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¡ATENCIÓN! ¡VITAL!

¿CUÁL DEBE DE SER


NUESTRO ROL EN LA GRAN TRIBULACIÓN?
(Con MAURICIO OZAETA)
Mauricio, que es un profundo investigador de las profecías bíblicas, marianas; un
estudioso de la Biblia en toda regla, nos tiene mucho que ayudar en este tema de
la Gran Tribulación que, como todos sabemos, caminamos hacia ella. Y estamos
intentando ayudar en la medida de nuestras posibilidades a que el Pueblo de
Dios se prepare para ello.
Este tema es fundamental: la Gran Tribulación se acerca, es necesaria. Hemos
de verla desde la ESPERANZA porque ha de suceder para la purificación del
mundo y de la Iglesia Católica y, sobre todo y ante todo, nos preguntamos ¿cuál
va a ser nuestro rol, nuestro papel en esa Gran Tribulación?
Mauricio:
La Gran Tribulación, también conocida como el Septenio del Anticristo o la
semana 70 de Daniel, inicialmente estaba pautada por Dios para ser continua con
las primeras 69 semanas de Daniel, que comienza con del Decreto de
Artajerjes, de 14 de marzo del año 445 a.C. Las primeras 69 semanas se
cumplen en el año 32, en abril, cuando se lleva a cabo la muerte de Dios, el
asesinato de Dios, el Deicidio. Ahí se cumplen las primeras 69 semanas de
Daniel, como lo dice la profecía de Daniel 9.
La semana 70, la última, tenía que venir a continuación, pero como el pueblo
rechazó al Redentor, rechazó la Redención, Dios Padre, ofendido por esa ofensa,
esa semana de gracia –era inicialmente de Gracia--, se convierte en semana de
desgracia y se traspone hacia el final de los últimos tiempos.
¿Por qué es necesaria entonces esa purificación, esta prueba dura?
Porque el mundo no está preparado para recibir a Jesús en su Segunda Venida,
y no solamente el mundo; principalmente porque la Iglesia Católica no está
preparada para recibir a su Señor. Por eso dice muy claramente el Catecismo y
cree Mauricio que lo dicen, inclusive, los que lo hicieron principalmente San Juan
Pablo II y el Papa Benedicto XVI cuando era el Cardenal Ratzinger, de una
manera profética. El numeral 675 dice: “antes del advenimiento de Cristo, la
Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos
creyentes”. Esa prueba final es justamente esa Tribulación, esa purificación que
necesita pasar por la Iglesia ¿por qué? Porque la Iglesia está corrompida. Está
profanada, invadida por la fe Protestante, por la Masonería, por el Comunismo.
Entonces, esa prueba final es necesaria. Y lo complementa el Catecismo dos
numerales más abajo en el 677 que dice: “la Iglesia sólo entrará en la Gloria del
Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su Muerte
y Resurrección”. Esto quiere decir que la Iglesia tiene que pasar por lo mismo
que pasó Cristo necesariamente. Por eso lo dice Lucas 6, 40 dice: “no está el
discípulo por encima de su maestro, todo el que esté bien formado, será como su
maestro”. Si el Maestro pasó por la traición, coronación de espinas, flagelación,
condenación, crucifixión y muerte, pues el discípulo, el Cuerpo Místico de Cristo,
que es su Iglesia TIENE QUE PASAR POR LO MISMO: TRAICIÓN,
FLAGELACIÓN, CORONACIÓN DE ESPINAS, CONDENACIÓN, CRUCIFIXIÓN
Y MUERTE.
De hecho, en el último libro de Robert Sarah, cae la tarde, pasa el día, dice que
ya estamos en el Viernes Santo y eso es muy relevante, porque significa que ya
pasó el Jueves Santo y ¿qué ocurrió el jueves? El jueves fue cuando Judas
entregó a su Señor, lo vendió y lo entregó a sus enemigos. Cuando Robert quiere
decir que ya estamos en el Viernes, quiere decir que ya ocurrió la traición y la
entrega. La Iglesia ya fue entregada a sus enemigos: protestantes, masones y
comunistas.
¿Qué viene ahora?
Pues ahora viene lo que sigue a la Pasión de Nuestro Señor.
Esa purificación es necesaria porque el mundo ha creado un esquema de vida a
espaldas de Dios, a espaldas de los mandamientos. Eso es lo que hemos hecho.
Es decir, hemos sacado a Dios del mundo, o pretendido sacar a Dios del mundo.
