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CENTROS EDUCATIVOS Material didáctico

POR UNA CIUDADANÍA GLOBAL para PRIMARIA


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¿Quiénes somos?. Solidaridad Don Bosco

Cuéntame otro Cuento

¿Por qué una educación para la ciudadanía global?

Cuéntame otro cuento en el currículum de primaria.


¿Qué queremos conseguir? Competencias
Contenidos
Conocimientos Para Adquirir
Destrezas Para Ejercitar
Actitudes Para Alcanzar

¿Qué temáticas se trabajarán en Cuéntame otro cuento?

Algunas buenas razones para hacerlo…apuntes para el


profesorado:
Equidad de género
Diversidad cultural
Consumo responsable
Medio ambiente

¿Cómo lo haremos?
Metodología de trabajo
Orientaciones didácticas para el profesorado

Índice de cuentos

Nuestros Sellos por el mundo de los cuentos

Solidaridad Don Bosco


C/ Salesianos 1B 41008 Sevilla
Tel: 954 532 827 Fax: 954 426 665
info@solidaridaddonbosco.org
www.solidaridaddonbosco.org
Diseño y maquetación Dosa Comunicaciones S.C.
Ilustraciones Agustín de la Torre

Cuéntame otro cuento


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Solidaridad Don Bosco somos una ONG de Desarrollo for-
mada por mujeres y hombres que vivimos convencidos de que
un mundo más justo y solidario es posible y necesario. Favo-
recemos la promoción integral de las personas y los pueblos
de los países empobrecidos, especialmente de los jóvenes en
situación de riesgo y exclusión social, promoviendo proyectos
de capacitación e inserción socioprofesional.

Impulsamos propuestas de desarrollo personal y comunitario, facilitando espacios


para la educación y la participación que alienten una ciudadanía activa que sea mo-
tor de cambio.

Solidaridad Don Bosco


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Cuéntame otro cuento nace con la idea de
contar otras historias, otra forma de ver y de
entender la vida en un mundo cada vez más
interrelacionado. Una mirada crítica y espe-
ranzadora. Queremos que todos y todas,
desde muy pequeñitos seamos partícipes
de esta revuelta transformadora a favor de
los países más empobrecidos de la tierra.

Cuéntame otro cuento son narraciones de


aquí y de allá, historias reales llenas de
imaginación, con un lenguaje sencillo pero
con mensajes intensos. Historias que pue-
des moldear a tu gusto, que puedes cam-
biar y que puedes adornar. Son cuentos
para aprender, para pensar y para cambiar.
Son para contar, para crear una red con-
cienciada y convencida de que cada uno de
nosotros nosotras, con nuestras acciones,
abre la puerta de entrada a una sociedad
más justa, equitativa y solidaria.

Gracias, porque esta es una idea que sur-


ge de ti, un profesorado comprometido con
los niños y niñas, pero sobre todo con las
personas, sean de donde sean y vengan de
donde vengan.

Gracias por contribuir a contar otro cuento.

Cuéntame otro cuento


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En Solidaridad Don Bosco entendemos que la Educación para el Desarrollo ha


de ser un proceso educativo constante que favorezca la comprensión de las inte-
rrelaciones económicas, políticas, sociales y culturales entre el norte y el sur, que
promueva valores y actitudes relacionados con la solidaridad y la justicia social y
busque vías de acción para alcanzar un desarrollo humano y sostenible. Por ello, in-
tentamos avanzar hacia un modelo de educación al desarrollo en el que predominen
las nuevas tendencias de esta 5ª generación en la que nos encontramos y que va
encaminada hacia una ciudadanía global frente a la globalización que excluye a las
personas más desfavorecidas.

Desde el ámbito escolar y desde el currículum se debe poder facilitar a niños y niñas
cómo analizar los conflictos del mundo actual a partir del conocimiento de la
interdependencia del mundo en el que vivimos. El concepto legal de “ciudada-
nía” actualmente resulta claramente restrictivo e insuficiente para hace frente a las
exigencias cívicas y sociales que caracterizan el orden social vigente; el fenómeno
de la globalización, la paridad de género, la progresiva multiculturalidad, la crisis del
Estado del Bienestar, las desigualdades Norte Sur, etc.

La educación para una ciudadanía global recoge todos los elementos de la educa-
ción en valores y todos aquellos contenidos que promueven unos niveles cognitivos,
emocionales y éticos de la educación integrados en lo que se ha dado en llamar una
educación integral.

El reto de la educación está en los procesos de revisión de una cultura organizativa,


de la metodología que potencie en los ciudadanos y ciudadanas las capacidades
para comprender e interpretar la realidad, para hacer una lectura crítica de los acon-
tecimientos mediante un diálogo constructivo. Además, también deberá ser capaz de
ayudar a transformar las relaciones de las personas con las nuevas sensibilidades
interculturales, medioambientales, solidarias e igualitarias.

La educación para una ciudadanía global puede ayudar a que se consiga este obje-
tivo. Es un reto para la educación del futuro y para los educadores y las educadoras
de hoy.

Esta misma perspectiva integral de la persona también es recogida en el informe


Delors cuando se mencionan los cuatro aprendizajes básicos para hacer frente a
los nuevos retos de la sociedad: aprender a conocer y adquirir los instrumentos de
la comprensión (aprender a aprender), aprender a hacer e influir en el entorno pro-
pio (aprender a hacer), aprender a vivir juntos (aprender a convivir), aprender a ser

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personas (aprender a ser). Pues bien, la Ciudadanía Global añade un quinto pilar
dirigido a la construcción de un mundo más justo: “aprender a transformar”.

Y esto es, precisamente, lo que deseamos con este material didáctico, dar las herra-
mientas necesarias para que nuestros niños y niñas transformen esta sociedad en
una más justa, sostenible y solidaria.

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Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico y natural, que recogerá


la habilidad para la comprensión de los sucesos, la predicción de las consecuencias y la
actividad sobre el estado de salud de las personas y la sostenibilidad medioambiental.
● Competencia social desde la que se manejan los conocimientos acerca de los factores y
agentes económicos, sociales y políticos que explican la dinámica de la sociedad en que
vivimos y que provocan la existencia de pobreza, marginación, desigualdad, opresión y falta
de oportunidades para millones de personas de todo el mundo.
● Competencia comunitaria internacional: en el que el individuo sea capaz de reconocerse y
de reconocer a otras personas como seres humanos que se desarrollan dentro de un medio
sostenible.
● Competencia colaborativa: mediante la cual la persona adquiera los comportamientos y la
voluntad asociadas a una distribución de los recursos, los bienes y el poder, de una forma
más equitativa a nivel global, así como la buena voluntad para cambiar el propio estilo de
vida y los hábitos de consumo para conseguir proteger el medio ambiente.
Competencia social y ciudadana, entendida como aquella que permite vivir en sociedad,
comprender la realidad social del mundo en que se vive y ejercer la ciudadanía democrá-
tica.
● Competencia relacional: en el que exista una comprensión de las conexiones que existen
entre la vida en el entorno inmediato y la vida de las personas que están en otras partes
del mundo, obteniendo las habilidades para participar en políticas a nivel local, nacional e
internacional.
● Competencia democrática, que recoge el desarrollo de un sistema de principios éticos
que genere actitudes democráticas, inclusivas, respetuosas, responsables, participativas,
activas y solidarias, que se acerque a una resolución de conflictos de manera no violenta.
● Competencia participativa, donde se produzcan actitudes y comportamiento encaminados
a trabajar con otras personas de modo cooperativo y para tomar responsabilidades para el
desarrollo de propuestas de cambio a favor de una sociedad global más justa.
Competencia cultural y artística, que supone apreciar, comprender y valorar críticamente
diferentes manifestaciones culturales y artísticas, utilizarlas como fuente de disfrute y enri-
quecimiento personal y considerarlas como parte del patrimonio cultural de los pueblos.
● Competencia de cultura global, que implica el desarrollo de habilidades para entender,
aceptar, apreciar y tolerar las diferencias culturales hacia otros pueblos y grupos raciales,
nacionales, étnicos, religiosos y lingüísticos, así como la capacidad de llevar a cabo la
igualdad entre los sexos.
● Competencia de pensamiento crítico, en el que se generen criterios personales para la
crítica de la realidad desde un modelo sistémico y en el que se manejen procesos de crítica
constructiva.

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Competencia para la autonomía e iniciativa personal, que incluye la posibilidad de optar


con criterio propio y espíritu crítico y llevar a cabo las iniciativas necesarias para desarrollar
la opción elegida y hacerse responsable de ella. Incluye la capacidad emprendedora para
idear, planificar, desarrollar y evaluar un proyecto.
● Competencia social cognitiva, desde la que se conozca y maneje los mecanismos de la
autoestima personal, la toma de decisiones, conocimiento de sí mismo, resolución de pro-
blemas y la asunción responsable.
● Competencia de implicación, donde la persona intervenga en la construcción de la rea-
lidad, implicándose de manera personal con sus recursos, instrumentos y conocimientos
personales, estando sensibilizado en la defensa de los derechos humanos.

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CONOCIMIENTOS PARA ADQUIRIR (1)


Dimensión de la persona:
● Identidad y diversidad cultural: La lógica de la diferenciación inclusiva.
● Conocer los elementos que favorecen la construcción de la identidad: autoestima, valora-
ción positiva, igualdad de género; Identidad y alteridad: derechos a la propia identidad y a
la no discriminación, el descubrimiento del otro, igualdad en la diferencia.
● Identificación de prejuicios y estereotipos. Formas de combatirlos.
● Dignidad humana como conjunto de principios que requieren un respeto incondicionado
y absoluto:
● Conocimiento de las necesidades básicas de las personas.
● Conocimiento de nuestras responsabilidades como ciudadanos y ciudadanas globales.
● Comprensión de las desigualdades e injusticias existente en las distintas sociedades del
mundo.
Dimensión interpersonal:
● Paz y conflicto: Actitudes que toman personas distintas ante el conflicto.
● Causas y efectos de los conflictos locales y globales, localizando zonas de conflicto en
la actualidad.
● La democracia como compromiso participativo en la construcción de los valores que re-
gulan la convivencia.
● Formas de cooperar: coopetición, colaboración, implicación, equipo,…
● Compromisos como ciudadanas y ciudadanos: derechos, obligaciones y mejoras que
inciden en el bien común.
● Formas de comportamiento para combatir la violencia.
● Conocimiento de los principios que componen los DDHH (2).
● Derechos de las mujeres que no se están cumpliendo, desde la perspectiva global, en el
mundo.
● Vocabulario básico para la interacción personal en varios idiomas.
Dimensión de las relaciones en el entorno social y natural:
● Globalización e interdependencia: Conocimiento de los sistemas económicos y políticos
imperantes en el mundo.
● Principios sobre los que se sustenta el consumo ético.
● Comprensión de conceptos globales implicados en los distintos futuros que existen y en
aquellos que son preferibles: cuidado del medio ambiente, energías renovables,…
● Acercarse a la dinámica de la población mundial, viendo la evolución de la población en
tiempo y espacio, expresándose en el comportamiento que sigue la mortalidad, fecundidad
y la migración, así como la influencia de la cultura y la economía en dichos cambios.
(1) El conjunto de contenidos se separan en tres dimensiones, acogiendo la multidimensionalidad que recogen Kubow, Grossman y NInomiya (1998) para las caracterís-
ticas básicas de la ciudadanía global. Aunque ellos proponen cuatro: dimensión personal, social, espacial y temporal, nosotros proponemos aglutinar en tres, cruzando
estas con la propuesta que el Consejo de Europa (2000) hizo para las dimensiones que abarca la educación para la ciudadanía, siendo estas: dimensión política, Cultural,
social y económica, europea y global. De este cruce se planteamos tres dimensiones: Dimensión personal, dimensión interpersonal y dimensión social y natural.
(2) Derechos Humanos

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● Relaciones de poder irracionales, que están en la estructura social para mantener el des-
equilibrio entre hombres y mujeres.
● Análisis de los factores sociales y culturales que están afectando a los cambios climáticos
conocidos en la actualidad.
● Relaciones entre consumo y deterioro del medio ambiente.
● Alternativas existentes para la sostenibilidad del medio ambiente

DESTREZAS PARA EJERCITAR


Dimensión de la persona:
● Clarificación de valores, reconocimiento y gestión de sentimientos y emociones propias
y ajenas.
● Autoconocimiento, autonomía y autorregulación.
● Identificación y análisis de actitudes ante el conflicto.
Dimensión interpersonal:
● Interpretación de opiniones.
● Capacidad de diálogo: argumentación y defensa de opiniones.
● Desarrollo de los cinco pensamientos: causal, alternativo, secuencial, perspectiva y me-
dio-fines.
● Capacidad de negociación y alcance de acuerdos.
● Desarrollo de la empatía como herramienta de acercamiento personal.
● Capacidad de reconocer la diferencia de otras personas respecto a sí misma.
● Comportamientos alternativos a la agresión y a la violencia.
● Escucha activa: entendiendo la comunicación desde el punto de vista del que habla.
Dimensión de las relaciones con el entorno social y natural:
● Pensamiento crítico: aceptación de puntos de vista diversos, planteamiento de interrogan-
tes, implicaciones y consecuencias, planteamiento de supuestos, localización de ideas,…
● Análisis crítico de la realidad y contrastado con los diversos puntos de vista existentes.
● Actitud de compromiso y entendimiento para mejorar la realidad.
● Capacidad de transformación del entorno.
● Formulación de normas y proyectos que pongan de manifiesto criterios de valor relacio-
nados con la implicación, la solidaridad y el compromiso.
● Capacidad para reconocer las injusticias y las desigualdades.
● Coherencia entre los criterios personales, las normas y los principios sociales.
● Establecimiento de una escala de valores, partiendo de la reflexión de aquellos que están
en conflicto dentro de la sociedad actual.
● Pensar según criterios de justicia y dignidad personal a partir de principios de carácter
universal.

