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JORDI À NGEL JAUSET BERROCAL

CEREBRO Y MÚ SICA,
UNA PAREJA SALUDABLE
LAS CLAVES DE LA NEUROCIENCIA MUSICAL

Círculo rojo – Investigación


www.editorialcirculorojo.com
Í NDICE

Agradecimientos.............................................................................................13
Pró logo por Mara Dierssen...............................................................15
Introducció n........................................................................................... 19

I PARTE. EL CEREBRO: UN VIAJE HACIA LO


DESCONOCIDO.

1.- El Órgano “Rey”...............................................................29

Conociendo nuestro cerebro......................................................37


Paul MacLean y el cerebro “triuno”.........................................42
Explorando la “caja negra”..........................................................45
La corteza cerebral....................................................................45
El cerebelo.................................................................................... 51
El sistema límbico.....................................................................52
Los hemisferios cerebrales....................................................60
El enjambre neuronal..............................................................64
Los mensajeros químicos.......................................................69
La plasticidad cerebral..................................................................72
La controvertida neurogénesis..................................................79
Las ondas cerebrales.....................................................................84
Má s allá de la consciencia............................................................90
¿Decisiones conscientes?.............................................................93
“Mindfulness”: un estado de conciencia plena....................96
Có mo mantener la salud cerebral..........................................106
2.- Las Técnicas de Exploración Cerebral..........................121

Antecedentes............................................................................................123
Técnicas de Neuroimagen. Fundamentos...................................125
La Tomografía Computerizada (TC)........................................127
La Resonancia Magnética (RM)..................................................129
La Resonancia Magnética Funcional (RMF).........................131
La Resonancia Magnética por Tensor de
Difusió n (RMTD)....................................................................... 135
La Tomografía por Emisió n de Positrones (TEP)..............136
Técnicas Electrofisioló gicas....................................................................139
La Electroencefalografía (EEG)..................................................140
La Magnetoencefalografía (MEG).............................................145

II PARTE. MÚ SICA, CEREBRO y BIENESTAR.

3.- El Cerebro Musical..........................................................153

El proceso auditivo: del oído a la corteza cerebral.................155


La percepció n musical.........................................................................161
Tono y timbre............................................................................. 162
Ritmo............................................................................................. 163
Predominancia hemisférica..............................................................167
Imaginació n musical.......................................................................171
Mú sica y plasticidad cerebral: diferencias entre mú sicos y
“no-mú sicos”.................................................................................... 176
El placer y displacer musical.............................................................182
Consonancia y disonancia............................................................183
Los escalofríos musicales.............................................................189
Beneficios de la prá ctica musical....................................................192
Einstein y la mú sica..............................................................................197
4.- Música y Bienestar..........................................................207

¿Qué es la mú sica?........................................................................ 208


La mú sica como terapia.............................................................213
Antecedentes histó ricos.......................................................214
Fundamentos neurocientíficos..........................................224
Consideraciones previas..............................................................226
Aplicaciones actuales. Ejemplos.............................................228
Bebés prematuros..................................................................229
Demencias.................................................................................. 231
Niñ os y discapacidades........................................................234
Ansiedad..................................................................................... 235
Tratamiento del dolor............................................................236
Ictus.............................................................................................. 238
Alzheimer................................................................................... 241
Parkinson...........................................................................................242
Oncología................................................................................... 244
Reflexió n final................................................................................ 246

Anexo.....................................................................................253
Acerca del autor....................................................................265
Bibliografía............................................................................269
JORDI À NGEL JAUSET BERROCAL

respuesta. Los neurocientíficos, entre los cuales se encuentran


in- vestigadores del prestigioso Instituto Tecnoló gico de
Massachussets (MIT) como el Dr. Edward Boyden, estudian
có mo actuar mediante la luz sobre el potencial de membrana de
las neuronas para controlar el paso de los impulsos eléctricos entre
ellas. La investigació n se cen- tra en el uso de determinadas
proteínas fotosensibles procedentes de microorganismos,
denominadas “opsinas”, para que actú en como minú sculos
interruptores celulares. Así podrían activarse o inhibirse redes
neuronales completas, y sería posible “apagar” aquella zona del
cerebro que se excita ante un ataque epiléptico evitando una po-
sible extirpació n quirú rgica. Andrew Malloy, editor del Journal
of Neural Engineering del Institute of Physics opina al respecto que
“...la optogenética proporciona herramientas que permitirá
espectaculares avances en el conocimiento de la circuitería cerebral
y proporcionará potenciales mejores tratamientos en
enfermedades neuroló gicas y psiquiá tricas, tales como el
Parkinson y la esquizofrenia...”1
Quizá s sea cierto lo que algunas voces exclamaban hace
varios añ os: “el siglo XXI será el siglo de la medicina del
sonido y de la luz.” Dicho así, podría parecer una sentencia o
afirmació n paracien- tífica y ¡nada más lejos de la realidad! Basta
sustituir los términos “sonido” por “Terapia Neuroló gica
Musical” y “luz” por “Optoge- nética” y nos hallaremos ante dos
novedosas disciplinas con un gran futuro y porvenir por
delante.
Hablemos, ahora, del contenido del libro que tienes en tus
manos. Como la mayoría de mis obras predecesoras, he
intentado que sea divulgativa, eso sí, manteniendo el rigor
adecuado que por su espe- cial contenido demandaba. Va
dirigida a los amantes de la ciencia y de la neurociencia, a
quienes les apasionan los misterios del cerebro, a mú sicos, a
terapeutas musicales, a profesionales de la salud, a in- teresados
en las aplicaciones terapéuticas del sonido y de la mú sica, a
curiosos,... En definitiva, a todos aquellos que quieran saber un

2
1
CEREBRO Y MÚ SICA, UNA PAREJA SALUDABLE

poco má s de qué o quién es nuestro cerebro y có mo


reacciona o
1
Citado por Richard Gray, Telegraph (UK), 17 -06-2012 en Brain in the
News, vol 19, n 7 julio-agosto 2012, p.8.

