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En el marco de los trabajos programados por el estado peruano para construir la Sub
Estación Eléctrica de Íllimo, la misma que forma parte de la obra Línea de Transmisión 60
KV. Íllimo-Olmos, entre los meses de Julio y Agosto del año 1996, se llevó a cabo una corta
Temporada de Rescate Arqueológico en el área donde precisamente fue proyectada la cons-
trucción de dicha Sub Estación Eléctrica, encontrándose en el lugar, un significativo número
de entierros humanos pertenecientes a la cultura Lambayeque, y entre los que destaca el con-
texto funerario de un personaje de jerarquía socialmente media, enterrado con interesante ajuar
funerario.
Ubicación y antecedentes.
El actual pueblo de Íllimo está ubicado en la costa norte del Perú, aproximadamente 30
kilómetros al norte de la ciudad de Chiclayo, en las márgenes de la antigua carretera pana-
mericana norte (Figura 1).
El lugar intervenido con trabajos de rescate arqueológico (Figura 2), corresponde a una
pequeña sección de lo que fue un montículo arenoso, utilizado en épocas prehispánicas como
un cementerio perteneciente a la cultura Lambayeque. Esta área, está identificada en el extre-
mo sur de la actual zona urbana de Íllimo, en el área que ahora ocupa la moderna Sub Estación
Eléctrica de Íllimo, que redistribuye energía a los diferentes pueblos de la zona.
Cultura Lambayeque: en el contexto de la costa norte del Perú. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura
Lambayeque (Chiclayo, 28 y 29 de Agosto de 2007). Julio Fernández Alvarado y Carlos Wester La Torre, editores,
Coloquio I, páginas 79-106. Chiclayo. Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. 2014.
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Sabemos que el lugar era conocido anteriormente con el nombre de “El Arenal”,
denominación que suponemos se debería a la naturaleza arenosa de dicho sector. Sin embargo,
otras averiguaciones han proporcionado información que el pueblo de Íllimo, se encuentra
asentado sobre un extenso yacimiento prehispánico que tendría por nombre Huaca Conoaqui,
del cual, no hemos podido hallar referencia escrita alguna.
Este sitio arqueológico (ahora ocupado por la población moderna), habría estado
constituido por lo menos de dos sectores diferenciados: Uno correspondiente a un sector
arquitectónico de posible carácter monumental; y el otro correspondiente al área utilizada como
cementerio. Del primero de ellos (posible sector monumental), fue posible observar evidencias
en áreas aún no construidas de las calles próximas al parque principal (Por ejemplo en un
solar de la calle San Juan). En estos lugares se apreciaron restos de arquitectura de adobe, que
debieron corresponder a importantes plataformas, hoy desaparecidas por la construcción de las
viviendas modernas. Además, las informaciones de lugareños han brindado datos de diferentes
hallazgos culturales, hechos durante la construcción de viviendas y durante la instalación de los
servicios básicos de la ciudad. El otro sector (cementerio prehispánico), ocuparía el extremo
sur de la localidad y de éste provienen los contextos funerarios Lambayeque, documentados
durante las intervenciones de rescate arqueológico realizados en los años 1996 y 1997.
El contexto funerario.
El hallazgo denominado “El Guerrero de Íllimo”, conjuntamente con otros ocho
entierros comunes, fue documentado en el sitio conocido localmente como “El Arenal”,
ubicado en el extremo sur del cercado urbano de Íllimo, dentro del área que hoy ocupa la Sub
Estación Eléctrica de Íllimo (Figura 3).
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estar enterrado con dos entierros de mujeres, colocadas como “acompañantes” a ambos lados
del mismo. De acuerdo a las características y disposición del contexto funerario, pasaremos
a una descripción que nos acerque a la idea de conjunto de lo que fue dicho enterramiento.
