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Juan J. Muñoz García Resumen sensibilización social hacia el ejercicio de esas con-
ductas y, más concretamente, hacia el extremo le-
Existe un amplio consenso entre los investigadores y el
Servicio gal de las mismas, es decir, la delincuencia juvenil.
público en general acerca de la naturaleza multicausal
de Psiquiatría de la conducta antisocial. Cualquier abordaje preventivo La identificación de los factores de riesgo y de pro-
Hospital Divino Valles y/o de intervención de estas conductas debe asentarse tección implicados ha de servir de estrategia para
Burgos necesariamente en la identificación y evaluación de cuá- intentar dirigir la investigación hacia el campo prác-
les son los factores de riesgo responsables del inicio y el tico de la prevención.
mantenimiento de las mismas. Es necesario realizar una
integración de los diferentes factores implicados, tanto El interés generado ha hecho que proliferen investi-
ambientales como individuales (factores psicológicos y gaciones centradas en factores como la gravedad de
de socialización) para apreciar la idoneidad de un abor- los costes sociales, económicos y personales impli-
daje multidimensional de los determinantes de la con- cados en la problemática, por lo que se hacen nece-
ducta antisocial en adolescentes. Se discuten, además, sarias vías de solución eficaces. En este sentido, cobra
las implicaciones preventivas de la revisión realizada especial importancia la investigación psicológica, que
para la población adolescente escolar y en riesgo.
ha de encaminarse hacia una adecuada delimita-
Palabras clave: Factores de riesgo. Factores de protec- ción de los factores que modulan la aparición y pos-
ción. Conducta antisocial. Adolescentes. Prevención. terior mantenimiento del comportamiento antisocial.
Esta revisión pretende mostrar una visión completa
Summary de los principales factores de riesgo/protección para
There is widespread agreement among researchers and el ejercicio de las conductas antisociales. Al hablar
the general public as to the multicausal nature of antiso- de factores de riesgo en las conductas antisociales
cial behavior. Any preventive or remedial action in this se hace referencia a aquellas características indivi-
field must be based on identification and evaluation of duales y/o ambientales que aumentan la probabili-
the factors responsible for the initiation and maintenance dad de la aparición de dicho comportamiento o un
of antisocial behavior. It's necessary to accomplish and mantenimiento del mismo. Por el contrario, un fac-
integration of different involved factors, environmental as tor de protección será una característica individual
well as individual (psychological and socialization factors)
to appreciate the desirability of a multidimensional que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del ejer-
approach to antisocial behavior in adolescents. The cicio y mantenimiento de las conductas antisociales.
preventive implications for the adolescent population of Queda claro, por tanto, que los factores de riesgo y
this revision are discussed. protección no son más que los extremos de un con-
tinuo, y que un mismo factor será protector o de
Key words: Risk factors. Protective factors. Antisocial
riesgo según el extremo de la escala en que esté
Behavior. Adolescents. Prevention.
situado. Así, por ejemplo, el rasgo impulsividad pue-
de ser un factor de riesgo para las conductas
Correspondencia: antisociales cuando tiene un valor elevado en los in-
Juan Jesús Muñoz García dividuos, mientras que sería un factor de protección
Servicio de Psiquiatría Introducción
cuando su valor es muy bajo.
Hospital Divino Valles
Carretera de Santander, s/n Las conductas antisociales constituyen un problema Antes de exponer la clasificación de los factores de
09006 Burgos social de indudable interés en el ámbito científico. riesgo es conveniente aclarar que la presencia o au-
E-mail: En los últimos años ha habido un incremento en la sencia de los mismos no es una garantía de la exis-
juanjesusmunoz@yahoo.es magnitud del fenómeno o, al menos, una creciente tencia o no de conductas antisociales. Pese a esto, a
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JJ. Muñoz García
mayor número de factores de riesgo habrá mayor sible encontrar investigación metaanalítica acerca
probabilidad de que aumente la aparición de con- de dicha relación mostrándose resultados positivos,
ductas antisociales. si bien la influencia es pequeña (Wood, Wong y
Chachere, 1991).
