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Alexandre Stevens
Por lo tanto, una expresión surgida del psicoanálisis como «¡Todo se juega antes de
los cinco años!» – no se trata, por supuesto, de una expresión lacaniana – no es
completamente falsa. En efecto, la elección de síntoma y la organización del fantasma
se juegan sumamente temprano. Tuve la oportunidad de observar dos mellizos, un
niño y una niña. Ya a la edad de unos pocos meses, algunas elecciones sintomáticas
de estructura estaban claramente decididas. Cuando tenían hambre, por ejemplo, si la
madre o la persona que se ocupaba de ellos empezaba a dar la mamadera a la niñita,
el niño seguía gritando de una manera perfectamente decidida y sin parar. En cambio,
cuando le daban la mamadera al niño, la nena dejaba de gritar, se daba vuelta en su
cama y volviéndose totalmente indiferente, rechazaba la mamadera. Hé ahí dos
elecciones sintomáticas. En el niño, se observaba una elección bastante
reivindicativa, como puede ser reivindicativo eventualmente un obsesivo, mientras
que la niñita presenta una indiferencia histérica. Estas dos elecciones sintomáticas
son un modo de respuesta del sujeto a una situación y en este ejemplo, se ve que se
establecen muy tempranamente. Esto no impide que deban descansar, no solamente
durante la adolescencia sino también ya antes. Por otra parte, la expresión « Todo se
juega antes de los cinco años » es un poco apresurada. Recuerden el famoso ejemplo
de Jean-Jacques Rousseau, por cierto aledaño a la psicosis. Pero detengámonos en el
episodio en que recibe a los ocho años una paliza en las nalgas por parte de su niñera.
Es este episodio el que se describe en un bello estilo en la primera parte de
sus Confesiones. Esos golpes en el trasero lo dejan en un estado de gran turbación
hasta el punto de que desobedecerá, de ahí en adelante, para recibirlos otra vez. La
niñera lo comprende muy bien. ¡Justamente por eso, es la última y única paliza que
recibirá ! Pero Jean-Jacques Rousseau dirá esto : « ¿Quién creería que ese castigo
infantil, infligido a los ocho años por mano de una joven de treinta, decidió de mis
gustos, mis deseos, mis pasiones, decidió de mí para el resto de mi vida, todo ello en
el sentido contrario a lo que hubiera debido ocurrir naturalmente en lo sucesivo? » Se
sabe, efectivamente, que cuando llegó a la adultez, puso de nuevo varias veces en el
tapete ese deseo de ser castigado de ese modo, en función de fantasma. Existe,
además, un episodio de exhibicionismo muy peculiar en que se las arregla para
mostrar sus nalgas.
Es esto lo que quiero precisar. Esas elecciones deberán tomarse un descanso tanto por
el lado del fantasma que va a ser puesto a prueba por la adolescencia, como por el
lado del síntoma, que toma formas diversas. Esas elecciones entrarán en un período
de reposo aun cuando la estructura esté ya decidida : neurosis o psicosis o incluso,
dentro de la neurosis, la obsesión o la histeria. Sin embargo, las formas de
comportamiento, las formas fenoménicas y también la relación del síntoma con el
sexo se van a modificar en la pubertad.
Por consiguiente, y para ser aun más preciso, habría que poner como título: «La
adolescencia, la edad de una gran variedad de respuestas posibles, a ese imposible
que es el surgimiento de un real propio de la pubertad.» De ahí el título de mi
exposición. También se lo podría escribir con un matema que Jacques-Alain Miller
había propuesto en su curso hace dos años. En su matema, Jacques-Alain Miller
proponía el síntoma como respuesta, como metáfora de la no-relación sexual, de la
inexistencia de la relación sexual. La inexistencia de la relación sexual remite a la
dificultad de saber qué hacer en lo referido al sexo, es la ausencia de un saber
constituido a priori a ese respecto. En el lugar de esa ausencia de relación sexual, el
sujeto elabora un síntoma que viene entonces para él al modo de una respuesta
posible a ese real imposible de situar que es esa ausencia de relación sexual.
Propongo simplemente retomar la relación pubertad/adolescencia con el matema de
Jacques-Alain Miller. La pubertad sería uno de los nombres de la inexistencia de la
relación sexual. Es en todo caso uno de los momentos en que se presenta para el
sujeto, más que nunca, la no-relación sexual. Y para quedarnos todavía en este
matema, diremos que la adolescencia sería entonces la respuesta sintomática posible
que el sujeto va a aportar a la no-relación. Es el arreglo particular con el cual
organizará su existencia, su relación con el mundo y su relación con el goce,
ocupando el lugar, por lo tanto, de la relación sexual.
Σà adolescencia
ø pubertad
En una primera instancia se podría pensar que ese real remite al desarrollo
hormonal, es decir, aquello que rige biológicamente la pubertad como tal.