2
2
procesa los estímulos musicales. Pretende ser un punto só lido de
partida para avanzar en este apasionante campo de conocimiento,
sin olvidar, que cada día hay nuevas estudios que enriquecen
todo lo que se expondrá en las siguientes pá ginas. A lo largo del
texto se intercalan citas y experiencias de renombrados
investigadores con quiénes he tenido la inmensa suerte de coincidir
y debatir en diversos congresos internacionales, opiniones y
anécdotas personales, y de- terminadas noticias divulgadas por los
medios de comunicació n que he considerado interesantes por su
relació n con los temas expuestos.
Hay quien dice que los escritores publican aquellos textos que
en su día buscaron y no encontraron. He de confesar que, en
este caso particular, es cierto. Cuando me inicié en este ámbito
de investiga- ció n habría agradecido hallar una obra similar, nada
fácil por cierto, ya que confluyen diversas disciplinas (mú sica,
psicología, neurocien- cia, física, psicobiología) que exigen una
continua actualizació n de conocimientos que no siempre es
posible. Si bien, no deja de ser una forma culta de entretener o
dar “vidilla” a las neuronas para que no se vuelvan perezosas, a la
vez que las protegemos de la temida neurodegeneració n
celular.
Pero ¿qué tiene que ver el cerebro con la mú sica? Quizá s sea
una de las primeras preguntas que te plantees al hojear las
primeras pá- ginas del libro y tengas la sensació n de que má s
que un libro de mú - sica es de medicina. Si queremos analizar y
conocer hasta qué punto el sonido y la mú sica, como vibraciones
físicas, pueden influir en nuestra mente y en nuestro cuerpo, no
hay otra opció n que averiguar có mo reacciona el cerebro ante
dichos estímulos. Esta es la respuesta sencilla pues lo realmente
difícil es indagar y explorar los mú ltiples y complejos procesos
que se producen a niveles celulares. Pero no te asustes, no es
éste mi propó sito, mi limitado conocimiento no al- canza esa
sabiduría. Somos sensibles a la mú sica por muchísimas ra- zones
que iremos citando y esa sensibilidad se manifiesta en una serie
de cambios bioquímicos, fisioló gicos, cognitivos, emociona-
les,...De ahí que sea fundamental conocer el funcionamiento bá sico
del cerebro. É ste es, pues, el objetivo del primer capítulo del
texto, ofrecer una introducció n de los aspectos má s generales y
caracterís- ticos del denominado “ó rgano rey”.
El segundo capítulo describe las técnicas de exploració n
cerebral. Se citan, en primer lugar, los antecedentes histó ricos
de los descu- brimientos en el campo de la física que
contribuyeron a su implan- tació n y que hicieron posible “ver
qué ocurre” en el interior del cerebro mediante las imágenes
digitalizadas o neuroimágenes. Cual- quier investigació n actual
sobre las respuestas a los estímulos sono- ros o musicales requiere
trabajar con las técnicas anteriores. Por ello he creído oportuno
exponer y resumir sus fundamentos así como sus ventajas e
inconvenientes.
El tercer capítulo trata sobre el “cerebro musical”. Estoy
seguro de que llegado a este punto, el lector agradecerá el esfuerzo
invertido en los apartados anteriores. Estará en condiciones de
comprender, sin problema alguno, có mo el cerebro procesa el
sonido y la mú sica en base a las teorías actuales en vigor, cuáles
son las contribuciones o especialidades de los hemisferios
cerebrales, qué diferencias es- tructurales o anató micas presentan
los cerebros de mú sicos profe- sionales, y có mo el aprendizaje
musical origina determinados cambios que pueden ser
beneficiosos durante toda la vida. Se in- cluye, como curiosidad,
una pequeñ a anécdota histó rica acerca de Einstein, el genio de
la teoría de la relatividad, y su afició n a la mú - sica.
Finalmente, el cuarto capítulo “Mú sica y bienestar” se inicia
con diversos comentarios acerca de la mú sica, sus características
más no- tables, y se exponen diversas anécdotas histó ricas
relacionadas con la aplicació n terapéutica de la mú sica. Se
complementa con una se- lecció n de ejemplos de investigaciones
y experiencias que muestran algunas de las posibilidades de la
terapia musical que bajo supervi- sió n profesional ofrecen nuevos
y esperanzadores horizontes para el futuro de nuestro bienestar.
En ú ltimo lugar, antes del apartado bibliográ fico, se ha añ adido
para una mejor visualizació n un Anexo
que incluye las figuras en color má s relevantes de los distintos
capí- tulos.
Posiblemente, por mi formació n bá sica como ingeniero, me
siento atraído hacia la recopilació n de cifras y datos ya que me
ayu- dan a cuantificar y comprender aquello que estoy analizando.
Cabe mencionar que he encontrado divergencias en algunas de
ellas (nú - mero de sinapsis, nú mero de neuronas, nú mero de
conexiones neu- ronales,….) y finalmente he optado por incluir
só lo aquellas que proceden de fuentes de informació n claramente
fiables. Aú n así, de- berían considerarse cifras aproximadas pues
todas ellas están en constante y continua revisió n.
Como es de suponer, detrá s de cada una de estas pá ginas hay
mu- chas horas dedicadas a la lectura, al estudio, al aná lisis, al
debate,... y un importante esfuerzo, con un elevado coste de
oportunidad, que va má s allá del personal. Pero, es cierto, que
también hay ilusió n, es- peranza y un gran deseo de que esta
intensa dedicació n sea rentable, no ya econó micamente -lo que
sería un milagro- sino intelectual- mente. Me gustaría que al
finalizar la obra el lector hubiera adquirido conocimientos
suficientes para entender có mo responde el cerebro a los
estímulos musicales y por qué las terapias musicales pueden y
deberían considerarse como una opció n ante determinadas disfun-
ciones, desequilibrios o enfermedades, dadas sus potencialidades
en cuanto a la capacidad de cambio que, segú n las
circunstancias per- sonales, pueden llegar a alcanzar límites
insospechados. Si, además, produce en el lector inquietudes
investigadoras, vayan por delante mis ánimos para que no pierda
la ilusió n y contribuya con su apor- tació n. Por pequeñ a que
sea, será importante.
Por cierto, no es aconsejable leer má s de un capítulo
seguido, es obvio. Ni siquiera un apartado, especialmente si se
es neó fito en la materia. El ritmo de lectura debería ser aquél que
permitiera asimilar
JORDI À NGEL JAUSET BERROCAL

cie. Es una má quina de anticipar el futuro. Lo crea a partir de la


in- formació n que retiene en su memoria y de su proyección,
adecuando constantemente los datos que percibe de los distintos
sentidos. Así ha evolucionado desde hace miles de añ os
propiciando los cambios necesarios para garantizar ese equilibrio
con el medio externo, con el entorno que nos rodea, en definitiva,
con el espacio en el que vi- vimos.
El cerebro humano actual es fruto de un lento y prodigioso
pro- ceso de adaptació n. No es una má quina estática, todo lo
contrario, tiene una gran maleabilidad y capacidad de aprendizaje
a lo largo del tiempo evolucionando constantemente en las
distintas etapas de la vida. En palabras de la neurocientífica Susan
Greenfield (profesora de Farmacología siná ptica):

