé à se plonger dans des
passés dont la signification pour le présent est moindre‖ (p.203). Un Michael honesto y
desnudando su Mala fe en cada pasaje de la novela, ese es el ejercicio del psicoanálisis
existencial sartreano; así se logra construir la simbología necesaria para revitalizar las acciones
del pasado y darles un significado presente, que, en efecto, está conectado con el futuro al ser
proyecto. Michael busca esas pistas que le permitan encontrar al autor de la obra, no se interesa
en los terceros; son cosas que no aportaron trascendencia a sus elecciones. Al existencialista le
interesa únicamente evaluar los momentos vividos como Hombre, todo otro dato sería un
221

abstracto que escapa a la evaluación que los humanos están ontológicamente capacitados de
hacer; el existencialista existe por sus acciones humanas y sólo estas le interesa interrogar. Al
psicoanálisis existencial sólo le interesa el Ser Humano; El Lector sólo se preocupa por quien
está vivo:

… une psychanalyse existentielle, si elle doit pouvoir exister. C‘est une méthode destinée
à mettre en lumière, sous une forme rigoureusement objective, le choix subjectif par
lequel chaque personne se fait personne, c‘est-à-dire se fait annoncer à elle-même ce
qu‘elle est. Ce qu‘elle cherche étant choix d’être en même temps qu‘un être, elle doit
réduire les comportements singuliers aux relations fondamentales, non de sexualité ou de
volonté de puissance, mais d’être qui s‘expriment dans ces comportements. (Sartre,
1943/2010, p.620).

El existencialismo sartreano viene anunciando un método que permita poner en práctica,


en uso, en el mundo de todos, la libertad absoluta de su conciencia. Anuncia un lenguaje, un
plano cartesiano, una metodología de verdad que permita moralizar las libertades de todos y
responsabilizarnos de las mismas. Una ética para semidioses quienes no se esconderán más en la
caverna de Platón; el hombre contemporáneo buscando aceptar que fue el infante moderno para
llevarse a una madurez del Ser. No somos Sísifo tratando de huirle a la muerte y condenados a
una eternidad absurda, somos Atlas viajando por el cosmos con el mundo en nuestra espalda;
somos el coloso de la historia:

Sartre se ha quejado de que la filosofía tradicional tuviera su origen en la reflexión


cómplice; la verdadera filosofía es una clase sistemática de reflexión purificante, y sus
resultados finales son los principios del ―psicoanálisis existencial‖. Sartre, como Freud,
ve la vida como un drama egocéntrico; ―el mundo es mi mundo‖ en la medida en que
tiene la forma que le dan mis valores, proyectos y posibilidades. Sin embargo, Sartre
desea, al mismo tiempo que intenta desvelar, por medio de una reflexión pura (que
corresponde a la reducción fenomenológica de Husserl), la naturaleza de la conciencia,
para preservar la soberanía de la psique individual como fuente del significado. Para él, la
psique es coextensiva con la conciencia. Mientras que para Freud el impulso humano más
profundo es el sexual, para Sartre es el anhelo de la ―autocoicidencia‖, que es la clave de
nuestro ser. (Murdoch, 2007, pp.146-147).
222

El capítulo cuatro termina con una sentencia fulminante al mejor estilo sartreano, Michael
realiza una destrucción del templo de la modernidad; lapida el concepto de progreso que es la
base o piedra angular de los ensueños totalitarios del viejo mundo:

J‘ai longtemps cru qu‘il existait un progrès dans l‘histoire du droit, une évolution, en
dépit de petits reculs et de terribles régressions, vers plus de beauté et de vérité, plus de
rationalité et d‘humanité. Depuis que cette croyance s‘est révélée chimérique, j‘aime à me
représenter autrement le cours de l‘histoire du droit: l‘image avec laquelle je joue est celle
d‘un cours qui est certes orienté vers un but, mais le but où il parvient, après toutes sortes
de convulsions, de confusions, et d‘aberrations, n‘est autre que son point de départ, d‘où
il lui faudra repartir à peine arrivé (…) Ulysse ne revient pas pour rester, mais pour
repartir. L‘Odyssée est l‘histoire d‘un mouvement qui à la fois vise un but et n‘en a pas,
une histoire de succès vains. Tout comme l‘histoire du droit. (pp.203-204).

Brillante, iluminador, revelador; palabras que están cargadas de las verdades que busca el
existencialismo sartreano; un Michael-Sartre que golpea las columnas de la maquina artificial
que se hace pasar por Hombre. El Michael existencialista quiere destruir el templo que lo
aprisiona, aunque en el proceso quede enterrado con este. Quiere quemar la iglesia de las utopías,
del supuesto progreso. Michael, como El Lector, se embarca en la empresa que persigue el
análisis sartreano; no darle espacio alguno a la inmanencia, no cederle el mínimo resguardo a las
cosas que nos arrebatan el Ser. Alienados en historias románticas con un principio y un fin no se
dimensiona libertad alguna, Hombre alguno, Ser alguno. Entonces, Michael-Sartre comprende
que el mundo es una historia eterna, siempre re-inventándose; lejos de acabarse. A estas
revelaciones del Ser sólo se puede llegar aceptando la libertad; Michael logra descubrir las
ambivalencias del Ser cuando lo mira bajo la lupa de las elecciones hechas, cuando finalmente se
psicoanaliza humanamente:

Les résultats ainsi atteints – c‘est-à-dire le fins dernières de l‘individu – pourront alors
faire l‘objet d‘une classification et c‘est sur la comparaison de ces résultats que nous
pourrons établir des considérations générales sur la réalité-humaine en tant que choix
empirique de ses propres fins. Les conduites étudiées par cette psychanalyse ne seront pas
seulement les rêves, les actes manqués, les obsessions et les névroses mais aussi et surtout
223

les pensées de la veille, les actes réussis et adaptés, le style, etc. (Sartre, 1943/2010,
p.620).

Nosotros cerramos nuestro análisis del psicoanálisis existencial propuesto por Sartre con
palabras muy esclarecedoras de Jeanson, quien sintetiza puntualmente el significado de la
búsqueda existencial de Michael y el camino que recorre:

Para conocerse es necesario hacerse; pero para hacerse auténticamente debe haber
intentado conocerse. En verdad, no hay en esto ninguna paradoja, ningún círculo vicioso.
Sabemos bien que todo conocimiento es acción; el cambio, entonces, se sitúa entre una
reflexión purificante activa y una acción sobre el mundo necesariamente irreflexiva, en la
medida en que le es indispensable absorberse en preocupaciones de orden técnico,
concernientes a los medios más que al fin. Todo hombre representa cierto ideal, que se
traduce en cierto estilo de vida. Este estilo se verifica y se ejerce en su acción sobre el
mundo. No se puede comprender al hombre sino remontándose a la elección que él ha
hecho de su estilo; él mismo sólo puede valorizar su acción asumiendo la total
responsabilidad de esa elección. (1968, p.263-264).
224

6.3.2. Literatura comprometida

En este apartado nos concentraremos en la relación que establece J.P. Sartre entre la
filosofía y la literatura, expuesta explícitamente en su libro Qu’est-ce que la littérature? (1948).
Estudiaremos la propuesta sartreana de una literatura comprometida; una forma de prosa que se
ajusta y evoluciona frente a las exigencias de un mundo liberado de esencias dadoras de sentido;
una prosa consciente del poder de las palabras para comprometerse con su situación y
transformarla; un llamado al escritor para que vuelva a su estado de Hombre; una aceptación del
poder creador y de re-invención de cada individuo. Para nuestro análisis usaremos los capítulos
del quinto al octavo de la tercera parte de nuestra novel-foco EL lector; donde Michael y Hanna
experimentan una vez más la potencia de la literatura, donde la literatura muestra con claridad
como rescatar al Ser de la prisión de la cosa. En estos estos episodios Michael volverá a leer para
Hanna, ya que no encuentra otra forma de reconciliación con el mundo, y Hanna, aprenderá a
leer y escribir gracias al regreso de su Lector; nuestros protagonistas bailan de nuevo, se liberan
una vez más.

En el capítulo cinco Michael nos ilustra cómo empezó, y en qué consistía, el nuevo ritual
de amor que se generó entre Hanna y su persona años después del proceso. Al pasar de varios
años la conciencia de Michael no encuentra sentido en ninguno de los roles que ha asumido y en
ninguna de las cosas que intentó poseer. Como vimos en nuestro apartado anterior, Michael
intentó todos los tipos de anestesia que tenía a disposición su clase burguesa, sin embargo,
ninguna se mostró efectiva para calmar, silenciar, dopar, la libertad que seguía palpitando en su
interior. Entonces, llega la literatura para darle una salida, llega Hanna-libertad para salvarlo del
suicido metafórico al que se trata de arrojar:

J‘ai commencé par l‘Odyssée. Je l‘ai lue après que Gertrude et moi nous fûmes séparés.
Pendant des nuits, je n‘arrivais à dormir que quelques heures; je restai éveillé, et quand
j‘allumais et prenais un livre, j‘avais les yeux qui se fermaient, et quand je posais le livre
et éteignais la lumière, de nouveau je ne pouvais pas dormir. C‘est comme ça que je me
suis mis à lire à haute voix. Je n‘avais plus les yeux qui se fermaient. Et comme dans mes
ruminations à demi éveillées, toutes mêlées de souvenirs et de rêves, où je ressassais
indéfiniment mon mariage et ma fille et ma vie, je voyais sans cesse Hanna prendre le
dessus, je me mis à lire pour Hanna. À lire pour elle sur cassettes. (p.205).
225

Michael debe ser honesto con El Lector, él confiesa la verdad sobre los motivos de sus
actos, no puede mentirle a su espejo. Entiende que es por Hanna para quién y por quien escribe y
lee. Aunque se hayan presentado otros personajes en la novela, todos estos humanos que han
pasado por su vida resultaron ser caricaturas, personajes-sombras, personajes de alquitrán;
carecen de sustancia suficiente para producir literatura, no demuestran el compromiso y
responsabilidad para con su existencia, al menos, no la necesaria para prender la llama del Otro;
únicamente con Hanna se pudo romper el huevo, ella salvó al Lector de una lectura plácida y
segura, de una vida sin turbulencias ni trascendencia, de una vida genérica. Para Sartre, no hay
lector sin obra y no hay obra sin lector, una sinergia entre los polos opuestos es regla
fundamental para generar las notas musicales y componer universos. Sin el Otro no existo, pero
lo que necesito para mi existencia no es un Otro de Mala fe que se niegue a danzar, sino una
libertad comprometida con su existencia; lo que necesita el Para-sí es el Para-otro, la conciencia
en si misma se perdería en su infinita potencia, necesita la fuerza centrífuga del espejo para verse
a sí misma. Michael escribe para la única persona que lo ha escuchado, que lo ha leído: Hanna.
Él, al no haberse comprometido con ninguna otra de sus situaciones, jamás existió para alguien
más; Michael invisible para el mundo, al ser otro más de la masa, al ser un hombre-cosa no tiene
impacto y es tan frágil como la literatura propaganda o la poesía barata. La verdadera literatura
es transformación del mundo usando el poder de las palabras, ya que son acciones. Para el
existencialista sartreano, si los hombres son libres, por ende, sus artes deberían serlo; siendo la
literatura uno de los códigos más sofisticados del lenguaje debería poder proveer la trasparencia
de hombres libres, responsables y comprometidos. Michael sólo puede escribir para Hanna
porque es con ella el único Ser con quien se ha comprometido; Michael y Hanna se necesitan el
uno al Otro para poder crear la tensión dialéctica que implica destruir el En-sí:

… l‘opération d‘écrire implique celle de lire comme son corrélatif dialectique et ces deux
actes connexes nécessitent deux agents distincts. C‘est l‘effort conjugué de l‘auteur et du
lecteur qui fera surgir cet objet concret et imaginaire qu‘est l‘ouvrage de l‘esprit. Il n‘y a
d‘art que pour et par autrui. La lecture, en effet, semble la synthèse de la perception et de
la création; elle pose à la fois l‘essentialité du sujet et celle de l‘objet; l‘objet est essentiel
parce qu‘il est rigoureusement transcendant, qu‘il impose ses structures propres et qu‘on
doit l‘attendre et l‘observer; mais le sujet est essentiel aussi parce qu‘il est requis non
226

seulement pour dévoiler l‘objet (c‘est-à-dire faire qu‘il y ait un objet) mais encore pour
que cet objet soit absolument (c‘est dire pour le produire). (Sartre, 1948/2008, p.50).

Según leemos, el existencialismo busca darle la libertad a ambas partes comprometidas


en el acto de crear literatura, ya que ambos componentes son Hombres y no cosas. Para Sartre, el
lector es tan activo como el escritor, hay una concordancia, una relación de fuerzas equivalentes;
la literatura no es una obra de iluminados sobre un mundo de tinieblas, no es una operación
mecánica donde el Hombre copia al pie de la letra los signos como lo hace una cámara
fotográfica. Siguiendo a Sartre, El Lector debe inventar en una constante superación del objeto
escrito, evidentemente el autor lo guía; pero simplemente hace eso, lo guía; hay infinitas
posibilidades de interpretación del signo, hay un vacío que El Lector debe atravesar.
Básicamente, la lectura es una creación dirigida, no tiene más sustancia que la subjetividad del
Lector:

Hay que recordar que Sartre se acerca a la literatura como el médico lo hace a un
paciente. La literatura, según su visión, está enferma por el divorcio entre el escritor y la
vida, quien se ha mostrado, bien con odio hacia el lenguaje, bien atrapado por el lenguaje
en su beneficio. El escritor ha sido forzado a volver a contactar con el mundo a través de
colocarse en ―situaciones extremas‖. Queda en sus manos efectuar la curaciñn afirmando
su rol como mediador en la comunicación. (Murdoch, 2007, p.169).

Siguiendo lo dicho, vemos que Sartre da un lugar importante al Lector, para el


existencialista quien lee no es un simple consumidor de información, no es una maquina
fotocopiadora de signos, por el contrario, quien lee puede ir siempre más lejos en su lectura,
crear y profundizar un poco más; así, la obra se vuelve un llamado. Para Sartre, el escritor llama
al Lector para que este complete la obra, acto únicamente posible para una conciencia libre; sin
hombres libres no existe la literatura. Así, pues, a Michael la lectura y la escritura le revelarán,
poco a poco, el cómo asumió su libertad y la de los demás, le permite mirar-se al espejo:

Puis je remis longtemps de téléphoner au tribunal où Hanna avait été condamnée, afin de
savoir où elle purgeait sa peine. Enfin j‘eus tout ensemble, l‘adresse d‘Hanna dans une
prison proche de la ville où elle avait été jugée, un magnétophone à cassettes, et les
cassettes numérotées, de Tchekhov à Homère et passant par Schnitzler. Et enfin j‘envoyai
effectivement le colis contenant le magnétophone et les cassettes (…) je sais que le
227

premier envoi date de sa huitième année de détention, et le dernier de sa dix-huitième.


(p.206).

Michael, con sus palabras nos explica su nuevo ritual de amor para con Hanna.
Obviamente no es algo ideal o carente de egoísmo, sin embargo, rompe su silencio; en cierto
sentido, vuelve a buscar la conexión con el Otro. Michael no podía leer ni mucho menos escribir
sin tener la oportunidad de compartirlo con otra conciencia; en efecto, nadie lo haría. Siguiendo a
Sartre, sabemos que buscamos constantemente la aprobación y re-afirmación del Otro, escribir y
leer se vuelven medios para conectarnos con otra conciencia; tratar de escribir o leer sin buscar
conectarnos con el Otro es una contradicción fatal. Michael siempre ha querido hablar con
Hanna, en las palabras encuentra un medio para hacerlo. Michael llama a Hanna con sus
palabras, su creación no se culminaría si Hanna no lo leyese, sino hubiese un Lector; escribir,
para el existencialismo, es llamar al Otro para que nos preste su libertad y le dé una existencia al
lenguaje que usamos. Un libro no es esclavo de nuestra libertad, al contrario, la solicita; para
alcanzar dicha libertad es imperativo reconocerla primero. Michael reconoce la imaginación de
Hanna, su libertad, y entiende que ella no es pasiva; de hecho, que ella siente y sueña con una
fuerza desbordada:

… la liberté ne s‘éprouve pas dans la jouissance du libre fonctionnement subjectif mais


dans un acte créateur requis par un impératif. Cette fin absolue, cet impératif transcendant
et pourtant consenti, repris à son compte par la liberté même, c‘est ce qu‘on nomme une
valeur. L‘œuvre d‘art est valeur parce qu‘elle est appel. Si j‘en appelle à mon lecteur pour
qu‘il mène à bien l‘entreprise que j‘ai commencée, il va de soi que je le considère comme
liberté pure, pur pouvoir créateur, activité inconditionnée; je ne saurais donc en aucun cas
m‘adresser à sa passivité. (Sartre, 1948/2008, p.55).

