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Tema | La relación terapéutica

Módulo | Evaluación Clínica Y Tratamiento Terapeútico

Manuela Martínez Lorca

INTRODUCCIÓN Contenido
El resultado de la psicoterapia, independientemente de la corriente psicológica
Introducción
del terapeuta, radica en la capacidad para conseguir una alianza terapéutica o lo
que es lo mismo el establecimiento de un buen vínculo terapéutico. Elementos del vínculo o
relación terapéutica
Goldstein y Myers (1986) definen vínculo terapéutico como una relación como
terapéutica o positiva como sentimientos de agrado, respeto y confianza entre el Características personales,
profesional y el paciente, experimentando ambos un sentimiento de “nosotros”, actitudinales, emocionales
desarrollando un vínculo emocional positivo. y conductuales del
psicoterapeuta
El establecimiento eficaz de una relación terapéutica o de lo que es lo
mismo de un vínculo terapéutico entre el paciente y el terapeuta se considera Características personales,
esencial para el éxito del proceso de tratamiento y para la psicoterapia. Así, actitudinales, emocionales
la propia relación terapéutica resulta terapéutica per se, por derecho propio. y conductuales del
Porque se influye en el paciente y mucho y se debe admitir y ser consciente de paciente que van a
ello, ejerciendo una influencia beneficiosa para el paciente, dentro del marco suponer una dificultad en
terapéutico de la intervención para ser palancas movilizadoras para producir ese la relación terapéutica
cambio terapéutico tan necesario para el paciente.
Vinculación emocional
En realización de la historia clínica psicológica, lo importante es no cometer mediante la técnica u
errores, los más habituales son:
Bibliografía
• Reforzar de forma insuficiente.
• Refuerzos indiscriminados.
• No especificar y concretar la información recogida.
• No equilibrar tipos de preguntas (abiertas-cerradas).
• Preguntar muchas cosas a la vez.
• Excesivo control y directividad.
• Comunicación no verbal inadecuada (pasividad, agresividad).
• Pasar por alto la comunicación no verbal del entrevistado.
• Sobrestimar la “fragilidad”. Evitar temas.
• Tratar temas o información poco relevante.
• Interrumpir.
• Registro inadecuado y/o insuficiente de la información.
• “Edadismo”.
• Realizar acusaciones, críticas, juicios.
• Discutir.

ELEMENTOS DEL VÍNCULO O RELACIÓN
TERAPÉUTICA
En ocasiones en la intervención terapéutica
el profesional se olvida del paciente ya que el
terapeuta está más preocupado de sí mismo y en qué
y cómo hacer que llega a olvidarse del paciente. Así,
tendría lugar una ambivalencia entre una parte más
intelectual u organizadora caracterizada por analizar
lo que está pasando, calcular lo que tiene que hacer,
preguntar, controlar la situación, etcétera., y una
parte más emocional o respondedora caracterizada
por la intuición, donde no hay filtros, percibe los
mensajes que nacen de uno mismo en la situación
con el paciente estando continuamente en contacto
con las emociones, sensaciones y sentimientos.
Estas dos partes se alternan dentro de la cabeza
del psicoterapeuta, por describirlo gráficamente,
y es ahí donde se olvida paciente, se olvida mirar
y lo que es peor, se olvida admirarle, elemento
fundamentales para establecer una buena relación
terapéutica.
Muchos pueden ser los elementos que influyen
y mejoran el vínculo terapéutico y por tanto el efecto
de la terapia. Se pasa a numerar algunos de ellos:
• Las expectativas de éxito del paciente.
Frecuentemente, estas expectativas son
suficientes por sí mismas para conseguir una
mejoría importante ya que los pacientes que
confían en la terapia se implican más y mejor en
el proceso.
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• El respeto y admiración. Mirar al paciente y
admirarle. Al sentirse admirado podrá conseguir
su propia admiración. Se le admira para que
pueda admirarse a sí mismo. En una situación
compleja es difícil admirarse, sin embargo,
independientemente de ello, en el paciente que
acude a la consulta psicológica hay que admirar:
• Su capacidad de sufrimiento.
• Sus intentos de adaptarse a aquello que le
está tocando vivir.
• Su valentía en sus decisiones
• El pedir ayuda y trabajar consigo mismo para
autodescubrirse.
• Sus avances.
• Sus capacidades.
• Sus partes sanas, etcétera.
• La confianza total. Se tiene que creer en el
paciente y el paciente creerá en él. Y al recibir el
paciente esa confianza por parte del profesional,
confiará más en él, tendrá un auto diálogo
más saludable y una motivación positiva para
consigo mismo, convirtiéndonos en PERSONA
DE REFERENCIA PARA EL MISMO. Ya que el sentir
que el psicoterapeuta sabe cómo se siente su
paciente es uno de los factores fundamentales
para el establecimiento del vínculo y conseguir el
cambio terapéutico. Además, es importantísimo
conseguir la confianza del paciente en el
especialista y se le debe agradecer y hacérselo
saber. Es fundamental no defraudar esa fianza
que el paciente da, dar confianza es estar con-
fianza y eso es crucial.