“...nuestro cerebro está en constante cambio. En realidad, lo


que consideramos nuestra identidad es un espejismo. Nunca
somos iguales a nosotros mismos, porque nuestro cerebro –
nú cleo de nuestro yo– siempre está mutando porque sabe
adaptarse y se adapta... (...) ...ser consciente de que tu cerebro
es el fruto de tus actos te hace poderoso y vulnerable al tiempo:
responsable...(...)... só lo los humanos tenemos esa capacidad de
ser diversos: de adap- tarnos. La inteligencia es capacidad de
adaptació n y ser inteligente consiste en no cerrarte a otras
experiencias, otras culturas, otros mundos. Esa variedad de
experiencias te hace ú nico...” 3

El sistema nervioso es -si se nos permite la metá fora-


parecido a un sistema de cables de fibra ó ptica. Es esencial para
que los datos que viajan por él puedan ser decodificados y
adquieran un signifi- cado final. Sabemos que a través de una
fibra ó ptica circula infor- mació n de distinta naturaleza (sonido,
imagen, datos) pero bajo un ú nico formato digital (bits) y un
adecuado protocolo de transmisió n que garantice su má xima
eficiencia. Cada uno de los bits, por sí mis- mos, no indican si
pertenecen a una informació n de voz, mú sica, imagen, o datos,
ya que todo son “1” y “0” (en realidad niveles de
3
1
tensió n normalizados). Será ú nicamente en recepció n, al llegar a su
destino, cuando los bits se decodificará n y se recuperarán las
señ ales originales, es decir, el sonido, la imagen y/o los datos
iniciales. Como expondremos más adelante con detalle, el sistema
nervioso canaliza, a través de las neuronas, impulsos eléctricos
(denominados poten- ciales de acció n) que a través de diminutos
espacios (sinapsis) y con la ayuda de los mensajeros químicos o
neurotransmisores permitirá el contacto con multitud de neuronas
vecinas configurando un uni- verso de redes que, en definitiva,
son las que nos capacitarán para desarrollar todos nuestros actos
cotidianos: desde un simple movi- miento hasta el más profundo
pensamiento; desde un sentimiento doloroso hasta una
explosió n sin límites de alegría y felicidad.
La interpretació n de la informació n que llega al cerebro no es
to- talmente automática, tal como actuaría un dispositivo
electró nico, pues al margen de los actos reflejos que se
producen cuando nos encontramos en una situació n de peligro,
intervienen tanto las va- loraciones emocionales como las
racionales. Todo “suma” en la tra- ducció n o decodificació n de
la informació n percibida. Es có mo si viviéramos en un mundo
imaginario, irreal, y a través de nuestros sentidos, cada día y
cada uno de nosotros, lo convertimos en real.
El cerebro, pues, no es un espejo donde el mundo externo se
re- fleja en cada instante sino un creador de la realidad, segú n
afirma Kia Nobre, profesora de neurociencia cognitiva de la
universidad de Oxford: “...la percepció n de la realidad es una
construcció n de la mente...”.4 Siempre necesitamos una
explicació n para lo que nos ocurre pues al cerebro no le gusta
el vacío. El cerebro mezcla me- morias reales con recuerdos
imaginados y los recuerdos cambian constantemente la forma
de percibir el mundo. Ademá s, solo guar- damos en memoria
aquello que elegimos del entorno por su signi- ficado personal,
porque nos interesa o bien porque nos atrae, pues hay una
carga emocional que así lo hace posible. De ahí la dificultad de
conocer la realidad de forma completamente objetiva. Aunque
tengamos la sensació n de que es “nuestra” realidad, el propio
pro-
ceso de construcció n de la percepció n evidencia que no exista
una ú nica realidad, sino distintas percepciones de la misma.
Sabemos que en funció n de có mo interaccionamos con
los demá s y con nosotros mismos estamos actuando sobre
nuestras emociones, y éstas a su vez modifican nuestras
percepciones. Por tanto, se altera lo observado cuando cambian
las circunstancias que rodean al observador o incluso él mismo.
En definitiva, podríamos decir que el mundo que vemos es el
que somos (subjetivo) y no el que es (real). Diríamos que es
milagroso que, existiendo tantas rea- lidades distintas, podamos
convivir unos con otros y compartir el mismo entorno. De
hecho, la propia historia de la humanidad da fe de las
dificultades que han existido y que continú an existiendo, en-
torpeciendo la tan deseada y quizás utó pica convivencia universal.
Una de las características del cerebro es que detesta la incerti-
dumbre. Por ello, cuando los sentidos no le proporcionan la
infor- mació n que espera o desea, la recrea o inventa.
Continuamente está haciendo predicciones a expectativas de lo que
es importante para nosotros. La duda no le gusta y se aferra a la
realidad subjetiva que má s le convenga. É sta es una de sus
mú ltiples estrategias para so- brevivir.
¿El cerebro nos engañ a? Bueno, digamos que no es perfecto
y que está sujeto a mú ltiples condicionantes, muchos de los cuales
aú n desconocemos. Estudios recientes muestran la curiosa
interacció n que existe entre los diversos sentidos y có mo éstos
pueden condi- cionarnos modificando nuestra percepció n. Por
ejemplo, un deter- minado plato de comida puede parecernos
más o menos sabroso en funció n de si está acompañ ado por
una agradable mú sica de fondo o de un molesto ruido
ambiental. ¿Qué tiene que ver la mú - sica con la comida? En
realidad nada o casi nada. Ambas excitan de- terminadas áreas
cerebrales y segú n sean sus cualidades, y en funció n de multitud de
variables personales, unas pueden enmascarar o mo- dificar la
percepció n de las otras. De igual forma, es posible que un
alimento concreto, por ejemplo una porció n de pollo con setas,
me resulte má s o menos sabroso segú n el color del plato en el
que está
servida. Incluso, podría reducirse el estado de ansiedad o
nervio- sismo a través de la percepció n de un determinado
aroma en el am- biente (¿será ésta una de las aplicaciones de las
varillas de incienso tan habituales en los centros de terapias?).
De nuevo, nuestro que- rido cerebro juega con nuestros sentidos
y nos confunde una vez más.

