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LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

“AMORIS LAETITIA”

1. Introducción
Fruto de los Sínodos sobre el matrimonio y la familia fue publicada la Exhortación Apostólica
“Amoris laetitia”, con fecha del 19 de marzo de 2016, solemnidad de san José, enmarcado en el año
santo de la Misericordia.
No pretendemos hacer un análisis exhaustivo del texto, sino determinar en qué medida esos trabajos
preliminares fueron de utilidad para el Santo Padre en el documento ofrecido a toda la Iglesia.
Se trata de un texto extenso, redactado en armonía con el camino sinodal que ha “brindado gran
belleza y mucha luz” y que, a través del “conjunto de las intervenciones de los Padres (…) ha
formado un precioso poliedro por muchas legítimas preocupaciones y por preguntas honestas y
sinceras”. Se podría decir que el Papa amplía el horizonte y el contenido con este documento.
De hecho, el mismo Papa Francisco explica el motivo por el cual quiso escribir esta exhortación:
“consideré adecuado redactar una exhortación apostólica postsinodal que recoja los aportes de los dos
recientes Sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión,
el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su
entrega y en sus dificultades”.
Reflejando la riqueza del camino sinodal: “de dos años de reflexión”, la exhortación aborda
“diferentes estilos” y “muchos y variados temas” que aconsejan una lectura reposada para
“profundizar pacientemente, parte por parte” e, incluso, buscar en ella “lo que puedan necesitar en
cada circunstancia concreta”.
Ciertamente, la variedad y complejidad de los temas planteados reclama “seguir profundizando con
libertad (en) algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales”; evitando, por una
parte, el “deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación”; y por otra,
“la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones
excesivas de algunas reflexiones teológicas”.
En esta línea, como es natural, el contenido de “Amoris laetitia” se integra plenamente en el
Magisterios de la Iglesia y ha de ser interpretada en armonía con éste. Basta una lectura atenta del
documento para describir en él abundantes referencias el magisterio de los Pontificios anteriores, de
modo especial a “Familiaris Consortio”.
El propio Papa señala que no hay un cambio doctrinal ni disciplinar. Sin ir más lejos, el tercer
capítulo de la exhortación se dedica, casi por completo, a recoger las enseñanzas de la familia
siguiendo la estela del Concilio Vaticano II.
Sin embargo, no quisiera reducir la lectura del documento a unas cuantas referencias más o menos
controvertidas. Hemos de tener en cuenta que lo que se pretendía en los Sínodos era, precisamente,
descubrir las dificultades actuales y los posibles errores de transmisión de la verdad acerca del
matrimonio y avanzar con audacia en soluciones, propuestas y modos de transmitir novedosos,
atrayentes y actuales.
Bajo esa óptica, quisiera presentar aquellos elementos novedosos que “Amoris laetitia” introduce;
aquellos puntos de vista, desarrollos pastorales, sugerencias y proyecciones, que son verdaderamente
nuevos y que ofrecen un panorama positivo y abierto, moviendo a los fieles a afrontar los desafíos y
las tareas pendientes con un espíritu verdaderamente optimista.
2. Análisis del texto
2.1. Método, lenguaje y estilo
Uno de los elementos novedosos que ofrece Amoris laetitia es su lenguaje y estilo: huye de cualquier
escenario hipotético o virtual, de lo teórico, de lo abstracto o de lo especulativo; para empaparse, en
cambio, de un estilo práctico, realista y objetivo que describe las situaciones auténticas de las
familias contemporáneas.
En este contexto, es indiscutible la influencia que han tenido los Padres sinodales, sobre todo, en los
informes de los Circoli minori. Se comprueba, a lo largo del iter sinodal, un desarrollo del lenguaje y
estilo de transmisión del mensaje, consiguiendo un texto “fresco”, quizás algo extenso, pero a la vez
sencillo, accesible a las familias, que refleja la intervención y contribución de éstas en el proceso
sinodal, próximo a todos los hombres y mujeres sin excluir a nadie. En definitiva, un documento que
intenta eludir lo teórico, lo complicado y lo barroco, sin demasiadas oraciones subordinadas y
palabras equívocas que puedan sacar de contexto las frases.
En este sentido, se observa a lo largo del documento una estrecha afinidad en relación con el
Magisterio precedente del Papa, en especial con la Exhortación Evangelii Gaudium -en algunos
pasajes podría parecer una continuación de ésta-, donde se descubren varias conexiones que hacen
referencia al modo de transmitir el mensaje cristiano. A la vez, se encuentran múltiples referencias a
las Catequesis sobre el matrimonio y la familia pronunciadas, en los últimos años, en las audiencias
de los miércoles en la Plaza de san Pedro.
Uno de los vínculos de unión de Amoris laetitia con el Magisterio precedente de Francisco, como se
verá más adelante, es el uso recurrente a las palabras “acompañantes”, “comprensión” y
“misericordia” como enunciados transversales en casi todos los capítulos de la Exhortación siendo un
verdadero “leitmotiv” de toda la obra: “hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas
posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día”, recordará el Papa citando
Evangelii Gaudium.
El Santo Padre ofrece una reflexión positiva y esperanzadora de la familia y de la pastoral familiar,
con un estilo atrayente y un lenguaje claro, estableciendo un diálogo con el lector el cual se siente
comprendido. La perspectiva es ayudar a cada familia en sus circunstancias específicas; por ello el
documento se mueve más en la línea del consejo práctico que en el de las consideraciones teóricas.

