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Una de sus antiguas alumnas viene desde muy lejos para saludarla y ofrecerle el
homenaje muy afectuoso de su gratitud.
Cuando niña me llamaba Venerance Morin. Durante los años 1843 y 1844, pasé 18 meses
en el Pensionado de Santa María de la Beauce de la diócesis de Quebec.
Mis buenas maestras fueron mi tía Sor Francisco de Sales y mi tía Sor Rafael. La
Superiora de la Congregación era la Reverenda Madre María Magdalena.
Guardo para el Instituto el más dulce recuerdo. Después de haber pasado seis años con
mi familia, el 11 de Mayo de 1850 fui admitida en el Noviciado de las Hermanas de la
Providencia de Montreal. Hice mi profesión religiosa el 22 de Agosto de 1852 y el 18 de
Octubre siguiente tuve el privilegio de partir con las Hermanas que iban a fundar en
Oregón. Después de haber soportado grandes sufrimientos no tuvo lugar la fundación en
Oregón sino en Chile.
Ahora tengo 93 años y antes de partir para la eternidad quiero agradecerle la buena
semilla de la Fe y la Piedad que su santa Comunidad depositó en mi alma. Acepte mis
expresiones de gratitud.
Así como he guardado afectuosamente sus recuerdos y los llevaré conmigo al cielo donde
espero llegar bien pronto. Ruegue por mí.
Mi vida ha sido muy agitada. El buen Dios no me ha economizado los sufrimientos, pero
en cambio su gracia ha sostenido mi fe y mi confianza en su divina Providencia unidas a
un amor constante a mi santa vocación religiosa asi que puedo afirmar que mi vida ha
sido feliz. Mis buenas Madres acepten mi cariño y gratitud.
Sor Bernarda
Santiago, 13 Enero de 1924
Comenzaré por expresarle mis deseos para el año que comenzamos que son sinceros y
ardientes para nuestra muy Rev. Madre Superiora General, sus distinguidas Asistentas y
el numeroso personal de nuestra muy amada comunidad de !a Providencia de Montreal.
Que el amor de Dios crezca en todas nosotras, sea nuestro guía y afirme nuestros pasos
en la práctica de las virtudes religiosas. Envidiable es la felicidad de !a vocación
religiosa, pero esta felicidad depende mucho del fervor con el que sirvamos al buen Dios.
Ruego a Dios con todo mi corazón concedernos a todas los dones y gracias del Santo
Espíritu y una santa alegría para soportar generosamente las penas de la vida.
Esperaba con impaciencia mi muy amada Madre Antonieta saber noticias suyas y si su
regreso a Canadá había sido tan feliz como yo lo deseaba.
Por su última carta del 22 de Noviembre último veo con pena que el Oregón y las
Montañas Rocallosas le han privado de! uso de las manos que le son tan necesarias para
continuar sus interesantes publicaciones. Espero que lo confortable de nuestras Casas de
Canadá durante el Invierno le devuelva la salud, la tranquilidad y todo lo necesario para
publicar las maravillas de Dios y de su divina Providencia en nuestra muy querida y tan
amada Congregación. La multiplicación de las Hermanas, la bendición de Dios sobre
todas las obras de la comunidad son las maravillas del cristianismo dignas de ser
proclamadas y alabadas.
Aquí caminamos a pasitos cortos según nuestras fuerzas. Próximamente abriremos una
nueva casa en Llo- Lleo, puerto de mar que nos proporcionará el beneficio de enviar allá
a nuestras Hermanas enfermas y también a los huérfanos.
Aquí las vocaciones religiosas han disminuido mucho en todas las comunidades. Las
costumbres y las modas modernas traen tristes consecuencias.
En este momento el país soporta una crisis política alarmante; solamente el buen Dios
puede remediar la situación.
De mi pobre vejez solamente le diré que no tengo otra enfermedad que los sufrimientos
ordinarios de la edad. A menudo me siento fatigada pero una buena noche renueva mis
fuerzas y con alegría me someto a los trabajos del día.
Sin embargo confieso que las necesidades y las miserias de la vejez no tienen nada de
deseable si no es la de sentir la esperanza de ir pronto a ver al buen Dios y amarlo como
lo amaremos por toda la eternidad.