Un hecho curioso, difícil de explicar, es nuestra incapacidad de


mantener la atenció n mientras nos reímos. Aunque, quizás más
que una desventaja sea un ventaja pues así liberamos nuestra
mente a la vez que masajeamos nuestros ó rganos internos. Sin
embargo Ste- phen Macknik, director del Laboratorio de
Neurofisiología Barrow de Phoenix nos previene acerca de esta
“incapacidad”. Aconseja que si nos encontramos con un
desconocido que nos hace reír, tengamos presente donde se
encuentra nuestra cartera con el di- nero, no sea que luego
tengamos una desagradable sorpresa... 5

En definitiva, resulta que el cerebro, un sistema complejo con


mi- llones de procesadores bioló gicos que toman decisiones
constante- mente, a menudo nos miente y nos engañ a,
proporcionándonos una realidad ficticia con el objetivo de
acomodarnos a nuestra situació n in- dividual o ambiental. Quizás
hemos de agradecer que actú e así pues de lo contrario sería muy
difícil el equilibrio con el entorno. No olvi- demos que el mundo
en el que vivimos es materia y energía, y nuestro cerebro nos
aporta una interpretación, “su interpretació n”. Aunque,
recordemos que somos nosotros quienes tomamos las decisiones, no
nuestros genes ni la bioquímica neuronal implícita en las
decisiones. Es cierto que también intervienen, pero no deciden
por nosotros.

“...interpretamos el mundo exterior a partir de có digos que


están en nuestros genes, forjados con la evolució n y el
contacto del medio ambiente (...) Las informaciones
procedentes de los sentidos adquieren un colorido emocional al
pasar por el sistema límbico creándose las diferentes
percepciones (por ejemplo bueno, malo) a partir de la
informació n genética y de la plasticidad inducida por el medio
ambiente...” (Mora, 2009)
¿Llegará el día en el que la biología sintética y la ingeniería genética
permitan que las células respondan a determinados estímulos nuevos o se
comuniquen de maneras hasta ahora inexistentes? Con el conocimiento
adecuado podríamos conseguir que las células puedan identificarse entre ellas
y enviar aquellas señ ales que cambien su estado, de manera que se
produzca un reequilibrio autó nomo del sistema ante casos de enfermedad
. El conocimiento avanza a pasos agigan- tados y por ello no es de extrañ ar
que ya se estén experimentando “implantes neurales” (en monos, por
ahora) que son capaces de restaurar funciones cogni- tivas deterioradas. (R.
Solé, Cultura, La Vanguardia 29-08-2012, p. 3-5)
Si entendemos nuestro cerebro posiblemente llegaremos a com-
prendernos mejor como especie y a saber por qué nos
comporta- mos de una u otra manera: por qué nos atrae una u
otra persona, por qué nos gusta má s un plato de comida que
otro, o por qué te- nemos preferencia por Mozart y no por
Beethoven. Conocer có mo funciona este misterioso ó rgano nos
ayudará a entender de dó nde venimos y, posiblemente, hacia
donde vamos.Es un reto, posible- mente una utopía, pero cada
paso que demos, por pequeñ o que sea, significará un gran
avance con una importante repercusió n personal y social.
JORDI À NGEL JAUSET BERROCAL

o marcapasos. Es una técnica ruidosa que puede ser molesta y debe


considerarse el posible efecto claustrofó bico que experimentan al-
gunas personas. Para evitar o disminuir la ansiedad que puede gene-
rarse durante la exploració n -se requiere un tiempo mínimo de 15 a
20 minutos- existen equipos especiales “abiertos” e, incluso si el pa-
ciente lo solicita, en algunos centros podrá n facilitarle unos auricu-
lares para escuchar mú sica que contribuirá a su relajació n y
bienestar. Con la resonancia magnética puede cuantificarse el
volumen de diferentes estructuras cerebrales (de ahí el nombre de
“estructural para diferenciarla de la funcional que describiremos a
continuació n)
o estudiar la morfología y distribució n de los surcos corticales
con el fin de detectar posibles anomalías. Es ú til para revelar
cambios estructurales como los originados por los tumores
cerebrales.
A través de una de sus variantes, “la espectroscopia por
resonan- cia magnética”, se puede analizar metabó licamente el
tejido cerebral in vivo.7

La Resonancia Magnética Funcional (RMF)


La tomografía computerizada y la resonancia magnética ofrecen
imágenes anató micas y estructurales muy detalladas pero nuestro
ce- rebro es un ó rgano vivo, de funcionamiento químico y
eléctrico, con una actividad continua que no cesa a lo largo de
toda la vida. Por ello, las investigaciones avanzaron para conseguir
observar esa actividad que subyace en la estructura cerebral y
obtener imágenes que no fue- ran simplemente estáticas, es decir,
estructurales o anató micas.
El paso decisivo -tal como ya se citó anteriormente- fue dado
por el químico hú ngaro George Radda, en la década de los añ os
80, al descubrir que la resonancia magnética podría registrar los
cambios locales en el nivel de oxígeno de la sangre facilitando el
seguimiento de la actividad fisioló gica, o sea, de un organismo
en acció n. Fue el nacimiento de las imá genes “funcionales” (fMRI,
13
1
CEREBRO Y MÚ SICA, UNA PAREJA SALUDABLE

functional Magnetic Resonance Imaging) y de la tomografía de


emisió n de positrones.