De manera que es necesaria, pero por nuestra maldad; por nuestro pecado, no
porque Dios quiera castigar. Dios es el más bueno de los padres. Dios no quiere
la Gran Tribulación; la hemos merecido por nuestra maldad. Y una manera muy
buena de explicarlo es con lo que se llama normalmente el Apocalipsis de
Isaías. Que es Isaías 24, que Mauricio dice que lee 4 versículos muy importantes
porque resumen el por qué la Gran Tribulación tiene que venir. Dice así:
“Devastada será la Tierra y del todo saqueada, porque así ha hablado Yahvé; la
Tierra ha sido profanada bajo sus habitantes, pues traspasaron las leyes, violaron
el precepto, rompieron la Alianza Eterna”. Fijémonos que dice ‘la tierra ha sido
profanada’. La profanación es un pecado contra Dios, es una afrenta a Dios. Y
dice el por qué: “traspasaron las Leyes”, es decir, los mandamientos. Hemos
hecho un mundo para rechazar los mandamientos; en contra de los
mandamientos de la Ley de Dios. Y después dice “rompieron la Alianza Eterna”.
Aquí ya no estamos hablando de la Primera Alianza, la mosaica, estamos
hablando de la Nueva Alianza sellada con la Sangre del Cordero sin mancha: la
preciosísima Sangre de Cristo. Es decir, es una afrenta también contra la
Eucaristía. Y termina diciendo: “por eso una maldición ha devorado la Tierra y
tienen la culpa los que habitan en ella, por eso han sido consumidos los
habitantes de la Tierra y quedan pocos de linaje humano”. Así es. Entonces, deja
muy claro que esa Tribulación es porque nosotros traspasamos los
mandamientos, violamos el precepto. Rompimos la Alianza Eterna. Por eso dice
Zacarías 13 que dos tercios serán exterminados en la tierra y, aclara,
“perecerán”, y “sólo un tercio quedará”. Y después dice Dios a través de
Zacarías: “yo meteré en el fuego ese tercio, lo purgaré como se purga la plata, lo
probaré como se prueba el oro”. Es decir, tenemos claro que bíblicamente, de
cada 3 personas que estamos vivas en este momento, van a perecer 2; va a
quedar solamente 1 de cada 3 personas. Porque lo hemos merecido. Por eso es
que también hace Mauricio este símil: en el Calvario está crucificado Jesús con
dos malhechores. Uno dice “si tu eres el Hijo de Dios baja de la Cruz, sálvate a ti
mismo y sálvanos a nosotros”. Es decir, lo increpa, reniega de Dios hasta el
momento del suplicio y lo pone a prueba porque dice “si tu eres el Hijo de Dios,
baja de la Cruz…”. Pero el otro, humildemente dice “no te das cuenta que tu y yo
merecemos este suplicio por nuestra maldad, por nuestro pecado; este hombre
en cambio es un justo”. Y le dice: “acuérdate de mí Señor cuando llegues a tu
Reino”.
Estas dos posturas son las dos posturas que va a tener la humanidad durante la
Gran Tribulación: parte de la humanidad dirá ‘si Dios existiera ¿por qué permite
esto?’. O ‘Ven Dios y acaba con la guerra y los males’. Va a renegar de Dios, no
va a aceptar la culpa, sino que va a renegar de Dios; va a afrentarlo, a
retarlo. Sin conversión, sin aceptar que el problema lo causó el hombre. En
cambio, otra parte de la humanidad, una pequeña parte va a decir: “todo esto lo
estamos sufriendo por nuestra maldad, por nuestro pecado; lo merecemos”. Es
decir, “acuérdate de mi Señor cuando estés en tu Reino”. Ese suceso es muy
hermoso porque resume la Gran Tribulación. En la Gran Tribulación Cristo está
crucificado; Él está sufriendo con nosotros. Él no está mandándonos males y
viéndolo desde el Cielo; Él está crucificado con nosotros, la humanidad entera
crucificada y estas dos posturas resumen la posición ante la Gran Tribulación.
Dos preguntas breves sobre la exposición hecha hasta aquí de Mauricio:
1. Está claro, y lo explicaba Mauricio muy claramente, haciendo referencia a ese
valioso libro del Cardenal Sarah en el que nos decía que ya estamos en el
Viernes Santo; que el Jueves Santo pasó, que la Iglesia ya ha sido entregada a
manos de los traidores. Una pregunta que ya es más práctica que doctrinal, pero
que le lanzamos a Mauricio: la gente, ¿puede entender sin rubor que esa entrega
que ya ha sido realizada de la Iglesia ha sido en cierta forma realizada a las
manos de Bergoglio y sus colaboradores?
