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DIMENSIONES DE LA PASTORAL
2011
Ricardo Antoncich sj
PRIMER DIA
en Jesucristo, como Buen Pastor, Hijo enviado por el Padre al mundo para
salvarlo; b) otro más estrecho que se refiere a las personas que ejercitan el
oficio pastoral de conducir al pueblo de Dios en su misión en el mundo y que
solemos identificar como la Iglesia jerárquica.
a) Así como en estos tres rasgos conocemos lo que hace Dios, podemos
describir también en tres rasgos, lo que es la obra del Hijo. En primer
5
El mundo como destinatario del amor del Padre y del Hijo en el Espíritu.
Finalmente, el mundo aparece como término del amor del Padre en su Hijo.
a) En primer lugar el mundo aparece como creado por amor del Padre.
La afirmación de Jn 3, 16 comienza por el amor que Dios tiene al
mundo, pero ese amor en realidad ha precedido al mundo. San Agustín
decía que los humanos amamos lo que ya existe, pero Dios porque nos
amó nos hizo existir. El amor de Dios precede la existencia (todo amor
se refiere a la existencia, es desear que la esencia exista). Dios crea un
mundo de libertades, en donde frente al bien querido por Dios se alza el
mal de obrar en contra de la voluntad del Creador. Pero esto no impidió
a Dios crear a la humanidad. Dios quería que el amor que se le
devolviera fuera fruto de una total libertad humana. Hizo una apuesta por
esta respuesta amorosa; gracias a ella existimos nosotros. Puede haber
millones de seres que rechazan a Dios y miles que lo acogen. Para Dios
es más valiosa esta respuesta libre que otras respuestas forzadas por el
miedo y el temor. La existencia de la humanidad es una apuesta por la
libertad, por eso Dios la respeta tanto que, a nosotros, resulta
incomprensible.
b) En segundo lugar, el mundo es el espacio donde el Hijo va a revelar el
amor del Padre. La historia (de seres inteligentes y libres) del mundo
(como escenario de esa libertad) en sus coordenadas de espacio y de
tiempo, va a necesitar de un aquí y un ahora, una vida humana que es el
don del Padre al mundo. En la capilla de la anunciación una lápida
recoge la afirmación “Verbum caro factum est” pero modificándola
brevemente por un “hic”, es decir el Verbo aquí se hizo carne. Ese
“aquí”, único lugar del mundo en donde se puede hacer esta afirmación
es como el “registro” de la intersección de lo divino y humano. La
originalidad de la religión cristiana es la fe en ese “aquí”. El Hijo nos
7
¿Cómo los Evangelios nos hablan del actuar pastoral de Jesús? Jesús
es el Maestro que guía en primer lugar a sus discípulos. Los convoca para que
estén con El y los envía a predicar al mensaje a las multitudes. Veremos cómo
el ritmo de discipulado-misión puede repetirse en varias etapas. El texto que
vamos a trabajar de Mc 6, 30-44, se divide en dos secciones claramente
definidas: 6,30-34, y 6, 35-44. Este texto nos enseña cómo Jesús vive el
proceso de formar a los discípulos, enviarlos a la misión, volver a la experiencia
del discipulado, preparar un nuevo envío a la misión. Los dos procesos se
mezclan, en el tiempo de discipulado se profundiza el sentido de la misión y la
misión lleva nuevas experiencias para vivirlas en el discipulado.
restaura, porque vuelve al inicio, a la raíz; el fruto, las ramas podridas no son la
raíz. El árbol es la libertad, ese árbol es amado por todo el bien que puede
hacer; la misericordia es ayudar a que las personas descubran el don de la
libertad y lo empleen en una forma radicalmente distinta a la que tuvieron al
pecar.