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ACTITUDES PARA ALCANZAR


Dimensión de la persona:
● Autoconocimiento teniendo una postura de aceptación de la propia identidad, de las ca-
racterísticas, posibilidades y limitaciones del propio cuerpo.
● Valoración de las experiencias personales como elementos con los que se construye la
de identidad.
● Sentido de pertenencia a una ciudadanía global.
● Respeto por los elementos de diversidad, por los derechos fundamentales de las perso-
nas, por el trabajo de otros y otras, sus opiniones y creencias.
Dimensión interpersonal:
● Solidaridad, adhiriéndose a otras personas para resolver circunstancias de necesidad de
terceras personas.
● Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros Solidaridad.
● Sensibilidad hacia los sentimientos y necesidades de otras personas.
● Capacidad de percibir las penalidades y desgracias que sufren las personas en el mundo,
desarrollando la capacidad de compasión.
● Aceptación del diálogo como solución a los conflictos interpersonales, rechazando los
gestos de violencia.
Dimensión de las relaciones con el entorno
social y natural:
● Respeto por la diversidad humana, el entorno, el patrimonio cultural y natural.
● Sensibilidad por el impacto social y ambiental de las actividades individuales y colecti-
vas.
● Rechazo de la violencia y de las actitudes de intolerancia y exclusión.
● Compromiso por la justicia social y la equidad.
● Disposición hacia la erradicación de la pobreza en pro de un mundo más justo.
● Defensa de los DDHH.
● Interés por la búsqueda y práctica de formas de vida más justas.
● Sensibilidad ecológica, derechos sociales, económicos y culturales.

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Apuntes para el profesorado

DIVERSIDAD CULTURAL

El concepto de ciudadanía global pretende que identifiquemos al resto de habitantes


del mundo desde la igualdad y la diversidad. Igualdad como seres humanos, que
deberían tener reconocidos los mismos derechos y oportunidades. Diversidad, como
personas provenientes de diferentes culturas, países y formas de entender la reali-
dad, que conviven unas con otras formando una sociedad multicultural.

Por tanto abordamos este modelo de sociedad desde la inclusión y la interculturali-


dad. Entendemos que se da una inclusión real cuando todas las personas pueden
participar de forma plena en nuestra vida en sociedad. La interculturalidad, por su
parte, busca educar personas respetuosas con las particularidades del otro, favore-
ciendo la comprensión a través del conocimiento de las diferentes culturas.

Para desarrollar ese concepto de ciudadanía global planteamos un trabajo que inci-
da en un mayor conocimiento de las culturas y sociedades que conforman nuestro
planeta, equilibrando aquellas más cercanas, con otras más desconocidas y lejanas.
Este factor de lejanía no evita que podamos observar todos los elementos que nos
unen, ya que en un mundo globalizado e interdependiente, las relaciones son inevi-
tables.

Como uno de los aspectos más cercanos a nuestra realidad cotidiana queremos
incidir también en el fenómeno de las migraciones, aportando una visión positiva e
histórica. Esto implica hablar de nuestra sociedad como receptora de personas in-
migrantes, pero en la que también en el pasado tuvimos que emigrar a otras tierras
buscando unas mejores oportunidades de vida.

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EQUIDAD DE GÉNERO

En nuestro país las leyes y normas penalizan la discriminación por razón de sexo
pero todavía es necesario trabajar por un cambio profundo en nuestros valores e
ideas que permiten que se mantengan las desigualdades.

Si esto ocurre en nuestro país, no es difícil imaginarse que todavía en 23 países del
(3)
mundo existen leyes que discriminan específicamente a las mujeres .

Desde la educación podemos hacer mucho para promover una igualdad de género
(4)
real, visibilizando las razones por las que la pobreza tiene rostro de mujer :

· Mujer y pobreza: el 70% de las personas que viven en la pobreza son mujeres:
es lo que llamamos la feminización de la pobreza.

· Acceso a la educación: 2 de cada 3 personas analfabetas son mujeres. Las ni-


ñas tienen menos oportunidades para acceder a la escuela.

· Acceso y control de recursos: sólo el 1% de la propiedad de la tierra en el mundo


pertenece a las mujeres y sin embargo cultivan el 80% de su superficie.

· Carencia de derechos sexuales y reproductivos: en África Subsahariana, 1 de


cada 16 mujeres tiene probabilidades de morir durante el embarazo o el parto,
frente a 1 de cada 2800 en los países industrializados.

· Participación pública y poder de decisión: sólo el 17% de los escaños de los


parlamentos del mundo está ocupado por mujeres.

· En nuestro país hay aproximadamente tres


millones y medio de personas con discapaci-
dad, de las cuales más de dos millones son
mujeres. Éstas, por el hecho de ser muje-
res y de tener, además, una discapacidad,
sufren una doble discriminación que dificul-
ta sus posibilidades de desarrollar una vida
personal, social y laboral plena y activa.

Para conseguir la igualdad real es necesario tra-


bajar por ella, por ejemplo, cambiando nuestro
lenguaje y nuestra actitud sexista.
(3) Informe 2008 de Amnistía Internacional: El estado de los derechos humanos en el mundo.
(4)Objetivos de Desarrollo del Milenio. Una mirada a mitad de camino. Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España (2007).

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MEDIO AMBIENTE

En este bloque temático partimos del concepto de sostenibilidad ambiental para de-
sarrollar prácticas justas con el medio ambiente. La sostenibilidad ambiental la po-
demos definir como:

· Vivir conforme a la capacidad que tiene el Medio Ambiente para asumir nuestras
actividades y nuestro consumo.
· No consumir más de lo que la Tierra puede asumir.
· Vivir en armonía con el medio ambiente.

Dentro del concepto de ciudadanía global es importante recalcar la interdependencia


de todos los sistemas de nuestro planeta así como que el cambio climático es un
fenómeno global, pese a que sus causas y consecuencias se puedan observar local-
mente en nuestro día a día, en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, el cambio
climático afecta con mayor dureza a las poblaciones más empobrecidas.

El modelo que proponemos seguir de forma transversal en cualquier asignatura se


fundamenta en las 6 erres, ya que son una forma sencilla de llevar a la práctica acti-
tudes que favorezcan la sostenibilidad ambiental.

REUTILIZAR: antes de que un objeto se convierta en un residuo, podemos plantear-


nos qué otro uso le podemos dar.

REDUCIR: reducir nuestro consumo (agua, luz, objetos) implica utilizar menos recur-
sos naturales limitados y no sobreexplotar el planeta. Implica plantearnos la necesi-
dad de cada acto de consumo.

RECHAZAR: hay algunos objetos que debemos rechazar desde el primer momento
por sus consecuencias negativas, como el papel no reciclado, los objetos muy plas-
tificados, pinturas tóxicas, etc.

REPARAR: todo lo que podamos reparar mejor será, puesto que nos evitará comprar
nuevos productos, cuando aún se pueden aprovechar los que tenemos.

REFLEXIONAR: pararnos a pensar, antes de consumir, si el producto respeta al


medio ambiente y las personas. Pensar en qué momentos consumimos y por qué,
tratando de convertir el consumo en un acto consciente y crítico.

RECICLAR: debe ser la última solución ante un residuo, antes de reciclar debemos
procurar reutilizarlo, repararlo, etc.

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CONSUMO RESPONSABLE

Dentro de la educación para la ciudadanía global, entendemos el consumo respon-


sable como una de las formas privilegiadas para evidenciar la relación entre nuestras
acciones diarias y la vida de muchas personas en cualquier lugar del mundo.

El consumo responsable supone una revisión crítica y transformadora de nuestro


modelo de consumo, atendiendo a la repercusión social y ambiental de todo el pro-
ceso productivo, desde la extracción de materias primas a su comercialización.
Con los cuentos pretendemos dar una visión de cómo se pueden llevar a la práctica
los criterios del consumo responsable en nuestra vida cotidiana:

· Distinguir entre necesidades reales e impuestas. Del comprar porque necesita-


mos algo al irse de compras por ocio. Esto implica, a su vez, una posición crítica
ante la publicidad.
· Garantizar el reparto para satisfacer las necesidades “reales” de todas las per-
sonas del planeta. Esto implica una reducción de los niveles de consumo en los
países industrializados, que consumen la mayor parte de las materias primas.
· Elegir lo que compramos en base a varios criterios:
- Las condiciones de trabajo dignas en todo el proceso: extracción, produc-
ción y distribución.
- Priorizar lo local y de temporada: evita costes socioambientales (transporte,
emisiones, agricultura intensiva con grandes insumos) y fomenta la econo-
mía local.
- Sostenibilidad ambiental de todo el proceso comercial, respeto al medio am-
biente, impacto del producto en el entorno, etc.
- Evitar productos sobreempaquetados.
- Etc.
· Un Consumo Ético sería el que se ejerce cuando se valoran las opciones más
justas, solidarias o ecológicas
· Búsqueda de información y la formación de un pensamiento crítico con la rea-
lidad que nos rodea, con los medios de comunicación y la publicidad, cues-
tionándonos qué hay detrás de cada cosa que consumimos y cuáles son sus
consecuencias
· Utilizar el transporte público o usar la bici para movernos por la ciudad y el ba-
rrio.

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El método de trabajo que se va a seguir en toda la unidad es el de la enseñanza


basada en las narraciones. Esta elección la sustentamos sobre principios que son
favorecedores de todos los contenidos que se trabajan y de las capacidades que se
buscan desarrollar.

De esta forma los principios a los que hacemos mención son el aprendizaje cons-
tructivista, el ludoaprendizaje, el trabajo colaborativo, la perspectiva globalizadora,
aprendizaje significativo y el lenguaje oral como medio para aprender.

El aprendizaje constructivista pretende desarrollar elementos de la persona que ne-


cesitan un periodo de asentamiento y formación mayor, como es el caso de las com-
petencias ligadas al desarrollo de una ciudadanía global. El contraste de ideas, la ex-
perimentación, la localización de ideas ya asentadas, etc, permiten que el alumnado
sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje.

Por otro lado el ludoaprendizaje permite que el juego tenga un claro sentido educa-
tivo, dirigiendo los juegos planteados hacia la consecución de los objetivos que se
pretenden en la unidad. El ofrecimiento de esta metodología de trabajo en edades
tempranas es claro, pues lo lúdico adquiere categoría de educación, sobre todo si to-
mamos los juegos figurados, o aquellos que simulan situaciones reales y le permiten
a las chicas y chicos experimentar situaciones reales en entornos muy controlados.

Complementario a todo esto, el trabajo colaborativo abre la puerta a tareas conjuntas


que se realizan dentro de las aulas con normalidad, como son las asambleas y el
trabajo por grupos. Esto permite que los chicos y chicas crezcan en el sentido de la
colaboración, permitiéndoles participar de forma individual pero formando parte de
un equipo de personas; sabiendo que su opinión es importante en la medida en la
que escuchan y se considera la de los demás. Esta metodología nos permite intro-
ducir el método de investigación-acción, que genera procesos mentales de análisis
pero vinculados a una acción posterior.

La perspectiva globalizadora se perfila como la más idónea para el tratamiento de los


distintos contenidos y experiencias educativas. El principio de globalización supone
que el aprendizaje es el producto del establecimiento de múltiples conexiones, de
relaciones entre los aprendizajes nuevos y lo ya aprendido. Es, pues, un proceso
global de acercamiento del individuo a la realidad que quiere conocer. Este proceso
será fructífero si permite que las relaciones que se establecen y los significados que
se construyan sean amplios y diversificados.

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Se requiere asimismo que los aprendizajes que se procuren a los niños y las niñas
sean significativos. Ello implica una metodología que, partiendo de lo que los alum-
nos y alumnas conocen y piensan con respecto a cualquier aspecto de la realidad,
sea capaz de conectar con sus intereses y necesidades, con su peculiar forma de
ver el mundo, y les proponga, de forma atractiva, una finalidad y utilidad clara para
aplicar los nuevos aprendizajes que desarrollan. El equipo educativo, partiendo de
la información que tiene de los conocimientos previos de los niños y niñas, deberá
utilizar las iniciativas de éstos y las propias, proponiendo actividades motivadoras
que permitan relacionar informaciones nuevas con las ya existentes en la estructura
cognitiva de ellos.

