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A mis padres.
PRESENTACIÓN
Desde hace varios años, el Mtro. Igor Cerda Farías ha venido trabajando diversos
aspectos de la historia y el patrimonio cultural de Tiripetío. Resultado de ese
esfuerzo ha sido la edición anotada de la Relación de Tiripetío de 1580, un libro
sobre Tiripetío en el siglo XVI, varios artículos y capítulos de libros. Asimis-
mo, ha preparado una nueva edición de la Americana Thebaida, del religioso
agustino fray Matías de Escobar. Actualmente, trabaja en su tesis de doctorado
sobre el reconocimiento arqueológico de los asentamientos prehispánicos de
Tiripetío y sus alrededores. Además de las mencionadas investigaciones, el
autor de Grafitos coloniales. Imágenes sacras y seculares en el exconvento de
San Juan Bautista Tiripetío, se ha dedicado a la compilación de un buen número
de documentos sobre el pasado virreynal de Tiripetío y ha participado en el res-
cate y digitalización de los libros sacramentales que se guardan en el Archivo
Parroquial del lugar.
9
La formación académica de arqueólogo y especialista en restauración de sitios y monu-
mentos históricos ha llevado a Igor Cerda Farías a descubrir, en forma inesperada,
diversas expresiones del patrimonio cultural escondido entre los muros del viejo
exconvento agustino de Tiripetío, que fue la sede de la casa de estudios mayores
de la Orden en el siglo XVI y que hoy alberga una institución cultural de la
Universidad Michoacana. En este libro, los grafitos se muestran en un amplio
y documentado contexto referente al proceso de construcción del convento, en
cuyos muros han aflorado poco a poco infinidad de figuras que representan firmas,
nombres, personajes, animales y construcciones. El material aquí presentado
por Igor Cerda Farías es una invitación a profundizar en esta expresión cultural
como parte del patrimonio heredado por los michoacanos. Bienvenida sea esta
nueva contribución sobre nuestras raíces de identidad.
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PRÓLOGO
Entré en contacto con Igor Cerdá de la manera más inesperada posible. Hacía unos meses
que había dado a conocer la existencia y el proyecto de estudio de un centenar
de grafitos medievales en el Monasterio de la Oliva (Navarra), cuando recibí un correo
electrónico suyo. Me informaba de que él estaba llevando un estudio parecido,
también en un antiguo monasterio, de unos dibujos con sólo cien años de diferencia
respecto a los míos, pero a unos 9.500 kilómetros de distancia. Al ver los dibujos con
los que trabajaba, la sorpresa fue todavía mayor, al ver las numerosas similitudes
entre ellos. De esta manera surgió una fructífera colaboración que lleva camino
de los tres años.
Su trabajo me llamó muchísimo la atención. Había accedido al estudio de los grafitos, al igual
que yo, al habérselos encontrado por casualidad y haber apreciado el valor que
tenían. Elaboró un sistema de reproducción de los dibujos que combinaba una gran
exactitud con una excelente calidad visual, algo que muchas veces se ha intentado
pero pocas veces conseguido con éxito. Sus descubrimientos fueron anunciados en
España por la revista “Historia” de National Geographic, y el periódico “Diario de
13
Navarra” (segundo periódico regional más importante de España), que se hizo
eco de los mismos por su semejanza con los descubiertos en el Monasterio
de la Oliva.
14
Sin embargo, los calificativos “menor” o “mayor” se encuentran en relación con el volu-
men de información que pueden aportar al estudio histórico. Por esta razón, no tengo
ninguna duda en que los grafitos del convento de Tiripetío y el estudio que el lector
tiene entre manos pueden calificarse como una fuente histórica mayor. Los di-
bujos que se presentan a lo largo de sus páginas resultan a partir de este momento
fundamentales para el estudio de diferentes aspectos de la sociedad de México
durante el siglo XVI.
Tanto en América como en Europa, el estudio de los grafitos de época moderna (y me-
dieval en el caso europeo) ha sido muy poco valorado. Prácticamente no existen
estudios de conjunto, y todos ellos elaborados hace muchos años, ninguno en espa-
ñol, y nunca en referencia al ámbito hispano o americano. Las monografías son
escasísimas y los artículos suelen ser estudios aislados por parte de investigadores
que publican sus descubrimientos sin tener en cuenta el resto de estudios sobre
grafitos de la misma época.
Pero, ¿tienen hoy realmente los grafitos una gran importancia para el estudio de la
Historia, al contrario de lo que ha ocurrido hasta ahora? Según Hegel, explicar
la historia es tanto como descubrir las pasiones de los hombres, su genio y sus
fuerzas operantes. Los grafitos son, precisamente, el mejor ejemplo de esas pa-
siones, genio y fuerza, sin contaminación alguna. Las fuentes literarias, artísticas,
etc. tienen un componente consciente que supone un velo, más o menos tupido,
sobre la verdadera imagen de una época. Estas fuentes no reflejan la realidad tal
y como era, sino la imagen de la realidad que sus autores querían transmitir. Los
grafitos, al no estar realizados con una finalidad de pervivencia y ser, general-
mente, anónimos, ofrecen una visión mucho más espontánea y real de la época en
la que se realizaron. Una manera fácil de explicar esta diferencia sería la de pedir a
una persona que escribiese dos autobiografías: una para publicarse y ser vendida en
las librerías y otra para ser guardada como diario y nunca ser publicada. Litera-
15
riamente, la primera sería mucho más hermosa y cuidada que la segunda.
Pero de cara a reconstruir la vida del personaje, la segunda tendría mucho más
valor por carecer de cualquier elemento de autocensura o corrección social. Éste
es el caso de los grafitos que trata este libro.
Por todo lo dicho anteriormente, el presente volumen tiene un valor doble. Por un
lado, se trata de un estudio excepcional acerca de un conjunto de dibujos
de época colonial inéditos hasta ahora, que viene a engrosar la iconografía
de esta época. Por otro lado, se convierte en un referente acerca de cómo
deben realizarse los trabajos sobre grafitos históricos. La labor de Igor
Cerdá y de su equipo ha sido ejemplar. También cabe felicitar a las insti-
tuciones universitarias que han apostado por esta investigación y publica-
ción. A todos ellos mi más sincera enhorabuena por la publicación de este
excelente libro, en espera de que se convierta en el primero de otros que
vayan mostrando el riquísimo patrimonio de grafitos del siglo XVI de la
región de Michoacán. Si, como decía Alexis de Tocqueville, la historia es
una galería de cuadros en la que hay pocos originales y muchas copias,
esta obra es un buen original.
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AGRADECIMIENTOS
Poder escribir estas líneas significa hacer público mi agradecimiento a todas las personas que se
han involucrado con este trabajo desde el principio del mismo, hace ya varios años.
En primer lugar, debo agradecer al equipo de trabajo que me ha acompañado y ayudado
a realizar esta investigación: Mtro. René Becerril Patlán (Historiador), Viera S.
Monfón Lagunas, Neftalí Ballesteros Rojas y, especialmente al Arq. José Francisco Ava-
los Mora y al Historiador Francisco Javier Tapia R-Esparza. Sin su cooperación,
amistad y entusiasmo, este trabajo no podría ser lo que ahora presentamos.
Vaya también mi reconocimiento y gratitud a la Mtra. Rosario Ortiz Marín, quien, desde
siempre, se interesó y apoyó la investigación de los grafitos y para la Mtra. Greta
Trangay Vázquez, por promover la publicación de esta obra y su interés en el fenómeno
de los grafitos históricos. Igualmente mi agradecimiento al Dr. Gerardo Sánchez Díaz,
por el apoyo que siempre me ha brindado; al Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la
UMSNH por abrir sus puertas a la presentación académica de estos grafitos, y por supuesto,
a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
19
De la misma manera quiero dejar patente el consejo e interés del Mtro. Gabriel Silva
Mandujano, del Lic. en Historia del Arte Luis Gabino Alzati, del L.D.G. Armando
Ceja Bravo y del M. Arq. Héctor Álvarez Contreras, quienes estuvieron siempre
interesados en este estudio y por que se divulgara como un medio para que
el fenómeno de los grafitos se conociera y ayudara en la conservación de los
grafitos que se encuentran en otros antiguos conventos. Por último, y de manera
especial, quiero expresar mi agradecimiento a Pablo Ozcáriz Gil, quien desde
el primer momento que tuvimos contacto vía electrónica, sin conocer casi
nada acerca de los grafitos de Tiripetío ni de nuestra investigación, me facilitó
de manera muy generosa tanto su trabajo sobre los grafitos del monasterio
de la Oliva como ejemplos de la muy escasa bibliografía europea que existe
sobre grafitos. Su amistad, consejo y apoyo fueron de invaluable valor para
la culminación de este trabajo.
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PRIMERA PARTE.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DEL CONVENTO DE SAN JUAN
BAUTISTA TIRIPETÍO.
Tiripetío prehispánico
Al igual que muchas de las poblaciones actuales con antecedentes históricos, los
de Tiripetío resultan inciertos. Sobre Tiripetío se tienen noticias vagas sobre
cuándo, cómo y a quién (o quienes) se debe su fundación. En la Relación de
Michoacán aparece como uno de los pueblos dominados militarmente por
los de Curinguaro, de lo que deducimos que el pueblo existía desde antes
de la formación del reino de Michoacán, probablemente remonta su existencia
hacia finales del siglo XIII o inicios del siglo XIV. Otra versión se presenta
en la “Relación de Tiripetío”,1 donde se menciona que el pueblo fue fundado
por un capitán tarasco llamado Tiripetío. El nombre de Tiripetío significa
hombre dorado2 y hombre atiriciado. 3
1
Relación de Tiripitío, 1580, manuscrito JGI-XXV-7 en la Nettie Lee Benson Collection,
Universidad de Austin, Texas, f. 2
2
El hecho de nombrar al pueblo como “hombre dorado” debe referirse no en tanto al signi-
ficado del nombre del pueblo, sino a una famosa leyenda de la que habla después la Relación de
25
Creemos que el pueblo de Tiripetío existió (como asentamiento) antes de la
conquista de Tariacuri como un pueblo sujeto a Curínguaro –incluso tal
vez hasta con distinto nombre- y una vez derrotado este señorío, nuestro
pueblo fue objeto de un tipo de “re-fundación”, en la que participaron
tanto huestes militares como religiosas enviadas desde Tzintzuntzan, con
lo que se justifica la existencia de una fundación civil a cargo del capitán
“Tiripetío” y una fundación religiosa a cargo de un sacerdote, que sería
el hombre “amarillo y atericiado”. El crecimiento y el aumento en la je-
rarquía urbana y política de Tiripetío estarían entonces relacionados con algún
elemento religioso, que si bien no podemos establecerlo fehacientemente
como una liga directa con el Tiripime Quarencha, por lo menos hay indicios
que apuntan en esa dirección, al convertirse Tiripetío en el asentamiento
de mayor importancia al oriente de la cuenca de Pátzcuaro, el corazón
mismo del reino.
La encomienda de Tiripetío.
26
reconocimiento de las nuevas tierras conquistadas para determinar su calidad y
la cantidad de pobladores. Esta primera visita la realizó Antonio de Caravajal
entre los años 1523 y 1524, dando cuenta de las poblaciones, sus nom-
bres, habitantes y casas en cada uno de ellos, lo que sirvió de base para
el futuro repartimiento de tierras e indios a los conquistadores en forma de
encomiendas4 . Una vez concluida la visita que realizara Caravajal al reino
de Michoacán, Hernán Cortés inició casi de inmediato la repartición de tierras,
pueblos e indios en encomiendas a numerosos personajes que habían parti-
cipado en la conquista, pero reservando para sí las mejores posesiones. La
distribución de las encomiendas significó la consolidación del poder español
en Michoacán, ya que los conquistadores controlaban el tributo y la mano de
obra de los pueblos que les estaban encomendados.
El primer documento que habla de Tiripetío como parte de los pueblos que Cortés
reservó para sí es la tasación que realizó el Bachiller Juan de Ortega en el año
de 15285 de los pueblos de la provincia de Michoacán. Poco duraría el
control de Cortés sobre Tiripetío, pues siguiendo las instrucciones dadas a
la Real Audiencia de México en 1528 por la Corona, se ordenó que se revocaran
los derechos de Cortés sobre sus encomiendas de Michoacán.6 Así, en mayo
de 1529 la Real Audiencia de México revocó la posesión de todos los pueblos
4
La encomienda consistía en una merced real otorgada a un conquistador o poblador envirtud
de los servicios, méritos, esfuerzos y dinero gastado en la conquista, población o pacificación de las nuevas
colonias. Esta merced autorizaba al español a recibir los tributos de los indios que se le encomendasen.
A cambio, el encomendero juraba cuidar del bien temporal y espiritual de los indios encomendados,
además de servir fielmente al rey con sus armas y proteger la comarca en que habitaban. El derecho a la
encomienda no implicaba ejercer actividades gubernativas o jurisdiccionales sobre los naturales, quienes
en su calidad de vasallos del rey, sólo obedecían al encomendero en lo referente a pagar el tributo a la
Corona, quien a su vez lo cedía al encomendero.
5
Archivo General de Indias (en adelante AGI), Justicia, Leg. 130, fs. 959-973.
6
Warren, Benedict, La Conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, Fimax, 1989. pp. 192-193.
27
que el conquistador poseía en la provincia de Michoacán pero los arreglos
hechos por Cortés antes de su viaje a España impedirían a la Audiencia poner
en ejecución el mandato de recoger para la Corona el tributo de Tiripetío. El 20
de junio de 1529, en una carta que Nuño de Guzmán dirigió a Antonio Godoy7 ,
le decía que respecto a los tributos del pueblo de Tiripetío no realizara
acción alguna, ya que el contador Rodrigo de Albornoz8 tenía en su poder
una cédula en la que se le acreditaba como poseedor de los derechos del
pueblo y por lo tanto quedaba excluido de los pueblos que se le quitaban a
Cortés. Aunque posteriormente Cortés intentó rescatar Tiripetío de manos
de Albornoz, nunca lo consiguió.
7
Antonio de Godoy, fungía como Alcalde Mayor de Michoacán.
8
Icaza Francisco A., Conquistadores y pobladores de Nueva España. Diccionario auto-
biográfico. Vol. 1, Madrid, Imprenta “El Adelantado de Segovia”, 1923, p 16. Cfr. Warren,
1989, pp. 234, 247-249.
9
AGI, México 1088, L. 2 de Oficio y Partes, fs. 153v-154.
10
AGI, México 1088, L. 2 de Oficio y Partes, fs. 225-225v.
11
Juan de Alvarado nació en Badajoz, Extremadura hacia el año de 1506, fue hijo legítimo
28
La llegada de los agustinos a la Nueva España.
En los inicios del siglo XVI, los frailes de la Orden de San Agustín terminaban con un
periodo de conflictos internos que resultaron en una mayor observancia de la Re-
gla y un impulso a los estudios dentro de la Orden.12 En estos momentos de
revitalización de la orden, España se topó con grandes tierras pobladas por
millones de paganos, que ofrecían un inmenso campo de trabajo para las órdenes
mendicantes. Los frailes agustinos, al igual que los franciscanos y dominicos,
tenían una gran experiencia en el campo misional, pues habían participado en la
conversión de los pueblos de Europa Oriental y entre los musulmanes españoles
y norteafricanos.13 Con motivo de la conquista militar española del territorio
de lo que se conocería como Reino de la Nueva España, la Corona se vio en la
necesidad de consolidar esa conquista de manera pacífica e integrar a los
naturales en el sistema político y social que se estaba creando en la colonia.
De esa manera, en el año de 1524 arribaron a la Nueva España los religiosos
de la orden de San Francisco, mientras que en 1526 lo hicieron a su vez la
Orden de Predicadores o Dominicos.
Las gestiones agustinas para seguir a los franciscanos y dominicos al Nuevo Mundo
comenzaron en el año de 1527 ante el Papa Clemente VII.14 Esta tarea sería
continuada en el año de 1532 por fray Jerónimo de San Esteban, quien
de García de Alvarado y Beatriz de Córdoba. En 1524 pasó a la Nueva España, done comenzó
a adquirir un papel relevante en los asuntos civiles de la provincia de Michoacán.
12
Rubial García Antonio, El convento agustino y la sociedad novohispana. (1533-1630),
México, UNAM, 1989, pp. 10.
13
Ibid., pp. 10-19
14
Cfr. González de Paz Manuel, Domicilio primera y solariega casa del Santísimo Dulscimo
Nombre de Jesus. Historia de la Imperial Augusta religiosa casa de la Orden de los Ermi-
taños Augustinos de la Ciudad de Mexico. Chronica de su establecimiento,Ereccion y
29
recibiría todo el apoyo del provincial de Castilla, fray Francisco de Nieva,
pudiendo llevar a buen término su misión.15 La primera acción de Fray
Jerónimo de San Esteban fue buscar los candidatos para integrar la primera
misión agustina al Nuevo Mundo, por lo que emprendió una tarea que
terminaría con la selección de fray Juan de San Román, Francisco de la Cruz,
Juan Bautista Moya, Alonso de Borja, Agustín de la Coruña, Jorge de Ávila y
Juan de Oseguera.16 Con los permisos reales y religiosos, los frailes par-
tieron con destino a Sevilla, en donde el 3 de marzo de 1533 partieron hacia
América solamente siete religiosos, pues fray Juan Bautista Moya no pudo
embarcarse por haberse desviado hacia Jaén a visitar a un hermano suyo.