13
2
La resonancia magnética funcional implementada en los añ os
90 mide la actividad neuronal a través de los cambios
detectados del flujo sanguíneo y su metabolismo. Cuando una
neurona está activa
-ya sea por un proceso sensorial o cognitivo- consume má s
oxígeno y glucosa, aumentando el flujo sanguíneo. Si se detecta
ese cambio, será un indicativo de las áreas o zonas cerebrales que
está n implica- das y, en definitiva, podrá n obtenerse imá genes
de un cerebro eje- cutando determinadas tareas. De forma
optimista podríamos decir que estaríamos leyendo lo que está
ocurriendo en la mente en esos instantes.
En concreto, esta técnica se basa en el mecanismo de
contraste conocido como “dependiente del nivel de oxígeno de
la sangre” (BOLD, blood oxygen level dependent) que ya había sido
descrito por Pauling en la década de los añ os 30.8 Mide la
variació n que se pro- duce en la oxigenació n de los capilares
que se traduce en un empo- brecimiento de hemoglobina
reducida. El proceso datallado es el siguiente: ante una activació n
neuronal, el sistema cerebrovascular responde aportando sangre
oxigenada en exceso. El aumento del flujo sanguíneo es
desmesurado en relació n con el aumento de con- sumo de oxígeno
y una gran cantidad del oxígeno que ha llegado a la regió n no es
consumido por las neuronas y se deriva a la circula- ció n
venosa. Teniendo en cuenta las propiedades magnéticas de la
hemoglobina que llega al cerebro con oxígeno
(oxihemoglobina) y retorna sin él (desoxihemoglobina), esta
técnica es capaz de detectar la diferencia de proporció n de
consumo de oxígeno lo cual será in- dicativo de una mayor o
menor actividad. Esta informació n, ade- cuadamente
procesada, es traducida por complejos sistemas informá ticos
en imágenes tridimensionales. En este caso, el marca- dor utilizado
son las propiedades paramagnéticas de la desoxihemo- globina.9
En definitiva, las regiones má s activas del cerebro reciben
más sangre y esta sangre dona más oxígeno. La oxihemoglobina -la
forma oxigenada de hemoglobina de la sangre- presenta una
resonancia magnética diferente de la desoxihemoglobina -la
hemoglobina que ha donado su oxígeno- y la RMF es capaz de
medir el ratio oxihe- moglobina/desoxihemoglobina
localizando aquellas zonas con mayor incremento de
actividad neuronal.
Para detectar por vía externa, y de forma no traumática, la
con- centració n local del marcador (proporcional al flujo
sanguíneo en esa regió n) se sitú an una serie de sensores que
rodean a la persona que se está explorando. Actualmente se
consiguen resoluciones es- paciales de 3mm o incluso
inferiores.
Uno de los inconvenientes que deben citarse es el desfase
temporal que existe entre el inicio de la actividad neuronal y la
alteración vascular o aparició n del efecto BOLD (entre 5 y 7
segundos). Una solució n consiste en complementar o integrar estos
sistemas con aquellos que ofrecen una buena indicació n temporal, es
decir, con las técnicas elec- trofisioló gicas EEG y MEG que
comentaremos más adelante.

Fig. 2.4.- Imagen por Resonancia Magnética Funcional superpuesta a una imagen estructu-
ral. Activación de las áreas relacionadas con un tarea visual en contraste con la
condición de ojos cerrados.
Fuente: “Neuropsicología y neuroimagen en psiquiatría. C. Soriano-Mas y
J.Deus (Viguera Editores SL)
La resonancia magnética funcional es una técnica no invasiva
- no utiliza ninguna sustancia de contraste exó gena- y de alta
resolu- ció n que ofrece imá genes anató micas y estructurales de los
tejidos vivos y de las funciones cerebrales. 10 Resulta interesante
por su ca- pacidad de evaluació n de regiones del cerebro
responsables de los procesos sensitivo, motor, cognitivo y de
aspectos emocionales - tanto en cerebros sanos como en
patoló gicos- pudiendo diagnosticar procesos anormales en el
desarrollo de determinadas funciones cog- nitivas.
Hoy en día sus aplicaciones son mú ltiples: como soporte en
la planificació n de intervenciones quirú rgicas (localizando la
situació n exacta de las funciones bá sicas como el lenguaje, los
movimientos, que deben preservarse y evitar su resecció n
durante la intervenció n), para detectar síntomas de infartos
cerebrales y/o para avanzar en el conocimiento del
funcionamiento del cerebro observando que zonas se activan
ante la ejecució n de determinadas tareas o estímulos emocionales
en comparació n con otros neutros. Como prevenció n, resulta
adecuada para investigar el desarrollo de las redes neuronales de
los sistemas motriz, visual, auditivo, y del habla de los bebes
cuando escuchan la voz de su madre. También puede ayudar a
com- prender las sutiles anomalías en la activació n del cerebro
en niñ os con problemas de falta de atenció n por hiperactividad, y
los proble- mas de memoria que padecen los pacientes con
esquizofrenia.
Las imágenes proporcionadas son similares a las de la
resonancia magnética en las que destacan unas zonas
coloreadas que corres- ponden a las regiones neuronales más
activas. Recordemos que todas estas imá genes surgen de procesos
estadísticos. Por tanto, las regio- nes coloreadas reflejan aquellas
zonas donde la señ al BOLD obte- nida en activació n difiere de
manera estadísticamente significativa de la misma señ al BOLD
obtenida en reposo. La intensidad del color resultante es
proporcional, pues, a su significació n estadística.
La Resonancia Magnética por Tensor de Difusión (RMTD)
Es una modalidad de resonancia magnética que analiza la
materia blanca que se encuentra en las vías axonales mediante el
estudio del movimiento microscó pico (difusió n) de los á tomos
de hidró geno, principalmente los contenidos en las moléculas de
agua. Las imá ge- nes obtenidas se denominan “imá genes por
tensores de difusió n” (DTI, Diffusion Tensor Images).
Algunos tejidos orgánicos, entre ellos la sustancia blanca,
fuerzan la difusió n del agua en una ú nica direcció n, la que
“marcan” los axo- nes y tractos cerebrales -grupos de fibras o
fascículos- que actú an como microscó picas tuberías por las que
circula el agua. Analizando la difusió n del agua en diferentes
direcciones se consigue la direcció n prioritaria de difusió n para
cada zona de sustancia blanca, es decir, la direcció n preferente de
alineació n de los axones para esa regió n en particular. Potentes
modelos matemá ticos computerizados cons- truirán -a partir de
dichas direcciones de difusió n- las imá genes de los trazos de
materia blanca característicos de la DTI.
Combinando la informació n de difusió n procedente de
diferen- tes secciones del cerebro, podrán estudiarse los cambios
de direcció n de un determinado tracto de sustancia blanca y
facilitará la obtenció n de una imagen tridimensional exacta de su
forma. El cuerpo calloso, por ejemplo, determina una difusió n en la
direcció n medial-lateral mientras que la vía piramidal la establece
en direcció n dorsoventral. Esta técnica, conocida como
tractografía, describe con especial pre- cisió n el trayecto de la
vía cortico espinal.11
Hasta hace poco tiempo los tractos eran solo visibles en vivo
- en neurocirugía- o en autopsias, pero no a través de imá genes
como las que ofrece la DTI. Ademá s de los largos tractos que
conectan el cerebro con el resto del cuerpo, existe una complicada
red formada por cortas conexiones entre á reas corticales y
subcorticales del en- céfalo que no son identificables por
exploraciones mediante tomo- grafía computarizada o
resonancia magnética y su existencia solamente podía
documentarse por medio de técnicas que requerían microscopía.
CEREBRO Y MÚ SICA, UNA PAREJA SALUDABLE