Reciba mi muy querida Madre los saludos muy afectuosos de la comunidad de Chile que
la aman muy sinceramente.
Su afectísima Hermana
Sor Bernarda
Santiago, 25 de Mayo 1922
Rvda. Madre Antonieta / Casa Madre Montréal 1271. Rué St. Catherine
Su carta del 1"? de Abril último me llegó muy a tiempo como también el hermoso libro
"Las Hermanas de la Providencia en Chile" que ya he leído enteramente. En este gran
trabajo admiro: la ciencia, la sabiduría del autor, su delicadeza y más aún su caridad.
Esta redacción honra la Congregación de la Providencia de Montreal y está en
condiciones para producir grandes frutos de valor, experiencia y de confianza en la
divina providencia, en las dos comunidades.
Si es cierto que la hoja del árbol no se mueve sin la voluntad de Dios y un solo cabello de
nuestra cabeza cae sin la voluntad de Dios; con mayor razón podemos creer que los
acontecimientos que tienen lugar en nuestras comunidades y muy particularmente en
nuestro paso a Chile, han sido dirigidos por la divina Providencia que verdaderamente
probó dolorosamente nuestra fe y nuestra abnegación. Solamente el buen Dios sabe
cuántas angustias hemos pasado cuántas lágrimas hemos derramado la-mentando a la
vez con todo nuestro corazón las penas causadas a nuestra venerada Madre Superiora y
muy amadas Hermanas de la Comunidad Madre de Montreal. Sin duda que estos
sufrimientos eran necesarios para obtener la gracia de ser un día invitadas a reunimos
en la barca de San Pedro, observando las mismas Reglas y practicando las mismas obras.
Una vez que usted haya satisfecho los deseos de sus casas y de los canadienses
proporcionándoles su libro, le ruego enviarnos 20 ejemplares diciéndome el precio
correspondiente.
Le ruego, mi buena Madre, hacer aceptar nuestros homenajes y saludos muy respetuosos
a nuestra Rvda. Madre Superiora y Consejo General. Nuestros recuerdos muy afectuosos
a Sor María de los Santos Ángeles y a Sor Pierre d'Alcantara que son las únicas
sobrevivientes conocidas de la Comunidad de Montreal.
Mi buena Madre Antonieta le rogaría aún agradecer a nuestra buena Madre Superiora
General la atención de enviar a mi venerado M. Gilberí A. Limieux Cura de San Joaquín el
hermoso libro "La Historia de la Providencia en Chile.
Mi salud está mejor este año que los anteriores. Camino fácilmente. La vista y el oído me
permiten aún ocuparme personalmente de los asuntos de la casa y Congregación no
obstante, diariamente me preparo a partir de este mundo y su dirección está en lista
para que en el acto le pidan para mi la ayuda de sus oraciones.
Sor Bernarda
Conservo su pañuelo como una preciosa reliquia.
Santiago de Chile, 15 Octubre 1921
He pasado largo tiempo sin escribirle, espero que usted tendrá la bondad de
disculparme; el cargo trae tantos asuntos imprevistos que los momentos desocupados
son extremadamente raros y son naturalmente empleados a descansar un poco junto al
buen Dios.
En este momento, Chile como todas las naciones del mundo vive sobre un volcán. La
guerra mundial ha terminado; ahora vienen las inquietudes de la vida social sin Dios ni
ley. Las asambleas subversivas tienen en alerta a las autoridades. No hay nada de
positivo. Gran número de personas vive desocupada y rehúsa ocuparse de la agricultura
que es la mejor riqueza del país.
Parece que Canadá está tranquilo o por lo menos nada se ha oído decir a! respecto. Sin
duda es discreto en sus aspiraciones, más dado al trabajo, menos exigente de falsas
libertades, prefiere la paz y la vida de familia a toda otra ambición. Tal es el fruto de una
educación cristiana.
Mi salud es aún bastante buena para seguir a la comunidad con excepción de la hora de
acostarse que yo anticipo cuando el frío o el trabajo me obligan a buscar el reposo de la
cama una media hora o una hora antes de la hora reglamentaria. Generalmente la hora
de la mañana me encuentra siempre pronta y de buen humor para levantarme.
