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Homecoming Vampacad
Homecoming Vampacad
Richelle Mead
N
o esperaba estar de vuelta en Rusia tan pronto. Ciertamente no quería
estarlo.
No es que tuviera algo en contra del lugar. Era un país muy bonito, con
arquitectura con los colores del arco iris y vodka que podría actuar como
combustible para cohetes. Estaba bien con esas cosas. Mi problema era que la
última vez que había estado aquí, casi había sido asesinada (en varias ocasiones) y 2
había terminado siendo drogada y secuestrada por vampiros. Eso es suficiente para
que se pierda el interés en cualquier lugar.
1
Candy Land: Tierra de dulces.
metro noventa en la ventana en clase turista era cruel. Aunque él no se había
quejado en todo este tiempo. Nunca lo hacía.
—Es una lástima que no tengamos tiempo para quedarnos aquí —dije. Moscú era
sólo una escala para nosotros—. Vamos a tener que reservar todo nuestro turismo
para Siberia. Ya sabes, tundra. Osos polares.
Dimitri se volvió desde la ventana y esperaba ser reprendida por fomentar los
estereotipos. En lugar de eso, me di cuenta por su expresión que no había
escuchado nada después de “Siberia”. La luz de la mañana iluminaba los rasgos
esculpidos de su cara y hacía brillar su cabello castaño y lacio. Nada de eso se
podía comparar con el brillo en su interior.
—Ha pasado tanto tiempo desde que he visto Baia —murmuró, con sus ojos
oscuros llenos de recuerdos—. Tanto tiempo desde que los he visto. Crees que...
—Me miró, revelando el primer atisbo de nerviosismo que había observado desde
el inicio de este viaje—. ¿Crees que estarán contentos de verme?
Apreté su mano y sentí una pequeña punzada en mi pecho. Era tan raro ver a
Dimitri inseguro sobre algo. Podía contar con mi mano el número de veces que lo
había visto verdaderamente vulnerable. Desde el momento en que nos conocimos, 3
él siempre se había destacado como una de las personas más decididas y
confiadas que había conocido. Siempre estaba en movimiento, nunca temeroso de
enfrentarse a cualquier amenaza, incluso si eso significaba arriesgar su propia vida.
Aún ahora, si algún monstruo sediento de sangre salía de la cabina del piloto,
Dimitri se pondría tranquilamente de pie de un salto y lucharía contra él aunque
estuviera armado sólo con la tarjeta de seguridad en el bolsillo del asiento
delantero. Imposible, las terribles peleas no le preocupaban. Pero, ¿ver a su familia
después de haber pasado un tiempo como un vampiro no-muerto y malvado? Sí,
eso lo asustaba.
—Por supuesto que estarán contentos —le aseguré, maravillada ante el cambio en
nuestra relación. Había comenzado como su estudiante, necesitada de su
confirmación. Me había graduado para convertirme en su amante e igual—. Saben
que estamos viniendo. Demonios, si hubieras visto la fiesta que dieron cuando
pensaban que estabas muerto, camarada. Imagínate la que harán cuando se
enteren de que en realidad estás vivo.
Me dio una de esas pequeñas y raras sonrisas suyas, el tipo que me hacía sentir
caliente por todas partes.
—Esperemos que así sea —dijo, volviéndose para mirar otra vez por la ventana—.
Esperemos que así sea.
Las únicas cosas que vimos en Moscú fueron las del interior de su aeropuerto
mientras esperábamos para tomar el próximo vuelo. Ese nos llevó a Omsk, una
ciudad de tamaño medio en Siberia. A partir de ahí, alquilamos un auto e hicimos
el resto de nuestro viaje por tierra, ningún avión iba a dónde íbamos. Fue un viaje
hermoso, con la tierra llena de vida y verdor que demostró que todas mis bromas
de la tundra estaban equivocadas. El estado de ánimo de Dimitri osciló entre la
nostalgia y la ansiedad mientras viajábamos, y me encontré inquieta por llegar a
nuestro destino. Entre más pronto llegáramos allí, más rápido vería que no tenía
nada de qué preocuparse.
Baia estaba a poco menos de un día de camino de Omsk y se veía más o menos
igual que en mi última visita. Estaba lo suficientemente fuera del camino como
para que la gente rara vez la encontrara por casualidad. Si te hallabas en Baia,
había una razón. Y la mayoría de las veces, la razón tenía que ver con el gran
número de dhampirs que viven allí. Al igual que Dimitri y yo, estos dhampirs eran
mitad humano, mitad vampiro. A diferencia de Dimitri y yo, la mayoría de estos
dhampirs habían elegido vivir separados de los Moroi —vampiros vivos y que 4
hacían uso de magia—, y en su lugar se mezclaban con la sociedad humana.
Dimitri y yo éramos guardianes, comprometidos a proteger a los Moroi de los
Strigoi: los vampiros no-muertos y malvados que mataban para sustentar su
existencia inmortal.
Los días eran más largos durante esta parte del verano, y la oscuridad apenas había
empezado a caer cuando llegamos a la casa de la familia de Dimitri. Los Strigoi rara
vez se aventuraban en Baia, pero les gustaba acechar los caminos que conducían a
la ciudad. Los fugaces rayos de la luz del sol garantizaban nuestra seguridad y le
daban a Dimitri una buena vista de la casa. Incluso una vez que él hubo apagado el
auto, se quedó sentado durante un largo rato, mirando la vieja estructura de dos
pisos. Luces roja y dorada la bañaban, dándole la apariencia de algo de otro
mundo. Me incliné y besé su mejilla.
Le tomó a Dimitri unos momentos más de conmoción para cobrar vida, pero luego
le devolvió su abrazo feroz, respondiéndole en ruso. Me quedé torpemente allí
hasta que Viktoria se fijó en mí. Con un grito de alegría, se acercó y me dio un
abrazo tan fuerte como el que le había dado a su hermano. Lo admito, estaba casi
tan sorprendida como él. La última vez que nos despedimos, Viktoria y yo no
habíamos estado en buenos términos. Le había dejado claro que no estaba de
acuerdo con su relación con un determinado hombre Moroi. Ella me había dejado
igualmente claro que no apreciaba mi aporte. Parecía que ahora todo estaba
olvidado, y aunque no podía traducir las palabras que decía, tenía la impresión de
que estaba agradeciéndome por devolverle a Dimitri.