Siguiendo a Sartre, la obra literaria es el movimiento de creación entrelazada y


compartida, la cual establece entre dos sujetos una relación de reconocimiento mutuo de su
libertad, que conlleva una invitación a un reino universal de las conciencias libres; la literatura,
así como el Ser, como los átomos, como el cosmos, existe sólo en movimiento. Tratar de hacer
literatura estática, aquella que sostiene los templos, aquella que se asume como pilar de fantasías,
sería hacer simplemente propaganda o entretenimiento. La literatura necesita de un compañero,
de un amigo, de un hermano, de un amante; hacer literatura es hacer el amor, es desnudarse e
228

invitar al Otro a hacer lo mismo, es una alegría de la creación, una invitación a tener hijos. Esto
lo explica de manera precisa Luc Amiech en su artículo ¿Qué es la literatura? Una cuestión
filosófica de Jean Paul Sartre a Jacques Rancière:

La obra hace surgir entre las dos libertades un lazo radicalmente nuevo, que les permite
entrar en relación sin enfrontarse, sin alienarse, pero convocándose una a la otra. El
escritor al apelar a la libertad del lector para completar su creación, hace existir su obra.
Sartre revela con un mismo nombre lo que describe como el efecto propio de la lectura: la
alegría. Esta alegría viene sin duda de la libertad que el lector experimenta en la creación
que realiza, pero, también, de que puede poseer como un objeto el producto de lo que es
en realidad una recreación. De hecho, todas la relaciones, todas las finalidades, que el
lector pone al día en la obra no se le aparecen como el fruto azaroso de su subjetividad, el
capricho de sus quimeras, sino como la manifestación de una intención, de una libertad
humana, la del autor que juega aquí el rol de auctor, de garante. (2006, p.145).

Según lo anterior, el Lector nunca será dominado por el objeto, por el libro, ninguna
realidad externa podría condicionar la libertad del Lector, todas sus elecciones tienen origen en
dicha libertad y, por ende, toda lectura es un abrazo de cariño, de generosidad; en paralelo, lo
que el escritor reclama del Lector no es una aplicación de una libertad abstracta, sino el don de
su humanidad, con sus pasiones, sus perversiones, sus simpatías, hasta su sexualidad y escala de
valores. Básicamente, escribir es transformar nuestras emociones en emociones libres y leer es
responsabilizarse del sentido que elijo de lo leído y cómo lo asumo:

Ainsi l‘auteur écrit pour s‘adresser à la liberté des lecteurs et il la requiert de faire exister
son œuvre. Mais il ne se borne pas là et il exige en outre qu‘ils lui retournent cette
confiance qu‘il leur a donnée, qu‘ils reconnaissent sa liberté créatrice et qu‘ils la
sollicitent à leur tour par un appel symétrique et inverse. Ici apparaît en effet l‘autre
paradoxe dialectique de la lecture: plus nous éprouvons notre liberté, plus nous
reconnaissons celle de l‘autre; plus il exige de nous et plus nous exigeons de lui. (Sartre,
1948/2008, p.58).

Como vemos, para Sartre la lectura es un pacto de generosidad entre el autor y el lector;
cada uno confía en el Otro, cada uno cuenta con el Otro, espera y exige del Otro tanto como
exige de sí mismo; se establece un pacto de generosidad mutua, ambos toman esta decisión
229

libremente. Para el existencialista sartreano, un Hombre libre, sea escritor o Lector, al dirigirse a
Otros Hombres libres no tiene más que un tema: la emancipación del Ser. En cierto modo, leer y
escribir serían una búsqueda, un deseo, un uso de la libertad. Justamente, Michael está
descubriendo ésta reciprocidad existente en el acto de producir palabras; escribir y leer como
exigencias permanentes al Ser para reapropiarse la totalidad de lo humano y posicionar al
Hombre por encima del universo:

Lorsque je me mis moi-même à écrire, je lus aussi mes textes a Hanna (…) Hanna devint
l‘instance devant laquelle je ramassais une dernière fois toutes mes énergies, toute ma
créativité, toute mon imagination critique. Ensuite, je pouvais envoyer le manuscrit chez
l‘éditeur. (pp.207-208).

Existe el Lector porque existe Hanna, existe la obra porque existe Hanna; podemos
escribir, hacer literatura, porque los Hombres somos libres. Michael escribe y lee gracias a
Hanna, se pregunta, interroga, medita el universo porque Hanna se lo puso en duda; Michael
puede usar su imaginación gracias al valor que otra conciencia le pueda ofrecer, puede ser
creativo gracias a la libertad del Otro, puede criticar gracias al movimiento que Hanna le invitó a
realizar. Por ejemplo, podemos discutir la novela y el existencialismo sartreano gracias a Hanna,
sin ella, sin la libertad de los Hombres, no tendría sentido el ejercicio que realizamos, ya que
todo estaría dicho de antemano; todo estaría determinado y, en efecto, no habría razón para el
dialogo, no habría razón para bailar:

Écrire, c‘est donc à la fois dévoiler le monde et le proposer comme une tâche à la
générosité du lecteur. C‘est recourir à la conscience d‘autrui pour se faire reconnaître
comme essentiel à la totalité de l‘être; c‘est vouloir vivre cette essentialité par personnes
interposées (…) Car on ne peut exiger de moi, dans le moment où j‘éprouve que ma
liberté est indissolublement liée à celle de tous les autres hommes, que je l‘emploie à
approuver l‘asservissement de quelques-uns d‘entre eux. Ainsi qu‘il soit essayiste,
pamphlétaire, satiriste ou romancier, qu‘il parle seulement des passions individuelles ou
qu‘il s‘attaque au régime de la société, l‘écrivain, homme libre s‘adressant à des hommes
libres, n‘a qu‘un seul sujet : la liberté. (Sartre, 1948/2008, pp.67-70).

El capítulo seis, del episodio en cuestión, resulta clave para nuestro análisis de la relación
entre la filosofía sartreana y las palabras. En este, Michael nos relata uno de los momentos
230

mágicos y más importantes de la novela: Hanna aprende a leer y escribir por sí misma. Gracias a
la interacción entre Michael y Hanna, gracias a ese baile que sostienen una vez más, gracias a ese
nuevo ritual de amor mediado por la literatura, gracias al dialogo y la reafirmación para con el
Otro; Hanna supera el limitante que ella misma se había impuesto, rompe con las cadenas que
ella misma se había amarrado, rompe ese pequeño mundo en el que se había escondido, rompe y
sale del huevo: Au cours de la quatrième année de ce contact à la fois bavard et muet, je reçus un
mot. « Garçon, la dernière histoire était particulièrement bien. Merci. Hanna. » (p.209). En estas
dos líneas la generosidad de la que veníamos hablando se siente en cada letra; esa generosidad
que Sartre le atribuye a la fuerza de las palabras se expresa sutil y, a la vez, enérgicamente, en la
voz de Hanna. Ella le agradece a Michael por salvarla del no-Ser, le agradece por no olvidarla,
por no enterrarla, por mostrarle que su libertad sí importa, por mostrarle que ella si es humana,
por confirmarle que ella es una persona que siente y piensa. Ya que, aunque Michael no
compartía su vida personal, si compartía todo su Ser en esos casetes, se entregó enteramente y se
dejó caer en el abrazo intenso de la literatura. Michael y Hanna, juntos, encuentran la diferencia
entre la prosa y la letra muerta, entre la prosa activa y el silencio cómplice, entre el infante y el
Hombre maduro; dicho descubrimiento es que el existencialismo trata de compartir en su
propuesta:

Le parleur est en situation dans le langage, investi par les mots; ce sont les prolongements
de ses sens, ses pinces, ses antennes, ses lunettes; il les manœuvre du dedans, il les sent
comme son corps, il est entouré d‘un corps verbal dont il prend à peine conscience et qui
étend son action sur le monde. Le poète est hors du langage, il voit les mots à l‘envers,
comme s‘il n‘appartenait pas à la condition humaine et que, venant vers les hommes, il
rencontrât d‘abord la parole comme une barrière. (Sartre, 1948/2008, pp.19-20).

Sartre, al tratar de ajustar su concepto de literatura al mundo contemporáneo, lleva sus


categorías teóricas a una dimensión radical; todo arte y obra que no opere en situación resulta ser
inmanencia, propaganda o entretenimiento; una paja mental. Cuando un ―poeta‖ expone sus
sentimientos en el papel deja de reconocerlos, las palabras se apropian de dichas emociones, se
empapan con ellas y las metamorfosean, no tienen sentido ni ante los ojos de su propio autor; la
emoción muta a cosa y ahora tiene la opacidad de la misma, se nubla por la propiedades
ambiguas de los vocablos en los que se ha encerrado. Al contrario, la prosa, la verdadera
231

conexión de espíritus humanos, es utilitaria por esencia, las letras atraviesan nuestra mirada
como la luz atraviesa el cristal; el Hombre no se detiene en la palabra, va directamente al
significado por construir, al punto señalado, a la verdad en espera de ser revelada:

Sartre hace una distinción entre poesía y prosa: a través de la prosa estamos dentro del
lenguaje, y a través de la poesía estamos fuera del lenguaje. La prosa es una extensión de
nuestras actividades, las palabras de la prosa son trasparentes, la prosa es simplemente
para la comunicaciñn. Aquí ―estamos en el lenguaje como en nuestro cuerpo‖. Esto es lo
que quiere decirle al novelista. Mientras que ―para el poeta, el lenguaje es una estructura
del mundo exterior‖. Al leer poesía perseguimos al leguaje aturdidos. Pero la prosa es un
instrumento, y ―en la prosa, el placer estético es puro únicamente cuando viene por
aðadidura‖. La prosa literaria es la única, por tanto, que Sartre desea ver ―comprometida‖,
y eso sñlo para la prosa literaria que desea establecer la conexiñn entre ―buena escritura‖
y compromiso ideolñgico. Es el prosista quien ―tiene un único propñsito, la libertad‖.
(Murdoch, 2007, pp.169-170).

Según leemos, el existencialismo sartreano no tiene espacio para el cinismo u otra actitud
similar para con las letras y el acto de comunicarse. Todo el tiempo vemos palabras y símbolos,
pero estos no nos invitan a ninguna comunicación efectiva, ya que son empleados como fin y no
como medios. La literatura es como el Ser; puro movimiento, si deja de nadar se hunde, por ello,
la literatura existencialista se identifica con el rompimiento, el esfuerzo, la acción, la lucha. La
literatura que propone Sartre es un elogio a la dificultad. La literatura está al servicio y existe
para los Hombres, esta no tiene cabida, ni podría realmente producirse, en un mundo de esclavos.
Desear y emprender el camino de la literatura es un acto de valientes no apto para cobardes:

Je lus ce mot et fus envahi de joie et de jubilation. « Elle écrit, elle écrit¡ » Tout ce que
j‘avais pu trouver sur l‘analphabétisme au cours de toutes ces années, je l‘avais lu. Je
savais le désarroi qu‘il impliquait dans la vie de tous les jours, pour trouver un chemin ou
une adresse ou choisir un plat au restaurant, je savais l‘anxiété qui fait suivre des schémas
tout préparés et une routine bien éprouvée, je savais quelle énergie cela exige de
dissimuler qu‘on ne sait ni lire ni écrire, et que cette énergie est prise sur la vie.
L‘analphabétisme condamne à un statu de mineur. En ayant le courage d‘apprendre à lire
232

et à écrire, Hanna avait franchi le pas vers la majorité et l‘autonomie, dans une démarche
d‘émancipation. (p.210).

Observamos, en palabras de Michael, claramente el impacto que tiene la literatura sobre


las relaciones y el entendimiento de lo humano. El Hombre, al ser movimiento y construcción,
necesita de medios tan veloces como su propio Ser, así que la literatura se vuelve fundamental al
convertirse en ese puente entre conciencias que viajan por el universo a tan gran velocidad.
Cómo lo explica Sartre-Michael, ser analfabeta es cortarse de las posibilidades que ofrece el
mundo, dado que el universo se nos presenta y lo podemos trasformar únicamente en correlación
con el Otro; solos, veríamos sombras y oscuridad, viviríamos en una penumbra eterna. No tener
la posibilidad de leer y escribir es no tener la posibilidad de asumirse como Hombre, de no poder
poner en uso su libertad y actuar; es entregarse al Leviatán, a Júpiter, es rendirse frente al Otro,
es entregarse a la Nada. La literatura salvó a Hanna de la Hanna-cosa, el ser humano que está
dentro del cuerpo de Hanna no se permitió ser absorbido por dicho cuerpo, entiende que la carne
es un vehículo y no un portador de verdad; Hanna no se deja convencer por el mundo, por los
hombres-cosa, de que ella es una cosa, una máquina, una herramienta. El verdadero arte salva al
Hombre de las apariencias de hombres, rescata la persona de la cosa, ilumina la opacidad de lo
externo; la verdadera literatura es el medio que usan los Hombres libres para construir su mundo
de Hombres libres y no el fin de cosas que quieren parasitar la infinita potencia de la libertad.
Hanna aprende a leer y escribir porque amó y ama, así que desea reivindicar lo que amó y
entender lo que odió. Busca un medio para hacer efectiva su penitencia, su elección; explora la
humanidad, acompañada de Michael, para comprender su Ser y el de los demás. Ella no se
acomoda con las imposiciones del mundo, eso sería darle la razón al objeto y, al mismo tiempo,
darle la razón al mundo de que ella es un objeto. Su falla nunca ha sido, En-sí, sus crímenes, sino
la ignorancia a la que se entregó voluntariamente en pro de dichos crímenes. Su falla fue dejarse
moldear por el mundo cuando somos los Hombres a quienes nos corresponde ser el escultor.
Hanna siempre en búsqueda de la libertad, la real, la humana, la que esboza el existencialismo
sartreano; una libertad comprometida, una literatura que trasforma, destruye o esculpe al Ser:

L‘écrivain ―engagé‖ sait que la parole est action; il sait que dévoiler c‘est changer et
qu‘on ne peut dévoiler qu‘en projetant de changer. Il a abandonné le rêve impossible de
faire une peinture impartiale de la société et de la condition humaine. L‘homme est l‘être
233

vis-à-vis de qui aucun être ne peut garder l‘impartialité, même Dieu. Car Dieu, s‘il
existait, serait, comme l‘ont bien vu certains mystiques, en situation para rapport à
l‘homme. Et c‘est aussi l‘être qui ne peut même voir une situation sans la changer, car
son regard fige, détruit, ou sculpte ou, comme fait l‘éternité, change l‘objet en lui-même.
(Sartre, 1948/2010, p.28).

Según vemos, para Sartre, la literatura no es un acto de consumo inconsciente, ella es una
acción que sitúa al hombre en una realidad. No somos maquinas transmisoras de datos y que
cumplen ordenes, somos quienes hacemos la acción por nuestra propia elección. Es imposible
tratar de contener el mundo en las letras, por el contrario, la idea sartreana consiste es dejar fluir
al Ser a través de las palabras; permitir la invención y la creatividad propias de la libertad. Sartre
invita a Hanna y al Lector a esforzarse por alcanzar un compromiso, por atrapar el poder de la
palabra, y así, poder usarlo para confrontarse:

… el compromiso no es más que la consecuencia de que la literatura se escriba con


palabras, y poner una palabra sobre una cosa es hacer que pierda su ―inocencia‖,
―alterarla‖ y darle otro tipo de ―existencia‖, una ―dimensiñn nueva‖, ―transformarla‖ y,
sñlo por eso, ―comprometerla‖. Comprometido, para Sartre, significa consciente del
poder la palabra. (Lévy, 2001, p.73).

Efectivamente, Para Sartre, el Hombre es poder. Para el existencialismo sartreano, somos


capaces de hacer, inventar, transformar, el mundo según nuestras acciones. No tenemos que, ni
deberíamos, acomodarnos a sus supuestas verdades; estas son impenetrables, son universos En-
sí, debemos de acomodar el mundo a nuestras verdades, exponerlo a nuestras elecciones. El
mundo en que vivimos es un mundo de Hombres, no un mundo de animales y plantas, de átomos
y partículas, de sujetos y objetos, de fórmulas mecánicas y cuánticas, estas son sólo categorías;
somos el mundo, el universo es exclusivamente humano, existe por y para humanos. Por
ejemplo, tenemos a nuestro protagonista que logra comunicarse con el universo, únicamente
cuando dialoga con Hanna, todos sus otros actos ni se mencionan ya que eran acciones ajenas,
pertenecían a las categorías abstractas de la Mala fe. Sin Hanna no hay literatura, sin Hanna el
Lector no entiende lo que comprende la verdadera responsabilidad:

Après ce premier mot, les suivants se succédèrent régulièrement. C‘étaient toujours


quelques lignes, un remerciement, le souhait d‘écouter autre chose du même auteur, ou de
234

ne plus en écouter, une remarque sur un écrivain, sur un poème, une histoire, un
personnage de roman, ou bien une notation venue de la prison (…) Souvent, sans ces
notations d‘Hanna, je n‘aurais même pas remarqué les forsythias, les orages ou les vols
d‘oiseaux. Se remarques littéraires étaient souvent étonnamment justes. (p.211).