Se trataría en ese caso de los rasgos sexuales secundarios que se desarrollan
y estallan, o sea, las transformaciones del cuerpo. Ese real es orgánico. Me
parece que no es falso sostener esta posición, pero a condición de saber qué
órgano se pone allí en juego. Si se debe hablar de órgano, no basta con
limitarlo al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Dicho de otro
modo, pienso que lo real de que se trata en el terreno de las
transformaciones del cuerpo, aunque no sea falso tomarlo en consideración
desde ese ángulo, no se puede reducir al órgano en el sentido médico de la
palabra. Lo real no se reduce al desarrollo hormonal. Si hablamos de
surgimiento del órgano, deberíamos tomarlo en el sentido en que se dice,
por ejemplo, del hombre o de la mujer, que él o ella tienen un « bello
órgano », refiriéndonos a la voz (x). Habría que entender esta materialidad
de la voz como Lacan la encara en referencia al órgano concebido como un
órgano fuera del cuerpo o « fuera-cuerpo » [hors corps]. Lacan evoca este
punto a través del mito de la laminilla (4). Introduce con este mito el objeto
perdido, radicalmente perdido, y la cuestión de la sexuación y del amor.
Con este mito de la laminilla, Lacan construye la libido como órgano, en su
dimensión más orgánica posible pero justamente « fuera-del-cuerpo »,
como aquello que en el goce va a permanecer ajeno al cuerpo que se
significatiza, al cuerpo que habla. Por lo tanto, si queremos situar ese
cuerpo en el terreno de lo orgánico, será a condición de situarlo en el
órgano de la libido. Será a condición de situarlo como órgano del goce y no
como modificación anatómica del cuerpo. Esta última es una modificación
imaginaria del cuerpo, es decir, una modificación muy real de la imagen. El
órgano del que se trata aquí es un órgano marcado por el discurso y ese real
de la pubertad no coincidirá, por consiguiente, con el crecimiento hormonal
sino con ese órgano marcado por el discurso. La prueba de ello es que el
desarrollo hormonal no produce problemas en el animal. Nunca se escuchó
hablar de crisis de adolescencia en los terneros cuando éstos se transforman
progresivamente en toros. En el prefacio del Despertar de la primavera de
Wedekind, uno de los más bellos textos sobre la adolescencia, Lacan
escribe : « Es así que un dramaturgo aborda en 1891 el tema de en qué
consiste para los muchachos hacer el amor con las chicas, marcando que no
pensarían ni siquiera en ello sin el despertar de sus sueños. » (5) Por lo
tanto, solo piensan en eso pero, como dice Eric Laurent, es
« intercambiando el relato de sus sueños como se encaminan hacia la
dialéctica de qué es ser amado por el otro… queriendo alcanzarlo en el
hacer el amor. » (6) Por consiguiente, si se quiere hablar de un real situado
por el lado de la transformación del órgano, por el lado de lo que surge en
el cuerpo, tenemos que entender que se trata de un real marcado por el
lenguaje, un real de un órgano marcado por el lenguaje.
¿Qué es eso nuevo ? Más que el órgano, lo nuevo es la aparición, otra vez
más, para el sujeto, de su déficit de saber en lo real. ¿Qué es lo que evoca
este concepto de real lacaniano ? En Lacan, hay tres referencias a lo real :
Pero hoy en día, se produce algo más allá del caso singular en la clínica. Se
trata de un fenómeno de estructura en nuestra sociedad, consecutivo de los
efectos del desarrollo de la ciencia y de la universalización de la cultura.
Actualmente podemos encontrar por doquier a nuestra disposición todas las
imágenes que se nos ocurra acerca de este declive de la paternidad, y es
incluso muy difícil encontrar un elemento que vaya en dirección contraria.
Tomemos simplemente como ejemplo al presidente de los EE.UU,
Clinton. Es un hombre politico cuya mirada está atornillada en las
encuestas y en el fondo, toda la cuestión no es ser la excepción – posición
que sí pudo ocupar un De Gaulle cuando decidía que había que actuar de
tal modo en una situación donde todos estaban en contra – sino que todo
reside en orientar un poco las cosas sin dejar de estar nunca dentro de la
mayoría. El resultado de ello es un modo de gobierno que no es
absolutamente el mismo que un gobierno en función de la excepción. No
digo que sea peor pero ahí está el declive de la función paterna y habrá que
convivir con eso. Por otro lado, en los asuntos jurídicos que afectan a
Clinton, existe una excepción paradójica ya que es el primer presidente de
los EE.UU. que haya sido citado a comparecer ante un tribunal durante su
presidencia, acusado de un acto cometido por él. Sin embargo, se trata de
una excepción enteramente relativa. Es cierto que constituye una excepción
respecto de la serie de los presidentes anteriores pero es una excepción que
dice : « Es como todos, no hay más excepción. » Es un beneficio para la
democracia pero es también el nombre mismo de la declinación de la
función paterna.
Quería agregar otros dos tipos de respuestas. Son las respuestas por el lado
de la oralidad de la demanda de amor. Me refiero a la elección regresiva de
la anorexia y la bulimia. Se trata de respuestas frecuentes en la
adolescencia porque al mismo tiempo permiten cierto rechazo de la
sexuación. En todo caso, ésta se posterga para más adelante. Se ve
asimismo en la anorexia « clásica » de las muchachas que esos sujetos
llegan hasta el punto de que la menstruación desaparece y se eliminan las
formas del cuerpo femenino. Algo similar ocurre en la bulimia, donde la
transformación del cuerpo en imagen de mujer es velada por el efecto de la
demanda oral.