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Diplomado de Extensión en Estudios de Género

CEGECAL. Universidad de Chile


Profesora a cargo: María Stella Toro C.
Alumna: Camila Reyes

Curso: “Hegemonía y subalternidades: género, clase, raza”.


Unidad: El género como categoría de análisis de las relaciones de poder.

Mujer biónica.
La desublimación represiva de la civilización capitalista
“El capitalismo, ciertamente, puede darse el lujo de permitir a las mujeres servir al
ejército o entrar en la policía. El capitalismo es muy inteligente, lo suficiente para dejar
más mujeres participar del gobierno (…) Pero ¿La institucionalización de las vacaciones
pagadas cambió la desigualdad del capitalismo? ¿El derecho de las mujeres de trabajar
en fábricas con salarios iguales a los de los hombres cambió los valores masculinos de la
sociedad?”
(Simone De Boeviure, 1976) 1
I. Introducción

La mujer biónica en la sociedad moderna

Existe una nueva visibilidad de la mujer que trasgrede los antiguos


encasillamientos tradicionales. Novedosa parece ser la partición laboral femenina que se
consolida como variable de ajuste para el desarrollo económico, novedosa también la
aparición de figuras femenina en los espacios de gobierno (actualmente ya son tres las
presidentas en Latinoamérica), novedosa es la mujer biónica, la que todo lo puede y nadie
la detiene. En este nuevo contexto social, globalizado y flexible, las maneras de definir
nuestras identidades y sexualidades también son nuevas y así como muchas otras cosas,
las mujeres y su rol han cambiado. Sin duda ya no estamos frente a la mujer delicada,
condescendiente, “femenina”, la mujer necesariamente casada, no solterona, con muchos
hijos, la mujer casi invisible en los espacios de la casa. Pareciera entonces que la
irrupción pública de este nuevo sujeto viene a saldar la deuda histórica, la lucha por la
liberación de las ataduras de las amas de casa del mundo por fin se estarían cortando. Ya
no hay más opresión ni explotación, la mujer libre camina por las grandes alamedas, con
los niños en una mano y el maletín en la otra. Pero hasta qué punto la nueva visibilidad se
refleja en mejores condiciones. Si de aquilatar las ganancias materiales de las
experiencias particulares de las mujeres biónicas se tratase, ¿estamos frente a un nuevo
contexto que beneficia la igualdad de género? Cabría preguntarse, si es que realmente
nos encontramos frente a las transformaciones estructurales necesarias para que aquel
beneficio se diversifique y potencie en la totalidad social.

A pesar de la novedad amena, ese reconocimiento de igualdad está lejos de saldar


la deuda que el feminismo instauró hace ya largo años. Según Nancy Fraser, el
movimiento feminista ha sabido sentar nuevas bases en los aspectos culturales a la hora
de definir lo que se entiende por mujer, sin embargo, es débil si de institucionalizar tal
discurso se trata2. Las mujeres aún son discriminadas y en sus vidas cotidianas soportan
numerosas desigualdades respecto de los hombres3. Los ejemplos son muchos; la
feminización del trabajo precario como tendencia en alza 4, la doble jornada laboral que
mantiene la responsabilidad primaria de las obligaciones asociadas al trabajo
reproductivo, aun cuando se es actor activo en el escenario productivo 5- siempre y cuando
no se tenga a otra mujer que logre suplir la tareas domésticas para que el trabajo
productivo pueda transformase en la obligación primaria y exitosa-, sin olvidar las tasas
altas de femicidio que desmienten la imagen enunciada de la mujer autónoma, y así suma
y sigue.

Si se lleva ya un considerable tiempo desde que irrumpió en la discusión pública la


explotación y opresión femenina. Si desde los 60´ la lucha feminista, decantó en un grupo
político con directrices más acabadas y abiertamente antagónicas. Si incluso desde el
Gobierno chileno o desde las organizaciones internacionales como la ONU o la OCDE, se
proyecta la transversalización del género como parte del desarrollo social. Si se considera
que la participación femenina en el mercado laboral es imprescindible para el crecimiento
productivo, así como también la participación política de estas como factor básico de un
sistema democrático y representativo. Si todo esto acapara la realidad y se muestra
armonioso, se esconde entonces, tendenciosamente, la opresión desventurada que las
mujeres en el día a día, se bancan casi por derecho. Surge la contradicción, surge la
sospecha. A quién le favorece, qué es lo que permite que tales contradicciones se
mantengan, cuál es la ganancia. Desde ya se evidencia que no es precisamente un triunfo
del común las mujeres, ni la reivindicación de su valor como iguales. No es el cambio
estructural que se necesita para que las condiciones materiales y su correlación simbólica
permitan un desarrollo pleno y libre de determinismos. No es una búsqueda autónoma por
la definición de nuestros cuerpos, de nuestro qué hacer, de nuestra injerencia en el
habitus social. Todo eso no es lo que expresa necesariamente el discurso de la mujer
biónica.

