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Análisis Delictual II

Consuelo María Teresa Torrealba Arriola

Santiago, 07 de diciembre de 2020


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Contenido
Ejemplificación de la idea fundamental de Lombroso y replanteado bajo los postulados

de Garófalo...................................................................................................................................... 3

Ejemplificación de los postulados de G. Tarde en cuanto al delito como moda y tradición

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Perspectiva personal acerca de la idea de Shaw y Mckay en torno a que los barrios

vulnerables – y todo lo que allí ocurre -, sería el principal elemento que explica la conducta

delictiva de los jóvenes ................................................................................................................. 10


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Ejemplificación de la idea fundamental de Lombroso y replanteado bajo los postulados de

Garófalo

Los postulados planteados por Cesare Lombroso, pretendían, dentro del contexto histórico

situado, responder a los fenómenos sociales delictivos desde un enfoque más elaborado y científico

que las propuestas pseudocientíficas y faltas de ensayo que hasta aquel momento se habían

manifestado por algunos congéneres del estudio, implicando a su vez, fundamentos extras a los

enunciados por Camper por ejemplo, intentando, en cierta medida, pulir esta y anteriores teorías

que se habían declarado, y que las emitidas por Lombroso, lograsen ser medibles, replicables y

comprobables y de esta manera dotar a estas nuevas propuestas de leyes transversales, universales

y por tanto, difícilmente cuestionables.

Dado a que los postulados de Lombroso referían sustancialmente a que el comportamiento

delictivo estaba sujeto directamente a no tan solo la dimensión pequeña del cráneo de un sujeto,

como planteó su antecesor, sino, además, de características físicas poco agraciadas, atribuibles

llanamente a las de un ser abominable, rudimentario, lejos al canon de belleza y esteticismo

europeo, inculcado como el ideal de aquel entonces, daba a entender que al ser estos, rasgos

inherentes y endógenos al ser, existía un predominio genético irrenunciable que predeterminaba

desde sus orígenes un futuro delictual. Categorizando de este modo a la población que cumpliera

con dichas características físicas como sujetos menos evolucionados y racionales que el estándar

promedio y, a la misma vez, patologizándoles de criminales por su “condición congénita”.

Un ejemplo aplicable a lo expuesto al Modelo Lombrosiano sería la del racismo y

estigmatización que se desarrolló durante la década de los cuarenta, en gran parte de Latinoamérica
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y más precisamente en Brasil, país en el que se juzgó socialmente como criminales a toda aquellos

que cumplieran con las características antes planteadas.

Hipotéticamente y en el supuesto que, una pareja, Ana y Pedro, de dieciséis años de edad

respectivamente, con ascendencia indígena del suroccidente colombiano, etnia que responde

cabalmente en fisionomía a lo planteado por Lombroso, decidiera emigrar de continente a un país

europeo en donde la mayoría de la población se caracterice por tener rasgos caucásicos;

inmediatamente bajo la lógica de Cesare, aquellos dos individuos serían objeto de mayor atención

en comparación a los demás habitantes dada a las particularidades físicas que presentan, ergo,

delictivas, y que el hecho de la Imprevisión e Incorregibilidad patentes en sus conductas desde su

nacimiento, son las pruebas necesarias para estigmatizarlos como sujetos criminales, o

potencialmente delictuales, en el supuesto que el “gen de conducta delictiva” aún no se hubiese

activado, en cualquiera de estos casos, los sujetos no estarían exentos de su activación, y serían

relacionados a seres instintivamente primitivos, que actuarían desmedida e inoportunamente,

vanagloriándose de sus actos criminales, sus impulsos y sus actos no racionales. Sin embargo,

existía la posibilidad, según Lombroso, de atenuar, o como bien uno dice al referirse a un animal

“domesticar” a estas personas. Por lo tanto, llevándolo al ejemplo descrito, esta pareja podría

atrasar su conducta delictual, aunque su activación resultase inminente, y dicha “domesticación”

solo aportara en mitigar ciertos aspectos conductuales ya que desaparecerlos sería imposible. Y en

el caso de que esta pareja decidiera tener un hijo, por ejemplo, dada a su evidente raíz genética,

era previsible que aquel sujeto sería una persona criminal en algún momento de su vida, por lo

tanto, se podría predecir incluso, desde antes de su nacimiento el comportamiento que este tendría.
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Más coetáneo y real, me gustaría incorporar un caso que leí recientemente en donde el

fenómeno de la Teoría Lombrosiana se logra reflejar, aunque desde otros parámetros, cumpliendo

igualmente con los principios dictaminados por Lombroso, en donde un joven de 21 años

sentenciado por doble homicidio en USA, originó controversia mediática dado a que gran cantidad

de personas aludían a su inocencia por el hecho de lucir atractivo físicamente.