Mi muy buena amada Madre, no olvidaré jamás sus bondades conmigo. Las agradezco
de todo corazón. Ruego al buen Dios que la inspire, facilite o dicte todo lo que la historia
de la Congregación de la Providencia pueda tener de edificante o de interesante.
Madre General y a su Consejo los saludos y profundos respetos de las Hermanas de Chile
y para usted reciba los recuerdos muy afectuosos de toda la comunidad que se interesa
mucho por tener noticias de usted.
Su afectísima Hermana
Sor Bernarda
Santiago de Chile, 30 de Marzo 1919
Usted no podría creer cuánto gozo me causó su carta del 25 de Abril último que se la
agradezco sinceramente. Cada una de sus cartas me trae una brisa del buen aire de
Canadá que me hace olvidar la decadencia y los sufrimientos de la vejez.
Los canadienses que han estado en la guerra le han hecho honor a Canadá pero esto no
ha sido sin sacrificio de todos. Quiera el Señor concedernos días de paz que devuelvan la
felicidad a las familias y cubra el país de prosperidad.
Hoy le envío el 3er. tomo de la Historia de la Providencia de Chile. Los documentos que
contiene son auténticos; no he hecho sino unirlos unos con otros. Arriesgando que usted
considere que he llegado a una excesiva simpleza, agrego en el paquete otros tres libros
"El Catecismo sobre la vida religiosa en la Congregación de la Providencia, Avisos
prácticos para las Superioras y Dogmas definidos por la Santa Sede desde la existencia
de nuestra muy amada Congregación. En la página 100 encontrará usted un discurso
muy interesante de Monseñor Miguel Paya y Rico que determina la votación definitiva de
la Infalibidad del Soberano Pontífice; estoy muy lejos de pretender instruirla, pienso
solamente darle todo lo que tengo.
Mi buena Madre, hace ya largo tiempo que su dirección está en una lista para el caso en
que yo no pueda escribir, como también la de nuestra Rev. Madre Superiora General.
Espero que en el Cielo formaremos un solo coro.
Estamos aquí en pleno invierno y muy riguroso. Las lluvias y las inundaciones están a la
orden del día. La epidemia de tifus exantemático va declinando, sin embargo nuestras
Hermanas están todavía en el Lazareto San Roque; espero que volverán pronto aquí
porque el Presidente de la República ha dado orden de suprimir este establecimiento.
Ahora voy a hacer la visita a nuestras Casas de Santiago. Acabo de terminar la de la Casa
de Huérfanos. La Casa se compone de 1.748 niños casi todos de corta edad; 30 Hermanas
de la Providencia; 200 empleados, 2 Capellanes, 2 médicos, 1 dentista. La Casa se podría
decir es como una ciudad que tiene necesidad de un gobierno serio y sólido; 837 niños
están en edad escolar y residen en la Casa. De estos niños más de 700 reciben la ^anta
Comunión conforme a los deseos del Papa Pío X así que cada día más o menos 400 se
acercan al altar en orden y recogimiento. Después del Evangelio de la Misa, uno o dos
sacerdotes distribuyen la Santa Comunión de manera que sin interrumpir el orden de la
Casa a las 7 A. M. las Hermanas toman su desayuno y van enseguida a presidir el
desayuno de cada sección de niños para continuar el trabajo del día.
La Casa de Temuco es también muy simpática. Las mapuchitas (salvajes) son muy
piadosas. Un padre jesuita me decía que no podía darles la santa Comunión sin
experimentar una profunda emoción. Quiera el Cielo escuchar la oración de almas
inocentes y concedernos el Reinado do Dios en todo el Universo.
Mis saludos muy afectuosos a Madre Juan de la Cruz, a nuestras queridas Hermanas
María de los Santos Ange¬les Rosa de Lima, Pierre d'Alcantara y Cecile que me
encomiendo a sus santas oraciones.
Le ruego ofrecer el homenaje de mis profundos respetos a nuestra Rev. Madre Superiora
General y a las Rev. Madres del Generalato. Ruego a Dios les conceda todas las gracias
necesarias para la dirección de la gran familia de las Hermanas de la Providencia y
usted reciba mis sentimientos de gratitud y sincera amistad.
