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DESARROLLO
“Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron» (Mt 13:4).
Explicación dada por Jesús: «Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado
en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino” (Mt 13:19).
Primeramente, esto nos explica, que al igual que lanzar una semilla en el pavimento, este tipo de personas tienen el
corazón endurecido, tanto así que la palabra no halla lugar en ellos. Además, muchas veces hemos visto que las aves bajan
a comer las semillas que se encuentran en la superficie del pavimento o de las plazas, de esa manera el maligno arrebata la
palabra que fue sembrada en ellos.
Por este motivo, una de las muchas referencias que hallamos en la palabra, es cada vez que los fariseos escuchaban al
Señor, su religión y sus tradiciones impedían y chocaban con la doctrina de Cristo. De igual manera ocurre hoy en día
cuando muchos no aceptan la palabra del Señor y colocan su religión por encima de Dios. Por lo cual, el corazón de estas
personas estaba endurecido y la Biblia menciona cuando Esteban dijo: «¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de
oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo» (Hechos 7:51).
“Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se
quemó; y porque no tenía raíz, se secó» (Mt 13:5-6).
Explicación dada por Jesús: «Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego
tropieza” (Mt 13:20-21).
Este tipo de personas que describe las escrituras es de corazón poco profundo, al igual que una roca con una fina capa de
tierra encima. Por lo tanto, no puede echar raíz, ya que solo ha ocurrido un gozo emocional momentáneo, pero no un
arrepentimiento verdadero. Ya que, cuando se realiza la obra redentora de Cristo en nuestras vidas, lo que se produce en
nosotros es contrición, arrepentimiento y humildad, no un gozo efímero y pasajero.
Además, la palabra de Dios no puede echar raíz en este tipo de personas, por la falta de una vida de oración, lectura de la
palabra y comunión con Dios. En consecuencia, a esto, al venir las pruebas, las tentaciones y persecución por causa de la
palabra, luego caen.
Así que este tipo de personas son creyentes temporales, que tan pronto vienen las situaciones abandonan la iglesia y no
están dispuestos a luchar por la fe que le fue dada.
Sábado 12/jun/2021
Explicación dada por Jesús: «El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y
el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa» (Mt 13:22).
En este ejemplo, el corazón es entregado a medias, y no ha sido rendido totalmente a Dios. Por lo tanto, debemos tener
cuidado, porque los afanes van a llegar, pero con respecto a esto, la palabra de Dios nos alienta diciendo: «Por nada estéis
afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Fil.
4:6). Por esta razón, debemos orar y clamar a Dios. También debemos detectar los espinos y cortarlos, porque estos
estancan la vida del creyente, haciendo que, al tener la mirada puesta en los afanes y las cosas externas, no se lleve fruto a
Dios.
En conclusión, en «los oidores junto al camino» y «los oyentes en pedregales», vemos que las causas son internas, «la
dureza del hombre y la superficialidad de la carne». Mientras que los «oyentes en tierra espinosa», las trampas son
externas, «la codicia de otras cosas» y «los placeres de la vida».
«Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos
para oír, oiga» (Mt 13:8).
Explicación dada por Jesús: «Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da
fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno» (Mt 13:23).
Este tipo de personas la Biblia las describe en Lucas 8:15, como las de «corazón bueno y recto». Y no solo eso, también dice
que son las que «retienen la palabra y dan fruto con perseverancia». Por lo tanto, los requisitos para que la palabra diera
fruto en este tipo de creyentes fueron, un corazón sencillo y una mente abierta para comprender la palabra de Dios,
aferrándose fuertemente a ella.
Así que es importante que haya mucha oración, para entender, tener paciencia y atesorar la palabra en nuestros corazones
con el deseo de guardarla.
5. Conclusión