Han aparecido dos grandes bloques de factores de
riesgo que a su vez se subdividen en otros grupos Las investigaciones centradas en entornos naturalis-
relevantes: 1. factores ambientales/contextuales y 2. tas suelen evaluar la conducta de los jóvenes antes y
factores individuales. Dentro del primer grupo apare- después de ser expuestos a películas violentas,
cen los medios de comunicación de masas, las dife- prosociales y neutrales (Berkowitz, Parke, Levens,
rencias entre zonas, el desempleo, la pobreza y las West y Sebastian, 1978). Los datos avalan la in-
controvertidas variaciones étnicas. Por otro lado, el fluencia de las películas violentas en el incremento
segundo grupo aglutina mediadores biológicos y fac- de la conducta agresiva de forma significativa aun-
tores genéticos, variables biológico-evolutivas, de- que, como ya ha quedado expuesto, con efectos pe-
terminantes psicológicos y de socialización. queños. Estos estudios naturalistas adolecen de la
limitación de considerar los efectos a corto plazo y
no mostrar la relación de la agresividad con el au-
mento de la delincuencia violenta en el futuro. Sin
Factores de riesgo y protección embargo, en los estudios longitudinales naturalistas
se superan estas dificultades poniendo en relación la
Lipsey y Derzon (1998) han mostrado una síntesis cantidad de violencia en la televisión que se ve en la
de las investigaciones longitudinales usando técni- infancia con la conducta agresiva y el delito violento
cas de meta-análisis con los predictores de violencia a una edad más tardía (Huessman y Eron, 1986;
y crímenes graves en adolescentes y adultos jóve- citados en Huessman, Moise y Podolski, 1997).
nes. Los estudios acerca de factores de riesgo y pro-
tección tienen una importancia considerable ya que Williams (1986) ha estudiado los cambios que se
producen a lo largo del tiempo en zonas con y sin
pueden dar las claves para intervenciones preventi-
vas adecuadas. Asimismo, estos factores no son enti- acceso a la televisión. Tanto este estudio, como los
comentados hasta ahora muestran el modesto efec-
dades que actúen aisladamente determinando unívo-
camente unas conductas, sino que al interrelacio- to causal de la violencia “televisada” en el posterior
desarrollo de conductas violentas y/o delictivas.
narse, predicen tendencias generales de actuación.
Se han considerado explicativos de este pequeño
Al ser la sociedad el marco donde cohabitan los indi-
efecto los siguientes postulados: 1. el contemplar
viduos y los grupos se convierte, indirectamente, en
la violencia podría resultar excitante, sirviendo para
el sustrato donde los medios de comunicación de
desinhibir tendencias agresivas presentes en el mun-
masas, las diferencias entre zonas, el desempleo, la
do (Bandura, 1977); 2. la contemplación habitual
pobreza y las variaciones étnicas se convierten en
de la violencia podría servir para insensibilizar a las
factores que afectan al riesgo de cometer conductas
personas a la violencia (Donnerstein, Linz y Penrod,
antisociales. Por otro lado, y sin menospreciar el papel
1987); y 3. la contemplación regular de violencia
que juegan los factores ambientales, todas las ca-
podría determinar y reforzar esquemas cognitivos
racterísticas conductuales humanas son producto de
en relación con la violencia (Berkowitz, y cols.,
la interacción entre determinadas experiencias vita-
1978).
les y un conglomerado de variables genéticas. En
este sentido, ciertos factores de los individuos y de Finalmente, parece adecuado considerar el papel que
su ambiente personal modulan la posibilidad de ejer- ejercen las nuevas tecnologías y, más concretamen-
cer conductas antisociales. Podría concluirse que te, el uso excesivo de videojuegos e Internet. Los
ambos tipos de factores, es decir, ambientales e in- juegos de ordenador y, en menor grado, ciertos usos
dividuales contribuyen a explicar la génesis y mante- de Internet implican la posibilidad de acceder más
nimiento de los comportamientos desviados. fácilmente para determinados individuos a material
violento y pornográfico, constituyendo formas pecu-
liares de la conducta de juego. En este sentido,
Factores ambientales-contextuales Griffiths (1997) encuentra que el juego persistente
puede tener como consecuencia una excitación fi-
Los medios de comunicación de masas siológica que actuará posteriormente como reforzador
La relación entre los posibles efectos de la violencia de la conducta futura, predisponiendo así a la depen-
en la televisión o las películas sobre la conducta an- dencia y fomentando el desarrollo de un abanico más
tisocial está siendo investigada actualmente. Es po- amplio de conductas antisociales.