Por último la narración, que es escogida para este proceso educativo pues el lengua-
je verbal se encuentra en la base de todo aprendizaje. Las primeras transmisiones
de conocimiento en la infancia se hacen por medio del lenguaje verbal y no verbal,
siendo también la principal herramienta de las familias, en todo el mundo, para for-
mar a sus hijos e hijas.

Cuéntame otro cuento


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a) Elije un cuento en función de la temática que


deses trabajar y en relación con los conte-
nidos curriculares de cada trimestre del cur-
so.

b) Haz una exposición de la temática central


del cuento, que sirva como acercamiento ini-
cial a lo que sabe el alumnado y que plantee
la transversalidad del conjunto de los temas
tratados.

c) Realiza el relato del cuento eligiendo la ma-


nera más adecuada a su metodología de
trabajo y las necesidades del conjunto de su
alumnado, pudiendo leerlo, interpretarlo con
los alumnos y alumnas o bien teatrarlo por
medio de guiñol.

d) Realiza asambleas al finalizar cada cuen-


to. Las conclusiones de estas asambleas
pueden quedar reflejadas de alguna forma
(un dibujo, una frase, etc.) sobre los sellos
que encontrarás al final de este cuaderno.
A su vez, estos sellos se pueden fijar sobre
el mapa mundi con la proyección de Peters
que puedes colocar en el aula.

e) Acompaña a los alumnos y alumnas duran-


te el proceso, e intenta enlazar lo aprendido
en cada cuento a situaciones del día a día,
haciendo énfasis en los temas t r a n s -
versales de la ciudadanía glo-
bal de los que se compone
cada relato.

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COC, CUÉNTAME OTRO CUENTO

Coc es una postal mapamundi que tiene una misión: conse-


guir que se estampen sobre ella 16 sellos con valores dis-
tribuidos por el mundo. Y tú, junto a toda tu clase, le podéis
ayudar a conseguirlo.
¿Cómo? Deberás escuchar con atención cada cuento. Al
finalizar, la clase deberá decidir en asamblea qué habéis
aprendido con el cuento y después reflejarlo de alguna ma-
nera en los sellos (a través de un dibujo, una frase, etc) que
encontrarás al final de este cuaderno. El sello se puede
pegar en la parte que corresponda del mapa Peters que
tendréis colgado en clase. De esta forma, nos acercaremos
a la realidad de algunos lugares de este planeta, teniendo
siempre en cuenta que ningún cuento es pura realidad ni
pura invención.
Mucha suerte, y agarraos porque esta postal, COC, tiene
muchísimas ganas de viajar y de que sus sellos empecéis
a estampar, porque eso querrá decir que ¡el mundo seréis
capaces de transformar!

Cuéntame otro cuento


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La concreción de toda la planificación, anteriormente encuadrada, se hace por medio


del trabajo de bloques temáticos que se trabarán a través de 16 cuentos, que aun
teniendo una temática central, trabaja de manera transversal el global de los conte-
nidos a tratar.

TÍTULO DEL BLOQUE Pg. TEMÁTICA CENTRAL CULTURA O PAÍS


(Título del cuento) TRABAJADA DE REFERENCIA
(Contenidos del cuento, (inspiraciones
temáticas que se trabajan) culturales y
geográficas que
representan)
¿No queremos 25 Diversidad cultural. España. Colombia,
extranjeros? Globalización, interdependencia. Brasil, Chile, etc.
Racismo.
La magia verde 29 Diversidad cultural. Respeto Satipo, Selva
a las poblaciones indígenas. amazónica Perú
Despoblamiento de las zonas
selváticas.
La rueda del carro 33 Diversidad cultural. El pueblo Andalucía
gitano como minoría mayoritaria
en España. Mujer gitana y el
acceso a la educación.
Mi abuelo vivió en el 36 Diversidad cultural. Emigración- Canarias- Sáhara
Sáhara inmigración.
Beatriz y su familia 37 Equidad de género. Roles de España
género adecuados, reparto
de tareas domésticas.
Discapacidad y género
La educación no se da 43 Equidad de género. Falta Lima, Perú
a todos de acceso de la mujer a la
educación. Alfabetización
femenina.
Pito pito, hospitalito 47 Equidad de género. Derechos Tánger, Marruecos
sexuales y reproductivos,
acceso a la sanidad pública.
La gran pregunta 51 Equidad de género. Togo, África
Participación pública y poder
de decisión de la mujer. Control
acceso recursos.

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Nime, la criatura del 57 Medio ambiente. Cambio Bosques de todo el


bosque climático mundo
Las cosas plasticosas 61 Medio ambiente. Efecto Badajoz,
consumo plástico, reducción. Extremadura.
¡A Reutilizar vamos a 65 Medio ambiente. Reutilización. Suecia
jugar!
Los zapatos de 69 Medio ambiente. Reciclado. El España, África
Angélica valor de las pequeñas acciones.
El mejor regalo 73 Consumo responsable. El uso Argentina
de la bicicleta y el transporte
público. El Comercio Justo.
El huerto de Teresa 77 Consumo responsable. La Barcelona
producción agrícola sostenible.
El ecolocal 79 Consumo responsable. El Sevilla, Andalucía
trueque como forma de
consumo.
La sopa de piedras 83 Consumo responsable. Bolivia
Distribución y consumo de
alimentos básicos.

Cuéntame otro cuento


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Cuéntame otro cuento


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Era la noche de Navidad y en todas las casas se disponían las familias para celebrar
la Nochebuena. De pronto, en el silencio nocturno, se oyó un fuerte ruido en la calle.
Algunas personas se asomaron con miedo a sus ventanas y vieron a un grupo de
hombres encapuchados que habían tirado varios adoquines contra el escaparate de
una tienda y pintaban con una brocha en la pared: “¡Fuera extranjeros!”.... “España
para los españoles”... La tienda era propiedad de un marroquí, que se había instala-
do en el barrio siete años atrás y vivía en un piso cercano con su mujer y tres hijos
que estudiaban en el colegio de aquella barriada.

La gente, muy asustada, corrió las cortinas o cerró sus ventanas. Al poco rato, siguie-
ron con sus preparativos de la cena de Navidad. Nadie se atrevió a llamar a la policía.
Los asaltantes se marcharon tan tranquilos y con grandes risotadas.

Al poco rato, dentro de la tienda se oyeron algunas voces: “¡Vámonos a nuestra


tierra!”...decía uno. “Pero ¿te has vuelto loco? ¿Cómo nos vamos a ir?”...contestaba
otro. “¿Es que no te das cuenta que aquí no nos quieren?...!Vámonos ahora mis-
mo!”…

Y la tienda empezó a bullir como si fuese un hormiguero. El café se marchó ense-


guida para Colombia y Brasil, de donde habían venido hace muchísimos años. El té
cogió un vuelo charter para la India, Camerún y Ruanda. Los collares de diamantes
sacaron vuelo para Sudáfrica, Sierra Leona y el Congo. Los anillos y otras prendas
de oro se fueron muy irritados a esos mismos países africanos. El cobre se fue a
Chile y el níquel a Nigeria. Las telas de algodón prepararon su pasaporte para Egipto
y las de seda para China. Toda la ropa vaquera se largó a EE.UU.

La carne, roja de vergüenza y enfado, hizo sus maletas para Argentina y las bana-
nas para Guatemala, Colombia y Nicaragua. El maíz y las patatas se repartieron por
todos los países de Latinoamérica, donde habían nacido sus tatarabuelos. Naranjas,
limones y mandarinas se fueron a Extremo Oriente, de donde los habían traído los
árabes hace siglos. Los eucaliptos regresaron a Australia y los cipreses a Persia;
los tomates a Perú, las berenjenas a la India, los pimientos a Guayana y el maíz a
México. El arroz, la alubia, el melocotonero, el tabaco... regresaron para siempre a
sus lugares de origen... Y así, poco a poco, cada cosa se marchó a su país de naci-
miento. La tienda se iba quedando casi vacía...

La gente del barrio volvió a asomarse a sus ventanas al sentir tanto movimiento en
la calle de aquellos extranjeros que se marchaban tan enfadados. Se reían de ellos y
se encogían de hombros diciendo: “¡Bueno, que se vayan!... Aquí tenemos de sobra
y nuestras fábricas producen de todo”...

Cuéntame otro cuento


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En ese mismo momento, el fuego de sus cocinas se apagó: la comida se estropeó
y sus hornos dejaron crudo el pavo, pues el gas se marchó volando a Argelia. Así
que tuvieron que pedir urgentemente en todos los hogares una tele-pizza, pero les
contestaron que el servicio había quebrado: ¡todas las pizzas se habían ido a Italia
sin avisar!

Dispuestas a no quedarse sin la cena navideña, muchas familias cogieron sus co-
ches para ir a algún restaurante que quedase abierto, pero... ¡no había gasolina en
sus depósitos ni en las estaciones de servicio!... El petróleo se fue a Venezuela, a
Irak y al Golfo Pérsico. Además, los coches habían quedado hechos una birria: el
caucho de las ruedas también se había ido a su país y las carrocerías parecían de
chicle, pues el aluminio, el hierro, el plástico, etc. ya no estaban tampoco.

¡Vaya Navidad!... Casi desesperados, con mucha hambre y aburridos, unos conecta-
ron el ordenador para pasar el tiempo con un video-juego; otros marcaron mensajes
en sus teléfonos móviles. Pero tampoco pudieron hacerlo: nadie sabía que tales
mecanismos funcionan con un mineral llamado coltán, que fue el primero en irse al
Congo, de donde lo habían traído recientemente. Además, estos utensilios tan mo-
dernos ya habían reservado billete para Japón, Taiwán y Tailandia.

¡Bueno, no pasa nada!... Encendamos la chimenea de leña y cantemos “Noche de


Paz”... se dijeron unos a otros para animarse. Mas ni siquiera eso pudieron cantar
puesto que el villancico había regresado a Austria a vivir en la casa de su composi-
tor.

Entonces, aquella gente de aquel barrio miró con lágrimas de arrepentimiento la


pintada en la pared de la tienda: “¡Fuera extranjeros!”... y pensaron que no debieron
haber permitido a aquellos brutos hacer tal barbaridad.

Y colorín colorado, ¡ qué bien que las cosas y las personas de distintos lugares del
mundo se hayan mezclado !

Autor: Esteban Tabares


Fundación Sevilla Acoge

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Hola, soy Tatiana, una niña de 9 años. Ahora estoy viviendo en un colegio-hogar lla-
mado Satipo, sí Satipo, no sapo ni sapito, SA TI PO. ¿Qué dónde está mi colegio?,
muy sencillo, en la selva de Perú. Pero no os preocupéis que aquí no hay ni leones
ni nada. Lo que sí hay son muchísimos árboles y casitas de piedra y caña. Y por su-
puesto, muchos niños y niñas corriendo por todos lados.

Cerca de mi colegio también hay carreteras, aunque son de tierra, y cuando llueve
parece que vivimos en un pueblo de barro. Barro por aquí y barro por allá. Hasta el
suelo de las clases se llena de barro.

En este colegio-hogar hay niños y niñas de muchas partes de la selva, por lo que
se habla muchos idiomas. El mío es el Ashaninca y también hablo perfectamente el
español.

Yo, junto a 200 niños y niñas, vivimos en una casita pegada al colegio. Nos cuidan
las profesoras, y nos tratan muy bien. ¡Ellas saben que echamos mucho de menos
a nuestras familias!. Yo no tengo padres, pero tengo unos abuelos que me quieren
mucho. ¡Qué pena que donde viven ellos no haya escuelas para mí!.

¿Qué cómo vestimos en mi colegio? ¿Os acordáis que aquí se hablaban muchos
idiomas porque somos de distinta parte de la selva? Pues igual pasa con la ropa
que llevamos. Nuestro colegio está muy chulo porque nuestra directora quiere que
sigamos vistiendo como lo hacíamos en nuestras aldeas. Yo visto con una túnica
naranja adornada con cáscaras de caracol. En la selva hay unos polvos que sirven
para teñir la ropa. Y los caparazones de caracol me los cosió mi abuela antes de
venirme a vivir a la escuela-hogar porque aunque esté lejos de ella le gusta verme
bien guapa.

¿Os he contado que estoy muy contenta en mi colegio? Ahora tengo muchos ami-
gos y amigas. Pero aún me pongo triste cuando me acuerdo de mis primeros días
aquí. Yo no conocía a nadie. Me costaba mucho hacer amistades nuevas. Además,
cuando salía al recreo había niños y niñas que hablaban otros idiomas y vestían muy
diferente a mí y en ocasiones me sentía un poco extraña. No entendía porqué me
miraban de una forma tan rara.

