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17) De daños y perjuicios por mala praxis médica.

Cesión del derecho a reclamar


indemnización. Petición de prueba anticipada (secuestro de historia clínica).
PROMOVEMOS DEMANDA DE DAÑOS Y PERJUICIOS SOLICITAMOS
PRUEBA ANTICIPADA.

Sr. Juez:
Mario A. R. Midón, CUIT… y Marcelo S. Midón, CUIT…, abogados,
constituyendo domicilio procesal en calle San Luis N° 851, 2° Piso, Departamento “A”,
de esta Capital, ante V. Sa. nos presentamos y respetuosamente decimos:
I) PERSONERÍA: Que como lo acreditamos a través de copia de poder general
adjunto, cuya autenticidad y vigencia declaramos bajo juramento, hemos sino
apoderados por Sr. Ernesto J. D. y Srta. María V. D., domiciliados realmente en calle
Leopoldo Lugones N°…, de la Localidad de Saladas, Corrientes.
II) OBJETO: Que siguiendo las instrucciones impartidas, venimos a promover
demanda sumaria de daños y perjuicios en contra del Dr. Miguel Ángel M., domiciliado
realmente en calle Rivadavia N°…, y la UNIDAD de S. M. S.R.L.,, domiciliada en
Avenida 3 de Abril N°…, ambos en esta Capital.
III) LEGITIMACIÓN:
1) Los herederos del causante (la conyugue supérstite e hijos): Que como lo
acreditamos a través de copia certificada de instrumento público (acta de matrimonio),
la Sra. Blanca Rosa N. ha contraído nupcias con el causante, Sr. Aldo Ernesto D. Los
conyugues, desde la fecha de enlace (el 25 de febrero de 1.981) y hasta el fallecimiento
del esposo, mantuvieron ininterrumpida convivencia.
A su turno, como lo acreditamos a través de copias certificadas de partidas de
nacimiento, los actores, Sr. Ernesto J. D. y Srta. María V. D., son hijos del matrimonio
conformado por los Sres. Aldo Ernesto D. y Blanca Rosa N.
Tales circunstancias, por convertir a la cónyuge supérstite e hijos en herederos
del causante, asimismo, les confirmen legitimación suficiente para reclamar
indemnización por los daños y perjuicios derivados de la muerte de éste a consecuencia
de la mala praxis médica.
2) De la cesión del derecho a la indemnización hecha por la cónyuge supérstite
en beneficio de sus hijos: Que como lo acreditamos a través de testimonio de escritura
pública adjunta (N° 28, de fecha 23 de Septiembre de 2.005, del registro de la Notario
Julieta D. A.), la Sra. Blanca Rosa N. (cónyuge supérstite del causante y madre de los
actores) ha cedido a sus hijos, María V. D. y Ernesto J. D., “todos los derechos y
acciones referentes a la indemnización de daños y perjuicios, ya sea por daño moral,
daño emergente, lucro cesante, perdida de chances y/u otros títulos, ocasionados por el
fallecimientos del Sr. Aldo Ernesto D., padre de los cesionarios”.
La cesión, instrumentada por escritura pública, satisface la previsión del art. N°
1445, Código Civil. A su turno, por notificada a los demandados mediante cartas
documentos cuyos ejemplares y respetivos acuses de recepción también adjuntamos,
cumple el requerimiento de los arts. N° 1459 y 1460, Código Civil.
IV) HECHOS: Que como lo acreditamos a través de certificado extendido por el
Dr. Carlos José T. (médico de cabecera del causante), el Sr. Aldo Ernesto D., “fue
derivado a la ciudad de Corrientes el día 9 de junio de 2.005 por un cuadro de
apendicitis aguda”. La derivación se realizó en aras de practicarse “la correspondiente
cirugía”.
Que como lo acreditamos a través de tres (3) resúmenes de historia clínica,
extendidos por el Dr. Raúl P., Jefe de Terapia Intensiva de la Unidad de S. M. S.R.L., el
paciente Aldo Ernesto D., de 58 años de edad, ingresó al nosocomio demandado el día 9
de Julio de 2.005 con “diagnóstico de abdomen agudo” o, si se prefiere, “por apendicitis
aguda”.