Debemos comenzar diciendo que este contexto no se encuentra contenido en una elaborada es-
tructura funeraria, sino que estuvo enterrado directamente en la matriz del montículo arenoso
(Figura 3). Las huellas de un envoltorio textil, que apareció desintegrado en el primer nivel,
indican que el contexto en general fue cuidadosamente colocado sobre un conjunto de telas y
cubierto de la misma manera antes de proceder a cubrirlo con la arena misma. Estas huellas
observadas en el nivel superior, formaban un espacio rectangular de aproximadamente 3.20
metros de largo por 1.90 metros de ancho.
Entre los primeros objetos asociados al personaje central, destaca una máscara de cobre do-
rado que conjuntamente con la cerámica, son los objetos más representativos de su filiación
cultural Lambayeque (Alva1985, Alva y Meneses 1984). Esta máscara, encontrada fracturada
y con fuerte oxidación verdosa, estuvo colocada un poco más arriba del cráneo del personaje
principal (no directamente sobre la cara), además de encontrarse invertida o boca abajo, es
decir, mirando hacia abajo (Figura 5 y 6). Sobre la parte superior de la misma, se definieron
unas cintas de cobre, cuya disposición sugieren se trataba de un posible soporte o base de un
tocado u adorno, que fue confeccionado con elementos o fibras orgánicas que no llegaron a
conservarse.
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extremos de cada lámina sugerían que las mismas estuvieron adheridas o cosidas a un textil, lo
cual, también fue evidente al observarse improntas de tejido desintegrado en una de las caras
de ellas. Probablemente el conjunto de estas pequeñas placas de cobre dorado, identifique
un posible estandarte en asociación con la máscara, es decir que ambos objetos formaran un
solo conjunto. También cabe la posibilidad que pueda corresponder a un vestido recubierto
íntegramente con láminas doradas. Pero la proposición del estandarte es lo más probable,
considerando que este manto recubierto de placas doradas, fue colocado cubriendo el rostro
del personaje y parte del tórax, mientras que la máscara ocupaba la parte más superior.
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aproximada trapezoidal, doradas, que penden como colgajos debajo de la nariz; la máscara
también mostró un recubrimiento de pigmentación rojiza (cinabrio) con franjas verticales de
pintura blanca (¿?) aplicado sobre los ojos y mentón, tal como se observan en otras máscaras
clásicas de la cultura Lambayeque y que también nos hace recordar a la máscara de la Tumba
Este, excavada por Izumi Shimada en Huaca Loro-Batán Grande (Shimada 1995).
Debajo de los atuendos, apareció el cuerpo del personaje central en postura totalmente
extendida de cúbito dorsal y ligeramente reclinado hacia su lado derecho, con orientación del
cráneo hacia el sur (Figura 9). El brazo derecho se encontraba completamente extendido junto
al cuerpo y, el brazo izquierdo fue ligeramente flexionado con el propósito de colocar la mano
a la altura de la región pélvica; las extremidades inferiores presentaban los pies extendidos y
juntos. Asimismo, debajo del brazo derecho del personaje, fue colocado un cuchillo de cobre
en forma de tumi, de aproximadamente 35 centímetros de largo junto a dos tizas de huaca de
forma circular y 5 centímetros de diámetro.
En términos generales, los restos óseos del personaje estaban muy delesnables y
mostraban un pobre estado de preservación, producto de la humedad dada su cercanía con
la superficie, ya que estos se encontraron entre aproximadamente los 80 centímetros a un
metro de la superficie actual. Los análisis antropológicos efectuados por especialistas, indican
que el personaje tenía una edad promedio entre los 30 y 40 años al momento de su muerte,
igualmente los rasgos del cráneo, en regular estado, confirmaron su sexo masculino.
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Figura 11. Conjunto de tres vasos y tres cuencos de cobre dorado laminados que se hallaron doblados
debajo del cuerpo.
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Figura 12. Objetos de cobre dorado correspondiente a dos cuencos pequeños y unas cintas de cobre.
Figura 13. Un báculo de 2.60 metros en forma de lanza encontrado al lado derecho del personaje
central.