Todo eso cambió el día que, durante un recreo, una niña de 11 años me preguntó si
podía hacer un cuento para ella. Un cuento… ¿yo? Pero si yo no soy cuentista - le
dije-, y ella se rió a carcajadas. Ya lo sé, me dijo aquella niña de pelo negro. El cuento
es para publicarlo en la revista del colegio, y se llamará “La magia verde”.

Cuéntame otro cuento


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Pero yo seguía sin comprender nada, y fue cuando le pregunté porqué me pedía el
cuento a mí y no a otros niños y niñas del colegio. Y aquella chica me contestó que
por el vestido que llevaba había reconocido que era ashaninca y que, por tanto, yo
había vivido en una parte de la selva que parece mágica, y donde hacía muchos
años las plantas se utilizaban para curar enfermedades, y los ríos eran los más lim-
pios del planeta.

Me sorprendió mucho que aquella niña de 11 años supiera tantas cosas sobre el lu-
gar donde había nacido yo. Y era así porque ella también, de pequeñita, había vivido
allí. Era también ¡ashaninca! ¡No sabéis la alegría que me dió!

Fue entonces fue cuando acepté su propuesta para escribir un cuento sobre el lugar
donde las dos habíamos nacido, un lugar con magia verde. Sería una buena opor-
tunidad para dar a conocer nuestra cultura ashaninca a los demás niños y niñas del
colegio. Además, me iba a servir para no sentirme tan sola, y no olvidar que siempre
tenía un lugar donde regresar junto a mi abuelo y mi abuela.

Así que ¡manos a la obra!. Afortunadamente mi nueva amiga me ayudaba mucho,


y eso me facilitaba ir escribiendo el cuento sobre los ashaninkas. Pero la verdad es
que poco a poco me iba dando cuenta de que había muchas cosas que ya no re-
cordaba porque las antiguas costumbres de mi pueblo poco a poco también se iban
perdiendo.

Por suerte, las vacaciones de Navidad llegaron pronto, y con ella la hora de volver a
casa a descansar del colegio. Pero no todos los niños y niñas tenían un lugar donde
pasar las vacaciones, y debían quedarse en el colegio. Esto es lo que a mi nueva
amiga le pasaba, ella no tenía familia a la que visitar, así que decidí contárselo a mis
abuelos y ellos accedieron encantados a que me acompañara durante estas fiestas.
Además, podríamos aprovechar para que mi abuela nos contara viejas historias so-
bre plantas que ayudaban a curar enfermedades, sobre las propiedades de la tierra
para hacer pinturas, sobre piedras y ríos mágicos…un millón de historias que nos
servirían para terminar un bonito cuento.

Las vacaciones de navidad finalizaron, y era el momento de regresar al cole, y aun-


que nos daba pena tener que alejarnos otra vez de nuestro pueblo, había algo que
nos ilusionaba, y ese algo era que nuestro cuento saliera en la revista del colegio.
¡Por fin lo terminamos!, era un cuento la mar de bonito y entretenido. Y ¿sabéis
qué?, que gracias al cuento todos los niños y niñas del colegio ya no me miraban
de aquella forma tan rara, porque ya sabían qué significaba llevar un vestido de tela
con adornos de caracol, y además, no paraban de preguntarme sobre las historias

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que nos contó mi abuela y de cómo eran mis otros amigos y amigas ashanincas.
Y fue entonces cuando más me alegré de poder seguir vistiendo como antes, y de
poder seguir estudiando mi propia cultura para que nunca, aunque los niños y niñas
tengamos que ir lejos para estudiar, nos olvidemos de que tenemos un lugar donde
regresar con diferentes costumbres, nuestro otro hogar, un hogar como la selva con
magia verde.

Ah, por cierto, no os olvidéis pegar mi sello en el mapa, porque será la forma de se-
guir recordando a los ashaninkas y a vuestra nueva amiga Tatiana.

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Cuéntame otro cuento


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Manuela es una niña gitana que ya tiene 10 años, y no le gusta demasiado ir al co-
legio. Cada mañana, su madre la despertaba y ella volvía a hacerse la dormida para
evitar ir al colegio.

A la madre de Manuela, que se repitiera la misma historia todas las mañanas y sobre
todo esa desgana que tenía su hija para estudiar, le estaba empezando a preocupar.

Un buen día, a la vuelta del colegio, Manuela se encontró colgada en el salón una
bandera con una franja verde y otra roja con una inmensa rueda de carro en el
centro. Manuela que era muy curiosa corrió a buscar a su madre para preguntarle
por aquella bandera, pero rápidamente su madre, la descolgó tranquilamente de la
pared, la dobló y la guardó sin darle más explicaciones. Al día siguiente, la madre de
Manuela, volvió a colocar la bandera un poco antes de que su hija regresara del cole
y cuando ésta entró por la puerta volvió a correr detrás de su madre para preguntarle
qué significaba aquella bandera. Pero su madre, una vez más sin decirle nada a la
niña, la descolgó, la dobló con esmero y la guardó.

Durante varios días se estuvo repitiendo esta situación, y la madre nunca le daba
explicaciones a Manuela, hasta que un día la niña no pudo más con su curiosidad y
empezó a buscar en todos los libros de la casa alguna foto o dibujo de esa curiosa
bandera.

Día tras día fue rebuscando en los libros, leyendo y encontrando diferentes historias
que cada vez le entusiasmaban más, hasta que un día: ¡por fin! ¡por fin! ¡la encontré!
¡la encontré! ¡Yuuuupi!

Manuela había encontrado en un libro muy bonito un dibujo con la bandera que su
madre había estado colgando todos los días en la pared del salón. La madre al es-
cuchar esos gritos de alegría se imaginó lo ocurrido y la observó sin que ella se diera
cuenta. Manuela parecía muy interesada mientras leía en un libro una pequeña his-
toria que había junto al dibujo de la bandera con la Rueda de carro en el centro…

“Érase una vez un gran pueblo llamado Rom, donde las personas calés (gitanas)
hablaban el caló (lengua propia). Algunos dicen que nacieron en Egipto, otros que
vienen de Pakistán e India. Pero la verdad es un misterio, sobre todo porque la cultu-
ra gitana ha sido siempre ágrafa, que quiere decir que no ha conservado por escrito
sus tradiciones.

Lo cierto es que los abuelos de nuestros abuelos fueron perseguidos, y la comunidad


gitana fue huyendo recorriendo pueblos y países en carromatos tirados por animales.

Cuéntame otro cuento


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Por eso, la comunidad gitana es de origen nómada, que significa que estaban acos-
tumbrados a viajar mucho y a cambiar de casa constantemente".

Manuela estaba comprendiendo que el carro que aparecía en esa bandera, era el
mismo carro que utilizaban sus antepasados para viajar de un lado a otro. Un carro
que servía para buscarse la vida como vendedores ambulantes. Pero quería saber
más sobre su significado.

Manuela siguió leyendo diferentes historias de la comunidad gitana y fue compren-


diendo algunas de sus costumbres.

Y entre tantos libros, Manuela encontró también algunas cartas que su abuela le es-
cribió a su madre hace ya muchos años, antes de que naciera Manuela.

En una de estas cartas la abuela de Manuela le contaba a su madre que la rueda de


carro simbolizaba los deseos de libertad de circulación más allá de las fronteras es-
tablecidas, y que ese significado lo tenía que trasladar a su vida. A seguir estudiando,
a mejorar, a crecer para ser cada vez más libres. Y también leyó esto:

“Hija, he tenido que trabajar mucho para que fueras a la escuela. Siempre he
creído que mis 5 hijos debían aprender a leer y escribir. Pero no era fácil en
aquel tiempo, porque algunos familiares no estaban de acuerdo con que estu-
diáramos. Pero yo les respondía que mis hijas tenían que estudiar, para que
algún día, fueran personas que pudieran ayudar a su pueblo, a la comunidad
gitana”

A Manuela le sorprendió mucho que hubiera personas que no quisieran que las niñas
gitanas fueran al colegio, y que hasta hacía muy poquito tiempo las mujeres se casa-
ban y tenían hijos mucho más jóvenes que ahora. Y por eso, aún hoy, solo 2 de cada
100 personas gitanas como la madre de Manuela tenían carrera universitaria.
Ahora Manuela entendía porqué su madre ponía tanto empeño en levantarla cada
día para ir al colegio.

Desde aquel día, Manuela se levantó con alegría cada día para ir al colegio y estu-
diar, bueno, de vez en cuando para hacer reír a su madre se hacía la remolona y se
volvía a la cama para hacerse de nuevo la dormida. Pero lo importante es que había
comprendido muchas cosas a través de una aparentemente simple rueda de carro.
Y colorían colorado ¡el pueblo gitano a muchos lugares del mundo con su carro ha llegado!

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Hola, me llamo Airam y soy un chico de las Islas Canarias. Supongo que sabes dón-
de estamos, en el Océano Atlántico, muy cerca de África.

El otro día llegó a mi colegio un chico del Sáhara, que se llama Abdel y que ha venido
a estudiar. Se está quedando con una familia canaria que le ha acogido en su casa.
Abdel nos estuvo contando cómo es su vida en el Sáhara, y es muy diferente a la
nuestra aquí. Me quedé muy sorprendido de todo lo que nos contó y no pude dejar
de pensar en ello todo el día.

Cuando llegué a casa se lo conté a mi familia, y mi abuelo me hizo muchas pregun-


tas. ¿Sabéis por qué? Pues porque hace muchos años él se fue al Sahara a vivir.

- ¿Y por qué te fuiste allí, abuelo? – Le pregunté. Entonces mi abuelo me empezó


a contar su historia:

“En aquella época, hace no demasiados años, aquí en Canarias pasábamos muchas
necesidades. Las tiendas tenían muy poquitas cosas y encima cada familia teníamos
un librito en el que marcaban lo que podíamos comprar, para repartirlas entre todos
sus habitantes. En casa no había suficiente comida para todos los hermanos y herma-
nas, y como yo era el mayor, en cuanto cumplí los 16 años me fui al Sáhara a trabajar.

Ahora ya no es así, pero entonces el Sáhara pertenecía a España. Como el Sáhara


era muy rico en minerales que había bajo la tierra, había empresas españolas que lo
sacaban para llevárselos a España. Yo trabajaba en una de esas empresas.

Mientras trabajé allí conocí a muchas personas saharahuis, que trabajaban conmi-
go. Tengo muchos amigos y amigas de aquella época, pero ya no viven en el lugar
en que yo viví. Cuando España se fue del Sáhara tuvieron que huir por la guerra, y
ahora viven en medio del desierto muy lejos de su país. Tu nuevo compañero Abdel
debe ser hijo o nieto de una de esas personas que tuvieron que dejar su casa.

En aquel momento yo me volví a Canarias y empecé a trabajar en otra cosa. Y es


curioso porque ahora tengo compañeros de trabajo que vienen del Sáhara y de otros
países a trabajar a Canarias. Al igual que yo hace muchos años, quieren mejorar sus
condiciones de vida. ¡Y qué bien que puedan hacerlo aquí!”

Y así fue como mi abuelo me contó su historia. Yo no sabía que también en Canarias,
y en toda España, muchas personas habían tenido que ir a vivir a otro país, porque
aquí también había mucha pobreza. ¡Cómo ha cambiado todo en tan poquito tiempo!

Y colorín colorado, ¡ Conozcamos de donde vienen las personas que están a nuestro
lado!

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Todos me llaman Bety, aunque mi nombre de verdad es Beatriz. Y esta que está a mi
lado, en el dibujo, es mi perrita Lupi.

Os sorprenderá verme así, aquí sentada, en esta silla de tantos colores como pega-
tinas. A mí no me importa porque estoy acostumbrada; a mi familia, a mis amigos y
amigas y al vecindario tampoco, porque siempre me han visto sobre estas dos rue-
das, pero a lo mejor a vosotros y a vosotras os llama la atención.

También Lupi está acostumbrada. Le gusta mucho sentarse en la silla y no caminar,


es muy comodona. Cuando quiere dormir lo hace sobre mis rodillas, pero cuando se
queda mucho rato encima me hace daño, y es entonces cuando la despierto y nos
ponemos en acción.

Os preguntaréis porqué no camino. Cuando era pequeñita tuve un accidente y mis


piernas se quedaron sin fuerzas, no las puedo mover. Desde entonces tengo lo que
la gente mayor llama una discapacidad física.

En cambio, la cabeza me funciona de maravilla, y también mis manos y mis brazos.


Me visto, me desvisto, me lavo sola y pongo la mesa cuando me toca, —lo puedo
hacer porque todos los platos están colocados en los armarios bajos de la cocina—.
Además caliento el desayuno y papá me está enseñando a hacer la cama. ¡Es fácil,
sólo tengo que colocar el edredón encima!