Los religiosos de San Agustín arribaron al puerto de San Juan de Ulúa el
jueves 22 de mayo de ese mismo año. Cinco días después, comenzaron
su marcha hacia la ciudad de México, a donde arribaron el sábado 7 de
junio.17 La llegada de estos frailes marcó el nacimiento de la Custodia del
Santísimo Nombre de Jesús de México, dependiente de la provincia agustina de
Castilla y semilla de las provincias agustinas en todo el continente ame-
ricano y las islas Filipinas.
Continuacion Vidas y echos de sus Religiosissimos Prelados; y de muchos de sus mas sin-
gulares Hijos. Su extension Por las dos Americas Septentrional y Meridional. Su dilatacion
por las islas de el Poniente, Imperio de el japon y de la China, T. I, fs. 17-18v.
15
Grijalva Juan de, Crónica de la Orden de Nuestro Padre San Agustín en las Provincias
de la Nueva España, México, Porrúa, 1985, pp. 18-26.
16
Ruiz Alipio, Historia de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de
México, México, Porrúa, 1984, pp. 1-2.
17
Grijalva, op. cit., p. 34.
18
Una orden mendicante es aquella que, por regla, vive de la caridad y sus miembros hacen
votos de pobreza, obediencia y castidad.
30
Puebla, Morelos y Guerrero, además de colaborar en las tareas doctrinales en
algunos pueblos cercanos a la capital virreinal y con el proyecto del entonces
Oidor Vasco de Quiroga en el hospital-pueblo de Santa Fe de México.19
19
Ruiz, op. cit., p. 3.
20
Basalenque fray Diego de, Historia de la provincia de San Nicolás de Tolentino de
Michoacán del orden de NPS Agustín, Morelia, Balsal Editores, 1989, p. 65. El cronista
menciona que esta reunión fue el 4 de mayo de ese año, pero las actas capitulares de la
provincia de Castilla son del referido mes de abril.
21
González de Paz, op. cit., T. II, f. 30v.
22
Ruiz, op. cit., p. 408.
31
México, estos dos religiosos acompañados de Juan de Alvarado y arribaron a
Tiripetío hacia el mes de junio, marcando esa fecha el inicio de la presencia
agustina en Michoacán.23
32
una nueva forma de vida para los indios de Tiripetío. Los religiosos comen-
zaron sus actividades desarrollando el plan general del pueblo, cuidando
de hacer de la fundación de este pueblo un modelo urbano en el que no se
repitieran los errores que se habían experimentado en otros pueblos. Para
evitar errores en la traza y en la construcción de las obras proyectadas, el
encomendero Juan de Alvarado facilitó las condiciones para que, desde
México, acudieran a Tiripetío un grupo de alarifes y maestros en obras
españoles para ayudaran a los trabajos y enseñaran nuevas actividades
productivas a los indios.25
33
notabilissimos, se puso en camino llevando Maestros, Alarifes,
y oficiales, que diessen execucion al Planteo, y llevaran a cabo todo
lo Monteado. Con calidad, que en nada havian de contradecir a
aquel Venerable Varon a quien confessaba deber la presente
y futura prosperidad27 .
La traza del pueblo se realizó de manera que se pudieran distribuir lotes adecuados a cada
familia. Así, se construyeron nuevas viviendas para los indios, ordenadas en
barrios con calles y plazas. Las casas se distribuían de acuerdo a un plano ortogonal
cruzado por dos o más ejes intersectados en ángulo recto para formar las arterias
principales. El trabajo de la urbanización del nuevo pueblo de Tiripetío
implicaba, por supuesto, el abandono del anterior y la consiguiente construcción
de casas para todos los habitantes en el nuevo asentamiento.28
fácil, de mansa obediencia e incluso rechazado por algún sector de la población, pero de ello no
tenemos noticia alguna ni podemos sugerir forma alguna de resistencia. El hecho, consumado,
fue que la población se movió.
34
Tanto pensamiento se debe en su rayz al santo coruña en Chilapa, que
fue el primero, que para alli lo ideo. Gracias a el, y el Señor, que tal
proyecto le infundió.29
29
González de Paz, op. cit, T. II, f. 55v. Esta obra agustina es también la primera que afirma
claramente que Tiripetío resultó una obra tan bien lograda que fue el modelo a seguir por los mi-
sioneros en el resto de la Nueva España. En el capítulo siguiente, cuando analicemos la disposición
arquitectónica del conjunto conventual veremos que es posible el empleo de analogías constructivas
y arquitectónicas con otros monasterios agustinos para poder recrear el de Tiripetío.
30
González de Paz, op. cit., T. II, f. 35v.; Basalenque, op. cit., p. 71.
35
El convento era un edificio orientado al sur respecto al templo, de dos pisos, construido
todo de piedra basáltica, cantería y cubiertas de madera y tejas, cuyos espacios
se distribuían desde un pequeño patio central.31 Los cronistas Basalenque y
Escobar mencionan que en la planta baja se encontraban solo cinco accesorias:
general de estudios, despensa refectorio, cocina y la sala De Profundis,32 y
al centro, el patio, rodeado por una arcada de cantería, con una noria o pila
de agua al centro. En la planta alta, los religiosos distribuyeron alrededor de un
pasillo bellamente decorado, catorce33 celdas muy estrechas, pues medían
apenas 5.5 metros de largo por casi tres de ancho (6.5 y 3.5 varas). La techumbre
era una cubierta de madera que sostenía una losa plana que descargaba el agua
pluvial hacia el centro del patio del claustro. Este convento en ningún modo se
puede comparar en términos de monumentalidad arquitectónica con los otros
conjuntos monásticos que se levantaron por todo el suelo novohispano, pues
el plan constructivo de los frailes contemplaba un convento más bien pequeño,
propio de una casa en tierras de misión, donde los frailes pasarían la mayor
parte del tiempo fuera. De este convento primitivo sólo restos muy deteriorados
se conservan en la actualidad, pero aún es posible ver en ellos la grandeza y sen-
cillez de una estructura de carácter misional que no pretendía lujos sino servir
de sencilla morada para unos pocos religiosos. Las imágenes reconstructivas
36
que se muestran abajo, pueden ayudar a darnos una idea de cómo hubiera
lucido este edificio si se hubieran conservado los edificios diseñados por fray
Juan de San Román.
Fig. 1. Plano reconstructivo del proyecto del conjunto conventual de San Juan Bautista
Tiripetío, ideado por fray Juan de San Román hacia 1537.
El edificio original sufrió una adición, misma que es la que actualmente conocemos con
el nombre del exconvento de Tiripetío, es decir, es la ampliación lo que hoy
podemos observar, de ahí la inusual imagen que genera el inmueble. Este
edificio se nos presenta a la vista como una construcción de forma irregular,
señal de las numerosas transformaciones que ha sufrido en sus más de 450
años de existencia. Cuatro años después de terminado el primer convento, fray
Diego de Chávez decidió ampliar el edificio en aras de dotar a los frailes
de espacios más numerosos, grandes y cómodos.34 Así pues, la ampliación
34
Basalenque, op. cit., p. 150.
37
Figura 2. Cortes arquitectónicos Figura 3. Plano de la planta alta del convento
35
Kubler, George, Arquitectura Mexicana del siglo XVI, México, FCE, 1992. pp. 395-399.
38
Figura 4. Vista reconstructiva de la fachada del Convento de Tiripetío, de acuerdo al programa de
fray Juan de San Román.
Ayer Collection, Ms 1121, fol. 95, citado en Gerhard Peter, Síntesis e índices de manda-
37
39
Figura 5. Planta reconstructiva de la ampliación realizada por fray Diego de Chávez entre 1543 y 1550.
El templo era una estructura tan grande39 que era capaz de congregar un gran número
de fieles. De acuerdo a lo que mencionan los cronistas agustinos, el templo
38
Toussaint Manuel, Supervivencias góticas en la arquitectura mexicana del siglo XVI,
Madrid, Ed. Biblioteca Hispano-Americana, 1935, p. 48-50; Kubler, op. cit., p. 242.
39
Respecto a las enormes dimensiones del templo, el padre González de Paz, op. cit. T.II, f.
35v, menciona lo siguiente: “... Y como lo Concivió, assi se hizo, abriendo sobervias zanjas al
templo, quales pudiera un hombre opulentissimo, con animo mui Generoso (...) Prosi-
40
originalmente debió ser de unas dimensiones mucho más generosas que lo
que observamos actualmente pues ésta se redujo después del incendio
que asoló al templo en el año de 1640. En aquellos momentos, cuando el
convento gozaba de su estructura original el templo medía más de 63 metros de
largo; mientras que su eje menor es el que vemos en la actualidad (12 metros
aproximadamente), pues los muros laterales nunca se sustituyeron. Fray
Mathías de Escobar comenta del templo lo siguiente:
La fachada del templo que actualmente observamos no corresponde con la que se diseñó
originalmente en el siglo XVI, pues la primitiva era, de acuerdo con los
cronistas, una de las mejores de la Nueva España aún en el las primeras
décadas del siglo XVII.41 Esta portada contenía una carga importante de
guiose con teson en echar cimientos, y formar plintos, creyendo que aquella Monstruosa
Planta, nunca los nacidos la verian acabada, pero quanto engaño fuesse, dijolo el tiempo,
y la Experiencia, Pues creciendo a passos gigantes a los quatro meses pararon la obra,
para dar tiempo a que repossaran , y tomaran cuerpo los Mezelos.”
40
Escobar, op. cit., p. 113.
41 Basalenque, op. cit., p. 69.
41
elementos que nos remiten a una decoración en la que los elementos vegetales como
enredaderas, flores y hojas tenían un papel relevante. Los cronistas se refieren
a esta fachada como si describiesen una maravilla arquitectónica. Basalenque
menciona que era “La iglesia fue toda de cal y canto, con una portada tan
ilustre de columnas, que hasta hoy no se ha hecho otra cosa como ella...42 .
Por su parte, el cronista Escobar refiere que la iglesia era “...un elevado
templo, todo de cal y canto, con una portada tan soberbia y elevada, (…) cuya
agigantada fachada era índice del alto corazón del que la hizo o era muestra (y
es lo cierto) del alto dueño que en su interior ocultaba...”43 . Por su parte, el
corregidor Montes de Oca decía en 1580 que “La iglesia es muy bien trazada.
Tiene muy linda portada, con muy lindos pilares y molduras curiosas44 . Tiene
una torre, que sirve de campanario y reloj.”45
Los muros de la iglesia sostenían una techumbre de madera, sobre la que descan-
saba una cubierta de teja a dos aguas. El techo era de media tijera, es decir,
constaba de una estructura cóncava de madera compuesta por vigas cru-
zadas y bajo esta estructura, los agustinos dirigieron la construcción de un
techo aparente constituido por una elaborada y bien trabajada cubierta de
42
Basalenque, op. cit., p. 69.
43 Escobar, op. cit., p. 113.
44
La descripción arquitectónica que realizó el corregidor no coincide con la que actualmente
se puede observar en Tiripetío, debido a que el incendio del templo en 1640 y el abandono
del primitivo monasterio transformaron radicalmente el conjunto conventual. Por ejemplo,
acerca de la fachada del templo, se le describen “lindos pilares y molduras curiosas”, ele-
mentos que no encontramos en la actualidad. Los pilares desaparecieron sin dejar huella, y
las molduras curiosas se refieren a la ornamentación basada en elementos vegetales, como
los que aún podemos ver en el interior del templo, en los vanos de acceso al bautisterio y en
el confesionario, ambos elementos de la estructura original del siglo XVI.
45
Relación de Tiripetío, f. 19v.
42
madera en forma de delicados y coloridos artesones. Este artesonado des-
apareció en el incendio de 1640, y no se pudo reponer debido a lo costoso
que resultaba, por lo que sólo se le puso un sencillo techo de madera. Junto
al muro norte del templo, los frailes levantaron una torre cuadrada en la
que se encontraban varios arcos que permitían la vista de las campanas,
elaboradas, según la tradición, con el metal obtenido de la fundición de
los ídolos y otros objetos prehispánicos. Esta torre también contenía un
reloj mecánico que los frailes habían traído de Castilla.46
Tal vez la única construcción en Tiripetío que podía competir con la magnificen-
cia del templo fuera el hospital, que sobresalía entre las obras realizadas
por los frailes. Este hospital era, de acuerdo con las crónicas agustinas, el
mejor de la Nueva España en pueblos de indios, considerando que la gran
mayoría de los hospitales se construyeron en la provincia de Michoacán
y que se dice que éste era el mejor de la provincia. Los cronistas dicen
únicamente que se encontraba al oriente de la iglesia y que era uno de los
más suntuosos que se habían construido en el siglo XVI.47 Este hospital
comenzó a construirse bajo la dirección de fray Diego de Chávez en esa
misma década de 1540-1550 y tenía tres funciones básicas: 1) acoger a los
enfermos del pueblo o de las visitas que así lo requerían, 2) realizaba las
funciones de un hostal para los viajeros que pasaban por el pueblo y 3) Era
el centro de consultas para el funcionamiento de las autoridades indígenas.
Con este establecimiento, se evitaba que los caminantes buscaran una casa
en donde pasar la noche, excusando a los indios de estas molestias, pues en
ocasiones los viajeros robaban a sus anfitriones. El edificio contaba con un
46
Escobar, op. cit., p. 113.
47
Escobar, op. cit., pp. 117-118, 390; Basalenque, op. cit., p. 70.
43
diseño que contemplaba dos niveles, tres patios y varias accesorias en cada uno
de los mencionados patios.
Para la construcción de este magnífico edificio se contó también con el apoyo deci-
dido del encomendero Juan de Alvarado, pues él aportó buena parte de los
recursos económicos necesarios para llevar a cabo esta obra. A su muerte,
el hospital se encontraba en obra y recibía dinero que había dejado en su
testamento. Junto al edificio del hospital se menciona que se encontraba
una capilla49 que bien pudo ser parte integral del edificio, o bien, una
construcción independiente pero adjunta al hospital.
48
Relación de Tiripetío, f. 20-20v.
49
Escobar, op. cit., pp. 115-119.
44
Tiripetío, sede de la primera casa de Estudios Mayores
de la orden agustina.
50
Jaramillo Escutia Roberto [Ed.], Monumenta Historica Mexicana, Tomus I, Seculum
XVI: Documenta Edita; Recopilado por Carlos Alonso Vañes, O.S.A. y Roberto Jaramillo Es-
cutia, O.S.A., México, OALA, 1993, p. 5-6; Cuevas Mariano, Documentos inéditos para la historia
de México, México, Porrúa, 1975, p. 86.
51
González de Paz, op. cit., T. II, fs. 35-36v, 60. Este cronista refiere que la traza del pueblo
y convento de Tiripetío hechas por fray Juan de San Román representaba un ejemplo a imitar en los
demás pueblos en que trabajaban los agustinos.
45
De manera general es conocido que los estudios mayores que se impartieron en
Tiripetío se iniciaron en el año de 1540, que es cuando el capítulo decidió
la creación de este colegio, pero existen noticias que nos permiten suponer que
estos estudios se iniciaron a inicios de 1541. Por una parte, la mayoría de
los cronistas concuerdan en que los estudios se instalaron en Tiripetío en
el año de 154052 , pero sin duda deben hacer referencia a la decisión del
Capítulo Provincial celebrado los últimos días de diciembre de ese año y
no a la instalación real de los estudios, pues el padre González de Paz53
menciona que cuando fray Diego de Chávez y fray Juan de San Román se
enteraron de las disposiciones del capítulo provincial, corría ya el año de 1541,
y que en ese año se encontraba en camino a Tiripetío el padre Maestro
fray Alonso de la Vera Cruz y sus alumnos.
52
Escobar, op. cit., p. 122; Basalenque, op. cit., p. 76; Navarrete, op. cit., p. 149; Jaramillo,
op.cit.,p.23.
53
González de Paz, op. cit., T. II, f. 66v
Ibid,.
54
46
americano. Los estudios propuestos poseían las características de la enseñanza que
desde la Edad Media se venían desarrollando en las universidades y colegios
conventuales españolas, especialmente en Salamanca y Alcalá. Las Artes se basa-
ban en el cultivo de la filosofía, tratando de separar las cuestiones teológicas y las
naturales a través de la enseñanza de las siete disciplinas libres del Trivium
(Gramática, Lógica o Dialéctica y Retórica) y el Cuadrivium (Geometría,
Aritmética, Astronomía y Música).55 Los estudios de Teología compartían
similitudes con las universidades españolas, pues comprendían el estudio de las
Sagradas Escrituras, el pensamiento de San Agustín, Santo Tomás de Aqui-
no, Egidio Romano, Paulo Véneto y muchos otros grandes pensadores de
la Edad Media.56 Se trataba de establecer un marco de correspondencia en
la enseñanza que se impartiría en América con respecto a la que se llevaba a
cabo en España. Los estudios de Artes no sólo se consideraban básicos para el
estudio de los frailes, sino que formaban parte de la educación que podía recibir
cualquier individuo57 . De ahí que cuando en Tiripetío se abrieron los cursos
de artes, no se limitara la entrada a nadie, pues a ellos asistían tanto los
frailes como algunos indígenas pertenecientes a la antigua nobleza indígena y
algunos españoles clérigos y laicos58 .
55
Hirschberger Johhanes, Historia de la Filosofía, Barcelona, Editorial Herder, 1977, pp.
422-426; Hernández Luna Juan, “Índice”, en: Fray Alonso de la Veracruz. Antología y facetas de su
obra, Morelia, UMSNH-Gobierno del Estado de Michoacán, 1992, p. 21.
56
Weckmann Luis, La Herencia Medieval de México, México, FCE, 1994, p. 473; Hirschberger,
op. cit., pp. 422-424; González de Paz, op. cit. T. II, f. 57v.