Aquí, en una de las escenas más hermosa de la narración, en estos años de comunicación
lucida y transparente a través de la literatura, como en la primera parte de la novela cuando
Michael y Hanna hacían el amor y leían, se pone de manifiesto el principio de la literatura
comprometida; es con el Otro, por el Otro y para el Otro que escribimos y leemos. El lector no es
un simple espectador y el escritor no es un contendor de verdades. El hombre y la mujer son dos
caras de lo mismo, siempre libres de elegir cual asumir, se intercambian el Ser para hacerlo
nacer, vivir, nutrir y crecer. El lector y el escritor son dos partes de una misma entidad: la
literatura. Hacemos arte para conectarnos con el Otro, es esa obra la que inmortaliza lo humano y
hace trascender el espíritu de la libertad. La novela que hemos analizado existe por la danza que
provocaron y vivieron Michael y Hanna; eran dos niños perdidos que se tomaron de la mano por
unos instantes, en este mundo de asquerosidades, y entonces eso fue suficiente para trasformar
sus determinaciones y crear algo diferente, algo novedoso y que comunica una verdad: somos
libres. Muchas personas se quedan en la sombra, en la caricatura, en el olvido, en la Nada,
porque nunca invitan a bailar a Otra persona, porque nunca salieron a la pista y junto a Otro
humano, experimentaron lo que es el secreto del universo; que la contradicción no es una
contradicción, por el contrario, es una invitación, una exigencia, de síntesis. Seriamos
eternamente padres, profesores, abogados, prisioneros, esclavos, animales, bestias, rocas, árbol,
Nada, si nos quedamos entre la audiencia; nos convertimos en un simple computador esperando
que cualquiera teclee unos parámetros de existencia. Michael y Hanna no fueron programados
para vivir el amor y la responsabilidad que asumieron, no estaban pre-destinados a tomar esas
elecciones y menos, estaban siguiendo impotentes algún sendero construido por fuerzas
superiores, en el mundo de los Hombres nada es más fuerte que su libertad, nuestros
protagonistas puede hacer verdadera poesía, verdadero arte, por la oportunidad que se brindaron
de leerse y escribirse; no caen el absurdo de la contemplación o la simple desesperación. El Ser
no está contenido en el Yo o en el Tu, sino en el Nosotros; sólo en el Nosotros se da la
trascendencia, el escape de la cosa, lo que realmente interesa a toda libertad es Ser un Nosotros.
Nuestras palabras tienen siempre un efecto y lo único que importa es como lo asumimos; cuando
235

estamos hablando estamos en Nosotros, por ende, todos se vuelven nuestra responsabilidad. Para
Sartre, las palabras tienen una capacidad de trasformación digna y exclusiva del Hombre, lo que
le interesa, entonces, es como usemos ese poder; lo que hacen Michael y Hanna es darle un valor
al poder de sus palabras. Lo que es central para el existencialista sartreano es la madurez
ontológica de cada individuo que produce obras de arte o burdos mamarrachos de infante sin
gracia; el arma más fuerte del Hombre libre es su Voz, su acción:

Il sait que les mots, comme dit Brice Parain, sont des ―pistoles chargés‖. S‘il parle, il tire.
Il peut se taire, mais puisqu‘il a choisi de tirer, il faut que ce soit comme un homme, en
visant des cibles et non comme un enfant, au hasard, en fermant les yeux et pour le seul
plaisir d‘entendre les détonations (…) Mais dès à présent nous pouvons conclure que
l‘écrivain a choisi de dévoiler le monde et singulièrement l‘homme aux autres hommes
pour que ceux-ci prennent en face de l‘objet ainsi mis à nu leur entière responsabilité.
(Sartre, 1948/2008, p.29).

Siguiendo a Sartre, podemos afirmar que Michael y Hanna se responsabilizaron


mutuamente a través de la literatura y así rompieron con sus alienaciones, juntos se encienden y
se pasan la llama de Prometeo. Michael y Hanna divagan por el universo perdidos si no tienen al
Otro para que los acompañe; son estos encuentros donde la chispa de la emancipación se dispara
que importan al lenguaje contemporáneo. Michael y Hanna se salvan en una concordancia,
sincronizando sus libertades; nace la poesía porque el Otro nos ayuda a percibirla, perdidos en la
contemplación o la acción mecánica pasamos por alto los momentos trascendentales de nuestra
existencia, aquellos momentos de emancipación, de revolución. Para el existencialismo
sartreano, la literatura le permite al hombre reconocer su libertad y ponerla en praxis, podemos
sentir y trasmitir la libertad, gracias a la facultad de los Hombres de elegir; esa la obra de arte,
cuando Michael y Hanna se escriben-leen juntos:

Si la literatura se define, como desea Sartre, ―como ese agujero en el Ser por donde los
Seres desaparecen‖, si se llama al ―reino de la libertad, a la ciudad de los fines‖, es
porque ella no desea reemplazar una división cualquiera de lo sensible con su sistema de
asignación de lugares, pero que, más allá del orden político de lo que es, se refiere al
plano de lo que no es pero debe ser, a ese plano del valor, donde en el fondo del
imperativo estético se discierne el imperativo ético (…) una libertad sñlo puede ser el
236

movimiento de superación de una situación que la define, porque para ser auténtica, no
puede permanecer abstracta sino que debe encarnarse, es por eso que la libertad que
constituye la trama de la obra debe aparecer como una libertad que se afirma contra las
alienaciones (…) El compromiso del escritor consiste simplemente en develar el mundo
de manera que nadie pueda llamarse inocente. (Amiech, 2006, pp.146-147).

Como vemos, Michael y Hanna pueden hacer una obra cuando asumen el poder de sus
palabras, por ínfimas o sofisticadas que están sean. La novela de nuestros protagonistas es una
aventura hacia el compromiso, ellos dejan de ignorar el mundo cuando escriben y leen, y a
cambio piden que ningún Lector se declare inocente frente a ese mundo. Como vemos, para
Sartre-Michael-Hanna, la verdadera literatura no se experimenta en divinidades y espíritus
eternos, al contrario, la literatura es auténtica cuando destruye las cadenas que atan la libertad,
cuando invita al Lector a dar una respuesta libre y desinteresa, al mismo tiempo que sirve al
proceso de liberación de toda la humanidad. Michael y Hanna atesoran lo que les permitió Ser;
su libertad:

Qu‘elle sût lire désormais et pût se passer de mes cassettes, cela ne m‘a jamais gêné. Elle
pouvait bien lire en plus. Ma lecture à haute voix était ma façon de lui parler, de parler
avec elle. J‘ai conservé tous ses petits mots. L‘écriture change. Elle s‘oblige d‘abord à
pencher les lettres de la même façon, à leur donner la même hauteur, la même largeur.
Une fois qu‘elle y est arrivée, l‘écriture est plus aisée et plus assurée, mais jamais elle ne
coule. En revanche, elle prend quelque chose de cette beauté austère qu‘à l‘écriture des
vielles personnes qui ont peu écrit dans leur vie. (p.212).

Así termina el capítulo seis, con una clara declaración de amor y respeto por quien te
enseña a escribir y a leer, ya que, aunque Michael supiese usar las letras, él no tenía idea alguna
de cómo usar las palabras, desconocía el poder tan inmenso que tiene su Voz, su acción; al tomar
la mano de Hanna comprendió que los Hombres pueden, siempre, re-inventarse. No somos ni
bestias ni maquinas, simplemente seres humanos. Michael, siguiendo a Sartre, acompañado de
Hanna, experimenta una empresa que lo absorbe completamente, descubre una magia que lo
llena totalmente, participa del mundo en que vive, se compromete con el Otro; existe:

… nous estimons que l‘écrivain doit s‘engager tout entier dans ses ouvrages, et non pas
comme une passivité abjecte, en mettant en avant ses vices, ses malheurs et ses faiblesses,
237

mais comme une volonté résolue et comme un choix, comme cette totale entreprise de
vivre que nous somme chacun. (Sartre, 1948/2010, p.40).

El capítulo siete, del episodio en cuestión, es la reacción de Michael frente a una


invitación bastante compleja de manejar; Hanna seria prontamente libre y necesitaba del único
Hombre que se contactaba con ella para que la apoyase en su reintegración para con la sociedad.
Michael, lleva años de danza con Hanna por medio de las palabras, ahora, a través de una carta,
es llamado al compromiso de mirar, con sus ojos, al espejo de su vida:

Je ne me suis même pas demandé, à l‘époque, si Hanna serait libérée un jour. L‘échange
des cassettes et des petits mots était si normal et familier, et Hanna m‘était si librement
proche et lointaine à la fois que j‘aurais pu faire durer cet état de choses indéfiniment.
C‘était égoïste et facile, je sais. Puis arriva la lettre de la directrice de la prison : (…)
Mme Schmitz sera alors bientôt remise en liberté – après dix-huit années de détention.
(p.213).

Una vez más, Michael debe tomar una decisión. Por medio de la novela, utiliza las
palabras para estudiar su postura y pensamiento en cada momento que la elección se le hacía
urgente. No esconde en artilugios del lenguaje el humano indeciso y cobarde que se presenta en
cada episodio de la vida de Michael; inclusive, después de años de un ritual de amor intenso y
apasionado, como lo es la literatura, no logra alcanzar de inmediato la gallardía necesaria para
enfrentar su elección. Él es un niño que difícilmente se atreve a mirar el mundo y muchos menos
salir de su jardín, cada momento que se decide por salir a explorar el exterior es gracias a la
tendida de mano de Hanna. Aprende a leer y a escribir al hallar con quien leer y escribir; supera
su situación de esclavo al unirse a otra empresa de emancipación. Ha sido gracias a esa pequeña
niña llena de pasiones y temores como él, que Michael ha podido encontrar su poder de elección,
ahora, debe de reunirse con su compañera de lectura-escritura, debe de acompañar a su hermana
de lucha, debe de encontrarse con la otra cara de la moneda, debe converger con su otra mitad.
Michael, al ser solicitado por Hanna, está siendo solicitado por el compromiso, la literatura
aclama de él lo que está siempre le ha ofrecido; libertad:

Ecriture et lecture sont les deux faces d‘un même fait d‘histoire et la liberté à laquelle
l‘écrivain nous convie, ce n‘est pas une pure conscience abstraite d‘être libre. Elle n’est
pas, à proprement parler, elle se conquiert dans une situation historique; chaque livre
238

propose une libération concrète à partir d‘une aliénation particulière (…) tout un monde
que l‘auteur et le lecteur ont en commun. C‘est ce monde bien connu que l‘auteur anime
et pénètre de sa liberté, c‘est à partir de lui que le lecteur doit opérer sa libération
concrète: il est l‘aliénation, la situation, l‘histoire, c‘est lui que le dois reprendre et
assumer, c‘est lui que le dois changer ou conserver, pour moi et pour les autres. (Sartre,
1948/2008, p.78).

Siguiendo a Sartre, Michael se perdería en el abstracto si no atiende el llamado de Hanna.


Se perdería toda la sustancia de sus anteriores elecciones, los años que pasaron escribiéndose y
leyéndose mutuamente se reducirían a simples imágenes, sonidos y papel. Si Michael abandona a
Hanna, cómo lo hizo en la primera y segunda parte de la novela al esconderse en el agua o entre
la multitud, abandona la libertad, y por ende, la literatura; no tendría ningún sentido todo lo que
ha escrito, no tendríamos El Lector. Si Michael no se compromete con su época, situación e
historia, concentradas todas en su relación con Hanna, nunca lograría alcanzar las estrellas y las
nubes, ver los pájaros y sentir la brisa, palpar las hojas caídas y la aspereza de la roca, oler el
perfume de una mujer; no hubiese logrado vivir y mucho menos escribir verdadera literatura:

La prosa esclarece la otra cara de la empresa humana, aquella por la que, a través de la
aceptaciñn de su finitud, funda una relaciñn con la esperanza (…) el poeta ve reproducir
por el lector su subjetividad creadora como potencia sagrada. Y Sartre puede escribir a
propñsito de Genet: ―Él nos besa, es lo sagrado del Poeta‖. El prosista, al contrario, dado
que no se sitúa en esa relación sagrada con el fracaso, dado que hace de su comunicación
silenciosa con el lector otra forma de comunicación, reconoce la libertad del lector. Se
establece con él una relación de reciprocidad. Es en esta perspectiva que es necesario
situar la defensa de la retórica que asume Sartre. No reenvía a una voluntad de persuasión
política, sino que es definida como ―la reflexiñn del lenguaje sobre sí‖. (Amiech, 2006,
p.150).

Como vemos, para el existencialismo sartreano, literatura no es cualquier uso sofisticado


o creativo de las palabras, no es técnica o estilo, sino, el uso consciente que se hace del poder de
la palabra; consciencia únicamente alcanzada en los ojos del Otro. La literatura se produce
exclusivamente entre dos consciencias activas, dos seres que se tensionen el uno al otro, como
esa pareja que baila el tango, una perfecta sincronización de fuerza y elegancia, de ternura y
239

potencia, de ligereza y rudeza, dos fuerzas en apariencia opuestas que existen sólo por la relación
que tienen con el Otro, bailar tango en solitario es una de las escenas más tristes, vacía y sin
gracia que el Ser pueda asumir. Es este miedo el que confunde a Michael, la posibilidad de
quedarse solo, bailando sin pareja alguna, sin nadie que le acompañe en su descubrimiento de las
cosas. Él le tiene pavor a la soledad de su alma, sin embargo, sólo ha conocido el calor humano
en brazos de Hanna, su otro gran temor:

Mais ma visite à Hanna, je la repoussais toujours. C‘est justement parce qu‘elle m‘était si
librement proche et lointaine que je ne voulais pas lui rendre visite. J‘avais le sentiment
que, pour qu‘elle reste ce qu‘elle était pour moi, il fallait cet éloignement réel. J‘avais
peur que ce petit univers léger et préservé, fait de cassettes et de messages de quelques
mots, soit trop artificiel et trop fragile pour supporter la proximité réelle. Comment nous
rencontrer face à face sans que remonte tout ce qui s‘était passe entre nous ? (p.215).

Esta ambigüedad, encierro, conflicto que Michael describe no es nueva, durante toda la
novela estos momentos de angustia se han hecho presentes en la voz de nuestro protagonista.
Cuando se ve enfrentado a Hanna, a su elección, se desarrolla todo un enfrentamiento en la
conciencia de Michael entre su Mala fe y la Libertad asumida auténticamente; pasar del infante
sumergido en poemas subjetivos al Hombre responsable de sus armas, sus palabras, significa la
gran aventura humana y siempre produce mucha emoción. En el momento en que Hanna está en
escena Michael se siente acorralado por el peso de sus decisiones, inmediatamente la evidencia
del mundo se le aparece con olor a mujer; a una en especial, una libre. Michael ha experimentado
el amor y la literatura en el pecho y la boca de Hanna, en el instante en que el mundo le exige
una posición frente al amor que experimenta, un amor retorcido, enfermo e inmundo ante los
ojos de la sociedad, momento histórico y situación, se enfrenta a esa contradicción que tiene que
asumir; No experimentó el amor y la literatura con su esposa o hija, no aprendió de la justicia y
la ética con sus padres, no se comprometió con su profesión o vida académica, fue con una mujer
que representa la maldad hecha carne en el mundo de Michael que este conoció la pasión por
vivir. Las rupturas que se le tienen que hacer a la cosa para ver la luz de Hanna suponen una
empresa de envergadura colosal; quien más le enseño a Michael sobre el mundo, no fue ese
mismo mundo, sino su libertad; la tormenta, el viaje, la pregunta. Michael, entrenado para ser un
cerdo no entendía que la angustia que sentía se parecía más a la excitación previa a hacer el amor
240

que, por el contrario, a una tortura del espíritu; a los animales de granja los condicionan para
experimentar la adrenalina previa a la emancipación cómo una ansiedad fatigante y espantosa.
Romper esa construcción de años de adiestramiento le ha costado años de lectura y escritura,
ahora le exigía una nueva acción; llevar el compromiso a lo real, mirar a Hanna a los ojos y
decirle que la reconocía como Humano, como una persona que ama y es amada. Entonces su
literatura estaría al nivel de su situación; comprometida y realista, un verdadero análisis de la
condición humana en situación. En resumen, si Michael no visita a Hanna, si la abandona de
nuevo, no habrá novela. Si Michael no demuestra que su libertad pudo emanciparlo de su estado
de animal rastrero no habrá magia que contar. Para el existencialista sartreano, la obra es
excitante porque trasmite con fidelidad el Hombre que estaba en situación y no tratar de dopar al
público con un templo de ideas encerradas en sí mismas, cubiertas y protegidas por las palabras
hechas cosas:

… la perspective d‘une œuvre d‘art, c‘est-à-dire d‘un appel libre et inconditionné à une
liberté (…) En un mot l‘auteur est en situation, comme tous les autres hommes. Mais ses
écrits, comme tout projet humain, enferment à la fois, précisent et dépassent cette
situation, l‘expliquent même et la fondent, tout de même que l‘idée de cercle explique et
fonde celle de la rotation d‘un segment. C‘est un caractère essentiel et nécessaire de la
liberté que d‘être située (…) Et, s‘il est vrai que l‘essence de l‘œuvre littéraire, c‘est la
liberté se découvrant et se voulant totalement elle-même comme appel à la liberté des
autres hommes, il est vrai aussi que les différentes formes de l‘oppression, en cachant aux
hommes qu‘ils étaient libres, ont masqué aux autres tout ou partie de cette essence.
(Sartre, 1948/2010, pp.154-155).