La exuberante llegada de Viktoria fue seguida por el resto de la familia Belikov. Las
otras dos hermanas de Dimitri, Karolina y Sonya, se unieron a Viktoria 5
abrazándonos a él y a mí. Su madre estaba justo detrás de ellas. El ruso fluyó
rápido y furioso. Normalmente, una reunión desordenada como esta me habría
hecho poner los ojos en blanco, pero en lugar de eso me encontré con los ojos
llenos de lágrimas. Dimitri había pasado por mucho. Todos nosotros habíamos
pasado por mucho, y honestamente, no creía que ninguno hubiera esperado
alguna vez estar compartiendo este momento.
A través de más lágrimas y risas, hicimos nuestro camino hasta el interior de la casa
y la acogedora sala de estar. También era la misma de mi última visita, rodeada de
cálidos paneles de madera y estantes de libros encuadernados en cuero con títulos
cirílicos. Ahí, encontramos a más de la familia. El hijo de Karolina, Paul, miraba a su
tío con fascinación. Paul apenas había conocido a Dimitri antes de que este saliera
al mundo, y gran parte de lo que el chico sabía, venía de historias que sonaban a
fantasía. Sentada sobre una manta cercana estaba la hermana bebé de Paul, y otro
bebé, mucho más pequeño, yacía dormido en un moisés. El bebé de Sonya, me di
cuenta. Había estado embarazada cuando la había visitado antes, ese verano.
Estaba acostumbrada a estar siempre cerca del lado de Dimitri, pero este era un
momento cuando sabía que tenía que apartarme. Él se sentó en el sofá, y Karolina
y Sonya inmediatamente lo flanquearon, con expresiones que decían que estaban
temerosas de dejarlo fuera del alcance de su vista. Viktoria, molesta por haber
perdido un asiento de primera, se instaló en el suelo y apoyó su cabeza contra su
rodilla. Ella tenía diecisiete, solo era un año menor que yo, pero mientras lo miraba
con adoración, se veía mucho más joven. Todos los hermanos tenían pelo castaño
y ojos cafés, y hacían un bello retrato mientras se sentaban juntos.
La palabra colgó en el aire por un momento, lanzando una oleada de frío sobre la
cálida tarde de verano. Por el espacio de un latido, no pude respirar. Estaba
repentinamente lejos de aquí, atrapada en una casa diferente con un Dimitri
diferente. Él había sido uno de los no muertos, con piel blanca como la tiza y
pupilas bordeadas de rojo. Su fuerza y velocidad habían superado con creces las
que tenía ahora, y él había usado esas habilidades para cazar víctimas y beber su
sangre. Había sido aterrador… y casi me había matado.
Un par de segundos después, comencé a respirar otra vez. Ese Dimitri se había ido.
Este, cálido, amoroso, y vivo, estaba aquí ahora. Sin embargo, antes de responder,
los oscuros ojos de Dimitri encontraron los míos, y supe que estaba pensando en
las mismas cosas que yo. Ese pasado era una cosa horrible y difícil de superar.
—No —dijo él—. Fui un Strigoi. Fui uno de ellos. Hice… cosas terribles. —Las
palabras fueron suaves, pero el tono de su voz habló por legiones. Los radiantes
rostros de su familia se volvieron serios—. Estaba perdido. Más allá de cualquier
esperanza. Excepto que… Rose creyó en mí. Rose nunca se rindió.
—Como lo predije.
Una nueva voz resonó en la sala de estar, y todos levantamos la vista para ver a la
mujer que había aparecido repentinamente en la puerta. Era considerablemente
más baja que yo, pero cargaba el tipo de personalidad que podía llenar una
habitación. Era Yeva, la abuela de Dimitri. Pequeña y frágil, con fino cabello blanco;
muchos por aquí creían que ella era una especie de mujer sabia o bruja.
Usualmente una palabra distinta venía a mi mente cuando pensaba en Yeva,
aunque sonaba muy parecida a “bruja”.2
—No lo hiciste —dije, incapaz de detenerme—. Todo lo que hiciste fue decirme
que me fuera de aquí para que así pudiera “hacer algo más”.
—Entonces, ¿por qué no me dijiste qué es lo que tenía que hacer? —exigí.
—Espíritu —dijo con calma. Esto causó una rápida toma de aire por parte de sus
hermanas. Los Moroi esgrimían elementos mágicos, pero la mayoría de ellos sólo
usaban cuatro de los elementos físicos: tierra, aire, agua, y fuego. Recientemente,
sin embargo, se había descubierto un muy raro elemento: el espíritu. Se
encontraba unido a las habilidades psíquicas y la curación y todavía era algo que a
muchos Moroi y dhampir les costaba tiempo aceptar.
—Mi amiga Lissa usó el espíritu mientras, uhm, lo apuñalaba con una estaca de
plata —expliqué. Mientras que gustosamente atravesaría por todo eso nuevamente
con tal de salvar a Dimitri, la imagen de ser estacado a través del corazón todavía
era un poco preocupante para mí. Hasta el último momento, ninguno de nosotros
había sabido con seguridad si eso lo mataría o no.
Los Belikov y yo nos quedamos despiertos hasta tarde, respondiendo sus muchas
preguntas. Incluso antes de que él hubiera sido forzado a convertirse en Strigoi,
Dimitri había estado fuera de su casa por un tiempo. Siguió tratando de averiguar
lo que su familia había pasado todos estos últimos años, pero ellos lo ignoraron.
Ellos no consideraban importantes sus propias experiencias. Él era su milagro. Y no
podían tener suficiente de él.
Conocía el sentimiento.