Trabajo de grupos
SEGUNDO DIA
Trabajo de grupos
TERCER DIA
un camino de fe desde el recuerdo del Jueves que nos lleva a la entrega del
Viernes y al gozo pascual del Domingo. Un recuerdo pero “sin entrega de si
mismo”, nos hace re-vivir sólo lo que Jesús vivió en el pasado; para ello no
hace falta ningún cambio en nuestra vida; la Eucaristía se vuelve “rito exterior
de culto” y nada más. Pero el recuerdo “con entrega de si mismo” ese sí nos
permite con-vivir con lo que Jesús hizo el Viernes Santo, es decir entregar su
vida fiel al Padre por la salvación de los hermanos; lo hacemos entregando
nosotros nuestra propia vida, en forma “real” si vamos a morir también, o en
forma “intencional” teniendo nuestro corazón dispuesto para el momento de
nuestra muerte. La Eucaristía que nos recuerda el Jueves, nos exige la
donación de la entrega del Viernes que es vivir de tal manera toda nuestra vida
que sea digna de “comulgar” con la entrega de Jesús el Viernes Santo.
La Pascua no acontece sólo por la muerte de Jesús, es un “paso” o
transición de una vida a otra vida. No son dos vidas de dos sujetos distintos,
inconexos, sino dos vidas diferentes de un mismo sujeto que pasa de la
experiencia de lo histórico espacio-temporal a lo eterno y definitivo. Anticipa lo
que sucederá con nosotros: ser los mismos sujetos de dos vidas, la histórica y
la eterna, pero no inconexas entre sí, sino íntimamente ligadas, de modo que la
bondad realizada durante la historia (dentro de la cual se incorpora también la
maldad que fue cometida pero que fue generosamente perdonada por Dios) se
la vive como unida con una alegría inefable, sin límites, alegría del mismo Dios
en cada uno de sus hijos, alegría del padre generoso con su hijo derrochador
(Lc 15), pero de la cual el hermano severo quiso separarse por propia voluntad.
por los profetas y mensajeros escogidos por Dios y la que nos llega por su Hijo.
Para quienes hemos aceptado la fe en la divinidad de Jesús, de los dos modos
de entender la revelación hay que privilegiar sobre todo la del Hijo; y de todo el
Nuevo Testamento, que abarca la vida de Jesús en los Evangelios y los
escritos de los apóstoles, hay que dar prioridad a la misma vida de Jesús. Allí
encontramos en su forma más pura y exacta lo que el Padre nos quiere decir a
través de la vida y de las palabras de su Hijo. Los valores que Jesús muestra
en su vida, esos deben ser nuestros valores.
Para nuestra cultura ética moderna, los valores encarnan los ideales de
vida que estructuran y organizan nuestra conducta. El “valor”, como palabra
ética, tiene un cierto parentesco con el “valor” como palabra económica. En los
dos hay una semejanza de intercambio, algo que damos o hacemos a cambio
de algo que recibimos. Económicamente se supone que el trabajo o mercancía
intercambiada produce “ganancia” en los dos que se encuentran en el
mercado, aunque por diferentes caminos según las personas van a usar los
resultados del intercambio.
En términos éticos el valor supone la realización de un sacrificio que
“vale la pena”, es decir, hay una pena por el sacrificio que hay que hacer, pero
hay un valor que es más apreciado todavía. La experiencia humana nos dice
que no importa lo que damos a cambio de lo que recibimos; por alto que sea el
precio, “vale la pena” pagar este precio. Esto significa en términos éticos que la
persona humana se “objetiva” o auto-valúa conforme una escala de valor. Los
valores inferiores no tienen la importancia de los valores superiores. Lo vemos
en aquellos que tienen como supremo valor el económico. El deseo de
acumular un millón de dólares en los primeros años de su vida adulta consume
la dedicación a la familia, la salud, la paz, el crecimiento humano, e incluso los
valores morales de honestidad, justicia, verdad.
Si “todo vale” es porque todo se relativiza al valor supremo que uno
coloca para sí. En este sentido Jesús nos recuerda que no podemos servir a
dos señores, a Dios y a las riquezas. Como valores supremos son
incompatibles, y por tanto el verdadero pecado no es el “ateismo de negar la
existencia de Dios”, sino la “idolatría de dar culto supremo a los valores
económicos”. Incluso esta forma de pecado, permite seguir siendo persona
considerada como “religiosa” porque se pueden realizar los actos externos y
públicos de la religión. Peligroso “juego” de cumplir externamente las leyes sin
cambiar nuestros corazones. Ese camino ya fue recorrido por muchos fariseos
y escribas, si bien no por todos.
