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Un esposo conforme al corazón de Dios

El rol del esposo según Efesios 5


En Efesios 5:22-33 el Espíritu Santo nos ha dado mucha claridad acerca de los
roles que corresponden al esposo y la esposa dentro del matrimonio. Es
importante notar que en el idioma original Dios dirige 40 palabras a la esposa y
115 palabras al esposo (casi 3 veces más). Con esto entendemos que en la
relación matrimonial la mayor responsabilidad y sacrificio cae sobre el hombre.
Estos versículos tienen innumerables aplicaciones prácticas para cada
matrimonio, pero antes de aplicarlo debemos entenderlo.

Aunque el hombre y la mujer son iguales en relación a Cristo, las Escrituras


asignan papeles específicos para cada uno dentro del matrimonio

Este rol no debe ser dictatorial, o de superioridad hacia la esposa, sino debe ser
de acuerdo con el ejemplo de Cristo dirigiendo a la iglesia. “Maridos, amad a
vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por
ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra” (Efesios 5:25-26). Cristo amó a la iglesia (Su pueblo) con compasión,
misericordia, perdón, respeto y sin egoísmo. De esta misma manera, los esposos
deben amar a sus esposas.

La Biblia instruye a los esposos a proveer para sus familias. Esto significa que él
trabaje y gane el suficiente para cubrir todas las necesidades de su esposa e hijos.
El no hacerlo, definitivamente tiene consecuencias espirituales. “Porque si
alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la
fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).

Los conflictos respecto a la división del trabajo en un matrimonio están


destinados a ocurrir, pero si ambas partes se someten a Cristo, estos conflictos
serán mínimos. Si una pareja encuentra que sus discusiones sobre este punto son
frecuentes y vehementes, o si las discusiones parecen caracterizar su matrimonio,
el problema es de índole espiritual, y como pareja deben re-comprometerse entre
ellos mismos a orar y sujetarse primeramente a Cristo, luego uno al otro en
actitud de amor y respeto.

El Mandato
“Maridos, amad a vuestras mujeres” (Efesios 5:25)

En toda la sección dirigida a los esposos encontramos la palabra amor en 6


ocasiones (versículos 25, 28 y 33). Este es el tema central del pasaje. Es
interesante notar que Pablo no manda al hombre a gobernar a su esposa o
reclamar su sujeción. En lugar de eso el mandato es a amar. Este amor
incondicional y se basa en una decisión de quien lo da, no en una emoción o en el
merecimiento del receptor.

El Modelo
“Así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella” (Efesios 5:25)

El modelo del esposo es Cristo mismo, quien murió en la cruz porque amó a su
iglesia. Todos sabemos, que ningún ser humano pecaminoso tiene la capacidad
para amar con la plenitud y perfección divina con la que Cristo amó y amará por
siempre a la iglesia. Sin embargo, gracias a que un cristiano tiene la naturaleza de
Cristo mismo y el Espíritu Santo en su interior, Dios hace provisión a los esposos
para que amen a sus esposas con una medida del amor de Cristo.

Recordemos que el contexto de Efesios 5:25-33 es clave para entender esta


sección de la carta. Pablo escribe lo siguiente: “Así pues, no seáis necios, sino
entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, en lo
cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:17-18). Solamente un
esposo lleno del Espíritu Santo está en capacidad de amar a su esposa con la
misma clase de amor que Jesús tiene por la iglesia.

Las Características de ese amor


El amor del esposo por la esposa debe imitar el amor de Cristo por la iglesia, el
cual tiene las siguientes características:

Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas” (Colosenses


3:18-19). “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando
honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la
vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7).

De acuerdo a estos versículos, podemos ver que el amor y el respeto, son


necesarios en nuestro rol. Si éstos están presentes, la autoridad, el liderazgo, el
amor y la sujeción, no serán problema.

El apóstol Pedro exhorta al esposo a que su vida con su esposa sea


conforme a la sabiduría encontrada en la Palabra de Dios. Debemos honrar
a nuestra esposa como a vaso más frágil. Esta exhortación también incluye
una terrible consecuencia si no hacemos esto: el estorbo a nuestras
oraciones. Esto indica que Dios considera el trato matrimonial de manera
muy seria.

1.El amor del esposo debe ser sacrificial


“Y se dio a sí mismo por ella” (Efesios 5:25)

Este texto revela la intensidad con la cual los esposos deben amar a sus
esposas. Si los esposos amaran a sus esposas de esta manera, entonces los
matrimonios tendrían éxito delante de Dios.

Lamentablemente, este no es el caso en muchos matrimonios. Por ende,


hagamos una pausa en nuestra vida, y preguntémonos si en realidad
estamos amando a nuestra esposa como Cristo ama a la iglesia.

Cristo amó a la iglesia hasta el grado de sacrificar su vida por ella y vino a ser el
ejemplo de todo esposo cristiano. Un esposo amoroso estará dispuesto a
sacrificar su vida por su esposa. De hecho, estará dispuesto a hacer sacrificios
menores por ella y poner, si es necesario, a un lado sus propios gustos, deseos,
opiniones, preferencias y bienestar para agradarla y satisfacer sus necesidades.

