Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I.CONSIDERACIONES DE HECHO
1
se prestaban en las dependencias de SQM SALAR DEL CARMEN, en virtud
del contrato HARNEADO DE LI2CO3 Y RECUPERACIÓN DE LIOH.
4.- La remuneración era de $625.000.-, promedio para efectos del artículo
172 del Código del Trabajo.
5.- La jornada de trabajo era de 45 horas semanales distribuidas de de
lunes a viernes de 8:00 a 17:00.
6.- Su contrato era a plazo fijo, hasta el 2 de febrero de 2021.
2
2. Del despido del actor en atención a la gravedad y reiteración de los
incumplimientos:
3
Consecuencia de lo expuesto es que el actor aceptó libre y
conscientemente, ratificado hasta hoy, el término de la respectiva relación
contractual expresando su plena sino absoluta conformidad con la
relación que mantuvieran con mi representado, en términos tales, de
haber recibido todas las prestaciones que pudieran haberle correspondido,
de cualquier clase y naturaleza, y no tener reclamo ni cargo alguno que
formular, renunciando en consecuencia, expresamente y a partir de dicho
acto, a cualquier acción que pudiera emanar de la relación laboral. Por
lo anterior, es que siquiera hizo reserva de ningún derecho ni menos
ejerció algún reclamo de carácter administrativo o judicial.
Y no podía ser de otro modo, por cuanto en dicho finiquito el actor
expresó, adicionalmente, su plena sino absoluta conformidad con el
fundamento de término de la relación que mantuviera con mi
representado, en términos tales, que durante todo el tiempo en que había
prestado servicios recibió todas las prestaciones que pudieron
corresponderle por cualquier obligación emanada del contrato, de
cualquier trabajo efectuado y de la ley, y reiterando consecuencialmente la
renuncia pura y simple al ejercicio de cualquier acción.
De lo anterior, puedes estimarse que el finiquito suscrito entre las
partes constituyó una convención extintiva de toda clase de obligaciones:
Tal como lo ha declarado inalterablemente la Dirección del Trabajo, al
constar dicho finiquito por escrito, estar firmado por las partes y ratificado
ante notario, tal como lo exige el Art. 177 del C. del Trabajo, adquiere
pleno valor como convención liberadora o extintiva de obligaciones: “Ahora
bien, de acuerdo a la doctrina vigente del Servicio sobre esta materia
“ratificar” para los efectos del Art. 177 del Código del Trabajo, importa
aprobar o confirmar todas y cada una de las estipulaciones o cláusulas de
que de cuenta el finiquito.
Asimismo, la referida doctrina ha señalado que la circunstancia de
que el finiquito suscrito con las formalidades anotadas precedentemente
pueda ser invocado por el empleador, significa, que ante un eventual
reclamo del trabajador afectado, sea judicial o extrajudicial, tal documento
basta por sí mismo para acreditar el pago de las prestaciones que en él se
consignen, como, asimismo, la aceptación por parte de aquél de la causal
de término de contrato invocada, toda vez que tal instrumento posee,
conforme la jurisprudencia, poder liberatorio y pleno valor probatorio” .
4
Lo anterior, por lo demás, ha sido ratificado invariablemente por
nuestra jurisprudencia desde hace bastantes años: “El finiquito firmado
por las partes tiene amplio poder liberatorio, esto significa que una vez
suscrito con las formalidades expuestas, la trabajadora no puede efectuar
ningún tipo de reclamación respecto de obligaciones pendientes derivadas
de la relación laboral que la vinculó al empleador, por lo que carece
totalmente de valor otro documento presentado fuera del mencionado
finiquito, aunque lleve la misma fecha, puesto que todo aquello que fuere
susceptible de discusión con posterioridad a la convención celebrada entre
las partes debió ser consignado antes que lo acordado o expuesto fuere
ratificado por las firmas de las partes frente al Ministro de Fe que la ley
exige. De esta manera, el finiquito presentado y suscrito por las partes
tiene pleno poder liberatorio, lo que hace inoficioso cualquier reclamo
posterior a él, como así se suscribió”.
Y no puede ser de otro modo, pues el finiquito es jurídicamente una
transacción extintiva de obligaciones sino de litigios futuros, tal como lo
dispone expresamente el Art. 1567 del C. Civil, “Toda obligación puede
extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo
capaces de disponer libremente de lo suyo...”, y particularmente, conforme
los numerales 1 y 3 de dicha disposición, por el pago y transacción que se
obtiene de las declaraciones contenidas en los mencionados finiquitos.
A su vez, por cuanto el Art. 1568 del citado código dispone que el
pago es una convención liberadora de obligaciones, y los Arts. 2446, 2460
y 2462 del citado código disponen que la transacción es un contrato en
que las partes precaven un litigio eventual, y que produce el efecto de cosa
juzgada en última instancia, siendo válida la renuncia general.
