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Título: TIEMPOS POSIBLES DE LA TRANSFERENCIA EN UNA

ADOLESCENTE: EFECTOS EN LA SUBJETIVIDAD


Title: POSSIBLE TIMES OF AN ADOLESCENT TRANSFERENCE: EFFECTS ON
SUBJECTITITY
Institución: Facultad de Psicología. U.B.A.
UBACyT - Programación 2013-2016 - Proyecto: 20720120200038BA
Autores: Franco, Adriana Noemí; Tkach, Carlos E.; Calmels, Julieta; Eiberman,
Federico; Germade, Agustina; Gomez, Valeria M.; Mena, M. Inés; Peñaloza, Nancy
M.; Pucci, María Victoria; Sverdloff, Julia; Toporosi, Susana; Woloski, Elena
Graciela.

adrifrancopsi@gmail.com
Temática: Ciencias de la Salud Humana / Psicología Clínica con Adolescentes
Resumen
El presente desarrollo se inscribe en la investigación “Modalidades de las
transferencias de pacientes adolescentes que han sido abusados
sexualmente en la infancia”. A partir de un caso de la práctica clínica se intenta
dar cuenta de la apertura y devenir de la transferencia que, sostenida en el lazo
analizante-analista, devela la continuidad-discontinuidad de los tiempos
necesarios y propicios para que poco a poco lo disociado-silenciado que conlleva
lo traumático: el abuso sexual vivido alrededor de los 8 años de edad, tenga lugar.
Eso traumático se presenta como reviviscencia, no como recuerdo. Lo escindido
(no reprimido) retorna y algo nuevo se produce: el abrazo y la mirada de la
analista marca -como intervención en transferencia, el procesamiento de eso que
era y sigue siendo tan excesivo.
Palabras Claves
Modalidades de la Transferencia
Escindido-Disociado
Efectos subjetivos
Función del analista
Abstract
This development is a part of the investigation “Transference Modalities of
adolescent patients who have been sexually abused in childhood”. From a
clinical practice case, it is attemped to account of the opening and future of the
transference. This phenomenon, when sustained in the analysand-analyst link,
reveals the continuity-discontinuity of the necessary and adequate times for the
disassociated-silenced connected to the traumatic to take place little by little; that
is, the sexual abuse experience around the age of eight. That traumatic episode is
presented as a flashback, not as a memory. What is divided (not repressed)
returns and something new takes place: the hug and look of the analyst marks – as
intervention in transference- the processing of what was and remains so excessive.
Key words
Transference modalities
Divided-Disassociated
Subjective effects
The analyst’s task

El presente desarrollo se inscribe en el marco de investigación UBACyT 2013-


2016 que indaga sobre “Modalidades de las transferencias de pacientes
adolescentes que han sido abusados sexualmente en la infancia” i.Código:
20720120200038, Director: Tkach, Carlos, E. Co-directora: Franco, Adriana N.

Introducción
El trabajo escrito expresa el estudio teórico-clínico de uno de los casos
considerados como unidades de análisis de la investigación: “Caso Alba” y tiene
como antecedente el trabajo presentado por el equipo en el Anuario de
Investigaciones Volumen XXI “Los modos de relatar/contar/narrar el abuso sexual
sufrido en la Infancia por Adolescentes en tratamiento psicoanalítico”(2013- 2016)

Abordar el tema sobre la transferencia, su instalación y despliegue define el


tiempo de trabajo de un análisis, caracterizado por las particularidades de ese
“lazo social” que se establece entre un sujeto que demanda alivio para su
padecimiento y un analista, que al estar dispuesto a alojar esa demanda ocupara
la posición de “sujeto supuesto saber”, en tanto que el que consulta -en relación
con su síntoma- encuentra los límites de su propio saber, ese saber que trae al
momento de la consulta y no basta.

El siguiente desarrollo intenta dar cuenta de la apertura y devenir de la


transferencia, la relevancia de las modalidades y sus tiempos lógicos, revelando
de este modo, los efectos en el analizante a partir de constatar en el transcurso
del análisis, ciertos virajes, cambio o modificación en la “posición subjetiva”. Con
este propósito trataremos el momento transferencial en el que una adolescente
que llamaremos “Alba”, de 18 años, pone palabras a una escena de abuso sexual
vivida alrededor de los 7 u 8 años. Vivencia que dejo su marca traumática,
silenciada hasta el momento que la transferencia –sostenida en el lazo analizante-
analista- propicio un decir no sólo con palabras y lágrimas, también su cuerpo
habló especialmente ese día, en esa particular sesión.

Desarrollo

La importancia de considerar la etimología de la palabra adolescencia nos remite a


tratar de entender lo delicado y frágil de la instalación de la transferencia, pero
además, revela un tiempo subjetivo que vacila en la ambigüedad que va de lo
desconcertante a lo esperanzador que pueda proveer la vida. Proveniente del
verbo “adolescer” y a su vez del latín adolescere, en tanto adolece, padece o le
falta algo; en otras palabras: a lo que no anda en relación a un momento subjetivo
a destiempo. Así mismo en latín la palabra “adolescentia” refiere a lo que era para
los romanos “el que porta el fuego de la vida nueva”, que alude al crecer y
desarrollarse de la razón-(Valentini, R. 2008, pg. 286). Podríamos entender esta
segunda acepción, como apuesta al deseo, búsqueda de algo distinto aunque no
pueda dar cuenta de qué. Esto último, en parte, es una de las razones que
motivaron el nombre elegido: “Alba”.
Los rasgos o características de la adolescencia y en particular de esta paciente-
analizante, nos remite a la metamorfosis de la pubertad freudiana que relanza
hacia un tiempo de comprender (potencialidad de asumir subjetivamente el cuerpo
sexuado genitalmente) y de ver.
El lugar del analista (durante bastante tiempo), lejos de funcionar como causa, es
demandado desde el campo imaginario (comprensión-contención), con escenas
de mostración al Otro (acting), variando hacia el lugar del Ideal del yo, con su
correspondiente ambivalencia amor-odio, que van marcando los distintos
momentos de interrupción y continuidad.
Quedando aún pendiente un tiempo de concluir con la correspondiente caída del
analista y desenlace de la transferencia.

Comenzaremos ubicando el motivo de su consulta y ciertos señalamientos


relevantes de su historia:

Alba consulta por primera vez a los 16 años, había leído “psicóloga” en la placa de
un policonsultorio cerca de su casa. En la primera entrevista dice que hace tiempo
que no está bien y que “cree estar” en el lugar indicado. Había una transferencia,
que podríamos definir como imaginaria, en relación al espacio del policonsultorio,
ya que una parte de la familia (tías y primos) se trataban con los especialistas del
lugar. Un rasgo de confiabilidad y una vaga esperanza, favoreció su acercamiento
y pedido de consulta, a la vez que deja entrever cierta desconfianza y temor.