En casa nos repartimos las tareas domésticas. Un día a la semana nos sentamos
y decidimos qué le corresponde a cada miembro de la familia; si esa semana papá
cocina y plancha, mamá friega los platos y limpia la casa. Cada cual debe de hacer
su propia cama y ordenar su habitación.

Cuando hay que sacar a Lupi a la calle para que haga sus necesidades también nos
turnamos. Mamá a veces nos recuerda:

— ¡Hoy te toca a ti!

A mí me divierte sacar a Lupi. ¿Que cómo lo hago? Vivo en una casa con espacios
grandes y puertas anchas para que pueda pasar con la silla. También el ascensor
es amplio, las puertas se abren solas y alcanzo a todos los botones. Además es un
ascensor parlante. Dice:

— Primero, segundo, tercero…— para que las personas ciegas sepan cuándo llegan a
su piso.

Todas las casas deberían ser como la mía, y así las personas con discapacidad po-
drían hacer todo lo que yo hago y depender un poco menos de los demás.

Cuéntame otro cuento


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Llevo un rato hablando y se me olvidaba presentar a mi hermano Miguel. A él eso
de poner la mesa, hacer la cama u ordenar su habitación no le gusta nada. Papá y
mamá se enfadan con Miguel porque, cuando ordena su habitación, mete los calce-
tines sucios debajo de la cama y tienen que entrar con las narices tapadas a abrir la
ventana para que salga el mal olor.

La verdad es que mi hermano es un poco desastre para las tareas domésticas. El


otro día, papá le estaba enseñando a tender la ropa y… ¿a que no sabéis lo que
pasó?

Cuando iba a colgar en el tendal los calzoncillos de papá, se le cayeron de las manos
y fueron a parar sobre la cabeza de una señora que acababa de salir de la peluque-
ría. Papá se puso rojo como un tomate y a Miguel le dio un ataque de risa. No podía
parar de reír. ¡Pobre papá! Tuvo que bajar a la calle y, avergonzado, pedir disculpas
a la señora. Tengo un hermano un poco patoso. Ayer, por ejemplo, tropezó con la
aspiradora mientras mamá la pasaba por la alfombra del salón. No sé qué hizo, se
le enredaron los pies en el cable y ¡plof!, de un tirón arrancó el enchufe. ¡Casi se
electrocuta!

¡Menos mal que a mamá se le da muy bien la electricidad y enseguida arregló el


enchufe! Después siguió limpiando como si nada hubiera pasado.

Pero en mi casa no todo es trabajo. Los domingos por la mañana me ducho tranquila-
mente y luego… Ya veo por vuestras caras que otra vez os preguntáis cómo lo hago.

¡Muy fácil! En la bañera tengo colocada una silla de plástico; después de levantarme
y hacer pipí, mamá me sienta en ella y me ducho sola. Al acabar, me visto y salgo con
toda la familia de paseo, incluida Lupi. Solemos ir a la plaza del pueblo, donde hay un
kiosko que vende unos chuches… ¡hum! ¡Qué ricas! A Miguel y a mí nos gustan mucho.

Mi hermano suele ir a nuestro lado en patinete, corriendo y parando a esperarnos. A


mí me da un poco de envidia, pues me gustaría montar en el patinete y correr tanto
como él. Es entonces cuando recuerdo que tengo una silla mágica.

¡Vaya! ¡Mamá me llama!

Vuestras caras son simpáticas, me caéis bien.

Cuento extraído de:


Cuentos para soñar un mundo mejor y cuentos para todo el mundo.
Para compartir en igualdad. Para vivir la diversidad
Autoras: Ana Mª García Gago, Laura Viñuela Suárez
Fundación FASAD

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Pilar es una profesora- alfabetizadora que decidió irse de voluntaria a Villa El Sal-
vador, un barrio de Perú donde la mayoría de las familias son personas que han ido
llegando de pueblos de alrededor en busca de un futuro mejor.

El trabajo de Pilar consistía en enseñar a leer y escribir a un grupo de madres del


barrio que no habían tenido la oportunidad de ir a la escuela.

El primer día de clase, Pilar decidió que usarían todo el tiempo para darse a conocer
unas a otras. Ella les iba preguntando a cada una de sus alumnas las razones por las
cuales no sabían ni leer ni escribir. Y ellas le respondieron con este teatrillo improvi-
sado al que llamaron “La educación no se da a todos”:

“Señorita Pilar, para comenzar con nuestro teatro deberá hacer un viaje mágico con
nosotras a nuestra infancia e imaginarse que en vez de 35 años tenemos 6 ó 7 añi-
tos. Piense que estamos rodeadas de montañas llenas de chacritas (granjas), ani-
malitos, casitas de barro, lagunas, árboles por todos lados y un cielo tan azul como
nunca ha visto.

Y el teatro comenzó:

—Mira, Paulina, ya llegaron del pueblo los materiales para construir la escuela, por
fin vamos a aprender a leer y a contar —exclamaba emocionada una niña de unos 7
años llamada Paulina. Y después de varias jornadas de trabajo entre todos los veci-
nos la escuela quedó terminada y llegó el nuevo profesor.

¡Habitas para el profesor, choclito (mazorca tierna de maíz) para el profesor, con su
quesito más!.

—Ahora sí voy a ir a la escuela —se dijo Paulina determinada. —Voy a aprender, voy
a avisarle a mi mamá que quiero ir a la escuela.

Pero la mamá le devuelve una mirada triste y baja la cabeza, entonces interviene el
padre.

—Los dos no pueden irse a la escuela, alguien tiene que pastar las ovejas. Tu herma-
nito es varón así que él tiene que educarse, tú tarde o temprano te vas a casar, vas
a tener tus hijos, te vas a encargar de la casa, no necesitas aprender, pues, sería un
desperdicio; en cambio tu hermanito va a ser el hombre de la casa.

Paulina, sollozante, abandona la casita de barro y se dirige a la pampa (terreno) a

Cuéntame otro cuento


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pastar sus ovejas. Se sienta sobre una piedra, se envuelve en su mantita de colores
protegiéndose del helado viento y desaparece en aquel paraje desolador... Pero en
eso, ¿qué haces, Paulina? ¿Por qué regresas a la casa?

—No, papá, yo quiero ir a la escuela.

—Pero hija, no se puede, tienes que cuidar las ovejas.

—Pero papá, yo quiero ir a la escuela.

—No hija, ya te dije que no puedes, tienes que cuidar las ovejas.

—No, papá, mejor mándale a mi hermano para que cuide las ovejas.

—Pero hijita...

—No, hija, no puedes ir.

—Papá, yo quiero ir a la escuela, papá, ¡déjame ir, papá! Así no seré una niña burra!

De forma inesperada, la señorita Pilar interrumpió aquel teatro. Se había emociona-
do tanto al escuchar a esa niña suplicarle a su padre que la dejara ir a la escuela…
No podía entender cómo los del Ministerio de Educación no hicieron nada para que
los niños y niñas de aquel lugar asistieran a la escuela. Y las mujeres se acercaron a
Pilar y le dijeron que sus papás les ocultaban en sus casas para que nadie las viese.
Claro, ahora cuando sus padres visitan a sus hijas les pide perdón porque se arre-
pienten de no haberlas llevado a la escuela. Ellos pensaban que en el campo donde
vivían no hacía falta que una niña estudiase.

Al escuchar todo esto, a la señorita Pilar se le hizo un nudo en la garganta y empezó


a llorar a moco tendido y aquella mujer que hace años fue una niña campesina que
no pudo ir a la escuela la abrazó. Y fue cuando la señorita Pilar decidió hacer algo,
ya que al principio del teatro sus alumnas le habían invitado a un viaje con su imagi-
nación, volverían a hacerlo, pero esta vez para que la misma niña que no pudo ir a la
escuela le pusiera un final feliz al teatro. Y entonces fue cuando de nuevo, viajaron
al campito, y donde la niña campesina se imaginó que su padre, que le repetía una y
otra vez que no podría ir a la escuela, cambió de opinión y le decía:

—Bueno hijita, sí vas a ir a la escuela, pero también tu hermanito tiene que ir.

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—Ya sé, ¿por qué no estudia mi hermanito por la mañana y yo estudio por la tarde y
nos turnamos para cuidar las ovejas? —propuso la niña.

—Está bien hijita, vamos a hablar con el profesor, así lo vamos a hacer, los dos van
a ir a la escuela.

¡Bravoooo!, aplausos, sonrisas, secaderas de lágrimas, sonaderas de moco, suspi-


ros de alivio, la educación es para todos, incluso para las niñas campesinas!

Y fue así como la señorita Pilar se despidió de sus alumnas mayores, pensando
que aquel día ella misma había aprendido mucho más que ellas en su primer día de
clase!

Y colorín colorado, la educación todos y todas hemos valorado.

Adaptación del texto publicado por:


Valenzuela, Pilar: «Lecciones de mujeres y arena. Cuento», en Ciberayllu.

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Hola, soy Mohamed.

¿A que no sabéis dónde vivo? En Tánger.

¿Qué dónde está Tánger? Pues está en Marruecos, justo abajito de Andalucía. Si
vamos en barco solo se tarda una hora en llegar desde Cádiz.

Seguro que en vuestro colegio o en vuestro barrio también hay alguna persona ma-
rroquí y os puede decir dónde está situado en el mapa.

¿Os he dicho que estoy muy contento? Sí, pero que muy contento, porque tengo una
nueva hermanita. Se llama Aadab, que significa Esperanza. Bonito nombre, ¿ver-
dad? pues lo elegí yo.

El día que nació mi hermana, mi abuelo y yo fuimos a recogerlas en coche al hospital.


Y de pronto, cuando mi madre estaba saliendo del hospital con mi nueva hermanita,
me di cuenta de que una mujer comenzó a gritar…

¡No hay derecho! ¡No hay derecho!.

Era una mujer embarazada, estaba tan gordita como antes lo estaba mi madre, se
había caído al suelo y se había puesto a gritar porque no la dejaban entrar en el
hospital.

Mi abuelo la cogió, y para tranquilizarla, le preguntó: ¿De dónde viene usted, seño-
ra? Del barrio Beni Makada - contestó ella- de la parte de los caminos de tierra y las
casas de adobe.

Entonces, observé cómo mi abuelo se sentaba junto a ella, le hablaba relajadamen-


te, parecía darle una información que la mujer estaba agradeciendo y le dibujaba
una sonrisa en su rostro antes apenado. Se despidieron y quedaron en encontrarse
pronto.

¿Qué les has contado? ¿Por qué se ha ido tan contenta? Pregunté a mi abuelo.

Verás, a esta señora no la dejaban entrar en el hospital porque no tenía suficiente


dinero para pagar a los médicos ni tampoco para las medicinas que necesita para
que su bebé nazca bien. Desgraciadamente, esta situación se repite en demasiadas
partes del mundo. Pero le he hablado de tu madre. Ya la conoces, sabes que es una
mujer fuerte y luchadora, que ha tenido oportunidades que desgraciadamente otras

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no han tenido. Ella ha podido estudiar, trabajar y ahora se puede permitir acudir al
hospital para tener a tu hermanito. Un derecho que tendrían que disfrutar todas las
mujeres del mundo.

Si, es verdad abuelo. Mi madre es maravillosa además de afortunada. Pero dime;


¿a qué se dedica mi madre? Y ¿qué tiene que ver la alegría de esta pobre mujer
con mamá?. Mira Mohamed, tu madre trabaja con personas como esta mujer que
no pueden permitirse pagar un hospital, ni muchas otras cosas necesarias para vivir.
Ella se preocupa por estas mujeres, les ofrece información y les facilita continuar los
estudios. Además les busca otras opciones para que las madres puedan tener a sus
hijos con las atenciones sanitarias necesarias. Es por eso por lo que la mujer se ha
ido tan contenta. Le he dado el contacto de tu madre para que ella pueda ayudarla.
Mi abuelo se agachó y me dijo una cosa, recuerda que todas las personas somos
importantes y todas tenemos derecho a entrar a un hospital y que nos curen, y más
aún las mujeres como tu madre y como esta señora, que están embarazadas.

Ya lo se abuelo, no es justo, le dije yo.

Y mi abuelo me explicó que había que luchar y tener esperanza en que las cosas
cambiasen. Y que debía prometerle que estudiaría mucho para que cuando fuese
mayor pudiera hacer algo para que todas las mujeres tengan un hospital al que ir
aunque no tengan dinero. Esa era la esperanza de mi abuelo, y ahora también sería
la mía.

Y así fue como elegimos el nombre de mi hermana Aadab, porque el día que ella
nació yo aprendí lo que significa esperanza.

Punto y final, ¡todas las mujeres deben tener acceso a un hospital!

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Grace es una niña de seis años que vive en Bassari, una pequeña ciudad de Togo
(África). A Grace le encanta ir al colegio, cuando las labores de la casa no se lo im-
piden. Para ir al colegio coge sus libros, sus lápices y se va corriendo a la escuela,
pues tarda casi una hora en llegar andando. Los días que no hay colegio le gusta
vestirse y ponerse más guapa, poniéndose su traje (bubú) que es muy alegre y tiene
mil colores diferentes, con un precioso lazo en la cabeza, para que el sol no le haga
desmayarse.