Se lee, que para el existencialista sartreano la literatura está comprometida desde su


primer intento, así como lo está el Hombre, con la situación. El lenguaje como una herramienta
dispuesta para la comunicación y no la repetición, una actividad donde se invita a El Lector a dar
una respuesta libre y desinteresada, al mismo tiempo que sirve al proceso de la liberación de toda
la humanidad, a toda destrucción de mitos y leyendas, de clichés y círculos viciosos del lenguaje,
a la deconstrucción de supuestos principios o esencias irreductibles. Para Sartre, la literatura sólo
existe cuando expresa la revolución del Ser, cuando acude al llamado de su libertad; la literatura
241

sólo existe cuando trasciende, lo único que puede trascender, al Hombre, cuando supera la
imagen de Dios:

… la purga de las emociones y la disciplina. A esta purga Sartre la considerará como la


tarea específica del novelista. Lo que puede decirse, en todo caso, es que la novela, con
ser una obra en prosa que tiene como tema la sociedad y los asuntos humanos, se presta
muy especialmente a hacer comunicaciones y recomendaciones sobre la organización
social; esto es obvio, pero Sartre no se para aquí. Si es el carácter disciplinado de la
expresión estética lo que inspira el respeto a la libertad, entonces parece que hay buenas
razones para considerar que el escritor de prosa está más implicado en la actividad
liberadora, y no habría motivos para que el artista prefiera un tema y otro. (Murdoch,
2007, p175).

Como vemos, todo acto de categorizar a los hombres en conjuntos y paradigmas es, para
Sartre, lo contrario de literatura. Cuando las palabras son usadas para encerrarlas en ellas mismas
se mutila la comunicación situada, se destroza la libertad del Lector, y por consiguiente del
Escritor. Para el existencialismo sartreano lo que interesa al momento de usar las palabras es la
capacidad de utilizar y promover la libre conciencia; lo que busca Sartre-Michael en la novela es
ese momento donde se rompen los grilletes, el momento en que Prometeo rompe la sentencia de
Zeus y se libera de pasar todos los días siendo devorado por un águila. Lo que buscamos
asumiendo nuestra libertad no es otro fin más que el reconocimiento y exigencia de la misma en
los demás, lo que queremos es una literatura de Hombres libres. Michael-Sartre escribe y lee
para hallar los momentos en que fue Hombre en vez de infante:

Elle ne pouvait pas savoir que cette visite, je ne la remettais pas seulement sans cesse, je
m‘y dérobais. Mais finalement la décision tomba: Hanna était graciée et allait être libérée.
La directrice me téléphona et me demanda si je pouvais venir. Hanna sortait dans huit
jours. (p.216).

Concluimos nuestra exposición de la literatura comprometida sartreana junto a uno de los


capítulos más importantes de toda la novela; el encuentro cara a cara entre Michael y Hanna. El
capítulo ocho es el momento que Michael había buscado y a la vez rechazado durante tanto
tiempo; mirarse al espejo, hablar de frente con la realidad. Michael y Hanna, unidos por algo
mucho más fuerte que la cosa: el Ser; tienen una cita con la humanidad, confirmar y reafirmar el
242

valor de sus elecciones. Nuestros protagonistas encontraron la libertad de hacer literatura cuando
tuvieron el valor de elegir hacer el amor, de transformarse con sus pasiones. Michael y Hanna
han recorrido el mundo tomados de la mano, en un pacto de generosidad donde cada uno confía
en el Otro, cuenta con él y le exige tanto como se exige a sí mismo, ahora, llega el momento de
mirar de frente a esa libertad que los impulso durante toda la novela:

J‘allais la voir le dimanche suivant. C‘était ma première visite dans une prison (…) la
gardienne qui m‘avait accompagné m‘indiqua d‘un geste un banc tout proche, à l‘ombre
d‘un marronnier. Hanna? Cette femme sur le banc était Hanna? Cheveux gris, des rides
verticales sur le front, les joues et autour de la bouche, et un corps lourd (…) Je vis un
visage plein d‘attente, je le vis s‘éclairer de joie quand elle me reconnut, je vis ses yeux
palper mes traits tandis que j‘approchais, je les vis chercher, interroger, exprimer une
incertitude et une blessure, puis je vis son visage s‘éteindre. Quand j‘arrivai à elle, elle
eut un sourire gentil et las. «Tu as grandi, garçon.» Je m‘assis à côté d‘elle, et elle prit ma
main. (pp.217-218).

Michael después de su odisea vuelve a casa, su aventura empezó con Hanna y debe
continuar con Hanna, su viaje comenzó cuando asumió su libertad y debe continuar con dicho
compromiso. Después de todo, Michael se mostró humano, frente a los determinismos del
mundo puso resistencia, se revolucionó, no abandonó lo más bello de su existencia: Hanna, la
literatura. Michael vuelve para confirmar que junto a Hanna conoció y vivió el amor, no se
quedó en el abstracto, quiere la trascendencia; el amor es el único medio de superar el absurdo.
Michael quería ser dueño de su historia, hacerla y no sufrirla, escribirla y no simplemente leerla,
quería ser Hombre; quiere Ser y no solamente Estar. Michael desea existir, ese ha sido su grito
en toda la novela, y la única que lo ha escuchado ha sido Hanna, la única que le mostró cómo Ser
fue la libertad. Michael y Hanna, juntos, pueden crear arte porque decidieron hacerse arte; el Ser
y la Nada sólo juntos son:

Les idéologies sont liberté quand elles se font, oppression quand elle sont faites:
l‘écrivain parvenu à la pleine conscience de lui-même ne se fera donc le conservateur
d‘aucun héros spirituel, il ne connaitra plus le mouvement centrifuge par quoi certains de
ses prédécesseurs détournaient leurs yeux du monde pour contempler au ciel des valeurs
établies: il saura que son affaire n‘est pas l‘adoration du spirituel, mais la spiritualisation
243

(…) Ainsi la littérature concrète sera synthèse de la Négativité, comme pouvoir


d‘arrachement au donné, et du Projet, comme esquisse d‘un ordre futur, elle sera la Fête,
le miroir de flamme qui brûle tout ce qui s‘y reflète, et la générosité, c‘est-à-dire la libre
invention, le don. (Sartre, 1948/2010, pp.161-162).

Siguiendo a Sartre, la obra de Michael y Hanna es posible porque no se encerraron en


alguna contemplación pasiva del universo, porque no se limitaron a seguir un rol impuesto, no se
redujeron a una ideología o pensamiento, no se trasformaron en sujetos etéreos, no le
permitieron al mundo convertirlos en cosas; ellos experimentan la magia de la verdadera poesía
al buscar respuestas en su situación, al leer y escribir sobre su realidad y no la de Otro, al quebrar
su alineación con el género y el orden, al desdoblar las velocidades de sedimentación y las
virulencias de su cultura. Michael y Hanna crean arte al salir del corral y poner dicha aventura en
letras; crean una novela sobre la acción y la elección, sobre el hacer y el deshacer, sobre la
destrucción de ilusiones y paraísos perdidos:

… ¿acerca de qué se escribe? Respuesta: acerca de lo actual. De este tiempo, nada más.
Antes decía que Sartre no recomienda nada, pero no es del todo cierto. Porque aunque no
apremia a los escritores para que se lancen al ruedo político y defiendan en sus novelas
una línea determinada, si les recomienda abrazar el momento actual, que, éste sí, les
apremia. Los exhorta a aferrarse bien a esta época que es la suya, de la que sería
literariamente ruinoso pretender evadirse. Los invita, en suma, a bajar de los cielos
etéreos donde la literatura suele complacerse para hablar de lo que la sitúa y, de resultas,
nos sitúa a nosotros. (Lévy, 2001, p.77).

Como vemos, el existencialismo sartreano hace un llamado al Hombre de adjudicarse su


momento, es una petición a los hombres de abandonar la modernidad y su mito del Adam como
hijo de Dios para abrazar la verdad del Hombre como hijo de Nadie padre de Todos. Para Sartre,
el Ser libre abandona la literatura de las intenciones, de la interioridad, de la virtud, para
inaugurar la literatura de la praxis. Michael puede conectarse con el Lector debido al poder de
sus acciones y no de sus palabras, estas son sólo tinta en el papel, sus acciones, por el contrario,
son movimientos de la libertad puestas en confrontación con una realidad; es la praxis de
Michael como Hombre lo que permite la existencia de un Lector. Por ejemplo, el olor de Hanna
244

es un referente constante en toda la novela, siempre presente, no es contemplación, este olor es


acción; es el olor de la libertad:

J‘avais tant aimé son odeur, jadis. Une odeur toujours fraîche: de ligne frais ou de sueur
fraîche, une odeur de femme fraîchement lavée ou fraîchement aimée. Elle mettait parfois
un parfum, je ne sais pas lequel, et il sentait aussi plus frais que tout. Sous toutes ces
odeurs fraîches, il y en avait encore une autre, lourde, sombre, entêtante. Souvent j‘ai
flairé sa peau comme un animal curieux, je commençais par le cou et les épaules qui
sentaient la toilette toute fraîche, j‘aspirais entre les seins un effluve de sueur fraîche, qui
se mêlait aux aisselles avec l‘autre odeur, je retrouvais presque pure cette odeur lourde et
sombre à la taille et au ventre, et entre les jambes avec une coloration fruitée qui
m‘excitait, je reniflais aussi ses jambes et ses pieds, les cuisses où l‘odeur lourde se
perdait, le creux derrière les genoux où je retrouvais le léger effluve de sueur fraîche, et
les pieds avec leur odeur de savon ou de cuir ou de fatigue. Le dos et les bras ne sentaient
rien de particulier, ne sentaient rien mais sentaient elle tout de même, et dans le creux des
mains était l‘odeur de la journée et du travail: encre des tickets, métal de la poinçonneuse,
oignons, poisson ou friture, eau de lessive ou vapeur du repassage. Quand on les lave, les
mains ne trahissent d‘abord rien de tout cela. Mais le savon n‘a fait que recouvrir les
odeurs et, au bout d‘un moment, elles sont de nouveau là, atténuées et fondues en un
unique parfum du jour et du travail, le parfum du terme du jour et du travail, le parfum du
soir, de retour à la maison, du chez-soi. (pp.218-219).

Nos permitimos esta cita tan extensa ya que es la descripción más bella y más poderosa
de toda la novela, la cual encierra entre sus líneas el significado de la misma; por qué Michael se
convirtió en el Lector. La búsqueda del olor de Hanna ha sido la gran empresa de Michael, la
verdadera, nada ni nadie lo ha hecho decir tanto, sentir tanto, escribir y leer tanto. Querer hallar
ese aroma resulta ser la empresa existencial de nuestro protagonista, su proyecto original siempre
fue hallar algo tan sublime como el olor de un Ser humano, uno real, uno libre; aun con lesiones
y amputaciones, Hanna, era más responsable que cualquier Otro; su persona adquiere toda la
atención y potencia de las palabras del autor, toda la bella prosa está dirigida a las imágenes que
se desprenden de ella, de la libertad en acción. El primer escalón de Michael, el primer amor es
el que revoluciona, su primer movimiento real, la primera trascendencia; el inicio de su aventura
245

está en el aroma de una mujer. La felicidad descrita de manera concisa por Michael; la razón de
existir es la belleza y la poesía, cualidades intrínsecas de la libertad. Para el existencialista,
cuando se experimenta la libertad toda pantomima se vuelve una ridiculez, la Mala fe se vuelve
demasiado evidente para no asquearse con uno mismo y querer doparse, olvidarse. Para el
existencialista, cuando se experimenta la libertad se accede a la literatura y toda simulación o
contemplación pierden su anestesia. Michael le hace una oda al olor de Hanna porque este
representa la esencia de la libertad, ella es el eje central de esta historia, de todas las historias: la
elección, la verdadera, aquella que toman los Hombres y no las cosas, esos momentos de
explosiones y colores son los que marcan la piel, fisuran el Ser, penetran los silencios y hacen
eco en la conciencia. Michael hace una oda a la mujer más comprometida y responsable que
conoció, independientemente de los estándares del lenguaje, rompe con los cánones y deja
explicito lo mucho que adoró el aroma de lo libre. El lector está enamorado de la vida y de la
libertad, el mundo artificial y mecánico que tiene enfrente lo ahoga y no le deja respirar, se siente
en casa en su pequeño rincón con Hanna, junto a ella vale la pena respirar, sentir el aroma, dejar
entra en la conciencia la conciencia del Otro, compartir la esencia de una persona diferente a la
suya, conectarse con el mundo de la única forma posible para un Ser falto de Ser, a través del
Otro; vivir por, con y para el Otro. Ningún personaje en toda la novela dejo de ser un personaje,
por eso no producían poesía o mayor trascendencia; Hanna es la única que siempre rompe a
Hanna, es la única con quien se puede leer y escribir. Ella es la única que asume lo suficiente su
elección para salir al centro de la pista y bailar la danza macabra de su época; es la única con el
valor para generar y dar valor, sólo con ella Michael puede bailar y enfrentar la música siniestra
de su tiempo; juntos bailan a la par del compás de su única y propia situación, juntos crean al
Lector. Para el existencialista, para Michael y para Hanna, para el Lector, somos la cárcel y la
puerta, el proceso y el veredicto, somos el diablo y el buen Dios:

En un mot, la littérature est, par essence, la subjectivité d‘une société en révolution


permanente. Dans une pareille société elle dépasserait l‘antinomie de la parole et de
l‘action. En aucun cas, certes, elle ne sera assimilable à un acte: il est faux que l‘auteur
agisse sur ses lecteur, il fait seulement appel à leurs libertés et, pour que ses ouvrages
aient quelque effet, il est nécessaire que le public les reprenne à son compte par une
décision inconditionnée. Mais dans une collectivité qui se reprend sans cesse et se juge et
246

se métamorphose, l‘ouvre écrite peut être une condition essentielle de l‘action, c‘est-à-
dire le moment de la conscience réflexive. (Sartre, 1948/2008, p.163).

Según vemos, Sartre hace explicita la relación que existe entre la literatura y la situación
en la que se da. El hombre no es una criatura abstracta sin conexión, ni relación, con su
inmediatez material, con su contexto, al contrario, vive y existe por y en relación con la
materialidad externa, con su situación; sin el En-si no podría reconocerse el Para-sí. Para el
existencialismo sartreano la literatura es un dialogo con una libertad que se asume dentro de una
condición opresora, justamente es por los intentos de convertir al hombre en un animal que la
libertad se hace imperativa, necesaria, fundamental y, sobre todo; actual:

… ¿por qué, o mejor dicho para quién se escribe? Respuesta: para hoy. Para este tiempo,
nada más. Para esta misma época que, como acabamos de ver, Sartre ha decidido que sea
un objeto. El escritor comprometido es el que con firmeza, resolución, claridad, en vez de
dirigirse a una época futura, lejana y por lo tanto soñada, opta por dirigirse a la época en
la que vive. Es el que, no contento con hablar del tiempo es el suyo, también se decide a
hablar para él. Es el que, no contento con pensar, como Balzac, que la ―misiñn de los
libros‖ es ―indicar los desastres producidos por los cambios de costumbres‖, escribe con
la firme intención de influir, a su vez, en las costumbres de su tiempo. (Lévy, 2001, p.78).