El sentido de la presencia del maestro en la Eucaristía se comprende
desde las actitudes de Jesús en la última Cena. El Evangelio de Juan, el último
de los cuatro, desarrolla lo sucedido en esa Cena en cinco capítulos. Por los
otros tres evangelistas sabemos que el centro de la Cena fue la institución de la
Eucaristía: Comer el pan y beber el cáliz, cuerpo y sangre del Señor. Pero en
Lucas 22,19 y en 1 Cor, 11, 23-25, se añade un detalle muy importante: “hagan
esto en memoria mía” y Pablo especifica “cada vez que coman este pan y
beban este cáliz anuncian la muerte del Señor hasta que venga”.
¿Qué significan estas palabras de Jesús en este contexto? Hay un
contexto claro que sirve de referencia: las comidas de Jesús con los
pecadores, por lo cual es criticado por los fariseos y escribas. También el
contexto de la cena pascual que da importancia a quien preside esa cena y que
bendice y reparte el pan a los demás. La novedad de esta última cena es el
27
cuatro personas distintas, sino una sola presencia de una sola persona. Esta
presencia es integradora de aspectos, como toda vida integra lo fisico,
psicológico y lo espiritual noético-pneumático.
Lo específico de la presencia de Jesús en la Eucaristía es la
“condensación” de realidades salvíficas que en realidad se extienden desde la
Cena hasta la Resurrección; todo este conjunto de momentos temporales son
la “hora” de Jesús, el momento privilegiado de la revelación de la divinidad del
Hijo respecto al Padre
El momento de la cruz revela la victima y el sacerdote ante el altar de si
mismo. Esta afirmación es muy importante. La cruz es la voluntad del Padre
como alternativa ante la historia. Si no hubiera existido la oposición y el
rechazo al Evangelio de Jesús, su vida histórica habría tenido otro final; pero
desde el momento en que el Padre acepta la libertad humana construyendo
también la historia, las respuestas de Dios a estas decisiones van
“reconstruyendo” nuevas soluciones para los problemas, de modo que Pablo
pueda exclamar: “felix culpa”.
La Resurrección es la anticipación del fin feliz de todas la historias. No
sabemos como la humanidad la irá encaminando; a todos nos toca contribuir a
un final más feliz, pero si la libertad humana de otros bloquea nuestras
esperanzas, tenemos la certeza de nuevas iniciativas divinas, siempre
respetuosas de la libertad humana que revelarán en su plenitud la gloria de
Dios.
La vida del Hijo tiene tres momentos, de los cuales somos testigos a
través de la “segunda vida”. La primera vida es la eterna que las tres Personas
divinas con-viven eternamente; allí el Hijo es eternamente Hijo de un Padre que
es eternamente Padre y las dos personas se aman eternamente en el Espíritu.
La segunda vida es la que comienza en la historia desde el nacimiento
en Belén hasta la muerte en la cruz. Es la vida que los seres humanos
compartimos en el espacio y el tiempo; por esta vida, Jesús fue coterráneo y
contemporáneo con sólo un número limitado de personas entre las cuales vivió.
De ellas llamó a sus discípulos e inició el proceso de enseñarles el significado
del Reino de Dios. Poco a poco se va abriendo la comprensión misma del
“Maestro” que no sólo habla del Reino del Padre, sino del papel que el Hijo
tiene en ese Reino y prepara la comprensión de que Jesús es un maestro que
debe ser reconocido como el Mesías de la Promesa, y aún mucho mas, como
aquel que reclama de Dios una paternidad muy especial que lo hace el Hijo.
En una precipitación de acontecimientos que se dan en los dos días
últimos de su vida los discípulos pasan de testigos inmediatos de los
acontecimientos a la fuga cobarde, el abandono del Maestro, al miedo de ser
también perseguidos, al terror de saber que se les acusa de haber robado el
cuerpo del Maestro, y de pronto, la gran novedad, la esperanzas de que algo
nuevo está aconteciendo. Las apariciones pascuales son el desborde de una
alegra inmensa, pero también el comienzo de una nueva conciencia.