Este fenómeno conocido como el Efecto Halo, fue objeto de estudio y reveló en parte que

A los trabajadores sociales, les era difícil aceptar que una persona atractiva pudiese

cometer un crimen (…) y que en los juicios, a la hora de condenar a los acusados, el jurado

solía mostrar más indulgencia con los individuos físicamente atractivos, aunque hubiesen

cometido el mismo crimen que otros que no lo eran. (Castillo, 2019)

Me parece adecuado dar un espacio de análisis a esta comparación, en donde se ubica un

eje central que les une a ambos ejemplos, arraigando los contenidos efectuados por Lombroso con

respecto al prejuicio emitido ante sujetos tratados como delincuentes o no, dada únicamente a su

aspecto físico.

Sin duda Raffaele Garófalo reconoce la influencia biológica que hasta aquel entonces

preponderaba por sobre otras propuestas y las bases de la craneología que sustentaban, pero a

diferencia de Lombroso, se aventura a reconocer al factor social como elemento externo que

influye en el comportamiento de un individuo. Garófalo, creía que el contexto social sí contribuía

a que este “gen delictual” se activase o no.


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Tomando el ejemplo hipotético de la Ana y Pedro, y lo impuesto por Garófalo, se podría

decir entonces que ambos tienen el gen delictual, y si este aún no ha sido activado, cabe la

posibilidad que puedan mantenerlo inactivo permanentemente, sobre todo considerando que

apenas tienen dieciséis años, y la edad límite de activación es a los veintidós, incluso me atrevería

a decir que el contexto social en el que se encuentran, en este caso supuesto, rodeado de personas

que no tienen el gen debido a sus características físicas, aportarán en demasía en la prevención del

desarrollo delictual en Ana y Pedro, integrando la educación y en definitiva, la rehabilitación de

una situación que les condiciona.

En el caso contrario, en el que Ana y Pedro, se hayan desarrollado en un entorno social en

donde se estimularan o reforzaran conductas de tipo delicual en el ambiente, difícilmente podrían

desvincularse de los comportamientos delictivos producto del gen que endógenamente guardan, a

la espera de su inesperada detonación.

Ahora bien, existen según Garófalo, distintas clases de delincuentes, por lo que Ana y

Pedro podrían situarse en dos polos delictivos, incluso independiente el uno del otro, por ejemplo:

Ana podría manifestar el acto delictivo de asesinar a otro ser humano, mientras que Pedro por su

parte; cometer estafas, robos y otros crímenes menos bestiales, desde el punto de vista moral. No

obstante, surge la duda ¿qué es entonces lo que involucra que uno se vincule a ciertas conductas

criminales y no a otras? Según Garófalo, no existe un gen delictual predeterminado a ciertos

crímenes, ni un entorno social trascendente a ciertos delitos, más bien, atribuía a que el

comportamiento criminal o delictual que adoptase un sujeto al momento de activar su gen patógeno

se establecía a partir de elementos como la piedad, y el nivel de probidad que hubiese desarrollado

en su vida, condicionados por la experiencia personal de cada uno de ellos. Así bien, podría tomar
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este ejemplo, indicando que Ana hasta sus catorce años vivió sin Pedro, y el medio en el que se

desenvolvía, particularmente en el familiar, se desprendía cierta irascibilidad hacia ella, abusos

físicos y psicológicos. Reconocía en su ambiente cercano conductas vengativas, semejantes a la

Ley del Talión y todo tipo de conductas desprovistas de límite. Por su parte Pedro, hasta la misma

edad que Ana, vivió en un entorno de desconfianza, en donde sus hermanos y tíos, mayores que

él, le robaban sus ahorros y se aprovechaban porque eran más grandes y Pedro más débil y

pequeño. En este caso, la predisposición a desarrollar conductas criminales, se las adjudicaría Ana

y conductas delictuales; Pedro, siempre y cuando antes de cumplir los veintidós años, hubiesen

demostrado en hechos, tener alguna conducta de tipo delictiva.

Ejemplificación de los postulados de G. Tarde en cuanto al delito como moda y tradición

Gabriel Tarde, en su intento de comprender la criminalidad, aportó con su bien aceptada

propuesta sobre Las Leyes de la imitación, leyes que pretendían justificar el comportamiento

social criminal, indicando que este surge a través de la imitación, la cual a su vez se da por la

repetición y se difunde en los fenómenos delictivos a través de un fenómeno psicológico o

intrapsíquico y que un sujeto imita a otro proporcionalmente a la frecuencia de encuentros o

contactos que tenga con este.

Daré los siguientes ejemplos para dos situaciones que Tarde determina como Moda y

Costumbre o Tradición.
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Un ejemplo concreto en situación de Moda, es el comportamiento criminal del rapero,

compositor y exconvicto estadounidense Daniel Hernández, o mejor conocido a nivel mundial

como “Tekashi 69”.