Respuesta de Mauricio: por supuesto que sí. Comenzó desde el principio de su
Pontificado cuando él, por ejemplo, decide conmemorar, como si hubiera algo
que celebrar, los 500 años de la Reforma de Lutero, que fue un Cisma y que el
Concilio de Trento claramente lo condenó como Cisma y a Lutero como hereje. Él
le quita ese título de hereje y lo llama reformador, y dice que tiene buenas
intenciones y viaja a Suecia a entregar la Iglesia a los protestantes. Incluso, mete
una estatua de Lutero en el Vaticano. Y hace como si hubiera algo que
conmemorar con alegría la Reforma de Lutero. Pero si Lutero era un enemigo de
la Iglesia Católica, un enemigo de Cristo, un hereje, condenado por la Iglesia.
Está en el infierno; lo vio la Beata Hermana María Serafina Micheli. Su ángel de la
guarda la llevó por permiso de Dios. Entonces, ¿qué es lo que hay que celebrar
ahí? Pues nada. Es una pena que haya ocurrido eso, ese pobre hombre está en
el Infierno condenado y cuántos a llevado al infierno. Pero no solamente la
entregó a los protestantes; la entregó a los comunistas y a los masones y
llevamos todo su pontificado viendo los signos de esta entrega.
Cuando él llega a Bolivia, algo insólito, Evo Morales lo recibe entregándole ante
todas las cámaras, un Cristo Crucificado sobre la hoz y el martillo y él lo recibe
con alegría y lo que indigna es que los católicos no reaccionan. Es decir, el Papa
recibe un regalo de Evo Morales, donde Cristo está crucificado sobre la hoz y el
martillo como representando que el comunismo venció a Cristo. Esto debería
darnos una indignación horrorosa. Los que defienden a Bergoglio dicen que como
es un presente, un regalo entre presidentes pues él, diplomáticamente, tiene que
aceptarlo. No. Es como si te regalan una estatua de alguien que está violando a
tu madre y tú, por decencia, tienes que aceptar esa estatua. Nos tiene que
indignar. Entonces, le ha entregado la Iglesia, no solamente a protestantes y
comunistas, ha entregado la Iglesia también a los masones. A la masonería. Y la
masonería está rampante. Celebrando. Y ahora en el Sínodo de la Amazonía
también a los chamanes; también a las culturas paganas. Es decir, entregó la
Iglesia a todos. ¿para qué? Para que sea coronada de espinas, crucificada,
torturada y asesinada. Lo mismo que ocurrió en la primera vez, porque sucesos
bíblicos son siempre proféticos, eso lo explica el libro El Quinto Reino. Cada
suceso bíblico es, a su vez, una profecía. Y muchos santos de la historia lo han
explicado bastante bien, esto que acabo de decir. Por ejemplo, uno de ellos que
Mauricio menciona mucho porque ha aprendido mucho de él es San Ireneo de
Lyon.
Sucesos bíblicos, a su vez constituyen profecías. Cuando, por ejemplo,
David, pequeñito, débil, ante Goliat, ese gran monstruo y con una piedra lo
revienta pues es un suceso histórico lo que ocurrió, pero a su vez es profético. Es
decir, anuncia cómo el verdadero Rey va a destruir a sus enemigos de una sola
pedrada en la frente. Es decir, es una victoria del anuncio, de la victoria de Dios,
de Jesús, contra todos sus enemigos. Todo hecho histórico es, a su vez,
profético. Así como lo que vivió Jesús en su Pasión es histórico, es también
profético porque eso mismo es lo que tiene que vivir la Iglesia. Ya Bergoglio
traicionó a la Iglesia; ya la entregó a sus enemigos, y ahora la Iglesia tiene que
pasar por toda su Pasión. Pero también, el suceso de los 3 días en los infiernos y
su resurrección, es histórico y es profético. Quiere decir, después de que los
enemigos de la Iglesia celebren que desapareció la Iglesia Católica, al tercer día
Dios la resucita y la pone por encima hasta el punto de constituirla la única
religión universal. Cuando Jesús muere en el Calvario, sus verdugos lo celebran
diciendo ‘por fin acabamos con este que nos llevaba por el camino de la
amargura; nos tenía hartos con sus discursos y con sus prédicas’. Pero después
de que celebran su asesinato, no acababa la misión de Cristo, sino que
comenzaba.
Por tanto, con la Iglesia Católica es igual. Después de que el anticristo celebre
con su amigo el falso profeta, diciendo “acabamos con la Iglesia de Cristo”, no es
verdad que terminó ahí, sino que ahí es que va a empezar la verdadera Nueva
Iglesia de Luz, como la llama María en el Libro Azul del Padre Gobbi.
Con lo cual, volvemos siempre a la esperanza, que debe acompañarnos en todos
estos momentos sabiendo, como nos ha explicado también Mauricio, que esta
Gran Tribulación es necesaria y que, además, está escrita y que no es un castigo
de Dios sino una purificación necesaria para nosotros. Porque nosotros, y sobre
todo la Iglesia, nos lo hemos ganado, desgraciadamente, a pulso.
