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TEOLOGÍA PASTORAL

(RESUMEN DEL LIBRO DE JULIO RAMOS:


CAPÍTULO DEL VI-X)
Luis Pérez

CAPÍTULO VI

CRITERIOS DE ACCIÓN PASTORAL

La acción pastoral de la Iglesia, toda acción pastoral, tiene un origen, una


dirección y un destino comunes. La Iglesia continúa en el mundo la mediación
sacramental de Cristo y quiere aportar a todos los hombres de todos los tiempos y
lugares la salvación acaecida en el misterio pascual; a la vez, se encamina hacia
su consumación escatológica y sirve en su sacramentalidad a este mundo. Esta
continuidad de la obra de Cristo potenciada por su Espíritu, esta dirección hacia el
Reino y este destino hacia el mundo aseguran a la Iglesia una identidad en su
obrar. Por ello, podemos hablar de criterios de acción pastoral, criterios comunes a
todas las acciones de la Iglesia para que sean de verdad tales. Criterios que se
han de apoyar, por lo tanto, en el acontecimiento de Cristo que la Iglesia continúa
y perpetúa en el tiempo. Desde estos criterios, la acción de la Iglesia puede ser
reconocida como tal, pero a la vez han de ser exigencia a la hora de realizar
acciones eclesiales, a la hora de optar por ellas y a la hora de hacer cualquier tipo
de propuestas pastorales.
Estos criterios han de estar presentes en todas las fases de la metodología de
la teología pastoral: en el análisis de las situaciones eclesiales; en la proyección
de situaciones nuevas; en la estrategia para dar el paso de unas a otras.

Si estos criterios no están presentes, no podríamos llamar «pastorales» a las


acciones eclesiales porque no estarían puestas en continuidad con el misterio
salvador de Jesucristo.

Estos criterios tienen su fundamento en las mismas raíces eclesiológicas de la


acción pastoral. Por ello, vamos a abordarlos dividiéndolos y situándolos en las
tres grandes referencias de la acción pastoral a las que hemos dedicado el
capítulo anterior.

1. CRITERIOS QUE BROTAN DE LA CONTINUIDAD DE LA MISIÓN DE


CRISTO

Criterio teándrico: La Iglesia continúa en el mundo la misión de Cristo, sin ser


continuidad de su ser, como veíamos en el capítulo pasado. Por consiguiente,
en la acción pastoral se mezclan la acción divina y la acción humana
análogamente a como la naturaleza humana y la divina se han unido en Cristo
en una unión personal.

Por ello, la acción pastoral continúa siendo el lugar de la actuación y del


protagonismo de Dios en la historia lo cual implica: una actitud de fe siempre
presente en la acción eclesial; la confianza y la esperanza en que Dios sigue
actuando en ella; el no manipular a Dios al servicio de ningún interés en ninguna
de las acciones pastorales; el dejar realmente a Dios el protagonismo de la acción
pastoral y no empeñarnos en tantos otros protagonismos; el hacer que la acción
pastoral de la Iglesia lleve realmente al encuentro del hombre y del mundo con
Dios; el confrontar continuamente la acción pastoral con la acción de Dios y con su
revelación; el dar cabida, en definitiva, al misterio en la acción eclesial.
Al mismo tiempo, la acción pastoral es el lugar de la colaboración humana a
los planes de Dios con un trabajo consciente y responsablemente trazado. Ello
lleva consigo la honradez en el trabajo pastoral y su seriedad, cuya falta en el
agente de pastoral no es suplida por el Espíritu Santo.

Criterio sacramental: La Iglesia, que ha sido concebida en el Vaticano II como


sacramento de salvación, realiza también su acción pastoral de una forma
sacramental. Su sacramentalidad brota de la del mismo Cristo para continuar en
medio del mundo la mediación sacramental ejercida por su cuerpo. La estructura
sacramental está en estrecha relación con la analogía con el Verbo encarnado. En
este sentido, la Iglesia es cuerpo de Cristo, y quien hace posible la continuación
de su sacramentalidad es el Espíritu de Pentecostés.