Cerramos nuestro apartado de la literatura comprometida con la respuesta que buscaba el


Lector a lo largo de toda la novela; el Santo Grial de toda la historia:

―Est-ce qu‘avant le procès tu ne pensais vraiment jamais à ce qui est ressorti au procès?
Je veux dire: tu n‘y pensais jamais, quand nous étions ensemble, quand je te faisais la
lecture? – ça te préoccupe beaucoup? » Mais elle n‘attendit pas ma réponse. « J‘ai
toujours eu l‘impression que, de toute façon, personne ne comprend, que personne ne sait
qui je suis, ni ce qui m‘a amenée à faire ceci ou cela. Et, tu sais, quand personne ne te
comprend, personne non plus ne peut te demander des comptes. Même le tribunal ne
pouvait pas me demander des comptes. Mais les morts peuvent, eux. Eux comprennent.
Ils n‘ont pas besoin pour cela d‘avoir été présents; mais quand ils l‘ont été, ils
comprennent particulièrement bien. Ici, dans la prison, ils ont beaucoup été avec moi. Ils
venaient toutes les nuits, que je veuille d‘eux ou pas. Avant le procès, je pouvais encore
les chasser, quand ils voulaient venir. (p.220-221).
247

6.3.3. El existencialismo es más que un humanismo.

Nuestro último apartado tratara de sintetizar la discusión sobre el existencialismo


sartreano expuesta durante toda la monografía. Procuraremos resumir y explicar puntualmente
los principales fundamentos de la teoría existencialista, aquellos que hemos analizado a lo largo
de nuestra investigación, con el propósito de hacer un puente entre el cuerpo del trabajo y su
respectiva conclusión. Nuestra idea es utilizar el final de la novela-foco EL Lector para
encaminar, sus últimos cuatro capítulos, como una especie de clausura para nuestra discusión; al
mismo tiempo que concluimos con el análisis de la narrativa en cuestión, terminamos con las
explicaciones teóricas de la teoría existencialista sartreana. Para nuestros propósitos, utilizaremos
exclusivamente citas tomadas del texto L’existentialisme est un humanisme; recordemos que este
texto es nuestro marco teórico, por ello, encontramos apropiado utilizarlo para cerrar con broche
de oro.

El capítulo nueve de la tercera y última parte de nuestra novela-foco El Lector, es la


reflexión de Michael frente a la respuesta que le dio Hanna sobre la elección y la libertad. Él
esperaba encontrar el significado de la vida, de su vida, en la boca de Hanna, soñaba con
descubrir los misterios del universo una vez estuviese frente a frente con la mujer que lo condenó
a un mundo de fantasmas e incertidumbre, sin embargo, lo que encuentra es una confirmación de
su libertad, una que lo empuja hacia más preguntas e interrogantes; lo que haya es una invitación
a otra aventura, otro viaje, otra partida. El capítulo nueve es esa semana que transcurre entre la
visita de Michael a la prisión y la esperada liberación de Hanna; una semana donde nuestros
protagonistas nos preparan para el gran final, arreglan la fiesta conmemorativa, la conclusión,
acomodan el escenario para compartirnos sus decisiones definitivas:

… la pensé m‘en revenait et déclenchait les souvenirs. Je la revoyais sur le banc, les yeux
tournés vers moi; je la revoyais à la piscine, me regardant de loin; et j‘avais de nouveau le
sentiment de l‘avoir trahie et d‘être coupable envers elle. Et puis je me révoltais contre ce
sentiment, j‘accusais Hanna, je trouvais facile et trop simple cette manière qu‘elle avait
d‘esquiver sa culpabilité. Ne permettre qu‘aux morts de demander des comptes, réduire la
faute et l‘expiation à de mauvaises nuits et à de mauvais rêves… Que faisait-elle des
vivants ? Mais en fait je ne pensais pas vivants, je pensais à moi. Est-ce que je n‘avais pas
moi aussi a lu demander des comptes? que faisait-elle de moi ? (p.224).
248

Esas dos últimas preguntas comprenden la verdadera cuestión que Michael quería
resolver, eran lo que realmente quería que le respondiera Hanna durante toda la novela. Michael
conoció a Dios a través de Hanna y creyó que ella era Dios. Toco la divinidad de la humanidad
en la piel de una mujer y se dejó confundir por esa explosión de sensaciones; sintió su libertad
hacer una revolución y pensó que ese poder estaba contenido en el Otro. Michael se sintió
desamparado y esperaba encontrar su refugio, una vez asumiera sus elecciones. Hanna no tenía el
secreto de la dignidad, la justicia y la moral, ella sólo tomo una decisión y asumió su camino;
ella no lo condenó a la cobardía y el odio, lo condenó a la libertad. Nuestro protagonista todo el
tiempo busco a Dios y lo único que encontró en cada giro de su búsqueda fue su libertad:

L‘existentialisme athée, que je représente, est plus cohérent. Il déclare que si Dieu
n‘existe pas, il y a au moins un être chez qui l‘existence précède l‘essence, un être qui
existe avant de pouvoir être défini par aucun concept et que cet être c‘est l‘homme ou,
comme dit Heidegger, la réalité humaine. Qu‘est-ce que signifie ici que l‘existence
précède l‘essence? Cela signifie que l‘homme existe d‘abord, se rencontre, surgit dans le
monde, et qu‘il se définit après. L‘homme, tel que le conçoit l‘existentialisme, s‘il n‘est
par définissable, c‘est qu‘il n‘est d‘abord rien. Il ne sera qu‘ensuite, et il sera tel qu‘il se
sera fait. Ainsi, il n‘y a pas de nature humaine, puisqu‘il n‘y a pas de Dieu pour la
concevoir. L‘homme est seulement, non seulement tel qu‘il se conçoit, mais tel qu‘il se
veut, et comme il se conçoit après l‘existence, comme il se veut après cet élan vers
l‘existence; l‘homme n‘est rien d‘autre que ce qu‘il se fait. Tel est le premier principe de
l‘existentialisme. (Sartre, 1946/1970, pp.21-21).

Siguiendo a Sartre, Michael busca este principio existencialista, busca encontrar un modo
de pensamiento que le permita existir sin una esencia pre-establecida; toda su búsqueda se
resume en búsqueda de sentido. Al saborear el amor se inició en el descubrimiento del Ser; tocar
y oler a esa mujer, a la libertad, lo embarcó, de hecho ya estaba embarcado, en un viaje por el
cosmos desconocido. Dios es la granja, el templo, la verdad, la cadena, al evidenciarnos que este
Dios, estas cadenas, esta prisión, es una ilusión bastante estéril quedamos arrojados a la
inmensidad del cosmos, con su grandeza aplastante pero abierta a la exploración. El mundo de
Michael era gris, los primeros rayos de luz los vio venir de Hanna, pensó que ella tenía dicha luz,
cuando en realidad cada hombre hace su luz; esa fue la respuesta de Hanna, esa es la respuesta de
249

Sartre. El poder de elección que experimentamos al hacernos el amor o la guerra lo podemos


generar con el Otro, pero, este siempre empieza y termina en el Yo. Para el existencialista
sartreano, es el Hombre quien se hace, quien se crea, quien se define; Michael programado para
buscar sus verdades en lo externo vagó perdido en su propia existencia tratando de llenar el vacío
que le producen las verdades estáticas del mundo. Entonces, desamparado, le toca a él sólo
construir su esencia de Hombre, ni siquiera Hanna le puede otorgar una esencia, una idea de
Dios, una idea de Hombre, nadie le puede imponer a Michael una verdad; el Lector es el único
dueño absoluto de su destino, nadie le podía imponer uno:

Car nous voulons dire que l'homme existe d'abord, c'est-à-dire que l'homme est d'abord ce
qui se jette vers un avenir, et ce qui est conscient de se projeter dans l'avenir. L‘homme
est d‘abord un projet qui se vit subjectivement, au lieu d'être une mousse, une pourriture
ou un chou-fleur; rien n'existe préalablement à ce projet; rien n'est au ciel intelligible, et
l'homme sera d'abord ce qu'il aura projeté d'être. Non pas ce qu'il voudra être. Car ce que
nous entendons ordinairement par vouloir, c'est une décision consciente, et qui est pour la
plupart d'entre nous postérieure à ce qu'il s'est fait lui-même. Je peux vouloir adhérer à un
parti, écrire un livre, me marier, tout cela n'est qu'une manifestation d'un choix plus
originel, plus spontané que ce qu'on appelle volonté. (Sartre, 1946/1970, p.23-24).

Para el existencialismo sartreano, somos un proyecto de Ser, un constante movimiento sin


ataduras ni restricciones imposibles de superar, en efecto, somos la superación constante de las
adversidades, evolución y adaptación frente a las circunstancias, inventores de salidas y rupturas
impensadas. La voluntad de Michael es una fuerza más profunda que los objetos que usa para
experimentarla, las elecciones de Michael no responden a un Dios, un partido, una cultura, una
familia, una clase social, etc., estas tienen como fundamento el proyecto original de todo
Hombre: Ser libre. Si Michael fuese un héroe con un destino determinado no tendría sentido ser
el Lector; lo que se presentaría frente a nuestros ojos sería una de las tantas fantasías que
abundan en el mundo del papel y letras. Historias que tienen la verdad en ellas mismas, no
necesitan del Lector porque ellas ya son; no importa quien la lea ellas no necesitan del Otro
porque tienen toda su esencia prefijada. Si podemos dialogar con Michael es debido a que se nos
presenta como Hombre real, vivo, con sus miedos y temores, cualidades y defectos, una
desnudez solemne propia de un lenguaje contemporáneo.
250

El capítulo nueve termina con una llamada telefónica:

La veille du jour où je devais aller la chercher, j‘appelai la prison dans l‘après-midi. Je


parlai d‘abord à la directrice (…) Ensuite, on me passa Hanna. « Réfléchis à ce qu‘on fera
demain. Si tu veux aller directement chez toi, ou si on fait d‘abord une promenade en
forêt, ou le long du fleuve. – Je vais y réfléchir. Tu as toujours bien aimé planifier, hein ?
» La remarque m‘agaça. Tout comme mes amies m‘agaçaient parfois, en disant que je
n‘étais pas assez spontané, que chez moi tout passait par la tête et pas par les tripes. Elle
se rendit compte à mon silence que j‘étais vexé, et elle rit. « Ne le prends pas mal, garçon.
Je n‘ai pas dit ça méchamment. » J‘avais retrouvé sur le banc une Hanna qui était une
vielle femme. Elle en avait l‘air, elle en avait l‘odeur. Je n‘avais pas prêté attention à sa
voix. Sa voix était restée tout à fait jeune. (p.225).

Esta conversación, esta llamada, que en apariencia es simple y sin muchas emociones
explicitadas o grandes conflictos evidenciados, en el fondo, es una despedida muy intensa. Es el
adiós a la literatura, al ritual de amor, a la comunicación trasparente y el estudio del hombre, a la
aventura del Ser. Hanna, a pesar de su cuerpo, su cultura y su falta de técnica, siempre fue
Hanna, siempre fue libre, lo asumió en ambos espectros del fenómeno; tanto en un extremo de la
Mala fe, prestando servicio en las líneas de la SS, hasta llegar al otro extremo, el del
compromiso; aceptando la responsabilidad entera de todas sus acciones y al mismo tiempo
definiendo los valores de todos los Hombres; creó su propia imagen de Adán y Eva a su imagen
y semejanza. Michael gozó de una confidente única que le presto sin reservas toda su conciencia
para el diálogo, para generar una intersubjetividad; podrían no superar los límites del cogito, sin
embargo, podrían superar los límites de la cosa. Hanna fue para Michael el puente para con el
Otro, de no haber sido por ella, él nunca hubiese percibido que afuera de su rincón existen Otras
conciencias, nunca hubiese existido, hubiese permanecido, siempre, hombre-cosa que no se da a
la literatura real, hubiese pasado toda una vida sin vivirla, como aquel juez. Recordemos, el juez
que Michael visito y quien estaba dichoso de su vida y posición, el repetiría paso a paso cada una
de sus elecciones; craso error, error fatal. Ésta es una forma de operar de la Mala fe, a pesar del
absurdo del mundo no se atreve a cuestionarlo, no más lejos que de algunas palabras en el papel.
Hanna es una humana demasiado humana, lo opuesto a Michael, él es un humano demasiado
burgués, demasiado cómodo, demasiado solicitado por la sociedad, demasiado obediente, inerte.
251

Aun así, ambos se ayudan a transcender, son una pareja que se complementa, así como el Lector
y escritor; generan un pacto de mutua confianza, y mutua tensión. La voz de Hanna siempre
joven porque es una voz que se elige libre; ella fue grotescamente libre y gloriosamente libre,
sabemos, que es imposible para los hombres que asumen su vida de ser catalogados como cosas,
es con nuestras acciones definimos quienes somos. Hanna ilustrando el espíritu sartreano, aquel
que asume el compromiso, el que se separa de los Espíritus de seriedad, el que abraza la
revolución constante que implica una sociedad tan enferma como la nuestra; hacerse responsable
de las acciones de los hombres de una época tan depravada como la propia implica la mayor de
las entregas, la mayor de las voluntades:

Mais si vraiment l'existence précède l'essence, l'homme est responsable de ce qu'il est.
Ainsi, la première démarche de l'existentialisme est de mettre tout homme en possession
de ce qu'il est et de faire reposer sur lui la responsabilité totale de son existence. Et, quand
nous disons que l'homme est responsable de lui-même, nous ne voulons pas dire que
l'homme est responsable de sa stricte individualité, mais qu'il est responsable de tous les
hommes. Quand nous disons que l'homme se choisit, nous entendons que chacun d'entre
nous se choisit, mais par là nous voulons dire aussi qu'en se choisissant il choisit tous les
hommes. En effet, il n'est pas un de nos actes qui, en créant l'homme que nous voulons
être, ne crée en même temps une image de l'homme tel que nous estimons qu'il doit être.
Choisir d'être ceci ou cela, c'est affirmer en même temps la valeur de ce que nous
choisissons, car nous ne pouvons jamais choisir le mal; ce que nous choisissons, c'est
toujours le bien, et rien ne peut être bon pour nous sans l'être pour tous. (Sartre,
1946/1970, p.24-26).

« Le lendemain, Hanna était morte. Au petit matin, elle s‘était pendue. » (p.226). Así
empieza el capítulo 10, y así empieza verdaderamente la novela de Michael, aquí, en la página
226, Michael encuentra la piedra angular de la literatura, halla una persona comprometida con su
situación y realidad, en toda la extensión de sus posibilidades. En el acto de Hanna se sintetiza
toda la libertad sartreana; es Hanna quien se enjuicia, quien se da su moral, su proceso y su
castigo. Los hombres-cosa no tenían derecho alguno sobre una conciencia que se asume, no
podrían entender y, por ende, dar ejemplo de alguna ética o moral; eran simples hombres de
paja. Michael no tenía nada de que escribir, era un hombre de paja entre hombres de paja, hasta
252

que se reunió con su compañera de juego, de invención, de aventura y sueños, con su amante,
con su libertad comprometida; fue en el momento en que conoció un Ser comprometido, situado,
que emprende el camino de la literatura; comprende y hace un elogio a la dificultad de la
libertad. Es en el capítulo diez, de la tercera parte de la novela-foco, cuando Michael pasa de ser
un simple Lector, el sujeto que no supera el estado morboso del marrano, y se trasforma, crece,
madura, evoluciona al Escritor; quien puede usar sus palabras para trasformar el mundo en el
que existe. Es la primera vez que usamos la mayúscula para acentuar la diferencia entre un
escritor y el Escritor; hay un abismo entre el hombre y el infante, aquí lo ilustramos
humildemente con una mayúscula. Es en el capítulo 10 donde Michael termina de enamorarse de
Hanna, de su libertad, de la literatura; es al conocer la realidad de esta mujer y como ella asume
su situación, con la fuerza que reivindica su posición y re-inventa su mundo, que se le evidencia
a Michael el poder del amor, la diferencia entre simulación y realidad:

«Venez, je vais vous montrer la cellule de Mme Schmitz.» (…) Là, il y avait eu une
attaque de terroristes; là, c‘était l‘atelier de couture où avait travaillé Hanna; là, Hanna
avait fait une grève, assise par terre, pour obtenir qu‘on revienne sur la réduction des
crédits d‘achats de livres; là, c‘était l‘entrée de la bibliothèque. Elle s‘arrêta devant la
cellule. « Mme Schmitz n‘a pas rassemblé ses affaires. Vous allez voir sa cellule telle
qu‘elle y a vécu. » (…) Sur les étagères, des livres (…) le magnétophone à cassettes et,
dans deux casiers en bas, les cassettes que j‘avais enregistrées. «Elles ne sont pas toutes
là.» la directrice avait suivi mon regard. «Mme Schmitz prêtait toujours quelques
cassettes au service d‘aide aux détenues malvoyants.» Je m‘approchai des étagères. Primo
Levi, Elie Wiesel, Tadeusz Borowski, Jean Améry… : les témoignages des victimes
jouxtaient les souvenirs de Rudolf Hoss, le livre de Hannah Arendt sur Eichmann à
Jérusalem et des ouvrages historiques sur les camps de concentration. «Est-ce qu‘Hanna a
lu cela? (…) Quand Mme Schmitz a eu appris à lire, elle s‘est tout de suite mise à lire ce
qui concernait les camps.» (pp.227-228).

