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MARIANO MELGAR

(Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso; Arequipa, 1790 - Umachiri, 1815)


Poeta peruano considerado uno de los fundadores de la literatura peruana
contemporánea. Pese a su formación neoclásica, escribió poemas
amorosos a imitación de los yaravíes indígenas, manifestando en su gusto
por las tradiciones populares autóctonas una adelantada sensibilidad
romántica. De gran precocidad intelectual, Mariano Melgar cursó filosofía
y teología y recibió las órdenes religiosas menores en 1810; pero
abandonó la carrera eclesiástica al enamorarse de una dama, María
Santos Corrales, que aparece en sus poemas con el nombre de Silvia.
Enseñó latín, retórica, filosofía, física y matemáticas. En 1812 viajó a Lima
para estudiar derecho en los claustros de San Carlos, coincidiendo su
estancia en la capital con las manifestaciones en favor de la
independencia. Melgar retornó a Arequipa en 1814; entretanto, su amada
Silvia cedió a la oposición de sus padres y rechazó al poeta; el dolor afectó
gravemente su salud. Probablemente a ello se debió la excelente
traducción de los Remedia amoris de Ovidio, que dejó inédita, y desde luego,
la composición Carta a Silvia. Melgar se incorporó poco después a la rebelión
emancipadora de Mateo Pumacahua, a quien sirvió como auditor de
guerra; tras la batalla de Umachiri fue apresado y sometido a consejo de
guerra; el 12 de marzo de 1815 fue fusilado. Póstumamente, en 1878, se
editó el volumen Poesías de don Mariano Melgar. A pesar de su formación
neoclásica, la obra de Melgar presenta rasgos prerrománticos:
sentimentalismo, amor por la naturaleza, culto a la libertad y fervor
patriótico. También resulta prerromántico su interés por las inquietudes
del pueblo y su asimilación de una forma mestiza de canción muy
extendida en los Andes, los yaravíes, en que el idioma es el español, pero
la música y la temática resultan andinas.
JUAN PABLO VISCARDO Y GUZMÁN
Nació en la aldea de Pampacolca, al pie del Coropuna, en la sierra
arequipeña. Sus padres fueron el hacendado Gaspar Viscardo y Guzmán
y doña Manuela de Zea y Andía. Era descendiente de un español asentado
en el valle de Camaná desde principios del siglo XVII. Vivió sus primeros
años en su pueblo natal, hasta que viajó a Cuzco para estudiar en el Real
Colegio de Nobles de San Bernardo, regentado por los jesuitas. Cuando
en 1760 falleció su padre, ingresó al noviciado de la Compañía de
Jesús en dicha ciudad. Hizo sus primeros votos en 1763. Su hermano José
Anselmo también se inició como novicio en la misma orden. Pero
en 1767 el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de España y
sus dominios. Viscardo y sus compañeros fueron arrestados y llevados a
Lima, siendo luego embarcados rumbo a España. Tras una penosa travesía
arribaron a Cádiz. Pese a que, presionado por la corona española, pidió su
secularización, fue transportado con el resto de sus colegas a Italia,
siendo desembarcado en las costas de los Estados Pontificios. Junto con
su hermano José Anselmo, se instaló en Massa y Carrara, próxima
a Génova, en la Toscana, donde fue acogido por la familia Cybo. La corona
española le prohibió, bajo pena de muerte, volver al Perú y también que
se comunicase con los suyos. Asimismo, quedó impedido de poder
usufructuar de los bienes heredados que dejó en América. En
compensación, se le otorgó una pensión irrisoria, equivalente al sueldo de
un sirviente inferior. Desde 1773, ambos hermanos Viscardo lucharon
tenazmente por el envío regular de la renta que les correspondía del
patrimonio familiar, aunque no lograron éxito. Por lo demás, sus tres
hermanas que quedaron en el Perú se casaron y se repartieron toda la
herencia familiar, no dejando nada para los hermanos exiliados. Se
hallaban ya agobiados por el desengaño, cuando en 1781 se enteraron de
la rebelión de Túpac Amaru II en el Perú. Entusiasmado, Juan Pablo se
puso en contacto con el cónsul inglés en Liorna, a quien le informó de los
sucesos del Perú, que para él era una clara muestra del descontento que
allí existía contra la dominación española.

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