La memoria del Maestro crucificado y resucitado será tan intensa y
penetrará tanto en sus vidas que literalmente podrán decir que “Cristo vive en
ellos”. Esta experiencia novísima no es meramente una conciencia de lo que
viven los discípulos dentro de si y en relación de Cristo, sino un modo nuevo de
presencia o de vida de Cristo (que llamaríamos “vida 3”, para distinguirla de la
primera o eterna, de la segunda o histórica, y la tercera que es suprahistórica)
31
Pero esta vida 3, como vivencia de Cristo, significa que realmente El vive
en y con sus discípulos y con todos aquellos que se abren a la verdad de la
paternidad de Dios. La vida de la Iglesia es inseparable de la vida de Cristo
Resucitado; es la manera como el Resucitado está presente en los creyentes.
Re”vivir” al Cristo Resucitado es un modo distinto de “ser Iglesia”,
distinto a una mera agrupación humana, gobernada por puros intereses
humanos, que usa recursos meramente humanos. La Iglesia no es meramente
una “institución”, sino una “institución con Espíritu”, animada por el Espíritu, al
servicio del Espíritu, es decir fundada en la “gloria” del amor del Padre y del
Hijo en el Espíritu.
La vida del Resucitado en los discípulos de la comunidad eclesial,
reproduce en cada día el “misterio pascual” eucarístico y encierra la riqueza de
la participación en el sacerdocio de Cristo.
Si el Padre es el creador del cosmos y de la historia de una humanidad
dotada de libertad, la posibilidad del abuso de la libertad por la opción por el
mal en lugar del bien, destruye el proyecto divino. Pero la infinita misericordia
del Padre que Jesús constantemente enseñó en sus parábolas, se manifiesta
en el papel redentor del Hijo, es decir en su función sacerdotal, que no debe
entenderse a partir de las categorías paganas ni de las veterotestamentarias
sobre la expiación de los pecados. El sacrificio por el que el mal realizado en la
historia es vencido por el poder de Dios, no es el de corderos en el altar del
Templo de Jerusalén, sino el sacrificio del propio Jesús como víctima ofrecida
por él mismo al Padre como sacerdote y en el altar de la cruz. Sacerdocio único
cuyo memorial de la Última Cena es celebrado por el sacerdocio ministerial, y
cuya realidad es vivida por el sacerdocio de todo el pueblo de Dios unido a la
muerte del Hijo en cuyo momento “devuelve el bien de la gracia y de la vida
divina a quienes que hacen el mal de arrancarle la vida”. Que todo el pueblo de
Dios pueda ofrecer al Padre el sacrificio cotidiano de constantes “devoluciones
del bien por el mal” es el modo de participar de la muerte de Jesús. No se trata
sólo de ofrecer nuestras acciones a Dios, sino aquellas que responden a su
constante mandato de amar a nuestros enemigos. Cuando lo hacemos el mal
que nos hacen acaba allí en nuestro sufrir pero no se prolonga más allá porque
no dejamos espacio para la venganza sino para el amor.
Si todo el pueblo de Dios fuera consciente del significado sacerdotal de
devolver bien por mal, literalmente cada miembro del pueblo de Dios, y de la
Iglesia como Esposa se uniría en el amor a Cristo Esposo. Nosotros ponemos
la parte de la pasión que todavía falta unir con la de Cristo. Nos hacemos
sacerdotes participando de su sacerdocio. Desgraciadamente el sacerdocio del
pueblo de Dios permanece muy oculto ante la exaltación del ministerio
sacerdotal, y con eso se reduce el misterio eucarístico al memorial de la última
cena, privada de la significación del cumplimiento de la promesa por la muerte
del Viernes y de la fidelidad del Padre de resucitar a su Hijo.
La presencia de Jesús en la Iglesia requiere para su plenitud la
celebración integra del misterio pascual en la Eucaristía. Cuando la Iglesia se
alimenta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, verdaderamente vive la vida
pascual del Resucitado.
Preguntas
32
CUARTO DIA
Las dimensiones que debe tener toda pastoral reflejan las presencias
que Jesús señaló como lugares para el encuentro de los discípulos con el
Maestro. El encuentro en la Palabra señala una característica que ninguna
pastoral puede dejar de tener, la bíblica. Del mismo modo, la liturgia nos remite
al centro vivo de los acontecimientos de la Pascua que celebramos en la
Eucaristía cuando consideramos de modo integral las referencias que tiene el
signo sacramental del Jueves Santo como anticipación del sentido de ese signo
que es la muerte redentora de Jesús el viernes santo, y la plenitud pascual del
gozo de la Resurrección. Vivir la liturgia de esta manera es permitir la presencia
de Jesús en nuestras vidas tomando lo que nosotros podemos ofrecer a Dios
por medio de ellas, en comunión con el sacramento eucarístico y con la
realidad de la muerte y resurrección del Hijo de Dios.