El presente ensayo pretende ahondar en tal contradicción desmarañando las


causas profundas del problema. Apelando al trabajo teórico de Herbert Marcuse, sobre el
carácter de la dominación que se habilita en la sociedad de masas, creemos que la nueva
visibilidad de la mujer biónica se relaciona con cultura del consumo y el relativismo
manoseado del posmodernismo. La trasgresión del discurso liberal y empoderado de la
mujer biónica, esconde una represión aún más profunda y perfeccionada. Hay que tener
cuidado cuando vemos que nuevamente el capitalismo absorbe los discursos
antagónicos, los cambia de contenido y los pone de su parte. A quién le conviene esta
nueva tendencia, a la acumulación capitalista.

II. Desarrollo

La desigualdad de género, una deuda pendiente

El género, como categoría social, simboliza la diferencia sexual que influye en la


configuración de identidades subjetivas. En base a las relaciones empíricas entre
hombres y mujeres existe un trasfondo discursivo imbricado en estos contextos, que sitúa
cuadros normativos e institucionales en donde estas relaciones se insertan y a la vez se
construyen las subjetividades. Esto quiere decir que la diferencia de género va más allá
de la relación entre hombre y mujer, expresándose en las distintas estructuras sociales
que se constituyen en base a relaciones de poder (en lo política, simbólico, económica,
institucional, etc.)6. Por lo tanto, como factor constitutivo de nuestras relaciones sociales,
el género no puede ser apartado de la significación del poder como elemento constitutivo
de este7.

La diferencia de sexos se expresa y perpetúa en una desigualdad genérica que


abarca tanto el dominio simbólico de lo constituido en identidades genéricas y
subjetividades, como también lo material y económicamente dado. Las bases sistémicas
de la desigualdad de género se configuran en el constante juego de ambas esferas 8. En
tanto bases materiales de la opresión femenina, la división sexual del trabajo se
caracteriza por la distribución de tareas sociales según el sexo y de acuerdo a la
jerarquía masculina. El cuestionamiento sobre el trabajo asociado estrictamente al salario,
permite ver la importancia de las tareas domésticas y el cuidado de la familia, y su
tendenciosa naturalización como labor femenina. Resulta prudente decir que actualmente
la relación entre producción y reproducción se asume en el entendimiento cultural, más no
en lo material9. Por otra parte, simbólicamente el discurso y construcción subjetiva del
sexo es parte constitutiva de nuestras identidades. La Heteronorma en este caso,
entendida como norma hegemónica de la heterosexualidad, se pone al servicio de la
reproducción de la familia tradicional, útil para la reproducción del sistema descrito10.

Ahora bien la desigualdad de género no se expresa exclusivamente en la falta de


reconocimiento público del trabajo reproductivo, ni la forma en la que se debiese asumir la
sexualidad. Su correlación con las explotaciones en el mundo privado, dan muestra de la
complejidad que matiza aún más el optimismo de discurso dominante respecto al género.
“Desde esta articulación se explican las enormes dificultades y obstáculos que
experimentan las mujeres para participar en igualdad de condiciones en un espacio que
se ha configurado –simbólica y materialmente- no ya a partir de su exclusión sino de su
participación a tiempo completo en las tareas de la reproducción social”11

La desublimación represiva. Develando la dominación

En base a la profundidad que suscita la categoría de género y su problemática, se


hará uso de las ideas de Marcuse12 respecto a su tesis del hombre unidimensional, en
tanto crítica a las sociedades contemporáneas de masas post-industrial, y la manera en
que el individuo se desenvuelve en ella.

La sociedad civilizada se funda en la represión de nuestros impulsos instintivos


como prerrequisito del progreso13. El principio de la realidad implica un cambio en el
sistema de valores respecto al principio del placer, reprimiendo este último para poder
sobrevivir en el mundo escaso. El gozo, la satisfacción inmediata, la receptividad, son
transformados a medida que nos desenvolvemos en el mundo sensible. La fatiga, la
satisfacción retardada y la productividad, son entonces el sistema en que se levanta la
civilización en base a la renuncia y retraso de los impulsos del Eros. En búsqueda de la
satisfacción de necesidades en un mundo de bienes escasos se impone el principio de la
realidad y la racionalidad somete, en pro del desarrollo, el principio instintivo del placer.
Esta represión necesaria para el desarrollo de la humanidad no se condice con la
represión excesiva actual. Lo que en un principio parece elemental, se desarma al
contemplar que la repartición de la escases, los esfuerzos por superarla (el trabajo) y la
satisfacción de esta, no ha sido distribuida por igual. El trabajo como expresión de la
represión necesaria, ahora responden a un aparato de dominación del cual no se tiene
control.