57
Hirschberger menciona (op. cit., p. 329) que “Si bien los maestros de Artes eran clérigos,
no por eso cayeron las Artes dentro de la teología. (…) Como las escuelas monacales y catedralicias
tenían una sección pública schola exterior, a la que podían asistir también los seglares, tuvieron
en adelante las Artes importancia para el sistema de virtudes caballerescas y dejaron de ser
mera schola interior para formación del clero y de las órdenes religiosas.
58
Jaramillo, op. cit., p. 80.
47
Sobre la forma en que se desarrollaba la cátedra en Tiripetío tenemos varias
versiones, aunque de manera general seguía la estructura y orden de las
universidades y colegios españolas. Se iniciaba con la Lectio y los Comen-
tarios, que consistían en la lectura y explicación de algún texto de filo-
sofía o teología. Se proseguía con las Sumas, que era cuando el maestro
desarrollaba de manera libre el fondo doctrinal de la obra. De las Sumas
se continuaba con la Disputatio, que se dividían en dos: las Quaestiones
disputatae y las Quaestiones quodlibetales. Las primeras consistían en
una especie de justa dialéctica, donde una cuestión específica era discutida en todos
sus aspectos, defendiéndose en pro y en contra, después el maestro ordenaba todos
los argumentos y daba una solución al problema. Éstas Disputationes se
realizaban regularmente cada catorce días y tenían una mayor duración que
las clases ordinarias. Las segundas eran resultado de disputas más solemnes que
las anteriores, tenidas dos veces al año, en la Navidad y en la pascua de resurrección.
Éstas versaban sobre un tema libre, y generalmente tenían más de exhibición
académica que de disputas teológicas o filosóficas59 .
Para ayuda de la cátedra, el padre de la Vera Cruz colocó una bien dotada biblioteca, de
las primeras en el Nuevo Mundo60 . El cronista fray Manuel González de
Paz menciona que la vida tanto de Maestros y alumnos estaba regida por
una serie de disposiciones adoptadas por el definitorio el 3 de diciembre
59
Beuchot Mauricio (Ed.), “Antología de Fray Alonso de la Veracruz”, en: Biblioteca Nicolaita
de Filósofos Michoacanos, Morelia, UMSNH, 1988, pp. 16-20; Hernández, op. cit., p. 21-22;
Hirschberger, op. cit., pp. 329-330.
60
Escobar, op. cit., p. 121-124.
48
de 1540, ocho días después de haber terminado el capítulo provincial61 y
nos ofrece una versión muy completa de cómo se desarrollaban los días y las
actividades académicas en este colegio de Tiripetío:
61
González de Paz, op. cit., T. II, f. 67. De acuerdo a este manuscrito, las ordenanzas dictadas
se debían cumplir sin permitir variación alguna, y tenían su base en la organización que se tenía
en el convento de México.
62
González de Paz, op. cit., T. II, f. 67.
49
El primer curso de Artes y Teología se inició pues, en el año de 1541 y culminaron en
el año de 1543 con grandes progresos y logros, pues los estudiantes salieron muy
aprovechados de los cursos. La diferencia entre los estudios de Tiripetío y los que
se impartían en España radicaba en la cuestión práctica relacionada con
la misión que había llevado a la Orden de San Agustín a América, es decir,
la evangelización de los indios. De esta forma, los frailes se preparaban en
Tiripetío en tres grandes campos que serían los que determinarían su actuar:
2. El trabajo de misión. Dado que el fin último de los agustinos era la conversión
de los naturales, era muy importante que los estudiantes conocieran de
primera mano la labor a la que se enfrentarían y por ello, tanto el Lector
como los alumnos tenían la obligación de aprender el idioma de los indios63
para poder predicar el evangelio de manera eficaz y sin torceduras lin-
güísticas, tarea que realizaban durante las vacaciones y la Pascua en la
Tierra Caliente64 .
62
González de Paz, op. cit., T. II, f. 67.
63
Principalmente, el de Michoacán o tarasco y el mexicano, que los dos se hablaban en la
llamada Tierra Caliente y eran los más importantes de la Nueva Españ
64
Esto no es sólo palabra de los cronistas (de manera particularmente extensa, González de
Paz, T. II, fs. 69-69v.), también existe el testimonio de pobladores antiguos de Michoacán
como Gonzalo Gómez, quien en 1562 afirmaba que “… conosçe al dicho padre frey Alonso,
de veinte e seis años a esta parte, poco más o menos. Y este testigo le a visto predicar, en
lengua tarasca de Mechuacán, e confesar a los naturales; y le ha visto dalles el santísimo
sacramento. E antes que se lo daban, teniendo cantidad de gente delante confesados, les
predicava lo que rresçebían, llorando con ellos y los naturales con él. Y esto hera, cada día
de la cuaresma, en la provincia de Mechuacán...” (Jaramillo, op. cit., pp. 81)
50
3. El diseño y construcción de pueblos, templos y conventos. Una de las
tareas centrales de los religiosos era la de dotar a los indios de formas de
vida en policía, por ello era muy importante que conocieran lo mínimo
indispensable para, por un lado, congregar, trazar y ordenar una pobla-
ción65 y por el otro, levantar edificios para templos y conventos, tarea nada
fácil sin una preparación adecuada y sin el apoyo técnico de los indios, quienes
poco podían aportar desde su experiencia constructiva66 . A ello agréguesele
el hecho de que fray Alonso era partidario de levantar suntuosos conjun-
tos conventuales y de adornarlos con ricos elementos67 , aunque luego los
agustinos se ganaron severas críticas, sobre todo del clero secular68 .
65
Si se analiza el caso de la congregación, ordenación, traza y dotación de servicios en Tiri-
petío, se podrá ver que este pudo haber sido otro de los motivos para elegir este pueblo para
establecer los estudios, pues en este pueblo residían los dos religiosos encargados de tan
notable obra. (Cerda Farías Igor, En el pueblo de Tiripetío, en la Provincia de Michoacán…
La edad dorada, el siglo XVI., Morelia, UMSNH, 2005, pp. 54-80)
66
Por experiencia técnica nos referimos al conocimiento de los sistemas constructivos europeos,
que resultaban muy diferentes a los de los indios, es decir, la arquitectura indígena carecía de ex-
periencia para levantar muros como los de los templos, bóvedas, el trazo de arcos, etcétera.
67
Escribió (fray Alonso) una carta a toda la provincia llena de espíritu y santas amonestacio-
nes, exhortándolos a todos a que (…) edificasen conventos e iglesias, para que en lo temporal
se dilatase nuestra religión, y para que los indios, con la gloria de los edificios, con las riquezas
de los templos, con la solemnidad de las fiestas y con el culto divino, se olvidasen del trabajo
pesado y de la flor de su gentilidad. (Grijalva Juan de, Crónica de la Orden de Nuestro Padre
San Agustín en las Provincias de la Nueva España, México, Porrúa, 1985, p.157.)
68
“Y no dejaré de avisar a V. M. parte de los excesos que acá hay en los edificios y cuan
demasiadamente los hacen suntuosos… Hay edificio en Mechuacán hecho por los padres
agustinos, que certifican maestros de cantería que no se hiciera con sesenta mil ducados
(…) vea V. M. Qué necesidad hay de cosa tan costosa, y que los pobres indios la hacen con
su sudor y fatiga, teniéndolos allí ocupados haciendo y deshaciendo muchas veces una casa
honesta que a lo más les llegase a tres o cuatro mil pesos y aún era parea ellos mucho.” Carta
del Delegado Inquisidor Luis Fernández de Anguis al Rey Felipe II, fechada el 20 de febrero
de 1561. La obra tan costosa a la que se hace mención era la de Yuririapúndaro, que estaba
en obras bajo la dirección de fray Diego de Chávez. (Cuevas, op. cit., pp. 261-262)
51
No todos los alumnos eran religiosos agustinos, pues se menciona que también se
incorporaron alumnos provenientes del clero secular, algunos españoles laicos e
incluso, al menos un indígena que pasó a la historia por haber sido el hijo del
último Señor de Michoacán: don Antonio Huitzimengari. Los cronistas69
Basalenque, Escobar, Sicardo y González de Paz mencionan que don Anto-
nio salió muy aprovechado en los estudios y aprendió latín, hebreo y griego.
Gracias a su estancia en Tiripetío pudo culminar su educación a la española,
base de futuros cargos dentro de la administración real como Gobernador de los
indios de Michoacán. Don Antonio tuvo en suerte ser alumno de fray Alonso
en las materias propias del curso, pero a su vez, el fue el maestro de lengua
tarasca de fray Alonso, quien de cariño le llamaba “maestro”. Como fruto de su
educación en este colegio, se dice que don Antonio Huitziméngari escribió
un catecismo y devocionario, con algunas traducciones de los Evangelios
y las Epístolas de San Pablo y una historia de la gentilidad de su pueblo.70
Años después de culminar sus estudios en Tiripetío, numerosas eran las
personas que afirmaban que don Antonio era un muy buen latinista, un
hombre culto y que poseía una gran biblioteca.71
69
González de Paz, op. cit., T.II, f. 68v-70; Sicardo, op. cit., p. 61; Escobar op. cit., pp. 123-
14, Basalenque, op. cit., p. 74.
70
López Sarralengue Delfina, La nobleza indígena de Pátzcuaro en la época colonial, México,
UNAM-IIH, 1965, p. 174.
71
AGI, Patronato, Leg. 60, Nº 2, Ramo 3, Relación de méritos y servicios de don Antonio
Huitsimengari, así como los servicios de su padre don Francisco, último rey de Michoacán,
que entregó su reino en paz a los españoles. Testimonios de Diego de Rivera, Antonio de
Oliver, y Diego Hernández Nieto, quien afirma (f. 44v, pregunta XIII) que “El dicho don an-
tonio a exercitadose y se exercita en estudiar y tiene muchos libros y estudios que este testigo
a oydo decir al padre fray alonso de la veracruz maestro de la horden de Santo augustin que
el dicho don antonio es muy abil y estudioso en las dichas lenguas” Las lenguas a que hace
referencia la pregunta son el griego, el latín y principios de hebreo.
52
El Colegio de Altos Estudios en Tiripetío obtuvo su fama en buena parte por la
presencia de fray Alonso de la Vera Cruz, considerado el hombre más sabio de
la Nueva España. La herencia de fray Alonso no solamente fue en términos de la
relevancia política que le dio su magisterio al convento de Tiripetío, quizá
más importante fue la trascendencia de su pensamiento a través de los mu-
chos religiosos que formó, mismo que se manifestó en diversos ámbitos
de la vida novohispana. Quizá la prueba más importante del impacto
del pensamiento de fray Alonso sea el proyecto social de los agustinos
novohispanos que por un lado, pretendían crear una iglesia mendicante
en la que los frailes fueran los dirigentes de las comunidades (cosa que
chocaba con el que trataba de desarrollar la jerarquía diocesana72 ); y por el
otro, desarrollaban una clara perspectiva multiculturalista profunda-
mente respetuosa de la cultura y las formas de organización social de los
indios73 . Este proyecto74 , claramente opuesto al del clero diocesano derivó
en un enfrentamiento inevitable producto de dos proyectos aparentemente
irreconciliables sobre cómo establecer la nueva sociedad americana. 75 Otro de
los grandes eventos relacionados con la instalación de los cursos de Artes
72
Carrillo Cázares Alberto, Vasco de Quiroga: La pasión por el derecho, Vol. 2, Zamora, El
Colegio de Michoacán-Arquidiócesis de Morelia-UMSNH, 2003, pp. 47-71.
73
Velasco Gómez Ambrosio, Republicanismo y multiculturalismo, México, Siglo XXI edi-
tores, 2006, pp. 84-106.
74
El proyecto defendido por Vera Cruz y los agustinos contemplaba la libertad de los indios
por encima de todas las cosas, tanto como vasallos libres del emperador como sujetos ra-
cionales capaces de discernir entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, la verdadera Fe
y la idolatría. Para los agustinos los indios no eran eternos menores de edad, sino personas
capaces de emular los mejores valores de la sociedad española pero a los que se debía guiar
por pastores idóneos (los propios frailes) para evitar que se descarriaran.
75
Quijano Velasco Francisco, Vasco de Quiroga y Alonso de la Veracruz, dos proyectos de
sociedad americana, Tesis que se presenta para obtener el título de Licenciado en Historia,
México, UNAM-FFyL, 2007, pp. 172-173.
53
y Teología se refiere a la producción intelectual del padre Vera Cruz. A
la par que fray Alonso impartía los cursos, escribió las obras Recognitio
Summularum76 y la Dialectica Resolutio77 que juntas formaban el curso
completo de Artes. Las dos obras corresponden punto por punto al curso
de artes que el docto agustino leyó en Tiripetío y que serían publicadas
en México varios años después.
Durante mucho tiempo se ha dicho que esta casa de estudios mayores que se
instaló en Tiripetío constituye la primera universidad de América, pero en el
sentido estricto de la palabra, el colegio de Tiripetío no puede nombrarse
como universidad debido a que nunca tuvo cédula real que la nombrara
como tal, no podía otorgar grados académicos, no poseía constituciones
jurídicas propias y no gozó de las prerrogativas propias de instituciones de
este tipo. Aclarando: Tiripetío sólo fue un colegio de estudios mayores de una
orden religiosa; pero un colegio en el que se enseñaba lo mismo que en las
universidades europeas, en el que enseñaron hombres que por su capacidad
bien podían enseñar en cualquier universidad española, y que de él salieron
los que después montaron estudios en la Nueva España, entonces este
colegio de estudios mayores adquiere una relevancia continental que aún no
termina de reconocérsela pero que, estamos seguros, la Historia, terminará
por otorgársela.
76
Esta obra se publicó en México por primera vez en el año de 1553. Su contenido, de claro
propósito pedagógico, servía de base para el estudio de la filosofía por medio de la dialéctica
o lógica formal.
77
Esta obra constituye la segunda parte de la anterior y fue publicada en México en el año
de 1554. El tema de esta obra se centra en el estudio de la lógica mayor, que valida el silo-
gismo demostrativo.
54
Tiripetío, centro artesanal y artístico de la Provincia de Michoacán.
Las actividades educativas que los frailes desarrollaron en el pueblo las podemos
dividir en dos grupos: la enseñanza de oficios manuales y la enseñanza propia
de una escuela. Respecto a la primera, sabemos que una de las primeras
actividades de los frailes en el pueblo fue la de procurar algunos oficios a los
indios, para evitarles caer en la ociosidad, a la que supuestamente eran muy
inclinados. Para enseñar los diversos oficios -de los que ya hablamos- los re-
ligiosos trajeron maestros y oficiales españoles que enseñaron sus oficios a los
artesanos de Tiripetío.
78
Relación de Tiripetío, f. 15.
León Nicolás, Don Vasco de Quiroga. Grandeza de su persona y de su obra, Morelia,
79
UMSNH, 1984 p.323. (Carta de Juan García, provisor de la catedral de Michoacán, fechada
el 12 de marzo de 1549, dirigida al obispo Quiroga que encontraba en España)
55
pudo continuar indefinidamente, e incluso parte de la ruina del pueblo fue
indirectamente la especialización artesanal de sus habitantes, como lo men-
ciona el cronista Mathías de Escobar:80
La decadencia del pueblo fue un hecho patente en las décadas que siguieron al
siglo XVI, pues cada vez el pueblo fue perdiendo importancia regional hasta
quedar reducido a un pequeño pueblo, siendo que antes había sido un
punto nodal en la historia religiosa, artística, civil y política de la Provincia
de Michoacán. Quizá haya sido el padre Mathías de Escobar, cronista del
siglo XVIII, quien mejor haya podido resumir lo que fue Tiripetío y lo que
debe representar, incluso para las generaciones futuras:
80
Escobar, Op. Cit., p. 112.
56
“Todos deben vivir agradecidos a este Ilustrísimo Convento, do-
rado Oriente de las mejores letras, Patria de los libertadores
de las Repúblicas eclesiásticas y seculares. Todos los Esta-
dos son a este Convento de Tiripitío deudores, agradecidos
le deben vivir (…) los Doctores y Maestros porque allí fue donde
se colocó la primera Cátedra en que se engendraron catedráticos
que les enseñasen, y en fin, hasta los oficiales mecánicos, como
queda visto, que Tiripitío fue el taller de todos los oficios y de allí
salieron maestros para todo el Reino.”
57
CONSIDERACIONES PARA
EL ESTUDIO DE LOS GRAFITOS
SEGUNDA PARTE.
CONSIDERACIONES PARA
EL ESTUDIO DE LOS GRAFITOS
61
INTRODUCCIÓN
El estudio y análisis que desde hace varios años venimos realizando sobre el antiguo
conjunto conventual de Tiripetío nos ha permitido obtener información muy
importante para entender y recrear los edificios que lo componían dentro de
su propio contexto de idealización y concretización material, apoyándonos
en disciplinas como la historia, la arquitectura, la historia del arte y la arqueo-
63
logía. De esta manera, en el año 2003, cuando analizábamos los restos
arquitectónicos y decorativos del segundo nivel del deambulatorio del claustro
construido entre 1537 y 1540 (del que sólo ruinas quedan hoy), nos dimos cuenta
que sobre el aplanado original (y aún sobre los posteriores encalados) existían
unas “curiosas figuras y rayones” en el muro. Esos rayones, que ahora llamamos e
identificamos como grafitos81 (español del italianismo graffiti), nos llamaron
la atención pero no pasaron de ahí, registramos los que eran más evidentes
y dejamos momentáneamente el trabajo debido a que nos encontrábamos en
otras etapas del estudio que atrapaban nuestra atención. El estudio se retomó, de
manera bastante inesperada, cuando algunos medios impresos reprodujeron
la noticia de que en el monasterio de Santa María de La Oliva, un impresio-
nante edificio medieval en las cercanías de Carcastillo, en Navarra, se habían
descubierto una serie de grafitos fechados para la baja Edad Media82 , y que a
nuestro juicio, guardaban semejanzas con los que habíamos registrado tiempo
atrás. Así, nos dedicamos no sólo a revisar lo que ya teníamos registrado, sino
que intentamos seguir investigando para ver si en realidad lo que habíamos
detectado podía ser considerado como grafito e incluso regresamos a las ruinas
del claustro alto para realizar un registro más cuidadoso.