Una pregunta muy breve:
El Catecismo de la Iglesia Católica, una obra extensa que nos rige, dictado en
tiempos de Juan Pablo II… ¿no llama la atención a Mauricio que un tema tan
relevante como el que estamos tratando, se trate de pasada y casi de oculto en
un numeral –el 675--, con las dos relaciones que hay en un par de numerales
más?
De todos modos, responde Mauricio, aunque sea poco en extensión, su
significancia y su contenido profético es brutal. Por ejemplo, en el 675, habla de
que el misterio de la iniquidad vendrá en forma de una impostura religiosa, es
decir, ya se sabía que el misterio de la humanidad se iba a manifestar en la figura
y no religiosa de un simple sacerdote, obispo, sino que estamos hablando a nivel
del vértice de la Iglesia, como estaba en el 3er secreto de Fátima, y como lo dijo
María en la Salette y en otras profecías. Es decir, ya el punto 675 revelaba un
misterio de iniquidad en forma de impostura religiosa, es decir, que ya nos estaba
advirtiendo proféticamente Juan Pablo II que tenía que ver con un Papa, que era
el que iba a preparar el camino.
Como Juan Bautista, le allana en camino al Señor y cuando lo ve lo presenta y
dice “este es el Mesías de quien yo hablaba”.
El trabajo de esta impostura religiosa, que dice el 675, es allanarle el camino al
anticristo, prepararlo para que cuando se manifieste él lo pueda presentar como
el supuesto verdadero Mesías. Por eso es fundamental, aunque sí es verdad que
es muy poco contenido, dentro del Catecismo, su significancia es brutal. Lo que
se desprende de estos 2 numerales es impresionante.
El 677 habla de que la Iglesia debe pasar por la prueba para entrar en la Gloria
del Reino y acota que el Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo de
la Iglesia, sino que, al revés, la Iglesia es derrotada. Lo confirma. Y después es
Dios quien la rescata, es decir, el triunfo final no es de la Iglesia con un proceso
creciente de victorias. Al contrario. Dice que la Iglesia es derrotada como fue
aparentemente derrotado Jesús en el Calvario y, después, viene su rescate, su
resurrección. Tienes razón que parece poco contenido, pero realmente, si lo
analizas con mucho detalle estos 3 numerales –675, 676, 677--, su significado, su
relevancia es descomunal, brutal. Incluso habla del Reino, ese Milenio que tantas
personas niegan, está en el numeral 677.
Teniendo ya claro de la necesidad de la Tribulación, de por qué tenemos que
pasar por ella; de por qué es evidente que así va a ser y que está en el Plan de
Dios.
Existen 2 posturas, según Mauricio nos explica, ante esta Gran Tribulación, y él
explica muy bien que existe una postura pasiva-reactiva y una postura
comprometida-activa. Cómo explicar esto sobre todo para tener claro a la hora de
rezar, discernir y prepararnos, … cuál puede ser, debe de ser o va a ser el rol que
cada uno de nosotros juegue en esa Gran Tribulación.
Mauricio responde:
Una primera aclaratoria. Estas dos posturas las va a explicar con respecto al
creyente, al que tiene fe, al que conoce las Escrituras y sabe que la Gran
Tribulación va a ocurrir. Porque al final Mauricio hará un comentario relacionado
con el que no se ha enterado, es decir, el no creyente o el que no conoce la
Biblia.
Por tanto, en las personas que sí saben que la Gran Tribulación viene y que
conocen las profecías y ya saben que todo esto tiene que pasar antes de la
Parusía o segunda venida de Nuestro Señor. Entonces, es muy importante
analizar las dos posturas porque, de hecho, Mauricio en esta evangelización que
está teniendo ahora, que viaja mucho, casi siempre le hacen la pregunta de,
sabiendo ya que viene la Gran Tribulación, qué hacer; cómo prepararnos. Esa
pregunta se la han hecho siempre. Pero estuvo el mes pasado en República
Dominicana y a esa pregunta le agregaron ese matiz. Lo que nunca le habían
preguntado es ¿y qué debo hacer yo, ¿cuál es mi rol?
Es decir, siempre le han preguntado cómo deben prepararse, qué puedo hacer.
Pero nunca le habían preguntado qué rol puedo yo jugar durante la Gran
Tribulación. Por tanto, de ahí salió esa respuesta que le pareció a Mauricio
enriquecedor el poder compartirla de una manera un poco más amplia en canales
como este.