fluencias genéticas que pudiesen subyacer a un pa- la agresividad no está demasiado clara.
pel en las diferencias individuales de propensión a Needleman, Riess, Tobin, Biesecker y
las conductas antisociales. Greenhouse (1996) encuentran niveles de plo-
mo en los huesos más elevados relacionados
Actualmente, el clima es muy distinto, examinándo- con mediciones, según un cuestionario, de la
se los factores de riesgo biológicos (Raine, Brennan conducta agresiva y delictiva en niños de 11
y Farrington, 1997), los factores neuropsicológicos y años, pero no en los de 7.
la delincuencia (Milner, 1991) y los vínculos con el El papel de las drogas como factor de riesgo de
trastorno mental (Hodgins, 1993). Todos ellos tie- la delincuencia sucede a través de distintas for-
nen importancia en el riesgo de desarrollar conduc- mas (South, 1994). Puede suceder que 1. el
tas antisociales. consumidor de una sustancia robe con el fin de
Con respecto a los mediadores biológicos se han consi- poder adquirirla (Chaiken y Chaiken, 1991), que
derado: 2. haya grupos organizados que se dediquen al
tráfico de drogas (Pearson, 1991), y que 3. el
– Hormonas, neurotransmisores y toxinas: apa- consumo de drogas pueda constituir un rasgo de
rece relación entre un incremento en los niveles un estilo de vida apartado de la norma (Rutter y
plasmáticos de testosterona (hormona sexual cols., 2000).
masculina) y el aumento de la probabilidad de – Sistema nervioso autónomo y estudios neurofi-
ejercer comportamiento antisocial en varones siológicos: un número de pulsaciones más bajo
(Olweus, Mattsson, Schalling y Löw, 1980). La predice mayor número de conductas agresivas
testosterona se ha mostrado como el candidato (Raine, Venables y Williams, 1995). Existen anor-
más prometedor de todos los mediadores bioló- malidades neurofisiológicas que se han vincula-
gicos (Rubinow y Schmidt, 1996). Un estudio do al aumento de la delincuencia. En este senti-
longitudinal encontró que los jóvenes de 13 años do, cobran importancia los estudios que relacio-
clasificados como “líderes bravucones” tenían nan determinados déficits en los lóbulos fronta-
niveles más altos de testosterona, siendo sus les, ya sean estructurales o funcionales, con la
niveles generales de andrógenos más bajos que aparición de conductas antisociales. Estos estu-
los de los sujetos no agresivos, apoyándose la dios surgen a raíz de las investigaciones que re-
evidencia de que el rechazo social disminuye el lacionan la psicopatía con el lóbulo frontal. Han
nivel de testosterona. A pesar de esto, los resul- aparecido reducciones del volumen de corteza
tados fueron encontrados entre los 15 y 16 años,
gris prefrontal en pruebas de resonancia magné-
donde el nivel de testosterona de los sujetos
tica (RM) (Raine, Lenz, Bihrle, LaCasse y
agresivos era mayor en comparación con el de
Colletti, 2000), menor flujo sanguíneo cerebral
los no agresivos (Tremblay, Schall, Boulerice y
relativo en áreas frontales mediante tomografía
Perusse, 1997).
por emisión de fotones únicos (SPECT) (Brower
Hay una amplia bibliografía basada en estudios
y Price, 2001), menor consumo de glucosa fron-
que consideran a la serotonina como un aspecto
tal a través de la tomografía por emisión de
central en la regulación de la conducta agresiva
positrones (TEP) (Raine, 2001) y determinados
impulsiva (Spoont, 1992). A través de la enzi-
ma monoaminoxidasa (MAO) se han vinculado potenciales evocados cerebrales reducidos como
el P300 pertenecientes a áreas frontales (PE-
los niveles elevados de serotonina al comporta-
miento antisocial. Por tanto, la baja actividad EEG) (Kiehl, Hare, Liddle y McDonald, 1999).
de la MAO en las plaquetas guardaría relación El estudio de los factores genéticos se ha centrado
con el delito violento (Belfrage, Lidberg y Oreland, en:
1992).