Por lo que decidió someterlo a una “apendicectomía la paroscópica el día
10/07/05. En dicho acto quirúrgico (dirigido por el demandado, Dr. Miguel Ángel M.,
quien ofició de médico cirujano) presentó un episodio de paro cardiorrespiratorio […]
El paciente ingresa en coma […] No mejora con el tratamiento instituido, con
progresivo empeoramiento, hasta el óbito a la hora 04:55 del 08/08/05”.
Se trata, como podrá apreciarse, del paradigma de la negligencia profesional.
Del ejemplo que, por simpleza, frecuentemente utilizan los académicos para graficar
aquellos que técnicamente denominan “mala praxis médica”: el caso del paciente
relativamente joven, sin antecedentes cardiacos o respiratorios, que por sus propios
medios ingresa a una clínica privada para someterse una intervención quirúrgica de
rutina, a una operación sencilla y sin mayores complejidades, y que sin motivo
suministrado por los profesionales intervinientes, repentinamente, sufre en el quirófano
un paro cardiorrespiratorio que lo pone en estado de coma, hasta provocar su deceso.
Adviértase, a su turno, una circunstancia por demás sugestiva. Los tres
resúmenes de historia clínica (que, según vimos, fueron extendidos por el jefe de terapia
de la Unidad de S. M.) relatan puntillosa y coincidentemente los siguientes extremos: a)
El diagnostico (apendicitis aguda) y fecha de ingreso; b) La decisión de someter al
paciente a cirugía la paroscópica; c) La circunstancia de haber sufrido el paciente (en el
interior del quirófano) un paro cardiorrespiratorio; d) Que lo puso en estado de coma y
provoco el posterior fallecimiento.
Empero ninguno de los resúmenes proporciona, por oblicua o infantil que sea: a)
Explicación acerca de las causas probables en cuya virtud el paciente sufrió el paro
cardiorrespiratorio; b) La identidad de los profesionales que intervinieron en el acto
quirúrgico.
En síntesis, convencidos que el paro cardiorrespiratorio, a la sazón causa
antecedes del posterior óbito, se produjo a raíz de la mala praxis de los profesionales
intervinientes, es que nuestros comitentes acuden a la jurisdicción articulando su
demanda en contra del Dr. Miguel Ángel M. (dada su condición de director y máximo
responsable del quirófano en cuyo interior se produjo el hecho) y la Unidad de S. M.
S.R.L.
V) EL DAÑO MORAL CUYA REPARACIÓN SE PRETENDE: Nos
excusamos de abundar sobre ciertos extremos que, sobre la base de las máximas de la
experiencia, constituyen verdades intrínsecas. Eludiremos la obviedad de relatar la
profunda aflicción espiritual que provoca la pérdida de un padre y esposo. Cuando más
en las circunstancias de autos, producto de la negligencia, desidia o impericia de
profesionales de la medicina.
Daño moral cuya reparación estimamos en la suma de $150.000,00 (Pesos
Ciento Cincuenta Mil) por cada hijo; y $150.000,00 (Pesos Ciento Cincuenta Mil) por la
conyugue supérstite. Valuación (que en un total asciende a $450.000,00) supeditada a lo
que en más o menos resulte de la prueba de autos y del más elevado criterio de V. Sa.,
que prudentemente realizamos tomando en consideración las siguientes circunstancias:
1) El incremento del daño en virtud de la relativa juventud del causante: La
doctrina especializada en materia de daños, también la jurisprudencia, señalan que “si
una persona es anciana y, en consecuencia sin extensas protecciones de vida conforme
el curso normal y ordinario de las cosas, esa circunstancia en cierto modo mitiga el
dolor de quienes, agraviados por su deceso, eran sin embargo conscientes de la
limitación temporal de la vida del causante”.1

1
Véase, STJ de Corrientes, Sentencia del 02/06/05, en autos “De Jesús, Miguela
y otro c/ Fabio Campagner y/o QRR S/ Daños y perjuicios”, Expte N° 24.626/05.
A contrario sensu, cabe interpretar que si una persona es relativamente joven y
sana (el caso de Aldo Ernesto D.) y, por consiguiente, con protecciones de vida según el
curso normal y ordinario de las cosas, su inesperado deceso magnifica el padecimiento
espiritual experimentado por sus seres queridos.
2) El incremento del daño en virtud del carácter inesperado e imprevisto del
deceso del causante: De pura lógica e intimidante vinculado al argumento anterior. Es
razonable conjeturar que la aflicción sentimental experimentada a raíz de la muerte del
ser querido es mayor cuando, como en autos, el deceso se produce en forma imprevista.