• Ser autoridad. Ser una figura de autoridad para
el paciente en una relación de asimetría donde
se es el referente y el paciente el referido. El
terapeuta debe ser autoridad en conocimiento
técnico, en saber lo que le pasa al paciente, en
hacerle saber que ha captado lo que le sucede
y se le va a ayudar. Desde esa asimetría el
paciente irá ganando en autonomía, dónde
irá asimilando, acomodando y poniendo en
acción los cambios conductuales, cognitivos,
emocionales, etcétera. necesarios para su
mejoría personal.
• Admisión incondicional del paciente. Admitir y
aceptar todo lo que el paciente trae a las sesiones
de psicoterapia, es decir, sus formas de actuar
con él mismo y con los demás, sus resistencias,
conductas arriesgadas, sus síntomas,
pensamientos irracionales, dificultades
cotidianas, sus emociones, sus sentimientos,
su miedo, su rabia, su inseguridad, etcétera. Es
decir, todo lo que le pasa al paciente o lo cree
que le pasa o lo que es lo mismo la realidad de
segundo orden del paciente (el significado que
el paciente atribuye a aquello que le pasa, a sus
síntomas, su patología, sus problemas, es decir,
su representación mental, cómo vive e interpreta
eso que le pasa).
Todo esto se recoge en la consulta y se acoge sin
juzgar, sin criticar, sin burlarse de él, se va de
manera incondicional.
• Estar presente en la vida del paciente. El paciente
tiene que sentir la presencia del psicoterapeuta
en su vida, es como si el paciente tuviera
presentes los mensajes de éste, interiorizar
los consejos, prescripciones, pautas, recursos,
etcétera. De manera que el paciente llegará un
momento que tendrá introyectado al terapeuta
y en situaciones de su vida cotidiana fuera de
la sesión podría decir “que me diría X ahora”
o “cómo tengo que hacer según lo que se ha
trabajado en la consulta con X”.
• Acompañamiento. Es necesario acompañar
al paciente en toda la intervención, así el
paciente siente la presencia no sólo física del
psicólogo sino lo que es más importante, el
estar. Para poder estar en este acompañamiento
o acompasamiento, se pueden utilizar una serie
de estrategias, en algunos casos muy sutiles o
casi imperceptibles por parte del psicoterapeuta
que redundaría en una mayor comprensión de
los problemas que tiene el paciente:
• En El Lenguaje Verbal.
• En El Lenguaje No Verbal.
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• En Los Mecanismos De Defensa Que Tenga El
Paciente.
• En Su Resistencia.
• En Su Respiración.
• En Los Signos Emocionales (Como Por Ejemplo,
La Postura Que Adopta, Gestos, Su Expresión
Facial, El Contacto Ocular Y El Tono De Voz).
• En Su Vocabulario, Es Decir, El Terapeuta
Utilizaría Frases Literales Del Paciente,
Nombres, Coletillas, Formas De Usar El
Vocabulario.
• En Su Modo De Representar Sus Problemas A
Través de su sistema de representación visual,
auditivo o kinestésico, etcétera.
• Contención. Se tiene que tener la capacidad
de contener los síntomas, el malestar, el dolor,
los problemas que presenta, el sufrimiento, la
rabia por lo que le ha pasado y está viviendo,
el miedo, la vergüenza, la pérdida, la inquietud,
el llanto, etcétera. Todos estos elementos
citados y cualquier otro que tenga lugar en la
consulta deben ser contenidos, encauzados y
reestructurados no para que desaparezcan sino
para ser canalizados de forma más adecuada,
fructífera y satisfactoria para el paciente. Para
poder contener es aconsejable utilizar una serie
de estrategias lo que redundará en una mayor
comprensión de los problemas que tiene el
paciente:
• Dejándole hablar.
• Dejándole llorar.
• Poniendo nombre a lo que le pasa.
• Legitimando sus emociones.
• Regulando su respiración.
• Haciendo ejercicios de relajación, respiración,
contención, etcétera.
• Escoltar. Ser escolta es observar, vigilar, admirar,
orientar, dar seguridad, acompasar, contener,
conducir, acompañar y proteger al paciente. El
profesional no decide el futuro del paciente, le
acompaña en el trayecto, le lleva por el camino
más seguro. Para poder hacer de escolta es
aconsejable utilizar una serie de estrategias lo
que redundará en una mayor comprensión de los
problemas que tiene el paciente:
• No juzgar, criticar, enjuiciar, sacar
conclusiones.
• Observar mucho al paciente, de manera que el
terapeuta se hace un experto en observación
de sus pacientes.
• Admiración incondicional.
• Orientando al paciente en la solución,
alternativas, etcétera.