La madre de Grace es una mujer muy alta, tan alta que puede coger las cosas que
están encima del mueble alto de la cocina, sin tener que usar una escalera. Una vez
Grace se enfadó y tiró al aíre uno de sus lápices, quedándose enganchado en la
rama del árbol que tiene en la puerta de casa. Grace lloraba diciendo:

- ¡¡No puedo cogerlo!!, ahora no puedo terminar las tareas del colegio. Mamáaaaa,
ayuuudameeee.

- No te preocupes hija – le dijo su madre – y con sólo levantar la mano pudo recoger
el enganchado lápiz de Grace.

El padre de Grace es también muy grande, tanto que puede coger los troncos de ma-
dera que se encuentran en lo más alto del pilón destinado a gastarse en la cocina.

Grace tiene muchas amigas y amigos, con los que va al colegio, y con los que juega
algunas tardes. Todos ellos ya saben lo que quieren hacer cuando sean mayores.
Jon quiere dedicarse a la venta de maíz, consiguiendo un puesto en el mercado
local; Arlinda espera encontrar un trabajo como telefonista en una gran ciudad; Do-
mingo dice que de mayor conducirá un camión por todo el país, llevando y trayendo
alimentos; Cadi quiere ser profesora, pues es ella quien le explica a Grace las cosas
del colegio cuando no las entiende; y Maimuna siempre ha querido ser carpintera,
fabricando muebles y sillas.

Sin embargo Grace aún no tiene claro qué va a hacer cuando sea mayor, pues las
ideas de sus amigos y amigas le parecen bien, pero a ella le gustaría ser diferente.

Un día Grace le preguntó a su madre:

- Mamá – le decía con un sentimiento entre pena y duda - ¿qué puedo ser de mayor?

- Hija no te preocupes aún de eso – le decía su mamá con un sonrisa – serás lo que
quieras cuando lo tengas claro.

Cuéntame otro cuento


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- Peroooo – le volvió a preguntar Grace - ¿tú a que te dedicas? ¿Cuál es tu trabajo?

- ¿Quieres saberlo de verdad? – le preguntó su madre llena de felicidad –

- Sí, porque yo quiero ser como tú, cuando sea mayor – dijo Grace con la esperanza
de encontrar en su madre una respuesta a la duda que le había surgido.

- Bien, mañana vendrás conmigo a mi trabajo – afirmo la mamá de Grace.

A la mañana siguiente, muy muy temprano la mamá de Grace la levantó para que
fuera a conocer dónde trabajaba. Tenían que levantarse tan temprano porque el sitio
a donde iban estaba muy lejos y en la ciudad de Grace muy pocas personas tienen
coche o moto. Así que se calzaron sus zapatos y se fueron andando, durante más
de una hora.

Por el camino Grace miraba con sus grandes ojos la cantidad de cosas llamativas
que iba viendo, feliz de acompañar a su madre al trabajo. Cogida de su mano, le
comentaba…

- Mamá, mamá, mira qué árbol tan grande – gritaba Grace.

- Es un Baobad, como el que tenemos en casa pero con muchos más años.

Y se echaba a correr unos cuantos pasos por delante…

- Y mira, mamá, todo ese campo está lleno de plantas, todas iguales – gritaba nue-
vamente Grace.

- Es un campo de Maíz – le explicaba su madre – Después se recogerá y se molerá


para convertirlo en harina y hacer pan y demás alimentos que comemos.

El camino fue muy entretenido, pues a Grace se le hizo muy corto. Cuando quiso
darse cuenta, su madre le indicó que ya habían llegado.

El sitio donde trabajaba su madre era grandísimo. En la entrada había una casa de
dos plantas de altura, hecha de madera y con un techo similar al de su casa. Detrás
de la casa había un gran terreno lleno de árboles, junto a otro que tenía trigo, y sabía
que era trigo por que lo habían visto en el camino y su madre se lo había explicado.
Al fondo, a lo lejos, muy lejos, había un objeto que parecía un cohete. Señalándolo
le preguntó a su madre.

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- Mamá, mamá ¿que es eso que se ve al fondo?.

- Eso es un depósito de agua – le explicaba su madre – ahí guardamos el agua que


sacamos del río que está muy cerquita de aquí.
Grace veía el depósito como si se tratara de un juguete, pues estaba tan lejos que
se veía muy pequeñito.

Pero eso no es lo único que pudo ver en el trabajo de su madre. Había muchas otras
madres formando un círculo, parecía que estaban hablando entre ellas, y que tenían
un problema, sus caras eran de tristeza. Grace siguió a su madre que se acercó a
todas ellas, y escuchó lo que decían:

- Hoy tenemos que regar los mangos y el maíz – dijo una de aquellas mujeres – lleva
tres días sin llover y la tierra está muy seca.- Y continuaba diciendo – Las que nos
encargamos de la economía tenemos que ver dónde vamos a vender el mes que
viene cuando los frutos estén maduros.

- ¡¡Cada una a su trabajo diario!! – gritó con alegría su madre.

Cuando escucharon estas palabras, las otras mujeres se animaron y se pusieron a


caminar entre los árboles. Grace veía como unas cogían unas mangueras, otras se
echaban al hombro una cesta con herramientas y otras entraban en una parte de la
casa donde había montones de patatas.

- Mamá entonces ¿tu trabajo cual es? – le preguntó Grace a su madre con voz dudosa.

- Pues yo me encargo de los números – Grace le miraba sorprendida - ¿y donde


están plantados esos números? – preguntó Grace.

- Los números no son ninguna planta, son los cálculos que hacemos para saber si
estamos ganando dinero.

Grace miró fijamente a su madre, y lanzó una pregunta que aún hoy retumba en la
cabeza de la mamá de Grace.

- Y,.. mamá, ¿cómo conseguísteis el dinero para tener todas estas plantas? – La
mamá de Grace se sentó, de tal forma que pudiera ver los ojos de Grace muy de
cerca y comenzó explicarle.

- Un día decidí que nuestra familia necesitaba más comida para vivir, éramos muchos

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y con el dinero del trabajo de tu papá no teníamos suficiente. Entonces, decidí com-
prar un pequeño campo y cultivar allí nuestras propias verduras. Pero me encontré
que los dueños de las tierras no me querían vender a mí, una mujer, las tierras. Esto
me agobió tanto que fui a contárselo a unas amigas, era horrible – Grece miraba a su
mamá con cara de susto, pero continuó escuchando a su mamá sin interrumpir.

- Mis amigas me contaron que a ellas les había pasado lo mismo y que no sabían
qué hacer. Entonces yo les propuse montar una cooperativa de trabajo – en ese mo-
mento Grace puso la cara más rara del mundo, pues no sabía qué era eso de una
cooperativa. Su madre le explicó.

- Una cooperativa es un grupo de personas que quieren trabajar juntas y se unen


para tener más fuerza.

- Le interrumpió Grace – ¿eso es como cuando todos mis hermanos y yo gritamos a


la vez para que nos hagas de comer arroz?

- Algo parecido – le contestó su madre y continuó – Desde que formamos ese grupo
hasta ahora, las diez mujeres que trabajamos aquí somos dueñas de todo lo que has
visto en este terreno. Cuando llega el momento recogemos los frutos y los vendemos
en el mercado del pueblo.

Después de todo lo que le estuvo contando su madre, Grace jugó por todo el terreno
que era de su madre y sus amigas. Ayudó regar los mangos, a quitar los bichos del
maíz e incluso ayudó a hacer un agujero donde plantaron un gran árbol que dará
naranjas el año que viene.

Al día siguiente Grace fue al colegio muy contenta, había estado en el trabajo de su
madre, había conocido todos los árboles que tiene y había ayudado a la cooperativa
de sus amigas. Grace estaba tan contenta que gritó a todos sus amigos que ya sabía
lo que quería ser de mayor:

- ¡¡Cuando sea mayor quiero ser como mi madre!!, quiero ser agricultora, tener mi
propio campo y vender mis frutos en el mercado del pueblo. Así, cada vez habrá más
mujeres que trabajemos y seamos dueñas de nuestros campos. Y con el dinero que
ganemos podremos construir escuelas y hospitales más cerca de nuestras casas.
¡Eso quiero ser de mayor!

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Nime es lo que los humanos conocen como una criatura del bosque. Se mantiene
alejado de las personas, sobre todo si son adultas, y en muy pocas ocasiones se ha
acercado a alguien para que puedan verle, prefiere que las personas sigan pensando
que realmente no existe.

Como Nime es una criatura del bosque, tiene la cualidad de convertirse en cualquier
cosa y viajar por cualquier parte del mundo. Un día se convirtió en agua y viajó desde
el nacimiento del río hasta el mar, donde conoció a montones de peces e insectos
que viven a su alrededor. A veces se convierte en viento, y puede ver desde el cielo
las montañas y los bosques que hay en países muy distintos del mundo.

La verdad es que a Nime le encanta pasar mucho tiempo en el bosque del Amazo-
nas, es la tierra en la que nació y en la que pasa la mayor parte del tiempo. Aunque
es muy mayor, Nime parece aún muy pequeño, si alguna vez vas por un bosque mira
bien porque puedes encontrártelo. Tiene los ojos grandes y del color del cielo, el pelo
como si tuviera una montaña de carbón, mide menos de medio metro, sus manos
son grandes y fuertes y sus orejas son puntiagudas.

Nime lleva tantos años viajando por el mundo que conoce a muchísimos animales,
plantas, insectos, ríos y demás seres de la naturaleza. Tantos amigos y amigas tiene
que para visitarlos tiene que viajar por todas las partes del mundo, estando mucho
tiempo fuera de casa.

Un día, después de estar fuera mucho tiempo, intentó volver a casa, pero se perdió
en el camino de vuelta porque no encontraba el gran árbol en el que vivía. Su casa
estaba cerca de un enorme río, pero ahora sólo veía un pequeño riachuelo que tenía
muy poca agua y con un tono verde sucio. Ese no era el río de Nime.

Su árbol estaba rodeado por cientos y cientos de otros árboles, algunos más gran-
des que el suyo, pero ahora sólo encontraba un bosque con y uno o dos pequeños
arbustos. Ese no era el bosque donde estaba su casa.

En el lugar donde vivía, el aire olía a flores y madera fresca, sin embargo ahora cuan-
do respira nota un intenso olor a quemado. Ya era seguro, o ese no era su bosque o
había cambiado tanto que se encontraba desorientado y perdido.

Ya no sabía qué hacer, por mucho que buscaba no encontraba la secuoya gigante en
la que tenía alojada su casa. Tenía que encontrarla y no podía dejar de buscar. En la
continua búsqueda descubrió que no solo habían desaparecido los árboles y los ríos,
sino que también hacía muchísimo calor, y no era normal en esa época del año. Algo
estaba pasando y Nime tenía que descubrirlo.

Como no tenía nada que perder, cogió sus cosas y comenzó a viajar por todo el mundo,
pero esta vez visitaría no solo los bosques y los ríos sino las ciudades y los pueblos.
En las primeras ciudades que visitó, desde el aire, convertido en viento, pudo ver que

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las personas estaban dentro de casas y vehículos que emitían mucho humo, tanto
que Nime no podía respirar, casi estuvo a punto de desmayarse y caer desde el cielo.

Pero esto no es lo único que vio, ojeó cómo la gente dejaba las luces encendidas
de sus casas cuando nadie estaba en ellas, dejaba abierta la puerta del frigorífico
y ponía el aire acondicionado cuando no lo necesitaban; y pudo observar como las
centrales de electricidad emitían más y más humo.

También oteó en el horizonte cómo entraba y salía mucha agua de las ciudades, pero
ésta no entraba muy limpia y salía muy sucia, llena de detergentes, aceites y suciedad.

Continuó viajando y pudo ver muchas más cosas, pero tuvo un percance, un fuerte
viento le atacó.

Las nubes llenas de agua no le permitían ver nada. El viento lo manejaba como si
fuera una marioneta. Comenzó a dar vueltas y vueltas en el aire.

Ya no sabía dónde estaba. Pensó que iba a morir. Y cuando había perdido toda es-
peranza, el viento se calmó.

Pudo pararse a pensar qué es lo que había sucedido y descubrió que un huracán
le había atrapado, estaba muy cansado y necesitaba dormir un poco. Vio a lo lejos
una pequeña ventana con una diminuta cama a su lado. Sin pensárselo dos veces
se echó y cerró los ojos pensando que todo lo que había visto no era normal, parecía
como si las personas quisieran cambiar el clima.

Un ruido lo despertó, una mirada infantil y sorprendida le observaba.

- Hola - le dijo la niña – estas en mi cama. ¿quién eres?

- Me llamo Nime. Me paré a descansar en tu cama porque estaba viajando y un hu-


racán me atacó. No te preocupes que ahora mismo continúo mi camino.

