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Carpeta de trabajo de
Curso Virtual. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires. Pag. 30-35
EL DISPOSITIVO ESCOLAR
“Lo que trato de situar bajo ese nombre es, en primer lugar, un conjunto de decididamente
heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas decisiones
reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas,
morales, filantrópicas, en resumen: el elemento del dispositivo pertenece tanto a lo dicho como a
lo no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos.
En segundo lugar, lo que querría situar en el dispositivo es precisamente la naturaleza del vínculo
que puede existir entre estos elementos heterogéneos. Así pues, este discurso puede aparecer
bien como programa de una institución, bien como el contrario como o un elemento que permite
justificar y ocultar una práctica, darle acceso a un nuevo campo de racionalidad. Resumiendo,
entre esos elementos, discursivos o no, existe como un juego, de los cambios de posición, de las
modificaciones de funciones que pueden, éstas también, ser muy diferentes.
En tercer lugar; por dispositivo entendiendo una especie_ digamos- de formación que, en un
momento histórico dado; tuvo como función mayor la de responder a una urgencia. El dispositivo
tiene pues una posición estratégica dominante”
Características de un dispositivo
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Discente: del latín discens, el que aprende. Discere, aprender
(Diccionario Enciclopédico Espasa). Discente.adj. Dícese de la
persona que recibe enseñanza. 2 m. estudiante, persona que
cursa estudios. (Diccionario de la Real Academia Española)
Si la transmisión del saber supone a alguien que posee ese saber y otros que van a
aprenderlo, la escolarización resolverá el punto poniendo a muchos qu8e “no saben” al comando
de unos pocos que “sí saben” . Dicho de otro modo: la escolarización masiva de la población exige
una instancia colectiva de trabajo. La masividad es una condición de la escuela moderna, y en tal
sentido estar en la escuela obliga a quienes asisten a ella en calidad de alumnos a aprender a
“vivir en una masa” (JACKSON,1991) y a quienes se desempeñan en ellos como docentes a
controlar grandes grupos. Todos nuestros intentos por individualizar la enseñanza, por
personalizarla, tropiezan una y otra vez con este rasgo inconmovible de la escuela: en ella se
concentran muchas personas para hacer al mismo tiempo las mismas cosas al comando de unos
pocos. Para completar el análisis, debemos señalar que, sin embargo, el carácter masivo de la
escuela no exige la enseñanza simultánea, sino que ésta, en todo caso, se impuso:
“El triunfo de la simultaneidad áulica constituyó desde mediados del siglo pasado el dispositivo
predominante y hegemónico de toda la organización de la institución escolar”.
“Es bueno hacer el ejercicio de imaginar a cada uno de los elementos de la situación
escolar fuera de ella y advertir lo poco natural que resulta su lógica en otras situaciones aun
cuando se conservara cierto parecido de familia con las funciones o características originales en la
escuela.
Si bien nuestro ejemplo es malo para una serie de aspectos, conserva la posibilidad de
algunas comparaciones con la actividad escolar. En primer lugar, conserva las características de
un proceso de apropiación de un saber por parte de sujetos que no lo poseen a partir de la
información, pericia y posibilidades de presentación de tales saberes por parte de otros sujetos.
Los sujetos “expertos” poseen el saber y los criterios para reconocer apropiaciones
adecuadas de él. Los sujetos “novatos” reconocen este saber en los expertos y confían en su
criterio para juzgar sobre la validez de tal saber y la posibilidad de evaluar los logros en su
proceso de apropiación.
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No es extraño que nos cueste conceptualizar a la escuela como un dispositivo contingente:
el discurso y las prácticas psicológicas, al desconocer el carácter político del proyecto escolar,
naturalizan y otorgan legitimidad a los aspectos normativos y normalizadores que conllevan las
prácticas pedagógicas. Esto lleva a la necesidad de introducir las primeras reflexiones sobre el
papel de la Psicología Educacional en la creación de una mirada “naturalizada” sobre la escuela y
una mirada “normalizadora” sobre los niños.
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