Música y plasticidad cerebral: diferencias entre músicos y


“no-músicos”

Uno de los hallazgos más asombrosos de los ú ltimos añ os


ha sido la comprobació n de los cambios morfoló gicos en la
corteza cerebral de los mú sicos, a diferencia de los “no
mú sicos”, mos- trando la capacidad de reorganizació n segú n
sus necesidades tal como se refleja en las diferencias
anató micas encontradas. En re- alidad, no se requieren muchas
horas de prá ctica para detectar al- gunos cambios. Unos pocos
días ejercitando en un piano, o pulsando una secuencia
similar en un teclado de un ordenador - incluso con la
imaginació n o el pensamiento segú n demostró el equipo de
Pascual-Leone- son suficientes para que la corteza mo- tora se
reorganice.
En 1995, Schlaug y su equipo de investigadores observaron que
existían diferencias en otras partes del cerebro, en particular, en el
cuerpo calloso. Encontraron que la mitad anterior era má s
gruesa en aquellas personas que habían iniciado su práctica
musical antes de los 7 añ os de edad, etapa en la que el
cerebro se encuentra en pleno desarrollo. Esta diferencia de
grosor se traduce en una mayor velocidad de transferencia entre
ambos hemisferios -en una mayor conectividad interhemisférica-
ya sea debido a un mayor nú mero de fibras o a un mayor grosor
de la capa de mielina que las recubre. Posteriormente, a través
de imágenes de tensores de difusió n pudo observarse un
aumento del nú mero de fibras nerviosas en la parte anterior del
cuerpo calloso que conecta con las cortezas prefrontal, premotora
y motora de ambos hemisferios cerebrales (Schalug, 2009).

17
6
Fig 3.5.- Diferencias anatómicas en el cuerpo calloso
de los músicos profesionales

Fuente: Schlaug et al. (1995)

Investigaciones llevadas a cabo con técnicas especiales -morfo-


metría vó xel a vó xel- que permiten medir el espesor de materia
gris en las capas de neuronas de la corteza cerebral mostraron
que los mú sicos profesionales tenían concentraciones superiores
de materia gris en las á reas motoras, auditivas y visuoespaciales,
precisamente aquellas que intervienen en la producció n y
percepció n musical.26 De modo notable se ha observado que los
mú sicos presentan un mayor volumen de sustancia gris (un 30%)
en el giro de Helsch (cor- teza auditiva) respecto a los “no
mú sicos”.
Fig 3.6.- Mayor volumen de materia gris en áreas visuoespaciales, auditivas
y motoras en músicos profesionales.

Fuente: Gaser et al. (2003)


En la misma línea, estudios de mú sicos con “oído absoluto”
han revelado una sorprendente asimetría de la corteza auditiva
primaria ya que manifiestan un significativo aumento del
volumen de dicha zona en el hemisferio izquierdo.27
Aunque permanece la duda acerca de si el mú sico nace o
se hace, las investigaciones concluyen que dichas alteraciones
ana- tomofuncionales son fruto de la prá ctica y directamente
propor- cionales al tiempo e intensidad del entrenamiento
musical. En el añ o 2009, un equipo de investigadores observó
cambios estruc- turales en el cerebro de los niñ os tras 15
meses de entrenamiento musical (Hyde et al.). Se constató una
mejora en las tareas de con- trol motor y meló dico-rítmicas,
apreciá ndose un mayor volumen en el giro precentral derecho
-á rea de control motor- en el cuerpo calloso y en el á rea
auditiva primaria derecha. Los investigadores atribuyen la
existencia de una correlació n entre las habilidades ob- tenidas y
los cambios estructurales medidos.
Fig 3.7.- Diferencias estructurales cerebrales en niños con entrenamiento musical (15 meses)
y sin él. a) En el área motora primaria derecha; b) En el cuerpo calloso; c) En el área
auditiva primaria derecha

Fuente: Hyde KL. et al. (2009)


Otras diferencias significativas, no esperadas, se encontraron en
determinadas á reas frontales, temporales y parieto-occipitales. En
este caso se mantuvo la tesis de que dichos cambios se
relacionaban con las funciones de integració n sensoriomotora
multimodal implí- citas en el aprendizaje de un instrumento
musical. En definitiva, estos hallazgos realzan la estrecha
relació n entre forma y funció n presente en el cerebro, y su
enorme capacidad de adaptació n y plas- ticidad.
Un estudio del reconocido investigador Dr. Eckard Altenmü ller,
director del Instituto médico de Fisiología musical de la
Universidad de Mú sica y Teatro de Hannover, constató los
diferentes cambios producidos en funció n de la intensidad del
entrenamiento musical. A medida que aumentaba, se observaba
una mayor eficiencia en el sistema nervioso. Concluyó que con
tan solo unos segundos de prác- tica aumentaba la eficacia y
conectividad de las neuronas; con unos días, se incrementaba la
cantidad y tamañ o de las dendritas; unas se- manas eran
suficientes para mejorar la mielinizació n de los axones; y con unos
meses de prá ctica regular, la interacció n de las células gliales y
la capilarizació n del tejido cerebral era má s eficiente.