- ¿Hacia dónde te diriges? - Preguntó la niña –

- Pues estoy viajando por todo el mundo, buscando mi casa, no la encuentro y he


descubierto que las personas parece que quieran estropear el clima del planeta.

- ¿Cambiar el clima? – le preguntó la niña –

- Sí, he visto cómo lanzáis humo al cielo, cómo guardáis más cosas de las que necesitáis,
cómo echáis agua sucia a los ríos,... ¡Eso no es habitual en los habitantes de los bos-
ques!. ¿Por qué lo hacéis? ¿no sabéis que hay otras formas de vivir sin perjudicar tanto?

La niña comenzó a escucharlo con detenimiento, Nime estaba contándole cosas que

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le sorprendían y ella no quería perjudicar al medio ambiente. Nime tuvo que irse,
pero al día siguiente volvió. Y al día siguiente también, y así durante muchos meses,
tantos que terminaron haciéndose buenos amigos.

Nime no encontraba su casa y, durante algún tiempo, se mudó a un bosque cercano,


así podría tener a alguien cerca que le explicara algunas cosas que no entendía so-
bre la vida de las personas y del mal que le estaban haciendo al clima del planeta.

Pasaron los años y la niña se hizo mayor. Comenzó a poner en marcha las cosas que
Nime le había dicho que ayudarían a solucionar el problema del clima:

Cuando tenía que ir a alguna parte procuraba hacerlo andando o en bici, para no
tener que usar vehículos que usen gasolina.

Cuando iba a la compra procuraba comprar alimentos que fueran naturales.

Dejó de comprar productos que estuvieran envueltos en bandejas y reciclaba el pa-


pel y los plásticos.

Cada año, se juntaba con un grupo de personas para plantar árboles en los bosques
cercanos a su ciudad.

En el día a día procuraba gastar menos electricidad, encendía la luz sólo cuando la
necesitaba, usaba bombillas de bajo consumo y cuando quería jugar no encendía la
videoconsola, se iba al parque con sus amigos y amigas.

Y con el agua, procuraba no malgastarla, intentando no arrojar aceites o detergentes,


para que así se gastara menos energía en tener que limpiarla.

Aunque ya hacía varios años que Nime había emprendido su viaje en busca de su
hogar, la niña continuaba cuidando del clima e intentaba que también lo hicieran to-
dos sus amigos y amigas. En pocos años, la niña fue implicando a más y más gente
en la tarea que Nime le había encomendado y que era conseguir entre todas y todos
devolver el clima a la normalidad.

Y ocurrió, algunos años después de que Nime conociera a aquella niña preciosa y mu-
chos años después de haber comenzado la búsqueda de su casa, que una mañana
Nime reconociera la copa del árbol donde un día tuvo su casa. Se acercó rápidamen-
te y descubrió que efectivamente su casa nunca había desaparecido, simplemente el
clima había recuperado la normalidad, el río había recuperado su frescura, los árboles
habían vuelto a crecer y el aire volvía a oler a flores y madera fresca. Nime en ese mo-
mento se acordó de su amiga, la que había hecho posible que él volviera a tener su casa.

Y colorín colorado, ¡ A cuidar los bosques y el planeta, Nime nos ha enseñado !

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Hola, mi nombre es Valle, y quiero contaros mi última aventura por un gran supermer-
cado. Y digo aventura porque yo estoy acostumbrada a ir de compras a tiendas más
pequeñas, ya que vivo en un pueblo pequeñito de Badajoz. Pero estando en casa
de unos primos que viven en la ciudad, fuimos con mi padre al supermercado más
grande que nunca he visto.

Había estanterías por todos lados llenas de cosas: comida, juguetes, herramientas,
ropa… Parecía que las cosas no se acababan nunca, están allí para que la gente las
compre y se las lleve, pero las estanterías nunca se vacían. Además, había gente
que cuando llegaba a la caja para pagar se daba cuenta que muchas cosas de las
que llevaba en el carro no las necesitaba. No lo entiendo, era como si el carrito de la
compra estuviese vivo y fuera él mismo el que escogía los productos. A veces veía el
carrito desplazarse para una estantería, y a su dueño tirando para el otro lado. Pero
al final siempre vencía el carro, porque acababa lleno de cosas hasta arriba.

Después de pasar un buen rato en la sección de los juguetes y que mi padre no


quisiera comprarnos ninguno, fuimos a la sección de frutería a comprar manzanas.
Aquello era un jaleo, frutas por todos lados. Había una montaña de manzanas amon-
tonadas en cajas grandes y una estantería llena de bandejas de plástico con man-
zanas dentro, envueltas también con plástico. Cada bandeja tenía 6 manzanas, muy
brillantes y limpias. Sin embargo, mi padre eligió seis manzanas de la caja grande y
las puso en una bolsa de tela que traía de casa.

- ¿Por qué no quieres las otras manzanas que tienen mejor pinta, papá? – Le pre-
gunté. Además, justo en cada bandeja había 6 manzanas, el mismo número que él
había cogido.

- ¿Te has fijado en cómo están envueltas esas manzanas? Yo quiero las manzanas,
no el plástico que las envuelve – me dijo Papá.

- ¿Y por qué no quieres el plástico? Entonces, mi Papá, me mostró todas las cosas
que había allí cerca de plástico: carteles, botes, bandejas. ¡Muchas cosas! Y me
dijo:

- Mira, todas las cosas de plástico se hacen con petróleo y mucha agua. El petróleo
es como un aceite negro que sirve para muchas cosas. Por ejemplo, con él se hace
la gasolina de los coches y los aviones. También cuando se quema se consigue la
energía que hace que se enciendan las luces en casa. El problema del petróleo es
que cuando se utiliza contamina mucho al planeta, lanzando mucho humo al aire.
Además, como sólo hay petróleo en unos pocos sitios, muchas veces las personas

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se pelean por él. Entonces la gente que vivía en esos sitios tiene que dejar sus casas
e irse a otro lado.

- ¿Y qué tiene que ver eso con el plástico? – preguntó Valle.

- Pues fíjate, hija, cuanto menos plástico utilicemos, menos manchamos el planeta,
gastamos menos agua y evitamos que mucha gente tenga que dejar sus casas.

Mis primos y yo nos quedamos boquiabiertos, pero desde ese día, intentamos hacer
lo que nos dijo mi padre, no comprar cosas envueltas en mucho plástico, e intentar
hacer una lista de la compra antes de ir a la tienda, para que seamos nosotros los
que decidamos qué queremos comprar y no sea el carrito el que tire de nosotros.

Y colorín colorado, ¡la compra plasticosa hemos evitado!

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Daniel tiene 10 años, y se pasa las tardes enteras haciendo deporte. Él vive en Sue-
cia y allí hay muchísimos parques donde poder hacer el deporte que tanto le gusta:
¡jugar al fútbol!

Sus padres, sus tíos y sus abuelos, le regalan muchos juguetes en Navidad, en su
cumpleaños, en las vacaciones de verano y en muchas otras ocasiones.

Como saben de su afición, siempre se encuentra entre los regalos algunos balones
muy caros de reglamento, raquetas de tenis, y muchas cosas más. A veces tiene
tantos juguetes que no caben ni en su habitación.

Una tarde, mientras jugaba al fútbol con sus amigos y amigas en un parque que hay
cerca de su casa, empeñaron el balón en la copa del árbol más alto que había por
allí. Estaban decidiendo a qué podrían jugar, y su amiga María tuvo una idea, cons-
truir un juego nuevo.

Al principio, sus amigos se rieron, pero como no había forma de recuperar el balón
empeñado decidieron intentar lo que les había propuesto María. Pero ¿qué podrían
construir?.

A Daniel se le ocurrió que se podrían dividir de dos en dos y quedar en el centro del
parque una hora después. Cada pareja debía conseguir materiales con los que cons-
truir algo, y después decidirían a qué jugar. Y así lo hicieron, comenzaron a recoger
cosas por todo el parque, botellas de plástico de agua, papel de periódico, piedras
pequeñas, bolsas de plástico, ¡habían encontrado hasta un par de botes de suavi-
zante! A Daniel y María les bastó con media hora, porque había tanta basura tirada
por el suelo que no podían recoger más cosas.

Cuando se encontraron en el centro del parque, tal y como habían quedado, cada
pareja soltó todo lo que había recogido, y empezaron a surgir una idea tras otra.

Cogieron los botes de suavizante e hicieron una especie de raqueta, y la pelota de


tenis sería una bola de papel de periódico rodeada de una bolsa de plástico.

También construyeron una red, uniendo una bolsa con otra y enganchando las últi-
mas entre dos árboles.

Empezaron a jugar y justo cuando mejor se lo estaban pasando… no se lo podían


creer, ¡estaba lloviendo! Y con la fuerza de la lluvia y del viento, mientras estaban re-
cogiendo sus improvisados juegos, caía del árbol más alto del parque el balón de re-

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glamento. Daniel, que fue el primero en verlo se hizo el despistado y no lo recogió.

Se lo había pasado tan bien aquella tarde jugando con María y sus amigos… Ade-
más, sabía que algún otro niño lo encontraría y jugaría. Ellos ya no necesitaban
juguetes caros para pasárselo bien.

Y Colorín colorado, ¡estos niños sus propios juegos han fabricado!

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Me llamo Angélica y tengo 8 años, vivo con mis padres y dos hermanos más. Cada
día toca a uno bajar la basura y ponerla en los distintos contenedores para que sea
correctamente reciclada.

Un día mamá me dijo:

- Vamos a arreglar tu cuarto y lo que ya esté estropeado o pequeño lo llevaremos a


reciclar.-

Yo fui con ella, y empezó a sacar ropa y ponerla en una bolsa, después sacó los za-
patos y los metió en otra. Separó los que estaban viejos y estropeados y los que se
me habían quedado pequeños.

- Por favor, mamá, ésos no los cojas que me encantan- Le dijo Angélica a su madre

- Pero si no te los puedes poner, te están pequeños.

- Por favor, por favor, aunque no me los pueda poner los quiero conservar, son mis
zapatos preferidos, por favor mamá.

Ella me explicó que había que reciclar para aprovechar de otra manera lo que ya no
nos sirve.

De muy mala gana cedí, claro, pero no olvidaba mis zapatos preferidos. Los echaba
mucho de menos, y cuando abría mi zapatero y su sitio estaba vacío me llenaba de
tristeza pensando que habría sido de mis preciosos zapatos.

Pasaron los meses y llegó el verano, y con él las ansiadas vacaciones. Mis padres
deseaban hacer un viaje solidario y este año como ya tengo 8 años, me llevan con
ellos. Me hacía mucha ilusión porque era la primera vez que iría en avión.

Fuimos a Angola, que está en África. Al principio todo me sorprendía, aquello era una
antigua colonia portuguesa, con recursos naturales (petróleo y diamantes) importan-
tes, pero la verdad es que la mayoría de las personas casi no tenían lo mínimo para
vivir.

En Angola hice muchos amigos y lo pasábamos muy bien. A lo que más nos gustaba
jugar era a “Gato come o rato” (el gato se come al ratón). Al principio no los entendía
pero sonreían siempre, y con sus grandes ojos, que también sonreían, nos entendía-
mos mejor que hablando.

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Una mañana, mientras jugábamos a nuestro juego preferido, llegaron unos camio-
nes llenos de cajas de cartón. Enseguida todos estábamos alrededor esperando con
curiosidad y ¿Qué creéis que había dentro?...¡¡¡ZAPATOS!!! Zapatos, de colores,
reciclados por una empresa que se llama SUELAS UNIDAS que se dedica a reciclar
todos los zapatos para llevarlos a los países que más los necesiten ¿a que es boni-
to?. Todos se pusieron muy contentos, los niños se abrazaban y miraban sus zapatos
emocionados. Los adultos también cantaban de alegría pues ellos recorren grandes
distancias para trabajar y para ir al hospital y gastan muchos zapatos.

Entre tanto alboroto, mamá se me acercó y me dijo:

- Ahí, Angélica, ahí están tus zapatos, los que tanto te gustaban.

Me sentí feliz al ver a tantos niños y niñas disfrutando de aquel regalo y aún recuerdo
cómo brillaban sus ojos.

Aquella noche soñé con mis zapatos, ellos me decían que eran felices al ver la ale-
gría que habían llevado a tantos niños, niñas y mayores de este poblado. Yo también
de que mis zapatos hubieran servido para dar alegría a los demás. Les pregunté
cómo había sido la trasformación y me contaron lo siguiente: Primero nos llevaron a
una fábrica y nos separaron por colores, luego nos trituraron en pedacitos pequeños,
con eso hicieron una pasta con la que llenaron unos moldes de zapatos y, cuando
nos sacaron de los moldes ya éramos zapatos nuevos, nos pusieron de dos en dos
dentro de las cajas, después colocaron las cajas en los camiones y así es como em-
pezó el viaje largo y pesado hasta que al fin llegamos aquí, a Angola.