Determinadas toxinas y nutrientes se han rela- – Anomalías cromosómicas: a mediados de los
cionado con las conductas antisociales, tenien- años 60 un estudio de delincuentes en prisión
do los hijos de padres alcohólicos un riesgo halló una excesiva presencia de la anomalía
sustancialmente mayor de conducta antisocial, cromosómica XYY (Jacobs, Brunton, Melville,
además de otros tipos de psicopatología Brittain y McClermont, 1965). Estos resultados
(Steinhausen, 1995). Otro factor asociado ha hicieron suponer la creencia popular errónea de
sido la ingestión de plomo, encontrándose nive- unos individuos psicópatas supermasculinos cuya
les moderadamente elevados de plomo en el característica más sobresaliente era su extre-
cuerpo asociados a ligeras disminuciones del ren- mada violencia. En cualquier caso, aunque los
dimiento cognitivo (Fergusson, Horwood y comportamientos delictivos son claramente más
Lynskey, 1997). Sin embargo, su relación con numerosos en los individuos XYY en compara-
ción con XY de la misma edad, peso, inteligen- las causas genéticas y ambientales. Los datos
cia y clase social, sus delitos son relativamente acerca de gemelos e hijos adoptivos que han
triviales (Witkin, Mednik, Schulsinger, proliferado en los últimos años, precisan eficaz-
Bakkestrom, Christiansen, y cols., 1977). Más mente la influencia de los efectos genéticos frente
recientemente, otros estudios han encontrado a los ambientales (Miles y Carey, 1997). En esta
que los individuos XYY tienen un índice de delin- investigación, la influencia genética aparece me-
cuencia varias veces superior al de los indivi- nos en los hijos adoptivos que en los gemelos,
duos XXY, siendo el índice de estos últimos prác- apoyando la inferencia de un valor significativo de
ticamente igual que el de la población general y la genética en la conducta antisocial. Sin embar-
no pudiendo atribuirse las diferencias a un bajo go, es de sobra conocido el hecho de que la ma-
CI (Walzer, Bashir y Silbert, 1998). Como reco- yoría de la conducta humana ha sido vinculada a
gen Rutter, y cols., (2000), la presencia de XYY causas genéticas casi por obligación y sin dar
no causaría la delincuencia directamente, sino opción a otras hipótesis explicativas, por lo que
que junto a otros factores incrementaría la pro- estos hallazgos no son especialmente relevantes
babilidad de ejercer conductas antisociales. (Plomin, De Fries, McClearn y Rutter, 1997).
– La transmisión familiar: los padres con compor-
tamientos antisociales tienen más probabilidad Factores biológico-evolutivos
de tener hijos que desarrollen conductas El objetivo de este apartado es señalar el efecto del
delictivas. Un estudio clásico de Robins (1966) género en la modulación de las conductas antisocia-
situaba el comportamiento criminal del padre les, así como la evolución temporal de estos com-
como uno de los mejores predictores de la con- portamientos:
ducta antisocial del hijo. En los últimos años se
– Sexo: las estadísticas oficiales de todos los paí-
han acumulado evidencias a favor una heredabi-
ses muestran como los varones son arrestados y
lidad de las características biológicas modula- hallados culpables de delitos en más ocasiones
doras de la conducta delictiva. Farrington, Barnes
que las mujeres (Serrano; 1983; Smith, 1995).
y Lambert (1996) muestran como la delincuen- En la literatura existente se ha debatido princi-
cia se concentra marcadamente en algunas fa- palmente sobre el papel que podrían tener en la
milias y se transmite en mayor grado de genera- agresividad distintos componentes biológicos
ción en generación. Parece que las variables en asociados al género. Los andrógenos prenatales
el entorno familiar estarían significativamente tienen una función organizadora en el desarrollo
asociadas a la delincuencia de la descendencia, del cerebro en los seres humanos (Swaab, 1991)
teniendo un efecto más débil con respecto al de y podrían ser una fuente de explicación de la
la delincuencia paterna o materna después de mayor agresividad observada en varones. Sin
considerar otras variables (Rowe y Farrington, embargo, y a la luz de los datos actualmente
1997). También son importantes los estudios disponibles, hay que considerar que las diferen-
realizados con gemelos, encontrándose que un cias en andrógenos en la época del nacimiento
77% de concordancia en la criminalidad de ge- pueden tener un mínimo papel en las diferencias
melos monozigoto (MZ) y un 12% para los en género en agresividad.