—Todos quieren verte —explicó Olena cuando nos enseñó nuestra habitación. Yo
supe que “todos” significaba la comunidad dhampir de Baia—. Tan increíble cómo
es para nosotros, lo es incluso más para ellos. Entonces… les dijimos que pasaran
mañana. Todos ellos.
Le eché una mirada a Dimitri, curiosa por cómo respondería. Él no era del tipo que
se regodeaba siendo el centro de atención, sólo podía adivinar cómo se sentía
cuando se trataba de los eventos más terribles y traumatizantes de su vida. Por un
segundo, su rostro tenía esa mirada calmada y sin emoción que sobresalía en él.
Luego se relajó en una sonrisa.
Olena le devolvió la sonrisa con una de alivio y luego se despidió. Una vez que se
hubo ido, Dimitri se sentó en el borde de la cama y descansó los codos sobre sus
rodillas. Puso la cabeza sobre sus manos y murmuró algo en ruso. No sé
exactamente lo que dijo, pero supongo que fue algo parecido a “¿En qué me he
metido?” 9
Me acerqué hacia él y me senté en su regazo, envolviendo mis brazos alrededor de
su cuello para que pudiera mirarlo a la cara.
—Sabes por qué —dijo, jugando con un mechón de mi cabello—. Voy a tener que
seguir hablando sobre… ese tiempo.
La simpatía ardió en mí. Sabía que se sentía culpable por lo que había hecho como
un Strigoi y sólo recientemente había aceptado que eso no fue su culpa. Había
sido convertido contra su voluntad por otro Strigoi y no había tenido control de sí
mismo. Aun así, era algo difícil con lo que ponerse de acuerdo.
—Es cierto —dije—. Pero sólo van a hablar sobre eso con el fin de descubrir el
resto de la historia. Nadie se va a centrar en lo que hiciste como Strigoi. Van a
querer saber cómo volviste. El milagro. Vi a estas personas a principios de año. Te
lloraban como si estuvieras muerto. Ahora van a celebrar que estás vivo. Es en eso
en lo que se enfocarán. —Rocé mis labios contra los suyos—. Sin duda esa es mi
parte favorita de la historia.
Él me acercó.
—Mi parte favorita fue cuando me abofeteaste para que entrara en razón e hiciste
que dejara de sentir pena por mí mismo.
Aun así, cuando Dimitri se tiró hacia atrás y me bajó sobre la cama con él, tuve la
sensación de que ese recuerdo en particular estaba fresco en su mente también.
—¿“Recordar”, huh? —Envuelta en sus brazos, lancé una mirada ansiosa hacia la
puerta—. ¡Me siento mal por tener nuestra propia habitación en la casa de tu
mamá! Es como si nos estuviéramos saliendo con la nuestra.
—Tengo esa impresión también —admití. Cuando había venido para su funeral,
muchos de los otros dhampir prácticamente me habían tratado como su viuda. Las
relaciones dhampir no se enfocaban tanto en la ceremonia.
Intenté darle un codazo, lo que era algo difícil, considerando lo entrelazados que
estábamos.
—Nop. No vayas ahí, camarada. —Amaba a Dimitri más que a nada, pero a pesar
de sus ocasionales sugerencias, yo había dejado claro que no tenía la intención de
casarme hasta que hubiera un “2” al comienzo de mi edad. Él era siete años mayor
que yo, así que el matrimonio era una idea razonable para él. Para mí, a pesar de
que no había nadie más a quien quisiera, dieciocho años era demasiado joven para
ser una esposa todavía.
—Lo dices ahora —dijo, tratando de evitar reírse—, pero uno de estos días cederás.
—De ninguna manera —dije. Sus dedos trazaban patrones contra mi cuello,
llenando a mi piel con calor—. Has dado algunos argumentos muy convincentes,
pero todavía estás a una gran distancia de ganarme.
—¿Sí? Pruébalo.
***
Los invitados comenzaron a llegar temprano. Por supuesto, las mujeres Belikov se
habían levantado incluso antes, mucho antes que Dimitri y yo, quienes estábamos
todavía enfrentándonos al cambio de horario. La cocina era un torbellino de
actividad, llenando la casa con todo tipo de aromas apetitosos. Era cierto que la
11
comida rusa no era mi favorita, pero había unos platos, en especial los hechos por
Olena, con los que me había encariñado. Ella y sus hijas hornearon y cocinaron
enormes cantidades de todo, lo que parecía excesivo ya que casi cada persona que
pasó también trajo un plato para compartir. La experiencia fue un espejo del
funeral de Dimitri, salvo que el estado de ánimo era comprensiblemente más
optimista.
Observé mucho desde los costados. Había conocido a muchos de los visitantes
antes, y mientras varios me saludaban, estaba claro que Dimitri tomaba el centro
del escenario. También la mayor parte de la conversación era en ruso, pero era
suficiente para mí mirar su rostro. Una vez que él se acostumbró a estar entre sus
viejos amigos y familia, una tranquila alegría se extendió sobre él. La tensión que
siempre parecía palpitar por su cuerpo se aligeró un poco, y mi corazón se derritió
al verlo en tal momento.
—¿Rose?
Había estado mirando con diversión mientras algunos niños lo interrogaban con
mucha seriedad. Volviéndome hacia el sonido de mi nombre, me sorprendí al
hallar dos rostros familiares y bienvenidos.
—¿Cómo no íbamos a estar? —preguntó Oksana. Ella era una Moroi, casi treinta
años mayor que yo pero sin embargo muy hermosa. También era uno de los pocos
usuarios del espíritu de los que sabía. Junto a ella, su esposo Mark me sonrió. Él era
un dhampir, lo que hacía a su relación escandalosa y era la razón por la que
tendían a no salir. Oksana había usado sus poderes del espíritu para traer de
regreso a Mark, después de que fuera asesinado en una pelea, una hazaña de
curación que rivalizaba con el retorno de Dimitri de ser Strigoi. Se llamaba ser 12
besado por las sombras.