Cuando hablamos de sacramento desde la concepción tradicional, hacemos


referencia a lo visible y a lo invisible, al signo y a la eficacia. También esos mismos
niveles inciden directamente en la acción pastoral: 1) Toda acción pastoral está al
servicio del aspecto mistérico de la Iglesia, es decir, de la comunión de Dios con
los hombres y de los hombres entre sí. 2) Toda acción pastoral tiene un elemento
externo de visibilidad necesario en la noción misma de sacramento. Esta
dimensión sacramental manifiesta y es camino para la comunión interna. 3) Toda
estructura y acción pastoral por su carácter sacramental es significativa, esto es,
hace referencia a algo que está más allá de lo sensible. 4) Toda acción pastoral se
caracteriza también por su eficacia en medio de nuestro mundo

Toda acción pastoral tiene un elemento externo de visibilidad necesario en la


noción misma de sacramento. Esta dimensión sacramental manifiesta y es camino
para la comunión interna. Las estructuras pastorales o el elemento institucional de
la Iglesia no son el añadido a una concepción teológica espiritualista, sino el
componente necesario y también identificador de una acción eclesial. Es verdad
que, integrándose con el elemento interno, ambas partes actúan como significante
y significado y que el significado impone sus exigencias al significante, pero sin el
elemento institucional, la acción pastoral podría perderse en un puro subjetivismo.

La institución en la Iglesia es necesaria, aunque los niveles de institución sean


distintos en su ser y en su significado y aunque desde el mismo criterio
sacramental tengamos que revisar después la naturaleza y las opciones dentro de
las instituciones. Dentro de este mismo criterio de encarnación, debe ser abordado
todo el tema del ministerio y de la apostolicidad, tema eclesiológico fundamental
que atañe intrínsecamente al ser de la Iglesia, a su constitución y al discernimiento
de sus acciones pastorales.

Criterio de conversión: La Iglesia continúa en el mundo, como hemos visto, la


mediación sacramental ejercida por el cuerpo de Cristo. Sin embargo, la
mediación del cuerpo de Cristo y la mediación del cuerpo eclesial difieren en su
mismo ser. Mientras que la sacramentalidad de Cristo está apoyada por el dogma
de la encarnación que contempla la relación de las naturalezas desde la unidad
personal, la sacramentalidad de la Iglesia se apoya en la misión del Espíritu Santo
que actúa de una forma diferente, desde la alianza y el aliento.

II CRITERIOS QUE BROTAN DEL CAMINO HACIA EL REINO

Criterio de historicidad: La acción de la Iglesia goza de lo absoluto del Reino en la


contingencia de su ser temporal, de la perfección de Dios en la pobreza de su
pecado. Su ser peregrinante, dimensión fundamental de su ser Pueblo de Dios,
marca e identifica toda su acción pastoral con la dinamicidad de la historia. La
tensión entre la Iglesia y el Reino hace que: la Iglesia no se instale en un momento
de la historia sintiéndose en la definitividad del Reino, con lo que tiene que ser
critica continuamente con su mismo ser y su misma acción.

Criterio de apertura a los signos de los tiempos: La afirmación de la distinción


entre Iglesia y Reino de Dios no se agota en la contemplación del misterio de la
Iglesia en su soledad, sino que se abre a una nueva visión del mundo en la que se
encuentran también los rastros del Reino.

Los valores del Reino no se encierran solamente dentro de los límites visibles de
la Iglesia, sino que la trascienden. El Espíritu de Dios ha suscitado los valores del
Reino en medio de la humanidad y del mundo sin que nosotros tengamos la
exclusividad sobre ellos.

Para que la Iglesia cumpla su misión, es necesario que escrute los signos de los
tiempos, que conozca el mundo en que vivimos con sus esperanzas y
aspiraciones, que escuche también a través de su vida la voz de Dios que le
señala caminos para su misión.

Criterio de universalidad: La distancia entre la Iglesia y el Reino invita a la misma


Iglesia a abrirse a todos los hombres mientras camina hacia una salvación final en
la que serán incluidos todos. Porque la salvación de Cristo es universal, la Iglesia
ha de tener la capacidad de encarnarse en las distintas culturas de los hombres y
ser salvación para las distintas características históricas de esos mismos hombres.