CARACTERÍSTICAS PERSONALES,
ACTITUDINALES, EMOCIONALES Y
CONDUCTUALES DEL PSICOTERAPEUTA
En numerosas ocasiones van a aparecer
características o situaciones difíciles o dificultades
en el profesional que harán más costoso la relación
terapéutica. Se enumerarán algunas de ellas:
• La vocación es un pilar fundamental en la
profesión de la Psicología Clínica y de la
Salud, sin embargo, en algunas ocasiones
algunos profesionales pueden perder ésta,
desapareciendo el interés sincero por la persona.
• Falta de autoconocimiento.
• Falta de capacidad de autorregulación
emocional, de manera que el terapeuta
experimenta intensas reacciones emocionales
ante el paciente y no saber gestionarlas.
• Ausencia de conocimiento de contextos
socioculturales diversos y de la diversidad
cultural.
• Miedo o falta de confianza en su saber hacer,
pudiendo ocurrir que el profesional se queda
bloqueado y no sabe cómo seguir.
• Aparición de rigidez y ausencia de flexibilidad.
• Ausencia de los principios éticos, profesionales
y deontológicos de la profesión.
• El terapeuta no hace una escucha activa.
• Falta de empatía, aceptación y admiración
incondicional, autenticidad
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• Tendencia a etiquetar a un paciente como difícil
en vez de ver la situación como un problema a
resolver
• El profesional presenta o ha presentado el
mismo problema del paciente o algún familiar,
no que hay una implicación personal y emocional
muy grande que puede distorsionar la relación
vincular.
• Incomodidad e inadecuado manejo de los
silencios del paciente
• El profesional está preocupado por su propia
competencia.
• El profesional busca ser apreciado por el
paciente, lo que le lleva a anteponer sus
necesidades personales a los objetivos de la
terapia.
CARACTERÍSTICAS PERSONALES,
ACTITUDINALES, EMOCIONALES Y
CONDUCTUALES DEL PACIENTE QUE
VAN A SUPONER UNA DIFICULTAD EN LA
RELACIÓN TERAPÉUTICA
En numerosas ocasiones van a aparecer
características o situaciones difíciles o dificultades
en el paciente que harán más costoso la relación
terapéutica. Pasamos a enumerar algunas de ellas:
• El paciente no acude a consulta voluntariamente,
sino presionado, llevado por otros o en algunos
casos es derivado por otro colega.