—Queríamos volver a verte —me dijo Mark. Inclinó su cabeza hacia Dimitri—. Y por
supuesto, queríamos ver el milagro por nosotros mismos.
Siguiendo la voz, pronto vi a un chico, unos cinco años mayor que yo, tratando de
forzar su paso entre la multitud hasta donde Olena estaba parada cerca de su hijo.
La mayoría le prestó poca atención, pero unos pocos se callaron y lo miraron con
sorpresa, la cual compartí. Él era humano… el único ser humano aquí, por lo que
podría decir. Los seres humanos y los dhampirs eran prácticamente indistinguibles
unos de otros, pero era una habilidad de mi raza ser capaz de decir si era uno u
otro.
—Olena. —Sin aliento, el chico humano extendió la mano hacia Olena y me dio la
primera visión clara de él. Había recortado pulcramente su cabello negro y vestía
un traje gris muy remilgado, que de alguna manera mejoró su estructura
desgarbada. Cuando giró su cabeza de cierta manera, la luz captó una de sus
mejillas, dejando al descubierto un tatuaje de lirio dorado. Y eso es lo que
explicaba su presencia. Era un Alquimista.
Olena había estado charlando con una vecina y finalmente se volvió cuando el
Alquimista dijo su nombre tres veces más. La madre de Dimitri permaneció
sonriente y agradable, pero capté el más leve atisbo de desesperación en sus ojos.
13
—Henry —dijo—. Me alegro de verte de nuevo.
—Tenemos que hablar sobre el Rey Sangriento. —Cuanto más hablaba, más podía
distinguir un leve acento. Era británico, no americano como yo.
—Este no es el momento —dijo Olena. Hizo un gesto hacia Dimitri, quien miraba a
Henry en un intenso escrutinio—. Mi hijo está de visita. No ha estado aquí en años.
Henry le hizo a Dimitri un guiño cortés pero tajante a modo de saludo y luego se
volvió hacia Olena.
—Nunca es el momento. Cuanto más tiempo dejemos esto de lado, más gente va a
ser herida. Ya sabes que otro hombre fue asesinado ayer por la noche.
Esto hizo que varias personas que estaban cerca guardaran silencio. También me
llevó a caminar para estar junto a Dimitri y Olena.
—Porque eres... bueno, eres del tipo de lo que se considera un líder por aquí.
¿Quién más va a organizar a los dhampirs para atender esta amenaza?
—Pero ellos saben cómo luchar —respondió Henry—. Todos somos entrenados,
aunque no lleguemos a ser guardianes.
—Estamos capacitados para defender —le corrigió ella—. Ciertamente, aquí todo
el mundo saldría a la calle si un Strigoi invadiera nuestra ciudad. Sin embargo, no 14
salimos a buscar problemas. Bueno, excepto los No Prometidos. Pero todos están
lejos en estos momentos. Una vez que regresen en otoño, estoy segura de que
felizmente harán esto para ti.
—¡No podemos esperar hasta el otoño! Los shumanos se están muriendo ahora.
—Este llamado Rey Sangriento es sólo un simple Strigoi —añadió otro hombre que
había estado escuchando—. Nada especial. Los humanos necesitan, simplemente,
permanecer lejos, y se irán.
No sabía exactamente lo que estaba pasando aquí, pero las piezas estaban
empezando a unirse. Los Alquimistas estaban entre los pocos humanos que sabían
de la existencia de los vampiros y los dhampirs. A pesar de que a menudo vivíamos
e interactuábamos con los humanos, mi clase generalmente hacía un excelente
trabajo para ocultar nuestra verdadera naturaleza. Los Alquimistas creían que todos
los vampiros y dhampirs eran oscuros y perversos y que la humanidad estaba
mejor sin contacto con ellos. Del mismo modo, los Alquimistas temían que si
nuestra existencia fuera de conocimiento público, algunas personas de voluntad
débil se lanzarían a la posibilidad de convertirse en inmortales Strigoi y corromper
sus almas. Como resultado, los Alquimistas nos ayudaban a permanecer ocultos y
también ayudaban a encubrir las muertes de los Strigoi y otros asuntos feos que
causaban esos monstruos. Sin embargo, al final del día, los Alquimistas dejaban
claro que estaban ayudando a los seres humanos primero y a nosotros en segundo
lugar. Por lo tanto, si hay algo por ahí amenazando a su clase, no era de extrañar
que Henry estuviera tan alterado.
—Empieza por el principio —dijo Dimitri, dando un paso hacia adelante. Había
escuchado pacientemente hasta ahora, pero incluso él tenía límites cuando alguien
estaba tratando de ordenar a su madre ir de aquí para allá—. Que alguien explique
quién es este Rey Sangriento y por qué está matando a humanos.
Henry le dio a Dimitri una evaluación similar a la que me había dado. Sólo que,
aparentemente, Dimitri aprobó.
—El Rey Sangriento es un Strigoi que vive al noroeste de aquí. Hay algunas colinas
con varias cuevas y senderos sesgados, y ha fijado su residencia allí. No sabemos
exactamente en qué cueva, pero la evidencia sugiere que es muy antiguo y muy
poderoso. 15
—Y eso... ¿es por lo que se está alimentando de excursionistas humanos que se
extravían cerca? —pregunté.
Henry parecía sorprendido de que hubiera hablado, pero al menos esta vez
respondió.
—No hay extraviados involucrados. Ellos lo buscan. Toda la gente de estos pueblos
son supersticiosos e ilusos. Han construido una reputación legendaria sobre él… le
dieron ese nombre de Rey Sangriento. No entienden completamente lo que es, por
supuesto. De todos modos, todo lo que tiene que hacer es esperar, porque de vez
en cuando, a alguien se le mete en la cabeza que él será el que derrote al Rey
Sangriento. Se lanzan de cabeza a esos caminos montañosos… y no vuelven nunca
más.