Lo va a explicar Mauricio con el símil del cine. En el cine, los que están en su
asiento están con el rol pasivo de ver la película. Sí son afectados en el cine
emocionalmente; en la Gran Tribulación no será sólo emocionalmente, sino que
van a estar afectados en todos los posibles ámbitos: emocional, afectivo,
psicológico, económico, material, … pero sigue siendo un espectador, en el
sentido de que no está involucrado en la película. No estás marcando los
acontecimientos ni estás escribiendo la historia. Solamente tienes una actitud
pasiva y, por ende, reactiva. Entonces, cada vez que pase algo, tienes que ver
cómo reaccionan. Falta comida ¿cómo como?; falta el agua ¿ahora cómo bebo?
Llegó la guerra ¿cómo me escondo? Llegó la bomba ¿cómo sobrevivo? Es decir,
siempre, las cosas que van a ir ocurriendo tengo que ver cómo reacciono para
buscar sobrevivir. La posición de hecho, pasiva-reactiva está muy asociada a esa
preocupación: si ya sé que viene y ya sé que Zacarías 13 dice que van a
sobrevivir sólo 1/3 de la humanidad, es decir, que de cada 3 personas mueren 2,
¿cómo hago yo para intentar estar en ese tercio?
Entonces la preocupación del que tiene la posición pasiva-reactiva es la de
prepararse principalmente materialmente, es decir, huyo a la montaña, salgo de
la costa, construyo un bunker, hasta donde pueda materialmente. Hasta donde
económicamente me lo permitan mis bienes. Almacenar alimento, construir silos,
graneros, tantos granos como pueda. Aprender a hacer alimentos que duren
mucho, aprender a hacer turrones u otras cosas. Cómo aprendo sobre plantas
medicinales, cuando ya no haya medicinas a la venta. Cómo aprendo de estas
propiedades que tienen algunos alimentos y medicinas caseras para poder
librarme de las pestes. Entonces, la preparación del que tiene la actitud pasiva-
reactiva es principalmente material y siempre está signada por el miedo; por el
miedo a morir, por el miedo a la guerra, a la peste, al hambre.
¿Cuál es la otra posición?
Pues la otra posición, y la diferencia es enorme, es una acción activa y
comprometida. No es plantearse ‘cómo voy a hacer para sobrevivir a la Gran
Tribulación’. Eso ya pasa a un segundo plano; ese es el menor de tus problemas.
La preocupación es: ‘Señor Jesucristo, Hijo de Dios Padre, durante la Gran
Tribulación, ¿para qué me necesitas?, ¿qué puedo hacer por ti?’
En ese momento, entregándose a Dios como soldado y como alma víctima,
porque, la entrega debe ser total, sin reserva y sin limitaciones, el rol es activo
durante la batalla final y durante la Gran Tribulación. Ahí estás dispuesto a que
Dios te mande a donde sea y a lo que sea. Sin poner limitación ni trabas a Dios.
¿Cuál es, en este caso, tu preocupación en ese momento? Pues no es mantener
la vida. Tu preocupación es que, en la batalla final, el botín son las almas. La
misión es llevar almas a Dios. Salvar almas. Porque la mayor obra de caridad no
es, como dice Bergoglio alimentar y no sé qué. No. La mayor obra de caridad es
salvar almas. Darle la salvación eterna a una persona. Y lo más valioso para Dios
son las almas, porque cada alma tiene un valor infinito. A Dios tu le llevas varias
almas, personas que por tu apostolado o tu misión o tu entrega generosa se han
podido salvar, le llevas el botín más valioso a Dios. Si tu preocupación es salvar
almas y servir a Dios; si tu único objetivo es la Gloria de Dios y la honra del santo
nombre de Jesucristo, la menor de tus preocupaciones es si vas a sobrevivir o no.
Si vas a vivir en la guerra o no; si vas a pasar hambre o vas a tener… ¡No!
Porque ya Dios se encarga de esas cosas. Es decir, tu preocupación ya no es
comer porque, como tu eres soldado de Cristo y la Biblia dice “el obrero merece
su paga”; si eres soldado de Cristo, mientras tu evangelizas y LUCHAS POR LA
VERDAD, vas a tener comida, aunque haya escasez. Dios puede hacer caer
maná. Dios puede matar una gaviota que venga volando, se muere frente a ti, la
cocinas, comes y sigues luchando por Dios porque ya tu preocupación no es
mantener la vida; es dar la vida por Dios, es el Reino, es la Verdad, la Iglesia
Verdadera.