Por lo demás, en relación a la extinción total y absoluta de acciones
que implica un finiquito sin reservas, el Art. 12 del C. Civil dispone que
pueden renunciarse todos los derechos conferidos por las leyes, con tal
que miren el interés personal del renunciante y que no esté prohibida su
renuncia, y ocurre que la acción ejercida en la especie se sustenta en un
derecho de contenido patrimonial, está establecida únicamente a favor del
actor –desde que siquiera concurren en su ejercicio terceros-, y no está
prohibida en ningún modo su renuncia, de tal modo que la declaración
contenida en el antedicho finiquito suscrito y ratificado, en cuanto a
renunciar a toda acción, de cualquier especie o naturaleza, es plenamente
5
válida y eficaz, involucrando ineludiblemente la indemnizatoria ejercida en
el presente juicio al no existir distinción, por lo cual se extinguió
inexorablemente conjuntamente con todas las derivadas de la relación
laboral.
Es decir, y sin perjuicio de lo que se expondrá en relación a la
falsedad de los hechos esgrimidos en el libelo, a partir de la fecha del
finiquito el actor carece de titularidad de la acción ejercida en la especie,
pues se extinguió de su patrimonio. Así por lo demás lo ha declarado
reiteradamente la Excma. Corte Suprema, al pronunciarse respecto de la
validez de los derechos renunciados con oportunidad de la suscripción del
finiquito, particularmente cuando pone término a la relación laboral con
posterioridad a la ocurrencia de hechos conocidos por las partes: “La
irrenunciabilidad de los derechos conferidos por las leyes del trabajo obsta
al obrero o empleado a renunciar a sus derechos al suscribir el contrato
laboral o durante la vigencia de éste; pero no impide que ambas partes, de
común acuerdo, den por terminadas sus relaciones contractuales,
declaren que no tienen cargo alguno que hacerse y que el empleado u
obrero otorgue al empleador amplio finiquito”. Conforme lo ha declarado
reiterada y sucesivamente la Excma. Corte Suprema, el finiquito
constituye una institución propia del Derecho del Trabajo, mediante cuya
convención las partes acuerdan el cumplimiento de las obligaciones
recíprocas, con el objeto preciso de impedir que en el futuro pueda
plantearse una controversia al respecto.
De este modo, el finiquito no sólo pone término a una relación
determinada, sino que también certifica los derechos emanados de la
misma, con efecto permanente e irrevocable entre las partes.
Es por ello que el legislador, velando por la situación del trabajador,
no sólo ha exigido que se otorgue por escrito, sino que adicionalmente que
su voluntad sea ratificada ante un Ministro de Fe.
Por consiguiente, el finiquito legalmente otorgado tiene pleno valor
liberatorio en cuanto a los derechos y obligaciones existentes entre las
partes, derivados del vínculo laboral que termina, y con posterioridad a su
otorgamiento, el trabajador carece de acciones en contra de su empleador,
para demandar prestaciones derivadas de su relación, a menos que
invoque su nulidad, por aspectos formales, o de acuerdo a las reglas
generales por eventuales vicios del consentimiento, pues de otro modo se
6
vulnera el principio de la realidad o de los actos propios, mediante el cual
una parte no puede desconocer ni contradecir su conducta previa, pues de
otro modo se atenta gravemente contra la buena fe que debe existir en
todas las relaciones contractuales, plasmada en la máxima Venire contra
factum propium.
Para estos efectos, citamos una muy reciente sentencia, acogiendo
un recurso de nulidad laboral, ratifica la aplicación del principio de los
actos propios en sede laboral, particularmente por lo sostenido por la
Excma. Corte Suprema al respecto (lo subrayado es nuestro):
“UNDÉCIMO: Que, todavía más, ocurre, por otra parte, que existe un
principio general del Derecho, que ha sido invocado por el recurrente, que
se manifiesta como una consecuencia de la presunción general de buena
fe, y que impone un deber jurídico de respeto y sometimiento a una
situación jurídica creada anteriormente por la conducta del mismo sujeto,
y que ya ha surtido efectos, evitando así revocaciones unilaterales,
preceptiva según la cual nadie puede contradecir lo dicho o hecho por él
mismo, con perjuicio de un tercero.
