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Eje conceptual: el arte como materialización del mito y la acción ritual.

(Marcela Anduchow)

El arte como materialización del mito y la acción ritual

El arte es operatoria, un proceso, una actividad donde interviene un hombre


o varios y un producto (objeto artístico). Este puede ser un acontecimiento, una
cosa material o una idea. Este producto tiene una significación.

El significado del objeto artístico está basado en una relación social


(productor- consumidor). En tanto se tiene, en líneas generales la misma idea de
lo que es artístico, la conversación es fluida.

Pero a medida que la idea que se tiene de arte varía entre el hacedor y el
observador, la comunicación significativa comienza a desvanecerse y surgen
interferencias. La autora propone para poder entrar en contacto con ese otro
cultural, establecer la relación partiendo del supuesto de que el producto artístico
contiene un mensaje inteligente, un algo significativo. Par lo cual, para establecer
el diálogo, va a ser necesaria una contextualización.

En el arte paleolítico y de las culturas originarias se observa un tipo


particular de producción estética dentro de una trama de marcado carácter
sagrado. La obra es la materialización del mito. No existe el intercambio. La obra
es el acto creador del hacedor que prioriza el proceso de elaboración de la obra.
No hace falta la firma para leer la obra.

La obra es la consubstanciación del mito y por ende tiene una única lectura
(interpretación). El artista cumple el rol de mediador entre el conocimiento de lo
sagrado y su capacidad técnica de plasmar en imágenes el profundo contenido
simbólico que configura su imaginario. El papel que cumple el hacedor es el de un
especialista calificado. La obra es comprendida durante su participación ritual, es
accesible a todo integrante de esa cultura.

El nacimiento de la conducta simbólica se produjo hacia los 40 mil años. El


simbolismo implica la capacidad de hacer sustituciones mentales y de aprehender

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asociaciones entre gente, objeto y contexto. Un proceso simbólico exige memoria
y renovación periódica a través de un ritual repetitivo. Los objetos utilizados en
esos rituales tienden a la estandarización, lo cual conduce a la creación de una
forma de arte compartida. Es decir, que el arte surge como expresión de un
comportamiento simbólico, en un contexto sagrado y afirmándose en una
exigencia de renovación del mundo y de sus aspectos desplegada en el ritual.

Para la historia del arte occidental a partir del s. VI a.c se produce una
situación “bisagra” intermedia entre el pensamiento sagrado y pensamiento
filosófico: la irrupción de la filosofía y la democracia ciudadana marcarán las obras
artísticas que en este contexto se produzcan. Va haber una convivencia de un
antiguo sistema de creencias (relacionado con el pensamiento mítico) y uno nuevo
(relacionado con el pensamiento racional) que emergen en la experiencia teatral.

El objeto artístico, en Grecia (una obra teatral, un teatro, una pieza de


cerámica) tiene una vida propia. No se trata de objetos sagrados, no se
consustancian con el mito. Pero algunos de estos objetos sirven para rememorar,
conmemorar, de manera activa y colectiva, una acción ritual. Pero también
estructuran al teatro griego elementos que pertenecen al mundo social.

En resumen, en Grecia hay una puesta en escena (fuertemente ritualizada),


una materialización de la nueva concepción de hombre y de mundo: los dioses
crearon al mundo natural y los hombres al mundo social.

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Capítulo 1: El arte y lo simbólico (Marcelo Nusenovich)

Los símbolos son las principales producciones de vida mental humana.


Entramos en el mundo de lo simbólico cuando las cosas parcialmente dejan de ser
lo que son, para significar o aludir a cosas no visibles o perceptibles en el plano de
su evidencia.

La cultura puede considerarse un conjunto de sistemas simbólicos


(lenguaje, reglas matrimoniales, relaciones económicas, religión, etc). Todos
estos sistemas aportan “fibras” y estas construyen la trama de significaciones
simbólicas en que se desarrolla la vida humana.

Los signos son arbitrarios e inmotivados (Ejemplo: el signo “más”). Los


símbolos tienen una motivación histórico cultural (Ejemplo: el signo “+” en el
sistema cristiano es el símbolo de la cruz que rememora la experiencia de Jesús y
tiene su historia ya que el cristianismo no siempre representó a Cristo en el
momento de su muerto).