III CRITERIOS QUE BROTAN DE LA PRESENCIA Y MISIÓN EN EL MUNDO

Criterio del diálogo: La misión de la Iglesia, como hemos visto en los criterios
anteriores, no se agota en sus vertientes intraeclesiales, sino que tiene como
destinatario de su acción al mundo. Como veíamos en el texto conciliar, este
mundo son los hombres que acompañan a la Iglesia o son acompañados por ella
a lo largo de su andadura histórica.

Criterio de Encarnación: El criterio sacramental nos hablaba de la necesidad de


lo visible, humano y estructural en la vida de la Iglesia para hacer de ello
instrumento al servicio de la salvación de Jesucristo. Situábamos la raíz de este
criterio en el misterio mismo de la encarnación. Ahora bien, lo visible e
instrumental humano, los signos que llevan al mundo de la trascendencia, tienen
consigo una dimensión cultural que no puede ser olvidada en la acción pastoral ni
en la evangelización.

Criterio de misión: Gracias al Espíritu del Resucitado recibido en Pentecostés por


los apóstoles y transmitido sacramentalmente por el bautismo, la misión del Hijo
es continuada en la Iglesia y por la Iglesia Con la misión del Espíritu, la misión de
Cristo se ha eternizado en el espacio y en el tiempo.

CAPITULO VII

MODELOS DE ACCIÓN PASTORAL

Modelo Tradicional: situación a la que responde: Es el modelo que ha potenciado


más directamente la acción litúrgica y en torno a ella ha configurado una Iglesia
que en el culto ha encontrado su principal campo de acción y desde él se ha
entendido. Ideas eclesiológicas básicas: Tradicionalmente la Iglesia se ha
comprendido y ha actuado en medio de un mundo sociológicamente cristiano. La
pertenencia de la mayoría de los ciudadanos, al menos institucionalmente, a la
Iglesia propiciaba una autocomprensión basada en gran manera en el peso
específico de esta Iglesia en la sociedad. Planteamiento Pastoral: En este modelo
tradicional se parte de una imagen de Iglesia como sociedad perfecta, esto es,
aquella que tiene en sí misma todos los medios para conseguir sus fines. Acción
Pastoral: Las fundamentales son las acciones del culto sacramental que, de un
modo especial, tienen a la parroquia como plataforma de realización. Otras
acciones pastorales están puestas a su servicio y otras estructuras son
consideradas solamente como complementos.

Modelo Comunitario: Situación a la que responde: Uno de los problemas


planteados por la pastoral tradicional ha sido el de la masificación. La concepción
de la parroquia desde rígidos esquemas territoriales y la ampliación del territorio y
de la comunidad parroquiales ocasionada por la nueva configuración sociológica,
especialmente la ciudadana. Surge en esta situación el modelo comunitario,
especialmente urgido por la celebración del Vaticano II y, en concreto, por uno de
los aspectos de su doctrina más recibido por la totalidad del pueblo: el de la Iglesia
como comunidad. Ideas eclesiológicas básicas: Dos ideas básicas están
sustentando este modelo, ambas procedentes de la concepción eclesiológica del
Vaticano II: De un lado, la concepción de la Iglesia como misterio de comunión
que tiene su origen en el misterio mismo de Dios y como misión que ensancha la
comunión e integra en ella; De otro, la eclesiología del Pueblo de Dios que ha
descubierto el carácter profético, sacerdotal y real de todos los miembros de la
Iglesia desde la vocación bautismal, ha afirmado la igualdad esencial de todos
ellos dentro de una distribución orgánica de carismas y ministerios, y ha hecho a
todos partícipes de la misión y, por tanto, agentes de la vida pastoral. Ambas ideas
eclesiológicas desembocan en la comunidad como estructura pastoral que permite
vivir en autenticidad la fe y se ofrece como renovación para la Iglesia.
Planteamiento Pastoral: La acción pastoral que se ha propuesto este modelo ha
sido la de la edificación de la Iglesia partiendo de la base de la pequeña
comunidad hasta la totalidad de la Iglesia como comunión de comunidades. Y
hacer de cada comunidad la célula de la Iglesia. Acción Pastoral: Un
planteamiento pastoral de este tipo desemboca en acciones pastorales claramente
tipificadas en las que se abran las brechas de una participación y vivencia
comunitaria.