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Figura 14. Este artefacto terminaba en una punta sólida de cobre y remataba en forma romboidal
aplanada en su parte superior.
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Figura 16. Punta de lanza con cara máscara Lambayeque y diseños en forma de cabezas de
serpientes.
que se halló totalmente desintegrada, forrado con cobre dorado laminado; su extremo inferior
termina en una punta sólida de cobre, mientras que en la parte superior remata en una forma
romboidal con diseños laminados de cabezas de serpientes (Figura 14, 15 y 16), cuyos diseños
son elementos propios del estilo Lambayeque (Zevallos 1971 y 1989). Dicho artefacto, con-
juntamente con la máscara y otros bienes metálicos, son los que simbolizarían el estatus social
del personaje.
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Figura 19. A la altura del cuello se encontró un collar formado por cuatro cabecitas humanas bifacia-
les, confeccionado en oro laminado.
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cabeza de felino. Esta representación general repujada, se reproduce en ambos lados del objeto
y sus rasgos estilísticos muestran el “ojo alado”, elemento característico de la cultura Lamba-
yeque (Figura 18 y 19). Los rasgos generales de estas representaciones (cabecitas humanas),
nos hace recordar las figuras escultóricas reproducidas en los famosos ceramios retratos de
los mochicas, lo que nos propone la interrogante ¿se trata de una continuidad estilística de los
mismos?
A la altura de la boca del personaje, se halló una nariguera que la llevó puesta el personaje
central al momento de su entierro (Figura 20). Esta nariguera tiene una forma relativamente
circular, de 41 milímetros de diámetro, confeccionada en una lámina de cobre dorado, con
diseños repujados y convexos en el contorno de la misma con incrustaciones de turquesa en la
parte central; de su extremo superior central pende un alambre de cobre en forma de gancho
que a la vez funciona como un sistema de sujeción para la nariz. Las turquesas presentes en la
nariguera son piezas reutilizadas de otros objetos, ya que estas presentan pequeños orificios
en sus extremos y muestran restos de una resina vegetal como pegamento. Otra nariguera
de similar elaboración (Figura 21), fue hallada durante la limpieza del cráneo y dentro de la
boca del personaje. Esta nariguera es de forma más o menos rectangular, de 54 milímetros
de largo por 32 milímetros de ancho, confeccionada en una lámina de oro bajo, en su parte
Figura 21. Conjunto de objetos de oro (Dos orejeras, dos narigueras y el collar de cabecitas
humanas).
central tiene una ligera concavidad realizada por martillado, donde lleva un mosaico de tres
turquesas relativamente grandes, la presencia de pequeños orificios en las incrustaciones,
indican también la reutilización de dichas turquesas en la confección de esta nariguera. Al
igual que la otra nariguera, en su borde también presenta diseños repujados y convexos en la
misma lámina de oro y, dos orificios en el extremo superior central por donde se insertan dos
alambres, que al igual que la anterior, sirven para sujeción en la nariz.
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Dos pares de orejeras también fueron encontrados como parte de los ornamentos del
entierro. Un par de ellas se encontraron a ambos lados del cráneo, revelando que éste las lle-
vaba puestas. Dichas orejeras están formadas por una base discoidal de cobre, sobre la que se
superpone una lámina circular de oro bajo con diseños repujados convexos que definen el bor-
de de las mismas. En el anverso o cara principal de la orejera, lleva una lámina central de plata
que estuvo sujeta mediante cuatro ganchos metálicos a la lámina circular de oro. Por la parte
posterior, se adhiere mediante el sistema de engrapado, un vástago tubular de cobre, además de
dos semiesferas de cobre dorado como adornos. El otro par de las orejeras se encontraron muy
fragmentadas y en malas condiciones de conservación, que no fue posible recuperar su forma
original, no obstante es probable que fueran de muy similar elaboración que las anteriores.
