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REINA LÓPEZ

TEOLOGÍA ESPIRITUAL

I SEMESTRE

MARACAIBO

2020
RELACIÓN LOS CONTENIDOS DE LOS DOS PRIMEROS CAPÍTULOS CON
LOS CONTENIDOS RELACIONADOS QUE APARECEN EN LA
EXORTACIÓN APOSTÓLICA: GAUDETE ET EXULTATE DEL PAPA
FRANCISCO.

La exhortación apostólica “Gaudete et Exultate” del Papa Francisco, es


uno de los escritos del Papa más humano y a la vez más profundos en torno a
la espiritualidad de la vida cristiana.

Confrontando esta exhortación con los dos primeros capítulos de


Saturtino, nos damos cuenta que la espiritualidad y la santidad, van de la
mano, si somos una persona espiritual, no solo de palabras sino también de
obras, mi vida, mis acciones y toda yo, deben estar orientadas a alcanzar la
santidad.

Es necesario sensibilizar a las personas a que busquen -con la ayuda de


Dios-la Santidad, mostrarles que sí es posible cuando se quiere llegar a ella,
que sí es posible cuando las cosas las hacemos con amor y pasión, si bien es
cierto que en la historia, se nos ha mostrado como algo inalcanzable, difícil de
llegar, pues eso era “solo para los santos de la Iglesia”, ahora no, hoy el Papa
insiste en apostarle y ser mejores día a día y ser así, “los santos de la puerta
de al lado”1.

Nos resulta alarmante que, a lo largo de los años, este tema, ha ido
quedando encajonado solo para los santos, es decir, para aquellos que solo
han sido reconocidos por la Iglesia como “santos”, sin embargo, el Papa
Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, nos habla de los
santos de la clase media2, donde se nos invita a vivir en el día a día la
cotidianidad y hacer extraordinarias las pequeñas cosas.

Es necesario que la Iglesia normalice el deseo de alcanzar la santidad,


evitando los miedos y prejuicios a una vivencia distinta de la vida cristiana, de
la espiritualidad, vivencia que indudablemente nos conducirá a un proceso de
conversión, de cambio y de renovación interior.
1

Cf. EXHORTACIÒN APOSTÒLICA, GAUDETE ET EXULTATE, n. 04.


2
Ibid.

2
Leyendo ambos textos, recordaba al padre André Daigneault, sacerdote
del Instituto Secular Pío X, que invita a un estudio profundo y delicado de lo
que es la santidad vivida desde la pobreza de corazón en su libro El camino de
la imperfección: la santidad de los pobres.

Él inicia cuestionándose con aquella pregunta que, a la mayoría de los


cristianos católicos, incluso a los no creyentes, se les pasa por la cabeza: “¿es
posible que haya un camino de santidad para los pobres y frágiles? 3” será
perseguido durante mucho tiempo por esta incógnita que le brotaba en cada
momento que compartía con aquellos que deseaban estar cerca de Dios o que
tal vez querían y no podían por sentirse pecadores e indignos.

Daigneault, señalará al inicio de su libro, que después de haber


compartido con tantas personas la misma inquietud, llega a la conclusión que el
único obstáculo para la santidad es el orgullo y sobre todo el orgullo espiritual.

Dice: “es preciso no confundir nunca la santidad con realización moral a


través de las virtudes naturales. Cualquier persona, por muy pobre, por muy
herida que esté, puede aspirar a la santidad a partir de su situación real,
aunque fuese la persona más marginal tanto en el aspecto psicológico como
moral (…)” de esta manera, deja al descubierto una cosa: ´todos´ podemos
aspirar a aquello que nos llama Jesús en el evangelio “sed santos como
vuestro padre” (Mt 5, 48).4

En la vida se puede tener la tendencia a pecar y sentirse como el hijo


pródigo, es decir, envueltos en la miseria y soledad, no solo física sino
espiritual y psicológica, pero es allí cuando Dios se hace más presente y
recuerda a todos sus hijos que “Aquello que hace a una persona incapaz a los
ojos del mundo es precisamente lo que le puede dar acceso al Reino de los
cielos. Si decimos “sí” a Dios, escogemos el camino estrecho que conduce al
Reino de los cielos. Nuestra pobreza se transforma entonces en
bienaventurada y nos convertimos en los humildes siervos del Señor, mediante

3
DAIGNEAULT, André, El camino de la imperfección: la santidad de los pobres, Editorial
PPC. Madrid 2019. P. 7.
4
Ibid.

3
los cuales él hace grandes cosas” 5. Dios no pide hacer grandes actos y/o
acciones para poder alcanzar ese proyecto de amor, sino que invita a todos sus
hijos a que con humildad reconozcan que solos, el camino se torna difícil.

Por otra parte, dicho autor señala que “el pecador es un santo es
potencia” cuán importante resulta esta afirmación, estar en potencia no es más
que estar gestando en el corazón aquel ideal, aquel deseo que el mismo que
creó el universo ha puesto en el corazón humano. Evidentemente, no es algo
que se logra de una semana a otra, es un camino para toda la vida, es
ejercitación frecuente y mantenida de aquel corazón que a veces palpita no
solo por Dios sino por las atracciones y seducciones del mundo.

De esto se trata el ir educando la espiritualidad, de aspirar a las cosas


del cielo, más que de la tierra.

Uno de los puntos, que veo que más se asemejan a la encíclica es lo


que Saturnino nos decía de las dimensiones: el camino hacia el interior, el
camino a lo trascendente y el camino hacia los otros 6

Si la espiritualidad no me hace entrar en mí, para ir trabajando mi


aspecto antropológico, difícilmente, me podré conectar con Dios y con los otros
de manera sana. O si me conecto con Dios, pero no conmigo ni con los otros,
estaríamos en una espiritualidad infantil que se queda solo en palabras y no en
obras. Y si, por el contrario, me enfoco únicamente en los hermanos, estaría
ofreciéndole más de mí que de Dios y su mensaje.

Para esto, es necesario que haya una balanza en las dimensiones e ir


trabajándolas poco a poco, para que nuestra espiritualidad, realmente de
respuestas significativas a una realidad y a un mundo que clama trascendencia
y encuentros profundos que cambien y transformen la vida.

Jesús en su Evangelio nos deja un legado que, sin duda, tiene que ver
con la espiritualidad que él fue cultivando poco a poco y que lo llevó a afirmar
“sed santos como vuestro padre” (Mt 5, 48). Jesús es el modelo de la

5
Ibid.
6
Cf. GAMARRA, Saturnino, Teología Espiritual, Editorial BAC, Madrid 1994. P. 33

4
espiritualidad, es el modelo de la conexión real y profunda de un Padre con sus
hijos; llama la atención el término “vuestro”, no dice “tu”, y esto, sin duda, está
relacionado a que, aunque la espiritualidad es un camino que me conduce a la
santidad, no se recorre solo, se recorre en comunidad de hermanos y por lo
tanto, este desafío pero también invitación, es para cada uno de los cristianos.

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