Porque la muerte esperada o conjeturable permite amortiguar el dolor, morigerando el
impacto que provoca la pérdida del padre o esposo.
A su turno, nadie en su sano juicio podría decir que la muerte de Aldo Ernesto
D. era previsible, dado que es contrario al curso normal y ordinario de las cosas que un
hombre de 58 años, sin antecedentes cardiacos o respiratorios, fallezca con motivo de
una nimia cirugía de apendicitis.
3) El incremento del daño en virtud de la juventud de los hijos del causante: La
doctrina especializada de materia de daños, también la jurisprudencia, argumentan que
“el daño moral por la pérdida del padre se magnifica cuanto más joven es el hijo, no
solo por un mero factor cronológico, sino porque a la mutilación del ser depositario del
afecto filial se agrega la perdida de alguien destinado a ser guía, educador, sostén y
consuelo en un desenvolvimiento personal en ciernes”.2
Es que, como bien se señaló en otra especie, “a más escasa edad es mayor la
dependencia filial y superiores por ende las consecuencias espirituales, no sólo en la
afectividad, sino también en la formación de los hijos”.3
No debe soslayarse, entonces, la temprana edad de los actores (a la fecha del
deceso de su padre, Ernesto J. y María V. tenían 22 y 21 años, respectivamente).
4) El incremente del daño en virtud de la edad de la cónyuge supérstite: La Sra.
Blanca Rosa N., tenía 57 años al momento del deceso de su esposo.
2
Véase, STJ de Corrientes, Sentencia del 02/06/05, en autos “De Jesús, Miguela
y otro c/ Fabio Campagner y/o QRR S/ Daños y perjuicios”, Expte N° 24.626/05.
3
Cám. 8°, Civ. y Com., Córdoba, “Freytes, Claudia C/ Mario Romagnoli S/
daños y perjuicios”. Síntesis de fallo que realiza María Angélica JURE, Daño moral.
Tribunal Superior de Justicia y Cámaras de Apelaciones Civiles y Comerciales de
Córdoba, en Revista de Derecho de Daños, N° 6, Daño moral, Ed. Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 1.999, p. N° 395.
Esta circunstancia debe ser ponderada para determinar la índole y gravedad de
su sufrimiento pues, como bien lo señala nuestra jurisprudencia, “si la viuda tenía 59
años al momento del deceso de su marido, los padecimientos revisten mayor
envergadura y son más difíciles de superar que cuando se cuenta con toda la fortaleza
física y la capacidad de olvido, propias de quienes tenían una larga vida para planificar
y tratar de cumplir con sus anhelos y esperanzas. Es que resulta razonable pensar que a
una edad avanzada se carece de instinto de superación, ansias y posibilidades de rehacer
la vida”.4
5) El incremento del daño sufrido por los herederos a raíz de la agonía
experimentada por el causante: El sufrimiento experimentado por la pérdida del ser
querido es menos cuando la muerte se produce instantáneamente, es decir, en un tiempo
más o menos inmediato a computar desde el hecho generador del deceso (así,
verbigracia, si el causante hubiera fallecido el mismo día en que ingreso al quirófano).
Inversamente, el dolor se intensifica cuando, como en autos, los herederos y el
causante debieron padecer (por 40 días, según los resúmenes de historia clínica) las
vicisitudes de un proceso mortal prolongado, agravado por el estado de coma con
“progresivo empeoramiento”.
En este sentido se ha pronunciado nuestra jurisprudencia: “Cuando la muerte ha
sido precedida por un proceso mortal más o menos prolongado, el moribundo y sus
herederos han podido sufrir un daño moral mientras duro la vida del primero, cuya
reparación es susceptible de ser demanda por los segundos. Esos daños, en cambio, no
han podido producirse cuando el acto homicida determina una muerte súbita”.5
VI) LA PÉRDIDA DE CHANCES CUYA REPARACIÓN SE PRETENDE:
Con fundamento en las máximas de la experiencia, es decir, en la observación del curso
normal y ordinario de las cosas, no podemos excepto afirmar que la muerte del padre y
esposo produce, en todos los casos, la perdida de chances económicas. Perdida de
4
Cám. Apel. Civ. y Com., Sala N° 3, Resistencia, 27/02/96, “Barrios de López
Juana C/ Oscar Alberto Yapur S/ daños y perjuicios”, síntesis del fallo que realiza
Antonio RINESSI, “Daño moral. Tribunales de Resistencia”, en Revista de Derecho de
Daños N° 6, Daño moral, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1.999, p. N° 442.