—Tienes que hacer algo —repitió Henry. Esta vez, él estaba mirando a todo el
mundo mientras hablaba, desesperado por encontrar ayuda donde quiera que
pudiera conseguirla—. Mi gente no puede matar a este Strigoi. Tienes que hacerlo.
He hablado con los Guardianes de las ciudades más grandes, pero no dejarán ir a
sus Moroi. Eso significa que le toca a los locales.
—Tal vez las palabras eventualmente lleguen a muchos sitios y los seres humanos
se mantengan alejados —dijo Olena, razonable.
De las expresiones reverentes que esto suscitó, era obvio que nadie más iba a
cuestionarla. Como de costumbre, lo hice yo.
—Oh, por el amor de Dios —dije—. Eso podría significar cientos de cosas
diferentes.
Estaba bastante segura de que era el mismo hombre que se había burlado antes y
había dicho que el Rey Sangriento no era nadie especial. Otros estaban de
acuerdo.
—Yeva Belikova ha declarado que es así —dijo otra persona—. Nunca está
equivocada.
—Lo haré —dijo Dimitri, con resolución—. ¡Le daré un fin a ese Strigoi!
—Por supuesto. Sería un honor —dijo Dimitri gravemente—. Pero eso es todo.
Esta última parte fue añadida porque repentinamente la mitad de la sala quería ir
con él. Ellos habían puesto los ojos en blanco ante la solicitud inicial de Henry,
pero con Dimitri a bordo ahora, se acababa de llegar a este estado de odisea
heroica.
Era casi media noche cuando los invitados restantes partieron y Dimitri y yo
regresamos a nuestra habitación. Estaba agotada, pero todavía tenía energía
suficiente para darle un escarmiento.
—Sabes, Yeva no dijo específicamente que debías ser tú quien matara a este Rey
Sangriento —dije, cruzando mis brazos para verme imponente—. Viktoria, y todos
los demás, saltaron a esa conclusión.
—Lo sé —dijo Dimitri, ahogando un bostezo—. Pero alguien tiene que matarlo.
Incluso si esos humanos están lanzándose a eso ellos mismos, la amenaza necesita
ser removida. Mi madre tiene razón en que los damphir de por aquí están
mayormente enfocados en la defensa. Tú y yo somos los únicos que hemos pasado
por un entrenamiento de guardianes completo. Y Mark.
18
Asentí lentamente.
—Por eso dijiste que él podía venir. Pensé que había sido porque fue el primero en
pedirlo, no como esos otros aspirantes a celebridad que intentan colgarse de tu
genialidad.
—Esas personas pueden pelear. Pelearían hasta la muerte si sus hogares fueran
atacados. ¿Pero para entrar a una batalla? Mark es el único de ellos al que
escogería. Y todavía no es rival para ti.
—Si planeas ser parte de esta familia, entonces es mejor que te acostumbres a ello.
***
Dimitri y yo no teníamos los efectos de una resaca con los que lidiar,
afortunadamente, pero ninguno de nosotros estuvo demasiado emocionado
cuando Henry apareció con las primeras luces del amanecer para que pudiéramos
“ponernos manos a la obra”. Como los otros Alquimistas que había conocido,
Henry no era del tipo de los que se ensuciaban las manos. No tenía ninguna
intención de ir con nosotros a encargarnos de este Rey Sangriento. Al igual que los
otros Alquimistas, Henry estaba nadando en papeleo y planes.
19
Nos trajo un montón de mapas y diagramas del área cavernosa que el Rey
Sangriento habitaba, así como cada reporte que los Alquimistas tenían sobre los
avistamientos y ataques. Los Alquimistas amaban los reportes. Olena nos preparó a
todos un café extremadamente fuerte que sabía, sólo ligeramente, menos tóxico
que el vodka regional, pero la cafeína del café recorrió un largo camino para
ayudarnos a despertar y hacer estrategias.
—No es una región tan grande —remarcó Henry, tocando uno de los mapas—. No
entiendo por qué nadie jamás puede encontrarlo a la luz del día. Esta área es lo
suficientemente pequeña para que alguien pudiera registrar cada cueva en un día.
Sin embargo, todos terminan atrapados ahí de noche y los asesinan.
Mi mente giró de regreso a otro grupo de cuevas, al otro lado del mundo.
—Las cuevas están conectadas —dije lentamente, trazando los puntos que un
mapa utilizaba para marcar las entradas—. Puedes buscar todo el día y jamás
encontrarlo porque él se mueve bajo tierra.
Me encogí de hombros.
—Es lo único que tiene sentido. —Removí las hojas de papel—. ¿Tienes un mapa
subterráneo? ¿Alguien hizo alguna vez un… no lo sé… un estudio geográfico o
algo? —Parecía como si cualquier otra representación del área estuviera aquí:
imágenes satelitales, dibujos topográficos, análisis de minerales… todo menos una
idea de lo que estaba ocurriendo bajo la superficie. Henry lo confirmó.
—No —admitió con timidez—. No tengo nada como eso. —Entonces, como para
salvar la cara de los Alquimistas y su estilo usualmente meticuloso, agregó—:
Probablemente porque nadie jamás hizo uno. Si existiera, lo tendríamos.
—No tanto —dijo Dimitri, terminando lo último de su café—. Tengo una idea. En
realidad no creo que tengamos que ir bajo tierra. Especialmente con Mark.
Encontré sus ojos y sentí una sacudida de electricidad saltar entre nosotros. Parte
de lo que nos unía era un amor mutuo a la emoción y al peligro. No era que lo
buscáramos, exactamente, pero cuando había una necesidad de respuesta, lo dos 20
estábamos siempre listos para asumir lo que fuera necesario. Sentí esa chispa
encenderse entre nosotros mientras esta tarea se aproximaba, y de repente tuve
una buena idea de cuál era su plan.