Este principio conocido como “Doctrina de los Actos Propios”, no sólo
está reservado a disputas entre particulares, sino que también se extiende
a la Administración Pública, y se entiende que impide jurídicamente el que
una persona afirme o niegue la existencia de un hecho determinado, en
virtud de haber antes ejecutado un acto o hecho una afirmación en el
sentido precisamente opuesto, concepto que a la vez, en alguna medida se
sustenta en el derecho que emerge de la ficción que se construye a partir
de que el sujeto en cierta forma incorpora a su patrimonio, en este caso, la
interpretación primigenia del Servicio que se le ha dado a conocer a la
época de notificarle la sanción aplicada, no pudiendo aquel vulnerar el
acto propio, La Excma. Corte Suprema, que se ha referido en diversas
ocasiones al tema, ha expresado en uno de sus fallos lo siguiente: “…De
acuerdo a dicha doctrina, nadie puede legítimamente contrariar los actos
propios, esto es, se impide jurídicamente el que una persona afirme o
niegue la existencia de un hecho determinado, en virtud de haber antes
ejecutado un acto, hecho una afirmación o formulado una negativa en el
sentido precisamente opuesto, pues conforme a este principio, nadie puede
contradecir lo dicho o hecho por él mismo, con perjuicio de un tercero”.
7
Y no puede ser de otro modo, dado que la buena fe no sólo es
fundamental en nuestro derecho, sino que sustenta la confiabilidad o
seguridad jurídica y así el estado de derecho, tal como lo ha declarado una
contundente sentencia de la Excma. Corte Suprema, redactada por el
destacado profesor Rene Abeliuk M.: “El efecto que produce la teoría del
acto propio es fundamentalmente que una persona no pueda sostener
posteriormente por motivos de propia conveniencia una posición distinta a
la que tuvo durante el otorgamiento y ejecución del acto por haberle
cambiado las circunstancias, y que si en definitiva así lo hace, primarán
las consecuencias jurídicas de la primera conducta y se rechazará la
pretensión que se invoca y que implica el cambio de conducta que no se
acepta”.
Pues bien, en la especie consta no sólo que el actor firmó y ratificó
libre y conscientemente el finiquito que puso término a la relación laboral
con mi representado, conforme los derechos invocados se encuentran
precluidos.
A este respecto, nos parece pertinente citar una sentencia muy
interesante, que precisamente resume todos los principios invocados,
máxime cuando aparece redactada por el profesor Héctor Humeres Noguer,
y considera el concepto etimológico del concepto finiquito, su
incorporación especial, formalizada y exigible en la legislación laboral, y su
directa relación con el principio de seguridad jurídica (lo subrayado es
nuestro): “3o.- Que consta igualmente que en el caso de autos, al término
del contrato de trabajo de que da cuenta el numeral anterior, se celebró
entre las partes un finiquito laboral, firmado y ratificado ante Ministro de
Fé competente, cuya cláusula tercera claramente denota su carácter
amplio y completo, no dejando, lugar a dudas acerca de su poder
liberatorio en relación al contrato de trabajo vigente entre ambas desde el
1o de enero del año 2002 hasta el 31 de marzo del año 2004.
La ley se remite al finiquito en el inciso 4° del art. 9° y 177 del
Código del Trabajo, estableciendo al efecto, en lo pertinente, que el
empleador, en todo caso, estará obligado a mantener en el lugar de
trabajo, un ejemplar del contrato, y en su caso, uno del finiquito en que
conste el término de la relación laboral, firmado por las partes y que el
finiquito, la renuncia y el mutuo acuerdo deberán constar por escrito.
8
El instrumento respectivo que no fuere firmado por el interesado y
por el presidente del sindicato o el delegado del personal o sindical
respectivos, o que no fuere ratificado por el trabajador ante el inspector del
trabajo, no podrá ser invocado por el empleador.
Para estos efectos, podrán actuar también como ministros de fe, un
notario público de la localidad, el oficial del registro civil de la respectiva
comuna o sección de comuna o el secretario municipal correspondiente.
En la práctica, este instrumento es el que permite proporcionar a las
partes del contrato de trabajo la seguridad jurídica requerida al término de
dicha relación, que indudablemente constituye una contribución
trascendente al mantenimiento de la paz social, por lo que parece una
cuestión de la máxima importancia fijar su naturaleza y sus efectos
jurídicos.
El finiquito, etimológicamente, encuentra su origen en la conjunción
de dos términos con significados bien precisos: fin, que es término, el
remate o la consumación de una cosa; y la palabra cito (citare), que
significa proclamar, anunciar.
En un sentido forense expresa la liberación de una deuda o parte de
ella que hace el acreedor al deudor.
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el
finiquito es el remate de las cuentas; el certificado que se da para que
conste estar ajustadas y satisfecho el alcance de ellas; dar finiquito es
acabar con el caudal o con otra cosa. Se sostiene que el finiquito laboral
constituye una institución propia del Derecho del Trabajo que puede
conceptualizarse como una convención entre las partes del contrato de
trabajo por medio de la cual llegan a un acuerdo relativo al cumplimiento
de las obligaciones recíprocas con el objeto principal de impedir que la
controversia deba plantearse necesariamente ante los Tribunales de
Justicia.