1- Conociendo a Alba: Instalación de la Transferencia

La primera entrevista, marca el camino de los primeros tiempos:


Cursaba su 2do año secundario, vivía con sus padres y su madre se encontraba
internada en una institución neuropsiquiátrica; otros familiares, fundamentalmente
abuela y tías paternas vivían en el mismo barrio.
Así comienza a hablar (así se presenta), pero inmediatamente interrumpe y dice
que “de eso no quiere hablar”. Deslizo rápidamente que su padre es un “borracho”,
“sin plata” y “pendenciero”, además de no ocuparse demasiado de la madre;
celebra que esté la familia, pero “hasta ahí”.
Varias inquietudes y malestar motivaron su pedido de entrevista, pero una era la
más importante para ella en ese momento y consistía en la preocupación de sus
“celos”, teme que estos la enfermen. Cuenta que está de novia con un “chico” de
su edad, reconoce que él la quiere y se preocupa por ella, le ayudaba con los
honorarios de la consulta, con los gastos de material para la escuela, también
decía sentirse acompañada respecto a la complicada situación familiar por la que
atravesaba, pero ante una mínima sospecha que ella ubica como “desconfianza”
enlazada en los “celos” la invadía, seguido de una “desesperación” a que él la deje
(dejara). Decía –“él se va a cansar, le digo cosas horribles, a veces tengo ganas
de pegarle y me contengo, pero entonces le grito, no puedo parar”. Alba exigía
algo que ni ella se podía explicar, pregunta si “puede volverse loca”.
Transferencia mediante, comienza a ubicar que los momentos donde irrumpe la
desconfianza y los celos, se correspondían con los sentimientos más intensos de
amor hacia él –dependencia extrema - que a la vez desencadenaba el temor a ser
abandonada una y otra vez.
Durante un largo período relata situaciones similares, acompañadas de angustia e
inestabilidad emocional. Poco a poco, comienza a discernir el vínculo posesivo-
dependiente con su novio y un excesivo rechazo, cada vez que él la desilusiona
en sus expectativas.
Vale la pena considerar, que en relación a sus primos y amigas, Alba es
sumamente compañera, se preocupa por ellos y los contiene afectivamente
cuando les cuentan sus problemas, dice –“ellos son mi verdadera familia”.
Poder hablar de otras personas significativas en su vida, habilitó también transitar
nuevos caminos en la transferencia, pero además le posibilitó descubrir
estrategias o modos de hacer cuando la compulsión se presentaba con tanta
virulencia. Llegado este momento del análisis, logra cierta tranquilidad y una
primera respuesta que acota la idea que le perturbaba: si era (es) posible tener lo
mismo que su madre. También en este primer tramo del análisis, deja a su novio,
de quien se da cuenta que no estaba enamorada y tampoco quería casarse; esto
la entristece, reconoce en él una buena persona, que la quiere y la cuida. Se
lamenta no sentir lo mismo que él.
Manifiesta los primeros esbozos de humor, hace chistes respecto a su situación,
asimismo expresa cierto entusiasmo de poder encontrar “una salida”.
Las palabras: “loca” y “desconfianza”, comienzan a resonar y a combinarse de
distintas maneras, perdiendo así el valor de mortificación absoluta, tornándose
significantes que se desplegarán en la transferencia.
Primer movimiento en su posición subjetiva y también primera interrupción del
análisis, por “motivos económicos”. Regresa a los pocos meses, luego de haber
conseguido trabajo en un comercio que contemplaba su escolaridad.

La trama de la transferencia comienza a afianzarse y como plantea Winnicott, nos


invita a jugar en ese relato ficcionario de su verdad puesta en acto en sus decires.
Surge la pregunta, ¿Qué causó la interrupción?, una primera respuesta tentadora
se enlaza a concebir la “resistencia” como modalidad defensiva al servicio de no
saber o no avanzar en relación a su identificación con la madre: “loca” y su
expectativa correspondiente: “desconfianza”, que pone en serie a los hombres,
principalmente al padre. Otra respuesta posible que no anula la anterior, nos lleva
a considerar lo que Winnicott plantea como prueba al analista, el autor sostiene
que lo importante es “sobrevivir”, pasar la prueba es fundamental en el
afianzamiento de la transferencia, el analista entonces, es responsable en este
punto de la decisión (posición), respecto a los modos posibles de intervención. Ella
dice que va a volver, se pone en juego la espera sostenida en la presencia de una
analista que puede soportar que la abandone, asimismo, oportunidad para que su
temor al abandono devenga otra cosa, otra inscripción posible.
Reflexiones sobre la instalación de cierta continuidad subjetiva en transferencia:
Aquí hablamos de la analista sosteniendo a través de la permanencia en el estar
disponible sin rechazarla cuando se va y vuelve. Decíamos que a partir de las
rupturas de continuidad en la vida de esta adolescente, armar una continuidad en
la transferencia es fundamental. La mirada de la analista permaneciendo aunque
ella se vaya, permaneciendo hasta que vuelva. ¿Una mamá que soporta que ella
juegue a las escondidas y que no desaparece cuando ella se esconde, siendo un
soporte de esas operaciones simbolizantes?
A la luz de lo que sigue, la madre desaparecía y muchas veces ella habrá sentido
que no volvería más. En ese sentido una analista que soporte que ella “la mate” y
no se muera, que siga estando, es la experiencia transferencial más importante.

2- Demanda ver a la analista: Habla de los padres


Cuando Alba llama al analista, dice “necesito verte”.
La mirada, constituyo la vía regia de la transferencia. Ella encontró en el vínculo
que se establece con la analista, un rasgo: “la mirada sostenida”, rasgo que define
en términos de “confiable”.
Comienza a hablar de los lugares poco confiables, empezando por su “casa”.
Cuenta de las “depresiones” de su madre, motivo por el cual estuvo internada en
reiteradas ocasiones. La primera vez, fue cuando ella tenía dos años quedando al
cuidado de su abuela paterna; la que más recuerda fue a los 5 o 6 años, cuando
es llevada a un hogar de menores, no sabe con exactitud cuánto tiempo estuvo,
tampoco tiene recuerdos de si la pasó mal o bien en esa institución; sí recuerda
cuando su abuela paterna la lleva a vivir con ella hasta que la madre regresa de la
internación. De la abuela cuenta que era buena pero muy exigente, Alba se
reconoce como rebelde y cuestionadora, por este motivo discutían y en más de
una oportunidad se escapa (escapaba) de la casa. A su infancia la recuerda con
mucha tristeza, estaba enojada con todos, principalmente con la madre : su
enfermedad, los largos períodos de ausencia sean por internación o bien por
estados de postración. Siempre consideró la escuela como un lugar propio y
posibilitador –“ser alguien” (promesa futura; esperanza) y lugar donde estableció
relaciones con amigas y docentes.
Generalmente, cada vez que la madre regresaba de las internaciones le pide
(pedía) perdón, le dice (decía) que la quiere mucho y no quiere que nada le pase
(y no quería que nada malo le pasara). Alba define esos momentos de gran
conmoción, ternura y tristeza, sabe de la enfermedad de la madre, de su
impotencia, -la de ella y la de la madre-. En los períodos que la madre está estable
pasan mucho tiempo juntas, conversan le cuenta anécdotas de su juventud,
cocina, limpia y mantiene ordenada la casa, tampoco la madre puede explicar el
porqué de las recaídas. Ambas saben –argumenta-, que el desencadenante es la
presencia del padre. Dice “cada vez que viene mi papá todo se altera, él da
órdenes y la trata mal”, no entiende por qué la madre no le pide al padre que se
vaya para siempre, no entiende “por qué lo aguanta”.
El padre tiene 15 años más que la madre, oriundo de una provincia del norte de
nuestro país, sin estudios y con inestabilidad laboral “siempre anduvo de
changas”. Lo define como borracho y violento, suele enredarse en peleas
callejeras. Cuenta que cada vez que se va de la casa, amenaza con no volver, es
“irresponsable” y no puede hablar, “él es así”.