En el 22nd Meeting of the European Neurological Society


(ENS) celebrado en Praga (junio 2012) se presentó una
investigació n re- alizada en el Hospital de la Universidad de
San Raffaele (Milan, Italia). En ella se citaron las conclusiones
de un estudio efectuado en personas que, sin conocimientos
musicales anteriores, ejercita- ron el piano durante 2 semanas a
razó n de 35 minutos diarios. Los resultados mostraron que no
ú nicamente adquirieron cierta habi- lidad motora -una mejora en
las respuestas nerviosas en la muscu- latura de los dedos- sino
que se produjeron cambios en la materia gris de las áreas
relacionadas con la coordinació n motora. Elise Houdayer,
neuró loga e investigadora principal comentó que la
estimulació n musical promueve el desempeñ o motor y afecta
la plasticidad estructural de la materia gris”.28
El Dr. Eckard Altenmü ller, mú sico y medico, es un reconocido investigador
eu- ropeo que dirige el Institute of Music Physiology and Musicians’ Medicine,
de la Uni- versity for Music, Drama and Media de Hannover. En base a
su experiencia asegura que la mú sica estimula la plasticidad cerebral y
contribuye a la liberació n de neurohormonas que pueden mejorar, por
ejemplo, la depresió n. La mú sica, además, es muy ú til en la rehabilitació n
motora y del habla, en los accidentes cerebrovasculares como el ictus.
Actualmente, sus investigaciones se centran en la mejora de las habilidades
motoras en pacientes con accidentes cerebrovascu- lares y en la distonía
focal en los mú sicos (www.immm.hmtm-hannover.de).

Vemos, pues, que los cerebros de los mú sicos y “no


mú sicos” trabajan o perciben la mú sica de distinta forma. Al oír
una canció n, en los “no mú sicos” reacciona el hemisferio
derecho, má s emocio- nal, que capta el contorno meló dico, y
principalmente las á reas au- ditivas. En los mú sicos se activan
adicionalmente á reas del hemisferio izquierdo, que es más
analítico, pero ademá s de las audi- tivas se activan también las
motoras.29
Los cambios morfoló gicos que se producen en el cerebro de
los mú sicos son tan evidentes que pueden observarse a simple
vista, lo cual no es posible ni en el cerebro de los
matemá ticos ni de los grandes artistas visuales. Ello da una
idea de los grandes y amplios recursos requeridos de ambos
hemisferios durante el aprendizaje y formació n musical.
En resumen, los cambios detectados en cuanto a mayor densidad
o volumen de materia gris (hiperdesarrollo) son los siguientes
(Mü nte et al. 2002; Trainor et al. 2009):

- El cuerpo calloso anterior.30


- Las cortezas motora, prefrontal y auditiva.
- El cerebelo.31
- Determinadas áreas asociativas (corteza parieto-temporal-
occipital) como el gyrus angular.
JORDI À NGEL JAUSET BERROCAL

Alzheimer
Las enfermedades neurodegenerativas, como la citada, se carac-
terizan por un deterioro progresivo e irreversible de las
funciones intelectuales que conllevan una pérdida de memoria y
afectan a di- versas capacidades como son las habilidades del
lenguaje, la orien- tació n espacio-temporal y la gestió n
emocional, pudiendo aflorar comportamientos agresivos. No
siempre los primeros síntomas que aparecen son una pérdida de
memoria, segú n suele creerse, sino los estados de apatía y de
desá nimo o depresió n.
La gravedad de esta enfermedad es la incapacidad actual de
de- tectarla en sus estados iniciales. Cuando es diagnosticada, el
cerebro lleva ya muchos añ os (hasta 20) que está siendo
dañ ado. La mejor forma de tratamiento es la prevenció n y los
consejos son, entre otros, mantener una serie de há bitos a lo
largo de la vida. Es decir, una actividad física moderada, tiempo
de ocio para las relaciones so- ciales y familiares, una actividad
intelectual adecuada, ser “curioso” aprendiendo cosas nuevas y
conservar dentro de sus límites saluda- bles los factores de
riesgos típicos (obesidad, presió n arterial y co- lesterol). Incluso
padeciendo esta enfermedad, el cerebro es capaz de crear nuevas
conexiones neuronales, por lo que es muy impor- tante
estimularlas a través, por ejemplo, de las relaciones sociales y de
actividades intelectuales. En Murcia (Españ a) segú n comenta la
neuró loga Carmen Antú nez, directora de la Unidad de
Demencias del Hospital Virgen Arrixaca, se utilizan nuevas
terapias como el arte y la cultura. Con ellas se pretende reducir
la velocidad de dete- rioro neuronal típica de esta
enfermedad.19
Citemos los resultados de un estudio elaborado en Burgos
(Es- pañ a), en el añ o 2011, que constatan có mo la terapia
ocupacional y, en especial, la Musicoterapia ayudan a retrasar el
avance de la enfer- medad mejorando el estado de apatía que
presentaban los pacientes. Se trata del primer ensayo clínico

24
1
CEREBRO Y MÚ SICA, UNA PAREJA SALUDABLE

controlado, elaborado en este campo en Españ a, a través del


contacto directo con 146 pacientes de distintos centros
residenciales de la capital y provincia quiénes

24
2
durante un periodo de 20 días participaron en actividades de musi-
coterapia, arteterapia y psicomotricidad.20
Los resultados del estudio, publicados en la prestigiosa
revista norteamericana Alzheimer Disease and Associated Disorders,
son el fruto de una investigació n en la que han colaborado
Cajacírculo, la Uni- versidad de Burgos y especialistas en
Neurología del Complejo Asis- tencial de Burgos y del Centro de
Rehabilitació n Neuroló gica META de Las Rozas, Madrid.
Segú n explicó Mateo Díez, neuró logo de la Residencia Jardín
de Tardajos (Burgos), “la apatía aísla a los enfermos y
produce un avance mayor de la enfermedad. Ahora sabemos
que con estas téc- nicas el paciente se anima a participar mediante
la estimulació n de los sonidos”. Los responsables del estudio
utilizaron canciones de siempre, siendo una de ellas la famosa
‘Campanera’ de Joselito. Esta melodía ayudó a los pacientes a
recordar momentos de su juventud a través de las notas de una
de las canciones má s conocidas de la mú sica españ ola.
Los resultados fueron altamente satisfactorios al comprobar
que las técnicas empleadas ayudaban a la socializació n de los
pacientes, contribuyendo positivamente a una mejora de su
demencia.
Segú n los investigadores, las conclusiones de este estudio
ayuda- rá n a mejorar la salud de los enfermos de Alzheimer y a
fomentar la utilizació n de la musicoterapia en los centros
residenciales, ya que está comprobado que sus efectos son
beneficiosos a largo plazo y podrían mejorar la evolució n de
una enfermedad que padecen mi- llones de personas en el
mundo.

