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Edgar Alejandro García Díaz 1 de septiembre de 2020

REPORTE DE LECTURA: CHRISTIFIDELES LAICI

La Exhortación Apostólica post-sinodal, Christifideles laici sobre la vocación y misión de


los laicos en la Iglesia y en el mundo, fue entregada el 30 de diciembre de 1988 por el
entonces papa, hoy santo, Juan Pablo II.
Como hemos dicho, es una Exhortación que nace de los frutos del Sínodo de los Obispos de
1987, la cual se esfuerza por dar a conocer algunas luces en cuanto al ser y qué hacer de los
laicos en la Iglesia y por ende, en el mundo. Podemos descubrir, en un primer momento que
varías de las propuestas, incluso problemáticas, aún se siguen viviendo. Pensemos sobre
todo en el valor de la vida, el cuidado de la casa común y la mujer.
Algunas de estas cosas a las que se nos exhorta, consideramos que ya las sabemos, más nos
hace falta que nos las estén recordando. Por ejemplo, en Christifideles laici podemos ver
que en principio, todos somos laicos, es decir, miembros del pueblo de Dios. Mas por
función, a algunos se les llama al sacerdocio, que no quiere decir que ya no sean laikós1
como tal, sino que perteneciendo al pueblo se les asigna una misión específica para el
servicio del mismo pueblo. Luego podemos observar que el laico es llamado y enviado
también, esto es, que tiene una vocación propia y una misión. Esto último debe animarnos a
comprometernos respondiendo a tal llamada pues el Señor nos invita a todos, como lo
recuerda el Papa, a trabajar a la mies.
En sintonía con la analogía que san Pablo hace de la Iglesia y el cuerpo humano, nos llama
la atención el hecho de que en esta Exhortación se nos invite a tener la certeza de que
pertenecemos a la Iglesia, que somos miembros, todos, importantes de ella y que por lo
tanto tenemos una función, misión específica para la salvación del hombre. Así con el
apostolado, de nosotros los laicos, pueda proyectarse y realizar la comunión misma de la
Iglesia.
Nos parece que la Exhortación Apostólica, al hacer mención de los oficios que por virtud
de Cristo se nos confieren en el Bautismo, ser sacerdotes, profetas y reyes, nos alienta a
profesar y compartir la fe, la esperanza pero sobre todo la caridad. Y decimos que, sobre
todo el amor-caridad, porque tiene como leitmotiv la dignidad humana, la
corresponsabilidad que tenemos los unos con los otros, la dignidad de los hijos de Dios;
impulsándonos a inmiscuirnos en el apostolado social.
Finalmente, pocos son los laicos, y también sacerdotes, que, por su falta de propaganda
supongo, no conocen este documento – nosotros hasta ahora lo hemos conocido-. Al ser un
documento que retrata el compromiso que la Iglesia tiene con el pueblo santo de Dios, es
importante que esto que se ha propuesto lo pongamos en práctica, que se dé a conocer a los
laicos de las parroquias, que podamos ver cuáles son las líneas por dónde hay que ir
caminando, saber cuál es la misión y vocación –llamada y respuesta – de los fieles laicos.

1
Miembro del pueblo de Dios. Tomemos esta definición literalmente sin hacer diferencia entre sacerdotes y
laicos. Ellos y nosotros somos miembros del pueblo de Dios.

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