81
Grafito, (español del italiano graffito), es definido por la Real Academia Española de la
Lengua como “1. m. Escrito o dibujo hecho a mano por los antiguos en los monumentos. 2.
m. Letrero o dibujos circunstanciales, generalmente agresivos y de protesta, trazados sobre
una pared u otra superficie resistente.” El Diccionario Panhispánico de Dudas (Editado por
la Real Academia Española de la Lengua y la Asociación de Academias de la Lengua Española,
Colombia, 2005, p. 318) recomienda el uso de la palabra grafito con el sentido de inscripción o dibujo en la
pared que es voz más correcta desde el punto de vista etimológico. Recomienda también que cuando
se trate de imágenes o textos que han sido pintados y no realizados mediante incisión, se sustituya
el extranjerismo grafiti por la voz española pintada.
82
Diario de Navarra, Pamplona 25 de abril de 2004, Sección Cultura, ocio y sociedad;
Periódico Provincia, Sección B, Morelia, 25 de abril de 2004, página 4.
64
Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos dimos cuenta que había más de lo que
podíamos haber imaginado, no sólo porque logramos detectar y registrar
una importante cantidad adicional, algunos de los cuales habían sido
realizados con trazos muy claros y profundos y por tanto eran visibles
a simple vista, sino porque existían muchos más cuya manufactura no
resultaba tan clara pues se habían hecho con base en trazos muy finos que sólo
después de un detallado análisis podían observarse por hallarse ocultos entre
una verdadera maraña de rayas, deterioros y desgaste por la acción del
tiempo y la intemperie, aunque también en tiempos recientes por la acción
de la mano del hombre. Todos estos dibujos fueron ejecutados mediante
trazos sobre el enlucido de cal, lo que permitió que quedaran expuestos
en mayor o menor grado. Estas imágenes, inscripciones y motivos, aunque
visibles, se encontraban semiocultas debido a que se realizaron de muy peque-
ñas dimensiones, con líneas delgadas sobre el muro del ahora inexistente y
deteriorado claustro.
Los grafitos descubiertos en la planta alta del antiguo claustro nos permitieron
establecer una relación de origen con otros grabados que incluso años antes
(alrededor de 1999) habíamos detectado en otros segmentos de muros
ruinosos del edificio, y que incluso habíamos propuesto como espacios
donde se habían desarrollado los cursos de artes impartidos por fray Alonso
de la Vera Cruz a partir de154183 , de ahí que los hayamos identificado
como “pizarrones o pizarras”. La idea se ha venido “confirmando” por
las diferencias entre los dibujos localizados en ese espacio y los que se
encuentran en las otras partes del edificio.
Cfr. Cerda Farías Igor, Tiripitío, un pueblo de Michoacán en el siglo XVI. 1500-1550. Tesis
83
para obtener el título de Licenciado en Arqueología, ENAH, México, 1997, pp. 123-128.
65
Debido a su naturaleza, establecer fechas absolutas para la realización de este tipo
de manifestaciones resulta casi imposible -a no ser que tengamos señalada ex
profeso un año específico, como ocurre en algunos casos-, por lo que hemos
empleado de manera auxiliar a toda una suerte de disciplinas que nos permitan
establecer fechamientos relativos como las modas del vestido, el trazo para
la ejecución, la analogía con grafitos de otros edificios y el estudio del aplanado
donde se encuentran. Este es el caso de los grafitos de Tiripetío, que se ejecutaron
en su inmensa mayoría sobre el aplanado que contiene la pintura mural original
del convento, lo que nos indica su temprana temporalidad. Algunos más se
encuentran sobre el aplanado del muro norte del templo, y aunque esos
también los podemos incluir dentro del periodo colonial, fueron realizados en años
posteriores, quizá después de la segunda mitad del siglo XVII84 . De cada
uno de ello se hablará en detalle adelante cuando se analicen los tramos
de muro en donde se localizan los grafitos.
de 1640 que originó acciones integrales de modificación y reconstrucción, lo que dio pie a
que se integraran nuevos aplanados en la fachada exterior del edificio. (Cerda Farías Igor, 2005,
pp. 63-76.)
85 Existe un brevísimo texto, apenas en forma de noticia, de la existencia de grafitos en algunos con-
ventos del altiplano central, pero este texto no tuvo repercusiones ni se tiene noticias de su continuidad.
Cfr. Russo Alessandra, “Lenguaje de figuras y su entendimiento... Preparación de un estudio sobre
los graffitis en los conventos de la época colonial, en: Anales del Instituto de Investigaciones
Estéticas, México, UNAM-IIE, núm. 73, 1998, pp. 187-192.
66
cia pública del hallazgo de grafitos en Tiripetío ocurrió no en Morelia o México,
sino en Pamplona, España, a través del Diario de Navarra86 y sólo tres
semanas más tarde se hizo público en el contexto local de manera amplia a
través de textos y fotografías por la prensa,87 noticia cuya repercusión fue,
paradójicamente, mayor fuera de Morelia y Michoacán, donde no se tuvieron
reacciones posteriores por parte de las instituciones federales y estatales responsables
de salvaguardar el patrimonio edificado. En agosto de ese año, este descubrimien-
to fue retomado por la prestigiosa revista Historia,88 editada por la National
Geographic en Barcelona, España, que le dedicó una página a los grafitos
de Tiripetío. Y para nuestra fortuna, apenas unos días después, el Colegio de
Etnólogos y Antropólogos de México le otorgó un lugar en la revista VOCEAS con
un texto bastante amplio en donde señala que el descubrimiento de estos grafitos era
“…por sí solo interesante si pensamos que en México, y nos aventuramos
a decir que América Latina, nunca ha sido investigado.89 ”
86
Edición del 13 de mayo de 2005.
87
La Jornada Michoacán, martes 31 de mayo de 2005, y miércoles 1 de junio de 2005 y el
suplemento cultural “Vuelta de Hoja” del 11 de julio de ese año que lo dedicó por completo
a este fenómeno bajo el título de “Grafitos: una ventana al pasado”. Este esfuerzo por parte
del periódico La Jornada tiene como impulsor al Historiador Luis Gabino Alzati, quien
mantuvo un gran interés porque esta manifestación cultural (los grafitos) tuviera la máxima
difusión posible.
88 Revista Historia, editada por la National Geographic, Nº 21, Barcelona, 2005, p. 8.
89
VOCEAS, Revista del Colegio de Etnólogos y Antropólogos A. C Nº 2005-13, 24 de agosto
de 2005. Para el año 2005, cuando hicimos público el descubrimiento de estos grafitos, no
había ningún estudio conocido de este tipo. Ahora, pocos días antes de que este trabajo fuera
a la imprenta, nos hemos enterado que afortunadamente existen dos investigadores que han abordado
este campo de investigación de los grafitos coloniales (aunque desconocemos el trabajo, sólo la referencia
bibliográfica) De cualquier manera, hacemos mención al siguiente trabajo: Rodríguez Vázquez Elías y
Pascual Tinoco Quesnel, Graffitis novohispanos de Tepeapulco, siglo XVI, Puebla, Benemérita
Universidad Pública de Puebla, 2006.
67
Diario de Navarra, 13 de mayo de 2005. La Jornada Michoacán, 31 de mayo de 2005.
A la fecha creemos que existen todavía sin descubrir algunos grafitos en Tiripetío,
pero éstos se encuentran debajo de capas de pintura aplicadas en el pasado
sobre los aplanados originales, los cuales, al no poder ser removidos sin un
proyecto de restauración adecuado y debido a las disposiciones legales existen-
tes, quedarán para ser descubiertos y trabajados en el futuro. Los grafitos que
presentamos en este trabajo creemos que son todos los visibles y aquellos
a los que pudimos otorgarles algún tipo de sentido, por lo que no deja de ser una
selección que pueda ser vuelta a evaluar en el futuro.
68
Historia, de National Geographic, Nº 21 Historia, de National Geographic, Nº 21, p. 8
90
Este grupo actualmente se compone por ocho investigadores que desarrollan el proyecto
“Grafitos de la Catedral de Pamplona, Monasterio de la Oliva y de la iglesia de Vizcaínos
de la Sierra”, en la Universidad Rey Juan Carlos, con la aprobación del Vicerrectorado de
Investigación bajo la referencia URJC-CM-2007-CSH-1628. El investigador responsable de
la dirección es el Dr. Gonzalo Viñuales Ferreiro, y el resto de los miembros del equipo de
investigación son: Pablo Ozcáriz, Félix Palomero Aragón, Francisco Reyes Téllez, Tomás Puñal
Fernández, Antonio Méndez Madariaga, Tomás M. Rodríguez Cerezo e Igor Cerda Farías.
69
toda representación de carácter gráfico localizada sobre un soporte
rígido mueble o inmueble realizada mediante las técnicas de incisión o
excisión, y cuya naturaleza histórica se encuentra definida por el contexto
en el cual se ubica y la temporalidad que se le asigna91 . El fenómeno de los
grafitos ha sido reconocido aunque poco estudiado (relativamente) en Europa
desde hace ya muchos años puesto que se conocen de ellos manifestaciones
tempranas asociadas, por ejemplo, al mundo romano tanto en la misma
península itálica como en las colonias, o más tardías, vinculadas a edificios
románicos, góticos y posteriores. Estos estudios han permitido identificar algo
que si bien no podríamos denominar “tradición” puesto que la mera acción de
rayar, grabar o dibujar algún tipo de imagen en los muros no se relaciona
con tiempo o cultura determinada, sí nos permite suponer una práctica común
e incluso inherente al ser humano –al menos occidental–, que es la de plasmar
en las paredes de los edificios ciertas expresiones gráficas y/o imágenes de
muy diversa naturaleza.
Una base de esta definición se tomó del trabajo Propuesta de Análisis de Grafitos en el
91
70
tablecer generalizaciones sólo nos puede ayudar dentro de un marco muy
general de aproximación al fenómeno, mas no podemos tomarlo como una
“guía” para todos los grafitos y pintas en edificios de origen colonial.
Ante este problema, hemos establecido una serie de posibles intereses o intenciones en la
ejecución de los grafitos cuyo contexto es, exclusivamente, el del convento
de Tiripetío, sin que unas sean excluyentes de otras. Por supuesto que algunas
posibles intenciones de la lista de abajo podrá parecer más razonable que
otras, pero el objetivo es el de proporcionar las posibilidades interpretativas
que ofrecen estas imágenes y los retos a los que nos debemos enfrentar
cuando estudiamos este tipo de manifestación cultural.
Actopan,Malinalco, Epazoyucan, San Miguel Tzinacantepec, Yuriria, Tepeji del Río, Tezonte-
pec, Ixmiquilpan, Cuauhtinchan, Cempoala, Tepeapulco, Atlatlaucan, Totolapan, Yecapixtla,
Oaxtepec, Catedral de Cuernavaca, Ocuituco y Tlayacapan.
93
Ozcáriz Gil Pablo, Los grafitos de la iglesia del monasterio de la Oliva (Navarra), Col.
Ciencias Jurídicas y Sociales Nº 77, Madrid, Servicio de Publicaciones de la Universidad Rey
Juan Carlos, 2007, Ibáñez Rodríguez, M. y Lejárraga Nieto, T, Los grafitos del monasterio
de San Millán en Suso, Logroño, Consejería de Educación, Cultura, Juventud y Deportes del
Gobierno de La Rioja, 2006.
94
Pritchard V., English Medieval Graffiti, Cambridge, Cambridge University Press,1967.
71
2. Es posible que algunas de estas figuras hayan tenido el propósito de
dejar constancia de la presencia específica de una persona en el edificio
(por ejemplo, de algunos de los oficiales españoles que ayudaron en la
enseñanza de los indios “a la europea”, algunos religiosos, algún indio de
los que ayudaban en las tareas de limpieza y mantenimiento, alguna
persona civil española que hubiera residido o simplemente pasado por el
pueblo tales como el encomendero, sus recaudadores de tributo, el virrey,
un obispo, el Alcalde mayor, etcétera.
72
grafía que textualmente dice “achadiosamen”95 Esta forma de santi-
guar o encomendar la relacionamos con la tradición de colocar piedras
con marcas en algunos puntos de la estructura de los edificios, incluso
en la base de uno de los contrafuertes del templo de Tiripetío hemos
localizado una marca en una pieza de cantería con este símbolo.
6. Es claro que los grafitos localizados en lo que fue un espacio interior del
convento, específicamente aquel que hemos identificado con el “general
de estudios”, son de carácter eminentemente didáctico, es decir, for-
maban parte del material (en forma de lo que ahora identificaríamos como
“pizarras” o “pizarrones”) destinado a la enseñanza de algunas de las
Artes liberales propias de este tipo de estudios.
8. Otros grafitos son letras y números. Las letras que no forman textos pare-
cen ser monogramas, signos muy parecidos a los que se emplean para marcar
el ganado o bien, abreviaturas de oraciones que no hemos podido
descifrar y que pueden o no ligarse a determinadas figuras. También
73
existen rúbricas no descifradas, y que seguramente darán mucha luz
sobre esta manifestación y sus ejecutantes. Los números, todos ellos
arábigos (exceptuando un “VII” romano), no parecen relacionarse
con otros grafitos.
*
Animal que complententaba la realidad dual del indígena.
74
es frecuente el apellido “Cuini”, voz tarasca para “ave” o también podemos
encontrar el “Uacus” que significa “águila” .
12. Algunos grafitos no son imágenes que intenten representar alguna figura
o evento en particular, sino que forman parte del plan general del diseño
decorativo de los muros. De esta forma se pueden encontrar círculos,
líneas y otros trazos generalmente geométricos que servían para guiar a
los pintores y así separar formas, colores y diseños o para servir de
guía para el trazo de algunos elementos arquitectónicos construidos
o solamente pintados.
97
Archivo Parroquial de Tiripetío (en adelante, APT), Primer Libro de Bautismos 1596-1681;
Segundo Libro de Bautismos 1596-1672; Primer Libro de Matrimonios, 1596-1610.
98
Para una discusión amplia sobre las imágenes prehispánicas y su posible continuidad en
la época colonial, remitimos al lector a: Gruzinski Serge, La guerra de las imágenes. De
Cristóbal Colón a “Blade Runner” (1492-2019), México, FCE, 2001.
75
diferencias temporales de su realización como a la diversidad de las
representaciones y textos. Esta posibilidad siempre está presente pero
tanto el daño al enlucido del exconvento como el sólo contar con una
mínima parte del total de los muros no nos permite establecer algún tipo
de discurso entre las figuras.
bulatorio norte de la planta baja del claustro existe un grafito que a la letra dice “fr. Cosme
Rengel, 10, Ð noviembre 1638 años”. No sabemos qué cargo ocupaba este religioso criollo
en esa fecha, pero en 1643 era prior de Yuririapúndaro y durante el Capítulo celebrado en
1649 fue electo como visitador de la provincia. (Jaramillo Escutia Roberto, Los agustinos de
Michoacán 1602-1652. La difícil formación de una provincia, México, 1991, pp. 149,264)
76
Hay que decir que en el caso de Tiripetío todos nuestros ejemplos son anónimos
y no existe posibilidad alguna de atribuírselos a una persona en específico. Sin
embargo, existen algunos indicios que nos pueden ayudar a separar los grafitos
y su autoría en razón del marco cultural de procedencia, así, tendremos
grafitos que pueden asignarse al estamento europeo, otros al de los indios y
un tercero, el más amplio, que resulta imposible de colocarlos en uno u otro lado.
Las razones para esta separación se fundamentan en el diseño del grafito, el
tipo de trazo100 o el motivo, como se muestra a continuación:
Grafito de trazo europeo Grafito de trazo indefinido Grafito de trazo indígena (Frag.)
Algunos de los grafitos pueden incluso ser identificados como obras de personas zurdas. Llegamos
100
a esta conclusión después de notar que la mayoría de los dibujos se orienta hacia el lado izquierdo,
permitiendo a su ejecutante -diestro-, ir observando el desarrollo del trazo, mientras que para un zurdo
esa forma de ejecución implica una dificultad pues realiza su dibujo “a ciegas”, por tanto su dibujo se
orienta hacia el lado derecho. Sin que esto sea totalmente concluyente, debemos mencionar que pusimos a
prueba nuestro planteamiento cuando le pedimos a un colaborador -quien es zurdo-, que realizara el dibujo de un
caballo. Nuestra sorpresa fue que su caballo apuntaba a la izquierda, mientras que los de las personas diestras a
las que pedimos que realizara el mismo ejercicio, en su totalidad, lo dibujaron a la derecha. Hay que resaltar que,
en el caso de los dibujos de caballos, tanto diestros como zurdos comenzaron sus dibujos por la cabeza, elemento
que da proporción al dibujo y que valdría la pena identificar en el caso de los demás dibujos.