Hanna es humana demasiado humana. La persona que más quisieron tratar de cosa
resulta Ser el individuo más cercano a representar la absoluta libertad. Todo aquel que se
enfrentó a su situación, en la novela, se entregó a la fuga y al vacío, a la inexistencia, a pasar
inadvertido; únicamente Hanna existe para el Lector, sólo ella tiene un grado de humanidad con
253

quien podamos entablar una comunicación. Nadie más nos acompaña en la tarea de leer, tenemos
solamente a Hanna a nuestro lado, como único apoyo para escuchar la música y sentir los
aromas. No hay cosa, objeto, roca, templo, símbolo, en el mundo que le pueda enseñar a un
Hombre el cómo Ser Hombre, únicamente una conciencia puede ser el espejo de Otra
conciencia; sin una conciencia revolucionándose, reinventándose, rehaciéndose, probando Ser
conciencia, sería absurdo pensar en conocer la libertad, el fuego siempre es iniciado por una
reacción de dos sustancias. Hanna, en su prisión demuestra más libertad y compromiso que la
vida de Michael como ciudadano ejemplar; ella dialoga, trasforma, salva y se comunica con otras
conciencias, al mismo tiempo que lo hacen con la suya; él, al contrario, solamente busca
resfriados y se esconde en un trabajo sin sentido, su vida es el absurdo ejemplar del hombre de
paja. Hanna, en una pequeña celda y detenida entre muros que tapan los cielos desfruta y goza de
más libertad que cualquier personaje de la novela, incluyendo, especialmente, a Michael. Para
Sartre, y para el Lector, Hanna es quien asume el compromiso existencialista; es ella quien
acepta comprometerse con toda la humanidad, es ella quien tiene algo que compartirnos sobre su
situación:

Si l'existence, d'autre part, précède l'essence et que nous voulions exister en même temps
que nous façonnons notre image, cette image est valable pour tous et pour notre époque
tout entière. Ainsi, notre responsabilité est beaucoup plus grande que nous ne pourrions le
supposer, car elle engage l'humanité entière. Si je suis ouvrier, et si je choisis d'adhérer à
un syndicat chrétien plutôt que d'être communiste, si, par cette adhésion, je veux indiquer
que la résignation est au fond la solution qui convient à l'homme, que le royaume de
l'homme n'est pas sur la terre, je n'engage pas seulement mon cas: je veux être résigné
pour tous, par conséquent ma démarche a engagé l'humanité tout entière. Et si je veux,
fait plus individuel, me marier, avoir des enfants, même si ce mariage dépend uniquement
de ma situation, ou de ma passion, ou de mon désir, par là j'engage non seulement moi-
même, mais l'humanité tout entière sur la voie de la monogamie. Ainsi je suis responsable
pour moi-même et pour tous, et je crée une certaine image de l'homme que je choisis; en
me choisissant, je choisis l'homme. (Sartre, 1946/1970, pp.26-27).

Según leemos, para Sartre cada individuo es responsable de toda la humanidad, en cada
acto que ejerza elige como desea representar la libertad del Hombre. Ahora, a parte de Hanna, en
254

la novela, no hay personajes que elijan al Hombre, en cambio, todos eligen a la cosa, al rol, al
personaje, a la pantomima, y sabemos, sin embargo, que la literatura solamente se reconoce en el
Hombre, por ende, la novela la realiza Hanna acompañada por el Lector; en el fondo, lo que
leemos es la aventura de Hanna, ella es quien elige al Hombre, quien elige la literatura, quien a
pesar de tener todo el mundo aplastándola elige leer y escribir, elige pensar y actuar:

«Elle a appris à lire avec vous. Elle empruntait à la bibliothèque les livres que vous aviez
enregistrés sur cassettes, et elle suivait mot à mot, phrase par phrase, ce qu‘elle écoutait
(…) D‘abord, elle ne voulut pas le dire, mais lorsqu‘elle se mit aussi à écrire et qu‘elle
me demanda un manuel avec des modèles d‘écriture. Elle renonça à se cacher. Elle était
d‘ailleurs toute fière d‘y être arrivée, et voulait faire partage sa joie.» (pp.229-230).

En las palabras de la directora de la prisión, se describe el espíritu libre que venimos


exponiendo a lo largo de nuestro análisis, se percibe lo que queremos decir por existencialismo;
una obra que demuestra el atributo de los hombres de decir No a la corriente histórica, social,
cultural de su situación, la posibilidad de negarse a lo inhumano. El existencialismo reconoce
una capacidad extraordinaria del sujeto de ir contra la corriente, des-alienarse; la habilidad de
crear una verdad alternativa, la aventura de construir sujetos concretos y conducirnos como
conciencias libres. Dice literalmente: ―Ella aprendiñ a leer con usted‖, junto al Lector,
efectivamente, es junto a nosotros que Hanna aprende a leer; junto a ella nosotros nos
convertimos en el Lector y aprendemos a leer su situación, nos conectamos con lo humano de la
narración. Hanna es nuestra profesora de filosofía y literatura, ella, la libertad, le demuestra al
Lector la capacidad que posee todo hombre, independientemente de sus falencias, de convertirse
en un verdadero Hombre; toda conciencia que se libera adquiere el poder sobre el estado de la
cosas, las determina y les regala un valor. La poesía tiene sonido porque le prestamos nuestro
corazón; somos el Lector porque así lo elegimos, somos quienes elegimos Ser, podemos elegir
asumir el rol de vasallo de príncipes o el de igualdad para con el Otro. Hanna asumió su angustia,
no como una cárcel, sino como aquello que le confirmaba su existencia, sin Dios ni juez para
condenarla sólo quedaba su propia mirada, la de la libertad:

Cela signifie ceci: l'homme qui s'engage et qui se rend compte qu'il est non seulement
celui qu'il choisit d'être, mais encore un législateur choisissant en même temps que soi
l'humanité entière, ne saurait échapper au sentiment de sa totale et profonde
255

responsabilité (…) Celui qui ment et qui s'excuse en déclarant: tout le monde ne fait pas
comme ça, est quelqu'un qui est mal à l'aise avec sa conscience, car le fait de mentir
implique une valeur universelle attribuée au mensonge. Même lorsqu'elle se masque
l'angoisse apparaît. (Sartre, 1946/1970, p.28-29).

Hanna abraza su angustia y con este acto abraza su situación. Siguiendo a Sartre, Hanna
logra superar su estado de cosa al dejar de esconderse, al asumir sus fallas para corregirlas, al
romper la programación que la pretendía ocultar en lo más hondo de las pocilgas urbanas. Hanna
lleva hasta las últimas consecuencias el descubrimiento que vive con el Lector, empuja su
conciencia a seguir esa pequeña chispa que se vislumbró entre tantas sombras, carga con esa
pequeña niña que reside en su interior para mostrarle un universo más amplio, con aromas y
sensaciones, con color y sabor, con textura y calor; Hanna asume su propio castigo y su propia
recompensa al estar sola en un mundo de hombres, acepta al Hombre contemporáneo sin utopías
ni seguros de vida, acepta el precio de su libertad; sin valores celestiales que la puedan aconsejar,
el Hombre es su única garantía:

L'existentialiste, au contraire, pense qu'il est très gênant que Dieu n'existe pas, car avec
lui disparaît toute possibilité de trouver des valeurs dans un ciel intelligible; il ne peut
plus y avoir de bien a priori, puisqu'il n'y a pas de conscience infinie et parfaite pour le
penser; il n'est écrit nulle part que le bien existe, qu'il faut être honnête, qu'il ne faut pas
mentir, puisque précisément nous sommes sur un plan où il y a seulement des hommes.
Dostoïevski avait écrit: «Si Dieu n'existait pas, tout serait permis». C'est là le point de
départ de l'existentialisme. En effet, tout est permis si Dieu n'existe pas, et par conséquent
l'homme est délaissé, parce qu'il ne trouve ni en lui, ni hors de lui une possibilité de
s'accrocher. Il ne trouve d'abord pas d'excuses. Si, en effet, l'existence précède l'essence,
on ne pourra jamais expliquer par référence à une nature humaine donnée et figée;
autrement dit, il n'y a pas de déterminisme, l'homme est libre, l'homme est liberté. (Sartre,
1946/1970, pp.35-37).

Siguiendo a Sartre, Hanna corresponde al sujeto sartreano por excelencia, un individuo


que no espera encontrar la salvación en esperanzas divinas o mitos reconfortantes, que no busca
la comodidad de la falsa ignorancia o la facilidad de la orden acometida, no pretende esconder su
responsabilidad frente a sí mismo y el Otro. La síntesis del existencialismo compactada en la
256

elección de Hanna por una vida sin dioses ni demonios, la prueba de la soberanía del Hombre por
encima de la cosa:

Elle s‘approcha des étagères, y prit une boîte à thé, s‘assit à côté de moi et tira une feuille
pliée de la poche de son tailleur. «Elle m‘a laissé une lettre, une sorte de testament. Je
vais vous lire ce qui vous concerne.» Elle déplia la feuille et lut: «La boite à thé violette
contient encore de l‘argent. Donnez-le à Michael Berg; qu‘il le remette, avec les 7000
marks qui sont sur mon livret de caisse d‘épargne, à la fille qui a survécu avec sa mère à
l‘incendie de l‘église: qu‘elle décide quoi en faire. Et saluez Michael Berg pour moi.»
(p.230).

Leyendo el testamento de Hanna y descubriendo su estilo de vida resulta sencillo


acomodar el pensar existencialista a las elecciones de esta mujer. Hanna no le permitió a las
cosas definirla bajo ningún concepto que le tenían preparado, ella se siente como indefinible y lo
demuestra, ella se vive como una revolución y lo demuestra, ella abandonó su Dios, rechaza el
Leviatán para dejar de responderle a falsos designios divinos, ella se experimenta como un
proyecto con voluntad propia que no está sujeto a los deseos de ningún hombre enmascarado de
ley y orden; Hanna no existía antes de su proyecto, era una pieza más de la maquinaria, un
fusible más del circuito, es la tenacidad con que vive su encarcelamiento, el cómo asume su
condena lo que la hace representar tan fielmente el espíritu sartreano. Hacerse responsable
implica construir, no consumir o recibir gratuitamente, por eso el Ser en su modo de fuga simula
fácilmente las actitudes de los animales de granja y, consecuentemente, en su modo autentico
representa las cualidades de los dioses. Únicamente un Ser responsable consigo mismo y toda la
humanidad podría realizar un acto tan generoso como el de Hanna; ella se salvó y al mismo
tiempo salvó a Michael, salva al Lector, salva su cultura, salva a la mujer, al obrero, a la justicia,
salvó a toda su nación, como se lo pidieron, claro está, siempre fue su elección. Hanna, la
libertad de elección, rescata a todos los infantes de su ensueño placentero y les anuncia una
forma de existencia digan de Hombres; Hanna se elige como el eje central, el punto cardinal 0.0
de su historia y, en efecto, elige al Hombre como verdad existencial. Hanna cumple su
penitencia, la que ella eligió, y la vive con todas sus fuerzas, la absorbe entera en su interior
convirtiéndola en su propia verdad, reivindica toda realidad humana y su posibilidad de
reivindicarse ella misma; ella no es el héroe cumpliendo su destino celestial, sino el antihéroe
257

sartreano que emprende su propia búsqueda, su propio camino, es el antihéroe que los Hombres
contemporáneos necesitamos Leer:

Si, d'autre part, Dieu n'existe pas, nous ne trouvons pas en face de nous des valeurs ou des
ordres qui légitimeront notre conduite. Ainsi, nous n'avons ni derrière nous, ni devant
nous, dans le domaine lumineux des valeurs, des justifications ou des excuses. Nous
sommes seuls, sans excuses. C'est ce que j'exprimerai en disant que l'homme est
condamné à être libre. Condamné, parce qu'il ne s'est pas créé lui-même, et par ailleurs
cependant libre, parce qu'une fois jeté dans le monde, il est responsable de tout ce qu'il
fait (…) Il pense donc que l'homme, sans aucun appui et sans aucun secours, est
condamné à chaque instant à inventer l'homme. Ponge a dit, dans un très bel article:
«L'homme est l'avenir de l'homme». C'est parfaitement exact. Seulement, si on entend par
là que cet avenir est inscrit au ciel, que Dieu le voit, alors c'est faux, car ce ne serait
même plus un avenir. [39] Si l'on entend que, quel que soit l'homme qui apparaît, il y a un
avenir à faire, un avenir vierge qui l'attend, alors ce mot est juste. (Sartre, 1946/1970,
pp.37-39).

Como vemos, para Sartre no hay excusas o bases coherentes para justificar y darle, de
antemano su validez a nuestros actos, no hay condición ni situación que pueda encerrar al
Hombre en una paradoja insuperable, no existen determinismos absolutos infranqueables que
imposibiliten la elección, no hay dioses ni demonios que estén esperando otorgarle valores a las
acciones de los mortales; en definitiva, no existen ni el cielo ni el infiero, ambos escenarios están
superpuestos ante nuestros ojos, nosotros los convertimos en lo que son, nuestra realidad es la
única verdad que puede advertirnos de los bienes y males del Hombre. Para el existencialismo
sartreano el hombre se compromete con su vida, dibuja su imagen y por fuera de esta no hay
nada más; somos lo que construimos, no hay nada por fuera de nuestras manos y nuestra voz, nos
hacemos santos o pecadores, mártires o verdugos, opresor u oprimido, todo esto exclusivamente
bajo nuestra responsabilidad:

- Pendant toutes ces années, elle a vécu ici comme dans un convent. Comme si elle
s‘était volontairement retirée ici et délibérément soumise aux règles de la maison,
comme si le travail relativement monotone était une sorte de méditation. Auprès des
autres femmes, avec qui elle était aimable mais sur la réserve, elle jouissait d‘une
258

considération particulière. Plus encore, elle avait de l‘autorité; on lui demandait


conseil quand il y avait des problèmes, et lorsqu‘elle intervenait dans une dispute, on
acceptait sas décision. Jusqu‘au moment où, voilà quelques années, elle s‘est laissé
aller. Elle avait toujours veillé à son apparence, elle était robuste mais svelte, et d‘une
propreté extrême et soigneuse. Et elle se mit à beaucoup manger, à se laver peu, au
point de devenir grosse et de sentir mauvais. Sans pourtant donner l‘impression d‘être
malheureuse ou mécontente. C‘était plutôt comme si la retraite au convent n‘avait
plus suffi, comme si même la vie au convent été encore trop frivole, comme si elle
avait senti la nécessité de se retirer encore plus loin, dans une clôture solitaire où plus
personne ne vous voit et où l‘apparence, les vêtements et l‘odeur n‘ont plus
d‘importante. Non, j‘ai tort de dire qu‘elle se laissait aller. Elle redéfinissait sa
position, d‘une manière pour elle pertinente, mais qui n‘impressionna plus les autres
femmes. » (p.231-232).