Reflexiones: Nuevamente algo importante se juega en esto de desaparecer y


volver a aparecer (el desencadenante de las caídas de la madre es la presencia
del padre. Cada vez que se va, cada vez que vuelve) La analista es alguien que
soporta que ella se vaya y vuelva sin caerse, teniendo el irse y volver al análisis el
valor de un experienciar constitutivo de las categorías de presencia-ausencia, que
podemos leer como aquello que no pudo construir con sus objetos primarios. Las
características de su historia familiar nos remiten a Winnicott y el concepto de
“deprivación” característico del fracaso del ambiente en la provisión necesaria
durante la infancia y adolescencia. El entramado familiar es de una particular
complejidad, tornándose el tema central en su análisis (por bastante tiempo), con
momentos de angustia e impotencia; pronto surgieron pesadillas, donde el factor
que se repetía era la situación de “abandono”.
Las sesiones dejaron de funcionar con la frecuencia semanal, pasando a acordar
cada vez el próximo encuentro, también la comunicación telefónica fue fluida y sin
horario.
Momento transferencial de extrema dependencia, el sostén –en términos
winnicottianos- y la presencia del analista, jugaron la función que daría lugar o no
a la implicancia subjetiva.
Significativamente comienzan las salidas nocturnas, al principio a casas de amigas
y amigos del barrio o de la escuela y en breve se extendieron a bares y otros
lugares, muchas veces se encuentra sola en la calle, dice que esto no le da miedo
y que descubrió que la noche le gusta, la encuentra divertida, se “olvida de todo”.
Podemos leer esas “salidas” como acting: mostración al Otro, llamado al Otro-
analista que aloje primero, para devenir (en otro tiempo), en la puesta en palabras.
La intervención del analista apuntó a implicarla transferencialmente en el espacio
analítico. Una vez más puesta a prueba al analista diría Winnicott, ocasión para
que la “dependencia absoluta” caiga y ambos analizante-analista continúen en el
espacio transicional propicio de la transferencia.
Finaliza la escuela y también renuncia al trabajo, argumenta que es injusto que “la
exploten”, se define como “anarquista”, igual que su abuelo paterno.
Es interesante esta identificación al servicio del ser, de tener una identidad y
pertenencia, en un grupo familiar tan vulnerable.
Segunda interrupción, dice que cuando consiga un nuevo trabajo regresa.
¿Vacila la transferencia, o se trata esta vez de “darle un descanso al analista”
(Winnicott)? O bien se abre la dimensión necesaria de un tiempo de silencio para
luego, continuar-empezar hablando de eso que se impone como inevitable a la vez
que necesario.

3- Habla de Ella: Reviviscencia en el espacio analítico

Paso aproximadamente un año cuando Alba vuelve a llamar. Pide ver a la


analista, continúa.
Cuenta que las salidas nocturnas siguieron, pero con menor frecuencia, algo
incomodaba, cree que tal vez se deba a que había empezado la facultad.
Los lugares por donde transita empiezan a ser caracterizados como agradables -
desagradables, se da cuenta que ahora no le da lo mismo, refiere a distintos
momentos del día, a los modos y tiempos en el encuentro sexual, manifiesta no
saber bien que hacer o cómo frenar algo que no sabe si quiere hacer. Es un
momento en el que está saliendo con chicos. Anteriormente estuvo viviendo unos
meses con un chico y ambos decidieron separarse porque los dos eran muy
celosos “nos íbamos a matar”. Habla de su tristeza, pero ahora cree –una vez
más- que no estaba enamorada; él todavía le pide de volver y ella dice, “además
no le creo”.
La madre estuvo más estable, no hubo que recurrir a ninguna internación y ella
dice que ahora podía entender que su madre no quisiera separarse del padre,
también se había dado cuenta que no era que lo necesitaba por “la enfermedad”
sino que realmente lo quería.
Las discusiones entre Alba y su padre comenzaron a ser cada vez más frecuentes
y llegaron a su punto álgido, de esto quería hablar. La asustaba el odio que le
tenía, a la vez que lo veía como un “pobre tipo”, siempre en estado de
embriaguez. Desde que ella se había ido de la casa, durante esos meses, el padre
fue el sostén económico. Alba discute a los gritos, lo insulta, lo amenaza que lo va
a denunciar a la policía si sigue bebiendo y maltratando a la madre. Me dice entre
sollozos que tiene que “irse de la casa, no aguanta más”, no sabe si ella es la
culpable de lo que sucede.
Estos relatos iban acompañados de una muletilla “vos ya sabes”, recurso
inconsciente que le permitía quedarse en lo anecdótico descriptivo y ahorrarse el
eslabón de la causa. Se le sugiere poner palabras a “ese saber”, se ríe y reclama
“¿para que repetir todo de nuevo?”.
En las sesiones siguientes, comienza hablando de sus intentos para llevarse mejor
con el padre; descubre o confirma en una larga conversación con su padre que
éste la quiere y que entiende de su enojo hacia él. Una vez más se siente más
tranquila con esa mezcla de tristeza y alegría. Habla de su relación con los
hombres, se queja: siempre termina en la misma situación “haciendo lo que ellos
le piden”, “en cualquier lugar”, se hace una intervención sobre esto último; vuelven
los recuerdos de su infancia que remiten, una vez más a un “no tener un lugar”.
Continúa contando las secuencias de su historia:
Después de la primera internación de su madre, el padre se va de la casa y por
tres años no regresa, por este motivo perdieron la casa que habitaban y su abuela
paterna y otros familiares trataron de acompañar y solventar los gastos, Alba vivió
en distintas casas, hasta que a partir de una pelea familiar, deciden llevarla a una
institución para menores. Ella cree que no debe haber estado mucho tiempo
porque no recuerda nada, hasta que la abuela la lleva a vivir con ella. Al tiempo
regresa su padre y junto con su madre van a vivir a una pieza de en un
“conventillo”, cuenta que era divertido porque jugaba con otros chicos del lugar. No
recuerda cuánto tiempo estuvieron viviendo ahí, pero recuerda que faltaba comida,
después su padre tuvo una pelea y tuvieron que irse nuevamente, está vez a la
casa de unos tíos, luego, el padre volvió a desaparecer y así siguió, viene y se va.
Reviviscencia en transferencia:
Cuando llega a la sesión siguiente continúa hablando –casi a los gritos-, de la
ambivalencia y furia que le causaba la presencia del padre en la casa. Rompe en
llantos y comienza a hablar de lo sucedido cuando vivieron en el conventillo: Alba
lo sitúa entre los 7 u 8 años, su madre no estaba ese día en la pieza y su padre
estaba borracho, ella quería tomar una leche pero no había azúcar, fue a pedirle a
un conocido del padre que ocupaba otra pieza. Intenta relatar lo sucedido: todo su
cuerpo comienza a temblar, sumamente acongojada recuerda y vuelve a sentir
sensaciones de asco en su cuerpo, el olor y la vos de ese hombre se hicieron
presente… llora largamente, no dejaba de temblar, la analista la abraza, ella
mirándola a los ojos dice: “era tan chiquita” .