5
Cám. Apel. Civ. y Com., Sala N° 1, Resistencia, 28/09/89, “Rodríguez,
Benjamina y Otros C/ Ordiz, Adolfo y Otros S/ Daños y perjuicios”, síntesis de fallo
que realiza Antonio RINESSI, “Daño moral. Tribunales de Resistencia”, ob. Cit., p. N°
440.
chances cuya indemnización estimamos prudente, sobre la base de las concretas
circunstancias de autos, en la suma de $28.800,00 (Pesos Veintiocho Mil Ochocientos)
por cada hijo; y $57.600,00 (Pesos Cincuenta y Siete Mil Seiscientos) por la Esposa,
Veamos por qué:
a) Por lo pronto, la muerte del cónyuge y socio a la hora de afrontar las
necesidades de la vida común, provocará que la viuda deba atender en forma individual
gastos que en otros tiempos fueron compartidos (cuando no principalmente soportados
por el difunto esposo). Y, por consiguiente, la pérdida de la chance de usufructuar un
mejor estándar de vida, en tanto son mayores las posibilidades de adquirir más y
mejores viene y servicios cuanto mayores los recursos de los que se disfruta.
b) La muerte del padre provocará, ciertamente, que sus jóvenes hijos, ambos
estudiantes universitarios (circunstancia que se comprueba a través de constancias de
alumnos regulares extendidas por la Facultad de Derecho de la UNNE), se vean
privados de los recursos que el causante destinaba para solventar todas sus necesidades.
c) La muerte del causante provocará que los hijos (e incluso, los potenciales
nietos) pierdan la chance de obtener ayudas económicas, de recibir los presentes u
obsequios que los padres frecuentan realizar, durante toda la vida, en beneficio de sus
hijos y nietos. Excúsenos de abundar sobre este ítem. Es habitual y corriente que los
padres colaboren patrimonialmente con el diseño de la vida de sus hijos y, en tanto les
sea posible, que se esfuercen por “aportar” recursos para la adquisición de viene y
servicios en favor de estos.
d) Bastaría, entonces, que durante los doce años de vida activa probable (es
decir, hasta cumplir los 70 años) el causante hubiese destinado la insignificante suma de
$400 (Pesos Cuatrocientos) por mes ($4.800,00 al año) en aras de contribuir a solventar
las necesidades comunes, para justificar la perdida de chances estimada, en el caso de la
cónyuge, en la suma de $57.600,00.
e) A su turno. Bastaría que durante los doce años de vida activa probable, el
causante hubiese destinado la insignificante suma de $200 por mes ($2.400,00 al año)
en aras de contribuir o ayudar económicamente a casa uno de sus hijos, para justificar la
perdida estimada en la suma de $28.800,00.
VII)SOLICITAMOS PRUEBA ANTICIPADA: Que habida cuenta de las
particularidades del caso, conforme la previsión contenida en los arts. 326 y ss., CPCC,
solicitamos se disponga a título de prueba anticipada, el secuestro de la historia clínica
del Sr. Aldo Ernesto D., documentación complementaria y eventuales anexos que se
hallen en poder de la Unidad de S. M. S.R.L.
A ese fin, se libre mandamiento de secuestro, autorizando a los suscriptos a
intervenir en su diligenciamiento y al oficial de justicia a requerir el auxilio de la fuerza
pública, los servicios de cerrajero y/o cualquier otro que derive del cumplimiento del
cometido asignado.
El secuestro peticionado tiene por objeto garantizar la autenticidad y
originalidad de un medio de prueba decisivo. Precaver al proceso de eventuales
mutilaciones, alteraciones o de la introducción de cualquier modificación en la historia
clínica del causante.
Sobre la procedencia y conveniencia de ordenarse el secuestro de la historia
clínica en proceso de mala praxis médica, véase “Cám. Nac. Civ., Sala B. 21/12/95,
“Rooney, Juana c/ Instituto Obra Médico Asistencial”, LL1996–E–286; “Cám. Nac.
Civ. Sala D. 18/09/96, “Coppoia, Irma c/ Hospital Italiano”, LL 1997–F–37; “Cám.