En las palabras de la directora de la prisión se escucha una ovación a la entrega de Hanna,


a su compromiso, a la pasión y libertad que construyo en la situación más difícil para una
persona; existir en una prisión. Hanna merece un poema al convertirse en juez, jurado y verdugo
de su existencia, una entrega que merece todos los aplausos y reconocimientos; ella renuncia a la
falsa libertad de convivir entre mascaras para recibir la verdadera que se expresa en la relación
entre Hombres. Para el Lector, para el existencialista, Hanna es la personificación del Ser libre,
ella tiene una vida que es digna de ser leída; sus elecciones las toma con una determinación
propia del ideal de Hombre contemporáneo, en las situación y circunstancias más adversas ella
sale al frente y recibe las balas, entrega la mediocre libertad de su cuerpo para adoptar la libertad
absoluta del espíritu. Ella busca el Ser, pero no lo busca en la comodidad de los artificios del
abstracto al que nos entregamos placenteramente, al contrario, ella lo busca en la situación
inmediata de su realidad; sale a buscar el Ser donde lo percibió en un principio: en el Otro. Ella
tiene una deuda con la humanidad, durante un largo periodo de su vida no se comportó como
humana, entonces elige hacerlo por el salvamiento de lo único que tiene valor: el amor; como esa
madre que no aborta, aun bajo la presión del mundo o de su imaginario decide, por el amor, por
la pasión del caos y la vida, darle al Otro una oportunidad de Ser, esa oportunidad de elegir que
ella experimento cuando le permitieron respirar y sentir. No hay amor si no damos vida, no hay
obra de arte sin artista que se entregue, no hay Hombre sin un Ser que lo construya:
259

… en réalité pour l'existentialiste, il n'y a pas d'amour autre que celui qui se construit, il
n'y a pas de possibilité d'amour autre que celle qui se manifeste dans un amour; il n'y a
pas de génie autre que celui qui s'exprime dans des œuvres d'art (…) Un homme s'engage
dans sa vie, dessine sa figure, et en dehors de cette figure il n'y a rien. Evidemment, cette
pensée peut paraître dure à quelqu'un qui n'a pas réussi sa vie. Mais d'autre part, elle
dispose les gens à comprendre que seule compte la réalité, que les rêves, les attentes, les
espoirs permettent seulement de définir un homme comme rêve déçu, comme espoirs
avortés, comme attentes inutiles; c'est-à-dire que ça les définit en négatif et non en positif;
cependant quand on dit «tu n'es rien d‘autre que ta vie», cela n'implique pas que l'artiste
sera jugé uniquement d'après ses œuvres d'art; mille autres choses contribuent également
à le définir. Ce que nous voulons dire, c'est qu'un homme n'est rien d'autre qu'une série
d'entreprises, qu'il est la somme, l'organisation, l'ensemble des relations qui constituent
ces entreprises. (Sartre, 1946/1970, pp.56-58).

Siguiendo a Sartre, Hanna confirma la libertad del Hombre comprometido. Si Hanna se


presenta como cobarde es únicamente porque se elige como cobarde y si ella se presenta como
héroe es porque ella se construye como tal; siempre cabe la posibilidad para el cobarde de
abandonar su cobardía y para el héroe de dejar de ser héroe; estos atributos no vienen
prefabricados o predestinados según la raza, la clase social, el género, etc., es Hanna quien se
hace Hanna. El destino de Hanna está en ella misma, la única esperanza es aquella que
construimos nosotros mismos, no hay otra posibilidad de existir que no sea a través de la acción.

El capítulo 10 termina con una imagen impactante para el Lector; una Hanna muerta,
hecha objeto, sin vida, donde todas sus elecciones pasan a la autoridad del mismo Lector, una
metáfora hermosa de la libertad y el poder que nos ofrece el arte, somos parte de la composición
de la obra; Hanna se hace libro para que pueda existir el Lector:

Hanna avait un ligne noué autour de la tête pour maintenir le menton jusqu‘à ce que le
corps ait sa rigidité de cadavre. Le visage n‘était ni particulièrement apaisé ni
particulièrement douloureux. Il était figé et sans vie. En le regardant longuement, je vis
transparaître sous le visage mort le visage vivant, et le visage de la jeunesse sous celui de
la vieillesse. C‘est ce qui doit se passer chez les vieux couples, me dis-je; aux yeux de la
femme, le jeune homme reste présent dans le vieillard, comme pour lui dans la vielle
260

dame la beauté et la grâce de la jeune femme. Pourquoi, une semaine avant, n‘avais-je pas
vu cela transparaitre? Je ne pleurai pas. Quand, au bout d‘un moment, la directrice
m‘interrogea du regard, j‘inclinai la tête, et elle rabattit le drap sur le visage d‘Hanna.
(pp.232-233).

Llega el momento del perdón, del cierre humano, del abrazo entre personas, el fin de la
penitencia, el entendimiento del bien y el mal, el encuentro con lo hermoso y lo horroroso del
Ser. El capítulo once es el encuentro de Michael con aquella judía que sobrevivió al incendio de
la iglesia; Michael tienen una misión encomendada por Hanna, la de devolver a esa niña lo que
se le quito: su humanidad, la de devolver al Lector su esperanza en el Hombre. Hanna, sola, elige
su forma de pedir perdón a la humanidad, de enmendar sus errores, de revindicar la libertad de
los seres humanos; para construir el bien es necesario poder construir el mal, el Hombre es libre
de elegirlos ambos, siempre, por ello, si le humos a una parte de nuestra conciencia le huimos a
todo el Ser en particular:

Je n‘accomplis pas avant l‘automne la mission que m‘avait confiée Hanna. La fille vivait
à New York, et je profitai d‘un colloque à Boston pour lui apporter l‘argent : un chèque
d‘un montant correspondant à ce qui était sur le livret d‘épargne, et la boîte à thé
contenant l‘argent liquide. Je lui avais écrit en me présentant comme historien du droit et
avais évoqué le procès, disant que je serais heureux de pouvoir la rencontrer. Elle m‘avait
invité à venir prendre le thé. (p.234).

Salvando una situación, una cultura entera y a un Hombre en particular a través de la


literatura y la filosofía, es esto lo que se lee en toda la novela y se resume en este capítulo en
especial. Los Hombres en cualquier situación pueden actuar de diferentes formas éticas y
morales, como cobarde o como héroes, esa opción está abierta a cada Hombre en cada situación,
por más sofocante o peligrosa que sea, siempre podemos elegir. Hanna reivindica a los Hombres
y a los Lectores, a los amantes y a los soldados, a los obreros y a los intelectuales; la libertad es
la que permite el giro del En-si y producir magia, crear la ruptura del imposible para
transfórmalo en muy posible. Somos hijos de Caín, quien hace su propia lanza. Somos
existencialista por vivir arrojados en un mundo fuera del paraíso, y aun así, Hombres,
justamente, por vivir fuera del paraíso. Somos existencialista al aceptar pensar por nuestra
voluntad, al asumir el riesgo y carga que esto significa; nos convertimos en señores de nuestras
261

acciones al momento de aceptar el pensar como propio. El Lector existe porque piensa, siente,
está vivo; es al Hombre vivo a quien hace llamado el existencialismo:

Notre point de départ est en effet la subjectivité de l‘individu, et ceci pour des raisons
strictement philosophiques. Non pas parce que nous sommes bourgeois, mais parce que
nous voulons une doctrine basée sur la vérité, et non un ensemble de belles théories,
pleines d‘espoir mais sans fondements réels. Il ne peut pas y avoir de vérité autre, au
point de départ, que celle-ci: je pense donc je suis, c‘est là la vérité absolue de la
conscience s‘atteignait elle-même. Toute théorie qui prend l‘homme en dehors de ce
moment où il s‘atteint lui-même est d‘abord une théorie qui supprime la vérité, car, en
dehors de ce cogito cartésien, tous les objets sont seulement probables, et une doctrine de
probabilités, qui n‘est pas suspendue à une vérité, s‘effondre dans le néant; pour définir le
probable il faut posséder le vrai. Donc, pour qu‘il y ait une vérité quelconque, il faut une
vérité absolue; et celle-ci est simple, facile à atteindre, elle est à la portée de tout le
monde; elle consiste à se saisir sans intermédiaire. En second lieu, cette théorie est la
seule à donner une dignité à l‘homme, c‘est la seule qui n‘en fasse pas un objet (…) Nous
voulons constituer précisément le règne humain comme un ensemble de valeurs distinctes
du règne matériel. (Sartre, 1946/1970, pp.63-65).

Para el existencialismo sartreano, los Hombres no son categorías o nombres, títulos o


imágenes, son acciones. Son las elecciones las que marcan y definen a los Hombres, es un error
pensar, para Sartre, que el mundo material tiene posibilidad de enmarcar a un hombre en una
profesión y modo de vida, es un error creer que el Hombre es cosa; al instante de rendirnos a la
cosa perdemos la mayúscula del Hombre y pasamos a hombre, el minúsculo. Todas las formas de
lenguaje y lógica, para Sartre, que categoricen al Hombre con alguna esencia limitan las
posibilidades de construir verdades sustanciales; las verdades que partan de la inercia de los
Muertos no puede producir mayor reacción, se vuelven rápidamente recuerdos y luego un simple
olvido. En cambio, las verdades absolutas y auténticas son aquellas que asumen los vivos, la
voces activas, las conciencias con poder de elección, toda otra forma de lenguaje es una
probabilidad y como tal representa sólo abstractos, imaginarios, herramientas de la
comunicación, vehículos del Ser, objetos y cosas. Podemos soñar para generar realidad, no a la
inversa; ese el gran error de la Mala fe, engañarse con la idea del sueño como mundo ya
262

realizado. Soñamos para hacer dichos sueños una verdad, no al contrario; no soñamos para vivir
encerrados en ideas circulares, lo hacemos para alimentar el mundo real, crearlo, solucionarlo.
Pocos Hombres viven su vida con plenitud y producen literatura y filosofía, arte y ciencia,
dialogo y amor, pocos logramos alcanzar el nivel de compromiso de Hanna, de nuestra madre, de
nuestra libertad, de nuestra humanidad; pocos logramos superar el estado fatal del Lector y nos
trasformamos en un Escritor:

«Qu‘est-ce qui vous amené?» La question n‘était ni aimable ni hostile; le ton était
froidement objectif. Tout en elle était dans ce même ton, l‘attitude, les gestes, les
vêtements. Le visage était étrangement dépourvu d‘âge. Les visages qui ont subi un
lifting ont cet aspect. Mais peut-être le sien avait-il été figé par les souffrances des jeunes
années. Je tentai en vain de me rappeler le visage qu‘elle avait au moment du procès. Je
lui parlai de la mort d‘Hanna et de la mission dont j‘étais charge. (p.236).

Para el existencialismo sartreano, la literatura y filosofía tienen sincronía ideal con el Ser,
para con la libertad, alcanzan su estado de verdadero arte y verdadera ciencia, al momento que
asumen su única verdad, su misión; crear lo que no se puede crear, al Hombre. Entonces, es aquí,
cuando Michael se convierte en el Escritor, es cuando se sincroniza con Hanna y su proyecto, al
instante de responder a su proyecto original y asumirlo, ocurre el momento en que desbordan las
razones para Escribir; cuando responde a la pregunta de aquella judía, la pregunta que se hacía a
sí mismo, que le hacían sus amigos, su academia, su familia, esa pregunta que nunca pudo
responder durante toda la novela, la que esquivó, la que huyó, es cuando se responsabiliza de lo
que vivió y sintió con, por y para Hanna. Se negó a mirarse al espejo durante toda la novela; de
hecho, nos narra cada fuga al momento de mirar su reflejo, su imagen, su realidad. La invitación
de mirarse al espejo siempre fue de Hanna, sin embargo, es con esta niña judía que lo logra, es
en su rostro y ojos donde puede verse a él mismo, es en la cara de esa mujer y su sufrimiento
donde encuentra su mismo rostro y sus mismo ojos; una jovialidad atropellada y mutilada por los
sufrimientos de su época. Es aquí, en el capítulo once, donde termina la conversión de Michael,
su aventura, la del Lector; es donde nos asumimos como el Escritor. Es aquí, en este momento
que Michael se declara oficialmente existencialista:

Par le je pense, contrairement à la philosophie de Descartes, contrairement à la


philosophie de Kant, nous nous atteignons nous-mêmes en face de l'autre, et l'autre est
263

aussi certain pour nous que nous-mêmes. Ainsi, l'homme qui s'atteint directement par le
cogito découvre aussi tous les autres, et il les découvre comme la condition de son
existence. Il se rend compte qu'il ne peut rien être (au sens où on dit qu'on est spirituel, ou
qu'on est méchant, ou qu'on est jaloux) sauf si les autres le reconnaissent comme tel. Pour
obtenir une vérité quelconque sur moi, il faut que je passe par l'autre. L'autre est
indispensable à mon existence, aussi bien d‘ailleurs qu'à la connaissance que j'ai de moi.
Dans ces conditions, la découverte de mon intimité me découvre en même temps l'autre,
comme une liberté posée en face de moi, qui ne pense, et qui ne veut que pour ou contre
moi. Ainsi, découvrons-nous tout de suite un monde que nous appellerons
l‘intersubjectivité, et c'est dans ce monde que l'homme décide ce qu'il est et ce que sont
les autres. (Sartre, 1946/1970, pp.66-67).

Como vemos, el existencialista sartreano asume la verdadera relación que tiene con el
Otro sin dejarse absorber ni hacer lo mismo con él. Se trata, para Sartre, de crear dialécticas
verdaderas en un mundo lleno de intentos fallidos de trascendencia, engañosos sistema de
comunicación y mediocres formas de conexión. Somos en el baile con el Otro, esa es la idea
central de nuestro trabajo; el Otro es primordial para mi existencia en paralelo con mi conciencia
propia; nos perdemos al intentar perpetuar una imagen en el Yo y en el Otro, simplemente somos
un nosotros. Logramos alcanzar el Ser, logramos Ser, sólo cuando estamos conectados con el
Todo, únicamente cuando estamos conectados podemos transformar y transformarnos; somos
instantes, explosiones, fuego. Somos el viaje constante entre Ser Lector y Escritor:

Je m‘apprêtai à me récrier, mais de fait Hanna demandait beaucoup. Elle entendait que
ses années de prison ne soient pas seulement une expiation imposée, elle voulait elle-
même leur conférer un sens, et être reconnue à travers ce sens qu‘elle leur donnait. Je dis
cela (…) «Vous ne pourriez pas lui accorder cette reconnaissance sans lui donne
l‘absolution ?» (…) «J‘étais son lecteur. J‘ai commencé à lui faire la lecture lorsque
j‘avais quinze ans, et j‘ai continué lorsqu‘elle était en prison.» (pp.236-237).

Este diálogo que se presenta entre Michael y la Judía podríamos entenderlo, bajo la lupa
existencialista, como un dialogo con nuestra propia conciencia, una conversación con el Otro
sobre la libertad: el momento de catarsis. El Escritor le explica al Lector lo que este ha
comprendido en el proceso de escribir; le muestra una forma diferente de leer el mundo, una
264

metodología de Hombres. Si cambiamos el nombre de Hanna por la categoría de libertad se nos


hará más evidente entender esta cuestiñn. Leamos con atenciñn: … pero la libertad exigía
demasiado. Ella entiende su situación no solamente como una penitencia impuesta, ella quería
conferirle su sentido propio y ser reconocida, justamente, a través de dicha elección…
Efectivamente, Hanna es la personificación de la libertad sartreana; una evidencia que Michael
descubre cuando tiene un verdadero dialogo, un encuentro que lo hace trascender, cuando
emprende el camino del Escritor. Nuestro protagonista nos pregunta, al Lector, si podemos
reconocer la libertad de los Hombres, aunque no los perdonemos, pregunta si podemos aceptar
que todas las elecciones, por más inhumanas o divinas que parezcan, son enteramente decisiones
hechas por mortales; en resumen, nos pregunta si pudimos entender que los hombres no son
buenos ni malos, sólo Hombres, podemos interrogar nuestras acciones, pero como humanos, si lo
hacemos como jueces nos extraviamos, nos ahogamos:

Mais on peut juger, cependant, car, comme je vous l'ai dit, on choisit en face des autres,
et on se choisit en face des autres. On peut juger d'abord (et ceci n'est peut-être pas un
jugement de valeur, mais c'est un jugement logique), que certains choix sont fondés sur
l'erreur, et d'autres sur la vérité. On peut juger un homme en disant qu'il est de mauvaise
foi. Si nous avons défini la situation de l'homme comme un choix libre, sans excuses et
sans secours, tout homme qui se réfugie derrière l'excuse de ses passions, tout homme qui
invente un déterminisme est un homme de mauvaise foi. On objecterait: mais pourquoi ne
se choisirait-il pas de mauvaise foi? Je réponds que je n'ai pas à le juger moralement,
mais je définis sa mauvaise foi comme une erreur. Ici, on ne peut échapper à un jugement
de vérité. La mauvaise foi est évidemment un mensonge, parce qu'elle dissimule la totale
liberté de l'engagement. Sur le même plan, je dirai qu'il y a aussi mauvaise foi si je
choisis de déclarer que certaines valeurs existent avant moi; je suis en contradiction avec
moi-même si, à la fois, je les veux et déclare qu'elles s'imposent à moi. Si l'on me dit: et si
je veux être de mauvaise foi? Je répondrai: il n'y a aucune raison pour crue vous ne le
soyez pas, mais je déclare que vous l'êtes, et que l'attitude de stricte cohérence est
l'attitude de bonne foi. (Sartre, 1946/1970, pp.80-82).