Reflexiones acerca de cómo se procesa el traumatismo en el tratamiento


psicoanalítico:
¿Cómo aparece lo traumático? Como reviviscencia, no como recuerdo. Algo que
seguramente permaneció bajo los mecanismos de la escisión, el encapsulamiento
de la vivencia traumática, no bajo el mecanismo de la represión.
Eso escindido retorna como reviviscencia, pero esta vez con algo nuevo: el abrazo
y la mirada de la analista quien, transferencia mediante, permite otro
procesamiento de eso que era y sigue siendo tan excesivo. Ese papá al que no
pudo decirle “Yo voy a pedirle azúcar al vecino para la leche”, esa experiencia en
la que ella siendo “tan chiquita” tuvo que encargarse de sí misma como si fuera
grande. Ahora ella encuentra a la analista que la reconoce como chiquita y le
permite empezar a procesar algo de eso que quedó “intacto” después del
traumatismo. Casi como si ella trajera a la “chiquitita” que no pudo ser allá y
entonces, para que ahora pueda tener un lugar en la transferencia. Y lo encuentra
con esta analista. Esto es muy interesante porque permite ver cómo se procesan
los traumatismos en el análisis.
Después de esta sesión, Alba piensa que nunca va a perdonar a su padre,
también sabe que va a cuidar de su madre y seguirá consultando a especialistas
para saber si hay algo que pueda hacer para que su madre este mejor.
Alba necesita su lugar y acepta el ofrecimiento de uno de los departamentos que
el padre había hecho construir con el fin de asegurar un ingreso económico.
Ceden los sentimientos ambivalentes y las discusiones, pero los movimientos del
padre (si se va de la casa materna o si se queda) la mantienen alerta.
El tema de un proyecto profesional, laboral y de pareja comenzó a desplegarse.
En la relación con su padre, fue cediendo el enojo junto con sus exigencias de que
alguna vez sea otro. Surge un estado de tristeza, próximo al duelo de un padre
“responsable”.
Hasta aquí el recorte clínico.

Conclusiones
El lazo analizante-analista se sostuvo en la mirada. Mirada que funciono como
soporte necesario, como causa. Mirada que le devolvía un cuerpo en un espacio
legítimo. Mirada que articulada al abrazo devuelve a ese cuerpo su legítima
existencia y posibilita ubicar un tiempo en pasado.
En la transferencia el acting, pone en acto lo imaginario sosteniendo la escena (de
mostración) para el analista, en tanto Otro. El analista en función de sostén, en
términos winnicottianos, pasa a primer lugar, como un operador fundamental para
el despliegue de la transferencia. Momentos de la transferencia que implican su
complejidad en tanto la amenaza de un pasaje al acto produciría la caída del
analista y en consecuencia de la transferencia. De ahí la importancia del analista
que, en tanto objeto (función), juega el juego que propone el analizante “acepta su
invitación a jugar”, instituyendo (espacio) la trama de lo transicional (lugar propicio
de la transferencia) que hará posible lo que ahí se ira tramando, articulando,
jugando en esa “zona potencial” propia de la experiencia.
Es significativo como después de cada avance en la experiencia analítica, con
cierto cambio en su posición subjetiva, se presenta la interrupción, que sólo a
posteriori podemos leer como un ¿acting?, en tanto retoma el tratamiento.
Podríamos conjeturar que transitar “ser alojada y separarse” una y otra vez, opero
como un necesario lógico para tramitar la angustia, posibilitando el armado de un
tejido en la trama desgarrada a causa de repetidas situaciones de deprivación.
Haciendo lugar poco a poco a lo disociado-silenciado que conlleva lo traumático ii:
el abuso sexual vivido alrededor de los 8 años de edad. La sexualidad se presenta
disociada de lo afectivo (evidenciado en el período que sale “con chicos”,
complaciendo al partenaire), dejando al descubierto un real del cuerpo que no
puede subjetivarse, apropiarse, alcanzando su tope, en el reclamo “furioso” a un
padre en el marco de legitimar un orden posible.
El revivir traumático, transferencia mediante, opera dando lugar al proceso de
actualización del retorno de lo vivido, abriendo paso a la oportunidad de una
tramitación posible. Cae la disociación defensiva ante eso traumático, la
integración cuerpo sexuado- afectividad, inicia su proceso hacia la apertura de lo
posible: habla de sus sueños, le gustaría encontrar al hombre de quién
enamorarse, de ser amada y de ser madre, continúa.

El recorte clínico se centró fundamentalmente en relación a la situación de abuso


sexual vivida en la infancia, focalizando el entramado de la transferencia que
propicio la emergencia de lo traumático. Siendo este nuestro tema y objetivo
fundamental de la investigación por el mismo motivo no se focaliza en la
importancia determinante del ambiente familiar y social en el que vivía. Para
concluir consideramos pertinente una cita de Silvia Bleichmar sobre los
traumatismos de las representaciones que emergen, la autora plantea “que no
están fijadas a ningún sistema psíquico, que transitan por el aparato sin ser
conscientes y al mismo tiempo no tienen estatuto de reprimidas, tal como las
‘reminiscencias’ que eran recuerdos, decía Freud, cortados de su enlace y
provenientes de situaciones traumáticas”… “en algunos casos el sentido de la
terapia analítica es lograr el olvido - agregaríamos, por nuestra parte - no bajo el
ejercicio de la represión, sino de la ligazón, del ensamblaje, que posibilita su
desinvestimiento” (Bleichmar S., 2010)

El vigente proyecto de carácter exploratorio, apunta a circunscribir los casos de las


adolescentes en tratamiento psicoterapéutico que han sido abusadas sexualmente
en la infancia y que constituyen las unidades de análisis de nuestra investigación.
Entre otros objetivos formulados, consideramos que la viñeta presentada intento dar
cuenta de lo siguiente:
• Caracterizar cómo se instala y desarrolla el lazo con el tratamiento.
• Caracterizar las intervenciones del psicoterapeuta para abordar lo traumático
real vivido.