Un cuarto lugar de presencia de Jesús para sus discípulos y por tanto
una cuarta dimensión de toda pastoral, es la presencia en los pobres. Hay una
relación especial entre Dios y su revelación a los pobres. El momento decisivo
de la fe de Israel es el Éxodo. De un pueblo esclavo Dios hace un pueblo de
personas libres. Las promesas a Abraham sobre su descendencia en Isaac se
vieron realizadas con una nueva tierra, lugar de Alianza entre Dios y su pueblo.
En Dtn 5 el precepto de no tener esclavos radica en la experiencia
histórica de haberlo sido, “no trates a otros como tú fuiste tratado, acuérdate de
esto”. La fidelidad a la ley de Moisés y a la vez la fidelidad a los pobres se
exigen mutuamente. Los profetas que advierten la proximidad del exilio
hablaron claramente de la explotación de los pobres como alejamiento de la
alianza. Alguna relación existe ya en AT respecto a Dios y a los pobres, que se
hace mucho más clara en el NT.
En el AT, “la vuelta a los orígenes” presenta a Dios como creador que
confía la tierra al ser humano. Ese dominio no implica desigualdad de riquezas.
Es el pecado, fruto de la libertad humana, el que las introduce. Dos derechos
en la Escritura responden a la vocación originaria de la creación, pero también
a la situación del fruto amargo de la libertad, la injusticia y la pobreza. En el AT
se afirma el derecho de propiedad como expresión del dominio humano sobre
la creación1 y el derecho de los pobres, que implica justicia en el contrato de
trabajo, la atención a viudas y huérfanos 2. Los dos derechos, de propiedad y de
los pobres tienen un punto común: la afirmación de la soberanía de Dios y la
obediencia a su ley, expresada en el culto religioso. Para los profetas Dios
rechaza el culto cuando éste encubre las injusticia: “no me complazco en
vuestras oblaciones ni sacrificios” (Am 2,24). Sólo con la práctica de la justicia
“yo me quedaré con vosotros en este lugar” (Jer, 7,4-7). El ayuno grato a Dios
“¿No será partir al hambriento su pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa?
Que cuando veas a un desnudo lo cubras y de tu semejante no te apartes” (Is,
58, 3-11). Para Bigó y Bastos de Ávila 3 el texto de Is. 58 parece ser el texto al
que remite la parábola del Juicio final (Mt 25,35). En algunos textos la riqueza
1
Ex 20, 15-17, Dt 5, 19.21; Jer 17,11. La riqueza, bendición (Job 4, 10ss; Gn 13,2; 24,35; 30, 43; Dtn 8, 7-19.
2
Dt 24, 14-15 contra explotación del trabajo; Dt 24,17-18; Ex 23,9 atención a viudas, huérfanos, forasteros.
3
BIGÓ, P. – BASTOS DE AVILA, F: Fe cristiana y compromiso social. Op. Cit. p.158
34
4
KAMPLING, R: Pobres y ricos en la Iglesia antigua. En Concilium 22 (1986) p. 229
5
GONZALEZ, Carlos Ignacio: Pobreza y riqueza en obras selectas del cristianismo primitivo. Op. Cit. p 15-16
(Clemente de Alejandría), p. 40 (Basilio), p. 87 y 93 (Crisóstomo), p.168 (Agustin)
35
6
BROWN, R- FITZMYER, J.- MURPHY, R. (ed): The New Jerome Biblical Commentary, Prentice Hall, New Jersey,
1988. Mateo tiene ciclos de discursos; el último, es el juicio sobre las naciones
7
Ibid. La palabra “hermanos” en Mt, tiene dos interpretaciones, limitada a los discípulos (12, 48-50; 18, 15-21.35;
23, 8; 28, 10) y en sentido mas general (5, 22.23.24.47; 7, 3.4.5) a todo ser humano en necesidad.