dizigoto (DZ), concluyendo que la heredabilidad Los varones son más agresivos físicamente que
jugaba un papel preponderante como causa del las mujeres en la mayoría de los escenarios na-
crimen (Lange, 1929). Christiansen (1977) ha turales (Eagly y Steffen, 1986), aunque no tie-
encontrado una concordancia del 52% en una nen más probabilidades de mostrar su agresivi-
población de presos MZ (masculino-masculino) dad dentro de la familia (Straus y Gelles, 1990).
en comparación con el 22% en DZ (masculino- La diferencia de género determina una mayor
masculino). agresividad física frente a verbal en los varones
Finalmente, se han realizado estudios de adop- (Eagly y Steffen, 1986). Campbell (1995) seña-
ción que separan las causas genéticas y am- la que la agresividad de los varones es un meca-
bientales. El papel diferencial que podrían ejer- nismo para afianzar su dominio y poder, mien-
cer las propensiones genéticamente condiciona- tras que en las mujeres serviría para expresar
das en los niños situados en entornos de muy sentimientos negativos.
alto riesgo, y sobre las que hay total incertidum- En cuanto a factores de riesgo psicosociales es
bre acerca de su hipotética realidad, conducen muy probable que los varones tengan una ma-
a pensar en un enfoque no tan reduccionista como yor predisposición a inmiscuirse en situaciones
el genético (Baumrind, 1993). En este sentido, problemáticas (Rutter, 1970). Parece que los
los estudios con hijos adoptivos separan mejor niños son más vulnerables a los riesgos psicoló-
sos o negligencias a través de registros oficia- siderar cada uno separadamente, porque se re-
les. Cuando se comparaban con sujetos que no quieren diferentes intervenciones para cada uno
tenían historia de abuso previo, aquellos adultos de estos factores.
que habían sufrido abusos sexuales en la infan- La calidad de las relaciones entre los padres y
cia tenían una tendencia ligeramente mayor a los hijos es fundamental: si la relación es cálida
cometer delitos violentos. Igual pasaba con los y afectuosa, el índice de delincuencia juvenil baja
que habían sufrido abusos físicos, mientras que (Loeber y Dishion, 1982). Sin embargo, las pau-
aquellos que habían sido objeto de negligencias tas educativas erróneas han sido típicamente
eran los más proclives a cometer delitos violen- relacionadas con un aumento del riesgo de co-
tos en la adolescencia. meter crímenes por los hijos, mientras que la
– Pautas educativas inadecuadas: el fallo de los interacción padres-hijos y el fuerte apego fami-
padres para crear expectativas claras en el com- liar han sido considerados habitualmente como
portamiento de los hijos, la pobre monitorización factores que protegerían potencialmente a los
y supervisión parental de los niños y la disciplina hijos contra el desarrollo del comportamiento
excesivamente severa e inconsistente, represen- delictivo (Catalano y Hawkins, 1997). Sin em-
tan una constelación de pautas educativas fami- bargo, la evidencia disponible ha llevado a pos-
liares que predicen la posterior delincuencia y tular que no es posible determinar consistente-
abuso de sustancias (Capaldi y Patterson, 1996; mente cómo ejercen su efecto protector estos
Patterson, 1982, 1995; Patterson, Dishion y dos últimos factores (Farrington, 1993).
Bank, 1984). De hecho, se ha llegado a inter- – Apego familiar: de acuerdo con la teoría del
pretar el maltrato infantil como una forma ex- control social (Hirschi, 1969), el apego a la
trema de las pobres pautas educativas. En lí- familia inhibe el crimen y la delincuencia. Pocos
neas generales, los padres de los adolescentes estudios han investigado específicamente la re-
problemáticos emplean la fuerza, aplican o ame- lación entre el apego familiar y el comporta-
nazan con el castigo físico, su disciplina es drás- miento violento.
tica y se caracteriza por la pérdida del control Elliot (1994) no encontró relación significativa
emocional, y exhiben irracionalmente la fuerza entre la falta de apego familiar y la violencia.
