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池田大作先生に捧げる。
勇気をくださり、ありがとうございます。
日本から南米に渡った先駆者に敬意を表して。
A
mi
aliado
Teruo,
por
ser
la
respuesta
a
algunas
de
mis
preguntas.
http://alternativas.osu.edu
7,
2017
ISSN
2168-‐8451
2
irina
soto-‐mejía
El
tema
de
la
identidad
latinoamericano-‐japonesa
me
interesa
desde
una
edad
temprana.
Probablemente
comenzó
cuando
conocí
a
mi
mejor
amiga
boliviana,
a
quien
llamaremos
Yurika
Shimoyama,
hace
15
años.
Ella
nació
en
la
colonia
japonesa
San
Juan
de
Yapacaní
como
segunda
generación
de
japoneses
en
Bolivia
por
parte
de
padre
y
tercera
generación
por
parte
de
madre.
El
término
empleado
para
referirse
a
personas
como
ella
y
sus
padres,
japoneses
en
situación
de
diáspora,
es
nikkei.
Recuerdo
que
mi
amistad
con
Yurika
provocaba
charlas
entretenidas
en
mi
familia.
Algunos
estaban
felices
y
me
decían
que
seguramente
pasando
tiempo
con
ella
“se
me
iba
a
pegar”
el
espíritu
trabajador
japonés
y
dejaría
de
leer
“esos
mis
libros”
para
ponerme
a
hacer
algo
útil.
Otros
me
decían
que
era
muy
noble
de
mi
parte
ser
amiga
de
una
chiquita
que
escapó
de
la
Segunda
Guerra
Mundial
junto
a
su
familia,
aunque
Yurika
nació
en
1984,
en
Bolivia.
Otros
—tal
vez
los
más
ingenuos—
me
preguntaban
en
qué
idioma
hablábamos,
porque
es
sabido
que
los
chinos
no
pueden
hablar
español.
Muchos
años
después,
en
un
almuerzo
familiar
en
el
que
Yurika
relataba,
en
su
perfecto
español,
los
planes
para
su
primer
viaje
a
Japón
y
su
deseo
por
conocer
el
pueblo
de
su
padre
en
Nagasaki,
mi
tía
le
preguntó
si
se
consideraba
más
japonesa
que
boliviana,
y
ella
le
respondió:
“Netamente
japonesa”.
A
pesar
de
tener
la
oportunidad
de
vivir
y
trabajar
como
ciudadana
japonesa,
decidió
regresar
a
Bolivia
porque
en
Japón
descubrió
que
era
japonesa-‐de-‐
la-‐colonia-‐japonesa-‐en-‐Bolivia.
Me
dijo
que
los
japoneses-‐de-‐Japón
son
demasiado
serios,
muy
delgados
y
trabajan
demasiado.
El
propósito
de
contar
esta
anécdota
sobre
mi
amiga
es
llamar
la
atención
sobre
tres
puntos.
Primero,
ella
se
consideraba
cien
por
ciento
japonesa
sin
haber
nacido
ni
vivido
en
Japón;
segundo,
su
proceso
de
autodescubrimiento
como
netamente
japonesa-‐de-‐la-‐colonia-‐
boliviana
ocurrió
una
vez
que
estuvo
en
Japón;
tercero,
para
sí
misma,
ella
es
japonesa-‐de-‐
Bolivia
(una
identidad
que
desafía
los
bordes
entre
naciones,
continentes
e
identidades).
En
este
sentido,
Yurika
vive
su
japoneidad
dentro
de
un
nacionalismo
boliviano,
con
la
posibilidad
de
ser
más
o
menos
japonesa
o
boliviana,
según
la
situación
lo
amerite.
Aunque
no
hablaré
más
sobre
ella,
quiero
seguir
explorando
esos
tres
puntos
en
el
trabajo
literario
de
Augusto
Higa
Oshiro,
un
escritor
peruano-‐japonés
que
a
través
de
cuatro
recientes
publicaciones
(un
testimonio,
dos
novelas
cortas
y
una
compilación
de
cuentos)
explora
las
formas
de
ser
de
la
Obras citadas