• Le cuesta hablar de lo que le pasa.
• Responde muy brevemente a las preguntas o
divaga.
• Es prolijo (demasiado extenso) en sus respuestas
o explicaciones.
• Llora de repente o desconsoladamente.
• Manifiesta que para seguir como está no merece
la pena seguir viviendo
• Hace preguntas personales al profesional.
• Da a entender que el profesional puede tener
muy poca experiencia en casos como el suyo.
• El paciente cree que si el psicólogo no ha pasado
por lo mismo que él, difícilmente le podrá
comprender y tratar eficazmente.
• Inventa o distorsiona información acerca de lo
que le pasa o de las pautas del tratamiento.
• El paciente manifiesta una urgencia por el
tratamiento sin terminar la fase de evaluación o
de diagnóstico.
• El paciente puede haber dado permiso para
entrevistar a alguien de la familia y luego quiere
saber qué han hablado.
• Duda acerca de iniciar o seguir o la eficacia del
tratamiento.
• Llega tarde, no acude a las citas y no avisa para
anular éstas.
• Intenta prolongar las sesiones y al final de la
misma saca un tema relevante y significativo
para su evolución o para la terapia.
• Tienen un autodiálogo negativo.
• Manifiesta unas actitudes excesivamente
positivas o negativas hacia el terapeuta.
• Presenta un comportamiento agresivo.
VINCULACIÓN EMOCIONAL MEDIANTE
LA TÉCNICA U
No hay relación humana, ni supervivencia,
ni comunicación si no se establece un vínculo. El
vínculo es ese espacio mágico que se produce entre
dos personas. En el vínculo terapéutico (vínculo
singular similar al que se produce con las personas
esenciales en las etapas más tempranas de la
existencia) se establece un marco de seguridad y
de interacción entre el terapeuta y el paciente, que
posibilita una segunda oportunidad en la que el
sujeto que sufre puede modificar aquellas memorias
que le tienen subordinado en la enfermedad. Cuándo
esto es así, no sólo mejoran los síntomas y se disipan
los conflictos sino que aparece una capacidad en el
sujeto para seguir su sendero vital, y tener saldadas
sus necesidades básicas primarias (Aguado, 20092).
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Dentro de la relación vincular terapéutica un
elemento importante han sido y son las habilidades
comunicativas (Aguado, 2005; Alonso, Ruiz y Ricardo,
2012; Hernández-Torres, Fernández-Ortega, Irigoyen-
Coria y Hernández-Hernández, 2006; Rodríguez,
Blanco y Parra, 2012; Vogel, Leonhart & Helmes,
2007). Además, de una buena gestión emocional
para conseguirlo, un primer paso es conocer cuáles
son las emociones. Así, se puede destacar distintas
teorizaciones a lo largo de las últimas décadas
dónde se ha propuesto la existencia de 7 emociones
básicas o primarias (miedo, rabia, asco, sorpresa,
culpa, tristeza y alegría) (Ekman, 1999; Lewis, 2000).
Recientemente, Aguado (2014, 2015) establece
la existencia de 3 nuevas emociones básicas o
primarias (curiosidad, admiración y seguridad) que
se añaden a las 7 ya existentes, contando con un
total de 10 emociones básicas o primarias.
Un segundo paso es realizar una adecuada
gestión emocional, tanto si lo que se intenta
gestionar son las emociones propias, como si lo
que se está gestionando es la respuesta emocional
de alguien, consiguiendo obtener una respuesta
emocional adecuada para cada situación estimular lo
que se esté viviendo (Aguado, 2015, 2014; Barbero,
Fernández-Herreruela, García-Llana, Mayoral-Pulido
y Jiménez-Yuste, 2013; Martínez-Lorca, Martínez-
Lorca, Aguado, Zabala-Baños, 2015; Martínez-Lorca,
Martínez-Lorca, Aguado y Zabala-Baños, 2016;
Martínez-Lorca, Zabala-Baños, Aguado, Martínez-
Lorca y Morales, 2016; Martínez-Lorca, Zabala-
Baños, Aguado, Morales y Martínez-Lorca, 2016).
Con todo ello, en la técnica U (Figura1) se tiene un
paradigma donde se descubre al otro, ayudándole
desde la esfera profesional a poder gestionar sus
emociones y con ello tener la capacidad de ser
consciente de como su estado emocional repercute
en su manera de vivir (Aguado, 2014; Martínez-
Lorca, Martínez-Lorca, Aguado, Zabala-Baños, 2015;
Martínez-Lorca, Martínez-Lorca, Aguado y Zabala-
Baños, 2016).
Es decir, se cuenta con un paradigma donde se
descubre al otro, simpatizando con lo que siente.
Se siente lo que hace sentir y permita gestionarse
para luego poder sentir el antídoto que se contagia
al paciente.