y las palizas repentinas. Además, el castigo se Comparando con los estudios que relacionaban
aplica de forma inconsistente, con una manifes- la criminalidad parental con la violencia surge la
tación errática que combina restricciones exce- necesidad de que los estudios que investigan la
sivas y tolerancia inadecuada. relación entre el apego familiar y el comporta-
En relación al comportamiento estricto de los miento violento posterior distingan el apego a
padres con sus hijos se ha encontrado un patrón los miembros familiares prosociales frente al
de contigüidad (Wells y Rankin, 1991). Los jó- apego hacia los miembros criminales o
venes cuyos padres habían sido estrictos infor- antisociales de la familia, ya que una u otra for-
maban del mismo tipo de comportamientos en ma de apego pueden condicionar la aparición o
comparación con los chicos con padres muy no de conductas antisociales.
permisivos. Además, estos últimos también te- – Conflictos maritales: los orígenes de la investi-
nían más comportamientos disruptivos con res- gación criminológica ya consideraban los “ho-
pecto a aquellos chicos cuyos padres no habían gares deshechos” como un factor de riesgo con
sido ni muy flexibles ni muy estrictos. respecto a las conductas antisociales. La inexis-
– Interacción padres-hijos: la presencia de víncu- tencia de una relación adecuada entre el padre
los afectivos débiles entre el hijo y los padres es y la madre ha sido relacionada con la manifes-
un claro factor de riesgo para el desarrollo de tación de actividades antisociales por parte de
comportamientos antisociales (Armenta, Corral, los hijos (Borduin, Pruitt y Henggeler, 1986;
López, Díaz y Peña, 2001; Hanson, Henggeler, Farrington, 1989; Rutter y Giller, 1983; Wells y
Haefele y Rodick, 1984; Mirón, Luengo, Sobral Rankin, 1991).
y Otero-López, 1988). Se ha investigado la relación entre el conflicto
Tres dimensiones separadas de la relación entre marital, incluyendo la violencia entre los padres,
padres e hijos han sido identificadas como y el comportamiento violento de los hijos. Elliot
predictores del crimen tanto en la teoría como (1994) mostró que los individuos que habían
en la investigación: 1. las pautas familiares edu- sido expuestos a episodios violentos entre sus
cativas inadecuadas, 2. la interacción de los padres eran más violentos en su etapa adulta.
padres con los hijos y 3. el apego familiar. Des- Ser testigo de la violencia del padre hacia la
de una perspectiva preventiva es importante con- madre es tan perjudicial para los menores como
algún tipo de efecto de “contagio”) y no en ca- que proporcione dirección pero sea receptivo a
racterísticas de la crianza. las ideas de los demás y promueva una elevada
Estos datos son concordantes con los de estu- moral en el personal y en los alumnos (ver Rutter,
dios llevados en los que se aprecia que el riesgo Maughan, Meyer, Pickles, Silberg, y cols., 1979).
de delincuencia era un función del número de Es indudable que la presencia de estos factores
hermanos y hermanas delincuentes (Farrington, incrementa el apego y el vínculo del joven con la
Barnes, y cols., 1996; Rowe y Farrington, escuela, reduciendo la posibilidad de aparición
1997). Sin embargo, Rowe y Farrington (1997) de conductas antisociales. Asimismo, las rela-
han dado otra explicación, postulando que el ciones de apoyo mutuo entre el hogar y el cole-
mecanismo explicativo es una tendencia de los gio también serían importantes.
individuos antisociales a tener familias grandes, Desde las teorías del control social (Hirschi,
estando el riesgo, en parte, genéticamente me- 1969) se ha enfatizado en la importancia del
diado. Parece que habría una asociación más apego o compromiso hacia la escuela como
directa con la delincuencia familiar que con el importante factor protector contra el crimen
tamaño de la familia. Por tanto, podría conside- (Catalano y Hawkins, 1997). La evidencia dis-
rarse más correcto el papel de la familia nume- ponible apoya la hipótesis de que el bajo nivel
rosa como factor asociado casualmente al ries- de apego a la escuela predice un posterior com-
go de conducta antisocial. portamiento violento. Datos semejantes son los
de Crosnoe, y cols., (2002), quienes encuen-
Los factores escolares se han mostrado consistente- tran que aquellos adolescentes con un mayor
mente más protectores que los anteriores. Los prin- vínculo hacia la escuela tenían menos posibili-
cipales variables implicadas son: dades de verse inmiscuidos en situaciones pro-
– Fracaso académico: se ha mostrado como una blemáticas. Para esos alumnos, los costes
variable relevante para la explicación de la con- percibidos por ejercer un comportamiento no
ducta antisocial juvenil. Farrington (1989) en- aceptable eran suficientes para disuadirles de
contró que obtener pobres rendimientos en la realizar conductas antisociales.