***
Por supuesto, no hubo demasiadas sonrisas cuando partimos antes del amanecer
el día siguiente. La familia de Dimitri mostró una conflictiva mezcla de confianza y
nerviosismo. Ostensiblemente, la proclamación de Yeva de que Dimitri triunfaría
garantizaba la victoria. Sin embargo, ni sus hermanas ni su madre estaban
totalmente despreocupadas por enviarlo a enfrentar a un antiguo y poderoso
Strigoi, con un largo historial de asesinatos. Las mujeres lo bañaron con abrazos y
buenos deseos, todo mientras que, Yeva nos miraba de forma petulante y
conocedora.
Mark estaba con nosotros, pareciendo duro y listo para la batalla. Henry dijo que
los damphir de Baia eran “locales” para el Rey Sangriento, pero ese era un término
relativo, ya que las cuevas estaban a unas buenas seis horas de viaje de distancia.
Éramos simplemente los más cercanos, ya que las cuevas están en un área remota
con poca civilización circundante. De hecho, parte de la duración del viaje fue un
resultado de que las carreteras de esa región estuvieran tan mal mantenidas.
Llegamos a las cuevas cerca del mediodía, lo que iba de acuerdo a nuestro plan.
Era un lugar desolado y, en realidad, solo un pequeño bache en lo que a elevación
se refería, difícilmente capaz de competir con rangos mucho más grandes como las
Montañas Ural más al oeste. De todas formas, era más alto y pronunciado que la
mayoría de las tierras bajas circundantes, con riscos rocosos que iban a requerir un
poco de footing. Ninguna de las cuevas era visible desde donde habíamos
estacionado el auto, pero un pequeño sendero, algo usado, serpenteaba entre 21
algunos de los acantilados. Por lo que había visto en el mapa de Henry, este guiaba
hacia el corazón del complejo.
—No hay nada como una buena escalada —dije alegremente, colgando mi
mochila en mi hombro—. Estas podrían ser casi unas vacaciones, si no fuera por la
parte de que, ya sabes, podríamos morir.
Mark levantó una mano para proteger sus ojos del sol, mientras nos contemplaba a
Dimitri y a mí.
—Algo me dice que ustedes son la clase de personas cuyas vacaciones siempre
terminan de esa forma.
—Es verdad —dijo Dimitri, saliéndose del camino—. Además, estamos a salvo hoy.
Tenemos la garantía de mi abuela, ¿recuerdan?
Puse mis ojos en blanco ante la nota de burla en su voz. Dimitri podía amar y
reverenciar a Yeva, pero sabía que él no estaría contando con ninguna vaga
profecía para realizar esta tarea. Su fe estaba en la estaca de plata que cargaba en
su cinturón.
La ruta comenzó fácil, pero pronto se convirtió en un desafío mientras la elevación
aumentaba y más obstáculos aparecían en nuestro camino. Tuvimos que escalar
alrededor de rocas y manejar algunas partes difíciles donde el camino casi había
desaparecido, forzándonos a aferrarnos a las paredes rocosas. Cuando alcanzamos
lo que aparentemente era el centro del complejo, estuve sorprendida de ver lo
nivelada que estaba. Acantilados se levantaban a nuestro alrededor, como si
estuviéramos en una especie de fortaleza, pero esta área proveía una pequeña
dosis de tranquilidad. No estaba cansada —los damphir son resistentes, después
de todo—, pero sí contenta de que hubiéramos alcanzado nuestro destino.
Mantuvimos un flujo constante de conversaciones triviales. Todo esto era parte del 22
plan también. Luego de que Henry dijo que los seres humanos aventureros habían
ido de caza y terminado muertos, nos dimos cuenta que esta era la forma fácil de
hacerlo: ir y ser atrapados dentro de las cuevas que este Rey Sangriento
obviamente conocía mejor que nosotros. No íbamos a hacerlo. Nos quedaríamos
en la intemperie, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar nuestra presencia. Si bien
los Strigoi amaban la sangre humana, ellos amaban la sangre de los Moroi y los
damphir mucho más. No había forma de que este Strigoi fuera capaz de
ignorarnos mientras estuviéramos en su territorio. Si la violación no lo atraía, el
atractivo de nuestra sangre lo haría. Eventualmente vendría tras nosotros cuando la
oscuridad cayera, y pelearíamos con él bajo nuestros términos.
—Ya veremos —dijo Mark—. A Oksana le gusta su privacidad, pero sé que tiene
curiosidad por…
Bajando la mirada a uno de los mapas de Henry que habíamos dejado abierto, 23
inmediatamente vi la formación de rocas que Dimitri había indicado. Era grande y
extensa, con lo que parecía ser un pequeño espacio entre este y el acantilado. Si
había algo escondido y espiándonos, sería posible moverse furtivamente detrás de
la formación y atrapar a los espías sin que lo supieran. Toqué mi pecho y apunté a
la formación en el mapa. Dimitri sacudió su cabeza y tocó su pecho en su lugar. Lo
fulminé con la mirada y comencé a protestar, pero entonces él hizo un gesto entre
Mark y yo. En esa extraña manera que teníamos de pensar de forma similar algunas
veces, inmediatamente supe lo que Dimitri estaba diciendo. Mark y yo habíamos
estado hablando cuando Dimitri escuchó lo que fuera que lo había sobresaltado.
Necesitábamos continuar con eso para así mantener la cubierta y sorprender a la
potencial amenaza. A regañadientes, asentí mi derrota a Dimitri.
—Así que, sí, Mark... si, um, vengan a visitarnos... podemos salir a comer y puedes
probar la comida americana. Ya no más repollo. —Solté una risa incómoda e
intenté no mirar a Dimitri mientras desaparecía por una esquina rocosa—.
Podríamos, ya sabes, salir por unos perros calientes. No te preocupes… en realidad
no son perros. Es sólo un nombre. Son esas cosas que pones la salchicha en
panecillos, ese es una especie de pan, y luego los complementa con otras cosas y…
—Sé lo que es un perro caliente —interrumpió Mark. Su tono era ligero por el bien
de nuestro observador, pero su estaca había sustituido el cuchillo de tallar.
—¿En serio? —No lo sabía. Sabía muy poco acerca de su historia, en realidad—.
¿Has probado un perro caliente?