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i
Metodología de abordaje de la investigación clínica
En la Investigación en la cual se asienta este trabajo se trabaja con un diseño
metodológico de carácter exploratorio (Samaja, 1994), pues el estado de arte
muestra vacancia de conocimiento respecto a investigaciones de psicología
clínica en el tema.
El estudio está especialmente orientado a: (I) obtener una familiarización con
los fenómenos que comprenden el objeto de estudio, (II) sistematizar
estrategias confiables para la producción del material empírico, (III) generar
categorías teóricas de análisis y evaluar su validez para la interpretación del
material clínico.
La fuente de datos es primaria (Samaja, 1993) y está conformada por
materiales clínicos. Cada material es elaborado por el/la psicoanalista que
llevó o lleva a cabo el tratamiento psicoterapeútico del/a adolescente
perteneciente a la muestra.
La construcción del material empírico se realizó a partir del registro escrito
de relatos, escenas de juego, gráficos, sueños y otras producciones de los
adolescentes en el contexto terapéutico, que se consideren relevantes.
Como afirma Azaretto (2007) “un mismo material puede aportar varios
casos”, ya que es la teoría desde donde se lee y escucha ese material clínico,
la que permitirá transformarlo en fragmentos o viñetas que operen como
casos para una investigación clínica. La tarea se llevó a cabo en tres
momentos: primero cada analista implicado como sujeto de la enunciación,
escribe el material y presenta al equipo de investigación una selección de
viñetas; en un segundo momento se realiza un trabajo intersubjetivo de
discusión de dichos fragmentos atendiendo a su potencia heurística para la
creación y/o ilustración de categorías teóricas; finalmente se construye el
material clínico en base al acuerdo intersubjetivo sustentado en el debate
teórico de los registros empíricos.
Instrumentos de Recolección de Datos
Se confeccionó un dispositivo de registro semi-estructurado, en el cual se
consignan los datos que se consideran significativos respecto a cada variable
de estudio. Este dispositivo se completa a partir de la lectura de los
materiales clínicos.
Análisis de datos: Es cualitativo, de tipo hermeneútico: se interpretan los
fragmentos clínicos desde el marco teórico, a fin de categorizarlos
conceptualmente. Con este trabajo se van formulando conjeturas e hipótesis
que permitan dar respuesta a los interrogantes que subyacen a cada objetivo
de la investigación.
Calvi (2006), plantea que cuando el abuso ha sido silenciado durante mucho
ii

tiempo es en análisis sostenido en la transferencia como estos hechos


traumáticos pueden ser puestos en palabras. Lo traumático tiene un carácter
cuasi alucinatorio porque hay poca elaboración sobre el recuerdo. Se ponen
en marcha mecanismos defensivos que se caracterizan por mantener las
experiencias traumáticas y los sentimientos asociados con ellas totalmente
separados del resto de las vivencias habituales.

1- Lucía ya había tenido un tratamiento anterior, con un terapeuta varón en


el cual no había hablado del abuso. La mamá para buscar analista, esta vez
pensó en una mujer y en alguien que fuera de confianza para ella. Por eso
recurrió a una analista que formaba parte de una agrupación política a la que
ambas pertenecían y en la cual Lucía participaba esporádicamente. En las
primeras tres sesiones Lucía contó con una gran implicación emocional los
acontecimientos del abuso que había sufrido por parte de su abuelo paterno y
la connivencia de su abuela. Esto sería un indicador de que la transferencia
con la terapeuta se instaló ya previo al primer encuentro, a partir de la
“confianza” de la madre en base a las recomendaciones que había recibido
dentro de la agrupación.

2- En la segunda entrevista, realizada al día siguiente de la primera, trae un


sueño y comienza con asociaciones, en continuidad con el clima que se había
instalado ya en la primera entrevista. Se instala una transferencia intensa que
permite un fuerte trabajo asociativo desde el inicio y que va a sostenerse en
un vínculo durante diez años.

4- Llama la atención, como en las primeras tres sesiones Lucía realiza un


relato pormenorizado y con mucha implicancia emocional acerca del abuso.
Reflexionando y comparando en relación a otros casos en los que lleva mucho
tiempo instalar un vínculo de confianza, es notable que estas modalidades de
transferencia intensa desde la primera entrevista se producen en casos en que
hubo previamente un vínculo de mucha confianza con la madre, que
generalmente es quien la trae al tratamiento y un reconocimiento del terapeuta
como alguien especialista que puede ayudar.

7 y 10 - A los dos años de tratamiento Lucía pide una sesión especial en la que
pide no usar diván a partir de un sueño muy angustiante. Relata que salió con
un joven que le gustaba y la pasó muy bien. Se muestra muy angustiada en la
consulta, dice que va a contar algo que nunca pudo contar y que la llevó a
tomar pastillas, episodio en el que varios meses antes hizo un intento de
suicidio. Expresó que sentía miedo a ser rechazada y que al estar con un chico
este pudiera darse cuenta de lo que ella había hecho. Contó llorando que a los
diez años estando en la costa de vacaciones, la madre y su pareja salieron a la
noche y dejaron a Lucía cuidando a sus dos hermanitos uno de tres años y otro
bebé. Mientras miraban televisión en un sillón, ella le dijo al hermanito que
harían el “juego” del camión, el mismo que le hacía el abuelo. Mientras
refregaba la cola de su hermano en sus genitales, éste gritaba que se quería
salir y ella lo presionaba para seguir. Al día siguiente, el niño le pidió volver
a hacerlo y ella le respondió que ese era un juego muy malo y que no lo harían
nunca más. No lo hizo más. La intervención de la analista apuntó a remarcar
la sensación de vulnerabilidad y abandono en la que se sintió al ser dejada por
su madre cuidando a sus hermanos. Esto re editaba situaciones en las que ella
se había sentido dejada por sus padres y en las que incurría en una
autoestimulación compulsiva al sentirse tan desprotegida. Lucía dice estar
muy preocupada por el hermano y se pregunta si debería contarlo para que
lleven al hermano a un psicólogo. Agrega sentirse muy culpable y no poder
gozar de nada en la sexualidad.