Los símbolos relacionan especialmente el mundo del arte y la religión. En


ambos, los sonidos, figuras, acciones y palabras aluden a menudo a cosas que no
están ahí. El autor plantea una relación entre los símbolos y el poder ya que
expresan y sitúan jerárquicamente valores sostenedores de estructuras.

Por el carácter simbólico de todo arte (su capacidad de mostrar algo que no
está ahí) y el carácter histórico, dinámico o performativo de los símbolos (cada
cultura, localmente situada, va construyendo o modelando el significado de los
símbolos con sus prácticas), la historia del arte está relacionada casi siempre con
rituales específicos de apropiación o agenciamiento que requieren para su
interpretación de la colaboración con la antropología y otras ciencias interesadas
en los símbolos, además de la historia.

El mito

Su definición tradicional: son relatos orales, colectivos y anónimos que


cuentan un origen. El pensamiento racionalista (explicar los procesos naturales sin

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acudir a la explicaciones míticas) iniciado en Grecia y desarrollado plenamente por
la modernidad los opone tanto a la historia como al logos.

El pensamiento racionalista, relacionado con el método científico, el


desarrollo técnico y tecnológico, comienza a ser cuestionado a fines del siglo XIX
en pleno auge de la modernidad.

Dos modos de entender las relaciones entre mito y ritual

Dos posiciones dentro de las Ciencias Sociales contemporáneas: 1) El mito


antecede al rito. 2) Mito y rito son simultáneos.

Dentro de las primeras se encuentran el Estructuralismo. Esta teoría tiene


su origen en la Lingüística. El acento recae en las relaciones de anterioridad
ejercidas por todo sistema por sobre toda práctica (Ej: la lengua por sobre el
habla), incluida la relación de anterioridad del mito sobre el ritual, por lo que el
ritual queda relegado a la mera reproducción del mito y la práctica ritual en si no
ofrece lugar para la experimentación ni para la creación.

El mito es una de las explicaciones favoritas del estructuralismo, ya que en


la construcción presentada el pensamiento mítico parece exponer estas
dicotomías y mediaciones, que acortan la distancia entre el intelecto y lo
incomprensible. N le dan una gran importancia al ritual, menos aún como
contraparte creativa del mito.

Mircea Eliade plantea que las categorías de pensar mítico son aspectos o
temas universales, o sea que aparecen en todos los mitos, sin distinciones
históricas ni culturales. El autor sintetiza cada una de estas categorías:

Idea de divinidad: se relaciona con la presencia de fuerzas o poderes


sobrehumanos que pueden manifestarse de diversas maneras.

Espacio sacralizado: el espacio mítico es un espacio “sagrado”, es decir ocupado


plenamente por lo sobrenatural, simbólico e imaginario, lo que permite la

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coexistencia temporal-espacial de hechos, centros o niveles distanciados desde el
punto de vista de la geografía, historia, etc.

Tiempo sacralizado: la idea temporal presente en los mitos es circular. En el mito


se vinculan la alternancia y la simultaneidad que el progreso de un estado con
respecto a otro.

Pensamiento analógico y causal: podemos encontrar en el relato mítico las


mismas relaciones de causa y efecto que se encuentran en el pensamiento lógico,
conviviendo con otras no observables, como las analogías o verdades que las
cosas ocultan tras su apariencia.

Mundo sexualizado: el mito planteo un mundo sexualizado, fruto de la cópula entre


poderes complementarios.

Dentro de la segunda posición el rito también es productor de sentido y


no mera repetición de lo ya expresado en el mito. Responden a esta línea aquellos
enfoques que privilegian la experiencia y el acontecer, los procesos de
constitución por sobre el sistema y la estructura, entre ellos la simbología
comparativa. Según el primer intento de explicación para que algo actúe debía
existir previamente; en cambio, para esta línea interpretativa la propia acción es
creadora y mutadora de los sentidos y materialidades. Los símbolos, los mitos y
los ritos se van construyendo juntos.

El rito no es una mera repetición de fórmulas fijas, sino que es la fuente


generadora por excelencia de la cultura y la estructura. Los ritos iniciáticos
cumplen ciertos pasos que comienzan con la separación de los individuos del
resto de la comunidad y de la existencia cotidiana.

El mito no es anterior al ritual, son su contrapartida o el laboratorio


experimental donde la cultura se reproduce mediante el ejercicio de sus facultades
creativas. El mito considerado como una exposición en palabras dice lo mismo
que el rito considerado como exposición de unidades dramáticas o formas de
acción.

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