36
12
ibid
13
AGUSTIN DE HIPONA: Sermón 14; Sermón 86. ibid p. 138-139; p. 156-157
14
Benedicto XVI: Dios es Caridad, 15
15
Citado por GUTIERREZ, Gustavo: En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las
Casas. Op.cit.,p.95
38
1984. En www.vatican.va. Discursos de Juan Pablo II. - En América Latina habla a los presos en Argentina (10 de
abril de 1987) y en Perú (15 de mayo de 1988): “Cristo quiere estar también entre vosotros.
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1984/may/documents/hf_jp-ii_spe_19840527_carcere-
viterbo_it.html (Viterbo)
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1987/april/index_sp.htm (Argentina)
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1988/may/documents/hf_jp-ii_spe_19880515_detenuti-
peru_sp.html
22
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1985/february/documents/hf_jp-
ii_spe_19850205_poveri_sp.html
23
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1987/april/documents/hf_jp-ii_spe_19870408_ammalati-
cordoba_sp.html Ibid. 8/4/1987, visita a los enfermos, en Córdoba, Argentina
24
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1987/april/documents/hf_jp-ii_spe_19870410_mondo-
lavoro_sp.html
25
Jesus identifies himself with the poor and the defenseless: what we do for them is done for him, the service we fail
to render them is service denied to him (Cfr. Matth. 25, 31-46). 13/9/1987
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1987/september/documents/hf_jp-
ii_spe_19870913_organizzaz-caritative_en.html
26
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1990/may/documents/hf_jp-
ii_spe_19900509_imprenditori-durango_sp.html Discurso a empresarios, Méjico, 9 de Mayo de 1990.
27
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1990/may/documents/hf_jp-ii_spe_19900512_sac-
messico_sp.html. Discurso a sacerdotes, religiosos, laicos, en México 12 mayo 1990
28
Homilía en Namao (Canadá) del 17 de setiembre de 1984.
40
preocuparnos por ellos, sin excluir a nadie y privilegiando los más débiles y los
que sufren 30. Y otros discursos, como a Cor Unum, a obispos de Cuba, al
Congreso de pastoral de derechos humanos, y trabajadores31.
El texto más rico y profundo de Juan Pablo II sobre la presencia de
Cristo en los pobres es, tal vez, el de Novo Millenio Ineunte, 49-50; el mejor
comentario pontificio a la teologia de la liberación. El uso ideológico del pobre
no ha tenido efecto histórico porque la esperanza estaba puesta en las fuerzas
y poderes de este mundo. Tampoco tiene eficacia el uso ideológico de referirse
a los pobres en forma “objetiva” sin el compromiso y participación “por dentro”
con la causa de los pobres. Queda abierta una tercera alternativa: el
compromiso cristiano por la causa de los pobres, con la fuerza de la fe, obra
del Espíritu, de la esperanza, como testigos de la fidelidad a Jesucristo
presente en los pobres de este mundo.
En NMI, 49, Juan Pablo II pone en el contexto de la comunión
intraeclesial la apertura ”hacia la práctica de un amor activo y concreto con
cada ser humano. Éste es un ámbito que caracteriza de manera decisiva la
vida cristiana, el estilo eclesial y la programación pastoral”. En seguida, en NMI,
expresa un deseo: “El siglo y el milenio que comienzan tendrán que ver
todavía, y es de desear que lo vean de modo palpable, a qué grado de entrega
puede llegar la caridad hacia los más pobres”.
A continuación el Papa fundamenta el compromiso con el pobre en la
contemplación de Cristo, en la presencia pascual del Resucitado, que está en
la Palabra, Eucaristía, Iglesia y Pobre. Una auténtica contemplación de Cristo
nos lleva al reconocimiento de su presencia. “Si verdaderamente hemos partido
de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el
rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse”. (Mt 25,35-36).
La dinámica de este amor, no se acaba con el amor al otro como a si mismo,
sino que por la escena del Juicio Final nos sorprendemos ante la revelación de
haber llegado al propio Cristo al actuar de esa manera sobre todo con los
prójimos necesitados, con los pobres. Por eso, sigue Juan Pablo II: “Esta
página (Mt 25) no es una simple invitación a la caridad: es una página de
cristología, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia
comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo no menos que sobre el ámbito
de la ortodoxia”.