12- Una de las intervenciones de la terapeuta tuvo que ver con entender que
Lucía no había tenido un padre, en el sentido de que éste no había funcionado
como tal. Lucía decía que el padre sólo se fijaba si ella hacía las tareas del
colegio o si se lavaba los dientes. Cuando ella le reclamaba que la había dejado
en la casa de los abuelos, exponiéndola a experiencias que habían sido
terribles para ella, él le respondía: “Bueno, yo hacía lo que podía”. No le
reconocía el grave efecto que había provocado en ella su conducta de
desprotección. Al comienzo del tratamiento, Lucía no quería ver ni a la abuela,
ni al padre. El abuelo ya había fallecido. Al poco tiempo de iniciado el
tratamiento, el padre se comunicó con la terapeuta pidiéndole una entrevista.
Dado que Lucía no quería tener contacto con su papá, la terapeuta para cuidar
el vínculo transferencial, no aceptó recibir al padre, pero si tener esporádicas
conversaciones telefónicas con él y se lo comunicó a Lucía. El padre se
comunicaba con la terapeuta cada cuatro o cinco meses preguntando acerca de
cómo estaba Lucía. La terapeuta le iba relatando como la veía y haciendo
intervenciones que apuntaban a que ella necesitaba sentirse creída en relación
a lo que relataba del abuso. El padre comenzó a tener gestos con su hija tales
como llevarle el dinero para pagar el tratamiento a su casa. Esto se mantuvo a
lo largo de tres años, al cabo de los cuales, Lucía le dijo a su analista que se
encontraba en condiciones de intentar hablar con su papá, pero que sola no se
animaría. Se le propuso realizar una entrevista de los tres. La terapeuta citó al
padre unos minutos más tarde que a Lucía. En esa entrevista, por primera vez,
se animó a contarle al padre acerca del abuso, éste reconoció sus propias fallas
en su capacidad de cuidarla y su responsabilidad en lo que había sufrido. A
partir de esa entrevista, y lentamente, se fue reconstruyendo el vínculo entre
ambos. Con respecto a la abuela, Lucía nunca quiso verla.

7 y 11 – Hacia el final del tratamiento cuando se había planteado la posibilidad


de cierre, Lucía comenzó una relación con un joven. Éste tenía conductas de
riesgo, exponiéndose a si mismo y a ella a situaciones de alto riesgo como
manejar alcoholizado por la ruta, tener relaciones sexuales sin protección,
despertarla a la madrugada por teléfono estando alcoholizado. La terapeuta,
preocupada, se preguntaba si se trataba de un fracaso terapéutico. Eran tan
intensas las vivencias de peligro y exponerse a riesgos que la analista tenía la
impresión de haber vuelto a los primeros tiempos del tratamiento. Sin
embargo, Lucía comenzó a hacer aquello que no podía hacer en los comienzos.
Le puso un límite a los llamados telefónicos, condicionó la continuidad de la
relación a que su novio interrumpiera sus conductas de riesgo. Éste para no
perder su relación con ella, comenzó a limitarse. Entonces la analista
evaluando que Lucía se había independizado de su madre, se había recibido
de abogada que era lo que a ella le gustaba, había conseguido un trabajo y
construido un espacio en el que vivía sola con mucho placer, pero por sobre
todo que había podido enfrentar una situación de vulnerabilidad de una
manera novedosa en relación a experiencias previas, se cerró el tratamiento.
La finalización a pesar de estos eventos y vivencias de los últimos meses tuvo
el valor de una intervención: apostar a que la terapeuta confiaba en sus
transformaciones.

Buscar en documentos:
Investigación fenómenos transferenciales en la clínica con adolescentes.
Power point

Título: “VISCISITUDES Y FENÓMENOS TRANSFERENCIALES EN LA CLÍNICA CON


PACIENTES ABUSADAS SEXUALMENTE”

Title: "VICISSITUDES AND PHENOMENA TRANSFERENCE IN CLINICAL PATIENTS


WITH SEXUALLY ABUSED "

Autores: Franco, Adriana N.; Eiberman, Federico; Germade, Agustina; Woloski, E.


Graciela; Pucci, María Victoria; Peñaloza Eggas, Nancy M.; Rasckovan, Ivana; Poverene,
Laura; Toporosi, Susana; Tkach, Carlos E.; Mena, M.Ines; ; Sverdloff, Julia.

El presente trabajo se asienta en la investigación Ubacyt 2013-2016 cuyo título es:


“Modalidades de las transferencias de pacientes adolescentes que han sido abusados
sexualmente en la infancia”. Código: 20720120200038

Área Temática: Ciencias de la Salud Humana / Psicología Clínica con


Adolescentes.
Palabras Clave: “ABUSO SEXUAL” – ADOLESCENCIA- “VINCULO TERAPEUTICO” –

TRANSFERENCIA

Síntesis

Se propone caracterizar las modalidades de las transferencias de adolescentes

en tratamiento psicoterapéutico que fueron sexualmente abusados en la infancia. Por


tratarse de un estudio exploratorio se trabajó sobre una muestra finalística conformada por
ocho casos heterogéneos en cuanto edad, situación del abuso, vínculo con el abusador y
modalidad de transferencia en el tratamiento psicológico. El material empírico lo conforman
las historias clínicas confeccionadas por las/os psicólogas/os responsables de cada caso.
Se ha sintetizado en un cuadro de doble entrada las Dimensiones de Análisis que nos
permitieron cumplir con los objetivos previstos y cuyas conclusiones están incluidas en el
presente trabajo.

Key words: “SEXUAL ABUSE” – ADOLESCENCE - “THERAPEUTIC LINK” –


TRANSFERENCE

Synthesis

The following text describes different transference modalities of teenagers in


psychotherapeutic treatment that were sexually abused during childhood. Since it is
an exploratory study the work was produced on an heterogeneous sample consisting
in eight cases in psychological treatment with different ages, abuse situations,
relationship with the abuser and transference modality in their treatments. The
empirical matherial was derives from case histories collected by the psychologists in
charge It has been synthesized in a two-way table that allowed us to fulfill
the proposed objectives. Conclusions are included in the work.

Introducción

La práctica de la cura psicoanalítica contemporánea viene afrontando el desafío de adecuar


su método tanto a las variadas como a las nuevas modalidades en que se presenta el
sufrimiento psíquico. Se viene produciendo en este campo un trabajo que es tanto de
identificación y designación de las particularidades sintomáticas en juego como de una
necesaria reelaboración de los parámetros clínicos de su abordaje en las curas. Y es en
este último aspecto en el que la noción de transferencia ocupa un rol central. Con
modalidades de la transferencia queremos indicar definidamente el campo de los
fenómenos clínicos y en él el de las particularidades que toma el lazo del paciente con el
dispositivo del tratamiento y con el profesional que lo atiende. Con esa denominación nos
referimos al variado espectro en que puede presentarse lo que llamamos transferencia, es
decir, del cómo, cuándo, dónde, bajo cuáles condiciones, bajo qué circunstancias se instala
y desarrolla el lazo con el tratamiento, pero también bajo las formas, estilos, posturas y
conductas con que se hace presente en las situaciones clínicas con pacientes adolescentes
que padecieron abuso sexual en la infancia. Indagar las modalidades y especificidad de
las transferencias y los efectos subjetivos en los profesionales que se ocupan de estos
casos es necesario para precisar los resortes del funcionamiento de los tratamientos
psicoterapéuticos. Surgen interrogantes en el análisis de los antecedentes que nos señalan
un estado de vacancia en la articulación de lo conocido respecto a cuestiones
transferenciales en casos de traumatismos y abusos con la especificidad de las
transferencias en pacientes adolescentes. Para esta investigación que se centra en casos
de adolescentes que fueron abusados sexualmente en su infancia, indagar las modalidades
y especificidad de las transferencias y los efectos subjetivos en los profesionales que se
ocupan de estos casos, es un paso ineludible para precisar los resortes del funcionamiento
y manejo de los tratamientos psicoterapéuticos. Y esto en la medida en que justamente la
clínica en estos casos presenta particularidades que le son propias y se hallan presentes
desde los motivos de consulta, pasando por las vicisitudes y dificultades de los procesos
terapéuticos y su sostenimiento, hasta sus modos de interrupción o finalización, con mayor
o menor éxito o eficacia.