Nac. Fed. Civ. y Com. Sala II, 11/11/97, “S. de C., M. A. C/ Obra Social del Poder
Judicial de la Nación”, LL 1998–B–105; todos comentados por Juan Pedro COLERIO.
VIII) PRUEBA:
1) Instrumental:
a) Primer testimonio de escritura pública de cesión de derechos y acciones (N°
28 de fecha 23/09/05, del registro de la Notario Julieta D. A.) en 2 fs.
b) Ejemplares de dos cartas documento (remitidas para notificar a los
demandados de la cesión de derechos y acciones) y de sus respectivos acuses de
recepción, en 4 fs.
c) Copias certificadas de partidas de nacimiento de los actores extendidas por el
Registro Provincial de las Personas, en 2fs.
d) Copia certificada de acta de defunción del causante extendidas por el Registro
Provincial de las Personas, en 1 fs.
e) Copia certificada de acta de matrimonio de los Sres. Aldo Ernesto D. y
Blanca Rosa N., en 3 fs.
f) Certificación de ingresos del Sr. Aldo Ernesto D., extendida por contador
público, en 2 fs.
g) Tres resúmenes de historias clínicas y documentación complementaria
extendida por la Unidad de S, M. S.R.L. en 5 fs.
h) Certificado médico extendido por el Dr. Carlos José T. y Estudio de
laboratorio de análisis clínico, en 4 fs.
i) Dos constancias originales extendidas por Facultad de Derecho de la UNNE,
que acreditan la condición de alumnos regulares de los actores, en 2 fs.
2) Declaraciones de parte: De los demandados, Dr. Miguel Ángel M. y del
representante legal de la Unidad de S. M. S.R.L.
3) De reconocimiento y pericial en subsidio:
a) Dado el hipotético caso de negarse la autenticidad del certificado de ingresos
incorporado, se citará al C. P. Jorge Raúl G. a reconocer la firma y el contenido del
instrumento que se le atribuye.
b) Dado el caso de negarse la autenticidad del certificado médico que se dice
extendido por el Dr. Carlos José T., se lo citará a reconocer la firma y contenido del
instrumento que se le atribuye.
c) Dado el caso de negarse la autenticidad de los resúmenes de historia clínica
que se dice extendidos por el Dr. Raúl P., se lo citará a reconocer la firma y contenido
de los instrumentos que se le atribuyen.
d) A todo evento, de negarse en audiencia de reconocimientos la autenticidad de
cualquiera de las firmas atribuidas, ofrecemos pericial caligráfica.
4) Testimonial: De las siguientes personas:
a) Carlos José T., médico, domiciliado en Sarmiento N°…, Saladas.
b) Juan Manuel P., Bioquímico, Sargento Cabral N°…, Saladas.
5) Pericial médica: A practicarse sobre la base de los resúmenes de historia
clínica adjuntos e historia clínica a secuestrarse. El perito hade expedirse sobre los
siguientes puntos:
a) Si los resúmenes y la historia clínica han sido regularmente llevados o si, por
el contrario, existen falencias o datos cuya consignación se ha omitido; en cuyo caso,
identificará cuáles son las omisiones o falencias advertidas;
b) Si de tales resúmenes y/o historia clínica surge quienes han sido los
profesionales que participaron de la intervención quirúrgica (la paroscópica por
apendicitis aguda) del Sr. Aldo Ernesto D., con particular referencia al médico que
ofició de cirujano o director de la cirugía.
c) Si de tales resúmenes y/o historia clínica surge que el paciente haya tenido,
previo a su intervención quirúrgica, antecedentes cardiacos y/o respiratorios.
IX) PETITORIO: Por las razones expuestas, a V. Sa. pedimos:
1) Nos tenga por presentados y parte, por denunciado domicilio real y
constituido el procesal.
2) Por promovida demanda sumaria de indemnización de daños y perjuicios en
los términos contenidos en la numeral I-OBJETO. Traslado con las copias, por el
término y bajo apercibimiento.
3) Por introducida prueba instrumental. Por ofrecida, tempestivamente, los
medios de prueba mencionados en la numeral VIII.
4) Oportunamente se haga lugar a la demanda en todos sus partes. Costas a los
demandados.
5) Precio a todo trámite, se dispone el secuestro de historia clínica solicitado en
la numeral VII como prueba anticipada.
Solo así,
SERÁ JUSTICIA.

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