77
Por supuesto que no se puede afirmar con exactitud la procedencia de la mano
ejecutora de los grafitos, pero la observación de otros muchos ejemplos que
hemos realizado no sólo en Michoacán sino en otros antiguos conventos del
país, así como el análisis de grafitos europeos nos permiten señalarlos de
esta forma. La idea de asignar autorías, al menos en términos de grupos cultu-
rales nos debe remitir al contexto social de la época pero visto de manera amplia,
es decir, hay que entender la génesis de esa incipiente sociedad indígena,
las características de la comunidad religiosa, el choque de valores culturales en-
tre Europa y América, en suma, que hay que hacerlo de la manera más universal
posible. Quizá ha sido un error pensar en esos enormes edificios en términos de
comunidades de religiosos cuyas vidas transcurrían más en términos monás-
ticos que mendicantes evangelizadores/civilizadores101 , quizá nos hemos
enfocado más en entender aspectos de la sociedad del siglo XVI cuyo refe-
rente nos es de alguna manera próximo por existir vestigios materiales (edificios,
documentos, objetos diversos) y hemos dejado de lado el aspecto humano
de esos tiempos, esas personas y esos materiales.
El estudio de la vida cotidiana102 es quizá una de las llaves para acercarnos a los
grafitos, pero este esfuerzo debe quitarnos de la cabeza cualquier idea
romántica, ideal, cómoda y/o costumbrista que se tenga sobre la vida y
costumbres de los indios y los frailes del siglo XVI (en los distintos momentos del
siglo) debido a que sobre ellos existen toda una gama de imágenes creadas
por discursos en los cuales los individuos resultan actores casi pasivos ante
101 Entiéndase esto en términos del pensamiento español del siglo XVI.
102
Véase una breve definición de esta corriente en: Gonzalbo Aizpuru Pilar (Directora de la
serie) Historia de la vida cotidiana en México. I Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la
Nueva España [Escalante Gonzalbo Pablo (Coord.)], México, FCE-El Colegio de México, 2004.
78
los grandes “eventos sociales” en los que se encontraban inmersos y no verda-
deros agentes capaces de generar cambios culturales aún y cuando su actuar
estuviera enmarcado en un contexto cultural, político y económico específico. Y
así como los sujetos del pasado no eran entes pasivos de su contexto his-
tórico, tampoco lo somos nosotros del nuestro y por ello reivindicamos en
este estudio una aproximación al estudio de los edificios patrimoniales como
los antiguos conventos desde una postura abierta que deje de lado las
tradicionales distancias que cada disciplina -arquitectura, historia, arqueo-
logía, restauración de bienes muebles e inmuebles, historia del arte- marca a
su “campo de acción” para aportar todas a la construcción del pasado, es
decir, a la Historia (así, con mayúscula), desmitificando las vidas e historias del
pasado, desacralizando el patrimonio y quitándole el carácter fetichista que se
le ha dado a muchas muestras del patrimonio.
La vida en los conventos de los pueblos de indios aún nos representa un fuerte reto
para los estudiosos del pasado debido a que la documentación existente es poco
clara respecto a los detalles de cómo se vivía, dormía, comía, caminaba al
interior de estos edificios que, recordemos, no tenían fines de clausura o de
vida contemplativa sino que eran conventos de misión, cuya vida giraba en
torno a una comunidad con la que existía un compromiso de la orden y un
proyecto de vida que dirigir. Por tanto, no podemos pensar en que estos
edificios tuvieran una “vida tranquila”, es decir, que en ellos se desarrolla-
ran solamente las actividades relacionadas con la vida en común de los casi
siempre escasos religiosos. Todo lo opuesto, a pesar del reducido número de
frailes (alrededor de cuatro por convento para el caso de Michoacán) la vida
al interior de estos edificios resultaba muy animada, puesto que al menos un
religioso se encontraba de guardia para guiar al personal en la compleja tarea de
atender el edificio, su comunidad religiosa y la población local. Por ejemplo,
79
en el año de 1555 el convento de Ucareo103 contaba con 36 indios para el
servicio del templo y el convento, lo que nos muestra el constante movimiento
de personas que existía en estos edificios. A ello debemos agregar que las condiciones
de vida de aquellos tiempos diferían radicalmente de las nuestras, por lo que si
imaginamos una sociedad en la que los mismos religiosos, por costumbre y por
humildad, no resultaban personas demasiado aseadas y en la que el acceso al agua
por parte de la población indígena era más bien escasa para cuestiones de aseo personal,
no es difícil imaginar los olores que debían desprenderse de las celdas y otros espa-
cios conventuales. Por ello, imaginar que los muros tendrían que mantenerse
impolutos no es una cuestión que nos parezca que debía importar demasiado a
los frailes que, por otro lado, no eran ajenos a edificios en Europa cuyos muros se
encontraban en ocasiones cubiertos por grafitos en los muros.
Los conventos eran sitios que eran parte integrante de la vida comunitaria, no
sólo casa de los religiosos. Su interior y su exterior eran una unidad in-
separable pues ambos escenarios desempeñaban un papel importante
en la religiosidad popular al ser los sitios en los cuales se desarrollaban
las tan comunes, populares y devotas procesiones. Éstas transcurrían de
la conocida forma alrededor del patio104 casi siempre existente frente al
103
Archivo General de la Nación, Mercedes, Vol. 4, fs. 264-264v. 18 de Noviembre de 1555. Por
mandato del virrey Luis de Velasco dado en Guayangareo, se mandaba que hubiera sólo 20 indios
para servicio del culto, 4 pintores y escribanos, 4 para coser la ropa de los religiosos y de la iglesia,
2 cocineros, 2 labradores de las sementeras del convento, 2 zapateros y 2 alpargateros. Esta cantidad
de indios era sin contar la que se encargaba de terminar las obras de la construcción del templo, que
había iniciado un año antes y que, de acuerdo con lo que narran los cronistas (cfr. Basalenque, op.
cit., pp.171-174) la obra no se extendería mucho más allá de un par de años.
104
Este espacio que hoy llamamos atrio, en el siglo XVI no tuvo ninguna otra connotación más
allá de un espacio abierto en el que podían resolverse problemas derivados de la evangeliza-
ción que no podían ser resueltos al interior del templo o del convento por muy diversas razones
(número de feligreses, tareas asociadas a la catequesis, como cementerio, entre otras.)
80
convento, es decir, circulando en sentido opuesto a las manecillas del
reloj y deteniéndose en cada esquina en cada una de las llamadas capillas
posas de manera que el altar que existía en cada una de ellas se mostrara de
frente a la feligresía.
Pero las procesiones no sólo tenían como escenario el atrio, que era el espacio común
para aquellos días en que eran las fiestas principales, el interior de los conventos
también era escenario de procesiones en las que el número de participantes
resultaba reducido, costumbre tal a imagen de las rondas procesionales tan
frecuentes al interior de los conventos en la España tardomedieval en los
que participaban tanto laicos como seglares105 . Tales procesiones al interior
de los conventos también eran comunes en México106 y Michoacán, como
lo menciona el cronista franciscano Alonso de La Rea en 1639107 y ello se
confirma por las disposiciones capitulares de la provincia agustiniana de
San Nicolás de Tolentino de Michoacán, que en 1723 por instrucciones del
Provincial fray Luis Martínez Lucio ordenaba que “Mando que en ningún
convento permitan los padres Priores es el que entren mujeres por el gra-
vísimo escándalo y mal ejemplo que de esto se sigue y otras consecuencias
105
Phillips E. Richard, “La participación de los indígenas en las procesiones por los claustros
del siglo XVI en México”, en: Relaciones Nº 78, Vol. XX, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1999,
pp. 227-228. Este autor señala claramente cómo las procesiones dentro de los conventos se encon-
traban regidas por diversas ordenanzas propias de cada orden religiosa.
106
Cervantes de Salazar Francisco, México en 1554. Tres diálogos latinos, México, UNAM,
2001, p. 40.
107
La Rea Fray Alonso de, Crónica de la Orden de N. Seráfico P. S. Francisco, Provincia de
San Pedro y San Pablo de Mechoacan de la Nueva España. (Patricia Escandón, Ed.) Zamora,
El Colegio de Michoacán–Fideicomiso Teixidor, 1996, p. 164. “Y así, en todos los conventos de la provincia
hay altar con sus ornamentos, ceras y mayordomos que cuidan la misa los lunes y sus procesiones por el
cementerio o claustro del convento…” [Libro segundo, Capítulo VII]
81
perjudiciales que se pueden originar, si no es en las procesiones, por
el claustro, según y como lo mandan nuestras leyes108 ”. Estas procesiones
interiores son manifiestas por la presencia de altares murales en las esquinas de
los claustros, a cuya imagen se edificaron las capillas posas de los atrios.
82
Plano del convento de Tiripetío hacia 1550 y zonas de ubicación de los grafitos
83
Pero no es sólo la fecha de construcción del convento lo que nos permite fechar los
grafitos (pues el hecho de que estén en un edificio con tal temporalidad no
implica necesariamente que los grafitos también lo sean) sino el sustento sobre
el que se realizaron, que fue el aplanado de cal original del muro. Sabe-
mos que se trata de esa primera etapa de encalados por tres razones: la
primera, porque el estado de deterioro en que se encuentran los restos
de los muros de esa primera etapa constructiva del convento nos permite
observar con detalle, como si de un corte se tratara; segundo, porque el
diseño de la pintura mural es característica del siglo XVI; y tercero, por-
que aunque presenta capas posteriores de pintura, se trata en todo caso
de meras encaladas con el fin crear superficies limpias. Existen también
formas complementarias de fechamiento, y ellas nos las proporcionan
ciertos elementos de los grafitos tales como un personaje representado con
gorguera y sombrero alto (grafito A2-01-008), muy a la moda durante los
reinados de Carlos I y Felipe II, es decir, los monarcas españoles del siglo
XVI; o bien, elementos adicionales pueden desprenderse del análisis del
armamento, tocados, o tipos de letras, que por analogía, pueden darnos
temporalidades relativas. Por último, agregaremos un elemento más que
es bastante útil para fechar los grafitos, que se encuentra en estrecha de-
pendencia del conocimiento preciso de la construcción del inmueble y/o
la colocación de aplanados. En nuestro caso, sabemos con precisión que
el convento se construyó en su totalidad entre 1537 y 1540109 , lo que nos
marca una fecha muy concreta para la colocación de los aplanados en los
muros. Así, es posible fechar algunos pocos grafitos por su ejecución, pues
Cfr. Cerda Farías Igor, El pueblo de Tiripetío en el siglo XVI. Indígenas, encomienda,
109
84
fueron elaborados mientras el enlucido se encontraba fresco, es decir, se
hicieron incisiones110 que facilitaron la realización de trazos curvos, con
mayor profundidad y detalle que dieron como resultado imágenes más na-
turales, como es el caso de los grafitos A1-01-011, A1-01-012, A1-01-058.
110
La incisión es una técnica que se practica sobre las mezclas antes de su fraguado, lo que
permite que los bordes de la incisión se presenten “rectos”, a diferencia de cuando son es-
grafiados, es decir, que su ejecución sobre la superficie seca hace saltar las orillas de la capa
superficial y dificulta tanto el la ejecución como la profundidad de la imagen. Piénsese, a
manera de ejemplo, en la diferencia entre realizar un diseño en una vasija antes de la cocción
(incisión) cuando la arcilla se encuentra fresca y el realizar ese mismo diseño una vez que la
vasija ha sido sacada del horno (esgrafiado).
111
Estas categorías se obtuvieron del reconocimiento de las figuras y de las categorías emplea-
das en el estudio de los grafitos en otros edificios como el Monasterio de La Oliva (Ozcáriz
Gil Pablo, Informe sobre los grafitos de la iglesia del monasterio La Oliva (Navarra), In-
forme inédito presentado al Gobierno de Navarra y Fundación Príncipe de Viana, 2004; Ibáñez
85
enmarcamos los más de doscientos grafitos registrados. Para establecer esta
tipología, recopilamos información bibliográfica procedente de Europa para
el estudio de grafitos en edificios medievales y recuperamos nuestra inves-
tigación sobre grafitos en antiguos conventos mendicantes del siglo XVI de
Michoacán112 , lo que nos facilita trabajar con similitudes y diferencias entre
los ejemplos de grafitos. Las categorías que definimos son las siguientes:
Antropomorfos
Rodríguez, M. y Lejárraga Nieto, T, Los grafitos del monasterio de San Millán en Suso, España;
Carbonell i Esteller Eduard et alii, “Els grafits de Castellfollit de Ruibregós. Primeres aporta-
cions” en: Quaderns d´estudis medievals 5, Año II, Volumen 1, Barcelona, artestudi edicions,
1981; Casanovas Ángels y Jordi Rivera, “Los graffiti medievales y postmedievales del Alcañiz
monumental” en: Los graffiti: un patrimonio inédito para el análisis de la historia de las
mentalidades; Boletín del Taller de Arqueología de Alcañiz, Nº 9, Alcañiz (Teruel), 2002. Pudiéramos
señalar la existencia de una onceava tipología: La Heráldica, que estudiaría los escudos nobiliarios. Aunque
este tipo de grafitos no lo hemos registrado en conventos novohispanos de Michoacán, Guanajuato,Morelos,
Estado de México o Puebla (que no representa ni remotamente el total de ejemplos), sí se han registrado en
diversos edificios en España, como en la Catedral de Pamplona. Cfr. Ozcáriz, (en prensa)
112
Cerda Farías Igor, Inventario de grafitos coloniales en monasterios michoacanos del
siglo XVI, informe final entregado a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de
Michoacán en el marco del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico de
Michoacán, emisión 2005-II, 2006. Todas las imágenes de grafitos en exconventos michoa-
canos se reprodujeron de esta obra.
86
Grafito romano. Pompeya.113 Grafito medieval del monasterio de Grafito A2-01-008
La Oliva, Navarra.114
113
Tomado de: Langner, M., Antike Graffitizeichnungen. Motive, Gestaltung und Bedeutung,
Wiesbaden 2001.
114
Todas las imágenes de los grafitos procedentes del Monasterio de la Oliva y/o la Catedral
de Pamplona nos fueron amablemente proporcionadas por Pablo Ozcáriz Gil. Para ver el
total de los dibujos, véase Ozcáriz 2007, (en prensa)
87
Grafito A2-02-018 Templo. Exconvento de Tzin- Edificio. Pompeya, “Casa del Cen-
tzuntzan tauro”, VI, 9, 3.5115
Arquitectónicos
115
Grafito en: Langer, 2001.
88
Contador. Monasterio de Contador. Exconvento de Co- Grafito. D-07-10
la Oliva 116 pándaro.
Contadores
117 Casanovas y Rovira, op cit. p. 16; Navarro Poveda, C., Graffitis y signos lapidarios del
Castillo de la Mola (Novelda) y del Castillo de Petrer. Alicante 1993, pp. 34-35, 91.
116
Grafito en Ozcáriz, 2007, p. 75.
89
Escena con dos personajes. Gladiadores en San Sebastián, Italia. Grafito. A1-03-023
Exconvento de Tzintzuntzan Villa Grande118
Escenas
118
Grafito en: Langer, 2001.
90
Grafito. A2-04-020 Monasterio de la Oliva. Exconvento de Tzintzuntzan
Fitomorfos
Para una muestra de la relevancia de los elementos vegetales en la pintura mural, quizá
119
91
Exconvento de Charo Grafito D-05-01
Monasterio de La Oliva.
Geométricos
92
Monasterio de la Oliva Exconvento de Tzintzuntzan Grafito A1-06-091
Inscripciones
120
Este fenómeno es similar en Europa. Cfr. Navarro, op. cit.; Ozcáriz, 2007.
93
Exconvento de Tzintzuntzan Grafito A2-09-006 Exconvento de Ucareo
Simbólicos
94
Grafito A2-10-005 Monasterio de la Oliva. Exconvento de Charo
Zoomorfos
95
Convento de Charo Exconvento de Ucareo Grafito A1-08-121
Otros
96
El valor de estos dibujos es enorme no solo por ser hasta ahora los grafitos más an-
tiguos de Michoacán dada la temporalidad del enlucido, sino también porque
son los primeros en documentarse como tales y porque más que meras
“curiosidades” o casos “extraños”, su presencia sugiere que son auténticas
minas de información acerca de prácticas, vida cotidiana, simbolismo,
registros históricos y de vida121 en los monasterios edificados por los men-
dicantes a lo largo del siglo XVI. Además, es importante resaltar que el estudio
de manifestaciones como los grafitos de Tiripetío nos debe llevar a considerar
su existencia como un campo más de estudio en la arquitectura monástica, en
donde los grafitos representen una fuente de información única dado que
escapa a los documentos, al registro arqueológico, al análisis arquitectónico,
al estudio de la pintura mural, etcétera.
Boletín del Taller de Arqueología de Alcañiz, Los graffiti: un patrimonio inédito para el
121
97
Los grafitos ¿obras de arte? Una breve discusión.
Vestdijk Simon en: Nooteboom Cees, El desvío a Santiago, Madrid, Ediciones Siruela,
122
99
trata de representaciones (expresiones) de algo real (un caballo) o imagi-
nario (un ángel) a través de su interpretación y expresados mediante recursos
plásticos (un punzón, un muro, una piedra.) Pero también puede decirse que
algunos de estos grafitos no son arte en tanto que caen dentro de campos tan
simples como una cuenta numérica (que puede ser de lo que sea) y ello no sería,
estrictamente hablando, un objeto artístico.
123 Sobre quiénes estudian este tipo de manifestaciones, por ejemplo, en Cataluña, que es
dentro de la península ibérica donde más estudios de este tipo se han realizado, son: el Centre de
Documentacio d´Art Medieval del Departament d´Art de la Facultat de Lletres de la Uni-
versitat Autònoma de Barcelona y el Servei del Patrimoni Arquitetònic de la Generalitat.
Hemos mencionado estas dos instancias debido a que reflejan dos aspectos relevantes: primero,
la actuación universitaria y de las autoridades autonómicas en el estudio y conservación de
los grafitos en edificios patrimoniales catalanes; y segundo, la diversidad de estudiosos que pueden
intervenir en el estudio de estas imágenes. Cfr. Carbonell, op. cit.