Desarrollo
Hemos sintetizado lo analizado en cada una de las historias clínicas que constituyen las
unidades de análisis de la investigación en un cuadro de doble entrada cruzándolo con cada
uno de los objetivos específicos.
Las conclusiones las hemos desarrollado en las siguientes Dimensiones de Análisis de las
Modalidades Transferenciales.
1) Instalación de lazo con el tratamiento y 2) Particularidades del lazo con el/la
psicoterapeuta.

La instalación del lazo con el tratamiento y con las psicoterapeutas se presenta de modos
variados de acuerdo al modo de la disponibilidad transferencial positiva o negativa
previamente instalada en las pacientes antes del encuentro con la situación
psicoterapéutica. En algunos casos dicha disponibilidad positiva ya viene preparada
previamente en la subjetividad de las pacientes para confiar en la figura del psicoterapeuta
y abordar directamente la temática del abuso. En otros casos asistimos a una
indisponibilidad transferencial positiva o a una transferencia negativa que conduce
necesariamente al psicoterapeuta a un manejo de la transferencia para su modificación
paulatina hacia el predominio de la transferencia positiva. El miedo a establecer un vínculo
afectivo, destacado en varias pacientes como resultado de la violación, también se
transfiere como repetición en el lazo psicoterapéutico como una barrera o desconfianza que
obstaculiza el trabajo asociativo. Si la transferencia toma la forma positiva el trabajo
asociativo es productivo. En cambio si el modo de la transferencia es a predominio de la
compulsión de repetición las manifestaciones de alerta y desconfianza se hacen presentes
y predomina la resistencia al trabajo asociativo. Observamos que el/la analista como objeto-
figura sostén y contenedora debe hacerse presente activamente para instalar el trabajo
psicoterapéutico y reinstalarlo cuando amenaza romperse.

3) Modalidades que asume la demanda.


Aún en los casos en donde el abuso sexual no está explicitado en la demanda inicial (ya
sea porque aún no se ha producido el develamiento o porque no es el motivo manifiesto de
la consulta), la modalidad que ésta asume en casi todos los materiales se encuentra en
relación a poder tramitar el padecimiento y aliviar el sufrimiento producido por la vivencia
traumática.

De manera recurrente aparece también el temor a que el abuso sexual se repita en las
generaciones siguientes, en el sentido de cómo alojar a un hijo en una relación de cuidado
y sostén en la cual la prohibición del apoderamiento del cuerpo del niño por parte del adulto
se encuentre operando. Mari afirma temer “Repetir lo que le pasó a ella con sus futuras
posibles hijas”. Fiorela refiere querer “Trabajar ciertas problemáticas que la conflictuaban,
como su embarazo, el deseo o no de tener ese hijo y quién la iba a alojar”.

4) Modalidades transferenciales cuando el motivo de consulta es el abuso sexual.


Aparecen sentimientos de temor y desconfianza ante la posibilidad de hablar sobre el abuso
sexual. El establecimiento de un vínculo terapéutico confiable se vuelve decisivo en la
instalación de la transferencia para poder reconocer en el analista a un otro que puede
ayudar. Esta confianza se construye gracias a la presencia y disponibilidad del terapeuta,
quien puede sobrevivir al relato del abuso y a las manifestaciones transferenciales que
amenazan con poner en riesgo la continuidad del espacio terapéutico.

Este acompañamiento sostenido a lo largo de las sesiones permite al paciente hacer la


experiencia (en algunos casos incluso por primera vez) de un otro que escucha, aloja y
confirma sus propias percepciones.

La capacidad de entonamiento por parte del analista constituye un elemento esencial e


indispensable que le permitirá ofrecer una actitud de cuidado y sostén frente a la
emergencia de lo traumático.

5) Modalidades transferenciales cuando el develamiento del abuso se produce


durante el tratamiento psicoterapéutico.
La presencia y permanencia del analista afianzan el lazo transferencial, en un tiempo donde
la confianza no es interpelada, y sí posibilitadora hacia la apertura y puesta a prueba del
espacio analítico, en tanto que aloja aquella vivencia traumática haciendo viable su
integración y tramitación posible.

6) Dificultades transferenciales en el sostenimiento del proceso terapéutico.


Principalmente la desconfianza, la vergüenza y/o el temor a sentirse defraudada en el
establecimiento del vínculo, dificultan el afianzamiento del mismo, de ahí la importancia de
un “tiempo” necesario a respetar. En los momentos de “mejoría”, ya sea por cierta ganancia
en la “confianza”, o bien por el “alivio” sentido después de haber puesto palabras a la
vivencia traumática, nuevas manifestaciones se presentan:

- Ausentarse de las sesiones, a veces por atravesar momentos depresivos.

- Transmitir desinterés, dudar de continuar con el análisis ¿para qué continuar?

- Interrupciones “necesarias”, ponen a prueba la presencia y espera del analista.

Distintas manifestaciones que testimonian momentos de opacamiento de la transferencia,


con el riesgo de su consecuente caída.
7) Fenómenos transferenciales de repetición y actualización de los hechos
traumáticos.
El traumatismo produce modos de emergencia patológica que pasan a formar parte de la
presencia de elementos de lo visto y lo oído que operan en el sujeto sin una metábola
posible. Estos elementos (signos de percepción), tienen que ver con primeras inscripciones
no metabólicas que no simbolizan nada más que a sí mismas. (Lo indiciario - S. Bleichmar,
1992).

En la relación transferencial aparece miedo, desconfianza y dificultades en armar el lazo


necesitando tiempo, respeto y espera, actitud receptiva y mucha empatía y además de
escuchar atentamente las sensaciones corporales transmitidas y los actos compulsivos que
acompañan (lavarse al recordar, no poder dormirse por presencia de imágenes aterradoras,
sensaciones de olor, palabras escuchadas).

Se transmite el miedo vivido a través de relatos que producen en el analista sensaciones


corporales.

