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-Capilla de los Médici: En 1520, Miguel Ángel fue contratado por León X y
su primo Giulio de Médici, futuro papa Clemente VII, para realizar una capilla
funeraria en San Lorenzo, en Florencia, donde se ubicarían las tumbas de Lorenzo
y Giuliano de Médici.
En un principio, los proyectos entusiasmaron tanto al artista que garantizó
fervientemente ser capaz de realizarlos al mismo tiempo. Pero varios problemas
se presentaron y el proyecto soñado se perdió en el camino.
El concepto ideado por Miguel Ángel tenía por principio la integración de la
arquitectura, la escultura y la pintura. Pero las pinturas nunca llegaron a realizarse.
Cuando trabajaba en las tumbas, estalló una revolución en Florencia en contra los
propios Médici y, ante ese escenario, Miguel Ángel detuvo el trabajo y se puso a
favor de los rebeldes.
Cuando la revuelta fue controlada, el papa lo perdonó con la condición de que
retomara los trabajos, y Miguel Ángel continuó la obra.
Cuando Miguel Ángel abandonó Florencia definitivamente en 1524 con destino a
Roma, dejó la obra incompleta y las esculturas que él había realizado fueron
colocadas más tarde en los debidos lugares por otras personas.
Lo que hasta hoy llegó a nosotros son dos tumbas parietales gemelas, colocadas
frente a frente. De un lado, la tumba de Lorenzo, representado este en posición
pasiva, contemplativa, pensando, casi como si el verdadero Lorenzo de Médici
estuviera vivo.
Del otro lado, Giuliano, quien en su tiempo fue un glorioso soldado. Está
representado de forma activa, con armadura y dotado de movimiento. La pierna
izquierda evoca la voluntad de levantar la figura colosal y poderosa.
A los pies de ambos se disponen dos alegorías, la Noche y el Día (tumba de
Lorenzo de Médici), el Crepúsculo y la Aurora (Tumba de Giuliano de Médici).
El Día y la Aurora son figuras masculinas y la Noche y el Crepúsculo son figuras
femeninas. Los rostros de las alegorías masculinas están inacabados, sin pulir.