124
Las cualidades estéticas de los grafitos no pueden medirse de la misma manera que se
hace con un dibujo, una pintura o un grabado –en el sentido tradicional de los mismos-
sino que, creemos, la valoración artística debe surgir de ellos mismos dado que se trata de
manifestaciones plásticas muy particulares, específicas o espontáneas.
100
arte. Puesto que en la actualidad existen debates muy intensos125 acerca de
lo que puede o no ser considerado como “arte” tanto por los “expertos” como
por la sociedad en general, nosotros no hemos querido huir de la discusión para
al menos exponer nuestra postura (siempre discutible, refutable) sobre la
inclusión o no dentro de las categorías artísticas estas imágenes que identifi-
camos como grafitos. En esta discusión en torno a esta manifestación cultural
hemos querido ir más allá de la descripción, enumeración, clasificación e
interpretación en primera instancia debido a que es importante crear una sana
discusión que contribuya a la dignificación de éste fenómeno cultural y que
se consideren dentro de una nueva dimensión de análisis.
Cfr. Restrepo Medina Manuel Alberto, “La definición clásica de arte”, en: Saberes, revista
125
101
nos parece un razonamiento contemporáneo que no contempla el pensamien-
to de aquellos individuos para los que no existía una gran separación entre un
“diseño original” y el trazo de algunos pequeños dibujos en el aplanado, incluso
cuando no terminaba de fraguar, como es el caso de los grafitos A1-01-011,
A1-01-012 y A1-01-058 de Tiripetío.
Otro punto para la discusión tiene que ver con su conservación o su destrucción, y esto
es de altísima relevancia pues en muchos casos los grafitos han sido marginados
al grado de ser considerados como basura, deterioros o elementos vandálicos cuya
existencia daña al elemento histórico y artístico (en el sentido que contempla
únicamente el programa pictórico y arquitectónico con fines de exposición
turística rentable) que es su soporte, es decir, el muro con aplanado de cal.
Pocos se han puesto a descifrar esa maraña de líneas -aparente pero a la vez real-
para darse cuenta de que se trata de trazos intencionales hechos por personas
que tuvieron algún tipo de relación con el edificio desde el mismo momento
de su construcción y que por tanto, cada grafito forma parte del edificio, de
las sociedades pasadas, de la historia michoacana, mexicana, universal.
El tipo de información que contienen los grafitos es tan diversa como la sociedad que
los creó, sin embargo, al tratarse de una manifestación espontánea, dan una
opción más de análisis a quienes se interesen por las sociedades, contextos y
procesos históricos que los generaron. En un campo de estudio donde las fuentes
históricas escritas escasean, las evidencias materiales son la ventana para
acceder a ese pasado el cual, a menudo, difiere tanto de nuestro presente no
sólo en las formas de vida sino también en las formas de entender, representar,
aprehender y comprender el mundo. Estas enormes diferencias hacen que los
cánones estéticos sean diferentes entre los hombres del siglo XVI y XVII
y nuestra sociedad, lo que hace que este tipo de expresiones no halla sido
considerado (quizá porque nunca había sido observado) como parte de
102
las manifestaciones artísticas coloniales. Si bien es cierto que los grafitos
no siguen por lo general los patrones tradicionalmente considerados por
los historiadores del arte, no por ello son marginales, pues al igual que un
cuadro de Velázquez, de Picasso o de Miró representan una particular
realidad a los ojos del autor que será interpretada por el espectador, y este
es el mismo caso, sin duda, de los grafitos.
Quizá el camino más seguro para asegurar que los grafitos, como manifestación
cultural particular y de características únicas, sobrevivan a la ignorancia, desco-
nocimiento e “intervenciones de restauración” sea inscribiéndolos dentro
de los objetos del patrimonio cultural, lo que les aseguraría un lugar junto
a edificios, pinturas, objetos seculares y seglares una adecuada protección
para su posterior registro y catalogación a fin de que cada imagen pueda
seguir hablándonos en su peculiar “idioma” de aquellos grupos humanos
que hicieron de esta manifestación algo único e irrepetible.
103
Registro e identificación de los grafitos.
El registro de los grafitos localizados en los ruinosos muros del primer edificio
conventual de Tiripetío se realizó ubicando con letras progresivas las
secciones de muros en donde se encuentran. Así, siendo el muro del
deambulatorio norte de la desaparecida planta alta el que contiene el
mayor número de ejemplos, se lo otorgó la letra “A” pero debido a que los
aplanados coloniales de este muro fueron destruidos en algún momento
del tiempo para la construcción de una ventana para iluminar el templo,
el muro “A” fue dividido en “A-1” y “A-2”. El muro “B” corresponde a una
pequeña porción de aplanados en lo que habría sido el deambulatorio bajo en
su ala poniente. Los muros “C” y “D” corresponden a un espacio interno
del edificio (del cual se expondrán algunas consideraciones en el apartado
previo a la descripción de los grafitos que ahí se registraron) y por último,
el muro “E” corresponde al paramento norte del templo en el cual se registraron
algunos grafitos (fechables en distintos momentos pero sobre un aplanado del
siglo XVII) que hoy126 han desaparecido.
Una vez definidos los muros se inició el trabajo de registrarlos de manera individual.
El primer paso para registrar los grafitos es, aunque esto suene evidente,
observarlos. Puesto que cada grafito es un fenómeno de características
únicas, su capacidad de ser observados depende de sus dimensiones, estado de
conservación, mezcla con otro tipo de rayas y deterioros, claridad del trazo,
templo en el año 2008 los grafitos que se habían detectado se eliminaron durante las obras,
a pesar de haber notificado de su existencia y hacer pública la relevancia de este tipo de
manifestaciones culturales y patrimoniales.
105
ubicación en el espacio arquitectónico, tipo de imagen y por supuesto, del ojo del
observador, que entre más avezado en esta tarea se encuentre, más claridad y
facilidad tendrá para observar aquellas imágenes que incluso a simple vista no
parecen sino meras rayas y alteraciones en los muros. Los trazos se diferen-
cian de los rayones sin intención o al agrietamiento del muro debido a tres
razones primordiales: profundidad de las líneas, esquema geométrico
representado (un deterioro o rayón común no producen, por ejemplo,
líneas curvas ni generan ángulos de trazo) y su propio contexto en cuanto
al resto de líneas existentes.
106
trabajar cómodamente como los cuatro enjambres de abejas africanizadas
que se alojan dentro del muro del templo a dos metros escasos de la zona de
trabajo), tratando de evitar la deformación de la imagen. Paralelo al trabajo
de registro fotográfico se realizó el calco de todo el muro colocando lienzos
de acetato, celofán o papel transparente creando con ello una sábana que
permitió recoger cada uno de los grafitos identificados así como el trazo
de la pintura mural y los deterioros presentes, separando cada uno con un
color diferente127 todo lo cual nos permitió obtener una representación a
escala real de los dibujos y su ubicación con respecto al diseño geométrico
y floral del enlucido, así como el contexto inmediato con otros grafitos.
Este método de registro resultó bastante semejante al empleado en el registro de los grafitos
127
medievales de Mallorca (Cfr. Bernat i Roca, Margalida y Jaime Serra y Barceló, “Metodología
para el estudio de los graffiti medievales y postmedievales: El caso de Mallorca” en: Arqueo-
logía Medieval Española, Tomo II: Comunicaciones del II Congreso (Madrid, 19-24 de enero
de 1987), Madrid, 1987, pp. 25-33) y su conocimiento nos permitió afinar nuestro método
de registro. La metodología sigue en proceso de mejoría gracias a los trabajos de reflexión
registro e investigación que se derivan del Grupo de Investigación de Grafitos Históricos de
la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid.
107
de sentido y significado a cada grafito. Dado el panorama que se presenta para
el estudio de los grafitos, creemos que la democratización de la interpretación y
de la definición misma del grafito son elementos muy importantes para
este tipo de trabajos pues los resultados no son producto de la mente de una
sola persona, sino que se involucra la perspectiva de distintos especialistas
de manera transdisciplinar.
Una vez que el análisis cuidadoso nos permitió determinar la forma final del
grafito, se representó en dos formas: una digital y otra artística. La primera de
ellas es el resultado de calcar cada imagen empleando el programa de diseño
AutoCAD (versión 2004) trazando los bordes de la figura, de manera que
cada grafito presenta una línea que aparenta ser “doble” pero que en realidad
refleja el espesor de la línea del trazo o ducto. Para la representación de los gra-
fitos de manera artística se partió de la impresión en papel de la fotografía
respectiva y las líneas del grafito, la pintura y deterioros se calcaron sobre
un papel vegetal para pasarlas a un papel de algodón y sobre él utilizar una
técnica mixta combinándose la aguada y el lápiz de color. Sobre el papel
de algodón se enmascaran los trazos con un adhesivo líquido y una vez
seco se colocó capas de pintura acrílica, buscando el color más similar al
enlucido. Una vez seca la pintura se retiró el enmascarado dejando a la
vista los trazos del grafito en el papel. Posteriormente se realizaron detalles
en lápiz de color para resaltar las líneas como sombras, dejando ver sólo
algunos deterioros de la pintura mural, grietas u otras líneas. Finalmente
se colocó una capa de laca plástica en aerosol para proteger el dibujo.
108
en un muro, para nosotros pueden ser una figura humana con vestimenta del
siglo XVI o XVII, un contador, un trazo arquitectónico, etc., y no solo un dibujo
que pudiera ser asociado con el vandalismo y destrucción del patrimonio,
como ha sido hasta ahora considerado por varios restauradores128 quienes
en su afán de dejar el edificio “como nuevo”, resanan las hendiduras que
conforman los grafitos, muchas veces aún y cuando se trata de elementos
más que obvios como fechas o nombres de frailes. Por ello es fundamental
el contar con un referente histórico del edificio y de las manifestaciones
culturales de las épocas en las que ha trascendido el edificio. Consideramos
que si bien no todos los grafitos y pintas existentes en los muros de los edificios
históricos tienen una antigüedad notable, es evidente que algunos sí, y ante
ese panorama, se debe exigir a los responsables de su custodia, restauración
y/o conservación129 es que se realicen trabajos de investigación tendientes a
discriminar entre los contemporáneos y los históricamente relevantes, de manera
que aquellas manifestaciones del pasado logren sobrevivir para incorporar-
se, con pleno derecho, a los elementos del patrimonio cultural.
128
El caso más reciente en Michoacán es el del exconvento agustino de Santa María Magda-
lena de Cuitzeo, donde durante el año 2007 los trabajos de los restauradores (obra amparada
por la asociación Adopta una Obra de Arte y bajo la supervisión del INAH) eliminaron no
sólo innumerables grafitos históricos sino también pintas coloniales de altísima relevancia
histórica y artística.
129
Contrario al caso de Cuitzeo, fue el de Tzintzuntzan donde los restauradores de la pintura
mural (bajo la dirección de la Restauradora Xochiquétzal Rodríguez Horta) tuvieron el
cuidado de informarse acerca de la existencia de este fenómeno cultural y, en colaboración
con la Dirección de Monumentos de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Michoacán y la
comunidad que tiene bajo su resguardo el inmueble, se dieron a la tarea no sólo de conservar
los grafitos sino de protegerlos y divulgarlos.
109
110
TERCERA PARTE.
LOS GRAFITOS DEL ANTIGUO
CONJUNTO CONVENTUAL
DE TIRIPETÍO.
113
A1-01-011, A1-01-012 y A1-02-013
114
A-1
Antropomorfos
Estos dos grafitos, que aquí mostramos juntos pero que son claramente dos per-
sonajes diferentes, se localizan sobre una franja intermedia de la zona del muro
en donde existió la decoración pictórica del muro. Como se puede ver en el
dibujo, se realizaron estas figuras de manera que quedaran semiocultas en
por el color blanco del aplanado (originalmente) y por sus dimensiones,
pues no rebasan los cinco centímetros de altura por tres de ancho. La fi-
gura de la izquierda muestra un personaje con gorguera a mitad del cuello,
mentón claramente marcado, ojos prominentes, nariz ancha y sin cabello;
en tanto que la figura del lado derecho presenta una gorguera que cubre la
totalidad del cuello, los ojos y la nariz son pequeños, dando la impresión de
representar una persona más joven que la de la derecha. Aparentemente
se unen por una línea, aunque esto no puede afirmarse con certeza. El
trazo de estos grafitos se realizó por incisión, es decir, estando fresco el
aplanado, lo que nos permite establecer con cierta precisión el momento
de su realización, que sería alrededor del año de 1540.
115
La relevancia de estos grafitos (así como del A1-01-063) es que se trata de la
representación de rostros de civiles europeos, y sabemos que las únicas
personas con estas características que se encontraban presentes durante los
trabajos de construcción tanto del edificio conventual como del resto de
las obras de infraestructura urbana en el pueblo fueron los “maestros”
u oficiales que los agustinos y Juan de Alvarado trajeron al pueblo para
enseñar sus oficios a los indios. También cabe la posibilidad -que creemos
menor- que estas figuras representen a ciertos personajes relevantes para le
historia del pueblo como el propio encomendero y algunos más que no
quedaron registrados en la historia.
Figura antropomorfa de pie, representada de cuerpo completo con el cuerpo a tres cuartos
116
Los siguientes grafitos son una serie de rostros humanos,
ubicados en diferentes sitios y a diferentes escalas,
no existe ninguna relación discursiva entre ellos
pero si llama la atención de que se trata principal-
mente de rostros masculinos, genero que, por
otro lado, es el mayormente representado en los
grafitos, fenómeno no reservado a Tiripetío. A1-01-066
117
A1-01-007 A1-01-081
A1-01-057 A1-01-106
118
Grafito que representa a un personaje
de pie, ligeramente corvado y
cuyo perfil acusa una nariz y un
mentón prolongados. El resto
del cuerpo es poco claro y solamente
se insinúa por unas líneas verticales
que bajan de su cabeza, la cual está
cubierta por un sombrero. A1-01-068
Escena compuesta por tres grafitos en las que podemos ver como elementos prin-
cipales una figura humana que porta un sombrero tocado con una pluma y
que se posa sobre una figura en forma de cabeza de bovino. Dadas las escalas y
la forma de la boca, de la que sale algo parecido a una lengua, parecería que
se trata de un ave, aunque este tipo de rostros han sido observados en otros
edificios conventuales en representaciones humanas y creemos responde
a la dificular de trazar detalles tan pequeños sobre una superficie dura. A
la izquierda aparece otra persona de menores dimensiones, sin sombrero y
en la que pueden verse unas líneas que pueden indicar un brazo extendido. Es
difícil asegurar si estas tres figuras son o no contemporáneas, pero es claro
que en un momento, la intención del último ejecutante fue vincular las dos
aves con la cabeza del rumiante.
119
A1-03-060 A1-03-061
Estos grafitos difieren ligeramente de técnica, pues en ellos no aparecen los torsos
con forma triangular, sin embargo, se siguen utilizando figuras geométricas
para tal fin, en este caso se trata de rectángulos. El de la izquierda presenta
como característica el que la cabeza está girada en dirección opuesta a los
pies los que, en adición, no presentan una simetría exacta. Porta un som-
brero alto que sin lugar a duda tenía algunos motivos o decoraciones en
la copa. Carece de brazos, tiene un cuello bastante ancho y de su mentón
surgen unas líneas que parecen indicar una barba larga que le llega hasta
los hombros. El personaje de la derecha representa a un individuo de pie
que porta un objeto parecido a un palo del cual pende un pescado, imagen
que puede acercarnos a la idea de que los grafitos son, entre otras muchas
cosas, imágenes de vida cotidiana
120
A1-01-106 Armadura de los militares castellanos.1
Personaje de pie, armado, con casco militar, alabarda o lanza en las manos y
ropajes que recuerdan las armaduras militares del siglo XVI. Este es otro de
los grafitos de alto interés en este trabajo por el cuidado que su autor puso en
realizarlo y por representar con claridad algunos atributos que lo identificaban
claramente y que permitían separarlo de las imágenes tradicionalmente
representadas en los conventos, a lo menos, en los conventos de Michoacán
y algunos más que hemos registrado en los estados de Morelos, Guanajuato
y Puebla. No posee ningún otro atributo que nos permita identificarlo con
alguien en particular ni guarda relación con cualquier otro grafito.
Lavín Lydia y Gisela Balassa, Museo del traje mexicano. Vol II. El siglo de la conquista,
1
121
Jubón y calzón de paño.2 A1-01-096
y el rostro de perfil, tiene los brazos extendidos hacia los lados y un poco hacia
arriba. La nariz es prominente y el ojo, aunque cubierto por una mezcla de
cal de aplanados históricos, deja ver que era de buen tamaño. Es este uno de
los grafitos más interesantes de toda la muestra no sólo porque es de los pocos que
representan personas de cuerpo completo con bastantes detalles, sobre todo en
la ropa, que es muy característica del siglo XVI. Sobresale también por que en la
parte superior se encuentra una inscripción cuya lectura es imposible debido a
que, creemos, se realizó para ser leída solamente por sus iniciales. El texto
completo es: Ucuc / PaHPuan / ihon / igob / idHs. Hemos pensado en que
el texto acompaña a la figura debido no sólo a su proximidad y escala sino a que
al ser un dibujo en el cual se invirtió el tiempo para hacerlo a detalle y completo,
es prudente pensar que se estuviera colocando un mensaje o dejando una
constancia de quién era la persona o en qué circunstancia se encontró alguna
vez como para plasmarlo de esa forma.
2
Idem. p. 117.