2.2. Estructura y resumen del contenido


La Exhortación Apostólica se articula en nueve capítulos cuyos títulos son:
Capítulo I: A la luz de la Palabra.
Capítulo II: Realidad y desafíos de las familias.
Capítulo III: La mirada puesta en Jesús: Vocación de la familia.
Capítulo IV: El amor en el matrimonio.
Capítulo V: Amor que se vuelve fecundo.
Capítulo VI: Algunas perspectivas pastorales.
Capítulo VII: Fortalecer la educación de los hijos.
Capítulo VIII: Acompañar, discernir e integrar la fragilidad.
Capítulo IX: Espiritualidad matrimonial y pastoral.
El capítulo primero comienza con una exposición del Evangelio de la familia. El Santo Padre,
recogiendo las sugerencias de los Padres sinodales, se centra en la Sagrada Escritura como hilo
conductor para alimentar el discurso.
A través de un breve recorrido por distintos pasajes del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, el
texto alude a los sufrimientos de la realidad matrimonial como un verdadero “sendero de sufrimiento
y de sangre”. No obstantes, el Papa señala cómo “podemos comprobar que la Palabra de Dios (…) se
muestra como una compañera de viaje también para las familias” que están en crisis o en medio del
dolor, y les muestra la meta del camino, cuando Dios “enjugará las lágrimas de los ojos”. Ya no
habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor.
Sin ir más lejos, sobre esa realidad de “familias en crisis o en medio del dolor” discurre el capítulo
segundo, centrado en situaciones concretas y fijando, desde ahí, los desafíos familiares. Francisco,
recogiendo algunas contribuciones de los Sínodos y añadiendo otras preocupaciones, se dirige a la
realidad cotidiana de las familias con la convicción de que “las exigencias y llamadas del Espíritu
Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia”, a través de los cuales “la
Iglesia puede ser guiada a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y
de la familia”.
Aquí el Papa hace una consideración de especial relevancia pastoral e, indirectamente, jurídica:
“tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces vuestro modo de presentar las
convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy
lamentamos (…) Tampoco henos hecho un buen acompañamiento de los nuevos matrimonios en sus
primeros años, con propuestas que se adapten a sus horarios, a sus lenguajes, a sus inquietudes más
concretas”

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