Entonces no estás signado por el miedo a morir; lo que motiva tu actuar y tu obrar
es el Amor, el amor a Dios, el amor al prójimo para salvar su alma. Entonces
¿qué más da si mueres o no mueres? Es lo menos relevante. Porque para
heredar el Reino, no hace falta sobrevivir a la Gran Tribulación. Fíjate que la
Biblia es muy clara en ese aspecto. En las cartas de Pablo, tanto en la Primera
de Tesalonicenses capítulo 4 dice que el Reino, una vez establecido ese nuevo
Paraíso Terrenal ¿quién lo hereda primero? Dios es muy justo, heredan primero
los que murieron en Cristo y que viven lo que el Apocalipsis llama la primera
resurrección. Esto quiere decir que para heredar el Reino lo único que tienes que
hacer es defender a Cristo, defender la Verdad o bien lo heredas porque
sobreviviste, Dios te dio la vida o moriste por Cristo, por la Verdad y lo heredas
primero que los que sobrevivan. Entonces, ¿por qué la preocupación de
sobrevivir a la Gran Tribulación si para heredar el Reino no es necesario
sobrevivir? Para heredar el Reino hay que permanecer en Cristo, en la
Verdad, en la Palabra.
Entonces la postura es tan distinta de la reactiva-pasiva y la comprometida-activa,
que la preocupación es otra completamente distinta. ¿por qué yo no estoy
procurando conservar alimentos o plantas medicinales?, Mauricio ni siquiera tiene
seguro de vida, porque nosotros en nuestra misión no estamos estresados por
conservar la vida, por ser ocultos, por estar preparados en la parte de plantas
medicinales, porque nosotros no estamos para eso, estamos para servir a
Dios, estamos dispuestos a dar la vida por Dios. Entonces Dios se encarga de
lo demás, de lo material. Si Él quiere que sobrevivamos pues bendito sea Dios,
nos procurará mantener la vida y si tenemos el nombre escrito en el Libro de
los Mártires pues demos la vida con gozo, con alegría, por Dios. Si de todas
maneras vamos a heredar el Reino.
Hay un punto que a Mauricio le gustaría acotar.
Ya sabemos que van a morir dos tercios de la humanidad, es decir, en este
periodo va a aumentar mucho la tasa de mortalidad. Tanto, que la única tasa tan
alta que se ha vivido prácticamente fue en la época del diluvio, no ha habido otra
tasa tan elevada. Al hombre siempre le ha estresado la incertidumbre de cómo
acaba su vida. Entonces, en la Gran Tribulación tú puedes morir por ejemplo por
la guerra, por la peste, por eventos astronómicos, un meteorito, piedras que caen
del cielo, inundaciones, erupciones, vuelco de los mares y tantas otras cosas. El
que toma la actitud pasiva-reactiva, no sabe cómo va a morir. Y en todo caso,
cuando muera, va a ser una muerte imprevista, porque vas a tener tantas formas
de morir, que no sabes por dónde te va a pillar la muerte, por así decirlo.
Qué importante esta reflexión. El que esté entregado a Dios, comprometido con el
Evangelio y con la Verdad, dispuesto inclusive a dar la vida por la Verdad, por el
Evangelio, por la verdadera Iglesia, que tiene como verdadero Papa Benedicto
XVI, y que, después, cuando entregue su alma en martirio y Dios lo disponga va a
poner a otro santo padre Pedro Romano, el que esté dispuesto a todo por Cristo,
ya no tiene que temer a una muerte inesperada, ¿sabes por qué? Porque SU
MUERTE NO VA A SER INESPERADA. Que sea entregado como alma víctima,
el que esté dispuesto al martirio por Cristo, va a morir dando Gloria a Dios.
Mauricio dice esto con propiedad, porque cuando analizas la vida de los mártires
te das cuenta de que ninguno fue arrebatada su vida de manera imprevista. Hay
tantos ejemplos como puedas mencionar. Por ejemplo, los apóstoles entregaron
la vida cuando Dios lo dispuso. Y cada uno como que sabía que le había llegado
el momento. ¿Por qué Pablo puede despedirse diciendo “he dado la batalla”, “he
podido la carrera, …”?; ¿por qué se despide con valentía? Porque él ya siente en
su corazón que le llegó el momento del martirio. Pero no le llega de manera
inesperada. No lo matan por la espalda cuando él va caminando por la calle. No
es así.
¿Por qué a San Lorenzo le da tiempo de mofarse de alguna manera de sus
verdugos? Les dijo: “Assum est, inqüit, versa et manduca”, que viene a decir
“dadme la vuelta que por este lado ya está”. Está dando un testimonio que queda
para la posteridad, muere dando gloria a Dios.
San José Sánchez del Río, que Mauricio menciona mucho porque le pareció un
valiente niño de 14 años, que murió con ese grito famoso “!Viva Cristo Rey!”. A él
no le mataron en el anonimato, de incógnito, no le mataron desprevenido. No. Él
sabía que había llegado su hora y con amor y celo por Cristo termina su vida con
ese grito de valentía que es esperanzador para nosotros. “!Viva Cristo Rey!”; y
ahí recibe su muerte. Entonces, ¿cuál es el punto al que se está refiriendo ahora
muy concreto y muy importante? Entregado tú como alma víctima, ofrecido como
mártir a Dios. ¿es posible que mueras? Por supuesto, ya te ofreciste como mártir.