122
A1-02-004 Detalle de una pieza de cantera perteneciente al
conjunto conventual de Tiripetío.
Arquitectónicos
123
A1-02-015 A1-02-014
Dos grafitos que, por ser de características, trazo y diseño y técnica (incisión) si-
milares se han colocado juntos. Se trata de dos volutas que pudieron servir de
plantilla para otro tipo de decoración y que, al igual que el grafito ante-
rior (A1-02-004), se encuentra en la misma zona y pudo tener los mismo
propósitos. Su diseño parece inspirarse en elementos vegetales y aunque no
se usó para la decoración pictórica del convento no descartamos que hubiera
podido emplearse para la ornamentación de la arquitectura.
Estos grafitos han sido identificados como posibles techumbres de las viviendas
indígenas, lo anterior se puede desprender de su comparación con las que se
muestran en la Relación de Michoacán y, en un ejercicio libre, trasladan-
do la parte baja de un grafito de una vivienda registrado en el exconvento de
Tzintzuntzan que resulta muy similar a las pinturas de la Relación y a la cual le
hemos colocado el grafito A1-02-031, como se puede ver a continuación:
124
A1-02-036 A1-02-031 A1-02-032
125
Detalle de la lámina 38 Grafito de una vivien-da Grafito A1-02-031 A1-02-081
de la RM. indígena en el Excon-vento como techumbre de una
de Tzintzuntzan. vivienda tarasca.
Nótese que las techumbres de las casas se encuentran rematadas por un elemento
ornamental que pudiera simbolizar la jerarquía, o simplemente ser una
cubierta para cubrir la salida de humo.
A1-02-005
A1-02-030.
Otros grafitos, como el de la izquierda, representa una casa de manera casi completa, en
donde las líneas verticales de la parte baja pueden estar representando el
sistema constructivo tradicional de bajareque en tanto que la figura trian-gular
serían la techumbre.
126
A1-03-042
Escenas
127
A1-04-0135
Fitomorfos
128
A1-05-038 A1-05-125 A1-05-008 A1-05-009
Geométricos
Entre los grafitos geométricos podemos encontrar dos subtipos, los elaborados con
instrumentos (A1-05-038), tales como compás, regla o cordeles; y los que fueron
elaborados a mano alzada, siendo estos los más abundantes en el muro A1.
Más allá de abundar sobre las descripciones de cada uno de ellos, presentamos
lasimágenesparanoabundarsobrecuestionesquequedaríanenel campo descriptivo
de lo simple y evidente.
Los hay también de tipo compuesto, es decir, que en un grafito se incluye más de un
elemento geométrico creando figuras de mayor complejidad, como se
muestra a continuación:
130
A1-05-086 A1-05-074 A1-05-088
131
Inscripciones
A1-06-017
132
A1-06-021
133
A1-06-073 A1-06-002 A1-06-127
134
Existen inscripciones alfabéticas que forman palabras, algunas de ellas difíciles
de descifrar.
A1-06-018 A1-06-020
A1-06-064 A1-06-001
A1-06-105 A1-06-065
Inscripción: MCVA. Estas letras quizá indiquen una abreviatura de nombre, aunque esto
no es necesariamente el único camino a seguir. Una fecha resulta más compli-
cada si consideramos sólo las tres primeras letras puesto que nos daría un
número 1105, amén de que en el siglo XVI el número 1000 se representaba
frecuentemente con el signo llamado “calderón”.
135
A1-06-084
A1-06-051
A1-06-040 A1-06-044
Textos como estos son palabras griegas (Xpo) y hebreas (Sion), la primera significa “Cris-
to” y es posible que su existencia se deba a la costumbre de santiguar o
proteger el edificio. La segunda, Sión, es el antiguo nombre hebreo de una
de las colinas de Jerusalén que por extensión se empleó para denominar
toda la ciudad, como aparece en algunas crónicas religiosas.
136
A1-06-052
Inscripción que no ha podio ser descifrada pero que muy posiblemente pertenezca a una
rúbrica de una persona indígena, en la cual era bastante frecuente encontrar
apellidos con la terminación “qua”, como Tzipaqua o Caraqua, entre otros.
Quizá se trate de una manifestación de presencia en un sitio, tan frecuente
hasta nuestros días en diversos espacio públicos.
137
A1-06-069 A1-06-070
A1-06-022 A1-06-003
138
Contadores Numéricos
A1-07-124 A1-07-133
A pesar de que los marcadores o contadores numéricos con uno de los tipos de
grafitos que aparecen con más frecuencia en los edificios, en el caso del
exconvento de Tiripetío se han encontrado apenas unos cuantos.
A1-07-047
A1-07-097
139
Otros
A1-08-006
El pendón es una insignia militar consistente en una bandera sujeta a una lan-
za que se empleaba para distinguir los regimientos, batallones y otros
cuerpos cuando iban a la guerra. En este caso se observa que la lanza es
relativamente corta pero sin embargo el rasgo de la bandera que termina en doble
punta triangular, y la punta de la lanza son señales univocas de que se trata de
un pendón. Similares representaciones de pendones se pueden ver en
numerosos dibujos del siglo XVI, ya en España, ya en la Nueva España.
140
A1-08-019
Los grafitos que estan dentro de la categoría de otros son muchas veces figuras poco
definidas o cuya interpretación se dificulta por no representar claramente
algo, tal es el caso de los que aquí se presentan.
141
A1-08-062
142
A1-08-121 A1-08-139 Representación de predios3
3
Archivo Municipal de Tingambato, Caja 1, Expediente1, f.2, 1581.
143
Simbólicos
A1-09-043 A1-09-058
Zoomorfos
144
A1-10-071 A1-10-072
Ave, posiblemente una paloma. Sobre el No hemos podido definir si este grafito
simbolismo de la representación hace referencia a un pavo real
de un ave se pueden señalar varias o de un cuervo, aunque esta última
cosas, entre ellas, que repre- opción tiene bastantes posibili-
sente una paloma y se relacione dades si tomamos en cuenta que
con el Espíritu Santo; tampoco este tipo de aves era bastante
se descarta el hecho de que en el frecuente en la región de Tiripetío
siglo XVI era frecuente el apellido durante el siglo XVI4 . El grafito
indígena Cuini (ave, pájaro, representa a un ave de grandes
en tarasco) entre los indios de y largas plumas posada sobre una
la zona de Tiripetío y así, este rama, con la cabeza vuelta hacia
grafito pudo servir a manera atrás, tocándose el cuerpo con el
de firma o identificación para un pico.(A1-10-072)
indio. (A1-10-071)
Cfr. Relación de Tiripetío en: Cerda Farías Igor, La Relación geográfica de Tiripetío. 1580.
4
145
A1-10-107
Figura zoomorfa, muy posiblemente un pavo (nótese como debajo del pico
presenta un elemento colgante) el cual se encuentra de pie, mirando a la
derecha con las alas y la cola pegadas al cuerpo.
A1-10-116 A1-10-113
146
A1-10-099 A1-10-098
A1-10-140 A1-10-046
Algunos otros animales también fueron plasmados en los muros del convento
mediante grafitos, tal es el caso de lo que aquí observamos. A la izquierda, un
animal que bien pudiera ser un gato con sus características orejas levantadas y
puntiagudas o bien, un zorro. En el lado derecho, un animal que resulta difícil
de identificar, pero que por estar sujeto con una soga a un poste, creemos
puede tratarse de una especie doméstica elaborada por alguien no muy
hábil para la representación de imágenes.
147
A1-10-109
A1-10-114
A1-10-083
Otros animales que con cierta regu-
laridad son encontrados entre
los grafitos son los de granja,
tales como cabras (A1-10-109),
conejos (A1-10-114) o cerdos
(A1-10-083).
148
A1-10-122 A1-10-104
Grafitos que pueden ser parte de la figura de un ave, aunque el trazo nos fue ter-
minado correctamente, Nótese su semejanza con los grafitos A1-10-104
y A1-10-122.
A1-10-103 A1-10-077
149
A1-10-089 A1-10-132
A1-10-090
150
A1-10-120 A1-10-134
Hay grafitos zoomorfos que parecen mezclar características de dos o más animales. En el
grafito A1-10-120 podemos ver un animal parecido a un ave, pero no parece
tener pico y además, tiene orejas. El grafito del lado derecho es una espe-
cie de armadillo, o bien, oso hormiguero, resaltando la característica del hocico
alargado.
151
MURO A-2
Antropomorfos
Este grafito fue uno de los primeros en ser identificados; se trata de una figura
humana representada de frente en la que sobresalen dos elementos, la gola o
gorguera, y el sombrero, ambos elementos fundamentales para acercarnos a un
fechamiento relativo por medio de las modas en los atuendos pues al igual
que en la actualidad, las ropas tienen temporalidades en su uso y popularidad.
Por el tamaño de la gola y el tipo de sombrero con que se representa a este
personaje, creemos que se trata de un dibujo realizado en la segunda mitad del
siglo XVI, como puede desprenderse de los numerosos retratos que existen
de esa época de los más relevantes personajes.
153
A2-01-027
Perfil de gran realismo realizado sobre la tercera capa de pintura a la cal con que
fue recubierto el muro original del convento. Sus dimensiones, mayores
que los grafitos realizados en el siglo XVI, también puede ser un referen-
te cronológico. Aunque es difícil precisar su ejecución, creemos que puede ser
fechado al menos durante el siglo XVIII ya que existen capas de pintura a la
cal posteriores y sabemos que el edificio conventual primitivo se destruyó
en el siglo XIX.
A2-01-004 A2-01-024
154
A2-02-018
Arquitectónicos
Hemos denominado “iglesia” a este grafito por el remate de sus techumbres en cruz, sin
embargo, obsérvese que se trata de un par de edificios y no uno solo, como
pudiera ser para una iglesia. En todo caso, llama la atención dos elementos,
el primero de ellos es la línea de tierra que sirve de desplante del dibujo, pocos
de los grafitos cuentan con este elemento de representación.
Escenas
A2-03-010
Escena donde aparece representado un caballo que parece jalar una carreta. El
caballo fue dibujado con el freno en el hocico y unas riendas que parecen
salir del mismo, lo que no queda claro es el arnés que lo une a la carreta,
sin embargo, la cercanía y escala de los dibujos nos hace pensar que efec-
tivamente se trata de un solo dibujo, de una escena.
155
A2-04-020 A2-05-011 A2-05-021
Fitomorfos Geométricos
1 Cruz Badiano Martín de la, Libellus de medicinalibus Indorum herbis, Edición facsimilar
y versión española de la obra, México, FCE-IMSS, 1991.
2
Hernandez Francisco, Historia natural de la Nueva España, Vol 1, México, UNAM,1959.
156
A2-05-022
A2-05-019 A2-05-028
157
A2-06-001 A2-06-015
Inscripciones
Aunque no tenemos certeza a que hacen referencias estos números, es claro que
se trata de las cifras 818 (A2-06-001) y 4 (A2-06-015).
A2-06-016 A2-06-002
158
A2-06-017
Grafito localizado sobre la tercera capa de aplanado de cal que cubre el muro
original en el que, con dificultad, es posible leer “mayo 5 169 an” y co-
rrespondería una fecha calendárica comprendida entre el 5 de mayo de
1690 y ese mismo día y mes del año 1699.
A2-06-023
La palabra que aquí se aprecia es DIOS con una s invertida, le sigue una cruz y al
parecer concluye con las letras cro que pudieran hacer referencia a Cristo
en forma de abreviatura. En sentido de este grafito puede corresponder a
santiguar o proteger el edificio.
159
A2-07-029 A2-07-025
Contadores Numéricos
A2-08-013
Otros
Este es uno de los grafitos mas extraños que hemos encontrado en los muros del
antiguo claustro de Tiripetío, su interpretación deja algunas dudas aunque
podría tratarse de un caparazón de una tortuga, sin embargo, desconcierta
un poco la línea que sale por la derecha.
160
A2-08-012
Este grafito, al igual que el A1-08-118, esta elaborado con una técnica diferente al resto,
fue elaborado mientras el encalado permanecía fresco y fue hecho hundiendo
un dedo, un palo o algún elemento rígido y de punta redondeada.
A2-09-006 A2-09-021
Simbólicos
Dos tipos distintos de cruz, a la izquierda, la cruz de tipo latino, con el trasversal
más corto, a la derecha, una suástica3 , característica por dar la impresión
de estar en movimiento con sus brazos torcidos. Un grafito similar tanto
en forma como en dimensiones fue localizado en el Exconvento de Cuitzeo4 ,
en el deambulatorio sur de la planta alta.
3
Sobre una discusión acerca de este tipo de grafitos en monasterios, véase Ibáñez, 2006,
pp. 28-29.
4
Cerda Farías Igor, 2006, p. 65.
161
A2-10-005 A2-10-007
Zoomorfos
5
Cerda Farías Igor, 2002, p. 58.
162
A2-10-009 A2-10-003 A2-10-014
El colibrí era un ave simbólica para los Aunque resulta un tanto confusa la in-
tarascos, pues era una de las advo- terpretación de estas imágenes,
caciones del dios principal de este debido a que los trazos que sobre-
pueblo, Curicaueri. En adición, la viven parece que están incomple-
voz Tzintzuntzan, la ciudad capital tos, o la figura que representan no
del estado michoacano precolombi- es muy clara, creemos que existen
no significa “lugar de colibríes”. No elementos para considerar a estos
resultaría extraño pues que sobre- dos grafitos como aves. Obsérven-
viviera el respeto y admiración por se la serie de líneas paralelas que
este tipo de aves a pesar de la cristia- aparecen en la parte superior iz-
nización, y por ello, quizá no resulte quierda del grafito de la izquierda,
muy difícil entender el por qué de esas líneas pueden ser las plumas
encontrar una representación de un que conforman una de las alas del
colibrí en los muros del convento de ave. Nótese también que el cuerpo
Tiripetío. El rasgo característico de es de forma alargada y que por la
este grafito creemos que es el largo parte inferior se corren un par de lí-
pico que sale por la parte superior neas verticales que hacen de patas.
derecha, ello solo complementa la El grafito de la derecha se compone
forma casi ovalada del cuerpo y su solamente de la cabeza en la cual se
cola esponjada que se encuentra observan claramente un pico y ojos
en la parte inferior izquierda del grandes, como los pericos.
grafito.
163
MURO B
B-05-01 B-05-02
Geométricos
Este muro cuenta con apenas una pequeñísima parte de su aplanado original
(el total de aplanado no alcanza .5 m2) y dada su posición respecto a todo
el edificio, es uno de los que más riesgos corre para su conservación. En
ambos grafitos podemos apreciar grafitos geométricos elaborados con
instrumentos. El grafito B-05-01, no por pequeño menos interesante,
presenta los ejes de trazo para los círculos, es decir, el punto donde se
colocó la punta del compás.
165
NOTA INTRODUCTORIA A LOS MUROS
“C” Y “D”
Los muros marcados con las letras “C” y “D” no son iguales al resto de los que se
pudieron haber encontrado en el antiguo convento de Tiripetío, y no son
iguales porque formaban parte de un espacio muy especial que hacía que
su uso fuera igualmente destacado. Ese espacio tan importante para la
historia no sólo de Tiripetío sino de la educación en la Nueva España es el
que ocupó una sala conocida por los cronistas agustinos como “General de
Estudios”, espacio en el que iniciando el año de 1541, fray Alonso de la Vera
Cruz inauguró los primeros estudios mayores de la Orden de San Agustín
en el Nuevo Mundo1 .
1
Véase, en la primera parte de este trabajo, lo referente al establecimiento de esta casa de estudios.
167
Conocido2 es que los estudiantes de aquella época empleaban cuadernos y escri-
banías para tomar apuntes, pero también que los muros, cuyos aplanados
de cal permitían efectuar trazos ya con carboncillo, ya con un punzón, hacían las
veces de las pizarras contemporáneas3 . Así pues, en los muros en donde muy
posiblemente se encontraba la sala del General de Estudios se encuentran
grabadas en forma de grafitos, (junto a innumerables rayones y rastros de
deterioro), una serie de diseños arquitectónicos, motivos geomé-tricos,
contadores numéricos y otras figuras que claramente pueden asociarse con los
cursos veracrucianos. Los grafitos identificados se encuentran en un estado de
conservación bastante delicado pues no cuentan con elementos de protección
que aseguren su permanencia, se encuentran a la intemperie y debido a que no
existen restricciones a las personas para al acceso a donde se ubican, el
peligro de que sean alterados es constante.
2
Una parte de esta información es producto del trabajo “Fray Alonso de la Vera Cruz y el
Colegio de Estudios mayores de Tiripetío” que presentamos durante las III Jornadas de
Cultura Iberoamericana, organizadas por la Universidad Pontificia de Salamanca y la Uni-
versidad de Salamanca, España, durante los días 10-12 de abril de 2008.
3
Rafael López Guzmán, comunicación personal.
168
Los grafitos de estos dos muros corresponden a un ejercicio de diseño y representación
arquitectónica y geométrica, elementos centrales en la formación de los nuevos
religiosos. Dado que en esta época era bastante frecuente que los muros de las
escuelas fueran empleados como pizarras (aunque sin la posibilidad de borrado
inmediato), los elementos representados permanecían hasta que el aplanado era
sustituido o se aplicaban nuevas capas superficiales que ocultaban las antiguas.
Claro que el plasmar imágenes una y otra vez iba convirtiendo aquel muro liso
en un palimpsesto de difícil lectura, cada imagen podía fácilmente resaltarse
empleando tinturas y carboncillos. Se debe señalar que aunque grafitos con
motivos arquitectónicos o geomé-tricos se han detectado en muchos conventos
novohispanos del siglo XVI, en ningún otro sitio se han logrado registrar tantos
en número, tipo y escala como en estos muros. Dicho de otro modo, la escala
y tipo de estos trazos tiene un fin eminentemente demostrativo, de donde se
desprende su vocación didáctica y pedagógica.