Parkinson
Es una enfermedad causada por mú ltiples factores y que
suele diagnosticarse tarde, cuando el cerebro ha perdido entre un
60% y un 70% de dopamina. La catedrá tica de la Universidad
Autó noma de Madrid, Carmen Cavada, aseguró que el cerebro
enfermo de Par- kinson “están dañ ado antes de que aparezcan
los síntomas”. Segú n
explicó , se ha detectado hasta un 50 por ciento de muerte
neuronal y disminució n de dopamina en los cerebros con esta
enfermedad neurodegenerativa.21
Los enfermos de Parkinson manifiestan dificultades en dar con-
tinuidad a una determinada acció n, por ejemplo, el caminar. Una
es- trategia eficaz es exponerles a una mú sica de gran contenido
rítmico para que les estimule y facilite el movimiento. En
Brooklyn, Nueva York, un grupo de bailarines y mú sicos
profesionales colabora con asociaciones de enfermos de
Parkinson, ya que está confirmado que los afectados por esta
enfermedad neuroló gica mejoran sus capaci- dades y su calidad
de vida a través del movimiento.
El sistema motor y el auditivo mantienen una conexió n
impor- tante, que no se da, por ejemplo, entre el sistema visual
y el motor. Es mucho má s fácil que nos movamos al escuchar
mú sica que si ob- servamos un péndulo que se mueve
rítmicamente.22 La sincroniza- ció n a través de las neuronas
motoras inducidas por los patrones rítmicos auditivos son
excelentes para la recuperació n motora cuando existen
dificultades en los movimientos de las extremidades.
En el Parkinson, se trabaja la reeducació n de la marcha
(longitud y anchura del paso, velocidad, cadencia, cambios de
direcció n, de ritmo, de inicio y detenció n) mediante señ ales
auditivas rítmicas y/o mú sica con ritmos muy marcados a distintos
tempos para conseguir una adaptació n o sincronía con ellos. La
mú sica es un poderoso in- ductor y organizador del movimiento.
Por ello suele decirse que los parkinsonianos bailan mejor que
andan.23
También suelen emplearse esquemas de movimientos organiza-
dos y secuenciados, en definitiva, pequeñ as coreografías que
ayudan a ejercitar también la memoria, especialmente la
cinestésica -también denominada inteligencia corporal que está
relacionada con la per- cepció n del espacio y del tiempo- y la
atenció n. Puede trabajarse, también, la expresió n corporal lo
cual facilita la comunicació n con otras personas. Al tomar
consciencia de su cuerpo, puede explorar el movimiento y
hacerlo má s expresivo.
Para mejorar los problemas de inteligibilidad del habla, no
hay nada má s eficaz que la interpretació n vocal. A la vez, se
trabaja la memoria y atenció n y es posible exteriorizar o
verbalizar sus senti- mientos beneficiando o potenciando un
posible desbloqueo emo- cional.
El principal objetivo de la musicoterapia en la enfermedad
de Pá rkinson es ayudar al paciente a mantener las capacidades
funcio- nales y la autonomía el mayor tiempo posible,
descubriendo nuevos intereses y mejorando sus relaciones sociales.
Un aspecto importante pues recordemos que el hombre es un
“animal social” y se enriquece, neuralmente y cognitivamente
a través de ellas.

Oncología
Las personas que padecen algú n tipo de cá ncer unen a su
sufri- miento emocional, físico y social, los síntomas y efectos
secundarios de su tratamiento que incluyen alteració n del apetito,
dificultad para la deglució n, náuseas, vó mitos, diarrea, problemas
para respirar, fa- tiga, insomnio o debilidad muscular y
entumecimiento. El trabajo de los musicoterapeutas al respecto
no se limita ú nicamente a ofrecer un tipo de mú sica determinado
para favorecer la relajació n de los enfermos de cá ncer. Estos
expertos poseen capacidades clínicas y académicas para
seleccionar el tipo de mú sica má s adecuada en fun- ció n de la
sintomatología del paciente, consiguiendo a través de sus
prácticas que aumente el sentido de control y mejore su
bienestar físico.
Investigadores, personal médico y terapeutas musicales del De-
partamento de Terapias de Artes Creativas de la Universidad de
Dre- xel (Filadelfia) han puesto de manifiesto a través de un
estudio que las intervenciones con mú sica aportan mejoras en
la ansiedad, el dolor, el estado de á nimo y la calidad de vida
de estos pacientes (Bradt et al., 2011).24 Para la doctora Wendy
Anderson, especializada en medicina paliativa y profesora adjunta
de la Universidad de Cali- fornia, esta investigació n adquiere una
especial relevancia en el te-
rreno médico, puesto que “cuando hablamos de cuidados paliativos,
los profesionales siempre intentamos sacar el mejor partido de una
situació n difícil y a veces la mejor forma de hacerlo es
utilizando métodos no farmacoló gicos”, segú n declaró en el ú ltimo
encuentro anual de la Academia Americana de Enfermedades
Terminales y Cuidados Paliativos.
Con el objetivo de comparar los efectos de la musicoterapia
o las intervenciones médicas musicales con la atenció n
estándar u otro tipo de tratamientos en pacientes aquejados por
cá ncer, los investi- gadores analizaron los resultados de 30
ensayos efectuados en siete países con un total de 1.891
participantes de todas las edades y afec- tados por cualquier
tipo de cá ncer.
En 13 de estos ensayos intervinieron musicoterapeutas
capacita- dos, mientras que en el resto, la experiencia se limitó a
que el pa- ciente escuchara la mú sica pregrabada ofrecida por un
profesional médico. Las sesiones tuvieron una duració n de 30 a 45
minutos, va- riando el nú mero de sesiones dependiendo del
caso a tratar.
En algunas ocasiones, se aplicó un tipo de tratamiento
placebo que incluía el uso de auriculares por el paciente sin
proporcionarle ningú n estímulo musical o ú nicamente un
estímulo auditivo, por ejemplo, silbidos, oleaje de mar u otros
sonidos de la naturaleza.
Los resultados ofrecidos por 16 de los ensayos (algo má s de
la mitad) indicaron que la musicoterapia y las intervenciones
médicas con mú sica pueden tener un efecto beneficioso sobre la
ansiedad en los pacientes con cáncer, con una reducció n de
hasta 11,20 uni- dades de promedio en el STAI-S y un efecto
moderado en el alivio del dolor. Las conclusiones también
fueron positivas en relació n al estado de á nimo de los
pacientes y a su calidad de vida.
Estos mismos resultados indicaron también que la mú sica
puede reducir la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria y la
presió n arterial, aunque al tratarse de disminuciones muy
pequeñ as el im- pacto clínico no es significativo.

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