—No —dijo. Sus ojos estaban puestos en el lugar en que Dimitri había
desaparecido, pero brevemente se posaron en mí—. Me ofrecieron uno... pero no
parecía muy apetitoso.
—¿No está bien? Creo que quieres decir tan bien. Son como el…
Miró entre Mark y yo… o, más exactamente, miró entre las estacas de plata que los
dos reteníamos. Ojos azules grisáceos se abrieron de par en par, y el cautivo
empezó a balbucear en ruso. Mark frunció el ceño e hizo una pregunta, pero no
bajó su estaca. El muchacho respondió, sonando casi en pánico. Dimitri bufó y lo
soltó por completo. El humano se alejó tambaleante, sólo para tropezar y caer de
trasero en el suelo. Mark hizo algunos comentarios en ruso, a los que Dimitri
respondió con una carcajada.
—¡Tú... eres americana! —exclamó el chico, mirándome con asombro. Hablaba con
un acento fuerte—. ¡Sabía que la reputación del Rey Sangriento se había
extendido, pero no sabía que había ido tan lejos!
—Te lo dije —dijo Dimitri, hablándole al humano—. Este no es lugar para ti. Vete
ahora.
El chico negó con la cabeza, haciendo que su revoltoso cabello rubio pareciera 25
mucho más desordenado.
—¡No! Podemos trabajar juntos. Todos estamos aquí por la misma razón. Estamos
aquí para matar al Rey Sangriento.
—No parecía que lo tuvieran bajo control. Parecía que estaban teniendo un día de
campo.
—Chico, esto no es un juego. ¿Tienes algo como esto? —Sacó su estaca de plata
de nuevo, asegurándose de que la punta reflejara la luz. Ivan se quedó
boquiabierto—. No lo creo. Déjame adivinar. Tienes una estaca de madera, ¿no?
Ivan enrojeció.
—Enséñame —dijo Ivan con entusiasmo—. ¡Te lo dije, estoy dispuesto a ayudar! ¡Es
lo que he soñado… ser un famoso cazador de vampiros!
—Puedo... puedo irme... pero ¿están seguros de que no quieren mi ayuda? Sé todo
lo que hay que saber sobre los vampiros. Nadie en mi pueblo ha leído tanto como
yo…
Ivan se fue. Los tres miramos mientras corría por el sendero, hacia donde tuvo que
abrirse paso a través de obstáculos rocosos con el fin de volver a salir a la carretera
principal.
—Idiota —murmuró Mark. Bajó la estaca de nuevo y caminó de vuelta hacia donde
había estado sentado antes. Después de unos momentos, Dimitri y yo lo seguimos.
—Me siento un poco mal por él —comenté—. Parecía tan... no sé, entusiasta. Pero
también comienzo a entender por qué Henry estaba tan molesto. Si todos los otros
humanos “expertos” sobre los vampiros que vienen aquí son como él, puedo ver
por qué están consiguiendo ser asesinados.
—Exactamente —dijo Dimitri. Su mirada estaba en la figura que se alejaba de Ivan,
casi imposible de ver ahora, mientras caminaba alrededor de un afloramiento de
piedra—. Con suerte regresará a su pueblo y se inventará alguna historia fantástica
de cómo mató al Rey Sangriento por sí mismo.
—Cierto —le dije—. El hecho de que lo hagamos nosotros sólo servirá para apoyar
su historia cuando las personas vengan hasta aquí y no vean a más vampiros.
Mark y yo finalmente retomamos nuestro debate sobre los perros calientes, para
gran diversión de Dimitri. Él tendía a estar de acuerdo con Mark, lo que me pareció
chocante. Sólo podía culpar a la cocina con la que habían sido criados para pensar
tal equivocación. Sin embargo, a pesar de lo convencional de la conversación,
podía sentir la tensión dentro de todos nosotros cuando el sol comenzó a moverse
hacia el horizonte. Las estacas de plata habían vuelto, e incluso antes de caer la
noche, nuestros ojos estaban constantemente escaneando nuestro entorno. 27
Sombras oscurecían las paredes de piedra que nos rodeaban, convirtiéndolas en
algo misterioso y siniestro.
Habíamos traído un par de linternas eléctricas y las encendimos una vez que se
hizo demasiado oscuro para ver con comodidad. Como dhampirs, no
necesitábamos tanta luz como los seres humanos, pero necesitábamos algo. Las
linternas emitían solo lo suficiente para ayudar a nuestros ojos, sin cegarnos a
nuestra periferia, como una fogata haría. Pronto, el cielo estuvo completamente
oscuro, y sabíamos que habíamos entrado en el momento en que el Strigoi podía
caminar libremente. Ninguno de nosotros dudaba de que él viniera por nosotros.
La pregunta era si iba a esperar y tratar de desgastarnos o atacar de repente.
Mientras más tiempo pasaba, parecía como si fuera a ser lo primero.
—¿Sientes algo? —le susurré a Mark. Aquellos que eran besados por las sombras
sentían náuseas cuando un Strigoi estaba cerca.
—No —dije, moviéndome hacia donde el grito se había originado—. Ese fue Ivan.
—Lo sé —le dije. Ya había averiguado eso y me volví hacia Dimitri—. Pero, ¿qué
otra opción tenemos? No podemos dejarlo ahí.
—Aquí es donde podríamos haber usado un mapa de las cuevas. Mejor para
montar una emboscada.
—No tanto lujo, camarada —le dije, caminando hacia la cueva—. Tenemos que ir
por la puerta principal. Al menos Mark puede advertirnos.
Entonces, el debate se desató entre los tres sobre quién dirigiría y quién iría el
último cargando una linterna. Dimitri y Mark vinieron con argumentos poco
convincentes sobre por qué debían ir por delante de mí. Mark fue con que, como el
mayor, su vida era más prescindible, lo cual era ridículo. El razonamiento de Dimitri
era que él estaba a salvo, gracias a la profecía de Yeva. Eso era aún más ridículo, y
yo sabía que sólo estaba diciéndolo para protegerme. Sin embargo, al final, fui
rechazada y terminé detrás de ellos.