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Junto al lado sur de este entierro, se ubicaron cuatro ceramios (Figura 25), tres de ellos
son de color rojo y uno de color negro. De estas cuatro vasijas, dos son botellas de cuerpo glo-
bular con gollete troncocónico alto, asa lateral y base pedestal alto, con diseños escalonados y
geométricos en bajo relieve; las dos restantes son jarras de cuerpo elipsoide, una de ellas con
apéndice de una cara antropomorfa, que lleva en el mentón la representación de un adorno de
“Tembeta”, mientras que la otra vasija tiene la representación de una cara zoomorfa.
Figura 26. Acompañante del lado izquierdo, con las rodillas ligeramente levantadas.
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Los cuchillos (Figura 27, 28, 29, 30 y 30a) encontrados en el entierro, guardan cierta
similitud en sus rasgos generales. Están confeccionados en dos piezas separadas, unidas por un
sistema de soldadura y engrapado. La parte inferior corresponde al cuchillo mismo con hoja de
Figura 27. Cuchillo de cobre encontrado en el Figura 28. El otro cuchillo con similares
entierro. características del anterior.
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Figura 29. Cuchillo con representación del personaje con atributos del Dios Naimlap.
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Figura 30 Figura 30 a
Segundo cuchillo que presenta atributos antropomorfos del Dios Naimlap (30 y 30a).
Con relación a la cerámica asociada a este lado (izquierdo del personaje central y
acompañante), se ubicaron un total de 10 vasijas, totalmente fragmentadas por la presión de
la tierra (Figura 31 y 32), distribuidos en dos grupos: Cinco vasijas hacia el extremo superior
izquierdo (entre la máscara y la acompañante del lado izquierdo) y otras cinco cerámicas
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registradas en el lado oeste, junto a la acompañante del mismo lado izquierdo. La mayoría de
las vasijas corresponden a botellas de cuerpo globular con gollete tronco cónico, asa lateral y
base pedestal alto con diseños geométricos en bajo relieve, sólo una de estas botellas muestra
diseños pintados en el cuerpo. Sin embargo, al igual que en el grupo de vasijas colocadas en
el lado derecho, también se encontraron seis vasijas en forma de cántaro de cuerpo ovoidal,
y una de ellas con apéndice de un rostro antropomorfo que lleva en el mentón el adorno de la
“Tembeta”.
Figura 34. Panes de cal o tiza de Huaca, junto a la acompañante del lado derecho.
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Por otro lado, distribuidos alrededor del entierro central se han encontrado ocho agru-
pamientos de láminas de cobre en forma de puntas pequeñas, reflejando que estos pequeños
objetos representarían simbólicamente las puntas de lanzas que han sido encontradas en otros
entierros de mayor estatus, correspondiente a la alta jerarquía social de la cultura Lambayeque.
Asociado también a la mujer del lado derecho, se documentaron dos instrumentos de huesos,
correspondientes a dos quenas y varias tizas de cal (llamadas también Tizas de Huaca), de-
positadas como parte del ritual funerario, al igual que las ofrendas de una cabeza y patas de
camélido (Figuras 33 y 34).
Comentario.
Los patrones funerarios encontrados en Íllimo (No solo del “Guerrero de Illimo” sino
también de otros contextos registrados en el mismo lugar), reflejan muchos aspectos de la vida,
sociedad y rituales de la cultura Lambayeque Medio. En particular, los simbolismos políticos
presentes en esos entierros, permiten examinar las afirmaciones hechas acerca de la vida, so-
ciedad y muerte presentes en esta cultura.
La Tumba del Guerrero de Íllimo es simbólicamente rica, existiendo en ella, una clara
identificación con las tradiciones mochicas, como es la posición extendida del cuerpo alineado
en un eje norte-sur. Las mujeres o “acompañantes” de la Tumba fueron colocadas un tanto
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más parecidas a la de los entierros Lambayeque, encontrados en Huaca Loro, además de tener
sus rostros pintados con cinabrio. Las máscaras con el rostro del Dios Ñailamp (Lambayeque
Medio), tienen una muy significativa marca ideológica religiosa. La máscara encontrada en el
Guerrero de Illimo, no fue usada sobre el rostro mismo del personaje, pero sí fue incorporada
dentro de un estandarte (Figura 35).