De vuelta a casa, en el avión, conté a mamá el sueño que había tenido la noche an-
terior, y ella me abrazó y me dijo: ¡nunca olvidaremos este viaje, Angélica!

Y colorían colorado, ¡Con los zapatos de Angélica a Angola hemos viajado!

Pilar Sanz. Voluntaria Solidaridad Don Bosco

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Juan y Adriana se conocieron hace ya muchos años, desde que estaban en infantil.
Ahora cursan 6º de primaria, y aún siguen siendo muy amigos. Pero, últimamente,
Adriana nota que su amigo Juan está algo cambiado. Ella sabe que algo le pasa,
pero no encuentra un rato en el que Juan esté libre, porque se pasa las horas jugan-
do a la play con sus nuevos amigos.

Adriana echa de menos las tardes y fines de semana que pasaba con Juan. Ella
siempre iba en monopatín, y él en bici.

Juan le ha invitado un par de veces a casa a jugar con sus nuevos amigos, pero él
sabe de sobra que Adriana no aceptará porque no le hace gracia pasar toda la tarde
encerrada.

Una mañana, justo antes de terminar el recreo, no pudo aguantarse más y se acercó
a Juan para decirle todo lo que pensaba: que porqué ya no quería ser su amiga, que
si ya no volvería a salir con ella en bici…Pero a Juan parecía darle igual, él se limitó
a estar callado todo el tiempo y a sonreírle.

¡Ya está bien! dijo enfadada Adriana, ¡ahora seré yo la que no quiera ser tu amiga!
Pero tampoco pareció que a su amigo le afectara demasiado perderla.

Después de varios días de no hablarse con Juan, Adriana había decidido dar su bra-
zo a torcer. Era su cumpleaños, y no se imaginaba la fiesta sin su amigo con el que
había compartido muchos cumpleaños. Y decidió enviarle la invitación por medio de
una amiga.

La fiesta comenzó, y ella echaba en falta a su amigo Juan, pero el caso es que su
amiga, a la que le dio la invitación para él, tampoco estaba allí. Decidió llamarla por
teléfono a su casa y la madre le dijo que llevaba desde el viernes enferma, y que por
eso no había asistido al cumpleaños, y que no había podido entregarle la invitación
a Juan. Y justo cuando terminó de hablar por teléfono, Juan estaba entrando por la
puerta del salón. ¡Estaba allí! ¡Su amigo había decidido ir a su fiesta y ni siquiera
había recibido la invitación!

Juan se quedó muy sorprendido cuando su amiga lo abrazó, pensó que nunca antes
se habían abrazado, simplemente sabían que podían contar el uno con el otro. Juan
se puso rojo como un tomate, pero más se sonrojó Adriana cuando su amigo le dio
su regalo de cumpleaños.

Era… ¡una bicicleta! Juan le había estado ocultando todo este tiempo a Adriana que

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en vez de estar en casa con sus nuevos amigos jugando a la play, estaba ayudando
a sus padres para ganar algo de dinero y comprarle una bici. Además, era una bici
especial, era de comercio justo. Adriana no sabía qué quería decir eso, y Juan le co-
menzó a explicar: Adriana, los productos de comercio justo significa que las personas
que han fabricado esta bici han cobrado un salario justo, y que no está hecha por ni-
ños y niñas pequeños, respetan el medio ambiente y los derechos de las personas.

Además, Juan, que había conocido todo lo que significa una tienda de comercio jus-
to, le dijo a Adriana que durante el verano podrían ir allí y participar en los talleres de
cuentacuentos para conocer mejor de dónde vienen los productos que allí se venden
y conocer la situación de los países donde viven las personas que los fabrican. Y
después, podrían pasear juntos en bici y seguir siendo los mejores amigos, ¡como
siempre!

Y colorín colorado, ¡Juan y Adriana a la tienda de comercio justo en bici van volan-
do!

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Ayer estuve en un huerto muy cerca de mi barrio.

Yo no sabía que había lugares donde se plantan verduras y frutas tan cerca de la
ciudad, tan llena de coches y ruido.

En aquel huerto había una mujer, Teresa, que es la que planta las semillas, riega las
plantas y recoge la verdura y la fruta cuando ya está madura.

Teresa nos contó que ella lleva mucho tiempo viviendo allí y trabajando en su huerto.
Le da mucha pena que se construyan tantos edificios alrededor, encima de los huer-
tos de sus vecinos. Pero ella cree que en la ciudad también debe haber hueco para
los huertos y la agricultura.

Dice que si no un día nos vamos a olvidar de cómo crecen las cosas que nos come-
mos. Como unos niños y niñas que un día le dijeron que pensaban que los tomates
crecían en los supermercados. ¿Te lo puedes creer?.

Teresa cocina su propia verdura, la de temporada, que es la que crece en cada épo-
ca del año. Y la que le sobra la vende en el vecindario. A la gente le gusta comprarle
la verdura a Teresa porque así le ayudan a mantener su huerto verde entre tanto
edificio gris.

También porque está muy rica y sabe diferente a la que se compran muy empaque-
tadas en el supermercado.

Teresa recibía ofertas de algunas empresas que quieren comprarle su huerto para
construir un centro comercial y unas casas. Ella no quiere venderlo, y las vecinas y
vecinos tampoco, así que se han unido para defender el huerto. Teresa se enorgulle-
ce de poder contar con otras personas que creen como ella que sería muy triste que
en las ciudades solo hubiese edificios y carreteras, y que ya no puedan saborear más
sus exquisitas frutas y verduras.

Ahora, además de sembrar, recoger y vender lo que produce su huerto, Teresa re-
cibe a los niños y niñas de todos los colegios de alrededor para conocer de cerca
cómo funciona un huerto. Y a ella le encanta que la visiten todos los días y puedan
descubrir cómo los tomates no crecen en los supermercados.

Y colorín colorado, Teresa en su huerto ¡ mucha fruta y verdura ha plantado !

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Un fin de semana de verano, Pablo y María, de 6 y 8 años, iban de la mano de sus
padres a comprar al centro.

Era un día especialmente caluroso y las tiendas estaban muy llenas. La gente entra-
ba y salía de los comercios con bolsas llenas de camisetas, pantalones, zapatos…
Las rebajas habían llegado a la ciudad y la gente se había vuelto como loca com-
prando cosas, sin pensar si les hacía falta.

De repente, vieron a un gato en la calle que les miraba fijamente. María avisó a su
hermano Pablo y le dijo: - ¿a que no eres capaz de coger a ese gato?-.

Pablo inmediatamente empezó a perseguirlo y su hermana María le acompañó.

Sus padres, muy ocupados en las compras, no se dieron cuenta de que se habían
ido. María y Pablo persiguieron al gato hasta que el animal se metió en una pequeña
tienda en la cual no había nadie comprando.

Entraron en aquella tienda y vieron que estaba vacía. Sólo había unas gafas negras
con una inscripción que decía “las gafas de la verdad”.

Los niños cogieron las gafas y salieron corriendo de aquella tienda. Fueron directa-
mente a buscar a sus padres que estaban en un comercio de ropa.

Mientras sus padres seguían comprando, María le dijo a Pablo:

- Voy a ponerme las gafas que nos hemos encontrado-.

Con las gafas puestas miró a su alrededor, justo a la estantería de las camisetas. De
repente se formó la imagen de un campo lleno de árboles que se había convertido
en un campo de algodón donde había gente muy triste trabajando.

Después, vio una fila de camiones que transportaban esas camisetas a la ciudad
donde ella vivía y que echaban un humo muy negro y maloliente que ennegrecía el
cielo. Esos camiones viajaban mucho porque venían de muy lejos.

María se quitó las gafas y le dijo a Pablo “he visto cosas horribles, no me gustan esas
gafas”.

- Déjamelas. Yo también quiero mirar- le dijo Alejandro.

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Alejandro volvió la cabeza hacia la estantería de las camisetas. De repente vio a una
persona que se compraba esa camiseta y la tiraba al mes siguiente porque decía
que se había pasado de moda. A continuación vio una montaña de basura que olía
muy mal, pero lo más sorprendente es que entre tanta porquería había montones de
ropa casi nueva.

Asustado, Pablo se quitó las gafas y le dijo a María “yo también he visto cosas que
no me han gustado nada”.

De repente, un viejecito con una sonrisa amable se acercó a ellos. En sus brazos
llevaba aquel gato que les había guiado a la tienda.

- No os asustéis- les dijo -Lo que habéis visto es de donde vienen las cosas que
compráis y a donde van a parar luego.

Los niños estaban muy sorprendidos. El viejecito les dijo: - ¿queréis ver un sitio don-
de no ocurre nada de esto? -

Callejeando, les llevó a una tienda que era muy diferente de las otras, todos los
muebles parecían que habían venido de muy diferentes sitios. Allí había un chico
agradable que vestido con un chándal, les sonrió.

- ¿Esta tienda por qué es diferente? – preguntó María al viejecito.

- Preguntadle a Emilio, él os lo puede explicar-.

En esta tienda no vendemos nada –les dijo Emilio-. Todas las cosas que veis aquí
son de gente que ya no las quiere. Por ejemplo, este pantalón se le quedó pequeño a
un chico que vino por aquí, este libro lo trajo una chica que se lo había leído muchas
veces y quería que alguien lo pudiera disfrutar igual que ella…

Así evitamos convertir en basura todas estas cosas que pueden servirle a otras per-
sonas. Además, cuando queremos algo, en vez de comprar uno nuevo podemos
utilizar aquellas cosas que otras personas ya no necesitan.

En este lugar podéis coger lo que necesitáis, sin tener que pagar por ello, y podéis
dejar todo aquello que ya no usáis.

Muy contentos, Pablo y María decidieron que iban a participar. Al día siguiente se
lo contaron a sus padres y llevaron la ropa que María y Pablo utilizaban de bebés y

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aquel juego de mesa al que ya no querían jugar. Y en la tienda cogieron dos libros
muy interesantes sobre estrellas y sobre tortugas.

Las gafas de la verdad quedaron en aquella tienda para siempre. ¡¡Qué fantástico
sería si existieran muchos sitios como aquel! Así todos podríamos evitar comprar
tantas cosas nuevas que no hacen falta, no hacer tanta basura que tanto molesta a
la naturaleza.

Y colorín colorado, ¡con las gafas de la verdad la naturaleza hemos cuidado!

Alejandro Gil y Mayte Toledano.


Asociación El ecolocal, Sevilla.

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En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había lla-
mado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer. Lo
siento, dijo ella, pero ahora mismo no tengo nada en casa.

“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. Tengo una piedra de sopa en mi


cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la
más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.

A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de


la sopa de piedras a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario
se había reunido allí para ver a aquel extraño y su sopa de piedra. El extraño dejó
caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera deleitación y
exclamó: “¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.” “¡Yo tengo pa-
tatas en mi cocina!”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una
gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a
probar el brebaje. ¡Excelente!, dijo; y añadió pensativamente: “Si tuviéramos un poco
de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso....!”

Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño,
tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo,
puso los ojos en blanco y dijo: ¡Ah, que sabroso!.

Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...

Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebo-
llas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó
nuevamente el guiso y, con voz alzada, gritó: ¡la sal! Aquí la tiene, le dijo la dueña de
la casa. A continuación dio orden: “Platos para todo el mundo”. La gente se apresuró
a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.

Luego se sentaron a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía


abundantes raciones de su increíble sopa de piedras. Todos se sentían extraña-
mente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En
medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la
milagrosa sopa de piedra, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más
deliciosa sopa del mundo.

Y colorín colorado, ¡la sopa estaba riquísima porque todo el pueblo ha colaborado!

Cuento Popular

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Los sellos mostrados son solo una referencia, dando por hecho que si el grupo de
alumnos y alumnas deciden incorporar elementos nuevos serán bienvenidas sus
propuestas, ya que por suerte, podemos trabajar con niños y niñas que siguen vien-
do con otros ojos. De hecho, si hay algún sello que provenga de varios lugares, será
el propio grupo el que decida dónde colocarlo.

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Desde Solidaridad Don Bosco agradecemos al profesorado su esfuerzo en ofrecer
una formación posible, preparar a sus alumnos y alumnas para una ciudadanía glo-
bal, porque solo así podremos llegar a contar otro cuento.

“Cuéntame un cuento en el que todas y todos tengamos oportunidades, y yo


las tendré.

Cuéntame un cuento en el que todas las personas y culturas formen parte de


un collage y yo formaré parte de él.

Cuéntame un cuento en el que se respete la naturaleza, y yo la respetaré.

Cuéntame un cuento en el que comprenda que el ser tiene más valor que el
tener, y yo seré.

Cuéntame otro cuento y despertaré, asumiré poco a poco que el mundo tam-
bién forma parte de mí, y yo de él. “

Gracias por tomar la opción de contribuir a la construcción de un mundo más justo,


sostenible y solidario.

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