Actualmente el dominio de una sociedad estratificada, de acuerdo con la actuación


económica competitiva de sus miembros, se caracteriza por su incrementada expansión,
un mayor poder adquisitivo y la primacía del consumo, en donde la dominación, como
señala Marcuse, es cada vez más racionalizada 14. Las condiciones actuales permitirían
satisfacer las necesidades de la gran mayoría de la humanidad, sin embargo la
explotación aumenta y se perfecciona. La represión excesiva a la cual el individuo se
somete si quiere vivir, tiene ahora que valerse de aspectos más profundos de nuestra
naturaleza para poder someter y sostener la irracionalidad de la justificación racional de
nuestra civilización. Por otra parte, la positividad de la razón pragmática y hegemónica,
permite la consolidación de un sistema que ensalza las libertades económicas, los
derechos humanos, y la disidencia superflua15. La libertad que aparentemente flota por
todas partes es falsa en tanto la inclusión al sistema es simbólica pero no material.
Mientras se trabaja o mientras se “descansa”, no se satisfacen las propias necesidades,
sino que se enajenan. En tanto la racionalidad impuesta es internalizada, se actúa
entonces de acuerdo a los propios deseos, a la propia moral y satisfacción. “Dentro del
desarrollo “normal”, el individuo vive su represión “libremente” 16

Respecto al último punto, se concatena el concepto de la desublimación represiva,


como categoría aglutinante de la crítica de Marcuse, que según lo planteado, se refleja en
el discurso de la mujer biónica. Entendamos primeramente, la sublimación como aquellas
pulsaciones provenientes del yo inconsciente, que son canalizadas y mediatizadas en su
expresión social, acercándose en cierta medida, reprimidamente, a su satisfacción. La
desublimación por el contrario, implica la supresión de tal canalización. En base a la
exigencia del trabajo mecanizado y la racionalidad universal, los instintos son
desublimados con el conformismo provechoso, provechoso para la eficacia y eficiencia del
paradigma unidimensional. La desublimación represiva entonces consta de la asimilación
de lo ideal con la realidad. La introyección de la aparente libertad que permite banalizar la
búsqueda de un desarrollo pleno, contempla sólo una dimensión de nuestra existencia, la
dimensión de la disciplina y el descanso, el negocio y el consumo, el sacrificio y el
regocijo desublimado. “La música del espíritu es también la música del vendedor”17

III. Conclusión

La mujer biónica. Mercancía social.

El discurso liberal, la racionalización irracional en que se legitiman los individuos,


los valores capitalistas de la productividad y la legitima explotación por la satisfacción
impuestas, sustentan la nueva construcción de lo femenino, la nueva aparición legítima de
la mujer contemporánea. Mediante la aparente liberalización de las manifestaciones del
género, de los roles asociados y de las construcciones subjetivas implícitas, el desarrollo
pleno de la vida se difumina. La unidimencionalidad que compone al hombre y la mujer de
la civilización capitalista omite, reprime y tergiversa las contradicciones presentadas.

En términos de Marcuse, la desublimación represiva, como parte de la aprensión e


interiorización de la dominación proveniente del externo, parece justificar la visión de una
mujer biónica. Se refuerza el trabajo enajenado, proveniente de la racionalidad
inoperante, solo pertinente para la acumulación y plusvalor extraído mediante la la
represión excesiva. En este caso, ensalzar la imagen de una mujer que todo lo puede e
interiorizar en eso la sensación de liberta, permite la acumulación del capital extraído del
trabajo reproductivo femenino, naturalizado e invisibilizado. No es racional que la mujer
pueda “libremente” sobrecargar su vida con trabajo extra, que pueda ser ama de casa,
madre, y al mismo tiempo ser ejecutiva o tía del aseo. No es racional que el goce por tal
sacrificio sea obtener productos de limpieza más efectivos y otro par de zapatos. No es
racional que la que se prostituye o se candidatea como política sea la manifestación de lo
libre y empoderada que es la mujer en el siglo XXI, cuando gran parte de las mujeres que
no trabajan (que siguen siendo mayoría) son amas de casa, y las que sí lo hacen trabajan
el doble que los hombres, cuando la feminización de la pobreza va al ascenso, etc. Lo que
está implícito entonces es la explotación y opresión de la mujer, la represión intensificada
en la desublimación de la satisfacción de nuestras necesidades, deseos e instintos
acomodados a lo que ofrece la maquinaria ajena que se impone.