Es sabido por todos que la industria musical en Estados Unidos, rige tendencias en gran

parte del mundo, no tan solo en la melodía de las canciones que lanza al mercado, sino también

que en todo el constructo que se despliega del artista intérprete; vestimenta, comportamientos y

otros, resultan modelos a imitar, debido a la fama, poder adquisitivo y vida acomodadas que suelen

ostentar y Tekashi no es la excepción, pues dentro de la industria y la urbe neoyorkina en la que

se encuentra inserto, se extiende como sujeto de referencia para muchos, muchos que quieren

obtener aquel mismo prestigio del artista, y de qué otra manera mejor de hacerlo si no es,

imitándolo, aunque de modo inconsciente. Y aunque tenga cargos por porte ilegal de armas,

participación en crimen organizado, violencia física, intento de asesinato y narcotráfico, no

significa que las letras de sus canciones, que aluden a su comportamiento criminal, no sea imitado

por cientos de personas. Resultando en una figura gánster como la moda a emplear, entre los

sujetos que conecten con esta postura y tengan contacto frecuente y múltiple en un espacio amplio

y colectivo, adquiriendo un aprendizaje criminal debido a la imitación persistentes de dichas

conductas que se transforman en moda.

Por su parte, la Tradición o Costumbre, podría posicionarla en la conducta delictual

representativa de un pequeño barrio marginal, en donde, debido a la precariedad de sus condiciones

y limitante en oportunidades de mejora, es común entrever conductas delictivas a modo de apalear

la realidad circundante. Por ejemplo, la venta de drogas, que conlleva a un ingreso monetario

rápido y relativamente sencillo, se condice a hechos delictivos que a menudo en zonas con este
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prestigio ocurren. Estas conductas, para el núcleo barrial y/o familiar, representan de manera

instintiva la normalización de un comportamiento, y con ello, la imitación inconsciente adoptada

por parte de sus miembros, a modo de costumbre o tradición, que incluso llega a heredarse entre

las generaciones venideras de dicho ambiente.

Ejemplo más concreto: “el cisarro”, joven imitado por sujetos de su comunidad, adoptando

tradiciones como el modo de hablar, la vestimenta y otros.


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Perspectiva personal acerca de la idea de Shaw y Mckay en torno a que los barrios

vulnerables – y todo lo que allí ocurre -, sería el principal elemento que explica la conducta

delictiva de los jóvenes

Sin duda el medio contextual en el que uno interactúa constantemente, sobre todo en el

inicio y temprano desarrollo de la personalidad, incide en el comportamiento de cada sujeto, pero

a mi parecer no lo determina. El temperamento de cada individuo responderá de diferentes formas

incluso presentándoles un mismo estímulo circunstancial delictivo. Por tanto, creo que no existe

un elemento principal que explique la conducta delictiva de los jóvenes, sino que variables que se

sustentan básicamente en el temperamento, carácter, experiencias y el medio circundante. Sin

embargo, apuesto a ciertos principios albergados por estos autores, en los que afirman que la

criminalidad comienza a temprana edad, y por eso la importancia de prevenir la delincuencia

juvenil, dato que se convalida con mi suposición de una mayor adherencia de conductas como

aprendizaje, en el proceso madurativo de la personalidad, y esto más bien, avalado por

conocimientos que tengo en base a estudios y postulados de Piaget, Bruner y Vigotsky, de los

cuales, adquiero sentido integrar. Pero al momento de referirme a lo conductual, no podría

objetivar los hechos a unas pocas causantes de carácter individual, tal como proponen Shaw y Mc

Kay, los factores preponderantes a desarrollar una conducta delictual no obedecen siempre a las

características personales, el barrio del que procede un sujeto puede ser igualmente determinante

en su conducta, y esto ocurre por la capacidad de adaptación, asimilación e imitación que tienen

las personas desde sus inicios, sobre todo cuando no existe una realidad comparativa a la cual

sostenerse como condicionante. Me recuerda a la alegoría de la caverna de Platón, en donde se

vislumbra la aceptación de la realidad vivida como única, por ser la que conocen y experimentan.

Al no ser esta alegoría una comparación representativa a la realidad, pues someterse al encierro
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desde el nacimiento resulta por lo bajo, aberrante y fuera de los derechos de integridad de cada ser

humano. Es esta la razón por la cual amplío a más de una opción, el albedrío de un sujeto, dado a

la diversidad de realidades presentes a las que este puede acceder ajena o personalmente, por medio

de los diferentes medios de comunicación y la indagación teórica o experiencial. A mi parecer, es

en este caso, más razonable el planteamiento de la imitación, por medio de la moda, por ejemplo,

en donde se vislumbra comportamiento delictual sujeto no tan solo a zonas empobrecidas en

recursos, sino que también en zonas en donde el poder adquisitivo de quiénes habitan, suelen ser

mayor al promedio, radicalizando, bajo mi percepción, las zonas de menor y mayor vulnerabilidad,

como aquellas en donde se ejecutan en mayor cantidad las actividades y conductas delictivas y/o

criminales.

Referencias

Castillo, A. A. (2019). https://www.abtasty.com/.

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