Figura 1: Gráfico de la técnica U
Consta de cuatro movimientos: simpatizar,
empatizar, sentir la emoción antídoto y contagiar
dicha emoción antídoto con el objetivo de que
el referente independientemente de quien sea
(psicólogo, psicoterapéuta, profesional sanitario,
maestro, profesor, padre, madre, etcétera) reconozca
su estado emocional en cada momento de la relación
vincular con el referido, a saber, el paciente, alumno
o hijo:
• Al primer momento se llama SIMPATIZAR. Lo que
se hace es ponerse en la piel del otro, “calzarse
los zapatos del otro” para “SENTIR LO QUE EL
OTRO SIENTE”, es decir se es capaz de detectar
la emoción en la que se encuentra el paciente (el
referido).
• Un segundo momento es lo que se denomina
EMPATIZAR. Cuando se empatiza lo que
realmente se hace es sentir lo que uno siente
al sentir lo que el otro siente. Es decir, darse
cuenta, SER CONSCIENTES, DE LA EMOCIÓN QUE
PROVOCA SENTIR LA EMOCIÓN QUE SIENTE EL
PACIENTE. Por lo tanto en este momento se está
en el eje del referente, es decir, en uno mismo.
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Una vez que se es conscientes de la emoción
que se siente al sentir la emoción del otro, se está
acompasando emocionalmente al otro. Acompasar
es necesario para poder realizar gestión emocional
sobre otra persona, si no se acompasa no hay
conexión, no se establece un vínculo. Cuando se
consigue acompasar se produce una conexión, una
vinculación que va a permitir poder realizar los
siguientes pasos.
Para hacer un buen acompasamiento las
emociones estrella que se tienen que sentir para
acompasar son curiosidad y admiración ya que son
dos emociones que mantiene en un estado de calma
y control como referentes, siendo no percibidas
por el sujeto como emociones que le ridiculizan o
simplemente no le comprenden. Por ejemplo, es
como si se le dijera al paciente “estamos interesados
en lo que te pasa y en este contexto conmigo puedes

contarlo ya que te estoy acompañando”. Otro
ejemplo es cuando el paciente siente rabia, tristeza o
miedo, si se siente la curiosidad, se le está diciendo
de alguna forma “me importa lo que te pasa, estoy
interesado en saberlo y compartirlo. Es importante
que sepas lo que te pasa y para que lo descubras te
acompaño”.
Con todo esto, lo que se ha conseguido hasta
ahora es acompasar. Es decir la suma de simpatizar
y empatizar favoreciendo el vínculo entre el
profesional y el paciente lo que permite continuar
con una adecuada gestión emocional por ambas
pates.
• El tercer momento, es la CONDUCCION. Se tienen
que volver a gestionar las emociones y colocarse
en una emoción antídoto a la que sentía el
paciente en el primer momento, el de simpatizar.
Se tiene que intentar instalar en la emoción
adecuada para la situación que vive el paciente,
a esta emoción llama emoción antídoto.
La emoción antídoto estrella es la seguridad.
También emociones eficaces como antídoto para
las emociones desajustadas del paciente son de
nuevo la curiosidad y la admiración.
• Finalmente, se tiene que CONTAGIAR al paciente
la emoción antídoto. Una vez se siente la emoción
antídoto se va a contagiar al sujeto, se le va a
conducir creando un clima en el que la emoción
antídoto esté presente en todo momento, se
dará cuenta que en ese momento y poco a poco,
el paciente irá acercándose hacia esta emoción,
aunque según los casos y el momento, puede
que tenga picos donde vuelve a la emoción
desajustada, y luego otra vez va instalándose en
la emoción antídoto que se le propone.
Estos cuatro momentos, no necesitan de
expresiones verbales, es simplemente un estar, un
sentir que se comunica con la presencia, cuando
esto ocurre la motricidad, la cara, la expresión no
verbal, incidirá en el cerebro del sujeto creándose
un clima de cambio.
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