De ambos tipos de conceptos esbozados -etimológico y doctrinario-
se puede concluir que el finiquito laboral tiene dos fines específicos, que se
confunden con su objeto: uno, ser un acto por el cual se pone término a
una vinculación determinada y otro, certificar los derechos emanados de la
misma, con efecto permanente entre las partes del vínculo.
De allí, que no sólo debe acogerse la excepción sino también,
rechazarse la demanda en este sentido.
9
B. EN CUANTO AL DESPIDO CAUSADO Y FORMAL COMO
PRESUPUESTO DE JUSTIFICACIÓN:
10
hechos que lo autoricen. Estos hechos deben ser comunicados por el
empleador al trabajador afectado para que éste pueda ejercer su derecho a
reclamación y, también deben justificarse por el empleador, en sede
jurisdiccional, en caso de reclamo.
En este sentido, el artículo 1545 del Código Civil señala que “Todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes”, en cuanto
a la obligatoriedad que de ellos emana y la consiguiente obligación de
cumplimiento recíproco de las partes que lo suscriben.
Así las cosas, sobre la base que establece el Código del Trabajo, al
definir el contrato de trabajo en cuanto a tal en su artículo 7º, le son
aplicables las normas de la teoría general de los contratos y por tanto, se
rige por el citado artículo 1545.
11
la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, y redactado por el destacado
profesor don Héctor Humeres Noguer: “El principio de la buena fe, que
ilustra la doctrina del Derecho Laboral, ha de conjugarse con el principio de
la realidad, y éste indica que las pretensiones actuales de un demandante
laboral no pueden contradecir flagrantemente su actuar y conducta anterior,
ya que debe prevalecer el deber jurídico de respeto a la situación jurídica
creada anteriormente con la conducta de la misma persona, a fin de
consolidar la necesaria certeza jurídica y evitar la producción de daños a un
tercero. En doctrina, más conocida en derecho común bajo la denominación
de Teoría de los Actos Propios, expresa que en lo referente a la doctrina de
los actos propios, la buena fe es el fundamento de un deber en coherencia,
en el sentido que toda persona está obligada a respetar sus actos y
declaraciones de voluntad, debiendo mantener una conducta, en todos sus
órdenes de relaciones, leal y adecuada a la confianza que ha despertado en
otras personas; es decir, la creencia de una parte que la otra va a cumplir la
promesa dada, y esto implica lo que un autor denomina una vinculación
invisible entre la voluntad propia y ajena, que está por encima de las
palabras declaradas. Por eso la buena fe impone limitaciones al ejercicio de
los derechos subjetivos, prohibiendo conductas contradictorias. Es
inadmisible en atención a la buena fe y al deber de actuar coherentemente,
que el sujeto contraríe una conducta anterior suya,ya que esa conducta
genera en otros la confianza que su agente permanecerá en ella. La máxima
Venire contra factum propium expresa de manera tan inmediata la esencia
de la obligación de comportarse de acuerdo a la buena fe, que a partir de
ella se construye la totalidad del principio.” (Considerando 7°)
12
que se invoca y que implica el cambio de conductaque no se acepta”.
13
“TERCERO: Que el conflicto central de esta litis estriba en determinar la
existencia de la relación laboral que alega el actor, en el período y en las
condiciones señaladas por este en su libelo pretensor. QUINTO: Que de
acuerdo a la prueba incorporada analizada de conformidad a las reglas de
la sana crítica y dada su concordancia, lógica e importancia se puede
establecer que: Si bien las partes de este juicio se relacionaron mediante
contratos de trabajo por periodos no reclamados en esta demanda, aquellos
vínculos jurídicos ya han finalizado existiendo finiquitos que así lo
acreditan. Que respecto del período reclamado, esto es, desde el 23 de
marzo hasta el 7 de abril del presente año, no existe prueba suficiente que
logre acreditar que tal vínculo existió. Que la prueba documental aportada
por la demandante no es suficiente para acreditar el vinculo bajo
dependencia y subordinación que se reclama, toda vez que como ya se ha
señalado al analizar la prueba incorporada , los documentos no se
encuentran firmados por la parte empleadora, no pudiendo hacer plena
prueba de sus alegaciones. Corresponden en su mayoría a documentos
tipos formularios, llenados y firmados solo por el actor.“
14
asimismo, resultan también improcedentes los recargos que respecto de
ellos se demandan.
En relación con la indemnización compensatoria de feriado
proporcional no resulta procedente, atendido el tiempo laborado.
Se opone excepción de pago respecto de las remuneraciones de
noviembre, que fueron pagadas íntegramente por los días efectivamente
laborados.
El demandante no laboró ningún día en diciembre, por lo que no le
corresponden remuneraciones por ese concepto.
15