En este breve párrafo se hacen afirmaciones de capital importancia. La
caridad ha sido considerada siempre como la virtud más importante de la vida
cristiana. Una exhortación a la caridad es una invitación a la perfección, en la
línea de nuestra acción. Lo que el Papa enuncia a continuación es una clara
alusión al problema del conocimiento de Cristo. “Es una página de cristología”,
es decir, una página del riguroso conocimiento del logos sobre Cristo. Uno
esperaría ante esta afirmación un texto alusivo a las dos naturalezas y unidad
de persona que la tradición teológica ha considerado fundamental para la
ortodoxia cristológica. Y esperaría también que la fidelidad de la Iglesia como
Esposa de Cristo se manifieste ante todo en la doctrina sobre el ser del
29
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1995/june/documents/hf_jp-ii_spe_19950623_iv-plenaria-
cal_sp.html Discurso 23,junio,1995
30
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1995/october/documents/hf_jp-
ii_spe_05101995_address-to-uno_sp.html Discurso del 5 de octubre de 1995, en Nueva York
31
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1997/april/documents/hf_jp-ii_spe_19970418_plenaria-
cor-unum_sp.html. Discurso Cor Unum, 18/4/1997 y prof.DSI 20/6/97
41
Esposo. El Papa supone todo esto, pero lo que dice va más allá: “comprobar la
fidelidad como Esposa” no sólo en el ámbito de la ortodoxia, sino también en el
otro ámbito contrapuesto como “ortopraxis” al que califica como “no menos”
importante.
Juan Pablo II es consciente de la tensión entre particularidad de los
pobres y universalidad de todos los seres humanos. En RH profesa la
convicción en el misterio de la Encarnación. Dice en NMI 49: “No debe
olvidarse, ciertamente, que nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde
el momento que ‘con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo
a cada hombre’”. Pero también en la revelación existen personas, pueblos
elegidos, que en su particularidad convocan a la universalidad. Por eso añade:
“Ateniéndonos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los
pobres hay una presencia especial suya, que impone a la Iglesia una opción
preferencial por ellos”. Esta opción testimonia el estilo del amor de Dios, su
providencia, su misericordia. El número 50 de NMI dice:
En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que
interpelan la sensibilidad cristiana. Nuestro mundo empieza el nuevo
milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento
económico, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortunados
grandes posibilidades, dejando no sólo a millones y millones de
personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida
muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana. Hay
nuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no
carentes de recursos económicos, pero expuestos a la
desesperación del sin sentido, a la insidia de la droga, al abandono
en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la
discriminación social.
El cristiano, que se asoma a este panorama, debe aprender a hacer
su acto de fe en Cristo interpretando el llamamiento que él dirige
desde este mundo de la pobreza. Se trata de continuar una tradición
de caridad que ya ha tenido muchísimas manifestaciones en los dos
milenios pasados, pero que hoy quizás requiere mayor creatividad.
Es la hora de un nueva « imaginación de la caridad », que promueva
no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la
capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para
que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino
como un compartir fraterno. Por eso tenemos que actuar de tal
manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan
como “en su casa”.
Juan Pablo II se interroga: “¿No sería este estilo la más grande y eficaz
presentación de la buena nueva del Reino? Sin esta forma de evangelización,
mediante la caridad y el testimonio de la pobreza cristiana, el anuncio del
Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido
[…] La caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras. NMI 50. 32
32
Novo millenio ineunte. 6 de enero de 2001
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_20010106_novo-millennio-
ineunte_sp.html
42
Preguntas
QUINTO DIA
APENDICE
RESUMEN DEL TEXTO DE APÀRECIDA
los discípulos para que la vida humana sea “santa”, ungida por el Espíritu, y
con santidad que sea luz en lugares concretos. Es notable el detalle que DA da
a la formación de la cual depende la vitalidad del discipulado y de la misión. A
diferencia de los primeros discípulos, el encuentro con Jesucristo es realizado
por nosotros a través de las presencias en nuestro mundo. El significado es el
mismo Jesús que viene a nuestro encuentro, los signos son diferentes,
acciones de escuchar su Palabra, de celebrar la Eucaristía, de recocerlo en
personas, como los sucesores de los apóstoles, los hermanos de la
comunidad, pero también y más allá de todas las fronteras de la iglesia, en todo
ser humano que sufre.