La cerámica documentada no registra el clásico “Huaco Rey”, sin embargo los orna-
mentos principales y artefactos metálicos asociados, además de ratificar el estatus social del
personaje permiten ubicarlo dentro del estilo clásico Lambayeque (Fase Media) (Donnan 1989
y 1990). Entre estos objetos podemos señalar los cuchillos en forma de Tumi con la represen-
tación clásica de personajes Lambayeque o Dios Naymlap (Cabello 1951), la máscara de ojos
alados (Alva 1985), el gran artefacto a manera de lanza o báculo, también presenta diseños de
esta fase cultural, entre otros (Figura 36).
En síntesis, los análisis funerarios señalan una identidad local mochica para el Guerrero
de Íllimo. Las señales del estatus de su posesión social, indican que la nueva élite local, por
lo menos dentro de la Fase Lambayeque Medio, no fue totalmente del grupo dominante, sino
que también se asimilaron individuos de baja categoría local, que fueron integrados dentro del
liderazgo político de la cultura Lambayeque.
Estudios realizados por el antropólogo físico Haggen Klaus de la Ohio State University,
ha permitido determinar el sexo masculino del personaje principal con una edad promedio de
30 a 40 años, mientras que las acompañantes son de sexo femenino con edad promedio similar.
Asimismo, estudios de bioarqueología, realizados por el mismo investigador, comparados con
otros entierros de otros lugares investigados, han confirmado que genéticamente, el “Guerrero
de Íllimo”, tendría antecedentes de parentesco con grupos humanos pertenecientes a la enton-
ces desaparecida sociedad mochica.
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De igual modo, muchos de los entierros de Íllimo con importantes y ricas ofrendas
pertenecientes al Grupo 1 (a excepción del “Guerrero de Íllimo”) y los de Sicán (Shimada
1990) exhibían varias señales de tensión en su desarrollo, evidenciado por el PH y el EH; éste
es un constante y frecuente patrón, también presente en muchas de las élites del Lambayeque
Medio. Este patrón podría asociarse también a una dieta sustancialmente derivada de comidas
feculentas que carecían de hierro y proteínas; esta dieta puede haber sido percibida como un
privilegio o símbolo de alto estatus de la cultura del Lambayeque Medio, esto ciertamente
se presenta como muy nocivo durante el desarrollo de los años. Tal como lo señala Farnum
(Klaus et al. 2004), el desarrollo diferencial de los patrones de salud en Íllimo, y el resto de
la sociedad del Lambayeque Medio, subraya que el estatus social jugaba un importante rol en
la salud.
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él y los personajes principales de las Tumbas Este y Oeste de Huaca Loro; esto también fue
imposible de observar para relaciones osteológicas del estatus del “Guerrero” en vida y como
en sí, se evitaron fracturas cicatrizadas u otras lesiones (Klaus et al. 2004).
Al ser comparadas entre una y otra, las acompañantes A y B, muestran algunas diferencias
importantes. La acompañante A, tenía más del doble el número de evolución detenida EH que
la acompañante B, que mostraba un gran número y grados de artropatías. Ambas, fueron un
tanto mayores que las mujeres enterradas en las tumbas Este y Oeste de Huaca Loro (algunas
de ellas al final de su adolescencia o cerca de los 20 años). Las acompañantes A y B fueron
cuidadosamente estudiadas para hallar señales de sacrificio, incluyendo marcas de cortes
largos, traumas enérgicos o estrangulamiento vistos en otros sacrificios humanos de la Cultura
Lambayeque. En cada caso, las causas de la muerte no pudieron ser identificadas.
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