escuela elemental predecía estar convicto por – “Hacer novillos”: Farrington (1989) mostró como
delito violento. El 20% de los chicos con infor- aquellos jóvenes con mayor índice de faltas a
mes de los profesores acerca de un bajo rendi- clase entre los 12 y los 14 años eran más pro-
miento en la escuela elemental a la edad de 11 pensos a desarrollar violencia en la adolescen-
años fueron condenados por delitos violentos en cia y etapa adulta, así como a estar convictos
su etapa adulta, comparados con un porcentaje por delitos violentos. Estos hallazgos constitu-
inferior al 10% en el grupo con rendimiento nor- yen uno de los numerosos estudios que han
mal. Asimismo, aquellos que referían un bajo mostrado como hacer novillos constituye un factor
rendimiento en la escuela secundaria mostraron de riesgo sustancial para la delincuencia. Ahora
el doble de probabilidad de estar convictos por bien, podría considerarse que la inasistencia a
violencia. clase es una variable que contribuye a facilitar
Pese a la relación hallada entre fracaso acadé- el paso a la delincuencia, debido a que propor-
mico y riesgo de conducta antisocial, no queda ciona oportunidades adicionales para la mala con-
claro si el riesgo principal se deriva de las bajas ducta (Farrington, 1995; Robins y Robertson,
capacidades cognitivas (bajo CI) o del fracaso 1996), siendo su influencia sobre la conducta
escolar (Rutter, y cols., 2000). En cualquier antisocial indirecta.
caso, frente al fracaso académico, el logro aca- – Elevada delincuencia y vandalismo en la es-
démico actuaría de factor protector (Crosnoe, y cuela: Farrington (1989) encontró que los chi-
cols., 2002). cos que tenían altos índices de delincuencia a la
– Apego escolar: la escuela tiene abundantes ele- edad de 11 años informaban levemente, aunque
mentos positivos como institución social y peda- significativamente, más comportamiento violento
gógica. Estos serían: los buenos modelos de com- que otros jóvenes al llegar a la adolescencia y
portamiento del profesorado, las expectativas de etapa adulta. Por otro lado, el vandalismo esco-
los alumnos adecuadamente altas con una res- lar puede consistir en agresiones físicas por par-
puesta eficaz, una enseñanza interesante y bien te de los alumnos contra profesores o contra sus
organizada, un buen uso de las tareas para casa compañeros; violencia contra objetos y cosas de
y seguimiento del progreso, buenas ocasiones la escuela (Schneider, 1993); amenazas, insul-
para que los alumnos asuman responsabilidad, tos, intimidación, aislamiento o acoso, entre los
la atmósfera ordenada y un estilo de liderazgo propios escolares. Este último fenómeno se ha
llamado bullying (Lawrence, 1998). El bullying Dishion, Andrews y Crosby (1995) hallan en va-
es una forma de violencia entre niños que suele rones de 13 y 14 años que las interacciones
ocurrir en el colegio y en sus alrededores. Bajo positivas con amigos no correlacionan con el
este término se engloban tres formas de violen- comportamiento antisocial. Sin embargo, el te-
cia: física (golpes, escupir, etc.), verbal (insul- ner amigos antisociales correlacionaba positiva-
tos, menosprecios, etc.) y psicológica (falsos mente con una mayor probabilidad de ejercer
rumores, intimidaciones, etc.). conductas antisociales por parte de los adoles-
Como conclusión, señalar que hay abundantes centes.