Lo que caracteriza los estados de abuso es la dificultad de estructurar fantasías de mayor


riqueza y en cambio apegarse a tres o cuatro elementos que se repiten siempre idénticos.
Se relatan sueños de angustia, pesadillas, sin fantasías, priman descripciones de
sensaciones corporales condensadas con desplazamientos de personajes. Casi todos los
materiales clínicos abordados muestran miedo al contacto corporal, terror a ser revisadas
por ginecólogo, imposibilidad de gozar en las relaciones sexuales.

En ciertos casos se actúan en la relación analítica repeticiones con sadismo de situaciones


vividas, de amenaza o actuación en la situación lúdica. Caso Brenda: “Te voy a arrancar
esos dedos”. Hay algunos indicios de repeticiones en vínculos de dominio y sumisión. A
veces siendo la que domina y otras volviendo a vincularse a personas violentas que no las
respetan como sujetos con derechos propios.

8) Fenómenos resistenciales.
Siguiendo a Freud, si la resistencia sería aquello que impediría el trabajo terapéutico, es
posible identificar distintas modalidades en la que la misma se presentó en el tratamiento
de los casos seleccionados en la muestra. Si bien en algunos materiales clínicos no se
aludió a la manifestación de fenómenos resistenciales, en aquellos en los que sí se señaló
su aparición, ésta estuvo vinculada principalmente con ausencias al tratamiento o
interrupciones en su continuación.
9) Modos de interrupción del tratamiento psicoterapéutico.
De los casos estudiados, sólo se produce una interrupción inesperada porque la
adolescente no quiere continuar. Desde el comienzo del tratamiento sostenía la amenaza
de que se quería ir. La dificultad para establecer una transferencia que le permitiera confiar
y entregarse estuvo en el transcurso de todo el proceso. La adolescente expresaba que
tenía miedo de relacionarse y que quería resolver sola todo. Finalmente, al modo de una
actuación, deja el tratamiento.

En otros tres casos se dieron cortes en la continuidad del tratamiento por otros motivos: la
terapeuta deja de trabajar en el sistema de atención pero la adolescente la sigue llamando;
la paciente tiene que interrumpir porque se habían cumplido los tiempos institucionales; o
por motivos económicos, pero sin embargo, la analista permanece esperándola y la
adolescente vuelve. En estos casos queda claro que existía una transferencia positiva que
posibilitaba pensar en una continuidad, siendo una oportunidad para poner a prueba la
permanencia del vínculo transferencial, aún en ausencia.

10) Modos de finalización del tratamiento psicoterapéutico.


Los tratamientos suelen llegar a su finalización de diversos modos, pero puede observarse
que en la gran mayoría de los casos están asociados a las siguientes circunstancias:

- La intención de los pacientes de interrumpir el tratamiento, lo que permite realizar un


trabajo de cierre del mismo en el cual la historización tendrá un lugar preponderante.

- En el caso de los tratamientos que son llevados a cabo desde un marco institucional, la
finalización del mismo estará asociada a los tiempos y disposiciones institucionales.

Por último, aquellos casos en los que los pacientes pueden ser alojados en otros espacios.
Es desde esta otra posición, que no está estrictamente relacionada con el abuso, que
deciden finalizar el tratamiento.

Cabe destacar que en todos los casos se observa que el vínculo con el terapeuta
continúa activo durante un tiempo, aún finalizado el tratamiento. Este hecho refuerza
la idea de la necesidad de la permanencia del analista en el sostenimiento del lazo
transferencial, aún en el proceso de finalización del tratamiento.
11) Modalidades de abordaje de lo traumático real vivido.
En todos los casos podemos ver que las modalidades se basan en intervenciones donde la
terapeuta se adapta, favoreciendo la construcción de confianza, brindando un espacio
predecible, seguro, ofreciendo una escucha no intrusiva con preguntas abiertas, no
directivas, ni cuestionarios y sin juzgamiento, respetando el tiempo subjetivo de cada
paciente para hablar de la vivencia traumática, o su abordaje a través del juego
estableciendo un espacio posible para que ocurra la simbolización, en esta nueva relación
que no es ni abusiva ni intrusiva.
Las modalidades de abordaje apuntan a poder establecer ligaduras de eso traumático
escindido, establecer simbolizaciones para que la situación abusiva se constituya en una
experiencia de la vida, posible de ser narrada. Las conductas de abuso no son sinónimos
de la persona, deben ubicarse como una experiencia traumática acotada, recordada en
lugar de ser revividas.
12) Intervenciones del psicoterapeuta en los fenómenos transferenciales
desplegados por el adolescente.
Si bien las intervenciones se realizan a partir de la singularidad de cada caso se puede
observar como en su gran mayoría apuntan a cuestiones similares:

Sostener y alojar para poder construir un vínculo de confianza. Este sostener se manifiesta
de diferentes maneras: desde la presencia del analista sosteniendo la continuidad del
espacio a pesar de las discontinuidades de las pacientes en cuanto a las ausencias o
abandonos de tratamiento, desde la mirada, el abrazo (Caso Alba), la palabra y la escucha.

Se realizan reconstrucciones, las cuales buscan construir una novela posible que permitan
comprender el porqué del abuso.

Trabajar la desculpablización frente a la culpa que le genera a la adolescente tanto el haber


sido abusada como denunciar el abuso padecido. Responsabilizar a los adultos de lo
sucedido diferenciando una función protectora de cuidado de la que no lo es.

Intervenir reconociendo al adolescente como un otro diferente que sufre, que desea y lograr
de esta forma dejar de ser objeto de goce para otro.

13) Repercusiones subjetivas en el terapeuta generadas por las situaciones


traumáticas vividas por los adolescentes.

Las reviviscencias de lo traumático en sesión conmueven a los profesionales y le generan,


a diferencia de pacientes no abusados, sensaciones corporales.

Es difícil expresar en palabras las vivencias transmitidas sobre el acontecimiento


traumático, el cuerpo de la analista también registra la reviviscencia en transferencia de la
escena traumática de la paciente y sus manifestaciones y resonancias corporales. En
algunos de los casos se manifiestan como temblores, asco, nauseas, mareo.

El relato, realizado por las profesionales, de las sesiones de la mayoría de las pacientes,
unidades de análisis de la investigación, da cuenta de sentimientos de angustia, impotencia
frente al desamparo, desvalimiento de las pacientes y en otros momentos, enojo por la
renegación, incomprensión o maltrato de familiares o responsables significativos.

Una actitud de sumo respeto por los tiempos de las pacientes se observa en las
intervenciones de las profesionales en varios de los materiales clínicos, como así también
estar especialmente disponibles, soportando ausencias e interrupciones sin interpretarlas
como resistencia. Entendiéndolas como parte de las reviviscencias traumáticas, dentro de
la relación transferencial.

En uno de los casos trabajados se generan dudas en la analista respecto a si la denuncia


del abuso fue subjetivante o generó mayor secuelas post traumáticas.

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