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EL OÍR EL EVANGELIO

El oír el evangelio es esencial para la salvación (Romanos 10.17).

Introducción.
La Biblia enfatiza la importancia de predicar la palabra de Dios, pero para ser salvos es
necesario o esencial oír el evangelio, porque sin el oír, la palabra no puede salvar ni habrá
conversión (Mateo 13.15). En un sentido todo depende del oír, porque el proceso de salvación es
enviar el predicador, él predica, la gente oye, el oír produce la fe que nos lleva a obedecer al
evangelio para ser salvo (Romanos 10.13-17). Uno de los problemas más grandes de la
humanidad es que no queremos escuchar o poner atención. Pero el problema más serio con
respecto al oír es que cuando Dios habla, la mayoría de la gente no le escucha o escucha otros
mensajes que solo conducen a la perdición. Todos oímos algo, pero lo que tenemos que oír para
ser salvos es el evangelio.

A. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO DEBÍAN OÍR A MOISÉS Y LOS PROFETAS.


1. Moisés predicaba el mensaje de la ley, y el pueblo debía oír para obedecer
(Deuteronomio 6.3).
2. El pueblo de Israel debía oír la lectura de la ley (Deuteronomio 31.11)
3. Los profetas también debían de predicar para que oigan la palabra de Dios (Isaías
7.13). Miqueas 6.1 dice, “Oíd ahora lo que dice Jehová”.

B. EN EL NUEVO TESTAMENTO DEBEMOS OÍR A CRISTO Y SU EVANGELIO.


1. A él oíd.
a. El oír el evangelio es esencial para la salvación (Hechos 2.22-23, 26). Oír a Cristo
estaba profetizado, porque Moisés dijo que debemos oír a Cristo (Deuteronomio
18.15).
b. En este tiempo de la gracia debemos oír al Hijo (Hebreos 1.2), “en estos postreros
días nos ha hablado por el Hijo”.
c. Dios dijo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo
17.5).
d. Todas las naciones deben oír el evangelio predicado por los apóstoles (Mateo
28.19; Marcos 16.15). Esto implica que el evangelio debe ser oído por la
predicación.
2. Mirad lo que oís (Marcos 4.23).
a. Muchos judíos escuchaban a los escribas y fariseos, pero estos solo enseñaban las
tradiciones de los hombres y otros errores (Mateo 15.1-9).
b. Otros escuchaban a los saduceos que negaban la resurrección (Mateo 22.23).
c. Algunos oían un evangelio pervertido (Gálatas 1.6-9). Hoy en día hay muchos
“evangelios” pervertidos (catolicismo, calvinismo, mormonismo, russelismo,
etc.).
d. A muchos les gusta oír la predicación de evangelios pervertidos, doctrinas
humanas, fábulas religiosas, supersticiones, testimonios acerca de sueños y
visiones, pero muy pocos están interesados en escuchar el evangelio puro.
e. Hay que guardarse de oír a los falsos maestros (Mateo 7.15; 1 Tesalonicenses
5.21; 1 Juan 4.1).
C. Las cuatro clases de oyentes (Lucas 8.5-8).
1. Lucas 8.5, “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte
cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron”. La explicación
de Jesús: “los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de
su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (v.12). La palabra no entra en su
corazón indiferente. Satanás quita la palabra con cualquier distracción. “Y llamando a
sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended”. (Mateo 15.10).
2. Lucas 8.6, “Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía
humedad”. “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con
gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba
se apartan” (v.13). Pronto acepta la palabra y pronto tropieza. Estos aceptan con las
emociones pero no hay profundidad de convicción. No hay compromiso firme y todo
es superficial y no pueden soportar pruebas y tentaciones.
3. Lucas 8.7, “Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con
ella, la ahogaron”. “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose,
son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto”
(v.14). Son personas de doble ánimo. Son engañados por Satanás con respecto a
placeres y cosas materiales, pero también son “ahogados” por los afanes diarios de la
vida. Estos afanes no son necesariamente pecaminosos, pero aunque inocentes en sí
nos pueden destruir (Lucas 21.34).
4. Lucas 8.8, “Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno”.
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto
retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (v.15). Estos, como los 3000
el día de Pentecostés (Hechos 2.41), los samaritanos (Hechos 8.12), el eunuco
(Hechos 8.36-38), Cornelio (Hechos 10.48), Lidia (Hechos 16.14, 15) y el carcelero
(Hechos 16.34) reciben la palabra con mente abierta, aman la verdad y la obedecen.
Es terreno fértil. Retienen la palabra y llevan fruto.
Conclusión.
A. Debemos oír, poner atención a, la palabra con corazón abierto como los de Berea y
con el propósito de obedecer como el eunuco, Cornelio, Lidia y el carcelero.
B. Porque la fe viene por el oír. Esto no se aplica solamente a los que no han obedecido
al evangelio, sino a los miembros también. Oremos, “Señor, auméntanos la fe”.
¿Cómo lo hace?
Santiago nos exhorta a “sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos (Santiago 1.22-25).

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