Ya Dios dispone de tu vida, pero ya no es el azar, ya no es algo fortuito, no es
una muerte inesperada porque a esos son los que Dios les dice “hasta sus
cabellos están contados”, y ni uno se caerá sin que Dios lo permita. Ya no te va a
caer un meteorito en la cabeza ni te va a explotar una bomba atómica encima ni
te va a llevar el tsunami. Ya tu muerte está en las manos de Dios y va a ser
entregada por Dios cuando Dios lo disponga. Y muy seguramente en tu corazón
lo sentirás y podrás, como San Esteban, perdonar a tus verdugos antes de la
muerte y casi en éxtasis ver el Cielo Abierto. Mira entonces que importante la
actitud activa-proactiva, generosa, de entrega a Dios. Si Dios quiere que des tu
vida la vas a dar en el momento que Dios lo disponga para la gloria de Dios. La
incertidumbre del cómo voy a morir ya no existe, porque esa es la incertidumbre
del que tiene la actitud reactiva, no comprometida. Signada por el miedo, no
sabiendo cuándo va a acabar tu vida.
Y termina Mauricio con esta pequeña reflexión que comenzó al principio:
A la Gran Tribulación la sufren todos los seres humanos. También el no creyente
o el que no conoce la Biblia y no conoce las Escrituras la va a sufrir siempre de
una manera reactiva. A medida que suceden las calamidades, voy viendo cómo
hago para sobrevivir. Si te fijas Vicente y esto es importante acotarlo y
reflexionarlo. Lo que le pasa al no creyente, que no conoce la Biblia, no
conoce las profecías y no sabe que viene la Gran Tribulación, lo que va a vivir
es muy parecido a lo que le ocurre al creyente que conoce la Biblia y las
profecías pero que no toma un rol activo. Porque al final sigue siendo reactivo y
sigue estando signado por el miedo. Al final los terminas metiendo en el mismo
saco. Porque ¿cuál es la única diferencia del que no conoce las profecías al que
sí las conoce pero que no toma un rol activo? Pues que el que las conoce tiene
un poquito más de tiempo para prepararse. Eso no le garantiza nada. Pero le
permite almacenar algo de alimentos o mudarse a la montaña. Pero al final sigue
siendo reactivo, signado por el miedo y a expensas de una muerte inesperada.
En cambio, el que toma el rol activo, comprometido, se distancia de los otros dos
grupos. Es decir, queda en una posición totalmente diferente. Y ya tu corazón
está encendido de amor a Dios. Y no de temor. Y ya tu vida va a terminar por y
para la Gloria de Dios, no en la desgracia de la muerte inesperada, del
anonimato, del que su vida no valió para nada. Porque si igual va a morir tanta
gente, pues que tu vida valga para algo, que sirva para dar testimonio de fe, de
Cristo y de la Verdad.
Esto tiene una consecuencia práctica con la gente que nos rodea y que contactan
con el canal y que cuentan las experiencias que ya están teniendo, creyendo
además que están realizando la acción más fiel y más católica cuando nos
cuentan que ya están construyendo refugios, que ya se están apartando de la
civilización, que ya están yendo a lugares apartados almacenando alimentos, …
Después de lo que Mauricio ha explicado es un tema que merece para todos
reflexión.
Mauricio aclara que al que quiera conservar la vida porque tenemos el derecho
de conservarla y está bien hacer un refugio, almacenar alimentos, …
Lo que Mauricio ha explicado es que el que no tenga un compromiso activo y no
esté dispuesto a dar la vida por Cristo, va a formar parte del rol de los que
solamente sufren, reaccionan; es como decir ‘prepárese para sufrir’.
Para despedirse, Mauricio quiere dar unas citas bíblicas muy esperanzadoras y
muy relacionadas con lo que estamos hablando. Nos invita a repasar la primera
de Macabeos completa porque es de enorme esperanza. En otro programa
refirió un poco a ese valiente Judas Macabeo, hoy quiere referir Mauricio a su
padre Matatías que invitaba a la resistencia.
Y Mauricio hace un llamado a todos los que escuchan este programa con una
exhortación importantísima de Matatías, que nos hace a ti y a mí y a todos los
que nos escuchan, a través de este valiente. Dice así:
I de Macabeos, 2, 27: “luego con fuerte voz gritó Matatías por la ciudad: todo
aquel que sienta celo por la Ley y mantenga la Alianza que me siga”. Con ese
llamado, invitaba Matatías a sentir celo por la Ley y por la Alianza, que en el caso
nuestro es una alianza mayor porque es la Alianza sellada con la Sangre de
Cristo.