Las mujeres exitosas generalmente impregnan la genialidad masculina,


generalmente no tienen hijos, generalmente la mujer biónica se presenta como la
posibilidad legítima de aparecer en el Chile actual. En el capitalismo tardío, la
flexibilización de los horarios laborales son la mejor opción para aumentar la participación
laboral femenina, pues permite la conciliación trabajo-familia, la flexibilización de la familia
tradicional se acomoda bajo la idea del doble salario como posibilidad de ascenso social,
y entonces este lindo cuento publicita a la mujer biónica para que sea una consumidora
independiente y a la vez tome multivitamínicos para dar abasto. Si antes el reclamo
feminista buscaba no sólo rentas y seguridad material, sino que también dignidad, avance
y liberación de la autoridad tradicional (lo que implicaba romper con el techo de cristal del
patriarcado), hoy la inclusión de la mujer a lo público parece intensificar la valorización del
trabajo asalariado del capitalismo. Bajo las claves de la desublimación del deseo de una
vida plena, la libertad de definir el “uno mismo” se alejan de esta realidad. “El capitalismo
desorganizado saca peras del olmo elaborando una nueva narrativa del avance femenino
y la justicia de género.”18

Para finalizar aclaramos que con este ensayo no se busca ensalzar los fracasos
del feminismo, o desconsiderar los espacios de autonomía y poder de injerencia de las
mujeres en tanto actores constructores de la sociedad. La reflexión pretende resaltar la
importancia de adoptar una perspectiva crítica frente a la realidad siempre mediada y no
tan relativa. La complejidad de este nuevo escenario amerita una revisión integral de los
distintos estratos y aspectos sociales, y una consideración especial en las distintas formas
de experimentar la vida.
IV. Notas
1
Entrevista por Fernando Gerassi. Simone de Beauvoir, a los 25 años de “El Segundo Sexo” (1976) Extraído (y
traducido) de Languages at Southampton University por Mariana Pessah:
http://www.simonebeauvoir.kit.net/artigos_p02.htm
2
Fraser, Nancy “El feminismo, el capitalismo y la astucia de la historia”. New Left Review, N° 56, Mayo-Junio:
2009. 86-104
3
De las Heras, Samara. “Una aproximación a las teorías feministas”. Universitas. Revista de Filosofía, Derecho
y Política, N° 9, enero: 2009. Madrid.
4
León, F. “Mujer y trabajo en las reformas estructurales latinoamericanas durante la décadas de 1980-1990 ” En
CEPAL, Serie Mujer y Desarrollo, N° 28. Santiago de Chile, 2000. Disponible en:
http://archivo.cepal.org/pdfs/2000/S00050463.pdf
5
Oliveira, O. y Ariza, M. “Trabajo, familia y condición femenina: una revisión de las principales perspectivas de
análisis”. Papeles de población, Vol. 5, N° 2, abril-junio: 1999. 89-127. Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11202005
6
Lamas, Marta. "Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género." En El género: la construcción
cultural de la diferencia sexual 1996. 327-366
7
Scott, Joan. "El género: una categoría útil para el análisis histórico” En Lamas, M (comp.) El género: la
construcción cultural de la diferencia sexual. México: PUEG, 1996.
8
Rubin, Gayle. “El tráfico de mujeres: Notas sobre la ‘economía política’ del sexo”. Revista Nueva antropología,
N° 30, vol. VIII, México, 1986.
9
El salario familiar es expresión de esta desigualdad. Comprendiendo el valor económico que tal actividad
económica tiene, su desvalorización monetaria expresa el inmovilismo estructural del capitalismo en los
aspectos redistributivos.
10
Butler, Judit. “El marxismo y lo meramente cultural”. New Left Review, N° 2, Mayo-Junio, 2000. 109-131.
11
Amorós, Celia y Álvarez, Ana. “Introducción.Teoría feminista y movimiento feminista” En Historia de la teoría
feminista. De la Ilustración a la globalización, Madrid: Minerva, 2005. pp 79
12
Específicamente haremos uso de los postulados de las obras; “Eros y Civilización”, “El hombre
unidimensional”. Junto a esto se pretende posicionar este ensayo desde la perspectiva de la teoría crítica.
13
Marcuse, Herbert. Eros y civilización. Barcelona: Ariel, 1989. pp. 17

14
Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional. Barcelona: Ariel, 1987.

15
J. Días Labarca. “Herbert Marcuse. La ascensión del totalitarismo en la sociedad postindustrial” Utopía y
Praxis Latinoamericana, Vol. 7, N° 18, Septiembre. Universidad Zulia, Maracaibo, Venezuela. 2002 pp. 9-34
16
Marcuse 1989, Ibíd. pp 55

17
Marcuse, 1987. Ibíd. pp 87

18
Fraser, 2009.Ibíd. pp 98

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