Modelo Evangelizador: Con el término «evangelización» no nos referimos aquí a


la misión completa de la Iglesia, tal como aparece en la exhortación apostólica
Evangelii nuntiandi —en este caso son evangelizadores todos los modelos—, sino
que lo usamos restrictivamente aplicándolo al anuncio primero del evangelio que
lleva al que lo escucha a la fe y a la adhesión a la Iglesia. Situación que está
provocando este modelo: cristianismo sociológico que no es manifestación de una
autenticidad en la fe; sacramentalización amplia que no corresponde a la
evangelización previa; infantilismo religioso que se caracteriza por una asunción
no crítica de los contenidos de la fe y de las prácticas religiosas; separación entre
fe y vida en muchos creyentes. Ideas eclesiológicas básicas: Fundamentalmente
dos son las ideas que están en la base de un modelo evangelizador: la misión
como autentificación de la comunión; la sacramentalidad de la Iglesia que la hace
significativa para el mundo y eficaz en él. Ambas ideas confluyen en una apertura
de la Iglesia hacia el mundo para el que la Iglesia se comprende como sacramento
de salvación. Planteamiento Pastoral: La preocupación evangelizadora quiere
ahora concentrar en sí la plenitud de acciones eclesiales. Se trata también de una
acción sectorial, pero con incidencia clara en toda la vida de la Iglesia: servicio
evangelizador, comunión evangelizadora, liturgia evangelizadora, etc. Acción
Pastoral: Para lograr este planteamiento pastoral, habría que potenciar las
siguientes acciones: Iniciación cristiana seria que incluya una celebración
auténtica de los sacramentos de iniciación y Potenciación de la misión en la
Iglesia.

Modelo Liberador: Este modelo es también sectorial. Se fija en un campo


concreto de la pastoral de la Iglesia y, desde él, quiere aglutinar todos los
elementos pastorales. En este caso, es fundamentalmente el servicio la dimensión
de la acción pastoral que pasa a primer término. Situación a la que responde: El
modelo liberador de acción pastoral ha brotado de la teología de la liberación
como dimensión práctica de esta misma teología. Por consiguiente, la situación en
la que nace y las causas de su nacimiento son las mismas que las de la teología
de la liberación. En la base de un planteamiento pastoral que quiere responder a
esta situación, habría que situar las siguientes ideas eclesiológicas: La concepción
sacramental de la eclesiología; La eclesiología de las iglesias locales que ha visto
en cada diócesis el lugar donde emerge la Iglesia en su plenitud; La distinción
clara entre Iglesia y Reino que ha situado al Reino en sus características
absolutas en su relación con la Iglesia y a la Iglesia en su servicio al Reino para
significarlo y para instaurarlo en sus dimensiones histórica;. El diálogo con el
mundo tal y como lo describe la constitución pastoral Gaudium et spes y la más
reciente doctrina social de la Iglesia. Planteamiento Pastoral: Su propuesta
pastoral es ésta: tomar conciencia de la situación social (dato socio analítico) en la
que se ejerce la evangelización y transformarla para que el anuncio de la
salvación resulte eficaz. Acción Pastoral: La catequesis como medio de activar el
proceso de concienciación. El modelo pastoral liberador sitúa a la catequesis
como fuente de toda la praxis liberadora porque se adquiere en ella la conciencia
de la situación injusta y de la nueva situación que ha de crear el evangelio.