Una oscuridad más profunda que la noche nos envolvió mientras entrabamos. La
linterna nos ayudó un poco, pero sólo iluminaba una corta distancia delante de
nosotros mientras entrabamos más y más en lo desconocido. Ninguno habló, pero
tenía la sensación de que todos estábamos pensando lo mismo. Los gritos habían
cesado. Podría significar que Ivan estaba muerto. Seguramente significaba que el
Rey Sangriento quería llevarnos tan lejos en las cuevas como fuera posible.
Eché un vistazo entre las dos opciones. Una de ellas era estrecha, pero eso no
significaba nada. Líneas de pensamiento llenaron la cara de Mark, y luego él indicó 29
el túnel más largo.
Los tres nos adelantamos y el túnel pronto creció más y más, finalmente
desembocando en una gran “sala” con otros tres túneles alimentándose dentro de
ella. Antes de que ninguno de nosotros tuviera la oportunidad de preguntar a
dónde ir, algo pesado se estrelló contra mí y me tiró al suelo. La linterna voló de mi
mano y milagrosamente rodó, sin romperse.
Y hombre, este tipo era rápido. Se había abalanzado sobre el lugar en el que había
caído, golpeando con fuerza más que suficiente para romperme el cuello. Al ver
que me había perdido no desperdició un momento en venir tras de mí a mi nuevo
lugar, y me apresuré a escapar. Yo era rápida, pero no tan rápida como él, y se
agarró de mi manga. Antes de que pudiera tirar de mí hacia él, Dimitri y Mark
estaban en su espalda, obligando al Rey Sangriento a liberarme. Mis compañeros
eran buenos —entre los mejores— pero les tomó hasta la última gota de su
habilidad mantener el ritmo con él. Esquivó cada golpe de sus estacas con la
facilidad, sin esfuerzo, de un bailarín.
No, me dije a mí misma. Dimitri y Mark pueden manejar esto. Hay dos de ellos y
sólo un Strigoi. No es como la última vez. Otro gemido de Ivan me impulsó a la
acción. Por lo que sabía, podía estar desangrándose en alguna parte. Cuanto más
pronto llegara a él y lo ayudara, era más probable que sobreviviera. Ir tras él
significaba abandonar la linterna, ya que Dimitri y Mark la necesitaban más que yo.
Además, este túnel era suficientemente estrecho para que yo pudiera estirarme y
tocar ambos lados con mis manos, dándome un cierto grado de orientación
mientras entraba en la oscuridad.
—Descansa aquí —le dije a Ivan, moviéndolo hacia la pared. Él no estaba en tan
crítica condición como había temido. Él lucía como si el Rey Sangriento
—literalmente— lo hubiera tirado unas cuantas veces, pero ninguno de los cortes y
magulladuras parecía fatal. Esperaba que él se sentara, entonces yo podría añadir
mi fuerza a la pelea, pero en cambio, los ojos de Ivan se agrandaron cuando vio la
batalla. Con una energía que no había creído posible, saltó hacia adelante con su
ridícula estaca de madera y la apuntó a la espalda del Rey Sangriento.
***
Resultó ser que una de las razones por las que Ivan no había salido cuando le
dijimos —aparte de su estúpido sentido de heroísmo— era que no tenía medios
para salir. Algunos amigos de su pueblo lo habían dejado, con la intención de
volver en dos días para ver si estaba vivo o muerto. Apenas podíamos dejarlo allí
en un estado tan trillado, así que hicimos el viaje de dos horas para llevarlo a casa.
Todo el tiempo, Ivan se mantuvo yendo sobre cómo había salvado a Dimitri y Mark
en el último momento y la forma en que se habrían encontrado con una muerte
segura si no fuera por él.
Señalar que fue sólo un golpe de suerte que no hubiera conseguido matarlos
parecía inútil a estas alturas. Lo dejamos hablar y todos nos sentimos aliviados
cuando llegamos a su pueblo, un lugar que hacía que Baia luciera como la Ciudad
de Nueva York.
—A veces escucho informes de otros vampiros —nos dijo mientras salía del
auto—. Si quieren formar parte del equipo de nuevo, voy a dejar que vengan
conmigo la próxima vez también.
—Anotado —dije. 32
La única persona más exasperante que Ivan era Yeva. Después de cinco minutos
con ella, estaba deseando de pronto estar de vuelta en el auto con él.
—Está bien. Pero cuando Viktoria dijo que Dimitri lo haría, no lo negaste.
—Mis profecías ven muchas cosas —respondió Yeva, la cual en realidad no tenía
respuesta a todo—. La siguiente es particularmente interesante.
—Uh-huh —dije—. Déjame adivinar. “Un viaje”. Eso podría significar que Dimitri y
yo nos vamos a casa. O que Olena irá a la tienda de comestibles.
Viktoria había estado escuchando el intercambio con diversión y juntó las manos.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Eso puede significar cualquier cosa también! Alguien
en la ciudad probablemente se esté casando en estos momentos. O tal vez será 33
Karolina, ¿no dices que lo estás tomando en serio con tu novio? Si se trata de mí y
Dimitri, pasarán años a partir de ahora, lo cual, por supuesto, podrás reclamar que
preveías ya que era “el futuro”.
Sin embargo, nadie me estaba escuchando más. Las mujeres Belikov ya estaban
charlando animadamente sobre los planes, especulando si la boda sería aquí o en
los Estados Unidos, y lo bonito que sería ver a Dimitri “finalmente sentando
cabeza”.
—Increíble.
—Seguro —le dije—. Sólo que no en las locas y vagas predicciones de tu abuela.
Fin
34
Créditos
Traducido por:
Dark&rose Lizzie
Flochi Niii
LizC Sheilita Belikov
Corregido por:
Lizzie ★ MoNt$3★
Majo Nii
Marina
Revisión: Diseño:
Dark&rose y Lizzie Paovalera 35
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