El esposo que ama a su esposa solamente a causa de su atractivo físico o


temperamento agradable no le ama como Cristo amó a la iglesia. El esposo que
ama a su esposa por lo que ella pueda darle, ama como el mundo y no como
Cristo.

Nuestras esposas merecen que les seamos fieles en todo momento. La


inmoralidad sexual debe permanecer lejos de nuestras vidas (Mateo 5:28),
mientras que la santidad debe permanecer cerca de nuestro matrimonio (1
Tesalonicenses 4:3-4). ¡Dios nos ayude en este esfuerzo!

2.El amor del esposo debe ser purificador


“Para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la
palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que
tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada”
(Efesios 5:26-27)

El amor solo quiere lo mejor para aquel a quien ama, y no puede tolerar que un
ser amado se corrompa o se desvíe por cualquier cosa maligna o dañina. Cuando
el amor de un esposo por su esposa es como el amor de Cristo por su iglesia,
procurará de manera continua ayudar a purificarla de cualquier clase de
impureza. Se esforzará en protegerla de la contaminación del mundo y en
proteger su santidad, virtud y pureza.

Ahora bien, el marido no tiene la facultad de limpiar salvíficamente a su esposa


como lo hizo Cristo por su iglesia. El esposo no puede “lavar los pecados” de su
esposa porque solamente la obra de Jesús lo hace. Sin embargo, el esposo puede
compartir la Palabra con ella, animarla en su servicio a Dios, orar por su
crecimiento espiritual y la santificación de su vida colaborando en el proceso de
su santificación.

Las herramientas que todo esposo cristiano tiene para llevar a cabo esa tarea son
la Palabra de Dios y la oración. El esposo que ama a su esposa procura
diligentemente llevar a su esposa donde se enseña la Palabra. Constantemente la
expone a la Palabra porque sabe que solo ella purifica y santifica. Al mismo
tiempo está orando con ella y por ella pidiendo a Dios que le guarde de pecado e
impureza.

3.El amor del esposo debe ser


preservador
“Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció
jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo
a la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo” (Efesios 5:28-30)

Para que el amor de un esposo hacia su esposa sea semejante al amor de Cristo
por su iglesia debe caracterizarse por el cuidado afectuoso que la esposa recibe de
su esposo, quien la cuida y busca su bienestar tanto como busca el suyo propio.
Algo anda muy mal si ella es considerada solo como cocinera, ama de casa,
acompañante ocasional y compañera sexual. Ella es un tesoro inmenso dado por
Dios, con el propósito de ser amada, atendida, sustentada y cuidada.

Sustentar a una esposa equivale a proveer para sus necesidades, a dar sin reservas
todo lo que le ayude a crecer y madurar en favor delante de Dios y de quienes la
rodean. Cuidarla significa hacer uso del amor tierno y el afecto físico para
brindarle calor, comodidad, protección y seguridad. Tal como Cristo provee para
su iglesia, el esposo debe proveer para su esposa y su familia.

Si el esposo entiende el principio que la esposa es parte de él, entonces no debe


abusar ni maltratar física, emocional ni espiritualmente de ella. ¿Por qué? Porque
al hacerlo abusa de sí mismo y sufrirá tanto como ella. 
4.El amor del esposo debe ser
inquebrantable
Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los

dos serán una sola carne.  32  Grande es este misterio, pero hablo con referencia a
Cristo y a la iglesia.  33  En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su
mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido” (Efesios 5:31-33)

Los principios que Dios estableció para el matrimonio de Adán y Eva


continuaban en vigencia en los tiempos de Pablo y no han cambiado en lo
absoluto hasta nuestros días. Por esto Pablo cita Génesis 2:24. Ambos cónyuges
deben dejar a su padre y a su madre (emocional, económica y físicamente) para
unirse o adherirse el uno al otro de forma inseparable.

Aunque Dios ha hecho provisión para el divorcio en los casos de adulterio


continuo y sin arrepentimiento por parte del transgresor (Mateo 5:31-32; 19:4-
10), así como en el caso de un cónyuge incrédulo que abandona el creyente (1
Corintios 7:15), la muerte es la única disolución que Dios desea en el
matrimonio. Así como el cuerpo de Cristo es indivisible, el diseño ideal de Dios
para el matrimonio es que sea indivisible. El matrimonio es una representación
de la iglesia y su relación con Cristo.

Conclusión
Dios ha puesto una gran responsabilidad delante de los esposos y al mismo
tiempo les ha dado las herramientas para llevar a cabo su función dentro del
hogar.
Un hombre que ha sido alcanzado por la gracia y el amor de Jesucristo tiene el
poder para caminar en obediencia a la Palabra de Dios, ser lleno del Espíritu
Santo y llevar a cabo ese rol que ha recibido de su Creador.

Cristo amó a la iglesia y se entregó sacrificialmente por ella, de manera que todo
esposo que ha creído en él pueda amar a su esposa fortaleciéndose en el poder del
evangelio. Una mujer que sea amada de esa manera no tendrá mayor problema en
someterse a su esposo.

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