Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Venezuela presenta un espacio sin par y de gran valor para el desarrollo de alternativas para
activar cadenas productivas terciarias en el ámbito rural, con visión de agro-negocios y
enfoque de cadena de valor. Desde la óptica del Turismo Rural, hay aún vastos espacios
rurales para la promoción de nuevos desarrollos turísticos. En esos territorios están
presentes muchas actividades económicas, sociales, culturales, religiosas, ecológicas o de
otra índole que, bien organizadas, pueden generar importante valor para la economía
nacional y en especial para las comunidades rurales en donde tienen lugar. El uso productivo
de este patrimonio con fines turísticos es lo que proponen los programas de Turismo Rural.
En muchos países del mundo se está dando esta oferta con gran éxito y rentabilidad para
ellos.
Por otro lado, Argentina desarrolla productos donde la calidad se basa en la satisfacción de la
experiencia y su excepcionalidad, reconociendo que “agua caliente en la ducha y el uso de
baño privado” son aspectos primarios de calidad funcional. La oferta de aromas, sabores y
colores del Gran Valle del Río Negro, promovida por la Secretaría de Turismo, aprovecha el
recurso agrícola de la producción de vinos, manzanas y peras para ofrecer al visitante una
interpretación de los procesos productivos, la participación en labores rurales y la elaboración
de productos alimenticios, incorporando cada vez más otros recursos como la carne ovina, los
mariscos y pescados y la gastronomía local.
Venezuela tiene posibilidades de seguir estos caminos y lograr una excelente oferta en
Turismo Rural formulando planes y ejes turísticos para sacar el máximo provecho de sus
potencialidades en este campo. Ejemplo de ello podrían ser ejes turísticos sobre territorios
rurales que puedan unir cadenas de servicios de la más variada actividad, integrando fincas
productivas, artesanos, agroindustrias, alojamiento, alimentación, transporte y
comunicaciones, entre otras. En esto, los programas de Turismo Rural operan como
importantes agentes de desarrollo e integración de actividades agrícolas y no-agrícolas en
esas áreas, generando riqueza alternativa en estos espacios. Turismo Rural se observa como
las actividades turísticas realizadas en el medio rural, no masivas, que toman en cuenta la
sostenibilidad del ambiente. Éstas se desarrollan bajo una misma imagen y un mismo símbolo
de identidad, más allá de las divisiones político- administrativas existentes.
María Micaela Leal: Turismo Rural-Turismo Social.
El valor agregado a las comunidades agrícolas rurales
Quizás uno de los ejemplos más interesantes en el país es el Programa Mayú que adelanta
EDELCA en la Gran Sabana, donde la visión sectorial de Turismo Rural se asocia a la
conservación de cuencas y naturaleza, la salud humana y la inocuidad de los alimentos, la
educación bilingüe y la articulación en red, entre otros. Tanto este ejemplo como otros,
requieren de un soporte institucional y normativo desde las instituciones involucradas y,
sobre todo, entender que el perfeccionamiento y la calidad constituyen elementos claves para
el Turismo Rural en Venezuela. Lo primero establece la base para la eficiencia del sector,
aportando la sostenibilidad en el tiempo. Lo segundo marca la diferencia del producto. Ambos
condicionan las potencialidades de la actividad para generar ingresos y empleos, así como
oportunidades de vida para los involucrados en las diversas actividades de los territorios
rurales.
Sin pretender dogmas de gestión para el Turismo Rural en Venezuela, sí pareciera que la
clave del éxito social, territorial y económico de la actividad y su impacto fuera de la cadena
de servicios, apunta hacia la capacitación y la formación, la mejora en la gestión de la
calidad, visto como agro-negocios; la instalación de infraestructuras de servicios soportados
por un patrimonio rural para la producción agrícola y la conservación ambiental, pero ociosa
como recurso turístico; el establecimiento de indicadores sostenibles de la actividad, no sólo
en términos de ingresos y empleo, sino también de conservación de la trama social y
ambiental; y el fortalecimiento de las estructuras de control comunitarias y locales.
El Código de Ética Mundial para el Turismo de la OMT es la base conceptual que permitió
enlazar las capacidades de un territorio para producir de manera sostenible productos de
Turismo Rural y la promoción en los viajeros de la práctica del turismo como un medio de
desarrollo personal y colectivo para todos, como factor insustituible de auto-educación,
tolerancia mutua y aprendizaje de las legítimas diferencias entre pueblos y culturas y de su
diversidad.
Este mercado emergente, que abarca adultos mayores que no tienen acceso al beneficio del
turismo, estudiantes, familias cuyos ingresos no alcanzan para acceder al derecho a la
recreación, ciudadanos discapacitados y ciudadanos que por diversos motivos han quedado
por fuera del sistema normal de la oferta de servicios turísticos, requiere de una oferta que
asegure el reposo y la recreación de los segmentos de población con menos posibilidades
desde el punto de vista social, financiero, cultural o de salud; promueva la integración
nacional por el intercambio de vivencias que ofrecen los viajes; desarrollen servicios turísticos
razonables y a precios accesibles; propicie la integración e impulse a las empresas turísticas
en una mejora global de su gestión comercial, mejorando la accesibilidad a los servicios
turísticos al fomentar acciones tendientes a establecer redes de fomento y desarrollo del
turismo a nivel local.
El Turismo Rural y el Turismo Social en este contexto se dan la mano, pues agregar valor a
las actividades agrícolas tradicionales y promover el encuentro entre diversos grupos sociales
es, ante todo, una experiencia humana.