testimonios de que la conducta perturbadora, Los estudios indican que, aunque las influencias
difícil o desafiante y el vandalismo, son buenos son operativas a todas las edades, son más in-
predictores de posteriores actividades antisociales tensas durante la etapa adolescente (Thornberry
y criminales (Rutter, y cols., 2000). y Krohn, 1997). Así, se ha encontrado que te-
ner amigos con comportamientos desviados es-
Finalmente, los factores relacionados con el grupo taba asociado positivamente al ejercicio por parte
de iguales son: de sujetos de entre 14 y 21 años de crímenes
– Hermanos delincuentes: el que los padres sean violentos, crímenes contra la propiedad, abuso
criminales es un factor de riesgo de violencia. de alcohol, abuso de cannabis y dependencia a
Además, ya ha sido comentado como el formar la nicotina.
parte de una familia numerosa podría influir en – Las bandas: Cairns, Cadwallader, Estell y
la presencia de conductas antisociales Neckerman (1997) argumentan tres vías princi-
(Farrington, Barnes y cols., 1996; Offord, 1982; pales para referirse a la importancia de las ban-
Rutter y Giller, 1983). das: 1. representan la reunión de individuos agre-
La relación entre la delincuencia de los herma- sivos y dominantes que tienen un papel de con-
nos y el comportamiento violento ha quedado trol de las redes sociales en las que operan, 2.
evidenciada por estudios como el de Farrington muchos individuos que ingresan en bandas son
(1989), quien encontró que la delincuencia de jóvenes desarraigados y alienados que se esca-
los hermanos a los 10 años predecía estar con- pan de casa y se convierten en personas sin te-
victo por violencia, pero no la violencia auto- cho y, 3. algunas bandas operan como próspe-
informada en la adolescencia y etapa adulta. El ros negocios que están edificados sobre el tráfi-
26% de los jóvenes con hermanos delincuentes co de drogas ilegales o al menos participan in-
a los 10 años fueron convictos por violencia frente tensamente en él.
al 10% de los restantes. Parece que el riesgo de En relación a la diferencia de las bandas con los
delincuencia puede estar determinado por el nú- “simples” grupos de adolescentes antisociales,
mero de hermanos o hermanas delincuentes, las primeras tendrían una identidad y un liderazgo
sin embargo, Offord (1982) demuestra como el claros (Klein, 1995). Asimismo, Thornberry y
riesgo sólo está asociado al número de herma- Krohn (1997) concluyeron que las bandas se
nos y no de hermanas. Rowe y Farrington (1997) diferenciaban de los grupos de coetáneos delin-
encuentran datos relativamente concordantes. cuentes en que tienen una asociación mucho
La asociación se daba más con la delincuencia más fuerte con el delito.
de los hermanos o hermanas mayores que de
los menores y también más con la de los her-
manos del mismo sexo que con los del sexo Conclusiones y perspectivas futuras
opuesto.
– Compañeros delincuentes: hace tiempo que ha En los últimos años se han llevado a cabo muchos
quedado demostrado que los individuos que co- intentos desde distintas perspectivas para crear y
meten actos delictivos tienden a tener amigos desarrollar modelos preventivos de las conductas
delincuentes y que muchas actividades conside- antisociales en adolescentes centrados en los facto-
radas antisociales se emprenden junto con otras res de riesgo y que pudiesen ofrecer resultados alen-
personas (Reiss, 1988). Frente a esta influencia tadores.
perjudicial, Elliot (1994) encontró que aquellos
adolescentes que tenían compañeros con acti- La aproximación a la prevención dirigida al riesgo
tudes desfavorables hacia el comportamiento supone una alternativa real para llegar a identificar
delictivo tenían menos posibilidades de cometer estrategias eficaces de prevención. La implementación
delitos violentos, es decir, sus actitudes actuaban y el análisis de estas aproximaciones que se esfuer-
de factor protector. zan por reducir o mitigar los efectos conocidos de
los antecedentes pueden incrementar nuestro cono- comprensión de las conductas antisociales adoles-
cimiento sobre cuáles de ellos están relacionados centes, fomentando la participación de todos y cada
causalmente con la conducta antisocial y qué estra- uno de los agentes y recursos de los que dispone la
tegias de prevención se dirigen realmente a estos comunidad
factores de riesgo.
Enestesentido,laevidenciaofrecidasobrelaetiolo-
gía de las conductas antisociales adolescentes su- Bibliografía recomendada
giere que un modelo de prevención viable debe in-
cluirunaatenciónsimultáneaaunnúmerodefacto- Achenbach TM. Comorbidity in child and adolescent
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