Siguiendo a Sartre, nunca dejamos de Ser, lo único que conseguimos huyendo a nuestro
Ser es una conciencia vulgar que parasita el Ser de todo los otros entes. Mejor dicho, los
265

moralismos son insuficientes para categorizar las acciones de los hombres, sólo una conciencia
activa puede determinar el valor de una acción, así que, sólo podemos esquematizar lo moral en
relación a la responsabilidad que se asuma de cada elección tomada, las otras concesiones que
puedan surgir son añadiduras de valor y significado que se construyen en el proceso de
relevación del Ser; en ultimas, lo fundamental a cada juicio, a cada obra humana será la conexión
entre la conciencia y la acción. En resumen, para Sartre, lo primordial del Ser es construir y vivir
un proyecto, comprometerse con la vida:

―Voici ce que nous allons faire. Vous vous renseignez sur les organismes juifs qui
existent en la matière, ici ou en Allemagne, et vous virez l‘argent à celui qui vous parait
le plus convaincant. Et vous pouvez fort bien, dit-elle en souriant, si la reconnaissance
importe tant, virer cet argent au nom d‘Hanna Schmitz. » Elle saisit à nouveau la boite à
thé. «Je garde la boite à thé.» (pp.239-240).

Así termina nuestro capitulo once, con una reconciliación construida entre el Lector y el
Escritor, una alianza, un pacto entre Hombre libres; una forma de restitución del humanismo en
un mundo golpeado por los horrores de una libertad no asumida. La caja de té es un regalo de
una conciencia libre a otra, donde se explican que los niños no quieren hacerle daño a los Otros,
tan sólo quieren ser amados. Sin esta alianza, los Hombres libres se perdían en el olvido, en el
vacío, en la Nada; sin el pacto entre conciencias auténticas las verdades desaparecen en la
infinidad del espacio sideral. En cada momento de los Hombres lo único que importa revelar es
si son libres, el fin de toda búsqueda en la posibilidad de reformular nuestra posición; siendo
libres, solamente podemos querer la libertad, escribir y leer en busca de la libertad. No somos un
Yo, somos un nosotros, para Sartre, no deberíamos de hablar de sujeto en singular, sino en
plural; las conciencias; la intersubjetividad. El lector logra generar un valor porque se
compromete con su propia elección:

En conséquence, lorsque sur le plan d'authenticité totale, j'ai reconnu que l'homme est un
être chez qui l'essence est précédée par l'existence, qu'il est un être libre qui ne peut, dans
des circonstances diverses, que vouloir sa liberté, j'ai reconnu en même temps que je ne
peux vouloir que la liberté des autres. Ainsi, au nom de cette volonté de liberté, impliquée
par la liberté elle-même, je puis former des jugements sur ceux qui visent à se cacher la
totale gratuité de leur existence, et sa totale liberté. Les uns qui se cacheront, par l'esprit
266

de sérieux ou par des excuses déterministes, leur liberté totale, je les appellerai lâches; les
autres qui essaieront de montrer que leur existence était nécessaire, alors qu'elle est la
contingence même de l'apparition de l'homme sur la terre, je les appellerai des salauds.
Mais lâches ou salauds ne peuvent être jugés que sur le plan de la stricte authenticité.
Ainsi, bien que le contenu de la morale soit variable, une certaine forme de cette morale
est universelle. Kant déclare que la liberté veut elle-même et la liberté des autres. (Sartre,
1946/1970, pp.83-85).

Cerramos, entonces, nuestro aparatado El existencialismo es más que un humanismo


con la conclusión de Michael para con su obra enmarcada en el último capítulo de la novela.
Aquí, Michael sintetiza, en sus palabras, el significado de su búsqueda y del existencialismo
como tal:

D‘abord, je voulus écrire notre histoire pour m‘en débarrasser. Mais dans ce but, les
souvenirs ne sont pas venus au rendez-vous. Ensuite, je me suis avisé que notre histoire
était en train de m‘échapper, et j‘ai voulu la rattraper par l‘écriture, mais cela non plus n‘a
pas appâté la mémoire. Depuis quelques années, je laisse notre histoire tranquille. J‘ai fait
la paix avec elle. Et elle est revenue, détail après détail, et avec une espèce de plénitude,
de cohérence et d‘orientation qui fait qu‘elle ne me rend plus triste. Quelle triste histoire,
ai-je longtemps pensé. Non que je pense aujourd‘hui que ce soit une histoire heureuse.
Mais je pense qu‘elle est exacte, et qu‘à côté de cela la question de savoir si elle est triste
ou heureuse n‘a aucune importance. (p.242).

Son las mejores palabras con las que puede terminar nuestro trabajo, al menos en cuanto
los apuntes de nuestro protagonista. Definitivamente es la mejor conclusión de todas; las más
existencialista; no hay pasiones ni intenciones que se quieran plasmar de más o menos en el
papel, las justas en relación a nuestras elecciones, al Lector de medir y generar la relación que
desee para con el testimonio de Michael: Un largo poema a la libertad. La historia es exacta
porque contiene lo necesario para plasmar una existencia dentro de una situación y generar el
puente para con el Lector. Cada quien es libre de tomar la obra en el ángulo y la medida que le
plazca, de hecho, ese es el principio de la literatura existencialista; una novela situada que pone
al Lector en situación; que lo obliga a comprometerse y tomar una posición, dicha novela no
necesita de mentiras ni artilugios, únicamente dosis de humanos y libertades en conflicto son
267

necesarias. Una obra real, viva, con voz, a pesar de no tener los elementos propios del romance o
de la descripción elegante, es demasiado humana. Las historias de hombres y mujeres en
situaciones reales con dilemas reales. No hay héroes ni paradigmas divinos, no hay segundas
oportunidades ni personajes de rescate; sólo hombre y mujeres: sólo seres. Todo lo demás sobra,
necesitamos sólo a libertad, a la Mala fe la tenemos presente en el pan y en la sopa, en el
desayuno y al dormirnos, al mirarnos al espejo o al mirarnos al pasado; Mala fe presente,
evidente y sonriente, es más que suficiente. La literatura y la filosofía autentica se fundan, crean,
nacen en Hombre libres; ese es su principio, su medio y fin, lo primordial es darle al Hombre la
elección, que pueda pensar y sentir la creación del mundo. Necesitamos personajes como Hanna,
necesitamos más existencialistas:

Mais il y a un autre sens de l'humanisme, qui signifie au fond ceci: l'homme est
constamment hors de lui-même, c'est en se projetant et en se perdant hors de lui qu'il fait
exister l'homme et, d'autre part, c'est en poursuivant des buts transcendants qu'il peut
exister; l'homme étant ce dépassement et ne saisissant les objets que par rapport à ce
dépassement, est au cœur, au centre de ce dépassement. Il n'y a pas d'autre univers qu'un
univers humain, l'univers de la subjectivité humaine. Cette liaison de la transcendance,
comme constitutive de l'homme — non pas au sens où Dieu est transcendant, mais au
sens de dépassement — et de la subjectivité, au sens où l'homme n'est pas enfermé en lui-
même mais présent toujours dans un univers humain, c'est ce que nous appelons
l'humanisme existentialiste. Humanisme, parce que nous rappelons à l'homme qu'il n'y a
d'autre législateur que lui-même, et que c'est dans le délaissement qu'il décidera de lui-
même; et parce que nous montrons que ça n'est pas en se retournant vers lui, mais
toujours en cherchant hors de lui un but qui est telle libération, telle réalisation
particulière, que l'homme se réalisera précisément comme humain. (Sartre, 1946/1970,
pp.92-94).
268

CONCLUSIÓN

EL EXISTENCIALISMO ES UN VITALISMO.

A la mejor síntesis que pudimos llegar en nuestra aventura por las azarosas y turbulentas
aguas del Ser sartreano es: El Existencialismo es un Vitalismo. Vital, en el sentido más simple,
porque le devuelve a cada individuo el poder de su propia existencia. El humanismo sartreano,
no aboga por una globalidad, por un mesías, no promulga una imagen de súper-hombre, sino que
concibe a cada Hombre como siempre ―haciéndose‖, en construcciñn; el Hombre como escultor
y mármol al mismo tiempo: un humanismo Vital. Dentro del marco teórico del existencialismo
sartreano, cada Hombre recupera su dignidad y responsabilidad; la conciencia no se pierde en un
mar de divinidades y leyes, no se oculta entre templos y estatuas; reconoce que la única
trascendencia ―real‖ es terrenal; reconoce la diferencia fundamental entre el Hombre y el
hombre. El existencialismo sartreano es Vital, porque a pesar de la irreductibilidad del sujeto, del
Para-sí, reconoce la Intersubjetividad prevaleciente sobre la Subjetividad; porque cada hombre, a
pesar de la hypercomunicación, recupera el poder de su voz y la posibilidad de crear verdadera
literatura, la posibilidad de bailar y cantar. Es Vital, porque le devuelve al individuo, perdido
entre miles de posibilidades, ideas, imágenes, ―verdades‖, etc., el valor de su elecciñn; el valor
del pensamos, sentimos y deseamos. Vital, porque denuncia todo sistema del pensar, toda
filosofía o hermenéutica que trata, reduce, simplifica, a los hombres como cosas, como objetos,
como maquinas. Vital, porque le devuelve el sentido a lo que no tiene sentido, el Yo, el Tu, el
Nosotros. Vital, porque escuchamos música mientras leemos estas palabras, es tan Vital que se
mete entre las letras. El Yo existencialista no es una virtud metafísica o un esclavo de la materia,
al contrario, la conciencia sartreana se reinstala en el mundo rechazando ambos extremos; se
vuelve problemática; se abre a la experiencia de la libertad. La conciencia sartreana es Vital,
justamente, porque denuncia todo lo muerto, lo inerte, lo grotesco, lo que se pudre, lo que corroe.
La conciencia sartreana no es un estado puro, para producirse necesita proyectarse
constantemente en el mundo, aventurarse por los caminos opacos del universo, en suma, hacerse
dueña de lo que resulta, en principio, radialmente ajeno. La conciencia sartreana es Destrucción
de todos los símbolos; eso es Vital. Vital, porque en un mundo consumido por la materia rescata
al Hombre; colosales determinismos tratan, constantemente, de quitarle la chispa a la revolución
del Ser, sin embargo, el hombre libre no se arrodilla, no se abandona, no conoce la derrota. El
269

Hombre tiene valor en el mundo porque está abierto a dicho mundo; miles de voces se pierden en
las falsas formas de comunicación, en los sueños a medias, en la imaginación incumplida, sólo
una invitación a la dialéctica tiene eco en los oídos de los Hombres libres. Es Vital aquello que
aboga por lo vitalicio: la elección; el sueño de convertirnos en Hombres. Para la conciencia
sartreana los destinos forjados son para los cobardes o los niños, los Hombres construyen sus
propios caminos, hacen sus propios puentes, crean sus propios destinos: el Hombre sartreano no
permite ser atrapado por quimeras o ilusiones mediocres. Una libertad Vital es aquella que
proviene del Hombre, pasa por el hombre y tiene como fin el Hombre; una libertad que se busca
en lo externo o en lo abstracto es la repetición viciosa de las ciencias al servicio de la propaganda
o agendas políticas. Para el existencialista sartreano somos nuestro actos; eso es Vital; porque
hace del individuo alguien autónomo, lo sumerge en una Intersubjetividad que le exige todo su
cuerpo y todo su razonamiento; una dialéctica donde se reconoce el valor de la voz de cada
individuo. De hecho, es tan Vital, que exige la acción; promulga que sólo, únicamente, vivimos
cuando actuamos, cuando ponemos nuestro cuerpo y nuestro espíritu al frente de una situación.
Cada Hombre es Vital para el existencialismo sartreano porque cada conciencia es libre de
generar su propia tonada, de escribir su propia historia. Es Vital el llamado a la máxima
emancipación, una liberación de los técnicos y legisladores; cada Hombre dueño de toda su
historia; cada Hombre totalmente dueño de su situación; cada hombre con el poder de crear
magia o hacer olvido. El existencialismo es Vital porque somos nuestro proyecto; porque el
existencialista elige por sí mismo y consecuencias para cada hombre en la tierra, lleva el peso de
toda la humanidad en sus hombros, no le pide ayuda a ninguna deidad o fijación, no se deja caer
en fetiches, no se deja tentar por sus fantasmas. Reconocer la vida en cada sorbo, en cada
palabra, en cada instante; eso es Vital; vital es quien no pierde el ímpetu, quien no culpa al
prójimo, quien reconoce sus defectos, quien permanece en guardia, para quien todo es posible,
quien toma cada decisión como única, quien siempre se enfrenta a sus rivales; eso es Vital; ser
libre. Poder proyectarse sobre un fin; por eso es Vital el existencialismo sartreano, porque cada
individuo elige que palabras definen su epitafio y lo que estas significan. Vital, porque invita a la
autodeterminación; dice que cada Hombre tiene el poder de hacerse Hombre; no necesita de Dios
ni del Diablo. El existencialismo es Vital porque quiere quemar todas las iglesias y todos los
altares de falsas divinidades; sólo el Hombre merece elogio y devoción. Nos encontramos en un
mundo de billones de conciencias activas y en confrontación constante, pocas formas de lenguaje
270

se prestan para salvar a nuestra individualidad y conciencia de las masas de la sociedad


contemporánea. Por ello, cuando nos referimos a Vital, lo hacemos en el sentido de primordial,
esencial, fundamental; queremos decir que una propuesta, una filosofía que se quiera llamar
Vital tiene que colocar en principio al Hombre, al ser humano, a la humanidad: Vital es lo
meramente Humano. El existencialismo es vital porque pone a los Hombres como el capitán
absoluto de la nave en pleno mar llamado vida. No hay nada más Vital que darle a cada hombre
su libertad; su propia puerta, la cual tiene que abrir para desbloquearla; su propio proceso. Es
Vital, ya que la vida de cada Hombre es su entero universo, su situación es su elección y ésta es
su vida; invita a tomar las riendas de nuestro Ser, no regalarlo ni prostituirlo por atención barata
o reconocimiento burdo. Es Vital, ya que le da dignidad a la vida de cada Hombre; no cree en
príncipes ni reyes, ni en gobernadores ni sabios, no cree en el papel o la tinta; todo en lo que cree
es en el Hombre. Vital, aquello que demuestra que el Hombre define el plano cartesiano de cada
Hombre; toda conciencia es su eje 0.0.; cada hombre, como los movimientos y actos que haga a
partir de su eje 0.0., define su existencia. Cada Hombre es, para el existencialismo sartreano, su
propia sustancia, su propio atributo, su propio punto de referencia, su propio centro, su núcleo, su
principio; es un sujeto verdaderamente anárquico; verdaderamente vivo, activo; es consciente de
la inminente revolución que exige el mundo de los Hombres. Al compás de nuestros
movimientos se mueve el mundo; eso es una propuesta Vital. No hay promesa, no hay juramento
ni fidelidad antes que los Hombres; cada hombre que nace tienen por obligación hacerse; eso es
Vital. Aquello que reconoce la capacidad de razonar como la esencia del Ser; eso es Vital,
promulgar lo positivo del Ser y atacar lo negativo del Estar; eso es Vital. El existencialismo
sartreano puede llamarse Vitalista, independientemente de lo sofisticado o elegante de la
discusión en cuestión, simplemente porque reconoce que todos queremos vivir; toda conciencia
está preocupada por la continuidad del Hombre; el Hombre sólo vive con y para el Hombre, de la
vida y de la preservación de la conciencia. Sólo hay sujeto en el momento, en el acto; en el
instante; en el momento que se siente la poesía. Todos somos responsables de lo que somos a
partir de lo que los Otros han querido que nosotros fuéramos, aun así ese Otro es indispensable
para que yo sea ese atributo con el que el Otro me define. Existencialistas por naturaleza, todos
queremos continuar existiendo, necesitamos al Otro; somos existencialistas. La cuestión es
primordial siempre: el Hombre. Vital, el existencialismo es Vital, porque no se esconde en
sermones o cálculos, en el lenguaje o la cultura, en el género o la especie; el existencialista no se
271

esconde tras ningún prejuicio o meta-relato. Vital, porque le dice al Hombre que no hay cárcel lo
suficientemente resistente a la libertad de cada individuo. Vital, porque propone un Hombre
como eterno proyecto de fundarse a sí mismo, aunque empieza y termina en la Nada, puede
hacer parte del Todo; no olvidemos que, sólo se existe cuando se actúa, por ende, sólo se vive
cuando se escoge. Los Hombres se ocupan de los Hombres y las cosas de las cosas; lo Vital es
aquello que puede entender la vida y la muerte. Por eso, el existencialismo es Vital, porque
reconoce que son los vivos quienes piensan, actúan y eligen; es Vital porque entiende que existir
es un constante desplazamiento de la esencia; es Vital porque entiende que existir es un
constante palpar, oler, observar, sentir, percibir la furia de la libertad humana; es Vital, en el
sentido más simple, porque invita a vivir. Sólo la muerte transforma mi existencia en esencia;
sólo la muerte puede transformar nuestra vida en destino.
272

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