Así que eso nos dice Dios hoy: “el que sienta celo por la Ley de Dios, los
Mandamientos y por la Alianza sellada con la Preciosa Sangre de Cristo, la
Eucaristía, que me siga”.
Y en ese mismo capítulo II, de 1ª de Macabeos lee un fragmento que es
extremadamente esperanzador y muy relevante para esta discusión que es la
manera como Matatías nos transmite esa esperanza y ese valor ante no importa
el tamaño del ejército malvado ni el poder del enemigo. Dice así:
I de Macabeos 2, 49-… “Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo
entonces a sus hijos: ahora reinan la insolencia y la reprobación, es tiempo de
ruina y de violenta cólera. Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley, dad
vuestra vida por la Alianza de vuestros padres, recordad las gestas que en su
tiempo nuestros padres realizaron, alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre
¿no fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por justicia? José en el
tiempo de su angustia observó la Ley y vino a ser Señor de Egipto. Pinjás,
nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la Alianza de un sacerdocio eterno.
Josué por cumplir su mandato llegó a ser juez de Israel. Caleb por su testimonio
en la asamblea, obtuvo una herencia en esta tierra. David, por su piedad, heredó
un trono Real para siempre. Elías por su ardiente celo por la Ley fue arrebatado
al Cielo. Ananías, Azarías y Misael, por haber confiado en Dios, fueron salvados
de la llama. Daniel, por su integridad, fue librado de las fauces de los leones.
Advertid, pues, que, de generación en generación, todos los que esperan en Él
jamás sucumben. No temáis amenazas de hombre pecador, su gloria parará en
estiércol y gusanos; estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará, habrá
vuelto a su polvo y sus maquinaciones se desvanecerán”. Y termina así: “Hijos,
sed fieles y manteneos firmes en la Ley, que en ella hallaréis gloria”.
Entonces, tenemos la tendencia del miedo porque es natural en el hombre; sentir
que, si los enemigos son muy grandes, muy poderosos; me refiero a la
masonería, comunismo, protestantismo, chamanismo, paganismo, etc. pues
pueda ser un poco la tentación de caer en el miedo por vernos apabullados por
ellos. Pero estas palabras nos llenan de esperanza: dice que todos los que
permanecieron fieles a Dios, recibieron asistencia divina y fueron encumbrados;
en cambio sus enemigos, sus malhechores, volvieron al estiércol, a los gusanos,
a la tierra y su recuerdo queda borrado. Es muy muy esperanzador porque,
además, entendamos que los masones son los dueños del mundo: de los bancos,
de las corporaciones, mueven la economía, inician y terminan guerras, quitan y
ponen presidentes, así es…
¿Tenemos que atemorizarnos? No, porque Dios está muy por encima de ellos.
Por eso Mauricio quiere cerrar con una última cita hermosísima, extraordinaria de
2ª de Crónicas, 20, en la cual, ellos estaban siendo invadidos, amenazados por 3
pueblos que se unieron en contra de Israel que eran Moabitas, Amonitas y
Maonitas y, claro, cuando ven la multitud tan grande, se dan cuenta de que no
tienen como hacerle frente, de ninguna manera. Entonces sale inspirado por Dios
un sacerdote que se llama Iajaziel que dijo estas extraordinarias palabras:
2ª de Crónicas 20, 14-15: “vino el espíritu de Yahvé a Iajaziel, hijo de Zacarías,
que estaba en medio de la asamblea y dijo: ‘atended vosotros, Judá entero y
habitantes de Jerusalén. ¡Oh tú, rey Josafat!, así os dice Yahvé: no temáis ni os
asustéis ante esa gran muchedumbre porque esta guerra no es vuestra sino de
Dios”.
Entonces, uno puede decir que el Apocalipsis dice que la tropa de ese pueblo
invasor son 200 millones. ¿Quién no se asusta ante 200 millones del ejército
chino? ¿O ante el poder de los rusos aliados con los árabes? En Ezequiel 38-39,
o en la masonería, el comunismo y el Islam, protestantismo tomando el control
del mundo por un tiempo mientras Dios lo permita… Uno se puede sentir
apabullado, pequeño, insuficiente en número y en poder. Por eso nos dice: “no
temáis ni os asustéis ante esa gran muchedumbre porque esta guerra no es
vuestra sino de Dios”.
Es un mensaje esperanzador. El que tiene su esperanza puesta en Dios, nunca,
jamás ha sido defraudado. Nunca. Y nosotros no vamos a ser defraudados. Dios
va a acabar frente a nuestros ojos con todos nuestros enemigos.

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