Su afectísima Hermana
Sor Bernarda
Santiago de Chile, 15 Agosto, 1908
He tenido la felicidad de conocer y de vivir bajo obediencia con nuestra Rvda. Madre
Fundadora María Emilia Tavernier viuda de Gamelin desde el 11 de Mayo de 1850 hasta
su fallecimiento acaecido el 23 de Septiembre de 1851. A pesar de mi indignidad he sido
admitida al postulantado y al hábito religioso por la misma Rvda. Madre Gamelin.
Siempre he notado en nuestra Madre Fundadora una alma excepcionalmente noble por
su firmeza en la práctica del bien, su sumisión a la voluntad de Dios, su espíritu de
justicia, su constancia en las penas, su amor a Dios, una aplicación sostenida a una alta
prudencia en la formación de la comunidad y sus directivas siempre ajustadas a las
enseñanzas de la fe y de la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo.
Los comienzos de la Comunidad fueron muy dolorosos para esta buena Madre. Ninguna
de las personas que formaban estaban iniciadas en las prácticas de la vida religiosa.
Todas eran muy virtuosas como cristianas, pero no tenían aún el ideal de las grandes
virtudes y de la disciplina religiosa, no tenían todavía a la vista los ejemplos de la
abnegación y de renunciamiento establecidos en una comunidad más antigua, en los
tesoros de méritos acumulados por la experiencia de largos años que abre un camino
luminoso y atrayente para las que lo siguen, de suerte que el nuevo género de vida, la
pobreza, la obediencia, el trabajo de grandes obras emprendidas oprimen, fatigan
dolorosamente el espíritu y el corazón de nuestras primeras Madres. Por poco
conocimiento que tengamos del rorn-7ón humano es fácil comprender las numerosas
contradicciones que sufren en la formación. A menudo se atribuíay a la Madre
Fundadora los sacrificios exagerados por la obediencia como los sufrimientos del trabajo
y de la humildad.
Nuestra Rvda. Madre sin duda sufría mucho más que sus compañeras en esta dolorosa
fusión, solamente su gran amor a Dios y una fuerza de alma superior pudieron
sostenerla en medio de sus penas. La carrera fue corta pero laboriosa y bendecida por
Dios.
Es con gran satisfacción que me permito declarar aquí que varias veces he tenido la
ocasión de escuchar las instrucciones y avisos que Nuestra Rvda. Madre Gamelin daba a
la comunidad en general y también sus consejos particulares, todos me parecían
dictados por la sinceridad de un alma que siente a Dios, y desea ardientemente la
santidad. Ella hablaba con franqueza pero sin olvidar las consideraciones debidas a sus
buenas Hermanas y siempre el amor maternal endulzaba los grandes deberos de la vida
religiosa.
Nuestra buena Madre se distinguía sobre todo por su devoción al Santísimo Sacramento,
a la Santa Misa y a la Santa Comunión. Su recogimiento, su respeto y un santo ardor so
manifestaban visiblemente cuando se acercaba al altar. Séanos permitido creer que los
grandes milagros operados por su intercesión casi siempre en el momento do la
Consagración son una gran recompensa a su gran fe y amor a Nuestro Señor Jesucristo
en el Santísimo Sacramento. La devoción a Nuestra Señora de Dolores fue también su
devoción privilegiada.
Mis votos ardientes y los de la Comunidad son porque estos dos ilustres personajes sean
glorificados en el Cielo y en la tierra. Con este fin imploramos a Dios quiera concedernos
la gracia de que la Santa Iglesia les conceda pronto los honores de la santidad.
Sor Bernarda
Sup. General
Aquí somos 84 Hermanas Profesas vivas y 16 novicias. Las Hermanas son buenas, la
tempestad viene de afuera.
Mis respetos a Monseñor de Montreal. Reciba mi muy querida Madre el afecto sincero de
su antigua compañera de infancia y de su muy humilde Hermana en religión.
Sor Bernarda
Su amable carta del 12 de Abril último ha sido muy agradable para mí. Nos ha hecho ver
a nuestra querida Comunidad de Montréal, bella sin comparación y derramando
anualmente los dulces frutos de su caridad sobre cientos de miles de pobres y de
enfermos. ¡Bendito sea el Señor!
Esta vida de grandes obras exige sin duda muchos sacrificios. La que está a la cabeza y
debe dar el movimiento a todo deberá acostarse a menudo muy cansada. Felices fatigas
que soportadas por amor a nuestro divino Esposo, nos hacen esperar el reposo eterno.