CAPITULOS VIII, IX y X

LA PROGRAMACIÓN PASTORAL, AGENTES DE LA ACCIÓN PASTORAL, EL


DIÁLOGO DE LA IGLESIA Y EL MUNDO

LA PROGRAMACIÓN

Programar quiere decir situar en una organización todos los elementos pastorales
para lograr los fines que la acción de la Iglesia persigue. Esto implica: Sistematizar
y poner en relación los elementos de modo que ninguno actúe por su cuenta y al
margen del conjunto, sino que la interrelación marque a cada elemento su puesto
por la relación concreta que tiene con el plan fijado; Abarcar la totalidad de
elementos pastorales: los personales y no personales, las acciones, las
estructuras, medios, fines. En definitiva, todo lo que compone la acción pastoral ha
de ser incluido en un programa; Elaboración intelectual previa a la misma acción
que la determina, la precisa y la dirige. La programación implica, por tanto, un
proceso reflexivo en el que se va a decidir la organización concreta de los
elementos pastorales en orden a la consecución de unos objetivos determinados y
optados.

LOS AGENTES DE ACCIÓN PASTORAL

La programación pastoral y su realización conjunta necesita, como hemos visto,


unos agentes de pastoral que conozcan con claridad su naturaleza y su misión.
Ello nos dará una eficacia en el obrar, a la vez que evitará los problemas
pastorales que pueden ser originados tanto por las interferencias como por las
inhibiciones en las tareas de cada uno.

Laicos: Podemos decir que la riqueza de la teología del laicado está en una
amplia síntesis de sus elementos tanto en el ser como en el obrar, en su
naturaleza y en su misión: en el ser: síntesis de elementos cristológicos,
eclesiológicos y seculares; en el obrar: síntesis de experiencia, formación y
compromiso.

Religiosos: la vida religiosa se da en la Iglesia desde una significatividad


sacramental para nuestro mundo. Por ello, la misma fidelidad a su esencia le ha
exigido unas transformaciones teológicas y pastorales grandes. las nuevas
situaciones están planteando retos que van apareciendo en la vida de la Iglesia y
que van abriendo la vida religiosa a nuevas posibilidades. Por su pertenencia a las
iglesias locales, los religiosos están plenamente integrados en sus estructuras
pastorales y encuentran en la programación conjunta de estas iglesias la
determinación concreta de su misión de acuerdo con sus carismas fundacionales.
Por su pertenencia a la Iglesia universal tienen una estructuración e
institucionalización no diocesana ni de tipo territorial. Dentro de estas necesidades
puede encontrarse la vida parroquial sin que sea el componente estructurador de
sus vidas ni siquiera en los casos en que son presbíteros.

Presbíteros: Es Cristo, Espíritu e Iglesia, desde los que se entiende y explica la


configuración sacramental del sacerdocio, está la razón de la identidad de la vida
sacerdotal y de una espiritualidad que se configura desde el mismo ejercicio del
ministerio. el Vaticano II al hablar de su actuación in persona Christi capitis. El
sacerdocio ministerial es sacramento de Cristo en cuanto que convoca, congrega,
alimenta y pastorea a su Pueblo. Sin negar para nada la unicidad de su
sacerdocio, lo hace presente sacramentalmente en medio del Pueblo
constituyéndolo. Ese Pueblo constituido es mediación sacramental para el mundo
y representa también el sacerdocio de Cristo para la salvación de los hombres.
EL DIÁLOGO DE LA IGLESIA Y EL MUNDO

La constitución pastoral del Vaticano II ha señalado una dirección clara para la


acción de la Iglesia: el diálogo con el mundo. Poco tiempo antes de la
proclamación de la constitución pastoral, la encíclica de Pablo VI Ecclesiam suam
dedicó un capítulo al diálogo de la Iglesia con el mundo que se ha convertido en
referencia obligada de todo tratamiento de dicho diálogo. En ella, dos coordenadas
encuadraban perfectamente este tema. Por una parte, el diálogo establecido entre
Dios y el hombre a lo largo de la revelación, verdadero modelo de todo diálogo
eclesial con el mundo '. Por otra, el acontecimiento de Cristo, plenitud de la
revelación. En él Dios nos dio su última palabra desde la que se entiende el
misterio de la Iglesia, en cuyo seno Dios sigue dialogando con el mundo.

La base del diálogo de la Iglesia con el mundo no es ideológica ni fruto de una


ideología, sino que, ante todo, brota de un comportamiento moral cuya fuente es el
evangelio y se manifiesta en él de la misma manera.

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