Por ejemplo, Fray Lorenzo de San Nicolás (OSA) en su tratado Arte y uso de Arquitectura
5
del siglo XVII era seguidor de diseñar los edificios bajo un sistema de proporciones, es
169
papel, también es de sobra conocido que los muros de los templos y conventos
fueron empleados para dejar los diseños de las obras construidas o a construir,
como ocurre con bastante frecuencia en diversos templos y monasterios es-
pañoles6 , o claramente, por ejemplo, en los muros del convento agustino de
Yuririapúndaro7 o en el mismo Tiripetío.
El valor pedagógico de estos grafitos radica en que nos acercan a las formas de
representación de la geometría enseñada por fray Alonso y en su posible
aplicación en la futura construcción de los templos y conventos novo-
hispanos. Las representaciones que se encuentran en los muros del antiguo
General de Estudios se acercan bastante a los modelos geométricos que se en-
señaban como la base para el trazo de elementos arquitectónicos en obras como
“Medidas del Romano8 ”, de Diego de Sagredo. La enseñanza del trívium
y el cuadrivium como base para el diseño, traza y construcción de los edificios
que los frailes necesitarían en sus tareas evangelizadoras nos lleva a ver en este
Colegio de Tiripetío también la semilla que dio origen a los estudios formales
de la arquitectura en América y nos ayudaría a entender de mejor manera a
decir, donde el diseño se regía por establecer alturas en proporción de ancho de muros;
largo de un templo proporcional a lo ancho, etc. Este mismo sistema de construcción con
base en proporciones entre los elementos de los edificios también se mantenía vigente en la
Nueva España en el siglo XVII por el mejor arquitecto que había, el carmelita fray Andrés
de San Miguel (cfr. Báez Macías, Eduardo, Obras de fray Andrés de San Miguel, México,
UNAM, 1969. En este trabajo se encuentra el facsimilar del tratado de arquitectura de este
fraile carmelita)
6
Ozcariz, 2007, p. 91
7
En el deambulatorio del claustro bajo, en el pasillo oriente se encuentra el diseño para el
trazo de un arco de medio punto.
8
Editado por primera vez en 1526, por lo que pudo estar en conocimiento de los frailes en
Tiripetío.
170
aquellos frailes-arquitectos9 , responsables de la edificación de cientos de
edificios religiosos, entre conventos, templos y capillas que aún asombran por
sus dimensiones y las soluciones empleadas. Si se considera que, para ese
1540 había oficiales españoles enseñando sus saberes a los indios era Tiripetío,
se refuerza la idea de por qué se decidió establecer un centro de estudios en el
pueblo, pues además de la preparación académica que recibirían los frailes de
manos de fray Alonso, podrían recibir enseñanzas sobre cómo construir
y cómo ordenar pueblos. Creemos que es importante no perder de vista esta
dualidad de la preparación de los frailes porque su estancia en Tiripetío tenía
que ver con su formación académica pero también con su preparación para ser
ejemplares misioneros y guías de los indios en la búsqueda de un modelo
sociopolítico a la sombra de la iglesia mendicante10 .
9
Existe una discusión sin resolver de manera clara sobre si los constructores de los muchos
conventos que se levantaron en la Nueva España entre 1530 y 1570 se debe a que los frailes
eran a la vez arquitectos, o que los constructores eran arquitectos convertidos en frailes.
(Cómez Rafael, Arquitectura y feudalismo en México. Los comienzos del arte novohispano
en el siglo XVI, México, UNAM, 1989, pp. 63-99)
10
Velasco Gómez Ambrosio, Republicanismo y multiculturalismo, México, Siglo XXI editores,
2006, pp. 85-86, Quijano Velasco Francisco, Vasco de Quiroga y Alonso de la Veracruz, dos
proyectos de sociedad americana, Tesis que se presenta para obtener el título de Licenciado
en Historia, México, UNAM-FFyL, 2007, pp. 109-168.
171
MURO C
En lo que fue el muro norte de la sala del General de Estudios se conserva aproxi-
madamente poco más de 1.5 m2 del aplanado original (sobre 5.1 m2 del total
del muro) en el cual se pueden ver una gran cantidad de trazos que corres-
ponden a diseños arquitectónicos, fundamentalmente torres de templos,
algunos trazos para arcos, algunos dibujos que parecerían secuencias
de arcos y otros más, como se observa en las imágenes siguientes. En el
caso de los grafitos en estos muros, la presentación se realizará colocando
el grafito tal y como se observa en el muro y ese mismo pero corrigiendo las
irregularidades de las líneas, pues creemos que la intención de los autores
de estos grafitos al ejecutar trazos geométricos o bocetos arquitectónicos fue
el de representar los diseños de manera lineal.
173
C-02-01. C-02-02.
Arquitectónicos
Este grafito muestra un elemento vertical, Uno de los grafitos arquitectónicos mejor
posiblemente el fuste de una representados por su trazo y por
columna o una pilastra en la que estar terminado es el que arriba
es posible ver la decoración. se muestra. Se trata de una torre
que sobresale por su traza verti-
cal con ocho cuerpos incluyendo
la cubierta en la cual se trazaron
detalles de la construcción como
vanos de acceso y de las torres, do-
velados de los arcos, barandales,
cornisas e incluso el remate de la
cubierta con una cruz de la que
ondea una bandera. Es evidente
que se trata de una representa-
174
ción de cómo podría diseñarse una torre, pues no existe un referente en
la arquitectura del siglo XVI con estas características. Su diseño parece referir
a ejemplos más antiguos característicos del gótico o incluso, del románico11 ,
aunque esto no podemos afirmarlo con certeza debido a que no conocemos
los modelos arquitectónicos que servían de modelos para la enseñanza de
la arquitectura.
C-02-03. C-02-04.
Por ejemplo, véanse las torres de las iglesias románico-góticas del valle del Boí, en Cata-
11
luña, donde predomina la verticalidad, lo mismo que los campanarios exentos de numero-
sos templos italianos.
175
C-02-05. C-02-06.
Grafito que representa una torre de cuatro Representación de una torre de seis cuer-
cuerpos, con dos vanos de acceso pos incluyendo la cubierta en la
en su parte baja que se repiten en que destaca la altura del primer
el cuerpo inmediato superior. Lla- cuerpo y la presencia de cornisas
ma la atención el tercer cuerpo en que destacan la separación entre
el que sólo se muestra un vano pero cada nivel, el cual recibe un
que está rodeado por cuatro franjas tratamiento distinto en cada
horizontales de pequeñas líneas altura. (C-02-06)
verticales y que el último cuerpo
sólo esté señalado por un recuadro
sin mayor detalle. (C-02-05)
176
C-02-07. Grafito H 21, Monasterio de
la Oliva.
C-02-08.
12
Ozcáriz, 2007, p. 130
177
C-02-09.
Fragmento de una torre de cuatro cuerpos en la que destaca el segundo por el bien
trabajado vano que muestra un arco de medio punto y un posible pretil
señalado por la línea horizontal que lo corta a un tercio de su altura. El resto de
los cuerpos se encuentra señalado por cornisas y sólo el tercero recibe como
tratamiento una banda que parece indicar un barandal.
C-02-10.
178
C-02-11.
Representación muy sencilla de un edificio de dos niveles con una cubierta muy
inclinada y una pequeña ventana en la parte media superior. (C-02-11)
C-05-01.
Otros
Grafito que puede hoy identificaríamos con un asterisco, pero que en el contexto de
estos grafitos bien puede estar indicando líneas para el trazo de ángulos
o como ejes organizadores del espacio.
179
Muro “C” con calco de grafitos
Una vez descritos los grafitos como elementos separados, los presentamos como
se encuentran en el muro, pues creemos que de esta forma adquieren más
sentido tanto en su forma en como se presentan a los ojos del observador
presente13 como al carácter originalmente didáctico que tenían. En primer
lugar mostraremos una foto del muro tal como se encuentra en al actualidad, paso
seguido será incorporar a esa mismo foto las líneas correspondientes al calco de
los grafitos, una tercera imagen será el calco de grafitos, y una cuarta imagen será
la reconstrucción del muro incorporando los trazos corregidos de los grafitos.
presentación a los ojos del lector poco avezado a detectar grafitos en los muros y a separarlos
de deterioros y otros marcas contemporáneas.
180
Reconstrucción de la pizarra del muro norte
MURO “D”
El muro “D” también presenta sólo una sección de su longitud original y es la zona
en donde más metros cuadrados de aplanados tenemos, con poco más
de 8m2. También en este muro existe una gran profusión de trazos, pre-
dominando los geométricos aunque también es posible observar algunos
edificios, contadores numéricos, números y otros signos diversos, como
se muestra a continuación:
183
D-02-03 Reconstrucción del grafito Torre medieval1
D-02-03
Arquitectónicos
Imagen tomada de: Bango Torviso Isidro, Edificios e imágenes medievales. Historia y
1
significado de las formas, Col Historia de España Vol. 11, España, Ed. Cambio 16, 1996,
p. 59. (Torre y escritorio de Tábara, según el Beato Tábara, Año 970, Archivo Histórico
184
D-02-08 Reconstrucción del
grafito D-02-08
Trazos de una torre cuyos detalles se presentan en la parte más alta, donde al
parecer se trata de balaustradas. Al contrario de otros ejemplos, su remate es
una construcción semi circular a manera de bóveda. (D-02-08)
Trazos de torre, no se encuentra detallada Trazo de torre que, al igual que el grafito
pues al parecer corresponde a un (D-02-04), pueden correspon-
ensayo para la construcción de der a ensayos para la construc-
cuerpos verticales. (D-02-04) ción de cuerpos verticales.
185
D-02-02 Reconstrucción
del grafito D-02-02
Basa y columna. Existe otra similar en el muro E (E-02-06), solo que aquella esta
completa con su capitel. En ambos casos no se observa ningún elemento
decorativo que nos pudiera indicar al tipo de orden arquitectónico que
pudieran pertenecer.
186
D-05-01. Grafito D-05-01. D-05-12. Grafito D-05-12.
Reconstrucción. Reconstrucción
Geométricos
Trazos circulares concéntricos. En los dos casos que presentamos, fueron realizadas unas
líneas radiales que parten del centro de los círculos, llama la atención que el án-
gulo de inclinación es muy aproximado, pues en el caso del grafito D-05-01
es de 27,99º y en el D-05-12 es de 31,70º.
187
D-05-17 Reconstrucción del grafito D-05-17
Grafitos compuestos por una serie de trazos curvos que hemos reconstruido en
forma de fragmentos de círculos con dimensiones que varían entre los
38 centímetros de diámetro el más pequeño (D-05-17), y 2.88 metros de
diámetro el más grande (D-05-19).
188
D-05-15 Reconstrucción del grafito D-05-15
Este grafito difiere de los demás círculos en tanto que presenta una serie de líneas
interiores que se entrecruzan.
D-06-07
Inscripciones
El tipo de trazo con el que arranca el texto del grafito D-06-07 es característico
de las letras capitales de muchos documentos coloniales novohispanos.
Pudiera tratarse de una letra J, aunque también de una A, F, P, o bien una S.
El resto de la inscripción no ha podido ser descifrada.
189
D-06-06 D-06-11
D-06-05
Inscripciones.
Números. Se aprecia claramente aunque sin que sean necesariamente una uni-
dad, un 7, un 6, y un 7.
Marcadores numéricos
D-07-10 D-07-20
190
192
Fotografía del muro D con el calco de los grafitos.
193
Reconstrucción de la pizarra o muro D
195
MURO E
1
Basalenque, op. cit., p. 69
197
E-01-02 E-01-03
Antropomorfos
Grafitos de figuras humanas que destacan por sus dimensiones ya que ambas se
acercan a los 50 cm. verticales. Al igual que la mayoría de los grafitos donde
se dibujaron personajes, estos fueron realizados de manera esquemática,
detallando algunos rasgos distintivos como la nariz, ojos y boca. El sexo no
puede ser determinado debido a la ausencia de la representación de cabello
o elementos decorativos como sombreros o aretes, pero nos inclinamos
a pensar que se trata de figuras masculinas por ser las que se repiten con
más frecuencia entre los grafitos.
198
E-02-09
Arquitectónicos
Este grafito representa de manera muy clara a una cornisa, la cual no pudimos re-
lacionar con algún elemento arquitectónico concreto en el edificio del templo
o del convento, aunque también existe la posibilidad que se trate de un ejemplo
de cómo debían ser las cabezas o remates de algunas viguerías.
199
E-02-07
E-02-06
Representación de una columna cuya base y capitel se encuentran pareados, tal y como
corresponde a las columnas de la mayoría de los edificios del siglo XVI.
200
E-05-05
Geométricos
E-06-01
Inscripciones
201
E-06-04
Inscripción. Se trata de una letra “A” sobre la que se colocó un pequeño punto
como el que va sobre la letra i.
E-07-08
E-08-10
Contadores Numéricos
Otros
202
GRAFITO EXENTO.
Por ultimo, pero no por ello menos relevante, hemos decidido colocar un grafito que se
encuentra sobre una piedra basáltica muy compacta conocida como laja. El grafito
consta de tres cruces de tipo latinas, adornadas con líneas diagonales que se
entrecruzan y las texturizan. La cruz que se encuentra al centro es poco más que el
doble de grande que las otras dos y presenta una basa en su parte inferior mien-
tras que los brazos y cúspide muestran unos remates en forma semicircular.
A los costados de la cruz central se encuentran dos cruces más pequeñas y
de características similares, también son cruces latinas pero unen sus brazos por
un arco1 que igualmente presenta la decoración arriba citada.
1
No pretendemos caer en excesos de interpretación o forzar la misma al tratar de encontrar
paralelismos entre este grafito y otras representaciones de cruces, pero el referente que
podemos utilizar como ejemplo de comparación es una imagen de una cruz incluida en el
Códice Emilianense (siglo X) en la que se aprecia una cruz (ésta de tipo griego) uniendo sus
brazos y cúspide con un arco que se ha utilizado para colocar una inscripción. Ver: Ibañez,
op. cit., pp. 24-25 y lámina IV.
205
La roca que contiene los grafitos de las cruces se encontró como parte de los
materiales de las ruinas del antiguo claustro, lo que por un lado presenta el
problema de asignarle un fechamiento relativo y por el otro, para establecer
algún vínculo concreto con el conjunto conventual de San Juan Bautista.
No obstante lo anterior, su valor estético y posible significado, atribuido a
una lápida mortuoria, nos ha motivado a incluir este grafito en el presente
texto, toda vez que se trata de una imagen efectuada con la misma técnica
que los demás grafitos incluidos en este trabajo.
2
Tomada de Ibañez, op. cit., lámina IV.
206
A MANERA DE CONCLUSIONES.
No existe una manera única de concluir este trabajo pues sólo lo acabado se puede
terminar y éste no ha hecho sino empezar. Los grafitos históricos abren
la puerta a nuevas formas de entender la historia, a entender el actuar
cotidiano de aquellas personas, aquellos grupos que tenían una relación
directa con edificios como el de Tiripetío. Es necesario comenzar a desacralizar
el pasado, eliminar aquellas imágenes románticas que nos hablan de frailes
dedicados solo a la evangelización y la oración en sus conventos, desha-
cernos de las grandes metanarrativas creadas por la historia oficial sobre
buenos y malos, vencidos y derrotados, culturas prehispánicas cien por
ciento buenas contra “imposiciones” españolas a caballo entre lo bueno y lo
malo. La historia colonial es mucho más que eso, es una donde se fraguó una
sociedad única producto de las particularidades de cada grupo indígena
en su interacción específica con cierto segmento de la sociedad española.
De esta unión nació una sociedad que, con las ramificaciones propias del
tiempo, es la nuestra.
209
El estudio de los grafitos históricos no sólo nos permiten abordar el pasado des-
de nuevas ópticas, también abre la puerta a debates actuales relacionados con la
pintadas (llamadas hoy graffiti) que se encuentran presentes en la sociedad
occidental contemporánea como una forma de expresión popular, anónima,
cotidiana y cuyos ejemplos son motivo de debate en muchos foros académi-
cos e institucionales. La puerta que se abre con este estudio es para que por ella
entren muy diversos estudiosos de las sociedades que nos antecedieron: arquitectos,
restauradores, historiadores, diseñadores gráficos, artistas visuales, historiadores
del arte, antropólogos, sociólogos y por supuesto, arqueólogos, entre otros.
La investigación sobre grafitos históricos se encuentra aún muy lejos de permear en la
sociedad y de reconocerse que son parte del patrimonio cultural de la nación y que
por ello deben recibir la misma protección que se dispensa a los elementos susten-
tantes, es decir, los muros con aplanados históricos o la misma arquitectura.
Los primeros pasos están dados, pero el camino es aún largo.
210
FUENTES CONSULTADAS
ARCHIVO
213
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Ermitaños Augustinos de la Ciudad de Mexico. Chronica de su establecimiento,Ereccion
y Continuacion Vidas y echos de sus Religiosissimos Prelados; y de muchos de sus mas
singulares Hijos. Su extension Por las dos Americas Septentrional y Meridional. Su
dilatacion por las islas de el Poniente, Imperio de el japon y de la China. Manuscrito en
3 Tomos fechado en 1755, III Tomos.
HEMEROGRAFÍA
214
FUENTES ELECTRÓNICAS
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Rioja/200402/15/VIZ-RIO-134.html
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pp. 1-10. versión digital: http://www.uax.es/publicaciones/archivos/SABFUN05_004.pdf
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