Mi querida Madre, me ha causado gran gusto al darme a conocer sus Asistentas y otras
oficialas del Generalato.
Aunque la nueva Casa que ustedes van a construir no me agrada tanto como la antigua a
la que se unen tantos recuerdos, agradezco a Dios les dé los medios necesarios para la
subsistencia de la Comunidad y para hacer las Santas Obras de las que ella está
encargada por la Divina Providencia.
Los trabajos de nuestra iglesia de la Casa Central suspendidos desde hace más de un año,
continuarán a principios de Agosto. La iglesia de la Casa de Huérfanos está muy
adelantada. Será, creo una de las mejores iglesias de Santiago.
Ayer tuvimos la fiesta de San Vicente de Pau! en la antigua Casa que llamamos ahora
"Providencia-Huérfanos". La misa fue cantada por 567 niñitos que gozaron muchísimo
creyendo cantaban maravillosamente. Esperamos que en el mes de Octubre los Padres
Salesianos fundados por Don Bosco vendrán a hacerse cargo de los niños que pasan de
diez años. Monseñor Cagliero Superior de los Salesianos para las Misiones de la
Araucanía, ha venido a Santiago para conocer el país y proponer las condiciones del
establecimiento de la Congregación Salesiana. Todo ha sido favorable; el informe se hará
a Don Bosco en el mes de Agosto y creemos que inmediatamente después de las grandes
fiestas en honor de Don Bosco el 15 de Agosto será nombrado el personal de la fundación
de Santiago.
Adiós por hoy, mi buena y muy querida Madre. Ruego a Dios suavizar todas las penas
que se encuentran en el gobierno de una Comunidad; que la consuele y fortifique en
medio de las dificultades de la vida. Mis recuerdos para todas nuestras queridas y muy
amadas Hermanas especialmente para las que tengo el gusto de conocer y nuestras
antiguas compañeras de Chile. Reciba además, mi buena Madre, para usted y para toda
la Comunidad, los saludos respetuosos de todas nuestras Hermanas en particular de Sor
Valentina y de Sor María de Jesús que están aquí.
Sor Bernarda
Monseñor:
Es con un sentimiento muy vivo de dolor que hemos sabido la muerte de nuestro Santo
Fundador Monseñor Bourget. Unimos nuestro pesar tan profundo como grande al de V.
G. al de nuestra muy amada Comunidad que fue su obra querida y al dolor de Montréal y
de todo Canadá.
Nuestras oraciones, nuestras buenas obras y nuestras lágrimas son el tributo de nuestro
amor filial, de nuestra veneración y gratitud hacia este venerable difunto. Espero que
muy pronto nos reuniremos en el cielo.
Los asuntos religiosos en Chile no son muy consoladores. Hace más de siete años que
estamos sin Arzobispo.
El clero y el gobierno no están de acuerdo sobre las personas presentadas y la Santa Sede
espera una época más favorable para nombrar al Arzobispo y dos obispos para las sillas
vacantes.
Todas tratamos de vivir para Dios y lo mejor posible. Su bendición, Monseñor nos da
valor. Reciba nuestras más cordiales expresiones de gratitud. Escribo a nuestra Madre
Amable.
En el corazón de N. S. de Dolores
Su anciana hija
Sor Bernarda
Santiago, 21 Abril, 1906
Rvda. Madre María Antonieta Superiora General de las Hermanas de la Caridad Casa
Madre Providencia Montréal
Es con gran gozo que he recibido su amable carta de 5 de Febrero último. Comprendo
perfectamente que usted no se pertenece porque una multitud de problemas imprevistos
absorbe su tiempo y sus fuerzas, que teniendo la responsabilidad de una administración
tan vasta como variada es preciso orar y deliberar sobre lo que será más agradable a
Dios y dormir pensando que problema apura más para el día siguiente. Aquí tengo
solamente, una muestra de lo que usted tiene allá y a menudo me encuentro
sobrecargada
Al leer la ruina de la City San Francisco de California recuerdo que ahí tenemos
Hermanas muy queridas, sus sufrimientos me afligen y rogamos a Dios por ellas.
Suya afectísima en N. S. J.
Sor Bernarda